Postgrado de Filosofía. Introducción a la Metodología filosófica.
Naturaleza del alma en la doctrina Platónica-Aristotélica.
José R. Ayesteran
Mérida, Abril de 2011.
Introducción. Capítulo I. La Naturaleza del Alma en la Doctrina Platónica. 1. Una visión dualista: mundo sensible y mundo inteligible. Las Ideas. Quizás el aspecto más resaltante de la filosofía platónica sea su visión dualista. Su manera de entender que existe un mundo ideal, perfecto y eterno al lado y simultáneamente a otro sensible que no es sino una copia o imagen de aquel otro. “Pues bien, en mi opinión hay que diferenciar primero lo siguiente: ¿Qué es lo que es siempre y no deviene y qué, lo que deviene continuamente, pero nunca es? Uno puede ser comprendido por la inteligencia mediante el razonamiento, el ser siempre inmutable; el otro es opinable, por medio de la opinión unida a la percepción sensible no racional, nace y fenece, pero nunca es realmente. Además, todo lo que deviene, deviene necesariamente por alguna causa; es imposible, por tanto, que algo devenga sin una causa.” (Timeo, 27d-28ª) Según esto, para Platón, existe un mundo existente por siempre, increado, al cual se accede solo mediante la inteligencia aplicando el razonamiento y, como copia o imitación de este, en la medida que puede de alguna forma “participar” de su perfección, otro mundo, que es el de las cosas sensibles, al que podemos acceder por los sentidos físicos o corporales y que se caracterizan por que tienen un comienzo y un final, un nacimiento y una muerte. Entre ellos se establece una relación según la cual el mundo sensible o mundo subordinado a los efectos del tiempo, copia o es imagen del mundo de las Ideas perfectas y eternas. Es decir, “fue fabricado según lo que se capta por el razonamiento y la inteligencia y es inmutable. Si esto es así, es de total necesidad que este mundo sea una imagen de algo” (Timeo, 29b), y por tanto, como copia o imagen es creada en un tiempo, y es imperfecta. Además, debe ser una copia 2. Cuerpo y alma. Partes del alma, sus funciones. a.- Con absoluta claridad y sin dejar lugar a ninguna duda Platón enfatiza la preeminencia del alma sobre el cuerpo, en correspondencia a su visión dualista que ya hemos mencionado. En efecto, el alma no solo es preeminente con respecto al cuerpo sino que debe gobernarlo. Sin embargo, acepta que existen algunas prácticas tales como la música y la gimnasia que combinadas adecuadamente (República, 410c…) contribuyen a “cuidar al alma”, y también que se pueden presentar algunas “enfermedades del alma” que son consecuencia del estado del cuerpo, (“Es necesario acordar, ciertamente, que la demencia es una enfermedad del alma y que hay dos clases de demencia, la locura y la ignorancia. Por tanto, debemos llamar enfermedad a todo lo que produce uno de estos dos estados cuando alguien lo sufre y hay que suponer que para el alma los placeres y dolores excesivos son las enfermedades mayores. Pues goza en exceso o sufre lo contrario por dolor, al esforzarse fuera de toda oportunidad por atrapar el uno y huir del otro, no puede ni ver ni escuchar nada correcto, sino que enloquece, absolutamente incapaz de participar de la razón en ese momento.” Timeo, 86b), así mismo, una mala herencia y un ambiente inapropiado producen “mucho daño” al alma a causa del cuerpo. (Timeo, 86e). En suma, el alma es la “posesión más valiosa del hombre” (Copleston, La Psicología de Platón, pg. 1) , de hecho el cuerpo es considerado algo así como una cárcel para la misma y, por tanto, la principal y más relevante actividad a la que debe dedicarse el hombre es a la de cultivar su alma. Es decir, que ella se libere del cuerpo y tienda hacia su verdadera naturaleza fuera y libre de él. Quizás sea prudente señalar el hecho según el cual que exista un hombre con una parte divina e inmortal y otra material y corruptible y que la primera gobierne y prevalezca sobre la segunda pero que, al mismo tiempo, lo material y corruptible influya y hasta enferme al alma en, cuando menos un tema a aclarar con mucho cuidado o es una contradicción no resuelta en el pensamiento de Platón. b) La naturaleza tripartita del alma como tema central de la filosofía platónica aparece primero en la República (República, 435c y ss.) y posteriormente en el Timeo (Timeo, 69c y ss.). El alma consta o está formada por tres partes, aunque no debe entenderse