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Pan sobre las

aguas

Álef Guímel
1989
Pan sobre las aguas 2

Capítulo 1

¡BUENOS DIAS COLIBRÍ!

Al retomar el hilo de la vida cada mañana, me llena de


regocijo el saber que estas allí, libando, el néctar escondido, y
lista para sorprenderme en cualquier recodo. Jamás dejas de
asomarte a mis mejores momentos durante el día, y siempre
te encuentro en el hueco de mi almohada, lista para compartir
mis últimos pensamientos en la noche.
Me miraste extrañada cuando te llame Colibrí, porque
tu verdadero nombre es Inspiración. Quiero darte un apodo
cálido, íntimo y exclusivo, ya que todo lo que nos une es
también íntimo, cálido, exclusivo.
¿Por qué te doy un apodo? Bueno, tu nombre,
Inspiración, es demasiado serio, y esta un poco ajado a causa
del abuso que han hecho de el los que han querido añadir
brillo a su personalidad jactándose de haberte dominado. Los
mejores diccionarios te definen como entusiasmo creador; el
estimulo que eleva la emoción y el intelecto a las mas altas
posibilidades de logro. Para mi eres eso y mucho mas. Te
hiciste querer porque nunca asumiste aires de victimaria ni de
tirana como algunos poetas te atribuyen, hablando de la
angustia de no ser ni sentir como el vulgo. En mi vida, supiste
relegarte a un segundo término, y nunca intentaste quitarle el
lugar a las cosas primordiales. Me hiciste diferente, pero no
superior a mis semejantes. Nunca me vendaste los ojos para
que no viera la gran variedad de buenas cualidades en que
ellos me superan. Te estoy agradecida por ese equilibrio,
porque eres un elemento estabilizador, lejos de producir
agitación y desconcierto.
Es verdad, algunos me han criticado por haberte dado
albergue y cuidado maternal. Tuve que aprender que el
privilegio de poseerte no es reconocido por todos. Tu lugar hay
que defenderlo con lucha, y tu jardín hay que fertilizarlo con
lágrimas.
Leí un artículo sobre los colibríes que me hizo pensar.
Sus características corresponden muy bien con las tuyas. Sus
colores hermosos y brillantes atraen la mirada.¿Acaso tu , no
llenas de colorido mi vida? El pico largo y fino de los colibríes
Pan sobre las aguas 3

extrae el néctar de las flores, como tu lo extraes de los hechos


de los recuerdos del interior oculto de las personas que con un
rostro indiferente defienden sus sentimientos para no
exponerlos al juicio de los demás. Los colibríes se mantienen
en el aire, batiendo velozmente sus alas mientras liban. Tu
como ellos, querida inspiración, no necesitas apoyarte en algo
material para efectuar tu obra. El colibrí pesa tan poco, que se
le llama” pájaro mosca”. Algunos pesan apenas dos gramos.
En cuanto a ti, tu peso jamás me ha molestado; cargarte sobre
mis hombros ha sido la mejor forma de evadir otros pesos.
Eres igual que el corazón. A veces ni recordamos que lo
tenemos .Pasa inadvertido si nada lo agita, pero en el
momento preciso, da señales de estar en su lugar.
Además de todo eso, algo me sorprendió grandemente.
Aprendí que el colibrí es el único pájaro que puede volar hacia
atrás. Esa es justamente una de tus cualidades que más
valoro: tu facilidad para volver al pasado y extraer la esencia
de lo que ya se ha transformado en nostalgia o en historia
¡Tengo tanto que agradecerte! Aún palpita en mí la
fascinación de nuestros primeros encuentros, tu timidez de
entonces, tus susurros, tus furtivas apariciones, y más tarde,
tu clara y completa identificación.
Eres la única criatura existente que puede empujar las
paredes de mi pieza hacia el infinito. Eres la única que puede
cambiar todas las cosas de lugar y volver a colocarlas como
estaban antes; y por supuesto, eres la única a quien se lo
permito. Gracias, porque tus recursos para excitar la
imaginación nunca fueron meras ilusiones ópticas. Tampoco
tus lenitivos fueron placebos, medicina inerte que tranquiliza
la mente sin atacar el mal.
Cuando veníamos subiendo juntas la ladera hacia la
vida, mirábamos el futuro lleno de fulgurantes promesas.
Cuando llegamos al punto mas alto, algunos desengaños nos
obligaron a retocar imágenes humanas y a cambiarles la
etiqueta a los amigos inestables. Pero en cualquier momento
gris de desilusión, tu siempre me recuerdas que lo eterno y lo
incambiable es lo que no se ve; que el Amigo a quien nunca
habrá que descalificar es Jehová, creador de la vida, Creador
de la inspiración.
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Tu me impulsaste a escribir tantas canciones, ¿no es


justo que yo te escriba una canción a ti ?

LA INSPIRACIÓN

¡Es tan dulce sentirte,


es tan fácil amarte,
y es por demás difícil definirte!
No quisiera arriesgarte ni perderte;
no podría cobarde amordazarte,
ni en una causa impura corromperte.

Llámame si compruebas que me alejo,


sacúdeme, si ves que me desvío,
y golpea sin tregua en mi conciencia
si me hallas traicionando nuestro acuerdo,
si te he dejado afuera y sientes frío.

Hemos subido juntas la cuesta de la vida,


veo los arreboles del ocaso.
El mundo gime sin hallar salida,
una gran muchedumbre apura el paso.
Los rediles de Dios se están colmando,
pues nadie puede replegar su brazo.

Quédate así, humilde, acurrucada,


no levantes la voz ,no te amedrentes.
Pasan gritando muchos que te ignoran,
en nada les conmueve lo que sientes.

