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HISTORIA

Su origen se remonta a tiempos prehistóricos. Algunos restos hallados


dentro de su término municipal, concretamente en las cercanías de lo que hoy se
conoce como el “Molino de las Cuatro Rayas” datan de época neolítica, lo cual pone
de manifiesto la ocupación de ámbitos muy próximos al núcleo actual desde hace
varios miles de años.

El lugar donde está ubicada la villa, dominando estratégicamente el valle fue


muy atractivo para los primeros asentamientos. En la Edad Antigua Urueña fue
habitada por los vacceos, pueblo prerromano cuyos miembros se dedicaban
fundamentalmente a actividades agrícolas y ganaderas. Se cree que su topónimo es
una voz heredada de sus primeros habitantes, los vacceos: Ur-Uru (zona de aguas)
y Anna-Eneas (hermana). En la ladera del cerro donde se asienta la villa existe
desde la antigüedad un manantial de aguas limpias del que se fue surtiendo la
población a lo largo de los siglos.

Los romanos llegaron a estas tierras hacia el año 1 adC. Por el término
pasaba una vía de unión entre Palencia y Zamora, vía de la Toresana, donde quedan
restos de la calzada y de un puente. Con los romanos, la villa llegó a tener una
cerca mayor que la actual muralla, conformando lo que venía en llamarse un
oppidum o plaza fuerte.

Muestra de esta presencia es que los agricultores, arando algunas de las


tierras del término, han encontrado monedas con el busto del general y político
Romano Pompeyo (siglo I d.C.). Por otro lado, muy cerca de la actual carretera que
conduce de Medina de Rioseco a Toro se han hallado restos de un puente conocido
como La Zamorana, por formar parte de la calzada del mismo nombre que durante
cientos de años unió Zamora con Palencia.

La historia de esta villa nos traslada hasta los primeros asentamientos vacceos,
fue romanizada a principios de nuestra era y cristianizada sobre el siglo X. Fue
cabeza de Infantado de Valladolid en los siglos XII al XIV.

El lugar donde está ubicada la villa, dominando estratégicamente el valle fue


muy atractivo para los primeros asentamientos. Se cree que su topónimo es
una voz heredada de sus primeros habitantes, los vacceos: Ur-Uru (zona de
aguas) y Anna-Eneas (hermana). En la ladera del cerro donde se asienta la
villa existe desde la antigüedad un manantial de aguas limpias del que se fue
surtiendo la población a lo largo de los siglos. A mediados del siglo XX se
construyó dentro del pueblo una fuente con la traída de agua de dicho
manantial, para facilitar el aprovisionamiento a los vecinos.

En la Edad Media, con el rey Sancho II de Castilla (Sancho el Fuerte), la villa


fue cabeza del Infantado de Valladolid. Su hermana Doña Urraca cuidó y habitó
el feudo. Más tarde, Alfonso VII concedió a su hermana Sancha Raimúndez el
Infantado de Valladolid, con el dominium de las villas de Medina de Rioseco,
Castromonte y Urueña, las tres en plena frontera de los reinos de León y de
Castilla, que en el reinado de este rey estaban unidos. En 1157 murió Alfonso
VII, dividiendo de nuevo los reinos: dejó León a su hijo Fernando II y Castilla su
otro hijo Sancho III el Deseado, que fue quien fortificó la plaza de Urueña en
vista de la nueva división. Sancho III reinó tan sólo un año. Le sucedió Alfonso
VIII de Castilla pero el Infantado de Valladolid pasó a la jurisdicción de
Fernando II de León. Durante los reinados siguientes, la villa de Urueña se
mantiene como punto crucial de frontera entre los dos reinos.

En el siglo XV, el rey Juan II donó la villa a don Pedro Girón, mayordomo y
favorito del príncipe y futuro rey Enrique IV.

En 1871, la villa sufrió un terrible incendio que destruyó medio pueblo. El


Ayuntamiento quedó totalmente devastado y con él todos los archivos.
Recientemente, en los últimos años del siglo XX y primeros del XXI, la villa ha
dado un gran cambio en su aspecto, estructura y calidad de vida. Las calles
están pavimentadas, las casas y algún palacio reconstruidos y el castillo que
sirve como cementerio, está siendo restaurado y ajardinado en el año 2005.
Cuenta además con una vida cultural muy interesante, gracias a los distintos
museos que se han ido abriendo al amparo del más importante de todos que es
el Museo Etnológico, regentado por su creador Joaquín Díaz y ubicado en una
casa reconstruida del siglo XVI.

L a villa de Urueña tiene el privilegio de ser, en la actualidad, el municipio que


ostenta el perímetro amurallado mejor conservado de toda la provincia vallisoletana.

Molino de las Cuatro Rayas,


junto al río Sequillo

Con los romanos, la villa llegó a tener una cerca mayor que la actual muralla,
conformando lo que venía en llamarse un oppidum o plaza fuerte.
Muestra de esta presencia es que los agricultores, arando algunas de las tierras del
término, han encontrado monedas con el busto del general y político Romano Pompeyo
(siglo I d.C.). Por otro lado, muy cerca de la actual carretera que conduce de Medina de
Rioseco a Toro se han hallado restos de un puente conocido como La Zamorana, por
formar parte de la calzada del mismo nombre que durante cientos de años unió Zamora
con Palencia.

A lo largo de los siglos altomedievales Urueña vive una época de oscuridad


documental. No sabemos prácticamente nada acerca de la estancia de los visigodos en el
núcleo poblacional, ni de los efectos concretos que tuvo la irrupción de los árabes en
las estructuras económicas y sociales de la villa.

Actual pago de Pozolico, donde antiguamente


se asentaba la villa de Pozuelos

A partir del siglo X encontramos algunas referencias documentales de lugares muy


vinculados a Urueña, como son el monasterio mozárabe de San Pedro y San Pablo de
Cubillas (cuya iglesia daría lugar a la actual ermita románica de la Anunciada), la villa
de Pozuelos, y Villalbín, origen de un convento franciscano del siglo XVI.

Poco después, a mediados del siglo XI, comienza la construcción del castillo, a
instancias del rey castellano Fernando I el Magno. Una centuria más tarde la infanta
doña Sancha, hermana del monarca Alfonso VII el Emperador, ordena la construcción
de las murallas (cuyas obras finalizarían a comienzos del siglo XIII), y la reedificación
de la ermita de Nuestra Señora de la Anunciada, llamada por entonces ermita de San
Pedro. Esta infanta, como dueña de la villa, también se encarga de poblarla.

Lienzo sur de la muralla,


con el castillo al fondo.

