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http://hdl.handle.net/10401/2825
Revisión teórica
Resumen
Abstract
It can be seen that the use of musictherapy as a tool for the treatment of other conditions has
been over the history of mankind has been widely used. In the first instance, consider him as
part of a magical process - religious, and therefore allowed him to communicate with the world
of gods and spirits, then, was regarded as the via regia to the world beyond. As the ancient
civilizations evolved in their thinking processes, and therefore increasingly gave more value to
the rational - logical, and then change as the music was conceived as a tool in the treatment of
patients; but was not, not until the ancient Greeks could reach the pinnacle of the development
of music as a form of treatment in antiquity.
La música viene del griego µουσLКή (Τέχνη) – mousike (téchne), la cual, significa
literalmente “el arte de las musas”. Según la definición tradicional del término, es el arte de
organizar sensible y lógicamente una combinación coherente de sonidos y silencios utilizando
los principios fundamentales de la melodía, la armonía, y el ritmo, mediante la intervención de
complejos procesos psico – anímicos (Gaston, 1986 y Roberson y Stevens, 2001). Con base a
todo lo anterior, se puede deducir que, la música, como toda manifestación artística, es un
producto cultural; por ende, es un fenómeno social (Merriam, 1964), y por sus características
intrínsecas es una comunicación no verbal. El fin de este arte, es suscitar una experiencia
estética en el oyente, y expresar sentimientos, circunstancias, pensamientos o ideas. La música
es un estímulo que afecta el campo perceptivo del ser humano; así, el flujo sonoro puede
cumplir con variadas funciones: entretenimiento, comunicación, ambientación, educación, etc.
De lo anteriormente mencionado, se puede desprender que en todas las culturas van a existir
manifestaciones musicales, por lo tanto, la música está ligada a un grupo social y a sus
acontecimientos y expresiones de los mismos. Por lo tanto; es importante establecer que la
música no es universal (Grout, D, J, 2005).
Combarieu,J, 1962, afirma que en todas las culturas antiguas conocidas, la música se ha
conceptualizado, como un producto que tiene un origen divino. En todas partes, la música fue
considerada no como una creación del hombre; sino, como la obra de un ser sobrenatural. No
hay nada similar en toda la historia del mundo del arte o el dibujo. Naturalmente, el hombre ha
dado a la música los poderes que se le atribuían a los dioses; esto queda constatando por los
múltiples mitos que han desarrollado sobre el origen de la música en diferentes culturas de la
antigüedad. Por consiguiente; se parte del hecho que es un don que viene de dios. Como
consecuencia, la música va a contribuir a la felicidad del hombre y a su salud física y psiquica; la
cual, se da de modo universal; sin embargo, existe también otra creencia muy extendida; la cual,
bajo ciertas circunstancias, se podía usar a la música por los espíritus malévolos; lo que, a su vez
puede ocasionar en el hombre el que sea conducido a su perdición espiritual y/o física. Esto se
puede encontrarse en las leyenda de tiempo inmemorial; por ejemplo, la historia alemana de
Lorelei, cuyos cantos provocaban una melancolía irresistible e inducía a los hombres a arrojarse
al rio Rhin, otro ejemplo seria, Odiseo que nos hablaba del canto de las sirenas, que hechizaban
a los marineros, quienes no podían resistir su seducción e iban a naufragar contra las rocas
En el caso del cro magñon o cromañón hasta que se fundaron las primeras ciudades; los
cuales, vivían en un mundo poblado de espíritus y magia, creía, además que el universo era
mágico y estaba regido por lo sobrenatural; y obviamente naturalmente que la enfermedad se
debía a causas de índole mágicas y; por lo tanto, que requería remedios mágicos, pensaba que la
enfermedad era causada por la posesión de un espíritu demoníaco que debía ser expulsado del
enfermo; por lo tanto, se sentía las manifestaciones de su entorno, eran casi siempre malas o
amenazantes, y con quienes debía llegar a un acuerdo. Se partía de la premisa que el médico –
mago o chaman conocía las fórmulas mágicas secretas que dominaban y comunicaban con los
malos espíritus que debían ser echados afuera. Para ello, se valía de la música, los ritmos, los
cantos, las danzas, ordenes, amenazas, lijonas, y en algunas ocasiones hasta simulación o
engaño; las cuales, obviamente tenían un papel trascendental en los ritos curativos – mágicos;
es decir, dicha actividad es uno de los hechos más antiguos en la historia de la humanidad, y
donde la música tenía un papel crucial en el tratamiento, y por lo tanto; se le concebía que tenía
un origen divino; lo cual, tiene una importancia única en la historia de la humanidad
(Combarieu,J, 1962). En este contexto; dicho ritos, eran secretos, tanto en los individuales,
como los compartidos por todo el clan. Por ende; usaba la música para comunicarse con un
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mundo psíquico invisible. En este esquema, del pensamiento mágico, la música y en general de
los sonidos permitían comunicarse directamente con el espíritu o bien, el ente sobrenatural; por
lo tanto, a través de ello, se lograba el dominio sobre el espíritu de la enfermedad. La música
expresaba su inflexible voluntad mediante la interminable monotonía del ritmo. Sus cantos
tenían palabras de persuasión o de amenaza sobre una melodía; la cual, era más suave; o más
fuerte; o más lenta o más rápida según el talante y la respuesta del espíritu malévolo. Hay que
hacer notar que en esta etapa de la humanidad, la música no solía ser el elemento principal de
los ritos; empero, contribuía a interpretar dinámicamente casi todos los episodios de una
ceremonia; la cual, ponía en juego muchos símbolos de las fuerzas elementales que rodean al ser
humano; tales como: el agua; la tierra, el fuego; y los reinos vegetal y animal (Gaston, 1986 y
Alvin, 1990). Por consiguiente, dichos poderes mágicos podían ayudar a penetrar o a vencer la
resistencia del espíritu malévolo de la enfermedad y así lograr la salud del paciente. Según,
Coulanges, 1930, la transmisión de la serie de formulas religiosas – medicas para sanar a un
enfermo se pasaban a la siguiente generación de chamanes en forma oral
Ahora bien, cuando el chaman acudía a atender a un enfermo tenia ante él una actitud
de indiferencia; es decir, va a tener un componente metafísico que a su vez se plasma en dos
aspectos muy significativos: trascendencia cosmológicas (música celestial o música de las
esferas) y en su trascendencia ética (Alvin, 1990). Como se podrá inferir, el medio curativo que
empleaba el médico – brujo no se dirigía hacia el paciente; sino, al espíritu malévolo. Es
necesario hacer constar que el hechicero tenía la certeza de que sin cantos, música o
encantamientos, alguno de sus remedios serían absolutamente ineficaces. Con base a la
información que arroja la historia, arqueología y la antropología social. Se puede inferir que la
característica esencial de la música primitiva es que era extremadamente monótona; sin
embargo, la ejecución recorría diferentes modalidades emocionales; tales como: tristeza, enojo,
etc., como anteriormente se menciono actúa sobre el espíritu malévolo y procuraba persuadir,
lisonjear, adular o amenazar a dicha entidad sobrenatural. Además; el mismo carácter
exorcístico de la música se encuentra en muchas ceremonias de entierro, así, por ejemplo, en la
casta Sudra de la India, cuando muere uno de sus miembros se acostumbra a tocar con dos
trompas los cuales emiten los sonidos en sol sostenido y si bemol; los cuales, eran mantenidos
continuamente desde el momento de la muerte hasta terminar la ceremonia mortuoria. Dichos
sonidos tienen como objeto ahuyentar a los malos espíritus para que no se puedan apoderar del
alma del difunto. Este cúmulo de información, llevo a Einstein, A, 1965, a inferir que la música
debía de haber sido para el hombre primitivo algo incomprensible y por ende; misterioso y
mágico.