Seguiremos andando,
la verdadera fe trabaja y ora.
No apartemos los ojos de la meta,
porque el tiempo es AHORA.
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En la vida del escritor hay lagunas de silencio que se


atraviesan con esfuerzo para retomar el camino. Pueden ser
causadas por periodos de depresión, por agotamiento, o por
negarse a si mismo ante el entusiasmo de una nueva meta,
para volcar toda la fuerza vital de uno en una causa sagrada.
En ese caso, el lago de silencio se convierte en una gema en el
paisaje de la vida, porque es una pausa que surge como una
ofrenda a Dios.
En mi camino surgió un lago de silencio que media
treinta años de circunferencia y tenia bastante profundidad. Su
superficie era un espejo tranquilo, pero en el fondo se agitaba
la añoranza de un medio de expresión reprimido, amordazado.
Un día logre armonizar todas mis metas .Las así fuertemente,
como un manojo de espigas maduras, y el lago de silencio
quedo atrás, adornando el paisaje de mis recuerdos. En esos
treinta años, Colibrí, muchas veces te acurrucaste sobre mi
hombro con tristeza. Me traías pequeñas porciones de néctar
en tu pico, pero yo las guardaba en el corazón sin transferirlas
al papel.
Al alcanzar la otra orilla del lago, escribí algunos
poemas que circularon en copias sueltas, en manos de amigos
allegados. Para ellos, que amaban mis versos y los
diseminaban por extensas regiones escribí:

PAN SOBRE LAS AGUAS

Tras un largo mutismo llego aquel dulce invierno.


¡Había en mi tantas cosas luchando por surgir!
Recuerdos, impresiones, estados de la mente,
temas que ahogue en silencio y no quise escribir.
Sentí que algo oprimido se movía libremente;
mi voz paralizada recobro su expresión .
Muchas visiones vagas que había en mi pensamiento,
con contornos precisos entraron en acción.
Hoy escribo estas líneas para decirle gracias
a los que recogieron lo que he intentado dar,
y me lo devolvieron en consuelo y estimulo.
El pan que eche en las aguas hoy lo vuelvo a encontrar.
Mi corazón callado, introvertido,
viajaba en portafolios, se expresaba en reuniones,
Pan sobre las aguas 6

y surgieron amigos que no me conocían;


me envolvieron los ecos de otros corazones.
No es un merito propio todo el camino andado,
difundiendo en fragancias lo que tan hondo siento.
Muchos cortaron flores en mi huerto cercado
para esparcirlas lejos de mi terco aislamiento.
¡Cuánto les debo a todos los que el pan recogieron
para extenderme luego fundidas en su mano,
la acepción más profunda de la palabra amigo,
y la expresión más cálida de la palabra hermano!
Por favor, no me olviden y jamás interrumpan
este grato intercambio. Les doy mi dirección:
Vivo en una bahía clara, incontaminada,
delineada en la isla de la Meditación.
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CAPÍTULO 2

EL ÚLTIMO DIAGNÓSTICO

Ayúdame a aprontar el maletín con todo lo que puede


necesitar un profesional cuando va a visitar a un enfermo
grave. Necesito que me acompañes, colibrí, pues vamos a
hacerle un reconocimiento médico al viejo mundo, que ya esta
enfrentándose a sus últimos días. Debemos incluir el
estetoscopio y el tensiómetro Aun en estos casos cuando ya no
se puede solucionar nada, es necesario llevar y usar muchas
cosas, de otro modo da la impresión de que uno ya dio la
batalla por terminada y no está interesado en el paciente.
Incluiremos un buen colirio, para que la espesa contaminación
ambiental no nuble nuestros ojos ni nos impida ver la belleza
de lo que el futuro nos reserva.
Como suele suceder en tales ocasiones, los dolientes
rodean al enfermo y mentalmente están sacando cuentas
sobre la herencia. ¡Triste herencia de valores degradados que
no tendrán aplicación en la nueva era!

MUNDO DESAHUCIADO

¡OH pobre viejo mundo malogrado!


No existe un hospital donde internarlo:
no queda tratamiento que lo ayude,
ningún ungüento nuevo va a curarlo.
Su cráneo exhibe politraumatismo,
las guerras lo dejaron malherido.
Por el esfuerzo de elevar su imagen
tiene el riñón derecho desprendido.
Reboza su vesícula de cálculos,
porque anda tan mal la economía
en el pecho le han puesto un marcapaso,
su corazón ya casi no le latía.
Le han abierto la tráquea, no respira
solo un pulmón funciona fatigado.
A través de una cánula le llega
su mísera porción de aire viciado.
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Gritando al viento falsas alabanzas


para animar a los que lo apoyaron,
se esforzó hasta llegar a la afonía
y sus cuerdas vocales se gastaron.
La pierna de madera le molesta
y los dientes postizos están flojos.
Tiene un brazo de goma tieso y torpe.
es parcial su visión, le falta un ojo.
Su amargura de bilis derramada
le ha conferido un tinte amarillento.
Sigue eructando su pesada historia
mal digerida en un proceso lento.
Le aplican inyecciones de esperanza,
le hacen transfusiones de optimismo,
pero nada detiene el deterioro.
¡ Ya no puede vivir consigo mismo!
Un nuevo mundo sano está avanzando,
se preparan sus músculos de acero
para forjar un porvenir glorioso,
que surgirá después de la hora cero.

Cuando alguien está al borde de la muerte, es común


oír muchas oraciones junto a su lecho. Al viejo mundo también
lo acompañan con sombrías preces y emotivos ruegos de
recuperación. Un elevado dignatario de la cristiandad,
aclamado por su numerosa grey, está recorriendo la tierra,
besando el suelo de cada país, e impartiendo bendiciones a
este pobre enfermo irrecuperable que pasa en tinieblas sus
días finales. ¿Sabías que el momento más tenebroso de la
noche es justamente antes de romper el alba? La oscuridad se
hace total, y entonces entra gloriosamente el nuevo día. Eso
mismo está sucediendo en la escena mundial. Estamos
viviendo las horas sombrías de la historia, justamente antes de
despuntar el primer milenio del Reino de Dios.
“Amén” es una palabra hebrea que significa “verdad”,
“ciertamente”, ”así sea”. Fue adoptada por muchos idiomas y
es una firma que le ponemos a la oración cuando expresa
nuestros sentimientos. Sé que tu amen se unirá al mío para
sellar esta...
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PLEGARIA TARDÍA

El momento más denso de la noche,


la más sólida faz de las tinieblas,
el tono más dramático y sombrío
que la extensión de los espacios puebla,
es ese lapso de suspenso y calma,
es esa quieta y expectante hora
en que las sombras deben replegarse
porque está lista para entrar la aurora.

