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OPUS PHILOSOPHICAE INITIATIONIS

Monografía 10

TEOLOGÍA

Nivel Informativo
Concepto de Teología
Frater Phileas

“La Filosofía Esotérica reconcilia todas las religiones, desgarra las externas vestiduras
humanas para mostrar que la raíz de cada una es idéntica a la de las demás grandes
religiones. Demuestra la necesidad de que haya en la naturaleza un Principio Divino y
Absoluto. No niega a la Deidad, como tampoco negaría al sol. La Filosofía Esotérica
nunca ha rechazado la idea de Dios en la naturaleza ni de la Deidad, como “Ens”
absoluto y abstracto; únicamente se niega a aceptar a los dioses de las que se califican
a sí mismas de religiones monoteístas, dioses creados por el hombre a su propia
imagen y semejanza, blasfema y lamentable caricatura del Siempre Desconocible”.
(Helena Blavatsky)

En la primera monografía explicamos que “Teo-sofía” significa la sabiduría divina y


que dicha sabiduría podía ser hallada en todas las disciplinas humanas, entre ellas la
religión.

Por otro lado la “Teo-logía” quiere decir “el estudio de Dios” o de las cosas relacionadas
a la divinidad, y desde un punto de vista más amplio todo lo relacionado a las diversas
religiones.
Muchas personas confunden “Teología” con “Teología católica” que es la más conocida
en Hispanoamérica. Sin embargo, si nos adentramos en el significado más profundo
del término podremos ser capaces de distinguir que –si bien la Teología tal como la
conocemos es inseparable de la construcción teórica del cristianismo durante la Edad
Media- la ciencia teológica en sí misma no tiene que estar ligada necesariamente al
cristianismo sino que puede ser estudiada desde otras concepciones religiosas, entre
ellas las orientales.

Orígenes y clasificación

El primer autor en utilizar la palabra “Teología” fue el filósofo Platón en su obra “La
República”, donde planteaba una “concepción racional de lo divino. Así, pues, al
proponer Platón ciertos “esbozos de Teología” surgió la nueva palabra del conflicto
entre la tradición mítica y la aproximación natural (racional) al problema de Dios”.
(1)

Existen varias clasificaciones de la Teología, pero si seguimos el razonamiento del


célebre Agustín de Hipona, podremos dividir la Teología en:

a) Teología natural (theologia naturalis), una concepción griega mediante la


cual buscamos a Dios por medio de la razón, sin revelaciones metafísicas y
sobrenaturales.

Desde la época de Leibnitz la teología natural a veces se llama también “teodicea”


que significa “justificación de Dios”, que intenta conciliar la presencia del mal en el
mundo con la existencia de una divinidad benévola, un “Dios de amor”.
Desde una perspectiva más amplia, la Teodicea es simplemente una parte de la
Teología natural.

b) Teología sobrenatural (theologia supernaturalis), una concepción más tardía


y concebida como oposición a la Teología natural. Está basada en la Fe, en datos
sobrenaturales de las verdades reveladas y los llamados “misterios”, es decir en todo
aquello que sobrepasa la capacidad racional del ser humano.

En palabras de Tomás de Aquino: “Para la salvación humana fue necesario que,


además de las materias filosóficas, cuyo campo analiza la razón humana, hubiera
alguna ciencia cuyo criterio fuera lo divino.

Y esto es así porque Dios, como fin al que se dirige el hombre, excede la comprensión
a la que puede llegar sólo la razón. El fin tiene que ser conocido por el hombre para
que hacia Él pueda dirigir su pensar y su obrar. Por eso fue necesario que el hombre,
para su salvación, conociera por revelación divina lo que no podía alcanzar por su
exclusiva razón humana.
Más aún. Lo que de Dios puede comprender la sola razón humana, también precisa la
revelación divina, ya que, con sola la razón humana, la verdad de Dios sería conocida
por pocos, después de muchos análisis y con resultados plagados de errores. Y, sin
embargo, del exacto conocimiento de la verdad de Dios depende la total salvación
del hombre, pues en Dios está la salvación.

