Escuadr

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Lic. Argelia Berenice
Ramírez Aceves

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Escuadr
ón
Lic. Argelia Berenice
Ramírez Aceves

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 Derechos Reservados
Chihuahua, Chih. 2010
Se prohíbe la reproducción total o parcial por cualquier medio electrónico o
mecánico.

Desde 1993, ciudad Juárez, Chihuahua, ha sido víctima de la

violencia de género. Han pasado diecisiete años, y aún no han

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logrado esclarecer los hechos ni se han encontrado a los culpables
o al culpable.
En los medios de comunicación, se dio a conocer, allá por
1994 o 1995, que el asesino era un egipcio. No obstante, a pesar
de que fue apresado, juzgado, y condenado por ser hallado
“culpable”, han continuado los crímenes contra el género
femenino. Miles de mujeres han perdido la vida, se han ido al
infierno por seres perversos sin escrúpulos y el cuestionamiento de
miles de familias chihuahuenses, sigue siendo, ¿quién fue y por
qué? La pregunta queda en el aire aún sin respuesta. Las teorías
son muchas, tráfico de órganos, lo cual es improbable por la forma
en que han hallado los cuerpos, rituales satánicos, mera maldad…
nadie lo sabe.
Lo peor, es que la plaga se fue hasta la capital del
estado, donde empezaron a desaparecer jovencitas y
aparecer muertas en diversos puntos de la ciudad. Esto
comenzó a propagarse en el 2004. Incluso, enfrente del
palacio de Gobierno existe una cruz rosa con cientos de
fotografías y nombres de todas las víctimas, como un
continuo recordatorio de esta herido que ha permanecido
sin sanar. Han pasado diversas administraciones de gobierno,
desde Fernando Baeza, hasta el licenciado Reyes Baeza y aún
continúan impunes estos crímenes.
¿Hasta cuándo se hará justicia? ¿Hasta cuándo la violencia
contra la mujer continuará? ¿Quién tendrá el valor de luchar contra
la delincuencia? ¿Quién tendrá el valor de investigar
verdaderamente hasta encontrar a los culpables y detener esta ola
de crímenes que a tantas familias han afectado?
Peor aún, en junio de 2008, ocurrió algo peor en la capital del
Estado Grande: la violencia entre narcotraficantes. A casi dos años
de eso, tal parece que la sociedad chihuahuense se ha
acostumbrado a escuchar ambulancias, patrullas, ver las
camionetas de las cipoles y ver tanques de guerra o camionetas
repletas de soldados. Ya no es noticia saber que hubo balacera en
tal parte, que fueron asesinados jóvenes, adultos, varones
maduros incluso con sus familias. Ya no es novedoso que

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aparezcan cabezas afuera de las casas de los decapitados. Esto
sigue. Fuerzas espirituales de maldad se han desatado en diversos
puntos de la nación. México era un país de paz. Ahora es un país
violento donde la muerte comienza a reinar. Fuerzas de maldad
ganan terreno cada día. Por eso es necesario que el pueblo de Dios
se levante en armas en esta guerra sin cuartel.

“Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino

contra principados, contra potestades, contra los
gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra
huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.”
Efesios 6:12
“… No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha
dicho Jehová de los ejércitos”. Zacarías 4:6

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CAPÍTULO UNO
EL SECUESTRO
Ya no podía más.
Sentía cómo se
entumecía cada
músculo de su frágil
cuerpo. No sabía qué
dolía más, si la piel
rasgada por los por los rasguños,
los golpes en la cara, los del
cuerpo, o el sentir el frío del piso
en su piel. Ignoraba porqué
estaba ahí, echa bola, desnuda,
en una habitación helada, vacía,
en pleno mes de diciembre.
Estaba atada de pies y manos,
con una cinta adhesiva sobre sus
labios juveniles. El dolor era
intenso. Sentía que moría. A su
mente, acudieron diversos
recuerdos como flechas. Uno de
ellos, fue cuando conoció a
Viridiana, una chica de su salón.
Cada día se reunían en casa de
esta a practicar la lectura de
cartas, navegaban por internet
buscando información sobre
ocultismo y otros temas
referentes. A veces, veían
películas de terror, escuchaban
música oriental, gótica, rock
heavy metal, blak metal, cantos
gregorianos, leían animes, entre
otras lecturas. La pasaba bien en
su compañía, sin embargo,
aunque siempre pensó se
trataba de un juego, Viridiana no,
ella siempre se tomaba todo muy
enserio. Fuera de la escuela,
siempre se les veía vestidas de
negro y con algunas insignias
que se antojaban satanistas.
Hablaba de una forma extraña.
Viridiana siempre fue rara, pero
se portaba muy bien con ella.
Una mañana como
cualquier otra según creía, salió
temprano a tomar el autobús
para llegar a tiempo a la prepa.
Esa mañana entraba a las 7:00,
así que todavía estaba obscuro.
María no la acompañó. Si tan
sólo María no se hubiera
quedado dormida... Arlette no
estaría en ese lugar.
Notó que al salir
de casa, un auto
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negro con vidrios polarizados la gran sacerdotisa del reino de
seguía. Sintió temor y apretó el Quetzalcoatl y ustedes la
paso, soportando el frío que se trataron mal. ¡Muévanse! ¿Qué
colaba a través de su chamarra y esperan?
su pantalón de mezclilla. Sentía No era Viridiana, sino su
los pies entumidos, y a pesar de tía. Los hombres que
caminar deprisa, el auto la secuestraron a Arlette, la
interceptó al intentar cruzar la tomaron en brazos de inmediato.
calle. Dos tipos altos y fornidos, La llevaron a una tina con agua
vestidos de negro, se bajaron, caliente, ya desatada. Estaba
secuestrándola. Ya en sus inconsciente con los labios
manos, hicieron con ella lo que morados. Casi entraba a un
quisieron. Tipos sádicos, estado de congelación. No sentía
malvados, la golpearon hasta el agua. La mujer estaba furiosa.
hacerla sangrar. Arlette tenía Sentía deseos de torturarlos
miedo, sabía que pronto moriría. hasta morir.
Creía que pronto se uniría a la –¿Por qué la
lista de mujeres asesinadas, en ultrajaron? ¿Por qué
la frontera del Estado Grande. le hicieron esto?–
Podía ver ya, su foto en los Inquirió haciendo
diarios y una cruz rosa con su hacia atrás su negra
nombre. Se imaginaba su capa–. ¡Quiero que
nombre escrito y colocado en un me respondan! ¿De
clavo más del monumento quién recibieron la orden?–
ubicado enfrente del Palacio de Preguntó mirándolos fijamente
Gobierno, en la capital. mientras Viridiana, cuyo
*** sobrenombre era Osiris, y otras
–¿Pero qué hicieron? chicas atendían a Arlette.
Alcanzó a escuchar una –Mor... Morgana nos dijo...
voz femenina. No estaba segura –contestó uno de los hombres
de que fuera Viridiana, pero tal titubeando.
vez sí era. No lo sabía. A esas –¿Y quién es Morgana para
alturas, estaba casi inconsciente. darles órdenes?–Gritó. Su voz se
–¿Qué esperan, inútiles. escuchó por todo el lugar–. Yo les
Son unos... buenos para nada di la orden de traerla. Les dije
¡muévanse! Si se muere, ustedes que la cuidaran. ¿Por qué la
serán el sacrificio de la próxima obedecieron a ella? Son
Misa Negra. ¿Escucharon? ineficientes, debería reducirlos a
¿Quién demonios les dijo que animales, eso es lo que son.
debían maltratarla? Ella será la ¡Ineptos! Serán duramente
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castigados. Y yo voy a estar llevarla a ningún hospital, de
presente para escuchar cada uno modo que llamaron a su médico
de los gritos de dolor que de la secta.
emitirán por haberme
desobedecido. Si quieren
permanecer con vida, ruéguenle
a Baal que esa muchacha se
salve, de lo contrario, serán el
sacrificio para la próxima Misa
Negra–. Habló pausadamente
pero llena de ira. En sus ojos
podía verse la maldad. Oprimió
un botón. Entraron dos varones
más altos, de piel obscura,
también vestidos de negro–.
¡Llévenselos!
–¿A dónde su alteza?
–A la mazmorra.
Diviértanse un rato con ellos,
que luego bajaré a ver cómo les
desgarran la piel con el látigo.
Los primeros hombres no
se atrevieron a abrir la boca.
Sabían que no tenían escapatoria
y de hacerlo, el castigo sería más
cruel. Los varones de piel
obscura sonrieron con un
destello de maldad. Arlette
estaba grave pero no podían

Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la

carne; porque las armas de nuestra milicia no son
carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de
fortalezas, derribando argumentos
y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de
Dios,

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 y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia de
Cristo…
2ª Corintios 10:3-5.