Por consiguiente, los hombres primitivos creían frecuentemente que cada ser vivo o muerto
tenía su propio sonido o canción secreta a la cual debía responder, y que lo hacía vulnerable a la
magia. Por dicha razón, los ritos mágicos de la salud de los médicos – brujos o chamanes
trataban de descubrir el sonido o canción a la cual respondería el hombre enfermo o más bien el
espíritu que habitaban en él. Una posible clave era que el sonido personal podía relacionarse con
el timbre de la voz del hombre (Gaston, 1986 y Benenzon, 2000)
Con base al uso de los ciernes de la musicoterapia en la pre historia, se puede deducir que,
existen cuatro premisas básicas:
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4. El dualismo está presente en casi todas las religiones, el bien y el mal, se refleja en
la creencia de que por medio de la música; la cual, es un don de la divinidad buena;
la cual, podía ahuyentar el espíritu malo. La música era el auténtico talismán
mágico para alejar a los malos espíritus; y por ende, a la enfermedad.
Por ende; los recursos del chaman fueron deliberadamente encubiertos con un halo de
misterio, lo que causaba que aumentara la autoridad del mago. Para asentar, esta autoridad y
poder, se valía de los instrumentos musicales; los cuales, eran empleados durante ciertos ritos.
Por ejemplo, a veces usaban matracas; las cuales, se sumaban al efecto de sus gesticulaciones y
su atuendo. Los ritos curativos ponían al paciente a merced del curador. Por ende, su cuerpo y
su alma eran el terreno pasivo de una lucha entre el chaman - mago y el espíritu demoniaco que
lo poseía: una lucha que por lo regular aterrorizaba al enfermo, pues en la vida del clan, nada se
hacía para tranquilizar al paciente, ni demostrarle pena ni compasión. Los miembros del clan
partían del supuesto que ciertos recursos naturales; tales como: hierbas, tierra, o agua eran
curativos; solamente, porque el espíritu que los habitaba podían combatir al espíritu malévolo.
Por ello, solamente eran efectivos cuando el médico – brujo los usaba con el canto o el
encantamiento adecuados cuyo único poseedor era él. Esto a su vez quedaba reforzado por que
los miembros del clan eran ignorantes y subordinados a la autoridad del hechicero. Ahora bien,
por la naturaleza impalpable e inmaterial del sonido, es fácil referir la música a las
comunicaciones con el mundo sobrenatural e invisible. Posiblemente el ser humano ha sentido
que podía participar de su condición divina cuando la usaba por sí mismo. Por ende; lo concebía
no como una creación del hombre, sino, como producto de la obra de un ser sobrenatural. Es
decir, el ser humano le ha dado a la música los poderes que atribuía a los dioses. Para
Combarieu, 1962; el empleo de cantos mágicos es uno de los hechos más antiguos en la historia
de la humanidad y; la cual, va a revestir de una gran importancia única en toda la historia de las
distintas culturas.
Es innegable que ciertos ritos curativos, especialmente cuando, se les acompañaba con
música, muy probablemente, producían sobre el paciente efectos psicológicos (catarsis)
extremadamente poderosos; los cuales, han de haber inducido ciertos estados deseables y en
otras ocasiones perjudiciales, desde el punto de vista del chaman. En lo que respecta a la música
no llevaba el propósito de afectar al enfermo en sí mismo; sino, al espíritu malévolo, ésta música
al ser escuchada por el enfermo, el cual; se encontraba en un estado de vulnerabilidad y
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El Chaman – mago en lo que respecta a su personalidad era de tipo extraño. Para Radin,
P., 1960 partía del supuesto que era un ser solitario y aislado que atribuía mucho valor a la
necesidad de soledad, para poder adquirir sabiduría, y los efectos educativos del sufrimiento.
Debe de haber sido una persona inadaptada e inestable mental, que podía pensar por sí mismo y
no colectivamente; además debe de haber poseído algunas características psíquicas, tales como
habilidad para entrar en trance, para tener visiones o para poder hipnotizar a la gente y que, era
una persona que era muy sensible al sonido y a la música. Dada su alta envestidura, no tomaba
parte en la búsqueda de alimentos para la vida comunal.
Su tipo de personalidad y la función del chaman no permitía que se mezclara con la vida
cotidiana del clan; su única función era la de ser el intermediario entre el enfermo y los espíritus
o mejor dicho sus diferentes deidades; las cuales, deberían ser aplacadas, o refrenadas;
aduladas, o amenazadas. Para mantener su status era necesario poseer un conjunto de
conocimientos envueltos en misterio; y además, provocaba que el hombre común sintiera
miedo y sospechara de él (Schneider, M, 1956, Ostwald, 1966 y Gaston, 1986); sin embargo, el
médico – mago contaba con la confianza de la tribu, para atender al ciclo completo de la vida:
nacimiento – muerte; salud – enfermedad; guerra – paz; y finalmente la conducción de todas
las ceremonias significativas para la comunidad. Por lo tanto; era fundamental para el chaman
descubrir antes que nada, la naturaleza de la falta por la cual el enfermo o incluso la comunidad
completa, eran culpable de haber causado la ira de los dioses o espíritus malévolos. Por ende; se
debía aplacar a los dioses y así, poder curar al paciente o la comunidad. Y obviamente, en este
contexto cultural, se dejaba en segundo plano la causa fisiológica de la enfermedad.
