You are on page 1of 12

DEPARTAMENTO DE HISTORIA MEDIEVAL

LA CONQUISTA DE SICILIA
Aragón y Sicilia, 1282-1302

José Ramón González Heras


5º Historia Antigua y Medieval
Historia Medieval de España II
2

ÍNDICE

I.- LAS CAUSAS .................................................................................2


II.- LOS ACONTECIMIENTOS
- Pedro III: la conquista de Sicilia y sus consecuencias.......…...3
- Alfonso III: la presencia puramente dinástica.....................…6
- Jaime II: el paréntesis de la reunificación y la
vuelta a la presencia dinástica............................................….7
- La paz de Caltabellota......................................................…...8
III.- CONCLUSIÓN..................................................................…......9

Mapa y cuadro genealógico........................................................…....10


3

El presente trabajo trata de las relaciones de la Corona de Aragón y


Sicilia en el arco cronológico que va de 1282 (entrada de Pedro III de
Aragón en la isla) a 1302 (paz de Caltabellota), es decir, de la conquista
de la isla por la Corona aragonesa y la implantación y consolidación de la
dinastía aragonesa en el trono siciliano.
Tras una visión somera de las causas de la conquista nos
ocuparemos del desarrollo de los acontecimientos, para finalmente
intentar llegar a unas conclusiones acerca del éxito o fracaso de los
objetivos de la Corona de Aragón.

I.- LAS CAUSAS

A la hora de establecer por qué la Corona de Aragón estaba interesada


por Sicilia se puede hacer una clasificación en tres tipos de objetivos e
intereses:

a) ECONÓMICOS:
Desde tiempo atrás se venía produciendo una expansión comercial
de los mercaderes catalanes en el Mediterráneo. Este comercio era
fundamental para Cataluña y sobre todo para Barcelona, pues
proporcionaba su abastecimiento de grano, además de constituir una
fuente de riqueza para la burguesía catalana y en general ser beneficioso
para la Corona de Aragón. Por ello el control del Mediterráneo, sobre todo
en su parte central, era un objetivo estratégico de gran importancia. El
dominio político directo sobre alguna base centro-mediterránea era
probablemente la mejor forma de lograr ese fin y Sicilia se convirtió así en
una plaza apetecida para la Corona de Aragón.

b) POLÍTICOS:
4

La expansión de Carlos de Anjou (hermano del rey de Francia) en el


Mediterráneo y en concreto su control político del Reino de Sicilia
suponían por una parte un freno a los objetivos comerciales catalanes en
el Mediterráneo y por otra la expansión de los intereses del enemigo
tradicional de Aragón: Francia (no hay que olvidar que la Corona de
Aragón tenía posesiones ultrapirenaicas y que los monarcas franceses
siempre aspiraron a llevar la frontera hasta el Pirineo). Así pues, frenar el
expansionismo angevino era doblemente interesante y necesario para los
reyes aragoneses.

c) DINÁSTICOS:
En 1262 el infante don Pedro de Aragón -futuro Pedro III- casó con
Constanza, hija de Manfredo Staufen, cuya dinastía fue derrotada y
expulsada del Reino de Sicilia por Carlos de Anjou (1266), acabando con
la vida de sus últimos representantes en el trono siciliano: Manfredo
(1266) y Conradino (1268). En esta empresa contó con el apoyo del Papa,
enemigo tradicional de la casa alemana de los Staufen. Pedro III y
Constanza aspiraban a recuperar el trono siciliano.

A estas causas podemos añadir otras consideraciones de diversa


índole, que pudieron incidir también en el interés aragonés por Sicilia. En
primer lugar, finalizada aparentemente la expansión por la Península
Ibérica (según los tratados que delimitaban las áreas expansivas de
Castilla y Aragón), era necesario proyectar en el exterior los impulsos y
las “inclinaciones” bélicas de los grupos de soldados profesionales,
almogávares, etc. que se encontraban ahora huérfanos de enemigos. En
otro sentido, a la monarquía aragonesa seguramente le convenía ganarse
el apoyo de un grupo económicamente poderoso como la burguesía
mercantil catalana a modo de contrapeso a una díscola nobleza, sobre
todo la aragonesa, que aspiraba a obtener del rey la mayor cantidad
posible de privilegios y autonomía política. Y una buena forma de ganarse
5

su apoyo era la proporcionarle un centro estratégico comercialmente


como lo era Sicilia. En conclusión, diversos factores impulsaron la
empresa de la conquista de esta isla, cuyo desarrollo veremos a
continuación.