Urueña se encontraba en una zona fronteriza entre los reinos de León y Castilla, lo
cual motivó que entre 1158 y 1230 los monarcas de León aprovecharan momentos de
debilidad de sus vecinos castellanos para hacerse con el dominio de la villa y su alfoz.
A mediados del siglo XIV Urueña aparece como cabeza de la merindad del
Infantado de Valladolid siendo, a su vez, Arciprestazgo perteneciente a la diócesis de
Palencia. En esos momentos tenía tres parroquias: San Andrés, Santa María y San Juan.

En el siglo XV Urueña pasa a formar parte del señorío de la familia Girón. En 1445
Pedro Girón es elegido Maestre de Calatrava, y poco después, es hecho señor de Tiedra
y Urueña. En 1464 su hijo, Alonso Téllez Girón, se convierte en el primer Conde de
Urueña, y a mediados del XVI los Girón se convierten, a su vez, en Duques de Osuna
y Marqueses de Peñafiel. Urueña fue señorío de esta familia hasta comienzos del siglo
XIX, estando representados en la villa por medio de un corregidor.

Durante la Edad Moderna, Urueña fue cuna de algunas familias de origen noble,
portadoras de apellidos que dejaron su impronta en la villa y otros lugares, tanto dentro
como fuera de España. Destacan los linajes Isla (al que perteneció Don Juan Manuel de
Isla y Borja, Conde de Isla desde 1703), Pérez-Minayo (apellido de varios obispos y
dignidades episcopales, entre los que cabe mencionar a Manuel Pérez-Minayo, obispo
de Badajoz en 1755, y a Blas Sobrino y Minayo, obispo de Cartagena de Indias, Quito,
Santiago de Chile y Trujillo, Perú) y Mena (del cual podemos destacar a Alonso de
Mena y Borja, obispo de Calahorra, cuya casa-palacio es la actual sede de la Fundación
Joaquín Díaz).

Escudo en la casa de los Minayo


(Corro de San Andrés)

Escudo de la familia Isla,


fachada lateral de su casa solariega
(Calle Cuatro Esquinas)
Escudo episcopal
portada de la casa de los Minayo
(Corro de San Andrés)

El 3 de octubre de 1876, la villa de Urueña fue asolada por un fatal incendio que
calcinó 89 casas, la mayoría pertenecientes a jornaleros y gente humilde. La
reconstrucción y embellecimiento que sufrió posteriormente la localidad aún puede
apreciarse hoy día.

Situada al oeste de la provincia de Valladolid, la villa de Urueña, excepcional baluarte


natural entre las comarcas de Montes Torozos y Tierra de Campos, fue declarada
Conjunto Histórico-Artístico por Decreto de 7 de noviembre de 1975. En esta
circunstancia influyó el hecho de estar en posesión de un caserío con características
plenamente medievales, así como la existencia de un conjunto amurallado del siglo
XIII que es, sin duda, el mejor conservado de toda la provincia. La muralla está unida,
en el extremo sureste, al castillo, levantado en el siglo XI sobre una antigua plaza fuerte
romana. Situada en el valle, extramuros de la población, se halla la ermita románica de
Nuestra Señora de la Anunciada, bello ejemplar del románico lombardo. Por otra
parte, no podemos olvidarnos de la iglesia renacentista de Santa María del Azogue,
sita junto a la puerta de la muralla del mismo nombre; ni de las casonas nobiliarias,
que aún ostentan en sus fachadas los escudos familiares de sus antiguos
propietarios.

Murallas

Castillo

Ermita de Nuestra Señora de la Anunciada

Iglesia Parroquial de Santa María del Azogue


Edificada sobre la iglesia de un monasterio mozárabe del siglo X (San Pedro y San
Pablo de Cubillas), constituye el único ejemplar en estilo románico catalán de toda la
región castellano-leonesa.

En el siglo XII la infanta doña Sancha, hermana del monarca Alfonso VII el
Emperador, llevó a cabo la reedificación de la mencionada iglesia, para lo cual parece
contó con canteros conocedores del estilo románico catalán de influencia lombarda, tal
y como podemos observar en su parte exterior, toda ella rematada con arquillos ciegos
y bandas lombardas decorativas. La hipótesis más plausible a la hora de explicar la
presencia de este estilo arquitectónico en una comarca tan alejada de Cataluña ha sido
atribuida al matrimonio celebrado entre María Pérez Ansúrez (hija del conde Ansúrez,
fundador de Valladolid) y Armengol V, conde de Urgel, aspecto éste que conllevó un
intercambio de población procedente de los condados catalanes.

En el último cuarto del siglo XVII, Antonio de Isla, obispo de Osma (miembro de la
acaudalada y noble familia Isla), como hijo del pueblo que era, quiso honrar a su
patrona, la Virgen de la Anunciada, trasladándola desde la ermita vieja, donde se
encontraba, hasta la ermita de San Pedro, más cercana a la población. Para ello no dudó
en hacer profundas reformas en el edificio, que estaba bastante deteriorado, las cuales
fueron encargadas al maestro cantero Francisco de Espesedo. Entre ellas, llevó a cabo la
erección de la espadaña en el muro occidental y la construcción de la sacristía al sur.
Es en ese momento cuando la advocación actual de la ermita (La Anunciada) toma
fuerza, en detrimento de la anterior, consagrada a San Pedro.

Por último, en el siglo XVIII, se procedió a la construcción del camarín de la Virgen,


adosado al ábside central, que viene a romper el equilibrio de las formas románicas
primigenias.

En su interior guarda, en el lado del evangelio, un retablo del siglo XVI con
representación en relieve de San Jerónimo Penitente; en el presbiterio, un altar del
XVII que contiene la imagen románica de La Anunciada, patrona de esta villa, y dos
lienzos laterales dedicados a los Desposorios y la Visitación; y en el lado de la epístola,
un altar del mismo siglo que el anterior con representación pictórica de la Anunciación
y San Pedro, y una virgen gótica en escultura del siglo XIV, siendo todas las obras
anónimas.
Hoy en día, Urueña conserva el 80% del recinto amurallado que originalmente
cercaba la población en su totalidad. La muralla encierra, en sí, una superficie de casi 7
hectáreas, de forma irregular, articulando la población en torno a la calle que une las
dos únicas puertas existentes en la misma: la del Azogue y la de la Villa.

La Puerta del Azogue, situada al norte, constituye la entrada principal de la villa. Se


trata de un arco de medio punto flanqueado por dos cubos que crean un estrecho
pasillo defensivo, preparado para proteger la villa de posibles incursiones exteriores. La
Puerta de la Villa, al sur, es un arco apuntado que antiguamente portaba las armas de
los Girón, condes de Urueña y señores de la villa. Aún conserva la ranura central para
introducir la reja y huecos para los goznes de las puertas. Al abrirse abruptamente hacia
el páramo, carece del sistema defensivo que encontramos en la del Azogue.

