You are on page 1of 7

Los contenidos técnico-

campamentiles
en los campamentos escolares
Profesor universitario de Educación Física por la Universidad de Flores Prof. Emiliano Alonso
Profesorado de enseñanza primaria en la emoalonso@hotmail.com
Escuela Normal Superior Nº 7 “José María Torres” (Argentina)

Resumen
El artículo intenta poner en discusión la enseñanza tradicional de técnicas
campamentiles y repensar la necesidad de generar espacios de formación que acerquen a
los docentes a los campamentos que se pueden desarrollar en el marco escolar. Intenta
poner en duda algunas de las prácticas que se desarrollan en los campamentos escolares
repitiendo modalidades de acción de otros ámbitos y trata de brindar herramientas a los
docentes para desarrollar campamentos donde los contenidos técnico campamentiles sean
elegidos para enseñar en forma interdisciplinaria. El artículo está organizado a partir de
problematizar la formación predominantemente técnica comparándolo con la realidad de
las propuestas campamentiles en el marco de la escuela. A partir de allí se desarrollan: a)
Problemas vinculados con la orientación; b) Problemas vinculados al refugio; c) Problemas
vinculados con las construcciones; d) Problemas vinculados con la noche y el fuego; e)
Problemas vinculados con la cocina; f) Problemas vinculados con el equipo personal. La
intención es acercar situaciones cotidianas y potencialidades de los campamentos para que
los docentes puedan diseñar situaciones problemáticas para generar aprendizaje de
técnicas en sus alumnos.
Palabras clave: Campamento, Escuela, Contenidos Técnico campamentiles,
enseñanza, aprendizaje, situación problemática
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 14 - Nº 140 - Enero de 2010

1/1

Los libros de campamentos, los textos, los apuntes que consultamos en nuestras
etapas de formación, sobre lo que giran muchas de las cátedras de vida en la
naturaleza son las técnicas campamentiles. Aprendemos a usar el hacha; nos
enseñan diferentes técnicas de orientación detectando el musgo que se ubica al sur
en algunos árboles; calculamos declinaciones magnéticas; leemos cartas
topográficas; aprendemos a prender fuego con arco, con baterías y virulana;
aprendemos a armar refugios con ramas, refugios para nieve; practicamos nudos
como el margarita, ballestrinque, as de guía y un sin fin de saberes técnicos. El
hacha y la soga parecen ser nuestras mejores amigas al momento de salir al
“medio natural”; pero a la hora de salir con nuestro grupo de alumnos... ¿cuál es la
realidad con la que nos encontramos?

En el contexto de la escuela primaria, y particularmente de la escuela pública, las


salidas de campamento conllevan un gran esfuerzo institucional y particular de los
docentes que las llevan a cabo. Por lo general, las salidas se desarrollan en lugares
cercanos, donde el traslado no requiere más de una hora. En estas plantas de
campamento, si bien el perfil urbano desaparece, los servicios con los que se
cuenta son varios dada la corta edad de los alumnos que llevamos (suelen ofrecer
quincho cerrado, anafes, baños, vajilla, juegos). En muchos casos se encuentran
parquizados. ¿Podríamos seguir calificando como “medio natural” a estos lugares
dados sus características? Sin dudas estos lugares de acampe nos enfrentan a
inclemencias que en el medio urbano no se presentan; si bien muchas de las
variables que presenta la naturaleza están acotadas, muchas están presentes.

La duración de las experiencias es otra variable a tener en cuenta cuando


decidimos qué es lo que vamos a enseñar en ellas. Todo no se puede, hay que
poder seleccionar… En la mayoría de los casos los campamentos abarcan una sola
noche y el regreso está marcado por los horarios escolares. En definitiva, tenemos
36 horas de las cuales debemos descontar las de descanso. En el mejor de los casos
contamos con un proyecto institucional que sostiene un proceso a lo largo de los
años; llegando a permitir, con los grados más grandes salidas de 4 ó 5 días.

