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FE Y PERSONALIZACIÓN

(MATERIALES DE CATECUMENADO PARA JÓVENES Y ADULTOS)


[FICHAS DEL GRUPO]
CICLO 1: INICIACIÓN A LA PERSONALIZACIÓN

— Ficha 1. Aprendiendo a vivir


¿Qué es personalización?
— Ficha 2. ¿Cómo vivir?
Actitudes existenciales
— Ficha 3. Tomar la vida en las manos
La identidad personal
— Ficha 4. Yo y mis máscaras
Aceptación y autoestima
— Ficha 5. El arte de amar
Afectividad y sexualidad
— Ficha 6. Luchando por ser libre
Autoafirmación y agresividad
— Ficha 7. Presentación a fondo
Dinámica de grupo
— Ficha 8. Sobre búsquedas y horizontes
El sentido de la vida
— Ficha 9. Análisis introspectivo de la luz y la sombra
Mi historia personal
— Ficha 10. Sueños y realidades
Ideal y proceso
— Ficha 11. La vida obliga
Más allá del proceso

Ficha 1. APRENDIENDO A VIVIR


[2]
¿Qué es personalización?

Al comenzar estos temas de personalización, vamos a partir de algunas


historias personales de vida, tal y como se presentan habitualmente. A
continuación te presentamos dos casos, pero sería mejor si tú mismo pensaras
y comentaras algún otro que conozcas y que vaya en la misma línea.

- En la celebración de una Pascua, Marta ha intuido de forma especial la


grandeza del Evangelio. Tiene 23 años y, aunque había vivido otras
experiencias y retiros, nunca como en esta ocasión ha sentido tan fuerte la
necesidad, las ganas de entregarse por Jesús y su Reino. De hecho, se
está planteando hacer una prueba seria en algún convento. Pero tras la
Pascua vuelve a casa y en menos de un mes siente que los humos
primeros se han bajado, que ya no tiene la fuerza de los primeros días y
que poco a poco se disipa la idea de ir al convento. De hecho, por medio ha
empezado a rondarle un chico y a ella no le disgusta en absoluto. Pero, ¿si
aquello que vivió en la Pascua era verdad?, ¿si prometió entregarse al
Señor con todas sus fuerzas?, ¿qué es ella: una incoherente, una
inconstante y una traidora?

- Bernardo tiene 52 años y más de 20 de casado. Generoso, creyente,


buen marido y padre. Su vida ha sido siempre su familia y su trabajo. Lleva
junto con otros hermanos una empresa familiar que él ha sacado adelante
de la nada. En su trabajo se ha sentido realizado: ahí ha encontrado algo
por que luchar y el medio de dar de comer a su mujer y sus dos hijos, que
ya son mayores. Pero en este último mes la empresa se ha situado al borde
de la quiebra. Las cosas no marchan y esto ha sumido a Bernardo en una
profunda crisis. Siente su vida como un total fracaso; si esa empresa es la
fatiga de toda su vida...

— Comentar estas u otras experiencias parecidas


— ¿Qué les pasa en el fondo a estas personas? ¿En qué basaban
su vida? ¿Qué significará para Marta y Bernardo afrontar la
realidad?
— ¿Has tenido tú alguna experiencia así en que sentías que todo
quedaba “vuelta al aire”?

Personalizar es:

De entrada, nos traicionan las palabras. Porque personalizar no es


aprender una serie de contenidos nuevos, ni cubrir un nuevo temario. Se trata
de incorporar un talante, una forma de ser y de vivir que parte de la “sospecha”
de que no todo está claro en nuestra vida.

[3]
¿Por qué no introducimos una sana sospecha sobre nuestro talante
habitual de vivir la vida?
Muchas veces, vivimos “tirando” y funcionando como podemos hasta
que un día nos vemos envueltos en una crisis, en una mala racha y entonces
parece que todo se hunde. ¿Por qué?
Por eso, los primeros pasos que hay que dar son:
1. Aprender la complejidad: de la vida, de las personas.
Normalmente, el ritmo de vida que llevamos se nos convierte
en la primera dificultad: hacemos y hacemos sin parar y no nos
fijamos ni en lo que llevamos entre manos, ni en ese
acompañante nuestro más cercano —nuestro yo— que pide
que se le escuche y respete.
2. Sintonizar con uno mismo: interiorizar, pero en el sentido de
hacer mío. No sólo lo pienso sino lo vivo, me vivo a mí mismo.
No sólo internalizo roles, me adapto, respondo a lo que se pide
de mí sino que me atrevo a ser yo mismo, a ser libre.
3. Despertar procesos - despuntar personas: cambio de
identificación a proceso: de la asimilación de valores y deseos
profundos en los que se despierta lo mejor de nosotros
mismos a asumir mi propia realidad. Me voy dando cuenta de
que el proceso de hacerme como persona es largo, que
implica muchas cosas, autoconocerme, dar nombres a las
cosas, aprender a mirarme globalmente, etc.
4. Descubrir mis mecanismos despersonalizadores: ir más allá de
las apariencias, de los roles, de las identificaciones, de mis
montajes; salir del anonimato y descubrir mi identidad.
5. Darme cuenta de que la fe tiene todo que ver con el hacerse
persona: asumir la libertad y el riesgo, reconciliarme con mi
historia, aceptarme, etc.
6. Vivir en discernimiento: vivir desde el riesgo de la fe y asumir
lo que Dios va haciendo dentro de mí.

Algunas palabras clave:

recordar: más que enumerar acontecimientos o hechos, revivir


con el corazón;
nombrar: nuestros fantasmas interiores, miedos, conflictos, etc.;
vivenciar: la persona está en lo afectivo;
analizar: aprender a leer lo que me pasa;
relacionar: el sentido se percibe en el conjunto;
asumir: es mi vida, mi historia;
dar sentido: no por ideología que racionaliza, sino porque percibo
una historia de salvación;
orar: porque todo es gracia.
[4]
Ejercicio: Coge un acontecimiento significativo de tu vida, o una relación, o un
sentimiento o crisis mal resuelta y revívelo, recuérdalo. Sin miedo, pon nombre
a las cosas: ¿qué te dice de ti, de tu vida, de tu situación actual?

Ficha 2. ¿CÓMO VIVIR?


Actitudes existenciales

Cada uno de nosotros hemos oído o “sentido” en nuestro interior ciertas


frases-vitales con las que bien nos identificamos, bien rechazamos. Algunas
nos han resultado sugerentes pero nos han dado miedo. De otras hemos hecho
“bandera existencial”. Detrás de estas frases se esconde todo un modo de
afrontar la realidad. He aquí algunas de las que has podido oír:

— En la vida uno no se puede equivocar


— Sé fiel a tus convicciones
— Ande yo caliente y ríase la gente
— Vivir es arriesgar
— No te fíes de nadie que te harán daño
— Ama y haz lo que quieras
— Vive a fondo
— La vida es una mentira
— La vida consiste en hacer experiencias

Piensa tus propias frases, las que te resuenan por dentro, que has oído
o que te han dicho, y tráelas a la reunión. Quizá alguna sea de algún libro.
¿Qué te dicen estas frases? ¿Cuál de ellas te llama la atención? No
respondas desde esquemas aprendidos ni como si se tratase de un
cuestionario, sino más bien mírate por dentro y atiende a lo que te suscitan:
¿alguna no va contigo?, ¿son correctas/falsas?, ¿te suena a verdad pero te da
miedo?, ¿son mensajes aprendidos?
Si quieres, haz este ejercicio. Di por dentro:
Sólo se vive una vez...
Si “sólo se vive una vez”, entonces para ti esto ¿qué implica?: ¿qué se
sigue, cuál es tu actitud, tu planteamiento de vida...?
En otras palabras, ¿cuál sería el “eslogan” de tu vida?
Estas u otras frases que tú te dices por dentro revelan tu modo de
afrontar la vida, si te atreves o no a vivir. Personalizar significa atreverse a vivir
desde unas determinadas actitudes existenciales:

1. Confianza en la vida: la de quien tiende a aceptar la realidad, la de quien


no percibe constante amenaza: “así será mi Palabra: no volverá de vacío”

[5]
(Is 55). La confianza es como una energía que nos hace esperar que las
cosas saldrán adelante, que hay horizonte, que la vida merece la pena... La
desconfianza puede provenir:
— de una imagen negativa de uno mismo: esto hace que uno se sienta
inseguro ante las personas, ante el mundo, y esta inseguridad pone a la
defensiva;
— de haber elaborado mal las frustraciones: cuando algo nos ha ido mal
y no lo hemos sabido encajar, tenemos el peligro de cerrarnos sobre
nosotros mismos, perder espontaneidad y capacidad de enfrentamos
valientemente a la vida;
— ser muy (demasiado) sensible: si cualquier asunto te “toca”
demasiado esto hace que te sientas incapaz de afrontar la realidad.
2. Capacidad de admiración y sorpresa: nos abre a la vida, a no vivir
fragmentariamente, da sentido de totalidad y globalidad: “¡Ahí va! “; “Iré a
ver esta maravilla” (Ex 3). No hace falta tenerlo todo controlado: la persona
que no necesita tenerlo todo bajo control está abierta a la novedad, al
cambio, sin que aquello que se sale de sus esquemas le suma en una
inseguridad radical.
3. Autenticidad: no en el sentido moral ni de exigencias radicales: a veces,
ser intachable, generoso, recto a todas luces, puede encubrir cierta mentira
vital: huir de uno mismo, incapacidad de amar, de arriesgar.
4. Cierta percepción del mundo de lo gratuito: saber recibir; percibir la
existencia como don; confianza y apertura.

Ficha 3. TOMAR LA VIDA EN LAS MANOS


La identidad personal

Párate; siéntete; escúchate. Quizá, hoy, a tus 20 ó 24 años tienes la


sensación de que tu vida aún no es tuya, de que todavía no te has hecho cargo
de ella y que eres movido por hilos que no dominas. O quizá a tus 48-50 años
tienes la impresión de que la vida no ha respondido a lo que tú esperabas de
ella; te has quemado luchando y aún hoy tienes que responder al día a día,
más allá de saber si lo quieres o no.
Coger la vida en las manos puede significar distintas cosas en distintas
etapas de la vida:
— para el joven de 20-25 años significará hacerse consciente de los
hilos que mueven su vida, de las imágenes y roles con los que
funciona, de los miedos que le impiden enfrentarse con su vida;
del deseo que pugna por emerger y encontrar realidad;
— a los 30 años puede ser el momento de fundamentar un primer
proyecto, de dar un sentido, de lanzarse, de optar;

[6]
— a los cuarenta y tantos, en la crisis de realismo, cuando uno se
plantea si merece la pena tanto esfuerzo, puede ser el momento
de retomarse para volver a decir sí a la vida y a Dios;
— en la ancianidad, tomar la vida en las manos puede ser,
paradójicamente, decidir que uno está dispuesto a que “Otro te
ciña y te lleve a donde no quieres”...

En cualquier caso, tomar la vida en las manos es descubrirme como el


protagonista de mi propia historia. Y todo ello implica no asegurarme en un
“sistema de vida” sino ser capaz de redescubrir la profundidad de la vida.
Por eso, pregúntate:
— ¿Hay proyecto global en mi vida?, ¿cierta sensación de “sentido “,
de rumbo?
— ¿Qué tono, qué talante le quiero dar a mi vida? ¿Se lo he dado?
— Tu vida, hoy por hoy, ¿está construida desde la libertad? ¿Está
asumida? ¿Eres libre?
— ¿Vives el presente o tiendes a proyectar?

Con esto hay bastante, pero como coger la vida en las manos significa
hacerse consciente de esos hilos desde los que nos movemos y que nos han
“traído” hasta el presente, puedes ir profundizando contestando personalmente
a las siguientes preguntas:
— ¿qué experiencias has personalizado, de modo que en ellas has
sido tú mismo, marcando incluso el sentido de tu vida? ¿Alguna
relación afectiva vivida a fondo?, ¿algún acontecimiento que te
dejó al aire?, ¿alguna crisis vital?, ¿la presencia del Dios vivo?
— ¿Cuál es tu “mundo”, el ámbito en que te sientes realizado? ¿Lo
has construido tú?
— ¿Estás viviendo ahora algo importante? ¿Hay algo que te cierra el
horizonte y te angustia?
— Hay algunas personas a quienes les sobran todas estas
cuestiones y les basta con amar..., pero eso, ¿quiénes?...

Ficha 4. YO Y MIS MÁSCARAS


Aceptación y autoestima

Con ésta y las fichas que siguen vamos a adentramos en los diferentes
aspectos que implica una integración y maduración personal. En ésta, vamos a
hacer referencia a las cuestiones de aceptación y autoestima.

[7]
En definitiva, personalizar significa que poco a poco vas teniendo un
conocimiento más real de ti mismo: sabes quién eres, tus necesidades, tus
carencias y limitaciones; y también, tus ideales, valores, sentidos últimos... que,
sobre todo, te aceptas.
A primera vista todo esto puede parecer obvio: ¿quién me va a decir a
mi que no se quien soy?... Pero, a nada que uno se mira por dentro, se da
cuenta de que está lleno de “montajes”.
Montaje es una palabra clave que conviene analizar:
¿Desde qué montaje vivo?
Por ejemplo:
— uno puede ser generoso, servicial, entregado, pero... mira en su
interior y descubre que vive satisfaciendo expectativas ajenas que
no puede defraudar;
— uno da una imagen de perfección, de hacer todo bien, de no fallar
jamás, precisamente porque es incapaz de romper con ese
“montaje” de imagen del que no se puede librar;
— aquel que parece tan independiente, que no necesita de nadie,
pero es pura fachada: tiene tanto miedo de que alguien entre en
su vida...;
— uno dice (y se muestra) tremendamente espiritual: reza, nunca
pone una mala cara, dice que lo suyo es desvivirse por los
demás..., pero, aquello “huele mal”: ¿no será que hay otras cosas
que le dan miedo: la vida, el conflicto, su sexualidad, su
agresividad? ¿No será todo un montaje?;
— ¿qué hay detrás de todo el activismo de aquel otro (que, por
cierto, hace tan bien)? ¿No estará huyendo de algo, de sí
mismo...?
Así que el asunto se las trae. Por eso, pregúntate:
¿Cuáles son mis montajes?
O, más radicalmente, una vez más:
¿Desde qué montaje vivo?
Frente al vivir desde el montaje, tengo que lograr un vivir que sea mío.
Desgranando un poco: observa y analízate en algunos de estos
aspectos:

máscaras: ¿bajo qué “máscaras” te refugias? ¿Dejas que se te conozca?


rol: ¿a qué rol respondes? ¿Es ése un rol libremente asumido, o asimilado
para recibir recompensas o evitar castigos, o la forma de responder
a expectativas ajenas?
imagen: ¿qué imagen tienes de ti mismo: negativa, hipervalorizada o normal?
reacción desproporcionada: fíjate en alguna “reacción desproporcionada”
tuya ¿A qué responde? Cuando uno reacciona
desproporcionadamente se debe, probablemente, a que le han
tocado alguna “tecla” a la que es especialmente sensible.
[8]
normas: ¿te refugias en las normas, en la ley, por miedo a ser tú mismo?
“Legalista” se puede ser de muchas maneras...
mecanismos de defensa: ¿ cuáles son tus mecanismos de defensa: la
racionalización, la negación, la evasión...?

Suficiente, ¿verdad? Al principio se decía que se iba a tratar de


aceptación y autoestima y quizá te preguntes dónde queda eso.
Pues bien, es que aceptarte significa que cada vez eres capaz de vivir
menos desde la máscara, la imagen, el rol, el mecanismo de defensa y más
desde ti mismo y tu verdad. Y la autoestima significa que en esa balanza o
peso en la que cada uno se mide a sí mismo, te sientes bien contigo, sin
necesidad de estar continuamente refugiado en máscaras y montajes por
miedo a quedar herido.

Ficha 5. EL ARTE DE AMAR


Afectividad y sexualidad

En el amor nos lo jugamos todo. Conforme uno va creciendo descubre


que en el querer y ser queridos es en lo que, en definitiva, nos va la vida.
Cuando uno va abriendo todo su mundo interior se tiene la impresión de haber
tocado una tecla clave; de lo más grandioso que uno tiene: se descubre lo que
significa amar.
Y, al mismo tiempo, pasa como con casi todo: aquello que es lo más
básico para nosotros es lo que nunca se termina de aprender. En ocasiones es
la mayor fuente de autorrealización, en otras se toma origen de las mayores
frustraciones.
La afectividad compromete a toda mi persona enraizándose incluso en
niveles inconscientes. Responde a mi historia concreta, a mi pasado. Pero, al
mismo tiempo, soy yo mismo quien le voy dando una configuración: en mi
forma de vivir esta dimensión confluye toda mi psicología, mi propia manera de
ser y de “querer y ser querido”.
Al final, madurar afectivamente será conocemos y aceptamos en
nuestras necesidades más básicas para llegar a estar en situación de ser
libres para amar. Pero eso, a cada paso, se encuentra limitado por mil
obstáculos y dificultades.
Vivimos en una sociedad que ha “liberalizado” el sexo. De una sociedad
represora hemos pasado a una sociedad más abierta, permisiva. Pero,
¿tenemos la impresión de que nuestras relaciones humanas, interpersonales
son más libres? Por eso, analiza tu “mundo” emocional, afectivo y sexual:
a) Desde un nivel psico-fisiológico nos abrimos al mundo como cuerpo
para poder amar. Amamos como seres sexuados que somos y en todo
ello entra nuestra sexualidad, a veces reprimida, a veces difícil de

[9]
controlar. También, a veces, no nos enteramos de que somos cuerpo y
vivimos en “compartimentos estancos”: en algunos aspectos de nuestra
vida “puro” espíritu o “pura” racionalidad, en otros “pura” corporalidad.
— ¿Cómo te sientes a ti mismo?
— ¿Estas reconciliado con tu ser hombre o mujer?
— ¿Cómo vives tu sexualidad: reprimida, descontrolada, integrada?
— ¿Te dan miedo tus pulsiones, el placer?
b) Madurar afectivamente significa, en segundo lugar, saber ser dueños de
nuestras emociones. Objetivar, reconocer, dar nombre y aceptar
nuestros sentimientos. Saber manejamos entre estos dos polos: ni
sentimos abrumados por ellos, ni ser incapaces de expresamos
afectivamente. En otras palabras, entre la represión o la inhibición del
mundo emocional y la expresión descontrolada de cualquier sentimiento.
O sea, ser nosotros “dueños” de nuestras emociones y no que ellas se
adueñen de nosotros.
— ¿Eres capaz de ir objetivando, dando nombre a tus sentimientos y no
vivir a merced de ellos? ¿Eres capaz de ir clarificando, poniendo en su
sitio?
— ¿Eres sensible, “poroso “, capaz de expresar tus sentimientos?
— ¿Qué hay de las caricias: eres capaz de dar y recibir caricias — tanto
físicas como psicológicas? ¿Te da miedo el contacto físico? ¿Te atreves
a mostrarte vulnerable?
c) Pero la maduración afectiva se queda corta mientras todo lo anterior no
va siendo unificado en el mundo de la significación interpersonal.
Porque madurar afectivamente implica esa capacidad de abrirse al otro,
que el otro sea un “tú” para mí, que signifique, que se vaya introduciendo
en mi vida. Amar significa atreverse a una relación total, en donde uno
se presenta ante el otro real desde un yo real.
— En las relaciones interpersonales, ¿te muestras como eres, te atreves
a querer y a que te quieran, o te defiendes?
— ¿En las relaciones tiendes a manejar una imagen real o ideal de ti
mismo y del otro?
— ¿Te atreves al conflicto en la relación o lo evitas por miedo a no ser
querido?
— ¿Has experimentado lo que es el mundo de la significación (significar
para alguien), o vivir la vinculación, o la pertenencia...?
d) La maduración afectiva tiene todo que ver con la relación con Dios. En
definitiva, uno se relaciona con Dios desde los presupuestos de su
mundo relacional. “Quien no ama a su hermano a quien ve, ¿cómo va a
amar a Dios a quien no ve?” (Jn 4). Y al final, conocer a Dios es tener
experiencia afectiva de Él.
— ¿Cuál es tu experiencia afectiva de Dios?

[10]
Ficha 6. LUCHANDO POR SER LIBRE
Autoafirmación y agresividad

No nos resulta fácil hacernos cargo de las cuestiones sobre


autoafirmación y agresividad. Desde siempre hemos aprendido a ser
obedientes, a no crear conflictos, a que hay que saber ser humildes... Sin
embargo, algo nos dice por dentro que en todo esto no hemos sido siempre
nosotros mismos, no hemos sido libres. Por eso,
Mira distintas situaciones de tu vida y considera las veces que no has
dicho o hecho valer un “aquí estoy yo” adecuado:
— cuando no has dicho un “no” por miedo a ser rechazado; o sientes
que tus “¡no!” son frutos del impulso, descontrolados,
adolescentes;
— cuando tu servicialidad o generosidad es por lo que pueda
suponer romper tu buena imagen; o cuando no te decides a
entregarte porque sientes que “te van a comer”;
— porque si te enfadas o suenas discordante te sientes culpable;
— porque vives muy dependiente de la autoridad o de la ley:
necesitas aprobación, valoración; o porque en cuanto olfateas
cualquier cosa que suena a autoridad escapas, huyes;
— porque tus modos de autoafirmación son siempre
desproporcionados, violentos;

La autoafirmación —o, en su nivel pulsional, la agresividad— tiene que


ver con esa capacidad de ponerse autónomamente en la existencia. Esto no es
tan fácil: uno puede moverse por impulsos agresivos, violentos; o todo lo
contrario, reprimir cualquier cosa que suene a conflictivo. A veces una persona
en apariencia muy independiente no lo es tanto: encubre de esa manera su
inseguridad, el miedo a hacerse vulnerable; tampoco una persona violenta es
precisamente el caso de una agresividad correctamente integrada.
Por eso, una manera sencilla de entender qué es una autoafirmación
sana consiste en darse cuenta de si en mis actuaciones o expresiones actúo
desde mí mismo, me siento yo mismo, soy libre:

— ¿soy yo mismo o reprimo mi agresividad porque me hace sentir


culpable?
— ¿me atrevo al conflicto o lo evito? ¿Cómo manejo el conflicto con
la autoridad: independencia violenta (cerrándome en banda,
incapaz de mostrarme sensible, vulnerable) o sometiéndome (no
libremente) por temor a la pérdida del amor o valoración? ¿Cómo
me sitúo ante la autoridad: libremente, necesidad de aprobación,
halagadoramente, sentimiento de bloqueo y rechazo?

[11]
— mis cesiones de libertad: ¿parten de una obediencia libre o son
sumisión? (A veces, las personas religiosas espiritualizamos bajo
pretexto de obediencia lo que no es sino incapacidad para
afirmamos debidamente)
Toda esta temática hunde sus raíces en las primeras relaciones con
nuestros padres. Desde esa primera infancia arrastramos “asuntos”. Por
ejemplo:
— padres muy posesivos, absorbentes, que no dejan que el hijo viva
en libertad. O bien, el hijo “compra” el cariño manteniéndose
dependiente —fusión no libre, no desarrolla una autonomía
adecuada—; o bien, para evitar ser absorbido, se rodea de una
especie de invulnerabilidad: “yo no necesito nada porque tu cariño
me agobia, no me deja ser”;
— todo esto muy en relación con la resolución del complejo de
Edipo: ganarse al padre o a la madre; rencor contra ellos,
sometimiento, aislamiento, etc.;
— el no haber experimentado suficientes “caricias” puede hacer que
uno se aísle demasiado o las busque desesperadamente,
sometiéndose en todo, etc.;
— si de pequeño no te han dejado expresar una sana agresividad, o
han sido violentos contigo, etc., ¿cómo lo vives ahora, de mayor?

Ficha 7. PRESENTACION A FONDO


Dinámica de grupo

A partir del trabajo que en las reuniones semanales se ha ido haciendo,


puedes intentar hacer ahora, ante los demás miembros del grupo, una
presentación personalizada, más comprometida, a fondo, de ti mismo. Para
ello:
1. Reflexión: dedica un tiempo largo (una mañana o tarde, y, en
cualquier caso, no menos de dos horas) para la reflexión: serénate,
relájate, y cuando te sientas tranquilo, suelto, vete respondiendo
según te salga desde dentro a esta pregunta:
— ¿De qué está lleno tu corazón?
Deja que la respuesta fluya espontánea desde tu corazón.
No repares ahora en que eso que te va surgiendo lo vas a presentar
en la reunión de grupo: podría bloquearte y hacer que tu reflexión no
fuera todo lo fluida posible.
2. Puesta en común: se reúne el grupo entero, teniendo en cuenta que
la sesión será larga. Uno a uno van exponiendo lo que ha surgido
durante el rato de reflexión.

[12]
Calculen que la presentación de cada uno no será de menos de 15-
20 minutos.
No es necesario exponer todo lo que se ha reflexionado
anteriormente: cada uno ha de contar (y saber que cuenta) con el
derecho a la intimidad; pero sí es preciso que lo que se diga sea
verdad, que responda a la realidad de lo que cada uno va viviendo.
Una vez que uno ha hecho su presentación, se deja un tiempo para
preguntas, profundización en lo que se ha dicho, etc.

Algunas pistas para la comunicación en grupo:

— actitud de escucha afectiva: escuchar “con el corazón” a la


persona que está hablando;
— actitud de escucha personal: no sólo de ideas, sentimientos, sino
de la persona entera;
— tratar de percibir lo que parece más importante, ¡no para mí sino
para él/ella! (quizá tomar notas);
— comunicárselo, advertírselo, hacerle consciente (técnica del
“espejo”: hacer de espejo de lo que dice);
— no saltar de temas: ir hasta el fondo de las cuestiones;
— confrontar tratando de evitar tanto paternalismos y consuelos
fáciles como discusiones inútiles;
— orar unos por otros (quizá cuando uno ha hecho su presentación
o también al acabar toda la reunión).

Ficha 8. SOBRE BÚSQUEDAS Y HORIZONTES


El sentido de la vida

Lee y ora con Jn 1, 35-39: pero trata de que sea una oración donde tú —
como los discípulos— vas a Jesús desde tu realidad de hoy, con tus deseos,
tus búsquedas.
— El Bautista les dice que Aquel que pasa es el Cordero de Dios, el
liberador, el Siervo de Yahvé, del que hablaba el Antiguo
Testamento, y aquellos dos discípulos siguen a Jesús. Han
percibido que en ese que “pasa” se concentra la salvación, es el
que puede dar sentido a sus vidas.
¿Hay necesidad de sentido en tu vida? ¿En qué experiencias de
sentido descansas?: ¿qué va dando sentido a tu vida, hoy por
hoy?
— Nos interesa esto: aquellos discípulos estaban en tensión de
búsqueda: “¿Qué buscan?”

[13]
Y nosotros, ¿qué buscamos?: ¿soluciones inmediatas para salir al
paso o algo que dé sentido pleno? Déjate que la respuesta se
vaya haciendo por dentro y surja como grito profundo de tu
corazón.
— El paso siguiente que se les pide para encontrar es “venir y ver”.
No se les garantiza ninguna seguridad, se les pide vivir a la
intemperie; no hay respuesta sino más bien se les urge a un estilo
de existencia.
A lo largo de este camino de personalización que vas haciendo,
¿qué forma nueva de entender la existencia se te va abriendo?
Sería bueno que pongas en común tu oración y también tus
descubrimientos personales, aquellas “novedades” que vas notando por dentro.

Niveles de apertura de la experiencia del sentido

En último término, el creyente en Jesús ha de descubrir que Él es el


sentido de su vida. Pero hay experiencias humanas previas que nos permiten
entrar en la vida con sensación positiva, con la impresión de que las cosas, la
vida tiene sentido. Buscamos y vamos encontrando sentido en:

1. la confianza maternal: sentimiento básico de confianza en la vida.


Es algo que se respira. Si hay confianza, hay sentido, hay
fundamento básico. Por contra, hay personas a quienes “les cuesta”
vivir porque han sido incapaces de confiar positivamente en la
existencia: les cuesta pensar que las cosas vayan a salir adelante, al
final todo saldrá mal, fracasaré, etc. Si no hay confianza, se percibe
amenaza constante. Sin esta confianza primaria en la vida —que
fundamentalmente se recibe a partir del amor y cuidado matemos—
la pregunta por el sentido se hace difícil.
2. ser yo mismo: el ideal de autonomía. Decidir sobre nuestras vidas,
ser fieles a nosotros mismos. Quien intenta vivir desde sí mismo se
hace cargo de su propia libertad: me atrevo a ser libre, a dar el rumbo
que quiera a mi vida, a tomar las riendas de mi vida... Este aspecto,
junto con el anterior, representan los dos grandes polos de la
existencia: por un lado, la necesidad de confianza, de no percibir
amenaza; por otro, la libertad. Quien hace la experiencia de ser él
mismo experimenta que la vida va cobrando su sentido en el
hacerse.
3. significar para alguien: la experiencia del tú, de la vinculación.
Cuando uno descubre lo que es significar para otro/a aparece esa
experiencia: “Ahora sí que mi vida tiene sentido!”. Lo singular del
hombre es que, por un lado necesita controlar su existencia —con
fianza, libertad—, pero, a la vez, descubre un nivel de sentido más
absoluto en la medida en que se abre y sale de sí.
[14]
4. la finitud: lo relativo de las cosas que parece pedir un “algo más” a la
vida. ¿Puedo fundamentar mi vida en la finitud? Parece que aún
desde un punto de vista estrictamente humano aparece el sentido de
trascendencia: se pide que las cosas, lo mundano, den más de sí.

Ficha 9. ANÁLISIS INTROSPECTIVO DE LA LUZ Y LA


SOMBRA
Mi historia personal

Para realizar este ejercicio de la mejor manera posible y sin manipular


inconscientemente la realidad, es importante que no leas entera esta ficha
guía. Tómate tu tiempo (hacer toda esta ficha te llevará entre 2 y 3 horas) y
vete siguiendo uno por uno todos los pasos.

Paso 1° (tiempo: 30 minutos)

Supón que tu vida vivida hasta ahora, o sea tu historia, es un círculo.


Dibújalo en tu cuaderno y piensa que tienes ahí dentro toda tu historia.

Considera ahora que LUZ es todo lo positivo, bonito, alegre, constructivo,


valioso que has vivido; y considera que SOMBRA es todo lo negativo, feo, triste, falso,
destructivo.

Pues bien, vete a tu historia (el círculo) y reflexiona cuánto trozo de ella es
SOMBRA. Parte el círculo de acuerdo con ello. Te va a pasar que vas a hacer varias
tachaduras, porque, en el mismo esfuerzo de valorar tu historia, te verás obligado a
cambiar de opinión respecto a la cantidad de LUZ y la cantidad de SOMBRA.
Cuando hayas dado con la valoración que te parece más verdadera, pásalo a
limpio en un círculo bastante grande (que ocupe un folio o folio doble); la zona de
sombra no la cubras por completo, haz sólo unas rayas finitas, porque luego vas a
escribir algo encima.
(Haz esto y ¡no leas más!)
[15]
Paso 2° (tiempo 30 minutos)

En tu cuaderno, al lado de tu historia, contesta estas preguntas:


1. ¿Qué sentimientos se han ido produciendo en ti al hacer el paso 1°?
2. ¿Qué sorpresas te has llevado?
3. ¿Por qué has tenido que hacer tachaduras?
4. ¿Eres consciente de que, a raíz de algún acontecimiento, cambió mucho en tu
vida la cantidad de LUZ y de SOMBRA?, si es que sí, di de qué acontecimiento
se trata.
(Haz esto y ¡no leas más!)

Paso 3° (tiempo 30 minutos)

Te damos primero una clave:


● este punto gordo significa “persona”.
+ esta crucecita significa “grupo”.
□ este cuadrado significará indistintamente
“acontecimiento”
“cosas” (por ejemplo un libro)
“situaciones” (por ejemplo un verano)

Reflexiona qué personas o grupos o acontecimientos o situaciones han contribuido en


tu historia a hacer LUZ o a hacer SOMBRA; conforme los recuerdes y valores, haz
para cada uno el signo consabido (● + □) dentro del espacio de la LUZ o de la
SOMBRA.
(Haz esto y ¡no leas más!)

Paso 4° (tiempo 15 minutos)

Mira ahora bien tu historia y reflexiona:


— ¿Qué es lo que más peso de dolor te ha dejado? Rodéalo con este
círculo □
— ¿Qué preferirías que no hubiera pasado? Táchalo □
— ¿A quién o a quiénes preferirías no haber conocido?
Táchalos ●
— De lo que te ha producido dolor:
- ¿Qué o a quiénes aceptaste fácilmente?
Ponles un SÍ (□ SÍ)
- ¿Qué o a quiénes no puedes aún aceptar?
Ponles un NO (+ NO)
- ¿qué o a quiénes, que en un principio no aceptabas, has
acabado aceptando? Ponles un YA (●YA)
- ¿Qué o quién te ha dejado más peso de felicidad?
Ponles una G (de Gracias) (+ G)
(Hazlo y ¡no leas más!)

Paso 5° (tiempo 30 minutos)


[16]
Contesta de nuevo en tu cuaderno las siguientes preguntas:
— ¿Qué sentimientos se han ido produciendo en ti al hacer los pasos 3° y
4°?
— ¿Qué es lo que más te ha costado hacer y por qué?
— ¿Qué sorpresas te has llevado?
(Hazlo y ¡no leas más!)

Paso 6° (tiempo 30 minutos)

Pregúntate ahora: ¿Cómo ha estado Dios en toda esta historia tuya? Para ello:

… mira tu historia, paso a paso, buscando a Dios por ella y vete anotando en tu
cuaderno por dónde y cómo andaba
… cuando la presencia de Dios la percibas relacionada con algo que aparece ya en tu
círculo, pon una D.

(Hazlo y ¡no leas más!)

Ficha 10. SUEÑOS Y REALIDADES


Ideal y proceso
(Ficha única para Grupo y Catequista)

Puedes comenzar leyendo y orando con Lc 5, 3-8: la Palabra


personaliza, discierne desde dentro y nos va dando sentido de nuestra
situación.
Así, después de habernos acercado a tanta problemática personal, tras
tantos “bombardeos”, al irnos dando cuenta de que las cosas no son tan fáciles
como desde nuestro idealismo creíamos, sino que, más bien, los procesos
son lentos, quizá se produzca cierta desazón y con los discípulos digamos:
“nos hemos pasado la noche, esforzándonos, y nada”

Ésa puede ser la sensación: que todo esto es difícil, que es lento, que no
hay frutos ...
Pero aquí es donde conviene no perder el horizonte, no perder la
perspectiva. Y la perspectiva es esta: aprender a vivir el ideal resituándolo en
proceso:
— Uno sueña con ser cristiano de verdad, comprometerse a fondo,
ser radical y coherente, pero después de ser abordado desde
tantas instancias se da cuenta de que tiene que revisar un montón
de asuntos y aprender a vivir su propio proceso.
Pero de lo que se trata es de darse cuenta de que ambos, ideal y
proceso, cumplen su función:
[17]
1. El ideal:
— nos abre al sentido de la vida; hace nacer lo mejor de nosotros
mismos;
— nos da un horizonte de absoluto, el ideal crea en nosotros un
“alma grande”: sólo desde ahí se despierta el centro de la
persona: hemos sido llamados a plenitud, ¡somos hijos de Dios!
— Un crudo realismo no le basta al hombre. Más aún, ¿se puede ser
cristiano sin ideal, sin jugarse el tipo, sin lanzarse a la vida?

Por eso, nos resulta tan importante:


— que haya experiencias de incondicionalidad: allí donde
ponemos lo mejor de nosotros mismos; aquellos valores, causas,
personas, que están más allá de nuestras necesidades, de
nuestra gana o desgana, aquello que resulta irrenunciable, con lo
que “no se juega”; ¿ Qué experiencias de incondicionalidad, de
idealismo has vivido y te han marcado?;
— soñar: ¿ Cuáles son tus sueños profundos?: deja que broten
desde dentro; si no hay sueños profundos no hay vida: tan sólo
un “pasar al lado de la vida”;
— crear interés vital, dinamizar el deseo: Hoy por hoy, ¿cuál es mi
interés vital? ¿Qué me hace “vibrar”? En esta época posmoderna
se hace necesario volver a desear a fondo;
— tener o hacerme con un centro personal desde donde vivir:
¿dónde, en
— qué ámbitos te dejas vivir, allí donde te sientes que eres tú,
respiras, nace lo mejor de ti...? Busca tus propios espacios
personales;
— ¿qué hay de nuestro fondo religioso?: puede que de pequeños
nos lo transmitieran nuestros padres, o puede que en este mundo
secularizado se haya perdido. En cualquier caso: ¿qué ha
quedado de todo aquello: vacío una sensación global de que Dios
es “cosa seria”, que es Alguien, un contenido afectivo o mas bien
ley, miedo, rechazo?

Pero el ideal tiene su ambigüedad:


— ¿no será para algunos pura exigencia de su super-yo, de quien no
se soporta a sí mismo como es?;
— ¿no mantendrá en la ensoñación, en la fantasía, en el puro
deseo?;
— ¿no será una forma de protegerse de la realidad y sus riesgos?
¿un montaje?
2. Por eso, hace falta el proceso para:
— confrontarse con la propia limitación;
[18]
— aprender a respetarse a uno mismo, sus ritmos, dar tiempo;
— un conocimiento real de uno mismo, andar en verdad, ser
humilde;
— tener sentido de uno mismo, discernimiento, vivir desde dentro.

Pero vivir sólo el proceso también es ambiguo:


— si uno bajo razón de proceso se hace incapaz de salir de sí, de ir
más allá de sí mismo
— si el proceso destruye la capacidad de soñar; si uno, perdidas las
“ilusiones”, pierde también la ilusión;
— si uno vive el proceso como una mera terapia de necesidades
insatisfechas y es incapaz de ver que la persona está más allá;
— si tu autenticidad de lograrte como persona te impide ver la mano
de Dios detrás de todo el camino.

Por eso,
— ¿Qué intuiciones más importantes estás teniendo a nivel de
proceso?, ¿qué luces o descubrimientos y qué sombras o
dificultades? ¿Qué cambio interior vas notando?
— ¿Percibes el proceso como camino de libertad o fuente de
ansiedad y cierto sentimiento de claudicación?
— ¿Estás curvado sobre ti mismo o eres capaz de salir de ti, de
“levantar la cabeza y mirar” (Is 53)?

En la perícopa, Pedro dice: “pero ya que lo dices tú, echaré las redes”.

La fe posibilita, en último término, ir integrando ideal y proceso. La fe


significa mantener el horizonte absoluto, pero desde la experiencia de que uno
se va conociendo y se acepta como es, sabe su limitación, pero es capaz de
creer y esperarlo todo de Dios. Por eso la fe me va permitiendo:
— reconciliarme con mi historia, no escapando de ella sino
integrando lo que antes era incapaz;
— vivir lo bueno y lo malo, dar sentido a mi vida, vérmelas con el
sufrimiento, etc.
Pero desde la fe todo esto se hace no al modo del héroe idealista que se
cree que puede con todo, sino con sensación de humildad, de pobreza, de que
todo es posible pero no desde mí, sino desde la grandeza del corazón de Dios.

Ficha 11. LA VIDA OBLIGA


Más allá del proceso

[19]
Puede dar la sensación, después del recorrido que llevamos hecho, de
que la vida sea simplemente proceso que controlamos desde nosotros mismos.
Y sin embargo, nada de eso.
Es muy posible que cuando menos lo esperabas, quizá cuando más
dueño de tu vida te estabas sintiendo, un suceso, un acontecimiento imprevisto
haya hecho que tengan que cambiar todos tus planes:
— estabas preocupado en resolver tu necesidad de ser
autónomo, de
— independizarte, y un conflicto familiar —una enfermedad, un
accidente— te obliga a atender a lo inmediato, a lo que se te
presenta cada día;
— cuando más tiempo necesitabas para ti, te has visto atrapado
por la necesidad del otro;
— una experiencia de sufrimiento profundo, de sin sentido, que
pone en paréntesis tu proceso (o mejor, que te obliga a vivirlo
sin llevar el control);
— un cambio de trabajo, de residencia, de situación familiar
impone el rehacer la vida...
¿Qué experiencias de este tipo ha habido en tu vida;
experiencias en que has sentido que no eras dueño de la
vida, que la vida iba más allá de ti? Si puedes, recuérdalas,
revívelas.
¿Cómo asumiste esas experiencias? ¿Supiste “darles la
vuelta”?
¿De qué manera se mostró Dios en aquel trance?

Seguramente, esas experiencias te han marcado; quizá escondan una


sabiduría profunda que todavía no has logrado reconocer: ¿qué aprendiste?,
¿qué te han enseñado?
Signo claro de que uno va madurando es la capacidad de aprender de la
experiencia.

Algunas pistas
— Lo paradójico, lo singular de la vida es que aunque se nos
exige el esfuerzo de tomar la vida en las manos, de tratar de
ser nosotros mismos, sin embargo, las grandes experiencias,
aquello que más nos transforma, generalmente nos es dado
desde fuera. Es tarea nuestra el tratar de asumirlo.
— Al vivir todo aquello, quizá algo nuevo —inesperado— nació
en ti. No fue aquello ni lo que estabas esperando ni lo que
respondía a tu proceso ni lo que proyectabas, pero en toda
aquella experiencia te viste obligado a dar de ti más allá de lo
que creías que podías.

[20]
— En la situación límite Dios suele mostrarse con un rostro
nuevo: ¿lo has percibido? Son estas experiencias las que
pueden suponer una restructuración de la imagen de Dios.
¿Eres capaz de reconocer algún cambio?
— Con el paso de los años has sabido dar sentido al sin sentido;
leer lo negativo en otra clave, algo que en aquel momento
parecía imposible.
— Cuando la vida obliga, aprendemos a mirar al Crucificado (o,
mejor, El nos dice que le miremos).

CICLO 2: LECTURA ANTROPOLÓGICA DEL


ANTIGUO TESTAMENTO

— Ficha 0. Lectura antropológica del Antiguo Testamento


El ser humano
— Ficha 1. Gén 1: ¡Desbordado por el misterio, interrogado por la
realidad!
— Ficha 2. Gén 2-3: “Entre ángel, animal y demonio”
La complejidad del ser humano
— Ficha 3. Éx 1-2 + 14: Llamado a la libertad (I)
— Ficha 4. Éx 15, 22-17, 16: La libertad, reto y tarea del ser humano
(II)
— Ficha 5. Dt 26, 1-11: La experiencia de “la tierra”
Una existencia agradecida
— Ficha 6. Prov 31, 10-31: Pisando tierra y mirando al cielo
La sabiduría de la vida
— Ficha 7. Job 1-2 y 3: La vida, ¿absurda o digna de ser vivida?
— Ficha 8. Job 9-10: ¡Que se me haga justicia!
El ser humano en busca de justicia
— Ficha 9. Qoh 1-2: ¿“Comamos y bebamos, que mañana
moriremos”?
— Ficha 10. Ez 37: ¿Es posible la esperanza?
El hombre, sediento de esperanza
— Ficha 11. Salmos 63(62) y 16(15): El ser humano, un “yo” abierto
al “Tú” de Dios
— Anexo. Leyendo el Antiguo Testamento para leernos a nosotros
mismos
[21]
Riqueza y actualidad de un libro antiguo

Ficha 0. LECTURA ANTROPOLÓGICA DEL ANTIGUO


TESTAMENTO
El ser humano

1. Con las fichas del ciclo 1 de este catecumenado se trabajaban, ante


todo, temas tocantes a la dimensión psico-social-afectiva del ser
humano. Temas, mejor dicho, realidades y exigencias vitales, como:
aprender a vivir, la identidad personal, mi historia personal, el sentido de
la vida, ideal y proceso, aceptación y autoestima, afectividad y
sexualidad, autoafirmación y agresividad... Algunos son muy propios,
sobre todo, del joven.

2. Con las fichas de este ciclo 2 se continúa el trabajo realizado con


aquéllas; pero a un nivel o dimensión más honda de la persona: el
antropológico. Este empalma con aquél; en cierto modo, son
inseparables; algunos temas son idénticos, pero están tratados a otro
nivel; por ejemplo, el sentido de la vida, la libertad...

3. Se tocan necesidades, aspiraciones, desafíos ineludibles del ser


humano, como: el misterio y las paradojas del ser humano, la libertad, la
experiencia de la tierra, el sentimiento de gratitud, el sentido o el
absurdo de la existencia, la experiencia del mal y del dolor, la
esperanza... ¿No son “cuestiones eternas”, propias del hombre y de la
mujer de todos los tiempos y culturas?

4. Se abordan desde el Antiguo Testamento (= AT), esa parte de la

[22]
literatura bíblica que nos ofrece las mil experiencias e interrogantes
humanos vividos por Israel a lo largo de siglos. En cuanto a contenidos
de revelación, el AT es inferior al NT; sus experiencias y certezas
religiosas no son del mismo rango y calidad que las de Jesús de Nazaret
y sus discípulos. Con todo, ¿no son el mismo Jesús y los cristianos de la
primera generación cristiana miembros del pueblo de Israel, herederos e
intérpretes de sus experiencias? ¿No nos conviene a todos vivir las
experiencias, aspiraciones y dimensiones humanas como presupuesto
de la experiencia religiosa cristiana? ¿No necesitan estas últimas un
soporte humano, psíquico y antropológico?
Al mismo tiempo, estas fichas, el trabajo con las mismas, nos abren a la
riqueza inmensa, actual y profundamente humana del AT, esa parte
de la Biblia tan desconocida por desgracia. Riqueza de interrogantes y
de planteamientos, de tanteos y de descubrimientos de Israel y de sus
hombres y mujeres. Riqueza de experiencias y de situaciones vividas,
que son, en el fondo, las de los seres humanos de todos los tiempos.
¿No nos vemos reflejados en cuanto tales en lo vivido por los hombres y
mujeres de Israel?

5. Los textos bíblicos propuestos son antiguos, de hace 3.000-2.000 años;


y por ello, algunos, un poco extraños a primera vista. Por esta razón,
conviene provocar y enriquecer la reflexión personal y grupal desde los
varios elementos que se ofrecen en cada ficha: el texto bíblico; las
reflexiones en torno al mismo; los casos de personas de ahora, que
reflejan problemática de fondo idéntico a la del texto; las preguntas
para la reflexión personal y grupal; los textos paralelos, de contraste y
de oración. Se siga el orden que se siga (comenzando por el texto
bíblico o por la ficha), no conviene, en todo caso, que la ficha sustituya a
la página bíblica: no se deje de leer ésta, incluso más de una vez.

6. Tendrá que ver cada grupo con su guía si emplear estas fichas de
temática antropológica en serie, o combinadas con las de otros ciclos.
En el primer caso, vean igualmente en qué orden trabajar toda esta
temática, si en el orden en que se ofrece aquí o en otro. El Anexo,
largo, ofrece una visión de conjunto y síntesis de lo que nos ofrece el
AT, esa gran parte de la biblia tan desconocida como rica.