Desde un punto de vista histórico, la muralla se asienta sobre los restos de una antigua
cerca romana cuyos vestigios nos hacen pensar que abarcaba una extensión mucho
mayor que la existente en la actualidad. En relación con ello, no lejos de Urueña
encontramos un pago conocido como “Los Castellares”, referido, con toda probabilidad,
a la existencia en ese lugar de una fortificación muy antigua.

La actual construcción, que comenzó a levantarse aproximadamente cien años después


del castillo, fue promovida por la infanta doña Sancha, hermana de Alfonso VII el
Emperador y señora de la villa. Las obras se pueden datar entre mediados del siglo XII
y comienzos del XIII, en un momento en que Urueña hacía de puente fronterizo entre
los reinos de León y Castilla, razón por la cual se estimó muy conveniente dotarla de un
adecuado sistema defensivo.

Hoy día podemos disfrutar de un agradable paseo por el adarve de la muralla en dos
recorridos diferenciados: el primero situado en el lienzo sur (entre el castillo y la Puerta
de la Villa, desde el cual se divisa el valle de la Ermita y las ruinas del antiguo
monasterio benedictino del Bueso), y el otro a lo largo del lienzo oeste (entre la Puerta
de la Villa y el mirador del Cubo Nuevo, desde el cual se puede divisar la inmensidad
de Tierra de Campos y, en días claros, tanto la Sierra de la Culebra como los Montes de
León).

Se trata de un edificio de estilo renacentista, con cabecera gótica, construido en el


siglo XVI sobre la fábrica de una iglesia medieval anterior. Su advocación actual es el
de Nuestra Señora de la Asunción, llamándose tradicionalmente Santa María del
Azogue por ser éste el sobrenombre que tenía la primitiva parroquia sobre la que se
asienta.

La construcción renacentista fue promovida por el quinto conde de Urueña y primer


duque de Osuna, Pedro Girón, el cual encargó la dirección de las obras al arquitecto
Rodrigo Gil de Hontañón. La muerte del maestro cantero, Alonso de Pando, en 1567,
así como también el hecho de que el arquitecto no continuara con el proyecto planteado
inicialmente, paralizaron las obras de la que estaba llamada a ser una fábrica de grandes
dimensiones.

Posteriormente, en el siglo XVIII, se intervino en la zona de la cabecera, elevando la


altura de la capilla mayor, con la apertura de ventanales y la construcción de pináculos
decorativos al exterior. Asimismo, se construyó la espadaña en el muro occidental.

En su interior podemos encontrar, como obras más sobresalientes, un Cristo atado a la


columna cuyo autor es Andrés de Solanes, de la escuela de Gregorio Fernández; un
retablo obra de Juan de Medina Argüelles del siglo XVII; un Cristo crucificado del
s. XIV, así como también la pila bautismal de la antigua parroquia de San Andrés.
Situado en el extremo suroriental de la población, presenta una forma rectangular
adornada con cubos semicirculares a lo largo de todo su perímetro, a excepción del
ubicado al sur, la llamada Torre del Homenaje, que tiene forma cuadrada. En el punto
de unión del castillo con la muralla se encuentra un cubo de grandes dimensiones
conocido con el nombre de Peinador de la Reina o Torreón de Doña Urraca, el cual
constituye el punto más alto del conjunto monumental castillo-murallas. Hoy día sólo
conserva los muros exteriores, habiendo desaparecido por completo las distintas
estancias que pudo tener en el pasado.

Fue mandado construir hacia el año 1060 por el monarca castellano Fernando I el
Magno sobre los restos de una antigua fortificación romana. Aquí residieron personajes
muy influyentes de la historia castellana, como lo fue la reina Doña Urraca (s. XII),
cuya presencia dio nombre al torreón antes mencionado o María de Padilla, que fue
recluida en el castillo a mediados del siglo XIV por su amante Pedro I el Cruel, el cual
la visitaba estando desposado con Blanca de Borbón.

Por otra parte, esta fortaleza estuvo también destinada a prisión. Entre sus muros sufrió
condena, entre otros, el conde Pedro Vélez, que murió de una forma peculiar al ser
encontrado en amoríos con una prima del rey Sancho III el Deseado (1157-1158). La
sentencia, dictada por el monarca, decía lo siguiente:

No le den cosa ninguna


donde pueda estar echado
y de cuatro en cuatro meses
le sea un miembro quitado
hasta que con el dolor
su vivir fuese acabado.

También fueron hechos prisioneros aquí el conde de Luna, el conde de Urgel, y la


infanta Beatriz de Portugal.

A mediados del siglo XV entró en posesión de los Condes de Urueña , siendo


residencia del corregidor a través del cual estaban representados en la población.

Desde el siglo XIX alberga el cementerio municipal, razón por la cual no es visitable.
Urueña es uno de los mejores miradores sobre esta parte de la Tierra de Campos Castellano-Leonesa. A ello ayuda su
privilegiada situación sobre el borde de uno de los grandes páramos que marcan el confín de los Montes Torozos con la Tierra
de Campos. En su término municipal se han encontrado restos arqueológicos de época prerromana y romana, como
abundantes monedas con la efigie de Pompeyo y sepulcros. Pero Urueña es más, pues su casco urbano (declarado
Monumento Histórico Artístico) se encierra dentro de unos de los recintos amurallados más genuinos y mejor conservados de
estas antiguas pueblas medievales. Su origen se remonta a los tiempos del reinado de Sancho III cuando se inició la
repoblación de estos territorios. Una de las vistas más llamativas de Urueña se localiza en una de las puertas de su muralla, en
la conocida como Puerta de la Villa, donde a través de ella veremos instalada en el paisaje la estampa de la ermita de la
Anunciada, recientemente restaurada.

Habitantes: 235
Superficie del término: 44,1 Km2.
Altitud: 830 m.
Distancia de la capital: 55 Km.
Comarca a la que pertenece: Tierra de Campos.

Castillo

Tanto la muralla como el castillo de Urueña están muy en relación con la importancia estratégica del lugar, al que una y otro le
dan una fisonomía y una personalidad inconfundible. La muralla conserva la mayor parte de su perímetro, es de mampostería y
cuenta con cubos semicilíndricos de trecho en trecho. Tiene dos puertas, la del Azogue y la de la Villa. El castillo conserva casi
intacto su recinto de mampostería y sillares, con cubos cilíndricos también de trecho en trecho y está situado en uno de los
ángulos de la muralla. La fecha de construcción de ambas estructuras parece estar en torno al siglo XIV. La iglesia parroquial
de Santa María del Azogue de Urueña, de excelente cantería, se construye entre los siglos XVI y XVIII. Consta de una sola
nave cubierta con madera y de un gran ábside poligonal cubierto con cañón con lunetos. Tiene un coro a los pies de madera,
que se apoya en columnas jónicas y está decorado con dentellones. El retablo mayor es barroco y está presidido por la titular,
la Inmaculada Concepción, que sigue una tipología iconográfica propia de Gregorio Fernández.