nombre: Arlette Luna Roja. De

quince años. Fue secuestrada
PÍTULO DOS cuando iba rumbo a la escuela.
JAEL Y ARLETTE La mañana del tres de diciembre
del año pasado, el matrimonio
Jael y Sonia, las gemelas, veían Luna Roja perdió a su única hija.
las noticias. En la televisión salió ¿Hasta cuándo seguiremos
el caso de Arlette Luna Roja. viviendo el terror y la
–Hace seis meses, inseguridad? ¿Cuántas más?–
desapareció otra jovencita. Su Comentó indignada la reportera–.
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Esta mañana, seis meses
después de su desaparición,
encontraron en el lote Bravo, el
cuerpo mutilado de una mujer, el
cual al parecer, pertenece a
Arlette Luna Roja, porque se
encontraron pertenencias de la
jovencita, y coincide con las
características de Arlette. El
rostro está completamente
destrozado, por lo que no se
pueden distinguir las facciones.
Pasaron la imagen de los
policías recogiendo el cadáver.
Luego a la madre de Arlette,
llorando desconsolada. Alegaba
que no podía ser su hija. El
comandante de la policía le
sugirió hacer un estudio del ADN
para comprobar si se trataba de
Arlette, a lo que la mujer se
negó, por ser ésta, adoptada.
Sonia apagó la televisión.
Estaba más que indignada. Le
molestaba la actitud de la
policía. Tan despreocupada, tan
fría...
–Estoy segura que saben
muy bien de quien se trata. No
es posible que más de diez años,
sigan apareciendo mujeres
muertas, como si fueran perros
atropellados. No es posible, Jael.
Esto no me gusta nada. El
ambiente se siente denso–.
Respiró profundamente tratando
de controlar su indignación–.
Bueno, nos espera un largo día,
hermanita. Así que oremos antes
de salir. Tengo mucho trabajo el
día de hoy–. Aseguró Sonia
tomando las llaves de la casa.
C
Jael se acercó a ella
y oraron juntas. Leví
llamó a la puerta. Sonia
salió de casa. Se
despidió de su hermana y se
subió al auto de su prometido.
Jael terminó su desayuno más
tranquilamente. Ya había pasado
el período de exámenes. No era
necesario salir, sino hasta más
tarde, sólo para recoger algunos
trabajos y calificaciones. Le
faltaba sólo un semestre para
terminar la carrera de Derecho.
Las vacaciones estaban a la
vuelta de la esquina. Andaba
todavía en pijama. Limpió la
cocina, la sala, las habitaciones y
posteriormente, se metió a
bañar. Hacía calor. En tanto el
agua fría corría sobre su cuerpo,
entonaba una alegre canción.
Con toda la calma del mundo, se
vistió y peinó antes de salir. Ya
fuera de casa, estaba abriendo el
auto. Justo en el momento en el
que se disponía a abordarlo,
quien sabe de dónde, apareció
una chica que se impactó contra
su cuerpo cayendo las dos sobre
la banqueta. La desconocida, se
levantó deprisa y vio que el auto
era un buen escondite. Sin pedir
permiso, se introdujo en él.
–¡Por favor ocúltame!
Suplicó desesperada, a la
vez que se encogía lo más que le
era posible, del lado del copiloto,
11
en el piso. Jael sin saber qué
hacer, se subió ella también.
Insertó la llave dentro de la
ranura. Antes de arrancar, se
puso el cinturón de seguridad.
De pronto, unos jóvenes altos y
fornidos, vestidos de negro,
pasaron corriendo junto al
vehículo. Jael arrancó.
–¡Ay, Padre! ¿Qué hago?
Preguntó mentalmente
mientras manejaba. Miró de
reojo a la chica. No se veía
peligrosa, más bien, parecía un
ratoncito asustado. Encendió el
estéreo. Oprimió play y la música
country llenó el ambiente. Eso la
relajaba. Se puso a cantar, en
tanto conducía con rumbo a la
facultad. No sabía si ignorar a la
chica o qué. Casi llegando, se
decidió a hablarle. La muchacha
sudaba.
–¿Qué pasa? ¿Quién eres?
¿Por qué te perseguían?
–¿Adónde vamos?–
Preguntó la chica.
–A la UAJ.
–Por favor, ahí no. Están
en todas partes. Van a matarnos
si nos encuentran. No vayas ahí,
por favor. Por favor...
–Oye, ¿de qué hablas? Me
tiras al piso, te subes en mi carro
y ahora no quieres que recoja
mis calificaciones–. Indagó un
poco molesta.
–¿Estimas más tus
calificaciones que tu vida?
12
Jael detuvo el auto, justo
afuera de la universidad.
Titubeó. No sabía qué hacer. La
miró de nuevo.
–No me veas, finge que
hablas sola, de lo contrario,
sabrán que estoy aquí.
Jael desesperada, miró
hacia el frente. Alzó su mirada al
cielo, impaciente. Respiró
profundo, hizo una corta oración
mental, y luego, sin verla,
continuó con su interrogatorio.
–¿Quién eres? ¿Qué
necesitas? ¿Qué quieres? ¿Por
qué te persiguen? ¿Qué hiciste?
–Soy Arlette Luna Roja.
Necesito tu ayuda porque
quieren matarme. ¿Quiénes? Los
de la secta. Adoran a Satanás.
¿Qué quiero? Vivir. Me persiguen
porque me negué a aceptar el
entrenamiento para ser
sacerdotisa, porque no quiero
participar en los sacrificios. No
me gusta lo que hacen, me
aterra. No me gusta torturar
personas ni animales. No me
gusta matar a nadie, menos de
la forma en la que lo hacen. Si
me agarran, van a castigarme
severamente, si es que no me
matan. Si me dejan vivir, en vez
de ser sacerdotisa, seré una
simple... no sé como la llaman,
pero van a usarme para tener
bebés y sacrificarlos. No quiero
eso.
Jael no podía creer lo que
estaba escuchando. De modo
que arrancó alejándose de la
universidad. No sabía a dónde ir.
–Vamos a la policía para
que hagas la denuncia.
–¡NO! El jefe de la policía
pertenece la secta. Es un
hechicero de alto rango.
Jael la miró nuevamente
de reojo. Recordó las noticias de
la mañana.
–¿Cómo dijiste que te
llamas?
–Arlette Luna Roja. En la
secta me nombraron Athor. Así
me llaman, pero mi nombre es
Arlette.
Por la impresión, casi se
pasa un alto. Frenó
bruscamente, lo que provocó que
Arlette se golpeara un poco.
–¿Es broma? ¡Tú estás
muerta!
–No.
–¡Te vimos en la mañana!
–No era yo.
Jael se puso muy nerviosa.
De modo que hizo una oración
pidiendo dirección y protección
al Padre, en voz alta. Se dirigió a
la agencia de su hermana.
Tenían muchísimo trabajo de
serigrafía ella y Leví. Se
estacionó afuera de la agencia.
Miró hacia atrás para ver con qué
podía cubrir a Arlette. Ahí estaba
todavía el paquete de edredones
que debió llevar a la lavandería.
Tomó uno. Lo extendió sobre el
asiento y el piso.
–Aquí quédate, Arlette. No
te muevas. Regreso en un
momento. Voy a consultar a mi
hermana a ver qué podemos
hacer y cómo ayudarte.
–Tu hermana... ¿es de
confianza? Es decir, ¿la conoces
bien? Perdón... ¡Que pregunta!
Es que los satanistas están por
todas partes.
–No te preocupes. Somos
cristianas y nuestros novios
también lo son.
Se bajó del auto. Lo cerró
con seguro. Sonia y Leví se
sorprendieron de verla ahí. Sobre
todo, por la expresión de pánico
que reflejaba. Jael convenció a
Sonia de subir al auto. Dentro, le
contó lo ocurrido. Sonia se
alarmó bastante. Regresó al local
para informar a Leví que debía
salir para atender un asunto
urgente. Leví insistió en saber de
qué se trataba para proporcionar
ayuda. Sin entrar en muchos
detalles, contó la historia recién
referida. Leví cerró el negocio.
Decidió que era más importante
ayudarlas, que tener las
camisetas listas. Ya vería cómo
trabajar tiempo extra para dejar
satisfechos a los clientes. Le
pesaba que Aarón estuviera de
vacaciones.
Los cuatro se fueron a
casa de las gemelas. Como
Arlette era muy bajita, Leví la
sacó del auto en brazos, con los
edredones encima, para
13
disimular, por si estaban
vigilando. La chica sudaba
copiosamente. Estuvo a punto de
sufrir una deshidratación. Ya en
casa, estaba recostada en el
sofá. Sonia le llevó limonada no
muy fría, para evitar se
enfermara por los cambios de
temperatura. Sonia y Leví la
estuvieron cuestionando. Era de
estatura baja. Medía un metro
cuarenta centímetros, su piel era
blanca y sus cabellos tan rizados,
que parecía una muñeca con
bucles. Vestía totalmente de
negro. Un pantalón de tubo, de
piel, blusa ajustada de tirantes y
zapatos de botita, tipo militar,
aquéllos que se usaban a finales
de los ochenta. Era raro ver a
alguien vestido de negro a causa
del intenso calor que la ciudad
estaba sufriendo en esos días.
Sus labios estaban pintados de
rojo obscuro y sus ojos muy
maquillados, con una larga línea
negra sobre los párpados. Se
veía mayor de lo que era. Pero,
efectivamente, se trataba de
Arlette, la chica desaparecida a
principios del diciembre pasado.
–No puedo volver a mi
casa, porque mis padres creen
que estoy muerta. Además, de
inmediato me encontrarían y
obligarían a regresar a la secta.
Por otra parte, no podemos
denunciar esto a la policía,
porque el jefe de la policía está
involucrado. Es un hechicero
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muy poderoso. Necesito ayuda,
pero sé que tarde o temprano
me encontrarán y obligarán a
volver. Lo sé.
–¿Por eso vistes de negro?
–Todos los que están en la
secta, visten de negro. Excepto
los que llevan uniforme en sus
trabajos o escuelas. Dentro de la
secta, hay varios políticos,
autoridades educativas,
narcotraficantes, médicos
prestigiados, artistas, sacerdotes
católicos, pastores evangélicos y
presbiterianos... gente
importante y con poder.
–Pero... –Sonia no
terminaba de entender– en la
mañana salió en el noticiario que
encontraron el cuerpo de Arlette,
es decir, a ti.
–Ese era el plan.
Asesinaron a una chica parecida
a mí, que recién llegó del sur, a
trabajar en una maquiladora. La
estuvieron investigando y
vigilando hasta que la
secuestraron, la torturaron y,
finalmente, la mataron entre
atroces sufrimientos. La
escogieron a ella, porque no
tiene familia, y por su parecido
conmigo. Así, todos pensarían
que se trataba de mí. Dejaron
mis pertenencias para que todo
quedara en paz. Muerta ante
todos, ya no tendría que regresar
a mi casa y podrían entrenarme
mejor. Sacarme del país para
llevarme a un rancho en Estados
Unidos, dónde pensaban
adiestrarme mayormente y ADN.
ordenarme sacerdotisa en un
tiempo no muy lejano, ese era el
plan. Me obligaron a asistir al
tormento que le hicieron a esa
pobre muchacha. Es horrible.
Tan horrible, que no puedo
describirlo. Sólo sé que al final
de tanto sufrimiento, la mataron
rompiéndole la cara con una
gran piedra para desfigurarle el
rostro y convencer a todos,
principalmente a mis papás, que
el cuerpo encontrado esta
mañana, es mío. Pero es obvio
que cuando se haga el estudio
del ADN, se darán cuenta que no
soy yo, y entonces, habrá sido
inútil el sacrificio de esa
muchacha. Vi muchas cosas
horribles, por eso no quiero
volver. Me obligaban a beber
sangre. ¡Lo detesto! ¡Es
asqueroso! No quiero volver ahí,
si es así, prefiero morirme antes
que caer en las garras de ellos.
Sonia se dio cuenta que la
chica ignoraba su verdadero
origen. No sabía si decírselo o
no.
–Arlette, hay algo que no
sabes y fue revelado esta
mañana por tu mamá. Es algo
difícil, pero creo que debes
saberlo.
–¿Qué cosa?–La miró
intrigada.
–Tu mamá declaró que
eres adoptada. Por lo tanto, no
servirán de nada las pruebas de
La muchacha miró
fijamente a Sonia. En su rostro se
reflejó la incredulidad. Guardó
silencio.
–Ahora comprendo. Esto
explica muchas cosas. Creo que
ya me conocían desde antes en
la secta. Es muy probable que
supieran esto y por eso obraron
con tanta seguridad. Esto duele
mucho, ¿saben? Una mañana,
salí de casa como todos los días,
con rumbo a la escuela. Mamá se
sintió enferma, no me acompañó
y entonces, me subieron a un
auto, me secuestraron,
ultrajaron, torturaron, y no volví
a casa. Más de seis meses con
gente loca, fanática, gente
perversa, enferma, que adoran a
un ser extremadamente
malvado, me querían hacer líder,
y ahora, me encuentro aquí, con
ustedes huyendo, me doy cuenta
que soy adoptada... ¡esto es
demasiado! ¡Quisiera dormirme y
no despertar nunca!–Lloró
amargamente.
Jael la abrazó mirando a su
hermana con reproche. Sonia se
encogió de hombros. De todos
modos, Arlette lo sabría algún
día. Leví daba vueltas por la sala,
caminando de un lado a otro.
–Por lo pronto te quedarás
unos días con nosotras, en lo que
buscamos una solución–.
Resolvió Sonia–. El problema, es
15
que nosotras salimos durante el
día... ¿ya saliste de vacaciones,
Jael?
–Pues necesito saber si
pasé todos los exámenes, de lo
contrario, tendré que estudiar
para los extraordinarios.
–Pero, ¿vas bien? ¿O no?
–Sí.
Luego Leví le aconsejó ver
las calificaciones por internet o
pedirle de favor a algún
compañero que le dijera si pasó
o no.
–Necesitamos informar al
pastor lo que está pasando, para
ponernos en oración–. Reflexionó
Leví.
–Sí, voy a ponerme en
contacto con los guerreros de
oración para que intercedan por
nosotros–. Aseguró Jael.
–Por favor, no usen los
teléfonos, podrían estar
intervenidos–. Pidió Arlette–. Y...
¿puedo ver una foto de su pastor
antes de que hablen con él?
–¿Por qué?–Preguntó Jael
con extrañeza.
–Podría ser satanista. Vi a
varios pastores dizque
evangélicos. En realidad son
satanistas, pero los envían a las
iglesias cristianas para
destruirlas.
Sonia tomó un álbum que
tenía sobre el librero. Buscó
hábilmente y pronto encontró
una fotografía de la
congregación. Se la mostró a
16
Arlette. La chica suspiró
tranquila. Luego sonrió y autorizó
la comunicación.
***
El pastor fue enterado por Leví,
quien fue a verlo para informarlo
personalmente. El hombre se
impresionó muchísimo. No sabía
qué hacer. Decidió ponerse en
oración para pedir la orientación
de Dios y le pidió a Leví fuera
discreto, pues se trataba de una
situación muy delicada. Después
se fue a la agencia para terminar
el trabajo. Ahora lo haría solo. De
ninguna manera quería que Jael
se quedara sola, cuidando a
Arlette. Estaba muy preocupado
por las gemelas. ¡En qué lío se
habían metido!
Esa noche, Jubal pasó por
Jael para ir a cenar. Jael olvidó
avisarle a Jubal que no podrían
salir. El muchacho llegó muy
perfumado con un ramo de rosas
en la mano. Jael, lejos de
alegrarse, se quedó seria al verlo
en la puerta. No sabía si salir a
conversar con él, invitarlo a
cenar ahí mismo o qué. Sonia se
acercó a saludarlo y lo pasó a la
sala. Arlette estaba dormida en
el sofá. El muchacho la miró.
Estaba intrigado. Notó a las
gemelas un poco distintas.
–¿Pasa algo, Jael? No me
recibiste como siempre. ¿Hice
algo malo?
 –No, Jubal. Perdón. Es que Jubal, quien notó algo
olvidé llamarte para cancelar la desagradable en su mirada.
cena. Sonia también lo había notado. El
–¿Por qué? ambiente se volvía cada vez más
–Siéntate. denso. Después de las
–¿Quién es?–Preguntó respectivas presentaciones, Jubal
mirándola aún con las flores en las invitó a orar. La cena había
la mano. terminado y estaba satisfecho,
–Ven a la cocina, porque la pero no por eso, menos
historia es larga y es mejor que preocupado.
cenen aquí y no en la calle. Ya –Bueno, chicas, oremos
preparé algo. Espero que te antes de retirarme–. Tomó a Jael
guste, Jubal. de la mano, quien a su vez, tomó
El muchacho siguió a las a Arlette, y Sonia cerró el
hermanas. Se acomodó en una círculo–. Padre, gracias por
silla cerca de la mesa. Jael contó haberle ayudado a Arlette a
detalladamente cada suceso escapar de las garras del
ocurrido ese día, desde el enemigo. En este momento,
noticiero de las siete, hasta ese queremos pedirte humildemente,
momento. Arlette necesitaba este pequeño grupo de hijos
muchísima ayuda. No sabían qué tuyos, que envíes un cerco de
hacer. Ahora Jubal también ángeles guerreros para que nos
estaba muy preocupado. No protejan, principalmente, a
quería dejarlas solas. Temía que Sonia, a Jael y a Arlette. No
los satanistas rastrearan a permitas que ningún espíritu
Arlette. Aunque sabía también, inmundo entre en este hogar que
que las chicas habían extremado es tuyo...
precauciones y que en Cristo Arlette, al inicio de la
somos más que vencedores por oración, empezó a temblar.
medio de Aquél que nos amó. 1 Conforme aumentaba la
No obstante, sólo de pensar que intensidad de la oración, se soltó
algo malo pudiera ocurrirles, le del círculo, quedando dentro,
ponía la carne de gallina. Arlette tirada en el piso. Al parecer,
despertó. Sus ojos se veían empezaba a convulsionarse.
inyectados de sangre, por la Luego se tapó los oídos haciendo
irritación del sueño excesivo. una expresión horrible, que
Entró a la cocina saludando a afortunadamente no vieron por
tener los ojos cerrados. Jael
1
Apóstol Pablo. Sagradas Escrituras. Romanos 8:37.
entonó una melodía muy
hermosa. Con esto, pareció
17
calmarse Arlette. Cuando malvado–. Arlette, te hablo, si
terminaron de orar, Jubal no se estás ahí dentro y me escuchas,
fue de inmediato, sino que le responde.
aconsejó a Jael preguntarle todo La chica sufrió un
lo que ella hizo. La vieron desmayo repentino. Jubal la
sentada en un sillón con los tomó en brazos llevándola de
brazos cruzados y una notable nuevo al sofá. Sonia miró a Jael.
expresión de enojo. Sonia y Jubal –Sospecho que está será
se inquietaron bastante al ver su una noche muy larga. Esta chica
mirada. está endemoniada y no tengo
–¿Te pasa algo, Arlette? idea de cuántos demonios traiga
–Nada, que aquí son unas adentro.
fanáticas. ¿Qué se la pasan –Pues hay que investigar
orando y cantando todo el día? cuántas entradas abrió.
¿Qué no se aburren? No oren, me Jubal no se fue. Se puso a
molesta. orar intensamente por Arlette,
–Oye, si quieres ser libre y junto con las muchachas.
vivir, es mejor que te ajustes a Pasaron varias horas, hasta que
nuestras reglas. Vas a quedarte la chica volvió en sí.
en esta casa unos días, de modo Supuestamente liberada. Aún
que tendrás que adaptarte a tenía demonios.
nuestro estilo de vida. Y si no te
gusta, pues ahí está la puerta– CAPÍTULO TRES
sentenció Sonia notablemente PLA LUCHA COMIENZA
molesta por el comentario. or la mañana,
–Pues bien. Adiós. en apariencia
Se puso de pié caminando todo estaba
con rumbo a la puerta. Jubal la bien. Arlette se
detuvo de un brazo. veía normal.
–¿A dónde crees que vas? Sonia le envió
En cuanto cruces el umbral de un mensaje a Leví, a través de su
esta puerta, estarás afuera, teléfono móvil, para preguntarle
desprotegida, a merced de los si la necesitaba en la agencia. Le
satanistas. Te encontrarán y respondió que no. Él se
sabes mejor que nosotros lo que encargaría de todo. Sonia se
te harán cuando estés en sus quedó más tranquila
garras. ¿Eso quieres, Arlette?–La acompañando a Jael. Jubal se
miró fijamente a los ojos ofreció a pasar por las
tratando de encontrarla, pues su calificaciones de Jael. Ella se lo
mirada era la de un ser agradeció muchísimo. Se
18
levantaron un poco tarde. Jael subió el volumen y se
Encontraron a Arlette sentada en pusieron a cantar las dos, casi a
el piso, con las piernas cruzadas gritos.
y entrelazadas, los brazos –¡Poderoso! ¡Poderoso!
estaban extendidos hacía arriba. ¡Poderoso! El León de Judá,
Sus ojos se veían en blanco y nunca perderá porque es el
emitía un murmullo monótono. Poderoso, Poderoso. Cristo es el
Sonia se horrorizó por el Rey, no hay nadie cómo Él, es
descubrimiento. La chica estaba Poderoso, sobre Satanás, Él
en trance. Jael entró a la sala tomó la autoridad, es Poderoso.
poco después que Sonia, pero no Ante su poder, las tinieblas han
se fijó en Arlette, pues ella de caer, es Poderoso, sobre el
siempre acostumbraba al trono está coronado en
levantarse, luego de tener majestad, Él nos prometió que
comunicación con Dios, encender pronto regresará...
el estéreo y poner un compacto El demonio revolcó el
de alabanzas. Así que como cada cuerpo de Arlette por el suelo. Se
día, hizo lo mismo. Sonia no escuchaba la voz del demonio
sabía que hacer. Percibía gran gritando aterradamente. Las
actividad demoníaca dentro de chicas no lo sabían, pero un buen
su casa. Jael se puso a cantar número de ángeles, estaban
junto con el compacto. Una voz dentro de la casa combatiendo
varonil proveniente de Arlette contra las huestes de maldad.
dijo: Ellas continuaron alabando a
–¡Quita ese maldito cidi y Dios con cantos de victoria. En
cállate! ¡No te soporto! tanto y tanto, Sonia reprendía al
Las gemelas se espíritu inmundo para que
espantaron ante tal saliera, sin que Jael dejara de
demostración clara de posesión cantar. El arcángel Miguel con
demoníaca. Jael miró a Sonia espada en mano, obligó al
inquisitiva sin obedecer. demonio a salir.
Entonces Sonia tuvo una idea. –No voy a salir, ella me
–Muy bien, demonio, así pertenece. ¡Váyanse!–Las chicas
que no te gustan las alabanzas... lo escuchaban discutir, pero no
vas a tener que irte porque no podían ver a los ángeles, sólo
vamos a obedecerte–. Dijo en sentían su presencia.
tono retador. Eso habría –No tienes escapatoria,
asustado a cualquier otra Astarot, debes salir de ella. Estás
persona, pero no a las gemelas. en terreno santo. Esta casa y