Por ende, para el hombre primitivo el sonido fue un medio de comunicación con y desde
el infinito, él cual ha aportado identidades erróneas y fantasías amenazantes. Luego, estos
fenómenos se fueron desplazando como dice Mead M, 1961, quien explica que en ciertas tribus
de Nueva Guinea se cree que las voces de los espíritus pueden ser oídas a través de las flautas,
los tambores y los bufidos del toro. En las civilizaciones totémicas existe la creencia de que cada
uno de los espíritus que habita el mundo posee su propio sonido específico e individual. El
tótem ancestral, por ejemplo, parecía poseer una existencia acústica y respondía a ciertos
sonidos. La imitación o simulación de los sonidos o canciones que provenían del tótem,
permitían al hombre identificarse con él y, de esa manera, mantener su vida a través del
contacto. De otra forma podría morir (Benenzon, 2000)
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empleaba la música como medio de comunicación con los dioses, solamente lo realizaba para
poder agradarles y así poder ganar su favor. Por ende; no existía amor o empatía entre el
suplicante paciente y el dios o su intermediario.
Entonces, el sacerdote representaba el lazo que unía a los enfermos indefensos con el
poder supremo. La obligación básica del sacerdote consistía en hacer que los dioses le relevaran
la causa de la enfermedad, indicaran el remedio que podía curarlo o exigieran el sacrificio que
los aplacara. Y por lo tanto; poder proceder de acuerdo a lo revelado por la deidad
La personalidad del sacerdote, en primera instancia era una especie de figura paternal
elegida por los propios dioses, en su inicio, se daba este rol de forma hereditaria;
posteriormente, por el voto de multitudes; las cuales, expresaban la voluntad de los dioses. Por
consiguiente; su persona les resultaba grata. Era una persona sagrada que contaba con
confianza de la comunidad, empero, no era amada. Y paradójicamente vive de forma abierta
entre su tribu. Tanto su vida pública y privada se presentaba al menos de una manera
responsable al menos exteriormente (Coulanges, 1930).
El sacerdote adquirió sus conocimientos mediante los libros; los cuales, eran
mantenidos en absoluto secreto. Lo que estaba anotado en los textos sagrados consistían en
himnos o cantos que habían de ser entonados con el ritmo exacto, para lo cual era menester
seguirlos meticulosamente; todo cambio o error era un acto de sacrilegio severamente castigado
por el Estado, pues desagradaba a los dioses y ponía en peligro la comunidad entera. Por lo
tanto; el sacerdote su responsabilidad era conocer todos los detalles concernientes a los ritos
sagrados, obviamente se incluían aquellos que se usaban para combatir las enfermedades y las
epidemias; y por ende, debían satisfacer a la deidad, pues de otro modo, el dios podía tornarse
enemigo y provocar un verdadero desastre. La información que generaba los antiguos textos,
eran mantenidos en absoluto secreto. Algunos de los libros sagrados contenían colecciones de
cantos e himnos que a veces eran tan arcaicos, que su lenguaje ya no era comprendido por
nadie, aunque el pueblo seguía cantándolas y creyendo en su eficacia (Coulanges, 1930).
Los dioses de las civilizaciones clásicas del mundo antiguo no eran espíritus elementales
dominables por la magia; sino, que eran deidades creadas a semejanza del ser humano. Poseían
los atributos del hombre y se comportaban más bien como legisladores o reyes sobrenaturales
que esperaban ofrendas y retribuciones. Incluso tomaban partido activo en los asuntos públicos
y privados de la vida del hombre. Presidían sus necesidades específicas y sus actividades tales
como: la guerra – paz; la medicina, o la música.
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Las antiguas culturas clásicas (a excepción de la cultura griega culta y por ende, la
romana), se partían de la creencia de que la enfermedad era enviada por un dios vengativo que
debía ser aplacado para que el enfermo pudiera recuperar su salud; sin embargo, no descartaba
totalmente un enfoque racional de la enfermedad física. Un caso especial, eran las enfermedades
de tipo mental; a las cuales, en su conjunto, se les atribuía la posesión de un espíritu demoníaco
que debía ser echado afuera para que así el paciente pudiera recuperar su salud mental. Ciertas
deidades eran el origen de la perdida de la razón; tales como las Furias, quienes llevaban al ser
humano a la locura y a menudo hacia su perdición física y espiritual.
Debemos en primera instancia, tratar de entender primero qué era la música para
los egipcios. Debido a su mentalidad que buscaba el poder trascender, la van a considerar
como, una manifestación física de la armonía que envuelve al cosmos. Según sus creencias,
los Dioses, eran grandes fuerzas de la Naturaleza, pues, habían creado el universo según
unas leyes que eran las mismas para el cielo, la tierra y el hombre, por consiguiente;
conceptualizaban a la música como: “la expresión y la imagen de la unión de la tierra y el
cielo; sus principios son inmutables; fija el estado de todas las cosas; actúa directamente
sobre el alma y hace entrar al hombre en tratos con los espíritus celestes” (Einstein, 1965,
pág. 20). Todo en la Naturaleza guarda una estrecha relación entre sí, y por ello el
concepto más cercano es el de armonía, equilibrio, que estaba representado por medio de
la diosa Maat. Los hombres, como partícipes del cosmos, sienten la necesidad y la
responsabilidad de colaborar en el mantenimiento de este orden y es por ello que necesitan
de la música para reflejar dicho equilibrio. Desafortunadamente, existe muy poca
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documentación sobre las formas de la música del antigua Egipto y como sonaba. Los antiguos
egipcios no diseñaron un sistema de notación musical, así que, no conocemos ninguna melodía
de la época. Lo que sí tenemos, sin embargo, son composiciones de poesía como la llamada
"Canción de los Trilladores", los arqueólogos han hipotetizado que los trabajadores la debieron
de haber cantado durante el trabajo; tal como, los trabajadores egipcios de hoy continúan
haciéndolo. Muchos poemas de amor han sobrevivido en documentos conservados en papiro.
Esta hermosa literatura pudo haber sido utilizada para crear la música popular.