Casasona de los Mayorazgos

Próximo a esta iglesia parroquial y ocupando el espacio de una excelente casona hidalga conocida como la “Casona de la
Mayorazgos” se localiza el Centro Etnográfico Joaquín Díaz. Este centro organiza actividades culturales siempre relacionadas
con sus diferentes y variadas instalaciones museísticas, donde se agrupan colecciones de instrumentos musicales, juguetes,
biblioteca, etc. Cerca de él también se puede admirar el Museo de Campanas, el único en su género de Europa, donde
veremos piezas de este modelo de reclamo acústico que van desde los siglos XV al XIX. El Aula Arqueológica Mercedes
Rueda completa el recorrido cultural por esta acogedora villa de Urueña, donde nos haremos una idea del pasado más remoto
de la comarca.

Santuario de Nuestra Señora de la Anunciada

El Santuario de Nuestra Señora de la Anunciada, situado en un valle cercano a Urueña, ha sido calificado como uno de los
más interesantes ejemplos del románico catalán (románico lombardo) ubicado fuera de su área natural de expansión. Se trata
de una iglesia de planta rectangular, de tres naves, con la nave mayor más ancha que las laterales y de la misma amplitud que
el crucero. En la cabecera cuenta con tres ábsides semicirculares, que se cubren con bóvedas de horno. En el centro del
crucero se encuentra una linterna que se remata con una cúpula de cascos. Las naves tienen bóvedas de cañón, que se
ayudan con una estructura de arcos fajones y formeros. Toda la iglesia va decorada al exterior con la decoración lombarda de
pilastras planas y arquillos ciegos, tan característicos del románico catalán y que fueron reformados en parte en el siglo XVIII.

Urueña Villa del Libro


Desde el 15 de marzo de 2007 Urueña se ha convertido en la primera Villa del Libro de España. Más información>>

Otros datos de interés


Urueña contó en el pasado con dos conventos desaparecidos, el del Bueso, de la Orden Benedictina, y el de Villalvín, de la
Orden Franciscana. Su casco urbano cuenta con varias casas nobles cuyas fachadas están decoradas con escudos.

Lugares de interés
– Museo Fundación Joaquín Díaz
Tel.: 983 717 472 · www.funjdiaz.net
– Museo de las Campanas “Quintana”
Tel.: 983 717 472
– Centro de Interpretación Villa de Urueña
Tel.: 983 717 445
– Museo Luis Delgado de Instrumentos del Mundo
Tel.: 983 717 381
www.luisdelgado.net/museos.htm
– Aula arqueológica Mercedes Rueda

Casas Rurales:
– Villa de Urueña. Tel.: 983 717 063
– Villalbín. Tel.: 616 118 643

Habitantes: 235
Superficie del término: 44,1 Km2.
Altitud: 830 m.
Distancia de la capital: 55 Km.
Comarca a la que pertenece: Tierra de Campos.

Urueña es uno de los mejores miradores sobre esta parte


de la Tierra de Campos Castellano-Leonesa. A ello ayuda
su privilegiada situación sobre el borde de uno de los grandes páramos que marcan el
confín de los Montes Torozos con la Tierra de Campos. En su término municipal se han
encontrado restos arqueológicos de época prerromana y romana, como abundantes
monedas con la efigie de Pompeyo y sepulcros. Pero Urueña es más, pues su casco
urbano (declarado Monumento Histórico Artístico) se encierra dentro de unos de los
recintos amurallados más genuinos y mejor conservados de estas antiguas pueblas
medievales. Su origen se remonta a los tiempos del reinado de Sancho III cuando se
inició la repoblación de estos territorios. Una de las vistas más llamativas de Urueña se
localiza en una de las puertas de su muralla, en la conocida como Puerta de la Villa,
donde a través de ella veremos instalada en el paisaje la estampa de la ermita de la
Anunciada, recientemente restaurada.

Museos
En Urueña se encuentra un valioso conjunto de espacios dedicados a la música y al libro
que forman sus 5 museos. Tres de ellos pertenecen a la fundación Joaquín Díaz, otro al
intérprete y compositor Luis Delgado y por último la Villa del Libro que ha sido un
proyecto de la Diputación de Valladolid.

FUNDACIÓN JOAQUÍN DÍAZ


El Centro Etnográfico Joaquín Díaz fue creado en 1985, al alcanzarse
un convenio entre la Excma. Diputación de Valladolid y el folklorista
Joaquín Díaz por el que éste se comprometía a ceder sus colecciones
(grabados de trajes, pliegos de cordel, biblioteca, fonoteca e instrumentos)
para que fueran expuestos en la casona del siglo XVIII que la Institución
Provincial tenía en Urueña.

La inauguración del Centro se produce en marzo de 1991, creándose tres


años más tarde una Fundación cuyos principales patronos son la Diputación
de Valladolid, la Junta de Castilla y León, el Ministerio de Educación,
Cultura y Deporte, la Universidad de Valladolid, Caja España y el propio
Joaquín Díaz.

El Centro Etnográfico se complementa con una Colección de Campanas


cedida por el fundidor de Saldaña Manuel Quintana, la cual recoge más de
veinte ejemplares de distintos tamaños fechados entre los siglos XV y XX.
El edificio que la alberga fue una antigua panera perteneciente a la casa
principal del Conde de Isla.
VILLA DEL LIBRO
Urueña se conforma, desde el 15 de marzo de 2007, como la primera Villa del Libro de
España. Se trata de un proyecto único en el país que pretende hacer del libro y de la
escritura los ejes principales de un sinfín de actividades destinados a todo bibliófilo y a
un puacute;blico en general ávido por conocer nuevas iniciativas relacionadas con el
apasionante mundo de las letras.

El proyecto, dependiente de la Diputación Provincial de Valladolid, cuenta con dos


ámbitos claramente diferenciados:

Centro e-LEA
Espacio para la Lectura, la Escritura y sus Aplicaciones (e-LEA, en denominación
abreviada), cuyas líneas de acción se desarrollan a través de las áreas que la componen –
más la de dirección y gestión- y que, al margen de la afluencia general de fines de
semana y periodos vacacionales, permiten llenar de contenido y presencia cualquier día
del año.

