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Enredadas entre las redes: Globalización,

transnacionalización e institucionalización del


campo de acción de los movimientos de
mujeres en América Latina

Eugenia Carrara

Profesora coordinadora: Gloria Bonder

1
Índice

Introducción …………………………………………………………………………………....3
Punto I: Globalización, ciudadanía y reivindicaciones de mujeres ……………………….4
Punto II: Movimientos loca-nacionales , regionales y globales: La transnacionalización
los movimientos de mujeres en América Latina …...…………………………….………….6
Punto III: Institucionalización y organización de los movimientos feministas en la era
global……………………………………………………………………………………………..8
Conclusión ……………………………………………………………………………………11
Bibliografía ……………………………………………………………………………………14

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Introducción:

Siguiendo la línea temática del seminario, donde se propone considerar y


articular las relaciones entre el orden global y el orden de género, me gustaría en
este trabajo, deducir algunas pistas que nos permitan entender la evolución y la
expansión del campo de acción de los movimientos feministas en América
Latina, y sobre todo, evaluar los impactos de la globalización en la organización
política de las mujeres. A través del análisis de las formas que han tomado las
reivindicaciones feministas de nuestra región buscaré responder a algunas de
las preguntas sugeridas durante el seminario: Como repercuten los procesos de
globalización en la participación social y política, y las formas de organizar e
intervenir en sus comunidades, en sus países y en la región en su conjunto?
Cuales son sus modos de accionar, sus visiones sobre la sociedad y su
potencialidad de interpelación a las estructuras hegemónicas? Que márgenes de
autonomía y decisión política le quedan a quienes habitan en las orillas del
mundo global?( Bonder,2010).
El punto central del trabajo es entender la relación entre la institucionalización de
algunas luchas feministas, tanto a nivel nacional como global, y la
reconfiguración del campo de reivindicaciones feministas en América Latina.

Durante el seminario hemos podido ver porque la globalización como proceso


tiene un impacto concreto y diferente según el género de los actores. Este
proceso global se acompaña de una restructuración del lugar de las mujeres en
la sociedad a nivel local.
La creación de organismos internacionales, la democratización de nuestra región,
la progresiva debilitación del estado-nación y la manera en la cual nuestra región
se ha insertado en la economía del mundo, y en la geopolítica de poder, han
tenido también repercusiones sobre la manera en la cual las mujeres se
organizan para llevar a cabo sus reivindicaciones. Desde este ángulo Alicia Girón
(2009) remarca que más allá de los nuevos conflictos y dramáticas exclusiones
generadas por los procesos globalizadores, ellos también han impulsado el
surgimiento de actores sociales que resisten y buscan concretar y ampliar
nuevos derechos. Como lo nota Sonia Alvarez (1997, 2010) hoy en día
movilizándose a través de redes globales como Internet y ONGs trasnacionales
los movimientos sociales de mujeres están trabajando para imponer sus propias
visiones, luchar por la justicia e influir en los procesos globales. Es en esta
perspectiva que la globalización también puede ser vista como un terreno
fecundo para el desarrollo de nuevos movimientos sociales de mujeres. Clyde
Soto describe con mucha astucia la tensión que puede generar esta visión de los
procesos globales: “Ver a la globalización como un contexto de oportunidades
puede dejar un mal regusto en los espíritus, puesto que tendrían que convivir
bajo un mismo término el análisis de fenómenos de exclusión e inequidad junto
con procesos que se pretende sean incluyentes y transformadores de una
situación de injusticia” (Soto, 2002:3).
Siguiendo estas propuestas y tratando de aportar un nuevo ángulo de análisis,
estos interrogantes serán articulados principalmente tratando de entender el