19
todo lo que en ella hay,
pertenecen al Rey. ¡Vete!
El cuerpo de la chica se
sacudió una vez más en el suelo.
El demonio salió profiriendo
maldiciones. Se fue de la casa
gruñendo. Afuera, había más
demonios esperando el
momento oportuno para entrar.
No podían acercarse mucho,
porque había una cobertura de
ángeles eslabonados rodeando la
casa.
–¡Tarde o temprano se van
a descuidar! ¡Tarde o temprano
van a cometer un error, van a
pecar y entonces, nosotros
podremos entrar y ustedes,
angelitos, no podrán hacer nada!
Gritaban como parvada de
cuervos.
–Digan lo que quieran.
Nosotros siempre estaremos
cuidándolas porque son siervas
santas, son hijas de Dios.
Al poco rato, salió Astarot
refunfuñando y lanzando
maldiciones. Las chicas se
pusieron a orar largo rato, con
otro compacto de fondo.
Después de esto, se pusieron a
leer Salmos con un clamor
grande, como si oraran. Al
finalizar, Sonia volvió a ordenar a
los demonios que estaban dentro
de Arlette que salieran. Ellos
obedecieron dejándola semi-
inconsiente. Los demonios
estuvieron luchando contra los
ángeles, pero al final, fueron
20
expulsados del edificio.
Lamentablemente, el más
poderoso estaba aún dentro de
Arlette. Decidió hacer una tregua
para engañar a las gemelas y
poder dejar una entrada abierta
para más demonios. Sonia
desconfiaba, a pesar de ignorar
este hecho. Los demonios de
menor rango que se vieron
obligados a salir de la casa,
estaban furiosos. Se fueron a dar
el aviso de dónde se encontraba
Arlette, a los satanistas. Querían
vengarse de las gemelas y de
sus prometidos. No tardaron en
llegar a dónde se encontraba su
líder, para contarle con detalle,
todo lo que había pasado. Se
enojó muchísimo por la
intromisión de los ángeles y del
arcángel Miguel, líder del
escuadrón.
–¿Qué vamos a hacer
ahora, mi capitán?–Preguntó
Adivinación, muy preocupado.
–Déjenme solo. Necesito
pensar. Pero no se vayan.
Regresaré para decirles el plan.
Se dio la vuelta
alejándose. Los demonios se
quedaron expectantes, ansiosos,
con sed de venganza. En lo que
volvía Chaac-Mool se pusieron a
comentar lo ocurrido y lo mucho
que odiaban a las gemelas.
Adivinación propuso volver al
cuerpo de Arlette. A final de
cuentas, mientras Dagón
continuara dentro de Arlette,
ellos podrían volver, incluso,
acompañados de demonios más
poderosos.
***
–¿Estás bien, Arlette?
–¿Qué pasó?–Preguntó
tratando de incorporarse.
Sonia se acercó a ella
ayudándola a sentarse. Jael llegó
a darle agua para que se
refrescara, pues estaba sudando
copiosamente. Sonia la miró con
atención. Estaba muy
preocupada. También pensaba
en que necesitaba ropa. La de
ellas le quedaba grande.
–Arlette, tienes que ser
muy sincera y decirnos en qué
prácticas participaste dentro y
fuera de la secta.
Arlette se quedó muy
seria. No quería hablar al
respecto. Sonia la animó.
–Mira, dice la Biblia en 1ª
de Juan 1:9, que si confesamos
nuestros pecados, Dios es fiel y
justo para perdonar los pecados.
Si quieres ser libre de esta
atadura, es necesario que digas
en qué cosas participaste y le
pidas perdón a Dios por eso.
–Pues... me enseñaron a
meditar para entrar en sintonía
con el dios hindú Brama. Me
estaban entrenando en las artes
marciales... ¿eso cuenta?
–Todo lo que hiciste ahí
cuenta.
Se pusieron a hacer una
lista de sus prácticas en el
satanismo. Aunque Jael y Sonia
eran muy jóvenes para saber de
esto, su pastor había tenido el
cuidado necesario para
advertirlas y enseñarles todas las
tácticas por parte del enemigo,
para destruir a la humanidad.
Además, habían tomado cursos
al respecto. Se pusieron a orar y
cerrar entradas. Dagón estaba
furioso, pero tuvo que
contenerse para no provocar que
las gemelas le ordenaran salir.
Dejó que Arlette orara, soportó
las alabanzas, los textos bíblicos
que le mostraron a Arlette. Las
muchachas le dijeron que debía
renunciar a todo lo que había
hecho. Arlette obedeció. Dagón
no permitió que aceptara a
Cristo. Al llegar a esta parte, fue
él quien habló con la voz de la
chica. No Arlette. Sonia aún
desconfiaba. No le agradaba que
se hubiera negado a aceptar a
Cristo.
Durante el día, estuvieron
limpiando la casa, conversando y
pasaron un tiempo muy
agradable. Sonia salió para
comprarle algunas prendas de
vestir a Arlette. Al menos ya
tendría dos cambios. Fue a la
casa del pastor, a ver si le podían
conseguir más ropa. También
pensó en comprar un tinte de un
color muy diferente al original,
por si lo necesitaban. Arlette se
puso muy contenta con la ropa.
No podía entender porqué esas
21
muchachas la ayudaban tanto.
Estaban siendo blanco de la
secta.
***
La noche cayó, cubriendo la
ciudad fronteriza con su manto
negro. Llegaron Jubal y Leví. Leví
entró a la casa. Jubal se quedó
cuidando el auto. En la cajuela
traían alimento suficiente para
varias semanas. También
cobijas, almohadas y un par de
maletas.
–Jael, Sonia, tienen que
salir de aquí inmediatamente.
Los satanistas están vigilando.
Dijo discretamente, sin
que Arlette se percatara. Leví la
entretuvo, en tanto, las gemelas
hicieron rápidamente sus
maletas, por orden de Leví.
Llevaron sus Biblias, sus
compactos y lo recién adquirido
para Arlette, así como todo el
dinero de sus ahorros.
Envolvieron las maletas en una
manta grande, para disimular.
Leví, hábilmente, cubrió el rostro
de Arlette con un trapo
empapado de cloroformo. Así,
podría sacarla sin que ella hiciera
preguntas. Sonia se regresó para
ayudarlo a cubrirla con una
cobija. Mientras Leví la sacaba,
Sonia cerró la puerta con llave.
–Señor, cuídala, esta es tu
casa. No dejes que nada malo le
ocurra. En el nombre de Jesús,
sea hecho como quieras. Amén.
22
Unos jóvenes de negro,
espiaban la casa. Como no
vieron salir a Arlette, se
preguntaron dónde estaría. Al
ver que sacaban algunas cosas,
se imaginaron estarían fuera de
la ciudad algún tiempo. Lo que
les intrigaba, era que no vieron
salir a Artlette. Los jóvenes no
supieron que hacer cuando
vieron que se arrancaron el auto.
Eran inexpertos. Se trataba de su
primera misión dentro de la
secta.
–¿Qué hacemos? ¿Los
seguimos?
–Pero.... ¿si la dejaron?
–Pues vamos a seguirlos.
En lo que tardaron para
subirse al auto, los perdieron de
vista, de modo que no supieron a
dónde se dirigían, por lo que
decidieron quedarse a investigar.
La impotencia, el enojo y la
desesperación, se apoderaron de
los jóvenes, cuando descubrieron
que la chica se había ido con
ellos.
–¡Me lleva el diablo! ¡Se
nos fue y no la vimos! ¿Cómo es
posible?
–Pues vamos a dejarles
una sorpresita para cuando
regresen.
Sonrió el otro, tramando
un plan.
–De todos modos Atalía va
a disgustarse mucho.
–Mientras no nos castigue,
que se enoje. Peor para ella.
Ojalá y pronto la destituyan. No
soporto que una mujer nos
mande.
APÍTULO CUATRO
RETIRADA
Las cabañas estaban muy bien
cuidadas. El cielo estaba limpio,
coloreado por un rojizo que fue
tornándose azul. Las chicas no
sabían qué pasaría. El auto lo
escondieron en la maleza. Jubal
oró en silencio, pidiendo que
Dios lo hiciera invisible ante la
vista del enemigo. Varios
ángeles se quedaron
custodiando el auto, así como
otro grupo permaneció en la
casa. Los demás que iban con
ellos, los acompañaron. Tuvieron
que caminar algunos metros
para llegar a la cabaña. Eligieron
la más grande. Entre Leví y Jubal,
cargaron la caja de alimentos.
Estaba muy pesada. Jael y Sonia,
llevaban las cobijas. Arlette, la
guitarra, una maleta, y la
mochila de los cidis. Cuando la
caja de alimentos quedó adentro
de la cabaña, Leví se regresó al
auto por las maletas. Tomó una
mochila cargada de pilas,
lámparas, y fósforos, entre otras
objetos.
–Alguien puede decirme
¿qué rayos estamos haciendo
aquí?–Preguntó Arlette ya
cuando estaban todos en la
cabaña, muy molesta porque
traía el calzado lleno de lodo.
–Venimos de
C
campamento–.
Respondió Leví–. Ok,
ahora que ya estamos
aquí, oremos para
agradecer a nuestro
Padre, el habernos traído con
bien hasta este lugar.
El lugar se llenó de
ángeles. No obstante, había
algunos demonios alrededor de
Arlette. Por cierto, Adivinación no
pudo entrar en ella porque fue
enviado a una misión mucho más
importante. Entre los demonios,
estaban Lujuria y Discordia. Se
propusieron molestar a los
jóvenes. Lujuria pensó que si
hacía caer por lo menos a una
pareja, obtendrían una gran
victoria. De modo que se sentó
en el hombro de Jubal. Mientras
cantaban, empezó a introducirle
pensamientos con respecto a
Jael.
–¿Ya viste qué bonito
cuerpo tiene Jael? Nada más
obsérvala. ¿Qué tanto es tantito?
Están solos en esta cabaña. Igual
y puedo llevármela a otra parte.
Todo está tan solitario... nadie se
daría cuenta. Sólo serían unos
besos y unas caricias... bueno, ¿y
si nos dejáramos llevar? No sería
tan malo, de todos modos nos
vamos a casar...
Estos pensamientos
empezaron a anidarse en la
23
mente de Jubal. Miraba Arlette, iba refunfuñando.
atentamente a Jael, quien Dentro, Leví encendió la
cantaba. De pronto, sintió como chimenea. Las chicas se
si alguien más estuviera viendo metieron en la única habitación
lo que había en su mente. Se para cambiarse. Jubal puso agua
arrepintió y concentró en el a calentar para preparar té y
canto, de tal manera, que olvidó evitar resfriarse. Lujuria no pudo
los pensamientos. Lujuria se entrar por la barrera de ángeles
retiró de él, pero no de la que protegían la cabaña.
cabaña, cuando un ángel lo Discordia tampoco. Ya
obligó a abandonar la cambiadas, se acercaron a la
construcción. chimenea. La lluvia era menuda
Desayunaron en paz. y fría. Jubal les sirvió el té y se lo
Todos tranquilos y contentos. A llevó a la salita. Así, entrarían en
esa hora, los satanistas ya calor. Leví sacó su guitarra.
sabían dónde se encontraban, Cantaron alabanzas un buen
pues algunos demonios que los rato. Los ángeles se deleitaron.
acompañaron durante el viaje, se Mientras los muchachos
regresaron a darle el aviso a estuvieran en buena armonía con
Chaac-Mool y a Atalía, la tía de su Padre, sería difícil ser
Viridiana. Esta, envió gente para derrotados.
que atacaran de noche la Pasada la lluvia, Jael le
cabaña. En tanto, Lujuria y pidió a Jubal que salieran a dar
Discordia tenían órdenes de un paseo. Deseaba saber
fastidiarlos y hacerlos caer en algunas cosas, entre ellas, por
pecado. qué decidieron llevarlas a la
Después de acomodarse y Sierra.
desayunar, prepararon una –¿Qué pasó, Jubal? ¿Cómo
especie de excursión. Salieron supieron que estábamos en
los cinco a caminar por el peligro?–Preguntó en tanto
bosque. La lluvia los sorprendió evitaba las piedras mojadas.
cuando cantaban sobre una roca –Pues, no sé, creo que
alta. Bajaron con mucho cuidado. Dios se lo reveló a Leví, porque
Los muchachos se encargaron de fue de pronto que Leví me lo
protegerlas. Regresaron comunicó. Les dijo a mis padres
mojadísimos a la cabaña. Jael y que oraran porque saldríamos de
Sonia iban muertas de risa. Hacía viaje, mas no les dijimos a
mucho tiempo que no sentían el dónde. Ellos están al tanto de la
agua del cielo, la cual era situación.
menuda y fría. En cambio
24
 –Oye, pero... no creo que
esté bien. Debieron avisarnos
para nosotras saber qué hacer.
No llegar y actuar de la forma en
la que lo hicieron. No está bien
que estemos solas con ustedes.
No está bien, Jubal.
–Bien, enójate, mortal, tu
novio es un tonto, está
equivocado, ja,ja,ja...–murmuró
Discordia en su oído. Estas
palabras llegaron a la mente de
Jael, como si fueran sus
pensamientos.
Estaba preocupada. No le
parecía correcto haber ido a ese
lugar acompañadas por sus
novios.
–¿Por qué?–El joven estaba
intrigado. La tomó del brazo para
evitar resbalara y cayera. Se
detuvieron.
–Porque no está bien. No
es correcto, Jubal. ¿Te imaginas
lo que pensarán de nosotros
cuando sepan los hermanos que
viajamos juntos y que estuvimos
en la cabaña, acá en la Sierra?
¿Te das cuenta que esto va a
dañar nuestra reputación?
–Pero si no haremos nada
malo–. Refutó.
En ese momento, Lujuria
saltó sobre su hombro. Discordia
ya estaba sobre el hombro de
Jael, llenándole la cabeza de
ideas, quería que se peleara con
Jubal.
–Discordia, déjame esto a
mí. Es más fácil que pequen con
mi ayuda, a que lo hagan con la
tuya, pues aunque peleen,
pronto se pedirán perdón y las
cosas se arreglarán.
–Está bien, Lujuria, te he
visto trabajar y has hecho caer a
muchos jóvenes. ¡Ja, ja, ja!
El espíritu inmundo dejó a
Jael. Pero no se retiró, quedó al
acecho, por si Lujuria fallaba.
–Oye, el pastor sabe. Él
nos sugirió venir a este lugar. Él
nos entregó la llave. Dijo que
sería mejor estar lejos por un
tiempo. También nos dio una
maleta con ropa que le consiguió
a Arlette.
Jael lo miró incrédula.
–¿Piensas que soy tonta? O
¿qué?
–No te enojes.
La miró de frente. Lujuria
comenzó a disparar
pensamientos obscenos, a la
mente de Jubal. Éste, sin
resistirlos, se acercó a Jael. La
estrechó entre sus brazos.
–¿Crees que les
mentiríamos? Jael, estamos muy
preocupados por ustedes. Lo
menos que deseamos, es que
algo malo les ocurra. El pastor
sabe que necesitan ayuda.
Además, estamos tan
involucrados en esto, como
ustedes. Todo va a estar bien.
–¡Abrázala más fuerte!
Mecánicamente, y sin
saber por qué, la abrazó con
fuerza. Sin pensarlo, casi
25
instintivamente, la besó en los
labios de una manera totalmente
lasciva. Jael se asustó muchísimo
porque quería soltarse, mas Jubal
no la dejaba. Cuando pudo
deshacerse de él, Jael le plantó
una bofetada. Discordia saltó de
inmediato a su hombro
llenándole la cabeza de ideas, en
cuanto a Jubal, mientras se
alejaba con rumbo a la cabaña.
Antes de entrar, se detuvo.
Discordia no quería que lo
hiciera.
–¿Qué me pasa? Airaos,
pero no pequéis, no se ponga el
sol sobre vuestro enojo. Efesios
4:26–. Dijo en voz alta. Su ángel
de la guarda se acercó espada
en mano, amenazando a arrepentido
Discordia–. Mas Dios muestra su
amor para con nosotros, en que
siendo aún pecadores, Cristo
murió por nosotros. Romanos
5:8. En Cristo somos, más que
vencedores por medio de aquél
que nos amó. Romanos 8:37.
Continuó recitando textos
de memoria. El enojo fue
disminuyendo conforme hablaba.
Discordia tuvo que bajarse y
huir, ante la amenaza del ángel.
***
Jubal la miró partir con rumbo a
la cabaña. Le dolió muchísimo el
golpe, pero más le dolió tener
esos pensamientos impuros con
respecto a ella. No sabía qué le
estaba pasando, pero ya tenía
días luchando contra sus deseos
26
carnales. No sabía si era su
propia carne o si había influencia
externa. Mientras dormía,
soñaba que poseía a Jael. Se
sentía muy avergonzado sólo de
pensar que Cristo estaba viendo
sus pensamientos. Agradeció el
carácter de su novia. De no ser
así, probablemente ya habría
caído en pecado, ya que en ese
aspecto, era muy débil. El
Espíritu Santo, trajo a su
memoria el compromiso hecho
con Cristo, el día de su muerte al
pecado. Un par de lágrimas
rodaron por sus mejillas. Ahí,
junto a un árbol, con el piso
lodoso y mojado, cayó de
rodillas avergonzado y
por su
concupiscencia. Lujuria se vio
obligado a huir, al ver la
presencia de dos poderosos
ángeles con sus espadas
desenvainadas.
–¡Que bien, Jubal!
Continúa llorando. Lucha contra
la carne, lucha contra el pecado.
El Padre está contento contigo.
Eres muy especial para Él. Cristo
y nosotros estamos contigo. La
lucha es fuerte, pero en Cristo
vencerás.
Alentaban al joven. Él no
se daba cuenta que uno de los
ángeles tenía la mano sobre su
hombro. Tampoco se enteró de
su presencia, sólo se sintió
reconfortado. Las palabras
llegaron a su espíritu.
 –¡Gracias, Señor!
Gritó. Al tiempo en que se
puso de pié y abrió los ojos, se
encontró con el rostro de Jael.
–Perdóname, Jael, no debí
faltar a nuestro pacto.
–Perdóname tú por
pegarte.
–No, está bien. Hiciste lo
correcto. De no haber
reaccionado así, probablemente
no me habría detenido y, no sé
dónde estaríamos ahorita–.
Confesó avergonzado con sus
mejillas rojas y ardiendo.
Ella lo tomó del brazo y
regresaron a la cabaña más
tranquilos. Contentos de haber
arreglado su diferencia.
Contentos de no haber permitido
que el enojo se transformara en
rencor, y la lujuria en acción. Los
ángeles guardianes caminaron
detrás de ellos, muy gozosos por
la victoria.
***
En tanto, los demonios reñían
entre sí por su mal desempeño.
Fueron a dónde estaba Chac-
Mool a quejarse de que los
jóvenes estaban orando. Se
encontraron con Chisme, Apatía,
Crítica y Pereza. Estaban muy
abrumados porque la
congregación se había puesto a
ayunar y orar por estos jóvenes.
Sobre todo, los guerreros de
oración y el pastor. Chac-Mool,
dio órdenes directas a Atalía, de
enviar a alguno de la secta, a
congregarse en el templo para
destruir la obra que estaban
construyendo. Envió a esos
mismos demonios para destruir
el cerco de oración y entonces,
poder atacar con todas sus
fuerzas a los cinco jóvenes.
Belcebú estaba disgustadísimo
con Chac-Mool por su bajo
rendimiento. Demostró no estar
capacitado para la misión. Chac-
Mool fue retado a destruirlos, de
no ser así, lo bajarían de rango.
Atalía pronto escogió a
Osiris (Viridiana), como era joven
y parecía ingenua, supo que
sería bien recibida. Confiaba en
que su sobrina haría un buen
trabajo. Junto con ella, envió a un
brujo poderoso. Se congregarían
el próximo culto. Investigarían
quiénes formaban parte del
escuadrón de guerreros de
oración, y por ahí empezarían a
atacar.
***
La sorpresa que Jubal y Jael se
dieron al entrar a la cabaña, fue
muy grande. Encontraron a Leví
contra la pared, siendo atacado
por Arlette. Ella traía un cuchillo
grande en la mano. Leví
forcejeaba contra ella, pues era
muy fuerte y temía ser
atravesado con el arma. Sonia
aterrada, clamaba a gran voz. El
demonio se burlaba de ella, pues
se dio cuenta de su temor. El
rostro de Arlette estaba
completamente transformado.
27
Jubal y Jael no sabían si
intervenir físicamente o qué. Jael
supo, debían orar. Jubal corrió
por la guitarra. Pronto, elevaron
cantos de victoria. Sonia tomó su
Biblia. Con ávida rapidez estuvo
leyendo Salmos.
–¡Cállense!–Ordenó
perdiendo fuerza.
–¡Espíritu inmundo, vete
en el nombre de Cristo!–Sonia
tomó la ofensiva al sentir el
apoyo de sus hermanos en
Cristo.
–¡NO!
–No te estoy preguntando,
te vas ahora mismo por la
Sangre del Cordero. ¡Te ato en el
nombre de Jesús!
–¡Los voy a matar a todos
y primero a ti!
Dejó a Leví para atacarla.
En ese momento, Sonia se cubrió
con la Sangre de Cristo, y el
arcángel Miguel le detuvo la
mano evitando lastimara a Sonia.
–Jehová es mi guerrero,
oh, oh, oh, con mi alabanza
pelearé, pues no es mi guerra
sino la de Dios...–cantaba al
mismo tiempo Jael.
Los ojos espirituales de
Sonia, fueron abiertos. Pudo ver
al arcángel Miguel con todo su
esplendor. Era alto y fuerte,
vestido con una túnica blanca,
resplandeciente, un listón dorado
a la cintura, capa blanca,
sandalias doradas y, en una
mano, una espada cuya
28
empuñadura era de oro. Con la
mano izquierda, detenía la mano
de Arlette. No supo de qué
estaban hablando, sólo vio que
Dagón salió del cuerpo de
Arlette. Este era un demonio
enorme, negro, perteneciente a
la orden de los guerreros negros,
de aspecto fiero, horrible, con
grandes colmillos amarillos y
ojos rojos. Las miradas del
espíritu inmundo se cruzaron con
las de Sonia. El arcángel lo
encadenó y ambos salieron,
custodiados por otros ángeles.
Arlette cayó al piso inconsciente.
Sonia corrió a ella. Le quitó el
cuchillo. De inmediato, tomó el
aceite y la ungió, tal y como su
pastor le había enseñado. Oró
con imposición de manos, sobre
la frente de Arlette. Leví
reaccionó después del susto. Se
aproximó lentamente. Jael dejó
de cantar, Jubal de tocar. Ambos
se unieron a la oración, tomados
de las manos, alrededor de las
mujeres, en tanto Arlette, volvía
en sí.
–No dejen de orar–. Pidió
Sonia al ver que la chica
regresaba de su estado de
inconsciencia.
–¿Quién eres?
–Sonia.
–Sonia, me siento mal.
¿Qué pasó?
–Algo muy tremendo.
Arlette, ¿deseas hacer de Cristo
tu Rey y Señor? ¿Deseas ser libre
de la opresión demoníaca?
–Sí, claro.
–Entonces repite después
de mí: renuncio al pecado.
–Renuncio al pecado.
–Renuncio a todo aquello
que tenga que ver con Satanás y
sus demonios–. Arlette repitió
cada palabra con un resuello de
voz–. Acepto a Cristo como mi
único y verdadero salvador. Echo
fuera de mi vida, cualquier
espíritu inmundo que esté
intentando encadenarme.
Rompo, por la preciosa Sangre
del Cordero, toda atadura y
cadena generacional y pido, en
el nombre de Cristo, ser
aceptada como tu hija, oh,
Jehová de los Ejércitos, que tú
seas mi luz y mi guía, en el
nombre de Cristo, amén.
No dejó pasar ni una sola
palabra. Sonia lloró aliviada. Jael
también. Los muchachos
alabaron al Padre con voz y con
música. Leví la tomó en brazos
para recostarla sobre una cama,
ya que estaba muy débil.
En el cielo, hubo gran
fiesta. Una luz que sólo se veía
en el mundo espiritual, salió de
la cabaña. Los demonios que
moraban y acompañaban a los
miembros de la secta,
entendieron que Arlette se les
escapó de las garras. Chac-Mool
no tardó en enterarse. Estaba
furioso. Los ángeles que estaban
tanto dentro como fuera de la
cabaña, no podían dejar de
alabar a Dios. El gozo se sentía
en grande.
Sonia le preparó un
guisado de carne seca,
especialmente a Arlette, para
que recuperara fuerzas. Después
de comer todos en familia,
pasaron la tarde entonando
alabanzas a Dios, orando y
estudiando la Biblia. Antes de
acostarse a dormir, llegada la
noche, oraron pidiendo cobertura
de ángeles. Lo que ellos no
sabían, era que esa cobertura
había estado con ellos desde que
salieron de la casa. Confiados y
tranquilos, se fueron a dormir.
***
Los satanistas quisieron entrar
en acción al ver que no había
más luces dentro de la cabaña,
la rociaron de gasolina. Tenían
órdenes de destruirlos. Y como
Arlette ya había aceptado a
Cristo, querían que pagara caro
su osadía.
–Arlette, no nos dijiste
cómo escapaste de ellos–. Quiso
saber Jael.
Las tres estaban en la
única habitación. Sólo había una
cama. En ella estaba Arlette, y
las gemelas en el suelo, sobre
sus bolsas de dormir, cubiertas
además, con cobijas. Los
muchachos se acostaron en la
sala, cerca de la chimenea, sobre
unas cobijas.
29
 –No sé. Estaba sola en mi
habitación. Me sentía
desesperada. La noche antes
asistí a una Misa Negra. Fue la
cosa más horrible que jamás
había visto. Entonces, propuse
en lo más profundo de mi
corazón, huir de ahí o a ver la luz del sol. Tenía tiempo
suicidarme. No soportaba estar
rodeada de tanta maldad.
Entonces, pensé en la Cruz.
Pensé en lo que aprendí en el
catecismo, cuando era niña,
respecto a Jesús. Dentro de mí,
le dije que si era verdad todo lo
que me habían dicho de Él, que
me dejara escapar con vida de
ese lugar porque de no hacerlo,
yo mejor me la quitaría. Cuando
me acosté para tratar de dormir,
un hombre como de dos metros,
fuerte, con vestiduras blancas,
muy atractivo y bien armado, se
me apareció. Supe que no era
humano. Despedía muchísima
luz. Vi su espada colgando en la
vaina, junto a su pierna. Su
mirada me fascinó. Me di cuenta
que no era un demonio porque
me transmitió una paz que hasta
entonces, no conocía. Con una
sonrisa dulce, me dijo que el Rey
había escuchado mi oración, por
eso lo había enviado, para
rescatarme del reino de tinieblas.
“–¿Estás dispuesta a salir
de este lugar y después dedicar
tu vida a Su servicio?”–Me
preguntó. Sin pensarlo dos
veces, respondí que sí.
30
–Cuando menos pensé, me
llevaba en sus brazos. Tuve
mucho temor de que alguien nos
viera. Él me dijo que nadie nos
vería. Me dijo que él me guiaría
hacia las personas adecuadas
para ayudarme. De pronto, volví
sin salir de día, para no ser
descubierta. De hecho, casi
nunca salía, y cuando hacía eso,
iba bien custodiada por Atalía, y
sus guaruras, además, lo
hacíamos de noche. A veces
incluso, me vendaban los ojos
para que no conociera el camino.
Fue muy extraño, cuando me vi
en la calle, repentinamente, el
hombre desapareció. Empecé a
caminar sin rumbo fijo, cuando
me di cuenta, unos hombres de
negro me iban siguiendo. Sin
pensarlo dos veces, corrí sin
saber a dónde. Sólo quería
escapar de ellos. Fue cuando
choqué contigo, Jael. El resto, ya
lo saben.
–Veo que Jesús te ama
muchísimo, Arlette. Eres muy
bendecida por Él, y ahora que ya
estás libre, cuídate de no caer en
lo mismo–. Recomendó Sonia.
–Gracias, muchachas. No
sé qué habría sido de mí sin la
ayuda de ustedes.
–Dale las gracias a Dios
por haberte puesto en nuestro
camino, y por habernos
capacitado antes de encontrarte.
Dios te bendiga, Arlette, que
descanses.
Le dijo Jael. Las tres,
durmieron profundamente,
ignorando las maquinaciones del
enemigo.
***
Los satanistas prendieron fuego
ignorando que el Dios de
Abraham, de Isaac y de Jacob, es
mucho más poderoso. La cabaña
empezó a arder. Los ángeles sólo
se rieron. Al poco rato, cayó una
fuerte tormenta que apagó el
fuego y limpió la cabaña del
material inflamable. Los ángeles
no paraban de reírse al ver los
rostros perplejos de los
malvados, quienes se pusieron a
maldecir.
Entonces, pensaron en
entrar, para matarlos a guitarra y la mochila dónde
cuchilladas. Simplemente, no
pudieron ni acercarse. No
entendían qué estaba pasando.
Al ver que esto ocurría,
decidieron ir en espíritu. Su
sorpresa fue grande al ver a los
guardianes unidos hombro con
hombro, alrededor y sobre el
techo de la construcción.
Pasaron toda la noche batallando
contra los ángeles. No lograron
nada. Ya por último, decidieron
hacer un culto para pedir fuerza
al enemigo. Realizaron esto en
su escondite, ya que la lluvia
arreciaba. Pensaron que con
esto, quizá podrían hacer algo
más. Por la mañana, estaban
exhaustos, pero algo habían
logrado. Con todo, pidieron
refuerzos.
Muy temprano, al rayar el
alba, un ángel despertó a Leví.
Le indicó que tomaran todas las
pertenencias y huyeran. Era el
mejor momento para abandonar
el lugar, antes de que llegaran
más. Leví obedeció. Levantó de
inmediato a los demás. Se
vistieron lo más rápido posible.
Procuraron hacer un solo viaje al
auto. De modo que enrollaron las
cobijas lo más posible, para
llevarlas cargando sobre la
espalda, a la vez que entre los
dos varones, transportaban la
pesada caja de los víveres. Las
muchachas tomaron las maletas,
la mochila de los compactos, la
llevaban las linternas, cerillos y
demás utensilios. Pronto llegaron
al auto. Ya instalados, se dieron
a la fuga. Jubal puso un
compacto con cantos de victoria.
Oraron en el trayecto. Los
ángeles los acompañaron.
Una llanta estaba
averiada. Casi se salieron del
camino debido a esto. El suelo
estaba mojado. El auto patinó
casi saliéndose de la carretera, la
cual estaba llena de curvas.
Pensaron sería su fin. Jubal hizo
pericias para lograr mantener el
vehículo dentro de la misma.
Lograron llegar a un poblado
para cambiar el neumático. Ahí
31
llegaron a una cafetería para Sonia se puso de pié y
desayunar. salió. La mujer continuaba
Una mujer joven, aunque observando. Tomó un pan
mayor que ellas, de bello pero tostado con mermelada de fresa,
malévolo semblante, no dejaba y lo comió lentamente,
de observarlas. Usaba pantalón disfrutándolo, al acecho, en
de cuero ajustado y negro, con espera de que algo le indicara el
una blusa que dejaba poco a la momento preciso para entrar en
imaginación. Gafas obscuras, acción. Empezaba a
labial rojo, y su larga cabellera impacientarse.
suelta. Era por demás atractiva. El desayuno de las
Jubal y Leví trabajaban lo gemelas y de Arlette, fue
más rápido posible. Un ranchero servido. Sonia regresó.
se acercó a ellos para hacerles –Aún no terminan. Les
algunas preguntas. Jubal sentía falta poco. ¡Qué bueno que ya
el peligro. Lo único que deseaba, sirvieron! Démonos prisa. No
era terminar de arreglar el tardarán de reparar el
neumático averiado para irse neumático. Para cuando eso
pronto. ocurra, debemos estar listas.
–¡Cómo tardan en traer el No tomó en cuenta a la
desayuno!–Se quejó Arlette– misteriosa mujer que las
¡Tengo hambre! observaba. Ingirieron su
–Sonia, ¿ya viste?–Susurró desayuno en silencio y lo más
Jael–. Esa mujer de la mesa de la rápido que les fue posible.
esquina, no deja de voltear hacia –Voy a pagar la cuenta.
acá. Espérenme aquí y no se separen.
Sonia volteó Ordenó Sonia.
discretamente. La mujer se –Quiero ir al baño–. Dijo
llevaba a sus labios, una taza de Arlette al momento en que Sonia
rico café de olla. se dio la vuelta–. Vamos rápido,
–¡Alucinas! Ya estás por favor.
paranoica. ¿Cómo sabes a dónde –Sonia dijo que nos
mira si trae lentes de sol? quedemos aquí.
Además, está desayunando sola. –¿Quieres que moje la
–Mejor vámonos, Sonia. No ropa? Tomé mucho café y los
me da confianza. muchachos no nos dieron tiempo
–Aquí esperen. Voy a ver si de ir.
los muchachos ya terminaron de –Está bien, vamos, pero
desponchar el carro. rápido y no comentes nada.