Ficha 1. GÉN 1 ¡DESBORDADO POR EL MISTERIO,


INTERROGADO POR LA REALIDAD!

1. Experiencias e interrogantes

[23]
a) Recuerda, revive, comenta qué espectáculos te sobrecogen, te pasman, te
dejan boquiabierto:

— esa mujer en cuyo seno palpita un nuevo ser; el niño recién nacido,
¡monada embelesadora!
— el amor tierno y hondo de una pareja; tu madre cuidando unas flores; un
padre jugando con su niño; el campesino mimando sus animales y plantas...
— los panoramas de grandiosa belleza: el mar sereno o bravío, cumbres
montañosas impresionantes, el desierto silencioso, el firmamento estrellado,
la aurora o el crepúsculo...
— las maravillas del cosmos, de la naturaleza o de los seres vivos, que te
muestran los libros, los seriales documentales...; el ser humano capaz de...

b) ¿Nunca te has sentido azuzado por interrogantes? Como: ¿por qué


existe algo (los seres, la vida...) en vez de la nada? ¿Cuál es el origen último
de los seres? ¿Y el fundamento de la dignidad y libertad inviolables del ser
humano? ¿Cuál es su misión en el mundo?...
Te escandaliza el mal: el dolor, la muerte, la guerra...; resulta un enigma
absurdo e inexplicable. Pero ¿no te resulta el BIEN mayor misterio aún?
Todo lo que existe de bello, admirable, positivo, creativo, gratificante...
¿Cuándo te nace gozar, maravillarte, cantar? De ser creyente, quizá te nazca
agradecérselo todo a tu Dios y alabarle.

2. Gén 1: ¡El poema de la creación! ¡La maravilla del universo!

a) No se trata de la historia de los orígenes del universo con todos sus seres.
No se trata de una página de historia o de ciencia, sino de un poema, escrito
hacia los años 550 a.C., en un período difícil de la historia, posiblemente desde
el exilio de Babilonia. Su autor no lo escribe para gente que vive en una época
dorada, ni desde una situación desahogada y gratificante: ¡imposible ser
romántico y fácilmente optimista en la vida! Con todo, Gén 1 viene a mostrar la
capacidad de admiración y gratitud, de fe y esperanza pese a todo, de un
hombre, sensible, artista y creyente al mismo tiempo.

b) Gén 1 expresa varias cosas:


- Capacidad de pensar y de sentir bien de todo lo existente: los grandes
espacios, los seres que los habitan, el ser humano... “Todo bello y bueno”:
es el eslogan repetido a lo largo del poema.
- Capacidad de pensar y de sentir bien de Dios: es el creador de todo, la
fuente de todo ser y vida, el fundamento de toda la historia. ¡Dios más fuerte
que el caos, que la nada, que las fuerzas del mal! Todo existe gracias a un
Dios Amor y Poder.
- Confesión de que “el universo es una exhibición viviente del gran artista
DIOS”, dijo alguno.
[24]
- Afirmación de la bondad, belleza, armonía y misteriosidad de los seres.
- Afirmación de que todo es “milagro”: es decir, maravilloso e inexplicable.
Sobre todo, ¡el milagro de la vida, en su variedad multicolor!
- El SÍ de Dios a todo lo que existe. La nada no origina nada. El azar
absoluto no explica la maravilla de la creación, la inmensa sinfonía de los
seres concretos, ese sabio ordenamiento del cosmos, los dinamismos que
lo animan...

c) La mayor maravilla de todas, la obra cumbre, el misterio mayor: ¡el ser


humano!
- ¡Misterio de pareja, de amor y de fecundidad!;
- polvillo perdido en la inmensidad del cosmos y, con todo, el ser más dotado,
admirable e inexplicable;
- tan poca cosa y, con todo, “creado a imagen de Dios”: capaz de libertad y
de iniciativa, de transmitir vida, de crear historia... El centro y motor de la
historia;
- destinado a ser el corazón y la voz de todos los seres, su cantor y su
intérprete, llamado a llenarlo todo de sentido y de armonía.

3. Tú mismo, ¿no te sientes un yo rico de experiencias paradójicas sobre


ti mismo?

- insignificante, pero admirable; indigente, pero rico; pobre y, con todo,


inigualable, superior a todo otro ser; indefenso, pero revestido de dignidad
inviolable...
- frágil y quebradizo y, con todo, llamado a poner tu granito de arena en la
transformación de este mundo; limitado, pero convidado a crear historia, a
llenarlo todo de sentido, belleza y cariño. “Prolonga en sus pequeñas
manos la obra de Tus manos”, dice la canción;
- condicionado por mil costados y, con todo, llamado a hacer de tu libertad un
desafío, a vivir tu existencia como libertad creadora, responsable y capaz de
comprometerse,
- muy a ras de tierra y, con todo, con sed de eternidad, buscando
horizontes infinitos; muy pegado a lo material y, con todo, con un aliento
de “espíritu divino” en tus entrañas.

4. “Tengo cada día más la sensación de que las cosas más normales no
tienen precio” (Juan N.):

Mi cuerpo y mi salud, mi ser hombre o mujer, mi necesidad y capacidad


de amar y de ser amado, mis dinamismos y mis necesidades de crecer, de ser
yo mismo, de ser libre, creativo y fecundo, de ser más de lo que soy, mi ser
abierto a Dios, mi capacidad de goce y de apasionamiento por cosas y por
tareas hasta asumir incluso sacrificios... ¡Todo ello inexplicable y gratuitamente
recibido!
[25]
5. Ejercicios y preguntas para la reflexión personal y el diálogo:

a) Durante la semana o mes anterior a la reunión de grupo, vive estos


ejercicios, simultáneamente o por separado.
aa) el ejercicio de la soledad: vivir momentos de soledad en el campo,
en el parque, en el monte, en el silencio de una habitación: mirando,
contemplando... ¿Has vivido alguna vez la experiencia de pasarte
dos horas en soledad total? O una mañana o tarde entera.
bb) el ejercicio de las interrogantes: por qué el ser y los seres, en
lugar de la nada; por qué y para qué existe todo; todo tiene que
tener su sentido... No me puedo explicar: me hallo viviendo, aquí y
ahora. ¿Por qué he sido llamado a ser y a vivir como desde el
abismo de la nada? ¿Ha sido gracias al corazón eterno de un Dios
que ha querido mi existencia (a través de los mecanismos y
dinamismos de la naturaleza)? Además de mis padres, ¿todo un
Dios ha querido mi existencia?
cc) el ejercicio de leer y vivir Gén 1: percibir la armonía de las cosas
“bellas y buenas”; sentirte hermano con todo; vivir un cierto diálogo
cordial con los seres; leer o cantar alguna poesía para vibrar con
ella; recordar personas que te han cautivado por su gran armonía y
belleza interior...
b) Vive este otro ejercicio: recuerda momentos, lugares..., en que has
tenido vivencia especial, gratificante, ante personas bellas, escenas de amor y
ternura, espectáculos de la naturaleza, acontecimientos y experiencias
personales... Revívelos.
c) ¿Qué “milagros” del universo te hablan más, te sobrecogen, te abren al
misterio, te invitan a la experiencia de gratitud o te interrogan más? ¡Que te
remitan a tus propias honduras, quizá también a Dios!
d) “La mayor desgracia de un ateo es sentirse agradecido y no saber a
quién darle gracias” (Chesterton). ¿Qué te dice? ¿De qué calidad es tu
sentido de admiración y de gratitud ante ti mismo, los grandes dones de la
vida, del amor; de la libertad, ante todo lo que existe?
e) Gén 1 es el SÍ de Dios a las cosas. ¿De qué calidad es tu SÍ a todo? Un
SÍ a ti mismo ante todo, a lo que eres: ¿acaso te resulta siempre fácil? Amarte,
amar tu ser; tu vida, tu cuerpo... Un SÍ a tu entorno, a toda la realidad, a la vida,
a tu tarea diaria... Posiblemente no te es fácil y espontáneo: ¿no te parece que
la fe en el Dios, creador y fundamento de todo, te ayudaría a ello? ¡Poder
fundamentar la vida en El!
f) Gén 1 ¿te lleva a ser hermano de todos y de todo? Respetar y mimar la
naturaleza, los seres, la vida, la libertad de los otros hombres y mujeres... El
tema importante de la ecología y ética social y ecológica. Un gran modelo:
Francisco de Asís.
g) ¿Cuándo, dónde, ante qué... te nace gozar en el corazón, maravillarte,
[26]
cantar? Te pones en condiciones para ello? (soledad y silencio para que te
hablen las cosas, sentido contemplativo y admirativo, poner a punto las
antenas del corazón...)
h) ¿No te parece que la mayoría de los hombres y de las mujeres apaga o no
desarrolla los interrogantes, el sentido admirativo, la sensación de misterio?
“He aquí mi secreto. Es muy sencillo: sólo se ve con el corazón. La esencial
es invisible a los ojos”, le dice el zorro al principito.

6. Textos de oración y de canto, de evocación

Ora o canta con salmos, textos bíblicos u otros como:


- salmos 8; 104 (103); 148; Sab 11, 21-26; Dn 3.
- canciones o himnos: “Alfarero del hombre”; “Alegre la mañana que nos
habla de Ti”, el “cántico de las criaturas” de San Francisco; el salmo 139
(138) (si quieres en su versión libre para el canto); etc.
- poesías, la obrita El Principito de A. de Saint-Exupéry, etc.
- alguna una película: Del japonés Kurosawa; algún documental...

Ficha 2. GÉN 2-3 “ENTRE ÁNGEL, ANIMAL Y DEMONIO”


La complejidad del ser humano

1. Complejidad de mi ser: Experiencias contradictorias


- “Mi cuerpo es una maravilla. Lo adoro, me lo miro con satisfacción. Me sirve
para tantas cosas. Pero tantas veces me duele, me pesa como una losa de
la que me desprendería a gusto” (Teresa).
- “Soy... muchos: no me entiendo”. “Me siento capaz de lo más bello y capaz
de lo peor”.
- Pedro ama a su mujer, Ana; pero ocasionalmente se va con N.N.
- “No acabo de comprender mi conducta, pues no hago el bien que quiero y
hago lo que aborrezco” (Pablo: Rom 7, l4ss).

2. Gén 2-3: una página muy sugerente acerca del ser humano
a) Gén 2, 4b-7: ¡mi ser humano!
“Soy de tierra”: me siento de barro, soy fragilidad, limitación, indigencia,
cansancio... Pero vivo el milagro de la vida; estoy animado por un “aliento
divino”: hay algo de inexplicable y casi divino en mí: autoconciencia, identidad,
libertad, capacidad de amor y de comunión, creatividad, proyección de mi más
allá de mi... “Soy una birria, pero...”
Soy al mismo tiempo “barro” (o carne) y “espíritu”: vivo, por una
parte, de la tierra, muy pegado a “la tierra” y a lo material, tan parecido a un
animal en mis necesidades, limitaciones...; y, por otra, soy un insatisfecho
conmigo mismo y con mi condición, soy un aspirante eterno a ser más de lo

[27]
que soy. A veces soy más animal que los animales, y, con todo, me atrae todo
lo que sabe a belleza, justicia, libertad, amor, sueños, horizontes abiertos,
espiritualidad... Más aun, ¡qué deseo anida en mí, consciente o soterrado, de
ser como Dios”: sed de eternidad y de absoluto, de superar toda limitación y
finitud, todo dolor y muerte, toda negatividad!

Preguntas (I):
Lee las siguientes afirmaciones; son existenciales, experienciales. ¿Te
identificas con algunas? ¿Te ves reflejado mucho o poco? ¿Cuáles expresan
mejor la verdad sobre el hombre y la mujer?
- “¡Cuánto tengo de humano y hasta de animal! Y con todo, me atrae Dios”
(Andoni).
- “¡Qué cacharro más complicado soy! ¡No me comprendo! ¡Imposible definir
al hombre!” (Unai).
- El hombre, “ese eterno insatisfecho”, un ser de deseos no cumplidos.
- “El hombre tiene los pies hundidos en el barro, pero los ojos fijos en el cielo”
(un poeta).
- El hombre es “vocación a (ser de la) tierra y vocación a ser como Dios”.

b) Gén 2, 8-17: soy historia y creador de historia


Adán, “el ser humano”, “puesto en el mundo”: dotado de un “YO”
(autoconciencia, identidad, libertad...: todo ello en crecimiento y proceso). Y
mucho o poco, me siento impelido a “hacer historia” con mi YO real, con mi ser
entero: a cuidar y mimar el jardín, a llenar todo de mi presencia humanizadora,
a transformar este mundo en un paraíso, a responsabilizarme de todo... Tarea
gratificante y arriesgada, misión en la que me realizo, me agoto y, a menudo o
en parte, fracaso. Soy ser humano llamado a realizarme como tal al menos en
parte, a través de la tarea y de la responsabilidad en mi entorno.

Preguntas (II):
1) ¿Te ves a ti mismo viviendo, a través de tu cuerpo, una relación viva,
dialogal y creadora con los otros seres humanos, con las plantas y animales,
con tu entorno?
2) ¿Cuándo vives, en tus quehaceres diarios, la sensación de vivir creando
historia, creando vida, de estar en un trabajo creativo? ¿La sensación de
crear vida, o belleza, orden, sentido, de ayudar al mundo a ser más o mejor
mundo?
3) Dios te permite todo; pero te pone un tope; viene a decir: “No juegues a
Dios; no te divinices, no absolutices nada, no te extralimites”. ¿Por qué? En tu
propio caso, ¿qué significaría eso?

c) Gén 2, 18-25: tu ser hombre o mujer, tu sexualidad


- No lo leas como historia de algo sucedido así: primero el varón, luego la
mujer a través de la costilla, etc. Se trata de una página mítico-sapiencial
[28]
magistral, no científica sino “sabia”. A la hora de expresar tu
enamoramiento, tu profunda atracción por N.N., ¿no te sirves de poesías,
mitos, símbolos, bellas metáforas, más bien que del lenguaje científico?
- La sexualidad y la relación entre ambos sexos es explicada por las ciencias
(biología, fisiología, psicología...). Pero, a nivel de experiencia, más bien
que de explicación, la mujer ¿no sigue siendo para ti, hombre, como un tú
misterioso, enigmático, poderosamente atrayente? Como tu “otro yo”,
con el que te complementas, te sientes tú mismo, dialogas como no es
posible con las plantas y animales, ni con las estrellas por bellas que sean.
Y tú, mujer, ¿cómo le experimentas “a ese diferente a ti” y cómo te
experimentas a ti misma ante él? ¡El misterio de “dos en uno” y para ser
uno!
- Mira tu sexualidad a nivel antropológico, la sexualidad te constituye: eres
ser humano en cuanto eres hombre o mujer, sin poder explicártelo.
Antes, el ser humano realizándose a través de la tarea; ahora, mediante su
sexualidad y la capacidad de comunión, intimidad y diálogo amoroso que
crea.

Preguntas (III):

4) ¿Cómo piensas, mejor dicho, sintonizas vitalmente con las siguientes


afirmaciones?
— “Me sentí mujer y segura cuando conocía mi marido, Luis; lo mejor que me
ha dado Dios después de la vida” (Teresa). “Comencé a ser hombre cuando
conocía Ester”.
— “¿La sexualidad? Una trampa de la naturaleza en la que caes
ingenuamente”.
— “¡Qué admirable eres! Sin ti no podría ser yo mismo” (Andoni a Ane).
— “El hombre se realiza en el encuentro amoroso con la mujer”.

5) ¿Cómo experimentas tu sexualidad, tu ser sexuado? ¿Como algo


maravilloso que no tiene precio y que hay que agradecer a alguien (quizá a
Dios)? ¿Como algo muy positivo, pero que conlleva sus limitaciones, sus
riesgos, su precio, sus angustias e inseguridades, quizá su culpabilidad? Quizá
tengas una experiencia plural, ambivalente y hasta contradictoria de tu
condición sexuada: ¿si o no?

d) Gén 3: ¡Queriendo “ser como Dios”, pero...!


— Tampoco se trata de “una historia”: esto no sucedió nunca en un paraíso
primordial. Pero ¿no nos sucede todos los días de mil maneras? No es
página histórica ni científica; es antropológica, “sabia” sobre este ser
enigmático que somos.
— ¡Qué paradójico el ser humano! ¡Incapaz de ser feliz, de sentirse total y
permanentemente realizado y colmado! Incluso el hombre o la mujer que se
[29]
siente “en el paraíso” (afortunado, bien situado: relativamente feliz) quisiera
“ser como Dios”: ser más que creatura limitada, poseer la receta mágica
de la felicidad total, superar su finitud y su condición mortal, hacer uso
ilimitado de su libertad y de su poder, probar y experimentar todos los
caminos posibles...
— Es lo grande del hombre, algo que le distingue esencialmente del animal.
Pero ¿no lo es precisamente por sentirse radicalmente pobre e indigente?
Aspiración que le nace de su innata e insuperable finitud y que le arrastra a
mil autoengaños. Es seducido por “el fruto de cualquier árbol de hermosa
apariencia”, para acabar una y otra vez experimentándose “desnudo”:
frustrado y vacío. (Le basta un simple spot publicitario de la televisión: “Si
usas tal perfume..., si compras tal coche..., si logras llegar a ser..., si
adquieres tal posición social...). ¡El hombre y mujer de todos los tiempos
buscando y esperando ansiosamente las fórmulas mitificadas de “llegar a
ser como Dios”, las recetas infantiles de ser más de lo que es!

Preguntas (IV):

6) Compara tus propias vivencias con las siguientes afirmaciones:


• “Sólo el hombre se sabe el rey del mundo, pero sólo el hombre sabe que
muere”.
• “El hombre supera al hombre infinitamente” (Pascal).
• “Este ser pobre y finito, pero con un deseo infinito y abierto a Dios”.
• “Nunca es el hombre más grande que cuando se pone de rodillas ante
Dios”.
• “Soy unos cuantos kilos de carne que va por ahí” (Mari Trini).
• El hombre “llamado a la libertad” (muchos) o “condenado a la libertad”
(Sartre).

7) ¿Has “jugado a Dios” en tu vida? ¿Qué has mitificado, absolutizado y te ha


salido rana? ¿Dónde, en qué, en quién te parece que se puede poner la
confianza total y la esperanza absoluta?

8) “Se vieron desnudos”, cubriéndose con hojas de higuera ¿Qué vivencias de


“desnudez” has vivido o vives? No a nivel físico, sino psicológico, moral y
sobre todo existencial: tu verdad desnuda de ser humano, tu finitud, tu
indigencia profunda, tu incapacidad para cumplir tus ideales, tu creaturidad...
¿Qué trampas, “hojas de higuera”, usas para ocultarte tu propia verdad ante ti
mismo, ante los demás, ante Dios? ¿Por qué tu necesidad de echar la culpa a
otros, en lugar de asumir tu pobreza radical?

9) ¿Cómo has ido descubriendo a lo largo de tus años tu complejidad, tu


pobreza radical, “la impotencia de tu poder”, “la no libertad de tu libertad”

[30]
(Paul Ricoeur), la ambigüedad de las mejores realidades de este mundo, o la
de tus mejores experiencias? ¿En qué campos y ocasiones lo has ido
experimentando?

Ficha 3. ÉX 1-2 + 14 LLAMADO A LA LIBERTAD (I)

1. Ser libre: aspiración y reto para el hombre

Como todo hombre o mujer, necesitas amar y ser amado; y tienes ya tu


historia de amor vivida (amistades y relaciones, amores y cariños, soledades y
frustraciones afectivas...). ¿No te sucede lo mismo con la LIBERTAD?
Necesitas ser y sentirte libre; desde niño has ido creciendo en libertad: eres
menos dependiente de tus padres, más capaz de iniciativa personal, dispones
relativamente de ti mismo... Pero ser libre ¿no lo sientes como una aspiración
nunca lograda? No basta con vivir con unos padres condescendientes, en un
Estado democrático, en una sociedad muy liberal... La libertad está limitada o
amenazada por mil condicionamientos: físicos, psicológicos, morales, socio-
laborales, culturales, ambientales o externos y personales... Tanto a los 20 y 40
años como a los 60. ¿No sigue siendo uno de los mayores problemas y
retos de nuestra existencia humana?
La libertad, por ser uno de los grandes temas del hombre, lo es también
de la biblia entera. El Éxodo (Éx) es el libro de la libertad por antonomasia;
recoge las experiencias vividas por los israelitas: la liberación de una opresión,
el aprendizaje costoso de la libertad, el camino tortuoso a la misma, lo difícil
que es ser libre... Son experiencias paradigmáticas, prototípicas: con variantes,
pero ¿no pasamos todos por ellas? Éx nos ofrece relatos de gran valor
simbólico-existencial; por ello, le dedicamos dos fichas.

2. Éxodo: de esclavo a libre

a) Éx 1-2: observa la situación de los israelitas bajo el poder tiránico del faraón
egipcio; métete en su pellejo, constata su experiencia por dentro:
- oprimidos, sujetos a esclavitud, trabajos forzados, dureza de vida;
- a merced de otros, sin libertad ni iniciativa propias;
- reducidos a una existencia recortada y sin gozo, sin poder ser ellos mismos,
sin horizontes de futuro.
- ¿Te extraña que, en tal situación límite de impotencia, “clamen a su Dios”?
Lo miran como su Dios liberador, de Él esperan liberación y futuro nuevo, lo
invocan con esperanza (2, 23-25).

b) Éx 14: Israel vive la experiencia de liberación. Léelo, metido una vez más
en su pellejo. No te detengas en detalles, haz una lectura en clave simbólico-
existencial:
[31]
- El hombre en búsqueda de su libertad desea “salir” de sus situaciones
opresivas (12, 31-41; 13, 17-20), “partir” siempre más allá de su
presente, aspirar a más altos niveles de vida y de libertad, “ponerse en
marcha”, “entrar en el mar”, arriesgarse confiando en Dios, poner en juego
su piel, tirar para adelante pese a sus propios miedos, en lugar de ceder a
su tentación de retroceder...
- ¿No hay que pagar precios por la libertad? No se es libre, se va llegando
a ser libre y nunca se acaba de serlo. ¿No es toda la existencia humana
un combate permanente contra los mil obstáculos, poderes (“faraones”) y
miedos que se alzan contra mi libertad? Y por ello, un proceso largo, a
veces dramático, de liberación, que tiene sus momentos clave (Ex 14).
- Ex 14 es un relato dramatizado: Israel queda, por fin, libre del poder opresor
del faraón, pero pasando por miedos y apuros, sensaciones de impotencia,
momentos de tensión y de suspense, forzado a poner su confianza en Dios
y en Moisés... Se comprende que los israelitas narren la experiencia vivida
con rasgos épicos y míticos, en un lenguaje que utiliza la exageración, la
dramatización escenificada; más bien que historia, es género literario de
“milagro espectacular”, inventado para expresar experiencias humanas fuer-
tes (¿no lo hacemos en nuestro lenguaje?: “Me salvé por puro milagro”; “no
me explico: vivo por milagro”). ¡Éx 1-15 es relato simbólico de las
experiencias de liberación de muchos pueblos y personas!
- El Dios del éxodo es un Dios empeñado en hacer libre a un pueblo
oprimido para lanzarlo a espacios de libertad. Un Dios promotor de la
autonomía y del crecimiento del hombre: ¿cuánto puedo esperar de este
Dios?
3. Experiencias de liberación - testimonios de vida
La opresión y la no libertad de Israel eran de orden socio-económico y
político-militar, con otras consecuencias. Recuerda casos de pueblos y colec-
tivos actuales en situaciones similares... Pero, en este momento, “personalice-
mos” la lectura de Éx mediante “experiencias de vida” y “preguntas”.

— Teresa (35 años): salvada de una violación inminente por pura suerte,
humanamente hablando. Pero ¡no puede menos de sentirse profundamente
agradecida a Dios, como si se lo debiera a Él!
— Toño, joven aún, tras haber superado una fase depresiva con ayuda de
algunas personas: “Me siento otro; he 'salido' de una situación sin
esperanza; he pasado a vivir y a ser yo mismo; ahora me siento a gusto
conmigo mismo y con los amigos; ahora valoro la vida y le hallo sentido; me
siento con ganas de hacer algo en el futuro”.
— Pedro, religiosamente muy sensible: “Me veía aplastado por un problema
moral, que me anulaba y me bloqueaba. Luego se me dio a comprender en
un grupo cristiano lo que es el Dios de la biblia, un Dios puesto a perdonar
en su amor loco por el hombre y a liberarle de todo peso de culpa. El
evangelio me ha liberado de mis propias angustias y miedos: ¡soy otro! El
[32]
amor libera, Dios libera”.
— “Antes no éramos, ahora somos” (unos campesinos salvadoreños a
Mons. Romero, concienciados de que debían dejar de ser pasivos y
hacerse cargo de la lucha por una existencia más libre y humana). No basta
disponer de la vida, de la salud, de la cultura...; todo ello queda anulado por
estructuras opresivas, por poderes alienantes, por intereses ajenos. En
otros casos, queda anulado o limitado por causas personales: miedos
propios, bloqueos y cobardías, incapacidades de Otro orden, incluso “el
miedo a la libertad”.
— Carmelo (24 años): “Me ha costado comprender que pueda haber personas
que se sienten aplastadas, oprimidas por complejos de inferioridad, sin
arranque en la vida. Será porque he tenido unos padres, una familia, un
instituto, donde me he sentido acogido, seguro, valorado, promovido a
hacer cosas. Con el tiempo he caído en la cuenta de que otros no han
tenido esa suerte. Yo he crecido en un clima de libertad, educado en
capacidad de iniciativa”. (En tono similar se expresa Rosa).

5. Preguntas para la reflexión y el diálogo

a) ¿Cuál ha sido la historia de tu libertad? Recuerda, si los ha habido, tus


momentos y períodos de tu vida “en Egipto”, tus experiencias “bajo
faraones”... ¿los viviste como situaciones límite, sin salida y sin esperanza?
¿Cómo saliste de ellos? ¿Acudiste a alguien, quizá también a Dios
gritando? ¿Cómo fue “tu paso” por “el mar de las Cañas” a una situación de
libertad, seguridad, esperanza, fortaleza y con futuro? ¿Repentino, rápido,
por caminos lentos? ¿Experiencia gozosa, pero mezclada de miedos,
tensiones y dudas?, ¿sin ti o contando contigo y/o con otros? ¿Hubo
momentos críticos clave en que estaba en juego tu ser y tu futuro? (Éx 14)
¿Te sientes agradecido y con razones para cantar? (Éx 15).
b) Tu caso ha podido ser también diferente: a modo de crecimiento pro-
gresivo en libertad. ¿Qué experiencias, acontecimientos, ambientes
vividos te han promovido, te han hecho crecer en vida y seguridad, en
capacidad de decisión y responsabilidad? ¿O te han “liberado de prisiones”,
mayores o menores: miedos y complejos, desalientos, depresiones,
culpabilidades? ¿Qué personas o grupos han hecho de “Moisés” en tu
vida?
c) En este momento de tu vida, ¿te gustaría ser liberado de algo?, ¿”libre
de qué”? (De condicionamientos externos: económicos y socio-políticos,
culturales...; o de personales: biológicos, psicológicos, mora les,
existenciales, espirituales). ¿Y “libre para qué”? (proyecto de vida,
objetivos, metas).
d) ¿No te has dicho alguna vez: Ha sido por milagro? No me lo puedo
explicar; he superado lo que me parecía imposible: mi tremenda timidez, mi
complejo de..., mi sensación de ser incapaz para...
[33]
e) En tu aprendizaje de libertad, en tu tarea de hacerte persona, ¿cuenta
Dios? ¿Cómo le percibes? ¿Rival tuyo o guía y promotor de tu libertad?
¿Opresor o liberador de tus opresiones? Porque confías en Él, ¿confías
más en ti mismo, en la vida, en otras personas?

6. Para expresar y enriquecer el tema

Puedes orar con el salmo 40 (39): oración agradecida expresando una


experiencia vivida de liberación; libertad vivida ahora como disponibilidad a lo
que quiera Dios; como confianza en Dios ante los miedos que inspira el futuro
incierto e incontrolable.
Otros salmos: 43(42); 30(29); 118 (117); 115(114); Is 38,9-20; Hab 3, 16-19.
Textos del NT: Jn 12, 20ss; Rom 8, 31-39; 1 Cor 8-9; 15, l2ss; 2 Cor 11, 21-
12,10; Fil 1, 20ss; 4.

Ficha 4. ÉX 15, 22-17, 16


LA LIBERTAD, RETO Y TAREA DEL SER HUMANO (II)

1. Ex 15, 22-17, 16: Israel afrontando su libertad

a) Los israelitas son ya libres, pero deben estrenar la libertad: apren-


der a vivirla afrontando la vida, resolver los problemas de su subsistencia,
hallar “el pan y el agua” de cada día. Son libres, pero su maduración en la
libertad pasa por la experiencia del “hambre y sed”, de las contradicciones y
sinsabores de la existencia, de los peligros y miedos ante imprevistos. Son
libres, pero viviendo la libertad como confrontación con el “desierto”
(privaciones, inseguridades, dureza de la vida). Son libres, pero deben
recorrer un camino más allá del presente, perseguir metas, seguir adelante
hacia nuevos niveles de libertad, pagar precios.

b) Antes el problema era sacudir el yugo opresor y conseguir la libertad;


ahora el problema es saber vivir la libertad misma. Antes el pánico les
entraba ante los capataces egipcios, ahora ante la vida misma y el ejercicio
de la libertad lograda. Antes les parecía que el sacudirse el yugo socio-
político-militar egipcio era todo; ahora descubren que no es toda la libertad
o que la libertad es problema y reto. Cuando están estrenando libertad,
están comenzando a experimentar también los problemas de la libertad, o
la libertad como problema, precisamente porque la tienen. En Egipto se
hallaban bajo los faraones; ahora comienzan a hallarse con “sus propios
demonios” (fantasmas, miedos, sospechas, dificultades para seguir
adelante en su caminar...).

[34]
c) Por ello, ¡qué tentación de “regresar a los ajos y cebollas de
Egipto”! (16, 1-4; 14, 11-12; Núm 11, 1-6; 14, 1-4; 120, 1-5; 21,4-5). ¡Mejor
la comodidad de una situación dada, aunque sea esclava, a tener que ir
creando y programando cada día la vida, saliendo al paso de tareas e
incertidumbres! Quisieran que Dios, a modo de un Dios mago o milagrero o
de un Dios abuelo, les sacara las castañas del fuego, les colmara todos sus
deseos y caprichos, les dispensara de resolver sus problemas diarios, les
diera todo hecho, les llevara por un camino de rosas.

d) Antes murmuraban contra los egipcios opresores, ahora “murmuran”


contra sus propios libertadores, Dios y Moisés, porque, al liberarles de
Egipto, les han puesto a vivir un camino de libertad, con sus difi-
cultades, pruebas, aprietos. En el fondo murmuran contra su propia
vocación a la libertad. ¿Acaso la libertad no conlleva la capacidad de
arrostrar situaciones nuevas e imprevistas? Y capacidad de decisión propia,
de ir forjando el camino de la propia vida sin excesivas protecciones ajenas,
de asumir riesgos, frustraciones y conflictos, de ir elaborando un proyecto
de vida y de convivencia con los demás...

e) Caminar por “el DESIERTO” significa caminar hacia metas nuevas


(“hacia la TIERRA” definitiva), buscar y/o aceptar ir más allá, luchar contra
la permanente tentación de instalarse y acomodarse, mirar a un horizonte
nunca alcanzado, pagar el precio que conlleva el crecer y el madurar,
aceptar que la vida (Dios a través de la misma) nos lleve siempre más allá
de nuestras miras estrechas e inmediatas...

2. Testimonios - actitudes ante la vida

Los siguientes testimonios te ayudarán probablemente a hacer una


lectura actualizada y personalizada del tema de la libertad.

a) Antonio, buen estudiante, querido en la familia. Fue haciendo sus


opciones más fáciles (escoger la carrera de periodismo, los amigos...).
Pero, a sus 23 años, siente creciente miedo e inseguridad ante el futuro,
ante los problemas de la vida (laborales, sentimentales...). Y tentación de
refugiarse en la familia, de “regreso” a su seno protector, de retrasar las
decisiones que requieren más compromiso, de calcular todo y de querer
atados todos los cabos, de convertir la seguridad y la comodidad en los
primeros valores de su vida; vuelve a la praxis religiosa y a un grupo más
bien conservador de la parroquia, en el fondo por miedos.

b) Luis, unos 30 años. Salud, profesión y puesto de trabajo, seguridad


económica... Pero inconsistencia psicológica; deseo de casarse y formar
[35]
una familia, pero miedo, casi pavor, a establecer una relación estable con
una chica concreta; liberal, crítico con la iglesia y la sociedad actuales, pero
incapaz de aportar algo nuevo de garantía; aparentemente independiente y
libre, pero, en el fondo, incapaz de asumir compromisos de cierto riesgo...

c) Gloria, 35 años, casada, de familia bien, dinero fácil, vida cómoda...


Verdadera crisis al tener un hijo deficiente. Pero hace frente a la situación:
se hace más practicante (oración, pertenencia a un grupo cristiano, estudio
de la biblia...), no por buscar “un milagrito”, sino porque ha visto la
necesidad de madurar en la fe para responder a sus propias dudas y crisis,
así como al reto de sacar adelante a este hijo suyo especial.

d) N.N., hombre maduro de unos 45 años. A ratos piensa: “¿Por qué me


casé y tuve hijos, estropeándome la vida? ¿Por qué me hice militante
sindicalista, creándome mil líos, perdiendo humor, tiempo, libertad?”. Pero
está seguro en el fondo: “No me arrepiento de nada; volvería a hacer todo lo
que he hecho. Es más importante vivir con sentido, incluso sufriendo
cuando merece la pena, que vivir apoltronado; saber para qué tengo salud,
energías, libertad, tiempo, vale más que la libertad misma.

e) Mariana, tras una mala experiencia afectiva: “Mi libertad por encima de
todo; no quiero liarme con nadie. Prefiero vivir para mí”.

3. Preguntas para reflexionar y compartir

a) Eres libre, quieres ser libre. Pero ¿no caes, como Israel, en la tentación de
que los demás (“Moisés”) te ahorren todo riesgo y dificultad, así como
la tarea de ir forjando tú mismo tu existencia? ¿De que Dios te lleve en
palmitas?
b) ¿Ha habido períodos en tu vida difíciles, que te han ayudado a madurar
a ser tú mismo, a crecer en libertad interior? En realidad, ¿es posible
crecer en libertad sin pasar por aprietos y experiencias de contradicción?
c) ¿Ha habido momentos o períodos en tu vida en que has pagado pre-
cios, dolorosos quizá, por crecer en libertad, por labrar la vida, por ser
tú mismo? Haciendo opciones costosas nada gratificantes, diciendo NO a
otras opciones, no escapándote de pasarlo mal, ni de riesgos y esfuerzos,
manteniendo tus criterios...
d) ¿Es tu libertad creadora? (saber amar y sacrificarse por la vida y libertad
de otros...) ¿O es una libertad arbitraria, caprichosa (“hago lo que me da la
gana”), egocéntrica, insolidaria?
e) ¿Cómo le percibes a DIOS respecto a tu libertad y maduración en la
misma? ¿Como a Alguien que te aniña y achica o a Alguien que te
ensancha, te fortalece y te lanza más allá de ti y de tu momento presente, a
horizontes siempre nuevos?
[36]
4. Interrogantes complementarios

a) Hay una libertad que la vas recibiendo, la vas mamando con la vida misma.
Pero ¿no hay niveles de libertad que hay que conquistar? ¿Trabajar y
sufrir por ellos, pagar precios, personales y/o colectivos?
b) ¿Quién es libre para ti? Quizá te vengan a la mente personas del pasado
llamativamente libres (Sócrates, Jesús de Nazaret, Francisco de Asís,
Gandhi, uno de los profetas...). O personas del presente que conoces:
recuérdalas, defínelas, descríbelas. ¿Por qué te parecen libres?
c) ¿Es posible ser plenamente libre? Libre de todo miedo, por ejemplo a
tareas difíciles, a situaciones complicadas, a la soledad afectiva, al fracaso
y a la desgracia, al futuro y al imprevisto, al dolor, a la enfermedad y a la
muerte... Libre de sí mismo: del superego, del egocentrismo y narcisismo,
de afanes de protagonismo, de ambiciones desmedidas, de ansiedades que
ahogan, de motivaciones interesadas y turbias, de deseos de imponerse a
los demás, de absolutizar ideales y vivirlos con fanatismo, de miedos
conscientes o inconscientes, de pasiones esclavizantes... ¡Libertad capaz
de digerir e integrar frustraciones y contratiempos!
d) ¿Qué rasgos definen para ti la libertad madura? ¿Qué caminos y
experiencias de la vida conducen a la misma? Pueden ser el amor, el
sufrimiento, las crisis, el diálogo y confrontación con los demás, el respeto a
los seres, el sentimiento de gratitud en la vida, una experiencia positiva de
Dios...: ¿cuáles te parecen?
e) ¿No habría que definir también la libertad madura sobre todo como
“libertad para...”? La libertad como valor y arrojo para la existencia, como
disponibilidad para lo que la vida o mi conciencia o los tiempos actuales me
piden, o lo que los demás hombres o Dios esperan de mí: vivir un proyecto
de vida, realizar una vocación o misión en este mundo, tomar compromisos
de por vida...
f) ¿No comienzan los problemas de la libertad precisamente cuando
comienzas a ser libre? Cuando vas dejando de ser dependiente de tus
padres, cuando ya joven adulto, comienzas a tener que afrontar la vida tú
mismo; cuando vives en un país democrático y liberal, pero tienes todo por
hacer en tu vida; cuando tienes (¡ojalá!) los problemas de salud, de familia,
de trabajo resueltos, pero ¿es toda la libertad?
g) Relaciona libertad y maduración, libertad y riesgo, libertad y compromiso en
la vida, libertad y servicio a los demás (Gál 5, l3ss), libertad y saber amar,
libertad y disciplina, libertad y respeto a la libertad de los demás, libertad y
necesidad de afrontar la vida con sus frustraciones y momentos duros...

5. Textos de oración y textos paralelos o de contraste


(Los señalados en la ficha anterior)

[37]
6. Dinámica personal

Responde a las siguientes preguntas: ¿Qué te sugiere la imagen? ¿Qué


otras esclavitudes tienen los hombres? Dibújalas en las cuatro cadenas que
están vacías. ¿En qué se parecen las esclavitudes de este hombre a ti?
¿Cuáles son tus esclavitudes?

Ficha 5. DT 26, 1-11 LA EXPERIENCIA DE "LA TIERRA"


Una existencia agradecida

1 . Dt 26, 1-11: El hombre asentado en "la tierra"


Haz una lectura en tres momentos y a tres niveles de esta página bíblica:

a) Primero descubre el TEXTO como tal (lectura literaria):


- observa la sencillez del rito cultual: unas ofrendas, un gesto y unas
palabras. Imagínate a este israelita realizándolo, viviéndolo.
- ¿No son las palabras que pronuncia más importantes que las ofrendas
mismas?
- Sus palabras son una declaración, una confesión: recuerdo vivencial del
pasado y de las penosas etapas vividas, rememoradas ahora desde un
presente de disfrute.
- Una palabra que aparece machaconamente: "la TIERRA". Llegar a la tierra,
tierra que Dios nos dio, poseer y habitar la tierra, tierra que mana leche y
miel, productos del suelo...; inmigrante (sin tierra y en búsqueda) o en
Egipto (en tierra ajena y opresora)...

b) Descubre ahora a este HOMBRE israelita (lectura histórica, humana,


existencial):
- ¿Qué situaciones y experiencias ha vivido este hombre antes de llegar a "su
tierra"? ¿Qué sentimientos vive y expresa ahora a través del rito y de las
palabras?
- El rito ¿no es más que un mero rito primaveral? Celebración anual del
disfrute de la tierra y de sus bienes, recuerdo creyente ante Dios, fuerte
sentimiento de agradecimiento, banquete festivo con la propia familia y con
"los forasteros y levitas" (con los que no tienen tierra propia y sus
productos).
- En una palabra, cómo están unidos en este hombre: agradecimiento a Dios
y solidaridad con los que no tienen; sensibilidad religiosa, lúdica y ético-
social al mismo tiempo; culto y fiesta humana; mirada a Dios y al prójimo.
Todo ello como fruto de una historia vivida, mejor dicho, de un profundo
sentimiento de agradecimiento.

[38]
c) Descubre, por fin, lo que simboliza "la TIERRA" (lectura simbólica y
personalizada):
- "La TIERRA" es más que el suelo que pisas... Es la "madre tierra", fuente
de mil gozos y seguridades. También para ti, por más moderno y urbano
que seas.
- Es la "tierra a la que has llegado" tras años de recorrido en la vida, tras
etapas de "inmigrante" en búsqueda: los años de crecimiento, de
equipamiento para la vida, de preparación profesional, de alimentar sueños,
afanes y expectativas... ¡Por fin, ahora...!
- Simboliza tu situación actual, a tus 25, 40 ó 60 años: tu profesión y
trabajo, esa base económica y profesional que te aporta seguridad y
estabilidad, las fuentes de tu sustento y el de los tuyos, cierto bienestar
material, el disfrute de bienes y goces primarios...;
- ese entorno estable, donde vivo mis mejores experiencias familiares y
afectivas: el cariño protector de los padres, las amistades, la riqueza de un
amor de pareja y de una familia... En una palabra, ese asentamiento en "la
tierra" que necesita todo hombre y toda mujer adultos para vivir sus
mejores experiencias de felicidad compartida...;
- más aún, "la tierra" es ese marco de vida que me posibilita vivirla como
libertad e iniciativa, diálogo con las cosas, como proyecto y vocación...
Poder vivir la sexualidad y la paternidad/maternidad como realidades llenas
de sentido... Poder vivir la vida como trabajo creativo, fiesta y ocio
gratificantes, como relaciones de comunión y solidaridad con otros seres
humanos...;
- es el espacio, también, de vivencias espirituales: en esa "tierra", don
máximo de Dios, vivo a Dios mismo como una de mis mejores
experiencias humanas. Sintiéndome libre, me siento profundamente
deudor con Él: "Señor, lo que soy, lo que tengo y lo que vivo, te lo debo a
Ti: Tú, la fuente última de mi ser, de mi vivir y gozar en este mundo, la gran
Fuente, donde se alimentan mis pequeñas fuentes de libertad, de alegría y
de vida". Fe y gozo en Dios y, por ello, fe y gozo en mí mismo y en la
existencia.

2. Testimonios y confesiones
a) José Mari: niñez relativamente feliz; adolescencia y juventud atormentadas
e inestables; alto nivel de insatisfacción, búsqueda tortuosa de algo, tanteos
por aquí y por allá... Por fin, hacia los 30 años, sensación de haber llegado
a "la tierra" firme: ha creado familia, ha hallado su camino profesional,
círculos de amigos, autonomía económica, cultura, inserción social..; y con
todo ello, estabilidad emocional, seguridad personal, sentido de la
existencia, asentamiento...
b) Antonio: separación matrimonial y familiar a sus 42 años. Fase de fuerte
crisis e inestabilidad familiar, profesional, emocional; alcoholización. Por fin,
ha desdramatizado y ha asumido con más serenidad su situación; y está
[39]
buscando, confiado en Dios, el camino a una "nueva tierra", donde
asentarse y poder ser de nuevo él mismo. No llegado, pero en camino y en
esperanza. De nuevo "en migración".
c) Elisabeth: primero una niñez y una adolescencia muy felices y positivas
para su crecimiento humano; el año más feliz, a los 16 años, con una
experiencia de Dios, de la naturaleza y de la existencia humana tan intensa
y gozosa, que le marcó para siempre. Luego, otras experiencias (un chico,
estudios universitarios, ambientes muy alegres y sanos, experiencias
familiares muy dolorosas...). Entre los 25-30 años puede vivirse a si misma
como libertad agradecida a su familia, a amistades, a la vida y hacer una
opción vocacional por su Dios.
3. Preguntas para la reflexión y el diálogo
a) A tus 20-25 o a tus 30-40 años, ¿has llegado a "tu tierra"? Quizá tan sólo
relativamente: puedes sentirte aún no asentado, sino en camino y en
búsqueda. ¿Cuál y cómo es esa "tierra", en la que has echado raíces en
tu vida? ¿Qué no te resuelve todos los problemas de la existencia, pero la
disfrutas, la gozas y te permite ser tú mismo? ¿Qué te aporta y te posibilita?
Analízalo, inspirándote en lo dicho en el n. 2.
b) Preguntas clave más importantes: ¿Me siento agradecido por "mi tierra"?
¿A quiénes? Quizá también y/o sobre todo a Dios, la fuente última de
todo, el orquestador oculto de mi vida moviendo mil hilos, sirviéndose
incluso de mis experiencias penosas.
- ¿Qué le agradecería particularmente a Dios (y a sus mediadores: padres,
amigos, instituciones...): ¿los bienes materiales?, ¿los referentes a mi persona
(como las cualidades, la familia, la salud y el trabajo, la educación, etc.)?, ¿los
espirituales?
- ¿A cuánto llega mi sentimiento de satisfacción y de gratitud, de modo
que alimenta mi presente y me posibilita vivir con sentido mi tarea cotidiana,
mi relación no siempre fácil con los demás, mi amar en gratuidad, el llevar
con coraje mi cruz diaria?
- ¿Qué me inspira existencialmente el sentido de agradecimiento?
- ¿Me nace el sentimiento e interrogante de qué hacer con mi cor-
poralidad y con mi salud?; ¿con mi libertad agradecida?, ¿con mi
afectividad suficientemente gratificada?, ¿con mis bienes materiales? ¿Me
impulsa mi sentimiento de gratitud a la solidaridad y a compartir lo que
tengo?
c) ¿Cómo te ha hecho Dios llegar a esa tierra, que, por fin, te alimenta ahora
y te permite mil experiencias positivas y gratificantes? ¡Quizá a través de
itinerarios gozosos, o penosos, o de todo...!
d) Practica el ejercicio de recordar: mirar y sentir tu presente desde tu
pasado quizá difícil, desde tus situaciones y experiencias vividas. Y tu
pasado desde tu situación presente. ¿Qué sientes? ¿Qué te nace? ¿A qué
te ¡nueve?
e) ¿Sé hacer de mí mismo y de mi vida "un cesto de primicias" que
[40]
ofrezco agradecido? ¿Desde qué recuerdos del pasado y experiencias del
presente? ¿Qué pondría en ese cesto?
f) ¿Cómo y con qué sentimientos celebras tu cumpleaños anual? ¿Con qué
"cesto de primicias" y con qué palabras celebrarías el día de tu boda?
¿O el día de tus bodas de plata o de oro de...? ¿O simplemente la
eucaristía del domingo?
4. ¿Por qué no ir orando durante algunos días con salmos, cantos u
oraciones de acción de gracias?
- salmos: 116; 71; 135; 136... Ef 1; Flp 1; Col 1, 1-14.
- cantos: Hoy Señor, te damos gracias; Te damos gracias, Señor, de todo
corazón.

