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UNIVERSIDAD CATÓLICA LOS ANGELES DE CHIMBOTE ASIGNATURA: DIDÁCTICA DE LA FÍSICA

ESCUELA PROFESIONAL DE EDUCACIÓN

ESTRUCTURA Y MÉTODO DE LA CIENCIA FISICA1

• OBJETO DE LA CIENCIA:

La ciencia entendida como un cuerpo de doctrina metódica y sistemáticamente


formado, constitutivo de una rama particular del saber, se muestra ante nosotros
como condición necesaria para explicar y predecir los problemas que la realidad
plantea al investigador.

La principal preocupación de la ciencia es la de buscar hechos naturales y luego


establecer relaciones entre ellos. La observación de los hechos físicos en la
naturaleza y la provocación intencionada de algunos fenómenos (experimentación),
constituyen los dos procedimientos por los que el científico realiza la búsqueda
de hechos, con los que constituirá su archivo de experiencias.

La tarea del científico no termina después de almacenar un conjunto de


fenómenos directamente observables; por el contrario, esto solo es el comienzo de
su trabajo. A continuación han de ordenarse, compararse, establecer semejanzas
entre unos y otros, y buscar interpretaciones de los mismos. Esta tarea es la que
ha distinguido a los genios de la Ciencia, un conjunto de hombres dotados de tal
intuición, de tan fina sagacidad, que les llevó a descubrir las causas de los
fenómenos, incluso cuando se encontraban ocultas en medio de las engañosas
apariencias.

Queda, pues, definido el doble objeto de la ciencia: Buscar hechos y después


relacionarlos. En palabras de Einstein, “el objeto de todas las ciencias es coordinar
nuestras experiencias y aunarlas en un sistema lógico”.

El objeto de la ciencia, como el de todo quehacer intelectual, es penetrar más allá


de lo inmediato y visible, establecer relaciones para colocar los fenómenos
directamente observables en un nuevo contexto, pues lo mismo que un iceberg

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Adaptado de Bojorquez I. Didáctica General pag.9

LIC. ANDRÉS TEODORO ZAVALETA RODRÍGUEZ


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flotante, cuya mayor parte se halla oculta en el mar, así, también, solo una parte
muy pequeña del mundo físico se revela ante nosotros de modo directo.

• PRINCIPIO GENERAL DE LA CIENCIA2:

Puede enunciarse así: “las mismas causas producen siempre los mismos efectos. Se le
conoce también con el nombre de principio de causalidad”.

Ha de considerarse que al enunciar este principio no se tiene en cuenta ni la variable tiempo ni

la variable espacio, lo que podría llevarnos a una compleja discusión, fuera de los límites de una

obra elemental como esa. Admitiremos, por tanto, que dos causas son iguales cuando son

iguales todas las circunstancias que concurren en ella; pero naturalmente, si observamos que

una causa produce ahora un determinado efecto y afirmamos que esta misma causa dará lugar

siempre al mismo efecto, podría objetarse a esta afirmación que no son exactamente iguales

estas causas porque difieren en cuanto al tiempo absoluto ya que no han ocurrido

simultáneamente. De la misma manera, un hecho ocurrido en un determinado lugar, nunca será

exactamente igual a otro que se verifique en otro lugar, por ser diferente el espacio para

ambos.

Con el fin de salir al paso de estas objeciones, MAXWEL enunció este principio diciendo: “la

diferencia entre dos fenómenos no depende de la mera diferencia de tiempos o lugares en que

ocurre, sino exclusivamente de las diferencias en naturaleza, configuración o movimiento de los

cuerpos a que se refieren”.

La creencia en la verdad de este principio ha ampliado el objeto de la ciencia, que no se ha

limitado a relacionar y comprender los fenómenos observables, sino también a predecirlos. Así

puedo asegurar que, si se reduce el volumen de un gas a la mitad la presión que este ejerce se

duplicará. Que, si aumenta la temperatura de este gas, su volumen aumentará

proporcionalmente a la temperatura absoluta, etc.