Antes de decidir qué técnicas campamentiles enseñaremos en nuestros


campamentos surge una pregunta. Si entendemos la técnica como “el conjunto de
procesos desarrollados generalmente por la práctica para resolver más racional y
económicamente un problema determinado.”(Alarcón) ¿Cuáles son los
“problemas determinados” que aparecerán en nuestros campamentos y
tendremos que resolver? Esta pregunta esconde una larga discusión dada en el
seno de la educación que no desarrollaremos aquí: “¿Tiene sentido el aprendizaje
de la técnica por la técnica misma?” El solo generarse la pregunta inicial lleva
implícito un posicionamiento frente a la discusión; tiene sentido la enseñanza de
una técnica si me enfrento al problema que la técnica resuelve. “

En nuestro entender la situación de enseñar y de aprender no puede describirse


satisfactoriamente por una díada (docente-alumno) ni por un triángulo (docente-
alumno-contenido/saber), sino que supone la interacción de un aprendiz, de un
docente, de contenidos culturales y de problemas en un contexto determinado”
(Gvirtz y Palamidessi, 2000).

Podríamos agrupar a los problemas que aparecen en los campamentos escolares


de la siguiente manera: a) Problemas vinculados con la orientación; b) Problemas
vinculados al refugio; c) Problemas vinculados con las construcciones; d) Problemas
vinculados con la noche y el fuego; e) Problemas vinculados con la cocina; f)
Problemas vinculados con el equipo personal.

El campamento nos enfrenta, enfrenta a los chicos, a diferente tipo de


problemas… ¿Estamos seguros que por solo aparecer un problema se generará una
situación de enseñanza o se logrará un aprendizaje por parte de los alumnos? “…
enseñar es plantear problemas a partir de los cuales sea posible reelaborar los
contenidos escolares y es también proveer toda la información necesaria para que
los niños puedan avanzar en la reconstrucción de esos contenidos. Enseñar es
promover la discusión sobre los problemas planteados, Es brindar la oportunidad de
coordinar diferentes puntos de vista, es orientar hacía la resolución cooperativa de
las situaciones problemáticas. Enseñar es alentar la formulación de
conceptualizaciones necesarias para el progreso en el dominio del objeto de
conocimiento, es propiciar redefiniciones sucesivas hasta alcanzar un conocimiento
próximo al saber socialmente establecido. Enseñar, es finalmente, promover que
los niños se planteen nuevos problemas que no se hubieran planteado fuera de la
escuela" (Lerner, 1999) ¿Qué condiciones debe reunir una situación para
considerarse de enseñanza en el contexto de los campamentos?

Los múltiples problemas que aparecen en los campamentos no siempre reúnen


las condiciones para ser entendidos como situaciones problemáticas abordables por
los niños; por ejemplo no enfrentaremos al niño a decidir cuándo es el momento de
abandonar las carpas en una situación de tormenta, pero sí podemos plantearle que
decida como proteger su calzado frente a la lluvia. “

Nunca hay UN problema. Lo que es considerado o definido como problema depende


de la perspectiva: el docente puede considerar como un problema significativo algo
que sus alumnos ni siquiera alcanzan a comprender o sentir” (Gvirtz y Palamidessi,
2000). “Reservamos el término ´situación problema´ a las tareas que necesitan la
colaboración y la organización de una respuesta. Existe ´situación problema´
cuando las exigencias de la tarea sobrepasan las capacidades inmediatas del
sujeto” (Blázquez Sánchez. 1983). Dado que los docentes somos quienes
conocemos las capacidades de nuestros alumnos la “situación problema” será una
situación especialmente diseñada para provocar aprendizajes en ese determinado
grupo de alumnos. Esto no quiere decir que nuestros alumnos no vayan a generar
aprendizajes resolviendo algunos de los problemas que aparecen en los
campamentos, aunque nosotros no se los planteamos como “situación
problemática” a resolver, es muy probable que esto suceda.

