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Esta aproximación al tema de los bosques de Totonicapán nos aleja de la sorpresa que
plantea Thomas Veblen en un articulo de 1982, cuando señala, “Es extraordinario que
todavía haya bosques en Totonicapán, cuando se toma en cuenta la mayor intensidad del
uso de los bosques y la tremenda necesidad de más tierras de labranza, a causa del
aumento de población de un 80% durante los últimos cuarenta años.” 1
Y señala a continuación, “Están disponibles fotografías aéreas de partes de Totonicapán
correspondientes a los años de 1932, 1946, 1954, 1958 y 1972. Una comparación de las
primeras con las del año 1972, así como con observaciones hechas desde tierra, indican
un patrón forestal notablemente estable en contraste con terrenos de pastos o llanuras y
con las tierras de cultivo.”
Sin embargo, resulta que la existencia de varias cabeceras de cuenca de las tres
vertientes del país se ubican en el área y sus suelos y bosques son mantenidas teniendo
como soporte una visión del mundo diferente a la dominante, lo cual presenta un
verdadero desafío a la compresión de la naturaleza de estas relaciones. Ello porque en la
existencia de los bosques de Totonicapán y los recursos en el existentes, sea el agua o la
biodiversidad, no pueden ser explicadas sin el entramado de relaciones sociales,
políticas, jurídicas, culturales, étnicas que ahí se desarrollan, con parámetros
diferentes a los del resto delcontinente.
1
El agua, su legislación y administración, limitada y dispersa, sin visión social, sin visión de
sostenibilidad, que no ha tomado en cuenta la realidad sociopolítica del país, han sido en
nuestro país una relación en la cual no ha habido de manera general espacio para
considerar la existencia de los pueblos indígenas y sus derechos. En ello cuenta la visión
centralista y excluyente del Estado desde la conquista y la colonia, lo cual da como
resultado que los indígenas hayan sido invisibilizados durante siglos. Es un aspecto que al
analizar el caso del Totonicapán debemos tener presente en un primer plano. Lo cual
inicia una fase distinta con la firma de la paz y con la implementación, aun sí parcial, del
Acuerdo de Identidad y Derechos de los Pueblos Indígenas -AIDPI-.
Desde la perspectiva que interesa para una mejor ubicación con el tema de las políticas
publicas, la legislación y la administración del agua, partiendo de la idea de contar con
un MIRH y con el concepto de seguridad del agua, que constituyen las herramientas
de un proceso que promueve el desarrollo y administración coordinada del agua, suelo y
demás recursos relacionados, con el objeto de maximizar los resultados económicos y los
beneficios sociales en una forma equitativa sin comprometer la sostenibilidad de los
ecosistemas vitales2, y que la seguridad el agua es el estado idóneo para el desarrollo
ordenado del agua y se sustenta en un sistema legal, administrativo y de políticas
publicas que guarda balance y armonía entre las necesidades públicas, las sociales y las
individuales, con un alto grado de participación ciudadana, se puede afirmar que los
principales aspectos a destacar del -AIDPI- son, sin orden de prioridad, los siguientes:
a) El reconocimiento de la identidad, cultura e idiomas de los pueblos indígenas.
b) De las autoridades locales indígenas
c) Del derecho indígena o consuetudinario
d) El derecho a las tierras y territorios
e) Aceptación de los compromisos internacionales sobre la materia
Este conjunto de aspectos es lo que existe de manera muy clara en la relación que hay
entre el pueblo k’iché de Totonicapán y los bosques y otros recursos existentes en ellos,
en particular el agua. Pero además, hay que advertir que nuestra visión no es una visión
desde fuera, antropológica, sino de una posición que reivindica la visión de los pueblos
indígenas como necesaria para construir en Guatemala una democracia real y con ello
reconocer sus derechos de acceso, uso, conservación y administración de los recursos
existentes en sus territorios, en este caso, del agua.
En el caso guatemalteco se discute actualmente sobre descentralización, derechos
indígenas, manejo de recursos naturales y otros temas que son centrales para el
desarrollo económico sustentable. En esta dirección para la búsqueda de alternativas, es
posible pensar que las “características socioculturales, de ciertas acciones y actividades
que por los resultados vistos no solo en esta comunidad sino también en otras de
Totonicapán, Sololá,
2. Ubicación
Ubicación Geográfica.