II.- LOS ACONTECIMIENTOS

PEDRO III EL GRANDE (1276-1285): LA CONQUISTA DE SICILIA


Y SUS CONSECUENCIAS

El 17 de diciembre de 1276 subió al trono aragonés Pedro III, que


heredaba Cataluña, Aragón y Valencia -el solar del reino antes de las
conquistas de Jaime I- mientras su hermano Jaime recibía Mallorca, el
Rosellón, la Cerdaña y Montpellier. Este reparto, dispuesto por Jaime I en
su testamento, fue mal aceptado por sus hijos, entre los que existió una
continua rivalidad sobre todo porque Pedro, el primogénito, se negaba a
esta fragmentación del reino y por ello en principio no reconoció a su
hermano Jaime como rey de Mallorca.
Se puede rastrear la vocación de expansión mediterránea de Pedro
III frente al poder angevino en distintos aspectos. En primer lugar en su
matrimonio con Constanza Staufen, quien ya desde la muerte de su padre
en 1266 comenzó a llamarse “reina de Sicilia”. Por otro lado, Pedro III, al
subir al trono rechazó públicamente la infeudación del reino a la Santa
Sede, realizada por Pedro II en 1204, así como toda injerencia o tutela
eclesiástica en los asuntos políticos del reino.
Por último, se comprueban sus “miras” mediterráneas en su intensa
actividad diplomática encaminada a conseguir dinero, apoyos y
neutralidades de los distintos estados. En este sentido, entabló
conversaciones con Francia (que fracasaron), llevó a cabo una política de
alianzas selladas con enlaces matrimoniales con las casas de Portugal e
Inglaterra, estableció la paz con Granada, retuvo a los infantes de la
Cerda (legítimos herederos al trono castellano) para ganarse el apoyo de
Sancho IV de Castilla, llegó a un acuerdo con otro enemigo de Carlos de
6

Anjou, el emperador bizantino, por el que este le aportó dinero, y negoció


con el papa Nicolás III quien, alarmado por el intervencionismo angevino
en Italia, le cedió los diezmos aragoneses y apoyó las revueltas gibelinas
en las ciudades italianas, acogiendo a muchos exiliados del país
transalpino. Además, aceptó la división del reino y reconoció a su
hermano Jaime como rey de Mallorca a cambio de su vasallaje (Perpignan,
1279). Con todo ello buscaba fortalecer su posición política en el exterior.
Así llegamos a la fecha clave de 1282. Ese año Pedro el Grande
realizó una expedición a Túnez, oficialmente para obligar al Sultán,
coronado con la ayuda aragonesa, a pagarle tributo y para defender los
intereses comerciales catalanes en la zona. Pero antes de su llegada a
Túnez se produjo en Sicilia un hecho fundamental para el posterior
desarrollo de los acontecimientos: la rebelión antiangevina conocida
como las Vísperas Sicilianas, que estalló el 30 de marzo en Palermo,
extendiéndose rápidamente por toda la isla y provocando una masacre de
franceses. En abril los rebeldes ya controlaban dos tercios de la isla. Las
distintas ciudades se organizaron como comunas libres y pidieron al papa
que las tomara bajo su autoridad. Pero ante la negativa del pontífice
(precisamente era un francés: Martín IV) y la presión de Carlos de Anjou,
que sitiaba Messina, los sicilianos, necesitados de apoyos exteriores,
ofrecieron la corona a Pedro III de Aragón, que a la sazón se encontraba, y
no por casualidad, en Túnez con una poderosa flota.
El monarca aragonés aceptó el ofrecimiento y desembarcó con su
armada en la localidad siciliana de Trapani (30 de agosto de 1282),
siendo proclamado rey de Sicilia en Palermo al día siguiente. En adelante,
las sucesivas victorias militares de aragoneses y sicilianos obligaron a
Carlos de Anjou a levantar el sitio de Messina y abandonar la isla, con lo
que el control de esta por Pedro el Grande fue total. En octubre de 1282
la flota aragonesa dirigida por Roger de Lauria derrotó a la pisano-
genovesa aliada de los Anjou en Nicotera (costas de Calabria) llegando a
obtener posiciones en la Península Italiana: en 1283 Pedro III fue
aclamado como rey en Reggio, Calabria. En junio de 1283 Roger de Lauria
conquistó Malta y Gozzo y apresó en el Golfo de Nápoles (1284) a Carlos
7

