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ACOMPAÑANDO LA VIDA
ABRIL 2011.
Zona costa, Usulután.
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doctor en teología fue nombrado vicario en Bruselas, no le gustó para nada la parroquia. El
sintió que ya no había futuro para el catolicismo en Bélgica.
Cuando, a solicitud del papa Pio XII, se abrió en Lovaina el Colegio para América Latina para
sacerdotes que pertenecen a la diócesis y no a una congregación y que querían ir a América,
Joseph fue uno de los primeros candidatos.
2. Cuando tenía 35 años, en 1958, salió para Brasil. Durante la plática en 2007 dio énfasis en
contar que no fue a Brasil para responder al llamado del Papa, ni tampoco porque el conti -
nente corrió peligro del comunismo, protestantismo o espiritismo. Tampoco se fue a Brasil
porque hubo escasez de sacerdotes. Fue a Brasil porque se dio cuenta que el cristianismo en
Europa llegó a su fin, definitivamente deformado por siglos de colonialismo, esclavitud, ex-
termino de pueblos enteros y también de opresión de todas las fuerzas humanas internas.
Solamente vio oportunidades para el cristianismo fuera de Europa.
Estaba entonces agradablemente sorprendido al encontrar aquí (en Brasil) hombres y muje-
res que confirmaban esta visión. Inmediatamente estaba impresionado por los brasileños.
Sus primeros contactos fueron jóvenes hombres y mujeres de la JOC (Juventud Obrera Católi-
ca). Como muchos sacerdotes de su generación, Comblin fue influenciado por la radiación del
Cardinal Cardijn. De esta manera inició su trabajo con los “Jocistas”. Era toda una sorpresa.
Educado en un ambiente donde cortesía, docilidad, discreción y hasta timidez fueron en
cierto modo apreciadas y hasta estimuladas, le cayó bien estar en contacto con gente que no
era cortés, ni dócil, ni tímida. “Encontré gente que se mostraba tal como era, sin rodeos. En-
contré gente de verdad”. Esta fascinación para los brasileños nunca le dejó y se confirmó de
manera sorpresiva en 1980 cuando su hermana me dijo, cuando la vi en Bruselas: “¿Qué hi-
cieron allá con mi hermano? ¡Él ya no es el mismo de antes!”
3. Comblin nunca ha estado en Roma: “¿Qué haría allá?” se preguntó. Pero cuando el arzobispo
Hélder Câmara le pidió redactar un texto para la Conferencia Episcopal Latinoamericano de
Medellin (Colombia) en 1968, escribió a máquina durante todo el día. Soy testigo porque vi-
víamos en la misma casa con las puertas y ventanas siempre abiertas.
Proveniente sobre todo de textos de Joseph Comblin, Gustavo Gutiérrez (Perú) y Juan Luis
Segundo (Uruguay) nació el famoso lema “opción por los pobres”, expresión y confirmación
de una nueva espiritualidad, nacida con el “pacto de las catacumbas” que, a finalizar el conci-
lio vaticano en Roma, fue suscrita por algunos obispos. Los tres teólogos sabían que estaban
construyendo sobre tierra firme, como se confirmó más adelante por el desarrollo de la teo-
logía de la liberación.
Dom Helder Câmara, quién fue una persona perspicaz, pidió en 1965 a Joseph Comblin a que
fuera a trabajar con él, en Recife. De esta manera, el consejero de Câmara, logró al tiempo
contactos con otros obispos progresistas de América Latina como Leónidas Proaño (Ecua-
dor), Aloísio Lorscheider (Brazilië) y muchos más. La visión de los teólogos de la liberación
consistió sobre todo en el rechazo de la ideología del desarrollo y poner énfasis en temas
como opresión, dictadura de la economía mundial, atontamiento de la persona a través de
los medios de comunicación. Cuando su texto en 1968 por una indiscreción, llegó a las ma-
nos de los militares (desde 1964 reinaba en Brasil un régimen militar) Comblin llegó a un
tramo de su vida difícil. En 1972 fue expulsado del país. Intentó ir a Chile, pero también allí
llegó Pinochet al poder en 1974. La única posibilidad que la restaba, cuando había una paula-
tina “apertura” política, fue llegar como “turista” para poder quedarse tres meses en Brasil.
Su estatuto migratorio finalmente se arregló en el año 1980.
