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COMENTARIOS AL DOCUMENTO “COMUNICACIÓN PARA EL

DESARROLLO EN LAS POLÍTICAS PÚBLICAS ECUATORIANAS:


RETROSPECTIVA Y SITUACIÓN ACTUAL” DE RUBÉN BRAVO.

El documento que me han pedido comentar, es un trabajo de Rubén Bravo y


está dividido en dos grandes partes: la primera que tiene que ver con la
definición y comprensión de desarrollo y que el autor la ha subdividido así:

1. Introducción
2. El tiempo del desarrollo
3. La idea del postdesarrollo
4. El desarrollo en América Latina
5. El desarrollo en el Ecuador
6. La pertinencia del Sumak Kawsay (Buen vivir)

La segunda parte está orientada a tratar la Comunicación para el desarrollo y


las políticas públicas en el Ecuador, que está subdividido así:

1. Comunicación para el desarrollo


2. Políticas públicas y Políticas nacionales de comunicación
3. Políticas públicas en la Educación
4. Políticas públicas orientadas a la Inclusión Social
5. Políticas públicas en la Salud
6. Políticas públicas en Comunicación

Al final, hace un ejercicio para fijar conclusiones.

¿Desarrollo o Sumak Kawsay?

Analicemos lo que el autor propone: Bravo desarrolla en su trabajo una


reflexión que permite ubicar la diferencia entre “Desarrollo” y “Sumak Kawsay”
debelando la vieja discusión sobre la comprensión crítica del desarrollo. Bravo
contrapone acertadamente el Sumak Kawsay, como una cosmovisión que
“apela a una manera de producir, de conocer, de sentir y de vivir, a una
concepción del ser humano, de la sociedad y del mundo que nos rodea”, la
contrapone, digo, al Desarrollo que lo explica como una concepción “liberal de
derechos y libertades” que busca “reproducir la modernidad como proyecto
civilizatorio”. Hasta ahí comparto el concepto. Sin embargo, Bravo hace una
referencia que me parece merece una reflexión más amplia.

Para él, el concepto de Sumak Kawsay viene desde las cosmovisiones de los
pueblos y culturas andinas, lo cual no discuto, discrepo cuando se quiere anclar
al concepto a su origen, ya que cuando se lo adopta en la Constitución de
Montecristi, queda atrás el origen idílico con los pueblos andinos y afro
descendientes, como pretende Bravo y pasa a ser una concepción producto del
mestizaje que también se da en el campo de las ideas. De hecho, somos un
pueblo mestizo con concepciones mestizas que provienen de diversos
orígenes, lo que da una riqueza inmensa a la cultura y al pueblo
ECUATORIANO, de manera que el Sumak Kawsay o buen vivir al que se
refiere nuestra Constitución, estaría abarcando una visión mucho más allá de la
visión que tenían o tienen los pueblos indígenas o afro descendientes. De ahí
que la definición que hace René Ramírez desde el SENPLADES nos ubica en
una concepción actual y ecuatoriana del Buen Vivir, la que la reproduzco para
ubicación del auditorio. René Ramírez dice sobre el Sumak Kawsay: “la
satisfacción de las necesidades, la consecución de una calidad de vida y
muerte digna, el amar y ser amado, y el florecimiento saludable de todos y
todas, en paz y armonía con la naturaleza y la prolongación indefinida de las
culturas humanas. El Buen Vivir presupone tener tiempo libre para la
contemplación, y que las libertades, oportunidades, capacidades y
potencialidades reales de los individuos se amplíen y florezcan de modo que
permitan lograr simultáneamente aquello que la sociedad, los territorios, las
diversas identidades colectivas y cada uno –visto como un ser humano
universal y particular a la vez- valora como objetivo de vida deseable (tanto
material como subjetivamente y sin producir ningún tipo de dominación a otro).
Nuestro concepto de Buen Vivir nos obliga a reconstruir lo público para
reconocernos, comprendernos y valorarnos uno a otros –entre diversos pero
iguales- a fin de que prospere la posibilidad de reciprocidad y mutuo
reconocimiento, y con ello posibilitar la autorealización y la construcción de un
poder social compartido” (Semplades, 2009:8-9).

