You are on page 1of 2

http://www.infobae.com/notas/nota.php?

Idx=195598&IdxSeccion=0

Se robaron el Acta de Independencia de 1816

Nuestro país, con sed de libertad dio sus primeros pasos firmando un documento que
después fue robado para intentar anular la decisión de los diputados. La curiosa historia
del chasqui que llevaba los documentos y se los robaron en el momento que "fue a los
yuyos"
El acta de la Declaración de Independencia del 9 de Julio de 1816, junto con la
Constitución de 1853, es el documento más importante de la vida institucional del país.
Pero ese papel tan valioso desapareció. Lo robaron.

Cuando los diputados en Tucumán declararon la Independencia, una de las


disposiciones inmediatas fue enviar diversas actas de variado contenido a Buenos Aires.
El Congreso comisionó a un oficial porteño, el ayudante mayor del regimiento 8,
Cayetano Grimau y Gálvez, de 21 años, para que transportara los documentos desde
Tucumán.

Convertido en chasqui militar, Cayetano partió a caballo y sin escolta. Grimau hizo una
escala en la ciudad de Córdoba. El gobernador cordobés –el coronel José Javier Díaz,
fanático artiguista y enemigo de Buenos Aires– le ofreció un soldado para que lo
acompañara. Grimau aceptó gustoso.

Pero poco podía esperarse de su nuevo compañero en caso de peligro, ya que no estaba
armado. Tan desarmado como Grimau, quien apenas portaba un sable roto.

En el camino a Buenos Aires, Grimau y su compañero se toparon con tres hombres,


cuyo líder era José “el Inglés” García, soldado de Artigas. El chasqui de la
Independencia desconfiaba del trío que se le había aparecido en medio de la nada, pero
ellos le explicaron que llevaban correspondencia del gobernador de Córdoba para
Artigas y los dos grupos continuaron su marcha juntos.

En la mañana del 2 de agosto de 1816, cerca de la posta de Cabeza de Tigre, en


Córdoba, los jinetes se toparon con una galera. En ella viajaba el sacerdote Miguel
Calixto del Corro, diputado por Córdoba en el Congreso de Tucumán, quien llevaba una
escolta personal de seis hombres armados con espadas y pistolas. El diputado tenía más
custodia que las actas del Congreso de la Independencia.

El Inglés y Del Corro hablaron a solas. Mientras tanto, Grimau se bajó del caballo y se
fue a resolver ciertos problemas intestinales en un yuyal. En eso estaba el chasqui de la
Independencia cuando el Inglés García le puso un trabuco en la espalda –mientras otro
lo amenazaba con un facón– y le ordenó que entregara todos los papeles que llevaba. La
nutrida escolta de la galera no movió un pelo. García aseguró que cumplía órdenes del
diputado Del Corro. Ejecutado el robo, el Inglés y sus secuaces huyeron con las actas en
su poder.

El soldado desarmado que acompañaba a Grimau anunció entonces que regresaría a


Córdoba, argumentando que estaba enfermo y que ya no tenía nada que custodiar. Se
fue con el diputado y sacerdote cordobés, que continuó su viaje en galera como si nada
hubiera ocurrido. Por su parte, el Inglés siguió su ruta sin prisa, demostrando que
actuaba con impunidad.

La noticia provocó revuelo en el Gobierno porteño y en el Congreso. Las sospechas


apuntaban a Del Corro, por su buena relación con los artiguistas y por su inacción
durante el robo. En Tucumán hubo fuertes enfrentamientos verbales entre los diputados
cordobeses y el resto.

A pesar de las imputaciones y de la investigación que se puso en marcha, nunca pudo


probarse con certeza si fue Artigas quien se quedó con las actas. Aunque sí se halló una
carta del caudillo dirigida al cabildo de Montevideo, el 18 de agosto, dos semanas
después del robo. En ella, Artigas habla de una comunicación que viajaba a Buenos
Aires y que fue interceptada por su gente en Santa Fe. Como menciona otra provincia, y
no la de Córdoba, no ayuda a cerrar ninguna hipótesis. Y la única certeza de toda esta
relación es que el documento más trascendente de la historia argentina jamás apareció.
Lo que hoy se nos presenta como tal, son simples copias del original.

*Daniel Balmaceda es periodista, autor de Espadas y corazones. Pequeñas delicias de


héroes y villanos de la historia argentina, de Marea Editorial.

You might also like