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La mayoría de los argumentos que se han ofrecido en contra de clonar humanos pueden clasificarse en
tres grupos principales: a. Riesgos de daños físicos al clon; b. Riesgos de daños psicológicos al clon; c.
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Daños sociales. Vayamos analizándolos por orden.

a. Riesgos de daños físicos al clon. Quienes rechazan la clonación humana a menudo mantienen que esta
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técnica es moralmente impermisible porque no se ha probado su seguridad. Explican que el
procedimiento utilizado para crear a la oveja Dolly tuvo éxito en sólo uno de 277 intentos. Por lo tanto,
según estos autores, esta tecnología podría producir anormalidades severas en los posibles bebés.

Es díficil, sin embargo, ver cómo este argumento puede apoyar una prohibición total y final de la clonación
humana. Para poder probar la necesidad de tal prohibición, sería necesario asumir que es moralmente
incorrecto tratar de clonar humanos a menos que se pueda garantizar que el primer bebé que se origine
por medio de esta técnica nacerá completamente sano. La razón para esta exigencia es que la
experimentación con seres humanos sin su consentimiento es inmoral.

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Aunque este argumento tiene más mérito de lo que algunos críticos le han concedido, no puede
sustentar la prohibición total y final de esta tecnología. Por supuesto, quienes lo sugieren no necesitan
exigir el consentimiento informado del bebé, lo cual sería obviamente imposible. Se puede exigir solamente
el consentimiento de los padres, como se hace en cualquier otro caso de experimentación con niños. Es
razonable mantener que en estos momentos los padres no pueden dar un consentimiento informado
simplemente porque carecemos de información adecuada sobre los riesgos y beneficios de clonar
humanos. Los estudios con animales son todavía escasos y los que existen muestran que intentar este
procedimiento en seres humanos no es seguro. Obviamente, la falta de información, o la existencia de
información inadecuada, puede entorpecer seriamente la posibilidad de dar un consentimiento informado.
De esta forma, si los padres no pueden dar un consentimiento explícito, entonces no puede afirmarse que
han consentido de parte de los hijos todavía por nacer.

Sin embargo, no existen buenas razones para creer que esta falta de información vaya a continuar en el
futuro. En algún momento, podría ser posible tener suficiente información como para poder dar un
consentimiento informado. Si esto es así, entonces este argumento en contra de la clonación es sólo un
argumento que defiende la precaución. La mayoría de la gente estaría de acuerdo en que en estos
momentos dado el conocimiento, o la falta de él, que existe sobre esta tecnología, sería inmoral intentar
clonar humanos. Pero si seguridad es lo que se quiere, se puede ciertamente proponer que se investigue
más con animales para poder establecer su fiabilidad y eficiencia antes de intentarlo en humanos. Por lo
tanto, el rechazo de la clonación basándose en la falta de seguridad de esta técnica no puede probar que
la clonación en sí misma es inmoral, sólo puede probar que lo es en tanto en cuanto no haya evidencia
que muestre que clonar es razonablemente seguro.

b. Riesgos de daños psicológicos al clon. Los críticos de la clonación también mantienen que esta práctica
puede producir daños psicológicos serios en la persona engendrada a través de esta tecnología, tales
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como la posible pérdida del sentido de individualidad o de identidad única.

Este argumento, sin embargo, parece presuponer que la identidad o individualidad humana viene
determinada por la singularidad de nuestro genoma. Esta presuposición sólo puede estar basada en la
forma más cruda de determinismo biológico. De acuerdo con esta teoría, la dotación genética de un
individuo determina completamente lo que este individuo será. Como nos dice el Premio Nobel Walter
Gilbert, pronto seremos capaces de tener un CD con el mapa de nuestro genoma y podremos decir
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mostrando ese CD, ³aquí está un ser humano. Soy yo.´ No hay evidencia, sin embargo, que apoye esta
clase de determinismo genético. El hecho de que una característica particular vaya a estar presente en un
individuo depende no sólo de sus genes, sino también de factores biológicos y ambientales. Así, a pesar
de tener prácticamente los mismos genes, los gemelos homocigóticos tienen ciertamente identidades
distintas y únicas. Su individualidad no parece verse amenazada por el hecho de no tener genomas
únicos.

