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Nuevo Concepto Estratégico

OTAN-Rusia

Lara Aparicio Lorente


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10/04/11

La OTAN que se fundó en 1949 ya no tiene sentido. De hecho, hace mucho


tiempo que dejó de tenerlo. La Alianza era un instrumento de defensa clave en la Guerra
Fría. En un mundo dividido en dos bloques después de la II GM, la amenaza nuclear
estaba siempre presente. EE.UU. prometió seguridad a todos los países que se alinearan
contra la amenaza soviética. Hoy, sin embargo, las amenazas se han diversificado, y los
países ya no son atacados a la manera tradicional. En este nuevo contexto, las
estrategias de seguridad tienen muchos frentes abiertos como el narcotráfico, el
terrorismo internacional o la crisis energética. El Nuevo Concepto Estratégico
aprobado el 19 de noviembre de 2010 es un intento de redefinir la razón de ser de la
OTAN, al fin y al cabo, para que sus acciones estén algo más justificadas.

Las relaciones con Rusia, que hasta los 90 eran el epicentro sobre el que giraba
la seguridad mundial, siguen siendo importantes pero, aparentemente, el tono ya no es
el mismo. En 1997 se firmó el Acta Fundacional del Consejo OTAN-Rusia y, junto con
la Declaración de Roma en 2002, se consolidaría una época en la que las relaciones de
la Alianza con la Federación Rusa se han ido suavizado, perdiendo poco a poco la
desconfianza. Ni si quiera el incidente de Osetia del Sur con Georgia en 2008, que en
principio podría haber empañado esta cordialidad, ha impedido que en el recién
redactado Concepto Estratégico siga patente el interés de mantener contacto permanente
con Moscú.

No todos los miembros de la Alianza están de acuerdo con este acercamiento.


Los principales detractores: los ex países soviéticos que pasaron años bajo la órbita de
la URSS. Estos países se unieron a la OTAN para garantizar su seguridad frente a
Rusia; una seguridad que ven peligrar con los acuerdos entre la Alianza y el país
soviético, que exige cada vez más privilegios en un grupo del que técnicamente no
forma parte. La desconfianza llega hasta tal punto que los aliados del este prefieren
firmar acuerdos con EE.UU., como los permisos para instalar escudos antimisiles, antes
que hacerlo bajo el marco de la OTAN. Por otro lado, la Federación Rusa también
considera una amenaza la expansión de la Alianza por los países del este y acusa a
Occidente de inmiscuirse en países que tradicionalmente han estado bajo su control.
Occidente intenta convencerles de que no pueden vivir en el pasado, y de que una
cooperación mutua sería beneficiosa para ambos.

Pero, ¿por qué este cambio de Occidente respecto a Rusia? Obviamente, la caída
del muro y posterior desintegración soviética rebajó las tensiones de manera
considerable. Sin embargo, el interés por la paz entre Moscú y la Alianza tiene su
explicación en todo aquello que la Federación Rusa puede ofrecer. Lo primero de todo,
Rusia es uno de los pilares esenciales en la seguridad energética mundial; algo que se ha
visto demostrado tras lo acontecido en el mundo árabe. Al estar los principales focos de
producción de petróleo inactivos, Rusia ha adquirido mucho poder. Por eso, EE.UU. y
sus aliados saben que les interesa mantener la cordialidad. Es impresionante la cantidad
de recursos naturales que se esconden bajo las costas heladas rusas. Rusia lo sabe, y por
eso no desaprovecha su posición. Para ello busca acuerdos individuales con países antes
que hacerlo con la Alianza para así poder mover las fichas a su manera.

No sólo en materia energética representa Rusia un punto clave para la Alianza.


En los movimientos militares que están teniendo lugar en Afganistán desde 2001
siempre hay acuerdos con Moscú de por medio. La situación geográfica y las relaciones
históricas entre la Federación Rusa y el país de los talibanes confieren a los rusos una
posición estratégica de vital importancia para la OTAN. También la situación en el
mapa del país de los soviets le convierte en un agente importante en materia de
seguridad en el Océano Ártico, muy influida por el calentamiento global. Este
fenómeno ecológico está dificultando considerablemente la navegación en la zona. Son
muchos los países afectados entre los que la preocupación es creciente y Rusia, gracias
al poder que se esfuerza por ejercer en el Ártico, tiene mucho que decir.

Es todo una cuestión de geopolítica. La OTAN necesita a Rusia más que Rusia a
la OTAN, aunque esto último se intente hacer menos evidente. Lo cierto es que la
Alianza está perdiendo poder, incluso en su zona de más directa influencia. El Nuevo
Concepto Estratégico incluye las nuevas amenazas a la seguridad global e innovadoras
ideas como el hecho de no considerar a ningún estado como adversario para suavizar su
desgastada posición. Sin embargo, cada vez es más difícil para la Alianza disimular sus
verdaderas intenciones de cara a la opinión pública mundial. Una opinión que se
muestra cada vez más reticente a las intervenciones militares a diestro y siniestro. Unas
intervenciones que cuestan millones a los países miembros. Millones que se podrían
dedicar a otros asuntos, seguramente, más productivos para la sociedad global.

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