Existe la errónea creencia de que los fenómenos de azar se sustraen al principio


de causalidad, ya que por ejemplo, lanzando un dado de la misma manera se

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Adaptado de Bojorquez I. Didáctica General. Pag. 12

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obtienen puntuaciones diferentes. A una única causa parecen corresponder


distintos efectos. Sin embargo, no puede detenerse la certeza de que se lanza el
dado veces seguidas exactamente en idénticas condiciones, es más lógico pensar
que existen pequeñas variaciones. Desde este punto de vista un fenómeno de
azar puede definirse, como aquel en que pequeñas variaciones en las causas
producen efectos marcadamente diferentes.

Critica del concepto de causa. En principio si observamos un hecho físico, cualquiera, parece

deducirse que pueden considerarse diferentes causas para un mismo efecto; y por tanto, si no

se dispone de un criterio que permita discernir entre una larga cadena de causas, la

investigación de la causa de un efecto es una cuestión que conduce inevitablemente a una

indeterminación (por encontrarse una larga serie de soluciones). Un ejemplo aclarará mejor el

razonamiento anterior: tomemos como efecto el disparo de una bala de cañón. ¿Diremos que el

lanzamiento de la bala ha sido “causado” por el fulminante o por la mano del soldado que tiró de

la cuerda? O ¿afirmaremos que fue la carga de pólvora? Pero sin el movimiento de la mano esa

carga podría haber permanecido inerte durante siglos. De todos modos el movimiento de la

mano puede ser reemplazado por un mecanismo diferente y la explosión del fulminante podría

haber sido producido por una acción muy leve como, por ejemplo, un débil rayo de luz,

interceptado un instante por el ala de una mosca. Con un telescopio ese rayo de luz podría

haber sido elegido entre las estrellas y, una vez amplificado, habría bastado para proyectar

una tonelada de acero a gran distancia. En el momento de la inauguración de la exposición de

Chicago 1933, un débil rayo de luz que había sido emitido 40 años antes por la estrella Arturo,

actuando sobre un relé, accionó un interruptor eléctrico e iluminó profusamente toda la

exposición. Tratándose de la bala de cañón, parecería absurdo hacer responsable a la estrella

del daño causado por la bala, y, no obstante, este ligero rayo de luz, emitido mucho antes,

hubiera desempeñado un papel tan importante en el disparo como en la carga de pólvora.

Tampoco puede decirse que son responsables los obreros que fabricaron la pólvora, los que la

inventaron, los constructores de la fábrica o los capitalistas que suministraron los fondos para

erigirla; o sus padres, o sus abuelos, etc. Y, sin embargo, cada uno de ellos que contribuyeron a

la fabricación del cañón, tiene su parte de responsabilidad, que de manera gradual va

desmenuzándose, sin desaparecer del todo, hasta llegar a los orígenes del mundo.

LIC. ANDRÉS TEODORO ZAVALETA RODRÍGUEZ


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Así, de una manera automática llegamos a la causa primera, y el problema pasa de forma

imperceptible del terreno material al filosófico y al religioso. Es imposible evitar este pasaje

de lo material a lo inmaterial, porque es evidente que entre esas causas figuran las

psicológicas, los motivos que llevaron a fabricar el cañón y la pólvora, y a disparar la bala. Sin

ellos no habría existido la bala, el cañón, la carga, el fulminante y el disparador, como tampoco

ninguna continuidad de esfuerzo coordinado con el propósito de disparar el tiro.

Para salvar esta situación, se conviene en que todo fenómeno que precede invariablemente a

otro debe ser considerado como su causa. El problema se resuelve teniendo en cuenta la

sucesión en el tiempo de los distintos fenómenos. La encadenación de los sucesos se hace de

modo que si uno es la causa que produce un efecto, este efecto a su vez pasa a ser la causa del

siguiente, y así sucesivamente. En nuestro ejemplo la mano que movió el disparador es la causa

que produjo el efecto explosión del fulminante; este efecto es la causa del efecto combustión

de la pólvora, este efecto es la causa del desplazamiento de la bala a lo largo del tubo del

cañón; y la inercia adquirida por la bala es la causa que produce el efecto movimiento de la bala,

etc.

LIC. ANDRÉS TEODORO ZAVALETA RODRÍGUEZ

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