Así, pues, para que la salvación llegara a los hombres de forma más fácil y segura,
fue necesario que los hombres fueran instruidos, acerca de lo divino, por revelación
divina. Por todo ello se deduce la necesidad de que, además de las materias filosóficas,
resultado de la razón, hubiera una doctrina sagrada, resultado de la revelación”. (2)

Conocimiento de Dios

“Definir a Dios equivale a negarle” (Spinoza)

Esta frase inicial del filósofo Baruch Spinoza nos introduce en el misterio de los
misterios: la divinidad, la Realidad más elevada, el propio Dios.

Ciertamente: ¿es posible “conocer” a Dios? ¿Puede una mente finita como la nuestra
entender realmente a la divinidad?
San Agustín creía que: “Dios infinito en esencia y perfecciones no puede ser
comprendido por una inteligencia creada y finita como es la nuestra. El conocimiento
no es otra cosa que la comprensión del objeto conocido, y como todo lo que se
comprende queda limitado por la misma comprensión del sujeto, síguese que
Dios no puede ser comprendido. Nuestro conocimiento de Dios consiste en saber
cómo debemos ignorarle. Si lo comprendiésemos ya no sería Dios. Más fácilmente
entendemos de Dios lo que no es, que no lo que es y no es poco saber de Dios
conocer lo que no es si lo sabemos bien”. (3)

Más allá de este fascinante razonamiento -casi un trabalenguas- queda claro el


concepto: poco podemos saber de Dios y si creyéramos saber mucho de él ya no sería
Dios. El hermetista John de Abate lo definió así: “Un Dios que puede comprenderse
no vale la pena”.

La Sabiduría Antigua intenta hablar poco de Dios, ya que la propia palabra “Dios”
es demasiado ambigua, genera confusiones y ha sido muy manoseada a lo largo de
la historia de la humanidad y en especial en los últimos siglos.

En su lugar se prefiere utilizar la palabra “Absoluto” o bien “Uno sin segundo”, que
son más apropiadas para denominar a la divinidad como un todo.
Al introducirnos en el estudio de Dios, aún sabiendo lo poco que podremos saber,
nos remitiremos al pensamiento oriental para entender un poco más el asunto.

En la India se habla de “Brahman” como el eterno e inmutable Absoluto, la suprema y


no-dual Realidad última que es inaccesible para el pensamiento conceptual humano.
Este Absoluto es incomprensible pues es un estado de trascendencia pura.

Como un intento de concebir esa realidad como algo más “concreto” los indos
conciben a “Ishvara” que es una representación de Brahman “conectado”
con el mundo fenoménico. Según Swami Vivekananda: “Ishvara es la suprema
interpretación del Absoluto (Brahman) por el pensamiento humano”.

Es decir que: como el Absoluto (el Uno) no puede ser comprendido por la mente
humana de ningún modo, para intentar acceder a esa realidad, la mente humana
llega a vislumbrarlo como creador del universo, con múltiples facetas.

Siendo así, todos los dioses del hinduismo son diferentes aspectos de Ishvara y por
esta razón decimos que aunque exotéricamente (exteriormente) los hindúes sean
considerados politeístas, desde una perspectiva esotérica adoran a un Dios único:
Ishvara, la faceta más visible de una Realidad más profunda.
Argumentos para demostrar la existencia de Dios

A lo largo de la historia, muchos filósofos religiosos intentaron “probar” la existencia


de Dios con argumentos de todo tipo, que pueden dividirse en:

a) El mundo como punto de partida, donde se pretender demostrar la existencia de


un Ser Superior mediante los sentidos y nuestra experiencia en el mundo.
b) El autodescubrimiento como punto de partida, donde se busca probar la existencia
de Dios solamente con la razón.

Dentro la primera postura hay dos argumentos: el “físico-teológico” (o teleológico)


y el “cosmológico”.

El argumento teleológico o de “diseño inteligente” (“telos”=diseño) parte de este


razonamiento:

* El universo es demasiado complejo como para haber surgido al azar.


* Entonces, el Universo debe haber sido creado por una inteligencia superior.
* Esta realidad superior puede denominarse “Dios” y es inteligente.
* Por lo tanto, podemos concluir que “Dios” existe.

Según Immanuel Kant, este argumento es el “más antiguo, más claro y más apropiado
para la razón común del hombre”.