Hoy la noche del mundo está empujando


su negro cortinado en el vacío.
La escena va a cambiar, una luz nueva
la llenará con impelente brío.
Pero antes que amanezca el nuevo día,
antes que resuelva la obstinada porfía,
y el antiguo adversario se desplome vencido,
descendiendo al abismo por mil años dormido,
dirige, Dios, tus ojos paternales,
y escudriña las almas que vagan extraviadas
por todos los caminos terrenales
que llevan al abismo sin fondo de la nada.
Hundidos en el lodo del mundanal pantano,
buscan en el vacío quien les tienda una mano.
Ciegos y desvalidos, sin poder avanzar,
tal vez apenas gimen, sin ánimo de orar.

Hay muchos que deploran el haberte ofendido


y otros que se lamentan por el tiempo perdido.
Hay corazones buenos que están en un letargo,
no permitas que tengan un despertar amargo
ante umbrales muy fríos, ante puertas cerradas,
ante oportunidades siempre negadas.
¡Extiéndeles tu mano en esta oscura hora
para que se incorporen frente a la nueva aurora!
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El mundo agonizante todavía tiene algunas falsa


alegrías. Disfruta de las cosas que producen mucho ruido: las
diversiones estrepitosas, los bailes agitados, las aclamaciones
y los aplausos a los héroes del deporte y del entretenimiento.
Aguantaremos mejor su insana bulla pensando que...

DESPUÉS VENDRÁ EL SILENCIO

Pronto esta apaleada tierra,


este planeta triste y perturbado,
ha de abrigarse con un manto nuevo,
distinto a todo lo que hubiera usado.

Un manto de silencio
urdido en los telares celestiales
con hilos de sosiego,
con madejas de paz que se devanan
y corren suavemente entre los dedos.

Un silencio bendito, sin quejidos,


sin gritos de dolor ni maldiciones,
sin horror ni metralla,
sin coches patrulleros;
sin sirenas ni alarmas
ni veloces corridas de bomberos,
sin protestas obreras por un paga escasa,
sin lamentos de madres
reclamando algún hijo que nunca volvió a casa.
Un silencio cual música sublime
sin nada que su esencia contamine.
Sin labios que se muerdan para apagar un grito;
sin manos anudadas
porque conviene más que no se suelten.
Sin piernas refrenadas
porque de nada vale que corrieran.
Sin vientres por el hambre contraídos,
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sugiriendo apetencias no saciadas


en la inclemencia de un invierno frío.

Silencio de los campos cultivados


con semillas dormidas en su seno.
Mutismo de las bestias reclinadas
después de un día de trabajo intenso.
Silencio de los niños que descansan
aunque las puertas no se hayan cerrado,
y de padres que oran dando gracias
porque el nombre de Dios se ha vindicado.

El mundo también se burla con risa hueca de los que


tienen una esperanza diferente. Vamos a darle un motivo mas
para reír. Dejaremos que nos vea viviendo sobre el plano de
una casa antes de construirla. Podemos darla por hecha desde
ya, pues en el nuevo mundo, todos los arquitectos serán
amigos nuestros. La Biblia dice:”La fe es la expectativa segura
de las cosas que no se contemplan.”(Hebreos 11: 1).
Por eso, desde ahora podemos albergarnos en nuestra
casa del futuro, aunque solo tengamos un...

DIBUJO LINEAL

Señor arquitecto, le encargo mi casa.


dibuje en los planos ventanas muy amplias
que muestren la vida que se mueve afuera,
el cielo y las nubes, la gente que pasa.
Quiero una terraza
desde donde pueda mirar las estrellas,
y un sótano extenso, para guardar cosas
queridas por viejas.
Yo voy a ayudarle
a llenar las vigas de espeso cemento.
Que queden bien firmes
aunque el suelo tiemble, aunque brame el viento.
No ansío una casa
en la que me encierre mirando hacia adentro,
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ignorando el frío que sufren afuera


porque no lo siento.
Haga un balcón grande donde auscultar pueda
el latir del tiempo.
Que lleguen las ondas sonoras que viajan
con mensajes puros del espacio eterno.
No he deseado nunca
vivir en la casa que edifica el necio,
riendo sin tregua mientras otros lloran,
contando monedas mientras otros oran.

En el patio abierto voy a plantar parras


y un pino que atraiga las aves del cielo
a sus nobles ramas.
No se necesitan cajas empotradas
ni cofres secretos.
Lo mejor que tengo,
ya está a buen resguardo pues lo llevo dentro.
En cuanto a ese hueco que queda en el medio,
podría ser un vasto salón de reuniones
para largas charlas , para evocaciones.
Señale en el techo
el lugar de una lámpara blanca
que su luz inexhausta derrame,
duplicando los días que huyen
en espejos de nítida imagen.

Es en esa sala donde me propongo


tener un reencuentro
con todos los rostros que se han asomado,
tanto de los vivos como de los muertos,
en distintos marcos ,en distintas horas,
a mirar mi vida.
No solo los gratos y los amigables,
no solo los dulces y los comprensivos
También hubo otros, quizá por mi culpa,
que se separaron con un gesto esquivo.
¡Qué placer exquisito seria
recibirlos y verlos de nuevo,
sin ninguna raíz de amargura,
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limados y suaves, pulidos y tersos,


menguados en bríos,
igual que esas piedras
que va redondeando el vaivén del río!
Y que me dijeran:
-Tú también con el tiempo has cambiado;
tu amistad es un ánfora fresca
donde el labio descansa confiado
en busca del agua que anima y refresca.

