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La primera de las “tres partes” trata de las operaciones aritméticas racionales con
números, incluyendo una explicación detallada del sistema de numeración hindú-árabe. En la
segunda parte de la obra trata del cálculo con raíces de números y la última parte, la más
importante del Triparty se refiere a la “regle des premiers”, es decir, la regla de las incógnitas
o lo que nosotros llamamos álgebra. Durante los siglos XV y XVI se utilizaron diversos
nombres para la “cosa desconocida”, tales como res en latín, chose en francés, cosa en italiano o
coss en alemán: en este contexto la palabra premier que utiliza Chuquet es completamente
inusual. A la segunda potencia la llama champs, mientras que el nombre latino solía ser el de
census, la tercera potencia cubiez , y a la cuarta champs de champ. La denominación o potencia
de la cantidad incógnita venía indicada por un exponente asociado con el coeficiente del término
en cuestión, de manera que nuestras expresións modernas 5x, 6x2 , 10x3 aparecen en el Triparty
como .5. 1 , .6.2 , .10. 3 . La segunda mitad de la última parte del Triparty está dedicada a la
resolución de ecuaciones, se encuentra aquí con problemas que ya había de sus predecesores,
pero hay una novedad importante, al escribir .4.egaulx a m.2.0 , para lo que nosotros escribimos
4x=-2.
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A finales del siglo XV y comienzos del XVI destacan por su carácter recopilador de los
saberes anteriores, las obras del fraile Luca Pacioli, (1445-1514), Summa de aritmética,
geométrica, proportioni et proportionalita (1494), complicó los conocimientos matemáticos de
su época y recogió el primer tratado sistemático sobre la contabilidad por partida doble, esta
obra eclipsó el Triparty de una manera tan completa que las historias antiguas del álgebra solían
pasar directamente del Liber abaci de 1202 a la Summa de 1494, sin mencionar ni la obra de
Chuquet ni ninguna otra intermedia. Sin embargo, el camino que hizo posible la Summa había
sido preparado ya por una generación al manos de algebristas, puesto que el álgebra de Al-
Khowarizmi ya había sido traducida al italiano para el 1464.
La Summa de Pacioli y la «Die Coss» (1522) del alemán Rudolf fueron los textos más
famosos para su época, si bien no perduraron durante mucho tiempo, ya que el siglo XVI se
convirtió en un período de grandes progresos, particularmente en el campo de la resolución de
ecuaciones y del estudio de algunas series.
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El progreso del álgebra se produce por dos vías; la del contenido y la de la forma. La
primera la inaugura Scipio del Ferro (1465-1526), quien
hacia el 1515 resuelve la ecuación de tercer grado x3
+mx=n , guardando su secreto durante 30 años.
Posteriormente Niccolo Fontana (1500-1557), apodado
Tartaglia por su tartamudez, nacido en Brescia, fue uno de
Tartaglia y Cardano
los más destacados matemáticos del siglo XVI. Sostuvo una polémica con
Cardano sobre quien fue el primero en descubrir la solución dela ecuaciones cúbicas y
cuárticas. Tartaglia tuvo conocimiento del descubrimiento de Ferro a través de Antonio del
Fiore y logró reconstruir dicha resolución, cediendo a los insistentes
pedidos de Girolamo Cardano (1501-1576), le comunica sus resultados en tres tercetos ,
bajo promesa de no publicarlos, pero Cardano, nacido en Pavia, que era filósofo, médico,
matemático y hombre de genio turbulento y poco escrupuloso, los incluyó en su obra «Ars
Magna» (1545), haciendo mención de Ferro y Tartaglia (Por ello, los historiadores le
atribuyen el haberle arrebatado a Tartaglia la fórmula para resolver las ecuaciones cúbicas y
cuárticas, pero esto no le resta mérito alguno). En esta obra, primer escrito de álgebra que
aparece impreso, incluyó también el trabajo de su discípulo Ludovico Ferrari, quien en torneo
público y defendiendo a su maestro de los ataques de Tartaglia, resuelve con gran elegancia la
ecuación de cuarto grado, proble ma que el propio Cardano no había podido resolver
anteriormente.