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4. Para mientras, Comblin cambiaba de nuevo de rumbo. Adiós a la formación de sacerdotes en
el seminario y a los institutos teológicos, adiós a las ciudades grandes. Comblin desapareció e
inició un viaje a través del inmenso campo del Noreste de Brasil, en búsqueda de gente que
sintiera algo para la “teología de picar” que él estaba construyendo. La agricultura tradicional
en el campo del Noreste de Brasil consiste en picar la tierra con un azadón para soltarla y
posteriormente sembrar (no existen arados), La “teología de picar” parte de una visión sobre
el mundo del agricultor, algo que significa una “revolución de todos los valores” para un te-
ólogo formado por Cerfaux y Thils. Joseph Comblin peregrinaba como “teólogo de picar”
hasta tres días antes de su muerte, cuando se acostó tranquilamente y murió. Los últimos
años tuvo la suerte de poder contar con la dedicación incondicional de Mónica Muggler,
quién hizo lo imposible para que el “teólogo de picar” pudiese trabajar y viajar hasta que
cumplió 88 años. Ella era su chófer (el no podía manejar carro), organizaba las reuniones (en
los últimos años intensivamente a través del celular), arregló los contactos, preparó los pla-
nes de sus viajes, copió textos a internet (computadora portátil), arregló contactos con líde-
res locales. Joseph también tenía su computadora portátil y me mandó todavía unas palabras
en ocasión de su cumpleaños, cinco días antes de morir.
El milagro consiste en que un intelectual extranjero, de un carácter tímido, logró establecer
una relación estable con la cultura analfabeta del campo brasileño. Un milagro que, como to -
dos los milagros, es incomprensible. En este momento me dicen que las velas ya están en-
cendidas en su tumba en Solânea, en la bonita y tranquila naturaleza del campo paraibano,
debajo de los árboles. Una señora declaró ya que se curó después de una oración frente a la
tumba de Joseph Comblin. Sic transit historia mundi. (Así va la historia del mundo).
Eduardo Hoornaert.
El partió para su gran viaje, como acostumbraba decir. Tres días antes comentaba conmigo: “Pienso que
Dios se olvidó de mi.” Por primera vez sentí que quería partir. Indagué, a lo que respondió: “No me siento
más de este mundo”. En los últimos días, tenía prisa para hacer todo, organizar, responder. Pero el libro…
el libro era el gran desafío. Lo deseaba hacer mejor. Trabajó intensamente en la cuarta versión durante el
mes de enero. Ya iba bien adelantado, cuando la computadora de repente falló y escondió y no devolvió
sus escritos. Al principio se conformó. Decía que era para comenzar de nuevo y hacerlo mejor. Pero un
mes después, el esfuerzo lo desafiaba, y lo logró ver nuevamente. Su más bella obra quedó inacabada.
Pero si será publicada en el momento oportuno.
El se preparó cuidadosamente para el gran viaje. Todos se recuerdan cuando optó por la Diócesis de Ba -
rra, tierra de desafíos, región lejana y olvidada, Iglesia de los pobres, de los pequeños, de los sin voz, sin
oportunidades, sin nada…pero cerca de Dios. Él se justificaba: “Es preciso convertirme, prepararme para
el gran viaje”. Acogido por el pastor, místico y profeta, que mucho lo amó y lo admiró, cada día José, se
sentía más feliz. “En la sombra de un santo como Dom Cappio, solo puedo estar muy bien.”
Nuestro amigo vivió la Pascua de modo sereno y rápido como pedía a Dios. Todos queríamos que se que-
dara aun un poquito más, solo un poquito.
Se levantó en la mañana del día 27, se afeitó, tomó el baño, se vistió, tomó la medicina, puso su reloj y en
este día un suéter caliente…Diariamente el mismo ritual. Hospedado en un apartamento de la sacristía de
la capilla del recanto de la Transfiguración (Comunidad querida de apoyo a Salvador (Bahía), donde vive
Gisa y una comunidad de laicas consagradas)- abrió las dos puertas enllavadas que dan paso para la capi-
lla y el jardín. Luego regresó. ¿Sería un mal estar? Quien lo vio desde el otro lado del jardín, vio que lue-
go regresó con una capa contra la lluvia ya que pringaba. Llamó.. otra vez silencio. Adentro, en el cuarto
donde él estaba, nuestro amigo estaba sentado en la cama inerte.
Su cardiólogo vino a diagnosticar: fibrilación arterial (que provocó una embolia cerebral), muerte instan-
tánea. Más allá de una muerte rápida, quería morir también en actividad. Y así fue, sentado… y querría
morir en casa… partió de este encantador lugar, tan acogedor.
