Professional Documents
Culture Documents
'' ""
Más adelante, se incorporó el concepto de cifra, que le fue indispensable al hombre para su
progreso tecnológico.
El comercio exigía algunas nociones en el contar. A medida que el hombre iba
evolucionando, con el tiempo la diferenciación de los números a nivel fonético, se hizo
necesaria, y es posible que se hayan usado los mismos elementos fonéticos entre los
elementos naturales, y los que estas cifras y números guardaban algunas semejanzas. La
capacidad de comunicación del hombre era precaria en cierta manera, pero con el tiempo se
dio la utilización de símbolos para cuantificar cantidades. Esto fue generando
combinaciones y significados particulares, y dentro de este simbolismo, el valor era más
allá de lo que implicaba su cantidad, por ello, las figuras numéricas se convirtieron en
figuras mandálicas, es decir, portadoras y transmisoras de energía por si mismas, en función
de sus formas.
Una manifestación (la más pura) del esfuerzo e inventiva humana para llegar a comprender
la esencia cosmológica, el todo. Es así, que el número como representación del mandala, es
una triple realidad en la unión del gesto ± símbolo ± objeto, en el que la dispersión de los
objetos de la naturaleza queda concretizada en un nuevo orden recreado y congelado en el
tiempo.
Geométricamente, el mandala surge del círculo, del cuadrado o del triángulo equilátero,
figuras planas elementales, representaciones de una dimensión de igualdad entre sus lados y
una relación directa proporcional de la superficie con respecto a dichos lados.
Estas formas elementales han sido utilizadas por el hombre en diferentes tiempos y culturas
simbolizando el orden del universo.
Hace tres mil años antes de Cristo, los sumerios crearon un sistema numérico que luego
daría el sistema numérico del tiempo, es decir la hora en 60 minutos y 60 segundos.
Dividió su doctrina en dos facciones, por un lado se encuentran los -. a
quienes Pitágoras transmite los conocimientos científicos aprendidos en Egipto y los
.., quienes participan de todas las actividades de la comunidad aunque sin
comprender con profundidad los principios de ésta.
Parte de sus enseñanzas quedaron plasmadas en los Versos de Oro. Pitágoras impuso una
férrea disciplina física y mental, enseñaba a pensar, impuso la regla del ejercicio y la
concentración. La iniciación en la comunidad comprendía varias fases, el iniciado era
sometido a pruebas físicas y de oratoria, aislado en una celda donde aprendía las prácticas
del silencio, el ayuno como virtud para alcanzar la verdad.
En la escuela los alumnos estaban divididos en tres grados: los .. u oyentes, que
duraba de tres a cinco años, no tomaban parte en las discusiones y recibían enseñanzas de
un maestro. El segundo grado los $.i, quienes coordinaban el estudio de la
matemática, geometría y la música y su relación armónica entre ellas. El tercer grado
correspondía a los (-. dedicados a estudiar la vida interna. Esta tradición pitagórica
pasó a las escuelas neoplatónicas, de donde mucho de sus enseñanzas pasaron al
cristianismo como modelo de sus instituciones monásticas, con las cuales la francmasonería
de la Edad Media se relacionó íntimamente en su carácter activo y especulativo. No hay
que extrañarse entonces que los antiguos hermanos masones llamaran a Pitágoras ³su
antiguo amigo y hermano´.
Sus seguidores estaban convencidos que los números jugaban un papel preponderante en la
conformación del universo, que sus leyes dominaban todas las cosas, que eran la esencia
misma de ellas, pues los números eran entidades geométricas, físicas y aritméticas, dotadas
de cualidades como el amor y el odio, lo masculino y lo femenino. Disponían los puntos a
modo de vértices de diversas figuras geométricas, refiriéndose a ellos con el nombre de
números triangulares, cuadrados, etc. Así, los números poseían no sólo un tamaño
cuantitativo, sino, además, una figura geométrica, siendo en este sentido en el que
consideraban que los números eran las formas e imágenes de los objetos naturales.
La cosmología pitagórica tiene como base la perfección y nobleza de los cuerpos celestes,
los pitagóricos creían que el universo se encontraba dividido en tres partes. La primera de
ellas y, por consiguiente, la más imperfecta, era el Uranos o la Tierra y su esfera lunar,
siguiéndole el cosmos limitado solamente por la esfera que contenían a las estrellas fijas, y
por último, el Olimpo, la morada de los dioses. El cosmos englobaba los conceptos de
belleza y orden que tenía su correspondencia en el mundo, el hombre, a su vez, era una
especie de microcosmos que reproducía los principios del macrocosmos, el universo.
