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SISTEMA AUDITIVO

La función de nuestro sistema auditivo es, esencialmente, transformar las variaciones de


presión originadas por la propagación de las ondas sonoras en el aire en impulsos
eléctricos (variaciones de potencial), información que los nervios acústicos transmiten a
nuestro cerebro para la asignación de significados.

Podemos dividir el sistema auditivo en:

• sistema auditivo periférico y


• sistema auditivo central.

SISTEMA AUDITIVO PERIFÉRICO

El sistema auditivo periférico (el oído) está compuesto por el oído externo, el oído
medio y el oído interno.

Figura 01: Sistema auditivo periférico

El sistema auditivo periférico cumple funciones en la percepción del sonido,


esencialmente la transformación de las variaciones de presión sonora que llegan al
tímpano en impulsos eléctricos (o electroquímicos), pero también desempeña una
función importante en nuestro sentido de equilibrio.
Oído externo

El oído externo está compuesto por el pabellón, que concentra las ondas sonoras en el
conducto, y el conducto auditivo externo que desemboca en el tímpano.

La ubicación lateral de los pabellones derecho e izquierdo en el ser humano ha hecho


casi innecesaria la capacidad de movimiento de los mismos, a diferencia de lo que
sucede en muchos otros animales que tienen una amplia capacidad de movimiento de
los pabellones, pudiendo enfocarlos en la dirección de proveniencia del sonido. De esta
manera se contribuye a la función del pabellón, que es la de concentrar las ondas
sonoras en el conducto auditivo externo.

La no linealidad de las funciones de transferencia del oído comienzan ya en el pabellón,


ya que por sus características éste tiene una frecuencia de resonancia entre los 4.500 Hz
y los 5.000 Hz.

El canal auditivo externo tiene unos 2,7 cm de longitud y un diámetro promedio de 0,7
cm. Al comportarse como un tubo cerrado en el que oscila una columna de aire, la
frecuencia de resonancia del canal es de alrededor de los 3.200 Hz.

Oído medio

El oído medio está lleno de aire y está compuesto por el tímpano (que separa el oído
externo del oído medio), los osículos (martillo, yunque y estribo, una cadena ósea
denominada así a partir de sus formas) y la trompa de Eustaquio.

El tímpano es una membrana que es puesta en movimiento por la onda (las variaciones
de presión del aire) que la alcanza. Sólo una parte de la onda que llega al tímpano es
absorbida, la otra es reflejada. Se llama impedancia acústica a esa tendencia del sistema
auditivo a oponerse al pasaje del sonido. Su magnitud depende de la masa y elasticidad
del tímpano y de los osículos y la resistencia friccional que ofrecen.

La parte central del tímpano oscila como un cono asimétrico, al menos para frecuencias
inferiores a los 2.400 Hz. Para frecuencias superiores a la indicada las vibraciones del
tímpano ya no son tan simples, por lo que la transmisión al martillo es menos efectiva.

Los osículos (martillo, yunque y estribo) tienen como función transmitir el movimiento
del tímpano al oído interno a través de la membrana conocida como ventana oval. Dado
que el oído interno está lleno de material linfático, mientras que el oído medio está lleno
de aire, debe resolverse un desajuste de impedancias que se produce siempre que una
onda pasa de un medio gaseoso a uno líquido. En el pasaje del aire al agua en general
sólo el 0,1% de la energía de la onda penetra en el agua, mientras que el 99,9% de la
misma es reflejada. En el caso del oído ello significaría una pérdida de transmisión de
unos 30 dB.

El oído interno resuelve este desajuste de impedancias por dos vías complementarias.
En primer lugar la disminución de la superficie en la que se concentra el movimiento. El
tímpano tiene un área promedio de 69 mm^2, pero el área vibrante efectiva es de unos
43 mm^2. El pie del estribo, que empuja la ventana oval poniendo en movimiento el
material linfático contenido en el oído interno, tiene un área de 3,2 mm^2. La presión
(fuerza por unidad de superficie) se incrementa en consecuencia en unas 13,5 veces.