No hubo ni tiempo, amigo, para colocar la música que había pedido para esta hora definitiva: el coro final
de la Pasión según San Mateo de Juan Sebastián Bach.
El Padre amorosamente lo acogió oyendo sus deseos. Era domingo, el día del Señor. El Señor vino, y en
el jardín de la vida, cogió la flor mas graciosa. Nos tomó de sorpresa. No tuvimos prisa, necesitábamos
contemplar el misterio que en su elocuencia solo nos pedía silencio profundo y obediencia. En la hora de
la oración Frei Luís Cappio, nos invitó a celebrar la eucaristía en la intimidad del cuerpo presente. Él esta-
ba en su estado natural, tan sereno, irradiaba tanta paz y hasta tenía una sonrisa en los labios. Parecía oír
nuestros testimonios y los cantos de las comunidades.
El segundo día fue el último viaje por tierra, en carro como a él tanto le gustó viajar. Salimos de Salvador
rumbo al Santuario de Santa Fe, en el municipio de Solanea, Paraiba. Era ahí que quería fecundar la tie-
rra, junto al modelo del misionero que el tanto difundió: el Padre Ibiapina. El decía: “No quiero quedar
abandonado, ahí siempre viene gente visitando al Padre Ibiapina, así podré aprovechar el movimiento.”
El movimiento, era su vida toda, incansable
Llegamos en la madrugada del tercer día, noche oscura y cielo estrellado. Dentro de poco, la aurora anun-
ciaría el día que llegara. ¡Qué lindo día! Cuantos reencuentros! El Santuario se preparó para recibirlo. Ali-
mentó y hospedó a tantos peregrinos que vinieron de todas partes para el último adiós. Gracias Padre José
Floren, gracias hermana Leticia, cuanta dedicación! También sus hijos e hijas más próximos que llegaron
para preparar las ceremonias. Ciertamente él se regocijaba de ver a su inmensa familia reunida.
Los funerales con la lectura de mensajes- durante una hora entera- y ni fue suficiente. A las 15 horas la ce-
lebración eucarística, presidida por el obispo de Guarabira, Dom Lucena, otros 6 obispos, cerca de 60 sa-
cerdotes y pastores. Cuando la noche ya nos envolvía, el entierro. Bien al lado del Padre y maestro Ibiapi-
na.
Si; Usted nos contemplaba desde la morada eterna. Mira José, la multitud de hijos e hijas. Cuantos llega-
ron a Santa Fe, de todos lugares, hasta desde fuera de Brasil, obispos, sacerdotes, religiosas, y sobre todo
el pueblo de los pobres, tantos misioneros y misioneras, los pequeños, los preferidos de Jesús, estos
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mismo que usted amó de modo tan tierno. Cuantos se hermanaron en esta hora, de todas partes del
mundo: de la América Latina amada, de su tierra de origen Bélgica, de los vecinos países de Europa, de
América del Norte, hasta de Jerusalén…probablemente de Japón, y de las Filipinas y tantos lugares donde
sus escritos llegaron.
Usted tiene el maravilloso don de REUNIR en una gran familia a todos los que sueñan con una Iglesia
más humana, más presente, más amante y fiel a Jesús, fiel a su Evangelio. Como a usted le gustaba ense-
ñar, mostrar, quitar las cortinas del horizonte..para apuntar al Camino de Jesús. Su mirada aguda penetra-
ba la realidad y nos despertaba de la ceguera y de la inercia.
Gracias, Padre Ze.
Sufrimos si y mucho! Somos de carne y hueso y su presencia física, con sus manifestaciones: la sonrisa,
la ternura, el abrazo, sus manos tiernas y servidoras, su mirar tan transparente y verdadero, la suavidad de
su claridad.. y sobre todo sus palabras- sabias, sinceras, penetrantes, contundentes – nos hacen falta, ami-
go, intensamente. ¡Cuanto privilegio tuvimos! Si, cultivaremos su memoria, no para guardarla, más bien
para repartirla.
Su presencia perdura a través de los gestos que marcaron tantos corazones. Su voz seguirá haciendo eco a
través de sus escritos. Sus ejemplos cotidianos son películas permanentes en la memoria del corazón.
Con usted aprendimos a tener fe en Jesús, no en rendirle culto. Tener fe en Jesús es entrar en su camino y
perseverar! Aprendimos la lección del Amor- la única realidad humana que nunca desaparece- dirigido so-
bre todo a los pequeños y olvidados de la sociedad. El don del Espíritu y el don de Amar. Usted lo escri-
bió.