textualmente como partes materiales, divisiones o secciones extensas, la parte racional, la parte irascible o vehemente y la parte apetitiva o concupiscente. Acerca de la primera dice Platón que es inmortal (“El dios en persona se convierte en artífice de los seres divinos y manda a sus criaturas llevar a cabo el nacimiento de los mortales. Cuando éstos recibieron un principio inmortal de alma, le tornearon un cuerpo mortal alrededor, a imitación de lo que él había hecho.” Timeo, 69c; “…Aparece como inmortal lo que, por sí mismo, se mueve, nadie tendría reparos en afirmar que esto mismo es lo que constituye el ser del alma y su propio concepto. Porque todo cuerpo, al que le viene de afuera el movimiento, es inanimado; mientras que al que le viene de dentro, desde sí mismo y para sí mismo, es animado. Si esto es así, y si lo que se mueve a sí mismo no es otra cosa que el alma, necesariamente el alma tendría que ser ingénita e inmortal.”Fedro, 245e)), la ubica físicamente en la cabeza y es ella la que separa efectivamente al hombre de los seres irracionales. Es lo que en la tradición filosófica occidental identifica o determina el carácter del hombre: ser racional. La parte segunda irascible y/o vehemente es localizada en el pecho, que es donde se alojan tanto el corazón como los pulmones y, parece, que sigue una cierta tradición antigua, en ella están incluidos el “empuje moral” (Copleston dixit), y se supone que “ama el honor con temperancia y modestia” (Fedro, 246ª) y, de alguna manera, es o debería ser aliada natural de la razón. La parte apetitiva o concupiscente está asociada a los deseos del cuerpo a diferencia de los deseos de la parte racional: se habla del Eros o pasión por la verdad y del eros o pasión física. En este punto hemos encontrado que Platón apela a una explicación mítica a través del muy famoso mito del auriga. El mito del cochero (facultad racional) y de los dos caballos (pasionales y apetitivos). “Se asemeja (el alma) al poder combinado de un carro alado y de un cochero. . . La parte que gobierna en nuestro interior, ésa guía el coche; y. . . uno de los caballos es bueno y bello, él y sus padres; el otro, él y sus padres, malo y feo: por lo cual nos es muy difícil y penosa la dirección del carro. . . Cada alma. . Mientras es perfecta y alada, vuela hacia lo alto y gobierna el mundo; pero si pierde sus plumas, es arrastrada en todas direcciones, hasta que no se fija en alguna cosa sólida y, convirtiéndola en su mansión, no toma un cuerpo terreno. . . Pero lo que es divino es belleza, es ciencia, bondad y perfecciones semejantes, y de éstas se nutren y florecen las alas del alma, y se entristecen y pierden las plumas por sus contrarias”. (Fedro, 246b y ss.). Y “El mejor de los dos caballos, tiene el cuerpo recto y flexible, cabeza alta, narices curvas, pelo blanco, ojos negros; ama el honor, el pudor, la temperancia y la opinión verdadera, y no es menester azotarlo, pues es dócil a las órdenes de la razón. El otro es corto y rollizo, tiene la cabeza dura, cuello corto, narices chatas, pelo negro y azulados y sanguíneos los ojos; orejas hirsutas; es petulante, lascivo y sordo y cede trabajosamente a los latigazos y a la espuela.” (Fedro, 253). Creemos que más allá del mito en sí mismo lo que quiere enfatizar Platón es una cierta moral según la cual la razón debe ser la conductora de las acciones de los hombres en contra de los deseos carnales, no solo sexuales sino con respecto a la comida y la bebida por ejemplo, además que debe domeñar también las pulsiones que surgen de la “vehemencia”, vale decir, el ansia de poder, de dominación, el orgullo y la jactancia. 3. Inmortalidad, reminiscencia y conocimiento. Un tema que siempre se halla vinculado al del alma misma es el relacionado con los argumentos relativos a la inmortalidad del alma. Tema sobre el cual Platón le dedicó tiempo. Así, intentó al menos seis veces distintas mostrar o demostrar, argumentar a favor de la idea de que el alma es inmortal. Aquí trataremos de reconocerlas lo más fiel y sucintamente posible. a) La generación recíproca infinita de los contrarios. “Si no hubiera una correspondencia constante en el nacimiento de unas cosas con el de otras como si se movieran en círculo, sino que la generación fuera en línea recta, tan sólo de uno de los dos términos a su contrario, sin que de nuevo doblara la meta en dirección al otro, ni