Los números se constituyen como la clave de las leyes armónicas del cosmos, por lo tanto,
son los símbolos de un orden cósmico divino. Como ³arquetipos divinos´ están ocultos en
el mundo y se hacen evidentes al traslucirse el universo a través de ellos.
Los números no fueron arrojados a ciegas en el mundo, son parte del misterio que se devela
en las cosas del universo, que se ensamblan formando órdenes equilibrados, secuencias
armoniosas, consonancia en la escala musical, son vínculos dominantes, eternos, increados
de la eterna permanencia de las cosas desde la matriz de khaos, en el initio tempore de las
sustancias intracósmicas.
La periodicidad que descansa en unidades numerables de los ciclos cósmicos, debe haber
sugerido la idea de que los números no son meros auxiliares del orden introducido por los
hombres, sino, cualidades primarias del universo, huellas absolutas, desprendidas de
poderes divinos y, por consiguiente símbolo sagrado.
El poeta alemán Novalis sostenía que ³es muy probable que en la naturaleza exista una
maravillosa mística de los números; también en la historia. ¿Acaso todo lo importante no es
simetría, relación y orden?
Según Jug: ³si se toma un grupo de objetos despojados de sus propiedades, quedará
siempre al final, su número, lo cual parece indicar que el número es algo irreductible´. Para
Jug, los números son arquetipos que se han hecho concientes, pero aún en casos en que no
lo son, pueden surgir espontáneamente del inconciente, como pudo atestiguar reiteradas
veces en los sueños de sus pacientes, y en los mitos y sueños de tribus primitivas de
cualquier parte de la tierra. Así serían entidades autónomas no explicables a través de
conceptos, probablemente con cualidades aún no descubiertas. Como arquetipos, son
preexistentes a la conciencia, teniendo la capacidad de producir modificaciones en ella.
Agrega: ³entonces no sólo algunos números naturales y combinaciones de números se
relacionan con ciertos arquetipos e influyen sobre ellos, sino que en lo inverso también es
verdad. El primer caso equivale a la magia numérica, pero en el segundo, es equivalente a
explorar si los números, en conjunción con la combinación de arquetipos encontrada en
astrología, demostrarían una tendencia a comportarse de alguna manera especial´
Muchos conceptos han sido simbolizados con tríadas, triángulos y trinidades en las
diferentes culturas. Esta realidad la encontramos expresada de diversas maneras en la
mayoría de las cosmogonías existentes. Podemos dar algunos ejemplos: el sufismo nos
habla de la ley de tres: la fuerza activa, la fuerza pasiva y la fuerza neutralizante o
conciliadora. El taoísmo, con el yin, el yang y el tao, expresa la misma idea: ³el Tao
engendra al Uno, el uno engendra el dos, el dos engendra el tres, el tres engendra las diez
mil cosas´ En el hinduismo tenemos a Brama el creador, Vishnú el mantenedor y Shiva el
destructor. En el cristianismo la trinidad, la relación entre el Padre el Hijo y el Espíritu
Santo. Con la definitiva supremacía de la Iglesia Católica una nueva corriente filosófica
viene a agregarse a los misterios de este esoterismo cristiano. Aunque negado por la
mayoría de los jerarcas de la iglesia, la existencia de misterios puede encontrarse en los
textos primitivos, se trata pues de ver en los evangelios un misterio iniciático por revelar. El
evangelio de Marcos, el de Juan y algunas epístolas de Pablo testimonian un esoterismo,
una palabra revelada cuya inteligibilidad y comprensión necesita grados, desde la simple
alegoría hasta una interpretación que acerca el alma a los misterios divinos, que penetra en
el sentido místicos de las escrituras.