Otros autores han argumentado que estos daños psicológicos resultan de la violación de lo que Hans
Jonas ha llamado ³el derecho a la ignorancia´, o lo que Joel Feinberg denomina ³el derecho a un futuro
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abierto´. Jonas mantiene que la clonación de seres humanos, en la que existe un intervalo importante
entre el comienzo de las vidas del individuo de que se obtiene el material genético y el individuo clonado,
difiere esencialmente de la existencia de gemelos naturales. De acuerdo con Jonas, los individuos
originados por clonación saben, o al menos creen saber, demasiado acerca de si mismos. Esto es así
porque existe ya otra persona en el mundo que partiendo del mismo punto genético ha hecho elecciones
en su vida que están todavía en el futuro de la persona clonada. Esta persona puede sentir que su vida ya
ha sido vivida, que su destino ha sido ya determinado.
De manera similar, Joel Feinberg ha defendido que un niño tiene derecho a un futuro abierto. Esto requiere
que quienes lo crían no deben cerrar las posibilidades que de otra manera podría tener de construir su
propia vida. Así, crear un clon podría violar este derecho porque la persona creerá que su futuro ya ha sido
fijado por la elecciones de la persona de la que el individuo es un clon.

Como en el caso de los argumentos acerca de la falta de individualidad, estas llamadas al derecho a la
ignorancia o a un futuro abierto se basan en la presuposición cuestionable de que la dotación genética que
uno tiene determina completamente la trayectoria de su vida. Pero, como hemos dicho antes, esta
presuposición es falsa porque ignora que los genotipos tienen un rango de expresiones fenotípicas, pasa
por alto la importancia del ambiente y se olvida de la importancia que las elecciones personales tienen en
la creación de una vida única. De esta forma, si la creencia en esta clase de determinismo genético se
rechaza, entones no existen más razones para sostener que los derechos a la ignorancia y a un futuro
abierto del clon han sido violados, que las que tenemos para decir que tales derechos serían violados por
un hermano o hermana mayor. Después de todo, los hermanos y hermanas comparten el cincuenta por
ciento de sus genes. Y puede ser el caso de que las elecciones de una hermana mayor influencien la clase
de elecciones que la hermana pequeña haga. Si la primera encuentra que su elección profesional le ha
permitido tener una vida llena de significado, la pequeña puede decidir seguir sus pasos; si, por el
contrario, la hermana mayor encuentra que su vida es terriblemente pobre debido a sus decisiones, la
hermana menor puede elegir de manera distinta. En cualquier caso, normalmente no creemos que los
padres que tienen varios hijos estén violando el derecho a un futuro abierto o a la ignorancia de sus hijos
menores.

Es verdad, sin embargo, que la falsedad de la creencia en el determinismo genético sólo muestra que los
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derechos de los que hablamos no han sido violados cuando se clonan seres humanos. La falsedad de
esta creencia no muestra, de todas formas, que los posibles daños psicológicos no puedan existir,
especialmente si la creencia en el determinismo genético está ampliamente extendida. Dos problemas, sin
embargo, hacen que este argumento en contra de la clonación no sea convincente. Primero, esta clase de
riesgos psicológicos son en estos momentos sólo especulativos, dado que no tenemos experiencias con la
clonación de humanos. Segundo, prohibir cualquier práctica basándose en el hecho de que las creencias
falsas que los seres humanos sostienen pueden crear daños es significativamente objetable. Este
argumento parece presuponer que tenemos que dar peso a las creencias falsas compartidas en vez de,
por ejemplo, tratar de eliminarlas a través de la educación.

c. Daños sociales. Varios autores han mantenido que la clonación de humanos puede producir también
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daños sociales. Entre ellos discutiremos aquí los creados cuando se amenaza la estabilidad familiar y
los que se producen al disminuir el respeto por la vida humana.