Totonicapán4 esta ubicado en el occidente del país, hacia la frontera con México, a unos
200 kilómetros de la capital, en la ruta del altiplano. Tiene una temperatura media que
oscila de
12 a 18 grados centígrados. Se considera por tanto de clima frío. Durante los meses que
corresponden al invierno, entre los meses de noviembre y febrero, la temperatura alcanza
hasta 10 grados bajo cero. En esta época se producen heladas que afectan el curso de la
agricultura y dificultades adicionales a la agricultura estacional.
El departamento tiene extensión de 1061 km.2 y una población total que se encuentra
alrededor de 300,000 habitantes. La población del municipio de Totonicapán, la cabecera,
de acuerdo con el último censo del Instituto Nacional de Estadística -INE- 1994, es de
95,676 habitantes, de los cuales más del 95% es indígena maya k'iché y el resto es no
indígena, con una densidad de 242 habitantes por kilómetro cuadrado, que corresponde a
una de las mayores del país.
La actividad económica
manera directa de estos nacimientos. Sin embargo no existe ninguna política oficial o
central
que regule este uso. Y esto es lo que podría considerarse lo más significativo del estudio
de este universo.
La GIRH y los pueblos indígenas.
Hay un tema sobre el cual me parece necesario hacer una reflexión adicional. Es el hecho
que el manejo de los bosques y fuentes de agua en Totonicapán representan un ejemplo
de
manejo integrado del agua y recursos naturales, en donde el punto de partida, la
motivación
de origen es una cosmovisión que considera que el hombre y la naturaleza son
complementarios, integrados, parte de un mismo universo.
Pero en el caso de Totonicapán nos encontramos con una especie de universo que a
pesar
de todos los embates recibidos y ello durante siglos, mantiene como resultado de una
cosmovisión, organización social y normas jurídicas propias, una relación con el medio
ambiente y sus recursos, como el agua y los bosques, que puede ser considerada
ejemplar.
4. Manejo del Agua en Totonicapán
Las dos visiones:
El tema del agua y su manejo no es para nada desconocido por los habitantes de esta
región. Parecería inclusive que existe alrededor del tema un desarrollo importante de
normas y actitudes, al grado que, “se ha establecido que el beneficiario de agua
potable proveniente de los manantiales del bosque, tiene la obligación de sembrar y
cuidar 10 árboles anualmente, de lo contrario será sujeto de sanciones” (ALCALDES
COMUNALES DE TOTONICAPAN. Tzaquitzal, Ixchíu, Tíu. 2000).
Adicional a ello, en las comunidades ciertas normas para el del agua son tomadas de
manera consensuada mediante asambleas. Ello ocurre también con los bosques, el uso
de
la leña, la cacería y otras actividades. En suma se trata de una forma de organización
social
en donde lo comunal prevalece sobre lo particular.
Este aspecto de la conservación del agua vía la siembra de árboles forma parte de las
llamadas consignas que se trasmiten de generación en generación y que son
caracterizadas
como el Gran Código Oral del derecho maya. Es evidente que una norma de esta
naturaleza no se encuentra incluida en las leyes forestales, de agua, municipal, o lo que
sea
del resto del país. Sin embargo es algo que forma parte de la vida cotidiana del pueblo de
Totonicapán. En otros términos, es parte de una cultura, de una visión de la relación del
hombre con la naturaleza, que por supuesto se expresa en un conjunto de normas que
integran un derecho.
El Derecho Consuetudinario y el Derecho Maya
Es un consenso que el derecho consuetudinario, o mejor, la costumbre, es una fuente de
derecho. Esto opera en cualquier cultura. Sea la cultura que sea, en los usos y
costumbres
hay una fuente de derecho, de normativa social. Es por ello que en Guatemala la cuestión
del derecho consuetudinario no despierta mayores problemas, siempre y cuando el mismo
no constituya un derecho alternativo al positivo vigente. Existe acuerdo en que los
indígenas
tengan y mantengan sus usos y costumbres en la medida en que ello con constituya un
Ningún ecosistema está hoy libre de la influencia humana. La mayoría de la Tierra está siendo
usada por el ser humano, que ya ha transformado y degradado cerca del 50% de la superficie
emergida de nuestro planeta. El cambio del uso del suelo es la primera causa de la pérdida de la
diversidad biológica a nivel mundial. Los efectos de estos cambios se extienden más allá de sus
fronteras, causando alteraciones tales como el desequilibrio climático, la eutrofización de lagos y
lagunas, y drásticas modificaciones en las condiciones físico-químicas de las aguas costeras.