Por eso le digo , señor arquitecto,


no dibuje una casa mezquina
en que se calcule todo lo que cabe;
reservada, austera,
que parezca un arca de antaño cerrada,
en que fuera inútil probar cualquier llave.
Que sea mucho mas
que un hogar de tantos que al pasar se olvidan.
Que a el vuelvan siempre los que aman la vida,
los que Dios bendice, porque siembran paz.

CAPITULO 3

¡NO ENVEJEZCAN A LOS NIÑOS!

Estuve hojeando un álbum en que guardo recortes de


periódicos que tienen que ver con hechos insólitos. Volví a
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detenerme en uno que me sacudió al leerlo, hace casi veinte


años. Pertenece al “Buenos Aires Herald” del 31 de enero de
1970, y se titula: “niño brasileño muere de vejez .”Informa
que Jomar Enrique Da Silva de una localidad de Brasil llamada
Victoria, empezó a envejecer y a arrugarse a la edad de cinco
meses, luego perdió el cabello y los dientes, y a los doce años
falleció de un ataque al corazón , como es común en la edad
avanzada. De esta extraña enfermedad que la ciencia llama
progeria, se conocían en 1970 solo doce casos en el mundo.
Mas tarde la prensa hablo de otro acontecimiento idéntico en
el norte argentino.
Deben haber aparecido algunos casos aisladamente en
el pasado, porque en su libro “Resurrección”, León Tolstoi
comenta que algo que nunca pudo olvidar de sus viajes a
través de Rusia, fue el ver a un niño completamente
envejecido en los brazos de su madre.
Últimamente, los niños están envejeciendo de golpe a
causa de la insensatez de los gobernantes, que han llegado a
extremos incalificables al interpretar el viejo refrán que dice
“el fin justifica los medios”.Ahora hasta los niños son usados
en la guerra, poniéndolos en las primeras filas, a fin de que los
soldados mayores y bien entrenados no mueran en los
ataques iniciales. Así sucedió en Viet-nam y ahora sucede en
la absurda guerra civil religiosa del Líbano y en la lucha de
países árabes. Estos adolescentes han saltado desde las
fantasías de la tierna infancia, al dolor del desengaño, a la
amargura de no saber que creer y que esperar. La iniquidad
los esclaviza cada vez mas temprano. Últimamente los jefes
guerreros del Medio Oriente han encontrado utilidad para los
mas pequeños también. Brigadas infantiles entre las edades
de cuatro y doce años, han prestado servicios como
barreminas. Se les mandaba a los campos minados con una
camiseta que llevaba impresa en la espalda la palabra
“Mártir”. Al enviarlos en su misión suicida, les colgaban del
cuello una llave de material plástico, asegurándoles que era la
llave del paraíso, garantizándoles la entrada inmediata a tal
lugar ideal, cuando una mina estallara a su paso. Así se les
preparaba para sacrificar una vida que no habían tenido
tiempo de gozar, con el fin de librar de peligros a los soldados
que transitarían por allí.
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Antes, los mayores se jugaban la vida para proteger a


los niños. El honor dictaba que las mujeres y los niños
ocuparan los botes salvavidas primero y los hombres, si era
inevitable, se hundieran con el barco.
Estamos en un mundo de niños avejentados a la fuerzas
una epidemia de progeria implantada. Tales procesos
invertidos obligan a la vejez a presentarse antes que la niñez
haya tenido tiempo para disfrutar las galas de la inocencia. La
vida seria mas llevadera sin el conocimiento de estos hechos,
como dice Eclesiastés 1:18 “...el que aumenta el conocimiento
aumenta el dolor”.Pero, necesitamos saber que pasa a nuestro
alrededor para entender los juicios de Dios hacia la
humanidad.
En el pueblo de Jehová, protegemos a los niños con la
esperanza verdadera. Amortiguamos el impacto de la realidad
triste que nos rodea, llenando la mente de ellos con cuadros
hermosos y enseñanzas fortalecedoras. Nuestros niños
entienden que la llave del Nuevo Paraíso no es un objeto
barato de material plástico que se derrite ante el fuego. Es
inalterable y resiste cualquier prueba como el oro; como la
verdad misma que nos aconseja conseguir, retener y valorar
como el oro.(Revelación 3:18)Jehová es quien tiene esa llave ,
y la usara de acuerdo a su justicia.
Ayúdame Colibrí, y dejaremos flotando sobre las aguas
este pan que hemos amasado para los niños. Algún día una
breve boquita recitara estos versos, o alguna niña nos dirá que
soñó con las andanzas de Calalily.
El hombre es la única criatura carnal que ríe y se
ruboriza. Estas son expresiones exclusivas de los humanos que
representan sentimientos que los animales no experimentan.
La hiena produce un sonido escalofriante, muy parecido a una
carcajada, pero no es una expresión de gozo, sino un grito de
guerra, una amenaza.
Dios nos hizo a su imagen y semejanza. El es un Dios
feliz, como lo expresa 1Timoteo1:11.Hay ocasiones en que
Dios tan bien ríe, como señala Salmo 2:4.
Amiguito: no pienses que tu, por ser pequeño no puedes
hacer nada por nosotros, los mayores. Tu sola presencia en el
pueblo de Dios es una inspiración. Estas despertando en
nosotros sentimientos de ternura que no deben entorpecerse.
Pan sobre las aguas 16

Además, hay algo valioso que puedes darnos y que nos


enriquecerá:

REGÁLANOS TU RISA

El rubor y la risa son dones exclusivos


con que Dios dotó al hombre, y no existe animal
que exprese así su gozo, sus estados mentales,
o que pueda imitarlos con un efecto igual.