Concédenos la fidelidad y la perseverancia para llevar adelante el legado que usted nos dejó.
Enséñanos a ser LIBRES como usted lo fue.
Regresé para la diócesis de Barra – a nuestra casa- que nos acogió con tanta alegría hace dos años. Aquí
fui llamada a trillar el camino de Jesús. Quien pone la mano al arado y mira para atrás, no es digno de mí.
Llegué para la misa del séptimo día celebrada en la catedral. Una eucaristía llena de fervor y participa-
ción. Una homilía tan expresiva sobre su vida y presencia. En el ofertorio los símbolos de su sacerdocio y
de su misión, y al final los mensajes sencillos.
Poco a poco voy retomando la vida de MARTA. Ciertamente no faltaran los momentos de María. Santa
Fe del Padre Ibiapina, será lugar de peregrinación. Organizar su legado, su memoria será uno de nuestros
trabajos. Dedicarme a las escuelas misioneras, principalmente en esta casita de la Diócesis de Barra. Con-
tribuir a la animación misionera del Nordeste, vivir entre los más pobres y los pequeños, será la misión.
Gracias hermana mía, Gracias hermano mío.
Sigamos hermanados y aprendices en el Camino de Jesús, inspirados por nuestro amigo para siempre:
José Comblin.
Lo amamos mucho y lo agradecemos por todo.
Ignacio Islas Casares, el joven médico argentino, escribió: “Mi actividad no es militar, es medica y solida-
ria. Esto es para mí, un acto de amor. Si, es muy lindo ir a misa, es muy lindo escuchar la parábola de los
talentos o el sermón de la montaña, pero hay que llevar a la práctica todo eso. Si Dios me dio la capacidad
de poder entender el sufrimiento de los demás y poder analizar sus causas, sería un pecado que no hiciera
nada para transformarlos.”
Esto es su testamento. Diría yo el Nueva Testamento para los cristianos.
Clelia, era alfabetizadora; Cristina radista y Juan Antonio, un paciente del hospital del Tortuguero.
Hasta aquí los hechos. Esto es el “ver” de las CEB`s. Falta la iluminación que haremos a través del
Evangelio.
Ahora ya son 22 años de su muerte en solidaridad. Su servicio médico desde las circunstancias más raquí-
ticas serán recordadas en toda la historia salvadoreña.
En la Cripta de Catedral, donde celebramos su entrega leímos el texto de San Juan 12,1-10 y reflexiona-
mos ante el Señor de la Vida.
Jesús iba a una cena en Betania, San Marcos y San Mateo añaden: en la casa de un tal Simón. Lázaro a
quien Jesús había despertado de la tumba estaba en la cena. Marta, su hermana estaba sirviendo y María,
la otra hermana de Lázaro, vino dice San Juan, con un frasco de nardo fino y caro y con el ungió los pies
del Señor y se los secó con sus cabellos. Y toda la casa se llenó con el olor del perfume.
Había Judas, quien criticó este hecho diciendo que este gasto podría haber servido para los pobres a lo
cual Jesús respondió que “los pobres siempre estarán pero a mí no siempre lo tendrán, déjala hacer.”
Me permito comparar a Madeleine Lagadec con esta María del Evangelio. Su joven vida, la derramó en
los pies de Jesús, presente en el pueblo luchador durante 4 años. Tenía 28 años cuando derramó su último
frasco. La casa se había llenado con el olor del perfume de su entrega.
Hay quienes habrán dicho:”Esta joven vida podría haber servido como servicio en una clínica formal para
atender a muchos enfermos”.
Pero Jesús, presente en el pueblo luchador respondía:” Los enfermos siempre los tendrán, pero al pueblo
luchador para una nueva sociedad, no siempre lo tendrán con ustedes. Déjala hacer.”
En el vía crucis según San Lucas, nos encontramos con las mujeres llorando al ver a Jesús. Y Jesús, nos
dice: “No lloren por mi sino por ustedes y sus hijos, porque cuando esto lo hacen con el leño verde que no
harán con el seco” Lc 23,28
De manera que tampoco nos toca llorar por Madeleine y sus acompañantes sino, sentir el olor de perfume
que por el nardo fino y caro llena la casa.
Tanto en el Evangelio según Marcos y Mateo añade Jesús: “Les aseguro que, en todas partes donde se
anuncia el Evangelio, en el mundo entero, se contará también en su honor lo que acaba de hacer.”(Mc.