de Salerno, hijo de Carlos de Anjou que ejercía el gobierno en su nombre


en sus posesiones italianas.

Las Vísperas Sicilianas, como cualquier gran levantamiento, no


fueron un fenómeno espontáneo, sino que debió ser bien preparado por la
mayor parte de la nobleza de la isla y seguramente en ello colaboró
ampliamente Pedro III. Por una parte sería ilógico que los sicilianos no
buscaran apoyos exteriores, y Pedro el Grande era, por los motivos que
hemos expuesto, el candidato natural para prestárselos. Por otra, el
monarca aragonés estaba perfectamente preparado y en guardia para
cuando se produjera el levantamiento, como demuestra su intensa labor
diplomática, la gran actividad de los astilleros de Barcelona constatada
desde 1281 y la misma expedición a Túnez, perfecta “tapadera” para
situarse en una base con fácil acceso a Sicilia y clara demostración de
fuerza de cara a sus enemigos. Además Pedro III supo ganarse el favor de
los sicilianos presentándose como continuador de la legitimidad dinástica
de los Staufen por su matrimonio con Constanza y su promesa de
respetar la legislación promulgada por ellos.

¿Qué resultados y consecuencias tuvo la conquista de Sicilia? En


primer lugar que Pedro de Aragón se convirtió también en rey de la Sicilia
insular. Es decir, la parte continental del Reino de Sicilia permanecía en
manos angevinas salvo algunas pequeñas posesiones. Por otro lado, la
conquista de la isla no supuso una incorporación a la Corona de Aragón,
pues Sicilia siguió siendo un reino independiente, cuyos reyes (Pedro y
Constanza) eran también soberanos de Aragón. Así, en abril de 1283
Constanza llegó a la isla como reina y se estableció que el reino lo
heredaría el segundo hijo, Jaime, mientras al primogénito Alfonso le
corresponderían Aragón, Cataluña y Valencia.
Otra consecuencia fue el final del “imperio” de Carlos de Anjou en el
Mediterráneo central, donde apareció una nueva potencia: la Corona de
Aragón.
8

En otro orden de cosas, la conquista supuso la excomunión de Pedro


III y los sicilianos por el papa, que promulgó un interdicto contra sus
reinos, concediéndoselos (1284) a Carlos de Valois, hijo del rey de Francia
Felipe III. De esta forma, implicaba directamente a Francia contra Pedro
III. Se inauguraba así una etapa de conflictos directos con el país vecino,
que contando con el apoyo del papa (por la concesión de una bula de
cruzada), de Jaime II de Mallorca y la no intervención de Sancho IV de
Castilla, intentó invadir Aragón. No es nuestro objetivo detenernos en
estos hechos y únicamente diremos que la empresa invasora fracasó. En
1285, en plena retirada de las tropas francesas, murió el monarca
francés. Ese mismo año falleció su hermano Carlos de Anjou. Pedro III,
que preparaba represalias contra Jaime de Mallorca y Sancho de Castilla
por su apoyo a Francia, no pudo llevarlas a cabo porque la muerte le llegó
ese mismo año de 1285. La desaparición de los protagonistas del conflicto
no supuso el fin del pleito por Sicilia, aunque se produjeron cambios en la
línea de actuación política seguida por sus sucesores.