“Una ´situación problemática´ tiene que permitir a los alumnos poner en acción
los esquemas de asimilación que ya han construido e interpretarla a partir de ellos,
pero estos conocimientos previos no deben ser suficientes para resolverla: la
situación debe requerir la construcción de nuevos conocimientos o de nuevas
relaciones entre los ya elaborados” (Lerner. 1999). Pues bien, ¿cuáles son los
problemas que nos permitirán diseñar situaciones problemáticas y
generar aprendizajes en nuestros alumnos?

a. Problemas vinculados con la orientación

¿Dónde vamos? ¿Dónde queda? ¿Cómo hacemos para llegar? Son tres de las
primeras preguntas que los chicos se hacen cuando se enteran de una posible
salida. Tres preguntas que ponen la orientación a prueba; que llevan consigo la
posibilidad de un trabajo previo íntimamente vinculado con la orientación de los
niños en el espacio urbano; que invitan a manejar mapas, planos y a elaborar
caminos posibles, diferentes alternativas. La pregunta lleva consigo la necesidad de
ubicarse uno mismo y elegir referencias que indiquen dónde estamos; que elijamos
un centro y lo podamos comparar con otros “centros”. Para los más chicos las
referencias deberán acercarse más a su cotidianidad.

Conocer un lugar de por sí representa un problema. Si representa un problema,


lleva consigo la potencialidad de generar aprendizajes, siempre y cuando ese
problema sea resoluble por los alumnos.

Conocer un lugar implica poner en juego una cantidad de conocimientos


anteriores que serán determinantes en la nueva adquisición de saberes más
complejos, en este caso vinculados con la orientación. Difícilmente encontremos
con nuestros alumnos un momento más significativo para desarrollar nociones de
orientación que a la hora de conocer un espacio nuevo. No necesitamos diseñar una
situación ficticia para poner en práctica los saberes adquiridos, la situación está ahí
deseosa de que la aprovechemos.

El establecer “referencias” en un espacio nuevo es tan importante para un


escalador como para un niño pequeño. Van a determinar qué conozco y qué me
falta por conocer. Me permitirán volver al lugar conocido al dar un paso en falso o al
terminar un juego.

La representación del espacio tridimensional en el plano es otra de las


capacidades que intentaremos desarrollar en nuestros alumnos, implica un grado
de abstracción superior, nos da la posibilidad de conocer la posición de elementos
que no vemos. Desde el dibujo del lugar que respeta las formas de los edificios o los
árboles hasta la carta topográfica con referencias en un código estandarizado hay
un gran salto.

En nuestros campamentos tendremos la posibilidad de aplicar en un juego de


conocimiento del lugar muchas de las destrezas cartográficas. La perspectiva, la
posición y orientación, la escala, los contenidos cartográficos, los símbolos y la
información adicional que suele aparecer en los mapas. Estas destrezas
cartográficas son construcciones que requieren tiempo, según el desarrollo de
nuestro grupo pondremos en juego unas u otras. Tanto para la construcción de un
croquis del lugar en forma individual o colectiva, como la lectura de planos que
nosotros les entreguemos requerirán poner en juego y desarrollar estas habilidades.

El marco del juego además de aportarle significación a la tarea le brinda una


dosis de emoción y refuerza contenidos de otras áreas “desescolarizándolos”.

Por supuesto, que dado el grado de desarrollo de los alumnos podremos


incorporar instrumentos como la brújula (o sistemas GPS) o las cartas de
navegación terrestre. Pero no podemos plantearnos el manejo de estos sin una
base sólida. “Las tareas consideradas como ´situación problema´ se definen por
tres elementos esenciales: (a) el acondicionamiento; (b) las consignas y (c) el índice
de complejidad. Cada vez que los niños han resuelto el problema propuesto, el
profesor actúa sobre la tarea aumentando su dificultad” (Blázquez Sánchez. 1983).
El taller de manejo de brújula por sí solo, por estar en el medio natural no tendrá
una significación mayor excepto que las brújulas se utilicen para algo que
realmente sirva (como guiarse para descubrir un “tesoro” o llegar a la próxima
prenda). Muchas veces fabricar la propia brújula está más relacionado con un
contenido de tecnología (por demás valioso) que con la posibilidad cierta de
orientarse.