De esta manera, se construye un enfoque holístico del Buen Vivir sustentado


en un anhelo de seres humanos que viven en función individual, pero también
del otro, dejando atrás una concepción que privilegia el crecimiento económico
a costa de la depredación de la naturaleza, ya que ese crecimiento se basa en
un modelo extractivista, contraponiendo también que el desarrollo humano
parte de tener como centro al ser humano y no a los mercado y la producción.

El Sumak Kawsay redefine la sociedad advirtiendo que ésta no puede funcionar


si el objetivo de ella es la acumulación de capital por parte de grupos
privilegiados y por minorías dominantes, mientras las mayorías son explotadas
y cosificadas (característica fundamental del capitalismo, pero sobretodo de las
sociedades que pretenden basarse en las leyes del mercado (léase modelos
neoliberles actuales). No se puede existir en base a la explotación de la
naturaleza y el ser humano ni exportando materias primas a los mercados de
los países centrales. El Sumak Kawsay propone poner atención en nuevas
maneras de producir y distribuir los bienes que la sociedad requiere. El Buen
Vivir no está orientado a la acumulación de capital sino a la creación de riqueza
para satisfacer las necesidades de los pueblos bajo un esquema de
redistribución equitativa de la riqueza, sobre la base de valores como la
solidaridad, la reciprocidad y la cooperación. Instrumentalmente, esto
supondría montar un aparato para implantar una economía popular, social y
solidaria.
Es importante resaltar el ejercicio de nueva ética que abre la concepción del
Sumak Kausay, ya que ésta subordina los objetivos económicos a los criterios
ecológicos y culturales y amplía su visión al reconocimiento de la diversidad
cultural, la concepción diferenciada con una perspectiva de género y la
interculturalidad. Bravo hace bien al señalar que “el desarrollo dejó de ser el
principio organizador de la sociedad ecuatoriana como había sucedido
anteriormente”, lo que da paso a otra reflexión, que tiene que ver con la
posibilidad de nuevos principios y nuevos objetivos a plantearnos en la
planificación del rol del Estado y en la formulación de políticas públicas en
general y de políticas públicas de comunicación en particular. Sin duda, el
Sumak Kausay o Buen Vivir, marca la cancha de una forma diferente y nos
plantea el ejercicio de nuevas reglas, sobre todo éticas para alcanzar los
objetivos de vida en este milenio. Visto así, el Sumak Kawsay pasa a ser una
visión ideológica que debería ser reflexionada por los pueblos de América
Latina, quizá por los del mal llamado tercer mundo y por qué no de la
humanidad entera. También las naciones poderosas, las del mal llamado
primer mundo, deberían mirarse en otros espejos y medir su “desarrollo” con
nuevos parámetros, con nuevos paradigmas. Sin duda, la visión del Sumak
Kawsay, lo que hace también es proponernos esos nuevos paradigmas.
Podemos afirmar sin temor a equivocarnos, que el modelo de desarrollo
basado en el crecimiento económico es un fracaso. El intento de ponerlo en
rigor ha llevado a los pueblos de América Latina y del Ecuador en particular a
sufrir una de las más grandes crisis de su historia y nos ha conducido
fatalmente al incremento de la pobreza y de las desigualdades sociales y
económicas y nos ha alejado, además, de la posibilidad de construir una
sociedad más democrática más justa y más humana.

Bravo advierte adecuadamente, que es riesgoso intentar construir el concepto


de Sumak Kawsay desde las concepciones liberales, ya que de plano estas
entran en contradicción, son dos cosas absolutamente opuestas, pero también
es riesgoso ubicar, como lo señala Bravo, el Buen Vivir, exclusivamente en el
horizonte utópico, como algo a alcanzar linealmente, por acción del Estado.

Tampoco debemos idealizar el Buen Vivir, ya que este tiene que resistir un
análisis desde la realidad económica, política y cultural y la experiencia práctica
de pueblos como los andinos y afro descendientes, no es una experiencia que
pueda elevar a modelo probado esta concepción del Sumak Kawsay.

