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Un comentario
Los relatos de
la Pasión y
Resurrección
de Jesús:
Un comentario
Stephen J. Binz
Traducido por
Rosa María Icaza, c.c.v.i.
LITURGICAL PRESS
Collegeville, Minnesota
www.litpress.org
Diseño de portada por Ann Blattner. Transfigured Christ on a Tau Cross, Peter Watts.
Las citas bíblicas en español son tomadas de La Biblia Latinoamérica, Edición Re-
visada 2002, © 1972, Bernardo Hurault; © Sociedad Bíblica Católica Internacio-
nal (SOBICAIN), Protasio Gómez, 15-28027 Madrid: E-mail sobicain@infornet
.es y son usadas con las debidas licencias de los dueños de los derechos de re-
producción. Todos los derechos reservados. Ninguna parte de La Biblia Latinoa-
mérica puede ser reproducida de ninguna manera sin antes obtener permiso
por escrito de parte de los dueños de los derechos de reproducción.
© 1989, 2006 por Order of Saint Benedict, Collegeville, Minnesota. Todos los
derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida de
ningún modo, sea por imprimido, microfilm, microfiche, grabación mecánica,
fotocopia, traducción, ni por cualquier otro modo conocido o no conocido, por
ninguna razón al menos que sean citas breves en reseñas, sin obtener primero
el permiso por escrito de parte de Liturgical Press, Saint John’s Abbey, P.O. Box
7500, Collegeville, Minnesota 56321-7500. Imprimido en los Estados Unidos de
América.
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Introducción ix
La Pasión y Resurrección
Según San Marcos 1
La Pasión y Resurrección
Según San Mateo 27
La Pasión y Resurrección
Según San Lucas 58
La Pasión y Resurrección
Según San Juan 86
Prefacio
Aunque hice estudios bíblicos, paso mi vida especialmente en servi-
cio pastoral. Es desde esta combinación de investigación y ministerio
que se ha escrito este libro. La pasión y resurrección es el corazón de las
Sagradas Escrituras; es también el corazón de la fe, de la liturgia, y de la
oración. Usando los contínuos estudios bíblicos de muchas otras perso-
nas, he sintetizado y remodelado las investigaciones para el beneficio de
un público más grande. Espero que las explicaciones e ideas contenidas
en este libro enriquezcan la fe, el culto, y la oración de todos los que
miran a Jesús crucificado y resucitado como la fuente de toda vida.
Aunque este libro representa muchas horas solitarias, es especial-
mente el resultado de una comunidad de personas. Le agradezco al
obispo, Mons. Andrew McDonald, por haberme animado en mi ense-
ñanza y escritos bíblicos en medio de mi ministerio pastoral, a mis estu-
diantes por su reto continuo, y a mis feligreses con quienes tengo el
privilegio de compartir la vida de Cristo a través de la Palabra y de la
Eucaristía. Mi fuente constante de entusiasmo y sugerencias son los
participantes y líderes en el programa de Estudio Bíblico de Little Rock,
especialmente el P. Richard Oswald, Lilly Hess, y Matt Mattingly. Le
doy las gracias a Grez Wolfe por sus sugerencias y al P. Jerome Kodell,
O.S.B., por animarme a escribir. También le agradezco a Cackie
Upchurch su generosa ayuda por escribir a máquina el manuscrito y
por su ánimo. Sobre todo, le doy las gracias a mi madre y a mi padre,
que son mi fuente continua de fe y vida, y a quienes les dedico esta
obra.
Stephen J. Binz
vii
Introducción
El verdadero centro de la Buena Nueva del cristianismo es la pasión,
muerte, y resurrección de Jesús. San Pablo afirma el mensaje central de
la más antigua proclamación de la Iglesia: “Porque yo les transmití, en
primer lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo murió por nuestros
pecados según las Escrituras, y que fue sepultado; que resucitó al tercer
día según las Escrituras, y que se le apareció a Pedro y luego a los Doce”
(1 Cor 15, 3-5). Todos los escritos del Nuevo Testamento muestran que
la pasión, muerte, y resurrección fue la culminación de la misión de
Jesús y llevó todas sus palabras y hechos de su vida a un clímax.
Los relatos de la pasión y resurrección en cada uno de los cuatro
Evangelios son notablemente parecidos, si se toma en cuenta las
grandes diferencias en tiempo y circunstancias en las cuales escribió
cada autor. Las similitudes en los eventos, la secuencia, los personajes,
y el vocabulario señalan la antigüedad de las tradiciones y el profundo
respeto de cada escritor por los recuerdos históricos de los discípulos
originales.
Sin embargo cuando se comparan los relatos de los cuatro Evangelios
lo que sobresale aún más claramente son las diferencias. Con mucha fre-
cuencia nos apresuramos a tratar de reconciliar las diferencias en lugar
de tratar de entender lo que esas diferencias significan. Cada escritor
nos provee una contribución profundamente distinta para que poda-
mos comprender a Jesús y sus actos salvíficos. Al escribir en un contexto
cultural diferente y en circunstancias nuevas para la comunidad cristi-
ana, cada evangelista presentó las tradiciones primitivas de una manera
nueva. No fue la preocupación principal de cada autor el presentar una
biografía detallada; al contrario, todos ellos interpretaron el significado
de las palabras y hechos de Jesús según los escucharon de la predicación
apostólica y siguieron la guía del Espíritu Santo. La palabra viva se revistió
ix
Los relatos de la Pasión y Resurrección de Jesús: Un comentario
jueves hasta la caída del sol del viernes, la cronología de San Marcos
pondría el principio de la conspiración contra Jesús el miércoles.