No debemos olvidar que las técnicas de orientación que enseñemos a nuestros


alumnos no tienen como fin último la posibilidad de atravesar la selva amazónica,
sino la solución del problema fundamental que es movilizarse autónomamente en el
espacio

b. Problemas vinculados al refugio

Para poder identificar cuáles son estos problemas habría que detectar de qué nos
tiene que proteger el refugio, a cuántos y para hacer qué. En el tipo de
campamentos que desarrollamos en las escuelas primarias el refugio clásico es la
carpa. No requerimos grandes refugios, ya que contratamos lugares que los
proveen. La carpa nos tendrá que proteger del frío y de la lluvia, aunque si esta es
muy intensa existirá un lugar donde poder trasladarnos. La usaremos para dormir
en un número entre tres a seis personas.

El armado de las carpas puede ser una tarea tediosa que deberemos resolver con
rapidez para poder pasar a otra cosa más importante o de lo contrario, un momento
de aprendizaje. Para que puedan darse los aprendizajes de los alumnos será
importante brindar el tiempo suficiente para explorar el nuevo material con el que
se encuentran. No es necesario indicar paso por paso como armarla, de esta forma
los chicos solo repetirían automáticamente una acción y no se enfrentarían a las
dificultades que implica proveerse su propio refugio, y a resolver cooperativamente
los problemas que el propio armado les planteará.

Intentaremos para este momento promover las discusiones sobre las diferentes
estrategias que plantee cada chico (o grupo de carpa). Por ejemplo: argumentar
cuál es la posición correcta del travesaño identificando su función. Sus preguntas
abrirán discusiones conceptuales sobre el armado y la función de tal o cual
elemento. Intervenir en las discusiones de los chicos provocando la argumentación
(incluso de las resoluciones correctas) les permitirá generar nuevas relaciones entre
los conocimientos que poseían. ¿Nos demorará más tiempo el armado?
Seguramente. Podrá ser un momento central que disparará discusiones sobre cómo
resolver la vida al aire libre; que invitará a anticipar situaciones; a conceptualizar.

En el caso de las salidas con niños más pequeños donde no se plantee el


pernocte, realizar actividades de armado de refugios también será altamente
significativa. “A los niños les atrae más la posibilidad de construir una casa, que si
esta les es dada terminada; para algunos el mayor tiempo de juego transcurre en la
construcción de la casa y la habitabilidad aparece como un fenómeno de intenso
placer que dura un tiempo muy breve” (Calmels, 1997). En este armado no solo se
pondrán en juego contenidos técnicos como el de unir dos palos (el nudo es
irrelevante), clavar, mantener en equilibrio, formar un triángulo para sostener la
estructura, instalar una cumbrera para sostener el techo (aunque sea de hilo); sino
que aparecen otros menos técnicos campamentiles como el de borde, frontera,
interior, exterior, nociones espaciales.

El construir su propio espacio dentro de un entorno nuevo y amplio le brinda al


niño un ámbito propio que le permitirá sentirse seguro y protegido por las
“paredes” que lo cobijan. La protección ya no es del frío, el agua o el sol; sino de la
inmensidad que lo rodea.

Estas construcciones previas le aportarán herramientas para enfrentar el armado


de las carpas más adelante. Otra posibilidad de armado de refugios es armar sólo el
sobretecho de la carpa, esta actividad les permite a los chicos tener contacto con el
material técnico sin la complejidad que lleva el armado total, que no se justificaría
si no se va a pernoctar. Dada que la intención es que los chicos logren armar su
propio refugio, podemos darles solo dos tramos de los parantes; esto permite que
ellos logren alcanzar la altura del techo y no tengan que recurrir indefectiblemente
a los adultos.

c. Problemas vinculados con las construcciones

El primer problema vinculado con las construcciones es el poder identificar cuáles


son los problemas que esas construcciones tienen que resolver. Por lo tanto, la
primera “técnica” que intentaremos desarrollar es la de generar una mirada aguda
del campamento que detecte las dificultades. Sin esta mirada los chicos solo
terminarían obedeciendo y haciendo las construcciones para nosotros. Reconocer
que no da lo mismo, que pueden resolver solos, que pueden (podemos) estar mejor
es el primer paso para comenzar a construir. El agudizar la mirada favorecerá la
aparición de discusiones sobre cómo resolver los problemas, sobre su relevancia y
la posibilidad e importancia real de resolverlos. “Nos interesa desarrollar la
incidencia efectiva de los (chicos) en la toma de decisiones sobre cuestiones que los
involucran” (Kantor, 2005)