Los que en verdad te quieren anhelan tu sonrisa,


los que te dieron vida quieren verte gozar,
elevando a los cielos tu gratitud sincera,
expresando emociones que no debes ahogar.

Tu conciencia ahora es clara como la luz del día,


no profiere gemidos ni encubre cicatriz.
Permite que Dios guíe tus pasos y tus sueños.
El sonreirá contigo porque es un Dios feliz.

La gente que no ama al creador de todo,


con falsas alegrías disfraza su temor.
Deja que el mundo ensaye la risa de la hiena;
Jehová ha de reír último, para reír mejor.

Nos gustaría que no solo disfrutaras jugando, sino


también aprendiendo. Investigar nuevas cosas es deleitable, a
la vez que provechoso. Nuestro idioma posee una gran riqueza
de expresión. Las matemáticas tienen una fascinación
particular. Así sucede con todas las demás materias que te
presentan en la escuela, si las enfocas correctamente. Para
ayudarte a ver lo divertido que resulta aprender, te invitamos
a gozar de dos grandes acontecimientos, un banquete y un
baile.
Pan sobre las aguas 17

EL BANQUETE DE MARIA GRAMÁTICA

Doña Maria Gramática, muy intrigada, abrió la carta


que acababa de recibir. El membrete del Ministerio de Cultura
de la Nación indicaba algo más serio que las consultas de
estudiantes que periódicamente llegaban a sus manos. ¡Qué
privilegio! Se le pedía que recibiera a una delegación de
estudiantes extranjeros que pasaría algún tiempo en el país y
deseaba familiarizarse con el idioma español.
Pensando en la mejor manera de enfrentar esa grata
responsabilidad decidió preparar un banquete, invitar a los
estudiantes viajeros, y presentarles a los nueve componentes
de la oración que forman nuestro idioma.
Redacto con impecable lenguaje las invitaciones, como
era digno de ella, con el día , la hora, y una suplica muy gentil
para que no rehusaran el honor de su presencia a tan
agradable ocasión.
El Nombre fue el primero en llegar y la señora
Gramática lo invito a ocupar el lugar principal en la cabecera
de la mesa. Minutos después llego el Verbo, y después de
saludar, dijo un poco desilusionado:-Tuve que apresurar el
paso, casi corriendo y atropellando para llegar a tiempo,
porque el transito se suele aglomerar, retrasar y congestionar
a esta hora. Presumí, deduje, o creí entender, que yo debía
presidir , dirigir o superentender este banquete. Por favor,
señora Gramática, no lo tome como una queja. Es tan solo una
expresión de sorpresa. Tal vez le he dado demasiada
importancia a mi privilegio de marcar la acción y determinar el
tiempo en que esa acción sucede, sucedió o sucederá.
Maria Gramática razono con el amablemente:- ¿A que le
darías acción y tiempo si no pudieras nombrarlo? Todos los
seres existentes le dan mucha importancia a su nombre. Es lo
que mas nos interesa de ellos al conocerlos. Los objetos
inanimados también necesitan ser identificados por su
nombre. Por eso, el sitial de honor en el idioma le corresponde
al Nombre.
En ese momento entraron en la sala la Conjunción, el
Adjetivo y el Adverbio. Casi enseguida entro una muchacha
vivaz y desenvuelta en sus modales, atractivamente ataviada
Pan sobre las aguas 18

con un vestido estampado en colores muy llamativos. Era


Interjección que venía junto con el Adjetivo, conversando
animadamente. Eran buenos amigos entre si y siempre se
habían entendido muy bien. Maria Gramática les señalo sus
lugares en la mesa.
Por último entro el Pronombre, vestido con mucha
dignidad, y con él, el más pequeño de los invitados, el Artículo
y una señora muy discreta, la Preposición. La dueña de casa
había tomado la precaución de colocar dos almohadones sobre
la silla del Artículo para estar segura de que alcanzaría la
altura de la mesa.
Los nueve dialogaron animadamente por un rato. De
pronto, Maria Gramática se acerco a la ventana, al oír que se
detenían vehículos frente a la casa. Efectivamente, los
invitados habían llegado en tres autos y estaban por llamar a
la puerta.
Después de un intercambio de saludos, María
Gramática los invito a sentarse rodeando la larga mesa
enmantelada y adornada con un llamativo arreglo floral en el
medio, luego tomo la palabra:
-Antes de la comida deseo presentarles a mis
inseparables colaboradores. El honor de ocupar la cabecera de
la mesa se lo he concedido al Nombre, también llamado
Sustantivo. Sin el ninguno de los demás componentes de
nuestro idioma podrían actuar o desenvolverse, como tampoco
podría hacerlo ninguna persona en el mundo de los vivientes
que no tuviera un nombre que los identificara. El Dios
Todopoderoso no se dejo a si mismo sin un nombre. Eligio una
forma del verbo ser en hebreo, de modo que su nombre
exclusivo, insustituible, es Jehová, que significa “el causa ser”;
en otras palabras, la primera causa de todo lo que existe.
El Nombre, que se había puesto de pie para saludar a
los extranjeros, volvió a tomar asiento, y Maria Gramática le
hizo señas al Pronombre para que se levantara. Le pidió que se
presentara el mismo y explicara sus funciones.
-Yo tengo el privilegio de ocupar el lugar de su
excelencia el Nombre, para que él no se fatigue por demás al
aparecer en público tantas veces.-
La dueña de casa dirigió ahora su atención al verbo,
que estaba a la izquierda del Nombre en la mesa :
Pan sobre las aguas 19