En tres grandes principios estribaba la doctrina de los misterios del cristianismo primitivo:
la unidad de Dios, la libertad del hombre y la igualdad entre los hombres. Cristo había
puesto en práctica las tres virtudes teologales: fe, esperanza y caridad. Empezaba por
recomendar el amor al prójimo, estimulaba a sus hermanos al trabajo y al estudio de las
ciencias, y prometía una vida mejor cuando los buenos resultados de su doctrina y la fe
mutua entre los hombres, hayan proporcionado a estos la felicidad suprema que su autor
espera.
c -
01+
Toda acción humana tiene un contenido intencional, un propósito que da sentido hasta los
mínimos actos cotidianos, estos se constituyen en la interacción de las personas en la
convivencia y conversación. El lenguaje como sistema de símbolos, crea una red de
estímulos que provoca en los hombres una red de conversaciones con un doble sentido en el
discurso que denota y connota al mismo tiempo.
El lenguaje simbólico nos permite resignificar las cosas y los hechos del mundo desde un
nuevo conocimiento, más profundo, elaborado y armónico, nos permite transformar y dar
sentido al mundo con herramientas que llevan a la transformación, de nosotros en primer
lugar, y de los otros, con nuestro actuar masónico.
Dar sentido al mundo es iniciar un viaje iniciático como Shiddarta que en la búsqueda de la
verdad fue perfeccionando su vida hasta lograr tocar la divinidad.
Este viaje iniciático implica la muerte y la resurrección, el transito desde las tinieblas a la
luz, en busca de ese conocimiento que nos obliga a ser mejores, esta idea de perfección se
desarrolla en base a una profunda reflexión de nuestra propia realidad y el deber que
tenemos con nuestro prójimo.
El Q:. H:. Manuel Contreras señala que el lenguaje simbólico es propio de la tradición
masónica iniciática, permitiendo al aprendiz avanzar paulatinamente por una serie de
conocimientos graduales que van afianzando un mejor autoconocimiento consolidado en un
sistema de valores ± moral de gran riqueza y complejidad.
Igualmente este ternario iniciático es análogo a los tres planos o niveles de la manifestación
cósmica: Corpus Mundi, Anima Mundi y Spiritus Mundi, según la terminología del
hermetismo cristiano medieval. El cuerpo, el alma y el espíritu universal se corresponden
así con los grados de aprendiz, compañero y maestro, respectivamente.
De ahí que la realización iniciática reproduzca etapa por etapa, el proceso mismo de
formación del cosmos o del orden universal, motivo por el cual, y en razón de la analogía
existente entre el macrocosmos y el microcosmos, dicho ternario es también el de la
constitución del ser humano considerado en toda su integridad.
Utilizando el simbolismo geométrico, los tres mundos y por consiguiente los tres grados
iniciáticos, se representan como otros tantos círculos concéntricos, en donde, el más
periférico y exterior se correspondería con el plano corpóreo, el intermedio con el anímico
o psicológico, y el más interior con el espiritual.
En la masonería, el conjunto de los tres cuadrados o círculos equivalen a las tres cámaras de
los grados de aprendiz, compañero y maestro. En este último, la cámara se denomina ³del
Medio´, y se identificaría entonces con el cuadrado central del triple recinto druídico.
Esa palabra luminosa, el logos o sonido primigenio que insufla la vida y el ser a la materia
amorfa, es también, un ritmo cuya cadencia vibracional la articula y ordena. Y este ritmo
creativo es el gesto o rito cósmico por excelencia, prototipo de todos los ritos iniciáticos, lo
cual explicaría por qué, éstos son imprescindibles para potenciar la espiritualidad, que en el
fondo, lo que persigue, es transmitir al ser la energía de la Inteligencia y del Conocimiento
por mediación del código simbólico y la ritualización de los actos masónicos, despertándole
a sus posibilidades superiores y de su propia naturaleza humana, de acuerdo a lo que fue
hecho ³en el principio´ instalándolo en el tiempo mítico y verdadero.
Belleza, Fuerza y Sabiduría es el nombre que recibe cada uno de los tres pilares sobre los
que se apoya la edificación del templo masónico, y por extensión del templo del mundo,
por tanto, equivalen respectivamente al número, peso y medida, divinas.
Para el aprendiz masón, sólo en las prácticas rituales de los símbolos es posible
alcanzar el significado de lo esotérico y filosófico como la única forma perfecta de acceder
al conocimiento y la verdad. Los elementos metafísicos y esotéricos permiten la
transmisión de los misterios que debe desentrañar el aprendiz en este nuevo viaje que ha
emprendido. En la intimidad de nuestro propio templo interior que debemos buscar la
armonía, entre las enseñanzas de la tradición y nuestra propia experiencia respecto a lo que
nos dicen esos símbolos para tomar las herramientas que nos permitirán devastar la piedra
bruta y al mismo reconstruir el templo fijando los eslabones con el resto de hermanos que
marchan a la misma dirección. Sólo así seremos piedras angulares, también, del templo
exterior, social, sintonizando la obra universal del Gran Arquitecto Del Universo. Los
principales elementos que nos acompañarán durante este proceso de maduración espiritual
están contenidos en las herramientas del grado; los símbolos principales de la iniciación y
la logia.