El segundo argumento (cosmológico) parte de este enunciado:

* Todo tiene una causa.


* Ninguna causa puede crearse por sí sola.
* Entonces argüimos que todo es causado por otra cosa, es decir que toda “causa”
tiene su “efecto”.
* Pero una cadena de “causa” y “efecto” no puede ser infinita, sino que debe tener
origen.
* Este origen es la “primera causa”.
* Entonces: Dios es la “primera causa” o -como le llamó Aristóteles- “Primer Motor
Inmóvil”.

Uno de los defensores de este argumento fue el filósofo medieval Santo Tomás de
Aquino, defendió un argumento cosmológico que se basaba en la observación del
mundo (cosmos), conocido como “las cinco vías”.

Primera vía: El movimiento como actuación del móvil: Es cierto y consta por el
sentido que en este mundo algunas cosas son movidas. Pero todo lo que es movido
es movido por otro. Por tanto, si lo que mueve es movido a su vez, ha de ser movido
por otro, y este por otro. Mas así no se puede proceder hasta el infinito… Luego
es necesario llegar a un primer motor que no es movido por nada; y este todos
entienden que es Dios.

Segunda vía: Experiencia de un orden de causas eficientes: Vemos que en este


mundo sensible existe un orden de causas eficientes; pero no vemos ni es posible
que algo sea causa eficiente de sí mismo, porque de lo contrario sería anterior a sí
mismo, lo cual es imposible. Ahora bien, no es posible que en el orden de causas
eficientes se proceda hasta el infinito… Luego es necesario suponer una causa
eficiente primera, que todos llaman Dios.

Tercera vía: La contingencia o limitación en el existir: Nos encontramos con cosas


que tienen posibilidad de existir y de dejar de existir, pues algunas se engendran
y se corrompen. Ahora bien, lo que tiene posibilidad de no existir alguna vez no
existe. De ahí que si todas las cosas tuviesen esa posibilidad de no existir, alguna
vez no habría existido nada, y por consiguiente ahora tampoco, pues de la nada no
procede nada. Pero dado que ahora existe algo, es que no todas las cosas tienen
posibilidad de existir y de no existir, que algo ha de ser necesario, y esto, en última
instancia, es Dios.

Cuar ta vía: Diversos grados de per fección en las cosas: Encontramos en este mundo
cosas más o menos buenas, más o menos verdaderas, más o menos nobles, y otras
cualidades así. Ahora bien, el más y el menos se dicen de cosas diversas según la
diversa aproximación a lo que es máximo en ese orden. Por eso ha de haber algo
que sea óptimo, nobilísimo, máximamente verdadero y, por consiguiente, máximo
ser. Y como lo que es máximo en un género es causa de todo lo que se contiene
bajo ese género, ha de haber un máximo ser causa de la bondad, de la verdad, de
la nobleza y de las demás cualidades por el estilo; y este es Dios.

Quinta vía: El gobierno de las cosas: Vemos que algunas cosas que carecen de
conocimiento, esto es, los cuerpos naturales, obran con intención de fin… Ahora
bien, las cosas que no tienen conocimiento no tienden a un fin si no son dirigidas
por algún cognoscente e inteligente. Luego existe algún ser inteligente que dirige
todas las cosas naturales a un fin; que es lo que llamamos Dios.

Pasando a la segunda postura, es decir el uso de la razón por sí misma, tenemos el


argumento ontológico, concebido en el siglo XII por el teólogo San Anselmo. Este
argumento se centra en este razonamiento:

“Dios es el ser inimaginable más grande. Uno de los aspectos de la perfección o de


la grandeza es la existencia. De esta manera, Dios existe”. Dicho de otro modo: “el
hecho de que Dios puede ser concebido significa que él debe existir”.
DIOS DEBE EXISTIR PORQUE...
Argumento ontológico Argumento cosmológico Argumento teleológico

Un ser perfecto, al que yo Debe haber: El universo ha sido creado


puedo imaginar, debe po- * Un motor móvil. de forma tan maravillo-
seer todas las perfecciones, * Una causa no creada. sa e inteligente que tiene
incluida la perfección de la * Un ser necesario. que haber un creador del
existencia. * Una norma de perfec- universo, así como la exis-
ción. tencia de un reloj exige la
* Una fuente de orden y presencia de un relojero.
propósito.