32
 La mujer tomó su bolsa y
se levantó discretamente para
seguirlas. Sólo que el sanitario
era para una sola persona. De
modo que no pudo entrar ni ver
a Arlette. Jael estaba afuera
custodiándola. Observó
detenidamente a la mujer, quien
sentía ganas de darle un golpe a
Jael. No podía atacarla, pues el
sanitario tenía vista hacia el
comedor. Todos los concurridos
ahí, las miraban, sobre todo a la
mujer, que era muy atractiva.
–¿Son hermanas las tres?
Preguntó tratando de
parecer amable. Quiso sonrió a
medias, para no mostrar la
dentadura, pues temió que en
ella hubiera restos de comida
visibles.
–¡Sí!
Se limitó a responder Jael,
poniéndose nerviosa. Se fijó que
traía botas tipo soldado, del color
de la ropa, que hacía resaltar
más su blanca piel.
–¡Apúrate, Yesenia!
¡Debemos irnos!–urgió Jael
tocando la puerta.
Sonia se acercó, llevando
una bolsa con comida para los
muchachos.
–Les dije que me
esperaran. ¿Dónde está...?
–¿Yesenia?–interrumpió
Jael–Dentro–. Volvió a tocar–.
Yesenia, vamos, por favor, se
hace tarde. ¿Por qué no sale?
Jael se puso muy nerviosa
porque no se escuchaba ningún
ruido. Sonia habló con la dueña
de la cafetería para que le
abriera la puerta, argumentando
que su “hermana”, no respondía
y podría estar desmayada,
debido a su mal estado de salud.
Ella abrió, y, para sorpresa de
todas, no había nadie dentro.
Jael y la mujer notaron huellas
sobre un bote, colocado
justamente bajo la ventana. La
mujer se retiró tratando de ser
discreta. Pagó su desayuno al
momento de ordenar, por lo que
salió antes que las gemelas. Jael
y Sonia pronto salieron también.
Estaban contrariadas,
preocupadas. ¿Por qué habría de
huir?
–Jubal, ¿ya terminaron?
–Sí, Jael. ¿Pasa algo?
–Se trata de Arlette–. Miró
a todos lados y habló casi en
secreto– Ha desaparecido. Entró
al baño de mujeres y escapó por
una ventana.
–Sube al auto.
–Pero...
–Sube al auto–. Al verla ahí
sin moverse, se desesperó–
¡Muévete! Sube al auto, te digo.
Jael miró que Sonia y Leví
ya estaban dentro. Consternada,
obedeció sintiéndose impotente
e ignorada. ¿Habría sido todo
inútil? En ese momento, se
olvidó de la mujer. Jubal arrancó.
Avanzó unos metros
33
deteniéndose. Arlette salió de cubriéndose la cabeza e
entre unos árboles y subió implorando a Dios.

deprisa. A lo lejos, un pequeño
compacto deportivo rojo, los
seguía, sólo que no logró
distinguir si se trataba de Arlette
o no. De todos modos decidió
seguirlos.
Jael y Sonia ignoraban,
que Arlette reconoció a la mujer.
Ella era una fiel servidora de
Atalía, más astuta y discreta que
algunos de los hombres a su
servicio. Era peligrosa. Al
escapar por la ventana, escribió
un recadito dedicado a Jubal,
enviándolo con un niño
tarahumara.
Ya en carretera y un poco
más tranquilos, Jubal y Leví
comieron su almuerzo. Sin
percatarse, del auto deportivo
que los seguía, aproximándose
cada vez más a ellos. De pronto,
se escuchó un disparo.
–¡Agáchense, chicas!
Ellas obedecieron.
–¡Acelera, Jubal!–Gritó
Leví.
–Eso hago, pero es
peligroso por las curvas.
Otro disparo. La bala
atravesó el vidrio posterior, cruzó
dentro del auto, rozando una
oreja de Jubal y pasó a través del
vidrio panorámico. El joven ni
siquiera sintió cómo le goteaba
la sangre, de lo nervioso que
estaba. Las chicas seguían
acostadas unas sobre otras,
34
C
La carretera era
angosta, llena de
curvas y
voladeros. Un
disparo más. Otra llanta
averiada. Por la velocidad,
estuvieron a punto de salir de la
carretera, pero una vez más, los
ángeles que los acompañaban,
ayudaron a controlar el auto.
Dalila no podía creerlo.
Empezaba a enojarse pero debía
actuar con cautela. Lanzó un
disparo más, el cual se estrelló
en la cajuela. De pronto, ella
misma estuvo a punto de salir de
la carretera. Controló el volante
con dificultad, pero lo logró. Vio
que no era posible acabarlos así,
de modo que decidió seguirlos y
pensar en algo más. No quería
arriesgar su vida. Tenía órdenes
de llevar a Arlette, viva o
muerta, pero si era viva, mejor,
pues podrían ofrecerla en
sacrificio. A los demás, no
importaba, podría matarlos como
fuera, por entremetidos. Iba
echando chispas del coraje. Para
sentirse mejor, oprimió play y así
escuchar un disco compacto de
Ángeles del Infierno.
APÍTULO CINCO
CUAUHTÉMOC
–Esto que pasó hoy, me recuerda
cuando un ángel se le apareció a
José en sueños, para indicarle
que huyeran él, con su esposa y
el Señor–. Comentó Leví cuando
iban entrando a Cuauhtémoc. El
deportivo rojo, según creían,
había desistido y no los seguía
más–. ¿Recuerdan ese pasaje de
Mateo 2:13?
–Sí. Dios es maravilloso.
No cabe duda de que nos ama
muchísimo.
–Pues sí, Jael, dio a su Hijo
Unigénito para que muriera por
cada uno de nosotros para
remisión de nuestros pecados.
¿Te imaginas? Si fue capaz de
sacrificar a su Hijo amado por
nosotros, ¿no será capaz de
hacer algo tan simple como
protegernos?–Reflexionó Leví.
–Dios es muy grande. Por
eso le debemos a Él toda la
honra, gloria y majestad–.
Concluyó Sonia–. Más hoy, por lo
que hizo. Nos rescató dos veces.
–Así, es, Sonia. Pensé que
ahora sí nos moriríamos, pero
nuestro Dios grande es.
Nadie más se atrevió a
romper el silencio. Se pusieron a
entonar las alabanzas. Arlette
entendía poco de lo que los
muchachos hablaban, pero se
sentía tranquila. Como no se
sabía los cantos, se contentó con
guardar silencio y poner atención
a las letras.
En Cuauhtémoc, llegaron a
la casa del pastor, quien los
recibió intrigado. Leví entregó
una carta que su pastor escribió,
en caso de que tuvieran que
llegar hasta ahí. Después de
leerla, les indicó que sacaran sus
maletas. Les dijo que solamente
los varones se quedarían con él.
Las muchachas serían
acomodadas en el asilo de
ancianos, por ser un lugar más
seguro. Los llevó al lugar ya
mencionado, dónde habló con la
directora. No le dio
explicaciones, sólo le pidió un
cuarto desocupado y por lo
menos, una cama para las
muchachas. La mujer revisó el
lugar. Había, efectivamente, una
habitación sola. No había camas.
El pastor se comprometió
conseguir por lo menos una, que
fuera portátil. Los muchachos les
dieron la mitad de los víveres
que llevaban en la caja. El pastor
oró dentro de la habitación por
ellas, antes de despedirse. La
directora de la institución civil,
pronto les asignó tareas a las
muchachas. Gustosas,
obedecieron al pié de la letra las
órdenes recibidas.
***
Los muchachos desayunaron en
la casa del pastor, para después,
acompañarlo a hacer algunas
visitas. El hombre era joven y
soltero. Vivía atrás del templo,
en la casa pastoral.
Pasaron
varios días en plena
paz, trabajando con
el pastor, y las
35
chicas en el asilo. Los satanistas
y los demonios, todavía no
detectaban a dónde habían
huido.
Los ángeles sabían que
pronto Arlette, descubriría más
asuntos sobre su pasado. Por esa
razón, debía estar en el asilo por
un tiempo, aunque fuera corto.
Ahí estaban ellos, cuidándolas y
a los muchachos también.
CAPÍTULO SEIS
JOSABET
Una tarde, Arlette se acercó a
una anciana que estaba
sentada en una silla de
ruedas, leyendo una Biblia.
–¿Necesita que la ayude
en algo?
La anciana la miró
contenta.
–Sí. Por favor léeme
esto. La letra es muy pequeña
y mis ojos ya ni con los lentes,
alcanzan a ver bien.
Arlette tomó el Libro
Sagrado entre sus manos y
leyó.
–Martha le dijo: –Sí, ya
sé que volverá a vivir cuando
los muertos resuciten en el
día último. Jesús le dijo
entonces: –Yo soy la
resurrección y la vida, el que
cree en mí, aunque muera,
vivirá; y todo el que todavía
36
está vivo y cree en mí, no
morirá jamás. ¿Crees esto?–
Ella le dijo: –Sí, Señor, yo creo
que tú eres el Mesías, el Hijo
de Dios, el que tenía que venir
al mundo. ¿Le sigo?–Preguntó
mirando atentamente a la
anciana.
–Gracias, hija. ¿Cómo te
llamas?–La miró fijamente.
–Arlette... Arlette... así, a
secas.– Respondió titubeando,
pues pensó en que era
arriesgado decir sus apellidos.
–¿Cuántos años tienes?
–Quince, casi dieciséis.
–¡Ay! Si mi nieta vive,
tiene tu edad. Mira hija, yo he
sufrido mucho desde que mi
hijo Jacob conoció a esa mujer
en la universidad, mi vida se
convirtió en un verdadero
calvario.
A las muchachas se les
dio instrucciones de escuchar
atentamente a los ancianos,
ya que es una gran necesidad
la que ellos tienen de
conversar con alguien.
–Mi hijo estaba por
titularse como abogado,
cuando esa descarada se le
cruzó por el camino. Y claro,
mi muchacho como todo
hombre, puso sus ojos en ella.
Era una mujer muy bella, de
cuerpo exuberante y mirada Hassiel estaba conectada en
coqueta. Se vestía siempre el “mensajero” como sería
indecorosa, enseñando lo que messenger en inglés. Un ángel
Dios le dio. Cuando la le dijo a Jubal que se
conocimos, mi esposo y yo conectara. El muchacho
supimos de inmediato que obedeció sin saber porqué. Se
nuestro hijo sufriría mucho a alegró muchísimo de
su lado. Hablamos con él, le encontrarla en línea. Fue así,
dijimos que ella era hija de como Jubal se enteró que
Satanás, que no era cristiana, Viridiana y el brujo, estaban
que se fijara en Tamarcita, fomentando el chisme.
una muchacha tan buena y También se enteró que
entregada que estaba Viridiana estaba logrando su
enamorada de él. Pero no, objetivo.
pudo más la lascivia que la Jubal le contó sin entrar
razón y la obediencia. Se casó en detalles, lo que estaba
con ella para dolor nuestro. ocurriendo. Sabía que Hassiel
Una de las enfermeras era de confianza. Entonces,
del asilo, se acercó a las dos. ella dedujo que eso tenía que
El sol se estaba ocultando tras ver con lo que estaba
el horizonte y, a pesar de ser ocurriendo en la
verano, se sentía un airecito congregación. De modo que
fresco. Le dio una pastilla con se comprometió hacer una
agua para que la bebiera, y junta urgente con los
las instó a pasar al comedor, guerreros de oración, por
pues era hora de la merienda. supuesto, sin que Viridiana y
*** el brujo se enteraran, aunque
Jubal y Leví ellos no sabían que el brujo lo
estaban en un era, y mucho menos, la
centro de conexión existente entre
cómputo. Jubal le envió un Viridiana y Arlette. Se
correo electrónico a Hassiel, el despidieron deseándose
brazo derecho de Jael en el mutuamente que Dios los
comando de oración. Le pidió protegiera y colmara de
respaldo de oración para ser bendiciones.
protegidos. Curiosamente, ***