La apelación a los daños a la familia no es única de los argumentos en contra de la clonación. Esta
inquietud ha estado presente también en el desarrollo y uso de nuevas tecnologías de reproducción como
la fertilización „  „. Defensores de este tipo de argumento mantienen que debido a que la clonación
permite que el clon pueda tener sólo uno o también varios padres o madres, esta clase de procedimientos
amenaza la estabilidad de la familia. La clonación humana parece también promover la confusión sobre
quién en realidad es la madre, quién el padre, los abuelos, o los hermanos y hermanas. Por ejemplo, si
una mujer desea, usando su propio material genético, emplear la clonación para tener una hija, no está
claro, mantienen los críticos, si ella es la madre, o la hermana, o ambas. Tampoco está claro si el abuelo
de la niña es en realidad el padre de ésta.

Esta línea argumentativa es, sin embargo, discutible por varias razones. Primero, parece presuponerse
que por ³familia´ sólo puede entenderse la familia nuclear compuesta por el padre, la madre y sus
descendientes genéticos. Solamente si se da prioridad a las relaciones genéticas puede existir confusión
sobre si alguien es en realidad una hermana o una madre. Obviamente, si valoramos principalmente las
dimensiones sociales de la paternidad y maternidad esta clase de confusiones tiende a desaparecer.
Segundo, este argumento asume que el concepto de ³familia´ es inmutable e invariable. Por último, parece
que también se presupone que la concepción actual sobre la familia nos ofrece la mejor forma de
organización social para originar individuos saludables y sociedades productivas. Todas estas
presuposiciones son cuestionables debido al menos a las siguientes razones. En primer lugar, ignoran la
evidencia histórica y antropológica que muestra que los seres humanos han adoptado con éxito diferentes
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clases de arreglos familiares. En segundo lugar, no se ofrecen razones normativas convincentes que
muestren que las sociedades construidas sobre la base de la familia nuclear como es normalmente
entendida, sean mejores sociedades que las construidas sobre otros tipos de acuerdos familiares. Esto no
quiere decir, por supuesto, que el entender la familia como un arreglo caracterizado principalmente por
relaciones genéticas no tenga ventajas para los seres humanos. Nuestro propósito es sólo señalar que
incluso si esta concepción de ³familia´ es apropiada, esto en sí mismo no prueba que sea ni la única ni la
mejor.

Los críticos de la clonación también mantienen que esta práctica puede disminuir nuestro respeto por la
vida humana. Sostienen que la clonación permite que veamos a los seres humanos como
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reemplazables. El principal problema con este argumento es que, de nuevo, se presupone que los
genes determinan la individualidad de las personas. Solamente si éste es el caso podríamos decir que el
clon está ³reemplazando´ a otra persona. Pero, como ya hemos dicho antes, no existe evidencia que
apoye esta clase de determinismo genético.

Otra razón que se utiliza para defender la idea de que la clonación puede amenazar el valor que las
personas poseen, es que la práctica de la clonación nos invita a ver a los seres humanos como creados de
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acuerdo con nuestros deseos. Quienes rechazan esta tecnología mantienen que algunas personas
pueden originar bebés con genomas que tienen especial interés para quienes utilizan la clonación. De esta
forma los niños serían valorados como medios y no como fines en sí mismos. Este argumento es
problemático porque parece presuponer equivocadamente que valorar a las personas como fines en sí
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mismos es incompatible con valorarlas también como medios para algún otro fin. Obviamente, podemos
valorar a Pelé por su destreza (valor instrumental) en un equipo de football sin que esto sea faltarle al
respeto como persona. Este argumento es también cuestionable porque presupone que clonar personas
con características o habilidades particulares garantiza que el clon también poseerá tales características.
Por ejemplo no existe ninguna garantía de que un clon de Pelé vaya a ser un jugador excepcional. Las
habilidades de Pelé como jugador dependen no sólo de sus genes, sino también del ambiente en el que se
desarrolló y de las elecciones personales que adoptó.

