Professional Documents
Culture Documents
OTAN-Rusia
Las relaciones con Rusia, que hasta los 90 eran el epicentro sobre el que giraba
la seguridad mundial, siguen siendo importantes pero, aparentemente, el tono ya no es
el mismo. En 1997 se firmó el Acta Fundacional del Consejo OTAN-Rusia y, junto con
la Declaración de Roma en 2002, se consolidaría una época en la que las relaciones de
la Alianza con la Federación Rusa se han ido suavizado, perdiendo poco a poco la
desconfianza. Ni si quiera el incidente de Osetia del Sur con Georgia en 2008, que en
principio podría haber empañado esta cordialidad, ha impedido que en el recién
redactado Concepto Estratégico siga patente el interés de mantener contacto permanente
con Moscú.
Pero, ¿por qué este cambio de Occidente respecto a Rusia? Obviamente, la caída
del muro y posterior desintegración soviética rebajó las tensiones de manera
considerable. Sin embargo, el interés por la paz entre Moscú y la Alianza tiene su
explicación en todo aquello que la Federación Rusa puede ofrecer. Lo primero de todo,
Rusia es uno de los pilares esenciales en la seguridad energética mundial; algo que se ha
visto demostrado tras lo acontecido en el mundo árabe. Al estar los principales focos de
producción de petróleo inactivos, Rusia ha adquirido mucho poder. Por eso, EE.UU. y
sus aliados saben que les interesa mantener la cordialidad. Es impresionante la cantidad
de recursos naturales que se esconden bajo las costas heladas rusas. Rusia lo sabe, y por
eso no desaprovecha su posición. Para ello busca acuerdos individuales con países antes
que hacerlo con la Alianza para así poder mover las fichas a su manera.
Es todo una cuestión de geopolítica. La OTAN necesita a Rusia más que Rusia a
la OTAN, aunque esto último se intente hacer menos evidente. Lo cierto es que la
Alianza está perdiendo poder, incluso en su zona de más directa influencia. El Nuevo
Concepto Estratégico incluye las nuevas amenazas a la seguridad global e innovadoras
ideas como el hecho de no considerar a ningún estado como adversario para suavizar su
desgastada posición. Sin embargo, cada vez es más difícil para la Alianza disimular sus
verdaderas intenciones de cara a la opinión pública mundial. Una opinión que se
muestra cada vez más reticente a las intervenciones militares a diestro y siniestro. Unas
intervenciones que cuestan millones a los países miembros. Millones que se podrían
dedicar a otros asuntos, seguramente, más productivos para la sociedad global.