Las construcciones de uso cotidiano suelen ser las más valoradas por los chicos,
aunque su sencillez sea extrema. Un perchero para la bolsa de rancho o las
camperas, un pequeño ábside en la carpa para que no se mojen las zapatillas son
construcciones que aumentan el confort y modifican la vida cotidiana en el
campamento. No implican grandes conocimientos técnicos, pero son una puerta
abierta hacia ellos, a seguir encontrando problemas para resolver o situaciones
para mejorar. A su vez, la posibilidad de resolver un problema grupal en forma
autónoma le otorga al chico (o al grupo) un lugar destacado frente a sus
compañeros, se lo reconoce como un portador de saber y se jerarquiza no solo por
su conocimiento, sino su responsabilidad y compromiso grupal.

Las grandes construcciones suelen llevar mucho tiempo y no tendrían sentido


alguno en un campamento que durará 36 horas. Por otro lado, suelen requerir una
conducción muy presente por parte del docente y poco espacio para la exploración
del alumno.

d. Problemas vinculados con la noche y el fuego.

La oscuridad representa el principal obstáculo que presenta la noche desde el


punto de vista de las resoluciones técnicas. El aporte de luz suele estar resuelto ya
que difícilmente acampemos en un lugar donde no nos provean de luz eléctrica. Sin
embargo, el juego en la oscuridad es uno de los momentos que más atrae a los
chicos. La utilización de las linternas no requiere ningún apartado especial, desde lo
técnico. Sin embargo, el fuego puede ser un excelente creador de climas y
escenarios. Es fácil armar un camino de luces con velas y latas para llegar al sector
de fogón o donde se desarrollará un juego nocturno. Esta tarea puede estar
destinada a un pequeño grupo que arme para los demás el escenario, o el camino.
Aparecerán rápidamente contenidos referidos al uso y cuidado del fuego; a los
diferentes materiales (inflamables y no inflamables); al apagado. Cuando el fuego
se utiliza de modo ornamental, el efecto sorpresa es importante; una posibilidad es
trabajar con pequeños grupos donde cada uno arme algún elemento y luego en el
fogón se “den a la luz” las producciones. En todos estos casos por parte de los
chicos no hay manejo del fuego, ya que el encendido se realiza por la noche y el
trabajo principal es con otros materiales. Sin encendido no hay peligro e igualmente
se trabaja sobre el fuego. Un alambre envuelto en estopa con letras, antorchas,
pequeños faroles, son algunas de las posibilidades más vinculadas con lo expresivo
que con la resolución de un problema puntual de la vida campamentil; sin embargo
un fogón con “efectos especiales” puede incentivar la imaginación, la fantasía y
apaciguar el miedo a la noche. Si el grado de complejidad del efecto es muy alto y
terminamos armando los profesores la actividad no generaremos aprendizajes en
los alumnos, solo será el golpe de efecto (que a veces es bienvenido y otras veces
ocupa a un docente toda la tarde y no vale la pena).

El armado de la estructura del fogón y todo el proceso que conlleva también es


una excelente oportunidad para enseñar contenidos relacionados con el fuego
(tipos de leña, disposición, tipo de fuego). No será con el grupo total, pero el
pequeño grupo encargado del armado podrá manejar estos conceptos si nos
proponemos generar situaciones problemáticas donde se pongan en juego y los
chicos no solo obedecen nuestras órdenes.

El componente mágico del fuego puede ser abordado desde varios ángulos, no
solo desde lo técnico, la amplia literatura sobre el fuego y las posibilidades de
expresión de los chicos sobre él también son formas de acercarse y conocer sus
secretos.

e. Problemas vinculados con la cocina

En muchas oportunidades el qué comemos ya está resuelto, en muchas


oportunidades, no. Decidir qué se come pone sobre la mesa muchos criterios sobre
las particularidades de la cocina de campamento. No podemos cocinar cualquier
cosa, tenemos que cocinar para muchos, con qué contamos, cuál es la actividad
que realizaremos. Todas variables que no pueden dejarse de tener en cuenta.

