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El trabajo constituye una dimensión fundamental de la existencia del hombre sobre


la tierra. Sin el, su ser personal encontraría una existencia colmada de vacio, al margen
de el, la realidad dinámica de su naturaleza no tendría la vertiente por donde desplegar
su crecimiento. Y peligraría, además, su misma subsistencia y la de sus semejantes.

Esta convicción resulta confirmada por el testimonio unánime de las distintas


ciencias dedicadas al estudio del hombre: la antropología, la historia, la paleontología,
la psicología, la sociología, entre otros.

Como persona, el hombre es sujeto del trabajo e, independientemente de cuál sea el


objeto de su actividad, ésta ha de servir a la realización de su humanidad. Existe una
preeminencia de este significado subjetivo del trabajo sobre su significado objetivo, de
modo que el trabajo se mide en primer lugar con el metro de la dignidad del hombre que
lo realiza y tiene asimismo por finalidad el bien del hombre.

 

La palabra trabajo -o sus equivalentes- tiene un origen remoto, pero su ámbito de
significación ha experimentado variaciones importantes a lo largo de la historia. Por eso
no resulta muy útil hacer análisis etimológicos. Aún hoy, lo significado con esa palabra
es tan variado que no parece pertinente tratar de establecer una definición precisa!

La palabra trabajo deriva del vocablo latino trabs (traba, dificultad), resaltándose así
el carácter oneroso que reviste. Una definición real, sin embargo, no resulta inmediata,
dado que este concepto puede enfocarse desde muy diversas ópticas, económicas,
jurídica, sociológica, filosófica, entre otras.

Es de un punto de vista más bien descriptivo, puede afirmarse -manteniéndonos en


un nivel muy general- que las múltiples significaciones de la palabra trabajo coinciden
todas en tener que ver con la acción humana. El lenguaje ordinario denomina "trabajo" a
cierto tipo de acciones humanas, no a todas. También se designa con esa palabra al
resultado de las acciones que reciben esa denominación (por ejemplo, cuando se dice
que un ensayo es "un buen trabajo", o que hay que entregar "un trabajo sobre la
termodinámica de la evolución). Así mismo se llama trabajo al objeto de esas acciones
humanas (por ejemplo, cuando decimos que nos hemos propuestos ³un trabajo para el
fin de semana´).

No cualquier actividad humana es denominada trabajo: hay acciones humanas que no


se denominan así. La delimitación entre estos dos tipos amplios de acciones no es fácil,
y requiere consideraciones más detalladas.

³Trabajo es uno de los factores empleados en la producción de bienes y servicios´


(enfoque economista); ³Ya que las necesidades humanas se satisfacen mediante el
trabajo, es este un derecho fundamental de la persona´ (visión juridicista); ³Trabajo es
toda actividad humana que tiene por fin la producción de una obra exterior´
(entendiéndose, en este sentido, como opuesto a contemplación); ³Aplicación de las
fuerzas humanas a una tarea socialmente relevante, sea el orden intelectual o cultural,
sea en el productivo y económico´.

Trabajo es el ejercicio de las facultades humanas aplicadas sobre distintas realidades,


para comunicarles utilidad y valor haciendo posible a quien trabaja tender hacia su
propio perfeccionamiento, obtener la satisfacción de sus necesidades vitales y contribuir
a la creciente humanización del mundo y sus estructuras.

En lo anteriormente expuesto el trabajo es una de las características que distingue al


hombre del resto de las criaturas, cuya actividad, relacionada con el mantenimiento de
la vida, no puede llamarse trabajo en sentido propio, si no simple obediencia al reclamo
des instinto (ej. La abeja que construye un panal, la hormiga que transporta alimento,
entre otros).

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En efecto, se trabaja para vivir para perfeccionarse, y se trabaja también para


contribuir al bien común. Justamente porque el trabajo es preciso, debe evitarse el
riesgo de convertirlo en un valor absoluto: realizándolo, sin que el cuerpo se agote ni se
degrade el espíritu. Sera, por tanto, acorde a la ética, todo aquello que contribuya a
hacer mas grato el trabajo, evitando que los intereses económicos o sociales agraven la
dureza propia del trabajo.
(e la definición, se sigue que los distintos fines del trabajo son, en este orden:

O El propio perfeccionamiento del individuo que trabaja


O La obtención de sus medios de subsistencia
O La construcción a lograr un mundo y unas estructuras más acordes con la
dignidad del hombre.