Este argumento es muy controvertido y aún ha sido combatido por algunos filósofos
teístas, que se han burlado del mismo argumentando que podemos perfectamente
imaginarnos a un unicornio pero eso no quiere decir que los unicornios existan.

La apuesta de Pascal y la contra-apuesta de Smith

Frente a estos argumentos racionales, el filósofo Blaise Pascal plantea una “apuesta”
para argumentar la creencia en Dios.

Pascal se hace la consabida pregunta: “¿Dios existe?” y nos propone apostar, ya


que hay dos posibilidades: Dios existe o Dios no existe, entonces podemos apostar
por una de las opciones. Entonces se dan cuatro posibilidades en esta curiosa
apuesta:

* Apostamos que Dios existe y realmente existe, entonces ganamos la apuesta, y


más aún: según la concepción de Pascal “ganaríamos el cielo”.
* Apostamos que Dios existe y finalmente no existe, entonces perdemos la apuesta,
y no ganamos nada más.
* Apostamos que Dios no existe y en realidad no existe, por lo cual ganamos la
apuesta, pero no ganamos nada más.
* Apostamos que Dios no existe y realmente existe, entonces perdemos la apuesta,
y lo que es peor: habríamos desperdiciado toda nuestra vida y perdido el cielo.

Pascal concluye que la más favorable de las cuatro opciones es apostar por
la existencia de Dios, ya que ganaríamos más que con cualquier otra de las
opciones.
Queda claro que la “apuesta de Pascal” no demuestra de modo alguno la existencia
de un Ser Superior sino simplemente intenta demostrar la conveniencia de creer en
él.

Como reacción a la apuesta anterior, existe una contra-apuesta divulgada por el


pensador ateo George Smith. La misma tiene cuatro postulados a los que podemos
apostar:

a) Dios no existe: los ateos tendrían la razón.

b) Dios existe y es un ser superior pero impersonal, o sea que habría creado el
Universo pero luego lo habría dejado evolucionar por su cuenta.
Este ser no premia ni castiga, simplemente se mantiene al margen de todos los
asuntos humanos. En este caso no importaría creer en él o no.

c) Dios existe y es pura bondad, por lo cual no castigaría a quienes cometan errores
y “pequen”. Tampoco podría castigar a los que no creyeran en él, ya que habrían
llegado a esa conclusión usando su raciocinio.

d) Dios existe y es el Dios judeo-cristiano, que castiga a los que no creen en su


existencia. No importa si la creencia ha llegado como tradición familiar o por simple
temor a un castigo eterno, ni si la no-creencia ha surgido luego de una reflexión
profunda.
Siendo así, nos castigará injustamente sin importarle si los errores son honestos o
no.

Smith concluye que la mejor opción es apostar por la no-existencia de Dios.

Dios en nosotros

Como hemos visto, más allá de todos los argumentos que hemos estudiado y de las
apuestas de Pascal y Smith, lo que podemos notar es que la concepción de Dios
que presentan todos estos pensadores es la de un DIOS EXTERNO, una “entidad”
que está fuera de nosotros y de la que estamos separados.

¿Qué opina la Sabiduría Antigua de todo esto? En primer lugar, el esoterismo


argumenta que no podemos llegar a Dios a través de razonamientos como los
propuestos anteriormente. Sí podemos llegar a una concepción bastante acabada
de un Ser muy elevado, pero que no sería Dios.

En segundo lugar, la Filosofía Perenne postula que ese “Dios” realmente no está
fuera de nosotros sino que nosotros mismos somos “chispas divinas” emanadas
de la divinidad o -como definen más simbólicamente algunos autores- “dioses en
el exilio”. Siendo así no somos “seres materiales” con un alma sino más bien un
alma encarnada en un cuerpo perecedero.

La misma Biblia se refiere a este concepto en varios pasajes. Por ejemplo, en


Juan 10:32-34 donde se señala: “¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije, DIOSES
SOIS?”, refiriéndose a Salmos 82:6.

O bien en Hechos de los Apóstoles 17:27-28: “Para que busquen a Dios, si en


alguna manera, palpando puedan hallarle, aunque cier tamente no está lejos de
cada uno de nosotros. Porque en él vivimos y nos movemos, y SOMOS”.