♣ Se dio cuenta de la necesidad de los números negativos y de los complejos (imaginarios) para
obtener soluciones completas.
♣ Descubrió las relaciones más importantes entre las raíces de una ecuación.
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En cuanto a Tartaglia, su «General Trattato» apareció entre 1556 y 1560.
Posteriormente, otro algebrista italiano, Bombelli desarrolla en 1589 una teoría de las fracciones
continuas y de los números imaginarios. Tras este vigoroso impulso del álgebra italiana, que
llena el siglo XVI, el progreso por la vía del contenido se detiene, por haber llegado a su límite
posible en la dirección tomada. Es ley histórica que a todo período de inspiración creadora sigue
otro de sistematización ordenada y de simbolización formalista. Tal fue la obra de De La Roche
(1520), Stiefel (1544), Maurolico (1575) y como artífice principal a Viete, cuya obra
«Isagoge» (1591) inspira a los autores del siglo XVII.
Viete, (1540-1603) este político y militar francés tenía como pasatiempo favorito las
matemáticas. Puede considerársele como el fundador del álgebra moderna. Logró la total
liberación de esta disciplina de las limitaciones aritméticas, al introducir la notación algebraica,
iniciando el paso del uso de abreviaturas al de símbolos. Dio las fórmulas para la solución de las
ecuaciones de sexto grado. Fue consejero privado de Enrique IV de Francia. Hizo del álgebra
una ciencia puramente simbólica, completó el desarrollo de la trigonometría de Ptolomeo.
También abordó algunos de los famosos problemas que desconcertaron a los griegos, como por
ejemplo, el de la trisección de un triángulo, haciendo ver que dependía de la solución de una
ecuación cúbica; también redujo el problema de la cuadratura del círculo al de evaluar una
expresión algebraica, en la que se incluye por primera vez al número π.
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los logaritmos fue introducido en el segundo decenio del siglo XVII por Henry Briggs y Jhon
Napier (o Neper, de ahí el nombre de neperianos dado a los logaritmos naturales, mientras que
los decimales se llaman a veces de Briggs). Como antecedente de los logaritmos podemos
mencionar el compás geométrico y militar de Galileo Galilei, que era una regla de cálculo
Calculadora, construida por Neper
rudimentaria. Neper se destacó por su teoría de los logaritmos, método que reemplazó a las
laboriosas operaciones aritméticas de las que había dependido hasta entonces la resolución de
los más sencillos problemas trigonométricos. Sobre este tema escribió dos tratados (uno de
ellos sus tablas, en 1614), tomando como base de los logaritmos el llamado “número de
Neper”. En el año de 1615 escribió su última obra, donde dio a conocer sus procedimientos de
multiplicación y división abreviados, que implicaban el uso de los bastones de Neper,
antecesores de las modernas máquinas de calcular. El nombre de este matemático escocés ha
quedado por siempre ligado a su gran creación: los logaritmos, y en particular los que llevan su
nombre, que toman como base el número de Neper, representado por la letra e.
Kepler formuló (1609) la ecuación ciclotómica del heptágono (7-14x2 +x4-x6 =0) y por la
misma época Harrtot descubre la descomposición factorial y calcula las raíces racionales,
reconociendo también las negativas.
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Un avance importante en el álgebra fue la introducción, en el siglo XVI, de símbolos para
las incógnitas y para las operaciones y potencias algebraicas. Debido a este avance, el libro III
de la geometría (1637), escrito por René Descartes se parece bastante a un texto moderno de
álgebra. Este libro contiene también los fundamentos de un curso de teoría de ecuaciones,
incluyendo lo que él mismo llamó la regla de los signos para contar el número de raíces
verdaderas (positivas) y falsas (negativas) de una ecuación.