El trabajo es considerado sobre todo como la actividad por medio de la cual el


hombre trata de dominar la naturaleza para atender las múltiples necesidades de su vida
biológica. Esto incluye dos aspectos: uno primero, la intervención en la naturaleza, el
encuentro "mecánico" o material con ella y, un segundo aspecto que es la eficiencia de
la propia actividad, la capacidad de conseguir objetivos o producir cosas. El primero da
a la palabra trabajo un matiz claramente de penalidad y esfuerzo, porque la naturaleza se
le presenta como inercia que se resiste al dominio y el hombre, sólo penosa y
fatigosamente, consigue imponerse. Podríamos decir que se trata de un matiz negativo.
El segundo, por el contrario, al considerar la eficiencia, tiene un matiz positivo.

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Para continuar nuestro análisis del trabajo en relación con las palabras de la Biblia,
en virtud de las cuales el hombre ha de someter la tierra, hemos de concentrar nuestra
atención sobre el trabajo en sentido subjetivo, mucho más cuanto lo hemos hecho
hablando acerca del significado objetivo del trabajo, tocando apenas esa vasta
problemática que conocen perfecta y detalladamente los hombres de estudio en los
diversos campos y también los hombres mismos del trabajo según sus especializaciones.
Si las palabras del libro del Génesis, a las que nos referimos en este análisis, hablan
indirectamente del trabajo en sentido objetivo, a la vez hablan también del sujeto del
trabajo; y lo que dicen es muy elocuente y está lleno de un gran significado.

El hombre debe someter la tierra, debe dominarla, porque como "imagen de (ios" es
una persona, es decir, un ser subjetivo capaz de obrar de manera programada y racional,
capaz de decidir acerca de sí y que tiende a realizarse a sí mismo. Como persona, el
hombre es pues sujeto del trabajo. Como persona él trabaja, realiza varias acciones
pertenecientes al proceso del trabajo; éstas, independientemente de su contenido
objetivo, han de servir todas ellas a la realización de su humanidad, al
perfeccionamiento de esa vocación de persona, que tiene en virtud de su misma
humanidad.

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Por naturaleza misma de las cosas, la persona humana es superior al trabajo que
realiza, y a los resultados que con él obtiene. (e ahí que el primer objetivo del trabajo
humano es el mismo hombre que trabaja; no esta el, supeditado a su trabajo, sino al
revés.

Al ser el hombre una persona es decir, un ser subjetivo capaz de obrar de manera
programada y racional, capaz de decir acerca de si y que ha de realizarse a si mismo,
hemos de afirmar que el hombre es el sujeto del trabajo.

El hombre como sujeto del trabajo, nos conviene tocar, al menos sintéticamente,
algunos problemas que definen con mayor aproximación la dignidad del trabajo
humano, ya que permiten distinguir más plenamente su específico valor moral. Hay que
hacer esto, teniendo siempre presente la vocación bíblica a "dominar la tierra", en la que
se ha expresado la voluntad del Creador, para que el trabajo ofreciera al hombre la
posibilidad de alcanzar el "dominio" que le es propio en el mundo visible.

Las fuentes de la dignidad del trabajo han de buscarse (antes que en la calidad o
importancia de lo producido) en la dignidad de la persona humana que trabaja. (icho
con otras palabras un trabajo es digno no tanto por su dimensión objetiva (lo realizado),
sino por su dimensión subjetiva (quien es el que lo realiza).

Lo anterior no quiere decir que el trabajo humano desde el punto de vista objetivo
carezca de valor. Si quiere decir que el primer fundamento del valor del trabajo es el
hombre mismo, sujeto.

Independientemente, pues de que algunos trabajos puedan tener un valor objetivo


más o menos grande, la Ética no lleva a afirmar que cada trabajo se ha de medir en
razón de la dignidad del sujeto mismo del trabajo o sea de la persona, del hombre que lo
realiza.
Volviendo al Génesis y a las duras palabras dichas a Adán, "con el sudor de tu rostro
comerás el pan", el Papa hace notar que las mismas se refieren a la fatiga, al peso del
trabajo que desde entonces le acompaña, pero sin cambiar el hecho de que ese es el
camino por el que el hombre realiza el dominio que le es propio sobre el mundo visible,
sometiendo la tierra. En este sentido se puede decir que el trabajo es un bien del
hombre, aunque sea unborum arduum según santo Tomás, lo que no quita que sea en
efecto un bien, y no sólo un bien útil, incluso a veces placentero, como cuando es
vocacional, sino un bien digno, es decir, que corresponde a la dignidad del hombre

La finalidad del trabajo aunque sea el más sencillo, el más monótono, el más
corriente en la escala común de valorar, e incluso el que mas margina es siempre el
hombre mismo.