La ocultista Helena Petrovna Blavatsky postula en “La Doctrina Secreta” que:


“En toda la literatura mística del mundo antiguo descubrimos la misma idea
espiritualmente esotérica de que el Dios personal está dentro y no fuera del
adorador. Esta Deidad personal no es una vana palabra ni ficción caprichosa sino
una Entidad inmor tal, el Iniciador de los Iniciados... Como rápida y clara corriente
subterránea fluye aquella sin mancillar su cristalina pureza en las fangosas y
turbias aguas del dogmatismo religioso con su forzado Dios en figura de hombre
y su intolerancia. La idea del Dios interior palpita en el enmarañado y tosco estilo
del Codex Nazarenus, en el grandilocuente y neoplatónico Evangelio de San Juan,
en los antiquísimos Vedas, en el Avesta, en el Abhidharma, en el Sankhia de Kapila,
en el Bhagavad-Gita. No es posible alcanzar el Adeptado y el Nir vana, la Felicidad
y el Reino de los Cielos, sin unirnos indisolublemente a nuestro Rey de la Luz, el
inmor tal Dios que está en nosotros”. (4)

Cuento espiritual: La muñeca de sal

Un relato espiritual explica esta idea de nuestra “unidad con Dios” desde una
perspectiva simbólica:

“Una muñeca de sal recorrió miles de kilómetros de tierra firme, hasta que, por
fin, llegó al mar. Quedó fascinada por aquella móvil y extraña masa, totalmente
distinta de cuanto había visto hasta entonces.
- ¿Quién eres tú? — le preguntó al mar la muñeca de sal.
Con una sonrisa, el mar le respondió:
- Entra y compruébalo tú misma.
Y la muñeca se metió en el mar. Pero, a medida que se adentraba en él, iba
disolviéndose, hasta que apenas quedó nada de ella. Antes de que se disolviera el
último pedazo, la muñeca exclamó asombrada:
- ¡Ahora ya sé quién soy!”

Las religiones como fuente de estudio

Según hemos postulado al principio, entendemos por “Teología” el estudio de Dios y


las cosas relacionadas a la divinidad, por lo cual no podemos dejar de lado el estudio
de las diferentes concepciones religiosas y su visión acerca de la divinidad.
A lo largo de este Programa conoceremos todo lo referente a las religiones tomando
como punto de partida las llamadas “siete dimensiones religiosas” postuladas por
Ninian Smart en su obra “The World’s Religions” que son las siguientes:

a) Material o física
b) Vital o social
c) Ritual
d) Ética
e) Mítica
f) Doctrinal
g) Experiencial

a) Dimensión material: Abarca los edificios, las obras de ar te, los objetos de culto,
los santuarios, los monumentos y los accidentes geográficos que se relacionan con
cada una de las religiones. Pongamos algunos ejemplos:
Edificios: las grandes catedrales católicas, las mezquitas musulmanas y los grandes
templos de la India, así como los fundamentos de la arquitectura sagrada.
Objetos de culto: la hostia consagrada, las reliquias, el lingam de Shiva, la imagen
de Yemanjá, etc.
Santuarios y lugares de peregrinación: Lourdes, Fátima, la Kaaba del Islam, el
Camino de Santiago, etc.
Monumentos y obras de ar te: Grandes estatuas de Buddha, techo de la Capilla
Sixtina, diversas pinturas religiosas, etc.
Accidentes geográficos: Monte Fujimori, Río Ganges, Cerro Uritorco, Monte
Shasta, etc.

b) Dimensión vital: Se refiere a lo que da vida a determinada religión: su gente,


su modelo institucional (democrático, autocrático), su membresía (clase social,
nivel cultural, relaciones entre los miembros, forma de proselitismo) y sobretodo
el impacto de la religión en la vida diaria (inf luencia constante o simple tradición).
También se refiere a las jerarquías eclesiásticas, su poder y la existencia o no
de figuras determinantes (Papa, Dalai Lama, Director General, Imperator, etc)
así como del impacto del dinero en su estructura (existencia de diezmos, cuotas
obligatorias, etc).