Aunque los argumentos que hemos presentado aquí no son los únicos que se han ofrecido en contra de la
clonación de seres humanos, son, creemos, los más fuertes. Si nuestro análisis de ellos es correcto,
entonces el planteamiento en contra de la clonación fracasa. Esto no significa que estos argumentos
carezcan de méritos o que en algún momento no se puedan ofrecer otros que prueben la impermisibilidad
de la clonación. Sin embargo, a menos que asumamos que todo lo que se puede hacer debe hacerse, en
tanto no existan razones convincentes para no hacerlo, entonces el hecho de que no haya buenos
argumentos en contra de la clonación no significa que debamos proceder con esta práctica. Si esto es así,
se necesitan argumentos positivos a favor de la clonación de seres humanos.

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Los que defienden la clonación de humanos utilizan a menudo los siguientes argumentos. En primer
lugar mantienen que esta nueva tecnología es una respuesta al problema de la infertilidad. Defienden,
igualmente, que la clonación de seres humanos es una herramienta importante en la lucha contra las
enfermedades genéticas. Finalmente, sostienen que la clonación permitirá a algunas personas la
posibilidad de clonar a seres queridos, especialmente niños, que mueran. Analizaremos estos argumentos
por orden.

a. Resolviendo problemas de infertilidad. Los defensores de la clonación argumentan con frecuencia que
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esta práctica puede ayudar a parejas que tienen dificultades para tener hijos propios. Por ejemplo, esta
nueva tecnología puede asistir a personas que carecen de gametos viables.

El número de gente que padece problemas reproductivos varía de manera importante dependiendo de qué
definición de infertilidad se utilice. Empleando una de las definiciones más aceptadas ±imposibilidad de
concebir después de 12 meses de intercurso sexual sin protección- la infertilidad afecta a entre un 7 y un
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12 por ciento de parejas con mujeres en edad de concebir. Obviamente, cuanto mayor sea el número de
parejas que necesitan la clonación como la única posibilidad de tener hijos propios, mayor es también la
posibilidad de que esta tecnología sea aceptada.

Dada la importancia que la mayoría de las personas conceden al hecho de tener hijos propios, y dados los
serios problemas psicológicos que quienes padecen infertilidad pueden sufrir, los intentos de resolver
problemas reproductivos parecen admirables. Sin embargo, esta tesis de que la clonación de seres
humanos debe ser permitida porque puede ayudar a los infértiles contiene varias presuposiciones
problemáticas. Primero, quienes proponen este argumento asumen que si algo resuelve el problema de la
infertilidad, entonces debe aceptarse. Segundo, también asumen que la infertilidad es principalmente un
problema médico que requiere una solución tecnológica. Evaluemos, pues, estas dos presuposiciones.