5. Puedes leer igualmente otros textos paralelos en la biblia: Dt 6, 20-25; 8,


7-19; 11, l0ss; 2 Sam 7, 18-29 (gratitud y confianza esperanzada por parte
de David). Y textos célebres en la iglesia: Testamento, de San Francisco de
Asís; Confesiones, de san Agustín; etc.

Ficha 6. PROV 31, 10-31 PISANDO TIERRA Y MIRANDO AL


CIELO
La sabiduría de la vida

1. ¡La difícil sabiduría de la vida!

Ser feliz y realizado: ¡la empresa más difícil de la vida! “Más fácil
tener tres títulos universitarios que ser feliz”, decía un hombre de ciencia desde
su propia experiencia. ¿No conoces personas muy capaces e inteligentes que,
sin embargo, no aciertan en la vida? A muchos les es más fácil ser ingeniero,
profesor, escritor, sacerdote... que saber amarse a sí mismos, saber amar a su
propia mujer o marido e hijos, que tener amigos, que vivir felices haciendo
felices a otros... Saber vivir, ¿no es todo un arte? ¡La suprema sabiduría!
A ti mismo ¿no te resulta difícil integrar en la vida aspectos y dimen-
siones diferentes de ti mismo? ¿Equilibrar valores e intereses vitales, a
menudo tan plurales y hasta contradictorios? Por ejemplo, hallar en tu vida un
sano equilibrio entre soledad y comunicación, trabajo y ocio, amor y exigencia,
familia y sociedad, sentido del deber y sentido del disfrute y del placer, el gozo
del presente y la preocupación por el futuro, ser tú mismo y amar a los demás,
agresividad y amor, el ser y el hacer, realismo e idealismo, fe en ti mismo y le
en Dios...
Por otra parte, ¿no hay tareas humanas que te inspiran cierto temor?
¡Como la de ser padre, madre, educador de tus hijos! Todas aquellas tareas o
puestos de responsabilidad que tienen que ver con la vida y la realización de
los otros, que se viven y relacionan con el corazón...
[41]
2. ¡Ante el espejo!

¿Qué te dicen los siguientes casos? Te hacen de espejo:

- Antonio es tan competitivo que no sabe tener amigos; busca tanto la eficacia
que se agobia...
- A Enrique, le interesan sólo el trabajo, la eficacia y el dinero; no sabe lo que
es vivir experiencias de lo gratuito, lo afectivo, lo estético, lo espiritual.
Capaz de perder amigos, hermanos, el amor, la fe... por no perder tiempo y
por buscar el poder por encima de todo.
- Carmen es tan servicial que se desvive por los otros, pero olvida su
necesidad personal de ser querida; tan responsable de todo, pero se agobia
y le falta el sentido del humor y del gozo.
- Antelmo vive tan absorbido y cerrado sobre sí mismo y su mundo que le
escapan las preguntas y la reflexión sobre calidad y sentido de lo que hace.
- Inés es tan espiritualista que se come a Dios, pero no entiende de la vida.
- Carlos es tan despreocupado de todo (estudios, futuro...) que sus padres
están preocupados por su porvenir.

3. Prov 31, 10-31: ¡una mujer hecha y derecha!


Es la estampa de una mujer realizada, aunque bajo los esquemas
culturales de hace 2.000-3.000 años. En realidad, es más bien la encarnación
femenina de la "sabiduría de la vida", la plasmación en una persona de la
SABIDURÍA a ser vivida por todo ser humano, hombre o mujer. A modo de una
persona bien hecha, que encama en sí, admirable y simultáneamente,
aspectos y dimensiones plurales de la persona humana. Descubre a esta
"mujer completa". Constata en ella la armonía y equilibrio de muchos valo-
res, cualidades y dimensiones:
- mujer previsora, hábil, realista en todas sus tareas, negocios y relaciones
humanas;
- trabajadora, pero no esclava de la vida y de sus afanes, sino muy dueña de
si. Responsable y desenvuelta al mismo tiempo. Sensación de que domina
la existencia en su complejidad. Madurada por la vida misma;
- sentido del deber y de responsabilidad, pero unido a hondo sentido del
gozo: contenta consigo misma y con su vida;
- total autonomía personal, pero sin egocentrismo: saber ser libre y, al mismo
tiempo, solidaria, creadora de vida y seguridad en tomo suyo. Es ella
misma, pero irradiando y proyectándose más allá de si;
- consciente de sí misma y de su papel, pero sin ser orgullosa, ni auto-
suficiente, ni pagada de si Sano amor a sí misma y amor a los otros;
- calculadora y previsora, pero, al mismo tiempo, generosa y caritativa. Digna
y discreta, pero también social, comunicativa, cariñosa;
- fe y seguridad en sí misma, pero también en el marido, en los demás seres
[42]
humanos, en la vida;
- fe en sí misma y al mismo tiempo "temor de Dios"; es decir, fe y seguridad
últimas en Él. Es consciente de su propia valía, pero conoce los límites del
ser humano y sabe que debe confiar en Aquel que es el Fundamento de
todo;
- fe en su propia valía y fe en Dios, pues no se oponen. Mujer creyente, pero
no una beata, ni espiritualista, que se come los santos y no pisa tierra.
Mujer creyente, pero realista: entiende de la vida, de sus negocios, lo que
cuesta el kilo de garbanzo, lo que necesitan los suyos, lo que es ser mujer...
En síntesis, qué juntas en esta mujer: experiencia de la vida, reflexión
personal y madurez; espíritu de previsión, responsabilidad y libertad; autono-
mía y pertenencia a otros; el hoy y el mañana; cálculo y previsión sin tacañería;
los suyos y los vecinos, su familia y el entorno social; el sentido moral
(responsabilidad) y la dimensión lúdica y afectiva de la vida; estima de sí y
naturalidad y sencillez; saber contar con uno mismo y saber contar con Dios:
"los pies en la tierra y el corazón en el cielo"; saber ser, al mismo tiempo,
realista y creyente, my mundana y abierta a Dios... ¡Una síntesis vital de
muchas cosas a la vez!

4. "La sabiduría de corazón"

Ser "sabio" es acertar en la vida, saber ser feliz, vivir la vida con
gusto y con sentido, amar y hacerse amar, hacer las opciones acertadas,
saber escoger los amigos, el marido o la mujer, la profesión adecuada, saber
vivir armónicamente aspectos diferentes de la persona y de la vida... ¡Todo un
reto, el arte más difícil, la empresa más aventurada!
Es cuestión de "sabiduría de corazón", no de ciencia ni de
erudición. Puedes ser un gran profesional, técnico, culto, hombre de ciencia...
y no ser "sabio". En realidad, ser sabio viene a ser muchas cosas a la vez:
- penetrar cordialmente en el corazón de los seres, tener sensibilidad para los
mismos;
- saber escuchar tu propio corazón, leerlo hasta sus honduras;
- interpretar tu propia vida y el sentido de la historia;
- descubrir y, sobre todo, vivir en toda su riqueza dimensiones profundas en
ti, como la afectividad y la sexualidad;
- saber vivir tu libertad y tus cualidades de modo positivo y constructivo,
promoviendo la libertad y las cualidades de los otros;
- saber hacer lectura integral de todo, escapando de visiones unilaterales,
simplistas, fundamentalistas;
- saber hacer opciones acertadas que te conduzcan a tu realización y a tu
felicidad, así como a la de otros;
- vivir sin esquizofrenias, ni tensiones perjudiciales, ni ansiedades;
- compaginar un sano amor a ti mismo con el amor a los otros;
- conocer a los hombres y mujeres que te rodean para actuar de acuerdo a
[43]
sus derechos, sensibilidad y necesidades;
- obrar en todo y siempre con acierto, justeza y justicia;
- percibir el misterio de los seres y admirarlos, respetarlos;
- vivir sin miedo ante los imponderables de la vida; etc, etc. (todo lo dicho ya
en los números precedentes).

5. Para que te interrogues, disciernas y dialogues

a) ¿Qué te dice respecto a ti mismo esta estampa de mujer, mejor dicho,


de persona? ¿Te refleja en algo? ¿Bajo qué aspectos te resulta
iluminadora?
b) ¿Has conocido hombres o mujeres de ese talante? ¿Qué sientes ante
ellos-ellas: admiración, sana envidia, seguridad, deseo de identificación...?
¿Qué envidias de ellos/ellas?
c) Vivir en armonía contigo mismo, hacer con sentido, calidad y gozo todo lo
que te toca realizar y vivir, vivir en relación sana y constructiva con los
demás, envejecer morir unir alegría, fe y vida, unir fe en ti y fe en los
demás, necesitar de los demás y necesitar de Dios..... ¿Para qué te parece
necesaria esa "sabiduría especial del corazón" que no se aprende en los
libros?
d) ¿Cómo tendrías que "cuidar" tu corazón y organizar tu vida para ser
sabio-sabia"? ¿Qué ambientes, experiencias y actitudes personales te
hacen crecer en "sabiduría del corazón y de la vida"?
e) Llama la atención en esta "mujer" su dominio sobre la vida, su seguridad
personal, su desenvoltura... ¿Por qué entonces su "temor a Dios " para
fundamentar también en Él la empresa de su vida? ¿Qué te dice "Dios"?
¿Tiene algo que ver tu fe en Él con tu realizarte como persona en este
mundo?
f) ¿Qué piensas de ti mismo, de ti misma: pisas tierra? ¿En qué lo ves? O
lo contrario: ¿Pisas tanto la tierra y sólo la tierra, te fías tanto de ti mismo y
de tus cálculos, que estás cerrado a Dios? ¿Cómo integras en concreto la
sabiduría de la experiencia (que es más que la de la calle y la de las
ciencias) y la sabiduría del evangelio? ¿La consulta a tu propio corazón y
experiencia, la consulta a tus amigos y la oración a Dios pidiendo luz y
sabiduría?
g) ¿Qué te sugiere el conocido proverbio: "El hombre propone y Dios
dispone"?

6. A lo largo de varios días, ora con Sab 9: la oración con que Salomón,
poderoso pero muy consciente de sus límites, oró pidiendo a Dios sabiduría
para saber obrar con acierto, justicia y justeza en su tarea de gobernar. (Como
contexto: 1 Re 3). La sabiduría, ¿no es en último término don de Dios?

[44]
Ficha 7. JOB 1-2 y 3
LA VIDA, ¿ABSURDA O DIGNA DE SER VIVIDA?

1. Job 1-2 y 3: ¡Páginas fuertes de la biblia!

a) Descubre a Job, leyendo Job 1-2 y 3: qué le acaece, sus sucesivas


experiencias y reacciones:
- también él se sintió feliz y realizado, sin necesidad de preguntarse por el
sentido de la vida: se lo daban su vida familiar gratificante, su bienestar, su
carencia de problemas...
- de repente, ¡qué apaleado por la vida! Desnudado hasta el fondo en todos
los ámbitos de su existencia. Como la experiencia de V. Frankl en el campo
de concentración y exterminio. "Nada que perder, excepto una ridícula vida
desnuda". Eso es Job: ¡El hombre puesto en el infierno y, por ello, en el
disparadero!: puede bendecir a Dios y la vida (Job 1-2) o puede blasfemar y
maldecir (3).
b) Descubre más a fondo al "segundo Job" del capítulo 3. Descúbrelo por
dentro, su mundo de sentimientos y "malos pensamientos": maldice la vida,
imposible amarla y celebrar el cumpleaños; para ver tanta miseria, mejor no
haber nacido o haber sido un abortado; la vida es insoportable, deseable la
muerte ("sería un consuelo para mí"); Dios ¿no es el culpable de todo?... ¡Job
se ha quebrado por dentro!; ha perdido algo mucho más importante que su
salud, que sus hijos, que sus bienes: ¡La razón de vivir!
- ¿Qué te extraña más: su admirable reacción primera, de gran fe y
dignidad (1-2), o la segunda, su estallar como un volcán? (3). El Job de la
segunda no parece ya ser el mismo. ¿Te extraña que cualquier hombre o
mujer, incluido el creyente, se desgarre por dentro y se desate en clamor,
quejas y mil preguntas sobre la vida y sobre Dios?
- ¿Cuál de los "dos Job" te atrae, te convence o te refleja más? ¿En el
pellejo de cuál de los dos te ves más? Job 1-2 y 3-42 es más que una
historieta, que una leyenda: ¡es nada menos que "el problema del ser
humano"!

2. Testimonios y confesiones
Completa la lectura de Job con la lectura de estos testimonios de la
calle: ¿cuáles de estas actitudes y sensaciones reflejan más las tuyas
personales?
- "Estoy viviendo un buen momento en mi vida. Me estoy viviendo a
gusto. He superado malos ratos; sigo teniendo algunos problemas, pero he
aprendido a ver el lado positivo de las cosas; hallo sentido a lo que antes
me rompía por dentro" (Carmen).
- "Cuando supe que tenía cáncer, pensé que aquello tenía algún sentido en
mi vida" (Ileana, 23 años).
- "La vida es bella: la disfruto a tope. ¿La muerte? Ni lo pienso!" (Julia, 24
[45]
años).
- "No sé por qué y para qué me trajeron al mundo. No me importaría no haber
nacido. Me parece absurda la vida" (Teresa).
- "Hasta los 18 años gocé la vida; me parecía hermosa. Luego aparecieron
los problemas y le he perdido gusto y sentido. Me cuesta vivir. Me
impresiona el mal, el dolor de tantos en el mundo. La vida es dura y cruel
para muchos, comenzando por mí mismo" (Jorge).
- "Para ser feliz: tener buen apetito, sueño tranquilo, trabajo para ganar
dinero, compañeros para pasártelo bien... y no comerte el coco con
preguntas" (Ángel).
- "En la vida sólo pretendo llegar hasta el final, la muerte" (Manuel, escritor).
- "Vivía sin rumbo, como una autómata, pero cuando me enamoré, hallé la
razón de mi vida" (Ana).
- "Sentía un vacío tremendo, malestar insoportable hasta perder el sueño. No
sabía por qué. Miro mi vida y nada me falta: una mujer de la que sigo
enamorado, dos niñas preciosas, buen puesto de trabajo, un pasado del
que no me avergüenzo...; hasta que en una Semana Santa en un
monasterio descubrí vitalmente a Dios y me dio una enorme luz..."
(Carmelo).
- "La noticia de que tenía cáncer me desencuadernó totalmente. Sólo con el
tiempo pude descubrir el sentido de mi enfermedad y de mis sufrimientos.
Me costó llegar a dar gracias a Dios" (Jokin).

3. ¡Lo más valioso, la VIDA; pero...!

Mira a tu propia experiencia, tengas 20, 30 ó 50 años. Has vivido,


estás viviendo tu vida con mayor o menor sentido o sin sentido: se vive a
diferentes niveles de sentido.
a) De niño, ni te lo preguntas. Vives el momento y lo gratificante. Ni te
preguntas por el sentido de la vida: lo vives sin más desde el cariño,
seguridad, confianza, gratificación y disfrute que te ofrece la vida misma.
Todo está vestido de encanto, todo tiene un rostro bello, todo está
iluminado por el sol de la mañana. Vives la ilusión, la esperanza, la
confianza. (Por desgracia, comienza a haber niños y adolescentes que
se desean la muerte, que se les hace difícil amar la vida... ¿Las
causas?).
b) De joven y de adulto, puede haber de todo. Si te enamoras, si hallas
un trabajo que te va, si vives sensaciones de plenitud, momentos de
gran significación, períodos de creación felices... ¡qué sensación de
que la vida merece ser vivida!
c) Pero con el vivir adulto, la existencia de ordinario se complica y el
corazón se ensombrece. Conlleva sufrir y pensar; el sufrir y pensar,
malestar existencial; el malestar, interrogantes, en concreto el de "la
razón de vivir". En concreto, toda experiencia de mal, dolor o amenaza
[46]
atenta contra el sentido de la vida. Job es el portavoz de todo hombre o
mujer que, al sufrir, se hace las preguntas límite sobre la existencia
humana. Preguntas pavorosas: la vida misma ¿es digna de ser
vivida?

4. Los desencadenantes de la crisis de sentido


¿Cuándo, cómo y por qué se te ha hecho más difícil el vivir con sentido tu
vida?

a) Puede ser bajo formas variadas: malestar difuso, dificultad para amar la
vida, cansancio existencial, nubes en la vida, sombras en el corazón,
preguntas sin respuesta...;
b) como sensación de que la vida es ardua y anodina; cuesta hallarle sentido,
cuesta vivirla; más parece una esclavitud que una vocación (Job 7; "el
hombre es una pasión inútil": Sartre).
c) Puede ser levemente y por momentos nada más..., o habitualmente, por
momentos con intensidad, como verdadera "crisis de sentido". Puede
llegar hasta la angustia vital, la depresión, a preferir la muerte a la vida,
tentación de suicidio.
d) Puede ser por diversas causas o desencadenantes. No sólo o tanto por
los años como por las nuevas situaciones y experiencias en la vida, a
menudo dolorosas: los golpes de la vida, problemas de salud, o laborales, o
afectivos (soledad, frustración afectiva, la muerte de un ser querido...), la
dureza de la vida, la incertidumbre ante el futuro...
Experiencias de tipo existencial y espiritual, como: el tedio de la vida, la
caducidad y brevedad de la misma, la fuerza y el volumen del mal en el
mundo, la carencia de esperanza; las incoherencias de la realidad; el vacío
religioso, carencia de experiencia viva de Dios, el silencio de Dios...
e) No son sólo el dolor y la soledad los que desencadenan, como en el caso de
Job, tanto los malestares como las preguntas existenciales: ¿Por qué y
para qué he nacido? ¿Quién ha querido mi vida? ¿La siento digna de ser
vivida o absurda y sin sentido? ¿Sé para qué vivo? Muchas veces, ¿no es
el hecho de vivir, sin más, el que te las despierta, tarde o temprano? El
animal no las hace: para él, la vida es instinto, automatismo, necesidades
biológicas del momento, suma de momentos; pero el ser humano no sólo
vive, ¡necesita reflexionar la vida! La percibe como algo que le remite
más allá de sí misma: más allá de su primer momento (el nacimiento) y de
su último (la muerte). Vive la necesidad de resolver no sólo "los
problemas de la vida" (laborales, familiares, afectivos, políticos...), sino
"el problema de la vida".
f) Más aún, la vida excesivamente facilona, despreocupada, hedonista y sin
objetivos, la búsqueda exclusiva de gratificaciones en la vida, conduce al fin
al hastío, a la sensación de vacío y absurdo.

[47]
5. Ejercicios a vivir - Preguntas a reflexionar
a) Recuerda experiencias gratificantes que te han llevado a vivir tu vida
con sentido en tu niñez, juventud, adultez: ambientes de vida, encuentros
con personas, libros que te han abierto los ojos, tus tareas... Pero recuerda
también qué nuevas situaciones y experiencias te han llevado a plantearte
a fondo la pregunta por el sentido de tu vida. O a hallarlo. Experiencias
tal vez dolorosas, como en el caso de Job: ¿las llamarías negativas,
inútiles, absurdas? ¿Te han llevado a profundizar en el sentido de tu vida?
Haz "la historia del sentido de tu vida": la de las luces y sombras vividas,
sensaciones de sentido y absurdo, de amor a la vida y de costarte amarla...
b) ¿Cómo estoy viviendo ahora mi existencia?
- ¿Como mera suma de momentos mejor o peor ocupados y grati-
ficantes? Una de cal y otra de arena: viviendo mil tareas, contactos,
necesidades y ratos felices, sentimientos y sensaciones variados, sin
necesidad de hallarle un sentido global y último a la vida.
- ¿O buscando o viviendo ya un proyecto de vida, quizá compartido con
otros, que abarque y dé unidad y sentido a todo lo que vivo, gozo, sufro,
amo, hago?
c) ¿Te ha exigido la vida hallar sentido a las dificultades normales del vivir
diario? ¿Ya la enfermedad, al dolor: al fracaso? Hallar el sentido a la muerte
es el reto final del ser humano.
d) ¿Intuyes, como Job, que el enigma de tu existencia adquiere luz y sentido
desde un Absoluto personal, DIOS, un Tú para ti? "Tu Luz nos hace ver
la luz" (salmo 36). ¿Sospechas ya de que ese Dios ilumina tus tinieblas, te
acompaña en tus oleajes internos, te hace capaz de asumir los límites y
sinsabores de la vida? Quizá has comenzado a percibir a Dios como la
razón última de tu existencia.
e) ¿Por qué tan tos hombres y mujeres de hoy día ahogan toda crisis y
malestar existencial, toda cuestión-límite, toda pregunta por el sentido de
la vida? Hundidos en una vida de consumo, en activismo desenfrenado,
huyendo de todo momento y lugar de soledad y de reflexión...

6. Ora por ejemplo con los salmos: 22 (21); 27 (26); 86 (85); 42 (41).

Ficha 8. JOB 9-10 ¡QUE SE ME HAGA JUSTICIA!


El ser humano en busca de justicia

1. ¿Preguntas sin respuesta?

¿Quién le hace justicia al padre o a la madre, que se ha desvivido por


los hijos y, al fin, muere mal atendido o abandonado por éstos? ¿O al hombre o
mujer, que se ha sacrificado con gran desinterés personal por el bien público
en la política, en la enseñanza, en el trabajo social, sin ser reconocido ni com-
[48]
pensado? ¿A los millones que han muerto absurdamente en las guerras, en el
trabajo o simplemente abortados?
¿Quién te hace justicia si tratas de vivir honestamente, de acuerdo a tu
conciencia, interesado por el bien de tu prójimo, perdiendo mucho o bastante
de tu tiempo, de tu bienestar, de tu dinero, de ti mismo?
Y ¿hay alguien que responda a los gritos de dolor de los
maltratados absurda e injustamente? ¿A su clamor de protesta reivindicando
dignidad, justicia y reconocimiento social, pan y techo?
¿Qué es el ser humano para que hasta el preso, el borracho, el enfermo
de sida, la prostituta... tengan el sentido de dignidad y viven la necesidad de
ser reconocidos?
¿Quién colma, al fin, tu anhelo de una vida sin llanto ni problemas, tu
sed de plenitud y de eternidad? Tus mejores experiencias de amistad y gestos
de amor ¿quedan al fin eternamente olvidados, reducidos contigo a un puñado
de cenizas?

2. Job 9-10 ó 29-31: "Sal fiador por mi"

- Job, inocente y justo, sufre, con todo, desgracias y dolores atroces:


"Por qué" es su pregunta.

- Según sus amigos (!), es por castigo de sus pecados: ha debido pecar, todo
mal es por culpa del hombre. Pero Job, muy seguro de su vida honrada y
limpia, dama: "Que se me haga justicia".

- Sus males ¿no serán por culpa de Dios? Está tentado de pensar lo peor
de Él: ¿No será un Dios sin corazón, indiferente al dolor del ser humano,
ciego al bien y amor que practica, sordo a sus exigencias de justicia y de
dignidad? Más aun, ¿un Dios arbitrario, cruel, inquisidor del hombre,
torturador suyo? ¿Cómo explicar de otro modo la absurda e injusta
existencia de tanto mal y lágrima en el mundo? (9, 21-24; 10, 1-17; 14; 16;
19, 1-12)

- En concreto, ¿por qué el dolor de los inocentes, justos y honrados?


¿No sirve para nada el haber sido honesto toda la vida, el haber ayudado a
pobres y necesitados (29 y 31)? ¿No te va a hacer justicia ni siquiera Dios?
¿Es lo mismo ser malvado que honrado, egoísta que promotor de vida, de
paz y de libertad? ¿Verdugo que víctima y mártir? ¿Por qué les va mejor a
los sinvergüenzas que a los honrados y luchadores por la justicia? ¿No es
injusto Dios? (Job 21; 24; 30, 16-26).

- La pregunta última: ¿Por qué la muerte, el fin de todo? ¡El mayor absurdo
e injusticia, siendo el hombre un neto aspirante a la eternidad y a la
plenitud!
[49]
- Job se planta ante Dios y se lo echa en cara, como el profeta Jeremías (Jer
12, 1-5). Y, sin embargo, sabe que, al fin, sólo de Dios puede esperar ser
reconocido en su dignidad y en sus exigencias, en su amor y justicia vividas
y que le haga justicia. De ahí su grito esperanzado: "Señor, sal fiador por
mi" (17, 3). ¡La paradoja de no poder menos de acusarle a Dios y, con todo,
de no poder confiar sino solamente en Él!

3. Experiencias de vida

a) Ignacio D., 55 años, abandonado por su mujer e hijos, olvidado por sus
padres y hermanos, sin salud y sin trabajo desde los 40, acogido por una
tía, quebrado física y psíquicamente: "En este mundo no hay justicia; no la
hacen los hombres; no la hace ni Dios. ¿Dónde está Dios? ¿Qué pueden
decir de Él ustedes, los curas?".

b) Manuel, unos 70 años, jubilado, visitado por sus dos hijos casados y con
familia; vive bien, pero tiene sentimiento de soledad desde la muerte de su
mujer hace tres años: "No puedo quejarme de la vida que me ha tocado, de
mi profesión, de mis hijos. Con todo, me pregunto si merecía la pena
haberme casado, haber tenido hijos y trabajado para sacarlos adelante. La
vida no te compensa, no te hace justicia".

c) Demetrio, borracho de solemnidad: se autodesprecia ("más le habría


valido a mi madre haber parido un animal", llegó a decir), y, sin embargo,
recuerda sus buenas acciones realizadas. ¡Qué necesidad de apelar a lo
bueno hecho por él, de reivindicar buena imagen ante la sociedad!

d) Pedro, 48 años, graves complejos psicológicos, fuerte culpabilidad: "Yo


no merezco haber nacido; estoy mal hecho. No he hecho nada bien en la
vida". Pero ¡qué necesidad de ser reconocido y amado, por los hombres y
por Dios!

e) Nelly, 43 años, trabajadora manual y sin estudios: "Me tocó ayudar a los
padres; tuve que ser su bastón, ayudar a mis hermanos menores. Me siento
a menudo postergada en la vida y tentada de amargura. Me cuesta no
acusarle a Dios y a la vida".

f) "Tú, Señor, dicen que haces bien las cosas, pero ¡qué insignificancia
has hecho de mi!" (S.A.)

g) Dos novios, Rodolfo e Itzel, el domingo de pascua, tras la celebración


de la resurrección de Cristo, al presenciar la escena de un hombre joven
jugando con su hijo de 3-4 años: "¡Qué precioso! Eso no debería acabar
[50]
nunca" (él). "Qué bellas ha hecho Dios algunas cosas! Menos mal que
Cristo ha resucitado: desde Él, eso tiene aun más sentido; el padre no
perderá nunca a su hijo, ni el hijo a su padre" (ella).

Casos reales diferentes y, sin embargo, con idéntico problema de fondo:


¿Quién le hace justicia al hombre? ¿Quién le reconoce su dignidad, su
valía, sus aspiraciones?

4. Preguntas para la reflexión y el diálogo

a) ¿Te sientes mucho o poco en el pellejo de Job? ¿En qué medida sientes tú
mismo sus malestares y cuestionamientos?

b) Analiza las experiencias de vida expuestas. ¿Qué te dicen? ¿Te ayuda


alguno de los casos presentados a identificarte, a reconocer tu propio caso?

c) Quizá estás relativamente satisfecho de ti, de tu vida, de lo que haces... ¿No


te aflora nunca la pregunta muy existencia: Merece la pena tanto esfuerzo
por la propia felicidad y por la de otros? ¿Qué precio hay que pagar por
uno mismo y por otros?

d) Amas, ayudas, incluso sufres por otros, te afanas y luchas por una mayor
justicia y libertad entre los hombres... ¿Quién te reconoce plenamente
por todo ello? Los tuyos, los amigos, los que te admiran... ¿Siempre?
¿Nunca te sientes defraudado, o con sentimiento victimal o de que no
merece la pena...?

e) ¿Te viene a veces la idea, mejor la sensación de que "la realidad" funciona
mal? La realidad en el mundo cósmico y físico, en el social, en el político,
en el familiar... ¿Qué sensación te causa el que la historia, de ordinario, no
hace justicia al bueno y honrado, al inocente y al justo? ¿Te atreves incluso
a pensar mal de Dios mismo, caso de creer en Él? "El malvado prospera,
mientras el justo es maltratado", le echa en cara Jeremías (Jer 12, 1-5),
como Job y Qohelet.

f) Job vive una "sed de eternidad": tiene que haber un Dios, Amor y Poder al
mismo tiempo, que le reconozca al hombre el bien que ha hecho, tiene que
haber un "cielo" donde se le haga justicia al hombre y se le compense por
lo que ha sufrido, a menudo absurdamente. ¿Qué sientes tú ante ello?
Como contraste, recuerda la parábola de Jesús: la menor ayuda al
prójimo necesitado, una mera sonrisa con amor tiene, gracias a un Dios
justo que hace justicia al hombre, un "valor de eternidad" (Mt 25, 31ss).

5. Otros pasajes bíblicos


[51]
a) de reflexión: Jer 12, 1-5; Qoh 3, 16ss; 8, 10-15; 9, 1ss; Gén 4, 10ss;

b) de oración: salmos 42-43 (41-42); 44 (43); 49 (48); 73 (72); 80 (79); Is 38,9-


20;

c) de contraste: Sab 1-5. NT: Mt 25, 31ss; Rom 8, 28-39; 1 Cor 15; 2 Cor 11,
16-12,10; Flp 1, 12-20; 3, 7-20; 4, 10ss... En la biblia existen personajes de
todo: frente a los que viven la sensación de injusticia por parte de Dios, ¡qué
sensación otros de que de Dios te puedes fiar siempre y enteramente, pese
a todas las apariencias en contrario! Por citar el más conocido: Jesús de
Nazaret: inocente, justo, bienhechor, acepta ser torturado, condenado a
muerte y crucificado, en la confianza de que Dios su Padre le hará justicia.

Ficha 9. QOH 1-2


¿"COMAMOS Y BEBAMOS, QUE MAÑANA MORIREMOS"?

1. Posturas ante la vida

- "La Coca-cola y Disneylandia: ¡basta! Total, acabamos en la fosa" (una


chica, mayo 1992).

- "Pan y circo", reclamaban los romanos hace 2.000 años a la autoridad


imperial. "Comamos y bebamos, que mañana moriremos", era el sentir de
muchos israelitas por los años 700 a.C.

- "Ni santo ni pecador, ni mártir por los demás ni malvado, ni idealista que se
desvive por los otros ni egoísta pagado de sí mismo, ni asceta penitente ni
epicúreo dado al puro placer".

- "¿Hay valores absolutos por los que vale la pena amar la vida, darla,
sacrificarse y gozarla?" (Mercedes).

- "Nos casamos con enorme ilusión. Seguimos amándonos, pero hay que
reconocer: el amor tiene su cara no grata a menudo, sus sombras y
dificultades" (Pedro y Carmen).

- "Me hice cura y trabajé con pasión, pensando que podía resolver los
problemas de muchos. Ahora no me permito ser tan idealista" (un
sacerdote).

- "No creo que pudiera amar y gozar tanto este mundo si no hubiera además
otro mundo. Amo y gozo esta vida porque además hay otra" (Inés).
[52]
2. Qoh 1-2: ¡Un hombre que ha sabido vivir, pero...!

a) Un texto que habla de por sí: léelo lentamente, como escuchándolo; vete
subrayando las expresiones, las valoraciones de la vida humana que hace,
sea porque te repatean, te extrañan, las rechazas (¿por qué?), sea porque,
mucho o poco, te reflejan, sientes que recogen tu propia vivencia y
valoración, en parte inconsciente o no formulada, de la vida. ¿No tienes la
impresión de que expresa con una enorme sinceridad vivencias muy
existenciales? Las suyas y las tuyas.

b) Se trata de un hombre, afortunado y con suerte en este mundo, haciendo un


balance retrospectivo de la vida humana. Ha probado con éxito todos los
caminos de realización humana, pero acaba por hallarlos frustrantes.

- el camino de la investigación, de la ciencia: indagar e investigar los


enigmas del mundo; pero ¿no te lleva a menudo a enigmas mayores y a
callejones sin salida? (1, 12-18);

- el camino del placer, del disfrute a tope, de la gratificación constante y por


todos los medios al alcance; pero ¿no acaba por dejarte insatisfecho? Al fin
no te basta sólo el placer (2, 1-10);

- el camino de los afanes: el del esfuerzo y eficacia por mejorar y transformar


la realidad de este mundo; pero ¿no acaba igualmente por producirte
decepción, tedio y fatiga? (2, 20-23).

c) Balance decepcionante. Se trata de un "sabio" del siglo III a.C.: un


pensador lúcido que reflexiona con profundidad todos los lados de la
existencia humana. Ha probado de todo lo bueno en su vida, pero nada
"bajo el sol" acaba de colmarle ni de convencerle plenamente. Pues nada
es perfecto; hasta lo mejor tiene su límite y sus topes máximos: te da tanto y
no más, llegas a tanto y no más. ¡Todo tiene "un pero"! Puedes engañar a
todos con tus hermosas apariencias y éxitos; imposible engañarte a ti
mismo: al fin, las mejores realidades y experiencias de este mundo acaban
por defraudarte o por cansarte. Aun la existencia más afortunada y feliz
resulta alicorta.

Por otra parte, todo pasa, todo es caduco, nada tiene consistencia ni valor
de eternidad. Hay un límite absoluto: la muerte acaba con todo (si no
hay para el ser humano un destino eterno). Todo está tocado por la muerte,
herido por un fatídico destino, como por un gusano que lo estropea todo (2,
14-17; 3, 18-21; 9, 2-6). Confesión descarnada y cruda del límite de todos
los caminos, afanes y logros humanos.

[53]
d) Su conclusión vital: Nada merece un esfuerzo serio y comprometido; no
merece la pena matarse por algo en la vida. Apaga tus ideales, tus sueños y
todo espíritu de entrega a una causa, a unas personas. No seas un malvado
en la vida, pero conténtate con ser decentito en la vida; y complácete con
los pequeños y cotidianos placeres de la existencia (2, 24-26).

3. Los balances de la vida

Queramos o no, consciente o inconscientemente, ¿no hacemos nuestros


balances y valoraciones de la vida? Es diferente según edades, caracteres,
situaciones vividas, circunstancias:

a) si eres joven: ojalá tengas ilusión, arrestos para enfrentarte con la vida,
capacidad de relación, de goce, de compromiso... Pero ¿no te entra a veces
la duda de si algo vivido con pasión por ti merecía la pena? ¿O la sensación
de hastío tras una noche de jolgorio y fiesta? ¿De que "un algo" le falta a
la vida? ¿O la necesidad de recortar tus ideales tras varios años de entrega
generosa a tareas y causas nobles? ¡Qué tentación de venir a ser un pasota
o, al menos, un posmoderno!

b) si eres adulto de 30-60 años: estás en la plenitud de la vida, del ren-


dimiento, de ejercicio de responsabilidades... Pero, posiblemente,
reflexiones grises asoman a tu corazón: ¡qué costes debo pagar, qué
energías y tiempo invertir para logros relativos! ¿No te cuesta más que
antes creer y esperar en ti mismo? ¿Y en las personas e instituciones, por
buenas que sean? ¿No vives con cierta sensación de cansancio vital las
más bellas realidades, como el matrimonio, la familia, el trabajo, el puesto
profesional y social? Al fin "todas las cosas cansan" o te satisfacen lo
soñado un día. En realidad, ¿cuánto pueden dar de si la vida, el amor de
pareja, el trabajo y el éxito, el dinero y el éxito social? Mucho y nunca
bastante, menos todo lo soñado. Todo es relativo, tiene mucho de engaño,
apariencia, ambigüedad, rutina; no hay nada absoluto.

c) si eres de la tercera edad: al coronar una carrera profesional o una


prolongada vida matrimonial, te preguntas: ¿merecía la pena casarse?,
¿tener hijos?, ¿dedicarte con pasión a...? ¿Haber triunfado en...? La vida se
va; todo es caduco, nada tiene valor de absoluto y permanente. El
envejecimiento y el horizonte de la muerte ensombrecen el pasado vivido y
el valor de todas las realidades, por bellas que hayan sido.

d) En una edad o en otra, una sensibilidad "posmoderna" afecta a


muchos, mayores y jóvenes, a modo de tentación sutil: no hay valores
absolutos por los que valga la pena empeñarse a fondo; todo es relativo;
sacrificarte por algo en la vida no te compensa; nada merece un esfuerzo
[54]
serio, comprometido y gratuito de por vida; mejor contentarse con una moral
de comportamiento decente y tolerante y buscar los pequeños y cotidianos
placeres de la vida; etc. (2, 24-26; ver 3, 13-22; 5, 17-19; 8, 15...).

4. Para la reflexión y el diálogo

a) ¿Cómo te cae este original "sabio"? ¿Cómo lo definirías: optimista,


pesimista, negativo, nihilista, posmoderno, lúcido, auténtico, pensador que
habla desde la vida, realista que, pese a todo, ama la vida? ¿En qué
afirmaciones suyas te sientes identificado con él y en qué porcentaje (un
20%, un 40%, un 70%)?

b) ¿Qué le agradecerías? Quizá el que te lleve a una mayor autenticidad, a


una vivencia más profunda de ti mismo y de la vida, a escapar de una visión
superficial de las cosas, a no contentarte con un mero 'funcionar y moverte"
en la vida.

c) ¿Reprimes y acallas las preguntas y malestares que te pone la vida


"bajo el sol"? ¿Lo hace la gente de tu entorno? ¿Por qué la cultura actual
nos arrastra a evitar las grandes interrogantes de siempre y a que sean
tabúes, como: la brevedad y caducidad de la vida, Dios, la muerte, la culpa,
el deseo de eternidad?

d) ¿A qué años y desde qué experiencias personales has ido percibiendo el


límite de todas las cosas y lo que puedes esperar de las mismas? ¿A qué
sentimientos, actitudes, conclusiones vitales o programa de vida te ha
llevado?

e) ¿Qué notas que le falta a este hombre sabio de Qoh? "Tiene razón,
pero...". Compáralo con hombres o mujeres que viven con otro talante y
moral; por ejemplo, un Pablo de Tarso (lee: Flp 1; 3; 4, 10-14; 2 Cor 4, 7ss;
6, 3ss; 11, 21-12, 10; 1 Cor 15). ¡Qué diferencia tan profunda entre dos,
pese a ser el primero un hombre afortunado en la vida y Pablo un
zarandeado por la misma, hasta acabar condenado a muerte! ¿Por qué?

f) El "sabio" de Qoh no tendrá toda la razón, pero ¿no tiene mucha razón? ¿Te
resulta un libro que da que pensar? Descubre su riqueza y sus valores,
así como sus deficiencias.

g) Pregunta decisiva: ¿puede el ser humano que vive "bajo el sol" vivir el gozo
y el amor a las cosas de este mundo sin la fe y la esperanza en un
Absoluto? ¿En un DIOS amor; fiel al hombre más allá de la muerte?

5. Salmos para orar: 73 (72); 49 (48); 30 (29); 31(30); 71(70).


[55]
Ficha 10. EZ 37 ¿ES POSIBLE LA ESPERANZA?
El hombre, sediento de esperanza

1. Experiencias y confesiones

- Rosalba, 24 años: "De niña y de adolescente vives de sueños e ilu-


siones. Pero yo, pronto ya, perdí la esperanza. Simplemente existo, vegeto,
funciono, me muevo".

- Irma U., 32 años: "A mis 18-20 años me creía capaz de llevar el mundo
por delante; ahora soy más modesta". Más realista, pero sin perder los
ideales.

- Manolo, 28 años: "En un mundo como el actual ¡ya es difícil mantener la


esperanza! ¿Creer que el hombre y el mundo van mejorando y que un día
puedan ser distintos y mejores?".

2. Los profetas: la esperanza pese a todo

- Ez 37: una de las páginas inolvidables del AT. ¡Qué normal que un pueblo,
derrotado, desterrado y abatido, se sienta sin esperanza! Pero un profeta,
de parte de Dios, intenta crear esperanza: hay futuro para ese pueblo; un
futuro de vida nueva, gracias al Espíritu creador de Dios, capaz de sacar
vida de la muerte. "¿Es que hay algo imposible para Dios?" (Gén 18).

- O Jer 30-31: Israel vivió muchas noches oscuras en su historia, situaciones


sin salida, humanamente hablando. El profeta, el hombre que alimenta su
propia esperanza en Dios, le llama a vivir de la esperanza pese a todo. Su
Dios de amor es Dios que abre caminos insospechados, horizontes de
futuro nuevo: "Te curaré tus heridas incurables...; cambiaré tu suerte...; de
nuevo bailarás de alegría...; convertiré vuestra tristeza en gozo...; hay
esperanza de porvenir...".

3. La experiencia de la esperanza

a) En cada uno de nosotros, la vida comienza, de ordinario, por ser promesa,


posibilidad, optimismo, confianza vital en sus primeras fases: esperanza
connatural en mí mismo, en personas, en la sociedad, en las instituciones,
en los ideales. Con los años se va conociendo la propia realidad (mis
limitaciones, dificultades de un orden u Otro, mis miedos...), y la ajena: las
personas, las instituciones, la sociedad me defraudan por sus deficiencias y
ambigüedades. La esperanza es puesta a prueba, sobre todo, por la
[56]
presencia y la fuerza del MAL en el mundo, en la sociedad, en la iglesia,
en el propio corazón. Se va imponiendo el realismo, se corre el peligro de
perder toda visión positiva y esperanzada, se hace imposible una esperanza
espontánea e ingenua. ¡La historia de mi esperanza, hecha de
expectativas frustradas y de altibajos!
b) Israel fue el pueblo de la esperanza, pero de una esperanza no fácil,
puesta a prueba a fondo y mil veces. Dios le fue enseñando, mediante
sus profetas y sus experiencias de vida, a vivir su existencia como
esperanza y espera de tiempos mejores, a menudo desde situaciones
históricas bloqueadas. Todo el AT es la historia de un debate en el corazón
de Israel entre la esperanza y la desesperanza: en ese debate renace de
nuevo con fuerza la esperanza gracias a la palabra de los profetas.
"Esperanza pese a todo": resume el AT, el corazón y la historia de
Israel. Dios le enseñó a vivirla en forma de espera larga, oscura y paciente.
Más aun: le fue dilatando cada vez más el horizonte de futuro y de
esperanza más allá de la historia y del mundo (Is 11,6-11; 25, 6ss; 65, 17...)

c) ¿No es el ser humano "un ser hambriento de esperanza"? Ser


esperanzado unas veces, necesitado otras de un horizonte de futuro, que
alimente su presente y dé sentido a sus noches actuales. Incluso, o sobre
todo, desde sus situaciones de extrema desesperanza. "La esperanza es el
arma de los desarmados", "la virtud de los tiempos de crisis" (el filósofo
Gabriel Marcel).

d) El mal, la injusticia, el sin sentido, la muerte, el pecado, la división no


pueden/no deben ser la última palabra, vencer definitivamente: ¿no es la
sospecha profunda que tiene el hombre, cual intuición imborrable? A esa
sospecha le da razón la Palabra de Dios a Israel mediante sus profetas
primeramente, la palabra, la vida y la resurrección de Jesús de Nazaret
después: la muerte no es el final.

e) Más aún: ¿por qué el hombre es un ser de horizontes ilimitados,


sediento de mundos perfectos sin guerras ni divisiones, soñador incansable
de paraísos sin dolor ni muerte? Aspirante invencible a la esperanza,
hambriento de utopías nunca escarmentado pese a todos los disparates y
barbaries del hombre en la historia.

4. Pregúntate sobre tu esperanza

a) Comienza por una pregunta de base: ¿Cómo está mi esperanza en este


momento de mi vida? ¿Dónde la tengo puesta? ¿Por qué me cuesta quizá
abrigar esperanza?

b) Analiza y describe la historia de tu esperanza desde niño: esperanzas


[57]
fáciles, sueños, optimismo vital...; latigazos contra la esperanza y crisis...
¿Qué factores han fortalecido tu esperanza? (experiencias vividas,
personas y ambientes, quizá la fe en Dios y la oración). ¿O la han
amenazado o destruido, quizá gravemente? (problemas personales: de
salud, familiares, profesionales, afectivos, morales; o los panoramas de
dolor y de mal en la humanidad). Quizá te ha tocado "vivir la esperanza
contra toda desesperanza", o la esperanza como espera larga, tensa pero
confiada: ¿dónde te apoyabas?

c) ¿Qué signos te dan esperanza o te confirman en la misma? ¿Dónde o en


quién se fundamenta, en último término, tu esperanza en medio de las
sombras de tu vida?

d) ¿Estoy aprendiendo a vivir una esperanza que asume e integra el mal?


La enfermedad, las frustraciones de la vida, el dolor: el pecado, la limitación
propia y ajena, las dificultades y tensiones de la vida, el mal estremecedor a
lo ancho del mundo, el envejecimiento, la muerte... Una esperanza no
fraguada en la prueba y en la experiencia del mal no es esperanza madura.

e) ¿Cómo se te presenta tu futuro próximo y el no tan próximo? ¿Lo puedes


mirar con esperanza? Aspectos de tu persona y de tu vida; tu entorno
familiar; la sociedad actual... ¿Dónde alimentas tu esperanza, tu
serenidad y tu consistencia ante la vida?

f) ¿Te ha tocado o te toca ser creador de esperanza? ¿Cómo y desde dónde


lo has sido o lo eres? ¿Qué experimentas ante personas sin esperanza?

g) ¿Cuáles son el alcance y los contenidos de tu esperanza?

- Quizá te contentas con vivir lo inmediato; te basta la ilusión que te dan las
cosas, tareas, diversiones y encuentros de cada día; las esperanzas
concretas y pequeñas... Importantes, pero ¿no son esperanzas chatas,
reducidas, que no van más allá de la punta de la nariz? La ESPERANZA
¿no es más que la ilusión fácil, que el optimismo temperamental, que la
sensación de bienestar que te dan las satisfacciones y goces
(¡importantes!) de cada día? ¿Que las esperanzas concretas que te reporta
la vida?

- O vives tan sólo de los planes y esperanzas a medio y largo plazo (seré
esto o lo otro; me casaré, superaré este problema; espero esto o lo otro de
los amigos o de la sociedad...)

- ¿No te sientes llamado a vivir una ESPERANZA ABSOLUTA Y TOTAL?