37
Después de la merienda, la
anciana no quiso separarse de
Arlette, así que le pidió la
acompañara en su cuarto. La
muchacha, un poco
desconcertada, la obedeció.
De todos modos faltaba
tiempo para la hora de dormir,
y la compañera de cuarto de
la anciana, estaba jugando
damas chinas en el comedor,
con otras tres mujeres.
–Pues bien, hija, te
decía... ¡Ah, sí! Que mi hijo se
casó con esa Isabel, que
después supimos, se hacía
llamar Jezabel en su secta.
Pues bien, era una auténtica
bruja. Sí, cuando mi Jacobito
se casó con ella, la descubrió
haciendo un conjuro, toda
vestida de negro, en una
habitación de la casa. Ahí
tenía todas sus cosas de
brujería. Mi hijo no supo qué
hacer. Así que corrió a casa
para avisarme y pedir un
consejo. ¡Ay! ¡Si al menos
hubiera entendido que es
pecado unirse en yugo
desigual con los infieles!
¡Cómo lloré! Fueron puros
pleitos y discusiones entre
ellos, en los primeros meses
de casados. Pero lo más
tremendo, fue cuando esa
38
mujer, estaba embarazada. Mi
hijo todos los días oraba por
su bebé, porque esa mujer le
dijo que serviría a Satanás, y
él también, porque los
pactaría juntos, cuando el
bebé naciera. El tiempo pasó.
Mi hijo, decidido a divorciarse,
esperaba pacientemente a
que naciera su bebé, para
quitárselo y huir lejos de ella.
–Tuvieron una hermosa
niña. Una noche, poco
después de su nacimiento, mi
hijo llegó a la casa y la
encontró, a pesar de estar
recién parida, haciendo una
ofrenda a su padre, Satanás.
Sí, hija, no me mires de esa
manera, esa mujer estaba
pactando a su propia hija. Le
prometió a su padre, que la
bebé sería una gran
sacerdotisa como lo era ella,
su madre, al convertirse en
mujer. Mi hijo, lleno de
indignación y celo, le arrebató
a la bebé y, cubierto con
oración, huyó lejos de ella. En
ese tiempo vivíamos en
Juárez. Por esta causa, nos
vinimos a vivir aquí, pues
nosotros huimos junto con él.
No pasó mucho tiempo,
cuando mi Jacob cayó
enfermo. Por más estudios
que le hicieron los médicos,
no encontraron nada. Sin
embargo, mi hijo estaba cada
día más enfermo, hasta que
murió. Todo fue una gran
tragedia. Todos los días
orábamos por la bebé. La
consagramos a Dios,
pidiéndole que borrara el
pacto hecho por su madre.
Tres meses más tarde,
supimos que Isabel murió
quemada, al incendiarse su
casa mientras dormía.
Pensamos que podíamos
respirar tranquilos, pues ya no
intentaría quitárnosla, pero la
cosa no terminó ahí.
La anciana se quitó las
gafas para limpiarse los ojos
con un pañuelo desechable,
ya que no podía dejar de
llorar. Arlette, desconocía la
razón, pero ese relato la tenía
conmovida. Se preguntaba
una y otra vez, porqué estaba
escuchándola.
–Mi hija Dina estaba por
casarse con un hombre muy
bueno que Dios puso en su
camino. Tenían planes de
hacerlo seis meses más tarde,
y querían adoptar a la niña,
para que mi esposo y yo no
tuviéramos que cargar con la
responsabilidad. Pues bien, mi
esposo y ella fueron a
Chihuahua a comprar varias
cosas para la cena de bodas.
No dejo de preguntarme para
qué. Podían comprar aquí,
pero no, mi Dina se empeñó–.
Tuvo que hacer una pausa,
pues los sollozos no la
dejaban continuar. Colocó una
de sus arrugadas manos,
sobre las de Arlette–. Un
trailer se cruzó en sentido
contrario, matando
instantáneamente a mi
esposo e hija. Nunca he
dejado de preguntarme, cómo
es que teniendo poco tiempo
de morir su hermano, Dina
quisiera casarse. Lloré
muchísimo. Sólo me quedaban
mi Lea y la bebé, que poco
después, me quitaron los del
DIF, alegando que yo no tenía
solvencia económica para
mantenerla. Aún no
comprendo cómo se enteraron
de esto. Pero fue
irremediable, me quitaron a
mi Josabet y no he vuelto a
saber nada de ella. Mi niña,
hoy ha de tener tu edad. Mi
corazón cada día le pide a
Dios que me regrese a mi
nieta y a mi hija, quien se
fugó con su novio, huyendo de
la maldición, según ella. Es
39
cierto que se mantiene en
contacto, pero no sé dónde
vive, y no la he visto en
quince años. Siempre me dice
que le va bien, que Jetro, su
esposo, es muy bueno con
ella, que le duele mucho
haberme dejado, pero que
tiene miedo de que los maten
al volver. Dice que todo lo que
nos pasó, fue por culpa de
Isabel, que esa mujer nos
echó una maldición, y que,
mientras yo no la rompa, no
puede arriesgar a sus hijos.
Nunca los he visto. No
conozco a mis tres nietos, y
mi Josabet no sé dónde está–.
Lloraba con amargura–. Para
colmo, después de que mi hija
me abandonó, me caí de las
escaleras y sufrí una fractura
en la columna vertebral. Sola
e inválida, no hubo más
remedio que entrar en este
lugar dónde recibo atención y
tengo compañía. Pero nadie
sabe, excepto mi Dios, lo
mucho que yo sufro. He
pasado quince años de mi
vida, en esta silla, tejiendo
para ayudar al asilo con la
venta de mis productos. Ahora
ya ni eso puedo hacer, soy
una vieja inútil. Me salieron
cataratas en los ojos, y no veo
40
casi nada. Así que le pido a mi
Padre que tenga misericordia
de mí y me lleve con Él,
después de haber visto a mi
nieta, a mi hija y a sus hijos,
porque no quiero seguir
sufriendo. Cada día de mi
vida, lo dedico a estar en
oración, porque Dios es el
único ser que me queda.
Arlette sintió deseos de
llorar. La historia de la
anciana era estrujante. La
enfermera entró de nuevo a
darle su medicina. Encontró a
la anciana llorando
copiosamente. Entre ella y
Arlette, la acostaron en su
cama.
–Hermanita, Lucía, ¡otra
vez llorando! ¿Por qué sufre
tanto, viejita?–le preguntó la
mujer con una voz muy dulce.
La anciana nunca había
querido contar su triste
historia. La ayudó a sentarse–.
Ande, tome esto, la va ayudar
a dormir bien. ¡Ay, viejita! Si
sigue así, voy a tener que
darle otra vez, antidepresivos,
de otra forma, se nos va a ir
de la tristeza. Debería irse a
jugar damas con sus
compañeras.
–Pues eso quisiera, ya
irme para no sufrir más.
 –Doña, Luci, no diga eso.
Aquí todos la queremos
mucho y queremos verla feliz.
Es nuestra oración diaria, que
usted encuentre la paz y viva
sus días felices.
–Cuando vuelva a ver a
mi Josabet–. Se limitó a decir,
secándose las lágrimas.
–Pues de una vez
dígame, ¿quién es Josabet?
Siempre pregunta por ella
pero no nos ha dicho quién es.
–Mi nieta. Mi Josabet...
La enfermera se
despidió pensando que se
trataba de demencia senil.
–Pero... ¿tiene alguna
manera de reconocerla?–
Preguntó Arlette tratando de
ayudarla en algo. Quizá si se
ponían a buscarla la
encontrarían.
–La única manera de
saber que es ella, sería viendo
su lunar en el muslo izquierdo,
y hacer una prueba de ADN.
Pero, ¿quién va a andar
viendo piernas de jovencitas?–
Se lamentó llorando aún.
Cuando Arlette escuchó
lo del lunar, se interesó.
–¿Co-cómo es ese lunar?
–Café, ovalado,
aterciopelado, casi a una
cuarta de la rodilla, a un
costado en el muslo izquierdo.
Un lunar que, sin duda, hoy
día se ha de ver muy
atractivo. Pero, ¿eso qué
importancia tiene? Nadie va a
revisar muslos para encontrar
ese lunar. ¿A quién le va a
importar hacer feliz a esta
vieja?
Ni Arlette ni Lucía se
percataron de que Jael estaba
escuchando, en el quicio de la
puerta.
–Doña Lucía, ¿no tiene
fé en Dios? Me han dicho que
usted es una mujer de
oración. ¿De qué le sirve si no
confía en Dios?
La anciana no supo qué
decir. Las palabras de Jael
fueron duras. Penetraron
hasta lo más profundo del
alma de Lucía. Jael se acercó.
No sabían que cuando la
enfermera salió, se cruzaron
en el pasillo. La enfermera le
hizo un breve comentario
acerca del llanto de la
anciana. Ella, queriendo
ayudar, se quedó escuchando
para no interrumpir y saber
cuál era el problema de la
mujer.
–Hermana, recuerde lo
que escribió el apóstol Pablo
en Romanos 10:17.
41
 –No sé.
–Así que la fé es por el oír,
y el oír, por la palabra de Dios.
En Gálatas 3:11, también
escribió: Y que por la ley ninguno
se justifica para con Dios, es
evidente, porque: El justo por la
fé vivirá. Y recuerde lo que
escribió Santiago en Santiago
2:14-26 Hermanos míos, ¿de qué
aprovechará si alguno dice que
tiene fé, y no tiene obras?
¿Podrá la fé salvarle? La fé, si no
tiene obras, es muerta en sí
misma. Pero alguno dirá: tú
tienes fé, y yo tengo obras.
Muéstrame tu fé sin tus obras, y
yo te mostraré mi fé por mis
obras. Tú crees que Dios es uno;
bien haces. También los
demonios creen y tiemblan.
¿Mas quieres saber, hombre
vano? Que la fé sin obras es
muerta? ¿No fue justificado por
las obras Abraham nuestro
padre, cuando ofreció a su hijo
Isaac sobre el altar? ¿No ves que
la fé actuó juntamente con sus
obras y que la fé se perfeccionó
por las obras? Y se cumplió la
Escritura que dice: Abraham
creyó a Dios, y le fue contado
por justicia, y fue llamado amigo
de Dios. Y vosotros veis, pues,
que el hombre es justificado por
las obras, y no solamente por la
fé. Asimismo también Rahab la
ramera, ¿no fue justificada por
obras, cuando recibió a los
mensajeros y los envió por otro
42
camino? Porque como el cuerpo
sin espíritu está muerto, así
también la fé sin obras está
muerta. También escribió en el
capítulo 1:6 y 7 Pero pida con fé,
no dudando nada; porque el que
duda es semejante a la onda del
mar, que es arrastrada por el
viento y echada de una parte a
otra. No piense pues, quien tal
haga, que recibirá cosa alguna
del Señor. Y para concluir, en el
capítulo 5:16 dice: la oración
eficaz del justo, puede mucho.
Hermana, sé que es una mujer
de oración, no dude. Confié en
Dios. No sé quien es Josabet, ni
sé cuáles son sus necesidades,
pero una cosa sé: usted sufre
mucho y no confía en Dios. Si ora
todos los días como me lo han
dicho y como la he visto,
entonces debe tener fé. Confíe
en Dios, lo que usted le pida
creyendo, le será hecho. Es una
promesa que Jesús hizo.
Siéntese, vamos a orar–. Le dijo
Jael acercándose a ella.
Tomó una mano entre las
suyas. Hizo que Arlette hiciera lo
mismo, para ella, poder
imponerle las manos sobre la
cabeza, al tiempo en que pedía
bendición para Lucía. Cuando
terminaron de orar...
–¡Hacía tiempo que no
escuchaba a nadie orar de esa
manera!–Se sorprendió Lucía.
Jael sonrió.
 –Soy comandante de los
guerreros de oración. Nos
juntamos cuatro veces por
semana a interceder por la
iglesia y oramos por otras
necesidades también. Dios
siempre nos contesta a su
tiempo y a su manera, pero lo
hace. Tenga fé, Lucía. Dios ya
escuchó su petición. Alégrese. Es
hija de un Rey muy poderoso. No
tiene porqué estar en depresión,
cuando nuestro Padre es un ser
al que le gusta ver gozosos a sus
hijos.
Concluyó con una sonrisa
abierta. Abrazó a la anciana,
quien agradecida, la bendijo.
Después de preguntarle si
necesitaba algo, la mujer las
despidió. Arlette y Jael fueron a
la habitación de ambas. Jael
estaba decidida a hablarle sobre
el bautismo a Arlette. Se
sentaron sobre el camastro que
consiguiera el pastor. Jael tomó
su Biblia y oró a Dios, antes de
empezar.
–Antes que nada, ¿quién
eres? ¿Jael o Sonia?
Jael sonrió.
–Jael.
–Dime, ¿por qué cuando
oras, al finalizar dices: “en el
nombre de Jesús”?
–Mira, Jesús dijo en Juan
14:6 Yo soy el camino, la verdad
y la vida; Nadie viene al Padre,
sino por mí. En Mateo 7:7 Pedid
y se os dará; buscad y hallaréis;
llamad, y se os abrirá. Porque
todo aquel que pide, recibe; y el
que busca, halla; y al que llama,
se le abrirá. Jesús dijo en Marcos
11:24, por tanto, os digo que
todo lo que pidiereis orando,
creed que recibiréis y os vendrá.
Por último, en Juan 14:13, Jesús
dijo: Y todo lo que pidiereis al
Padre en mi nombre, lo haré,
para que el Padre sea glorificado
en el Hijo. Si algo pidiereis en mi
nombre, yo lo haré. Si tú oras sin
pedir en el nombre de Jesús, que
sobre todo nombre es,
probablemente Dios no
responda. No son palabras
mágicas, así que no creas que
todo lo que pidas se te dará. Hay
cosas que aunque las pidas no te
las da, porque no te van a servir
de mucho. Por el contrario,
podrían hasta perjudicarte. Lo
que sí te responde, es todo
aquello que te sirva para ser
mejor persona.
–Enséñame a orar como tú
oras.
–Bien, primero das gracias
al Padre por todas las
bendiciones que te da. Le das
honra y gloria. Después, le pides
o pones en sus manos tus
necesidades, o las de otras
personas. Al final, se lo pides en
nombre de Jesús y, si crees que
será hecho, puedes decir: “Con
acción de gracias”, pues de
antemano estás dando gracias
porque será contestada tu
43
petición. Hay ocasiones en las
que simplemente, puedes
platicar con Él sin pedirle nada.
Sólo darle gracias y compartirle
cómo te sientes, qué cosas no
entiendes, por ejemplo. Aunque
él de antemano sabe tus
necesidades, le gusta que le
pidas y le platiques todo lo que
te pasa.
–¿Y cómo te aprendiste de
memoria todo lo que le dijiste a
la viejita?
–Porque la carta de
Santiago, es una de mis
favoritas. La he leído tantas
veces, y la he dado como
estudio, que me la he ido
aprendiendo poco, a poco. Mira,
hay algo que quiero enseñarte.
Es sobre un paso muy
importante que debes dar, ahora
que aceptaste a Cristo como tu
salvador. Te voy a platicar de
qué se trata. Si lo haces, será
completamente libre. Bueno, hay
otras cosas que debes y no
debes hacer, para mantenerte
limpia, pura y, sobre todo, libre.
¿Quieres saber?
Emocionada contestó
Arlette de manera afirmativa. En
tanto, Sonia hablaba con Jubal,
quien había ido acompañado de
Leví, a informar a las
muchachas, sobre la situación
que atravesaba la congregación
a la que pertenecían. Sonia
estaba preocupada, pero sabía
que no debía alarmar en ese
44
momento, a Jael, pues su trabajo
con Arlette, era mucho más
importante. Sonia llevó a los
muchachos a un salón a parte,
dónde había unos pocos
ancianos conversando. Los llevó
a un rincón un poco retirado de
ellos.
–Estoy segura, que ese
hombre y esa muchacha, son
enviados por Satanás.
Necesitamos orar por la
congregación y por los guerreros
de oración–. Afirmó Sonia.
–Vamos a pedirle al pastor,
que ponga a orar a esta
congregación por la nuestra–.
Comentó Leví.
–Bien pensado. Ahora,
oremos–. Expresó la chica.
***
En la habitación, Jael terminó de
instruir, por ese día a Arlette. Le
explicó el significado del
bautismo. Jael tenía pensado
invitar al pastor para que fuera él
quien la enseñara mejor al
respecto, pues Arlette al
comprender su importancia,
manifestó su deseo de hacer ese
compromiso con Dios. Jael fue
llamada por una de las mujeres,
para que se reuniera con Sonia y
los muchachos, pues querían su
apoyo en la oración.
Arlette no dejaba de
pensar en la historia de la
anciana. No podía apartarla de
su mente. Era inevitable. Estaba
muy impresionada. Por su mente
se cruzó una idea, algo en lo que
no había tenido tiempo de
pensar debido a los últimos
acontecimientos. ¿Quién era ella
en realidad? ¿De dónde
procedía? ¿Quiénes eran sus
padres? ¿Estarían muertos?
¿Sería acaso que
abandonaron? En eso meditaba
cuando la llamó una mujer a
cenar. Después del devocional
nocturno, se retiraron a dormir.
Arlette miró fijamente el lunar de
su muslo, después de
desvestirse. Estaba sentada
sobre el camastro con la blusa
de la pijama puesta, observando
su lunar. Era ovalado, café
obscuro, aterciopelado, justo
como el descrito por la anciana.
¿Cómo podía ser posible tanta
casualidad?
–¿Y si yo fuera...?–Se
preguntó en voz alta.
Volvió a verlo. Se puso una
falda, los huaraches y salió
corriendo de ahí. Entró
impetuosamente a la habitación
de doña Lucía. Su compañera se
despertó asustada. Doña Lucía
no podía dormir.
–¿Qué pasa, hija?–
Preguntó la anciana al tiempo en
que se ponía las gafas. Había
una tenue luz encendida.
–Doña Lucía, dígame,
dígame por favor, necesito salir
de dudas. ¿Es igual a este el
lunar de su nieta?
Se levantó la falda para
mostrárselo. La mujer casi cayó
desmayada por la impresión.
–¡No puedo creerlo! ¡No
puede ser!
La chica temió que esto, le
provocaría un infarto.
la –¡Cálmese! Tranquila,
¿quiere agua?
–No, por favor dame mi
caja de fotografías. Está dentro
del ropero. Es de madera.
Le entregó la llave. La
muchacha se dirigió a él. La otra
anciana preguntaba porqué tanto
alboroto. Doña Lucía le dijo que
se durmiera. Arlette buscó entre
la ropa. La tomó con mucho
cuidado. Se la entregó a su
dueña, junto con las llaves. Esta
abrió el candado y sacó un
bloque de fotos. Desesperada
buscó entre ellas, hasta que
encontró las que quería. Luego
se puso a observarlas y
comparar a la mujer de la
imagen, con Arlette.
–¡Dios mío! ¿Esto es
posible? ¡Eres idéntica! ¿Cómo
no lo noté esta tarde? ¡Sabía que
había algo en ti que me
inquietaba, pero no sabía qué ni
porqué!–Fue inevitable que la
mujer llorara–. ¡Mira! Ella era tu
madre.
Entregó la foto. Era una
mujer blanca muy hermosa, de
mirada altiva y ojos negros. Traía
un vestido de novia. La fotografía
abarcaba de la cintura hacia
45
arriba. Era muy parecida a
Arlette, sólo que la expresión de
su sonrisa, era algo macabra y
siniestra, muy distinta a Arlette a
quien a partir de este instante,
llamaremos Josabet.
–¿Será posible, doña
Lucía?
–Ya no tengo duda, hija,
pero si tú la tienes, estoy
dispuesta a que nos hagamos el
examen del ADN. ¡Mi Josabet!
¡Déjame abrazarte, hija!
La muchacha conmovida,
se acercó a ella obedeciendo, sin
soltar la fotografía.
***
No podía creerlo. Aún no se
acostumbraba a ser llamada
“Josabet”. No podía asimilar aún,
todo lo ocurrido en los últimos
días. Era demasiado. Ya en el
camastro, mientras las gemelas
dormían, ella daba vueltas
haciendo un recuento de las
cosas extraordinarias que estaba
viviendo. Se preguntó cómo
estarían sus padres adoptivos, si
fuese conveniente regresar, si en
verdad ella era Josabet o no, si
estaba bien bautizarse o si era
demasiado pronto, si era
Josabet, ¿qué haría? ¿Regresaría
a casa con su familia adoptiva o
mejor sería hacer feliz a su
abuela? En esas cavilaciones, fue
perdiendo conciencia hasta
entrar en el país de los sueños.
***
46
Los días pasaron como un
suspiro. El pastor estuvo
instruyendo a Josabet. Los
bautizos se programaron. Lucía
estaba tan feliz de haber
encontrado a su nieta, que no
paraba de conversar sobre
muchos temas con ella. La chica
le contó toda su vida, incluyendo
los últimos días al lado de las
gemelas y sus novios. Lucía
estaba muy impresionada. Cada
día estaba más y más segura
que sí era su Josabet. La
directora del asilo insistía en que
se hicieran los estudios de ADN.
Lucía tenía miedo sufrir una
decepción, pero la chica fue más
valiente y accedió, convenciendo
a la anciana. Esto era mejor que
vivir con la incertidumbre.
Se llevó a cabo la
ceremonia de bautismo en el río
de Santa Isabel, pueblito ubicado
a muy pocos kilómetros de
Cuauhtémoc, lugar dónde
Josabet bajó a las aguas.
Después de esto, ella y Lucía
acudieron a un laboratorio
privado, para practicarse la
prueba del ADN. Por supuesto, la
directora del asilo, las respaldó
económicamente. Las pruebas
revelaron que, efectivamente,
Josabet era nieta de Lucía. Esto
alegró muchísimo a la anciana.
Mas, la alegría no le duró, pues
el laboratorista, de inmediato
empezó a cuestionar si Josabet,
no era la chica desaparecida, a lo
cual ello negó todo. Pronto se
percataron que corría peligro en
esa ciudad. Todavía se veían
pegados en los postes, la
pesquisa con fotografía. Josabet
tomó una. Era definitivo,
necesitaba cambiar de imagen.
C Sonia. Josabet no paraba de
APÍTULO SIETE
UNA TORMENTA SE AVECINA
Lucía se sentía inmensamente
feliz y agradecida con Dios. No
obstante, aún anhelaba volver a
ver a su hija Lea, conocer a sus
nietos, además de pensar qué
pasaría con el futuro de Josabet,
pues ella no podía mantenerla.
La chica aún era menor de edad,
por lo que, se trataba de un caso
complicado. Si sus padres
adoptivos se dieran cuenta de su
existencia, posiblemente la
demandarían por secuestro,
aunque no fuera cierto. Bien, ya
tenía a su amada Josabet, ¿y