En un mundo con recursos limitados y donde numerosas enfermedades y disfunciones afectan a muchos
seres humanos, debemos preguntarnos qué tiene la infertilidad que atrae tanto la atención de médicos,
tecnólogos y profesionales de la bioética. Ciertamente, la dificultad de tener hijos propios es un problema
que puede resultar estresante y doloroso. Sin embargo, éste es también el caso de muchas otras
enfermedades que no han recibido o no reciben tanta atención. Así, a pesar de que los defensores de
clonar seres humanos mantienen que esta práctica debe permitirse porque ayudará a la gente que sufre
problemas reproductivos, tales autores se olvidan de ofrecer razones de por qué la solución de la
infertilidad es un argumento concluyente a favor de la clonación. Para entender la importancia de este
punto, debemos prestar atención al contexto en el que se presentan estos argumentos. Si viviésemos en
un mundo en el que las mayores causas de estrés y dolor (incluso considerando sólo las producidas por
problemas médicos) estuviesen resueltas, podríamos pensar que si aparece una nueva tecnología que
puede solucionar problemas reproductivos, entonces debería apoyarse su desarrollo (siempre y cuando los
riesgos no superen a los beneficios). Desgraciadamente no vivimos en un mundo así. De todos es sabido
que nuestros recursos médicos son limitados y que un número importante de enfermedades y disfunciones
afectan a muchas personas. Algunos de estos problemas médicos (i.e. determinados tipos de cánceres)
ponen en peligro la vida de las personas que los padecen o reducen considerablemente sus
oportunidades. Otros, no parecen afectar nuestras vidas de manera significativa. En este contexto se
necesitan establecer prioridades, y se deben ofrecer buenas razones para defender dichas prioridades. La
infertilidad no pone en peligro la vida de quienes la padecen, ni parece reducir la igualdad de
oportunidades, como muestra el hecho de que un número de personas cada vez mayor decide no tener
hijos. Si esto es cierto, los argumentos de quienes respaldan la clonación porque puede ayudar a los
infértiles son incompletos. Deben ofrecerse también razones por las cuales si algo soluciona la infertilidad,
entonces es bueno y debe aceptarse. Hasta que se ofrezcan dichas razones este argumento está lejos de
resultar convincente.

Respecto a la segunda presuposición, que la infertilidad es principalmente un problema médico que


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requiere una solución tecnológica, es también cuestionable. Nos parece que presentar el problema de la
infertilidad de esta forma puede perjudicar los intentos de solucionarlo. Así, al enfatizar las soluciones
tecnológicas los partidarios de la clonación pueden enmascarar el hecho de que las principales causas de
la infertilidad son prevenibles. Determinadas prácticas sexuales, anticonceptivas y médicas, así como
contaminantes ambientales y ciertos conservantes alimenticios constituyen ejemplos de causas
prevenibles de la infertilidad. Las enfermedades de transmisión sexual (ETS) son responsables del 20% de
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los casos de infertilidad. Cada año miles de mujeres se enfrentan con dificultades reproductivas debido
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a inflamaciones de la pelvis causadas por ETS. Asimismo los anticonceptivos hormonales tales como
depo-provera y otros como los intrauterinos, incrementan también los riesgos de inflamaciones pélvicas y,
por lo tanto, de infertilidad. Por otra parte, de acuerdo con algunos profesionales la infertilidad yatrogénica
es común. Problemas tales como las infecciones producidas después del parto, o postoperativas pueden
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desencadenar dificultades a la hora de concebir. La nutrición inadecuada, los problemas de salud y un
acceso limitado a los cuidados médicos básicos pueden igualmente fomentar problemas reproductivos; por
(23)
esta razón, la infertilidad es mayor en comunidades pobres. Existe evidencia de que algunos
contaminantes medioambientales son susceptibles de dañar la capacidad reproductiva de hombres y
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mujeres. De la misma manera prácticas sociales como el retrasar la edad de concebir parecen aumentar
los problemas de infertilidad.

Si lo que nos preocupa es la solución de la infertilidad, parece que hay otras formas, posiblemente más
efectivas que la clonación, de resolver el problema. Dados los bajos índices de éxito de otras tecnologías
reproductivas como la fertilización „ „, no hay razones para creer que la clonación de humanos vaya a
funcionar mejor (o peor). Así, enfatizar la importancia del desarrollo de la clonación como una solución a la
infertilidad puede promover políticas públicas que dediquen fondos principalmente para soluciones
tecnológicas. De esta forma se pueden poner en peligro programas que promuevan medidas preventivas,
como controles más estrictos de determinados contaminantes, o investigación de anticonceptivos más
seguros, o programas educativos sobre las enfermedades de transmisión sexual.

