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campamentiles
en los campamentos escolares
Profesor universitario de Educación Física por la Universidad de Flores Prof. Emiliano Alonso
Profesorado de enseñanza primaria en la emoalonso@hotmail.com
Escuela Normal Superior Nº 7 “José María Torres” (Argentina)
Resumen
El artículo intenta poner en discusión la enseñanza tradicional de técnicas
campamentiles y repensar la necesidad de generar espacios de formación que acerquen a
los docentes a los campamentos que se pueden desarrollar en el marco escolar. Intenta
poner en duda algunas de las prácticas que se desarrollan en los campamentos escolares
repitiendo modalidades de acción de otros ámbitos y trata de brindar herramientas a los
docentes para desarrollar campamentos donde los contenidos técnico campamentiles sean
elegidos para enseñar en forma interdisciplinaria. El artículo está organizado a partir de
problematizar la formación predominantemente técnica comparándolo con la realidad de
las propuestas campamentiles en el marco de la escuela. A partir de allí se desarrollan: a)
Problemas vinculados con la orientación; b) Problemas vinculados al refugio; c) Problemas
vinculados con las construcciones; d) Problemas vinculados con la noche y el fuego; e)
Problemas vinculados con la cocina; f) Problemas vinculados con el equipo personal. La
intención es acercar situaciones cotidianas y potencialidades de los campamentos para que
los docentes puedan diseñar situaciones problemáticas para generar aprendizaje de
técnicas en sus alumnos.
Palabras clave: Campamento, Escuela, Contenidos Técnico campamentiles,
enseñanza, aprendizaje, situación problemática
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 14 - Nº 140 - Enero de 2010
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Los libros de campamentos, los textos, los apuntes que consultamos en nuestras
etapas de formación, sobre lo que giran muchas de las cátedras de vida en la
naturaleza son las técnicas campamentiles. Aprendemos a usar el hacha; nos
enseñan diferentes técnicas de orientación detectando el musgo que se ubica al sur
en algunos árboles; calculamos declinaciones magnéticas; leemos cartas
topográficas; aprendemos a prender fuego con arco, con baterías y virulana;
aprendemos a armar refugios con ramas, refugios para nieve; practicamos nudos
como el margarita, ballestrinque, as de guía y un sin fin de saberes técnicos. El
hacha y la soga parecen ser nuestras mejores amigas al momento de salir al
“medio natural”; pero a la hora de salir con nuestro grupo de alumnos... ¿cuál es la
realidad con la que nos encontramos?
“Una ´situación problemática´ tiene que permitir a los alumnos poner en acción
los esquemas de asimilación que ya han construido e interpretarla a partir de ellos,
pero estos conocimientos previos no deben ser suficientes para resolverla: la
situación debe requerir la construcción de nuevos conocimientos o de nuevas
relaciones entre los ya elaborados” (Lerner. 1999). Pues bien, ¿cuáles son los
problemas que nos permitirán diseñar situaciones problemáticas y
generar aprendizajes en nuestros alumnos?
¿Dónde vamos? ¿Dónde queda? ¿Cómo hacemos para llegar? Son tres de las
primeras preguntas que los chicos se hacen cuando se enteran de una posible
salida. Tres preguntas que ponen la orientación a prueba; que llevan consigo la
posibilidad de un trabajo previo íntimamente vinculado con la orientación de los
niños en el espacio urbano; que invitan a manejar mapas, planos y a elaborar
caminos posibles, diferentes alternativas. La pregunta lleva consigo la necesidad de
ubicarse uno mismo y elegir referencias que indiquen dónde estamos; que elijamos
un centro y lo podamos comparar con otros “centros”. Para los más chicos las
referencias deberán acercarse más a su cotidianidad.
Para poder identificar cuáles son estos problemas habría que detectar de qué nos
tiene que proteger el refugio, a cuántos y para hacer qué. En el tipo de
campamentos que desarrollamos en las escuelas primarias el refugio clásico es la
carpa. No requerimos grandes refugios, ya que contratamos lugares que los
proveen. La carpa nos tendrá que proteger del frío y de la lluvia, aunque si esta es
muy intensa existirá un lugar donde poder trasladarnos. La usaremos para dormir
en un número entre tres a seis personas.
El armado de las carpas puede ser una tarea tediosa que deberemos resolver con
rapidez para poder pasar a otra cosa más importante o de lo contrario, un momento
de aprendizaje. Para que puedan darse los aprendizajes de los alumnos será
importante brindar el tiempo suficiente para explorar el nuevo material con el que
se encuentran. No es necesario indicar paso por paso como armarla, de esta forma
los chicos solo repetirían automáticamente una acción y no se enfrentarían a las
dificultades que implica proveerse su propio refugio, y a resolver cooperativamente
los problemas que el propio armado les planteará.
Intentaremos para este momento promover las discusiones sobre las diferentes
estrategias que plantee cada chico (o grupo de carpa). Por ejemplo: argumentar
cuál es la posición correcta del travesaño identificando su función. Sus preguntas
abrirán discusiones conceptuales sobre el armado y la función de tal o cual
elemento. Intervenir en las discusiones de los chicos provocando la argumentación
(incluso de las resoluciones correctas) les permitirá generar nuevas relaciones entre
los conocimientos que poseían. ¿Nos demorará más tiempo el armado?