ahora qué? ¿Cómo debía
proceder? ¿Qué era lo correcto?
No podía pelear la custodia. Para
empezar, estaba registrada dos
veces, con datos diferentes.
Cuando se la quitaron, no sabían
que ya estaba registrada,
prácticamente la raptaron. No
paraba de pensar en cómo
resolver la situación. Tampoco
podía acudir a las autoridades.
De hacerlo, podrían matarlas a
ella y a su nieta. Reflexionaba
estos asuntos, cuando llegó Jubal
a buscarlas. Después de hablar
discretamente con la directora
del asilo, pidió permiso para
entrar al salón dónde las chicas
atendían a los ancianos.
A la primera que vio, fue a
besar a su abuelita.
–Sonia, ¿dónde están las
demás? Necesito hablarles.
–¿Pasa algo malo, Jubal?
–Sí, pero necesito hablar
ya en privado.
–De acuerdo. Espéranos en
nuestra habitación.
Jubal obedeció. Sonia le
habló a Josabet y encontró a Jael
jugando con unas ancianitas, a
las damas chinas.
–Hermanita, Mary, le
encargo mis canicas. No me
vayan a hacer trampa–. Pidió
riéndose–. Compermiso. No
tardo.
Las viejitas protestaron.
Jael pronto las consoló. En cinco
minutos, se reunieron en el lugar
señalado por Sonia.
–¿Qué pasa, Jubal?
–No hay mucho tiempo de
dar explicaciones. Es mejor que
tomen sus cosas ahorita mismo
para irnos.
–¿Por qué?–Quiso saber
Jael.
–Los satanistas ya saben
dónde están. Hassiel tuvo una
visión y me llamó hace rato para
47
avisarnos. Además, hay una
mala noticia, pero prefiero
decirlo después.
Sonia sin hacer más
preguntas, se puso a guardar sus
pertenencias en la maleta. Jael
hizo lo mismo. Josabet no quería
irse. Se quedó parada mirando a
Jubal.
–¡Muévete, niña! Es a ti a
quien más quieren–. Ordenó
Jubal.
–No, no me quiero ir–.
Sintió deseos de llorar–. Estoy
harta de estar huyendo, quiero
quedarme con mi abuelita. Ahora
que la conozco no quiero dejarla.
–Josabet, es necesario si
quieres vivir.
–Si Dios es más poderoso
que Satanás, ¿por qué tenemos
que huir?
Jubal suspiró. Las chicas
hicieron una pausa. La pregunta
de Josabet era interesante. El
ángel de la guarda de Jubal, le
aconsejó.
–Mira, Josabet, Dios es
muy poderoso. Eso es cierto,
pero a veces, nos pide que
hagamos cosas sin sentido para
nosotros, pero con mucho
sentido para Él. Sobre todo, le
gusta la obediencia. Jesús,
siendo su hijo, tuvo que huir a
Egipto... bueno, más bien, José y
María huyeron a Egipto cuando
Jesús era un bebé, porque un rey
malo quería matarlo. Moisés,
siendo el escogido de Dios para
48
liberar a su pueblo de la
esclavitud egipcia, tuvo que huir
al verse descubierto un
homicidio que cometió. ¿Quién
más huyó?–preguntó para sí–. De
momento no recuerdo, pero en la
Biblia hay ejemplos que cuando
se debe huir, no hay que
cuestionar a Dios, sólo obedecer.
Las chicas ya tenían sus
pertenencias empacadas.
Josabet, con sus mejillas
empapadas, molesta y en
silencio, imitó a las gemelas.
Cuando terminó...
–¿Y siquiera puedo
despedirme de mi abuelita?
–Sí, claro, pero sé breve.
–Sí, capitán.
Contestó de mala gana.
Jubal se molestó y Jael se rió. La
chica salió malhumorada.
–Se equivocó de rango.
Debió decir “soldado”.
***
Iban con rumbo al Porvenir. A la
casa de los padres de las
gemelas, lo cual las alegró
muchísimo. La noche los cubrió
con su manto negro. Josabet iba
realmente enojada.
–Quiero saber una cosa.
¿Cómo rayos se enteraron de
que los satanistas sabían dónde
estábamos?
–Porque Hassiel tuvo una
visión–. Respondió Jubal sin
despegar la vista del horizonte.
–¿Y quién demonios es
Hassiel?–Renegó.
 –Una chica muy
entregada.
–¿Y si alucinó por comer
en exceso? ¿Qué tal si está
mintiendo? A ver, ¿y si yo les
digo que tuve una visión en la
que Hassiel era una mentirosa y
los satanistas ya ni me hacen en
el mundo, ¿qué? ¿Me van a
creer?
–Por supuesto que no,
niña, guarda silencio–. La
reprendió Jubal molesto y todo lo que estaba pasando. Jael,
nervioso.
–¿Y tú quién te crees,
Jubal? ¿El capitán del barco? Yo
digo que esa Hassiel contó
mentiras y que no es cierto.
¿Cómo va a saber ella? ¡Tan feliz
que estaba con mi abuelita!
¡Pobrecita, cómo lloró! Y todo
por culpa de la tal Hassiel.
Jubal iba a responder, pero
Leví le hizo una seña de que
guardara silencio. La chica tenía
derecho a “expresarse”.
–Jubal, ibas a decirnos algo
en el asilo. ¿Qué pasó?–Recordó
Jael, un tanto intrigada.
–Muchachas, Penina está
muerta y ustedes ya no tienen
casa en Juárez.
–¿Qué estás diciendo,
Jubal?–Se sobresaltó Sonia.
–¿Le dejaron la llave a
Penina?
–Sí, yo se la di para que
vaciara el refrigerador, evitando
que la comida se desperdiciara.
Le dije que vendríamos al
Povenir de Bachíniva, de
vacaciones con mis papás.
–Bien, pues me dijo
Hassiel que cuando entró a la
casa, ésta explotó matándola y
afectando a las que estaban
enseguida. No quedó nada y
Penina voló en mil pedazos.
Sonia sintió cómo si la
tierra se abriera bajo sus pies.
Josabet, deseaba morirse de una
vez. Sentía que era culpa suya
lloró preguntándole a Dios, ¿por
qué Penina?
Así, llegaron a la casa
paterna de las gemelas, llenos
de polvo, pues el camino estaba
desarreglado y sin asfaltar. Ellas
lloraban, no sólo por la pérdida
económica, también por la vida
inocente.
Los padres de las gemelas
se sorprendieron muchísimo al
verlas. Bajaron el equipaje. Ellas
hicieron un esfuerzo enorme
para disimular su malestar. No
sabían si decírselo a sus padres o
no. Ya no tenían dónde vivir.
Josabet se quedó de pié junto al
auto con los brazos cruzados,
viendo cómo las gemelas
abrazaban a sus padres, luego a
los muchachos. La mujer, era de
unos cuarenta y dos años, muy
agradable. Fijó su mirada en
Josabet.
–¡Dios te bendiga! ¿Cómo
te llamas?
49
 –Josabet... –olvidó sus
verdaderos apellidos y no podía
decir los otros, porque temía la
reacción de la mujer, para quien
fue suficiente el nombre
incompleto.
–Pasen, se siente frío
afuera.
Ya dentro, la mujer se
puso a preparar cena de
inmediato. Las muchachas
llevaron las maletas a su
habitación. Esta, era amplia.
Tenía dos camas gemelas, un
tocador de madera, muy viejo
pero en buenas condiciones.
Josabet se quedó en la sala, con
los muchachos y el papá. Las
gemelas pronto entraron a la
cocina, para ayudarle a su madre
a preparar la cena. Pronto los
hicieron pasar al sencillo
comedor de madera rústica.
–¿Y qué hacen aquí, hijas?
¿Por qué no avisaron que
vendrían? ¿Y ustedes por qué se
vinieron con ellas?–Cuestionó
don Heber–. No es que me
moleste, al contrario, me alegra
mucho que las hayan
acompañado para que no se
vinieran solas, pero...
–Papá–, empezó a decir
Sonia– tuvimos un problema muy
fuerte.
Las gemelas les refirieron
toda la historia, incluyendo la
explosión de la casa, que aunque
no era de ellos, si no rentada,
todo lo que dentro había, sí les
50
pertenecía, además, estaba la
muerte de Penina.
–¿A qué se debió la
explosión? ¿Dejaron las llaves de
la estufa abiertas? ¿Se les
acumuló el gas y al prender la
luz explotó?–preguntó don
Heber.
–No, hermano, alguien
colocó una bomba que estaba
programada para hacer
explosión al abrirse la puerta.
El hombre casi se
atragantó al pensar en el peligro
en que estuvieron sus hijas.
Terminaron sus
alimentos. El reloj marcó la 1:00,
cuando se acostaron a dormir,
claro, después de un baño
placentero. Los padres de las
gemelas se quedaron muy
preocupados. No sabían que el
pueblo tenía una cobertura
especial de ángeles, pues la
congregación oraba
continuamente intercediendo por
el pueblo.
Por la mañana, los padres
de las gemelas hablaron con
ellas a solas. Les dijeron que era
momento de discipular a Josabet.
Después de un devocional que
tuvieron cuando ya habían
desayunado, llevaron a Josabet
con la estilista del pueblo. Sabían
que era persona discreta.
–María, queremos pedirte
que le hagas un cambio de
imagen a una amiga, pero
necesitamos que seas muy
discreta.
–Sí, por favor, no
queremos que nadie se entere–
aseguró Jael.
La mujer sonrió.
–Entiendo, se trata de una
sorpresa.
–Sí.
–Por favor tráiganla a las
7:00. Cierro a esa hora y no hay
problema de que alguien la vea.
Sonia y Jael le
agradecieron a la mujer el
tomarse esa molestia. Pasaron
varios días en sana paz. Le
hicieron un cambio totalmente
de imagen. Le degrafilaron el
cabello a Josabet, se lo pintaron
rojo y, le hicieron un planchado
permanente. Esto es, una
especie de alaciado, súper extra.
Se veía muy distinta. Sonia
guardó la otra caja del tinte, para
cuando necesitara retoque.
Ahora, querían comprar un par
de lentes azules o verdes, para
que el cambio fuera total. Le
delinearon la ceja. También la
tiñeron de rojo para dar la
apariencia de ser pelirroja
natural. Le pidieron a María la
estilista, que le recomendara un
tipo de maquillaje especial, para
resaltar sus facciones. Por lo
menos así, no la descubrirían tan
rápido. De esta manera, podía
asistir al templo, ir de vez en
cuando a Cuauhtémoc a ver a su
abuelita y, salir a caminar un
poco por el pueblo.
***
Una tarde, fueron casi al
obscurecer a Cuauhtémoc, pero
no en el auto de los hermanos
Estrada, sino en el del
matrimonio Gaytán, es decir, los
papás de las gemelas. Josabet se
sentía feliz cada vez que visitaba
a su abuela. Durante los días que
estuvieron en la casa paterna de
las gemelas, se dedicaron a darle
un curso intensivo de vida
cristiana. También la pusieron a
memorizar textos bíblicos y
cantos. Era como si estuviera en
entrenamiento. Josabet estaba
aprendiendo muchísimo sobre la
Biblia, sobre cómo debe ser su
relación con Dios, entre otras
cosas.
Al llegar a la habitación de
su abuela, se sorprendió de ver a
una mujer como de treinta y
cinco años, acompañada por una
chica de doce, un niño de ocho, y
un varón, conversando
animosamente con la anciana,
quien no paraba de llorar y reír a
la vez.
–¡Josabet! ¡Te ves tan
hermosa, mi niña!–Exclamó Lucía
al reconocerla
–¡Abuelita!
Le dio un fuerte abrazo,
dejando atónita a la visita. Las
gemelas y los hermanos Estrada
se introdujeron a la habitación.
La puerta fue cerrada a petición
51
de la anciana, quien no quería
que la conversación saliera de
ahí. Ya no tenía compañera de
habitación, por lo que no había
problema alguno.
–Hija, te presento a mi
nieta, Josabet.
Después de los abrazos,
las lágrimas, presentaciones,
perdones y explicaciones, se
pusieron a reflexionar sobre la
situación legal de Josabet.
–Josabet, tarde o temprano
tendrás que regresar con tus
padres adoptivos, porque todos
tus papeles escolares, están a
nombre de Arlette, y no al tuyo.
Cuando Jacob le quitó su
hija a Isabel, la registraron como
Josabet Sepúlveda Sánchez.
Después del fallecimiento de sus
seres queridos y la huída de su
hija Lea, el DIF le recogió a la
niña, alegando que Lucía no
podía hacerse cargo de Josabet.
Como aún tenía unos pocos
meses de nacida, no se
percataron si tenía acta o no.
Lucía nunca lo dijo. De modo que
al momento de darla en
adopción, el matrimonio Luna
Roja la registró como si fuera su
hija. Hubo muchas
irregularidades en todo este
caso, desde el momento en que
le quitaron a la niña, hasta el
instante de darla en adopción,
sin tomar en cuenta a Lucía.
María Roja y José Luna,
ignoraban por completo la
52
existencia de Lucía. Tan pronto
les fue entregada la criatura,
emigraron a ciudad Juárez. Lucía
aún conservaba el acta de
nacimiento.
De modo que discutían
sobre lo que sería mejor para la
chica.
–Yo no quiero regresar a
mi casa–. Dijo Josabet.
–¿Por qué?
–Las razones son muchas.
Entre ellas, si vuelvo a mi casa,
mis padres me van a obligar a
asistir a misa. No van entender
que ya no soy la misma. Voy a
ser presa fácil para los
satanistas. Mi papá, por muy
católico que sea, tiene
problemas con su manera de
beber y fumar. Cuando se
emborracha, me trata muy mal.
Luego esta el detalle de que vivo
en una colonia de esas
problemáticas. Voy a ser presa
fácil y cuando caiga en sus
garras... me van a hacer lo
mismo y cosas peores. He
visto cómo castigan a los
que se escapan y a los que
no obedecen... antes que
caer en sus manos, prefiero
morir. El hecho de que
hayan encontrado el cadáver
de otra chica y crean que soy yo,
es mucho mejor de lo que
pensaba. Tengo la oportunidad
de iniciar una vida nueva. Más
ahora que sé que ustedes son mi
familia. Quiero iniciar una vida
nueva al lado de ustedes, mi
familia.
–Josabet, es muy lindo lo
que dices y tienes razón. Sin
embargo, para el mundo, Josabet
Sepúlveda Sánchez, no ha
estudiado ningún nivel
educativo. Tendrías que
estudiar de nuevo la primaria, la
secundaria y la preparatoria,
pero a nivel abierto, como si
acabaras de bajar de la Sierra.
Aún así, en la mayoría de los
ranchos existen escuelas rurales.
–Sólo que sobornáramos al
directivo de alguna escuela rural
para que me dé un certificado de
primaria con mi nombre
verdadero, y hacemos lo mismo
con el de secundaria–. Propuso
Josabet.
A Lea y a Jetro les pareció
buena idea.
–No. No es correcto. Eso
sería corrupto–. Dijo Sonia.
–Sin embargo–, objetó
Lucía–, el director de la primaria
que hay en Anáhuac, es amigo
mío. Podría hablar con él.
Explicarle la situación, que te
aplique un examen y te saque un
certificado. En cuanto al
certificado de secundaria, su
hermana es directora de otra
escuela situada en el pueblito de
Santa Isabel. Hacemos lo mismo,
y ya obtendrías tus documentos
para que puedas estudiar la
preparatoria.
Las gemelas y los
hermanos Estrada, reflexionaron
en silencio. No sabían si era
correcto. La anciana
entusiasmada dijo que no había
nada ilegal ahí.
–Pero... todos los
certificados... es decir, la SEP
tiene copias de todos los
certificados. Entonces podrían
darse cuenta de la irregularidad
y... ¡No! ¡Es muy complicado!–
Reflexionó Sonia.
Lucía insistió. Esas
personas eran de su entera
confianza. Podrían ayudarla,
como ella siempre lo hizo cuando
la necesitaron. Iban
frecuentemente a visitarla y
tenía muy buena relación con
ellos. A final de cuentas, las
gemelas accedieron. Al día
siguiente, pasarían temprano por
la anciana, para llevarla a
Anahuac y a Santa Isabel.
Por otra parte, Lea le
manifestó a la anciana, su deseo
de llevársela a vivir con ella a
Cuernavaca, lugar dónde estaba
radicando con su familia. La casa
era grande y la acondicionaron
especialmente, para que pudiera
andar por ella en su silla de
ruedas. Tenían un sanitario
especial para Lucía. La mujer
estaba muy contenta y accedió a
hacerlo, pero primero quería
arreglar la situación de Josabet.
De modo que, a primera
hora, se presentaron en el asilo
53
de ancianos. Lea los
acompañaría, en tanto Jetro
llevaría a los niños a conocer los
Campos Menonitas.
Pronto dieron con la casa
del profesor Uribe, con quien
habló Lucía exponiéndole la
situación. El hombre estuvo
reflexionando largo rato qué
hacer. Al final, se decidió. No le
puso ningún examen. Confió en
la palabra de Lucía. De modo
que, después de ver el acta de
nacimiento, se puso en contacto
con un conocido suyo, trabajador
de la SEP. Si bien era cierto que
estaban de vacaciones las
escuelas, esto no impidió que el
profesor agilizara los trámites.
Por supuesto tuvo que contarle
una mentira a su conocido, pues
le pareció poco apropiado decir
la verdad, por las implicaciones
que esta traería. Le dijo que
necesitaba el número de
certificado de la chica, pero que
no lo encontraba, el hombre
prometió buscarlo lo antes
posible. Mas tarde se comunicó
con él para avisarle que no había
nada. El profesor Uribe le
comentó que probablemente lo
habían extraviado como
anteriormente ocurrió con los
documentos de otro alumno.
Entonces el hombre le dijo al
director que le hiciera otro y se
lo enviara para avalarlo y,
prometió devolverlo pronto.
54
En Santa Isabel se repitió
la escena. La hermana del
profesor Uribe, se comunicó con
la misma persona, pidiéndole el
mismo favor. Le pareció extraño
al hombre, pero confiaba
plenamente en estas personas,
de modo que le dijo lo mismo a
la profesora. Ahora, sólo había
que esperar unos días. Los
directores prometieron llamarle a
Lucía por teléfono, en cuanto
tuvieran el documento en sus
manos.
Cuando regresaron al
Porvenir de Bachíniva, Josabet se
sentía feliz. En casa, Jael
telefoneó a Hassiel, pidiéndole
que reuniera frecuentemente a
los guerreros de oración, para
que estuvieran orando
permanentemente por su
situación, por la congregación, y
por ellos mismos como grupo.
Hassiel obedeció. Le comentó lo
mal que se sentían por la muerte
de Penina y preguntó sobre la
reacción del dueño de la casa, la
cual estaba asegurada. La
compañía pagaría la pérdida,
tomando en cuenta que no había
sido un accidente por
negligencia, sino un atentado. El
pobre casero no sabía a quien
demandar. De todos modos,
levantó la denuncia.
En esa misma semana,
Lucía recibió las llamadas tan
ansiadas. Fueron a recoger los
documentos. Estaba decidido:
Josabet haría una vida
completamente nueva. Jetro
estaba de acuerdo en llevar a
casa, dos bocas más. Les estaba
yendo muy bien en el negocio, y
ya era justo que vieran por las
necesidades de Lucía. Ahora
también, de Josabet, la hija de
Jacob.
***
Lea le ayudó a su madre a
empacar. Ya tenían programado
el viaje de regreso a Cuernavaca.
Las vacaciones estaban por
llegar a su fin, y todavía tenían
que buscar una escuela para
inscribir a Josabet. Pronto se
llegó el momento de marchar.
Abuela y nieta estaban muy
entusiasmadas por su nueva
vida. Incluso, en la secundaria le
habían expedido una credencial
con fotografía, su nombre
verdadero y con fechas pasadas,
como una manera de comprobar
que efectivamente, fue alumna
de esa escuela. Esto era como
una prevención, por aquello que
alguien la reconociera, ella
podría decir su nombre
verdadero y alegar un parecido
casual con Arlette. Le
construyeron un pasado, por
aquello de las preguntas. A las
gemelas no les gustaban las
mentiras, no obstante, era mejor
mentir, a exponer la vida de
Josabet.
Se despidieron. Todavía
tenían que ir a Chihuahua, para
tomar un autobús a México D. F.
y ahí, otro con destino a
Cuernavaca. Afortunadamente,
el pastor les dio hospedaje en la
casa pastoral, por lo que no
gastaron en hotel, y el dinero les
era suficiente para pagar los
pasajes de Josabet y de Lucía.
Las gemelas y los hermanos
Estrada, después de despedirse
de ellos, tomaron rumbo a
Juárez. Los padres de las
gemelas sentían temor, no
obstante, no paraban de orar por
ellas y por la familia Sepúlveda.
Las gemelas sabían que ya no
poseían nada, no obstante, los
hermanos Estrada les ofrecieron
su apoyo en todo aspecto, para
reponer la pérdida. Leví y Jubal,
esperaban que sus negocios no
hubieran recibido ningún
atentado.
Todos iban tranquilos, y
contentos, pensando que la
batalla había concluido por fin.
Sin embargo, el enemigo no se
iba a quedar tan tranquilo.
Cuando la familia llegó a
Chihuahua, Josabet y Diana su
prima, se apartaron de los
demás para ir al sanitario. Ahí
dentro, una mujer, se acercó a
Josabet, en tanto que Diana
continuaba orinando. La había
estado observando desde que
llegaron a la sala de espera.
–Lindo pelo. ¿Es tuyo?
–¡Claro!
–Pensé que era teñido.
55
 Al momento en que
Josabet, nerviosa, dio la vuelta
para salir, la mujer la golpeó en
la cabeza. Diana abrió la puerta,
justo cuando se llevaban a
Josabet entre dos mujeres. La
traían como desmayada. Diana
corrió detrás de ellas gritando
que intentaban secuestrarla.
Dalila tomó en brazos a Josabet,
en tanto la otra mujer, se
regresó. Le tapó la boca a Diana
y la introdujo de nuevo en un
compartimiento del sanitario,
dónde la golpeó con la mano
abierta en la cara. Luego la tomó
del copete para estrellar su
cabeza contra el suelo. La dejó
ahí, sentada sobre el inodoro
pensando estaba muerta. Salió
como si nada, buscando a Dalila.
Como no la vio, discretamente
fue caminando hasta el deportivo
rojo. Ya no estaba. Sacó su