Igualmente, si presuponemos que la infertilidad es principalmente un problema médico que necesita una
solución tecnológica, podemos ignorar la posibilidad de analizar la infertilidad como un problema que es,
en parte, socialmente construido, restringiendo así el ámbito de soluciones que se pueden ofrecer.
Creemos que es razonable mantener que existen factores sociales que hacen que la dificultad o
imposibilidad de tener hijos propios sea un problema realmente serio. Así pues, cambiar tales factores
puede tener un efecto positivo en el problema de la infertilidad. Algunos de estos factores sociales son las
presiones pronatalistas que existen en nuestra sociedad, el énfasis que existe en tener hijos
genéticamente relacionados, y los lazos inseparables entre mujer y maternidad. Al descuidar estos
factores, quienes defienden la clonación como una solución a la infertilidad pierden la oportunidad de
ofrecer otras soluciones tales como proponer nuevas políticas sociales que ayuden a modificar la idea de
la maternidad como el principal papel de la mujer, que faciliten la adopción, o que promuevan otras formas
de ejercer la maternidad.

Algunos podrían objetar que quienes defienden la clonación como una forma de ayudar a los infértiles
también apoyan otras formas de solventar el problema. Sin embargo, lo que resulta significativo es que
aunque quienes emplean este argumento se esfuerzan en reflexionar sobre lo terrible que puede resultar
la infertilidad, raramente aportan soluciones no tecnológicas como una manera de resolver los problemas
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reproductivos.

Otra posible objeción contra nuestro análisis es que el tipo de soluciones que aquí proponemos requieren
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cambios institucionales imposibles de lograr. Ciertamente algunas de estas soluciones requieren
transformaciones sociales como cambios en las actitudes hacia la mujer y la maternidad, o cambios de las
estructuras familiares. Las políticas preventivas requerirían programas educativos, servicios sociales,
cambios legislativos de la seguridad laboral, o nuevas políticas medioambientales.
Aún apuntando problemas importantes, esta objeción es cuestionable por las siguientes razones. Primero,
si rechazamos determinadas soluciones antes de que se puedan evaluar, es difícil ver cómo se puede
hablar de cambios institucionales que son ³imposibles.´ Sostener que las soluciones alternativas al
problema de la infertilidad requieren cambios inviables sin ofrecer evidencia es, obviamente, discutible.
Además, sólo si tenemos en cuenta las soluciones que son altamente viables bajo el presente status quo,
entonces nuestras evaluaciones promueven de manera incorrecta el cumplimiento de una profecía que
favorece las condiciones actuales independientemente de si estas condiciones son adecuadas o no.

Ciertamente, el argumento de que la clonación humana debería desarrollarse y usarse porque puede
asistir a quienes padecen infertilidad podría tener más fuerza si la cantidad de gente que se beneficiase de
esta tecnología fuese considerable. Sin embargo, y así lo reconocen incluso los defensores de este
(27)
argumento, no hay razones para creer que el número de personas que la utilicen vaya a ser elevado.

En resumen, si existen otros medios de solucionar los problemas reproductivos, y si es improbable que la
clonación de humanos vaya a ser utilizado por un número considerable de gente como forma de resolver
dichos problemas, entonces es difícil aceptar la fuerza de un argumento que usa la infertilidad como una
de las principales razones para defender la clonación.

b. Luchando contra las enfermedades genéticas. De acuerdo con algunos autores, el argumento más
fuerte a favor de clonar seres humanos es que los padres pueden brindar a sus hijos un maravilloso legado
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genético. Así, parejas con riesgo de transmitir enfermedades genéticas como la fibrosis quística o la
enfermedad de Huntington, pueden decidir crear bebes por medio de la clonación para evitar que
padezcan estas dolencias.

