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Jn. 1:29-42.
INTRODUCCIÓN.
Juan el Bautista lo supo en cuanto puso sus ojos en Él. No sólo veía a su
pariente, o a un discípulo más que se acercaba a él para ser bautizado. Su
mirada llena de gozo, por saber que el tiempo de la venida del Reino de Dios
había llegado por fin, se tradujo en palabras que aún hoy conmueven nuestro
ser. A su alrededor, la multitud de los que se arrepentían y eran bautizados,
pudieron escuchar cómo las profecías se hacían carne ante sus propios ojos
sorprendidos. El grito de labios de Juan surgió mezclado con júbilo y
reverencia: "¡ Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo!".
¿Quién es este hombre que se acerca a Juan? ¿Porqué lo describió como un
Cordero? ¿Qué quería decir con quitar el pecado del mundo?
3. UN CORDERO PASCUAL.
¿Qué quiere decir Juan el Bautista con "quitar el pecado"? Redimir significa
literalmente " liberar, rescatar algo o a alguien a cambio del pago de un
precio". La Pascua celebraba la liberación del pueblo de Israel de la esclavitud
de Egipto. En cierto modo, cuando decimos que Jesucristo es nuestra Pascua
implica que hemos sido liberados de la esclavitud del pecado. Y esto tiene dos
consecuencias: la destrucción del pecado y la reconciliación con Dios.
1. LA INICIATIVA DIVINA.
C. DEL MUNDO.
Esta redención alcanza a todos los hombres de todas las edades, de todas las
razas y culturas, de ambos sexos. Esta sangre preciosa del Cordero de Dios
cubre multitud de pecados y a la totalidad de la humanidad. Es poderosa y
capaz en su derramamiento para restablecer nuestra relación con Dios. La
muerte del Cordero de Dios justifica a todo aquel que acepta ser lavado por
esta sangre pura e inocente. El ofrecimiento es hecho a todo ser humano,
aunque el hombre en su indiferencia, la ignore. Es real, única y suficiente. La
distancia entre Dios y tú desaparece cuando entregas de corazón tu fe y te
comprometes a aceptar de Cristo, su muerte y resurrección. Pablo declara que
este amor de Dios debe provocar una respuesta firme: " El amor de Cristo nos
constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron;
y él por todos murió, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para
aquel que murió y resucitó por ellos." (2 Co. 5:14,15). Dios nos ofreció la
mejor y única solución a nuestra vida vacía y sin propósito ni esperanza.
CONCLUSIÓN.
El que ha conocido y gustado la redención de Cristo sabe con certeza algo que
le distingue de este mundo repleto de "héroes rojos": " Al volverse cristiano,
uno se convierte en una persona totalmente diferente. Deja de ser el de antes.
¡Surge una nueva vida!" (2 Co. 5:17). " Con Cristo estoy juntamente
crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la
carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios el cual me amó y se entregó a sí mismo
por mí." (Gál. 2:20).
Cuando Juan el Bautista proclamó la llegada del Cordero de Dios para quitar
el pecado del mundo, dos de sus discípulos tomaron la decisión de seguir a
Jesús. Habían encontrado lo que sus corazones necesitaban y esperaban: al
Mesías, a su Redentor. Su gozo al hallar al Salvador del mundo no se quedó
egoístamente dentro de sus almas, sino que lo hicieron saber a otros para
poder participar de el ofrecimiento definitivo para salvación del mundo.