Por otra parte el martillo y el yunque funcionan como un mecanismo de palanca y la


relación entre ambos brazos de la palanca es de 1,31 : 1. La ganancia mecánica de este
mecanismo de palanca es entonces de 1,3, lo que hace que el incremento total de la
presión sea de unas 17,4 veces. El valor definitivo va a depender del área real de
vibración del tímpano. Además, los valores pueden ser superiores para frecuencias entre
los 2.000 Hz y los 5.000 Hz, debido a la resonancia del canal auditivo externo y a las
frecuencias de resonancia características de los conos asimétricos, como lo es el
tímpano. En general entre el oído externo y el tímpano se produce una amplificación de
entre 5 dB y 10 dB en las frecuencias comprendidas entre los 2.000 Hz y los 5.000 Hz,
lo que contribuye de manera fundamental para la zona de frecuencias a la que nuestro
sistema auditivo es más sensible.

Los músculos en el oído medio (el tensor del tímpano y el stapedius) pueden influir
sobre la transmisión del sonido entre el oído medio y el interno. Como su nombre lo
indica, el tensor del tímpano tensa la membrana timpánica aumentando su rigidez,
produciendo en consecuencia una mayor resistencia a la oscilación al ser alcanzada por
las variaciones de presión del aire.

El stapedius separa el estribo de la ventana oval, reduciendo la eficacia en la


transmisión del movimiento. En general responde como reflejo, en lo que se conoce
como reflejo acústico.

Ambos cumplen una función primordial de protección, especialmente frente a sonidos


de gran intensidad. Lamentablemente la acción de esos músculos no es instantánea de
manera que no protegen a nuestro sistema auditivo ante sonidos repentinos de muy alta
intensidad, como pueden ser los estallidos o impulsos. Por otra parte, se fatigan muy
rápidamente de manera que pierden eficiencia cuando nos encontramos expuestos por
largo rato a sonidos de alta intensidad.

La acción de estos músculos tienen el efecto de un filtro, por cuanto se ofrece una
mayor resistencia a la transmisión de frecuencias menores (más graves), favoreciendo
por consiguiente las frecuencias mayores (más agudas), que suelen ser portadoras de un
mayor contenido de información útil para el ser humano, tanto en el habla como en
situaciones de la vida cotidiana.

También el aire que llena el oído medio es puesto en movimiento por la vibración del
tímpano, de manera que las ondas llegan también al oído interno a través de otra
membrana, la ventana redonda. No obstante la acción del aire sobre la ventana redonda
es mínima en la transmisión de las ondas con respecto a la del estribo sobre la ventana
oval. De hecho, ambas ventanas suelen moverse en sentidos opuestos, funcionando la
ventana redonda como una suerte de amortiguadora de las ondas producidas dentro del
oído interno.

La trompa de Eustaquio comunica con la parte superior de la faringe y por su


intermedio con el aire exterior. Una de sus funciones es mantener un equilibrio de
presión a ambos lados del tímpano.
Oído interno

Si en el oído externo se canaliza la energía acústica y en el oído medio se la transforma


en energía mecánica transmitiéndola -y amplificándola- hasta el oído interno, es en éste
en donde se realiza la definitiva transformación en impulsos eléctricos.

El laberinto óseo es una cavidad en el hueso temporal que contiene el vestíbulo, los
canales semicirculares y la cóclea (o caracol). Dentro del laberinto óseo se encuentra el
laberinto membranoso, compuesto por el sáculo y el utrículo (dentro del vestíbulo), los
ductos semicirculares y el ducto coclear. Este último es el único que cumple una
función en la audición, mientras que los otros se desempeñan en nuestro sentido del
equilibrio.

El oído interno está inmerso en un fluido viscoso llamado endolinfa cuando se


encuentra en el laberinto membranoso y perilinfa cuando separa los laberintos óseo y
membranoso.

La cóclea (o caracol) es un conducto casi circular enrollado en espiral (de ahí su


nombre) unas 2,75 veces sobre sí mismo, de unos 35 mm de largo y unos 1,5 mm de
diámetro como promedio. El ducto coclear divide a la cóclea en dos secciones, la rampa
vestibular y la rampa timpánica.

Figura 02: Esquema del sistema auditivo periférico con la cóclea desenrollada

La cóclea está dividida a lo largo por la membrana basilar y la membrana de Reissner.

A partir del movimiento de la membrana basilar que deforma las células ciliares del
órgano de Corti se generarían patrones característicos de cada sonido que los nervios
acústicos transmiten al cerebro para su procesamiento.
Transmisión ósea

Además de a través del oído medio (el tímpano, los osículos), las ondas sonoras llegan
al oído interno directamente por medio de la oscilación de los huesos del cráneo.