Seguramente. Podrá ser un momento central que disparará discusiones sobre cómo
resolver la vida al aire libre; que invitará a anticipar situaciones; a conceptualizar.
Las construcciones de uso cotidiano suelen ser las más valoradas por los chicos,
aunque su sencillez sea extrema. Un perchero para la bolsa de rancho o las
camperas, un pequeño ábside en la carpa para que no se mojen las zapatillas son
construcciones que aumentan el confort y modifican la vida cotidiana en el
campamento. No implican grandes conocimientos técnicos, pero son una puerta
abierta hacia ellos, a seguir encontrando problemas para resolver o situaciones
para mejorar. A su vez, la posibilidad de resolver un problema grupal en forma
autónoma le otorga al chico (o al grupo) un lugar destacado frente a sus
compañeros, se lo reconoce como un portador de saber y se jerarquiza no solo por
su conocimiento, sino su responsabilidad y compromiso grupal.
El componente mágico del fuego puede ser abordado desde varios ángulos, no
solo desde lo técnico, la amplia literatura sobre el fuego y las posibilidades de
expresión de los chicos sobre él también son formas de acercarse y conocer sus
secretos.
No hace falta cocinar sobre una laja caliente para desarrollar una técnica
campamentil vinculada con la cocina. Con anafe y 40 comensales el desafío puede
ser tan grande como cuando no tengo elementos.
El cocinar para muchos requiere de un alto nivel de planificación. ¡Es aquí donde
los chicos deben intervenir! No los necesitamos solo para cortar cebolla, los
necesitamos para que ellos puedan prever situaciones, anticipar problemas,
calcular cuánto y aprender cómo. El momento central de la elaboración de la
comida en los campamentos, lo que se enseña, es la planificación, la organización
grupal para resolver la tarea asignada. ¿Cuáles son todas las acciones? Planificar,
decidir los pasos, quién hace cada cosa, cuántos fuegos vamos a usar, dónde
ponemos lo que no va al fuego todavía, qué antes, qué después, cómo se sirve,
cómo se lava, cómo se presenta, quién ordena, cuándo cambiamos de tarea y
cuándo va cada cosa al fuego. Todo antes de empezar a pelar las papas. Después
con las manos en la masa vamos haciendo los ajustes necesarios. Sin duda, es algo
que los chicos no pueden hacer solos, tenemos que ayudarlos a resolver. Sin duda,
si lo hacemos nosotros, es algo que los chicos no podrán hacer solos; hacerlo por
ellos no es una forma de ayudarlos a resolverlo.
Otro desafío es cocinarse por grupos pequeños, en muchos lugares contamos con
parrillas y el cocinarse a las brasas para los chicos es toda una aventura. Para
nosotros una posibilidad de trabajar contenidos vinculados con el manejo del fuego,
el cuidado del cuerpo y una oportunidad más para desarrollar su autonomía: que
tomen decisiones, se organicen y se sepan portadores de saberes para compartir
con sus compañeros… que se sepan y se sientan competentes.
Cocinar con fuego implica un desafío, un desafío asumible por los chicos siempre
y cuando les brindemos las condiciones para poder hacerlo. ¿Cuáles son las
condiciones? Dependerá de la experiencia del grupo. Habrá que tener en cuenta
que dejarlos resolver con autonomía no es abandonarlos, pasaremos
periódicamente para ayudarlos a que resuelvan las situaciones que se generen,
tendremos que estar en un lugar de fácil comunicación y acceso para llegar
rápidamente, pero darles la intimidad para charlar y decidir solos. Será más sencillo
comenzar por comidas donde lo que vaya al fuego sea algo sólido; ya que su control
es mucho más sencillo y menos peligroso que el agua hirviendo, por otro lado hacer
hervir agua lleva mucho tiempo y leña, algo que sin duda complejizará la tarea.
Algunos ejemplos pueden ser tostadas, bifes, vegetales a la parrilla, brochettes,
animarse con algún guisito…
Un chico que recibe una lista de ropa confeccionada por el docente puede no
darle importancia a las cantidades y tipo de prenda que debe llevar a la salida. Un
chico que confeccionó la lista junto con sus compañeros y anticipó situaciones
posibles con sus docentes también puede no darle importancia. De lo que estamos
seguros es que el segundo tendrá más herramientas para la elección. Saber cómo
elegir la ropa que llevar, qué tener en cuenta para elegir entre dos prendas del
mismo tipo es una técnica campamentil importantísima. Cómo abrigarse o mejor
dicho, cómo no perder calor es algo enseñable. Con la misma ropa se puede tener
frío o calor; el orden de los factores SÍ altera el producto. Vestirse por capas, que la
ultima capa corte el viento, no dejar escapar el aire caliente por la cintura, no tener
los pies húmedos, cubrir las zonas de mayor irradiación de calor (cabeza, cuello,
pliegues) son algunos de las respuestas esperables cuando la temperatura
desciende.
Bibliografía