ALFONSO III EL LIBERAL (1285-1291) Y LA MERA PRESENCIA


DINÁSTICA

Al morir Pedro III le heredaron sus hijos. El primogénito, Alfonso,


recibió Aragón, Cataluña y Valencia, a las que unió Mallorca por
conquista, realizando los proyectos de su padre. El segundo hijo, Jaime, se
convirtió en rey de Sicilia. Así pues, la implicación aragonesa en la isla
quedó limitada a una presencia puramente dinástica.
Se inauguró así un período en que Alfonso III, debilitado
interiormente por los problemas con la nobleza, sobre todo la aragonesa,
y agobiado desde el exterior por las censuras papales, las presiones y
enfrentamientos con Francia y Castilla, entabló negociaciones con estas
potencias para intentar alcanzar la paz. En este cambio de actitud influyó
también la sólida posición de su hermano Jaime I en Sicilia, que se
manifestó por ejemplo en la ocupación de las islas de Capri, Ischia y
Prócida y de distintas zonas de Calabria. No hay que olvidar que estas
9

negociaciones implicaban que Alfonso III debía dejar el apoyo directo a su


hermano Jaime I de Sicilia.
En estas conversaciones, en las que el rey de Inglaterra actuó de
intermediario, Alfonso el Liberal jugó la baza de sus rehenes políticos, los
infantes de la Cerda y Carlos de Salerno. Los repetidos fracasos de las
negociaciones (Burdeos y Olorón en 1287, Canfranc en 1288...)
provocaron un aumento de la tensión política que amenazó con
desembocar en un nuevo conflicto armado. Ante esto se emprendieron
nuevas conversaciones (La Junquera, Montpellier) que finalmente
fructificaron en la firma del Tratado de Tarascón (1291), por el cual
Alfonso III se comprometía a no ayudar a Jaime de Sicilia y a realizar una
cruzada a Tierra Santa a cambio de la paz y el levantamiento de las
condenas papales. Pero el tratado tuvo poca validez. El mismo año de su
firma murió Alfonso el Liberal y su heredero era precisamente su
hermano, el rey de Sicilia.

JAIME II (1291-1327): EL PARÉNTESIS DE LA REUNIFICACIÓN


(1291-1296) Y LA VUELTA A LA PRESENCIA DINÁSTICA

Aunque teóricamente, para heredar la Corona de Aragón, Jaime


debía renunciar al trono siciliano, no lo hizo y por tanto ambos reinos
volvieron a pertenecer a un sólo rey, situación que continuó hasta 1295.
Hasta entonces Jaime (I de Sicilia y II de Aragón) llevó a cabo varios
intentos diplomáticos por consolidar su posición: negociaciones con
Génova, Castilla y el sultán de Egipto y fallidas gestiones pacificadoras de
Sancho de Castilla (nuevo aliado de Aragón) ante Felipe IV de Francia. En
esta situación estalló la guerra entre Francia e Inglaterra y ello propició
una actitud conciliadora del monarca francés hacia Aragón, buscando su
apoyo en este conflicto. Se entablaron así negociaciones que culminaron
con los acuerdos de Anagni (1295).
En virtud de estos pactos, Jaime II renunciaba a Sicilia en favor del
papa y a Mallorca, que debía ser devuelta a su tío Jaime. En
contrapartida, obtenía la paz con Francia, diversas indemnizaciones
10