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impacto que ha tenido la transnacionalización de movimientos de mujeres dentro
de aparatos internacionales como la ONU en la reconfiguración de
reivindicaciones a nivel local.
El sociólogo Manuel Castells (2003) afirma que el mundo de la globalización es
un mundo de ganadores y perdedores, donde lo que pueda ser funcionalizado
dentro de la lógica de mercado se incluye y todo lo que no encaja se excluye.
Según Castells este mecanismo no funciona exclusivamente incrementando la
separación internacional, de tipo Norte/Sur pero opera también fraccionando en
el interior de los propios países (Amoros, 2005). En este trabajo tomaré como
punto de partida la idea de Castells, pero articulándola dentro del estudio de los
movimientos sociales de mujeres. ¿Los procesos de inclusión de ciertas
reivindicaciones feministas a nivel global no implican paralelamente procesos de
exclusión de otras reivindicaciones a nivel local?. Mi hipótesis es que si bien la
transnacionalización del movimiento y su inclusión dentro de una agenda global
de reivindicaciones han sido en un primer tiempo muy benéficas para la
restructuración de los estados y la mejoría del lugar de las mujeres a nivel
nacional-local, la progresiva institucionalización del movimiento dentro de
organismos internacionales ha acarreado una cierta despolitización de las
reivindicaciones feministas. Conjuntamente esto ha llevado a la exclusión
progresiva de movimientos feministas que luchan por una reforma en profundidad
del sistema, visto en su concepción como patriarcal, y a la inclusión de
movimientos “aceptables”, que se han transformado progresivamente en “los
movimientos legítimos”. Para explicar esta tesis el trabajo será dividido en tres
partes:
En la primera se intentara introducir e imbricar la relación entre globalización,
ciudadanía y genero , o sea el contexto en el cual se generan posibilidades de
acción colectiva. La segunda parte desarrollará brevemente la historia de los
movimientos en la región y el pasaje de la escala local-nacional a la escala
regional y global. En la tercera, se expondrán los cambios inducidos por la
institucionalización de algunas luchas de las agendas feministas a la escala
global/nacional. El objetivo es de mostrar como las diferentes transformaciones y
divisiones en los movimientos de mujeres a nivel, tanto local-nacional como
regional, están intrínsecamente ligadas a procesos que se hurtan ampliamente a
los limites nacionales y regionales y que tienen que ser analizadas en el contexto
de la globalización.

Punto I: Globalización, ciudadanía y reivindicaciones de


mujeres:

Si bien una de las mayores características de las sociedades humanas son sus
permanentes cambios y sus interconexiones con otras, en este ultimo siglo
hemos asistido a un proceso exponencial de intensificación de ambas
situaciones, que ha resultado en una creciente interdependencia y comunicación
entre las diferentes partes del mundo. Sin querer optar por una definición cerrada
de la globalización, irreductible a un significado único, me interesaré sobre todo
en la descripción de sus efectos. ¿Como entender las nuevas practicas
femeninas de acción colectiva en América Latina?