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encontraba el germen del cálculo (1601-1605) cálculo de probabilidades. También mantuvo
correspondencia con Descartes y otros sabios, pero es especialmente recordado por sus
aportaciones a la teoría de números, a la que contribuyó con la formulación de numerosos
teoremas (aunque en la mayoría de los casos no daba su demostración). Mientras que sus
contemporáneos se preocupaban por elaborar una ciencia aplicada, él profundizaba los
maravillosos y extraordinarios caminos de la matemática pura. El más famoso de sus teoremas,
es el llamado “Ultimo teorema de Fermat”, cuya demostración ha representado un gran reto
para los matemáticos durante más de 300 años: “no existen a, b, c, enteros positivos tales que
si n>2 se cumple an +bn =cn ”. Fermat solía escribir sus teoremas en los márgenes de los libros
que tenía en sus manos y junto a este teorema dejó anotado “haber encontrado una maravillosa
demostración de este teorema pero no cabe en la estrechez del margen” La demostración
maravillosa que no cabía en la estrechez del margen ha sido fue nte de numerosas aportaciones
matemáticas hasta convertirse en los 200 folios que el matemático Británico Andrew Wiles
presentó en 1993 y que contenía un error hacia el final, corregido en 1995 por el propio Wiles y
su colega Taylor. Con esta
demostración cayó uno de los
grandes mitos de las matemáticas.
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Fermat, junto con Pascal son fundadores de la teoría de la probabilidad, a la que llegaron
como un desarrollo de la teoría combinatoria.
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Isaac Newton
trabajos de Kepler, formuló la ley de Gravitación Universal (1687) en
cuya deducción tuvo como causa según la leyenda, la caída de una manzana en el jardín de su
casa. Ya en el dominio elemental del álgebra le debemos el desarrollo de la fórmula d e la
potencia del binomio (a+b)n que lleva su nombre, para valores negativos y fraccionarios de n.
Newton es uno de los hombres que tienen significación universal; su obra cambió el
curso del pensamiento matemático y de la experiencia humana; no fue un niño precoz, ni un
buen granjero, por eso fue enviado a Cambridge en 1661, quizá para que ingresara en la iglesia.
Ingresó en la Universidad y tuvo por maestro al excelente matemático Isaac Barrow. Se graduó
a principios de 1665 y, por distintos motivos, regresó para vivir en la solitaria casita de
Woolsthorpe, donde había nacido. Tiempo después volvió a Cambridge y pronto dejó
marcadas sus profundas huellas en los campos del saber, del que su nombre es ya figura
indisoluble. A él le corresponde el descubrimiento de la naturaleza de la luz blanca, de la que
se podrán obtener todos los colores por refracción (1672),
En resumen, como lo hace observar Birkhoff, desde mediados del siglo XVI hasta
mediados del siglo XVIII el progreso del álgebra se produce por la vía de las aplicaciones,
particularmente hacia la geometría analítica y el cálculo.
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Al iniciarse el siglo XIX, Paolo Ruffini (1765-1822), médico y
matemático italiano, toma evidente la falta de éxito de Lagrange, al
hacer el primer intento formal por demostrar que las ecuaciones de
grado mayor que 4 no pueden resolverse por métodos algebraicos (1803-
1805). Su formulación y demostración fue completada por el noruego
Paolo Ruffini
Niels Abel y se conoce como el teorema de Abel-Ruffini.
Por otro lado, Gauss (1777-1855), matemático alemán, llamado el príncipe de las
matemáticas, es uno de los casos más extraordinarios de precocidad en la
historia de las ciencias. Protegido por el Duque de Brunswick pudo realizar
profundos estudios que lo llevaron a dejar constituida la Aritmética Superior.
Demostró primero que nadie el llamado teorema fundamental del Álgebra.