Ello es fácilmente comprobable si colocamos un diapasón vibrando sobre el parietal o


sobre el hueso mastoideo (detrás del pabellón).

Dado que el oído interno se encuentra inserto en una cavidad del hueso temporal las
oscilaciones del cráneo hacen entrar en oscilación directamente el fluido linfático, de
una manera que no está totalmente clara aún. Lo que sí resulta evidente es que
cualquiera de las dos formas de transmisión de las ondas es igualmente efectiva,
sirviendo la transmisión ósea como medio alternativo cuando hay enfermedades en el
oído medio.

La transmisión ósea es también la responsable de que escuchemos nuestra voz con un


timbre distinto al que lo escucha el resto de las personas.

SISTEMA AUDITIVO CENTRAL

El sistema auditivo central está formado por los nervios acústicos y los sectores de
nuestro cerebro dedicados a la audición. Se trata también de la parte de nuestro sistema
auditivo de la que menos se conoce. Esto es consecuencia de nuestro escaso
conocimiento del cerebro y su funcionamiento en general.

A menudo ignorado, el sistema auditivo central es fundamental en nuestra audición, ya


que es allí donde se procesa la información recibida y se le asignan significados a los
sonidos percibidos, ya sea que pertenezcan a la música, al habla u otros.

El nervio auditivo contendría alrededor de 30.000 neuronas y su función principal es la


de transmitir los impulsos eléctricos al cerebro para su procesamiento. Pero también
parecen existir otras vías que conducen impulsos desde el cerebro hasta la cóclea. No se
sabe mucho de estas neuronas descendentes, pero aparentemente servirían para ayudar a
una especie de ajuste de sintonía fina en la selectividad de frecuencia de las células
ciliares e incrementar las diferencias de tiempo, amplitud y frecuencia entre ambos
oídos.

Cerebro

El cerebro es un órgano electroquímico y su conformación actual en el ser humano es el


resultado de transformaciones sufridas a lo largo de millones de años de evolución. No
obstante, es una de las partes del cuerpo humano sobre las cuales más se ignora.

En el cerebro hay miles de millones de neuronas, que son esencialmente similares a


todas las demás células, pero que tienen la particularidad de recibir y transmitir
impulsos eléctricos.
Cada neurona está comunicada con decenas de miles de otras neuronas, conformando
todas ellas una red (redes neurales) de intercomunicación sumamente complicada.
Mientras que ya cuando nacemos poseemos la totalidad de las neuronas, las conexiones
entre ellas son el producto de procesos de aprendizajes. Esta capacidad de cooperar
(trabajar en redes) de millones de pequeñas unidades de procesamiento serían la causa
de la alta eficacia y la potencia en el funcionamiento de nuestro cerebro.

A partir de la deformación de las células ciliares en el órgano de Corti y a través de los


nervios acústicos, el cerebro recibe patrones que contienen la información característica
de cada sonido y los compara con otros almacenados en la memoria (la experiencia
pasada) a efectos de identificarlos. Aparentemente, si el patrón recibido difiere de los
patrones almacenados, el cerebro intentaría igualmente adaptarlo a alguno de los
conocidos, al que más se le parezca. Esto es notable por ejemplo en la percepción de
series armónicas. Si recibimos un número determinado de frecuencias aisladas, nuestro
cerebro intentará relacionarlas, identificándolas como parte de una serie armónica (aún
cuando no lo sean), generando incluso la percepción de la altura determinada por su
frecuencia fundamental, aunque ésta no esté físicamente presente y aunque la membrana
basilar no esté oscilando en el punto correspondiente a dicha frecuencia.

La memoria es una de las funciones más importantes de nuestro cerebro. Cada hecho a
ser almacenado en la memoria es separado en partes y se guarda de manera asociativa
(modelos asociativos) en diferentes conjuntos de neuronas interconectadas entre sí, de
manera que su ubicación física está distribuida a lo largo de diversas partes de nuestro
cerebro.

Si el patrón recibido no existe y no es posible encontrar alguno que se le parezca, el


cerebro tendrá la opción de desecharlo o de almacenarlo (funciones de las memorias de
corto, mediano y largo plazo) convirtiéndolo en un nuevo patrón de comparación.