Cerca del 50% de los ecosistemas de manglar han sido ya destruidos para la acuicultura y otras
actividades, el 70% de las pesquerías marinas están en su máxima capacidad de uso o agotadas.
El dióxido de carbono que hoy hay en la atmósfera debido a las actividades humanas es un 30%
mayor que en la época preindustrial.
Las tasas de extinción de especies son en la actualidad cientos de veces mayores que en el
pasado, cuando la Tierra todavía no estaba dominada por el ser humano. De seguir a este ritmo
durante los próximos cincuenta años, las generaciones futuras habitarán en un planeta devastado,
mientras que las presentes asistiremos impotentes a la impune destrucción de la naturaleza
causada por la avaricia de unos pocos y la desidia de la mayoría.
El caso de Guatemala
Al igual que muchas partes del mundo, la naturaleza y los ecosistemas de Guatemala están
sufriendo las consecuencias del desarrollo no sostenible: deforestación, pérdida de biodiversidad,
erosión, contaminación atmosférica, cursos de agua contaminados, generación de toneladas de
residuos, procesos de eutrofización, entre otras. Esto es en gran medida debido a la visión de
corto plazo de nuestros gobernantes.
La falta de voluntad política ha sido determinante para que hoy los hábitat naturales de Guatemala
se hayan quedado prácticamente confinados a unas áreas protegidas que en su mayoría lo están
sólo de nombre. Los parques están condenados a trabajar bajo severas restricciones de personal
y presupuesto, lo que ha sido determinante para que en muchos de ellos la protección sea una
excepción más que la norma, y la protección de la biodiversidad exista sólo sobre el papel.
Sólo por poner un ejemplo basta decir que el 100% de las zonas núcleo de la Reserva de la
Biosfera Maya sufren la extracción ilegal de productos vegetales para el comercio, mientras que la
vasta zona de uso múltiple está sometida a la caza, pesca y extracción incontroladas. Esta área,
que contiene la práctica totalidad del bosque tropical remanente en Guatemala, está siendo
usurpada por intereses ganaderos –en ocasiones vinculados al narcotráfico–, que realizan todo tipo
de actividades ilegales sin ningún control.
Desde 1996 hasta la actualidad la protección de la biodiversidad en Guatemala, lejos de mejorar,
ha ido deteriorándose aceleradamente. La Ley Forestal aprobada en el 96, que incentiva la tala de
bosques y su repoblación con especies de rápido crecimiento, es la mayor responsable actual de la
pérdida de los bosques situados fuera de áreas protegidas. Los responsables del Instituto
Nacional de Bosques se dedican a firmar permisos de tala de bosques a cambio de compromisos
de reforestación, dando lugar a un velado cambio de uso del suelo de zonas naturales a lugares
destinados al uso industrial de la madera. La diversidad biológica es la gran perdedora en este
asunto.
Entre 1998 y 2006 se han quemado en Guatemala más de un millón de hectáreas de bosques, la
mayor parte dentro de los últimos reductos de selva tropical del país. El cambio de uso del suelo
provocado por actividades agrícolas y ganaderas ha sido uno de los responsables de esta enorme
catástrofe natural. Sin embargo, hasta hoy seguimos esperando que las labores de prevención de
incendios se centren en la penalización de la tala ilegal y en el cumplimiento estricto de la ley. Las
autoridades realizan mucha propaganda, pero en realidad muy poco –si es que algo– se hace para
enfrentar la raíz del problema, que está llevando a la desaparición de áreas tan importantes como
los parques nacionales Laguna del Tigre y Sierra del Lacandón y la parte central de la Reserva de
la Biosfera Maya, en la ruta que conduce hacia la comunidad de Carmelita.
Desde el año 2000 hasta la actualidad Trópico Verde en conjunto con comunidades locales hemos
denunciado públicamente la destrucción de las últimas áreas de manglar de la Costa Sur, sin que
haya existido ninguna reacción de los organismos competentes, más que de forma cosmética. A la
desaparición acelerada de los manglares se suma la incompetencia de las autoridades de pesca
para establecer siquiera plazos razonables de veda, lo que sin duda provocará el agotamiento de
las pesquerías de Guatemala a corto plazo, y enormes pérdidas a la diversidad biológica de
nuestros mares. El fomento de la pesca de arrastre es uno más de los peligros que para la
diversidad biológica que se están fomentando desde el aparato estatal.