Políticas públicas en Educación, Inclusión Social y Salud

En el documento de Bravo, se dedica un espacio importante al análisis de las


políticas públicas en educación, inclusión social y salud, en el que a partir de
una minuciosa y abultada descripción, se hacen señalamientos que pretenden
fijar una noción de cómo en el Ecuador se han puesto o no en marcha políticas
públicas en estas áreas. El autor pone énfasis en los procesos que permitieron
desembocar en la formulación de esas políticas, refiriendo los espacios de
consulta, diálogo y discusión (como mecanismos de comunicación) que
permitieron consensos y disensos en dichas formulaciones. Queda claro que
para la formulación de políticas públicas, es indispensable contar con
estrategias de comunicación que faciliten la discusión y sistematización de los
sentires y anhelos de los ciudadanos. Dichas estrategias deben formar parte de
una política pública para democratizar esas consultas, el diálogo y la discusión.

Comunicación para el desarrollo

En el análisis de Bravo, queda claro que si la concepción de “desarrollo” desde


la perspectiva del modelo liberal y neoliberal fue un fracaso, no podía ser
distinto la puesta en marcha de un modelo de “Comunicación para el
desarrollo” es decir para ese desarrollo que había fracasado y que ahora
cuestionamos.

Luego de revisar el carácter instrumental que se le quiso dar a la comunicación


para el desarrollo que pasa primero por las concepciones de “modernización” y
“cambio social” de Lerner, para seguir con las difusionistas de Roger y los
esquemas funcionalistas de Schramm para propagandizar los supuestos logros
de modernidad y desarrollo según la lectura de Luis Ramiro Beltrán.

Bravo señala que Beltrán advertía ya que en los 60’s se levantaron voces
disonantes para cuestionar esta visión de desarrollo y que formularon “modelos
alternativos acordes a los procesos históricos y culturales de la región”. Claro
que en este caso ni Bravo ni Beltrán refieren la influencia que tuvo para la
construcción de estos “modelos alternativos” la revolución cubana, que también
generó una revolución del pensamiento latinoamericano. Tampoco refieren ni
Beltrán como autor citado, ni bravo como autor del documento, el papel que
jugaron los lineamientos ideológicos emanados desde el Departamento de
Estado norteamericano y desde las agencias europeas para generar esta visión
instrumental de la comunicación. Sin embargo, bien señala Bravo que el aporte
que se hace desde América Latina en este proceso, “es plantear que la
comunicación no es un instrumento para inducir una ideología como la del
desarrollo elaborada por el poder, sino entender que la comunicación es un
proceso inherente a la vida de los seres humanos y por lo tanto, proceso
histórico social y cultural de interacción en el cual se producen en común
sentidos para sostener la existencia y aumentar y potenciar la vida…”

Posteriormente, Bravo refiere la visión de “comunicación para el cambio social”


de Gumucio, la que deja en claro este carácter ya no instrumental de la
comunicación, entendiéndola como una acción para el empoderamiento de las
comunidades y los grupos sociales que apropiándose del proceso de
comunicación y sus contenidos, pueden horizontalizar los procesos y fortalecer
la posibilidad de expresión de las voces de “los más pobres”. Es decir Gumucio
visualizaría una oportunidad de construir una relación más participativa con
comunidades empoderadas para orientar cambios sociales.

Para Bravo, en Ecuador y América Latina, este cambio social tiene una clara
direccionalidad, y es que “los pueblos y comunidades se encaminen hacia la
equidad y justicia, la libertad, el respeto al otro, la interculturalidad, la ética,
etc…” En cuanto a la comunicación, Bravo sostiene que esa direccionalidad
está dada por la “democratización de la comunicación, el incremento de las
redes para generar diálogos y debates en donde se construyan nuevos
sentidos liberadores”. Bien vale la pena recordar que la comunicación vista
como un discurso para el cambio social no genera cambios sociales si no está
vinculada a la acción de los pueblos para construir su futuro a partir de la
redistribución de la riqueza y la configuración de nuevas formas de producir, en
armonía con la naturaleza y con el ser humano. Bravo termina este capítulo
refiriendo que la comunicación para el cambio social se empata con la visión
que propone Naciones Unidas definida en la Asamblea General de 1996 o en el
borrador final del Consenso de Roma. Mi comentario personal a esta
apreciación es que más allá del discurso y la proclama (que se expresa en las
posturas de la comunicación para el cambio social y en la visión de Naciones
Unidas), es indispensable que se aterrice en la formulación de mecanismos de
democratización de la comunicación (abandonados hace décadas en el
discurso de UNESCO y recompuestos por la Asamblea General y el Consenso
de Roma).