Para los antiguos egipcios al igual que muchas culturas el origen del Universo se
atribuye al Verbo, a la palabra o al sonido, la voz humana, y por ende el canto, es una
expresión concreta del mundo espiritual. De ahí que el canto sea el vehículo de la palabra
sagrada. Una forma de decir música es hst, que es canto entendido como “fuerza creadora
del universo” (Chailley, 1966, pág. 21). Gracias a todo lo anterior, podemos entender por
qué los egipcios no buscaban en la música la innovación y la originalidad, sino la,
perfección de las formas y su mantenimiento. No es de extrañar, pues, que tuvieran unas
reglas musicales muy precisas y una técnica muy concreta, donde nada se dejaba al azar o a
la improvisación. Su carácter ritual requería de unos músicos que, además de ser buenos
intérpretes, buscaran el perfeccionamiento y el dominio de sí mismos dentro de la
búsqueda espiritual, para poder ser fieles transmisores de Maat, del equilibrio cósmico.
Consideraban que si ellos no estaban afinados internamente según la armonía celeste, era
imposible hacer música sagrada. Se entiende con base a dicho argumento, el por qué los
músicos solían ser sacerdotes o estar vinculados a los templos. Por otra parte, la profesión
estaba muy reconocida, especialmente la de cantante; numerosas tumbas, así nos lo
demuestran (Einstein, 1965 y Chailley, 1966).
Conviene aclarar que además de la música sacra tenían poseían música popular, que
abarcaba desde la música de la corte –con una función de entretenimiento y que alcanzó un
alto nivel de refinamiento-, hasta los cantos y melodías tradicionales, donde la alegría era
protagonista. No hay que olvidar que otra palabra para música era Ihy, que significa
alegría, disfrute. De ahí, se ve que existe en la cultura egipcia una estrecha relación entre
música y la alegría. Su símbolo era un loto florecido y por eso muchas arpas aparecen
ornamentadas con dibujos de lotos en flor: “Que haya música y canto ante ti, deja tras de
ti todo cuidado y preocúpate de alegrarte hasta que venga ese día en que viajemos a la
tierra que ama el silencio” (Pérez, 2001, pág. 11). Contaban con música para animar las
diferentes labores tales como: la cosecha, pesca, caza, etc., con ritmos que marcaban una
cadencia que transmitía fuerza y energía. Para los egipcios, la música tiene la capacidad de
modificar la sensación del tiempo real y abrir la conciencia a otra dimensión. Esta
capacidad, que todos hemos vivido en mayor o menor medida, se relaciona con el término
«en-cantar». Es decir, el canto nos hechiza, nos transporta. Por supuesto, en función del
nivel de sensibilidad que pueda tener el escucha. La música en el antiguo Egipto, se
caracteriza por poseer tres tonos; los cuales, actúan sobre las emociones. Fundamentalmente
usaban la música para tratar de calmar, sedar el organismo emocional y purificarlo de
vibraciones groseras, o, en ciertas ocasiones, se usaba para inducir a una especie de trance
emocional. Aunque ignoramos su sistema musical, se da por seguro que en el Imperio Nuevo se
utilizaba la escala de siete sonidos. Esto se aprendía en las Escuelas Esotéricas llamadas “los
misterios”. En estas instituciones, uno de los primeros ejercicios consistía en provocarles un
trance con ayuda de la música y otros ritmos. Lo cual, lo hacían para intentar descubrir qué
ocurría en el estado post mortem de la existencia. Por consiguiente; trataban de obtener
sabiduría oculta. Los egipcios fueron un pueblo que amó y respetó la música con tal
intensidad que la tuvieron presente en todos los actos de su vida bajo múltiples
manifestaciones (Einstein, 1965; Chailley, 1966 y Molinero y Sola, 2000)
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Otra ciencia que dominaban era la curación por medio de los sonidos o música con
fines estrictamente terapéuticos. Se ha comprobado mediante hallazgos arqueológicos, que
en muchos templos tenían hospitales donde aplicaban la música como método para
obtener la sanación. Hoy, a nivel científico, se ha podido demostrar la capacidad curativa
de la música, tanto en el cuerpo (soma) como en la psique, lo que nos constata que
simplemente estamos redescubriendo una ciencia que ya se conocía y se manejaba de una
forma más o menos útil por parte del hombre del antiguo Egipto (Benenzon, 2000; y Pérez,
2001). Se conservan textos empleados en algunas ceremonias – como serian las del culto de
Isis, y Neftis-, que permiten inferir que dos sacerdotes alternaban en el canto y la danza, por lo
tanto; tenía un carácter esencialmente de tipo mística – religioso - terapéutico. Y es aquí, donde
se tiene la primera referencia escrita en papiros médicos del uso de la música con fines
terapéuticos; los cuales, fueron descubiertos por Petrie en 1889 en un lugar denominado
Kahum. Esta evidencia es de aproximadamente el año 2500 A.C (Alvin, 2000 y Benenzon,
2000). Dichos escritos, se refieren al encantamiento por medio de la música, logrando una
influencia favorable sobre la fertilidad de la mujer (Benenzon, 2000). Para los egipcios,
mediante la respiración curaban todas las enfermedades y se acompañaban con cantos de unas
canciones nacidas hace miles de años; la cuales, estaban pensadas de acuerdo con dicha teoría;
dichas canciones se llamaban canciones de Mazdaznan. Se debía respirar profundamente en
ciertos pasajes, los cuales, se señalaban de antemano y de un modo regular. Otro ejemplo, en
esta cultura, la encontramos en un bajo relieve de Sakara, en el cual, se va a mostrar a unos
cantantes sentados, conducidos por un director. Los egiptólogos, infieren que los movimientos
de las manos del director, no solo guiaba a los intérpretes sino que constituía un lenguaje
determinado. Como en otros pueblos, también se consideraba un medio de comunicación con
los difuntos, y los músicos alcanzaban una categoría tal que algunos están enterrados en las
necrópolis reales (Molinero, P, M, A, y Sola, A. D, 2000). Por ejemplo, el famoso médico
Herofilo, de Alejandría, regulaba la pulsación arterial de acuerdo con la escala musical y en
correspondencia con la edad del paciente. Lo anteriormente mencionado, va a indicar el altísimo
nivel que se había logrado en la utilización de la musicoterapia. Es extremadamente significativo
el hecho de que en los hospitales del Cairo fuera utilizada la música con fines terapéuticos
alrededor del año 1284 D. C. el cual, según Kuemmel, W, 1977 (citado por Pérez, A; R, 2001),
dicho hallazgo, es el testimonio más antiguo del uso de la música en un hospital. Incluso quedo
el nombre de una sacerdotisa del uso terapéutico de la música; la cual, se llamada Shebut –n-
mut (British Museum)
El tipo de instrumentos que se usaban en Egipto se pueden clasificar en tres tipos; los
cuales, era: Los instrumentos más antiguos que usaron, fueron probablemente los
instrumentos de percusión, por lo que es evidente que la música era de tipo rítmica a ellos, se