El mazo y el cincel como principales herramientas se deben usar para desbastar la piedra
bruta, simbolizan respectivamente, la energía activa que conduce la voluntad del aprendiz y
la energía pasiva de la recta intención de salir desde las tinieblas a la luz, cualidad
fundamental en el inicio del proceso de la purificación que se han manifestado por los tres
viajes misteriosos que en la iniciación el aprendiz tuvo que recorre.
Cuando el profano decide salir de las tinieblas y se inicia debe pasar por tres
momentos fundamentales: la cámara de reflexión, los viajes misteriosos y el encuentro de la
luz.
Despojado de todo lo material y de los metales (riquezas), el profano se encuentra sólo con
sus valores ante una primera aproximación simbólica que lo invita a meditar sobre las
vanidades de la existencia y el sentido de la muerte. Siendo el lugar en que el profano se
prepara para la iniciación, esto equivale al athanor (horno secreto) alquímico donde el
aprendiz experimentará la transmutación, mediante la conjugación y ordenamiento de las
energías sutiles. El profano desciende a los infiernos, debe morir primero, para luego
resucitar y alcanzar la luz de la iniciación.
Los viajes misteriosos. En sentido estricto, estaríamos hablando de 4 viajes, por cuanto el
primero ha comenzado en el cuarto de reflexiones y corresponde al viaje desde las entrañas
de la tierra. Los restantes tres viajes son en sí purificaciones sucesivas que corresponden al
aire, al agua y al fuego, concordando todos ellos con la materia, la sensibilidad, la
intelectualidad y el entusiasmo, o también, con los períodos de la vida humana (infancia,
adolescencia, madurez y ancianidad).
Las tres grandes luces que iluminan los trabajos de un taller son: el Libro de la Ley
Sagrada, el Compás y la Escuadra.
En el primer grado, la Escuadra está en la mira de todos los H:.H:. sobre el Ara, apoyada en
el compás, el cual, a su vez, se sostiene en el Libro Sagrado. De ese modo, se establece,
otra vez más, una relación ternaria, esta vez entre la Ley universal que se halla en el plano
más interior; el Compás, que sitúa en una posición intermedia el corazón del masón
respecto del eje del Ser; y al Escuadra, símbolo del trabajo masónico concebido como
contemplación del arquetipo interior.
Así como el verbo crea acción y sustancia para lograr el conocimiento en logia, en la
apertura de los trabajos, el libro sagrado sostiene a la pareja formada por el Compás y la
Escuadra, herramientas con las que el Gran Arquitecto del Universo planifica y diseña, por
medio del Arte Real, la Gran Obra. Ambos instrumentos encarnan, tal como muchos otros,
los principios activos y pasivos de las energías presentes en todo el accionar humano.
El compás es un instrumento de medida, que sirve para trazar los límites que conforman la
armonía celeste, ya que permite realizar todas las operaciones necesarias para que, a partir
del ámbito solar que representa al Ser Universal, éste lleve a la actividad celeste a medir, en
la receptividad terrestre, la parte susceptible de responderle. Con este elemento se traza, en
sentido amplio, aquellos límites de orden moral que no deben transgredirse, pues forman
parte de la construcción de la armonía universal.
En cuanto a la escuadra, por un principio de complementariedad con el símbolo del
Compás, representaría al elemento Tierra, asociado al cuaternario de los elementos
alquímicos presentes en la cámara de reflexión y en la simbología del tetraktys, símbolo
que para el grado de aprendiz indica el estudio del número tres, base para el iniciado que se
materializa en un triangulo de 10 puntos, colocados sobre cuatro líneas, de manera que del
número tres derivamos el cuaternario de la siguiente manera:
El 10 que resulta de la suma de 1+2+3+4 (suma de los cuatro primeros, es el número perfecto o
.. Esta es el número perfecto y la clave de la doctrina pitagórica. Es posible que jugase un
papel importante en la metamorfosis del alma.