recorriera el camino en sentido inverso, ¿no te das cuenta de que todas las cosas acabarían por tener la misma forma, experimentar el mismo cambio, y cesarían de producirse?... si muriera todo cuanto participa de la vida, y, después de morir, permaneciera lo que está muerto en dicha forma sin volver de nuevo a la vida, ¿no sería de gran necesidad que todo acabara por morir y nada viviera? Pues aun en el caso de que lo que vive naciera de las demás cosas que tienen vida, si lo que vive muere, ¿qué medio habría de impedir que todo se consumiera en la muerte?” (Fedón, 72bcd) Creo que acá Platón está tratando de aplicar la idea que todo campesino sabe empíricamente, que las plantas muertas de alguna forma posibilitan el nacimiento de las nuevas y que cada estación es algo así como una renovación. De forma que realmente no mueren. Así, si no existiera una fuente de vida inextinguible y eterna la existencia de los vivientes se habría agotado. Este principio universal o fuente divina de la vida es el alma universal. Además, aplicando la característica esencial que existe en la relación entre los contrarios, valga decir, que ambos no se nos presentan simultáneamente y que, como en un juego de magia, cuando uno aparece el otro desaparece y viceversa, señala que entre la vida y la muerte, como contrarios que son, existe la misma relación, y que podemos, a su vez, asociarlos a otro par como sería el de la unión de cuerpo y alma con la vida y el de desunión de los mismos durante la muerte. Así, señala que es una constatación de la experiencia que de la vida, o lo que es lo mismo, de la situación en la cual el alma y el cuerpo están unidos, surge la muerte desde el mismo momento en la que ella, la vida, desaparece. Con ello “prueba” que de un contrario se pasa a otro de una manera evidente y fáctica. Sin embargo, el pase subsiguiente solo se puede realizar en nuestro intelecto de manera racional. Pero no por ello debemos dudar que exista esa transformación. Caso de que no existiese se generaría una situación ilógica, en el sentido de que un par de contrarios se comporta como todos los contrarios excepto en el hecho de que uno de ellos da lugar al otro pero no a la inversa. Situación que podría significa que de lo vivo surge la muerte pero no lo contrario. Es decir, cuerpo y alma están unidos en la vida y al producirse su contrario, la muerte, ambos desaparecen, y el surgimiento de nueva vida no está vinculado a la muerte. b) La reminiscencia y la vida anterior. Esta argumentación se basa en la idea según la cual aprender no es otra cosa que recordar y ello solo es posible si nuestra alma ha vivido experiencias en vidas pasadas, de tal manera que ella conserva la memoria durante su estado de separación del cuerpo y luego, al volver a encarnar en otro cuerpo, “recuerda” al menos algunas experiencias de esas vidas pasadas. Copleston en el artículo citado señala que si creyéramos al pie de la letra el texto mítico de Platón sobre este tema cabría la posibilidad que toda el alma sobreviviese y no solo su parte racional, debido a que supuestamente ella mantiene la memoria de su vida anterior en un cuerpo determinado, es decir, su experiencia impulsiva y concupiscente. Cosa que al menos es discutible. El problema de estas dos pruebas: demuestran solamente la preexistencia y no la supervivencia del alma respecto al cuerpo. “Es evidente que se ha demostrado algo así como la mitad de lo que es menester demostrar: que antes de nacer nosotros existía nuestra alma, pero es preciso añadir la demostración de que, una vez que hayamos muerto, existirá exactamente igual que antes de nuestro nacimiento, si es que la demostración ha de quedar completa.”(Fedón., 77c). La reminiscencia se distingue de la memoria en que esta última lo que hace es conservar o almacenar las impresiones de los sentidos mientras que la primera recuerdo hechos vividos en vidas anteriores. Una prueba de la existencia de la reminiscencia e, indirectamente de la inmortalidad del alma, que ha sido muy discutida aparece en el Menón (Menón, 82b-85b). En ella Platón hace que Sócrates interrogue habilidosamente a un esclavo ignorante hasta hacerlo “demostrar” el teorema de Pitágoras, intentando demostrar que con las preguntas adecuadas el esclavo recordó un conocimiento que no había tenido en esta vida y que, indudablemente, debió haber tenido en una vida anterior.
