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De tal modo que bien sea Fa/Si o Mi#/Si (téngase en cuenta que Fa y Mi#
remiten al mismo sonido) ambos intervienen en la composición de los
acordes de dominante y de séptimo grado de las tonalidades de Do mayor y
Fa# mayor. Si, además de ello, nos fijamos en que la tonalidad de Do está
compuesta por los sonidos Do, Re, Mi, Fa, Sol, La, Si Do y la de Fa# por Fa#,
Sol#, La#, Si, Do#, Re# y Mi#, rápidamente nos percatamos de que el
intervalo de 4ª aumentada o 5ª disminuida dan cabida a todas las notas de
la escala cromática rompiendo, desde las mismas normas de la tonalidad,
con la tonalidad, dado que admite el paso de una nota a cualquier otra a
través de sí, sin permitir averiguar, salvo que se dé una resolución, cual era
la nota ajena al tono y cual la nota tonal. Por ello, la tradición obligaba a
resolver dicho intervalo estricta y únicamente en un acorde que esclareciera
la tonalidad (Como, por ejemplo, el IIIº; el cual, por mantener, por un lado, el
Si –en Do mayor– como enlace harmónico y por mostrar este mismo sonido
como parte del acorde del Iº, en la medida en que el acorde del IIIº está
formado por la tercera mayor, la quinta i la séptima –que es la que hace de
enlace armónico– de la fundamental, acostumbraba a ser, junto al Iº, el más
usado).
Vemos con ello aquello que Schönberg ilustraba del siguiente modo: “Que
es la imperfección de nuestros sentidos lo que nos obliga a unos
compromisos gracias a los cuales alcanzamos un orden. Porque el orden no
viene exigido por el objeto, sino por el sujeto. Que así, esas numerosas
leyes que se dan como leyes naturales surgen del deseo de tratar el
material de manera más correcta desde el punto de vista artesanal. Y que la
adaptación de aquello que el artista quiere realmente exponer, la reducción
a esa frontera que es la forma artística, sólo es obligatoria a causa de
nuestra incapacidad para comprender lo indistinto y lo desordenado.”1
Dicho, de otro modo: que el material musical no contiene, en sí mismo,
orden alguno y que este no es sino fruto de un intento de dominio de este
1
Tratado de Armonía, A. Schönberg; trad. Ramón Barce, Ed. Real Music, Milan,
2010.
por parte del músico. Seguramente a ello se deba el hecho de que Adorno
eligiera la música para tratar el problema de la ideología introducida en el
propio material artístico como una segunda naturaleza con la que el artista
debe enfrentarse.
Th. W. Adorno:
A. Schoenberg:
Th. W. Adorno:
- “Ensayo sobre Wagner” en Monografias musicales, O.C. 13; trad.:
Joaquín Chamorro Mielke, Alfredo Brotons Muñoz y Antonio Gómez
Schneekloth; ed. Akal, Madrid, 2008.
J. Mª Laborda (Comp.):