Políticas públicas y políticas públicas nacionales de comunicación

En este capítulo, Rubén Bravo hace un análisis a partir de describir conceptos


que definen las políticas públicas y lo que serían las políticas nacionales de
comunicación y aparte de aportarnos con definiciones, intenta analizar algunos
instrumentos que en el Ecuador tenemos y que nos aproximan a políticas
públicas de comunicación, como es la propia Constitución del 2008 en los
artículos 16 y 384 y en el Plan de Desarrollo del Buen Vivir 2009 – 2013 del
que refiere la política 6 del objetivo 1 y las políticas 2 y 6 del objetivo 7, del que
no se escapa la mención que hace referencia a “Construir y fortalecer espacios
públicos, interculturales y de encuentro común”.

Considero que en este punto, el documento adolece de de una gran falencia


que es no intentar un análisis de lo que está ocurriendo en el país con la
implementación de medios públicos y medios gubernamentales, lo que ha
venido a cambiar el mapa de estructura de propiedad de los medios en el
Ecuador.

Creo que nadie podría negar que la presencia de medios como la televisión
pública, Ecuador TV y la Radio Pública del Estgado, son parte de una política
de comunicación del gobierno de la Revolución Ciudadana. Tampoco se puede
negar que al haber pasado a la administración del gobierno medios como
GAMATV, Radio Universal y Diario El Telégrafo, que fueron confiscados a los
banqueros que luego de la crisis del 99 y del 2000, huyeron a Miami, unos y
otros pasaron temporadas en cárceles del país, el desequilibrio que existía en
cuanto al manejo de información que antes era potestad de un grupo de
empresarios dueños de los medios privados, ahora ha cambiado con la
irrupción de los medios públicos y gubernamentales. Ahora, los ecuatorianos
nos reconocemos de diferente manera en la programación de Ecuador TV.
Somos testigos de la geografía, de la cultura y del sentir de muchos pueblos de
los que nunca supimos nada porque nunca estuvieron en las pantallas de
nuestros hogares.

No se puede desconocer que es parte de una política pública en el Distrito


Metropolitano de Quito, que se haya procedido, como dice la Constitución a
crear y fortalecer medios públicos, en este caso metropolitanos, contándose
ahora con un periódico semanal (El Quiteño), la Revista Q, la Agencia Pública
Metropolitana de Noticias, Radio Municipal 720 AM y RPQ 102.9, la Radio
Pública del Distrito Metropolitano, que están construidos desde una perspectiva
distinta a los medios públicos nacionales, en los que prima la intención de
construir ciudadanía a partir de ampliar la participación, generar espacios
plurales en los que tengan cabida distintas voces y distintos actores, en donde
los grupos tradicionalmente invisivilizados, tienen al fin una posibilidad de
expresión pública; medios que están diseñados para la rendición de cuentas y
no como altavoces de las autoridades de turno. Medios en los que los
contenidos son producidos por periodistas profesionales mediante procesos de
investigación, contrastación y verificación de la información, pero también por
jóvenes de las diferentes culturas urbanas, por mujeres, por minorías,
consideradas así por su origen étnico, social, de preferencia sexual, por
pobladores de los barrios populares, por estudiantes, por trabajadores y por la
más amplia gama de actores sociales que están preocupados por construir una
visión del Distrito y actuar sobre su destino.

Estos son solo algunos ejemplos, ya que en el país, en distintos gobiernos


locales, existen experiencias que implican intentos de construir medios
públicos, así como existen intentos de generar políticas públicas locales para
aproximar a los ciudadanos a las autoridades.

Nada de esto recoge el documento, lo que me parece deja un gran vacío, dado
que toda discusión actual sobre comunicación y políticas públicas de
comunicación, debe considerar esto que ya se configura como una realidad
que merece el análisis y diversas lecturas para enriquecer la experiencia y
aportar desde la teoría a la construcción de una democracia mejor en el país.

