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Análisis Comparativo del Digesto

Para efectuar el análisis comparativo del digesto, se eligió del Libro XVII, Titulo I,
“La acción del mandato y la contraria”, su N° 2, página 620, que dice lo siguiente:

“Se contrae mandato entre nosotros, tanto si te mando solamente por mi utilidad,
como solamente por mi utilidad, como solamente por utilidad ajena, o mía y ajena a la vez,
o bien mía y tuya y ajena; pero si te mando solamente por utilidad tuya, el mandato es
superfluo y, por lo tanto, no nace de él ninguna obligación. (1) El mandato se realiza
únicamente por mi utilidad si te mando, por ejemplo, que gestiones mis negocios, o que me
compres un fundo, o que salgas fiador por mí. (2) Solamente por utilidad ajena, por
ejemplo, si te mando que gestiones los negocios de Ticio, o le compres un fundo, o que te
hagas fiador por él. (3) Por utilidad mía y ajena, por ejemplo, si te mando que gestiones
negocios míos y de Ticio, o que me compres un fundo a mí y a Ticio, o que hagas fiador
mío y de Ticio. (4) Por tu utilidad y la mía, por ejemplo, si te mando que des un crédito con
los intereses a aquel que toma en préstamo para un asunto mío. (5) Por utilidad tuya y
ajena, por ejemplo, si te mando que des en crédito a Ticio con intereses, porque, si dieses
en crédito sin interese, se realiza el mandato solamente en utilidad ajena. (6) Por tu
utilidad interviene el mandato, por ejemplo, si te mando que coloques tu dinero en
compras de fincas más que en préstamos a interés, o bien, por el contrario, que lo inviertas
a interés mejor en compra de predios. Este género de mandato es más bien un consejo y,
por lo tanto, no es obligatorio, porque nadie se obliga mediante consejo, aunque no resulte
conveniente a aquél a quien haya sido dado, porque cada uno es libre para saber si el
consejo le conviene o no. (Gai. 2 rer. Cott.)

Por el mandato se encarga la gestión de uno o más negocios.

Del párrafo anterior se desprende que versa sobre el mandato, más específicamente
sobre el encargo de gestión de uno o más negocios que es unos de los elementos de la
esencia del mandato.

Los elementos de la esencia del mandato se desprenden de la definición del artículo


2116 del C.C y son los siguientes:
“Artículo 2116. El mandato es un contrato en que una persona confía la gestión de
uno o más negocios a otra, que se hace cargo de ellos por cuenta y riesgo de la primera.

La persona que confiere el encargo se llama comitente o mandate, y la que acepta,


apoderado, procurador, y en general, mandatario”.

Sobre nuestro punto, se encuentra definido en la primera parte del art. 2116.

Ahora vale decir que la doctrina no termina en ponerse de acuerdo sobre qué se
entiende por negocio. Para algunos autores esta expresión es compresiva de acto jurídico o
material, pero si ello fuere de esta forma, el Código Civil se habría referido a los actos y
hechos. Para otros el negocio se refiere a la ejecución de actos jurídicos. Sin embargo, si el
Código Civil hubiere tenido tal intención se habría referido a actos y contratos como
sinónimo de acto jurídico unilateral y bilateral.

Para determinar el alcance del artículo 2116. 1° del C.C. se debe recurrir a la
acepción “gestión de negocios” que ocupa el Diccionario de la RAE. De esta forma,
gestión significa la acción y efecto de administrar. La palabra negocio comprende todo lo
que es material, es decir, una ocupación lucrativa o de interés.

En resumen, gestión de negocios implica la idea de administrar un negocio ajeno a


través de actos o contratos de índole económico que sean materia de una ocupación
lucrativa o de interés. De esta manera, pueden ser objeto de mandato los siguientes asuntos:

a) Administración de un patrimonio, como se desprende de las facultades que


confiere el mandato en el artículo 2132 del C.C.

b) La administración de una industria, como se desprende de la parte final del


artículo 2132 del C.C.

c) La ejecución de un negocio cualquiera de índole económico.

d) La ejecución de un negocio jurídico. En este sentido, el mandatario deberá


ejecutar los actos y contratos encaminados a la consecución del negocio
jurídico. En cambio, en la administración de un negocio o industria su
obligación consistirá en administrar el comercio o industria con el objeto de
obtener un beneficio pecuniario.
El mandato del digesto plantea las siguientes situaciones:

1. El mandato que se constituye para que el mandatario cumpla con las gestiones que
encomendó el mandate, la cual es la situación general del contrato de mandato.

2. Establecer mandato para utilidades ajenas que no versan sobre mis negocios.

3. Por utilidad mía y ajena establezco mandato.

4. Realizo el contrato del mandato para establecer utilidades que me involucre tanto a
mí como mandate y también a mi mandatario.

5. El contrato del mandato para la utilidad del mandatario y sobre negocio ajenos.

6. Por último el que interviene mi utilidad para establecer el mandato solamente en


utilidad ajena. Este último punto constituye un consejo más que un mandato, por lo
tanto no es obligatorio, porque nadie obliga mediante un consejo queda al arbitrio
de la parte si acepta o no, todo esto, en concordancia de que el mandato por ser un
contrato, requiere de consentimiento. Además que el mandato supone confianza
entre las partes. Este contrato tiene origen en la confianza reciproca y especialmente
en la confianza que el mandate le inspira el mandatario. Para terminar, debemos
recordar que en este tipo de contrato es el mandatario que debe hacerse cargo del
asunto por cuenta y riesgo del mandate.

Ahora referido a la obligación de ejecutar el mandato, el digesto dice lo siguiente:


“Se contrae mandato entre nosotros, tanto si te mando solamente por mi utilidad, como
solamente por mi utilidad, como solamente por utilidad ajena, o mía y ajena a la vez, o
bien mía y tuya y ajena; pero si te mando solamente por utilidad tuya, el mandato es
superfluo y, por lo tanto, no nace de él ninguna obligación.

El mandatario no está obligado a ejecutar el encargo en los siguientes casos:

a) Cuando la ejecución del mandato consiste en un hecho ilícito.

b) Cuando el negocio es manifiestamente contrario a los intereses del mandate.

c) Cuando la cosa objeto del mandato ha perecido.

d) Cuando el cumplimiento del mandato perjudica los propios intereses del


mandatario.
Respecto a la formación del consentimiento en el mandato debemos señalar que en
virtud del art. 2124 del C.C, el contrato del mandato se reputa perfecto por la aceptación del
mandatario.

La aceptación en el mandato puede ser expresa, tácita o presunta.

En torno a estas formas de aceptación se aplican las reglas generales. Sin embargo,
estas últimas dos formas de aceptación presentan las siguientes particularidades:

a) La aceptación tácita en el mandato.

La aceptación tácita se traduce en la ejecución voluntaria del negocio encomendado


al mandatario. Respecto de esta obligación se encuentra en el art. 2124 del C.C.

b) La aceptación presunta en el mandato.

La aceptación en el mandato excepcionalmente puede ser presunta, como sucede en


el caso establecido en el art. 2125 del C.C, que consagra un caso de silencio
circunstanciado.

Referente a los efectos del contrato del mandato debemos decir que son las
obligaciones que éste genera, o sea, las que se exigen al mandatario y al mandate.

Jurisprudencia:

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