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La primera oración que aprendí siendo un niño fue la sencilla oración de agradecimiento frente a los
alimentos: "Dios es grande; Dios es bueno. Y le agradecemos estos alimentos". Supongo que esta
oración debería de rimar. Al menos, rimaba cuando la recitaba mi abuela que pronunciaba food
("alimentos") de manera tal que rimara con good ("bueno").
Estas dos virtudes asignadas a Dios en esta oración, la grandeza y la bondad, están comprendidas en
una sola palabra bíblica, la santidad. Cuando hablamos de la santidad de Dios, estamos muy
acostumbrados a asociarla casi exclusivamente con la pureza y la justicia de Dios. Sin duda que la
idea de santidad contiene dichas virtudes, pero no constituyen el significado principal de la santidad.

La palabra bíblica santo tiene dos significados distintos. El significado principal es "lo apartado" o
"lo otro". Cuando decimos que Dios es santo, estamos llamando la atención a la profunda diferencia
que existe entre Él y todas las demás criaturas. Se refiere a la majestad trascendente de Dios, a su
augusta superioridad, en virtud de la cual Él es digno de todo nuestro honor, nuestra reverencia,
nuestra adoración y nuestra alabanza. Él es "otro", o es distinto a nosotros en su gloria. Cuando la
Biblia habla de objetos santos, o de un pueblo santo, o de un tiempo santo, se refiere a objetos que
han sido apartados, consagrados o hechos diferentes por la mano de Dios. El suelo que pisaba
Moisés frente a la zarza que ardía era suelo santo porque Dios estaba allí, presente de una manera
muy especial. Era la cercanía de lo divino que convertía a lo ordinario súbitamente en algo
extraordinario, y a lo cotidiano en algo fuera de lo común.

El segundo significado de santo se refiere a las acciones puras y justas de Dios. Dios hace lo que
está bien. Nunca hace algo que esté mal. Dios siempre actúa de manera justa porque su naturaleza es
santa. Podemos entonces diferenciar la justicia interna de Dios (su naturaleza santa) de la justicia
externa de Dios (sus acciones)..

Como Dios es santo, es grande y bueno al mismo tiempo. No hay maldad entremezclada con su
bondad. Cuando somos llamados dos a ser santos, no significa que hemos de compartir la majestad
divina de Dios, sino que hemos de apartarnos de nuestra pecaminosidad normal como caídos.
Hemos sido llamados a reflejar el carácter moral y la actividad de Dios. Hemos de imitar su bondad.



La santidad tiene dos significados: (1) "lo otro" o "lo apartado", y (2) "las acciones puras y justas".
SANTO = 1. Lo otro (majestad) y 2. Pureza (justicia)
Hemos sido llamados a ser santos -a reflejar la justicia y la pureza de Dios.

V


   

Ex. 3: 1-6
1 Sam. 2:2
Ps. 99: 1-9
Is. 6:1-13
Rev. 4:1-11


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