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Después del final de la segunda guerra mundial podemos decir que el mundo se
ha transformado gradualmente en un espacio social de acción compartido.
Vivimos en una economía globalizada donde decisiones practicas que se llevan a
cabo en diferentes partes del globo generan consecuencias decisivas para
personas y comunidades de lugares muy variados del mundo. La masificación de
las tecnologías de información y de comunicación, ha acelerado y facilitado este
proceso. Sin embargo, esto no significa que asistamos a una homogenización
social global como muchos investigadores han sostenido en el pasado. Si hoy en
día la escala local y la global están mas interconectadas que nunca los procesos
globales influyen de forma particular en lugares locales. La mejor articulación
teórica de estas escalas puede ser resumida con el concepto de Robertson
“glocalización”. Para describir esta idea Wendy Harcourt y Arturo Escobar
resumen “en el mundo actual ya no existen lugares aislados, ni puros o estáticos
o solo tradicionales; cada lugar es formado y afectado claramente por sus
confrontaciones con los procesos globales. Pero aún en un mundo globalizado,
el lugar sigue siendo el medio por el cual el individuo interpreta la realidad y vive
su vida ” (Harcourt,W. y Escobar,A, 2002: 3). García Calcini (citado en Alvarez,
1997) señala lo antedicho argumentando que la globalización es un conjunto de
procesos que están tanto homogenizando al mundo como fraccionándolo
articuladamente de una nueva manera.
En nuestra región, por ejemplo, las promesas de mejoría anunciadas por muchos
de los defensores acérrimos de la globalización no han tenido un balance tan
glorioso como se auguraba. La aplicación de varias medidas “recomendadas”
por el consenso de Washington, uno de los hitos del proceso globalizador,
terminaron demostrando los efectos devastadores del fenómeno en América
Latina. Al respecto el politólogo argentino Carlos M. Vilas nota que, el aumento
de las desigualdades a partir de las cuales las regiones y los países resultan
incorporados a la etapa actual de la globalización es una de las características de
este proceso (1999).
Cabe decir que estás transformaciones no son vividas de forma homogénea por
todos los actores de la región. Los efectos de la globalización se materializan de
maneras diferentes para varones y mujeres, como lo nota Alicia Girón “la
globalización amplió la marginación y feminización de la pobreza y, con ello, un
desarrollo desigual” ( Girón, 2009:78).Durante la cursada varios artículos han
mostrado las repercusiones concretas que los procesos de globalización, tal que
la creación de un mercado global, han tenido y tienen en la vida de las mujeres
de la región.Ellos las afectan de manera transversal en una multiplicidad de
escenarios, que van desde la transformación de la esfera privada hasta la
modificación de la relación con la esfera publica. En otras palabras este
fenómeno multidimensional repercute en la reconfiguración de subjetividades
femeninas y en las formas y contenidos de su relación a la ciudadanía, o sea de
su participación política. Desde esta perspectiva Carmen García y Magdalena
Valdivieso (2006) postulan que la proliferación de movimientos feministas en
nuestra Región se debe a la insatisfacción respecto al reordenamiento de la
economía. De este hecho, si bien podemos afirmar que diferentes aspectos de la
globalización tienen un impacto concreto sobre la reestructuración de la
ciudadanía de las mujeres a nivel local, los procesos globales tienen respuestas
locales. Lo que implica que para poder entender la creación y evolución de
espacios de acción de mujeres, o sea la articulación entre los movimientos
sociales y los procesos globales se necesita inscribirlos dentro de un contexto

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histórico y espacial preciso. Tomando como ejemplo el trabajo de Cylde Soto
(2002) y su articulación con las teorías de Susan Friedman (2002) diré que para
entender como y porque se producen nuevas practicas de acción colectiva de
mujeres en América Latina se debe repensar a la geopolítica en términos
feministas. Lo que significa analizar las formas en que las relaciones de poder
basadas en las construcciones de género se ubican en una locación determinada
y la manera en la cual se relacionan con otros contextos nacionales, regionales y
transnacionales con el fin de impulsar sus reivindicaciones. Esta es la temático
que será desarrollado en el punto siguiente.

Punto II: Movimientos loca-nacionales, regionales y globales: La


transnacionalización de los movimientos de mujeres en América
Latina

Si grupos de sufragistas y movimientos de mujeres por la adquisición de


derechos civiles han existido desde principios del siglo pasado, gran parte de la
literatura sobre el tema se concuerda en decir que fue durante la década del 70,
donde los feminismos Latino Américanos comenzaron realmente a desarrollarse
en todos los países de la región y que luego se establecerán duraderamente
como movimiento social (Vargas, 2002, Alvarez, 1997 , Falquet, 1998). La
especificidad de los movimientos de mujeres Latino Américanos es que si bien
desde sus inicios se trato de un movimiento plural , a diferencia de los
movimientos en Europa o en Estados Unidos que empezaron como movimientos
únicos para luego irse dividiendo progresivamente.
En América Latina se crean paralelamente varios grupos heterogéneos de
mujeres, que expresan la multiplicidad de formas en que las mujeres desde su
posición social comenzaron a entender y a actuar sobre su situación particular de
subordinación y exclusión, como lo nota Virginia Vargas (2002). Sin embargo,
más allá de la multiplicidad de los movimientos y sus especificidades nacionales,
de clase, etc. varias investigadoras sostienen que es posible esbozar ciertas
tendencias en la evolución del campo de reivindicaciones feministas latino-
Américano (Marques Pereira, 2008, Alvarez, 2010).
Durante las décadas de los 70-80 podríamos distinguir los grandes trazos de los
diferentes movimientos visualizados en tres grupos. En primer lugar, el
movimiento de feministas propiamente dicho, se trata de jóvenes universitarias
de clase media con afiliaciones a los partidos de izquierda. Sus reivindicaciones
son similares a las de la llamada “segunda ola” feminista en Estados Unidos.
Podríamos resumir el movimiento con en el slogan “lo privado es político”. Este
grupo inicia sobre todo un proceso de cuestionamiento del lugar ocupado por las
mujeres en la sociedad, buscando transformar las condiciones de exclusión y de
subordinación de las mujeres politizando la esfera privada. Un segundo grupo,
en forma paralela, se manifiesta en movimientos de mujeres contra las
dictaduras y por los derechos humanos, como en Argentina el movimiento de
madres de Plaza de Mayo. Si bien estos movimientos también son de
disconformidad y denuncia, ellos no responden a las mismas protestas. De
hecho, según la politóloga Marques Pereira (2008) los segundos movilizan una

