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EL LIMITE DE LA SELECCIÓN
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Para cultivar cualquier raza se precisa observar su respectivo estándar y seguir una disciplina
ordenada y moderativa. Personalmente, y con todas las buenas intenciones, creo se debe huir
de las estandarizaciones y perfeccionismos obsesivos, porque pueden entorpecer y
obstaculizar una parte muy interesante de esta afición, como es el vuelo de las buchonas en su
forma real, pues creo que esto puede conducimos a un paralelismo con el palomo de fantasía.
Hay discusiones referentes a estos temas y los aficionados encaminan sus pasos según su
pensar.
Ocurre en esta afición, la mayor de las veces, de que el palomo que nace con características
morfológicas menos virtuosas es el más trabajador, o sea, el más volador e inteligente. Se
puede afirmar que en pocos puntos como en éste los aficionados a las razas buchonas estamos
más de acuerdo.
Esto nos da pie para sugerir que, llegada la hora de la selección, si nos olvidásemos un poco
—nada más un poco— de la perfección del pájaro, la selección en vuelo saldría favorecida, a
pesar de que aquí, en Sevilla, no se conciben las palomas sin belleza. Hago referencia y deseo
matizar sobre lo de volador. Se observa que algunos aficionados poco experimentados en la
afición creen que reuniendo los buchones las cualidades de volar mucho, son buenos. El que
así lo crea está en un serio error, aunque los buchones deben ser buenos voladores; pues los
hay que, volando menos, poseen desarrollados a la perfección sus instintos de persecución,
seducción y conservación. El contenido de este párrafo se le atribuye al doctor Altamira
Raventós. Cualquier aficionado bien relacionado con estas razas estará completamente de
acuerdo con él.