-Es un honor para mí presentarles al Verbo, que en


todos sus tiempos y modos representa la vida, la acción ,el
movimiento y el progreso de todo. De aquellos que usan con
gracia y fluidez los medios de expresión, se dice que tienen un
verbo ágil, mientras que de los poetas se ha dicho que poseen
un verbo iluminado. El Hijo de Dios, en su existencia celestial
primitiva, fue llamado el Verbo, porque era la palabra de Dios
en acción, al poner por obra sus decretos.
Después del Verbo fue presentado el Adjetivo, que tiene
la importante misión de acompañar al Nombre y calificarlo,
señalando características y rasgos. Su pequeño discurso fue
apreciado por todos.
-En esta grata y memorable tarde, en esta casa amplia
y hospitalaria, viendo a través de las pulcras ventanas ese
jardín lleno de coloridas y perfumadas flores, disfrutando del
compañerismo de ustedes, cálido y reconfortante, les aseguro
que el recuerdo de esta singular ocasión será imborrable.
Del Artículo, tan pequeño que casi no atrae atención, se
dijo que tiene el privilegio de preceder al Nombre y anunciar
su presencia, creando expectativa por su aparición.
Del señor Adverbio se dijo que es un excelente
acompañante del Verbo y el Adjetivo para atemperarlos en sus
acciones, calmar sus impulsos, o avivar sus sentimientos si
reaccionan con indiferencia. Es la fuente de consulta siempre
bien dispuesta a responder dónde , cuándo, cómo y cuánto;
señalando el sí y el no, o esfumando las expectativas con un
quizás. Se le invitó a identificarse ante los visitantes, y lució
sus habilidades en una breve disertación :
-Aquí y allá, ayer, hoy o mañana, mejor o peor,
rápidamente o lentamente, dondequiera que sea, me verán
cumpliendo mi misión de señalar el tiempo, el lugar, el modo,
la cantidad, la duda, la afirmación y la negación. Ciertamente y
efectivamente, trato de hacer honor a mi misión, y nunca
jamás quisiera traicionarla.
La Preposición, sobriamente ataviada, fue invitada a
hablar a continuación. Con su habitual modestia dijo:
-Siempre me he sentido pequeña, insignificante frente a
mis compañeros. Mi misión es solamente relacionar las ideas
que los otros expresan. Mis apariciones junto a los demás son
breves, simplemente para señalar posiciones con una palabrita
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como por, para, contra, o ante. No importa si paso inadvertida


para la mayoría. Me satisface saber que a pesar de mi
pequeñez hago falta y contribuyo a la claridad de las frases.
Después de ella habló otra respetable dama, la
Conjunción, conocida por sus fervorosos esfuerzos a favor de
la unidad entre los que componen la oración. Ella se expresó
así en presentación:
-Mientras la señora Preposición hablaba, yo pensaba,
aunque no dejaba de prestar atención, que mi misión es
parecida a la de ella, puesto que ambas causamos enlaces y
relaciones. Yo intervengo discretamente con para, contra,
ante, sobre, hacia o hasta, con o sin, uniendo declaraciones
que de otro modo parecerían ajenas entre sí. Soy feliz al
conservarme en mi lugar, y poniéndome a la disposición de
los demás.
Después de tales presentaciones, María Gramática
anunció que iba a servir la cena.
La Interjección se puso de pie de un salto. Estaba
preciosa con su vestido estampado en colores brillantes. Una
mal disimulada indignación encendía sus mejillas, haciendo
resaltar más su belleza.
-¡Caspita! Se ve que tenemos huéspedes muy
importantes en este banquete.¡Ole! Tanto es así, que a mí me
han ignorado por completo, ¿eh? Si estoy de más me voy, pero
me van a echar de menos. (¡Ojalá!) Y si da lo mismo que exista
o no, ¡pardiez!, recuerden que en ausencia mía no van a tener
derecho a decir ni ¡ay!, si alguien les pisa un callo.
La señora Gramática se disculpó abochornada:-¡No, por
favor, no te vayas! Fue un olvido imperdonable, chica. Siempre
estás presente entre nosotros, porque no podemos
alegrarnos., ni asombrarnos, ni desahogar una pena sin
recurrir a ti. Me alegro de que seas tan impulsiva para
defender tu lugar, de otro modo te hubieras ido con esa mala
impresión y no hubiéramos podido reparar este error. Por favor
señores, permítame presentarles a la expresiva señorita
Interjección, insustituible colaboradora de todos, que honra
nuestra pequeña fiesta con su presencia.
La cena fue un despliegue de deleitables platos y todos
disfrutaron mucho. En la conversación de sobremesa, uno de
los estudiantes extranjeros le preguntó a la señora Gramática
Pan sobre las aguas 21

que pensaba de las expresiones populares que se introducen


en el diccionario pretendiendo que se les ponga a la altura del
verdadero castellano.
Doña María comentó :-Tuve algunos altercados con la
Real Academia Española, ante su resistencia a aceptar nuevas
palabras y expresiones que la gente va adoptando, según sus
necesidades y preferencias. Un distinguido profesor comentó
que es una injusticia que gran parte del idioma castizo no se
conozca ni se use, y en cambio se pretenda seguir
introduciendo palabras nuevas. Arguyó que el diccionario ya
está bastante gordo y bien nutrido y no es necesario seguir
alimentándolo hasta producirle hipertensión. Pero la gente
hace el diccionario , y al final consiguen que sus expresiones
predilectas se adopten legalmente. Yo mantengo una actitud
tolerante, reconozco que cada lado tiene su parte de razón, y
trato de equilibrar los extremos.
El grupo visitante se despidió cerca de medianoche
agradeciendo la hermosa velada y los manjares compartidos.
Todos estaban de acuerdo en que es provechoso y divertido
ensanchar el saber.

EL BAILE DE LOS GUARISMOS

Los maestros prepararon


Al fin de año escolar,
un baile de despedida
con un cariz singular.
Cada número daría
un discurso de memoria,
destacando sin alardes
lo mejor que había en su historia.