les llamaba idiófonos («los que suenan por sí mismos») tales como: sonajeros de
cerámica en forma de fruto o huevo, que al percutirse movían semillas en su interior
(símbolo de fertilidad); tablillas que chocan entre sí, generalmente hechas de marfil y que
producían un sonido agudo; en cambio, los realizados con madera tenían un sonido más
grave. Destacan las tablillas hathóricas, con forma de mano y brazo, durante el Imperio
Antiguo. El sistro es un instrumento egipcio, de los más apreciados, está hecho de madera
en forma de U, con un mango como asidero, con barras cruzadas que sostenían unas placas
metálicas; el cual, que produce un sonido de susurro de cañas. Está dedicado a la diosa
Hathor, una de las protectoras de la música. Los hay de varios tipos: hay que distinguir el
sesheshet (con una naos que sostiene a un Horus sobre el techo) y el sistro sehem (tiene
forma de herradura cerrada por la parte superior; el mango suele aparecer con una cabeza
de Hathor). Contaban, a su vez, con el menat o collar hathórico, realizado con un
contrapeso metálico, símbolo de renacimiento. Por último aparecen los crótalos y címbalos
ya en época tardía -posiblemente importados de Grecia-, con un marcado carácter
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A través del contacto con otras culturas del Mediterráneo y el Levante, la música antigua
egipcia debe haber tenido algunas influencias que la apartaran de la música africana pura. Con
base al estudio de los instrumentos, de los que hay numerosas representaciones en forma de
jerolifo, se ha llegado a la conclusión de que seguían una escala pentatónica o heptatónica
(Einstein, 1965; Benenzon, 2000; y Perez, 2001).
En la mitología egipcia se creían que la música era un regalo del dios That (en otros textos
aparece como Thot), quien había provocado mediante un terrible grito; el cual, tuvo el suficiente
poder para hacer surgir de la nada cosas y de esta manera logro crear el nacimiento de cuatro
dioses, quienes, dotados de poderes similares poblaron y organizaron el mundo; por ende, para
los egipcios, se le considera como el creador de la teoría de la música. Se dice que creó una lira
de tres cuerdas; las cuales, van a representar a las tres estaciones del año; las cuales son: 1)
el tono alto o ajet; que corresponde al verano; 2) el tono medio o paret; el cual,
corresponde a la primavera; y 3) tono bajo o shemu; el cual, corresponde al invierno. Los
dioses Isis y Serapis eran según la mitología egipcia los grandes sanadores; inclusive seres
humanos con un don excepcional en la medicina; tal como, el gran médico Imhotep lo
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convirtieron en dios, fundamentalmente por sus logros. Para poder comunicarse con sus
deidades usaban los cantos a Isis, Osiris y Ra; los cuales, estaban acompañados por el laúd. Sus
ideales espirituales eran de amor y armonía del corazón (Poch, 1964). Se puede deducir que su
música les ayudaba a tener un carácter ecuánime, con base en sus obras de arte; las cuales,
poseían las siguientes características: elegantes, sobrias por naturaleza y esquematizadas. Fetis,
1893, fue un poco más lejos, pues hipotetizo que los inmensos trabajos de ingeniería y arte que
realizaron los egipcios, fundamentalmente las pirámides. Fue debido al a mágico poder de la
música. Al son de los cantos rítmicos llevaron a cabo la proeza de levantar aquellas obras
colosales.
En otro pasaje hace referencia al profeta Eliseo, él cual estaba poseído de cólera contra el
rey, para contrarrestar su ira pidió que le tocaran el arpa para sosegarle y restituir el don de la
profecía (Biblia de Jerusalén, libro de los reyes 1976).
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eran predecibles. De ahí, que los griegos analizaron la música y sus elementos. Sus teorías
suelen estar relacionadas con los modos o secuencias de notas; las cuales, contienen un sentido
matemático. Además, Se atribuía a ciertas modalidades un valor ético y a otras un valor
emocional.
El origen de de la música a nivel mitológico para así poderle dar un rol de tipo místico
– religioso. En primera instancia, para que así se pudiera justificar, su papel místico los
griegos, se valen del mito de Orfeo (en griego Ορφέυς) descripción que hizo Virgilio al final de
la Geòrgica IV, la cual, es la primera versión de la historia que ha llegado completa hasta el
presente. Dicha descripción consiste en lo siguiente: Orfeo es hijo de Apolo y la musa Calíope.
Hereda de ellos el don de la música y la poesía. A tal grado de magnificencia que cuando Orfeo
era un cantor y músico tracio de poderes extraordinarios tocaba la lira que generaba un sonido
tan encantador que el mundo se rendía a sus pies, los hombres se reunían para oírlo y hacer
descansar su alma. Por tal talento, pudo enamorar a la bella Eurídice o también llamada
Agriope.; además a los arboles y las piedras lo seguían y las bestias más salvajes se amansaban
al son de su instrumento. Orfeo estaba profundamente enamorado de su mujer Eurídice. Sin
embargo, la fatalidad quiso que Aristeo persiguiese un día a Eurídice para violarla y por escapar
fue mordida por una serpiente y murió. Quedando Orfeo desconsolado. Sumiendo a la
naturaleza que le rodeaba en una profunda melancolía. Por fin, añorando desesperadamente a
su mujer decidió ir a la puerta del Hades donde consiguió, con su música, que hasta la más
inflexible de las diosas, la diosa del Hades (Hécate o también llamada Perséfone) se apiadase de
él hasta el extremo de que le permitió hacer algo que estaba vetado a todos los demás mortales:
descender al Hades para recuperar a su mujer. Únicamente le impuso una estricta condición:
que cuando la encontrase y retornase con ella al mundo terrenal, Eurídice debía seguirle y
Orfeo, en ningún caso, podría girarse hacia atrás para comprobar si la mujer le seguía. Si
incumplía esta orden, la perdería definitivamente. Orfeo aceptó el reto. Caminando por el
Hades consiguió paralizar con sus cantos toda la vida y movimientos del antro infernal (la
rueda de Ixión y la piedra de Sísifo dejaron de rodar y las Danaides abandonaron
momentáneamente su inútil trabajo de llenar de agua las jarras agujereadas) hasta que, por fin,
encontró a Eurídice. Ella, tal como había sido prescrito, siguió sumisamente sus pasos a lo largo
del camino de retorno hacia la luz del sol. Sin embargo, Orfeo, cuando ya estaba pisando el
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umbral de la salida del Hades, no pudo contener su humana curiosidad y se giró hacia atrás
para comprobar si su mujer le seguía, aunque tan sólo llegó a intuir como una sombra espectral
se desvanecía hacia las profundidades del abismo infernal. La amenaza de la diosa del Hades se
había cumplido implacable (Casadeús, 2009, y Wikipedia, 2007).
