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Por una parte me ha permitido refrescar la memoria, sobre creativa evolución conceptual
y metodológica que ha tenido la comunicación para el desarrollo desde muy poco
después de la segunda guerra mundial del siglo pasado, hasta nuestros días en que una
práctica esencial parece ser la promoción del uso intensivo acrítico de las famosas TICs
a toda costa. Es una evolución en la que, por cierto, el aporte de académicos,
investigadores, técnicos y trabajadores de América Latina, ha sido vital, y continúa
siéndolo, como lo atestigua el planteamiento creativo de la comunicación para el cambio
social de un académico y científico social tan prestigioso como Alfonso Gumucio, que
nos honra con su participación aquí.
Por otra parte, este privilegio, me ha facilitado familiarizarme con las interesantes
visiones que tienen los líderes, dirigentes y trabadores de influyentes organizaciones de
la sociedad civil, acerca de la utilidad ideal de la comunicación para el logro de sus fines
sociales. Pero sobre todo, me ha permitido conocer la variada actividad de
comunicación que ejecutan éstas a pesar de las significativas limitaciones de diverso
tipo que confrontan cotidianamente, en particular, las de orden técnico, económico y
político.
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en la actualidad en mayoría de las organizaciones internacionales gubernamentales y no
gubernamentales de desarrollo.
En referencia al primer punto, es menester reconocer que una buena parte del desarrollo
de “la idea de sociedad civil” es producto concreto del enfoque de participación y
movilización que planteó el paradigma alternativo de la comunicación, porque la
multiplicación de organizaciones de ese tipo, que ya existían de manera incipiente en
nuestros países, se convirtió en un excelente ejemplo de los mecanismos que debían
inventarse para facilitar la aplicación de estos enfoques en la práctica. El planteamiento
teórico de la participación en comunicación demandaba modelos y tipos de organización
de la comunidad que todavía se requería idear, y en muchos de los aportes
metodológicos de diversos autores se resaltó el valor que tendría el potenciar este tipo
de organizaciones como una forma de facilitar y extender en las comunidades los
diálogos sociales a los que los modelos participativos de comunicación consideraban
como su razón de ser.
Cuando se revisa la frondosa descripción que los dirigentes de las ONGs han hecho a
nuestra querida colega Eliana Franco para su investigación, sobre sus formas de pensar
y actuar cotidianamente, se puede interpretar que, en efecto, esta clase de
organizaciones constituye, no una extensión de algo o de alguien con poder sobre y
hacia las comunidades y los individuos, sino una fuerza tangible que articula explícita e
implícitamente, en su interior y en su exterior, la participación de actores vitales de las
comunidades, construyendo sus propias visiones, abordando sus propios problemas y
sus soluciones, y transformando todos los días su realidad material y cultural.
También se puede deducir, que sumadas entre sí todas estas organizaciones, con sus
servicios, sus proyectos, sus diálogos, sus reflexiones y sus sistemas de comunicación,
aunque sea imperfectos, como se observa de los relatos, cumplen en buena proporción,
el principio teórico de la movilización comunitaria planteado por el modelo. Y congruente
con ello, las miles de ONGs que existen en el Ecuador tienen movilizado al país dentro
de la paz, aunque no faltan quienes no dejan de ver fantasmas en el gran potencial de
creatividad, cambio y crítica positiva que existen en ellas.
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humanos en esas instituciones, es parte de sus políticas y normas, aunque en muchas
prácticas sigan predominando los enfoques del difusionismo original, apoyados con
modelos perversos de propaganda, mercadeo y relaciones públicas camuflados.
Quizá así hubiera resultado más evidente, en cada capítulo, que en el fondo, como
algunas conclusiones plantean, todas las organizaciones analizadas, a pesar de
abordar temáticas diferentes, actores diferentes, y planteamientos teóricos algo
diferentes, en la práctica aplican y mantienen un enfoque más o menos homogéneo,
con ligeras variaciones entre sí, con tendencia a poca innovación en comparación con lo
que tradicionalmente ha sucedido con las clásicas acciones de relaciones públicas,
publicidad institucional “posicionadora”, e inclusive de propaganda, de los ideales de
servicio comunitario que cada institución presta.
Esto es un asunto vital en el contexto del interés del sistema de mesa redonda que
mantiene la Unesco, porque es el comienzo para “colocar” a la comunicación en los
lugares apropiados de la gestión política, administrativa y técnica de las organizaciones,
para que los especialistas respectivos tengan capacidad para conversar y decidir en
igualdad de oportunidades y condiciones con sus pares con los que deben lograr los
fines de la institución. Pero eso no debe ser visto como una “concesión” diplomática de
tolerancia institucional, sino como una necesidad técnica, porque está demostrado que
ningún programa de desarrollo puede tener total éxito sin la participación de la
comunicación. Los ejecutivos, mandos medios y operativos de todo programa de
desarrollo que no son comunicadores profesionales, deben ser convertidos en
apropiados “para-comunicadores” en estas organizaciones, como así nos obligan a los
comunicadores, a ser “para-legales”, “para-médicos”, “para-sociólogos” “para-políticos”
en nuestra gestión, con la circunstancia de que nos ponen en los últimos escalones de
las jerarquías administrativas.
Si más y nuevos profesionales de la comunicación que sirven a las ONG vienen de una
tradición de medios y periodismo, como aparece predominantemente en los relatos del
estudio, de seguro que estas instituciones no superarán el afán de “posicionamiento” en
los medios que tienen para esperar su favor para que divulguen unilateralmente
contenidos, a pesar de lo interesantes que, desde puntos de vita científicos o sociales,
puedan ser. Los esfuerzos reiterativos que hacen estas instituciones, como relatan sus
directivos, para “capacitar” a los periodistas de medios, no son sino formas de querer
cambiar las cosas para no cambiar. Hay que capacitar a los que quisiéramos que actúen
como “para-comunicadores” para que comprendan las nuevas necesidades de la
comunicación para el desarrollo. Quienes hacen planes y presupuestos de las
instituciones destruyen de un solo plumazo un enfoque de comunicación para el cambio
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social apropiado que surja de los especialistas, para convertirlo en un despojo de
acciones de publicidad y propaganda que es lo único que entienden de la comunicación,
gracias a la misma influencia de esas prácticas.
Pero todo esto, no debe matar el vivo interés que se está dando a la comunicación en
estas organizaciones, como indica el informe, aunque en la práctica alguien pueda
interpretar que es bueno el hecho de usar la comunicación en estas organizaciones por
el prestigio que implica, antes que por el valor real que tiene. Si hay necesidad de
promover mayores usos de la comunicación en la sociedad civil, es tiempo que se la
utilice al modo que lo hizo el paradigma alternativo, mencionado antes, que hizo que se
dinamice la sociedad civil, es decir, que esas organizaciones repliquen la utopía y
esperen en el futuro próximo sistemas y procesos de movilización autónomos e
inteligentes de miles de más partículas organizativas de las comunidades para fortalecer
la vigencia de todos los derechos de todas las personas, de los cuales el de la
comunicación es un precursor ideal para que los otros se apliquen en la realidad.
Gracias.