c) Dimensión ritual: Analiza las prácticas, ritos, festejos y costumbres de cada


religión, así como las prescripciones alimenticias, el uso de instrumentos de culto
(incienso, velas, símbolos) y el tipo de música que se suele usar en las reuniones.
d) Dimensión ética: Abarca aquellas reglas y mandamientos que ordena cada
religión, así como el compor tamiento que debe esperarse del integrante de cada
religión, incluyendo los tabúes, las faltas y los pecados prohibidos por cada
congregación.
e) Dimensión mítica: Esta dimensión analiza las narraciones sagradas, mitos,
leyendas, historias, biografías, así como todos aquellos relatos que aparecen en
los textos sagrados.
f) Dimensión doctrinal: Esta área abarca la concepción del hombre y el universo,
explicando la naturaleza humana con relación a la divinidad.
Estudia además, las leyes cósmicas, así como los procesos de antropogénesis y
cosmogénesis.

g) Dimensión experiencial: De acuerdo a las pautas y prácticas de cada religión,


se puede acceder a una concepción más espiritual y profunda del mundo. Esta
dimensión estudia todas las experiencias personales y procesos místicos que se
relacionan a las diferentes prácticas religiosas.

Este alcance “experiencial” tiene cinco niveles:


a) Etero-físico: Abarca todos los procesos del cuerpo etero-físico relacionados
con la alimentación, el uso de drogas, así como las penitencias físicas, castigos
corporales, etc.
b) Emocional: Abarca los sentimientos y las emociones, así como las concepciones
acerca del sexo y la pareja.
c) Mental inferior: Abarca los pensamientos egoístas y las súplicas a la divinidad,
y todo lo relacionado con la divinidad como proveedor de satisfacción personal,
tanto económica como sanitaria.
d) Mental superior: Abarca los pensamientos altruistas, el ser vicio consciente y
todas las prácticas guiadas por la recta acción.
e) Espiritual: Abarca todas las experiencias místicas e instrospectivas que buscan
la ascensión espiritual. Incluye prácticas como la meditación y el éxtasis.
Todas las religiones abarcan de uno u otro modo los tres primeros niveles, pero no
todas suministran las herramientas para trabajar en los últimos dos niveles. (5)

Nos explayaremos sobre estas dimensiones en el segundo nivel de este Programa


de Estudios.

Referencias bibliográficas

(1) Jaeger, W. “La teología de los primeros filósofos griegos”


(2) San Agustín, citado en “Teosofía práctica” de Yogi Kharishnanda
(3) Aquino, Tomás de: Summa Teologica
(4) Blavatsky, Helena: “La Doctrina Secreta”
(5) Frater Phileas en revista “Atenea” Nº 4 (octubre 2008)
Llamado a la divinidad
Epicteto

“Tú eres una obra principal, un fragmento del propio Dios, tienes ante ti mismo una
parte de Él.

¿Por qué entonces ignoras tu elevado nacimiento?

Llevas a Dios contigo, pobre infeliz, y no lo sabes.

¿Piensas que hablo de algún dios externo de plata o de oro?

No, llevas a Dios contigo y no te das cuenta de que le estás deshonrando con pen-
samientos impuros y acciones viles. Si una imagen de Dios estuviera presente, no te
atreverías a hacer ni una sola de las cosas que haces.

Sin embargo, el propio Dios está presente dentro de ti y ve y oye todas las cosas, y
no te avergüenzas de pensar y actuar así: ¡Oh, lento de comprender tu naturaleza y
apartado de Dios!”
La Religión Universal
Frater Phileas

“Nunca hubo ni pueda haber más una Religión Universal, porque sólo una puede
ser la Verdad referente a Dios. Esta Religión Universal es como una inmensa cadena
(...) que engarza todos los simbolismos exotéricos cuya variedad de formas en
nada afecta a la sustancia y sobre cuyos diversos conceptos del Universo material
y de sus vivificantes principios permanece inalterable la inmaterialidad imagen
del esencial Espíritu”. (H. P. Blavatsky en “Isis sin velo”)

En una monografía anterior nos referíamos a una “Doctrina Madre Ecléctica o


Religión Universal de la Verdad, que es Ciencia y Filosofía, al mismo tiempo que
Religión”. (1)

En este punto es impor tante establecer una distinción básica antes de continuar
nuestros estudios: la diferencia entre la “Religión” y las “religiones”.