No hace falta cocinar sobre una laja caliente para desarrollar una técnica
campamentil vinculada con la cocina. Con anafe y 40 comensales el desafío puede
ser tan grande como cuando no tengo elementos.

El cocinar para muchos requiere de un alto nivel de planificación. ¡Es aquí donde
los chicos deben intervenir! No los necesitamos solo para cortar cebolla, los
necesitamos para que ellos puedan prever situaciones, anticipar problemas,
calcular cuánto y aprender cómo. El momento central de la elaboración de la
comida en los campamentos, lo que se enseña, es la planificación, la organización
grupal para resolver la tarea asignada. ¿Cuáles son todas las acciones? Planificar,
decidir los pasos, quién hace cada cosa, cuántos fuegos vamos a usar, dónde
ponemos lo que no va al fuego todavía, qué antes, qué después, cómo se sirve,
cómo se lava, cómo se presenta, quién ordena, cuándo cambiamos de tarea y
cuándo va cada cosa al fuego. Todo antes de empezar a pelar las papas. Después
con las manos en la masa vamos haciendo los ajustes necesarios. Sin duda, es algo
que los chicos no pueden hacer solos, tenemos que ayudarlos a resolver. Sin duda,
si lo hacemos nosotros, es algo que los chicos no podrán hacer solos; hacerlo por
ellos no es una forma de ayudarlos a resolverlo.

Otro desafío es cocinarse por grupos pequeños, en muchos lugares contamos con
parrillas y el cocinarse a las brasas para los chicos es toda una aventura. Para
nosotros una posibilidad de trabajar contenidos vinculados con el manejo del fuego,
el cuidado del cuerpo y una oportunidad más para desarrollar su autonomía: que
tomen decisiones, se organicen y se sepan portadores de saberes para compartir
con sus compañeros… que se sepan y se sientan competentes.

Cocinar con fuego implica un desafío, un desafío asumible por los chicos siempre
y cuando les brindemos las condiciones para poder hacerlo. ¿Cuáles son las
condiciones? Dependerá de la experiencia del grupo. Habrá que tener en cuenta
que dejarlos resolver con autonomía no es abandonarlos, pasaremos
periódicamente para ayudarlos a que resuelvan las situaciones que se generen,
tendremos que estar en un lugar de fácil comunicación y acceso para llegar
rápidamente, pero darles la intimidad para charlar y decidir solos. Será más sencillo
comenzar por comidas donde lo que vaya al fuego sea algo sólido; ya que su control
es mucho más sencillo y menos peligroso que el agua hirviendo, por otro lado hacer
hervir agua lleva mucho tiempo y leña, algo que sin duda complejizará la tarea.
Algunos ejemplos pueden ser tostadas, bifes, vegetales a la parrilla, brochettes,
animarse con algún guisito…

f. Problemas vinculados con el equipo personal

Es verdad que en muchas ocasiones los chicos que participan de los


campamentos no poseen el equipo individual adecuado. Ante esta afirmación
resulta de mayor importancia el trabajo durante la etapa previa a la salida.

Un chico que recibe una lista de ropa confeccionada por el docente puede no
darle importancia a las cantidades y tipo de prenda que debe llevar a la salida. Un
chico que confeccionó la lista junto con sus compañeros y anticipó situaciones
posibles con sus docentes también puede no darle importancia. De lo que estamos
seguros es que el segundo tendrá más herramientas para la elección. Saber cómo
elegir la ropa que llevar, qué tener en cuenta para elegir entre dos prendas del
mismo tipo es una técnica campamentil importantísima. Cómo abrigarse o mejor
dicho, cómo no perder calor es algo enseñable. Con la misma ropa se puede tener
frío o calor; el orden de los factores SÍ altera el producto. Vestirse por capas, que la
ultima capa corte el viento, no dejar escapar el aire caliente por la cintura, no tener
los pies húmedos, cubrir las zonas de mayor irradiación de calor (cabeza, cuello,
pliegues) son algunos de las respuestas esperables cuando la temperatura
desciende.