Tampoco puede quedar al margen de este análisis el hecho de que en la


Asamblea Nacional se está discutiendo la Ley de Comunicación, que si bien
puede traernos muchos sentimientos de frustración a quienes en los últimos 30
años hemos luchado por una comunicación democrática y vemos con tristeza
como quieren torcerse principios irrenunciables que revelan la voluntad de
muchos asambleístas y de algunos representantes gubernamentales de
continuar dando beneficios a esos sectores que siempre medraron del poder y
de la riqueza del país. Sin duda, la Ley de Comunicación constituye una
oportunidad para plasmar anhelos democráticos y construir políticas públicas
mediante el trazado de la cancha en la que tendremos que jugar, lo que incluye
democratizar el espectro radioeléctrico o no; consolidar condiciones para el
ejercicio de la libertad de expresión o no; impedir los monopolios de la
información y la comunicación o fomentarlos, en fin, la Ley de Comunicación,
tampoco puede quedar afuera de este análisis.

Otro aspecto que es bueno señalar y que de hecho es producto del


planteamiento constituyente para delinear políticas de comunicación, que
tampoco es considerado en el documento, es el trabajo desarrollado por la
Comisión de Auditoría de la Concesión de Frecuencias, que entregó su informe
el 19 de mayo del 2009. El trabajo de esta Comisión representó la voluntad
política de intervenir en un sector que tradicionalmente fue intocado, lo que
determinó que se dé un proceso de concentración y monopolio en la tenencia
de frecuencias de radio y televisión, lo que ha perjudicado sustancialmente a la
democratización de nuestra sociedad, ya que a partir de este mal manejo de
las concesiones, se permitió un desequilibrio abusivo en la distribución del
espectro radioeléctrico. Mientras comunidades y organizaciones sociales nunca
lograron acceder a una frecuencia, empresarios llegaron a disponer
abusivamente de 20, 30 y hasta más de 50 frecuencias. Políticos corruptos se
hicieron de frecuencias que después entraron en un mercado especulativo que
les dejó enormes réditos. Según el informe de la Comisión auditora, más de
500 frecuencias deberían entrar en procesos de reversión por las violaciones a
la Ley que entre organismos de control y concesionarios cometieron para el
beneficio de unos cuan tos, en contra de la mayoría de ecuatorianos que vimos
en este hecho conculcados nuestro derecho a la comunicación.

CONCLUSIONES

Proponer conclusiones sobre un tema tan amplio, puede ser aventurado en el


marco del presente análisis que resulta limitado. Sin embargo, creo que se
pueden hacer algunas aproximaciones:

1. Si bien en teoría la visión del desarrollo basada en el crecimiento


económico ha sido superada en la discusión y en la crítica, el Estado y
los gobiernos no han podido desecharla en la aplicación de muchas de
sus acciones y aplicación de políticas.
2. La visión del Sumak Kawsay o Buen Vivir sigue siendo un concepto en
discusión y en construcción que requiere una comprensión mucho más
amplia. Más allá de ser parte fundamental de la filosofía que sustenta
nuestra carta política vigente, es necesario ampliar su discusión para
que en lo concreto, se convierta en la base ideológica de la acción del
Estado.
3. En términos de la comunicación, es fundamental profundizar los
procesos que se han iniciado en cuanto a fortalecer la presencia de
medios públicos de comunicación. Estos, a pesar de su poco desarrollo
y de un manejo, en muchos casos alejado de un concepto ortodoxo de
medios públicos, han logrado empezar a cambiar las lecturas de muchos
aspectos de nuestra realidad y se están convirtiendo en un contrapeso a
la visión unilateral ofrecida por los medios privados de comunicación.
4. Ampliar la actoría social y abrir un espacio plural en el que quepan más
y más voces, posibilita procesos comunicacionales más democráticos,
sin descuidar que hay mucho más por hacer en la construcción del Buen
Vivir de los individuos y las colectividades.
5. La presencia de medios públicos, contribuye a que exista una demanda
social en torno a la creación de medios comunitarios, expresada en la
demanda de equidad en el uso del espectro radioeléctrico.
6. Aplicar las recomendaciones del informe de la Comisión de Frecuencias,
debería ser una tarea a retomar por parte del Gobierno del Presidente
Correa, que le daría coherencia al discurso de la Revolución Ciudadana
en cuanto a democratizar la comunicación.

Documento elaborado por Francisco Ordóñez Andrade


24 de febrero de 2011

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