Mientras que la Religión (con “R” mayúscula) es atemporal, per fecta, global,
inmutable e incorpórea, las “religiones” (con “r” minúscula) son interpretaciones
imper fectas de esta “Religión” que implican temporalidad y localidad, y que
pueden sufrir cambios a lo largo del tiempo y poseen estructuras materiales y
jerarquías eclesiásticas.

Como bien decía el Maestro Maha-Chohan en su car ta de 1881: “Libradas de los


lazos que las encerraba, del peso muer to de las interpretaciones dogmáticas, de
los nombres personales, del antropomorfismo y de los sacerdotes asalariados,
las doctrinas fundamentales de todas las religiones se mostrarán idénticas en su
sentido esotérico”. (2)

Según Aldous Huxley esta Doctrina Madre puede resumirse en los siguientes
puntos:

* Existe una Divinidad, un Fundamento, Brahman, Clara Luz del Vacío, que es el
principio no manifiesto de todas las manifestaciones.

* Que ese Fundamento que cimienta el ser es aun mismo tiempo trascendente e
indivisible.

* Que es posible que los seres humanos amen, conozcan y, a partir de la virtualidad,
lleguen a ser idénticos al Fundamento Divino.

* Que lograr ese conocimiento unitivo de la Divinidad es la finalidad y el propósito


de la existencia humana.

* Que hay una Ley o Dharma que ha de ser obedecida, un Tao o Camino que ha de
ser recorrido, si los hombres han de alcanzar esa finalidad.

La unidad esencial de las religiones

Desde un punto de vista analítico y sin introducirnos aún en las “siete dimensiones
religiosas” que abordaremos más adelante, podemos distinguir en cada religión “tres
capas” de profundización:
“La capa más externa consiste de los rituales y ceremonias de una religión. Éstas
son obviamente super ficiales en naturaleza y no representan el corazón de una
religión. Estos rituales cambian frecuentemente.

La siguiente capa es la teología de una religión, que consiste de la serie de creencias


o doctrinas de cada religión. Éstas también están a menudo sujetas a cambio. El
Catolicismo, por ejemplo, ha cambiado sus dogmas en el curso de las centurias.
Ella ha modificado su punto de vista sobre la creencia de que la tierra es el centro
del universo, o que no existe salvación fuera de la iglesia.

La capa más interna es la espiritualidad, o el aspecto místico o espiritual de


una religión. En esta capa, difícilmente ha habido algún cambio en la esencia de
la espiritualidad en los varios pasados millares de años. La espiritualidad es de
experiencia, y cada generación de buscadores espirituales tiende a validar lo que
ha sido previamente descubier to o realizado. El misticismo es el corazón de toda
religión. Es la llama que mantiene viva una religión y la hace sobrevivir errores
desastrosos que las teologías y los rituales pueden cometer.

El círculo más externo son los rituales y ceremonias. El siguiente círculo es la


teología. El tercer círculo es la espiritualidad, o corazón místico de las religiones.

Fuera de estas tres capas de círculos, encontramos las creencias supersticiosas


que crecen alrededor de toda tradición religiosa.

Cuando los adherentes religiosos se enfocan principalmente sobre los rituales o


la teología de su propia religión, o aquellos de otras, ellos tienen una tendencia
a considerar toda otra con sospecha, con separatividad y aún con hostilidad. La
violencia religiosa que vemos en el mundo es el resultado de vivir la vida religiosa
sobre estos dos niveles. En Irlanda, vemos el extraño fenómeno de católicos y
protestantes, ambos cristianos, poniendo bombas y matándose unos a otros. En
el mundo islámico, vemos los chiítas y sunitas matándose unos a otros. Cómo
la gente de la misma religión puede estar tan dividida que ellos se vuelvan y
maten a los otros es verdaderamente un fenómeno asombroso. Lo que parece ser
igualmente asombroso es que mucha gente dé esto por seguro como si no sintiese
nada extraño en ello. Un visitante del espacio exterior estudiando la humanidad
seguramente encontrará a la especie humana muy curiosa.