El e-LEA se articula en la siguientes áreas:

A - Área expositiva y museística. Con un espacio fijo para la exposición y explicación


de elementos y utensilios que han secuenciado la lectura, la escritura y sus distintos
soportes a lo largo de la historia y con otro espacio para conferencias y encuentros y
para la expansión rotatoria de temas a asuntos relacionados con el libro y la
lectoescritura, así como para estimular su producción, su intercambio y la cultura
misma.
B - Área Pedagógica. Orientación, a través de distintas propuestas –en red, publicadas o
presenciales-, a facilitar al gran público la relación con el libro, la lectura y las
actividades ramificadas y, de manera específica, a profesionales, especializados y
escolares. Equipada con una biblioteca y mediateca de uso real, proporcionará también
comunicación virtual con el ámbito rural de la provincia.
C - Área de investigación y Documentación. Establecerá una línea investigadora propia
y abierta a las T.I.C. y sus aplicaciones, con proyección exterior, en torno a los temas y
asuntos que dan nombre al Centro.
D - Jardín de e-LEA. Patio ajardinado para la reunión de círculos literarios,
presentaciones de libros, conferencias, coloquios y distintas actividades al aire libre

FIESTAS PATRONALES

Las fiestas patronales mas importantes de Urueña se celebran en


torno al día 25 de Marzo, se celebra el día de nuestra patrona .

Se hacen en honor a la Virgen de la Anunciada, patrona de esta


villa, cuya ermita se encuentra a las afueras, en medio de los
campos de cereales. Los vecinos celebran la fiesta de su patrona en
una romería popular a la ermita, posteriormente la misa y
procesión solemne y para rematar el festejo se comparte una
comida campestre. Cada año la cofradía de la Virgen ( formada
sólo de mujeres) se encarga del cuidado, limpieza y arreglo de los
hábitos y la pendoneta de la Virgen.

Las fiestas dan comienzo el día de las vísperas, con una misa en
honor a la patrona y tras el anuncio del pregón dan comienzo los
festejos amenizados por conciertos, actuaciones musicales, bailes y
pasacalles.

El día de la fiesta grande (30 de Marzo) se celebra una romería popular en la que
algunos carrasqueños recorren a caballo el trayecto que conduce hasta la ermita de la
Anunciada.
IMPRESCINDIBLE

Castillo
Tanto la muralla como el castillo de Urueña están muy en relación con la importancia
estratégica del lugar, al que una y otro le dan una fisonomía y una personalidad
inconfundible. La muralla conserva la mayor parte de su perímetro, es de mampostería y
cuenta con cubos semicilíndricos de trecho en trecho. Tiene dos puertas, la del Azogue
y la de la Villa. El castillo conserva casi intacto su recinto de mampostería y sillares,
con cubos cilíndricos también de trecho en trecho y está situado en uno de los ángulos
de la muralla. La fecha de construcción de ambas estructuras parece estar en torno al
siglo XIV. La iglesia parroquial de Santa María del Azogue de Urueña, de excelente
cantería, se construye entre los siglos XVI y XVIII. Consta de una sola nave cubierta
con madera y de un gran ábside poligonal cubierto con cañón con lunetos. Tiene un
coro a los pies de madera, que se apoya en columnas jónicas y está decorado con
dentellones. El retablo mayor es barroco y está presidido por la titular, la Inmaculada
Concepción, que sigue una tipología iconográfica propia de Gregorio Fernández.

Casasona de los Mayorazgos

Próximo a esta iglesia parroquial y ocupando el espacio de una excelente casona hidalga
conocida como la “Casona de la Mayorazgos” se localiza el Centro Etnográfico Joaquín
Díaz. Este centro organiza actividades culturales siempre relacionadas con sus
diferentes y variadas instalaciones museísticas, donde se agrupan colecciones de
instrumentos musicales, juguetes, biblioteca, etc. Cerca de él también se puede admirar
el Museo de Campanas, el único en su género de Europa, donde veremos piezas de este
modelo de reclamo acústico que van desde los siglos XV al XIX. El Aula Arqueológica
Mercedes Rueda completa el recorrido cultural por esta acogedora villa de Urueña,
donde nos haremos una idea del pasado más remoto de la comarca.

Santuario de Nuestra Señora de la Anunciada

El Santuario de Nuestra Señora de la Anunciada, situado en un valle cercano a Urueña,


ha sido calificado como uno de los más interesantes ejemplos del románico catalán
(románico lombardo) ubicado fuera de su área natural de expansión. Se trata de una
iglesia de planta rectangular, de tres naves, con la nave mayor más ancha que las
laterales y de la misma amplitud que el crucero. En la cabecera cuenta con tres ábsides
semicirculares, que se cubren con bóvedas de horno. En el centro del crucero se
encuentra una linterna que se remata con una cúpula de cascos. Las naves tienen
bóvedas de cañón, que se ayudan con una estructura de arcos fajones y formeros. Toda
la iglesia va decorada al exterior con la decoración lombarda de pilastras planas y
arquillos ciegos, tan característicos del románico catalán y que fueron reformados en
parte en el siglo XVIII.

Otros datos de interés

Urueña contó en el pasado con dos conventos desaparecidos, el del Bueso, de la Orden
Benedictina, y el de Villalvín, de la Orden Franciscana. Su casco urbano cuenta con
varias casas nobles cuyas fachadas están decoradas con escudo.

Villa del libro


Existe desde hace años una iniciativa que se ha venido desarrollando principalmente en
pequeños núcleos rurales europeos (aunque ya está abierta a otras partes del mundo
como Estados Unidos, Canadá, Australia o Malasia) que convierte dichos enclaves en
“Villas del Libro”, organizándose en torno a estas localidades múltiples actividades
relacionadas con el libro y todo lo que tiene relación con él. La más antigua de estas
villas del libro es Hay-on-way, una pequeñísima localidad galesa fronteriza con
Inglaterra, tan pequeña y olvidada que en su página web oficial recomiendan que los
envíos postales que les dirijan, en vez de especificar que van al condado galés de
Powys, al que pertenecen oficialmente, indiquen el condado inglés de Herefordshire.
Eso sí, se lo toman con humor y especifican que “It is purely for postal reasons!”.

En España la primera de estas “villas del libro” es Urueña, que fue calificada como tal
en 2007. Urueña es un pequeño pueblo de la provincia de Valladolid cuyo censo no
llega a los 300 habitantes, situada en la comarca de Tierra de Campos. Más allá de las
particularidades de su designación como Villa del Libro, constituye un interesante lugar
que visitar dada la estructura medieval de sus calles, su bien conservada muralla y, en
general, por ser un enclave de gran interés histórico-artístico. No hay que olvidar que en
el Medievo la villa tuvo una importancia estratégica clave dada su condición fronteriza
entre los reinos de León y Castilla, lo que hizo que se convirtiera en una plaza fuerte,
muy bien defendida, entre ambos estados antes de su definitiva integración.