En la carpa el aislamiento del piso también es fundamental para no pasar una


mala noche, el papel de diario puede resolverlo. Cinco cuerpos calientan más que
tres, las carpas poco pobladas son más frías. Una frazada que tape a todos no solo
refuerza una idea de ayuda mutua, sino que concentra el calor irradiado por todos.

Trasladarse independientemente requiere no tener muchos bultos, implica que


en un bulto manejable por sí mismo se han acomodado los elementos necesarios.
Traer cosas de más, repartir en varios bultos las pertenencias atenta contra las
posibilidades de manejarse solo y aumenta las posibilidades de perderlas. A armar
el bolso (para la vuelta) también podemos enseñar.

Planteamos en los párrafos anteriores muchos problemas y situaciones reales de


nuestros campamentos. Cada uno de estos problemas debe ser resuelto con una
técnica determinada, aunque en muchos casos no sea “la técnica” socialmente
aceptada, los saberes puestos en juego para resolver cada situación posicionan a
los chicos en ese camino.

Seguramente en un campamento de una sola noche los contenidos técnico-


campamentiles no sean el eje que guíe nuestro trabajo. Seguramente pongamos el
acento en la integración grupal, en los procesos de organización y autonomía del
grupo; o dependiendo del diagnóstico realizado cada docente decidirá qué aspecto
de la vida campamentil potenciará para cumplir con sus objetivos. Lo que no
tendríamos que abandonar es la idea de que es en la situación de campamento
donde el chico se enfrenta con estos problemas y tiene la posibilidad de construir
conocimientos en el marco grupal; por lo tanto, es importante abordarlos como
contenidos a enseñar. Resultaría imposible abordar con profundidad todos los
problemas planteados con anterioridad, pero podemos pensar preguntas o
consignas para que cada uno de los contenidos aparezca de algún modo; creando
pequeñas situaciones problemáticas. A algunas las trabajaremos con mayor
profundidad y otras servirán para que los chicos se generen nuevos interrogantes
que no se hubiesen hecho si no hubiesen participado del campamento. No
tendríamos que ignorarlos, porque están, aparecen y a los chicos los entusiasman,
les generan intereses por aprender y a nosotros nos brindan posibilidades de
enseñar contenidos que de otra forma tendríamos que abordar en el aula con
situaciones ficticias.

Por más que los libros de campamentos planteen sofisticadas formas de


orientarse, construir, cocinar… no desacredita los pasos que en nuestros
campamentos se van dando. Son pasos firmes, los primeros pasos, los que nos
servirán para trasladarnos por la vida disfrutando de la vida al aire libre. Los que
nos ayudarán a que si después queremos correr, corramos.

Bibliografía

• BALE, John. “Didáctica de la Geografía en la escuela primaria”. Ediciones


Morata, Madrid, 1989.
• BLAZQUEZ SANCHEZ, Domingo. “Elección de un método en educación física:
Las situaciones problema”. Revista Stadium N° 97, febrero 1983.
• CALMELS, Daniel. “Espacio Habitado en la vida cotidiana y la práctica
psicomotriz”. D&B Editores, Buenos Aires, 1997.
• DE MARTINO, Carlos. “Manual de Campamento”. Ediciones Lidium, 1985.
• GOMEZ, Jorge e INCARBONE, Oscar. “Colonia de Vacaciones”. Ed. Stadium,
Buenos Aires, 1996.
• GVIRTZ, S. y PALAMIDESSI, M. “El ABC de la tarea docente”. Aique Editorial,
Buenos Aires, 2000.
• KANTOR, Débora. “Adolescentes, jóvenes y adultos. Propuestas
participativas en recreación”. Cedes, 2005.
• LERNER, Delia. “La enseñanza y el aprendizaje escolar. Alegato contra una
falsa posición”. Ed. Paidos, Buenos Aires, 1999.
• SARAVI RIVIERE, Jorge. “Campamentos juveniles”. Nueva Librería, Buenos
Aires, 1996.
• VIGO, Manuel. “Manual para dirigentes de campamentos organizados”.
Stadium, Buenos Aires, 2004.

You might also like