14,9 y Mt.26,13)
Mejor iluminación no existe. Ahora viene el “actuar” de las CEB`s.
Eso estamos haciendo en la cripta, llena de olor al perfume de Monseñor Romero, de María Julia, la Veró-
nica Salvadoreña, y ahora con Madeleine Lagadec y sus compañeros. Gracias y honor a todos y todas los
y las mártires.
Nos toca retomar estas vidas de olor penetrante, contarlo como pieza del Evangelio de Jesús en las nuevas
luchas de solidaridad, para una ley de medicamentos que protege a los pobres, para la justicia y la promo-
ción de los derechos humanos.
Me alegro con ustedes. Por el Centro para la promoción de los Derechos Humanos “Madeleine Lagadec”
que se fundó apenas 3 años después de su martirio.
Seamos como ella, partícipes de una Nueva Sociedad.
Oigamos para concluir lo que Monseñor Romero decía en su homilía del uno de abril 1979 y publicado en
el “Día a Día con Monseñor Romero en el número 192.
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“El que por amor a mí, se desinstale y acompañe al pueblo, y vaya en el sufrimiento del pobre, y se encar-
ne y sienta suyo el dolor, el atropello, ese ganará su vida, porque mi Padre lo premiará.”(Homilía 1 abril
1979)
HABLANDO DE JUSTICIA.
EL CASO LUIS POSADA CARRILES.
NO CREEMOS en la justicia Norteamericana que en este mes de abril declaró libre al terrorista cubano-
norteamericano, y miembro de la CIA: Luís Posada Carriles.
Luís Posada Carriles, es el autor del estallido con bomba de un avión cubano que viajó desde Venezuela y
que causó la muerte de más de 70 pasajeros en los años 70. Fue encarcelado en Venezuela pero logró so-
bornar a autoridades y huir.
Luís Posada Carriles, fue el enlace desde El Salvador para las armas para la contra de Nicaragua ubicada
en Honduras en los años 80. Todo este tiempo atrás vivió en El Salvador con documentos falsos. Fe de
bautismo inscrito fraudulentamente en Tecapan y partida de nacimiento fraudulenta de Soyapango. Tenía
cédula y pasaporte salvadoreño hasta carné electoral proporcionado por amigos de “calidad”.
Luís Posada, fue capturado en Panamá en los años 2000, cuando quería atentar a la vida de Fidel Castro
en la cumbre Iberoamericana con sede en Panamá. Fue capturado en flagrancia con dinamita y armas. Lo-
gró sobornar a las autoridades y huyó de la cárcel con pasaporte falso y entró por fin ilegalmente en los
estados Unidos de Norteamérica.
En este mes de abril 2011 fue juzgado en Norteamérica, solo por su entrada ilegal. Y fue declarado libre.
EN ESTE TIPO DE JUSTICIA NO CREEMOS.
¿Qué decir que Norteamérica invade a Afganistán, Irak, Libia, y amenaza a tantos otros diciendo que
están combatiendo el terrorismo?
El 24 de marzo de 2011 es una fecha de mucha trascendencia para la comunidad de los derechos
humanos, tanto nacional como internacional. Por un lado, porque los salvadoreños y las salvadore-
ñas recordamos que hace 31 años fue asesinado Monseñor Oscar Arnulfo Romero, Arzobispo de San
Salvador, profeta y mártir de nuestro pueblo; pero además, porque el concierto de países que inte -
gran la Organización de las Naciones Unidas ha declarado que su martirio debe ser reconocido por
todos los países del mundo como una exhortación para cumplir con las obligaciones que emanan
del derecho a la verdad en relación con violaciones a derechos humanos y la dignidad de las vícti-
mas.
Monseñor Romero, dedicó los últimos años de su ejercicio pastoral a denunciar las sistemáticas vio-
laciones a los derechos humanos que cometían agentes del Estado o particulares que actuaban bajo
el consentimiento o con la colaboración de estos. Su valiente mensaje se convirtió en la “voz de los
sin voz” y logró visibilizar las injusticias dando a conocer públicamente los nombres de las víctimas
y la identidad de los cuerpos de seguridad o grupos armados que segaron vidas, desaparecieron,
torturaron y encarcelaron personas, y masacraron poblaciones.