Dirigió el observatorio de Gottinga, donde murió. Su obra principal fue el
Gauss
“Disquisitione Arithmeticae” que es un trabajo clásico. Elabora, entre otras
muchas, la teoría algebraica de la ciclotomía, con la que cierra definitivamente una época de
esfuerzos fracasados durante milenios. Sin embargo esta situación serviría de estímulo para un
nuevo impulso. Sólo que esta vez el nuevo impulso marcaría un cambio total de dirección, una
verdadera ruptura epistemológica en el quehacer matemático. El aparente cierre de horizontes
que los últimos resultados de Ruffini y Gauss presagiaban, así como el desánimo de Lagrange,
marca el cierre de una larga época en el desarrollo histórico del álgebra. Pero el quehacer de los
matemáticos continúa y debe hacerlo abriendo nuevos caminos. Estos caminos implican
nuevos quehaceres matemáticos, con métodos diferentes, con contenidos en aparente
continuidad con los anteriores pero definidos en marco de validez distintos. Nuevo modo de
hacer que, sin negar todo lo anterior, también lleva en ocasiones a la creación de nuevos objetos
matemáticos.
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Los entornos de 1930.-
Entre los años 1930 y 1940, Bourbaki reconoció la debilidad e ineficiencia de los
enf oques clásicos para ampliar los conocimientos matemáticos, reorganizando toda la
matemática sobre dos bases: El Álgebra y La Topología. Cuarenta años más tarde, las reformas
curriculares en muchos países están reestructurando la matemática preuniversitaria,
presentándola como un cuerpo de conocimientos bien unificado, teniendo en cuenta dichas
bases. En este sentido, A.I. Markuschewitch, de la universidad de Moscú, ha dicho: “El
problema de la adaptación de las ideas de Bourbaki a la enseñanza de la matemática en las
escuelas secundarias, requiere una atención especial... Seguramente no hay dificultades
fundamentales para elaborar un plan de estudios de varios años de acuerdo a un sistema cuyos
conceptos fundamentales sean: conjuntos, relaciones (particularmente los conceptos de
función y transformación geométrica y las relaciones de equivalencia y de orden), operaciones
algebraicas (relativas a los conceptos de grupo y cuerpo) y el espacio (especialmente los
espacios métricos y los espacios lineales...) Sin duda los estudios basados en este currículum,
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pueden desarrollarse de manera interesante y concreta si se incluye suficiente teoría, práctica y
ejercitación, y puede presentar un rico material para la educación y desarrollo de la
capacidades y hábitos intelectuales que en la actualidad debemos esperar de toda persona de
mediana educación”.
En 1939, Lelionnais prepara la publicación de una obra colectiva «Les grands courants
de la pensée mathématique» (que ve la luz en 1948, finalizada la segunda guerra Mundial), en la
que destaca el artículo de N. Bourbaki «L’architecture des mathématiques», verdadero
manifiesto del nuevo quehacer matemático.
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Para Bourbaki todo el edificio de la matemática (y de aquí el título del artículo) se
organiza siguiendo el principio ordenador de la jerarquía de las estructuras, que, procede de lo
simple a lo complejo, de lo general a lo particular. En la base se encuentran las «estructuras
madres» ya citadas (que también admiten niveles crecientes de complejidad en sí mismas), a las
que siguen las «estructuras múltiples», generadas por combinación de varias de las estructuras
madres. De este tipo son las que corresponden, por ejemplo, al álgebra topológica , «estudio de
las estructuras en las que figuran a la vez una o varias leyes de composición y una topología».
Por encima de estos dos tipos generales de estructuras se ubican las teorías particulares
propiamente dichas (geometría diferencial, teoría de números, etc.), pero que «han perdido su
autonomía de antaño y son ahora "encrucijadas" donde se cruzan y actúan unas sobre otras,
numerosas estructuras matemáticas más generales». Así, en líneas generales, se perfila la
arquitectura de la matemática. Y siguiendo este patrón arranca en 1939 la publicación de los
«Elementos de Matemática» de Bourbaki (véase en el cuadro Anexo, en la siguiente página,
una interrelación entre las principales estructuras).
Ahora las disciplinas matemáticas no van a seguir quedando como vecinas aisladas, sino
«atravesadas» por un entramado de estructuras comunes que, yendo de las más generales y
simples a las más particulares y complejas, hace más difícil considerar su separación y
autonomía particular. En definitiva el binomio axiomática-estructura pretende unificar todo el
trabajo matemático en disciplina única.