¡Esperanza última e ilimitada, más allá de las concretas y limitadas, por
[58]
encima de los problemas y situaciones más desesperadas! Esperanza que
se atreve a esperar por encima de la muerte misma, el mayor fracaso y el
límite del hombre. ¡Esperanza posible sólo desde la fe en un Dios
creador y salvador! Esperanza respecto a ti mismo, que no puedes
satisfacer tus metas en este mundo (profesionales, afectivas, morales), y
respecto a tu destino final en Él. Esperanza respecto a la humanidad, pese
a ofrecerte cada día panoramas de mal y de maldad escalofriantes e insolu-
bles.

- ¿No me sugiere nada al respecto la fidelidad de un Dios creador de vida, fiel


al hombre? (Sab 11, 21-26) ¿O la resurrección de Aquel que murió
fracasado y condenado en una cruz? (1 Cor 15; Apoc 1; 4-5; 21-22).

h) ¿Y cómo miras la historia, la marcha del mundo? ¿La iglesia? ¿Eres


capaz de esperanza ahora que conoces mejor la realidad de ti mismo, del
mundo, de la iglesia? ¿Desde dónde o desde quién?

4. Ora y reflexiona con textos de esperanza y confianza, personal o


colectiva, los siguientes u otros:

a) salmos: 116(115); 57 (56); 71(70); 77(76); 131 (130); 80(79) (grito colectivo
de queja, pero también de confianza esperanzada).

b) Pasajes paralelos, sobre todo de los profetas: Is 40-55; 56-66; Ez 47; Am 9,


1-9; Sab 11,21-26...

c) Del NT: Hech 24-26; Rom 8, 15-31; 1 Cor 15; Flp 3; 2 Tim 2, 8-13; Apoc 4-5;
21-22.

Ficha 11. SALMOS 63 y 16 (62 y 15)


EL SER HUMANO, UN "YO" ABIERTO AL "TÚ" DE DIOS

1. Experiencias - confesiones

- "Nuestro amor será eterno: no morirá" (una pareja de novios).

- Amar: "sacar de ti tu mejor tú" (el poeta Pedro Salinas).

- "Nuestra alianza: Yo soy tuyo, tú eres mía. Nos perteneceremos siempre"


(Ángel a Mónica, al regalarse y ponerse los anillos).

[59]
- "Te adoro: sin ti no podría ser yo misma. Tú eres mi felicidad y mi amor"
(Paqui a Miguel).

- "Tu amor, Señor, me es más necesario que mi propio ser" (Ma. Teresa
Rodón).

- "Nos hiciste, Señor, para Ti, e inquieto está nuestro corazón, hasta que
descanse en Ti" (san Agustín).

¿Qué te dicen estas afirmaciones salidas del corazón mismo? Hombre


o mujer, adulto o joven, ¿te ves un ser necesitado del "tú" de la madre, del
amigo, del amante a lo largo de su vida? ¿Por qué está el ser humano sediento
de rostros humanos significativos, cercanos, entrañables? Más aun, ¿sediento
incluso del "Tú" de Dios, abierto a su rostro?

2. Salmos 63 (62) y 16 (15): ante el Tú de Dios

a) Si no eres creyente, si "lo religioso" y sus manifestaciones y expresiones te


repatean, reflexiona desde el conjunto de toda la ficha. Distingue entre las
formas, mejores o peores, y hasta inhumanas y degradantes, que pueden
tomar el sentimiento religioso y las instituciones religiosas, y la dimensión
trascendente del ser humano. Lo religioso ¿no viene a ser en él algo
inapagable? Le aflora por todos los poros, de mil maneras, incluso cuando
una cultura trata de soterrarlo.

b) Si eres mínimamente creyente, atrévete a orar con estos salmos. Por


una sencilla razón: Si son textos de oración, no son para ser leídos, sino
para ser orados. Hazlo lentamente: sólo así pueden entrarte dentro,
creando en ti un espacio de sentimientos, un eco de resonancias. O eres tú
mismo el que entras dentro de los salmos y sintonizas con ellos: Te
expresarás a ti mismo, no ideas, ante "tu Dios". Ojalá percibas tu "yo
real y entero" ante el "Tú real" de Dios.

c) Observa con qué frecuencia y fuerza se expresa el salmista desde su "yo


más personal" ("mi Dios", "mi alma", "mi carne, "mis labios", "toda mi vida",
"me acuerdo"...), dirigiéndose a Dios como a su "Tú más personal" ("Tú
eres", "por Ti", "sediento de Ti", ansia de Ti"; "tu gracia", "te bendeciré",
"me acuerdo de Ti"...) ¿No te ayudan a expresar tu "yo mas yo ante el
"Tú más Tú"?

d) Preguntas de fondo: ¿Por qué el israelita autor del salmo se expresa ante
Dios como ante los "tú" más entrañables que conoce en su vida (el del
padre o madre, esposo-esposa, amigo-amiga)? ¿Qué es el ser humano
para que nada menos que al Dios poderoso y eterno le perciba como el "Tú
[60]
más Tú"? El más entrañable, valioso, insustituible, absoluto.

3. El hombre: un ser que sólo puede ser desde el "tú"

a) El salmo nos descubre una de las dimensiones y experiencias más


profundas del ser humano: su ser dialogal. Sólo puedo ser persona desde
el "tú" de otros. Mi "yo dormido" comenzó a ser despertado por la sonrisa,
la caricia y la voz amorosa de un rostro materno, el primer "despertador de
mi yo personal" y mi primer tu adorado". Luego, ha habido otros muchos
rostros... Sobre todo el "tú" de él o de ella, como el que halló Adán ("el
hombre") al verse ante Eva: "Te adoro; eres la carne de mi carne: sólo
contigo puedo ser yo mismo; tú eres mi otro yo". Las anteriores
experiencias de comunión y de diálogo con los seres de la naturaleza
(plantas, animales...) no le habían bastado; sólo al hallar a Eva se halla a sí
mismo y puede llenar su soledad radical (recuérdese la ficha sobre Gén 2-
3).

b) En los salmos 63 y 16 ¿no se expresa un ser humano que se halla


plenamente sólo en el "Tú" de Dios? Me hacen decirle: "Tú eres mi
Dios, mi Tú más entrañable y absoluto; Tú eres mi punto de referencia
vital; desde Ti quiero programar mi vida y hacer mis opciones ("madrugo por
Ti"); Tú y lo que me viene de Ti ("tu gracia") valen más que mi propia vida;
toda mi vida viviré colgado de Ti; no puedo ser, sino desde Ti; Tú eres mi
intimidad más profunda y el impulso de mi obrar; Tú eres mi saciedad, mi
plato más exquisito ("mi enjundia y mi manteca"); imposible olvidarte, ni de
noche ("en el lecho") ni de día ("velando"). Tú eres la fuente de mi ser, mi
quietud y mi fortaleza; mi bien y mi Todo, mi opción y mi amor personal; mi
futuro y mi destino ("mi copa"); "mi lote" y el gozo de mis entrañas; mi
alegría y mi descanso eterno, pues en Ti no moriré...". Todo esto y más
expresan estos dos salmos 63 y 16, de fuerte acento personal y dialogal.
¿Cuáles de estas expresiones las harías tuyas?

4. Para la reflexión personal y grupal

a) ¿Qué personas han sido necesarias, insustituibles, significativas para


ti a lo largo de tu vida? Recuérdalas con gratitud: son ellas las que han
despertado "tu yo" y tu interioridad; ante sus rostros has reconocido tu
propio rostro; eres tú mismo gracias a ellos. Al vivir experiencias de
encuentro profundo con ellas, ¿tienes la impresión de haberte encontrado a
ti mismo? ¿Qué experiencias de relación te han capacitado para el amor la
amistad, la intimidad dialogal?

b) Posiblemente no seas tan buen creyente ni orante, como estos salmistas, ni


como un san Agustín... Pero ¿no ha habido momentos o períodos de tu
[61]
vida en que Dios ha sido un "Tú" real para ti? Alguien profundamente
intimo a ti, incluso único, insustituible, insuperable, absoluto: Dios como tu
confianza inmensa, tu cobijo y tu seno, tu intimidad y tu anchura, tu gozo y
tu libertad, tu horizonte y tu esperanza, Dios en la base de tu proyecto...
Recuerda cuándo te has expresado más hondamente a ti mismo ante
Él: quizá al contemplar un paisaje, o al orar desde una total impotencia, o al
darle gracias desde un profundo sentimiento de gratitud, o al escuchar su
Palabra en los profetas o en el evangelio, o al hacer una opción por Él en tu
vida a favor de los pobres, contando con tu fragilidad y con su fortaleza.
Incluso cuando sientes que te desborda, que no lo puedes tocar; o lo
sientes lejano; y, con todo, sabes que Él es el Tú más real y cercano para ti,
que te ensancha el corazón, que te permite ser tú mismo, que puedes
contar con Él, porque está comprometido contigo y con todos los hombres...

c) El AT entero, como el NT, habla de la ALIANZA entre Dios e Israel o el


hombre. Palabra que evoca varios matices y niveles de sentido; ¿cuáles de
los siguientes te dicen más?:

- Yo soy vuestro Dios y vosotros sois mi pueblo". "Yo soy tuyo y tú eres mío".
(La fórmula de la alianza matrimonial). Dios puesto a ser amor personal,
intimidad y corazón para el hombre.

- "Yo he puesto mis ojos en ti: escúchame, fíate de Mí".

- "Tú no morirás: Yo soy tu eternidad, tu plenitud y tu gozo sin fin" (ver el final
del salmo 16).

- Yo soy tu marido y tú eres mi esposa. No puedo pasarme de ti; tengo celos


por ti; respóndeme con tu amor" (Oseas; Jeremías...).

- Dios es para el ser humano concreto y todo hombre y mujer es para Dios. El
hombre está hecho "a la imagen y medida de Dios", abierto a Él como a su
"Tú" más hondo;

- amor y compromiso de Dios por Israel y por el hombre, al que éste trata de
corresponder con el "amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y todo tu
ser", en la medida en que puede;

- compromiso roto por el hombre, pero irrompible por parte de un Dios fiel por
encima de todo;

- amor apasionado y loco de Dios por el hombre, capaz de tener celos por éste
y de sufrir por él cuando está en juego su vida (la manifestación más
patente de ello: Jesús de Nazaret; pero ya los profetas, como Oseas,
[62]
Jeremías, el Siervo de Yahvé muestran el amor loco y sufriente de Dios por
el hombre).

- La existencia humana como diálogo con Dios, expresado afectivamente (en la


oración y en la escucha de su Palabra: su primera expresión dialogal); y
vivido existencialmente (vivir confiado y apoyado en Dios, fiándote de Él y
amándole).

4. Lee otros textos proféticos de extraordinaria resonancia afectiva: Os 2,


16-25; Ez 16, 1-9. ¿Qué te dicen?

CICLO 3: INICIACIÓN A LA EXPERIENCIA


RELIGIOSA

- Ficha 1. ¿Dónde estamos en la fe?


Nuestras dificultades para creer
- Ficha 2. Abriendo nuestras puertas a Dios
Presupuestos antropológicos de la experiencia de Dios
- Ficha 3. El termómetro de tu vida
La imagen vivida de Dios
- Ficha 4. El cántico de los tres jóvenes Dios y su creación
- Ficha 5. En la zarza ardiente
El Dios personal de la historia
[63]
- Ficha 6. Entre las aguas
El Dios de la salvación
- Ficha 7. Los avatares del camino
El Dios de la Alianza
- Ficha 8. La historia de Ana Dios y el conflicto
- Ficha 9. El círculo de tu vida
Planteándome mi propia realidad
- Ficha 10. ¿Cómo andamos de oración?
Iniciación a la oración

Ficha 1. ¿DÓNDE ESTAMOS EN LA FE?


Nuestras dificultades para creer

1. Creer no resulta fácil. Cada uno de nosotros sabe cuáles han sido y son las
perplejidades que el mundo de Dios, de la fe, de la Iglesia, etc. nos han
producido a lo largo de los años y quizá aún nos producen. Se podrían
enumerar distintas situaciones:

- a algunos nadie les ha hablado propiamente de Dios. Les pasa


algo así como lo que al etíope que se encuentra con Felipe en el
camino de Gaza (Hch 8, 28-40): no podía entender lo que leía,
pues, “¿Cómo voy a entenderlo si alguien no me guía?” (v. 31).
Así, cómo se va a creer en Dios si aunque en la televisión o en el
periódico se den noticias sobre el Papa, la Iglesia, los curas, la
moral, etc., nadie verdaderamente ha explicado por dentro qué es
eso de creer. Sí, quizá hay una inquietud, quizá se piense “que
[64]
tiene que haber algo más”, quizá también hay una convicción de
que este mundo debería ser de otra manera (eso que decía un
filósofo: “la añoranza de que el verdugo no triunfe sobre su
víctima). Pero, más allá de todo eso: ¿qué significa de fondo
creer?;
- a otros, el Dios que recibieron de pequeños “se les quedó
anticuado”. Pudo ser el sentir que un Dios demasiado severo,
más adelante, cuando uno necesitaba autonomía, no dejaba vivir,
O pudo ser con los años una “ausencia” de Dios por falta de trato:
se recibieron los sacramentos, se empezó por ir a misa, rezar,
etc., pero aquello era demasiado formal, no era algo vivo y como
un lento goteo acabó por desaparecer;
- otros “acabaron” con Dios cuando se fundieron aquellos primeros
ideales de la adolescencia; — otros quizá reconocen que fue a
partir de un momento determinado y de una circunstancia
concreta que sintieron un alejamiento de Dios;
- otros quizá no han acabado con Dios, pero sí con la Iglesia: les
resulta lejana, anticuada. Sus celebraciones no calan; no creen
en “pagarle” a Dios con el ir a misa: todo ello les resulta
inauténtico;
- otros viven a Dios en la intimidad de su corazón;
- otros sólo saben a Dios en la medida en que se comprometen con
el prójimo. Una fe que no se manifieste así les parece una
mentira;
- otros puede que se mantengan fieles a Dios y a la Iglesia, pero
les cuesta aceptar determinados planteamientos. Se quieren
implicar con la Iglesia, la comunidad, los sacramentos. Pero, o
bien se sienten críticos, distantes, o bien reconocen que es un
mundo que hoy por hoy les supera;
- finalmente, puede que haya quienes vivan más serenamente, con
más sosiego su vida de fe, y sin embargo, experimenten que a
esa fe le falta algo —no se sabe qué— para ser más vida.

2. En cualquier caso, cada uno según su particular forma de ser, la educación


que ha recibido, el mundo en que ha vivido, ha entendido ese re-ligarse con
Dios de una determinada manera.

Trata de analizar y poner nombre a esas dificultades, a las tuyas.


Procura no evadirte entrando en críticas estériles o racionalizaciones
ideológicas y mira cuáles son tus verdaderas dificultades para creer.

3. Lee Mc 1, 40-3, 12 fijándote en la actitud de la gente: todos se vuelcan en


Jesús, algo han descubierto, algo que les atrae; quizá sean sus signos, que
les libra de sus dificultades, o su autoridad o su libertad. Cada uno acude a
[65]
Jesús desde lo que es, lo que busca y le falta.

4. Aunque nuestras dificultades para creer están ahí, algo parece que se
mueve dentro, hay una inquietud que mueve a buscar a Dios. Algo así como
a los hombres de Galilea que vivieron en tiempos de Jesús y le escucharon
y vieron actuar, quizá tú también estás esperando algo de Jesús y su
mensaje. Trata de mirarte por dentro y examinar qué esperas de Jesús, de
Dios. Pon nombre a esas esperanzas: ¿la otra vida?, ¿que cambie este
mundo?, ¿mi autorrealización?...

Ficha 2. ABRIENDO NUESTRAS PUERTAS A DIOS


Presupuestos antropológicos de la experiencia de Dios

Ejercicio: El ejercicio que se te propone para comenzar esta ficha puede sonar
un poco “lúgubre “, sin embargo verás que puedes aprender algunas cosas de
ti haciéndolo.

- Imagina que has muerto y que al día siguiente de tu fallecimiento


aparece una noticia en el periódico hablando de ti. ¿Qué te gustaría
que se dijera en esa noticia? Piénsalo durante un rato y trata de
observar qué tipo de cosas te gustaría que se dijeran de tu persona,
de tu vida.

(Haz el ejercicio antes de leer lo que sigue para que salga de la manera
más espontánea posible.)

Seguramente el ejercicio no te habrá sido fácil: aunque sólo sea


imaginar, aunque no se sepa lo que va a pasar en la vida, no resulta fácil
proyectar en el futuro las esperanzas o ideales que uno tiene. Puede incluso
entrar miedo de que la vida no vaya a responder a lo que uno querría. O
también uno hasta puede quedar bloqueado, sin atreverse a salir de su propio
yo actual. Pero seguramente también si vas haciendo este ejercicio irán
apareciendo el tipo de cualidades, valores, ideales, por los que “apuestas” en la
vida.
Ciertamente que no todo se podrá decir de ti: cada uno tiene sus
limitaciones en su forma de ser, su carácter, la propia personalidad. Por eso,
completa lo que has sabido de ti mismo a través del ejercicio anterior,
respondiendo a estas otras dos preguntas:

2. ¿Qué personajes del inundo, de la historia, qué personas que te


rodean, te fascinan? ¿Qué te fascina de ellos?
3. ¿Qué es lo que más te gusta, te llama la atención, de la persona de

[66]
Jesús?

El ejercicio y las preguntas anteriores han podido ponerte de frente a los


valores, ideales, aspiraciones de tu vida. Quizá muchos de ellos no los hayas
hecho aún presentes en tu vida; pero, podría decirse que es algo a lo que
aspiras. Lo mismo podría decirse de aquello que ves en otras personas, en
Jesús: detrás de esos modelos descubres actitudes, modos de encarar la vida
que te llaman la atención, que, de alguna manera quisieras hacer tuyos. Pues
bien, todo este ejercicio entre otras cosas puede ayudarte a ver, aunque sea
solamente con respecto al ideal de ti mismo, cómo andas de actitudes frente a
la vida. Por eso, no te quedes solamente en las “cualidades” o “valores” que
querrías para ti o que ves en otros; trata de ir más al fondo y observar detrás de
todo ello, ¿cómo te enfrentas tú ante la vida? Ahí van algunas pistas:
Confianza: es la actitud de quien se atreve a fiarse de la vida, de lo que
venga. La confianza es una especie de respiración vital, algo así como saber
que se pisa en tierra firme, que uno se puede fiar de lo que pase. Lo contrario
de la confianza es, claro está, la desconfianza, pero la actitud que la refleja es
el dominio: la actitud de quien necesita tenerlo todo bajo control, que no se le
escape nada porque teme demasiado a la vida.
Autenticidad: en el sentido de responsabilidad con la propia vida: no
malgastarla, no dilapidarla, y por contra, ser fieles a la propia vida, a la propia
verdad que uno va descubriendo. Atreviéndose a lanzar siempre más allá la
propia pregunta, atreviéndose a dar siempre un paso más en la comprensión
de la propia verdad. Dos son las actitudes contrarias a esta autenticidad. Por
un lado, la superficialidad, la dispersión: la de quien no es capaz de centrar
su vida, de buscar su propia unificación y vive a merced de las ofertas que le
vienen del exterior, y muy particularmente de esta sociedad. Pero, por otro
lado, a la autenticidad se opone también quien se refugia en el legalismo, en
los patrones de conducta que otros le ofrecen, sin llegar a interiorizarlos,
porque le da miedo ser él mismo y tomar la vida en sus manos.
Gratuidad: la actitud de quien tiene ese sexto sentido para percibir el
mundo, la vida, lo que se nos da, como regalo. Quien sabe, por eso mismo, dar
las gracias, agradecer. Lo contrario a la gratuidad es el interés, la ganancia, la
utilidad: quien vive desde ahí es incapaz de recibir la vida desposeídamente,
ver la vida “con gracia”.
Apertura: al otro, a la naturaleza, a la Trascendencia... Es ese talante de
asombro, de admiración por lo que está más allá de uno mismo. Tiene mucho
que ver con la actitud anterior de agradecimiento pero, probablemente, es
previa. Desde esa apertura uno se pregunta por la vida, se lanza al encuentro
del otro, se maravilla ante la belleza de una puesta de sol... Y detrás de todo
eso surge la pregunta. Lo contrario de la apertura ciertamente es la cerrazón.
Y la desgracia de quien está cerrado es que no deja que surjan nuevas
preguntas, el horizonte es estrecho, su vuelo es corto, la vida estrecha.
¿Qué tiene que ver esto con nuestro ejercicio? Desde estas pistas y
[67]
poniéndotelas en los ojos como si fuesen unas gafas, trata de leer lo que has
escrito y de descubrir qué actitudes vitales se desprenden en lo que podría ser
un “proyecto ideal de futuro”. Lee también entre líneas. Por ejemplo, quizá das
demasiada buena imagen de ti mismo porque no te atreves a confiar del todo ni
tan siquiera en los ideales que te dices a ti mismo; o quizá planteas un “éxito
final” que pasa por encima de cualquiera; o quizá idealizas tanto porque no te
atreves a asumir una vida con sus conflictos y dificultades.
¿Y qué tiene que ver todo esto con Dios? Probablemente lo habrás
intuido:
- la confianza es el subsuelo desde el que puede brotar ese
descubrimiento de que uno “se sabe en las manos de Dios”;
- desde la autenticidad uno puede ir descubriendo que Dios es el que
posibilita que tú seas; más aún, que quiere que seas tú del todo; que ése
es su proyecto para ti;
- la actitud de gratuidad propicia el que pueda reconocer y aceptar el amor
gratuito de Dios;
- la apertura, hace que se pueda abrir la pregunta: “¿Quién eres Tú?”, y,
por lo mismo, el encuentro con Él.

Ficha 3. EL TERMÓMETRO DE TU VIDA


La imagen vivida de Dios

Ejercicio:

1. Coge una hoja grande y haz un gráfico como éste en el que en el eje vertical
se indique la sensación de “temperatura”, de “grados” de intensidad con la que
has vivido tu vida hasta el presente, y en el eje horizontal se señalen los
distintos años o etapas de esa vida.

Por ejemplo, para quien tenga un recuerdo de infancia especialmente


feliz, la “temperatura” en aquella época será bastante alta; si, por el contrario,
en tu adolescencia pasaste por momentos difíciles en los que te hundiste un
poco, quizá la temperatura en esa época baje. O, por el contrario, para otro, un
[68]
momento de dificultad o crisis lo siente como haber vivido muy intensamente la
vida. Algunos vivencian la crisis como peligro, otros como oportunidad...
Tu mism@ diseña tu gráfico señalando etapas, acontecimientos
importantes, claves, etc. De lo que se trata es que el gráfico sea en cierto
sentido el termómetro de tu vida.

2. Trata de hacer en el mismo gráfico otro “termómetro” que indique cómo has
sentido tú a Dios a lo largo de los años. Por ejemplo:

En algunos momentos parecerá que tu intensidad de la vida iba a la par


de la presencia de Dios, en otros, mientras vivías intensamente has podido
sentir que Dios quedaba de lado. También, quizá en momentos bajos era como
si Dios fuera más fuerte que tú y te ayudará en esas situaciones. Haz tu propio
termómetro de la presencia de Dios en tu vida, tal como tú la sientes o la has
sentido.

3. Trata de poner “nombre” a cada una de esas imágenes de Dios que han ido
apareciendo a lo largo de tu vida. En algunos momentos ha podido ser un Dios
amigo, o frustrante, o compañero, o machacante, o ayuda, o juez, o esposo, o
paz, o... Busca tus propios nombres de la presencia/ausencia de Dios a lo largo
de las diversas etapas de tu vida e inclúyelos en tu gráfico.

4. Intenta ver las relaciones entre los dos termómetros: cómo vivías, vives tu
vida y cómo sentías, sientes, a Dios. ¿Por qué lo uno y lo otro? ¿Hay cosas
que te llaman la atención, tendencias globales, momentos clave?

Nota: Te habrás dado cuenta de que el dibujo que se te presenta, aparece un


fondo sombreado. La idea es ésta: que a lo largo de toda tu vida, Dios, como
un fondo “en la sombra”, ha estado siempre, aunque no lo reconocieras, ahí.
En el termómetro nos fijamos en cómo has sentido tú a Dios, pero ten en
cuenta que aunque tú no lo hayas “sentido” Dios te seguía acompañando.
Recuerda esta historia de Tony de Mello:

En cierta ocasión se me ocurrió preguntarle a Dios: “Dios, ¿has andado


conmigo a lo largo de mi vida?”; y Dios, como contestación, me hizo
contemplar una playa muy larga; en ella se veían muy juntas cuatro huellas;
[69]
adiviné enseguida que se trataba de sus huellas y las mías y que Dios había
andado siempre a mi lado. En un momento dado —¡y yo sabía bien en qué mal
momento!— un par de huellas desaparecía; me dirigí a Dios y le reproché:
“¿Cómo es posible, Dios, que, cuando yo peor lo estaba pasando, se te
ocurriera abandonarme?”... Dios me contestó: “No te abandoné, hijo mío; ves
sólo dos huellas porque en ese momento te cogí en mis brazos “.

5. Como explicar todo el gráfico al grupo es casi tanto como contar toda tu vida,
podías elegir un momento, rodearlo con un círculo en tu gráfico y contarlo a tus
compañeros.

Nota: No te centres en la última época de tu vida, el último año o años pues


hay una ficha específica para ello (“El círculo de tu vida”). Basta pues con que
tu termómetro termine en el día de hoy, señalando la temperatura y el nombre
o nombres de Dios pero sin entrar en más detalles.

6. En un segundo momento puedes leer y rezar con Ez 16. Verás que allí Dios
resulta desconcertante: ¿Qué imágenes de Dios descubres en el texto? ¿Se
parece alguna de ellas a alguna forma de entender a Dios a lo largo de tu vida?

Volver sobre nuestro modo de vivir a Dios es algo así como repasar
nuestra historia de relación con El. Quizá descubramos que nuestra relación
con El no ha crecido desde los 7-8 años y en vez de relacionamos con El como
adultos, lo hacemos de manera infantil, como lo hacíamos con nuestros padres
a esa edad. O quizá más bien al contrario: como en un momento de nuestra
vida Dios nos “molestaba”, nos libramos de El a base de “teorías” y ahora nos
vamos dando cuenta de que sería cuestión de volver un poco hacia aquella
confianza ingenua de nuestros primeros años. Repasar nuestra historia puede
ser la manera de descubrir qué experiencia de Dios tenemos y cómo encauzar
hoy esa relación.
Esta primera ficha sobre la historia de relación con Dios es una primera
toma de contacto con esa experiencia vivida con El. A lo largo de las fichas que
siguen irán apareciendo diversas imágenes de Dios en la Biblia. Partir de tu
vivencia propia de relación puede ser un buen punto de arranque para intentar
darse cuenta de que el Dios que se revela a Israel en la Biblia es el mismo Dios
que se me ha ido revelando en mi historia y quiere seguir haciéndolo.

Ficha 4. EL CÁNTICO DE LOS TRES JÓVENES


Dios y su creación

1. Lee despacio Dn 3, 46-90 (si se quiere, para situarse mejor en el contexto se


puede empezar desde 3, 1-23).

[70]
Quizá puede impresionar el tono fantástico de la historia (vv. 46-50): un
homo encendido “siete veces más fuerte”; llamas que se alzan “veinticuatro
metros y medio”; caldeos abrasados mientras que a los tres jóvenes el fuego ni
los toca... Algo se nos está diciendo con todo esto: ¿nos quedamos con una
historia de ciencia ficción?, ¿con el “milagrito”?, ¿o hay algo más?
Y luego lo sorprendente es que los tres jóvenes en el horno se pongan a
bendecir y alabar a Dios y animar a toda la creación a que haga lo mismo.
¿Qué hay en todo esto?

2. Convendría acercarse al texto en lo que tiene de experiencia, y tratar de


conectar con lo que esa experiencia puede estar diciéndonos a nosotros. Por
ejemplo:
4. ¿Se trata meramente de ser optimistas en medio de una situación de
dificultad o la experiencia a la que alude el texto está más allá de
optimismo o pesimismo?
5. ¿La oración de los tres jóvenes son “jaculatorias” dirigidas a Dios
para que les salve del peligro o describe otra cosa?
6. ¿Cómo puede una persona en medio de una situación límite bendecir
a Dios, a la vida, y decir que toda la creación haga lo mismo? ¿Es
que la religión nos invita a ser unos ilusos?

3. El “cántico de los tres jóvenes” (vs. 57-90) se podría leer en paralelo y como
complemento a Gén 1 (ver ficha 1, ciclo 2: “Lectura antropológica del AT”). Allí
se dice insistentemente que “Dios vio lo que había hecho y era bueno, aquí se
invita a toda la creación a bendecir (“decir bien”) de Dios, ¡y precisamente en
situaciones nada fáciles!
Traducido:
7. a pesar de todo, merece la pena vivir
8. “el mundo, la vida, tienen sentido, aun en medio de las dificultades”;
9. “todos los seres pueden decir bien y hacer fiesta (ensalzar) a Dios
aunque los hombres nos empeñemos por demostrar lo contrario”.

¿Te suena a demasiado fácil? Y sin embargo, la experiencia a la que


remite el texto parece que tiene que ver con algo de esto.

4. Lo que pasa es que esa experiencia es una experiencia religiosa, y entrar en


la experiencia religiosa quiere decir entrar en la hondura misma de la realidad.
De lo que se trataría sería de dar con algunas claves del texto, algunas
enseñanzas que nos ayuden a entrar en esa hondura de la realidad. Algunas
de estas claves podrían ser:
10. Saber ver: en el cántico, hay una enumeración detallada de todos los
elementos, de todos los seres para que bendigan y ensalcen a Dios;
como si se dijese que todos los seres y elementos son buenos y por
eso mismo pueden “decir bien” de Dios. Pero no es cuestión de
[71]
“hacer una lista” de cosas, objetos, animales: hay que saberlos ver.
Por ejemplo: se puede mirar un paisaje sin verlo; se puede observar
a una persona sin verla; se puede analizar un suceso, una parte de
tu propia historia sin ver lo que está diciendo... Aprender a ver.
11. Saber escuchar: en el cántico se invita a “bendecir”, a decir: no a
estar callados. Sin embargo, para poder “decir”, primero hay que
saber escuchar. Más aún, para poder “ver”, antes hay que escuchar:
a la vida, a las personas, al misterio del ser... Pero si hay mucho
“ruido”, muchos ruidos en torno a uno, escuchar se hace difícil.
Aprender a estar solo y escuchar.
12. Saber bendecir y hacer fiesta: bendecir, “decir bien” de las personas,
de los seres, de Dios: en definitiva es “saber hablar”; hacer fiesta,
ensalzar: gozar de la vida, disfrutar. Cómo se puede hacer esto en
medio de las dificultades, en medio del mal? Aprender a hacer fiesta,
gozar.

5. Todo esto no es mera ingenuidad. Para corroborar que esto es posible, aun
en las circunstancias más difíciles, valga esta frase del Diario de Etty Hillesum
(judía holandesa, mujer de profunda experiencia de Dios, recluida en el campo
de concentración de Westerbrok y posteriormente exterminada en Auschwitz):
“He muerto ya mil veces en mil campos de concentración. Sé lo que hay
y ya no me preocupo por las noticias futuras: de un modo u otro lo sé ya todo.
Y en cambio, encuentro esta vida bella y rica de sentido. A cada minuto”.

6. ¿Qué te sugiere todo esto? Lleva a la reunión las intuiciones, reflexiones o


vivencias que el texto y estos puntos te hayan podido suscitar.

Ficha 5. EN LA ZARZA ARDIENTE


El Dios personal de la historia

1. Haz una lectura orante de Éx 3. Déjate entrar en todo el inundo de


sugerencias que tiene el relato. He aquí unas cuantas pistas:
- v. 1: Moisés del desierto al monte: el desierto, ¿como huida (del Faraón,
de la vida...)?, ¿o como soledad?, ¿o lugar de la tentación, o del
cambio?; el monte, lugar de la presencia de Dios o del encuentro. Y del
desierto al monte como camino;
- v. 1: Moisés de pastor de ovejas a pastor del pueblo;
- v. 2: “el ángel del Señor” = Dios haciéndose presente;
- v. 2: una zarza que arde sin consumirse: lo admirable, lo profundo, lo
que se nos escapa. “Y nosotros vivimos, nosotros respiramos sólo si
ardemos y ardemos” (T. S. Eliot);
- v. 3: “iré a ver esa maravilla”: el hombre que se lanza hacia lo que no

[72]
controla desde la fascinación, la admiración;
- v. 4: “Moisés, Moisés”: llamado por su propio nombre;
- v. 4: “Aquí estoy”: llamada de Dios y respuesta del hombre;
- v. 5: “descálzate”: ¿por reverencia ante el “terreno sagrado”?,
¿desnudez ante Dios, no poder manejarle?, ¿o para agarrar el fondo de
la vida, de la tierra?;
- v. 6: “Yo soy”: Dios es el protagonista de la historia;
- v. 6: “se tapó la cara”: los amantes se miran a los ojos, pero ¿quién
puede ver a Dios sin morir? (Ex 33);
- v. 7: Dios que se compromete libremente con la historia de su pueblo;
Dios que no soporta la opresión de los suyos y se decide
- a actuar;
- v. 11: “¿Quién soy yo?”: ¿sólo humildad?, ¿o conciencia de la propia
incapacidad?, ¿o aún más, irreconciliación con uno mismo que produce
inseguridad o tratar de escapar de la tarea?;
- v. 12: “Yo estaré contigo”: la seguridad de Moisés no se hallará en sus
capacidades sino en la identidad que le da la presencia de Dios;
- v. 14: “Soy el que soy”: el nombre de Dios, su corazón, su intención.
“Soy el que soy” = “soy el que seré”, es decir, el que va a mostrar quién
es; si se quiere, “verán quién soy”. Hay que fiarse, es digno de fe, no se
le puede objetivar ni manipular.

2. A partir de estas u otras pistas que te llamen la atención en el texto, vuelve a


leer todo ello y quédate con aquellas partes que resuenan más dentro de ti.
¿Qué sentimientos te produce?, ¿qué se mueve dentro de ti?, ¿qué se te va
sugiriendo y suscitando por dentro?

3. Tenemos, por lo general, mucha “información” sobre Dios, sobre la religión.


Quizá algunos también tenemos mucha “formación”. Nos hacemos una idea,
intelectualizamos quién es, qué hace, qué puede, etc. Pero a Dios se le conoce
sobre todo no a través de muchas teorías sino entrando en contacto con Él. Y
la relación con Dios, como toda relación, es algo vivo.

En este sentido, el texto de Éx 3 apela a distintos aspectos de esta


relación: Dios cercano, comprometido con el hombre, con los suyos hasta el
fondo, y al mismo tiempo, Dios lejano: “no te acerques”, el santo; Dios que
entra en una relación personal con Moisés pero un Dios a quien no se puede
mirar a la cara sin morir. ¿Cómo hacer la síntesis entre estos aspectos
aparentemente contradictorios? Y, al mismo tiempo, hay que dejar que Dios
sea Él mismo y nos desconcierte, que no le podamos controlar.

4. Una vez más, hablar de experiencia de Dios significa hablar del inundo de la
relación. Sólo entrando en relación se conocen por dentro muchas de estas
cosas. Por ejemplo:
[73]
13. en clave psicológica: esa sensación que se tiene ante una
relación significativa de distancia y cercanía a la vez; alguien que puede ser
la persona más cercana a uno mismo y sin embargo, que es siempre
distinta y distante, que no puede ser manipulada, controlada;
14. en clave existencial: cuando me encuentro con alguien que me
importa, ya no puedo disponer de mí mismo de la misma manera. Alguien
se cuela en tu vida y sientes que hay que optar, sientes el vértigo de la
libertad;
— en clave religiosa: ¿y cuando ese tú viviente es el “Tú” de Dios? Entonces
parece que la persona se siente arraigada en lo más profundo de la
realidad, que ese “Tú” es lo que da sentido último a todo, la “consistencia”
de todo, lo más íntimo a mí mismo.

5. Pero, ¿cómo se vive todo ese mundo de la relación con Dios?


— ¿dependencia o independencia?, ¿necesidad de depender de Dios para
evitar el conflicto?, ¿independencia como autoafirmación reactiva?
— ¿simetría o asimetría?, ¿prefiero a un Dios de igual a igual o como padre
protector?, ¿me atrevo a “pedir”, a sentirme necesitado o me creo
autosuficiente?, ¿me dan miedo las relaciones simétricas donde tengo que
exponerme a mí mismo?

Ficha 6. ENTRE LAS AGUAS


El Dios de la salvación

1. Lee Is 43, 1-8 y ten en el recuerdo el “paso del mar Rojo” que has trabajado
en las fichas 3 y 4 del ciclo 2. Aquí, en Is 43, con el recuerdo de esa
experiencia que fue clave para el pueblo de Israel, se nos dice (v. 2):
“cuando cruces las aguas, yo estaré contigo,
la corriente no te anegará;
cuando pases por el fuego, no te quemarás,
la llama no te abrasará”.

2. En las fichas del ciclo 2 se ha abordado el tema del paso del mar sobre todo
desde la perspectiva de la libertad. En esta ficha vamos a tratar de centramos
en lo que tiene de experiencia y, más aún, de una experiencia de salvación de
Dios. Como dicen las palabras de Isaías, experimentar un agua que no ahoga,
un fuego que no abrasa. ¿Qué claves tenemos para entender todo esto?

a) “No temas:... Yo estaré contigo”: el riesgo de fiarse de Dios cuando lo


que nosotros buscamos es aseguramos a Dios. Lo de Dios no es
previsible: hay que lanzarse y confiar;

[74]
b) la soberanía de Dios: “tú eres mío”, “soy tu Dios... tu salvador”, “los que
creé para mi gloria”: Dios se manifiesta como señor de la historia
salvando a los suyos, y allí muestra toda su gloria;
c) “porque eres de gran precio a mis ojos, eres valioso y yo te amo”: las
explicaciones últimas se conocen por dentro, porque son las razones del
amor. La clave para entender a Dios está en la experiencia de su amor
en mi vida, la experiencia de que Él da y se da gratis a quien se va
abriendo a Él.

3. Pero volvamos a la experiencia del “paso del mar”. Al fin y al cabo, si Isaías
e Israel tienen esa experiencia de Dios es porque han tenido experiencia de
que Dios ha salvado a su pueblo. Israel sabe que Dios es salvador porque les
salvó de Egipto y del Faraón. ¿Qué hay en esa experiencia de salvación que
puede conectar con nuestra vida, con nuestras situaciones?
- en la situación límite: Israel se encontraba en una situación sin salida,
entre el ejército del Faraón y el mar y allí es donde experimenta la
acción salvadora de Dios. Las experiencias sin salida en la vida pueden
ser muchas: una situación familiar o social imposible, el sufrimiento o el
mal en uno mismo o en los seres queridos, las contradicciones de
nuestra propia persona, la no aceptación;
- en esa situación el pueblo se lanza, se fía de Dios, y no controla: siente
que los hilos, las riendas de su historia y de su existencia los lleva Otro.
Lo propio del pueblo (del hombre) es, pues, confiar, aceptar y acoger
que Dios sea Dios. ¿Qué capacidad de receptividad hay en mí mismo?,
¿qué capacidad de dejar que Otro/otro se meta en mi vida y vaya
llevándome?;
- pero, claro está, previo a ese paso por el mar, el pueblo ha tenido que
optar por ser libre, en vez de esclavo. Y la tentación será siempre la de
volver a la esclavitud. ¿Dónde me sitúo entre la esclavitud y la libertad?,
¿qué dejar atrás para ser más libre?
- Israel experimenta que hay un antes y un después del paso a través de
las aguas. Las experiencias de salvación (como las experiencias de
encuentro) tienen ese rasgo: uno sabe que hay un antes y un después
de aquel acontecimiento, que su vida ya no será la que era, que algo ha
cambiado en lo más profundo (aunque en la superficie todo pueda seguir
igual). ¿Tengo alguna experiencia de un antes y un después en mi vida?
- Lo curioso es que, por lo general, uno reconoce esa experiencia de
salvación mirando atrás. Por ejemplo, detrás del relato del paso del mar
con todos sus elementos grandiosos (“se abrieron las aguas”, etc.)
puede haber habido algún fenómeno meteorológico (un viento del
desierto que secase una zona pantanosa imposible, por ejemplo) que
más tarde, al verse liberados, los israelitas mirando atrás reconocen
como la acción salvadora de Dios para con ellos: que en la situación
límite el fiarse de Dios ha sido su salvación. No hay, pues, por qué ir
[75]
tanto a causas extraordinarias, sino más bien tener ojos y mirada para
reconocer a Dios actuando. ¿Somos capaces de este sexto sentido para
leer nuestras situaciones, nuestra vida y nuestra historia?

4. Con estos apuntes, vuelve sobre tu vida y tu historia: ¿Puedes reconocer


algo de todo ello en la misma? ¿Intuyes situaciones, aspectos donde ha habido
o hay atisbos de experiencia de salvación? ¿Con cuáles de las pistas que se
han señalado encuentras que conectas? ¿De qué manera?

Ficha 7. LOS AVATARES DEL CAMINO


El Dios de la Alianza

1. Lee despacio, en manera orante, Éx 32-33. Estos dos capítulos ofrecen


reflejos diversos de la experiencia religiosa; algunos de ellos se hacen
extraños, hasta contradictorios. Déjate sentir las diferentes resonancias que te
produce el texto.

2. Una vez más, he aquí algunas pistas:


— 32,1: “Moisés tardaba en bajar del monte”: intemperie y desconfianza, sin
jefe y sin Dios en el desierto, silencio de Dios; Dios que no dice nada;

— 32,1: “un Dios que vaya delante”: un Dios a la medida (hecho con los
pendientes, etc.), una garantía, algo sensible; en cambio, Dios-Yahvé el
imprevisible, invisible, no manipulable;

— 32, 10.27-29: la ira de Dios: un Dios que no permanece impasible,


indiferente, un Dios que no es neutral. Ira que mata, ¿cómo se puede entender
esto? ¿Te asusta, te rebelas?;

— 32, 11-14.31: Moisés el intermediario: le argumenta a Dios por donde a Dios


le “duele”: recordándoles sus hazañas, sus proezas (vv. 11-14); se hace
solidario con los suyos: o les perdonas o a mí también me borras (v. 31);

— 32, 14: “Y el Señor se arrepintió”: que la misericordia puede más que la ira
en Dios;

— 32, 19: la Alianza rota: con Dios no se juega... Lo de Dios con nosotros va
en serio. ¿O es que estamos acostumbra dos a jugar con las relaciones?;
— 33, 1-6: Dios otra vez en camino con los suyos, pero una cierta distancia
porque “los devoraría”;
— 33, 2: la búsqueda de la tierra;
— 33, 7: la tienda del encuentro: el lugar de la relación, de la intimidad, donde

[76]
Moisés hablaba “cara a cara”; Moisés, el íntimo de Dios.
— 33, 12-17: Moisés otra vez “discutiendo” con Dios y ganándole la partida
porque le toca el corazón: “dices que me tratas personalmente y que gozo de tu
favor”, “éste es tu pueblo”. Por eso le pide que le “enseñe el camino” (v. 13) y
que Dios mismo “venga en persona” (v. 16).
— 33, 18-23: Moisés aún más atrevido: ver la “gloria de Dios”, Dios
resplandeciente e íntimo a la vez. Sin embargo, de esa gloria sólo se puede ver
“la espalda”: intimidad y distancia. Dios siempre incontrolable.

3. Como se puede apreciar, el contenido de estos dos capítulos es rico en


sugerencias de todo tipo: atrévete a ir sintiendo todo. ¿Cómo van resonando
cada una de estas dimensiones del texto por dentro, qué sentimientos me
producen?
— ¿miedo, rebeldía, rechazo?
— ¿me siento atraído?
— ¿me resisto, mido?
— ¿controlo, racionalizo?
— etc.
***
4. Probablemente la “dureza” de algunas secciones de estos capítulos
despertarán sentimientos de rechazo: ¿un Dios violento?, ¿un Dios que
castiga? Se podría dar una explicación diciendo que el texto está reflejando
todo el proceso de lucha por el monoteísmo en Israel, proceso difícil, violento.
De ahí el “matar”, el castigo. Sin embargo, entrar por este tipo de explicaciones
nos alejaría de lo que en estas fichas nos interesa:
¿Estamos por la relación con Dios? ¿Sabemos lo que es entrar de lleno
en una relación significativa, asumiendo el gozo, el bien, pero también el
conflicto, el dolor, el mal?, ¿o hacemos de Dios un “becerro” a nuestra medida?
¿Sabemos lo que es ir en serio, jugarse el corazón, o vamos por la vida a
medias?

5. Tendemos a hacernos una imagen “edulcorada” de Dios. No es que Dios sea


“ira”, porque Dios se revela en su majestad soberana como gracia y
misericordia. Pero mientras no se pasa por el conflicto, mientras no se
descubren los fondos de pecado y el abismo de “perder” a Dios, de romper la
alianza, nuestra imagen de Dios está hecha a nuestra medida: se trata de un
Dios de la necesidad y proyección de nuestros deseos. De lo que se trata, una
vez más, es de entrar en relación real con Él, aunque esa relación implique
sentimientos contradictorios en nosotros: atracción y rebeldía, cercanía y
distancia, intimidad con El e imposibilidad de dominarlo.

6. Moisés, el amigo, el que se encuentra con Dios cara a cara y se atreve a


pedirle todo, puede ser el prototipo de una relación real. Pero para ello, Moisés
dedica un tiempo y un lugar a su Dios (la “tienda del encuentro”). Moisés torna
[77]
“distancia” (v. 7) para encontrarse con su Dios. Y sin embargo, esta relación
con Dios no es para alejarle de su tarea: después de hablar “como habla un
hombre con su amigo, volvía al campamento”.

8. LA HISTORIA DE ANA
Dios y el conflicto

1. Solemos funcionar con una imagen falsa de Dios y de lo que es la relación


con Él. Solemos pensar que la religión, la fe, es un sistema en el que se nos
dan, resueltos, todos los problemas de la existencia. Del mismo modo, nos
acercamos a la Biblia con la idea de que en ella se nos cuentan una serie de
historias con un “final feliz”. Y es verdad que nuestra fe se apoya en la
convicción de que nuestra vida, nuestra historia, a partir de la Resurrección de
Jesús, tiene un “final feliz”; pero también es verdad que si nos acercamos a la
Biblia y a la fe sabiendo por anticipado “cómo acaba la historia”, no entramos
realmente en ella. Así, ocurre que sentimos que aquello de lo que se nos habla
desde el “mundo religioso” o desde la Palabra de Dios no tiene que ver con
nuestras vidas, no toca los problemas reales que vivimos.
Y nada más lejos de la realidad. La Biblia está plagada de historias que
están diciendo que la historia de relación con Dios es una historia vivida en
medio de los conflictos de la existencia. Más aún, que es en medio de esa
conflictividad donde más frecuentemente aparece Dios.