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lógica completamente opuesta a los primeros. Mientras unos revindican la
identidad de madre, o sea las tesis maternalistas /marianistas, para afrontar los
regímenes políticos, los otros rehúsan el hecho de que la maternidad sea una
identidad asignada automáticamente a la mujer y buscan más que nada la
individuación, movilizando así principalmente las tesis de la pluralidad de grupos.
Una tercera vertiente es la de mujeres de clases populares, que frente a la
liberalización del estado se consolidan en grupos y redes de servicios colectivos
(comedores populares, salud, cuidado de los niños, etc.). En este sentido ellas
llevan a politizar la pobreza, sin realmente revindicar cambios de base en el
sistema patriarcal.
En los años 80’ , siguiendo la línea de las dos conferencias mundiales sobre las
mujeres organizadas por la ONU en 1975 (México) y en 1980 (Copenhague) los
movimientos de la región se organizaran y darán a luz iniciativas similares que
reconfigurarán en profundidad el campo de acción de movimientos de mujeres
Latino Américanos. Realizados desde 1981 los encuentros feministas Latino-
Caribeños reunirán diferentes organismos, movimientos y asociaciones de
mujeres regularmente. Estos espacios de confluencia tienen una importancia
crucial en el desarrollo de reivindicaciones locales, donde se comparten luchas,
experiencias, planes de acción y estrategias y en la integración de un feminismo
regional.
Los encuentros anticipan la formación de redes de acción transnacionales
feministas que se crearán exponencialmente a partir de la IV conferencia sobre la
mujer en 1995. La particularidad de estos eventos regionales en comparación a
los de las conferencias internacionales es la cierta autonomía en la cual se
desarrollan. Según Berenguere Marques Pereira (2000) estos se organizan sin
los financiamientos de organizaciones internacionales y/o de partidos políticos.
Lo que lleva a la politóloga a afirmar que más que funcionar como un campo de
reivindicaciones, ya sea frente a los estados o a los organismos internacionales,
los encuentros constituyen sobre todo un espacio de producción identitaria de un
feminismo plural y regional. Una de sus grandes características es según
Marques Pereira que una parte significativa del movimiento se inscribía en la
lucha contra el neoliberalismo y la globalización en la región, apoyando una
globalización alternativa.
Esta organización se trasformara radicalmente en la década de los 90, tanto a
nivel nacional como global, reconfigurando en profundidad el campo de acción de
los movimientos feministas y de mujeres en América Latina. Esta década puede
ser resumida por la institucionalización tanto a nivel nacional como global de los
movimientos feministas.
Para entender estos cambios la tesis de Virginia Vargas (2002) me parece muy
apropiada: Vargas sostiene que para entender la reconfiguración de los
movimientos de mujeres se tiene que analizar antes que nada los efectos
ambivalentes y contradictorios desatados por el proceso de la globalización en la
región. Dichos responden a una doble dinámica : De un lado la transición a
gobiernos democráticos en la región crea una nueva oportunidad de acción
política para los movimientos de mujeres. De otro lado la aceleración de políticas
neoliberales en la región, o sea a la disminución de la intervención del estado en
las políticas sociales hacen que el estado sea un actor menos influyente.
Este doble proceso , combinado a el hecho que paralelamente las
organizaciones internacionales incluyen como una prioridad en su agenda la
“perspectiva de género” hacen que la escala global sea progresivamente vista

