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Seamos claros: Lo llaman Democracia

Tania Elías Lequernaqué

“Ha ganado la Democracia”. La frase a estas alturas, en un proceso histórico tan


peleado, podría tener un tono de burla para quienes vieron detener el avance de sus
candidatos favoritos e incluso presenciar su caída, y podría ser el resumen del sentir de
quienes han visto pasar a sus líderes a la segunda vuelta. Mientras unos lloran –tal vez
por ira e impotencia-, los otros celebran –por adelantado.

Pero por más trillado que parezca, es la verdad. La Democracia, nos guste o no, triunfó
porque en el concepto real, los peruanos han elegido en medio de libertad, lo que a su
parecer ha sido la mejor opción. Y por lo tanto, a estas alturas, hay que mantener el
respeto entre los distintos grupos de electores.

Ha sido preocupante, por ejemplo, ver la primera reacción de quienes apoyaban a PPK.
Quizás eran los más animados con la subida increíble que tuvo Pedro Pablo Kukzynski
en los últimos días, ayudado del impacto de las encuestas -sobre todo las que en medio
de las prohibiciones se colaron en las redes sociales. Pero la Democracia nos lleva a
respetar a las mayorías. Calificar como “ignorantes” al resto de peruanos porque no
recibieron el respaldo de las demás fuerzas, es cuestionable.

Porque en la lectura que se puede hacer de las muestras de resultados difundidas por
Transparencia, APOYO, CPI y DATUM, en las que se muestra el respaldo de la
población a Ollanta Humala y Keiko Fujimori, hay un rechazo al modelo actual. El
Perú, a pesar del crecimiento económico logrado en los últimos años, es un país que la
población ve como injusto. La pobreza no disminuye, y la riqueza sólo llega a unos
pocos.

La suma de Humala y Fujimori tienen un promedio que supera el 50%. Esa cifra es
representativa en el país y no puede pasar desapercibida. Es la respuesta a una economía
que como bien han dicho estos personajes en sus discursos, gotea pero no chorrea. Esto
se destaca en el Latinobarómetro de las últimas semanas, en las que los peruanos dicen
no aceptar su economía ubicándola en el puesto 16, de 18, ya que no les satisface sus
demandas.

Si bien es cierto, al 42% la ONPE le da opción a PPK para la segunda vuelta, hay un
escenario que las encuestadoras han planteado y que es el que muchos temían. Qué va a
pasar en el país si la segunda vuelta se disputa entre Ollanta Humala y Keiko Fujimori.
Cuál va a ser la actitud de las demás fuerzas políticas. Dándole otro escenario al proceso
del próximo 5 de junio, si PPK fuera el contrincante de Ollanta Humala, qué pasaría.
Cómo actuarán los demás líderes políticos.

A estas alturas muchos se han planteados las preguntas y los perdedores han tomado
con cautela la pronunciación de una respuesta absoluta. “Vamos a analizar la situación.
Habrá que esperar. Defenderemos la Democracia”. Esas han sido las respuestas.

Lo de ayer también nos lleva a ser realistas en el país con respecto a la participación
política de los partidos como fuerzas bases del sistema. Los negociados políticos ya no
tienen el respaldo de los militantes, las consignas ya no existen. El Partido Aprista
Peruano ha sido el más claro ejemplo. Dándose una importancia que no tenía, ofreció su
respaldo a uno y otro candidato. ¿Alguien sintió su peso? Si apenas pudieron defenderse
a sí mismos. No estamos diciendo nada en contra de esta grupo cuando las cifras de 4
curules logradas en el Congreso son el espejo que los pinta de cuerpo entero.

Lo cierto es que en una coyuntura como la actual, las cosas no se presentan fáciles para
el pueblo peruano. Pero es el resultado no se debe cuestionar cuando no se ha sabido
jugar limpio –no en campaña- sino con propuestas y acciones concretas.

Decir que es culpa de nuestra “ignorancia” estar en la situación actual, entre el Sida y el
Cáncer, es duro. Adelantarnos a tomar una postura de un voto en blanco o viciado es
irresponsable. Hay que recordar que ningún candidato de los que se dicen llamarse a sí
mismos demócratas, quisieron unirse cuando se empezó a visualizar la posibilidad de un
panorama como el que hoy se presenta. Ni los líderes ni los seguidores quisieron
sentarse a buscar soluciones.

A poco más de un mes de la segunda vuelta, no hay que llorar sino más bien pensar. El
Perú siempre será nuestro país, y hay que mirarlo con esperanza. Decir que ya no la hay
es extremista. Más que las posturas entre las que podríamos haber quedado. Esa es la
Democracia y hay que defenderla.

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