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Trabajo académico 2 que como parte del curso de Psicolingüística que presenta el

alumno

César Híjar Aquije


(U611229)

Lima – 2010
Ensayo

Con la premisa de Jackendoff: “Un hablante H de una lengua L juzga una frase F
pronunciada en un contexto C como referida a una entidad E en [el mundo tal como es
conceptualizado por H]” ¿Cómo se puede relacionar esto con las alucinaciones que
sufre House en el último capitulo de la segunda temporada (“No reason”)? Y, ¿hasta
qué punto se puede hablar de un sentido de la alucinación?

Al respecto, se reconoce que los seres humanos son la única especie en el planeta tierra,
hasta ahora conocida, que puede aprender y desarrollar un lenguaje de signos
socialmente establecidos, el cual está relacionado con la perspectiva con que se
considera al mundo y la realidad, a saber, la cultura.

A este caso, la relación entre los diversos integrantes de una población no considera
ningún problema lingüístico o cultural, ya que el lenguaje proporciona las referencias
adecuadas a las cuales los integrantes de una misma cultura se quieren referir cuando las
tienen en la mente. De esto, se entiende, que el lenguaje además de tener una función
informativa, tiene una función estructuradota del sentido y del significado; sin embargo,
el lenguaje no es el único agente en la formulación del sentido, sino que la realidad,
percibida desde el detalle cultural, completa la ecuación del sentido y el significado que
nuestras mentes tienen del mundo y la realidad. Hilary Putnam comenta del entorno lo
siguiente:

“El significado es interactivo. El entorno desempeña por sí mismo un papel en


la determinación de aquello a lo que se refieren las palabras de un hablante o
de una comunidad.” (Putnam: 2000, 45).

La proposición de Hilary Putnam pretende resaltar la influencia que tiene el mundo


circundante al momento de relacionarlo con el lenguaje y la cultura de turno. La
intención que tiene, o presumo que tiene, Putnam es de demostrar que los elementos que
componen per se el universo en el que nos desarrollamos no poseen en sí una
significación metafísica original, sino que es a través del uso que se les otorga que el
sentido y el significado son anclados en la mente de los integrantes de una cultura que
interviene en ese instante.

Ahora bien, cuando los seres humanos desarrollan el lenguaje a un nivel funcional
promedio es más probable de que sean concientes de la estructuración que provee el
lenguaje a sus vidas y a la comprensión de sus vidas en el mundo exterior a ellos. Así el
significado y el sentido, ambos estructurados desde el uso que se les da y el paradigma
cultural, les proporciona a estas personas las reglas del juego, donde se establece, a
menudo de manera inconciente, que es lo que está incluido dentro de los límites de la
razón (considerando que la razón puede ser diferente para cada uso cultural). Es posible
que en este caso el aforismo que Wittgenstein propone a continuación sea más evidente:

“No me aferro a una proposición, sino a una red de proposiciones”


(Wittgenstein: 2000, 233, 30c).

Así, el lenguaje se asemejaría al conjunto de reglas que determinan las posibilidades de


la razón, es decir, de la capacidad para alcanzar o (re)producir una idea razonable del
mundo dentro de la noción cultural en la cual nos desarrollamos.
Con las últimas nociones de la relación entre el lenguaje, la cultura, el sentido y el
significado se puede abordar de una manera más razonable el caso de Gregory House.
En el capítulo “No reason” se aprecia que las representaciones mentales que presenta el
personaje en cuestión no hacen que dude de la veracidad y del sentido de las mismas;
sólo en el desenlace se reconoce que el protagonista considera una posible variante de la
primera meditación cartesiana1 para encontrar un sentido a la posición en que se
encuentra. Al respecto, por qué el protagonista se detuvo hacia el final del episodio para
considerar que su estado posiblemente se debiera a una alucinación. El DSM – IV – TR
propone la siguiente conclusión, la cual nos permite entender la condición de nuestro
Dr. House:

“Las alucinaciones y falsas percepciones sensoriales son sobre todo de tipo


visual, pero también pueden pertenecer a otras modalidades sensoriales. Las
percepciones erróneas pueden ser simples y uniformes o altamente complejas. A
menudo hay una convicción delirante de la realidad de las alucinaciones y una
respuesta emocional y comportamental congruente con sus contenidos.” (Manual
Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales 1995: 130)

De acuerdo con esto, las alucinaciones bien pueden ser un episodio de nuestras vidas,
sino nuestras vidas mismas. En este caso, se reconoce que la vida mental se puede ver
afectada por algún cuadro de alucinación, ya que los sentidos y el cerebro interpretan
los estímulos del entorno, los cuales son ordenados por la mente a través del lenguaje y
la cultura del afectado. El siguiente comentario de Locke asegura la dificultad de esta
situación:

“(…) Ningún hombre particular puede conocer la existencia de algún otro ser,
salvo cuando éste se hace percibir por una operación efectiva sobre aquél; poseer
la idea de algo en nuestra mente prueba la existencia de ese algo tanto como el
retrato de un hombre evidencia su ser en este mundo o como las visiones que se
sueñan conforman una historia real.” (Locke: 1994, 412).

Locke afirmó dos cosas. La primera, que todo aquello que afecta nuestra percepción y
se establece en nuestro registro mental representa una evidencia de la existencia de
aquello que nos afecto; por lo tanto, a través de ello se puede establecer que las
alucinaciones son absolutamente reales para la persona que las padece. Segundo, que
todo aquello que se hace perceptible deviene en una representación mental o idea.
Entonces, es evidente que abordar el dilema de las alucinaciones a través de la
capacidad para representar de la mente no es el lugar adecuado para encontrar una
solución. Si es que la capacidad para representar que tiene la mente no es el problema
para diferenciar entre una alucinación y la realidad, tal vez la solución a esta aporía se
encuentre en la relación que tienen las diferentes representaciones mentales de cada
persona.