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como un campo de acción fecundo para llevar a cabo sus reivindicaciones y
proyectos. Citando un trabajo Brasilero, Alvarez (1997) remarca como los
financiamientos de las agencias internacionales a las ONGs feministas fueron
una alternativa de degradación del presupuesto acordado a las políticas sociales
en los países de la región.
Esto nos lleva a ver que las “políticas de lugar”; o sea el campo de
reivindicaciones de genero a la escala local, están estrechamente ligadas a las
dinámicas de poder a nivel internacional. En este sentido, la expansión del
campo de acción de los movimientos de mujeres en la región hacia la escala
global translucen la perdida del poder del estado en términos de acción
ciudadana. La política y los proyectos a nivel local han dejado de ser materia
exclusiva de los gobiernos nacionales. Otras configuraciones como las ONGs y
los organismos supranacionales se van afirmando como nuevos actores, cada
vez mas influyentes en la región. Es este el tema que se pretende dilucidar en el
próximo punto tratando de entender como se construyen y articulan nacional,
regional y transnacionalmente las relaciones de poder en el campo de acción de
los movimientos feministas de la región.

Punto III: Institucionalización y organización de los movimientos


feministas en la era global.

A través de la historia podemos concluir que una de las particularidades de los


movimientos de reivindicación de mujeres es que desde sus inicios ellos han
funcionado de una manera transnacional. Conexiones que van desde la época de
luchas sufragistas, en Gran Bretaña y en Francia, a la organización por la
adquisición de derechos civiles transfiriendo sus experiencias y su savoir faire del
continente Américano al Europeo y a nuestra Región. Lo que ha cambiado en
estas dos ultimas décadas es el nivel de institucionalización de estas redes
transnacionales. En la era global asistimos a la legitimación y acaparación
institucional (nacional e internacional) de - algunas- de sus luchas sobre el lema
"gendermainstreaming" ( perspectiva de genero) . Esta nueva lógica
transnacional, tiene grandes efectos en la escala local.
En este contexto, los movimientos feministas que históricamente habían
ocupado un lugar marginal y de confrontación con el estado, dejan de
posicionarse en una lógica de enfrentamiento para convertirse en instituciones
dependientes del financiamiento del estado o de las agencias de cooperación
internacional (extranjeras o de organismos internacionales).
¿ Pero como se pasa de la lógica de solidaridad de los “encuentros” a la lógica
institucional de las “redes”? Articulemos rápidamente algunos cambios mayores a
nivel local y después global en la región para entender la evolución que ha
llevado a una cierta institucionalización del campo de acción de los movimientos
feministas en América Latina.
De punto de vista local-nacional, estas últimas dos décadas pueden ser
caracterizadas por un pasaje en el conjunto de la región a gobiernos electos
democráticamente. Este cambio en el régimen político permite a los movimientos
de mujeres de considerar sus posiciones tradicionales y cambiar la dinámica e
sus reivindicaciones. Por primera vez los movimientos pueden trabajar no contra

