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Casa Tibet México

El Mala o Rosario Budista


viernes, 08 de abril de 2005

VIDA CONTEMPLATIVA, VIDA ACTIVA

EL BUDISMO TIBETANO, UN MUNDO DE SIGNIFICADO

Dentro del universo budista, toda acción tiene significado, todo objeto es visto como una herramienta para el desarrollo
humano. Así, en las próximas semanas, aprovecharé este valioso espacio para presentar a nuestros lectores, el
significado de algunos de los objetos y símbolos rituales más importantes de la tradición budista tibetana. En especial,
aquellos que ya han sido hoy popularizados alrededor del mundo.

El Mala o Rosario Budista

En los últimos años, el mala o rosario budista se ha convertido en un


objeto de moda, siendo utilizado como ornamento por modelos, artistas,
músicos, intelectuales y la gente común. Sin embargo, son pocos los
que conocen su profundo significado y el uso que se le da dentro de la
práctica contemplativa del budismo tibetano.

Tradicionalmente, el rosario budista consta de 108 cuentas del mismo


tamaño. Es utilizado para llevar el registro de las recitaciones de
mantras o palabras de poder, dotadas de profundo significado y
utilizadas como un medio de protección mental, en contra de la ideación
extrema, el hundimiento mental y las emociones y actitudes
perturbadas. El número sagrado de 108 predata al surgimiento del
Budismo, siendo el número clásico adscrito dentro del hinduismo para
nombrar a las deidades o dioses. Como un múltiplo de 12 y 9,
representa a los nueve planetas en las doce casas zodiacales. Como un
múltiplo de 27 y 4, también simboliza a los cuatro cuartos de la luna
en cada una de las 27 mansiones lunares o constelaciones. El nueve es
asimismo un número mágico, ya que cualquier cantidad multiplicada por
este, resulta en un cifra en donde la suma de sus dígitos, es también
múltiplo de nueve. En la yoga del pranayana o del control del aliento
vital, se estima que un ser humano respira 21,600 veces en un ciclo de
24 horas, consistente respectivamente, de 60 periodos de 360
respiraciones. A su vez las 108 cuentas, aseguran el que por lo menos
100 recitaciones de un mantra se hayan completado dentro de un ciclo
completo del rosario.

Los mantras se recitan con el propósito de ejecutar los cuatro karmas o


actividades iluminadas: pacificar (los obstáculos en el camino),
enriquecer (el potencial de desarrollo), fascinar (a los seres hacia su
despertar) y destruir (los obscurecimientos al conocimiento). Aunque
rosarios con varios números de cuentas son frecuentemente utilizados en
las diferentes prácticas del budismo tibetano, el de 108 cuentas es el
más común y popular de todos.

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En los rituales benignos de pacificación, las cuentas deben de ser 108,


ser claras o blancas, preferiblemente de cristal, perla, madre perla,
semillas de loto blanco, piedra de luna o marfil. En los rituales de
incremento o enriquecimiento, las cuentas deben de sumar 108, ser de
semillas del árbol del Bodhi (la especie de higuera bajo la cual el
Buda histórico experimentó la iluminación), semillas de loto, oro,
plata, bronce o cobre. En los rituales magnetizantes de la atracción o
de la obtención de poder, las cuentas deben de sumar 25, ser de coral,
sándalo rojo o madera colorada perfumada con sándalo. En los rituales
fieros de destrucción, el rosario consta de 60 cuentas, preferiblemente
de la semilla de rudraksha, hueso animal o humano (evidentemente no
sacrificado con este propósito), hierro o plomo. Números alternativos
de cuentas en el rosario son utilizado para las diversas prácticas del
tantrismo budista, como 1,008, 108, 100, 60, 54, 42, 27, 25 y 21.

Hoy se utilizan los comercialmente populares rosarios de ámbar, rubí,


turquesa, amatista, ojo de tigre, ónix, cuarzo rosado y cristal de roca
pero tradicionalmente, los hechos de semillas de bodhi y sándalo rojo
son considerados los universalmente auspicioso para la ejecución de
todas las prácticas del budismo tibetano. Los malas hechos de hueso
animal o humano, deben tan solo ser utilizados por contemplativos
avanzados, ya que remanentes de influencias kármicas, se piensa son
inherentes a los objetos rituales hechos de este material.

Tradicionalmente, las semillas de los malas eran consagradas o


purificadas a través de limpiarlas con una mezcla de los cinco
productos derivados de la vaca de color anaranjado: leche, mantequilla,
yogurt, orina y excremento.

Los hilos que unen al rosario, representan la continuidad de la


doctrina Budista, concebida como un medio eficaz para dominar las 108
pasiones mundanas. Usualmente, el hilo está elaborado con 3 o 9 fibras
individuales, las cuales se afirma deben ser hiladas por una joven
virgen, perteneciente a uno de los cinco linajes tántricos o familias
Búdicas a los que la práctica en cuestión pertenezca. De contar con
tres fibras, el hilo representaría a la triple joya budista: el Buda o
la meta a obtener, el Dharma o doctrina y la Sangha o la comunidad
espiritual. De tener nueve, se simbolizaría al buda Vajradhara y los
ocho grandes bodhisattvas o discípulos del Buda. Por lo general, no se
recomienda el uso de hilo cordado con una sola fibra, ya que
naturalmente presenta menor resistencia al uso y puede eventualmente
reventarse con facilidad.

En resumen, un mala típico tibetano, consistirá de 108 cuentas hiladas


por un cordón de 3 fibras. Cuentas de diferentes colores se colocan
entre los puntos 27, 54 y 81, con el propósito de dividir al rosario en
cuatro secciones proporcionales. Estas también pueden ser situadas
entre los espacios 10 y 21, para llevar la cuenta de la recitación de
los mantras o palabras de poder.

Anudado al mala, se añaden dos contadores de plegarias, objetos


constituidos de diez pequeños anillos de plata, oro o bronce y sellados
en sus extremidades por un dorje, símbolo budista de la maestría de la
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energía de la compasión, y un drilbu o campana, símbolo representativo


de la maestría sobre la energía de la sabiduría discriminativa. Los
anillos, se utilizan para llevar la cuenta de las décimas y centésimas
recitaciones de mantras o plegarias. Un tercer contador puede ser
añadido, con el objetivo de llevar la cuenta de los ciclos en milésimas
de las recitaciones, contador por lo general decorado con una joya o
rueda, simbólicas de la maestría y valor de las enseñanzas budistas.
Al concluir un ciclo completo de 108 recitaciones del mantra, el
rosario es girado sobre su propio eje y el siguiente ciclo de
recitación se inicia en orden inverso.

Las cuentas maestras o guru al final del rosario – una redonda y la
otra cilíndrica – simbolizan la sabiduría que entiende la ausencia de
identidad inherente de todos los fenómenos, así como la ausencia de
identidad inherente de la propia identidad inherente.

Como verán, el universo de significado de los objetos rituales budistas


es de gran complejidad y profundidad, simbolizando así, la prioridad
depositada en la práctica espiritual por la civilización budista
clásica. Que maravilloso sería que en occidente, particularmente en el
universo judeo – cristiano, el rico simbolismo de sus tradiciones fuera
más conocido y mejor aprovechado.

Marco Antonio Karam

Presidente

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