Esta procuraduría, consecuente con el testimonio de sacrificio y valor que nos dejó Monseñor Ro-
mero, ha insistido a través de sus pronunciamientos en que el Estado salvadoreño cumpla las obli-
gaciones que le corresponden en materia de derechos humanos, principalmente en cesar la impuni-
dad que todavía persiste al no investigar, juzgar y sancionar a los autores materiales e intelectuales
de su asesinato y negar una justa reparación para sus familiares y para la sociedad salvadoreña, que
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también es víctima del magnicidio. Cabe recordar que esta obligación compete primeramente al se-
ñor Fiscal General de la República, quién debe realizar una investigación completa e imparcial para
llevar ante la justicia a los asesinos, pero también, a la Asamblea Legislativa, Órgano del Estado
sobre el cual pesa la exigencia de derogar la Ley de Amnistía que ha servido de excusa para negar
justicia y verdad en torno a este y otros hechos de sangre cometidos durante el conflicto armado.
Hoy se cumple un año más desde que Monseñor Romero fue cobardemente asesinado y esta procu -
raduría desea expresar su reconocimiento porque durante este año se han dado importantes pasos
para honrar su memoria y reivindicar su mensaje. En tal sentido, se debe destacar que la Asamblea
Legislativa estableció que cada 24 de marzo sería reconocido como “Día Nacional en Honor a Mon -
señor Oscar Arnulfo Romero”, y por su parte, el Órgano Ejecutivo organizó diversos actos públicos
con ocasión del XXX aniversario de su asesinato, develó un mural conmemorativo en el Aeropuerto
Internacional de El Salvador, emitió sellos postales con su imagen, pidió perdón en nombre del Esta-
do a los familiares de Monseñor Romero y anunció la creación de una Comisión de Reparaciones
por las violaciones a derechos humanos cometidas antes y durante el conflicto armado que vivió
nuestro país.
Pero sin duda, el hecho de mayor importancia es que la Asamblea General de Naciones Unidas, aco -
giendo la resolución 14/7 del Consejo de Derechos Humanos, del 17 de junio de 2010, la cual fue
promovida por el estado salvadoreño, proclamó el 24 de marzo como el “Día Internacional del Dere -
cho a la Verdad en relación con Violaciones Graves de los Derechos Humanos y de la Dignidad de las
Víctimas”, lo cual ubica en el ámbito internacional el destacado papel que Monseñor Oscar Arnulfo
Romero libró como defensor de los derechos humanos.
Es oportuno citar parte del pensamiento que motivó tan significativa declaración:
“La Asamblea General…
Reconociendo en particular la importante y valiosa labor de Monseñor Oscar Arnulfo Rome-
ro, de El Salvador, quien se consagró activamente a la promoción y protección de los dere -
chos humanos en su país, labor que fue reconocida internacionalmente a través de sus
mensajes, en los que denunció violaciones de los derechos humanos de las poblaciones más
vulnerables.
Reconociendo también los valores de Monseñor Romero y su dedicación al servicio de la hu -
manidad, en el contexto de conflictos armados, como humanista consagrado a la defensa de
los derechos humanos, la protección de vidas humanas y la promoción de la dignidad del ser
humano, sus llamamientos constantes al dialogo y su oposición a toda forma de violencia
para evitar en enfrentamiento armado, que en definitiva le costaron la vida el 24 de marzo
de 1980.
Proclama el 24 de marzo Día Internacional del Derecho a la verdad en relación con Violacio -
nes Graves de los Derechos Humanos y de la Dignidad de las Víctimas”
Desde mi Visión como defensor del pueblo, considero este reconocimiento internacional como un
llamado de atención a los Estados para que cumplan sus obligaciones en materia de derechos huma-
nos, principalmente en cuanto al derecho a la verdad, y para El Salvador, dicho llamado debe
atenderse con mayor razón, pues fue en honor a la muerte martirial del salvadoreño más reconoci -
do internacionalmente que se acogió la fecha conmemorativa y fue justamente a propuesta de la re -
presentación salvadoreña ante las Naciones Unidas que se emitió dicha declaración.
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Por ello, debe entenderse bien en qué consisten las obligaciones emanadas del derecho a la verdad,
teniendo presente lo expresado por algunos organismos del sistema de las Naciones Unidas, como
los que a continuación se enuncian:
En el informe de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas sobre Derechos Humanos
(OACNUDH) de fecha 7 de junio de 2007, denominado “el derecho a la verdad”, se expresó lo si-
guiente:
84. “La cuestión del derecho a la verdad es compleja, pues se trata de un derecho íntimamen -
te relacionado con varias obligaciones del Estado, en particular la de proteger y garanti-
zar los derechos humanos, de investigar de forma eficaz las violaciones manifiestas de
los derechos humanos y las infracciones graves del derecho humanitario, y de garantizar
vías de recurso efectivas y reparación a las víctimas y a sus familiares”.