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El Algebra Moderna
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Resulta fácil comprender como a partir de este enfoque y del posterior manif iesto de
Bourbaki, el álgebra seguirá estudiando la teoría de las estructuras algebraicas (labor interna),
pero se convertirá simultáneamente en una herramienta y en un lenguaje de trabajo, no sólo del
quehacer matemático restante, sino de muchas y muy variadas disciplinas científicas.
Las Categorías
Volviendo al caso general de las estructuras (de las que forman parte destacable las
algebraicas), debe observarse que su estudio se orienta también hacia el de sus partes y
elementos notables, relaciones y aplicaciones notables, así como objetos - producto y objetos -
cociente, etc. Aquí cabe destacar el manejo de los morfísmos entre objetos y entre estructuras:
morfísmos que, como aplicaciones entre conjuntos, deben satisfacer una condición esencial:
conservar las estructuras de tales conjuntos (o generar estructuras «de partida» en conjuntos de
llegada «amorfos»).
La teoría que abarca estas ideas relativas a las estructuras y a los morfísmos entre ellas se
conoce con el nombre de teoría de las categorías . Una categoría C está compuesta por una
clase de objetos X, Y, Z,... y la clase de los morfísmos entre tales objetos, verificándose las
condiciones (axiomas) siguientes:
♦ A todo par de objetos (X, Y) se le asocia el conjunto Hom (X,Y) de los morfísmos de X en
Y.
♦ Para toda tema ordenada de objetos (X, Y, Z) y todo par de morfísmos f∈Hom(X,Y) y
g∈Hom(Y,Z), existe un morfismo h=f.g∈Hom(X, Z), unívocamente determinado,
resultado de la composición de morfísmos.
♦ Para todo objeto X existe un morfimo identidad o unidad ux∈Hom(X,X), elemento neutro
de la composición de morfísmos, tal que ux.f=f=f.uy para todo morfismo f∈Hom(X, Y).
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Los matemáticos Eilenberg (polaco) y Mac Lane (estadounidense) son considerados
como los creadores de esta teoría, que ve la luz en su artículo «General theory of natural
equivalences» (1945). Pueden citarse muchos modelos de teorías que responden a la noción de
categoría (en cada ejemplo se da el par objetos- morfísmos):
♦ Conjuntos, aplicaciones.
♦ Grupos, homomorfismos.
¿Cuál es la relevancia de la teoría de las categorías?. Esta pregunta quizá no tiene todavía
una respuesta definitiva o, al menos, una respuesta única entre todos los matemáticos. Algunos
de ellos, sobre todo a partir de la década del 60, estiman que la teoría de categorías es de amplia
trascendencia, debido a las siguientes razones:
♦ Puede ser considerada como una teoría autónoma, con sus propios conceptos, problemas,
métodos y resultados.
♦ La teoría de categorías puede constituir un nuevo marco conceptual para intentar una
nueva fundamentación de toda la matemática.
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Objeto del Álgebra
En conclusión
Cabe destacar que hasta el siglo XIX, predomina en todo el quehacer matemático cierto
empirismo realista. Se considera la matemática como una abstracción de la realidad, de la que
capta fundamentalmente las nociones de número y forma. Así, en el terreno algebraico, se
estudian los enteros y racionales, las propiedades de sus operaciones, etc. Y en el caso preciso,
se recurre a la geometría como disciplina que puede brindar el apoyo intuitivo y figurativo
oportuno, tanto para la comprensión de lo simbolizado en términos algebraicos como para la
aplicación clarificadora de los resultados obtenidos.
Sin embargo, a partir del siglo XIX comienza a imperar el formalismo, en el sentido de
que el matemático crea sus propios objetos, condicionando su existencia a la simple ausencia de
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contradicciones. De este modo desvincula la matemática de su dependencia necesaria de la
realidad. Este proceso puede observarse en el terreno del álgebra con la creación de objetos
(cuaternios, matrices, vectores, etc.) y «operaciones» que cumplen determinadas propiedades
(axiomas). Axiomática que ya no es descriptiva sino abstracta.
Lenguaje Algebraico
Como ya se indicó, el lenguaje utilizado en el quehacer algebraico pasó por las fases
retórica (uso del lenguaje corriente), sincopada (utilizando abreviaturas) y finalmente simbólica.