2. En esta ficha vamos a tratar de acercarnos más detenidamente a una de


estas historias tratando de leerla de manera que se pueda percibir cómo la
Palabra de Dios no “sobrevuela” por encima de nuestra historia y de los
conflictos y dificultades que vivimos en la misma, sino que más bien es al
contrario: quiere ser una luz que se introduzca dentro de esos mismos
conflictos y ayude a interpretarlos y vivirlos adecuadamente.

3. Lee detenidamente la historia que se nos cuenta en 1 Sam 1, 1-20. Trata de


entrar en cada uno de los personajes de la historia: el lenguaje de la Biblia es
muy conciso, pero hay indicaciones que dejan entrever lo que se está
moviendo por dentro de cada uno de ellos. Trata de conectar con el “mundo
interior” que viven.

4. Para ayudarte en la lectura, he aquí algunas pistas:

— La historia de 1 Sam 1 es la historia de una mujer. Ana: una mujer que


quiere vivir su humanidad hasta el final. Pero hay también otros
protagonistas del relato:
— Feniná, que, por causa de la esterilidad de Ana, “la insultaba ensañándose

[78]
con ella para mortificarla” (v. 6): ¿qué le pasa a Feniná con Ana?, ¿es
simplemente que Feniná es “mala” o es otra cosa?
— Elcaná, que trata de consolar a su mujer y le dice: “Ana, ¿por qué lloras y
no comes? ¿Por qué te afliges? ¿No te valgo yo más que diez hijos?” (v. 8).
Parece la actitud natural de un marido que ama a su esposa y se com-
padece de su sufrimiento; pero, ¿no dejan entrever sus palabras algo más?
Hay algo que se dice y algo que se insinúa. ¿No parece percibirse cierta
tonadilla de queja en las palabras de Elcaná?
— La situación de “esta vez” es la misma historia de otras veces. Año tras año
la familia sube a Siló, y año tras año también parece repetirse la misma
historia. ¿No es de suponer que tras tantos años de esterilidad muchas
otras veces habría pedido que el Señor le librase de la misma? ¿Qué hay
de nuevo en este “pedir” de Ana “este año”? ¿Qué es “lo nuevo”?
— vv. 9ss: Fíjate cómo toda la persona de Ana está en su pedir, hasta el punto
de que Elí, el vidente, confunde la oración de Ana con embriaguez.
— Ana “comió y ya no parecía la de antes” (y. 18). ¿Le ha concedido el Señor
su petición? ¿Lo sabe Ana? ¿Por qué ya no es la de antes? La bendición de
Elí suena a ‘cliché’ pero Ana no la interpreta como tal. ¿Sabe ya que Dios le
concederá lo que pide? Para Ana hay un antes y un después de su petición:
ya no era la misma. Hay un antes y un después de ciertas experiencias...
— Pasado un año, el niño nace y el nombre que se le da pone de manifiesto
su verdadera identidad: “iAl Señor se lo pedí!”.

5. Una vez que has trabajado con la “historia de Ana”, vuelve sobre tu vida y
responde al siguiente cuestionario:
— ¿Qué conflictividad vives tú por dentro?
— ¿Entra Dios en todo ello? ¿Te atreves a plantarte delante de Dios como
Ana?: ¿qué le pides, que le ‘echas en cara’? ¿Qué pones de tu parte?
— Mira algunos conflictos de tu vida. ¿ha estado de alguna presente Dios en
ellos?, ¿qué has aprendido?
— Quizá puedes volver a la ficha del “termómetro de tu vida” y reconocer
algunos aprendizajes que hiciste en todo aquello.

Ficha 9. EL CÍRCULO DE TU VIDA


Planteándome mi propia realidad

A estas alturas de tu trabajo personal y grupal, puede ser bueno que te


confrontes globalmente con tu realidad actual. A lo largo de las fichas
anteriores han ido saliendo muchos aspectos de tu maduración personal y
cristiana. Detrás de todo este proceso se esconde la pretensión de que uno
vaya aprendiendo a vivir de verdad.
De hecho, esta ficha se complementa muy bien con la ficha 6 del ciclo 5

[79]
de fundamentación, “Se vive una vez”. Más aún, te sugiero que leas toda la
primera parte de aquella ficha como introducción al trabajo con ésta.
Se vive una vez, y por eso hace falta aprender a vivir de verdad.

Cuestionario:
— ¿Vives a fondo, abierto a lo imprevisible, o lo calculas todo, asegurando a
corto y a largo plazo?
— ¿Qué experiencia/s de vivir afondo y de vivir los conflictos de la existencia
tienes?

Sin embargo, sin entrar de lleno en estas cuestiones —dejando


simplemente que resuenen—, empieza por hacer este ejercicio que te
ayudará a plantearte tu realidad:

¿Cuándo vives y dónde, en qué?

Vas a responder a esta pregunta de manera gráfica:

1. Coge una hoja grande de papel o, mejor, una cartulina, y dibuja un círculo
amplio como éste:

Imagina que el espacio comprendido en ese círculo es tu vida, el


conjunto de acontecimientos, dimensiones, ámbitos que la componen.
(Te preguntarás seguramente por qué dibujar el círculo con línea discontinua:
sencillamente para expresar para que te des cuenta, de que tu vida es más de
lo que piensas, más que los acontecimientos y dimensiones de la misma que
controlas, que en cualquier momento salta la sorpresa y el círculo tiene que
ampliarse para incluir lo novedoso, lo inesperado...).
Pues bien, dentro de ese círculo que es, hoy por hoy, tu vida, las
posibilidades y dimensiones de tu vida, pregúntate cuánto vives y desde
dónde.
Hazlo de esta manera: sombrea dentro de tu círculo la porción de
espacio que crees que refleja la cantidad de vivir a fondo que hay en tu vida.
Por ejemplo un círculo así:

[80]
significará una persona que siente que vive bastante a fondo en algunas
dimensiones de su vida, pero que ese vivir todavía no coge lo esencial, el
centro. Por el contrario, un círculo así:

habla de alguien que siente que en amplias zonas de su vida no vive, pero en
lo que es su centro vive muy hasta el fondo.
Date unos minutos para pensar y sombrea tu propio círculo.

2. Ahora puedes ir dando nombre a aquello que vives o no vives en tu vida, O,


más aún, que sientes que queda fuera de tu círculo y que quizá está pidiendo
espacio...
Algunas de estas palabras te pueden servir:
Relación/personas Votos
Conflicto Afectividad
Dios Mundo
Vértigo Dolor
Trabajo Etc. (encuentra tus propias
palabras)

Por ejemplo, una persona que vive intensamente su trabajo, aunque su


trabajo no le coge en el centro, quizá lo exprese en su círculo así:

[81]
Vete elaborando el círculo de tu vida. Busca tus propias palabras; dedica
tiempo a cada una de ellas; analiza, reflexiona, mira cuánto vives y cuánto no,
por qué, qué hacer, etc.

3. Cuando hayas completado tu círculo, vuelve sobre estas preguntas:


— ¿Qué me enseña el círculo de mí mismo?
— ¿Cuál es hoy por hoy mi camino?
— ¿Qué debería trabajar especialmente, privilegiar en este momento de mi
vida?
Señala: 2 objetivos prioritarios que deseas conseguir
2 actitudes que pretendes cultivar
2 riesgos en que puedo caer

Ficha 10. ¿CÓMO ANDAMOS DE ORACIÓN?


Iniciación a la oración

Seguramente después del recorrido por las fichas anteriores, habrá ido
haciéndose cada vez más clara la idea de que la experiencia de Dios se da en
la relación con Él. Y relacionarse con El supone cultivar la relación. Pues bien,
la oración, sin ser el único lugar de la experiencia de Dios, es lugar privilegiado
de cultivo de esa relación.
Sobre la oración se han escrito y escriben palabras sublimes y muchas
veces solemos ir en busca de esas palabras tratando de encontrar la última
receta que nos haga, por fin, ponemos a orar. Sin embargo, a orar se aprende
orando, como a nadar se aprende perdiéndole el miedo al mar y nadando. Por
eso, en esta ficha se pretende hacer algo así como un test de oración que te
ayude, por fin, a ponerte a rezar. Las afirmaciones que siguen son, casi todas,
tan de “perogrullo”, de sentido común, que quizá hasta te sorprendan o incluso
te decepcionen, si lo que buscabas era una solución mágica a este tema. Y, sin
embargo, uno tiene la convicción de que en estas frases simplonas se juega el
sí o no de la oración de cada uno.
Lee cada una de estas afirmaciones y date una nota del 0 al 10 según la
experiencia que de cada una de estas frases tengas en tu vida.
[82]
1. ORAR ES RELACIÓN: orar es entrar en relación. Si no somos capaces de
relación, de ponernos en juego en las relaciones...; orar es experiencia de
relación: poner todo nuestro ser en esa relación.

2. ORAR ES RELACIÓN CON ALGUIEN: no es sólo .pensar, hacer


reflexiones, “Mira que te mira amorosa y humildemente” (santa Teresa); o
también “Estar en diálogo con Dios llamándole Padre”.

3. ORAR ES SALIR DE sí: la oración no es mirarse el ombligo: es apertura.


Alguien quiere entrar en relación con nosotros, por eso no estar cerrados en
nosotros mismos; “Levanta la cabeza y mira” (Is).

4. ORAR ES ESTAR: veo lo importante que es la oración, me han hablado


cosas maravillosas de la oración, seguro que en la oración aprenderé
mucho de Dios y de mí mismo... pero nunca estás, nunca tienes tiempo.

5. ORAR ES AMAR: “Pensar en Él amándole” (Ch. de Foucauld). ¿Somos


capaces de amar y de recibir gratuitamente el amor de Dios o siempre
estamos midiendo? La oración se juega en la afectividad: ¿cómo es nuestro
mundo afectivo

6. ORAR ES REGALO: que es el Espíritu Santo quien ora en ti. ¿O es que


tienes que controlarlo tú, medir la eficacia de tu oración?, ¿quieres los frutos
ahora mismo?

7. ORAR ES CONFIAR: aunque nos aburramos, saber que estamos en


buenas manos. Saber aceptar nuestra pasividad; tener paciencia.

8. ORAR ES COMPROMETERSE: orar nos lleva a la vida de lleno; orar no es


encontrar un refugio intimista que nos aleja de la vida; orar no es evadirte
de los problemas cotidianos ¿Hay contradicciones entre tu vida “hacia
adentro” y “hacia afuera”?

9. Ahora trata tú mismo de añadir alguna afirmación a las anteriores que


refleje lo que es tu experiencia de oración, o una vivencia concreta de la
oración que haya sido importante en tu vida:
ORAR ES…

Repasa todas las afirmaciones anteriores junto con las que tú mismo has
añadido y los demás compañeros de grupo te han podido ofrecer, y teniendo
en cuenta las calificaciones que te has dado trata de concretar:

[83]
¿Cuál es, hoy por hoy, mi momento de oración?
¿Cómo hacerla?
¿A qué estaría dispuesto/a a comprometerme?

No hagas castillos en el aire: trata de ser realista y ver qué es lo que


conviene y es posible hoy. Quizá te lleve un tiempo de reflexión, tengas que
escuchar a tus compañeros, a tu director espiritual o catequista. Pero, trata de
no dejar a un lado estas preguntas si es que quieres cultivar la relación con ese
Dios que estás comenzando a redescubrir.
Texto bíblico: Mc 1, 21-39: Jesús se relacionaba de manera privilegiada con
su Padre. Mantenía largos encuentros con El. Sin embargo, esa relación no le
alejaba de la vida: allí estaba en medio de los suyos, lleno de actividad,
sanando, predicando, extendiendo el Reino de Dios. ¿Cuántas cosas sería esa
oración para Jesús?: encuentro con el Padre, descanso, fuente de nuevas
energías, acción de gracias por el hacerse del Reino, petición...

[84]
CICLO 4: CAMINO EVANGÉLICO

— Ficha 1. La Buena Noticia


— Ficha 2. ¿Quién es Jesús para mí?
— Ficha 3. El escándalo de la misericordia
— Ficha 4. La revolución del Reino
— Ficha 5. Sentir la utopía evangélica
— Ficha 6. ¿Por qué los milagros?
— Ficha 7. ¿Por qué algunos son elegidos?
— Ficha 8. ¿Por qué el Evangelio produce ansiedad?
— Ficha 9. Nuestras dificultades para el cambio
— Ficha 10. Exigencias evangélicas y necesidades humanas
— Ficha 11. ¿Se puede vivir el Evangelio en el mundo?
— Ficha 12. ¿Dónde está el Reino?
— Ficha 13. El Evangelio es para los pequeños
— Ficha 14. Cuando creer en Jesús escandaliza
— Ficha 15. Seguir a Jesús
— Ficha 16. El amor al prójimo
— Ficha 17. Lectura de la Pasión
— Ficha 18. ¡Resucitó!
— Ficha 19. La Iglesia
— Ficha 20. El encuentro con Jesús
— Ficha 21. ¿De qué vivo: de necesidades o de fe?
— Ficha 22. Vivir del Espíritu Santo
— Ficha 23. Fe inicial y fe adulta
— Ficha 24. Una misión que cumplir

[85]
Ficha 1. LA BUENA NOTICIA

1. El Evangelio nos es conocido. Pero esta vez tenemos la sensación de


acercamos a él con una actitud distinta. Antes de leerlo, vamos a responder a
este Cuestionario. Nos ayudará a hacemos más conscientes de lo que lleva-
mos entre manos.
- ¿Notas, efectivamente, que esta vez te acercas al Evangelio con una
actitud distinta? Da nombre, explica la diferencia comparando con
experiencias anteriores.
- "Evangelio" quiere decir "Buena Noticia". Realmente, ¿lo ha sido para ti?
¿O tienes más bien la impresión de que casi siempre que lo has leído o
escuchado, lo que te ha llamado la atención son sus exigencias? ¿Se te
ocurre algún pasaje que te ha dado paz, te ha ayudado a vivir; te ha
descubierto cosas nuevas?
- La Buena Noticia es que el Reino ha llegado con Jesús de Nazaret.
Piensa en cada una de estas palabras: Reino, llegada, con Jesús. ¿Qué
contenido darías a cada una de ellas? Por ejemplo, después de 2.008
años, ahora, para ti, ¿puedes decir que ha llegado el Reino?
- Miremos ahora desde la otra cara: ¿Recuerdas algún momento de tu
vida en que te dieron una buena noticia, tan importante para ti, que se te
cambió la cara y sentiste que merecía la pena vivir; ser persona, incluso
sufrir?
- Estamos bombardeados por noticias. Estás leyendo el periódico o
viendo el telediario. ¿Qué buena noticia te gustaría oír? ¿Tiene algo que
ver la Buena Noticia de Jesús-con eso que lees, escuchas, ves?
- Mira hacia atrás tu vida entera. Mira tu realidad actual. ¿Es Buena
Noticia Jesús y su mensaje? ¿Por qué? ¿En qué lo notas ya, o intuyes
que vas a notarlo?

2. Ahora, toma y lee Lc 3, 1-4, 13

Hay que evitar leer interpretando, sacando conclusiones. Casi siempre


proyectamos en el texto lo que ya sabemos. Por el contrario, importa captar las
sensaciones primarias. Por ejemplo, la sensación de algo nuevo, inesperado,
que aconteció en Palestina, y precisamente ahí, en el Jordán, en un rincón del
Imperio romano, que pasó desapercibido para el poder romano y las
autoridades de Jerusalén, pero cuyas consecuencias...
[86]
Todo es muy simple, a primera vista, como cuando nos reunimos a escu-
char el sermón del domingo o un niño es bautizado; pero en medio de la gente
hay dos personajes, Juan el Bautista y Jesús de Nazaret, en los que se con-
centra la historia de la humanidad, el destino de Israel, las promesas de salva-
ción...
Se nos dice algo inaudito: que ya ha llegado la era nueva, en que Dios
asume personalmente la iniciativa y va a realizar en la historia su plan de sal-
vación, ¡el Reino!
¿Estamos dispuestos a que esta Buena Noticia revolucione nuestras
vidas? ¿Despierta lo mejor de nosotros mismos, la disponibilidad a escuchar
contemplar, adherirnos a Jesús, el enviado de Dios para poner en marcha el
Reino? ¿O, por el contrario, nos quedamos fuera, de espectadores, como silo
ocurrido en Palestina no tuviese nada que ver con nosotros?

3. El tema-núcleo de la ficha es el Reino. Conviene profundizar en él, ya que


suele haber ideas falsas.

Por ello, mira en tu Biblia, en el índice, la palabra "Reino", y te remitirá a


textos y explicaciones. Descubrirás la riqueza de contenido que tiene esa
palabra en toda la Sagrada Escritura.

4. Termina preparando la reunión haciendo oración personal.

O bien, contempla la escena del bautismo de Jesús, pero imaginándote


que estás allí, junto al Jordán: escuchando la voz del Padre, identificándote con
la actitud de Jesús de disponibilidad...
O bien, con Is 40. El profeta anuncia la era nueva de la Consolación. Se
cumple con Jesús.

Ficha 2. ¿QUIÉN ES JESÚS PARA MÍ?

El título del tema quiere confrontamos no con las ideas que tenemos de
Jesús, sino con la experiencia vivida, con la afectividad.

1. Cuestionario

Si miras tu vida, Jesús de Nazaret, el Dios-hombre, nuestro Mesías y


Señor, siempre ha estado ahí. ¿Ha ido cambiando tu relación con él? Ahora
que estás viviendo un proceso de maduración, ¿notas algún cambio? Intenta
describir ese cambio.
Ahora, en concreto, ¿quién es Jesús para ti?
- Un modelo o ejemplo de vida.
- El Señor, más o menos como Dios-Padre, de modo que apenas los dis-
tingues en cuanto a relación afectiva.
- El amigo cercano que te acompaña.
- El mediador, que te ha redimido en el pasado, pero que no le percibes
presente.
- El maestro, del que te interesa sobre todo su mensaje.
[87]
- Ponte en relación directa con él y dile "Jesús, mí Señor". ¿Qué sientes?
¿Te brota de dentro esa expresión o te resulta artificial?

2. Hay que reconocer que la mayoría de los creyentes de hoy difícilmente viven
la riqueza e intensidad con que el NT describe la relación entre el discípulo y
Jesús, entre el bautizado y el Resucitado. Han influido en ello diversas causas.
En este proceso de personalización de la fe intentamos recuperar esa
experiencia única que es la vinculación del creyente con Jesús.

- Se le quiere como a un amigo, pero es mucho más, mi Señor.


- Él es nuestro modelo, ciertamente, pero Él vive hoy, y es la fuente de mi
actuar, el Resucitado que me comunica su Espíritu.
- Es Dios, pero nos ha sido dado por el Padre como el mediador, el que
comparte con nosotros nuestro camino hacia Dios.

Lo que pasa es que, como toda relación, se hace a través de una


historia de relación. Con frecuencia repetimos el mismo esquema afectivo,
desde niños o adolescentes, y no vivimos con Jesús ese maravilloso
descubrimiento que es su persona.
Cuando en el NT percibimos lo que Jesús significó para Pedro, Juan o
Pablo, nace en nosotros el deseo de conocerlo "por dentro", de estar en su
compañía, de escuchar sus secretos...
"Ya no los llamo más siervos, porque un siervo no está al corriente de lo
que hace su amo. Los llamo amigos, porque les he comunicado todo lo que he
oído a mi Padre" (Jn 15, 15).
"Cualquier cosa tengo por pérdida al lado de lo grande que es haber
conocido personalmente al Mesías Jesús mi Señor" (Flp 3, 8).

3. El texto evangélico correspondiente para este tema es Lc 4, 14,-5, 11.

Léelo despacio, fijando tu mirada en la persona misma de Jesús, de


modo que, a través de sus gestos, palabras, acciones, contemples su grandeza
y cercanía, su presencia salvadora, la fuerza misteriosa con que te atrae a Él...
Para ello, colócate allí en Palestina, en cada una de las escenas
evangélicas, participando en ellas:

- Eres un oyente de la sinagoga que escucha la homilía de Jesús, que


anuncia la llegada del Reino para los pobres, para ti. Te alegras con su
mensaje de salvación en favor de los paganos y crees en El, aunque sea
el hijo del carpintero, tu Mesías humilde y fuerte.
- En la escena de la curación del endemoniado te estremece la "autori-
dad" que irradia la persona y la palabra de Jesús, vencedor del diablo,
es decir, de los poderes que esclavizan al hombre. La autoridad de
Jesús no se debe a la fuerza de su personalidad; no se impone. Viene
de su misión, del contraste, precisamente, entre su figura humana nor-
mal y la palabra que trae de parte de Dios, que desenmascara los
poderes oscuros. Creer significa mucho más que admirar el "señorío" de
Jesús; es aceptarle como el Enviado de Dios para liberamos; es captar
en su persona, en sus actos, tal como aparecen en los textos
evangélicos, la presencia de Dios que está poniendo en marcha una
[88]
nueva humanidad. Tú mismo estás siendo salvado si crees que Jesús,
ese judío que habla en las sinagogas de Palestina, es tu salvador.
- Detente especialmente en la escena de la pesca milagrosa. Identifícate
con Pedro. ¿Qué te evoca cada una de esas imágenes? Porque, evi-
dentemente, Lucas hace una relectura de ellas: la pesca evoca la misión
de la Iglesia en el mundo, y Pedro nos representa a cada uno de los
cristianos, llamados a fiamos ciegamente en Jesús y a encontramos con
el Señor resucitado.
4. La mejor preparación de la Reunión podría ser la siguiente: ponte delante de
Jesús, el Resucitado que está con nosotros, y habla con Él, pídele conocerle,
creer en Él, amarle y adorarle, como Pedro.

Ficha 3. EL ESCÁNDALO DE LA MISERICORDIA

1. Esta vez la preparación de la Reunión comienza por la lectura orante del


texto evangélico: Lc 5, 12-6, 11.

El Reino comienza a actuar con Jesús, y escandaliza, pues ataca las


bases mismas de la fortaleza que el hombre construye para defenderse del
Amor, el estar en orden, el cumplimiento, las "buenas obras".

Según la mentalidad común, el Reino iba a venir para hacer justicia en


favor de los fieles a la Ley. El Mesías debía establecer juicio contra los
malvados. Pero ha venido a establecer gracia en favor de los pecadores.

Tuvo que ser, y sigue siendo, terrible que "ellos", los publicanos, las
prostitutas, los drogatas, los terroristas, los opresores, los enfermos de sida, la
escoria de la sociedad sea invitada al banquete mesiánico. Los fariseos, los
"justos", formaban, formamos el grupo de los practicantes, los profesionales de
"las buenas obras". ¿No cuenta para Dios tanto esfuerzo, sacrificio, fidelidad a
sus mandamientos y exigencias?

Jesús traía vino nuevo, la Buena Noticia inaudita, de parte de Dios: que
tal era la voluntad y alegría de Dios, salvar por gracia, prescindir de las obras.

¿Se puede discutir con el Amor si quiere regalar de balde el Reino? Para
los pecadores, para los "fuera de la Ley", era la gran noticia, que les permitía
tener dignidad, esperanza, posibilidad de cambio. Para los que se creían con
derechos adquiridos, con "méritos", Dios resultaba injusto. Esta reacción
demuestra la mentira de las buenas obras, el pecado-raíz de la apropiación, el
sistema de defensa frente a Dios y su amor, precisamente.

2. Es necesario, pues, que no hablemos de la misericordia de Dios suprimiendo


su fuerza escandalosa. En la manera de Jesús de acercarse al leproso, al
pecador, hay mucho más que compasión del superior que se inclina al pobre
desgraciado.

La pregunta radical que el Evangelio nos hace es ésta: ¿Dónde está


fundamentada mi vida religioso-moral? ¿En mi esfuerzo, en el cumplimiento de
[89]
la Ley, que me garantiza estar en orden con Dios y mi conciencia, en mi fide-
lidad y generosidad? ¿O por el contrario, he desmontado mi autoimagen, me
he liberado de la necesidad de verme bueno ante Dios y ante mí mismo, he
descubierto que no soy mejor que "los otros", me he visto desnudo, sin mérito
alguno, pecador hasta la raíz, y sorprendentemente, en vez de sentirme mal,
he sentido el gozo y la paz del amor gratuito e incondicional de Dios, que me
quiere como soy, más, que quiere crear vida de la muerte y siente más alegría
por un pecador que se convierte que por innumerables justos, a quienes no
puede reprochar nada y que, por lo mismo, son incapaces de dejarse amar
gratuitamente?

En otras palabras: ¿Con qué me justifico, con mis obras o dejo a Dios
que me justifique por gracia? ¿Prefiero ir a Dios con las manos llenas o con las
manos vacías?

3. Descubre al fariseo que todos llevamos dentro. Se le nota:

- En la tendencia a ver la paja en el ojo del prójimo y en la incapacidad de


ver la viga en el propio.

- En que sentimos más alegría al cumplir con nuestros propósitos que


cuando pensamos en el amor de Dios que se complace en nuestra
pobreza.

- Confundimos la experiencia de la Gracia con un amor que puede ser


utilizado como justificación de nuestra irresponsabilidad. Al contrario, es
el agradecimiento gozoso de ser amado lo que me abre a la entrega, no
mi propio sentido de responsabilidad.

- En cuanto hacemos algo que rompe nuestra autoimagen nos sentimos


separados de Dios.

- Manipulamos la confesión para tranquilizar nuestra conciencia y


teniendo la sensación de que, al confesamos, hacemos la buena obra
necesaria para que Dios nos perdone.

- Nos vemos con muchas faltas, pero mejores que una prostituta o un
ladrón, por supuesto.

4. Lee y ora con Lc l5

Es probable que te sientas identificado con los dos hermanos. Pero es el


padre el que reclama nuestra admiración, que Dios sea así, el que espera
siempre, el que perdona siempre, el que no tiene en cuenta...

Ficha 4. LA REVOLUCIÓN DEL REINO

1. Cuando se leen los textos programáticos de Jesús, como Mt 5-7 o Lc 6, 12-


49, fácilmente se deja uno llevar por cierto idealismo, por la belleza de un
[90]
mensaje que despierta nuestros sueños y anhelos. El camino más certero, sin
embargo, ha de ser inverso.

Primero, conviene ver y analizar la realidad del mundo con sus contra-
dicciones. Mirar con crudeza:

- El contraste entre los que no tienen lo elemental y los que tienen de


sobra; entre los que parecen condenados a la desgracia y los felices
satisfechos.

- Gente que lucha por mejorar la condición del hombre, y recoge palos,
ingratitud...

- ¿Merece la pena tomar en serio el mensaje del amor incondicional,


generoso, que no calcula? ¿Está hecho nuestro corazón para la sin-
medida? ¿No es precisamente este radicalismo la fuente de tantas
angustias y la causa de que tantos se quemen?

- ¿Se puede ser eficaz, se puede cambiar el mundo, optando por la no -


violencia, subordinando la eficacia a la verdad?

- ¿No es un sueño iluso y peligroso lanzar a los hombres como corderos


indefensos a la voracidad de los listos, a la guerra de intereses?

- Además, Jesús da por supuesto que sus discípulos serán como roca
firme, capaces de vencer las circunstancias adversas y sus propios
desánimos. ¿Dónde está ese hombre?

2. Ahora, lee y ora con Lc 6, 12-49

Jesús se dirige a ti, personalmente. Cada una de sus palabras te atañe.


Cuenta contigo para hacer la revolución del Reino.

Cuando Dios mira nuestro mundo, está claro que no responde a su


proyecto: injusticia, opresión, violencia, división... Ha enviado a Jesús para
cambiarlo. Y ahí comienza el cambio: dando la Buena Noticia a los pobres y
humillados de que Dios está con ellos, a su favor.

¡Ay de los ricos y satisfechos, pues Dios no está con ellos si no están
dispuestos a cambiar el Sistema que les favorece!

La tentación permanente es querer hacer la revolución con las mismas


armas con que se construyó el Sistema: violencia, odio, enfrentamiento;
pagando con la misma moneda. Jesús quiere cambiar el Sistema desde su
raíz, y la única fuerza transformadora es el amor sin violencia, la debilidad que
espera contra toda esperanza, la verdad que libera y no se impone, la lucha
que se solidariza y no divide...

¿Crees que no hay otra alternativa? Jesús parece un idealista ingenuo


con su programa. ¿No ves que tiene la clarividencia de quien acierta con las
[91]
verdaderas causas que desencadenan los poderes que esclavizan al hombre?
¿Hay otro modo de arreglar este mundo que el camino señalado por Jesús?

3. Cuestionario

- ¿Te sientes implicado, o este mensaje te sigue resultando extraño,


lejano, bonito pero irreal? ¿Dónde crees que está la dificultad para que
tu corazón vibre con estas palabras?

- Quizá te resuena tanto que sientes vértigo y miedo, y no sabes cómo


aplicarlo. Quisieras una receta para ponerlo en práctica. ¿Por dónde se
puede comenzar? Si miras tu familia, el ámbito profesional, la maraña
política...

- Jesús no suele acostumbrar a dar normas, sino a crear una sensibilidad,


un modo diferente de situarse en la realidad. Sin embargo, no es ningún
teórico, sino todo lo contrario, un profeta que anuncia y denuncia, que
despierta las conciencias y las empuja a la acción.

- Comienza hoy mismo a mirar a tu alrededor: ¿Quiénes son tus prefe-


ridos, tus actitudes ante la injusticia o la mentira, o al constatar el
deterioro de las relaciones humanas? Intenta asimilar las actitudes, el
espíritu del Reino.

- Y proponte algo sencillo, muy realista, para cambiar esa situación según
los valores del Evangelio.

- ¿Estás dispuesto a fracasar; a que no se te haga caso? ¿Cómo reac-


cionarás? ¿Le darás sentido a la frustración y seguirás pensando que
merece la pena?

Ficha 5. SENTIR LA UTOPÍA EVANGÉLICA

Esta ficha va a ser única, tanto para preparar la reunión como para
realizarla. Quiere ser una reflexión global sobre las fichas anteriores y,
particularmente, sobre la cuestión central del proceso de personalización
centrado en el Evangelio: sentir la utopía evangélica.

1. El verbo sentir se refiere no a la emoción primaria, sino al "corazón" en


sentido bíblico, al centro vital de la persona. "Sentir" la utopía evangélica
significa:

- Notar cómo la lectura del Evangelio, las reuniones en torno a él, nos
afectan, nos sentimos implicados, no meros espectadores que hacen
discursos.

- Notar cómo se despierta lo mejor de nosotros mismos en forma de


deseo de algo grande, de cambio personal, de compromiso por un
mundo más justo y fraterno...
[92]
- Notar cómo la persona de Jesús nos atrae, de modo que adquiere un
rostro concreto; nos interpela, suscita nuestra adhesión, comenzamos a
quererle más, estamos dispuestos a seguirle...

- Notar "sentimientos contrarios: unas veces de gozo al descubrir las


maravillas del Evangelio, otras, de rebeldía; unas veces de entrega
generosa, otras, de miedo; unas veces vemos claro que es el único
camino, otras veces sospechamos que es irreal, impracticable.

2. A través de estas semanas, quizá vamos comprendiendo que personalizar la


utopía evangélica, sentirla como algo mío, presupone algunas condiciones:

- Que me exige mi entrega, pero que lo decisivo es creer en la persona de


Jesús. La utopía evangélica no es para gente superdotada o super-
buena, sino para quienes fundamentan su vida en la gracia de Dios, no
en su propio esfuerzo.

- Que el secreto esta en centrar mi experiencia del Evangelio en la per-


sona misma de Jesús. Que es cuestión de amor, de percibir que yo
significo para Él, que me llama, y desde aquí, me fío de Él y le amo sin
calcular, a lo primario, como Pedro, aunque sospeche que ese amor
todavía es ciego e interesado.

- Lo cual supone que soy capaz de vivir "experiencias de incondicio-


nalidad". Sin éstas, nunca podrá ser personalizado el Evangelio.

3. Experiencia incondicional es aquella que me hace salir de mí mismo y me


hace vivir para algo que merece mi entrega. Puede ser:

- El amor, cuando éste no es un contrato calculado o está dominado por la


satisfacción de necesidades, sino me hace percibir al otro como sentido
de mi vida y me lleva a olvidarme de mí.

- Una causa noble, por ejemplo, la justicia o la opción por los pobres, si no
se queda a nivel de discurso o de un simple impulso momentáneo, sino
que dinamiza mis mejores energías en un compromiso.

- La experiencia de Dios, si no se queda en el sentimiento, sino que


supone el encuentro con el Absoluto, y en consecuencia, que la vida
consiste en vivir para Él, en hacer su voluntad por encima de todo.

- La adhesión al mensaje de Jesús, a su proyecto de transformación del


mundo, de modo que me hace vivir en tensión hacia la realización de
ese ideal, atrayendo mis energías personales.

- La experiencia única, intransferible, del significado determinante que


tiene la persona de Jesús, si no se queda en una actitud difusa y, por el
contrario, noto por dentro que no me pertenezco, que Él es mi Señor.

[93]
Es aquí cuando hay que hacerse esta pregunta, dedicándole tiempo de
reflexión y oración: ¿Con qué experiencia incondicional vivida anteriormente
está empalmando mi confrontación actual con el Evangelio? O a la inversa:
¿Es la lectura actual del Evangelio lo que me está posibilitando tener expe-
riencias de incondicionalidad?

4. Con todo, no conviene entender todo esto desde una radicalidad nítida, ya
que entonces el Evangelio será para personas excepcionales. Podemos
formularlo de otro modo:

- Si miro mi vida hacia atrás, ¿qué sueños, proyectos, ideales la han


marcado? ¿Desde dónde he dado sentido a mi vida?

- ¿Puedo describir cómo han ido cambiando esos ideales? ¿Por qué?

- ¿Hay alguna experiencia crítica, en que he tenido que prescindir de


ideales, o he tenido, más bien, que resituarlos? ¿Ha tenido algo que ver
con la edad, con los compromisos que la realidad me iba imponiendo?

- ¿Tiene que ver todo lo anterior con el proceso que estoy viviendo de
confrontación con el Evangelio? ¿Vivo la utopía evangélica como algo
aparte de ese proceso real de mi historia o me está ayudando a un
nuevo planteamiento de toda mi vida? ¿Cómo es este nuevo plantea-
miento: es utópico, es realista?

5. Hay utopías que son sueños para evadirnos de la realidad. Hay utopías
realizables, que exigen sabiduría:

- La sabiduría de la esperanza, la que se apoya en la promesa de Dios y


en la fuerza de su Espíritu Santo, dado a nuestra debilidad.

- La sabiduría de quien aprende a vivir respetando el ritmo de Dios y su


estilo, y que, por lo mismo, no se impacienta si a veces le parece que
nada cambia, y sigue luchando y cambiando. Tanto en lo personal
como en lo social.

Nota: La reunión consistirá en un diálogo abierto en que aparezcan los diver-


sos aspectos de esta ficha. Que alguien haga de moderador. Podrá servirle de
pauta orientar el diálogo siguiendo el orden de los números.

Ficha 6. ¿POR QUÉ LOS MILAGROS?

En otra época, la figura de Jesús haciendo milagros entusiasmaba. Hoy


resulta problemática, ya que la ciencia nos ha acostumbrado a conocer las
causas naturales de todos los fenómenos, aunque a veces parezcan extraños.

Por eso, nuestra reflexión sobre los milagros de Jesús no va a partir del
problema racional de si lo que hacia quebrantaba o no las leyes naturales, sino
de la experiencia creyente del milagro.
[94]
1. Recuerda algún acontecimiento en tu vida en que has experimentado la
salvación de Dios.

- Vivías una "situación sin salida", en que experimentabas tu finitud e


impotencia.

- Pediste ayuda a Dios.

- Y de manera imprevista, incontrolable, encontraste salida a la situación.


Tenías la sensación de haber sido salvado.

- Diste gracias a Dios por ello, y reforzó tu fe en Dios.

Tú sabes bien que lo importante no es probar que fue un milagro. Acep-


tas que la causa (por ejemplo, curación de una enfermedad ante la que los
médicos se sentían inseguros) fue natural. Pero tu experiencia trascendió la
explicación causal, pues aquella situación te hizo encontrarte con el Dios que
salva. La fe no anula la explicación natural de los fenómenos, sino que le da un
sentido trascendente, la pone en relación con Dios y nos hace vivir la situación
concreta con una densidad existencial nueva. La curación es cuestión
bioquímica, sin duda; pero es, sobre todo, cuestión existencial, pues en la
enfermedad experimenta el hombre que es criatura y que está esencialmente
amenazado por la muerte.

2. Lee ahora Lc 7, en que el evangelista describe diversas situaciones de


personas humanas que experimentan la salvación que llega con Jesús.
Unas son de tipo físico (curación, resurrección), y otras, de tipo espiritual
(la pecadora).

En medio de esta descripción, se introducen las palabras en que Jesús


da razón de sus actuaciones.

No está probando su poder divino, sino que es el enviado de Dios que


cumple lo anunciado por los profetas: la era de una humanidad liberada de
todas las formas de opresión, física, social y espiritual. Aquí está la respuesta
al porqué de los milagros de Jesús: son signos del Reino que está actuando,
signos de la salvación anunciada en favor de todos los que sufren.

Pero el mismo Jesús advierte que estos signos escandalizan. ¿Por qué,
si el milagro parece la prueba evidente, científica, diríamos hoy, de su misión?
Porque el milagro no es una prueba, sino un signo que puede ser interpretado
de diversos modos. Para el que cree en Jesús Mesías es la señal del Reino.
Para el que no cree en la misión de Jesús puede estar hecho con el poder de
Beelzebú, es decir, significar lo contrario, el anti-Reino.

En este contexto se entienden las palabras en que Jesús aparece a los


ojos de la gente sin el brillo de la figura ascética del Bautista, como una
persona normal, a quien se le tacha incluso de "comilón y borracho". Y es que
los milagros expresan la llegada del Reino como cercanía misericordiosa de
[95]
Dios que asume la condición humana (cf Mt 8, 16-17). Curar, comer con los
publicanos, aceptar las caricias de agradecimiento de una prostituta, significan
lo mismo: que ha llegado el Reino de la misericordia. Pero sólo el que tiene
espíritu de misericordia es capaz de ver el signo en lo que realmente significa.
El fariseo malinterpreta y se escandaliza.

3. Para la oración personal

- ¿Te sientes entre los que necesitan el milagro de la salvación, o no?


¿En qué lo experimentas?

- Busca en los evangelios alguna figura con la que te sientas especial-


mente identificado, y ora con sus palabras o con sus gestos: la hemo-
rroísa que se acerca en silencio a tocarle el vestido; el ciego que pide:
"Señor, que vea", etc.

- Haz el acto de fe en la misión de Jesús al estilo del centurión: fe sencilla,


humilde, entregada.

- Agradece al Señor saber que puedes contar con Él siempre, en cual-


quier situación; que ocurra lo que ocurra, Él es tu salvador.

Ficha 7. ¿POR QUÉ ALGUNOS SON ELEGIDOS?

1. Esta vez la preparación de la reunión comienza por el texto: Lc 8, 1-21.


Anota las frases que te chocan, por ejemplo: 8, 9-10.18.

Normalmente, suelen chocar porque nos da la impresión de que Dios es


arbitrario, que elige a quien quiere, y lo que todavía es peor, parece que a algu-
nos los condena de antemano a que "no vean ni entiendan" el Reino.

Elección es una de esas palabras-clave que atraviesa toda la Biblia y,


sin embargo, más dificultades de aceptación encuentra. ¿Por qué?

2. Cuestionario

- ¿Por qué necesitamos que Dios sea neutral? Si lo pensamos como juez en
un tribunal, no podemos aceptar que tenga preferencias. Pero ¿es que la
relación con Dios se basa en una relación neutral? ¿No es a la inversa, que
Dios es el amor rechazado, respecto al cual no tenemos ningún derecho?

- Recuerda en tu vida experiencias de amor, que suponen una elección y, sin


embargo, no te parecen injusticia: amistad, amor de pareja, hijos...

- Se supone que Dios es Padre y ama a todos por igual; pero que elija a
Israel, "el más pequeño de los pueblos" (cf Dt 7, 7-8), que elija a María en
su humillación (cf Lc 2, 48), que elija a Pedro y Andrés, sólo significa que
Dios no es un Dios que se ha quedado en las nubes, viendo cómo nos
[96]
comportamos, sino que se ha introducido en la historia humana, ha
asumido nuestra finitud, ha elegido un camino concreto de salvación. Por lo
cual la elección no es exclusiva, sino inclusiva: ha elegido a unos para que
se enteren todos.

- ¿Te parece injusticia que Dios elija precisamente a los más pobres?

3. Ahora vuelve a leer el texto. Quizá te resuene de modo nuevo, con una
visión más integral de lo que pasa entre Dios y el hombre cuando éste
escucha la Buena Noticia.

En efecto, el discurso de las parábolas expresa con imágenes lo que


está ocurriendo ahora mismo en el grupo, según vamos acercándonos al
Evangelio.

La diferencia de fruto que tiene la Palabra. Evidentemente, depende del


grado de acogida de la persona, pues uno puede estar cerrado como tierra del
camino, o ser pedregal o tierra con zarzas, y otro es "tierra buena que da fruto,
ciento por uno". Pero si le preguntas a éste cuál es la razón de que dé más
fruto, siempre te dirá que es obra de Dios, que Él le ha dado oídos para oír. Y
no lo dice por humildad, sino por experiencia real.

En las cosas medibles, efectivamente, la ley del crecimiento es por


esfuerzo y acumulación. Pero en las cosas del espíritu, la lógica es inversa: el
desapropiarse de lo que es don hace crecer el don, y el intento de controlarlo,
lo hace desaparecer. Piensa, por ejemplo, en cómo crece el amor que libera y
nos hace personas. Pues ¿cómo va a ser la dinámica del Reino? "Al que tiene
se le dará más".

El que tiene experiencia de elección no puede gloriarse más que en sus


debilidades (cf. 2 Cor 12, 8-10). Sabe que el don de ver y entender no le per-
tenece, y por eso, no oculta la luz, sino que la coloca en el candelabro para que
sea vista. Toda elección es una misión.

4. En temas como éstos, las explicaciones ayudan a espantar fantasmas que


entorpecen el proceso; pero la experiencia que "entiende por dentro" es luz
del corazón. Algunas pistas de oración:

- Alégrate de que Dios sea libertad de amor que elige. ¿No te parece
maravilloso que haya elegido a María, a Pedro, a Francisco de Asís... a esa
persona que tú conoces?

- Si no te alegras, ¿no será que tienes envidia de que Dios sea bueno y
quieres poseerlo como si fuese propiedad tuya? Lee Mt 20, 1-16.

- Según vas viviendo el proceso de personalización y vas conociendo al Dios


de la Biblia, de Israel y de Jesús, ¿no vas notando cómo cambia tu imagen
de Dios, que antes era una especie de idea o un personaje justiciero y
neutral, pero no comprometido en una historia de amor salvador, y que
[97]
ahora, sin embargo, lo ves cercano, compartiendo nuestra condición
humana, fuerte y vulnerable, a un tiempo?

- ¿No notas que Él está creando una relación significativa contigo, que se ha
fijado en ti? ¿Por qué te extraña, si él prefiere a los pequeños?

Ficha 8. ¿POR QUÉ EL EVANGELIO PRODUCE ANSIEDAD?

El Evangelio no produce ansiedad en todos los casos; por ejemplo, en


quienes tienden a identificarse con altos ideales, viviendo más de deseos que
de realidades, o en los que son incapaces de plantearse la vida como algo
incondicional y sólo saben acomodarse a las circunstancias. Pero los que
desde jóvenes despertaron al sentido de la vida desde algo o alguien absoluto,
ahora, en la adultez, experimentan la fuerza de las limitaciones, la ambigüedad
de las realizaciones, las resistencias de la sociedad y de uno mismo a vivir los
valores evangélicos, la desproporción entre los ideales que uno desea y la
posibilidad de alcanzarlos... ¿cómo no ha de producir ansiedad el Evangelio?

1. La ansiedad es un sentimiento de desasosiego interior con muchos


matices: unas veces se parece a la frustración que produce el sentirse
culpable por tener metas tan elevadas e imposibles; otras nace de no poder
sentir con paz pulsiones oscuras y amenazantes (sexo, agresividad). Y la
verdad es que cuando se toma en serio el Evangelio, éste puede provocar
todo:

- Lo mejor de nosotros mismos: la entrega incondicional.


Y lo peor: la megalomanía del héroe, las fantasías de omnipotencia.

- La fe en las promesas de Dios.


Y lo contrario: el voluntarismo perfeccionista.

- El agradecimiento gozoso del amor de Dios presente en Cristo.


Y su contrario: la necesidad de huir de sus exigencias.

- La experiencia transformadora de una vida nueva, insospechada.


O el miedo que paraliza, pensando que el Evangelio es para "santos".

- La esperanza de los que han descubierto la fuerza de ser pobres.


O el infantilismo de los que se refugian en deseos ideales y estériles.

El problema central quizá sea éste: que la ansiedad bloquea la expe-


riencia liberadora del Evangelio, trastocando la Buena Nueva en una nueva
ley, tanto más opresora cuanto sus exigencias son más altas. Por eso, cuando
en el proceso de personalización del Evangelio domina o se reitera el senti-
miento de ansiedad, es que algo está mal planteado, sea por parte de la per-
sona que escucha o de la catequesis que lo expone.

[98]
2. Como suponemos que estas catequesis presentan un Evangelio autén-
ticamente liberador, sin evitar los conflictos que conlleva, intentemos discer-
nir lo que pasa en el que escucha.

- ¿Qué pasa, que quieres cumplirlo ya, lo miras globalmente y te asusta,


porque no ves su aplicabilidad en tu vida concreta?

- ¿Por qué tiendes a deseos globales y te cuesta atenerte a cosas más


sencillas y de vida ordinaria?

- ¿Es que notas que te remueve zonas de tu persona que antes estaban
tranquilas, como que antes dominabas tu mundo, hecho a tu medida, y
comienzas ahora a darte cuenta que no vas a disponer de ti?

- ¿Te parece que el Evangelio no respeta las necesidades humanas, los


procesos de maduración, y que lanza a las personas a metas imposibles?

- ¿Te culpabiliza o te produce insatisfacción cada vez que lo lees sintiéndote


implicado? ¿Tiene algo que ver con algún problema tuyo pendiente, de falta
de autoestima o de necesidad de autojustificación?

3. A primera vista, la ansiedad aparece como negativa. Sin embargo, puede


ser muy positiva:

- Porque es señal de problemas pendientes, psicológicos o espirituales, por


ejemplo, de no aceptación propia o de una vida cristiana mal fundamentada
en propósitos y esfuerzos propios;

- Porque puede señalar que la persona está comprometiéndose a fondo y no


sabe cómo vivirlo en su realidad concreta;

- Porque puede ayudar a despertar la verdadera fe, la que no se alimenta ni


de deseos idealistas ni de procesos calculadores.