Anteriormente, el 9 de enero de 2006, un estudio sobre el derecho a la verdad de la OAC -
NUDH había establecido los parámetros básicos que deben respetarse para el cumpli-
miento de las obligaciones que derivan de este derecho:
56. El derecho a la verdad está estrechamente relacionado con el deber del Estado de prote -
ger y garantizar los derechos humanos, y con su obligación de realizar investigaciones
eficaces de las violaciones manifiestas de los derechos humanos y de las infracciones
graves del derecho humanitario, así como de garantizar recursos efectivos y reparación.
El derecho a la verdad también guarda estrecha relación con el estado de derecho y los
principios de la transparencia, la responsabilidad y la buena gestión de los asuntos pú -
blicos en una sociedad democrática.
57. El derecho a la verdad está estrechamente vinculado a otros derechos, como el derecho a
un recurso efectivo, el derecho a la protección jurídica y judicial, el derecho a la vida fa -
miliar, el derecho a una investigación eficaz, el derecho a ser oído por un tribunal compe-
tente, independiente e imparcial, el derecho a obtener reparación, el derecho a no sufrir
torturas ni malos tratos y el derecho a solicitar y a difundir información. La verdad
es fundamental para la dignidad inherente del ser humano.
58. En los casos de violaciones manifiestas de los derechos humanos, como la tortura, las eje-
cuciones extrajudiciales y las desapariciones forzosas; las infracciones graves del dere-
cho humanitario y otros actos delictivos en el derecho internacional, las víctimas y sus
familiares tienen derecho a saber la verdad. El derecho a la verdad también tiene un
aspecto social: la sociedad tiene derecho a conocer la verdad sobre los acontecimientos
del pasado que se refieren a la comisión de crímenes aberrantes, así como sobre las
circunstancias y los motivos por los que se perpetraron, a fin de evitar que se repitan en
el futuro.
59. El derecho a la verdad entraña tener un conocimiento pleno y completo de los actos que
se produjeron, las personas que participaron en ellos y las circunstancias específicas, en
particular de las violaciones perpetradas y su motivación. En los casos de desaparición
forzosa, desaparición de personas, niños secuestrados o nacidos durante la cautividad de
una mujer víctima de una desaparición forzosa, ejecuciones secretas y ocultación del lu-
gar de sepultura de la víctima, el derecho a la verdad tiene también una faceta especial:
el conocimiento de la suerte y el paradero de las víctimas.
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persona y, por consiguiente, no debe estar sujeto a restricciones. Habida cuenta de su ca-
rácter inalienable y su estrecha relación con otros derechos que no admiten
suspensión, como el derecho a no sufrir torturas y malos tratos, el derecho a la verdad
debe considerarse como un derecho que no se puede suspender. Las amnistías y otras
medidas análogas y las restricciones al derecho a solicitar información nunca deben
utilizarse para limitar, denegar o perjudicar el derecho a la verdad, que está
estrechamente vinculado a la obligación de los Estados de combatir y erradicarla
impunidad.”
El Salvador tiene grandes compromisos que cumplir, pues el derecho a la verdad implica realizar
muchas acciones a efecto que estos estándares puedan considerarse satisfechos. En la actualidad, si
bien es cierto el Órgano Ejecutivo ha dado muestras importantes de querer avanzar en el respeto de
este derecho, dichas medidas todavía distan mucho de lo planteado por el sistema de Naciones Uni -
das. Ello se debe a que otras instancias del Estado continúan inactivas al respecto. Para el caso, la
Fiscalía General de la República, no ha cumplido con el llamado que desde diferentes espacios se le
han hecho para investigar casos como el de Monseñor Romero, ni siquiera respondió oficialmente a
la exhortación que hace un año esta Procuraduría le hizo de realizar una investigación completa y
efectiva alrededor de la muerte del Arzobispo mártir. De igual manera, la Asamblea Legislativa, se
ha negado hasta ahora a poner en agenda una discusión amplia, seria y profunda sobre la necesidad
de derogar la Ley de Amnistía.