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sino con y dentro del Estado. Una parte del movimiento feminista verá este
cambio como una buena posibilidad de llevar sus reivindicaciones dentro de las
agendas nacionales y de impulsar políticas publicas para transformar las
relaciones de genero en sus respectivos países. Es así que progresivamente las
estructuras burocráticas de los países de la región comienzan a exhibir instancias
especializadas para atender lo que genéricamente se conoce como "asuntos de
la mujer". Las reivindicaciones de mujeres en este contexto serán principalmente
de orden jurídico, o sea por la adquisición de derechos. Esto lleva a un cambio
significativo en la organización del campo de acción feminista que asiste a una
profesionalización de algunos de los temas de la agenda feminista (derechos
reproductivos y sexuales, violencia contra las mujeres, etc.) Muchas son las
mujeres afiliadas a los movimientos que comienzan a integrar y a cooperar con
dichos ministerios, consejos e instituciones del estado.
Este proceso provoca grandes divisiones dentro de los movimientos sociales de
mujeres, donde un grupo denunciará la manipulación política de luchas
feministas, constituyéndose así como grupo “autónomo” y calificando a las otras
de “institucionalizadas”.
La aparición de estos organismos a nivel nacional debe ser articulada con la
presión de la ONU y sus reiteradas recomendaciones sobre la cuestión. En este
sentido, varias conferencias internacionales de mujeres han servido a inducir
transformaciones en la organización nacional: la legitimación internacional de
luchas feministas ha llevado a que los estados nacionales tengan que incluirlas
dentro de sus políticas.
Este punto de fricción muestra la dimensión geopolítica de las dinámicas
globales/locales, dejando transparentar la gran dependencia entre el campo de
acción local y el global, su estructura y sus niveles asimétricos de influencias.
Pasemos ahora a el análisis de la evolución del campo de acción de los
movimientos de mujeres a nivel de redes transnacionales: Desde un punto de
vista global, varias investigadoras coinciden en que uno de los momentos claves
para entender la institucionalización de redes regionales es la preparación de la
IV Conferencia Mundial sobre la Mujer de Beijing en 1995 (Alvarez, 2010 ). Un
año antes del evento se le propone a los movimientos de presentar iniciativas
para crear una agenda común de reivindicaciones en el Foro de las
Organizaciones no gubernamentales, realizado paralelamente a la conferencia,
en la localidad vecina de Huairou. Es en este ámbito que los movimientos
feministas de toda la región se reunirán con el aval de la ONU para elaborar
proposiciones y reivindicaciones en una dimensión regional. Así se juntan en la
ciudad de Mar del Plata en el año 1994 mujeres de todos los países de la región
para discutir sobre sus acciones, participación política, etc.
En esta misma línea de acción, el proceso de Beijing indujo un cambio en la
organización de discursos y prácticas del feminismo transnacional Latino
Américano que comienza progresivamente a institucionalizarse. Así, a diferencia
de los encuentros locales y regionales sobre todo militantes e informales, Virginia
Vargas (2002) nota que la conferencia condujo a las activistas, dirigidas por las
ONGs feministas, a forjar nuevas coaliciones – locales, nacionales, regionales y
mundiales- establecidas en redes formales y estructuradas. En la jerga se
conoce a este proceso como la “ongenización” del movimiento feminista.
Al tiempo de su constitución la formación de mujeres en redes globales
responde al hecho que estas se conciben como un medio de presión alternativa y
de legitimación de sus reivindicaciones en una nueva arena de acción. De

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hecho, la inclusión de luchas feministas en la agenda de instituciones dominantes
como la ONU, la OIT, el Banco Mundial crea efectivamente nuevas
oportunidades de acción ciudadana para los movimientos de mujeres.
En este sentido, los movimientos de mujeres se apropian de este campo de
acción, transformando los efectos globalizantes, como la presión y el peso de
estas instituciones sobre sus respectivos países, en un recurso. En su origen las
redes fueron mayoritariamente una manera de luchar contra los efectos del
liberalismo y sus impactos globales, como lo es la REMTE (Red de mujeres
transformando la economía) fundada por organizaciones de base, ONGs e
investigadoras de diez países Latino Américanos. Pero poco a poco las redes
institucionalizadas, o sea financiadas por los organismos internacionales,
“diluyen” el contenido y la radicalidad de sus agendas para acomodarse al tono
de las agencias internacionales. El objetivo principal de las mismas se transforma
en “incidir en las agendas y en el cumplimiento de los compromisos
internacionales de los gobiernos en relación a las políticas de igualdad de
oportunidades para las mujeres”, como lo sostiene una de las redes mas
financiadas por la ONU, la comisión Huairou.
Los análisis sobre el impacto de estas transformaciones en los movimientos de
mujeres y de esta nueva escala de acción en sus luchas contrastan según el
posicionamiento de las investigadoras. La postura de Virginia Alvarez sobre la
cuestión me parece ser bastante parcial y completa en este sentido. En suma, la
autora dice que :
1. La institucionalización de los movimientos de las mujeres a llevado a un
proceso de “legitimación” de algunas actrices del movimiento: las
“institucionalizadas” y “ongenizadas” que se perfilan como expertas en el campo
de acción de las relaciones de genero
2. La institucionalidad modificó profundamente la orientación la dinámica del
movimiento y de su agenda que se transformo en una agenda centrada sobre el
nivel de influencia a tener en las instituciones. Para parafrasear Alvarez : “La
ongenización y transnacionalización del campo de acción feminista Latino
Américano parece haber conducido a un número cada vez mayor de feministas a
privilegiar ciertos espacios de las políticas feministas : el estado o los terrenos de
la política internacional sobre otros, tales como las acciones tendientes a
transformar las representaciones de género prevalecientes, a enfatizar los
cambios en la conciencia o a procurar la transformación cultural por medio de
actividades locales, para la organización y movilización de las bases” ( Alvarez,
1997; 11). Todas estas remarcas me llevan a interrogarme y a poner en duda los
márgenes de autonomía de los movimientos de mujeres y su potencialidad de
interpelación a las estructuras hegemónicas en esta época de institucionalización
de sus discursos y practicas. En este sentido me parece que la gran repercusión
que han tenido los procesos de globalización en los modos de accionar del
movimiento es la progresiva despolitización de los fundamentos de las relaciones
de genero. Esta es la tesis que sostendré para concluir este trabajo.

