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ÁFRICA
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II
MAÑANA
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III
ETERNA MORTALIDAD
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Hubo tantas cosas grandiosas,
tantas cosas pequeñas,
tanto amor, tanta belleza,
tanto dolor, tanta vida
tantas cosas que ni me rozaron.
Habrá tantas cosas, tantas,
cuando yo ya me haya ido,
tantas cosas que me hacen llorar
esta noche, aquí,
al borde del más inmenso mar.
Aquí, donde nos juntamos
tantos dioses desventurados,
soledad contra soledad,
carne con carne virtual;
infinita, eterna mortalidad.
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IV
ESCLAVOS
El aire no levanta
el polvo de los esclavos,
pero ni tú ni yo
dejaremos en la tierra
más rastro u otra huella
que la que ellos dejaron.
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V
PEQUEÑO
A esta hora
me siento pequeño
como un grano de arena.
El espacio se expande,
se tensan las supercuerdas
que arrastran a las galaxias;
eones se precipitan
al centro de cúmulos globulares.
Noto en mi piel
la fuerza extraordinaria
de la explosión primigenia.
No soy menos
que las miríadas de estrellas
que giran en torno
al centro oscuro de la Vía Láctea.
Lo negro me engulle,
la nada me rodea;
one, two, three, four, five, six.
Tan solo una luz, tan solo;
una luz que brilla
en medio del vacío más profundo.
Esa luz, esa luz,
soy yo.
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VI
AZUL
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VII
LUNA
Yo también he visto
esa luna blanca y fría
espejo de nuestras desdichas.
Yo soy tierra y luna
y sol y estrellas lejanas;
y como todo, no soy nada.
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VIII
ERA ESO
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IX
DIOSES
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X
DESHACER Y SER
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XI
ÁNGEL
Si en tu rostro sintieras
la mano helada
de un ángel que del cielo
a la tierra viniera.
Si sus ojos fijara
en tu propia mirada,
la vida y la muerte se confundirían.
La muerte sería esperanza
de una vida más plena;
la vida sería tan solo
polvo en una calle desierta.
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XII
LAGO
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XIII
TRANSPARENTE
Vomito.
Hace tiempo que vomito.
Vomito cosas que llevo dentro,
cosas que no conocía.
Vomito hasta quedarme vacío, limpio.
Hasta sentirme ligero, transparente.
Quizás vomite siempre.
O quizás un día encuentre
que ya no soy nada,
que la luz me atraviesa sin verme.
Si ese día llega
antes que la muerte,
sabré que estoy listo
para verte.
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XIV
ESMERALDA
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XV
¿DÓNDE ESTÁN?
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XVI
CENIZA
No,
no es ceniza
purificada;
ceniza en la llanura bajo el cielo,
soledad.
No es ceniza que se lleva el viento.
No.
No es ceniza esto.
Tierra mojada y sucia,
envuelta en gris,
lluvia
entre el cielo y el fango.
El estiércol alcanza tu tobillo,
te hundes en la mierda
y miras
el aire entre el gris y la llanura.
Luz entre nubes,
sol en el rostro
y no sabes,
no sabes si eres
el que arrastra los bueyes por el lodo
en días sin memoria;
no sabes si eres
un escritor romántico,
cabellos agitados, vientre lleno,
Werther vital;
no sabes si eres
tronco a un fusil pegado, caminando.
No sabes si eres,
si fuiste.
No sabes,
tan solo sientes.
Sientes el peso del aire,
el agua que penetra,
el mundo en que te ensimas;
gris, azul, verde, gris;
agua y niebla, agua y fango;
sólidas vísceras,
rubicundos paisanos;
sudor y mil olores
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que ya se te han pegado.
No,
no es de ceniza purificada
esto que escribo.
¡Mierda!
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XVII
TRISTEZA
Un mundo
desnudo de palabras.
Un niño
sentado a la puerta.
Espera.
Una calle,
en un barrio,
en una ciudad
de cemento
de almas atrapadas,
cansadas.
Un niño que espera
sentado a la puerta
de una casa
cualquiera.
Tarde de cielo gris.
Hora de nada.
Mira la calle
para verla
cuando llegue
con su falda,
sus caderas,
su sonrisa,
blanca y fresca;
para besarla
y olerla
y quererla.
Y tiene la esperanza
de que la noche
no venga
y hoy pueda verla.
Pero llegan
y se lo llevan
y en el coche piensa:
¿y si es verdad
y está muerta?
mientras
las sirenas suenan.
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XVIII
TODOS NOSOTROS
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XIX
MERCADO
En la mañana fría,
en medio de pirámides
de berenjenas, coles y naranjas;
patatas, lechugas, pimientos verdes;
en medio de puestos que giran,
en medio de fracasos inconscientes;
en medio de sonrisas ladinas,
de gritos desmesurados;
de gruñidos animales
de ropa sin lavar,
en medio del sudor,
en medio de rosas falsificadas;
en medio de lo que llaman vida,
un fragmento entre sangre y estertores.