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El trabajo no solo expresa la dignidad del hombre, al situarlo por encima de todo el
resto físico, al cual domina, sino que, además, ha de servir para aumentar esa dignidad,
proporcionando a l individuo el medio propicio en el que desplegar las potencialidades
de su naturaleza humana.

Esto significa que al realizar las variaciones pertenecientes al proceso de trabajo,


estas independientemente de su contenido objetivo, han de servir, todas ellas, ala
realización de su humanidad como persona, al perfeccionamiento de esa vocación de
persona.

En este ámbito se sitúa la enseñanza del Beato José maría Escrivá de Balaguer,
fundador del Opus (ei, cuyo mensaje puede sinterizarse en que el trabajo humano es
ocasión y medio de santidad para el hombre. El trabajo nace del amor, manifiesta el
amor se ordena al amor. Reconocemos a (ios no solo en el espectáculo de la
naturaleza, sino también en la experiencia de nuestra propia labor, de nuestro esfuerzo.
El trabajo es así oración, acción de gracias, porque nos sabemos colocados por (ios en
la tierra, amados por El, herederos de sus promesas.

El trabajo es un don de (ios, un bien para el hombre, aunque lleve consigo el signo
de un bonum arduum, según la terminología de Tomas de quino. Muchas veces es
también un bien placentero, que colma de satisfacciones íntimas al individuo que labora.
Pero, en todo caso, es un bien digno, e s decir, adecuado a la dignidad del hombre: un
bien que expresa esa dignidad, y que la aumenta.

El trabajo expresa la dignidad del hombre porque mediante el transforma la


naturaleza: reina sobre ella, dominándola.

El trabajo aumenta la dignidad de la persona: le es ocasión de desarrollo de su propia


naturaleza haciéndolo, en cierto sentido más hombre.

Por ello, la laboriosidad es una virtud, ya que la virtud como actitud moral es aquello
por lo que el hombre llega a ser bueno como hombre.

El perfeccionamiento de una persona es susceptible de verificarse en un trabajo


intelectual, o en un trabajo de dirección y organización. Pero se consigue también ese
perfeccionamiento cuando el trabajo que ha de realizar un individuo resulta meramente
operativo, monótono, repetitivo y rutinario. En efecto, ese peligro existe. Cuando el
hombre es solo operador, es decir, cuando no trabaja conforme a reglas fijadas `por el
mismo o asumidas como propias su trabajo no resulta proporcionado a su capacidad
racional, ya que se limita a repetir incontables veces algo impuesto y elemental. Por
ello, y en virtud de que el hombre es un animal racional, no es posible a riesgo de un
grave costo antropológico. Se parar en su acción los aspectos directivos racionales de
los meramente operativos repetitivos.

La acción sigue al ser de las cosas, el trabajo, por mas operativo que resulte su
ámbito laboral, ha de lograr siempre un nivel de racionalidad (o nivel directivo)
adecuado a la norma personalista que subyace en toda realidad humana. Esa
racionalidad puede desplegarse a tendiendo a las siguientes consideraciones:

O Permite que los operadores dejen su importancia personal en los trabajos


presuntamente solo operativos: asegura un margen de libertad, de forma que, a
su nivel, todo trabajador dirija y opere. Esa necesaria autonomía personal en el
trabajo se materializara, ejemplo, en el fomento de innovaciones, de creatividad,
de sugerencias, de aplicación de mejoras, entre otras.
O Procurar que el trabajador haga suyas las reglas a las que debe sujetarse, y la
finalidad misma de la empresa. Como explicamos en su oportunidad, la
condición para impedir que, en una relación interpersonal aparezca ala
utilización de una persona por otra, es la comunidad de fines.
O En el caso de un trabajador que recibe instrucciones rígidas y precisas para
ejecutar su trabajo, interesa resaltar que lo importante de una instrucción no es
tanto el término es decir, de quién proceden, sino de l contenido de ellas y del
conocimiento y la adhesión que de ellas se logre.
O Buscar el crecimiento de la inteligencia y de la prudencia de los trabajadores, de
modo que tengan cada vez mayor capacidad de autonomía y creatividad en su
trabajo, y mejores aptitudes para hacer propios los fines de la organización.