Urueña y sus habitantes, los carrasqueños, han organizado múltiples actividades


alrededor del libro, tales como talleres de encuadernación y caligrafía, a lo que hay que
sumar el gran número de librerías que jalonan la villa, nada menos que once. Y para
todos los gustos, hay que añadir: podemos encontrar, por ejemplo, la Librería-Enoteca
“Museo del Vino”, que vende libros publicados por la Diputación Provincial de
Valladolid; la librería “El 7”, especializada en temas taurinos; la librería Alcaraván, que
vende especialmente libros de temas regionales de Castilla y León; la librería Samuel,
con libros antiguos y grabados; el local de Alcuino Caligrafía, que como su nombre
indica se especializa en el arte de la caligrafía, etc. Sin embargo, la joya de la corona de
muchas de las librerías de Urueña son los libros antiguos y descatalogados, los libros
de viejo, las ediciones curiosas, y toda la parafernalia que tanto nos atrae a los amantes
de la literatura y de su soporte más universal. Todavía está por ver si el libro digital
acabará por hacerse un hueco en la primera Villa del Libro española.

Pero Urueña es mucho más: si ya de por sí es llamativo el número de establecimientos


per cápita dedicados a la venta de libros, no hay que olvidar que también cuenta con
cuatro museos, a cada cual más interesante: al Centro Etnográfico, patrocinado por uno
de sus más conocidos vecinos, Joaquín Díaz, hay que sumar un Museo del Gramófono
(también gestionado por la fundación de Joaquín Díaz), un museo de Instrumentos del
Mundo y otro de campanas. Urueña es, por tanto, un lugar que cualquier viajero no
debería dejar de visitar.
Los montes Torozos son una cadena irregular de alcores, motas y tesos, poblados
básicamente de encinas pobres y carrascos, que constituyen las únicas elevaciones de
consideración de la provincia de Valladolid. Se extienden desde Palencia a Tordesillas,
siguiendo el curso de los ríos Carrión y Pisuerga. En el borde meridional del páramo,
muy cerca de Tordesillas, se encuentra Urueña, que es un pueblo amurallado, situado
sobre una loma. Una loma de apenas 100 metros de altura pero que, por comparación
con el terreno llano de los alrededores, se eleva abrupta y desmesurada ante los ojos del
sorpren- dido viajero. Urueña se ofrece a esos ojos como un emblema, pero también
como una de esas ciudades de nombres femeninos que recuerdan los sueños de Las mil
y una noches. Y puede que Urueña, en sí misma, no tenga mucho de mora, pero sí lo
tiene el lugar, lleno de humilde vegetación y de pequeños arroyos, de pequeños valles
escondidos donde en torno al siglo X, un grupo de mozárabes que huían del reino de
Córdoba llegaron a instalarse, a un tiro de piedra de aquí, fundando el monasterio de
San Cebrián de Mazote, que es sin duda una de las visitas obligadas de este viaje. Huían
porque no podían soportar un universo totalmente islamizado pero, como nos recuerda
José Jiménez Lozano, trayendo esquejes de olivo a una tierra en la que los alimentos se
cocinaban con grasas animales.
Y tal vez sea esta confluencia entre lo cristiano y lo árabe lo que presta esa rara
singularidad a estos lugares, situados en la línea fronteriza, que los cristianos iban
ganando al Islam y que Alfonso III trataba de repoblar como podía. Urueña participa de
esa condición fronteriza, en la que se combina la gravedad y la gracia. La doble
condición está simbolizada por sus dos puertas. La Puerta del Azogue, que se abre al
norte, al páramo de Tierra de Campos, protegida por dos cubos que forman un largo
pasillo defensivo, y que es la que encontraremos al entrar por la autopista Madrid-La
Coruña, kilómetro 211; y la Puerta de la Villa, orientada hacia el valle, que es un mero
arco apuntado, sin alarde defensivo alguno con el hueco para el rastrillo y los goznes
para cerrarla.
La Puerta del Azogue es la puerta de la fortaleza; la de la Villa la del pastoreo, los
buscadores de hierbas aromáticas, y la de los monjes que subían al pueblo. La puerta de
una de esas ciudades del misterio, el deseo y la angustia, que describiera Italo Calvino
en su libro Las ciudades invisibles, detenidas en los lindes del bosque. El bosque de
Tristán e Iseo, y de los monasterios escondidos, en que cielos, monjes, pájaros y
manantiales hablaban el mismo lenguaje silencioso y crecían a la vez.
Desde la Puerta de la Villa, a ciertas horas del día, pueden verse los lobos bajando a
beber a los arroyos que corren junto al cerro de San Cristóbal. San Cristóbal es el
nombre cristianizado de Hércules, protector de los caminos, y ése es un lugar donde se
cruzan los caminos. El que va a San Cebrián de Mazote, el que lleva a la Santa Espina,
el que lleva a Villardefrades. A ese cruce, y tal vez también al amparo de Hércules,
bajan los lobos a beber. Porque en estos últimos años los lobos han vuelto a los montes
Torozos. Se esconden en los maizales, y apenas molestan al ganado, pues han cambiado
sus hábitos de alimentación y ahora comen en los vertederos y se alimentan del ganado
muerto, y de la caza silvestre.

SONIDOS Y HUMEDALES
La vida de los antiguos habitantes de Urueña también dependía en parte del monte. De
hecho, por los alrededores eran conocidos como cisqueros (el cisco era el carbón vegetal
de los braseros, que se hacía con ramas de encinas y pequeños robles). También vendían
la casca o corteza de la encina, que utilizaban para curtir pieles en Villarramiel, pues es
muy rica en tanino, e hierbas aromáticas, como tomillo, romero, sanguinaria, flor de
espino, ruda, cicuta, e hinojo.
En el encantador y luminoso valle que se contempla desde la Puerta de la Villa también
abundan los monasterios. Es la senda de los beatos, que une los monasterios de
Villalbín, del Bueso y de San Pedro de Cubillos, donde está situada la ermita de la
Anunciada, con los San Cebrián de Mazote y la Santa Espina. Estas son tierras de
secretos humedales y de pájaros de todo tipo. Es Jesús Alcaraván el que me lo cuenta
mientras contemplamos la falda del cerro de San Cristóbal. Lleva ocho años viviendo en
Urueña, manteniendo una de las empresas más insólitas de este país, una librería en un
pueblo de 150 habitantes. Urueña no sólo es tierra de pájaros, por ser una zona
intermedia entre el bosque mediterráneo y la estepa, sino que su valle posee una
sonoridad incomparable. Abubillas, carracas, águilas culebreras y calzadas; alondras,
cojugadas, calandrias y avutardas conviven jubilosamente como en el romance de San
Antonio que puede leerse en el centro etnográfico que Joaquín Díaz dirige en el pueblo.
Juan Alcaraván me habla del ruiseñor, que canta siempre en los arroyos, donde hay
zarzas, y del colirrojo tizón, que es un ave de los acantilados que aquí, en Urueña, anida
en las murallas. Nada más natural, ¿pues no son estas murallas acantilados?