En lo que respecta al origen mítico de los instrumentos, los griegos establecieron que
muchos instrumentos musicales fueron inventados, ejecutados y entregados al hombre por los
dioses. Por ejemplo, la flauta fue un don de Atenea; Pan tocaba la armónica; Apolo había hecho
la lira con un caparazón de tortuga y era el instrumento favorito de los dioses del Olimpo; la
citara era considerada el atributo de Apolo. Los crótalos; se trata de unos platillos que entran en
escena en las danzas, dicho instrumento musical, estaba en manos de las musas. (Schuhl, 1963;
Sigerist, H. E., 1962; Alvin, 1990; Wikipedia, 2007; y Casadeús, 2009)
La razón subyacente que existe para darle a la música un origen mitológico, es que se
pudo darle a la música un sentido misterioso y un poder especial. Por lo tanto; se partía de la
siguiente premisa: en el Monte Olimpo la música hecha divinidad dará lugar a artes distintas;
así Apolo es el dios de la música y su hermano Dionisios el de la danza y el teatro. En otro lado,
del Olimpo encontramos a las musas o también llamadas ninfas que serán las encargadas de
ayudar y respaldar a los dioses. Tersícore será la musa de la poesía coral y la danza, Erato de la
canción amatoria y Euterpe, de la música y la flauta. Todo lo anteriormente mencionado nos
habla que la música nació envuelta en fabulas y leyendas. Para el mundo griego, la tierra es de
los dioses y la música su medio de comunicación (Casadeús, 2009, y Wikipedia, 2007). Singer,
1928 (citado por Alvin, 1990) denomino que el efecto del mito llevo a los griegos a poder lograr
“una conciencia científica”. Todo lo anterior se traduce en que en la antigua Grecia, la música
era utilizada en el movimiento dionisiaco, la corriente mística y ascética que se reclamaba de
Orfeo (Schuhl, 1963).
Ahora sí, podemos entrar de lleno en los aspectos teórico – científico de la música en la
cultura helénica, Para ellos, la música específicamente va a actuar en el estado de ánimo; a lo
cual, los griegos le llamaron Ethos y de ahí se formo la teoría de Ethos; la cual, se funda en el
postulado de que entre los movimientos de la música y los psíquicos del hombre existen
relaciones íntimas y estrecha que hacen posible a la música un influjo determinado sobre el
carácter humano; y de ahí, sobre el estado fisiológico y el estado de ánimo de las personas
(Monro, D. B, 1884 y Schuhl, 1963); es decir, la música por sí mismo, va a crear un determinado
estado de ánimo. Dentro de los Principales teóricos que postulaban dicha teoría, se encontraba
el filósofo Pitágoras (582 – 500 A.C siglo VI A. C), y posteriormente, en los pitagóricos
(formaron una secta semireligiosa, semimatemática, en la ciudad de Crotona, es un pueblo al
sur de Italia, los conocían como la Orden de los Pitagóricos. Junto con las matemáticas inculcó
a sus discípulos la veneración de los números). En lo que respecta a su formación teórica la
obtuvo a través de la educación en los sagrados templos egipcios; y por ende, asimilo gran parte
de la ciencia egipcia. Para él la música formaba parte de las prácticas favorables para la
reminiscencia y con valor purificador, en el sentido estricto de la catarsis. Empero, también
posee una virtud equilibradora capaz de detener las almas violentas y aliviar a los deprimidos de
sus tensiones psíquicas. Para él, se va a partir existe una relación entre los modos o secuencias
de notas y el principio matemático que las rigen. Incluso, llego más lejos al desarrollar una
mística de numerología que expresaba en términos musicales; a lo cual, lo llamo medicina
musical (Powell, 1963). Como menciona Bernabé, 2000 se le va atribuir a Pitágoras el
descubrimiento de los intervalos musicales regulares; esto significa, la comprobación del hecho
de que las escalas se componían a base de dividir la cuerda en las proporciones: 1:2, 3:2, y 4:3.
Esta implica el que Pitágoras descubrió un principio acústico fundamental; el cual, se refiere a
que la altura de los sonidos va depender de la longitud de la cuerda vibrante. En esta sociedad
secreta logró concebir a la música como algo eterno y, por lo tanto; la música adquiere un valor
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terapéutico, y lleva como consecuencia que se purifique el alma. (Monro, 1884; Schuhl, 1963;
Salazar, 1954; Scout, 1969, Poch, 1999, poch, 1999a y Martin, abril 2007). Lo cual, llevo a
Pitágoras y; por ende, a la secta de los pitagóricos a que se unan las matemáticas y la música; a
lo que le llamaron harmonía que significa, las proporciones de las partes de un todo. Es
necesario hacer referencia que Pitágoras fue el primero en llamar cosmos al conjunto de todas
las cosas, debido al orden que existe en este (según Aecio, citado por Corona, diciembre 2000).
Dicho orden, por el que se va a regir el cosmos es dinámico. Por lo tanto; el universo esta en
movimiento y es el movimiento de los astros y de las harmonía. Esto, está implicando, en que las
esferas al moverse van a producir un sonido, aunque no perceptible por el ser humano
ordinario, debido a que se había acostumbrado a él, con el paso de los años, que había existido.