Es precisa pues, la oferta de una adecuada y continua posibilidad de


capacitación, formación y adiestramiento.

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A la visión antropocéntrica del trabajo humano se contraponen las premisas del


economismo materialista!

Si bien es cierto que a partir de la revolución industrial se acentuó la consideración


del trabajo como una mera mercancía sujeta a las condiciones de la oferta y la demanda,
el peligro de considerar el trabajo como un simple factor de producción ha existido
siempre.

En efecto, la organización del trabajo y los objetivos en ella perseguidos eran, la


historia antigua y media, casi siempre ajenos a los individuos actuales. Piense, por
ejemplo, en la esclavitud, donde la permanencia del sistema se apoyaban en el uso de
medios coercitivos socialmente sancionados.

Por la llegada de la industrialización cuando la maquina se valora por encima del


hombre, dando pie al trabajo sectorial, monótono y despersonalizador surge de modo
acentuando el peligro de comparar al hombre a un mero instrumento, y no según la
dignidad de su trabajo, es decir como sujeto, y por consiguiente como verdadero fin del
proceso productivo.
En el acelerado proceso de la civilización unilateralmente materialista se da
importancia primordial a la dimensión objetiva del trabajo, mientras la subjetiva (es
decir, todo aquello que se refiera directa o indirectamente al sujeto mismo del trabajo)
permanece a nivel secundario.

En el economismo materialista, el hombre es considerado como un instrumento de


producción, mientras que el solo, independientemente del trabajo, que realiza debería
ser tratado como sujeto eficiente y el verdadero artífice y creador del proceso.

El concepto de empresa y la definición de trabajo deben elaborarse partiendo de la


norma personalista, ya que la persona es su fundamento y su fin.

Para elmaterialismo y el economicismo el trabajo se entendía y se trataba como una


mercancía que el obrero vendía al empresario, poseedor a la vez del capital y de los
medios que hacen posible la producción. Este concepto es de la primera mitad del siglo
XIX y ha ido accediendo a un modo más humano de pensar y, valorar el trabajo, pero el
peligro de considerarlo como una mercancía, aun sui generis o como, una anónima
fuerza de producción, existe siempre en el economicismo materialista.

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El trabajo es objeto y derecho: tal conclusión se desprende de la naturaleza misma de


la persona humana. Esta idea central en la concepción ética del trabajo requiere, sin
embargo, un cierto examen que nos aclare y delimite su sentido.

El trabajo es un derecho y un deber sociales. No es artículo de comercio, exige


respeto para las libertades y dignidad de quien lo presta y debe efectuarse en
condiciones que aseguren la vida, la salud y un nivel económico decoroso para el
trabajador y su familia.

 

Es obvio que para la humanidad en general existe el deber del trabajo: sin el. Los
hombres no subsistiríamos. Y como hay la obligación moral de conservarse o
mantenerse en la vida, es preciso afirmar que existe, por lo tanto, el deber humano del
trabajo. Pero también es cierto que la especie humana puede subsistir sin que todos los
hombres trabajen. Se habla del humano como un deber en cuanto reviste una triple
razón de justicia:

O En primer lugar, porque es injusto que quien pueda trabajar se abstenga de


hacer para vivir, parasitariamente, del trabajo de otros (consumiría lo que otros
producen)
O También porque es injusto para quien no trabaja el que otro lo mantuviera, ya
que cooperaria a su degradación como persona.
O En tercer lugar, porque resultaría dañada la justicia social, al impedir que un
miembro de la comunidad no coadyuvara en hacer lo necesario para el bien de
todos.

El primer y más importante desafío de una «ética del trabajo» se juega, pues, en el
corazón del hombre. El reconocimiento agradecido del (ios creador, el amor a (ios y la
obediencia a sus designios, implica afirmar radicalmente la dignidad del trabajo, por el
que el hombre, a imagen del mismo (ios, es llamado a «cultivar» y a «dominar» la
tierra, descubriendo y usando razonablemente los recursos que la creación le ofrece (Gn
1,28).

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Ya que el hombre tiene el deber del trabajo, el correspondiente derecho no puede ser
algo meramente positivo, es decir, no debe su existencia a que la autoridad lo
reconozca.