Es de hacer notar que este lenguaje simbó lico toma diversas expresiones, tanto en el uso de
símbolos para los objetos, operaciones, relaciones, etc., como en el caso de terminologías
completas propias de diversas teorías (lenguaje de estructuras, lenguaje conjuntista,
categorial...)
Ambos casos reflejan, por otro lado un intento de alcanzar la unidad en el interior del
quehacer matemático; intento fallido, que se repite nuevamente en el campo de la geometría
algebraica de finales del siglo XIX y comienzos del XX.
Sin embargo, ya hemos visto que a partir de la década de 1930 este proceso unifícador de
la matemática (iniciado en cierto modo desde 1870-80) se consigue formalmente desde la
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perspectiva estructura- axiomatización.
El álgebra es, sin duda, un protagonista de primera fila en este proceso unifícador. Por un
lado, porque las primeras estructuras en ser definidas son de carácter algebraico (Grupo,
cuerpo,...). Y porque, posteriormente, todas las disciplinas matemáticas utilizarán la referencia a
estas estructuras en el estudio de sus propios objetos.
Además, no hay que olvidar que las teorías que son o han sido consideradas como básicas
y unificadoras en el trabajo matemático, las que han prestado sus conceptos y su terminología a
todas las disciplinas (teoría de conjuntos, desde 1895; teoría de categorías, desde 1945) son
ramas del quehacer algebraico
Así, pues, la relación del álgebra con las restantes disciplinas matemáticas es de profunda
interrelación. El álgebra les proporciona sus resultados, su lenguaje, su metodología propia. En
este punto y a modo de ejemplo, conviene citar a Choquet quien, a propósito de los «Elementos
de Matemática» de Bourbaki, señala: «Bourbaki es esencialmente algebrista... Toda su labor
en análisis está impregnada de álgebra y de notaciones algebraicas: no sólo álgebra de
conjuntos, sino también grupos, álgebra lineal y multilineal, y dualidad. Le gusta las
transformaciones y las propiedades que pueden expresarse mediante relaciones algebraicas y
cuando una teoría, considerada clásicamente como perteneciente al Análisis es susceptible de
algebrización total o parcial, el bourbakista no suele resistir la tentación».
Por su parte, también el álgebra recibe el influjo de las restantes disciplinas. Todas ellas le
presentan una variada gama de conceptos, objetos, teorías, etc., que le sirven como ejemplo de
estructuras algebraicas. Pero, además, la interrelación de las estructuras madres (algebraicas,
topológicas, y de orden) permite al álgebra extender sus objetos y sus métodos introduciéndose
en otras disciplinas y participando en la creación y de sarrollo de otras nuevas (Topología
algebraica. Teoría de números. Geometría algebraica...).
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En definitiva, la interrelación entre todas las disciplinas matemáticas, facilitada por el
entrecruzado de estructura, está alcanzando niveles de gran complejidad, con lo que resulta
válida la observación de Choquet de que «a veces no resulía fácil saber si estamos ante un
teorema de Álgebra, de geometría o de Análisis».
También en relación con este aspecto puede observarse una variación a lo largo del
proceso evolutivo del álgebra. En efecto, las primeras aplicaciones del álgebra se encuentran
en la solución de problemas numéricos por la vía de la resolución de ecuaciones algebraicas.
Posteriormente, con la penetración del álgebra en las demás disciplinas matemáticas se amplía
su participación en la aplicabilidad de tales disciplinas.
El álgebra siempre ha sido, y sigue siendo, un pre-requisito para el estudio del análisis.
