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Amartya Sen
Para lograr el desarrollo en este sentido más amplio se puede dar buen uso a
ingresos y productos nacionales y —como voy a discutir en este momento—
también a instituciones financieras buenas; sin embargo, el aspecto inspirador
del desarrollo no es de contabilidad financiera sino de valoración del
entendimiento. Para promover la educación financiera, la cual concierne
directamente a esta reunión, debemos ir mucho más allá de la solidez de las
finanzas; hacia la profunda importancia de la libertad del ser humano. Las
diferentes instituciones —financieras, económicas, políticas y sociales— que
pueden facilitar el desarrollo, deben ser evaluadas y diseñadas en línea con
nuestros objetivos básicos, los cuales son en última instancia lo que importa.
Sin embargo, la relación entre libertad y desarrollo va mucho más allá de esta
conexión constitutiva. La libertad no es solamente el destino final del desarrollo,
también es un medio crucialmente efectivo. Este reconocimiento puede estar
basado en un análisis empírico de las consecuencias de —e interconexión
entre— libertades de diversos tipos y en la evidencia de que las diferentes
libertades normalmente ayudan a sostenerse entre sí. La habilidad real que una
persona tenga para lograr algo se ve influida por oportunidades económicas,
libertades políticas, prestaciones sociales y por las condiciones habilitantes de
tener buena salud, educación básica y por el refinamiento de iniciativas. Estas
oportunidades son en gran medida mutuamente complementarias y tienen la
tendencia a reforzar el alcance y uso de cada una.
El punto de vista centrado en la libertad del desarrollo tiene varias ventajas
sobre las visiones más convencionales. Primero, proporciona una base más
profunda de la evaluación del desarrollo, permitiendo que nos concentremos en
el objetivo de la libertad individual, en lugar de en los medios cercanos tales
como el crecimiento del PNB o el progreso de la industrialización o la
tecnología. La mejoría de vidas y libertades tiene una relevancia intrínseca que
la distingue de, por decir, el aumento de productos básicos o de otros
materiales de conveniencia.
Tercero, esta amplia perspectiva también nos permite distinguir entre (1)
intervenciones represivas del estado para sofocar la libertad, la iniciativa y la
empresa y para agobiar la acción individual y la acción cooperativa y (2) el
papel de apoyo del estado para aumentar las libertades efectivas de los
individuos (por ejemplo, en proporcionar educación pública, cuidados de salud,
redes de seguridad social, buenas políticas macroeconómicas y en
salvaguardar la competencia industrial y la preservación epidemiológica y
ecológica.
Es muy fácil confirmar que los medios como el ingreso y otros recursos, a
pesar de ser valiosos en la búsqueda de capacidades, no son indicadores por
sí mismos de las capacidades y libertades que la gente tiene realmente. Las
oportunidades reales que las diferentes personas disfrutan son mayormente
influidas por la variación de las circunstancias individuales (por ejemplo,
discapacidad, propensión a las enfermedades, talentos especiales, género,
maternidad y también por diferencias en el ambiente natural y social (por
ejemplo, condiciones epidemiológicas, contaminación, predominio de crimen
local). En estas circunstancias, la concentración exclusiva de desigualdad en la
distribución del ingreso no se entiende —incluso en la desigualdad económica,
ampliamente definida.
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Kuklys encontró, tomando como línea de corte el 60 por ciento del ingreso
nacional medio en Gran Bretaña, que el 18 por ciento de los individuos vivían
en familias con un ingreso por debajo de la línea de pobreza. Si ponemos
atención ahora a las familias con una persona discapacitada, el porcentaje de
los individuos que viven con un ingreso por debajo de la línea de la pobreza
se eleva a 23. Esta brecha de cerca de cinco puntos refleja en buena parte la
discapacidad de obtener un ingreso que se asocia a la discapacidad de algún
miembro de la familia y a la desventaja de poder ganar dinero que tienen los
demás miembros que deben cuidar del discapacitado.
¿Y qué hay acerca del poder, otro concepto al que se refieren mucho en las
discusiones políticas? Debería ser obvio que el poder de diferentes formas es
una idea similar a la capacidad. Decir que una persona es impotente para
revertir la negligencia a la que es sujeto se puede traducir al lenguaje de la
capacidad; no es capaz de revertir la negligencia que sufre. Aquí hay muchos
intereses comunes.
A pesar de que la idea del poder desde ambas perspectivas puede ser, en un
sentido analítico, colocada dentro del marco de las capacidades, no es más
que una proposición formal. En realidad, el lenguaje del poder puede ayudar a
encaminarnos a un mejor entendimiento de un mundo dividido, además de
generar una evocación de importancia crítica y, además, a un enojo justificado.
Para finalizar, la equidad es un valor social importante, que debe ser parte de la
evaluación de cualquier paquete de soluciones financieras. No estoy hablando
acerca de un mundo imaginario de igualitarismo, sino de la necesidad de
reconocer que la presencia de grandes desigualdades en la libertad de
diferentes personas (por ejemplo, raza, clase, género, casta) puede ser moral y
políticamente inaceptable y equivocada. También pueden ser socialmente
perturbadoras, ha quedado claro en una investigación reciente (por ejemplo,
del profesor Michael Marmot y otros), que la desigualdad social y económica
puede ser perjudicial para la salud —y para la probabilidad de supervivencia—
de los desposeídos de la sociedad.