Cuando comenzó el programa,


preparado con esmero,
después de un rato de música
fue invitado a hablar el Cero.
Pan sobre las aguas 22

-Sé muy bien que no soy nada


si a la izquierda me desplazo,
más si estoy a la derecha,
mis ilustres compañeros
quieren tomarme del brazo.
Los romanos me ignoraron
en sus cifras elegantes,
pero gracias a los árabes
fui introducido en Europa
codeándome con mercantes.

El Uno, muy bien plantado,


Se expresó con sobriedad:
-Represento la excelencia,
lo entero y sin retaceos,
lo primero en calidad.
No me desmiente ninguno,
Porque no ando con rodeos.
“Y el Padre somos uno”
dijo Jesús señalando
esa sagrada unidad.

El Dos dijo sin ambages:


-Represento a la pareja
que cimienta la familia,
y a los que se unen fieles
en un proyecto oportuno.

Por eso la Biblia dice:


“Mejores son dos que uno...”
Desde tiempos muy remotos
lo que ante la ley se afirma
se certifica conmigo.
En pleitos, bodas, negocios,
se requieren dos testigos.

El Tres destacó su fuerza:


-Represento intensidad;
subrayo enfáticamente
Pan sobre las aguas 23

poder y pluralidad.
Eclesiastés nos recuerda
en su lenguaje docente,
que cuando es triple la cuerda,
no se rompe fácilmente.

Dijo el Cuatro al presentarse,


muy dueño de sus cabales:
-En mí ven armonizarse
equilibrio y simetría,
conceptos universales
Cuatro son los grandes vientos
y los puntos cardinales.
Cuatro son los atributos
sobresalientes de Dios,
poder y sabiduría
la justicia y el amor.

Lo siguió su compañero:
-Me han denominado Cinco
y ando siempre con sombrero.
Trabajo con gran ahínco
por ser la mitad de diez.
Honran mi cifra los dedos
de las manos y los pies.
“Ya no nos queda ni un cinco,”
dicen los que están en crisis,
Me asocian con los famosos
jinetes de Apocalipsis.

El Seis dijo honestamente:


-Represento lo incompleto
al estudiar profecías.
No compito con el siete
que inspira tanto respeto,
pero hago lo que puedo.
Las grandes extremidades
de Goliat, tenían seis dedos,
y la Biblia me triplica
para señalar la bestia
Pan sobre las aguas 24

feroz de Revelación.
En cierto modo me apena,
Pero ,sin falsa modestia,
soy popular en el mundo,
por ser la media docena.

El Siete habló con acierto:


De antaño viene mi fama;
aparezco enumerando
los días de la semana.
Me aluden las profecías,
los temas espirituales,
la gama del arco iris
y las notas musicales.
Soy la medida simbólica
cuando hay mucho que afirmar.
Por setenta veces siete
hay que saber perdonar.

El ocho lucía elegante


con su cintura ajustada.
El nueve habló parcamente,
tenía la cabeza hinchada.
El Diez, todo un caballero,
vestía su mejor ropa.
-Represento lo completo
en el plano terrenal.
Sabe todo el que me invoca
que soy el eje y el alma
del sistema decimal.
Diez plagas soportó Egipto,
Moisés dio diez mandamientos.
Se simbolizan con diez
las pruebas y el sufrimiento.

(Revelación 2:10)

Por último subió el Doce


y ocupó la plataforma.
Pan sobre las aguas 25

-Manifiesto lo completo
de acuerdo a divinas normas.
Doce meses tiene el año.
Para surtir la alacena,
hay muchas cosas deseables
que se compran por docena.
Jacob, el patriarca fiel,
tuvo doce hijos varones
de los cuales descendieron
doce tribus de Israel,
Jesús tuvo doce apóstoles
cual cimientos secundarios,
en los que afirma sus muros
la Nueva Jerusalén,
que, aparte de Dios y Cristo,
para brindarnos sostén,
tiene un personal sagrado.
¡Doce veces doce mil,
me siento privilegiado!

La fiesta fue un gran suceso


que cerró con digno broche.
Se repite año por año
y dura hasta medianoche.

Allí las cifras se enlazan


formando miles y cientos;
bailan en sumas y restas,
disminuciones y aumentos.
Aunque tengan muchos planes
de deportes y turismo,
mejor que nadie se pierda
el baile de los guarismos.

EL VIEJO PROBLEMA

Hermano Gómez, disculpe,


Pan sobre las aguas 26

yo tengo un problema urgente


y necesito la ayuda
de algún superintendente.
¿Qué le digo a la maestra?
Me tiene un poco mareado
con un asunto difícil
que a la clase le ha planteado.
Según ella, la gallina
tuvo que salir de un huevo,
y el huevo a su vez no pudo sin la gallina existir...
¿Cuál apareció primero?
¡Difícil de discernir!

-La cosa es clara, Carlitos,


si el principio te imaginas
y lo analizas de nuevo.
Pues , Dios creó a la gallina,
ésta después puso un huevo,
que, empezando la cadena,
fue gallo o gallina luego,
ya que el hombre no existía
para incluirlo en su cena.
Así el asunto planteado
y por siglos arengado,
nunca ha valido la pena.
Esta cuestión debatida
para entretener ateos,
no debes tomarla en serio.
Dios estaba allí primero,
eso resuelve el misterio.