Independientemente de que el Estado lo establezca o lo ignore, el derecho al trabajo


existe como algo enraizado en la naturaleza humana.

El derecho al trabajo se fundamenta:

O En el derecho natural de todo hombre a procurarse lo necesario para su vida y la


de su familia
O En el derecho de todo hombre a contribuir al bien común
O En el derecho de buscar, a través del trabajo, la manifestación y el crecimiento
de su dignidad como persona humana
Conclusión Es por consiguiente, deber del Estado, hacer todo cuanto este a su
alcance por mantener o crear una situación social en la que sea posible que todos los
ciudadanos encuentren un trabajo.

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Para la gran mayoría de los hombres, el trabajo es la forma de ganarse la vida; su


modo de vivir porque es de el de donde obtienen los medios necesarios para
mantenimiento y desarrollo de su propia existencia, asi como de la de su familia.

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El trabajo humano tiene un valor ético; quien lo lleva a cabo es una persona, un
sujeto consciente y libre, un sujeto que decide por sí mismo. Para la edad antigua, el
trabajo que exigía el uso de los músculos y de las manos era considerado indigno de
hombres libres y relegado a los esclavos. El cristianismo cambia esta óptica, empleando
contenidos del Antiguo Testamento y partiendo tanto del mensaje evangélico como,
sobre todo, del hecho de que el Mesías el Cristo, que siendo (ios se hizo hombre,
dedicó la mayor parte de los años de su vida terrenal al trabajo manual junto al banco
del carpintero.

El primer fundamento del valor del trabajo es el hombre mismo, su sujeto. El trabajo
está en función del hombre y no el hombre en función del trabajo. Es verdad que los
trabajos realizados por los hombres pueden tener un valor objetivo más o menos grande,
pero lo que hay que poner en evidencia es que el trabajo se mide sobre todo con el
metro de la dignidad del sujeto mismo del trabajo, o sea del hombre, de la persona que
lo realiza. La Finalidad del trabajo es siempre el hombre.

(ada la movilidad y fluctuación de la vida económica, se hace imposible hablar de


una determinada cantidad, fija y constante, para la justa renumeraciòn del trabajo. No
se trata aquí, por tanto, de señalar cifras, sino de establecer un conjunto de condiciones
básicas y esenciales que la renumeracion del trabajo ha de cumplir para que pueda
considerarse justa.

La justa renumeracion del trabajo ha de atender, pues:


O A la consideración de la dignidad de la persona del trabajador, haciéndole
posible:
- La subsistencia propia y familiar (el llamado ³salario familiar´);
- La constitución de una economía que le proporcione un cierto decoro y
comodidad, asi como la posibilidad del acceso a los bienes culturales y a la
propiedad privada
- Cubrir los riesgos naturales y los profesionales, entendiendo por los primeros
la enfermedad y la vejez, y por los segundos los accidentes de trabajo y el
posible paro forzoso.
- En compensación, la justicia obliga también a tener en cuenta lo producido
globalmente considerado en el entorno de la situación de la empresa (cálida e
importancia de lo que ese trabajo aporta, cantidad de los beneficios,
participación de el en la obtención de ellos, entre otros).

Como norma general, y por principio, lo primero que debe afirmarse es que ningún
beneficio del empresario es legitimo si no se da una renumeraciòn suficiente a los
trabajadores.

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El derecho a fijar la justa renumeracion correspondiente de modo natural a los


particulares interesados.

El Estado no les debe impedir de un modo sistemático la posibilidad de ejercer este


derecho que constituye una de las expresiones naturales de la libertad de la persona
humana!

Proteger y salvaguardar los requisitos que antes se mencionaron de la justa


renumeracion del trabajo es un derecho y un deber del gobernante (que se concretaría,
por ejemplo, en la fijación del salario mínimo que cumpliera esos requisitos).

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(esde su origen, la empresa ha sido descrita básicamente por su finalidad


económica, entendiendo este vocablo en el sentido de creación de productos, o en el
significado mas restringido de siempre actividad monetaria. Consecuencias éticas se
seguirán al entender la empresa solo en su dimensión económica.

La cuestión reviste un particular interés puesto que la empresa se ha convertido en la


institución que de manera más decisiva esta configurando la sociedad. (esde luego no
es la única, pero a lo largo de los últimos siglos parece evidente que las instituciones
políticas, culturales, eclesiástica, han ido perdiendo la presencia en la visa social.