Hasta ahora se ha concluido que el lenguaje presta la forma que el pensamiento va a


tener. Por lo tanto, la relación que tienen las representaciones mentales está formulada
por el lenguaje que tiene la persona en cuestión, así como el uso que esta persona le da
al lenguaje en cuestión dentro del contexto (socio-cultural) en que se encuentre la
persona mencionada. Locke comenta al respecto lo siguiente:

1
La primera meditación cartesiana es la duda respecto de la realidad que nos rodea.
“(…) Me parece, pues, que la verdad, en la acepción adecuada de la palabra, no
significa sino la unión o la separación de signos, según concuerden o discrepen
entre si las cosas por ellos significadas.” (Locke: 1994, 314).

Locke, en esta nueva cita, propone acercarnos fuera de la mente misma. Debo decir,
enfocar nuestra investigación hacia las cosas que están en el mundo que propone y
describe el lenguaje con la intención de reconocer la diferencia entre la verdad y la
alucinación. Entonces, continúa Locke:

“(…) si bien nuestras palabras no significan más que nuestras ideas, como han
sido destinadas a designar las cosas, la verdad que contienen cuando se ordenan
en proposiciones será sólo verbal si representan ideas en la mente que carecen de
concordancia con la realidad de las cosas. En consecuencia, tanto la verdad
como el conocimiento bien pueden caer bajo la distinción de lo real y lo verbal,
siendo una verdad meramente verbal aquélla en la cual los términos se
encuentran unidos en virtud de la concordancia o la discordancia de las ideas que
representan, sin tomar en consideración si nuestras ideas pueden realmente
existir o existen en la naturaleza.” (Locke: 1994, 320).

Finalmente, Locke propone en esta situación encontrar una adecuación entre las
representaciones mentales (ideas) y el mundo exterior (la naturaleza) para acceder a la
verdad de los hechos. Es esto lo que decidió el doctor Gregory House en el desenlace
del episodio “No reason”. Paradójicamente, la intención de Dr. House no fue
precisamente el sentido como tal, sino la afirmación del sentido a través del sin-sentido.
Al momento de afirma que la situación en la que se encontraba no era más que la
acumulación de alucinaciones sin-sentido, le permitió reconocer el cuadro delusivo en el
que se encontraba; y al reconocer el cuadro delusivo en el que se encontraba accedió a
la condición del sentido que estaba buscando (fue en ese instante en que recupero la
cordura aunque en un estado de conciencia leve mientras era llevado en una camilla
hacia la sala de operaciones).

De esto se puede concluir que la mente humana, forjada a través del lenguaje está
destinada por naturaleza a experimentar su existencia a través del sentido y los
significados que recibió de la cultura donde se desarrollo. Aún así, sea el caso de las
alucinaciones, se puede reconocer que el sentido no escapa totalmente a la naturaleza de
la mente humana, al respecto lo que menciona Hume resulta adecuado:

“Incluso, en nuestras más locas y extravagantes fantasías, hasta en nuestros


mismo sueños, encontraremos, si nos paramos a reflexionar, que la imaginación
no ha corrido locamente a la ventura, sino que se mantiene una conexión entre
las diferentes ideas que se sucedieron.” (Hume: 2003, 37)

El sentido que entendemos de nuestras vidas no es más que el sentido de nuestro


lenguaje, vale decir, de la manera en que nuestras representaciones mentales o
conceptualizaciones del mundo se encuentran relacionadas en nuestra mente, aún así
estas sean alucinaciones. En este punto se entiende que hasta las alucinaciones no puede
escapar de la naturaleza de la mente: el sentido de las representaciones mentales que
tiene del mundo (que por supremacía son ordenadas por el lenguaje y la cultura).

Sin embargo, aún queda por declarar que:


“(…) Pensar que todo es solamente lenguaje no es una alternativa. Podemos y
debemos insistir en que existen hechos que están allí para ser descubiertos y no
meramente legislados por nosotros. Pero, esto es algo que se dice cuando ya se
adoptó una manera de hablar, un lenguaje, <<un esquema conceptual>>. Hablar
de <<hechos>> sin especificar antes que lenguaje se usará, es hablar de nada. El
mundo mismo fija el uso de la palabra <<hecho>>, no menos que el de la
palabra <<existir>> o la palabra <<objeto>>. ” (Putnam: 2000, 175).

Así, como sentencia final se advierte que una vez aprendido algún lenguaje hemos de
aceptar la cadena perpetua estipulada: el sentido y el significado de las representaciones
mentales que provienen de la perspectiva que tiene nuestra cultura del mundo objetivo
que habitamos (aún así seamos propensos a las alucinaciones).

Bibliografía

LOCKE, John
2003 Ensayo sobre el entendimiento humano
México D.F.: Gernika

MANUAL DIAGNÓSTICO Y ESTADÍSTICO DE LOS TRASTORNOS MENTALES


(DSM – IV TR)
1995
Barcelona – Masson S.A.

HUME, David
2003 Investigación sobre el conocimiento humano
Madrid: Mestas ediciones

PUTNAM, Hilary
2000 Representación y realidad. Un balance crítico del funcionalismo.
Barcelona: Gedisa editorial

WITTGENSTEIN, Ludwig
2000 Sobre la certeza
Barcelona: Gedisa editorial

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