Conclusión:

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Si a un momento dado la creciente articulación y transnacionalización del campo
de acción del movimiento feminista Latino Américano dieron un gran impulso a la
capacidad del feminismo en los procesos políticos nacionales e internacionales
aumentando su influencia en diferentes campos de acción políticos hoy en día el
escenario parece mas confuso. No niego el hecho que la organización en redes
fue un elemento clave para expandir el campo de acción del movimiento de
mujeres tanto a nivel local-nacional como a nivel global. Sin embargo, y teniendo
en cuenta que las redes no se producen realmente exclusivamente ‘desde arriba’
o ‘desde abajo’ pero dentro de un movimiento de flujos globales, hoy en día las
dinámicas de poder han hecho que progresivamente la glocalidad de dichas
redes, se reconfigure transformando así su contenido que es cada vez más
determinado desde la esfera global. Esto es lo que me propuse llamar un
feminismo local enredado entre las redes globales . Volviendo a la teoría que
expuse en la introducción formulada por Manuel Castells, sobre el mundo global
como un mundo de ganadores y perdedores, con una doble lógica de
inclusión/exclusión, creo que la institucionalización de reivindicaciones feministas
dentro de las agendas de las organizaciones y agencias internacionales en
América Latina han llevado progresivamente a una inclusión - a través la
legitimación y el financiamiento - de las redes y ONGs de reivindicaciones
“internacionalmente aceptables”, visto que ellas no ponen en duda el sistema, y
han conducido a la casi exclusión de otros grupos más radicales, que ponen en
duda el sistema en su conjunto. De la misma manera, la institucionalización de la
“perspectiva de género” y la profesionalización de una parte del movimiento han
provocado en cierta medida, una despolitización de las reivindicaciones
feministas. Las reivindicaciones de estos movimientos han dejado de ser la
transformación de las relaciones de género, como relaciones jerárquicamente
instituidas, y han pasado a concentrarse en la lucha contra las
desigualdades/discriminaciones, o sea en una intervención exclusivamente
institucional que actúa por el intermediario de la promulgación de leyes1. Algunas
investigadoras( Lamoureaux, 2002) llegan a sostener que las teorías del “gender
mainstraming” al interior de las agencias internacionales de cooperación al
desarrollo erradican completamente la critica feminista al patriarcado para
concentrarse solamente en planes de acción liados a la pobreza de las mujeres.
Jules Falquet (1998) sostiene por ejemplo que son las agencias internacionales
las que definen de antemano los temas que los informes nacionales deberán
abordar. Esto lleva a que las reivindicaciones, más que desde lo local, vengan
desde las “agendas globales”.
Lo que va de par a el hecho que el financiamiento exacerba la lógica de gestión,
donde las iniciativas deben encuadrar dentro de planes de agencias y
organismos internacionales. Las redes están obligadas a seguir estos planes
para recibir financiamiento las organizaciones pierden gran parte de su
autonomía y carácter reivindicativo.
y la construcción en redes cada vez mas “globales”.
En este sentido, las ONGs tienden de un lado a constituirse en redes cada vez
mas “globales” para acaparar financiamientos y del otro a concentrarse sobre

1
Este es uno de los procesos que ha criticado el movimiento autónomo al movimiento de institucionalizadas.
Las “autonomas” condenan que las estrategias centradas en el estado son sumamente estrechas y que las
demandas feministas no se agotan en la transformación del estado.