En medio del mercado
alzo la vista al cielo.
Tras las fachadas descuidadas
se adivinan los retretes y la mierda;
en medio de las pirámides de berenjenas,
de lechugas, coles y patatas;
en medio de los puestos que giran.
En medio de todo eso
siento el cuchillo y la náusea;
y prefiero el cuchillo frío,
el cuchillo afilado;
prefiero la sangre limpia
al pus, al vómito, a los excrementos;
prefiero la sangre como agua fría
a viscosas excreciones.
Lo prefiero.
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XX
TIEMPO
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XXI
FELIZ
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XXII
BERLÍN EN MAYO
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Me senté en mi butaca.
Rodeado de gente
me sentía mejor.
Sólo faltó un espectador,
que era ¡mira por dónde!,
justo el de mi costado.
La ópera se me atragantó.
Me reí del destino
que tan claro dejaba
lo solo que yo estaba.
Hoy he recordado
que fui yo quien compré
aquella entrada junto a mí;
cuando todavía pensaba
que aquel día de mayo
el sol luciría en Berlín.
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XXIII
HORIZONTE
Hoy sentí
que el horizonte
se acercaba
hacia mi.
Caminaba
y el mundo
se acababa,
el cielo
se alejaba,
un abismo
se abría
más allá
de la línea
que separa
el cielo
y el mar.
Extraño vacío
del mundo y mío,
mío y del mundo
como si fuéramos
uno.
¿Acaso
lo somos?
Pero no,
uno es limpio,
transparente
casi inexistente;
y el otro,
el otro es denso,
¿viscoso?
pesado,
real.
Uno mira
y el otro es mirado.
No tiene conciencia
es pura ilusión,
no existe
tan solo es
porque yo lo sé.
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XXIV
MATAR A BACH
Si matáramos a Bach,
si bajáramos los altos techos
de las catedrales,
si acabáramos con el calor
en nuestras iglesias;
si murieran los burgueses
que alientan terrenas recompensas
en los penitentes;
si supiéramos que nuestra fe
conduce a la muerte terrenal,
a la pobreza,
y al dolor;
si aún así
nos sentimos reconfortados,
satisfechos, felices,
rodeados de muerte;
si aún así
el corazón se agranda,
los ojos fluyen y el amor mata;
si aún así nos sentimos dichosos
entre el barro y los excrementos
en alguna barriada ruidosa
de alguna ciudad perdida
en las letrinas del mundo;
si aún así
amamos a los pobres
y a sus verdugos;
si aún así amamos a Dios
y pensamos que Él nos ama
¡Benditos seamos!
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XXV
GRISEAR
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XXVI
ÚLTIMO
El cielo es negro;
la tierra, dura
y tú estás solo
con tu desdicha.
El dolor es la vida
en esta noche húmeda,
tan fría.
Sin dolor nada habría.
Sostiene tu dolor
ese pino agitado por el viento,
y nubes desgarradas en el cielo
bajo el azogue del espejo negro.
Hoy no hay luna
ni estrellas.
Quizás mañana brille otro sol;
pero ¿quién lo verá?
si yo,
el último,
no llego a despertar.
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XXVII
MAREA
Sube la mar
en la playa vacía.
Gris soledad.
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XXVIII
MAR
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XXIX
MUERTOS
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XXX
CATARRO
Cada catarro,
cada desvelo,
cada noche de llanto
te quita algo
de lo que llevas dentro.
Vas deshaciendo
esta impostura,
la blanca máscara
que te pusieron
la tarde gris
en que llegaron.
Estás desnudo.
Casi lo entiendes todo:
el Padre es Hijo,
el Hijo es Padre;
nadie conoce al Padre
excepto el Hijo.
Y quien es padre
y ha visto en los ojos
de un pequeño hijo
la necesidad simple
de serlo todo,
de ser un dios
poderoso y amable;
de simular
fuerzas que no tienes,
valor del que careces.
Cuando has visto tal cosa
entiendes
¡vaya si entiendes!
Lo entiendes todo,
casi todo lo entiendes;
aunque no sabes
lo que sientes.
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XXXI
JUNTO AL MAR
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El primer rayo de la mañana, rojo, no es aún suficiente;
solamente cuando el sol luce en el cielo y el agua brilla
se levanta el hombre acomodado de su letargo.
La brisa del mar trae perfumes salados y frescos,
el zumo está junto a su mano y un cuerpo suave a su lado.
Ha despertado.
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XXXII
SÚBITA LUZ
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XXXIII
Nací.
Vi gente junto a mí,
lluvia tras los cristales.
Jugué.
Estudié, algo aprendí.
Creí amar y amé.
Engendré,
y ahora junto al mar
espero amanecer.
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XXXIV
TARDE
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XXXV
TRANQUILIDAD
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XXXVI
DÍA
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XXXVII
CADÁVERES
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XXXVIII
VALLE
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