Quienes justifican la clonación utilizando este argumento han presentado lo que llamaremos aquí la
versión fuerte y la moderada. En la versión fuerte, la clonación aparece como la solución a la mayoría de
nuestras enfermedades mortales. Así, algunos autores han defendido que más del 70% de las muertes
causadas por enfermedades del corazón, por cáncer y por accidentes cerebro-vasculares pueden ser
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debidas a causas genéticas que es posible prevenir. A éstas deben añadirse también las muertes
causadas por enfermedades genéticas tales como Huntington, anemia falciforme, Tay-Sachs o distrofia
muscular. Con este panorama es obvio que originar seres humanos por medio de la clonación podría
salvar las vidas de un número considerable de personas. Más aún, continúa el argumento, no sólo debe
permitirse el uso de la clonación para crear descendientes con el mayor número de cualidades naturales,
con los mejores genes y con las mejores posibilidades para disfrutar de una vida larga y saludable, sino
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que además estamos obligados a utilizar esta tecnología. Esto es así porque sería inmoral elegir
condiciones de vida para nuestros descendientes que fuesen menos satisfactorias de lo posible.

Este argumento es cuestionable por varias razones. Primero, en estos momentos no existe evidencia
científica que pruebe que la mayoría de las muertes debidas a cánceres, accidentes cerebro-vasculares y
enfermedades del corazón se deban a causas genéticas prevenibles. Esto, por supuesto, no quiere decir
que la genética no cumpla ninguna función en estas enfermedades, sino que carecemos de evidencia que
indique que su papel es tan esencial como este argumento lo presenta. Es decir, este argumento descuida
el hecho de que, aunque existen algunos casos en los que el tener un gen particular es suficiente para
tener determinada enfermedad, estos casos son raros. En la mayoría de los casos, ciertos genes pueden
ser necesarios para que exista una enfermedad, pero esos genes no son suficientes. En tales situaciones,
otros factores biológicos o ambientales deben estar también presentes para que la enfermedad se
exprese. Por ejemplo, sabemos que ciertos genes están presentes en la enfermedad llamada
fenilketonuria (PKU), una acumulación de fenilalanina que produce retraso mental. Sin embargo, aunque la
existencia de estos genes ayuda a identificar a los individuos afectados, el tenerlos no es suficiente para
padecer la enfermedad. Así, una dieta baja en fenilalanina previene su aparición

Segundo, argumentar que estamos obligados moralmente a crear descendientes con el mayor número de
cualidades naturales posibles, los mejores genes y las mejores posibilidades de gozar una vida larga y
saludable presupone que los conceptos de ³mejores genes´ o de ³salud´ carecen de ambigüedad y no son
problemáticos. Sin embargo, como revelan numerosos artículos y monografías que discuten tales
conceptos, esta presuposición es claramente cuestionable. Más aún, esta supuesta obligación puede
entrar en conflicto con el deseo de tener hijos genéticamente relacionados. Así, y asumiendo que lo que
significan los conceptos anteriores está claro para todo el mundo, puede ser el caso de que algunos hijos
tendrían mejores vidas si sus padres, en lugar de clonarse ellos mismos, pidiesen ayuda a otros individuos
con mejores características genéticas. Esto, por supuesto, podría impedir que algunas parejas tuvieran
hijos relacionados genéticamente. Quizás, quienes formulan este argumento puedan indicar si esta
obligación moral de mejorar los genes de nuestros descendientes prevalece o no sobre el deseo de tener
hijos propios.

Otros autores que defienden también la clonación con el argumento señalado anteriormente, ofrecen en
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cambio una versión más moderada. Mantienen que la clonación puede ser beneficiosa en aquellos
casos en los que la existencia de un gen concreto garantiza la existencia de una enfermedad genética
concreta. Esta versión moderada es inmune a las dos críticas que hemos hecho anteriormente contra la
versión fuerte. Sin embargo, comparte con ésta el siguiente problema. Ambas versiones parecen
presuponer que la clonación es la mejor manera de evitar enfermedades transmitidas genéticamente. Si
existen otras técnicas que nos pueden ayudar a conseguirlo, quienes apoyan la clonación de seres
humanos utilizando este argumento necesitan demostrar no sólo que ésta tecnología es buena, sino
también que es mejor que otras. En estos momentos existen otros medios que pueden utilizarse para
evitar el riesgo de transmisión de enfermedades genéticas particulares. Por ejemplo, las parejas pueden
usar óvulos o esperma de donantes que carecen de dichas enfermedades. Esta solución, sin embargo,
puede resultar poco atractiva para quienes desean tener hijos relacionados genéticamente. También se
pueden utilizar técnicas de diagnóstico de pre-implantacion con embriones creados por fertilización „ „.
Estas tecnologías son costosas y no tienen índices de éxito muy elevados, pero en estos momentos no
hay razones para creer que la clonación resultase más económica o que tuviese mas éxito. La terapia
genética también puede asistirnos en nuestra lucha contra las enfermedades genéticas, y aunque es cierto
que no está muy desarrollada, actualmente no se encuentra en peores condiciones que la clonación de
seres humanos.