La impunidad en El Salvador persiste, no solo por la falta de investigación de graves crímenes ocu-
rridos en el contexto del conflicto armado, sino porque en la actualidad muchísimos crímenes si-
guen sin investigación, sin juicio y sin sanción para los responsables. Las víctimas de los abusos del
poder o de las omisiones del Estado siguen siendo las mismas que denunció Monseñor Romero, es
decir, personas salvadoreñas que esperan una justicia que nunca llega, que llega tarde o que llega de
manera incompleta, pues si bien es cierto hay casos en los que llegado a las últimas consecuencias
juzgando a los autores intelectuales y en muy pocos casos las víctimas han sido resarcidas adecua-
damente.
A la luz de lo establecido en los informes del OACNUDH antes citados, El Salvador tiene muchísimo
por hacer, pues no sería congruente que el Órgano Ejecutivo haya propuesto que las Naciones Uni-
das estableciera un día para celebrar el derecho a la verdad, pero en la ejecución de sus políticas in -
ternas justifique, impulse o consienta acciones que van en contra de dicho derecho. No puedo dejar
de mencionar que en cumplimiento de mi mandato, he llamado la atención del Gobierno salvadore-
ño sobre las graves violaciones a derechos humanos que se cometen en el sistema penitenciario de
nuestro país en perjuicio de los detenidos o de sus familiares, las muertes de civiles ocasionadas por
miembros de la Fuerza Armada en el sector de Nahuaterique en la frontera con Honduras, el come-
timiento de crímenes de odio en contra de personas con orientación sexual diversa, la falta de casti -
go para quienes han defraudado económicamente al Estado o a miles de personas como en los casos
de ANDA, BFA, OBC y otros en los que aún no se ha compensado adecuadamente a las víctimas, etc.
Sobre estas situaciones y muchas otras que ocurren en nuestro país en la actualidad, sin duda, Mon -
señor Romero también estaría pronunciándose, en tanto que hoy como lo fue en los días de su
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martirio, las causas que provocan violaciones a derechos humanos siguen siendo las mismas, es de-
cir, la desigualdad social, los abusos del poder, las omisiones del Estado y la falta de justicia, y las
víctimas también siguen siendo las mismas: personas pobres, excluidas o marginadas.
Por lo anterior, como Procurador para la Defensa de los Derechos Humanos no puedo menos que
pronunciarme a favor de las víctimas de las violaciones a derechos humanos que se siguen come -
tiendo en El Salvador, y en tal sentido, nuevamente hago un llamado al señor Fiscal General de la Re -
pública a que cumpla con el rol que le corresponde de investigar los delitos e iniciar las acciones ju-
diciales correspondientes, tanto en el caso del magnicidio contra Monseñor Romero, como de los
miles de casos de violaciones a derechos humanos que se cometieron durante el conflicto armado,
todo ello sin perjuicio de las prohibiciones que establece la Ley de Amnistía, cuyos efectos no son
reconocidos por el Derecho Internacional de los Derechos Humanos. Asimismo, le reitero mi llama-
do a que realice todas las acciones que estén a su alcance para que cese la impunidad de los críme-
nes que se cometen hoy en día, y que quienes asesinan, extorsionan, violan o roban, y quienes se co -
rrompen desde las esferas oficiales del Estado, se enriquecen con el dinero del pueblo o comenten
abusos de poder, sean investigados, juzgados y sancionados de manera efectiva y sin demora.
A la Asamblea Legislativa, reitero mi recomendación de que deje sin efecto la Ley de Amnistía Gene-
ral para la Consolidación de la Paz, dada su naturaleza abiertamente violatoria de derechos esencia -
les de la persona humana.
Finalmente, invito a la sociedad salvadoreña en general a que este 24 de marzo recordemos la obra
y el testimonio de Monseñor Romero, trabajando por la paz, cumpliendo con nuestras obligaciones,
siendo respetuosos de las leyes justas, y exigiendo el respeto de los derechos que nos corresponden
a todos y a todas. Que este Día Nacional en Honor de Monseñor Romero sirva para que quienes tie-
nen en sus manos la toma de decisiones sobre aspectos relacionados con los derechos humanos, re-
flexionen sobre los criterios con los que han estado actuando y corrijan los errores y cambien de
ruta si es necesario para que la justicia en El Salvador sea una realidad.
Hago votos para que todas las naciones del mundo, principalmente aquellas que como nuestro país
han adoptado la resolución de la ONU que proclamó el 24 de marzo como Día Internacional del De-
recho a la Verdad en relación con Violaciones Graves de los Derechos Humanos y de la Dignidad de
las Víctimas, cumplan a cabalidad con sus obligaciones y hagan honor a la muerte martirial de Mon -
señor Romero siguiendo su ejemplo de lucha contra la impunidad.
San Salvador, 24 de marzo de 2011
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