Este sonido era diferente según la esfera que estuviese en movimiento; así, según las
proporciones aritméticas de sus orbitas alrededor de la Tierra, se producía un tono u otro. De tal
manera que al sonar todas al mismo tiempo componían una armonía perfecta. Por otro lado, el
alma también es harmonía. Las matemáticas y la música, se van a aprender por los ojos y los
oídos. Lo cual, va a constituir los dos caminos para la curación del alma. Además, la harmonía
tiene otra connotación, es la afinación de un instrumento musical con cuerda de diferentes
tirantes, llegando a significar la escala musical; lo cual, se concluyo en el siglo V a. C. Con base a
lo anterior, los pitagóricos llegaron a afirmaba que “la tonalidad del universo era harmonía y
número” (según Aristóteles, citado por Corona, diciembre 2000). Siguiendo esta línea de
pensamiento el número, va a aludir al aspecto visual, geométrico y astronómico de los cuerpos
del Cosmos; el cual, era comparado con un inmenso teatro. Y de ahí que, la harmonía alude al
sonido de los instrumentos afinados que hacen del cosmos una orquesta sinfónica. De lo
anteriormente mencionado, la doctrina pitagórica, va a enseñar a aprender mirando el cielo y
escuchando la música callada de las esferas celestes. Debido a que, el cielo es el número y
harmonía y también es música que sólo quien sabe guardar silencio es capaz de escuchar. Esta
forma de explicar de forma numérica la esencia de lo creado, va a tener un origen oriental. Con
base a lo anterior, se puede inferir que Pitágoras fue el iniciador de la aplicación curativa y
medicinal mediante el uso de la música. Va a actuar sobre el alma; se considera a el alma, como
que es harmonía; por lo tanto, la música va a ejercer sobre el espíritu o alma una especie de
poder; debido, al hecho de que la música puede restablecer la armonía espiritual, incluso
después de estar perturbada. De tal idea, se infiere uno de los conceptos más importantes de la
estética musical de la antigüedad: es el concepto de catarsis (Katharsis), entendido como la
purificación del alma. La música era admirada y llamada purificación, por ello los pitagóricos
realizaban la purificación del cuerpo con la medicina y el alma con la música. Es necesario
mencionar que esta concepción pitagórica de la filosofía como curación del alma; la cual, tiene
como ciencias auxiliares a las matemáticas y a la música; dando como consecuencia a una
meloterapia o psicoterapia musical. Empero; los pitagóricos, no sólo establecieron una especie
de medicina musical del alma; sino, que además se empleaba ciertos encantamientos para
ciertas enfermedades creyendo que la música contribuía grandemente a la salud si se empleaba
de modo más conveniente. Por consiguiente, se establecía un lazo indisoluble entre salud y
música; lo cual, era debido al hecho de que la proporción y equilibrio de las notas produce
harmonía y orden, tanto en el cuerpo como en el alma. Ergo; Martin, abril 2007, llego a dos
conclusiones obvias: que la música es esencial como un medio de contemplación y; por ende, de
un conocimiento inteligible; y número dos, es un medio de purificación espiritual; la cual,
implica temas menos importantes; tales como, el desahogo de malestar psíquico o el
apaciguamiento interior efímero.
Según Arístides Quintiliano, citado por Poch, 1999 llego a la conclusión que para los
griegos va a haber tres modos o estados de ánimo que la música puede provocar; los cuales, son:
systaltiké (la cual; consiste en aquellas composiciones musicales que producen un efecto
deprimente o sentimientos penosos); diastaltiké (la cual; consiste en aquel género musicales
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que producen un efecto de levantar el espíritu o excitar) y finalmente hesikastiké y mese (la
cual; se refiere a aquellas composiciones musicales que producen un efecto de poner en
tranquilidad o calma al espíritu agitado; es decir, va a relajar o sedar). Para Platón va a
considerar que la concordancia de los sonidos, es el resultado de que percibimos un sonido
como acorde o desacorde, va a depender de la semejanza o compatibilidad de los sonidos y
movimientos musicales en nosotros en el primer caso y de lo contrario en el segundo. El ser
humano ve la realidad teñida en función de su estado de ánimo que presenta en cada
momento.(Monro, D. B, 1984; Schuhl, 1963 y Poch, 1964). En cambio, para Aristóteles (Salazar,
1954) había señalado que la música puede actuar de cuatro modos sobre nuestra voluntad: 1)
puede incitarnos a la acción, es el ethos práctico, praktikón; 2) puede despertar una fuerza
o vigor en nuestro temperamento, es el ethikón; 3) puede producirnos una mengua o
desfallecimiento en nuestro equilibrio moral, es decir, es malakón, thenödes = trenódico; y
4) puede quitarnos por algún tiempo el empleo de nuestras facultades volitivas de suerte que
perdamos la consciencia de lo que estamos haciendo, entregándonos al poder avasallante del
ethos de esa música que es conocido como enthousiastikón; peculiar de los ritos dionisíacos,
es decir, del éxtasis. Siguiendo esta línea de pensamiento Aristóteles tenía la creencia de que la
música posee un efecto sedante, calmante, un efecto que hoy diríamos de evasión o aloofness y
que él denomina katharsis. De ahí que para dicho autor, existan cuatro tipos de Ethos:
instrumentos musicales; ritmos; tonoi (tonos); y harmoniai o escalas.
De todo lo anterior, se puede desprender que para la cultura helénica termina por
idolatrar la belleza y la voluptuosidad, las formas físicas, perdiendo con ello su capacidad de
razonamiento y hasta su capacidad de percepción. Por lo tanto, desde el punto de vista helénico
la música no ha sido dada al ser humano con el objeto de halagar sus sentidos; sino, más bien
para poder calmar los trastornos de su alma y los movimientos que experimenta un cuerpo lleno
de imperfecciones (Benenzon, 2000). Todo lo anterior significa que el ethos en un sentido
general, aplicado principalmente en la música va a provocar que se le dé un carácter moral que
la música tiende a inspirar en el alma. Las notas, las harmoniai, los géneros, la melodía en
general, y los ritmos dan como resultado que le atribuyan a la música el rol más importante
dentro del sistema educativo griego (Robertson, A; y Stevenson, D, 2001)
Por ende; se puede inferir que en la presente civilización, aplicaron en forma sistemática
la música como un medio curativo o preventivo que podía y debería ser dosificado por el Estado,
pues sus efectos sobre el estado físico y mental eran predecibles (Monro, 1884). Es decir, le
asignaban a cada tipo de armonía y de ritmo un influjo especial sobre el alma. Siendo ejemplos
de este amplio uso de la música, los siguientes pensadores helénicos: el filósofo y matemático
Pitágoras (582 – 500 a.C.); el cual, ya fue tratado de forma amplia en los párrafos anteriores.