Por eso no se trata de dar una receta para resolver el problema de la


ansiedad, y sería fatal reprimir la ansiedad-desasosiego que produce el
Evangelio aferrándose a una paz superficial, la que no quiere problemas ni
conflictos. Al revés, se trata de vivir un proceso en que se elabora e integra la
ansiedad a partir de la experiencia teologal de la fe.

Lo cual exige pedir al Espíritu Santo, ya que sólo Él puede comunicarnos


el espíritu del Evangelio y producir en nosotros la experiencia liberadora, y la
sabiduría paciente, de quien sabe que estas cosas se realizan a un nivel
profundo de la persona.

4. Lee y ora con Heb 4

La vida cristiana es un camino arduo, y la tentación de acomodarse es fre-


cuente, aunque se haya descubierto su grandeza.

[99]
La figura de Jesús, que vive nuestra misma condición humana, al realizar
su misión salvadora, nos da la clave para resolver nuestras ansiedades y mie-
dos.

Ficha 9. NUESTRAS DIFICULTADES PARA EL CAMBIO

La ficha anterior partía de una reacción normal, de ansiedad, que puede


bloquear el proceso, pero que, bien elaborada, lo potencia. Suponía una per-
sona de buena voluntad, pero que no tiene integrado el inconsciente psicoló-
gico cuando éste se encuentra con el ideal evangélico de vida.

Esta ficha aborda un nivel más existencial y espiritual (en muchos


casos no es fácil distinguirlo del inconsciente psicológico), lo que Pablo llamaría
lucha irreductible entre carne y espíritu.

1. Lee y ora con Gál 5

- En una época uno se adhiere al ideal cristiano de vida, incluso se des-


pierta en nosotros la fuerza de la fe; pero luego experimentamos difi-
cultades inesperadas o sentimos el vértigo de lo desconocido, y vol-
vemos a hacer nuestra "vida de seguridad", acomodada.

- A veces este estancamiento viene influenciado por causas externas, por


ejemplo, amigos cristianos que, con buena voluntad, no han querido
complicarse la vida o sacerdotes que no entienden "por dentro" el
Evangelio.

- El retrato que hace Pablo de la carne y del espíritu, contraponiendo vicios


y virtudes, se presta a equívocos. Puede ser leído como virtudes que hay
que alcanzar, cuando lo que expresa es la acción transformadora del
Espíritu en quienes se liberan de la ley y comienzan a vivir de la fe
actuada por el amor, o sea, teologalmente.

- Vivir teologalmente presupone la experiencia fundante de quien antes


justificaba su vida con su esfuerzo y su cumplimiento y su compromiso, y ha
descubierto con gozo que es Dios el que nos justifica gratuitamente en
Cristo Jesús.

- Al leer el texto quizá no nos sentimos identificados con las "obras de la


carne", pues describe vicios "gruesos" o “graves”. Es que leemos a Pablo
en clave moralista, mirando nuestra conducta. La clave de este texto es
espiritual, es decir, nos ayuda a discernir la dinámica interior, el principio
que anima nuestra conducta. Cabe ser intachable estando movido "por la
carne". Cabe tomar en serio el Evangelio "carnalmente", no desde el
espíritu de Jesús, sino de nuestro espíritu, incluso con la mejor buena
voluntad.

[100]
Se nota a la larga, por los frutos de transformación interior. Por ejemplo,
hacer opciones radicales de austeridad "carnalmente" conduce a rigidez y juicio
contra el prójimo. Espiritualmente, a humildad y compromiso para los demás.
Entregarse a los pobres carnalmente termina por "quemar", y en el mejor de los
casos, a hacer de los pobres una causa partidista. Espiritualmente, a mirar a
los ricos como personas y a amarlos sin exclusión, aunque en los conflictos
sociales uno se ponga a favor de los más débiles.

2. Por eso, es necesario discernir dos niveles:

a) El nivel en que se contrapone el egoísmo al amor, es decir, si estamos


dispuestos a luchar contra nuestras tendencias a ser insolidarios o vio-
lentos o ambiciosos o lujuriosos... Discernimiento relativamente fácil
para los miembros del grupo, ya que seria un contrasentido leer y orar
con el Evangelio, buscando el éxito machacando a los demás o acu-
mulando riquezas.

b) El nivel sutil en que lo carnal está entremezclado con lo espiritual. Por


ejemplo, cuando Jesús me atrae a cumplir sus palabras, pero no en
función de normas que me tranquilizan, sino como dinámica de entrega
incondicional, siento dos movimientos interiores contrarios: por un lado,
deseo de entrega; por otro, miedo, duda, desazón... Este nivel es el más
importante en el proceso de personalización, ya que sitúa la percepción
del Evangelio en el corazón de la persona: que personalizar el Evangelio
no consiste en estar convencido racionalmente de su valor y vigencia o
desearlo como un ideal, sino en una dinámica interior que transforma la
persona entera. Jesús lo ha dicho: Mis palabras son espíritu y vida (Jn
6, 63).

3. Pide el Espíritu Santo y ora con este Cuestionario:

- ¿Vas notando que el Evangelio te está pasando al corazón, y que apa-


recen esos sentimientos contrarios?

- Escribe en un papel lo que sueles sentir; en una columna lo que te


empuja al sí; y en otra, lo que se te resiste por dentro. ¿Aparecen
algunos textos o temas en particular? ¿Qué te dicen de ti mismo y de tu
vida esos sentimientos contrarios?

- Si te miras sinceramente cara a cara con Dios, ¿cuál es tu pecado


radical, tu principal resistencia al Evangelio?

- Lo que acabas de formular ¿supone discernimiento del corazón o refleja,


más bien, tu propio perfeccionismo?

[101]
Ficha 10. EXIGENCIAS EVANGÉLICAS Y NECESIDADES
HUMANAS

1. Cuestionario personal

- ¿Cómo vives tu lectura del Evangelio, como exigencia que no te permite


tener en cuenta tus necesidades humanas, o armonizas bien ambos
aspectos?

Dos ejemplos para el discernimiento:

- Cuando viene "una colecta de cáritas” para atender a una necesidad


urgente u ordinaria, ¿te tranquilizas pronto la conciencia dando una
limosna más o menos significativa, o tienes conciencia clara de que el
compartir cristiano exige mucho más? En este caso, ¿cómo te las
arreglas para adquirir paz? ¿Pasas a otra cosa, o haces un
discernimiento adecuado?

- Cuando alguien te ha hecho una ofensa y te cuesta perdonarle, ¿cómo


resuelves tus sentimientos de agresividad? ¿Los justificas y adoptas
medidas razonables de no saber nada con esa persona, te culpabilizas y
andas buscando cómo tranquilizar tu conciencia, o haces un
discernimiento adecuado?

- Hasta que Dios no nos da un alto grado de libertad interior haciendo que el
amor triunfe en nuestro corazón, el cristiano ha de tener en cuenta el ideal
evangélico, al que tiende, y su momento real, que no está a la altura de sus
deseos. ¿Cómo vives esta bipolaridad?

- Hay gente que cree que es cuestión de voluntad, de empeñarse en amar


incondicionalmente. Este voluntarismo alimenta la necesidad de
autoimagen, pero termina quemando, pues no respeta el momento de la
persona y sus necesidades.

- Hay gente que acomoda las exigencias evangélicas a sus necesidades


egoístas, y no se entera de nada.

- Hay gente que sabe discernir el momento de su proceso, y va respon-


diendo a Dios y respetando su obra. Y entonces, en algunos casos, la
persona tiene que dejar al lado ciertas exigencias evangélicas para
integrar ciertas necesidades no vividas, que bloquean su libertad interior
(por ejemplo, lograr autoestima, integrar el principio de placer; adquirir
cierta autonomía del yo, etc.), sabiendo que esto es algo previo y
necesario, plataforma para un futuro, olvido de sí y entrega a Dios y al
prójimo. Hay otros, por el contrario, que necesitan soltarse de miedos y
resistencias, y han de hacer ciertas renuncias que ponen a prueba su
confianza en Dios y el grado de su consistencia humana y espiritual (por

[102]
ejemplo, no acumular dinero en función de seguridades razonables,
dejarse comer por los demás, sin tiempo para sí, etc.).

- Hay gente, también, que por discernimiento tiene muy claro que no tiene
que plantearse el problema entre exigencias evangélicas y necesidades
humanas, porque su camino personal, su obediencia concreta a Dios, no
considera el Evangelio como una norma o un ideal de vida al que tender.
Su radicalidad no tiene signos especiales, sino anónimos, pues se nutre
de actitudes de amor y servicio.

Todo lo anterior; ¿te ilumina algo sobre ti y tu momento?

Pídele al Señor luz, y formúlate con toda sinceridad esta cuestión:


¿Crees que debes hacerte estas preguntas, o realmente te estorban en tu
camino de libertad interior y vida cristiana?

Este camino de discernimiento no es para todos, ciertamente.

2. Lee y ora con Rom 12

La vida cristiana se hace "desde dentro", como renovación interior, pues


es el amor el que discierne, no la perfección del cumplimiento de la ley, aunque
ésta consista en las exigencias evangélicas.

Lo cual supone un percibir el ser y el obrar como gracia, de modo que el


don recibido en Cristo nos parezca mucho más grande que nuestras metas y
ambiciones.

Esto nos posibilita ser sencillos y contentamos con la medida de gracia


que Él haya querido darnos y la misión encomendada dentro de su plan de sal-
vación y en el cuerpo místico de Cristo.

El signo de esta libertad interior es la paz por la que aceptamos nuestras


limitaciones y confiamos en el amor de Dios más grande que nuestra con-
ciencia. Se traducirá en la alegría de gozarnos con el bien ajeno, sin
compararnos.

Por eso, el que tiene el espíritu de Jesús sabe de antemano lo lejos que
está del amor que todo lo da y nada se reserva, pero sabe también que el amor
no se mide por la radicalidad externa (austeridad, renuncia de bienes, cambio
de estado de vida, etc.), sino por el mismo amor paciente, humilde, solidario,
generoso.

3. Uno de los puntos esenciales de este camino de personalización es el ir


descubriendo mi propio camino, mi unicidad personal y mi vocación
intransferible.

[103]
Nos desorienta compararnos con otros, tener que reproducir esquemas
de perfección, hacer del Evangelio una lista de normas exigentes...

Ficha 11. ¿SE PUEDE VIVIR EL EVANGELIO EN EL MUNDO?

1. Los temas de las fichas anteriores se situaban en la persona, en su proceso


de transformación. Esta confronta el Evangelio con el contexto externo, laboral
y social.

¿Por qué será que la reacción primaria, cuando se lee el Evangelio, es


de distanciamiento de la realidad que nos rodea? Sin embargo, Jesús no fue un
monje aislado de la sociedad, ni pertenecía a una casta sacerdotal. Todo su
lenguaje está marcado por la vida ordinaria de la gente: trabajo, comercio,
relaciones familiares...

- ¿Será que vivimos en una sociedad más adversa a la fe que la que


Jesús encontró en su época? No parece, si atendemos a los conflictos
que Jesús padeció.

¿Será, cabalmente, que entrevemos los conflictos, y entonces pensa-


mos que, para vivir el Evangelio, hay que separarse del contexto y crear
grupos especializados?

- ¿Será que no sabemos articular la radicalidad del proyecto de vida de


Jesús con las condiciones concretas que lo posibilitan sin hacer un
inundo aparte?

2. Leyendo el Evangelio, parece que Jesús suscitó dos tipos de discípulos: los
que se unían a él en su estilo de vida (predicación itinerante) y los que vivían
en sus casas, como cualquier otro judío de su época (por ejemplo, sus amigos
de Betania). La Iglesia primitiva también institucionalizó la misión de
fundadores de iglesias o de predicadores itinerantes; pero las cartas apostóli-
cas están dirigidas a los miembros normales de las comunidades cristianas,
que viven en Tesalónica o en Corinto.

Lee, por ejemplo, la carta a los Colosenses.

- ¿Tienes la sensación de que es posible vivir la vida cristiana en el mundo?

- Da nombre a las principales dificultades, en qué temas te parece poco


menos que imposible aplicar los principios cristianos a la vida. ¿Por qué
esos temas precisamente, y no otros?

- Esos temas concretos, ¿qué te dicen de tu planteamiento de vida? ¿No


será que quizá, sin darte cuenta, te falta sabiduría espiritual y práctica?;

[104]
- que ya llevas un tiempo personalizando la fe, quizá comienzas a pensar
que es posible plantear esos temas de modo distinto. ¿Por qué no haces
un esfuerzo de reflexión y elaboras, por escrito, un pequeño plan de vida
según las luces que ahora tienes?

- ¿Te ocurre a la inversa, que, según vas conociendo el Evangelio, más


difícil te parece su aplicación? ¿Qué te da a entender esto?

3. Las parábolas de Jesús explican cómo actúa el Reino en la Historia, y usan


imágenes dinámicas:

- Que es como levadura en la masa. Así que no se trata de esperar a que


cambie el sistema ni de vivir en el mundo estando aparte.

- Que trigo y cizaña van juntos y hay que respetar que sea así. De modo
que no se trata de crear "formas puras", sino de asumir la ambivalencia
de nuestra presencia en el mundo.

Lee y ora con Mt 13, 23-24.

4. Pero también dice que el Reino crece misteriosamente, cuando al


sembrador le parece que no se mueve.

Lee y ora con Mc 4, 26-29.

Lo cual quiere decir que quizá, en el razonamiento sobre la viabilidad o no


del Evangelio, estamos manifestando que no terminamos de creer en su fuerza
liberadora para nosotros y para el mundo.

No es momento para perdemos en preguntas, sino para ponerlo en mar-


cha, para llevarlo a la práctica. ¿Cómo?

- Cambio de actitudes.

- ¿Qué puedo hacer en mi vida ordinaria, hoy mismo, que me acerque


más al proyecto de Jesús?

Ficha 12. ¿DÓNDE ESTÁ EL REINO?

El Reino es lo más grande, "lo que el ojo no vio, lo que el oído no oyó, ni el
corazón del hombre puede soñar" (1 Cor 2); pero el Reino está ahí "para quien
tiene ojos para ver", pues no viene a lo grande, en poder y gloria, desde fuera.
Está entre nosotros (Lc 17, 20-21).

1. Cuestionario:

[105]
- A la luz de la persona y el estilo mesiánico de Jesús, ¿está cambiando tu
modo de percibir la presencia y acción de Dios en tu vida, en lo que te
rodeo, en ti mismo?

- Concreto esto, señala signos del Reino.

2. Mira dentro de ti y describe tus signos del Reino, por ejemplo mira si estos
signos se parecen a los tuyos:

- ¿Te ves distinto por dentro, aunque los demás te juzguen con los
esquemas de siempre? ¿Otro tipo de ser persona?

- ¿Menos ansioso, con menos prisa, con mejor aceptación de ti mismo?

- ¿Integras mejor libertad y fe, autorrealización humana y disponibilidad


para con Dios, integración de necesidades personales y solidaridad con
el prójimo?

- Lees tu historia de un modo global y unitario, y hasta lo más oscuro


comienza a tener sentido.

- Creer ya no te parece algo externo (prácticas religiosas, cumplimiento de


normas) o una especie de superestructura añadida a tu persona (ideas
preconcebidas, montaje eclesial), sino una vida maravillosa que nace
dentro de ti y que hay que cuidar como lo más precioso.

- ¡Cuánto ha cambiado tu relación con Dios! Antes era algo impersonal o


que dependía de tu estado de ánimo. Ahora es Alguien viviente, libre,
inmanipulable, pero cercano, intimo...

- Antes creías que la espiritualidad consistía en un "mundo aparte",


sublime, para especialistas. Ahora vas descubriendo que el Espíritu
actúa, lo recrea todo, desde la vida ordinaria y tus actitudes.

- Valoro más lo cotidiano (familia, trabajo, relaciones...). No que me


satisfaga más. Estoy aprendiendo a vivir a fondo.

¿En verdad los signos anteriores los sientes como tuyos? [En caso de una
respuesta negativa: entonces, ¿qué pasa? ¿Qué algo te bloqueo, aunque
pones esfuerzo y trabajas el proceso de personalización? ¿Que no te
implicas?]

¿Necesitas hablar con alguien?

3. Por encima de todo, el Reino está donde está Jesús.

Jesús se manifiesta, principalmente, de dos modos:

[106]
a. Haciéndose presente en nuestras vidas como fuente de nuestro ser y
actuar.

Lee y ora con Jn 7.

Deja que el texto exprese y despierte en ti el misterio de la persona de


Jesús que atraviesa la existencia de todo creyente.

b. En el rosto del hombre, especialmente del que sufre.

Lee y ora con Mt 25, 31-46.

Hay quienes primero descubren a Jesús en persona, y desde él, al pró-


jimo, imagen de Dios vivo. Otros descubren el misterio del hombre, y a
través de él, se encuentran con Jesús. Los caminos son múltiples. Lo
definitivo es amar.

El Reino está donde se da el amor.

Para que la oración no se quede "en las nubes", pregúntate cómo vas
uniendo esos dos modos de presencia de Jesús, el de la intimidad con
Él y el de la praxis evangélica, la oración y la acción, el amor de Dios y el
prójimo.

Ficha 13. EL EVANGELIO ES PARA LOS PEQUEÑOS

Ficha única, para "catequizando" y "catequista". Su objetivo es retomar las


doce fichas anteriores y abordar el núcleo desde el que el Evangelio puede ser
personalizado: la sabiduría de los pequeños.

1. Leer y orar con Mt 11, 25-30.

2. Para discernir si el texto evangélico lo has entendido "por dentro":

- No se confunda pequeñez evangélica con falta psicológica de autoestima.


Es perfectamente compatible tener confianza psicológica en si mismo y
no apoyarse existencialmente en uno mismo, sino sólo en la Gracia.

- Se evitan, a la vez, los dos extremos: el realismo que tiene sentido de las
propias limitaciones, pero está replegado sobre sí mismo, calculando
todo, confundiendo la humildad con la prudencia de no arriesgar nada; y
las fantasías del deseo, que confunde la fe en las promesas de Dios con
la necesidad de sentirse héroe, o fuerza el ritmo de la obra de Dios,
confundiendo generosidad con voluntarismo e impaciencia.

[107]
- La sabiduría evangélica de los pequeños hace "síntesis de contrarios":
alegría de ser amados en la propia pobreza y esperanza en la grandeza
de Dios que hace maravillas con nuestro barro; paz inquebrantable, en
medio de la conciencia de ser pecador, y responsabilidad siempre mayor;
humildad, que prefiere la verdad de lo que uno es a todos los sueños, y
agradecimiento, porque el don de Dios es siempre mayor.

- La clave, la de siempre: conocimiento interior y experiencia liberadora de la


gratuidad del amor de Dios. El pobre del Reino no vive de la ley, sino de
la confianza. La alegría de ser justificado y salvado por gracia es su
fuerza.

- Lo negativo adquiere sentido positivo dentro del conjunto de la historia de la


salvación.

- Se han vivido procesos de crecimiento humano, de autonomía personal;


pero la vida consiste en apertura y disponibilidad a lo que Dios quiera.

Lo de menos es el grado en que estas pistas de discernimiento hayan


sido personalizadas. Lo importante es que ya no son algo extraño, ajeno a uno
mismo o para personas "muy espirituales". Ahora resuenan por dentro, en
corazón, y por eso guían desde dentro.

3. A esto se llama conocimiento interior del Evangelio.

Teológicamente, esto quiere decir que el testimonio exterior de la


Palabra y el testimonio interior del Espíritu coinciden (leer 1 Jn 5, 6-13).

Pedagógicamente, esto quiere decir que vamos aprendiendo a escuchar


el Evangelio con oídos nuevos:

- Sentimos la Palabra como vida, no sólo como un libro de doctrina o de


enseñanzas morales.

- Sentimos que Jesús se revela actualmente a través del Evangelio, de


modo que su persona adquiere fuerza de amor que nos hace salir de
nosotros mismos hacia Él. Al sentirnos discípulos nos vincularnos a Él
mismo.

- Sentimos que esta Palabra es única: nos ilumina por dentro, desen-
mascara nuestras mentiras, liberándonos de nuestros miedos.

- La vida humana y su problemática ya no son un caos a la deriva. El


Evangelio responde. Lo que tenemos que hacer es comenzar a actuar,
dejar que el Evangelio pase a través de nosotros.

- El Evangelio nos descubre a Dios-Padre. Nunca podríamos sospechar


que Dios fuese así, tan grande y tan humilde, tan infinito en su amor que
[108]
nos entregase a su propio Hijo, y quisiera compartir con nosotros
nuestra miseria y sufrimiento.

5. ¿Es el momento de replantear nuestro modo de leer y orar con el


Evangelio? Quizá ahora se simplifica el método:

- Importancia de la actitud de fe en esta Palabra.

- Leer en presencia y por referencia a la persona de Jesús.

- Lectura en que la reflexión da paso progresivo al encuentro interpersonal


con Jesús y la libertad del corazón, que prefiere adorar, dar gracias, decir
palabras de amor...

- Frases que tocan el corazón y alimentan la relación viva, inmediata, sin


necesidad de análisis ni confrontaciones.

- Y, sin embargo, tener cada vez más claro que escuchar el Evangelio y
encontrarse con Jesús no puede cerrarse en un intimismo piadoso, en
estar a gusto. El verdadero amor consiste en obediencia, en entrega a la
voluntad de Dios y a su proyecto de amor, verdad y justicia.

- Dar siempre primado al amor que transforma. No confundir la lectura del


Evangelio con un programa práctico.

Ficha 14. CUANDO CREER EN JESÚS ES CANDALIZA

1. Entramos en la segunda parte del Evangelio con una doble sensación: por
una parte, de que es aquí donde se nos revelan "las riquezas insondables del
misterio de Cristo" (cf. Ef 3); por otra, de ser llevados a donde no esperábamos.
Este camino se resume en la experiencia que muchos cristianos tienen de su
fe: que Jesús es un gran seductor, que hace promesas insospechadas; pero, a
la hora de la verdad, lo que nos ofrece no es un camino de rosas, sino de
negación y sufrimiento. Por eso, conviene que iniciemos este camino con
lucidez cristiana:

- ¿Tienes alguna experiencia de lo que acabas de leer? ¿Cómo la ves ahora,


que, quizá, estás viviendo un proceso nuevo de libertad interior?

- ¿Cómo andas de confianza en Jesús? ¿Te parece que merece la pena


creer en Él, a pesar de todo?

- ¿Hay en tu vida alguna situación en que la fe es tu fuerza y tu paz, en


medio del sufrimiento?

- ¿Qué te dice esta famosa frase: "¿Qué sabe el que no ha sufrido?"

[109]
2. El escándalo mesiánico consiste en que el Mesías Jesús viene a traer el
Reino, símbolo de nuestros sueños y realización de todas las promesas de
plenitud, y sin embargo, lo que acontece es exactamente lo contrario: que es
necesario que el Hijo del hombre sufra y muera por nosotros. ¿Por qué? ¿O es
que, precisamente, esa sabiduría de la cruz es el único camino para la rea-
lización del Reino?

- Expresa por qué era necesario ese camino. Pero no recurras a ideas
aprendidas sobre la Redención, sino a experiencias de sufrimiento que
has comprobado como necesarias para ti como persona o para un grupo
humano.

- Más concretamente: ¿En qué aspecto de tu vida has esperado que Dios
respondiese a tus expectativas y, sin embargo, te has sentido frustrado?
Puede ser algo material, pero también espiritual. Le has pedido, has
confiado, creías que debía concedértelo... ¿Cómo has reaccionado ante
esta frustración? Resentimiento, desconfianza, desconcierto, rebeldía...
O por el contrario, ahí has aprendido lo mejor de tu experiencia cristiana
y de tu libertad interior: la obediencia confiada a sus planes, creciendo
en amor, comprendiendo el estilo misterioso del actuar de Dios.

3. Las reflexiones anteriores servirán para dar contenido real, para que el texto
evangélico tenga resonancias vivenciales. Pero conviene que el proceso se
haga escucha del Evangelio.

Para ello, el material indicado es Mc 6, 47-8, 30. Ten en cuenta estos


aspectos:

- Que al principio, quizá, la adhesión a Jesús es superficial y que ahora


eres llamado a creer en su persona por encima de tus deseos y expec-
tativas.

- El escándalo mesiánico, la sabiduría de la cruz, sólo puede ser asumida


desde el creer sencillo y total en Jesús, si no necesitas controlar todo. Si
tus miedos necesitan respuestas inmediatas, el Evangelio te dice que
vayas detrás de Jesús sin entender, dejándole a Dios la iniciativa.

- No se trata, pues, de ser valiente y heroico o de tener una fe que tras-


lada montañas, sino de fiarse con todo lo que somos y vivimos.

- Todo depende de algo muy simple, que parece insignificante, pero que
es invencible: creer en Jesús, confesarle como Mesías. Quizá hagas el
acto de fe como Pedro, a lo grande, diciéndole que vas a entregar tu
vida por Él. ¡Es hermoso! Pero, ¿no será un poco iluso? O quizá lo
hagas con la humildad de quien no se siente seguro, pero se abandona
confiadamente: "¿A quién iremos? Sólo Tú tienes palabras de vida
eterna".

[110]
Ficha 15. SEGUIR A JESÚS

1. Continuando con el tema anterior, la personalización de la fe está pidiendo


asumir el escándalo mesiánico fijando nuestra mirada en Jesús. Para ello,
dos momentos de oración con dos textos:

- Mc8, 31-9,1

Jesús habla claramente de su destino: la Cruz.

En Pedro nos sentimos perfectamente reflejados.

La reacción de Jesús, enfrentándose con Pedro, nace de la hondura de su


obediencia al Padre y de su sufrimiento ante la incomprensión de los
suyos.

Soledad de Jesús, cada vez más total.

Todo creyente está llamado a perder la vida por ganarla.

- Lc 9, 28-36

Jesús subió a orar. Había fracasado su intento de traer el Reino mediante


la liberación del amor. Necesita aclararse.

Una vez más, como siempre, dijo si al Padre, que le hacía entrever la
culminación de su misión en la muerte. Entonces se reveló su gloria, ¡cómo
pertenecía Él al Padre!

Un Mesías crucificado parece la gran ruptura con todo lo soñado. Pero


Moisés y Elías lo confirman; el AT entero está atravesado por la ley de
salvación mediante el sufrimiento.

(Se puede leer, como complemento, Heb 11-12).

Pedro insiste en sus sueños mesiánicos... Nuestro pobre corazón humano


cargado de sueño, torpe, hambriento de felicidad, seducido por el brillo
superficial de las cosas...

Un día seremos introducidos en la nube y escucharemos la voz del Padre


que da testimonio del amor de su Hijo hasta la muerte.

Pidamos al Espíritu Santo oídos para oír la voz del Padre y ojos para ver la
gloria del Reino en este camino de rebajamiento.

2. El mejor modo de trabajar este tema no es hacer el análisis de nuestros


miedos o de nuestros impulsos. Es probable, en efecto, que aparezcan los
[111]
sentimientos contrarios: de echamos para atrás ante semejante panorama o de
desear imitar a Jesús, compartir con Él su amor generoso y despojado de todo.

Lo mejor es vivenciar todo aquello, aunque sea pobre y pequeño, que


nos ayude a identificarnos con Jesús:

- Qué realidades estamos viviendo ahora mismo, de las que tendemos a


huir, pero que sabemos que nos obligan a salir de nosotros mismos, y
por intuición, que nos ayudarán a crecer.

- Recordar alguna herida a la que no terminamos de dar sentido. Pedir el


Espíritu Santo para que, mirando la Cruz, comencemos a comprender".

- ¿Por qué no intentas asimilar las actitudes de Jesús en esa situación


concreta que te molesta? ¿Qué haría Jesús en tu lugar?

- Cuando el amor comienza a ser evangélicamente libre, suele comenzar


a sentir una serie de preferencias, que por sí mismas chocan con
nuestro modo natural, por ejemplo, preferir callar a excusarse, preferir
tener en cuenta a los ancianos y enfermos, o a las personas de con-
vivencia difícil, preferir compartir lo que se tiene, preferir dar a recibir...

3. Ésta es la única pregunta de discernimiento que se pide en este


momento: ¿Conocer la alegría de dar sin recibir de amar ocultamente, de
sacrificarte por los demás, de preferir la fe oscura a la fe sensiblemente gra-
tificada?

No hace falta pensar en cosas heroicas y extraordinarias, sino de la vida


ordinaria, por ejemplo, la satisfacción íntima de perder el tiempo escuchando
problemas ajenos.

Con una observación: que no se confunda esta dinámica con la vuelta


atrás, a un cristianismo obsesionado con la renuncia, o a la necesidad de auto-
justificación mediante el sacrificio.

Se supone que vamos descubriendo que la negación de nosotros


mismos nace de libertad, del despliegue del amor que nos hace preferir al
otro.

Ficha 16. EL AMOR AL PRÓJIMO

Este tema nos introduce en el núcleo mismo del Evangelio. Éste no sólo es
revelación e iluminación del sentido de la vida humana, sino transformación y
praxis.

1. Leer y orar con Lc 10


[112]
Este capítulo expresa, en su complejidad, una misma dinámica o hilo
conductor, que es el que va a guiar nuestra reflexión: el hombre que cree en el
Evangelio vive saliendo de sí mismo.

- Si es enviado a anunciar explícitamente la buena noticia del Reino.

- O si su vida consiste en las tareas más ordinarias y anónimas.

El prójimo siempre está ahí.

Es importante advertir el carácter realista que Jesús da al amor: Anda y


haz tú lo mismo. Es como si no se fiase de nuestra manía por tener que dar
razones para todo y nuestra tendencia a refugiamos en la teoría o en los bue-
nos deseos para sentimos justificados.

2. ¿Por qué decimos que quien está personalizando el Evangelio va haciendo


consistir su vida en salir de si?

- Comienza por distinguir el amor al prójimo como ley y el amor al prójimo


como vida. Aquél se impone desde fuera, y aunque sea realizado con
responsabilidad, sólo suscita un orden de conducta, no nos hace
"buenos" por dentro.

- El Evangelio es real si coge al hombre entero, y en la medida que da un


sentido a su vida, le hace experimentar la salvación y desencadena un
proceso de liberación, cambia la actitud radical hacia el otro, que
comienza a ser persona, a tener rostro, a ser alguien para mí, a ser un tú
viviente, que goza y sufre, tiene necesidades y al que necesito...

- El Evangelio es real cuando la fe no se alimenta de fantasías ni disocia lo


espiritual y lo material, lo divino y el mundo en que vivimos, la oración y
la acción, sino que todo va unificándose por dentro, precisamente, en el
amor, porque la calidad de la vida consiste en dar calidad a todo lo real.
Cada vez vives menos de proyectos ideales, de objetos imaginarios, y te
parece más importante lo que tienes entre manos, mejor dicho, las
personas concretas con quienes convives o que te salen,
inesperadamente, al paso, especialmente, esas que el Evangelio va
descubriéndonos como las preferidas de Dios.

- Salir de sí es el movimiento íntimo de Dios al enviarnos a su Hijo; es el


estilo de Jesús, abierto al Padre y entregado a los hombres; la fuerza del
Espíritu Santo, que nos libera de nuestro egocentrismo. Lo cual se
realiza cuando nos encontramos (como el samaritano) con alguien que
está en la cuneta y, sin más, salimos de nosotros mismos y subor-
dinamos nuestros intereses a los del otro.

[113]
3. Con el amor al prójimo ocurre como con todas las cosas importantes de la
vida: si vamos cambiando por dentro será el primer sentimiento que aflore; pero
será lo último que aprendamos a realizar. ¡Hasta que amemos como el Padre
con medida generosa, rebosante! (cf. Lc 6, 35-38).

Así que más vale que concretemos nuestra reflexión:

- ¿Quién es tu prójimo en este momento, a la luz de la parábola del


samaritano?

- Valora, agradece, alégrate de este cambio de tu corazón, que va apren-


diendo a no juzgar, a ver a las personas como algo muy valioso, a ser
bueno con los que te cargan, a ser cariñoso con los que te molestan, a
compartir tiempo y bienes materiales, culturales y espirituales...

- ¿Puedes discernir cómo está produciéndose en ti esta sabiduría del salir


de ti mismo, que ya no sientes como una obligación, sino como sentido
de tu vida y fuente de libertad? Seguramente no ha sido cuestión de
grandes ideas o planes de vida, sino de experiencias concretas, por
ejemplo, a raíz de que te aceptaste mejor a ti mismo, o a raíz de la
experiencia de ser amado por Dios, o a raíz de una relación afectiva en
la que estás madurando, o a raíz de encontrarte con situaciones difíciles
de personas conocidas, o a raíz de algún compromiso adquirido de
ayuda al prójimo...

Ficha 17. LECTURA DE LA PASIÓN

Es famosa la frase que dice que los Evangelios son unas largas
introducciones a los relatos de la Pasión y Resurrección. En efecto, la fe
cristiana se resume en lo que aconteció en Jerusalén: que Jesús fue juzgado,
condenado a muerte, crucificado y sepultado, y que al tercer día resucitó. Sin
embargo, no se trata de creer en los hechos desnudos, sino en lo que esos
hechos revelaron y siguen revelando: la llegada del Reino. Dicho de otra
manera, que en lo acontecido entonces se ha realizado para siempre la
Salvación, de tal modo que hoy me atañe directa y personalmente a mí y a
todos los hombres. Por eso releemos y meditamos y celebramos
permanentemente en la comunidad cristiana dichos acontecimientos.

1. Lee y medita Lc 22-23. Cuestionario:

- Es probable que esta lectura te haya evocado resonancias de tu infancia (la


pasión está asociada a los relatos del "héroe sufriente"). ¿Te ha parecido
nueva la lectura que acabas de hacer? ¿En qué?

- ¿Desde qué perspectiva has hecho espontáneamente la lectura de la


Pasión: algo terrible que ocurrió en el pasado, muy importante para ti, o
algo actual, que tiene todo que ver con las grandes cuestiones de la

[114]
humanidad y de tu vida, por ejemplo, el sentido del sufrimiento, la lucha
por la verdad y sus armas débiles frente a la violencia de los poderosos?

- ¿Qué perspectiva ha sido dominante: la humana, en que Jesus aparece


como un modelo de hombre y de profeta, que lleva hasta el final sus
principios; o la divina, en que Jesús realiza los designios salvadores de
Dios, entregándose hasta la muerte "por nosotros"? ¿Sientes unidas
estas dos perspectivas, o disociadas e incluso contrapuestas?

- Pablo resume la Pasión de Jesús y su experiencia en esta frase:


"Me amó y se entregó por mí" (Gál 2). ¿Qué te dice a ti esta frase?

- ¿Hay algún personaje con el que te sientes especialmente identifi-


cado? ¿Por qué?

2. Vuelve a leer de nuevo Lc 22-23

Algunas pistas que iluminan la lectura:

- Cada escena tiene su unidad y contiene su propio mensaje.

- No se trata de "pensarlo mucho", descifrando el mensaje, sino de dejar


que la escena sea percibida en su densidad humana y divina. Es enton-
ces cuando resulta actual.

Por ejemplo: Que Jesús calle ante Herodes no es sólo una anécdota;
manifiesta ¡tantas cosas!

- Exige, pues, un clima orante.

- Al final de toda la lectura, deja que broten de dentro esos sentimientos


básicos que muestran el significado real que tiene para ti la pasión y
muerte de Jesús: agradecimiento, arrepentimiento, confianza, súplica...

3. Complemento casi necesario:

- Salmo 22(21).
- 1s 53.

4. ¿No tienes ahora la sensación de vértigo, de que Dios debe estar loco por
nosotros al haber llegado hasta ahí?

Ora con Jn 13. Sin duda, después de este recorrido, tendrá resonancias
especiales.

[115]
Ficha 18. ¡RESUCITÓ!

1. Ésta es la Buena Noticia:


- que da sentido al sin sentido;
- que ha puesto en marcha la nueva humanidad;
- que ha inaugurado el Reino de Dios;
- que demuestra que Dios está definitivamente a favor del hombre;
- que nada está perdido y todo será recobrado;
- que el cielo, la utopía más grande, está ya realizándose desde los dina-
mismos de la historia;
- que Dios mismo se entrega para ser vida eterna del hombre.

Dicho así, ¿no volvemos a hacer de la fe una ilusión del deseo?


Sin embargo, la fe en la Resurrección trasciende de tal modo lo que
nosotros podemos comprobar humanamente (la victoria de la libertad sobre la
tiranía, de la solidaridad sobre el egoísmo, de la vida sobre la muerte), que es
un auténtico comienzo nuevo radical: o creer o no creer.

Evidentemente, no se trata de creer en el hecho, sin más, como si uno


tuviese que creer en los extraterrestres o que en el cementerio han comenzado
a levantarse los cadáveres de los sepulcros. Se trata de la fe que da vida al
corazón, es decir, desde la que cambia radicalmente el sentido de la vida. En
efecto, si Jesús ha resucitado, la muerte ha sido vencida, y lo que Él decía es
verdad, y el proyecto de Dios que Él inició está en marcha.

La resurrección significa que Jesús vive (Lázaro revivió para volver a


morir) y, por lo tanto, que Él tiene la última palabra, que puedo confiar abso-
lutamente en El, que puedo encontrarme con Él personalmente.

Comienza, pues, a preparar la reunión en este punto nuclear, sin texto


evangélico: ¿Crees o no crees que Jesús de Nazaret, el que anduvo por Pales-
tina a comienzos de nuestra era, el que murió bajo Poncio Pilato, vive?

No se trata de imaginar cómo vive, sino de abrir los ojos de tu corazón


(la fe, no la imaginación) a Su presencia. Aunque te parezca que dudas, que tu
fe es pobre, que no sientes nada especial, dile: ¡MI SEÑOR!

"Nadie puede decir 'Jesús es Señor' sino bajo la acción del Espíritu
Santo" (1 Cor 12).

2. Ahora es cuando puedes leer 1 Cor 15, reflexionando sobre este texto, que
te ayudará a situar tu fe en la Resurrección.

- Por un lado, la insistencia de Pablo en el acontecimiento real de la


Resurrección. Por otro, en sus consecuencias existenciales.
[116]
- Cómo se trata, simultáneamente, del testimonio de la Iglesia, apoyado
en las apariciones a los discípulos, y por otro, en la experiencia per-
sonal de la fe en Jesús, sin necesidad de apariciones.

- Cómo la Resurrección significa el cumplimiento del AT y el comienzo


del mundo nuevo, mientras esperamos el futuro último, la vuelta del
Resucitado al final de la historia. Ahí se sitúa la experiencia y la misión
del cristiano.

3. Termina de preparar la reunión con Lc 24.

Deja para otro momento las cuestiones racionales que te suscitan los
relatos de apariciones. Procura captar su sentido profundo.

Detente especialmente en el relato de la aparición camino de Emaús.


Algunas pistas:

- También para los discípulos fue un sin sentido haber puesto tanta
esperanza en el libertador Jesús y encontrarse con su fracaso.

- ¿Tienes alguna experiencia de sufrimiento en que, al cabo de cierto


tiempo, has comprobado lo ''necesario'' que era?

- Quizá te sientas identificado con ese camino que recorren los peregri-
nos, iluminados por la Sagrada Escritura; cómo, sin ellos darse cuenta,
todo adquiere una nueva luz; cómo se nota el cambio del corazón...
¿No es algo de esto el proceso de personalización?

- Hay muchos modos de encuentro personal con Jesús: acoger al que va


de paso, compartir, celebrar la Eucaristía (la fracción del pan, en todas
sus formas)... ¿Recuerdas alguna experiencia especial de presencia de
Jesús en tu vida?

Ficha 19. LA IGLESIA

1. El tema de la Iglesia resulta siempre sintomático, pues para algunos es el


ámbito evidente de su fe y para otros el obstáculo más importante.
Comencemos por algunas preguntas:

- Echa una mirada general a tu historia de creyente y distingue las fases y


cómo ha ido cambiando tu modo de sentir a la Iglesia.

[117]
- ¿Tiene algo que ver tu modo de sentir a la Iglesia con tus cambios
humanos, por ejemplo, que, al hacerte más autónomo, te hiciste también
más crítico?

- ¿Hay algún aspecto de la Iglesia que te resulta especialmente pro-


blemático? ¿Ataca la fe misma o se trata sólo de aspectos externos?

- ¿Puedes decir que la Iglesia pertenece a tu fe o que es sólo un ámbito


de transmisión y de expresión social? ¿Qué contenido das a la Iglesia
en cuanto objeto de fe?

- ¿Te sientes Iglesia? Concreta cuándo y cómo.

2. Lee y ora con Hech 1-2, prolongación lógica del evangelio de Lucas.

- Mira por encima de lo anecdótico-milagroso el acontecimiento salvador


que realiza el Espíritu Santo, al suscitar una comunidad de hombres
convocados por la Palabra y que, bautizados en la muerte y resurrección
de Jesús, realiza el proyecto de Dios de la nueva humanidad.

- Evidentemente, Lucas traza una imagen ideal de la Iglesia, que no existió


entonces ni existe ahora. ¿Deja por eso de existir esa comunidad, el Pueblo
de Dios de los últimos tiempos, que, en medio de la historia, es signo del
señorío de Jesús Resucitado y de la fuerza victoriosa de su Espíritu?

- ¿Qué aspectos te han llamado más la atención en esos capítulos? ¿Los


que vienen de Dios, creando algo nuevo, o la realización humana del
amor fraterno? En tu visión actual de la Iglesia, de tu parroquia, ¿dónde
pones espontáneamente los acentos, en lo divino, que sólo se capta en
la fe, o en la realización práctica de determinados valores?

- No se oponen, sin duda, ambas dimensiones; pero ¿las tienes integra-


das? Una fe infantil necesita ver a la Iglesia perfecta. Una fe madura ve
en la ambigüedad de lo humano la presencia misteriosa de la Gracia.

3. Escribe en una hoja dónde percibes que, efectivamente, la Iglesia es signo


del Reino de Dios en la historia, y que, precisamente, como signo no es algo
que se impone; exige, más bien, ojos de fe. Pero cuida de no recurrir a ideas
preestablecidas, sino a realidades concretas de tu vida ordinaria. A modo de
ejemplo:

- ¿Conoces en tu familia alguna persona que ha sido para ti una refe-


rencia viviente de la fe, sin por eso dejar de ver sus defectos e inco-
herencias cristianas?

- ¿Eres consciente de lo que recibes en tu parroquia?

4. Pregunta crucial: ¿Qué serías tú sin Iglesia?


[118]
No es una pregunta genérica. Imagínate que no hubieses conocido a
Jesús, ni su Evangelio...

5. Después de tantas preguntas, la mejor preparación de la reunión sería orar


con la Iglesia. Hay muchos modos de hacerlo. El principal, la Eucaristía. Otro,
que el cristiano va descubriendo poco a poco, es el credo.

Es el símbolo de nuestra fe, la expresión de nuestra identidad. Somos la


Iglesia:

- que cree en Dios Padre, creador de todas las cosas;

- que celebra la historia de la Salvación realizada en Cristo muerto y


resucitado;

- que ha recibido la vida del Espíritu para inaugurar en el mundo, entre luces
y sombras, el proyecto de Dios sobre el hombre;

- que nos unimos por la misma fe, el mismo bautismo, la misma esperanza;

- que hemos conocido el amor del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, amor
fiel, que quiere manifestarse a través de nosotros, construyendo un mundo
nuevo, anticipo del futuro.

Ficha 20. EL ENCUENTRO CON JESÚS

A partir de esta ficha, el proceso de personalización va a ser iluminado


con textos del evangelio de Juan. Nadie ha explicitado mejor la soberanía de la
persona de Jesús en la vida del discípulo.

Algunas observaciones para la lectura orante:

- Cómo el símbolo (agua, pan) evoca, simultáneamente, realidades


diferentes dentro de una misma dinámica, la de la plenitud del hombre:
saciar la sed, buscar la verdad, recibir el Espíritu Santo...

- Cómo el Jesús de la escena evangélica, que dialoga junto a un pozo


con una mujer, es el Jesús resucitado que me sale al encuentro ahora,
mientras yo busco agua que me plenifique definitivamente.

- Leer el texto viéndome "dentro de él", ya que Juan evita lenguajes


anecdóticos y nos introduce directamente en esa relación única,
incomparable, de Jesús y la persona humana.

1. Punto de partida: el encuentro con otra persona.

[119]
- Hay experiencias de encuentro que son de paso, y otras,
determinantes. ¿Cuáles han sido en tu vida de este género?
Recuérdalas: momento, lugar...

- ¿Qué cambios han producido en tu vida?

2. Leer y orar con Jn 4

Escena cargada de resonancias: Jesús, una mujer y un pozo. ¿Qué te


evoca esta primera presentación de los personajes?
Diálogo de relación que, partiendo de lo más externo, penetra en el
corazón, lo desenmascara, lo atrae...
Jesús, casi sin darse cuenta, se te va haciendo Señor, y no por
imposición, sino por cercanía, por intimidad.
La misión (último punto del discípulo) nacerá del gozo del encuentro, del
descubrimiento de la persona de Jesús.
3. Cuestionario
— ¿Has ido notando un cambio en tu relación con Jesús durante estos
años?
— La experiencia se sitúa en la afectividad. Una persona es
determinante cuando me cambia el corazón. ¿Qué te dice eso de
“pertenecer” a Jesús?
— Compara con otras experiencias de pertenencia. ¿Lo sientes como
algo liberador y plenificante, o como amenaza de tu libertad? ¿Qué
hay detrás de estos sentimientos primarios?
— Todo depende de cómo percibo la presencia de Jesús en mi vida.
¿Sigue siendo un personaje del pasado, el Señor del cielo, un
modelo de conducta, o va tomando cuerpo en mi vida? ¿He ido
sintiendo que significo para El, que, al menos, puedo significar? ¿Te
asusta semejante regalo o lo deseas apasionadamente?
— La relación con Jesús se percibe, ciertamente, desde el corazón;
pero consiste en la fe. ¿Qué misterio es el acto de fe, en que al salir
de ti mismo, al adherirte con todo tu ser a esta persona, te
encuentras, por fin, con el don de los dones, con la riqueza absoluta
que es Jesús en persona? El es el don de Dios al mundo. Por eso se
dice tantas veces en el evangelio de Juan que el que cree tiene la
vida eterna.
4. Ora de nuevo, pero centrándote de un modo más directo todavía con la
persona de Jesús: Jn 7, 37-38.
Escucha las palabras de Jesús dirigidas personalmente a ti.