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todo en la participación de los eventos internacionales, fuente económica de su
sobrevivencia.
Cabe decir que en estas reuniones globales solamente un pequeño número de
profesionales de ONGs está presente lo que en algún sentido diluye la
democracia y produce una gran jerarquización en las organizaciones. Nos
podemos preguntar también si las “expertas” que van a las reuniones
representan realmente el movimiento. Recordemos que la institucionalización ha
ido contra la militancia política y ha obligado a los movimientos a
profesionalizarse. La elección de representantes son designadas desde el poder
de las instituciones y no desde la construcción del movimiento, como lo eran
antes. En este sentido, para ser representante de una red global se necesita
disponer de diferentes capitales - sociales, culturales - ( a la mayoría se les pide
hablar inglés ) que solo un pequeño grupo de privilegiados posee. Estas
personas la mayoría de las veces, tienen trayectorias de ‘excelencia’ y que ya
están vinculadas con el funcionamiento de las organizaciones internacionales y
su pensamiento. Podemos proponer la hipótesis, a validar ulteriormente en una
investigación cualitativa que, a priori, esta elite no es muy contestataria ya que ha
sido socializada y seguramente escolarizada dentro de los mecanismos
legítimos. Esta elite feminista globalizada que va a las conferencias, fácilmente
se transforma en "expertas en género”. Otro riesgo es que la “representantes” del
movimiento respondan a lógicas individuales de promoción profesional, y que
ellas estén mas interesadas en su trayectoria laboral que en las reivindicaciones
del movimiento
La teórica feminista chilena Margarita Pisano expresa este sentimiento
sosteniendo que “el movimiento feminista está convirtiéndose en una conferencia
de la ONU[…] Si dirigimos nuestras energías a ejercer una influencia sobre el
sistema y sus poderes, debilitamos profundamente el poder de los movimientos
sociales, tales como el feminismo y sus posibles aliados, los cuales han estado
construyendo un proyecto de transformación de la civilización […]. Los grupos
que tienen el poder conocen muy bien este juego. Consiste en la intención de
dividir para evitar que se establezcan vínculos entre los proyectos de
transformación” ( Álvarez, 1997:7). Siguiendo la idea de Pisano y articulándola
con la teoría de los sociólogos franceses Luc Boltanski y Eve Chiapello (2002)
que postulan que hoy en día el capitalismo se ha construido sobre las críticas
emitidas en los años 68’, podríamos concluir sosteniendo como hipótesis que la
crítica de la exclusión de la mujer de los años 70 ha sido institucionalizada para
volverse menos reivindicativa y peligrosa. Dentro de las agendas de las
agencias internacionales no se busca cambiar la estructura de poder, sino
facilitar el acceso a la ya existente. Así, la institucionalización de una parte del
movimiento feminista ha llevado a que el sistema capitalista neo-liberal como
sistema de explotación y subordinación de la mujer sea cada vez menos
cuestionado. No es el sistema que se pone en duda en las agendas
internacionales, pero el mismo se amplía para incluir a las mujeres. La
institucionalización a nivel global de las redes “internacionalmente aceptables”
hace crecer su importancia a nivel local, ellas se transforman así en las
representantes oficiales frente a los estados, marginando así a los grupos no
institucionalizados. Diane Lamoureux (2008) por su parte va mas lejos
postulando que este proceso va de la mano con la estigmatización de los
movimientos feministas que buscan la emancipación de la mujer, vistos como
“inútiles”, pues el estado ya ha tomado el cargo de implementar medidas contra

12
la subordinación de género.

Bibliografía

13
Alvarez Sonia (1997) "Articulación y transnacionalización de los feminismos Latino
Américanos, Debate feminista, año 8, vol 15
Alvarez Sonia (2010) “Translating the global : Effects of Transnacional Organizing on Feminist
discourses and practice in Latin América”. En: Krook Mona y Childs Sarah "Women,gender
and politics:a reader", Oxford University Press, Londres
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