Siempre ha tenido, además, importantes aplicaciones en diferentes ramas de la ciencia.. Sin
embargo, actualmente estan apareciendo nuevas aplicaciones que caben perfectamente en los
programas de las escuelas secundarias. Una de las más importantes es lo referente a los
problemas de programación lineal. Se trata de problemas de optimización (minimizar costos y
maximizar ganancias) condicionados por ciertas inecuaciones lineales. Un ejemplo típico
consiste en determinar el número de obreros que deben emplearse en distintas fábricas para
producir mercaderías de varias clases, cada una de las cuales necesita cierto número de horas de
trabajo y cierto número de horas de trabajo y cierto número de horas de funcionamiento de las
máquinas elaboradoras. Suponiendo ciertas limitaciones en las cantidades de cada elemento,
cada uno de las cuales tiene costos determinados, y que las mercaderías deben venderse a
precios estipulados, averiguar la organización más provechosa. Este tipo de problemas, en el
caso más simple en que sólo figuran dos variables y tres o más condiciones, pueden resolverse
representando gráficamente en el plano las regiones admisibles y viendo los valores óptimos de
las incógnitas, que siempre corresponden a vértices de tales regiones. El procedimiento puede
mejorarse usando matrices y el llamado método del “simple” para obtener la solución por
métodos puramente algebraicos. (S.S.M.C.I.S., cursos 4, 5)
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El álgebra de Boole tiene aplicaciones a problemas de circuitos e interruptores. Los
grupos tienen aplicación en Física. El álgebra lineal tiene muchas aplicaciones en estadísticas y
existen muchas aplicaciones de las estructuras algebraicas a nivel superior. En la escuela
secundaria, las aplicaciones directas de las estructuras fuera de la matemática son limitadas. En
cambio, las aplicaciones de la teoría de grupos a la geometría, para el estudio de las
transformaciones geométricas, son actualmente de uso corriente. No hay duda de que en el
futuro deberán intensificarse las aplicaciones de las estructuras algebraicas, dentro del nivel de
conocimientos de los alumnos de la escuela secundaria.
Cabe destacar algunos campos particulares en los que el quehacer algebraico ha tenido
particular repercusión, tales como la teoría cuántica de campos, la teoría de circuitos, la
programación lineal, la teoría de juegos, etc. Y más recientemente, no deja de causar asombro
que la teoría de los grupos haya tenido su aplicabilidad modélica en la Física de las partículas
elementales, al descubrirse que la definición organizativa y operativa de los quark posee dicha
estructura. En el fondo, éste es un caso más de la aparente paradoja que está presente en todo el
quehacer matemático: cuanto más abstracto es este quehacer, mayor reflejo hallan sus modelos
en el mundo físico y, por consiguiente, mayor aplicabilidad.
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¶ Su lenguaje es eminentemente simbólico, pudiendo prescindir de la apoyatura intuitiva
geométrica.
El punto de vista actual coloca a las estructuras algebraicas en una posición central
dominante de todo el campo de la matemática. En la enseñanza secundaria, más que el
desarrollo formal de estas estructuras, interesa señalar su carácter unificador de toda la
matemática. Ellas sirven, no solamente pa ra aclarar la naturaleza de los distintos sistemas
numéricos y de los conjuntos de matrices, sino también para presentar el concepto general de
operación y sus propiedades, lo que permite a su vez tratar con claridad las proposiciones,
funciones y aplicaciones referentes a cada una de las estructuras. En la enseñanza del álgebra
moderna, el énfasis se coloca en los conceptos y propiedades, más bien que en los métodos y
habilidades para su uso. Ello no significa que se olvide la computación, sino que se elimina
gran parte de la calculatoria rutinaria y de poco sentido. La tendencia es enseñar el álgebra
como un significativo estudio de las estructuras y aquellas de sus propiedades que tiene
aplicaciones inmediatas a otros capítulos de la matemática, no solamente como una colección
de herramientas para seguir estudiando más álgebra.
Para cerrar el recorrido histórico del álgebra en el período que consideramos (de 1930 en
adelante), nos resta mencionar el campo de la geometría algebraica, terreno fecundo en nuevos
resultados. Destaca el desarrollo del Álgebra Homológica, con métodos derivados de la
topología algebraica, y que trata de la asociación de invariantes a objetos algebraicos tales como
homologías y cohomologías, reforzando así el desarrollo del álgebra conmutativa (estudio de
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anillos conmutativos y módulos sobre los mismos, etc.).
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