[120]
Ficha 21. ¿DE QUÉ VIVO: DE NECESIDADES O DE FE?
(Ficha única para Grupo y Catequista)
1. En el Evangelio no se hace una disociación entre vida material y vida
espiritual, pues el hombre es la unidad de cuerpo-alma; pero sí se hace entre
vivir en función de las necesidades y vivir de la fe en Dios.
El proceso de personalización implica la experiencia de liberación que
permite a la persona creyente hacer de la fe en Jesús el pan de su vida.
¿Cómo se hace esto? ¿Qué camino ha de recorrer el creyente para llegar a
esta experiencia siempre sorprendente? ¿Por qué, al parecer, sólo algunos
llegan a vivir efectivamente de la fe? ¿Cómo hay que entender este primado y
suficiencia de la fe?
Esta vida de fe, hacer de la fe el pan de vida:
— No quiere decir que la fe en Dios no haya de tener como objeto algo
material, sino que Dios no ha de ser utilizado en función de lo
material. Pero tampoco en función de fines espirituales, como
alcanzar las metas de nuestra ambición de vemos virtuosos o de
alcanzar altas experiencias místicas.
— La fe significa subordinar todo, lo material y lo espiritual, a la voluntad
de Dios.
— Descubrir que Dios nos da lo material como signo de una promesa
mayor. Pero también, que. desear lo espiritual menospreciando lo
material es signo de orgullo espiritual, verdadera enfermedad mortal.
Todo deseo del espíritu pasa por la aceptación gozosa y humilde de
las propias necesidades humanas y, sobre todo, del amor al prójimo
necesitado.
— La fe significa llegar a alimentarse y gozar con el hecho mismo de
fiarse de Dios, esperar en El y amarle. Dios mismo, en persona, es
nuestro pan, nuestra delicia, nuestro banquete. Quien no sea capaz
de trascender la satisfacción de necesidades materiales está siendo
un esclavo. Las promesas y los dones de Dios son siempre mayores.
— Lo que pasa es que, cuando nosotros nos imaginamos y deseamos
esos bienes mayores, esperamos algo extraordinario, intenso,
deslumbrante. Pero los gozos espirituales, que nacen de la fe (pues
hay gozos espirituales que no nacen de la fe, sino de la potencia
religiosa del hombre que se proyecta en lo sublime), suelen ser
sobrios, humildes, muy interiores, que transforman las actitudes de la
persona, abriéndola al amor, en el olvido de sí. Y esto es lo
desconcertante: que Dios llena en sobreabundancia, si uno está
dispuesto a valorar más su voluntad que la propia, si uno aprende a
recibir el don como inmerecido y a no disponer de él.
— ¿Qué es para nosotros más don: ese pan que comemos en la
Eucaristía, cuyo sabor y fuerza sólo es posible captar en la fe, o la
realización de nuestros deseos de felicidad desbordante, sin
[121]
problemas, o la seguridad de nuestro bienestar sin conflictos, o la
conquista de experiencias superiores del alma?
— Nada realiza a la persona como la fe; pero ésta se halla expuesta al
escándalo. Porque es como Jesús, el don máximo de Dios al mundo;
pero ¡tan humano, tan poca cosa, tan desconcertante, tan indefenso,
tan como nosotros!
2. Lee y ora con Jn 6
El capítulo describe las fases de esta dinámica de la fe. Conviene
detenerse en cada una de ellas:
a) Jn 6, 1-15.
Si Dios satisface nuestras necesidades inmediatas, estamos dispuestos
a creer en El y hacerle nuestro Rey.
Pero el mismo Dios que atiende las necesidades materiales, que nos
cuida como a hijos, no se deja utilizar.
b) Jn 6, 16-21.
Incluso el discípulo, el que parece entender mejor el estilo de Jesús,
tiene la tentación de apresarlo, de retenerlo, en función de sus
necesidades de seguridad.
¡Cuánto cuesta dejar a Dios a su aire!
Se comienza a ser creyente cuando uno entiende “por dentro”, cuando
se experimenta libertad en la desapropiación.
c) Jn 6, 22-40.
Con frecuencia buscamos a Dios trascendiendo nuestras necesidades,
dedicándonos a valores superiores, morales y religiosos.
Pero o exigimos signos que nos permitan controlar a Dios, sintiendo que
tenemos derecho, o pretendemos conquistar a Dios con nuestro
esfuerzo, a base de obras buenas.
¿Cuándo entenderemos que basta creer?
Y creer es recibir el don como don, sin más.
Y quedarnos anonadados al recibir como don nada menos que a Jesús
mismo, el Hijo.
Pero a Jesús se le recibe en el acto de creer, sin más.
Creer es recibir el don y el don sólo puede ser percibido como don en el
acto de creer, renunciando a la pretensión de conquistarlo, a todo
derecho sobre él.

[122]
La desapropiación de nosotros mismos se realiza en el acto mismo de
darse cuenta de que el don es inmerecido, más grande que nuestros
deseos, infinito, ¡nada menos que Jesús!
d) Jn 6, 1-59.
La fe inicial ha de ser puesta a prueba, porque, sin damos cuenta,
seguimos imaginando a Dios y sus dones a nuestra medida, según
nuestras megalomanías.
Que la vida eterna se realice en la Cruz, que la plenitud de todas las
promesas se realice en la Eucaristía, rompe todos nuestros esquemas
racionales y religiosos.
Aquí no se discute. La fe oscura se hace luz, cuando cree y come,
agradece y se entrega confiadamente.
e) Jn 6, 60-71.
Pedir al Señor la fe verdadera, la que nace del Espíritu, no de nuestra
“carne”.
Hacer el acto de fe, humilde y total, como Pedro, estremecidos, gozosos,
conscientes de que este acto de fe es obra de Dios en nuestro corazón.

Ficha 22. VIVIR DEL ESPÍRITU SANTO


1. El tema de la vida, aprender a vivir, vivir a fondo, vivir de la fe, se repite en
este libro. En efecto, el proceso de personalización integra en una unidad lo
antropológico y lo teologal. Partamos, pues, de estas reflexiones que servirán
de discernimiento:
— Hay personas que se dedican “a lo espiritual”, pero no saben vivir como
personas. Hay que sospechar, legítimamente, que hacen de lo espiritual
un “montaje” que oculta el miedo a la vida, más concretamente, al riesgo
de tomar la vida en sus manos.
— Hay personas que nos admiran por su fuerza humana, cómo luchan y se
confrontan con la vida. Pero cuando las hemos comparado con las
bienaventuranzas (Mt 5) o con el talante vital de Jesús, nos ha parecido
que falta algo, que son demasiado protagonistas de sí mismos o de sus
proyectos, que les falta la libertad interior de no disponer de sí mismos,
esa paz más honda del corazón, que trasciende todo equilibrio y toda
potencia de personalidad.
— A los cristianos nos cuesta mucho vivir conscientemente del Espíritu
Santo; pero cuando leemos el Evangelio o ciertos textos
neotestamentarios sobre Él (cf. Rom 8; 1 Cor 13), conectamos
inmediatamente con su lenguaje y contenido. Hablan de un hombre
nuevo, renovado interiormente, cuya vida, siendo plenamente humana,
no nace de ninguna conquista del hombre.

[123]
2. Veamos uno de esos textos: Jn 14.
a) Jn 14, 1-14.
A la mayoría de nosotros nos ocurre como a Felipe: entendemos las
ideas de las palabras, pero no su contenido real (el conocimiento interior de
Dios la transformación que se realiza en el hombre, cuando éste cree en Jesús
como camino, verdad y vida).
Sin embargo, percibimos algunos signos misteriosos, de los que
comenzamos a damos cuenta al escuchar, precisamente, las palabras de
Jesús:
— La fuerza de libertad que tiene el confiar en Jesús.
— El tipo de conocimiento que se da cuando se va creciendo en fe. No
tiene nada que ver con el saber que acumula información. Es una
especie de afinidad, de conexión vital, que ilumina todo desde una
perspectiva distinta. Sorprendentemente, no se puede separar
inteligencia y corazón, pues es un amor que hace conocer “desde
dentro” de la realidad misma, por una especie de comunión espiritual.
— No se queda nunca en algo meramente íntimo; siempre se traduce
en obras. ¿Qué obras? A veces, de energía para entregarse a
actividades osadas en favor del prójimo. Otras, de amor paciente, fiel,
desinteresado. En cualquier caso, la sensación más clara es de no
saber de dónde le nacen a uno estas obras. Mejor dicho, no cabe
disponer de la fuente; pero están ahí como don.
b) Jn 14, 15-26.
— El Espíritu Santo viene de Dios, pero vive en nosotros. No pienses en
experiencias extraordinarias, como cuando nos imaginamos las
cosas que nos cuenta santa Teresa. Cuando la verdad no es algo
aprendido desde fuera (dogmas, convicciones aprendidas,
reflexiones propias...), sino una luz que ha ido creciendo por dentro y
te habita, como roca firme, más fuerte que tus miedos y dudas, pero
liberadora, que no actúa con violencia ni rigidez, sino mansa y
sencilla, abierta a Dios y al prójimo, que, por encima de todo, se
ensancha con las palabras del Evangelio, es que entonces el Espíritu
Santo está dentro de ti.
— Jesús vive; pero el espíritu grita dentro de nosotros, cuando nuestra
incredulidad no termina de creérselo, cuando el mundo y la mentira
quieren negarlo.
— El Espíritu Santo nos defiende de nosotros mismos, pues la peor de
las tentaciones es nuestra pusilanimidad, la estrechez y raquitismo
de nuestro corazón, incapaz de creer en la grandeza de Dios que se
complace en elegir a criaturas frágiles como nosotros para hacer
resplandecer entre los hombres su amor infinito.
c) Jn 14, 27-31.
[124]
— Según avanza el proceso personalizador de la fe, el fruto más claro
suele ser el de la paz. Al principio suele ser más bien psicológica, y
coincide con la aceptación de sí. Poco a poco se hace más honda, y
permanece en el nivel trans-psicológico de la persona, incluso en la
noche más oscura de la pérdida de un ser querido y en la ausencia
de Dios.
— Su signo más fuerte y evidente: nada puede arrebatar esa paz, si el
creyente se abandona confiadamente a la voluntad del Padre, ya que
esta paz es la fuerza de Jesús en su Pasión y el don de su
Resurrección.
3. Discernir en ti mismo:
— Signos que, en tu experiencia, se parecen a lo que se acaba de decir
— ¿Qué sería ahora para ti vivir del Espíritu Santo? Piensa en un
problema difícil, interior o exterior que exige de ti un corazón nuevo.

Ficha 23. FE INICIAL Y FE ADULTA


(Ficha única para Grupo y Catequista)
Un verdadero creyente siempre tendrá la impresión de estar en una fe
inicial, pues el don de Dios ha sido tan inconmensurable que nunca está a su
altura. De ahí su súplica constante: “Señor, aumenta nuestra fe”. Con todo, no
puede negar el desarrollo, que tiene un inicio y, con el tiempo, se consolida.
1) Vendría bien, según vamos terminando este ciclo, mirar retrospectivamente
el proceso vivido y distinguir las fases más significativas:
a) El paso de una fe “sociológica” a una fe personalizada, pero inicial. Algunas
pistas de discernimiento:
— La fe sociológica consiste en una mera asimilación pasiva de
creencias aceptadas en el contexto social en que uno vive.
La fe personalizada implica un cuestionamiento personal, y el intento
de comprometerse vitalmente en un proceso.
— Aquélla se alimenta de esquemas preestablecidos.
Ésta exige una síntesis propia, que pasa por el espíritu crítico.
— Aquélla se da de una vez por todas, no desencadena cambios.
Ésta es dinámica y produce cambios de la persona a todos los
niveles, interiores y de conducta.
b) El paso de una fe inicial a una fe fundamentada.
— En aquélla la persona se alimenta de su búsqueda.

[125]
En ésta siente que ha sido encontrado.
— Aquélla depende de sistemas de seguridad (autojustificación, control
de la vida espiritual, eficacia en el compromiso por los demás...).
Ésta ha descubierto la gratuidad del amor de Dios y se ha liberado de
la ansiedad de poseer obras, méritos, metas...
— Aquélla se debate entre extremos: por un lado, crecer en autonomía
humana; por otro, abandonarse en las manos de Dios.
Ésta ha hecho la síntesis de contrarios: mi libertad consiste en hacer
la voluntad de Dios.
c) El paso de una fe fundamentada a una fe adulta.
— Aquélla todavía proyecta desde el deseo (de autoplenitud, de
perfección espiritual, de experiencia sentida, de transformación
comprobada del mundo).
Ésta se encuentra pacificada desde la desapropiación. La esperanza
se nutre del cada-día, en humilde abandono.
— Aquélla ama generosa, pero interesadamente.
Ésta nace en el corazón de Dios, más allá de la gratificación o de la
eficacia.
— Aquélla tiene miedo al sufrimiento.
Ésta ha encontrado su tesoro oculto.
2. Leer y orar con Jn 13, 36-38; 16, 16-24; 21, 15-19
La figura de Pedro nos retrata a todos.
El evangelista Juan insiste en la necesidad que tiene el discípulo de
pasar de una inteligencia demasiado “humana” (aunque tenga el brillo de la
generosidad engañosa de Pedro de morir por el Maestro) a la verdadera
inteligencia de la fe en Jesús, que exige pasar por la muerte y resurrección de
Jesús.
Dicho claramente: Nadie puede seguir a Jesús. Éste ha de quedarse
solo, asumiendo el pecado del mundo, la traición y abandono de sus discípulos.
El mismo, Jesús, ha de crear la respuesta del discípulo a partir de su muerte y
resurrección. La fe pascual, por ello, está representada por Pedro: nace de la
nada, de su pecado, como don del Resucitado.
Ése es el contraste, tan llamativo, entre la arrogancia de Pedro la
víspera de la Pasión y el diálogo que sigue a la pesca milagrosa, tan humilde.
Sin duda, es uno de los signos más claros de la fe adulta: la que no se
apoya en sí, sino en el amor fiel del Señor.

[126]
De ahí la paradoja característica de la antropología cristiana; que el
máximo de adultez se da en el máximo de infancia.
— Pero no se trata de la infancia primaria, de quien no quiere ser
responsable de sus actos, sino de la infancia reconquistada, que
supone descubrir como fuente de la propia responsabilidad la
soberanía de la Gracia.
— Ni de la infancia que busca protegerse en Dios, porque no acepta los
conflictos de la realidad, sino de la simplicidad del corazón, que ha
aprendido a asumir la vida desde la confianza incondicional en Dios.
— Ni de la infancia que sueña fantasías, sino de la lucidez de la
esperanza cristiana, que da sentido a todo, a la finitud, al fracaso y al
pecado mismo, porque somos hijos de Dios y estamos en buenas
manos, nuestro Padre omnipotente y salvador.
3. Terminar la Reunión con una oración comunitaria:
— A la luz del Salmo 131 (130) o de Mt 6, 25-34.
— Expresar en voz alta el deseo más íntimo que tiene cada uno de esta
vida de fe adulta.
— Para ello, tal vez, si es necesario, hacer referencia a situaciones
concretas donde se experimenta el grado de nuestra fe, inicial o
adulta.
— O bien, dar gracias, desde la conciencia agradecida de que el don de
Dios es siempre más grande de lo que nosotros experimentamos.

Ficha 24. UNA MISIÓN QUE CUMPLIR


Está claro que la fe en Jesús va unida a la misión y que personalizar el
Evangelio culmina en ser para los demás. Lo vimos al tratar del amor al
prójimo. Lo vamos a ver desde la perspectiva de la misión a cumplir.
1. Misión significa:
— Conciencia clara de que es Dios el Señor de la historia y, por lo tanto,
que la vida humana está habitada por su presencia salvadora, incluso
en los peores momentos.
— Más: que Dios es Alguien personal que nos llama por nuestro nombre
a cumplir una misión concreta.
— Más: que cualquier misión, aunque parezca insignificante, es de
infinito valor si es Su voluntad.
— Más: que lo importante no es la perfección de la tarea, sino la
obediencia de amor, aunque seamos torpes.
2. ¿Por qué nos cuesta tanto personalizar nuestra misión?
[127]
— Porque pensamos que se trata, sobre todo, de acertar, cuando lo
importante es vivir de cara a El, buscando en todo su voluntad, ya
que El no nos garantiza acertar, sino ser fiel y estar con nosotros.
— Porque personalizar la misión es fruto de un proceso de
transformación, en que experimentamos que la vida consiste en
ponerla en sus manos, y no de modo genérico, sino a la luz de la
experiencia personalísima de ser amado y llamado exactamente yo,
con mi pobreza.
— Porque valoramos más la tarea o nuestro proyecto que la misión que
nos ha encomendado.
— Porque buscamos más gratificación en la eficacia que el humilde
servicio al Señor y al prójimo.
3. Lee y ora con Mc 16
Conclusión del Evangelio, conclusión de nuestro camino evangélico de
personalización.
Jesús ha resucitado. La Buena Noticia ha de ser gritada al mundo
entero.
¿Cómo? Con nuestra vida, en primer lugar.
Allí donde el Señor nos ha puesto en la vida.
El Evangelio promete el cumplimiento de los signos anunciados para los
últimos tiempos: liberación de los poderes que esclavizan al hombre;
renovación de la humanidad; cielos nuevos y nueva tierra.
Si has experimentado en ti mismo que las promesas son verdad, si ha
llegado a ti la Salvación por la fe en Jesús, entonces tienes una palabra que
decir a los hombres de parte del Resucitado.
4. Algunas referencias concretas
— Comienza por cumplir tu misión ordinaria, tu tarea rutinaria, y llénala
de un nuevo sentido. El Reino se realiza donde estás tú, si intentas
crear un ámbito de libertad, justicia y verdad.
— No se trata de sermonear, sino de percibir la soledad, el dolor y la
ceguera de los hombres, para dirigir una palabra de esperanza al
corazón.
¿Has vivido esta semana alguna situación de éstas?
— ¿Te cuesta mostrarte como cristiano? ¿Por qué?
— ¿Has vivido últimamente alguna frustración en tus proyectos,
precisamente los que sentías como misión?
¿Cómo has elaborado esta frustración?

[128]
CICLO 5: FUNDAMENTACIÓN

— Ficha 1. ¿Es Dios el fundamento real de mi vida?

— Ficha 2. El mal escandaliza


— Ficha 3. Niveles de experiencia de pecado
— Ficha 4. Saberse y sentirse liberado
— Ficha 5. ¿Qué es la experiencia fundante de la fe?
— Ficha 6. Se vive una vez
— Ficha 7. Lo importante es hacer la voluntad de Dios
— Ficha 8. Espiritualidad de lo cotidiano
— Ficha 9. Lucidez realista y confianza incondicional

[129]
— Ficha 10. Madurez humana y fe personalizada

Ficha 1. ¿ES DIOS EL FUNDAMENTO REAL DE MI VIDA?


El título de la ficha supone que la persona se pregunta sobre el
fundamento de su vida, pero no en teoría, sino en cuanto experiencia real.
Como creyentes sabemos que Dios es el fundamento de todo, el “fin último del
hombre”, que se decía tradicionalmente. Pero esto no quiere decir que Dios
sea vivido así, que cuando lo demás me falla, queda Él, fuente permanente de
paz.
Por ejemplo:
— Alguien busca a Dios con generosidad e intenta vivir una vida
coherente; pero ¿por qué se siente que Dios se aleja cuando no
alcanza a cumplir sus planes de perfección cristiana? Es evidente
que no se funda en el amor gratuito de Dios, sino en la necesidad de
autojustificación o de buena imagen de sí.
— Otro ha aprendido a vivir con autonomía personal y con valores
humanos, de modo que a sus 45 años, siente que ha vivido a fondo y
ha crecido personalmente, pero... “le falta algo”. No se agobia con las
responsabilidades, pero, cuando menos espera, se pregunta para
qué sirve la vida en definitiva.
Cuestionario para la reflexión personal:
[130]
1. ¿Hay situaciones en que Dios deja de ser lo más importante de tu vida,
en que, por ejemplo, desconfías de Él? ¿Por qué?

2. A veces quizá subordinas la voluntad de Dios a tus planes.

3. ¿Eres capaz de distinguir entre recurrir a Dios y estar fundamentado en


Él, entre paz que te tranquiliza psicológicamente y paz que te
fundamenta?

4. ¿He tenido experiencias que me han ayudado a trascender mis


seguridades y fundamentar mi vida, globalmente, en Dios? ¿Cuáles?
¿En qué he notado que son diferentes de otras experiencias religiosas?
Texto bíblico para la oración personal: Salmo 40 (39).
El salmista describe el proceso de una experiencia de salvación que le
lleva a fundamentar de un modo nuevo su vida. Pero el gozo de la liberación no
le priva de su conciencia de finitud.
Repite tú desde el corazón: “¡Aquí estoy para hacer tu voluntad!”.
¿De dónde nace, en qué se fundamenta tu deseo de hacer la voluntad
de Dios? ¿Brota de una experiencia de salvación?

Ficha 2. EL MAL ESCANDALIZA

“Escándalo” significa piedra de tropiezo que nos hace vacilar o caer en la


desconfianza en Dios. ¿Por qué? La fe da sentido a la vida porque presupone
que Dios es bueno y simboliza lo positivo de la existencia.
Sin embargo, la vida pone a prueba nuestras mejores convicciones:
— ¿En qué situaciones has experimentado el poder del mal hasta el
punto de dudar de la bondad de Dios? No pienses sólo en cosas
generales, por ejemplo, la muerte por hambre de tantos niños hoy
mismo, sino en tu propia historia personal.
— ¿Cómo reaccionas, qué reflexiones haces cuando el sufrimiento
aparece en tu vida? Intenta plasmar en una frase por escrito esa
vivencia. Hay gente que dice:
“¡Así es la vida!”
“Dios me ha castigado”
“Así lo ha querido el Señor ¡Bendito sea!”
“¿Por qué me toca a mí esto?”
[131]
“Jesús sufrió antes y más que yo”
Lee y ora con el Salmo 73 (72).
El salmista es un creyente que se escandaliza ante el bienestar de los
que prescinden de Dios y de los valores morales. ¿No te has sentido tú
también tentado a aprovechar la vida al máximo, sin tanta “comedura de coco”
como lleva el ser cristiano? Evidentemente no se trata de ser malo a lo bruto
(robar, aprovecharse de la debilidad ajena...), pero quizás de un modo más
sutil... ¿por qué no? Un poco más de dinero, sin obligación de compartir;
cumplir con Dios, pero sin ponerte delante de Él, cara a cara; amar a los tuyos
a fondo, pero no complicarte la vida con los problemas ajenos...
El salmista vive un proceso en que pasa de la oscuridad, del sin sentido,
a una nueva luz, en que va comprendiendo cómo la última palabra no
pertenece al mal, sino a Dios.
Más, cómo el sufrimiento es sabiduría de la existencia humana en
profundidad, que conduce al creyente a leer la realidad en claves distintas.
La lectura del Salmo necesita ser completada con Jn 11, ya que sólo
con Jesús llegamos al misterio del mal, escándalo definitivo y fuerza redentora
de Dios, al mismo tiempo.

Ficha 3. NIVELES DE EXPERIENCIA DE PECADO


Reflexión previa
La educación tradicional ha ligado el pecado a normas concretas, que la
sociedad guiada por los sacerdotes, los padres, los esquemas aceptados de
conducta, establecía. Por ejemplo, es pecado mortal no ir a misa el domingo, o
consentir en fantasías eróticas, o discutir con los padres y educadores...
Al cambiar la sociedad (las normas de la Iglesia sobre la sexualidad
¿están desfasadas?; ¿no es positivo que el adolescente, para su crecimiento,
se rebele contra el orden establecido?; ¿el adulto debe ser seguido por normas
preestablecidas o por su propia conciencia?), la gente pregunta: ¿Por qué
ahora nada es pecado, o no lo es lo que era antes?
Por otra parte, el cristiano no puede separar su conducta moral de su
relación con Dios. Quebrantar los mandamientos significa rebelarse contra
Dios, ofenderle, perder la gracia de Dios y estar expuesto a la condenación.
¿No será que hemos perdido conciencia del pecado porque hemos separado la
conducta de la relación con Dios, o más hondamente, porque Dios ha dejado
de ser Alguien vivo, sólo es una idea abstracta, y por lo tanto, no situamos
nuestra vida ni ante su juicio ni ante su amor?
¿Qué significa que algunos han perdido conciencia del pecado
precisamente porque creen que Dios es amor? ¿Es que la conciencia del
pecado necesariamente supone la imagen de Dios como juez temible, como ley

[132]
que oprime? ¿Se puede separar el amor de la responsabilidad? Si la relación
de amor con Dios fuese adulta, ¿cuál sería nuestra conciencia de pecado?
Hay creyentes que, según han madurado humana y espiritualmente, no
han dejado de verse pecadores, pero han ido cambiando en su experiencia de
pecado. Por ejemplo, cuando ahora se confiesan, su lista de pecados es
totalmente distinta de otras épocas. Sin embargo, a veces, no son
comprendidos por los confesores. ¿Qué pasa aquí?
Esta ficha quiere ayudarnos a ser cristianamente adultos en nuestra
conciencia de pecado. Exige repensar muchas cosas. Este tema empalma con
los temas del ciclo sobre moral. Pero no basta cambiar ideas. El tema del
pecado toca tan nuclearmente a la persona (aunque ésta crea que ya está
“liberada” de la culpabilidad), que tenemos que sentimos implicados. Para ello,
conviene orar con textos que, por su densidad de experiencia, despiertan en
nosotros nuevos niveles de experiencia.
Orar con el Salmo 130 (129)
Lo “hondo” es lo oscuro impenetrable, que no podemos controlar.
¿Tenemos experiencia de que el pecado no se refiere sólo a actos que
hacemos y podríamos dejar de hacer, o tenemos la experiencia de pecado
como “fondo oscuro”, egoísmo radical, fuerza que nos domina?
El Salmo expresa cómo, por la confianza en el amor gratuito de Dios (“y
lo tuyo es perdonar”), el pecador, que no tiene justificación ante Dios, siente
cómo la angustia se le transforma en esperanza.
Sería interesante contar experiencias vividas de perdón.
Orar con Lc 15
Reflexionar sobre la experiencia tan distinta del pecado según es vivida
por el hermano menor, el hijo mayor o el padre.
Orar con Rom 7
Este texto quiere suscitar una experiencia global del pecado. No sólo
hemos hecho faltas, sino que, en la pretensión de ser buenos, cuando vivimos
según la ley de Dios, aparece nuestro pecado radical, la autojustificación.
Podemos cumplir todos los mandamientos y tener un mal corazón. Mas es
imposible tener un buen corazón hasta que no reconozcamos que somos
incapaces de amar, hasta que no descubramos que sólo la gracia de Dios nos
justifica.

Ficha 4. SABERSE Y SENTIRSE LIBERADO


Saberse liberado, redimido, por Cristo pertenece a la conciencia normal
del cristiano. Para eso vino, para salvarnos. Pero pregúntale a alguien si ha
experimentado, efectivamente, la liberación de Dios, y probablemente quedará
desconcertado.

[133]
Cuestionario
— ¿En qué aspectos notas que estás atado, prisionero? Sin duda,
aparecerán personas, cosas, de las que no puedas prescindir; y
también, costumbres, tendencias, ante las cuales te ves impotente.
— ¿Qué experiencia tienes de que una causa radical de esclavitud es la
ley, aunque te consideres un liberal? Porque liberarse de la ley para
ser un caprichoso, es recaer en otra esclavitud. Saber que no hay
libertad sin responsabilidad es de sabios. Pero dar el salto de la ley a
la fe es don del Espíritu Santo.
— ¿Ha habido un momento o proceso en tu vida en que has
experimentado que eras, literalmente, liberado de la necesidad de
ser “bueno “, de la autoimagen, de tener que justificar tu vida con
méritos, y fuiste fundamentado en el amor gratuito de Dios, de modo
que, desde entonces, tu planteamiento de la vida cristiana es
totalmente distinto? No respondes a normas, ni ideales, ni proyectos,
sino que vives la paz de ser amado en tu pecado, el gozo de saber
que Dios es fiel, el agradecimiento humilde de sentirte amado. Eres
más responsable que nunca, pero no necesitas controlar tu vida. Tu
libertad es una libertad liberada de la angustia de “tener que alcanzar
metas”.
— Hay dos modos de amar: cuando es un deber que hay que cumplir y
cuando es fuente del propio ser Descubre ejemplos concretos en tu
vida de los dos modos, tanto pensando en el amor humano como en
el amor de Dios.
Mensaje del Nuevo Testamento
Es central en la predicación y actuación de Jesús la liberación de la ley,
no sólo la afirmación de que el hombre está por encima de la ley (lo cual suele
halagar a personas con sensibilidad humanista), sino la afirmación inaudita de
que el Reino de Dios se da gratis, sin condiciones previas, de que Dios, en su
misericordia, no ha querido tomar en cuenta las buenas obras de los “justos”, y
por eso invita a los sin-ley, a los pecadores, al banquete del Reino (lo cual,
como lo vieron los fariseos, destruye las bases mismas de todo orden religioso-
moral: el hombre no controla su salvación; es Dios el que la da y realiza desde
la soberanía de su gracia). Leer Mc 1, 40-3, 6.
Pertenece a Pablo, en los orígenes del cristianismo, haber clarificado
dónde estriba la cuestión central de la salvación traída por Jesús: que ésta
consiste en reconocer nuestra esclavitud radical (del pecado, del miedo a la
muerte y de la necesidad de autojustificarnos) y creer agradecidos en el amor
de Dios que nos justifica por gracia. Leer y meditar Ef 2, 4-10, que es un
resumen de lo expuesto ampliamente en las cartas a los Gálatas y Romanos.
Pero este mensaje ya había sido anunciado por Jer 31, 31-34 y repetido
por Is 54. ¿Qué hay detrás de estos textos? Algo que ignoran u olvidan muchos
creyentes:

[134]
— que nadie tiene derecho a ser amado por Dios (Dios no nos quiere
porque seamos sus hijos, sino que somos sus hijos porque nos
quiere);
— que la relación con Dios no depende de nuestro comportamiento,
sino de la fe en su amor gratuito y fiel;
— la vida cristiana no consiste en la coherencia moral (frecuencia de
sacramento, moral intachable, compromiso social...), sino en nacer
de nuevo.
Dios es amor y en esto consiste su amor: no en que nosotros hayamos
amado a Dios, sino en que El nos amó y envió a su Hijo como víctima
propiciatoria por nuestros pecados (1 Jn 4, 10).
Cuando este texto te extrañe, te escandalice, te produzca liberación
profunda, te derrita de agradecimiento... entonces comenzarás a ser cristiano,
es decir, un hombre liberado de la ley y fundamentado en la gracia del Amor.

Ficha 5. ¿QUÉ ES LA EXPERIENCIA FUNDANTE DE LA FE?


Todo este ciclo gira en tomo a la misma cuestión: ¿dónde estoy
fundamentado? Según vamos profundizando, se hace más evidente que no se
tiene fe, sino que se vive por la fe. Lo cual significa que el proceso de
personalización, bien llevado, conlleva esta paradoja:
— por un lado, es algo que yo puedo conocer y trabajar, pues ser
hombre no consiste en adaptarse a un sistema prefijado de conducta,
sino en vivir dinámicamente un camino de maduración;
— por otro lado, es algo que no puedo controlar ni programar.
En efecto:
1. Puedo conocerme en cierta medida; pero no puedo producir la
experiencia de reconciliación con mi historia, de modo que dé sentido a
todo, incluso a lo que siento como negativo.
2. Puedo alimentar mi fe con la Sagrada Escritura y la oración; pero no
depende de mí sentir que soy amado personalmente.
3. Puedo iniciar un proceso en que me libero de la rigidez y, en cierto
grado, de la necesidad de tener una buena imagen de mí; pero no puedo
conquistar la paz que nace de ser justificado por la fe sin obras.
4. Puedo admirar y querer a Jesús e identificarme con su praxis a favor de
los más pobres; pero no dispongo de la fuente de la que Él vive, la
obediencia del amor al Padre de los cielos y su mirada para con el
prójimo.
5. Puedo tener más o menos aguante ante el sufrimiento; pero el abandono
confiado y amoroso en manos de Dios es un don.
[135]
Sin embargo, hemos sido llamados a tener vida en Cristo, a
experimentar la salvación, a ser hombres liberados.
Nos ocurre como a Nicodemo (leer Jn 3):
— Buscamos seriamente a Dios. Queremos una vida cristiana distinta.
Intuimos que Jesús tiene “algo” que deseamos y no conocemos.
— Pedimos la receta, la solución para ser buenos o para alcanzar esa
plenitud de vida que anhelamos. Pero Jesús nos dice que hay que
nacer de nuevo, y esto nos desconcierta.
— Insistimos, nos empeñamos, pues, en el fondo, creemos que es
cuestión de esfuerzo y entrega. Pero Jesús nos dice que no, que es
como el viento, que no sabes de dónde viene ni adónde va; que nada
podemos hacer, sino esperar que El actúe.

Discernimiento del proceso vivido


La personalización no se programa. Tú pones medios; pero el proceso
se desencadena de modo imprevisible.
Tus reacciones psicosociales siguen igual. La gente te juzga con el
esquema de siempre. Sólo nota que estás más tranquilo. Eres tú el que te ves
distinto por dentro.
El cambio atañe no a zonas particulares de la personalidad, sino al todo,
al centro mismo de tu ser y al sentido de la vida.
“Más unificado, más libre, más feliz...”, lo de menos son las palabras.
“Conversión”, se decía antes. Aquí hablamos de personalización, de síntesis
entre fe y realización del hombre.
Conexión indisoluble entre verdad existencial y vida nueva. Otro talante
de ser persona. Experiencia de Dios como don de vida.
Discernimiento de la experiencia fundante
La experiencia fundante no se explica; más bien nos explica. Es a partir
de ella cuando puedes leer tu historia, dando unidad de sentido al pasado, al
presente y al futuro.
Configura a la persona entera. Unifica lo que hasta entonces se vivía a
piezas.
Se suele expresar diciendo que la persona vive una “ruptura a nivel de
conciencia”. Por ejemplo:
— Antes confiar en Dios era hacer actos de confianza en momentos de
apuro.
Ahora es actitud básica, roca firme en los vaivenes, fuente
permanente de paz, desde la que voy dando sentido a todo.
[136]
— Antes iba de un extremo a otro: del desánimo a la autovaloración, de
la culpabilidad a la paz.
Ahora puedo distinguir entre mi superficie (reacciones, ideas...) y
fondo (paz trans-psicológica).
— Antes quería alcanzar a Dios.
Ahora he sido encontrado por Él.

Ficha 6. SE VIVE UNA VEZ


Vivimos inmersos en una cultura del gozo de la vida. Precisamente uno
de los reproches que se ha hecho al cristianismo es el que no enseña a vivir. Si
lo importante es Dios, salvar el alma y este mundo es perecedero, sería
engañoso darle a la vida una importancia que no tiene; hay que “pasar de la
vida”, estar de paso.
Lo peor de todo es que cierta educación cristiana ha ido más lejos, y ha
dicho que venimos al mundo como a un valle de lágrimas, a ser probados por
Dios y a ver si podemos ganar la felicidad eterna.
Más, con frecuencia se considera más cristiano aquel que plantea la vida
como sacrificio, como exigencia y tensión permanentes.
¿Cuál ha sido la consecuencia? Que el cristianismo ha propiciado
personas inhibidas, que se refugian en su mundo interior de prácticas piadosas,
con miedos a los conflictos de la existencia, a la lucha por mejorar las
condiciones de vida y la de los más desfavorecidos. El tipo cristiano ha estado
asociado a la mujer sumisa o al burgués conservador, que tiene pánico al
desorden, a lo desconocido, a lo nuevo.
Sin embargo, ¿aprender a vivir significa lo que la publicidad anuncia e
impone, el máximo placer inmediato, la ansiedad por apurar cada satisfacción,
el rechazo sistemático del sufrimiento, el pasotismo y la irresponsabilidad?
Cuestionario
— ¿A qué talante de vida te está llevando el proceso de
personalización, a la ansiedad perfeccionista de alcanzar metas o a
una actitud atenta a lo cotidiano de la vida, a valorar lo que tienes?
— ¿Vives afondo, abierto a lo imprevisible, o lo calculas todo,
asegurando a corto y largo plazo? ¿Te vas liberando de la necesidad
de asegurar la salud, el futuro económico, tus respaldos afectivos,
incluso tus mejores proyectos espirituales?
— Vivir a fondo no se hace desde el deber crispado, sino desde la
sabiduría de saber vivir cada momento, lo agradable y lo
desagradable, la responsabilidad que establece fines y medios y la
confianza que cuenta con la sorpresa, el amor que goza y el amor
que se olvida de si.
[137]
Lee y ora con Qoh 8, 16-9, 12 y Jn 12, 37-50
El contraste entre ambos textos no puede ser más intenso. El
Eclesiastés recoge la sabiduría de la fe ligada a lo terreno, tan del AT; una
sabiduría, además, que ha tenido que desmontar los montajes idealistas de la
experiencia de Dios. Viene a ser un punto de referencia esencial ante la
tentación de hacer de la fe un mundo aparte, una estructura de deseos
ilusorios. Es como si dijera: El que no sabe vivir lo terreno, la calidad humana
de la vida ordinaria, que desconfíe de lo espiritual trascendente.
Pero Juan nos obliga a mantener el otro polo. Si Dios es sólo el símbolo
de una vida armoniosa dentro de la finitud aceptada, si Dios no tiene una
palabra libre y personal para decirnos, entonces no somos más que los
animales. Las palabras de Jesús emplazan nuestra existencia ante el
acontecimiento del amor absoluto revelado en la vida, muerte y resurrección de
Jesús. Vivir, para quien se ha encontrado a Jesús, adquiere una densidad
insospechada, cargada de vida eterna.
Ambos textos parten de una misma experiencia básica: el hombre
aprende a vivir la vida cuando la vive en la presencia de Dios.
Pero ¿qué es para ti vivir en la presencia de Dios?

Ficha 7. LO IMPORTANTE ES HACER LA VOLUNTAD DE DIOS


Prepara la reunión haciendo oración con el Padrenuestro, deteniéndote
en esta petición: “Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”.
— Intenta decirlo con el corazón, lo más sinceramente posible. ¿Qué
sientes: miedo o paz? ¿Sumisión o acrecentamiento de amor?
— Si estás disponible a la voluntad de Dios, piensa ahora en decisiones
importantes de tu vida. ¿Pensaste entonces si tenían algo que ver
con la voluntad de Dios? ¿Notas ahora que te importa cada vez más
no hacer tu voluntad, sino la Suya?
Todos los auténticos creyentes, comenzando por Jesús (cf. Jn 4, 34; 5,
19- 20), han sabido que la vida consiste en hacer la voluntad de Dios.
Que la vida cristiana no consiste ni en oración, ni en acción, ni en
pasión, sino en obediencia de amor al Señor.
Y esta sabiduría ha sido la fuente de su libertad, ya que, cuando uno
está haciéndose persona, tiene que aprender a elegir, ser fiel a sí mismo,
incluso saltando por encima de las normas de conducta que impiden el
crecimiento personal; pero, según va centrando su vida no en el amor a sí
mismo, sino en el amor de Dios y el prójimo, descubre que la libertad está
esclavizada por la propia voluntad, por intereses ocultos, revestidos con
frecuencia de deseos espirituales.

[138]
Por eso, los maestros espirituales han enseñado siempre el camino de la
indiferencia espiritual. Recogemos un texto del librito de los Ejercicios de san
Ignacio de Loyola, pero releído con un lenguaje actual.
Hay un momento en la vida del creyente, en que éste descubre su
verdad ante Dios y comprende, no sólo racionalmente, sino por
experiencia viva, que la autorrealización personal y el sentido de la vida
está más allá de sí, en agradecer a Dios su amor absoluto y fiel, amor
creador y redentor, que le permite reconciliarse con su condición
humana de finitud y sentirse salvado y llamado a vivir en la presencia del
Dios vivo, que guía nuestra historia personal y la creación entera.
Desde esta experiencia, comienza a proyectar su vida de un
modo distinto. Comprende que no se trata de hacer cosas buenas, de
estar en orden con Dios y su conciencia o de ser más o menos generoso
y comprometido, sino de optar por un centro único de interés, Dios y su
voluntad, resituando todo lo demás (estilo de vida, opciones concretas,
necesidades humanas, etc.) bajo el criterio de este amor que está
unificando y totalizando la vida.
Como la dificultad mayor, para que dicha actitud se consolide,
está dentro de nosotros, en nuestros intereses y deseos, es necesario
ejercitarse en querer sólo la voluntad de Dios. Para ello, poner en la
oración, delante de Dios, salud y enfermedad, riqueza o pobreza, este
estado de vida u otro, alcanzar las metas propuestas o no alcanzarlas,
pidiendo al Señor su amor para no desear más una cosa u otra.
Hay que distinguir entre las preferencias psicológicas y las
espirituales. Es inevitable preferir, por ejemplo, experimentar la dulzura
del amor de Dios más que la sequedad; pero la libertad interior consiste
en no desear espiritualmente, es decir, desde la libertad que se entrega
a la voluntad de Dios, sino el camino que Dios quiera, responda o no a
mis deseos
Esta relectura del famoso “principio y fundamento” de san Ignacio servirá
como criterio práctico respecto a todo este ciclo. En efecto, si estamos bien
fundamentados en Dios, tendremos claro por dentro que lo único importante en
la vida es hacer la voluntad de Dios.
Para ayudar a personalizar esta actitud, recomendamos orar con el
Salmo 119 (118), 57-72. Todo él rezuma la experiencia de un hombre plantado
en Dios, para quien Su voluntad no es una ley que somete, sino gozo íntimo de
amor.

Ficha 8. ESPIRITUALIDAD DE LO COTIDIANO


Para preparar la reunión convendría distinguir momentos.
1. Orar con Mt 6, 24-34 y el Padrenuestro, deteniéndose en la súplica
del pan cotidiano.

[139]
Jesús nos ha enseñado a percibir el Reino en lo cotidiano, en un sentido
doble: a no programar el futuro y a ver la presencia de Dios en el entramado de
nuestra vida ordinaria.
¿Todavía sigues pensando que para ser cristiano hay que hacer cosas
especiales, fuera del ambiente en que vives? ¿Te sorprendes a ti mismo
deseando otro mundo que el tuyo, más espiritual o más radical? ¿Qué hay
detrás de ese deseo?
Jesús escandalizó por ser demasiado normal. No fue cura, ni monje, ni
un profeta de otro mundo (Mt 11, 1-9). Tampoco quiso para nosotros un mundo
aparte, sino que fuésemos consagrados en la verdad, permaneciendo en el
mundo sin ser del mundo (cf. Jn 17).
2. Estás en un mundo secular, donde Dios ha quedado relegado a las
parroquias o al ámbito privado de la conciencia y de la familia. Es un buen test
de la madurez cristiana la capacidad de leer esta realidad secular en clave de
fe.
Lee Eclo 16, 24-18, 23, y te llamará la atención la densidad de vida
humana y espiritual con que un hombre del AT vive su estar en la familia, en
las relaciones, en el trabajo...
3. Abre un periódico. Evidentemente, no se explicita en él la fe. Se dan
noticias, se hacen comentarios, algunos artículos de fondo... Este es también tu
mundo, el de todos los días, aunque la mayoría de los acontecimientos te
resultan lejanos. ¿Cómo podría ser la lectura cristiana de un periódico?
¿Tiendes a separar la fe de la marcha del mundo?
¿Tiendes a emitir juicios globales, quejándote de la falta de valores
morales y religiosos, o has aprendido un análisis más complejo y matizado?
Un consejo práctico: ¿con qué ojos, con qué corazón, mira Dios las
noticias que estás leyendo?
4. La madurez cristiana se va haciendo según van superándose los
dualismos con que solemos vivir. Por ejemplo, cuando disociamos oración y
vida, cuando separamos el campo interior de la conciencia de nuestro mundo
de trabajo y relaciones, cuando nos relacionamos con Dios sólo apartándonos
de las personas y cosas.
Pero la unificación no consiste en llamar fe a la simple honradez
humana, o reducir el amor de Dios a un sentido difuso y general de la vida
como trascendencia.
La unificación es un proceso largo. Al final, se hace cuando el corazón
está unificado en el amor. En este caso, te da lo mismo hacer oración o
cuidar de un enfermo, estar con Dios en su cuarto o mientras conduces tu
coche, encontrarte con El a solas o cuando echas la mano a quien lo necesita...
Pero hasta que la unificación no se dé en el corazón, hay que procurar, dentro
de las posibilidades reales, un mínimo de equilibrio entre interioridad y
exterioridad.
[140]
¿Notas cómo vas unficando tu relación con Dios y tu mundo? ¿ Te
parece que quizás no tienes un planteamiento correcto? ¿Es problema de
horario, de hacer ciertas opciones por conseguir un mejor equilibrio, o la
disociación está en la actitud misma?
5. Si tienes tiempo para seguir profundizando, goza con los Salmos 125-
128 (124-127). ¡Qué maravilla de consistencia humana y creyente, qué unidad
profunda de relación con Dios y de estar enraizado en la vida!
Es necesario devolver a la espiritualidad su inspiración bíblica. Hemos
tendido a separarla de su ámbito, la condición humana, la historia.

Ficha 9. LUCIDEZ REALISTA Y CONFIANZA INCONDICIONAL


La experiencia cristiana suele encontrarse con este problema: ¿cómo
compaginar la utopía, el ideal de perfección del mensaje de Jesús, con las
limitaciones humanas? ¿No tiene algo de desmesurado? Pero, por otra parte,
¿se puede creer en Dios, especialmente en el Dios de Jesús, el que cumple las
promesas, si la vida no es vivida desde una entrega incondicional? ¿Qué es la
fe, sino hacer posible lo imposible?
Este problema puede ser vivido en distintas dimensiones:
— La psicológica. ¿Es sano vivir de deseos idealizados? ¿No provoca
un voluntarismo perfeccionista, que favorece la ansiedad, la
culpabilidad enfermiza? Y viceversa: ¿Qué sentido puede tener la
vida si no se alimenta de ilusión, de esperanza? Del realismo al
escepticismo hay poco trecho.
— Lo espiritual. ¿No es orgullo y presunción pretender la perfección
cristiana? ¿No es la base de todo la aceptación de los propios
límites? Y viceversa: ¿Se puede tomar en serio el amor de Dios
cuando uno está pendiente de sus posibilidades reales? ¿A base de
respetar el proceso, no termina la persona confundiendo la humildad
con el cálculo, con el miedo al riesgo de amar sin medida?
Este problema, sin duda, es vivenciado de modo distinto según las
edades:
— El adolescente, por definición, ignora las limitaciones de la realidad.
Confunde el ideal del yo con el yo real. Está abriéndose a la vida, y
hay que dejarle que su horizonte de existencia se ensanche hasta el
infinito con el ideal cristiano.
Pero hay eternos adolescentes que, a los 43 años, siguen planteando la
vida como a los 16, renovando sus deseos idealizados.
— El joven pasa a adulto a partir de los 20 años, cuando se da cuenta
de que la realidad no responde a sus expectativas, cuando tiene la
crisis de autoimagen, cuando su proyecto de vida encuentra
resistencias y limitaciones en sí y en los demás...