LAS MUJERES
Desde esas murallas, que se pueden recorrer por su adarve, se divisan las dos iglesias
del pueblo. Santa María del Azogue, en el interior, que es una iglesia bonita, con una
airosa espadaña del siglo XVII; y la ermita de Nuestra Señora de la Anunciada, situada
en el valle. Es a esta última a donde debemos dirigir nuestros pasos. Pertenece al
románico catalán. Los catalanes habrían contribuido a repoblar esta zona en el siglo XI
y uno de sus milagros fue esta iglesia de delicada y misteriosa belleza. Una iglesia en
cuyos alrededores desaparece la historia, y se entra en los tiempos nublados de los
místicos y de los amantes.
No fueron precisamente esos tiempos extraños y dulces los que la joven Luisa Ramos
Sánchez llegaría a conocer en su pueblo. Una placa situada en el paseo de Oriente aún
recuerda la tarde en que perdió su vida, a manos de un novio despechado. "Aquí murió
la joven Luisa Ramos Sánchez", reza la placa, "el día 3 de octubre de 1927, a las tres de
la tarde, a mano airada, a los 18 años de edad. Una oración por su alma". Pero Urueña,
que presenció espantada este crimen, y que trataba de forma caballerosa a sus novias, a
las que sus recién estrenados maridos hacían correr cuesta abajo tras la ceremonia de sus
bodas, con la idea de que sólo la que lograba adaptarse a su ritmo sería una buena
esposa, es sobre todo una tierra marcada por la presencia viva y secreta de las mujeres.
Aquí, en efecto, vivió doña Urraca, y en el castillo todavía hay una ventana que
recuerda su estancia, y que es conocida como el peinador de la reina. Y aquí vivió,
sobre todo, la sevillana doña María Padilla, por la que Pedro I El Cruel abandonaría a
doña Blanca de Borbón a las 48 horas de su boda. No es difícil imaginarla paseando
encantada por el pequeño valle de los beatos o visitando San Cebrián de Mazote, y
encontrándose con los monjes cordobeses. Sin duda tendrían muchas cosas de qué
hablar y, al amparo de sus arcos de herradura, volvería a sentirse en su lejano mundo
oriental. Ese mundo, que tiene la humildad del espliego y el cantueso, es el corazón
oculto de Urueña. Un corazón hecho de lejanía y transparencia. Una morada detenida en
el aire donde se escucha el silencio del vuelo de los pájaros. ¿Puede pedir otra cosa el
viajero para detener sus pasos en ella?

Cuaderno de Viaje...
1. La Puerta de la Villa. En el hermoso valle se ve la ermita de la Anunciada, el
monasterio del Bueso y, a la derecha, el monasterio de Villalbín.
2. Ermita de Nuestra Señora de la Anunciada. Es un monumento único en la región,
perteneciente al estilo románico lombardo.
3. Librería Alcaraván. Dedicada sobre todo al mundo del folclore, la naturaleza y los
cuentos, leyendas y mitos populares.
4. La loba parda, el restaurante de Dámaso Vergara. Aconsejo las ensaladas, los
garbanzos fritos y la carrillada y el rabo de buey.
5. El Centro Etnográfico de Joaquín Díaz. Situado en la Casona de la Mayorazga, con
su biblioteca y sus tres importantes colecciones.
6. La iglesia mozárabe de San Cebrián de Mazote, del siglo X.
7. El pantano de la Espina, que abastece el río Bajoz. Es el humedal de la zona. Con un
poco de paciencia se puede ver cómo bajan a beber jabalíes, lobos, mustélidos y
comadrejas.
QUÉ VER.
Nuestra Señora del Azogue. Es la iglesia parroquial del pueblo, y data del siglo XVI. Su
espadaña es del XVII. La ermita de Nuestra Señora de la Anunciada, la joya de la zona.
Pertenece al estilo lombardo y destacan su cimborrio y la imagen de la Anunciación. El
castillo de Urueña. Actualmente se ha convertido en el cementerio del pueblo. Fue
construido durante el siglo XI bajo el reinado de Alfonso VI, coincidiendo con la unión
temporal de los reinos de León y Castilla. Los lienzos llegan a tener 16 metros de altura
por la parte exterior. Las murallas. Es la construcción de su género mejor conservada de
la provincia de Valladolid. Pasear por su adarve es, sin duda, uno de los placeres
estéticos más intensos de este viaje. Las ruinas del monasterio benedictino del Bueso,
situado en un lugar encantador, al que sólo se puede acceder a pie. La Casa de la
Mayorazga, actual sede de la Fundación Joaquín Díaz. Este discreto y hondo creador es
el responsable del renacimiento de Urueña. En su casona se guardan importantes
colecciones de grabados, de trajes de la región, de pliegos de cordel y aleluyas y de
instrumentos musicales, y una magnífica biblioteca, con unos 55.000 volúmenes,
dedicada a temas folclóricos y etnográficos. También se celebran ciclos de conciertos en
verano y hay una sala para exposiciones temporales. En estos días el viajero puede
contemplar una hermosa muestra sobre el mundo de las amas de cría. Y quedan otras
tres citas: el museo de Campanas Quintana, el Aula arqueológica y la colección de
alfarería popular.

ARTISTAS.
La llegada del investigador, etnógrafo y escritor Joaquín Díaz, y la apertura de su
Centro Etnográfico, ha supuesto la revitalización de Urueña. Siguiendo su estela han
sido varias las incorporaciones de investigadores, artistas y artesanos que se han
producido durante los dos últimos años. Luis Delgado, músico secreto, amigo de las
músicas calladas del alma, tiene en Urueña un estudio de grabación en el que han
grabado sus discos Amancio Prada y María del Mar Bonet, entre otros, y está a punto de
inaugurar un museo de instrumentos al uso de todo el mundo. Juan Antonio Moreno,
artista y diseñador gráfico, autor del diseño de numerosos catálogos y revistas, y su
mujer Allison Canosa, traductora y experta en artesanía rural. Fernando Gutiérrez y
Rosa de Miguel, y su taller de encuadernación. El alfarero Juan Valero, el escritor
Gonzalo Abril, y el biólogo Adolfo Delibes... Todo esto en un pueblo, no lo olvidemos,
de apenas 150 habitantes.