Posteriormente, Tatarkiewicz ya en el Siglo V A .C menciono que se tenía la convicción
popular de que la música y la poesía provocaban unas reacciones violentas y extrañas en la
mente, produciendo un estado en el que las emociones y la imaginación superan a la razón. Por
consiguiente; estas experiencias provocan una descarga de emociones. Subsecuentemente,
Platón (428 – 347 a.C.). Este autor propone la educación musical, como parte principal de la
educación, ya que considera que la beldad es el objeto de las artes, la cual crea una atmósfera
sana en los niños y jóvenes para verse conducidos a imitar y amar lo bello. Platón estaba
convencido de que si la música se inicia adecuadamente en el alma de los jóvenes, aprenderán a
advertir la imperfección y lo defectuoso en la naturaleza y el arte, alabarán la belleza y
alimentarán su alma con ella; a la vez que despreciarán lo vicioso, ya que la música crea una
relación entre la razón y la persona. He aquí la ventaja, de acuerdo a Platón, de educar a los
niños y jóvenes en la música, era que podremos aspirar a un orden justo del Estado (Monro,
1884; Salazar, 1954; y Schuhl, 1963). Además enuncio un principio fundamental en el uso de la
música para fines médicos: el que unos sonidos parezcan al ser humano acordes o desacordes; lo
cual, va a depender de la semejanza o, mejor dicho de la compatibilidad de estos sonidos en el
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oyente. Por otro lado, Platón partía del supuesto de que el carácter de cada modalidad producía
efectos específicos sobre la moral del oyente; es interesante advertir que atribuía un valor de
permanencia en dichos efectos. En cambio, para el filosofo y científico Aristóteles (384 – 322
a.C.), da a la música un valor medico; pues afirma que las personas que sufren de emociones no
dominables, a través de escuchar la música lleva a la psique de la persona alterada hasta el
éxtasis retornándolo a su estado normal (Bruscia 1997). Incluso llego a afirmar en su obra La
Política, que recomendaba por el uso de matracas musicales como una puerta de escape para la
energía de los infantes destructivos; los cuales, de otra manera podían dañar los muebles
Aristóteles en su tratado de Política (Libro V, Capítulo VIII, paginas 247 – 248) pensaba que,
como medio de educación, las melodías éticas y sus correspondientes armonías debían ser
aplicadas al desarrollo del carácter. Abogaba, por ejemplo, por el uso del modo dorio, que tenía
un espíritu de coraje, o el modo lidio, particularmente adecuado para los jóvenes. Por
consiguiente; usa la música para llegar a la catarsis emocional. Para Alvin, 1999 va a considerar
a Platón y Aristóteles como los precursores de la musicoterapia; para ellos, la conceptualizaban
como el uso dosificado de la música. Aristoxenos de Tarento dejo de ver en la música meros
elementos matemáticos y decretó que era el oído y no el razonamiento quien debía intervenir en
su explicación. Esculapio famoso músico prescribía música y armonía a personas de
emocionalidad perturbada con fines curativos; partía de la premisa de que si se daba una
depuración catártica de las emociones, era crucial para conseguir la salud mental. Isménius,
médico de Thèbas, curaba la ciática; Théophrate calmaba a los dementes; Xénocrate trataba
los rabiosos. Por otro lado, Claudio Ptolomeo, que vivió el ocaso de la cultura egipcia, fue un
importante matemático y teórico de la música y miembro de la Academia, escribió un tratado de
teoría musical llamado Harmónicos; pensaba que las leyes matemáticas regían los sistemas
musicales. Y en el siglo II DC. El griego Ctesibios, residente en Alejandría inventó el órgano
hidráulico, instrumento en el que el suministro de aire de los tubos era realizado por un
mecanismo que utilizaba la presión del agua (Chomet, 1965 y Bruscia, 1997).
Los instrumentos musicales griegos van a pertenecer a dos familias principales; las cuales son:
1. Los de cuerda punteadas tales como, la lira usada para acompañar a los cantos o a los
salterios.
Es necesario, que se recuerde que los instrumentos de viento eran, en la época de los
griegos antiguos, los únicos instrumentos de sonido sostenido, que poseían las características de
la voz humana. De allí su notable efecto sobre el oyente de aquellos tiempos, cuyos oídos no
estaban condicionados a la intensidad y al dinamismo del violín. En diferentes textos, se hace
referencia al potente efecto de la flauta sobre las emociones. Se le creía capaz de exaltar pasiones
y producir así catarsis. Para Aristóteles en su Política (libro V, Capítulo VI, pagina 242)
expresa su creencia de que la flauta era un instrumento de un carácter muy excitante, más bien
que ético y debía ser en consecuencia, empleado solamente en aquellas ocasiones en que el
objeto de la música era depurar las emociones más bien que enriquecer la mente.
La lista que sigue, fue enunciada por Casiodoro, (citado por Meinecke, 1948), muestra lo
detallado del análisis de los efectos modales. La presente clasificación es, probablemente, muy
personal, aunque refleja opiniones de otros autores. En los tiempos modernos ha habido
afirmaciones similares acerca del efecto de ciertas tonalidades, los más subjetivos.
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De lo anterior, se puede desprender que la música en el Imperio Romano fue casi una
continuación de la música de la Cultura Helénica. Cuya escritura musical, tonos y modos,
adoptaron, puesto que empleaban los mismos instrumentos. Entre los romanos gozaban de gran
boga la flauta y la trompeta, en los conciertos públicos o privados. En la sociedad romana vino a
adquirir un gran desenvolvimiento y la música vino a ser la distracción de moda entre lo más
selecto de la sociedad romana. Sin embargo, entre el hombre común la música fue tenida no
como un arte; sino, como algo que utilizar. Siendo el pueblo profundamente militar; por ende, la
música de este género fue crucial, presentaba como características predominantes: era enérgica,
capaz de producir salud, coraje y virilidad. Esta música tenía como rol ejercer una influencia
sobre la parte física; debido al hecho de que no influía sobre la imaginación. Empero; los efectos
de la música militar pura y simple; sin estar de alguna manera contrarrestada por influencias
refinadas, puede en el curso del tiempo, degenerar y convertirse en perniciosa para la
personalidad, debido a que podía hacer que involucionara el coraje en brutalidad y la virilidad
sexual en sensualismo (Scott, C, 1969; y Alvin, 1990).
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