El trabajo expresa y aumenta su dignidad personal a través del ejercicio de su tarea,


incluso cuando esta resulta monótona y repetitiva. Cualquier organización empresarial
debe regirse por esa concepción antropocéntrica para que, en el interior de su estructura,
sea factible el perfeccionamiento personal de los que en ella intervienen.

Como plantearse las organizaciones para conseguir que se de ese perfeccionamiento


en los distintos ámbitos de personas que con ella se relacionan. La solución a esta se
reduce a una palabra: servicio. Un diseño de estrategia (por ejemplo, para la fabricación
de un producto determinado) que no tenga en cuenta que la empresa debe estar al
servició del hombre, corre el riesgo de pensar que los hombres no son mas que
instrumentos (de consumo, si a los clientes nos referimos) transformándose asi en una
tecnocracia deshumanizada.

Al hablar de matrimonio resulta siempre ilícito utilizar a una persona como simple
medio. Insistimos ahí que la referencia adecuada de una persona a otra se establece
nunca en el uso de una por otra, sino en el amor que debe regular las relaciones entre
ellas, en la consideración de fin que en si misma conlleva la noción de persona.

Lao mismo ocurre en las relaciones de negocios. Pero sin olvidar que el termino
amor no ha de confundirse con un sentimiento exaltado a la par de empalagoso, o con el
ejercicio de unas funciones meramente biológicas.

Por ello, la empresa verdaderamente antropocéntrica en lo que hace referencia a su


proyección externa es la orientada en sus productos a proporcionar el verdadero bien del
hombre, tanto en sus necesidades físicas reales.

Se ha dado en llamar súper-empresarios a quienes aportan esos bienes


específicamente impulsores de la dignidad del hombre y de su felicidad verdadera. A
veces, esos bienes no son específicamente solicitados sino que, cuando aparecen,
proporcionan verdaderos satisfactorias de existencia del hombre sobre la tierra. Por
ejemplo citamos a las creaciones de Walt (isney como paradigma de lo que llevaos
dicho.

El verdadero reto para una empresa no es tan solo su permanencia y la obtención de


beneficios, sino lograrlos precisamente como fruto del servicio.

En lo anterior se plantea con especial virulencia en la empresa moderna, puesto que


no solo se trata de evitar producir algo que sea directamente nocivo para la persona
humana (droga, pornografía, violencia, sexo, entre otros).

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La economía del mercando es un modo de organización de la actividad económica


cuyos rasgos distintivos son:

O La afirmación de la propiedad privada como derecho fundamental de la persona


O L a libertad de iniciativa y de contratación
O La coordinación de las actividades mediante el mercado (no se produce para el
autoconsumo, sino para la venta: mercancías).
O La búsqueda de la eficiencia en la asignación de recursos (productividad)

(esde el punto de vista ético, ninguno de los cuatros rasgos distintivos de la


economía de mercado es impugnable: todo ellos resultan acordes a la naturaleza y la
dignidad de la persona humana, y a su finalidad.

En la sociedad capitalista, esos rasgos distintivos están sustentados por la ideología


liberal. En su esencia, el liberalismo defienden un concepto de libertad caracterizado
por:

O La autonomía absoluta del hombre respecto a (ios a las leyes morales objetiva
(sin considerar la dependencia de ellas, afirmada por la recta antropología)
O El individualismo radical, y las motivaciones basadas en el exclusivo provecho
individual (en contra del principio de solidaridad y el reconocimiento de los
derechos de los demás hombres).
Por ello, aunque sea bueno el mecanismo de la economía de mercado, si se maneja
solo con base en la ideología liberal, no siempre esta economía contribuye al bien del
hombre. En otras palabras, la ³mano invisible´ que establecía Adam Smith, fundador
del capitalismo, no permite concluir que el merado sea en si mismo un mecanismo
rectificados, capaz de hacer socialmente buenos los efectos de acciones moralmente
malas.

Si los valores e ideas de quienes intervienen en dicha economía no son correctos, las
instituciones, normas y organizaciones acabarán degenerando y siendo dañinas para el
hombre al fin y al cabo, como en todo, quien marca la pauta ética es la persona humana,
independientemente del mecanismo la economía de marcado no es la panacea que todo
lo resuelve.


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;$ Ética y (ocencia

(uaca, marzo 2010




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