San Marcos identifica a los jefes de los sacerdotes y a los escribas va-
rias veces durante su Evangelio. Los escribas eran los abogados y teólo-
gos del tiempo. El conflicto de Jesús con ellos empieza desde el principio
del Evangelio (1,22) y llega a su clímax en la pasión. Los jefes de los sa-
cerdotes servían como consejeros de los sumos sacerdotes de Jerusalén.
Jesús empieza a mencionarlos en sus predicciones de la pasión (8,31). A
través de toda la segunda mitad del Evangelio, Jesús continuamente
predice que los líderes religiosos lo entregarán a la muerte. Los líderes re-
ligiosos decidieron no arrestar a Jesús durante la fiesta porque temían su
impacto sobre las multitudes. Sin embargo, no tienen el control y Jesús
morirá el mismo día en que la fiesta de liberación de Israel toma lugar.
San Marcos conecta esta escena con el resto del Evangelio al afirmar
que Judas Iscariote era uno de los Doce. Jesús había escogido a Judas,
como uno de los Doce, para estar con él y le había dado una parte en su
enseñanza y misión. Esta escena es un contraste marcado con la escena
memorable que le precede del discipulado verdadero. La mujer res-
ponde generosamente con un perfume caro, mientras que Judas
San Marcos 14,12-16
traiciona a Jesús por dinero. San Marcos usa la escena como contraste
para todos los discípulos futuros de Jesús sobre el discipulado ver-
dadero con la falta de discipulado.
La palabra “entregarles” se usa varias veces en el Evangelio según
San Marcos: desde la entrega de San Juan Bautista (1,14) a la entrega de
Jesús, a la entrega futura de los discípulos (13,9). Los que preceden a
Jesús como sus profetas y los que le siguen como sus discípulos son en-
tregados cuando están cumpliendo su misión.
San Marcos no expresa el motivo de la traición de Judas. El evange-
lista resalta que Judas hizo libremente esta decisión trágica, aunque es
parte del drama cósmico de la muerte de Jesús. Al buscar la oportuni-
dad para entregarlo, la conspiración final se agudiza.
San Marcos muestra claramente que la cena que preparaban era una
cena pascual. Continuamente le recuerda al lector la importancia de la fi-
esta central de Israel, fiesta de esperanza y liberación en el contexto de la
pasión de Jesús. Ahora es jueves, el día antes de la Pascua, el día para
matar al cordero pascual. El festival empieza en la tarde y por lo tanto
todas las preparaciones necesitaban estar terminadas anteriormente.
Jesús da instrucciones detalladas a dos de sus discípulos para que
fueran y prepararan el cuarto para la cena pascual. Encontraron al
hombre que llevaba un cántaro de agua, algo raro pues generalmente
sólo las mujeres llevaban el agua en tales cántaros, y encontraron todo
exactamente como Jesús lo había predicho.
Esta instrucción demasiado detallada se parece a la preparación para la
entrada triunfal de Jesús en Jerusalén (11,1-7). Allí se les instruyó a dos
discípulos que fueran a una aldea vecina donde encontrarían un burro
sobre el que nadie había montado todavía. Las dos escenas presentan un
San Marcos 14,17-21
sumo sacerdote. 48Jesús tomó la palabra y les dijo: “Han salido a de-
tenerme con espadas y palos, como si fuera un bandido. 49A diario
estaba con ustedes enseñando en el templo, y no me arrestaron.
Pero es necesario que se cumplan las Escrituras.” 50Entonces todos
sus discípulos lo abandonaron y huyeron. 51Un joven lo iba
siguiendo, cubierto tan sólo con una sábana. Lo detuvieron, 52pero él
soltando la sábana, se escapó desnudo.
puede salvarse! 32¡El Mesías! ¡El rey de Israel! ¡Que baje ahora de la
cruz, para que lo veamos y creamos!” Hasta los que habían sido cru-
cificados junto con él lo insultaban.
Una vez más, San Marcos hace la transición anotando la hora. Ahora
es viernes al atardecer, el fin del día de preparación para el sábado. Se da
muy poca información sobre José de Arimatea, de quien se habla aquí
por primera vez. Es un hombre con influencia, y su “esperar el reino de
Dios” parece indicar su sensibilidad a la enseñanza de Jesús (1,15). El que
sea miembro del Consejo puede referirse o no al Sanedrín.
El atrevimiento de José, al pedir el cuerpo de Jesús, se presenta en
contraste con la dispersión cobarde de lo discípulos. José hace lo que
los discípulos de Jesús debían haber hecho; se asocia valientemente con
Jesús crucificado y le da una sepultura apropiada.
El entierro de Jesús nos prepara para el relato del sepulcro vacío. La re-
alidad de la muerte de Jesús se resalta por la reacción de Pilato y es con-
firmada por el centurión. Luego se envuelve el cuerpo de Jesús en una
sábana y se pone en un sepulcro que habían excavado en la roca. San
Marcos anota cuidadosamente la gran piedra que cerraba la entrada al
sepulcro y las mujeres que observaban en donde habían puesto a Jesús.