económicas, el vasallaje de Jaime de Mallorca y probablemente una


cláusula secreta que le compensaba con la concesión papal de Córcega y
Cerdeña (que él debía encargarse de conquistar). El papa también le
concedió distintos cargos eclesiásticos por los que se convertía en
defensor de la Iglesia.
¿Qué interpretación se puede dar a este cambio de actitud, cómo
explicarlo? Por una parte los pactos de Anagni implicaban un total cambio
de alianzas por el cual Jaime II obtenía para Aragón una ansiada paz
exterior.
Además en 1295 moría Sancho IV de Castilla, revitalizándose el
conflicto dinástico en Castilla. Los infantes de la Cerda reclamaron sus
derechos al trono y Jaime II, en cuyas manos estaban en condición de
refugiados-rehenes políticos, los apoyó a cambio de la cesión de Murcia,
objetivo no abandonado de los reyes aragoneses. Se abría así un nuevo
frente de actuación política para Jaime II, lo que explica en parte su
desentendimiento, en cualquier caso relativo, de Sicilia.
Por otra parte los intereses de Aragón en el Mediterráneo central no
sufrían apenas merma, porque además de contar con la posibilidad de
incorporar Cerdeña y Córcega como nuevas bases en la zona, en
adelante, como veremos, la dinastía aragonesa continuó gobernando en
Sicilia.
Allí los acuerdos de Anagni se interpretaron como una traición de su
rey, que los abandonaba totalmente, y fueron rechazados. Los
embajadores papales que acudieron a reclamar la entrega de Sicilia
fueron expulsados y Fadrique, hermano de Jaime, fue proclamado rey
(1296). Este realizó distintas campañas militares exitosas en Apulia y
Calabria, demostrando que su posición en la isla estaba sólidamente
asentada.
Ante esto, el papa presionó a Jaime II, el cual se vio obligado a
actuar como defensor de los intereses papales atacando Sicilia, donde
obtuvo algunos éxitos militares en 1298-1300 (por ejemplo en Falconara y
Ponza). Pero en realidad Jaime II no tenía intención alguna de llevar estas
victorias hasta sus últimas consecuencias y destronar a su hermano, de
11

forma que pronto se retiró considerando que había cumplido


sobradamente sus obligaciones respecto al papa, pese a las protestas de
este. Además los sicilianos consiguieron también algunos éxitos militares
que demostraron lo difícil que sería derrocarlo. Fadrique III contaba con el
apoyo a nivel privado de los mercaderes catalanes, opuestos a un cambio
de manos de la isla que atentaría contra sus intereses comerciales en la
zona.

LA PAZ DE CALTABELLOTA (1302)

Así pues, era manifiesto que el Papado y los Anjou no podían


derrotar a Federico III de Sicilia y fue imponiéndose la idea de establecer
una paz honrosa para todos los contendientes, lo que cristalizó en 1302
con la Paz de Caltabellota, en virtud de la cual se reconocía a Fadrique
como rey de Sicilia hasta su muerte, cuando el reino debía pasar a los
Anjou. Se alcanzó de esta forma la paz y se consolidó la dinastía
aragonesa en Sicilia, porque de todas maneras a Federico III le sucederían
sus hijos finalmente.

III.- CONCLUSIÓN.

¿Cuál fue el resultado final de todos estos conflictos políticos? Puede


decirse que el éxito de los objetivos aragoneses. La Corona de Aragón se
consolidó como potencia mediterránea. Consiguió además su objetivo
fundamental: el control del comercio en el Mediterráneo central, gracias a
las buenas relaciones que pronto se entablaron con los miembros de la
dinastía aragonesa que reinaban en Mallorca y Sicilia y a la conquista de
Cerdeña en 1329-1330, que a su vez aseguraba el abastecimiento de
grano de Cataluña.
Pero quizá los grandes vencedores fueron la burguesía y
mercaderes catalanes, cuyos intereses quedaron consolidados al contar
con tan importantes bases. La muestra más clara es que desde la
12

conquista de Sicilia comenzaron a obtener privilegios para comerciar en


distintas zonas: Castilla, Túnez (1285), Chipre (1290-91), etc.
En definitiva, pese a que tuvo que pagar un precio (debilitamiento
del poder real frente a la nobleza y las ciudades representadas en las
Cortes, a las que se le hicieron importantes concesiones para ganarse sus
apoyos en la empresa mediterránea) se puede hablar de una victoria de
los intereses de la Corona de Aragón en el Mediterráneo.

You might also like