Pero entre los místicos de las grandes tradiciones religiosas, no encontramos esa
enemistad, sospecha, separación y hostilidad. Los vedantinos, los yoghis, los
sufíes, los budistas contemplativos, los místicos cristianos, los cabalistas judíos
—ellos ven más cosas que los unen que las que los separan”. (3)

El universalismo espiritual y las religiones comparadas

La mejor forma de comprender la unidad esencial de las religiones, es estudiándolas


comparadamente. De este modo podremos descubrir que -más allá de las obvias
diferencias ritualísticas e incluso doctrinales- hay una serie de enseñanzas éticas y
espirituales que poseen asombrosas coincidencias.

Pero, ¿cuál es la mejor forma para estudiar religiones comparadas?


Un buen punto de partida son las siete dimensiones que explicamos anteriormente.
Mediante ellas podremos encontrar evidentes contradicciones en la capa externa
de los diferentes cultos y maravillosas coincidencias en lo más interno, lo ético y lo
experiencial.

Declara Alice Ann Bailey que: “La humanidad está reconociendo la necesidad de
una aproximación más vital a Dios, una que sea presentada de modo más inteligente.
Los hombres están cansados de las diferencias y disputas doctrinales y dogmáticas.
El estudio de las religiones comparadas ha demostrado que en todas las creencias

Rituales y ceremonias

Teología

Espiritualidad
las verdades fundacionales son idénticas. Debido a esta universalidad, las mismas
provocan el reconocimiento y la respuesta por parte de todos los hombres en todos
los lugares. En realidad el único factor que milita contra la unidad espiritual de
todos los hombres en todos los lugares son las organizaciones clericales existentes,
y su actitud militante hacia las religiones y las creencias que no sean las suyas”.

Creer, hacer y sentir

Según las investigaciones del Proyecto “Religion Monitor”, el 80% de los habitantes
del mundo cree en Dios. En algunos casos, como Marruecos, “cerca de 99 por
ciento cree en Dios y en la vida después de la muerte. Entre los brasileños, turcos y
nigerianos, 90 por ciento es creyente, e incluso en Israel, Indonesia e Italia, la tasa
llega al 80 por ciento”. (4)
Es decir, que ocho de cada diez personas cree en un Ser Superior.

Sin embargo, los que actúan en consecuencia, practicando su propia religión o


aplicando los principios espirituales a su vida, son muy pocos. Y menos aún los que
conocen su herencia divina y buscan “sentir” a Dios en su interior, identificándose
con la divinidad y actuando en consecuencia.

Por eso, mientras millones “creen” en Dios, pocos “hacen” algo por Dios o apenas
un puñado “siente” la presencia divina.
Esta es la explicación a un mundo caótico y despiadado que numéricamente se
muestra religioso (ver mapa), pero que en realidad da las espaldas a una realidad
superior. Cuando ese 80% que dice creer en Dios comience a aplicar las enseñanzas
divinas a su propia existencia, el mundo cambiará radicalmente.

Referencias bibliográficas

(1) Lavagnini, Aldo_ “Manual del Aprendiz”


(2) Carta del Maha-Chohan, 1881
(3) Hao Chin, Vicente: “El proceso de auto-transformación”
(4) Proyecto “Religion Monitor”
Cuento espiritual: La feria mundial de las religiones

Mi amigo y yo fuimos a La Feria Mundial de las Religiones. No era una feria comercial.
Era una feria de la religión. Pero la competencia era tan feroz y la propaganda igual
de estruendosa.

En el stand judío nos dieron unos folletos en los que se decía que Dios se compadecía
de todos y que los judíos eran su pueblo escogido. Los judíos. Ningún otro pueblo era
tan escogido como el pueblo judío.

En el stand musulmán supimos que Dios era misericordioso con todos y que Mahoma
era su único profeta. Que la salvación se obtiene escuchando al único profeta de
Dios.

En el stand cristiano descubrimos que Dios es Amor y que no hay salvación fuera de
la Iglesia. O se entra en la Iglesia, o se corre el peligro de la condenación eterna.

Al salir pregunté a mi amigo: ¿Qué piensas de Dios?

“Que es intolerante, fanático y cruel”, me respondió.


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