teléfono móvil. Le llamó a Dalila.
–¿Dónde estás, Dalila? Ya
me encargué de la mocosa. No
dará más problemas. Estoy en la
entrada.
–Toma un camión y vete a
Juárez. Ya le informé a Atalía que
la misión está cumplida.
–¿Lograste sacarla?
–Sí. ¡Hasta me ayudaron!
Les dije a unos hombres, que mi
hermana se había desmayado y
un tipo me ayudó a subirla. No
cabe duda, soy una gran actriz.–
Se carcajeó.
56
–Lo sé. Esto nos dará un
asenso.
–Así es, mi “querida”
Astarte. Por fin la misión está
cumplida.
–Dalila, ¿vas a dejarme
sola? ¿Vas a irte sola hasta
Juárez?
–No te necesito, Astarte.
He hecho todo el trabajo sola.
Nada más porqué a Atalía se le
ocurrió enviarte a última hora,
¿qué hiciste?
–Te ayudé callando a la
mocosa. De otra forma, ahora
estarías detenida. Temo que algo
me pase. ¿Qué tal si alguien me
vio? Debo irme de aquí, pero no
en autobús. Ven por mí.
–No voy a arriesgarme por
ti.
–Dalila, ven por favor. No
es buena idea dejarme aquí. Te
recuerdo que también yo puedo
ser muy peligrosa.
–No. Si quieres, toma un
taxi y te espero en el Dennys
que está en la Tecnológico,
rumbo a Juárez. Te espero ahí.
–Gracias. Ahí nos vemos.
***
Lea notó que Josabet y Diana
tardaban mucho. Lucía empezó a
inquietarse. Lea fue a buscarlas.
Se impresionó al ver a su hija
desmayada sobre el inodoro.
Algunas mujeres la miraban
preocupadas. Lea tomó en
brazos, con cuidado, a su hija. La
colocó sobre el suelo. Ante los
ojos atónitos de las mujeres, oró
por ella en vez de darle primeros
auxilios. La chica reaccionó.
Lentamente abrió los ojos. Al ver
a su madre, lloró.
–Mamá, ¡una mujer se
llevó a Josabet!
–¿Quién?
Diana se sentó
lentamente. Las mujeres al ver
que la chica reaccionó,
prefirieron salir.
–¿Qué fue lo que pasó,
hija?
–Mamá, una mujer se llevó
a Josabet y la otra me atacó
cuando vio que la descubrí y
grité, se regresó, me pegó en la
cara, y ya no supe más.
Después de analizar la
situación, Jetro y Lea decidieron
regresar a Cuernavaca, a pesar
del secuestro de Josabet. No
hicieron nada, pues ya no tenían
dinero para permanecer en
Chihuahua. Lucía iba con el
corazón destrozado. Lea temió
por su salud. Para recuperar
gastos, vendieron el boleto de
Josabet. Se dedicaron a orar.
C las gemelas vivieran ahí, con su
APÍTULO
OCHO
LA VICTORIA teléfono, ya que dormían en la
Las gemelas
llegaron a
Juárez, ignorantes de lo que
había ocurrido en la central de
autobuses en la capital del
Estado. Se reportaron a casa
como sanas y salvas. Los
muchachos regresaron a su
hogar, acompañados por las
gemelas, dónde sus padres los
esperaban preocupados por la
falta de comunicación. La casa
estaba en perfectas condiciones.
No había nada diferente.
Desempacaron felices de
haber obtenido la victoria,
aunque aún su corazón se dolía
por la muerte de Penina, una
joven que se congregaba en el
mismo templo que ellos.
Confiaban plenamente en que
Josabet llegaría con bien a
Cuernavaca, acompañada por su
familia. Ignoraban las
maquinaciones del enemigo.
Ignoraban la furia de Chac-Mool,
de Viridiana y Atalía. Dieron
gracias a Dios por protegerlas
todo ese tiempo. Después de
cenar, se acostaron a dormir
tranquilas. Los hermanos
pensaban en cómo ayudarían a
sus novias. Telefonearon a
Hassiel, quien les ofreció una
habitación de su casa, para que
familia.
A media noche, sonó el
sala. Sonia contestó, pensando
se trataba de una emergencia.
57
 –Esta noche, van a morir
de la manera más cruel que
podrían haber imaginado–. Le
dijo una voz varonil como en un
murmullo–. Esta casa está
rodeada. No tienen alternativa.
No tardaremos en derribar las
puertas y tomarlas para el
sacrificio, esto es, por haberse
llevado a Athor, quien iba a ser
una gran sacerdotisa. Para eso
fue consagrada
–¡Ah, sí! Pues no les
tenemos miedo. Ustedes tienen
rodeada esta casa, pero nosotras
los tenemos rodeados a ustedes,
pues esta guerra es de mi Dios y
en el nombre de Jesús declaro
victoria sobre nuestras vidas.
Ustedes no pelearán contra
nosotras, sino contra nuestro
Dios, quien es poderoso. Así que,
no les tenemos miedo. Deberían
hacer lo mismo que Athor, ella
ahora goza de una vida distinta a
la de ustedes. Satanás no es más
que un mentiroso, un ser
malvado que a ustedes los tiene
en esclavitud. Busquen a Cristo
Jesús, él los puede liberar.
–No te hablé para que me
des un sermón. Sólo para
advertirte. Después no se
quejen. Athor, no goza de esa
vida que tú dices, está en
nuestras manos.
Colgó el auricular. Pronto,
Sonia encendió el estéreo y
colocó un disco compacto con
cantos de victoria. Esto despertó
58
a Jael. Sonia la enteró de todo.
Jael tomó el teléfono para llamar
a Hassiel y pedir respaldo de
oración. No obstante, descubrió
que habían cortado la línea
telefónica. Entonces, le envió un
mensaje a través de su teléfono
móvil. El ángel custodio de
Hassiel, le puso el teléfono a un
lado suyo, para despertarla. La
chica se levantó he hizo lo
mismo. Es decir, les comunicó a
todos los guerreros de oración,
que las gemelas estaban
enfrentando una batalla. Por su
parte, las gemelas se pusieron a
cantar casi en un murmullo para
no despertar a los dueño de la
casa. Terminada la música del
compacto, se pusieron a orar. La
energía eléctrica fue cortada.
Mientras Jael oraba en voz alta
con volumen bajo. Sonia fue a la
cocina por un par de velas con
sus respectivos porta–velas y
cerillos, iluminándose con el
teléfono celular. Pronto, regresó
a la sala alumbrando el lugar.
Luego de orar arduamente, se
pusieron a recitar en voz alta,
todos los textos de memoria que
sabían. Escuchaban muchos
ruidos afuera de la casa. Poco
más de dos horas de lucha, la luz
fue reconectada y los enemigos
huyeron. Pasaron dos horas más
alabando y agradeciendo a Dios
por esta victoria. Ni los hermanos
Estrada, ni sus padres, se dieron
cuenta de lo que estaba
ocurriendo.
***
La mazmorra estaba húmeda y
semi–obscura. El olor era
desagradable. El látigo cortaba la
piel en cada contacto con esta.
Josabet no podía más. Le dolía la
garganta de tanto gritar. Sentía
cómo le escurría la sangre
caliente por la espalda.
–¡Suficiente!
Gritó Atalía. El verdugo se
detuvo. Josabet la miró intrigada.
Lloraba. El dolor era
insoportable. Atalía se acercó a
ella. La tomó de los cabellos para
ver su rostro de cerca.
–¿Estás lista para
renunciar a Cristo? ¿O quieres
más?
–Mátame de una vez,
porque no voy a renunciar a Él.
–No seas tonta, Athor.
Esas gemelas te lavaron el
cerebro. Si tu Dios fuera tan
poderoso como dices, no estarías
aquí.
–Está más que demostrado
que sí lo es. Y algún propósito
tendrá para permitir que me esté
pasando esto.
–Es tu última oportunidad,
si renuncias a Él, serás mi
asistente. De lo contrario, serás
criadora. No seas tonta, mira lo
joven y bonita que eres. Podrías
llegar muy lejos si quisieras,
fama, poder, lo que quieras,
podrías tenerlo, si decidieras
volver a servir a Satanás.
–¡Nunca! ¡Yo nunca
volveré a servirlo! ¿Cómo
renunciar a quien me dio la vida?
¿Cómo renegar de quien murió
por mí? Puedes destrozarme la
espalda si quieres, puedes
matarme, pero nunca volveré a
servir a un ser tan vil y
despreciable como tu dios.
–Tú elegiste. Luego no te
quejes. Tu hermoso cuerpo será
desfigurado por los embarazos
continuos. Una y otra vez serás
violada. Verás morir uno a uno a
tus hijos. Pedirás clemencia y tu
Dios, no responderá– Miró al
verdugo–. Continúa. Azótala
cuánto quieras, pero no la
mates.
***
Penina llegó a la casa de las
gemelas. Se quedó parada un
momento frente a la puerta,
buscando la llave correcta entre
las demás. Cinco minutos
después, la insertó dentro de la
ranura. Empujó la puerta y en
ese momento la casa explotó.
Ella salió expulsada hacia fuera,
con el cuerpo destrozado
envuelto en llamas.
Sonia despertó agitada.
Vio el reloj. Eran las cinco de la
madrugada. Se acomodó
tratando de recuperar el sueño.
Éste no tardó en llegar, pese a la
impresión del anterior. La batalla
59
la había dejado totalmente
agotada.
Vio a Josabet acostada
boca abajo, con el torso desnudo
y la espalda escurriendo en
sangre. Su piel estaba
desgarrada completamente.
Osiris limpiaba la sangre con
unas gasas humedecidas en
agua oxigenada. Josabet no
dejaba de llorar.
Sonia volvió a despertarse,
pero esta vez, Jael también lo
hizo. Ambas soñaron lo
acontecido a Josabet.
Preocupadas, se pusieron a orar
por ella, rogando estuviera bien.
***
–¿Ves, tonta? Si no te hubieras
escapado, en este momento
estarías mejor que nunca. Pero
mírate, ahora de ser la gran
sacerdotisa, serás una simple
criadora. Ni siquiera podrás
realizar hechizos. Debo dejarte
linda. Tu primer hijo será del
gran hechicero Gozer, y será
dedicado a Satanás cuando
nazca. Atalía me encargó
borrarte los latigazos. No debes
tener cicatrices. Por alguna
razón, el gran hechicero se
empeñó en tener un hijo tuyo. A
pesar de todo, sigues siendo
afortunada. Lo que daría yo
porque él pusiera sus lindos ojos
en mí. ¡Oh! ¡Es tan bello y
poderoso! Sería un honor que me
eligiera por esposa. Si tienes
suerte, tal vez te escoja como
60
concubina y así te librarás de ser
criadora. ¿Duele mucho?
–¿Tú que crees? Pero no
me importa, no volveré a
practicar la magia.
–Te ves linda con esta
nueva imagen. Pero ni así te
escapaste de mi tía.
Osiris, tomó un brebaje
que sirvió en una copa y lo dio a
beber a Josabet.
–¿Qué es esto? ¡Huele
horrible!
–Tómatelo. Te calmará el
dolor.
–¿Son drogas?
–¡No preguntes y bébelo!
Empujó la copa a los labios
de Josabet, quien bebió el
contenido algo asqueada. Al
momento, empezó a sentirse
mareada. Pronto perdió el
conocimiento. Osiris continuó
con su tarea. Terminó de detener
la sangre y limpiar la piel.
Posteriormente, hizo una mezcla
de yerbas que trituró en un
molcajete. Colocó sobre las
heridas aceite, al tiempo en que
hacía unos rezos. Luego, como
cataplasma, puso la pasta
formada por las yerbas y otros
ingredientes. Cansada. Se acostó
a dormir junto a la prisionera.
Ahora sí, sería imposible que
Josabet, escapara sin la ayuda de
Dios. Tenía esposadas las
muñecas y los tobillos. Además,
afuera había dos hombres altos,
fornidos y armados. Por otra
parte, estaban en el tercer piso
de la mansión, cuya ventana
habían protegido con gruesos
barrotes de hierro.
***
–De los objetos materiales que
perdimos, lo único que me duele,
son las fotos y la computadora.
No por el equipo en sí, ya estaba
viejo y fallaba mucho, sino por la
información.
–No te preocupes, Jael.
Dios está en todo–. Mostró un
pequeño USB.– Por alguna
extraña razón, hice un respaldo
de toda la información, excepto
la música. Subí a mi correo
electrónico todos mis archivos, y
los tuyos los almacené en esta
pequeña memoria externa.
–¡Guauu! ¡Eres genial,
hermana!
–Dale gracias a Dios que lo
puso en mi corazón.
–Pero, aún así, perdimos
todas las fotos de los álbumes–.
Se lamentó Jael.
–Tal vez, pero las escaneé
todas y también están aquí y en
un disco compacto que saqué
junto con los musicales que nos
llevamos a las cabañas.
–¡Gracias, Sonia!
Jael la abrazó y Sonia lo
recibió con agrado. Se vistieron
para presentarse a desayunar
con la familia. Más tarde, Leví y
Jubal las llevaron a la casa de
Hassiel donde vieron el noticiario
de las 2:00, después de
acomodarse en una habitación,
con las pocas pertenencias que
les quedaban.
Las tres, vieron que el jefe
de la policía había sido
asesinado. Encontraron su
cuerpo enredado en una cobija,
dentro de la cajuela de un auto,
en estado de descomposición.
–A continuación,
escucharemos algunas palabras
del nuevo jefe de la policía, el
comandante Alejandro García.
–Lo único que puedo
asegurar a la ciudadanía
juarense, es que combatiré el
crimen tanto como me sea
posible. En esta ciudad se ha
sembrado el terror por muchos
años, pero ya no más. ¡Basta a la
impunidad! Haremos todo lo
posible por esclarecer este
horrendo crimen. Es todo,
señorita, que tenga muy buenas
tardes.
La pantalla fue ocupada
por el rostro de una joven mujer.
–Informó desde la
comandancia de policía,
Evangelina González.
***
Una gran multitud congregada
en un sótano semiobscuro,
estaba a la expectativa. Varias
mujeres con túnicas blancas,
repartían una bebida, que era
una mezcla de sangre, con un té
y droga. Al frente, había una
plataforma. Sobre ella, colocaron
un altar de piedra alargado. Unos
61
enormes cirios negros,
iluminaban sólo el lugar dónde
se encontraba dicho mobiliario.
Recargadas en la pared, había
un par de sillas doradas. Atalía
ocupó una de ellas. Una túnica
blanca cubría su cuerpo. En
medio, había una gran cruz
dorada, invertida. Andaba
descalza. Se puso de pié para
dirigir algunas palabras a la
muchedumbre. Ellos vestían con
túnicas y capuchas negras.
–Hermanos, bienvenidos a
este culto. Hoy es una noche
muy especial. Habrá sacrificios y
una boda. A nuestra hermana
Athor, esta noche, la íbamos a
iniciar como criadora, pero halló
gracia en los ojos de uno de los
más poderosos hechiceros de
esta hermandad: el hechicero
Gozer la eligió como segunda
esposa, por alguna razón aún
desconocida para mí.
En ese momento, el
hechicero entró vestido con un
traje negro y una capa estilo
medieval. Por otra puerta,
hicieron entrar a Josabet, quien
no dejaba de clamar en silencio.
Sólo traía una túnica blanca con
una enorme llama dibujada al
frente. No traía ropa interior. Iba
descalza. Sobre su cabeza,
colocaron una corona de azares.
Cepillaron su cabello, dejándolo
suelto. Al verla, el hechicero
sonrió.
62
–Pero antes de que le sea
entregada a nuestro hermano
Gozer, tendremos un sacrificio.
Esta noche es muy especial y
nuestro señor se sentirá
complacido. Hemos arrebatado a
cuatro enemigos de las manos
de su Señor, y serán sacrificados
ahora mismo.
La multitud rugió y aulló
de emoción. Los tambores
empezaron a repicar. Se hizo una
danza ritual. Al poco rato,
hicieron entrar a Jubal y a Leví,
visiblemente golpeados.
Posteriormente, a Sonia y a Jael.
Hicieron sentar al hechicero.
Colocaron a Josabet a su lado, de
pié. Su corazón se sobresaltó al
ver derrotados a sus protectores.
Jael la miró tratando de darle
ánimos. Atalía hizo callar a los
tambores y a la multitud.
–Ahora, beberemos sangre
de cristianos. Un triunfo para
nosotros. ¿Quieren comer carne
humana?–La muchedumbre
rugió–. Cenaremos carne de
cristianos.
Josabet cerró los ojos. Oró
intensamente a Dios. Jael, Jubal y
Leví, imploraban misericordia a
Dios. Desnudaron bruscamente a
Sonia, antes de colocarla sobre
la piedra. Extendieron sus
piernas, separándolas, para
atarlas con cadenas en los
extremos. Al igual hicieron con
sus brazos. Así, haría la forma de
una estrella. El hechicero Gozer,
tomó un puñal. Hizo algunos
rezos y encantamientos, que
fueron interrumpidos por la
melodiosa voz de Sonia, quien
cantaba con los ojos cerrados.
–Oh, Señor, muchos son
mis adversarios, muchos son los
que vienen contra mí. Oh, Señor,
muchos dicen de mí, no hay para
él salvación en Dios. Mas Jesús
es escudo, alrededor de mí, mi
gloria y el que levanta mi
cabeza...
El hechicero se quedó
consternado. Nunca, ninguna
ofrenda en sacrificio, se había
puesto a cantar. Siempre
gritaban suplicando misericordia,
pero no cantaban. Se quedó
perplejo mirando ese rostro lleno
de paz. Miró a Atalía.
–Le sedo el honor,
hermana.
Atalía estaba más que
sorprendida. Quería que Sonia se
callara. Sin embargo, sonrió.
–Hágalo, usted.
Concédanos el honor de
arrancarle el corazón a esa.
El hechicero alzó el puñal
para clavarlo en el corazón de
Sonia.
–¡Te amo, Dios! ¡Te amo,
Jesús!
Gritó cuando abrió los ojos
y vio que estaba a punto de
morir. En ese instante, los cirios
se apagaron, quedando en
completa obscuridad. El
hechicero sintió cómo el puñal
desgarró todo lo que había a su
paso.
Alguien encendió la luz
después de varios minutos. La
sorpresa fue grande, cuando se
vieron rodeados de policías. Fue
un operativo enorme. Atalía
estaba desconcertada. Josabet
había desaparecido. Pronto un
rudo oficial le esposó las manos
por la espalda. Atalía no dejaba
de mirar el altar del sacrificio. No
podía entender cómo pasó.
Sobre él, estaba Astarte con el
puñal clavado en el corazón. Su
sangre escurría. Tenía un gesto
de terror, la boca abierta
ensangrentada y sus ojos habían
ya perdido su brillo. Aún estaba
tibia. Se llevaron también al
hechicero detenido.
Afuera de la mansión,
había muchísimas camionetas de
policía, dónde subían uno tras
otro, a los satanistas.
A unos metros de ahí, los
cinco jóvenes, caminaban
buscando un taxi que los llevara
de regreso a casa. Sonia iba
envuelta en una manta blanca.
Descalza, al igual que los demás,
quienes también vestían túnicas.
–A ver si no piensan que
también nosotros somos de los
mismos.
Se preocupó Leví.
–Descuida, eso no
sucederá.
63
 –¡Que grande eres, Padre! ellos. Jubal le hizo una seña. Al
¡Gracias por salvarnos! ¡Te verlos vestidos así, no supo si
amamos! detenerse o proseguir. Decidió
Gritó Sonia sin importar si arriesgarse. Se regresó a dónde
alguien más la escuchaba. Sus estaban.
ojos estaban llenos de lágrimas –Buenas noches, ¿vienen
de gratitud. Leví la abrazó de una fiesta de disfraces? Digo,
tiernamente. También lloraba. falta mucho para el Halloween.
–Hubo un momento, en el –Algo así, señor.
que pensé, que de verdad Respondió secamente
moriríamos. Pero aún así, no dejé Leví. Enseguida le dio la
de creer en Él–Confesó Josabet–. dirección de su casa.
Recordé las historias que me ***
contaron, de Juan el Bautista y Sonia se puso en contacto con
del joven José, el que estuvo tres Lea, para informarles que
años en prisión, y luego se hizo Josabet se encontraba bien. Los
gobernador de Egipto. Hay jóvenes lograron reunir la
muchas cosas que aún no cantidad que necesitaba para
comprendo, pero lo que sí me viajar en avión al D.F. Le
quedó muy claro, es que Dios es avisaron a Lea que día llegaría al
bueno. Distrito Federal, para que fuera a
Jael la abrazó. recogerla y la llevara a
–Pero, yo no puedo Cuernavaca.
entender qué pasó. ¿Quién Así, la vida de las gemelas
apagó la luz? ¿Cómo pudimos y de los hermanos Estrada,
salir? ¿Quién nos desató? ¿De jamás volvieron a ser las
dónde salió la policía? mismas. Josabet rehizo su vida al
–Jael, vi a unos hombres lado de su familia verdadera. Fue
altos, fuertes que vestían ropas feliz y muy grandemente usada
blancas. Fue muy rápido. Los vi por Dios, pues para eso fue
unos segundos. Luego no supe consagrada. Al terminar la
qué pasó, hasta que salimos. preparatoria, decidió meterse a
Comentó Sonia. la escuela de misioneros, pues
–Definitivamente, creo que descubrió que la apasionaban las
fueron los ángeles que Dios misiones. Tuvo muchísimas
envió para rescatarnos. No cabe luchas. Jamás su vida, volvió a
duda, Dios nos ama ser normal. Viridiana con el
profundamente. tiempo, fue ganada para Cristo,
Comentó Jubal, también aunque esto casi le costó la vida.
llorando. Un taxi pasó cerca de
64
 El negocio de Jubal y la
agencia de Sonia y Leví,
prosperaron muchísimo. Cierto
es, que tuvieron ataques
continuos de los demonios y los
satanistas, verdaderamente,
cuanto más los atacaban,
ganaban a más adeptos para el
ejército de Cristo. Con el tiempo, Novelas de la misma
ambas parejas llegaron a casarse autora:
y formar familias. Emigraron a 1. ¡No Basta! (temas:
Cuauhtémoc, por ser un lugar machismo, baja
más tranquilo. autoestima, alcoholismo,
etc.)
2. Guerreros (segunda parte
FIN de ¡No Basta!)
3. Vale la Pena Vivir
(violación, pandillerismo,
...sobre esta roca suicidio)
4. El Cuadro (novela de amor
edificaré mi iglesia, y las sobre una pareja de
puertas del infierno, no estudiantes que deben
prevalecerán contra ella. decidir estar juntos o
Mateo 16:18 realizar sus sueños,
temas: sobre vida sexual
activa durante el
noviazgo)
5. ¡Tiempo de Cambiar!
(valores sobre el noviazgo)