4. Alma racional y gobierno de la razón.
5. El alma del mundo y el alma del hombre en el Timeo. Capítulo II. La Naturaleza del Alma en la Doctrina Aristotélica. En este capítulo daremos una visión sucinta de la manera en la que Aristóteles trató el problema del alma. Entendiendo que la palabra alma entre los griegos no estaba recubierta de ninguna de las connotaciones mágicas o religiosas que después de la edad media son tan comunes. Los griegos se referían al alma para indicar un principio vital, un orden o incluso un equilibrio o armonía entre los elementos visibles e invisibles de la existencia.
Al comienzo del libro sexto (E) de la Metafísica
Aristóteles, expone su particular forma de clasificar las llamadas ciencias teoréticas, y señala que toda ciencia discursiva que se ocupe de algo de lo que es y encuentra principios y causas en su acotado espacio de reflexión y, asimismo, las matemáticas. Sin embargo, 1. Materia y forma. Acto y potencia.
La Filosofía primera no se ocupa de los objetos
específicos porque cada uno de ellos tiene algún accidente. “Es, desde luego, evidente que la investigación acerca de aquellos corresponde también así misma, es decir, a la del filosofo, 2. El alma. Partes del alma. 3. El entendimiento agente. Las ideas. 4. Conocimiento sensorial y conocimiento racional. Capítulo III. Una visión de conjunto de la doctrina platónico-aristotélica. 1. Racionalidad e inmortalidad. 2. El Bien. 3. La virtud. Conclusiones. Bibliografía. - Aristóteles, Poética, Editorial Monte Ávila, Caracas, Venezuela, 1998. - Aristóteles, Política, Editorial Gredos, Madrid, España, 2000. -Aristóteles, Acerca del Alma, Editorial Gredos, Madrid, España, 2000. -Aristóteles, Metafísica, Editorial Gredos, Madrid, España, 2000. -Ferrater Mora, José, Diccionario de Filosofía, Editorial Montecasino, vigesimonovena edición, Buenos Aires, Argentina. 2008. -Fraile, Guillermo. Historia de la Filosofía. Biblioteca de Autores Cristianos. Tomo I. Madrid, 2005
-Storing, Hans Joachin, Historia Universal de la Filosofía, Editorial Tecnos, segunda edición, Madrid. 1997. -Suzzarini, Andrés, La Doctrina Platónica del Alma en El ´Timeo´, Revista Dikaiosyne, Nº 19, Revista de Filosofía Práctica, ULA, Mérida, Venezuela. 2007. -Suzzarini, Andrés, La Doctrina Platónica del Alma en el Diálogo El Fedón, Revista Dikaiosyne, Nº 17, Revista de Filosofía Práctica, ULA, Mérida, Venezuela. 2006. -Suzzarini, Andrés, La Doctrina Platónica del Alma en La ´República´, Revista Dikaiosyne, Nº 18, Revista de Filosofía Práctica, ULA, Mérida, Venezuela. 2007. -Suzzarini, Andrés, Una Introducción a La Doctrina Platónica del Alma, Revista Dikaiosyne, Nº 16, Revista de Filosofía Práctica, ULA, Mérida, Venezuela. 2006.