Otro problema con el que se enfrenta la versión moderada del argumento que estamos discutiendo es que
no está claro que el usar la clonación para prevenir enfermedades genéticas vaya a ayudar a un número
importante de personas. Como dijimos antes, las ocasiones en los que la existencia de ciertos genes
garantiza la aparición de una enfermedad son raras. En estos casos, exiten otras alternativas tales como
las técnicas de diagnóstico de preimplantación o la donación de gametos. Dada la existencia de otras
opciones y considerando que vivimos en un mundo con recursos médicos limitados, este argumento es
incapaz de ofrecer bases convincentes para apoyar la clonación humana.

c. Clonando seres queridos. Algunos autores también defienden la clonación argumentando que esta
tecnología podría permitir que algunos individuos clonasen a personas que tienen un significado especial
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para ellos. Por ejemplo, algunas parejas pueden desear clonar a un hijo que acaba de morir. En algunas
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ocasiones los ejemplos que se ofrecen para apoyar este argumento son verdaderamente imaginativos.
Existen sin embargo varios problemas al respecto. En primer lugar, aunque, dada la oportunidad, algunas
personas pueden querer efectuar la clonación con este propósito, no hay evidencia de que mucha gente
vaya a querer hacerlo así. Puesto que además vivimos en un mundo donde existen otras necesidades al
menos igualmente importantes, parece cuestionable apoyar el desarrollo y uso de una tecnología que será
probablemente cara y que no favorecerá a un número muy elevado de gente. Segundo, y más importante,
no está claro qué tipo de deseo estamos intentando satisfacer en estos casos. Creemos que existen al
menos dos posibilidades. Quizás lo que la gente puede querer es reemplazar a aquellos seres queridos
que mueren con una nueva copia de tales personas. Es decir, quizás se busca la repetición de una
determinada característica como la fuerza física, la belleza, o el interés por la música. O quizás la
clonación de un ser querido que muere pueda servir para aceptar la pérdida del original y seguir viviendo.

Si los defensores de este argumento quieren satisfacer la primera clase de deseos, entonces éste es
cuestionable porque, o se basa en un crudo determinismo genético, o promueve la satisfacción de deseos
basados en creencias falsas. La mayoría de quienes abogan por este argumento reconocen, sin embargo,
que actualmente no existe evidencia científica para apoyar el determinismo genético. Están de acuerdo en
que el clon de un ser querido que ha muerto no será una copia exacta de este último, sino que podría tener
características físicas e intereses diferentes. Por tanto, si reconociendo los problemas que tiene el
determinismo genético, todavía se defiende la práctica de clonar en estos casos, entonces se está
promoviendo la satisfacción de deseos basados en creencias falsas.

Por otra parte, algunos individuos pueden desear clonar a hijos que mueren como una manera de superar
el dolor causado por tal muerte. Entendemos la enormidad del sufrimiento producido por la muerte de un
ser querido, especialmente cuando se trata de muertes prematuras, y reconocemos que el intentar paliar
este dolor es laudable. Sin embargo, no está claro por qué el promover la clonación es mejor que fomentar
el apoyo de familiares, amigos, o instituciones sociales, o mejor que el tener otros hijos.

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