SERIE VENCEDORES:
1. Despertar a la Vida
2. Fuerza R
3. Revolución
4. Fortaleza del Reino
(Próximamente)
5. Renuevo
(Próximamente)

65
 Lecturas 4. Esta Densa Obscuridad.
Autor: Frank Peretti. Ed.
recomendadas: Vida. (Novela).
1. Él Vino a Dar Libertad a los
5. Escalera al Infierno. Chicks
Cautivos. Autora: Rebeca
Publicaciones.
Brown. Ed. Whitaker
House.
2. Preparémonos para la
Guerra. Autora: Rebeca
Brown. Ed. Whitaker
House.
3. Penetrando en la
Obscuridad. Autor: Frank
Peretti. Ed. Vida. (Novela).
ÍNDICE

Capítulo Uno: El Secuestro 6

Capítulo Dos: Jael y Arlette 9

Capítulo Tres: La Lucha Comienza 13

Capítulo Cuatro: Retirada 16

Capítulo Cinco: Tierra de Manzanas 26

Capítulo Seis: Josabet 27

Capítulo Siete: Una tormenta se avecina 35

Capítulo Ocho: La Victoria 43

66
Textos bíblicos sobre diversos temas 49

Esta obra terminó de imprimirse en los talleres gráficos de

Exousia Ediciones el 10 de marzo de 2010
Chihuahua, Chih.

67