Aparentemente existirían en el cerebro al menos tres niveles diferenciados de


procesamiento de los datos que transmiten los nervios acústicos. En un primer nivel el
cerebro identificaría el lugar de procedencia del sonido (asociación de lugar,
localización). En un segundo nivel el cerebro identificaría el sonido propiamente dicho,
es decir, sus características tímbricas. Recién en un nivel posterior se determinarían las
propiedades temporales de los sonidos, es decir su valor funcional a partir de su
ubicación en el tiempo y su relación con otros sonidos que lo preceden y lo suceden,
hecho de particular importancia en sistemas acústicos de comunicación como el habla
(la lengua hablada) o la música.

Hemisferios cerebrales

El cerebro está dividido en los hemisferios derecho e izquierdo. Por alguna razón no
totalmente aclarada los nervios se cruzan en la médula espinal de manera que cada
hemisferio del cerebro controla esencialmente el lado opuesto del cuerpo. Cada
hemisferio se especializa en la realización de funciones determinadas. Todo parecería
indicar que en el hemisferio izquierdo se localizan los centros que controlan el lenguaje
y las funciones lógicas, mientras que en el derecho se concentran aquellas funciones no
verbales, las actividades artísticas y las funciones emotivas.
De igual manera cada uno de los hemisferios cumple funciones diferenciadas en el
procesamiento de los sonidos recibidos. El cerebro es capaz de distinguir las
características estructurales de los sonidos y, básicamente, el predominio de uno u otro
hemisferio depende precisamente de la estructura de dicho sonido.

En el caso de la música el procesamiento se llevaría a cabo en el hemisferio derecho.


Sin embargo, hay quienes afirman que esto sólo sería cierto en el caso de los individuos
que no son músicos. Las personas con formación y entrenamiento musical, al tener la
capacidad de acceder al fenómeno musical desde un punto de vista más analítico,
procesarían esta información en el hemisferio izquierdo, que es el que se especializa en
las funciones del razonamiento lógico.

Por otra parte, experimentos realizados han mostrado que la especialización de uno u
otro hemisferio cerebral en determinadas funciones, como por ejemplo la percepción,
procesamiento y asignación de significados a sonidos específicos, guardaría una
relación directa con la lengua materna de cada individuo.

FIGURA: Hemisferios cerebrales para individuo con lengua materna occidental


funcion

 Transformar las variaciones de presión originadas por la propagación de


las ondas sonoras en el aire en impulsos eléctricos (variaciones de
potencial), información que los nervios acústicos transmiten a nuestro
cerebro para la asignación de significados.

 FISIOLOGÍA DE LA AUDICIÓN

El proceso fisiológico de la audición es un proceso mecánico que va a dar lugar a un


proceso eléctrico nervioso. El proceso en cuestión se inicia captando el sonido en el
pabellón auditivo. Se transmite a través del conducto auditivo externo y ejerce una
presión mecánica sobre el tímpano, haciéndolo vibrar. La vibración del tímpano
provoca una vasculación de los huesos del oído, de tal manera que el estribo hace un
efecto de embudo sobre la ventana oval. Este efecto hace que el líquido de la perilinfa
se mueva, pasando la vibración de la cavidad vestibular a la cavidad timpánica y éste
movimiento muere sobre la ventana redonda. El movimiento hace mover, a su vez, las
membranas y esta deformación de las membranas provoca una deformación en los cilios
de las células receptoras. Este último movimiento, el ciliar, es el que da inicio a la
sensación nerviosa de la audición.
FISIOLOGÍA DE LA AUDICIÓN

El proceso fisiológico de la audición es un proceso mecánico que va a dar lugar a un


proceso eléctrico nervioso. El proceso en cuestión se inicia captando el sonido en el
pabellón auditivo. Se transmite a través del conducto auditivo externo y ejerce una
presión mecánica sobre el tímpano, haciéndolo vibrar. La vibración del tímpano
provoca una vasculación de los huesos del oído, de tal manera que el estribo hace un
efecto de embudo sobre la ventana oval. Este efecto hace que el líquido de la perilinfa
se mueva, pasando la vibración de la cavidad vestibular a la cavidad timpánica y éste
movimiento muere sobre la ventana redonda. El movimiento hace mover, a su vez, las
membranas y esta deformación de las membranas provoca una deformación en los cilios
de las células receptoras. Este último movimiento, el ciliar, es el que da inicio a la
sensación nerviosa de la audición.

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