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En otros momentos hemos abordado el diseño de casos, problemas, la inclusión del arte,
el método biográfico, nuevas propuestas para pensar y llevar a cabo evaluaciones. En el
campo de la didáctica son innumerables las perspectivas y los ejemplos que, a lo largo
de los años, permitieron y posibilitaron experiencias creativas e innovadoras. Hoy, nos
proponemos pensar en una alternativa diferente para abordar su originalidad y así
alcanzar una nueva meta en la búsqueda por diseñar cada vez clases más entusiastas
para nosotros y nuestros estudiantes. Para ello, recorrimos una serie de propuestas para
algunos de los desafíos de las tareas cotidianas, tanto en la preparación de la clase como
en la inclusión de actividades o experiencias. Entendemos que la búsqueda de la
originalidad es el mayor desafío de la enseñanza. Considerar cada clase como producto
de un diseño único nos hace reconocer que cada clase debe ser “pensada” para cada
grupo en particular, atender a los intereses de cada uno de esos grupos, crear nuevos
desafíos para ellos y aventurarnos en una propuesta en la que no podemos prever sus
resultados. Es posible incluir a los estudiantes en ese desafío pero, fundamentalmente,
requiere nuestro compromiso para que, en la marcha de la clase, podamos revisar la
propuesta con el objeto de recentrar su propósito en un aprendizaje de valor. Quizás, en
esta circunstancia, resida su mayor originalidad: la capacidad de modificar la clase en su
acto con el propósito de responder a las necesidades, inquietudes de los estudiantes o a
las múltiples propuestas que nuestra imaginación y reflexión posibilita para generar una
clase más atractiva y de valor.
2. El espacio de la acción
Hemos elegido cuatro actividades significativas aún cuando sabemos que es inagotable
el listado posible de implementar.
• Una vez que los estudiantes señalaron razones diferentes para dotar de valor
alguna actividad sugerirles que elijan la razón más certera o adecuada y luego
reunir a los estudiantes que eligieron la misma razón y con ellos conformar
grupos para llevar a cabo alguna otra actividad.
Cada una de estas cuatro propuestas puede haber sido o no implementada. Sin embargo,
nos preguntamos si podríamos dar razones del por qué sí o por qué no implementarla, si
es posible juzgar y anticipar su valor, reconocer el esfuerzo para ello, el compromiso
posible de los estudiantes, debatir con ellos los resultados esperados y discutir, una vez
finalizada, la predicción y su relación con los resultados.
Las lecturas podrían incluir luego debates, análisis, comparaciones, invitaciones a otras
lecturas.
Historias con abuelos, relatos con vecinos, cuentos de la calle, cosas que se nos
ocurrieron o que nos ocurrieron. Seguramente titularlas nos permita encontrar un mundo
rico en relatos diversos que nos ayuden a construir comunidad en las aulas.
Edith Litwin