[141]
— A los 30 y pico años, la vida se debate entre el ideal desde el que
uno tomó las grandes decisiones y la complejidad y las exigencias
múltiples, imprevistas, que la realidad impone. Como es época de
fuerte vitalidad, uno puede centrarse en llevar adelante sus planes de
vida, de creatividad; pero puede también empezar a cuestionarse:
¿Qué ha sido de mi idealismo juvenil? ¿Me he acomodado? ¿Resulta
realista ser cristiano? ¿Se puede vivir en el mundo con un mínimo de
coherencia, o hay que pagar demasiado precio, el que impone la vida
y sus exigencias? ¿No será más conveniente buscar un equilibrio
entre ciertos valores éticos y espirituales y los condicionamientos
personales y del contexto en que uno vive? ¿Pero este equilibrio no
oculta una falta de fe? ¿La solución es el voluntarismo?
— A partir de los 40 y pico, la crisis se agudiza y la sensación es, más
bien, de replanteamiento global: ¿Tiene sentido entregar la vida a un
ideal para haber llegado a recoger frutos mediocres? ¿No es la
limitación más fuerte que los deseos? ¿No será la fe, efectivamente,
un montaje idealista? La experiencia me dice que no he superado
mis viejos problemas, a pesar de los esfuerzos. Me siento cansado,
psicológica y espiritualmente. Cuando más responsabilidades tengo,
menos me convence a mí mismo lo que digo a los jóvenes. ¿Qué
pasa, que me estoy aferrando a mis viejos sueños para seguir
justificando mi vida?
— La ancianidad agudiza la problemática anterior.
Pero ¿cómo lograr la síntesis entre realismo y esperanza, entre lucidez y
confianza? ¿Se trata de ser razonable y equilibrar la vida con una de cal Y otra
de arena? ¿O la síntesis exige una experiencia nueva, propia del Espíritu
Santo? Quizás llevas la respuesta por dentro y la intuyes a la luz de estos
textos, que se aconseja orarlos, pero orarlos en confrontación con la
problemática planteada.
— Sal 131 (130)
— Sal 138 (137)

10. MADUREZ HUMANA Y FE PERSONALIZADA


(Ficha única para Grupo y Catequista)
El objetivo de esta ficha consistirá en retomar el proceso vivido de
personalización, no sólo en lo que corresponde al ciclo de fundamentación,
sino también respecto a otros ciclos y al catecumenado en general.
La reunión podría desarrollarse así:
A. Comenzar por la lectura-oración de Is 62; Mc 4, 2 1-34.
Dios fiel al hombre.

[142]
Él construye incluso en nuestras ruinas.
La ley del crecimiento: “Al que tiene se le dará más”.
El cambio es de “dentro afuera”, como semilla de vida.
B. Cambiar impresiones sobre dos preguntas que pueden parecer
oponerse:
1. ¿Por qué la educación cristiana no ha favorecido siempre la madurez
humana?
2. ¿Por qué el máximo de madurez está en perder la vida para ganarla;
no en la autorrealización, sino en la autonegación?
Advertir que el ciclo 6, sobre el discipulado, planteará más ampliamente
esta cuestión.
C. Algunos criterios que iluminan esta afirmación: cómo no cabe
madurez de fe sin un proceso psicológico de madurez humana,
— La fe no es un sistema de seguridad, sino una experiencia de
encuentro con el Dios vivo, que compromete la libertad de la
persona.
— La experiencia de la justificación por la fe sólo es posible cuando la
persona es capaz de percibir la vida como un don y como finitud
simultáneamente.
— Personalizar la relación con Dios implica, a un tiempo, tomar la vida
en las manos (autonomía) y aceptar que no podemos controlar la
existencia (dependencia).
— La fe crece de dentro afuera, como todo proceso de maduración
humana.
— La Biblia nos revela a un Dios que afirma la vida en todos sus
valores; pero desenmascara la ilusión del deseo humano que quiere
felicidad sin conflictos, plenitud sin dolor, libertad sin frustraciones.
D. Éste sería el momento para que cada miembro del grupo hable con
sinceridad de su proceso.
La pregunta clave es la siguiente: ¿Qué estoy sacando de estas
reuniones: ideas y esquemas, o el despertar y consolidar el cambio de mi
persona a todos los niveles?
Anota en una página en qué notas que el cambio es real, aunque te
parezca muy germinal todavía.
E. Convendrá distinguir tipos distintos de cambio:
1. Si después de estos bombardeos, nada se te ha movido por dentro,
pregúntate por qué. Puede haber condicionamientos psicológicos.

[143]
2. Intuyes quizás que es por aquí, pero te resistes. ¿Es problema de
generosidad, o de inseguridad personal, o de falta de confianza en
Dios?
3. Lo normal es que el cambio se dé en torno a una experiencia
concreta. ¿En cuál se te ha dado a ti?
4. ¿Puedes decir que el nuevo nacimiento ha acontecido en tu vida?
¿Puedes quedártelo para ti sólo?
5. Quizás no te está ocurriendo nada nuevo importante, porque ya
vivías en esta “onda “. ¡Qué bien! Da gracias a Dios.
6. Habrá casos, también, en que la persona tiene la sensación de que
le ha llegado la hora del amor que se olvida de sí, y que tanta
reflexión no le ayuda al despliegue de su libertad interior. ¡Mejor que
mejor! ¡Que deje este trabajo de fundamentación porque ya está
fundamentada!

[144]
CICLO 6: PROYECTO DE VIDA

— Ficha 1. Vivir en discernimiento

— Ficha 2. ¿Dónde fundamento mi conducta?

— Ficha 3. ¿Libertad de conciencia?

— Ficha 4. Prioridad de la vida ordinaria

— Ficha 5. El Reino y su dinámica oculta

— Ficha 6. Yo tengo una misión en la vida

— Ficha 7. ¿Es el momento de la opción vocacional?

— Ficha 8. Cada forma de vida tiene sus pros y sus contras

— Ficha 9. Signos del proyecto de Dios

— Ficha 10. Permanecer en Jesús

[145]
Ficha 1. VIVIR EN DISCERNIMIENTO
1. La palabra “discernimiento” ha ido apareciendo como una constante
en estas fichas. Si el proceso de personalización es real, vivir en discernimiento
es una de sus consecuencias.
En efecto, la personalización al principio consiste en un aprendizaje, en
un método para hacerse preguntas, que van ayudando a conocerse uno a sí
mismo y las motivaciones de nuestras reacciones y conductas. Poco a poco, se
pasa a actitudes: se vive en vigilancia, haciendo consciente lo que sentimos y
hacemos.
Pero si la personalización, además y sobre todo, consiste en tomar la
vida en las propias manos y en hacerme sujeto de mi historia y en ser fiel a mí
mismo, más allá del capricho o de la simple espontaneidad, sin darme cuenta
habré ido descubriendo lo que significa vivir desde dentro.
Ahora veo la diferencia entre vivir de esquemas y vivir desde dentro.
Hasta que no llega la personalización se vive de esquemas:
— Uno sabe lo que tiene que hacer y pensar, porque dispone de
respuestas aprendidas y de normas objetivas sobre el bien y el mal.
La decisión consiste en atenerse a lo que nos dicen los esquemas.
— bien los esquemas son la ideología que llevo internalizada, es decir,
unos valores o ideales a los que me adhiero emocionalmente, sin
discusión, porque en un momento dado han despertado mis
intereses vitales, pero sin confrontarlos con mi yo real ni con mi
proceso de transformación personal.
Por ejemplo, es un esquema ideológico la necesidad de optar por los
pobres porque Jesús así lo hizo, cuando la opción no ha sido confrontada con
mi proceso personal.
Y también es un esquema ideológico dedicarse a la oración porque el
contexto en que te mueves valora mucho la oración, pero no te has preguntado
cuál es tu camino aquí y ahora.
Vivir desde dentro es el talante normal cuando se ha mantenido una
actitud de autenticidad y un proceso de fidelidad a sí mismo, luchando contra
los fáciles sistemas de seguridad interna que producen los esquemas. Vivir
desde dentro supone descubrir la maravilla de la obra de transformación que
Dios va realizando dentro de nosotros, y respetarla, y ser fiel a ella (aunque
quizá a mí me gustaría estar a mayor altura espiritual y de generosidad con el
prójimo).
Vivir en discernimiento significa, en última instancia, ir comprobando
cómo se integra mi autonomía personal (el ser libre desde mí) y mi apertura a
la voluntad de Dios (disponibilidad a sus planes), no porque así me lo han
[146]
dicho, sino porque yo mismo he ido comprobando en mí el proceso de
integración de tomar la vida en las manos y de confiársela al Señor, al mismo
tiempo.
2. Cuestionario:
a) ¿Te parece que vives desde dentro o que todavía recurres
demasiado a esquemas? Precisa en qué áreas de tu vida te has
liberado de esquemas, y en cuáles no. ¿Por qué? Sin duda, te
iluminan sobre tu personalidad y tu historia.
b) Piensa en decisiones importantes de tu vida. ¿Las tomaste con
discernimiento, o no? ¿Volverías a tomar las mismas ahora que se
supone que tienes más discernimiento?
c) ¿Sientes la necesidad de discernir alguna cuestión personal?
3. Las fichas de este ciclo quieren acompañar al creyente en el momento
de elaborar y definir su proyecto de vida. No basta tener buena voluntad y
alimentar actitudes de verdad y entrega y sentir cómo la vida crece por dentro
desde la libertad y el conocimiento vivencial de la fe. El proceso de
personalización al final tiene que hacerse esta pregunta: ¿Qué quiere el Señor
de mí, qué tengo que hacer con mi vida, para qué he venido a este mundo?
Pero para que la respuesta a esa pregunta central no sea una trampa
para vivir, de nuevo, desde esquemas, es necesario descubrir lo que significa
discernir mi proyecto de vida. Ciertamente, estas fichas no van a ofrecer
recetas. Su objetivo es acompañar, ayudar a que cada persona encuentre su
respuesta.
4. Hay que comenzar por experimentar esta paradoja, señal de que el
proceso de personalización está madurando: que cuanto más experimento que
la vida es mía, menos necesito dominarla y más libertad tengo para
entregársela al Señor; que cuanto más me conozco, mejor sé que la sabiduría
es un don del Señor.
Oremos con una sección del Salmo 119 (118), 57-64.
Todo el salmo nace de la experiencia fundante de vivir abierto a la
voluntad de Dios, como lo más importante en la vida. Es el principio de todo
discernimiento.
Después de haber orado con ese texto bíblico, reflexiona sobre esta
cuestión: ¿Por qué te parece que no cabe discernimiento cristiano sin ese
primado de la voluntad de Dios en la propia vida?
Este tema, desde otra perspectiva, se trata en el ciclo 5, ficha 7. Lo
importante es hacer la voluntad de Dios.

[147]
Ficha 2. ¿DÓNDE FUNDAMENTO MI CONDUCTA?
1. Discernir el proyecto de Dios en mi vida hace referencia a una
decisión global en un momento dado. En nuestra cultura, suele ser hacia los
22-28 años, más o menos. Este tema está en el horizonte de este ciclo, a modo
de conclusión práctica y adulta del proceso de personalización.
Pero corremos el peligro de centramos en esa decisión concreta,
olvidando que se apoya en una plataforma previa, la vida misma. El proyecto
de hecho se está dando en nuestra conducta diaria en el modo mismo en que
tomamos decisiones habitualmente.
2. Se supone que la experiencia de transformación personal está
repercutiendo directamente en la valoración de la conducta y en las decisiones.
Es un principio: cuando cambia la persona, cambia su juicio moral y su
conducta.
Cuestionario
a) ¿Tienes ahora el mismo modo de juzgar el bien y el mal, lo lícito y
lo ilícito, de hace unos años?
b) ¿Qué cambios de conducta se han producido desde el momento
en que ya no fundamentas tu vida ni en el orden ni en el
cumplimiento de normas, sino en la fidelidad a ti mismo?
c) Si ya no vives desde esquemas, sino “desde dentro”, ¿qué
consecuencias prácticas, de tipo moral, está teniendo esa
experiencia?
d) Si el vivir “desde dentro” es teologal, es decir, está guiado por el
amor cristiano, ¿es lo mismo que cuando está guiado sólo por tu
libertad de conciencia?
Deténte en estas preguntas, porque vienen a ser el test de tu nivel de
personalización.
Si no puedes responder a cada una, al menos haz este ejercicio: En una
columna, pon ANTES, e intenta escribir cómo actuabas y por qué en temas
concretos (por ejemplo, en cuestiones de solidaridad, de sexualidad y de
participación en la Eucaristía). En la otra columna, pon AHORA, describiendo
las diferencias y razonándolas.
3. Orar y reflexionar con Mc 2, 23-27; Mt 15, 1-20
Estas enseñanzas morales de Jesús pueden ser entendidas a distintos
niveles:
— Jesús criticaría el legalismo fariseo, el mero cumplimiento externo.
— Jesús sería un humanista que pone la dignidad de la persona por
encima de los sistemas religioso-morales que la oprimen.

[148]
— Jesús sería un maestro que establece como criterio moral no la
conducta objetiva, sino la intención.
— Jesús traería la revolución moral del Reino, que supone el amor
absoluto al hombre, por encima de la ley y del orden objetivo.
Pregunta crucial: Cuando piensas en estas cosas, ¿sientes algún
conflicto, sobre todo teniendo en cuenta la educación moral recibida? Intenta
precisar el conflicto concreto, por ejemplo, en qué aspectos te sientes
desorientado/a.
4. Después de este barullo de cuestiones, lo importante es tomar
conciencia de lo planteado en el título de la ficha: ¿Dónde fundamento mi
conducta? Advierte que no se refiere a lo que fundamenta el sentido de la vida
(ciclo 5, ficha 1), sino al fundamento de la conducta (valorar y decidir acciones
que se refieren al bien y al mal, a lo lícito e ilícito).
Se supone que la maduración humana y espiritual está llevando a un
cambio de mentalidad en los problemas morales.

Ficha 3. ¿LIBERTAD DE CONCIENCIA?


(Ficha única para Grupo y Catequista)
Nota: Para la reunión bastará seguir el orden de los números arábigos de la
ficha.
1. Vivimos en una sociedad con criterios morales plurales. Incluso dentro
de la Iglesia, no todos los sacerdotes están de acuerdo con la doctrina moral
oficial propugnada por Roma.
— ¿En qué no están de acuerdo?
— ¿Por qué?
Conviene evitar los tópicos. Procurar un análisis racional.
2. Tenemos amigos/as con un alto nivel ético, que lo han conquistado,
precisamente, liberándose de la moral normativa tradicional. Algunos tuvieron
que dejar la Iglesia para conquistar su madurez humana. Otros han logrado la
síntesis entre fidelidad a la Iglesia y desacuerdo con la doctrina oficial. Todos
ellos coinciden en afirmar el valor de la propia conciencia en las decisiones
morales.
— ¿Has vivido o estás viviendo tú un proceso parecido? ¿Tiene que ver
con ello la personalización?
— ¿Qué análisis moral haces cuando escuchas reivindicar el valor de la
conciencia personal?
3. La libertad de conciencia es una d esas expresiones cuyo contenido

[149]
parece claro, ya que lleva la carga emocional de un valor cultural central
(siglos de lucha por la libertad racional, con frecuencia, frente a la
autoridad que tutelaba el orden objetivo moral). Pero, por lo mismo,
susceptible de muchos sentidos. Libertad de conciencia puede significar:
— Hacer lo que a uno le viene en gana.
— Escuchar la voz de la razón interior, en la que está inserta la ley
sobre el bien y el mal.
— La necesidad de discernir personalmente en la complejidad de lo
real, ya que la normativa moral no puede sistematizar todas las
situaciones.
— El primado que tiene la subjetividad responsable sobre las normas
objetivas.
— La dignidad de la libertad que no es un mero instrumento para vivir
voluntariamente en orden, sino el valor incondicional correlativo a la
dignidad misma de la persona.
Si nos fijamos bien, las distintas acepciones reflejan distintos niveles de
madurez personal. Lo cual puede formularse así: Según se crece en el sentido
de la libertad, se crece en sentido moral, y viceversa.
4. Nace, espontáneamente, la pregunta: ¿Por qué la moral oficial
católica tiene tanta dificultad en aceptar el principio de la libertad de
conciencia en cuestiones morales?
— Porque es autoritaria y sobreprotectora.
— Porque afirmar el primado de la conciencia tiene el peligro de erigir al
hombre en árbitro supremo del bien y del mal, sin normas, negando
la finitud y su estructura. Tal fue el pecado de Adán (Gn 3: “conocer
el bien y el mal”), no aceptarse criatura, no reconocer ninguna Ley.
— Porque ninguna conciencia individual puede crear una sabiduría
moral en el caos de la existencia humana. Necesitamos la tradición
racional y de la Revelación, es decir, la autoridad de la humanidad y
de la Palabra de Dios para orientar correctamente la conducta
humana.
Sería muy enriquecedor que el grupo debata y descubra las luces y
sombras de esas tres razones.
5. Sin embargo, aunque parezca un tema moral marginal, conviene
recordar que el Concilio Vaticano II promulgó el decreto sobre la libertad
religiosa. Hasta este momento, el pensamiento oficial decía que el error no
puede tener los mismos derechos que la verdad.
Por primera vez se acepta (es triste decirlo) que el sujeto de derechos
no es la verdad objetiva ni el error, sino la persona. Dicho de otra manera,
introduce el principio de la subjetividad como determinante del juicio moral.

[150]
¿Por qué no se extiende este principio al conjunto de la moral? Un
ejemplo: La moral oficial prohíbe los anticonceptivos en las relaciones sexuales
para evitar el embarazo, porque, dice, quebranta el orden objetivo de la
sexualidad, introduciendo elementos artificiales por obra y gracia de la
conciencia subjetiva, no respetando la naturaleza, expresión de la Ley de Dios.
¿Dónde está el fallo de dicho razonamiento?
6. Es evidente que el subjetivismo acecha la conciencia moral. Pero la
solución no es volver al moralismo normativo, en que de nuevo la Ley se
constituye en fuente de la existencia creyente.
Poner ejemplos de la vida ordinaria o de conflictos vividos, en que es
necesario dar el paso a la libertad de conciencia.
Pregunta crucial: ¿Cuáles son las condiciones para dar ese paso y
constituirlo en un talante moral habitual?
7. A nuestro juicio son dos, y las dos han sido expresadas por Pablo:
Primera: No se trata de pasar por alto el valor moral objetivo de la Ley,
por ejemplo, de los Diez Mandamientos, sino de situarlos en una dinámica
nueva.
Que lo objetivo no sea lo determinante, sino referencia esencial, entre
otras, del juicio moral. Que lo determinante sea el discernimiento que hace la
conciencia de la situación concreta.
Segunda: Que la subjetividad descubra los modos de vivirse a sí
misma.
— Una es la subjetividad autónoma, que sólo tiene en cuenta su
capacidad racional y su capacidad de decisión.
— Otra es la subjetividad iluminada y animada por el amor, capaz de
renunciar a su autoposesión, para entregarse al prójimo. Al fin y al
cabo, la mayor dificultad para ser libre es el apego a la propia razón y
voluntad.
8. El cristiano conoce una libertad paradójica: la del amor que se olvida
de sí, la de la autonomía que no necesita autoafirmarse.
Leer y comentar Gál 5; 1 Cor 8-9.

Ficha 4. PRIORIDAD DE LA VIDA ORDINARIA


El tema ya ha sido tratado en el ciclo 5, ficha 8. Espiritualidad de lo
cotidiano. Aquí adoptamos una perspectiva distinta: la vida ordinaria en
cuanto proyecto de vida.
1. En efecto, cuando un cristiano/a quiere definir, en obediencia al
Señor, su proyecto de vida, casi siempre piensa en opciones especiales,

[151]
de mayor o menor radicalidad. Piensa, por ejemplo, en irse al Tercer
Mundo, en dedicar su tiempo a la gente marginada o que sufre, en una
opción socio-política, en la renuncia de los bienes económicos, en un
compromiso fuerte de oración... fuera de su vida ordinaria, como un
añadido.
Cuestionario
a) ¿Eres tú uno de esos a los que ocurre lo anterior? ¿Por qué crees
tener esa tendencia?
b) ¿Has ido descubriendo estos años la radicalidad que supone la vida
ordinaria como proyecto cristiano de vida? Intenta concretar las
experiencias que hayas tenido en este sentido.
2. Descubrir que la vida ordinaria contiene más densidad que nuestros
deseos ideales está en relación directa con la maduración humana y
espiritual, e incluso tiene que ver con la edad. En efecto, cuando uno es
joven y necesita definir su futuro, tiene que ensanchar el horizonte de su
vida, y para ello, identificar el proyecto y el ideal. ¡Ay del joven para el
que el proyecto de vida es lo inmediato controlable! Pero cuando uno
tiene más de cuarenta años, si real-mente ha madurado, ha descubierto
la densidad de la vida, con sus riesgos y responsabilidades, con sus
logros y sus fracasos.
Sería interesante compartir entre los miembros del grupo esta diferencia
de matices y procesos ligados a la edad. Para ello, tener en cuenta
áreas concretas, por ejemplo:
— Qué presupone de implicación personal y de radicalidad el amor de
pareja, la paternidad/maternidad, la amistad, etc.
— El trabajo estable y rutinario, en que a más de uno le toca hacer lo
que no le gusta.
— El sufrimiento como parte esencial de la condición humana, que
aparece constantemente en la vida ordinaria de una manera sutil, con
frecuencia, sin necesidad de esperar a circunstancias especiales.
3. Orar y reflexionar con Si 2-6
El texto es un poco largo; pero bien merece la pena detenerse en la
sabiduría del AT, preocupado siempre por integrar la fe en la vida.
Con frecuencia nos llaman la atención textos bíblicos en que brilla el
heroísmo o la radicalidad de la llamada. Olvidamos el equilibrio bíblico
entre la experiencia del Absoluto y el realismo de la vida ordinaria.
4. Termina de preparar la reunión con esta pregunta: ¿Has optado
conscientemente por dar prioridad a tu vida ordinaria sobre las
decisiones extraordinarias?
Esto vale lo mismo para el que está condicionado y no puede optar por
un proyecto nuevo de vida (el casado/a con hijos, por ejemplo) que para
[152]
el que 0pta por una vocación de radicalidad mediante los votos de
pobreza, obediencia y celibato. También en este caso, al fin y al cabo, la
radicalidad del seguimiento de Jesús se realiza en lo cotidiano.

Ficha 5. EL REINO Y SU DINÁMICA OCULTA


1. El Reino es el proyecto definitivo que Dios tiene sobre la humanidad
entera y cada uno de nosotros. Lo puso en marcha con Jesús y tiene su
dinámica particular, desconcertante y hasta escandalosa (ciclo 4).
Se supone que el proceso de maduración humana y espiritual que
estamos viviendo nos está ayudando a entrar en la lógica de la
presencia salvadora de Dios en nuestra vida personal y en el mundo en
que vivimos:
— Porque el Reino no viene mágicamente, sino que actúa “desde
dentro” de la condición humana y contando con nosotros.
— Porque prefiere la fuerza del amor y transforma aceptando, no
condenando.
— Porque se hace especialmente visible entre los pobres de espíritu y
los no-violentos.
— Porque se dirige a los marginados y desechados.
— Porque transforma el mundo mediante el sufrimiento y la esperanza
contra toda esperanza.
— Porque todo depende, en definitiva, de estar disponible a la voluntad
del Padre, a su iniciativa.
2. Cuestionario
a) ¿Me he enterado yo, realmente, de la dinámica descrita en el número
anterior o son sólo convicciones más o menos asimiladas?
¿Puedo contar experiencias personales o de situaciones que
conozco que muestran lo anterior?
b) ¿Percibo lo mismo en mi vida ordinaria, sin necesidad de situaciones
especiales? Por ejemplo, ¿en qué?
3. Lee y ora con Mt 13, el discurso de las parábolas.
En este capítulo se nos dan las claves de cómo actúa el Reino,
del estilo que Dios usa para llevar a cabo su proyecto.
Cada sección o perícopa nos da una clave:
— Descúbrela.
— Aplícala a tu vida personal y a tu trabajo.

[153]
4. Vamos tomando conciencia de lo extraño y maravilloso que es vivir
como cristiano. Por una parte, la fe no nos separa del mundo,
construyendo ámbitos aparte; por otra, nuestra valoración de las cosas y
multitud de opciones que hemos de hacer cada día nos hacen distintos.
Por una parte, somos humanos como todos, y la fe no nos garantiza,
automáticamente, ser más equilibrados ni siquiera más virtuosos; por
otra, nuestro corazón y los proyectos de vida no son nuestros, sino del
Señor, y El nos lleva donde El quiere. Todo depende, pues, de un
profundo respeto a la realidad y de leerla, sin embargo, desde la fe.
A la hora de planteamos nuestro proyecto de vida, esta lectura creyente
de la realidad es determinante, por ejemplo:
— Que mis preferencias por una determinada carrera no sólo es
cuestión de cualidades profesionales o de gusto, sino de servicio al
prójimo.
— Que la historia de amor que yo tengo con una persona es,
simultáneamente, presencia del amor de Dios en mi vida e incluso,
vocación.
— Que mi historia de relación de Jesús no es sólo cuestión de fidelidad
a prácticas cristianas, sino un camino donde Dios me revela su
proyecto sobre mí.
— Que vivir en este barrio o en otro no se debe sólo a circunstancias
casuales, sino que apela a otros cuestionamientos.
Pregunta crucial: Si yo releo mi historia en clave de Providencia, ¿en
qué noto que Dios ha ido haciendo y revelando su proyecto sobre mí?

Ficha 6. YO TENGO UNA MISIÓN EN LA VIDA


Dentro del ciclo, comenzamos a tratar el tema específico del
discernimiento vocacional. No se olvide que las fichas no sistematizan
algo tan delicado, ni pretenden dar una respuesta elaborada que
tranquilice la conciencia. Sólo son una iniciación.
1. Cuando se toma en serio la frase-título de la ficha, caben distintas
reacciones:
— La de vértigo: se siente la grandeza de ser persona y la
responsabilidad de la única vida que yo tengo.
Frases como ésa las solemos decir como idea general, que ayuda
a tomar la vida en serio. Pero si se deja la perspectiva general y me
centro en mí, en mi persona e historia individual, quizá sienta que la
frase no va conmigo.
Sobre todo, si me pongo en la presencia de Dios y pienso que Él
tiene un proyecto increíble, hecho a la medida de su amor infinito, con

[154]
promesas inauditas de felicidad y plenitud, es decir, el Reino, es
probable que todavía me sienta más ajeno al tema.
— La de alegría: la sorpresa de significar personalmente para Dios, el
agradecimiento humilde de ser llamado personalmente y de saber que
Dios cuenta conmigo.
¿De dónde nace esta alegría? ¿No será una ilusión, necesidad de
sentirme importante?
Si siento agradecimiento y, a la vez, tengo la lucidez de saber que Dios
cuenta con mi pobreza, que la llamada no me coloca por encima de
nadie... ¡buena señal!
2. Para personalizar lo anterior, hace falta ciertos presupuestos:
— capacidad de autoestima y sentido de las propias limitaciones, al
mismo tiempo;
— un proceso por el cual me he ido descubriendo como persona única,
proceso ligado a la autenticidad y la experiencia de la libertad que
arriesga;
— experiencias de responsabilidad incondicional, que me hayan llevado
a conocer la lealtad a las personas, a ciertos principios y valores,
etc.;
— experiencia de relación con Dios que me ha dado conciencia de ser
amado personalmente;
— descubrimiento del Evangelio como proyecto de Dios sobre el mundo
y proceso de identificación con la figura del discípulo, llamado a
compartir la misión de Jesús;
— gozo interior de la fe que me hace disponible a Dios, consciente de
que la misión no depende de mí, sino de la confianza en el Señor.
3. Los presupuestos humanos y espirituales del número anterior pueden
resonar como máximos o como mínimos, es decir, como altas
exigencias o como experiencias iniciales (al fin y al cabo, se van
repitiendo en los temas cruciales de la personalización). Pues bien, esta
resonancia es especialmente significativa a la hora de plantearse el
proyecto de vida.
Antes de la reunión, conviene hacer este ejercicio: coger cada uno de
los puntos indicados en los guiones y ver cómo se han ido
desarrollando en mi historia personal.
Nunca insistiremos suficientemente en que lo más importante del
proyecto de vida no es su objetivación, ni siquiera la elección concreta,
sino la vida misma, el talante, las actitudes, el proceso interior que se va
haciendo a través del planteamiento del proyecto. Aciertes o no aciertes
con el proyecto, lo decisivo es que estás viviendo en proyecto, en estado
de misión.
[155]
4. Orar con 1 Sam 3; Lc 2, 41-52.
Ambos textos tienen mucho en común.
Nuestro proceso de personalización consiste, en buena parte, en
distinguir entre nuestros sueños, la voz del maestro y la voz de Dios.
La llamada necesita un tiempo para que sea conciencia personal,
intransferible, de tener una misión en la vida.
Hay que tener claro que sólo Dios es el Absoluto y que nuestra
vida le pertenece, por encima de todo lazo humano.
Esa claridad no es una idea, ni una obligación, ni una voz de la
superconciencia inconsciente, que amenaza mi autonomía, sino la luz
liberadora, la verdad más íntima de mi propio ser.

Ficha 7. ¿ES EL MOMENTO DE LA OPCION


VOCACIONAL?
1. ¿Qué se entiende por vocación?
Todavía para muchos cristianos/as, vocación es sólo la llamada a
la vida religiosa comunitaria o a ser cura. A partir del Concilio Vaticano II,
hemos tomado nueva conciencia de que todo creyente es llamado,
desde el momento en que cada uno es persona única para Dios y ha
recibido el Espíritu Santo, para participar en el proyecto de Dios, el
Reino.
En esta ficha añadimos un aspecto particular: la opción
existencial. La vocación nace de una actitud y una experiencia interior;
pero es el mismo Espíritu Santo el que nos mueve a realizar nuestra
misión en una forma de vida.
Esta forma de vida puede tener un carácter institucional
(matrimonio, instituto religioso, clero diocesano) o no; pero siempre
implica una opción más o menos estable.
Esta forma estable depende de las condiciones socio-culturales y
del tipo de llamada. No es lo mismo ser llamado al voluntariado en el
Tercer Mundo que a vivir el proyecto de matrimonio cristiano o a ser
célibe en el mundo.
2. Si el grupo es diverso en edad, es probable que la pregunta-título de
la ficha tenga connotaciones distintas. Algunos miembros están en la
edad en que hay que optar por una forma de vida; pero quizá en su
proceso interior no ha llegado todavía el momento. Otros ya optaron;
pero ahora necesitan reelegir con una nueva conciencia vocacional. Y
aunque se tenga una vocación con carácter estable, eso no impide que
no haya que tomar nuevas decisiones (por ejemplo, un proyecto

[156]
cristiano de vida matrimonial ha de preguntarse sobre sus opciones de
trabajo, si puede elegir, claro).
Cuestionario
a) ¿Estás ahora en el momento de la opción vocacional? ¿Qué tipo de
opción?
b) Mirando tu historia, ¿cuál es tu experiencia respecto a este tema?
¿En qué notas que has cambiado?
3. Lee y ora con Mc 10 entero
Hemos escogido el capítulo entero porque no sólo habla de la
vocación “especial” del joven rico, sino de la vocación especial, también,
del matrimonio según el Reino. Porque el horizonte en que Jesús sitúa
las opciones cristianas es el del Seguimiento. El discípulo es llamado a
identificarse con Jesús, sus actitudes y sus preferencias, su misma
vocación de Mesías entregado.
El texto ofrece una serie de claves para vivir la dinámica
vocacional cristiana.
4. Cuestionario
a) ¿Por qué cuesta hoy optar por algo definitivo?
b) ¿Qué resistencias interiores notas a la hora de optar?
c) ¿De dónde vienen esas resistencias?
d) ¿Notas gozo, paz, libertad interior al optar por una forma de vida o al
reelegir la decidida anteriormente?

Ficha 8. CADA FORMA DE VIDA TIENE SUS PROS Y SUS


CONTRAS
(Ficha única para Grupo y Catequista)

Esta ficha, a diferencia de la anterior, tiene un carácter más


objetivo. Pero no se trata de estudiar y discutir sobre las diversas formas
de vida cristiana, sino de valorarlas en sus pros y sus contras en orden a
la opción personal.
1. Primero conviene tener ideas claras sobre la unidad y diversidad de
carismas en la Iglesia.

[157]
2. El diálogo sobre los carismas dará lugar, probablemente, a
valoraciones espontáneas diversas.
Tener en cuenta que la valoración depende del contexto socio-cultural y
del modelo implícito que se tenga de la Iglesia. Por ejemplo:
— El prestigio o desprestigio de la vida religiosa.
— El modo de situarse ante el celibato, como ideal deseado o como
limitación sospechosa.
— La motivación espiritual para ser cura: celebrar la Eucaristía o servir
a la comunidad.
— A qué se da prioridad en la Iglesia: al seglar o a los “consagrados”.
3. Habría que evitar la ideología que establece jerarquías de perfección:
la vida contemplativa sobre la activa, el celibato sobre el matrimonio, la
dedicación “especial” al Reino sobre la vida ordinaria, etc.
En este aspecto, la teología del Vaticano II se mueve todavía en
la ambigüedad. Habla de la vocación universal o la santidad; pero sigue
afirmando el seguimiento de Jesús “más de cerca” de los religiosos/as.
Lo decisivo es percibir que cada forma de vida cristiana tiene sus
pros y sus contras. Por ejemplo:
— La radicalidad de opción, por la que se deja la familia para entrar en
una comunidad religiosa, tiene la ventaja de la experiencia del Reino
como dinámica de absoluto; pero tiene el inconveniente de entrar en
un “sistema” que impide la confrontación ordinaria con lo humano.
— El celibato facilita la unificación afectiva y la experiencia de la
Alianza; pero se presta a vivir de deseos ilusorios, suponiendo que
integre bien las necesidades afectivo-sexuales.
— Ser cura ayuda a vivir del amor en el olvido de sí, disponible para los
demás; pero se presta a enmascarar la individualidad bajo las
exigencias del “rol” y a sustituir el servicio por el poder.
— Casarse concentra la existencia en la concretez del amor definitivo y
fiel; pero tiene el peligro de diluir el Reino y la experiencia de Dios en
la dispersión de las urgencias humanas.
4. Hay algunos temas que quizá preocupen al grupo y que necesitarían
mayor reflexión:
a) La problemática del matrimonio cristiano. ¿Cómo hay que entender la
indisolubilidad? ¿Es una ley o una vocación? ¿Qué aporta el sacramento
al amor humano? ¿Qué lugar ocupa la sexualidad en la relación de
pareja?

[158]
Aquí se entremezclan muchos temas. Si no queremos dispersarnos, hay
que seguir centrados en el proyecto como vocación. Sería importante
aclarar la diferencia entre la indisolubilidad como ley y como vocación.
b) La problemática psicoafectiva del celibato.
c) La dedicación al Reino en formas no institucionalizadas: pertenencia a
comunidades cristianas, movimientos de voluntariado, etc.
d) Cómo concretar en una vida ya establecida ciertas opciones de
radicalidad cristiana: por ejemplo,
— La austeridad y la comunicación de bienes.
— La organización del tiempo libre para los demás.
5. Para no perderse en racionalizaciones, a las que somos propensos,
este cuestionario ayudará a descender a concreciones personales y de
situación:
a) Al tratar las fichas 7 y 8, ¿notas un desplazamiento de la
opción de vida de lo ordinario a lo “especial”? ¿Te crea
conflicto? ¿Por qué?
b) Cuando te planteas tu opción vocacional, ¿buscas lo mejor
en general o lo mejor para ti, consciente de que cada forma
de vida tiene sus pros y sus contras?
c) De todo el contenido complejo de esta ficha, ¿qué es lo que
más te ha ayudado a clarificar (o desorientar) tu opción
vocacional?
6. Complemento bíblico Col 3-4
En la reunión puede hacerse comunicación de resonancias.

Ficha 9. SIGNOS DEL PROYECTO DE DIOS


(Ficha única para Grupo y Catequista)
1. Dios no nos manda ningún angelito para decirnos cuál es su proyecto
sobre cada uno de nosotros. Pero la fe adulta es la que aprende a
discernir los signos de su voluntad.
Leer Heb 5, 11-14.
El don de la Nueva Alianza, el Espíritu Santo, es el que nos guía como a
hijos desde nuestra conciencia.
Leer Rom 8, 14-47.
2. La voluntad de Dios se percibe siempre a través de mediaciones:
“mociones” (movimientos interiores), acontecimientos, historia personal,
[159]
confrontación con opiniones ajenas, etc. A esto llamamos signos, es
decir, realidades que, interpretadas desde la disponibilidad a hacer lo
que Dios quiera, nos dan a entender cuál parece ser el proyecto de Dios.
Esto quiere decir:
a) Que nosotros nunca podemos disponer objetivamente de la
voluntad de Dios.
b) Que es el conjunto de signos-mediaciones (no uno solo) el
que, por su convergencia, nos inclina en una dirección.
c) Que nunca podemos saber si acertamos. La decisión
vocacional nace de un juicio práctico, y todo juicio práctico
se apoya en un razonamiento de probabilidad. Para optar,
por decirlo plásticamente, basta el 51% de probabilidad.
d) Que no fundamentamos la decisión en acertar (sería un
sistema de seguridad, no una decisión creyente), sino en la
actitud básica de hacer lo que Dios quiera.
e) Por lo mismo, si no acertamos, asumiremos las
consecuencias; pero no se habrá roto nada de fondo.
Esta libertad interior es condición fundamental del
discernimiento espiritual cristiano.
3. Los maestros del discernimiento han enseñado dos ejercicios para
intentar averiguar el proyecto de Dios.
El primero: el de “mociones” interiores.
Consiste en hacer oración teniendo en cuenta estos momentos:
a) Ponerse en presencia de Dios y disponible a su voluntad (cf. ficha
7, ciclo 5).
b) Pensar en la opción concreta que se quiere discernir y en su
contraria.
c) Dejar que emerjan “mociones” desde dentro de la conciencia
(sentimientos variados, de atracción o repulsa, de paz o de
turbación, de luz que ilumina el sentido de la vida, etc.), sin
forzarlos ni racionalizarlos.
d) Entre la variedad de mociones contrarias, percibir si predominan
las que inclinan al si o al no.
e) Retomar esta decisión (el sí o el no) de un modo claro, y percibir
si da paz (aunque cueste) o su contrario.
4. El otro ejercicio es de razones.

[160]
a) Buscar un tiempo de silencio y reflexión para escribir en un folio,
en dos columnas, los pros y contras de la opción concreta que se
está planteando.
Los pros y contras son analizados desde el proyecto
cristiano de vida, lógicamente, no desde lo más cómodo o lo
menos cómodo; pero tampoco, desde lo más perfecto o lo menos
perfecto.
b) Ver el conjunto en una especie de balanza y constatar qué
razones prevalecen.
c) Orar con estos datos y percibir si lo que se siente interiormente,
en la presencia de Dios, coincide con lo razonado.
5. Signos de elección acertada:
a) Que no necesites acertar, como si el discernimiento fuese un
sistema de seguridad.
b) Si las “mociones” en la oración y las razones en la reflexión
coinciden.
c) Si la opción aparece como fruto de libertad interior, no como un
modo de salir de la indecisión.
d) Si la opción me produce paz de obediencia, más que satisfacción
perfeccionista o comodidad.
e) Si al elegir las preferencias de Dios, algo radical, no me
autoafirmo, sino que me siento agradecido y humilde.
f) Si la decisión corrobora la unidad de mi historia, conducida por
Dios hasta este momento.
g) Si la opción se apoya no en mis fuerzas, sino en la fidelidad de
Dios, con realismo.
6. Un discernimiento así, tan serio, no se hace en dos horas, ni en un
día, normalmente. Los maestros aconsejaban hacerlo en unos días de
Ejercicios y después de un camino recorrido, cuando parecía que había
llegado el momento de la decisión.
7. ¿Demasiado complicado?
Con estos métodos de discernimiento ocurre como con la
personalización. Son importantes en una etapa de la vida, cuando se
necesita aprender el autoconocimiento y tomar conciencia de la acción
de Dios en el corazón de la persona. Cuando se ha hecho este
aprendizaje, el método de discernimiento es más sencillo. El instinto de
verdad, la apertura incondicional a Dios y la vida misma se encargan de
orientar nuestras decisiones.

[161]
Ficha 10. PERMANECER EN JESÚS
1. Todo proyecto, en definitiva, sólo es una mediación para la vida que
Dios ha infundido en nuestros corazones a partir de la muerte y
resurrección de su Hijo Jesús.
La vida va por dentro. A estas alturas, esa frase te parecerá
luminosa, uno de los frutos más valiosos del proceso de personalización.
Lo definitivo eres tú, como persona, y Dios, fuente de tu ser.
La frase no tiene nada que ver:
— ni con el intimismo, que se repliega en la experiencia interior;
— ni con el individualismo, que se inhibe de lo social;
— ni con el espiritualismo, que tiende a percibir a Dios sólo en
las conciencias, fuera de la historia.
2. Lee y ora con Juan 15.
Permanecer en Jesús es la necesidad primaria, pues sin Él no
podemos nada.
Permanecer en Jesús es el don máximo del Padre: el Espíritu
Santo, derramado en nuestros corazones.
Permanecer en Jesús es el camino: ser discípulo que hace suyas
las actitudes, el mensaje, el destino de Jesús.
Permanecer en Jesús es la promesa que hay que pedir
constantemente: la comunión con Dios y con los hombres.
Permanecer en Jesús es la condición para que nuestra misión dé
fruto y fruto abundante.
Permanecer en Jesús es el propósito fundamental que hay que
renovar cada día.
Permanecer en Jesús es la experiencia misma del Reino: creer, esperar
y amar a Jesús.
3. Cuestionario
a) ¿Qué contenido das tú a la frase “La vida va por dentro”?

b) ¿Te parece ahora que también tú eres llamado a la riqueza de la


vida espiritual, y que eso no es patrimonio de gente especial?
c) Reflexiona sobre tu historia de relación con Jesús: cómo ha ido
cambiando su una gen, tu afectividad con El, el lugar que ocupa en
tu experiencia de fe, en tu vida ordinaria...
3. La vida nueva que supone permanecer en Jesús se ha plasmado en
las mejores páginas del NT.
[162]
Completa el tema con la meditación de:
Rom 8
2 Cor 3-5
Ef 3-4
Jn 13-17
Como es mucho texto, ora con Jn 17.
¡Qué hondura y anchura las del corazón de Jesús, las mismas
que nos comunica a nosotros por su Espíritu Santo!

Conclusión DESPUÉS DE LA PERSONALIZACIÓN, ¿QUÉ?


(Ficha única para Grupo y Catequista)
1. La respuesta a la pregunta es sencilla: Después de la personalización,
la vida personalizada.
La personalización sólo es una sabiduría para aprender a vivir a
fondo según lo que somos, personas. Tiene su propia dinámica; pero lo
esencial no puede ser objetivado, porque es la vida misma.
Que quede claro: la personalización no consiste en una técnica
antropológica y teologal, sino en un talante, y éste es el de siempre: el
de la autenticidad y libertad, el de la fe y el amor, en la misma medida en
que son reales, personalmente vividos.
2. Sin embargo, en cuanto es un camino, con sus mediaciones
pedagógicas, acentúa algunos aspectos, por ejemplo:
— La elaboración consciente del autoconocimiento.
— El análisis de motivaciones.
— El discernimiento del proceso de transformación interior.
— El primado que da a la autenticidad existencial.
— La centralidad de la relación afectiva con Dios.
— La pedagogía de integración de lo humano y espiritual.
Pues bien, hay que decir que estos acentos son decisivos en una
etapa de la vida (el paso de la adolescencia a la juventud adulta) o en
situaciones críticas, que exigen volver conscientemente a los
fundamentos de la vida personal (crisis de los ciclos vitales o crisis de
crecimiento espiritual). Pero que no deben ser el camino formal de la
vida cristiana.
En nuestra opinión, la personalización acentúa excesivamente la
conciencia refleja (experiencia reflexionada). Para vivir a fondo es más

[163]
importante la conciencia concomitante (se personaliza la vida, sin
necesidad de reflexionarla).
— El amor que sale de sí y se encuentra en el Tú, es conciencia
concomitante. Si se hace refleja, necesita de un distanciamiento del Tú,
centrándose en el yo.
— Estar pendiente del análisis de motivaciones termina haciendo de la
vida espiritual un examen moralista de conciencia.
Que quede claro: Unos años (pocos, dos o tres, según los casos)
dedicados a la personalización reflejamente elaborada, es una
mediación muy valiosa para adquirir conciencia concomitante de lo que
somos y hacemos. Pero, cuando el talante existencial está hecho, lo
mejor es dejar a la vida misma (acontecimientos, relaciones
interpersonales, situaciones) que nos enseñe.
Hay un dato significativo: El diario, al principio de la
personalización, en la crisis de autoimagen, se hace un instrumento
esencial de la personalización; al cabo de cierto tiempo, deja de tener
interés y de aportar nada importante.
Que la personalización enseñe lo esencial: implicarse en la vida.
¿Se necesita aclarar que ese implicarse no se opone, sino
reafirma lo dicho en la ficha anterior, “que la vida va por dentro”? Si se
sienten dichas afirmaciones como contradictorias, es que no se ha
entendido ni vivido la personalización.
3. La reunión se centraría:
a) en dialogar sobre las reflexiones anteriores;
b) qué resonancias tiene en cada uno/a del grupo;
c) cómo se está planteando cada uno/a el futuro después de estos
años de personalización.
4. Para orientar la reflexión sobre el futuro, puede ayudar el siguiente
cuestionario:
a) ¿Te parece que ya te ha llegado el momento de desprenderte de
la pedagogía de la personalización, para centrarte más en la
vida? ¿Por qué?
b) ¿Te gustaría caminar con el mismo grupo, pero cambiando de
pedagogía? ¿Cuál? ¿O prefieres ir a tu aire o con otros
creyentes? ¿Por qué?
c) ¿Es el discernimiento de tu proyecto de vida, ciclo 6, el que está
orientando ahora tu futuro?
d) ¿Cómo piensas vivir el sentido comunitario-eclesial de la fe?

[164]
e) ¿A qué das prioridad en tu planteamiento de futuro, a tu “mundo
natural”, por decirlo de alguna manera (familia, pareja, amistades,
trabajo, responsabilidades sociales...), o a tu “mundo cristiano”
(grupo, parroquia, movimiento confesional...)? ¿Por qué?
5. Sugiere algo para concluir este camino de personalización.
— ¿Un retiro?
— ¿Un día de campo?
— ¿Oración compartida?
— ¿Una cena de amistad?

[165]

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