COMPRAS.
Todas pueden hacerse en la pequeña tienda de Allison Canosa llamada La real.
Magdalenas y pastas de Villabrágima, embutidos del pueblo, queso de Castromonte,
miel de Santa Espina, especias de Villalpando, cerámica de Juan Valera, cachas y
cucharas de Villabrágima, y las alforjas de Gregorio Julbe, uno de los últimos artesanos
que aún las fabrica.

DÓNDE DORMIR.
Villa de Urueña (983 71 70 63), una casa rural de dos plantas con mirador a esta Tierra
de Campos. Se puede alquilar entera (26.000 pesetas el fin de semana); o reservar una
habitación doble (4.000 ptas.).

DÓNDE COMER.
Mesón el Labrador, en Castroverde de Campos. La loba parda, de Dámaso Vergara, en
Urueña.

Castillo de los Comuneros de Torrelobatón


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(Redirigido desde Castillo de Torrelobatón)

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Torre del homenaje del castillo.

El Castillo de los Comuneros se impone sobre los Montes Torozos y es visible desde
varios kilómetros a la redonda. Se sitúa en Torrelobatón, Provincia de Valladolid,
Castilla y León, España. Se ha convertido en el símbolo de Torrelobatón. Es uno de los
castillos de Castilla y León mejor conservados.

Contenido
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• 1 Historia
• 2 Construcción
o 2.1 La Torre del Homenaje
• 3 Descripción
• 4 Véase también

• 5 Enlaces externos

[editar] Historia
Se comenzó su construcción en el siglo XIII con la intención de vigilar el valle del
Hornija. Perteneció a los Enríquez, Almirantes de Castilla (1455-1473). Se construyó en
su totalidad a mediados del siglo XV y gracias a Gómez de Isla, que trabajaba en la
Catedral de Palencia.
La Torre del Homenaje tiene en la fachada los escudos de la familia de los Enríquez,
Almirantes de Castilla (un león debajo, la divisa de las áncoras o anclas marinas en la
orla y dos castillos separados). También aparecen los escudos de Juana de Mendoza, de
Diego Fernández Quiñones y María de Toledo. El blasón principal es colocado por Don
Fadrique y permitido por Juan II.

Tuvo un papel importante en la Guerra de las Comunidades de Castilla, al ser escenario


de una gran victoria de los comuneros, al vencer estos tras ocho días de asedio a la
fortaleza en febrero de 1521. Los defensores de este fueron rodeados en la torre del
homenaje. Los daños causados al castillo fueron reparados en 1535 en una
reconstrucción de gran dificultad que le da sus almenas tipo buzón de la actualidad.

Y es el último lugar en el que los comuneros dejaron huella, tras partir rumbo a Toro el
23 de abril de 1521 y ser alcanzados en Villalar, derrotados y ajusticiados.

En el siglo XVIII los Enríquez dejan de poseer la villa y por tanto, el castillo. Pero este
estuvo ligado a este linaje hasta el siglo XIX. En los años cincuenta del siglo XX pasa a
depender del Servicio Nacional de Trigo (SENPA) del Ministerio de Agricultura,
haciendo de almacén de cereales. El 1 de abril de 2003 la Junta de Castilla y León cede
el castillo a Torrelobatón.

Tras ser rehabilitado y acondicionado, desde 2007 alberga el Centro de Interpretación


de la Guerra de las Comunidades, promovido por la Fundación del Patrimonio
Histórico de Castilla y León y el ayuntamiento de Torrelobatón.

[editar] Construcción
Su diseño corresponde a la Escuela de Valladolid. Las torres de Homenaje de Medina
del Campo, Peñafiel y Fuensaldaña repiten las proporciones de la de Torrelobatón. Se
emplea para su construcción sillería y hormigón. Los muros son muy altos y forman un
cuadrado con cubos circulares en tres de sus esquinas (de unos 20 metros de altura y 10
de lado) y una torre cuadrada del Homenaje (de unos 40 metros de altura, 20 de lado y 5
de grosor). Sobre la torre del homenaje hay 8 torreones circulares que sirven para vigilar
y atacar. Al oeste quedan restos de una antigua barbacana desaparecida. El castillo está
rodeado de restos de un foso. El castillo poseeía originalmente un sistema de almenas en
todos sus niveles, pero este fue reformado en el siglo XVI. Los cubos angulares del
castillo, que poseían capacidad para diez soldados, y las troneras superiores se usaban
para disparar desde ellas con ballestas y arcabuces. Antiguamente existía una entrada
secreta al patio de armas, esa entrada era estrecha y muy difícil de encontrar, estaba
situada en el foso del muro norte. El arco de entrada antiguo aún se conserva
actualmente, es de medio punto, también se conservan las troneras verticales y el hueco
para el rastrillo. Esta puerta llevaba directamente al patio de armas. El aljibe se ubica a
unos cincuenta metros del castillo, frente a la iglesia Iglesia de Santa María y
actualmente es una bodega particular. Es posible que este conecte con el castillo a través
de un paso subterráneo. Es de sillería y bóveda de cañón.

[editar] La Torre del Homenaje

El interior de la Torre del Homenaje consta de 3 pisos. Se subía a ellos por una escalera
de 143 peldaños que estaba interrumpida por multitud de puertas, tal y como
demuestran los arcos en su recorrido. Los tres pisos poseen bóvedas. La antigua puerta
de la torre estaba situada a mitad de su altura y comunicaba con el adarve por un puente.

La Torre tiene en la parte baja una antesala situada en el muro que era el primer acceso
desde el patio. El piso inferior se cubre con un cañón apuntado y la parte de abajo del
muro pertenece a la primitiva y antigua torre construida por Alonso Enríquez. La torre
parece una torre de influencia portuguesa de segunda mitad del siglo XIV.

La segunda altura de la torre es más propia de finales del siglo XV y tiene una bóveda
de crucería.

En el tercer piso destaca una gran sala con bóveda que probablemente estuvo dividida
en dos alturas.

En las reparaciones de después de las Comunidades se cambian las puertas de entrada a


la torre, pasando a ser conopiales.

[editar] Descripción
Se realizó con excelente piedra de cantería. Está compuesto por un patio cuadrangular
con tres cubos en los ángulos y una torre del homenaje. Formaba parte del cordón
defensivo de la villa.

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