CALALILY Y POLICARPO

Ramiro y Blanca Durand vivían en una hermosa llanura


llamada Campoluz, en una pequeña casa de campo rodeada
de árboles frutales. Ramiro tenía que caminar un largo trecho
hasta la ruta donde estaba la fábrica de cerámicas en que
trabajaba, pero era un placer hacerlo.
Pan sobre las aguas 27

El dueño de la fábrica, un inglés llamado Teddy Gilbert,


hacía muchos años que vivía en América del Sur y no tenía
intenciones de volver a su país. Visitaba frecuentemente la
casa de Ramiro con su esposa, una criolla corpulenta y
bonachona. Su piel morena y su cabello negro y lacio, la
hacían muy diferente de las mujeres inglesas ,que por lo
general son rubias y de ojos claros.
Los Durand los invitaban a almorzar cada tanto y
disfrutaban de su animadora compañía. Un hermoso domingo
de primavera, al llegar los Gilbert se detuvieron delante del
cantero largo de calas que Blanca había plantado al costado
de la casa, el cual estaba en plena floración. Blanca comentó
que esa era su flor predilecta. Mister Gilbert preguntó el
nombre de la flor en español y Blanca preguntó el nombre en
inglés.
-“Cala-lily” –dijo Mister Gilbert-.Se podría traducir “lirio-
cala”,ya que se les llama “lily” en inglés a las flores de la
familia de los lirios.
El nombre sonaba muy grato al oído de Blanca, digno
de la flor que le agradaba tanto.
Ramiro y Blanca eran felices y vivían sin
preocupaciones, pues el sueldo de él era suficiente para sus
gastos. Amaban su casita de campo y su bien cuidado huerto.
Un año después, llegó lo que les faltaba para completar el
gozo. Blanca dio a luz una niña rubia, de piel rosada, que
prometía ser el tesoro de la casa. Recordando el nombre inglés
de su flor predilecta, quiso llamarla Calalily.
Cuando la niña recién empezaba a caminar, Ramiro
volvió un día a su casa con una sorpresa. Un vecino le había
ofrecido un pollino casi recién nacido y él lo había comprado
pensando en el gozo de Calalily cuando la pasearan sobre él.
Ensancharon un poco el galponcito de las herramientas, y allí
el asno tuvo su vivienda. Necesitaba un nombre, y Blanca,
recordando una historia que había leído en su niñez, lo llamó
Policarpo.
Calalily y Policarpo llegaron a ser grandes amigos que
se querían entrañablemente. El asno, como el caballo, conoce
a quién lo trata bien y paga con fidelidad la bondad que le
muestran los humanos.
Pan sobre las aguas 28

Innumerables veces, bajo la mirada vigilante de sus


padres, Calalily dio vueltas alrededor del huerto, y por los
caminos cercanos, disfrutando del trotecito lerdo de Policarpo.
Un día, sucedió algo muy hermoso que dio más sentido
a la vida de aquella familia. Un joven respetuoso y de buena
presencia, llegó en bicicleta a la puerta de la casita, un
domingo por la mañana, y habló largamente con Ramiro y
Blanca. Llevaba la Biblia y libros que ayudaban a entenderla.
Empezó a volver, semana tras semana, para conducir un
estudio bíblico con ellos. Siempre se detenía a explicarle
algunos puntos del estudio a Calalily, y esto la hacía sentir
muy bien, porque una persona mayor estaba demostrando
interés en que ella entendiera bien las cosas.
Un poco más adelante , su propio padre comenzó a
enseñarle con el libro “Historias Bíblicas”. Concurrían
regularmente a las reuniones y no tardaron mucho en
participar en la predicación con Ricardo, el precursor que les
había llevado la verdad, y los otros hermanos de su
congregación rural. Dos veces concurrieron a una asamblea de
circuito en ciudades cercanas. Los vecinos se encargaban de
alimentar a las gallinas, a Fidel, el perro, y a Policarpo, el
asno, cuando ellos se ausentaban por unos días. Ahora se
acercaba un acontecimiento mayor: la asamblea de distrito en
la capital. Ramiro y Blanca le preguntaron a Ricardo si
consideraba que estaban preparados para el bautismo. Las
sesiones de estudio se intensificaron y el precursor les dedicó
más tiempo que el de costumbre, porque antes de la asamblea
quería pasar una semana de vacaciones con sus padres, y
hacer con ellos el resto del camino.
Calalily escuchaba con profundo interés las
explicaciones de Ricardo en cuanto a la importancia del paso
que iban a dar sus padres. Buscaba en su propia Biblia al
mismo tiempo que ellos, los textos que citaba el precursor. Le
impresionó mucho Hechos 2: 38 y la enfática explicación de
Ricardo, mostrando que , al fin de su discurso en el
Pentecostés, Pedro había hablado del bautismo como
indispensable para la salvación. De acuerdo con Amós 3:
3,estaba claro que había que hacer una cita con Jehová para
encontrarse con Él en un punto, y seguir andando con Él toda
Pan sobre las aguas 29

la vida . El bautismo es ese momento feliz, el punto de


encuentro, el comienzo de algo maravilloso y duradero.
Calalily tenía seis años y ya leía bastante. Preguntó si
ella también se podía bautizar. No entendía por qué
intercambiaron miradas y sonrisas. Le explicaron
simplemente:-El bautismo es algo muy serio. No es para niños
que recién empiezan a ir a la escuela.
Ricardo se fue de vacaciones. Ramiro y Blanca iban al
pequeño Salón del Reino en casa de la hermana Domínguez
una hora antes de la conferencia bíblica, para participar en un
examen de doctrina que los capacitaría para el bautismo.
Calalily mientras tanto jugaba en la vereda con los niños de
otros futuros hermanos que también participaban en el estudio
de preparación para el bautismo. A ellos les preguntaba:
-¿Vas a bautizarte junto con tus padres?
-Me han dicho que tengo que esperar hasta que sea
más grande. Era la contestación de todos.
-Pero, -insistía Calalily-, Ricardo el precursor, nos
mostró en la Biblia que si uno no está bautizado no se salvará,
y yo quiero salvarme con papá y mamá.
Evidentemente, aquella idea se estaba convirtiendo en
una obsesión para la niña rubia. Nadie le daba una respuesta
satisfactoria, porque no percibían que el temor de no entrar al
Nuevo Mundo con sus padres era un buril que horadaba su
pequeño corazón.
Ahora, Policarpo ya tenía cuatro años y se había hecho
tan confiable y bien dispuesto, que muchas veces sus padres
le permitían dar la vuelta a la gran manzana rodeada de
pequeñas fincas cultivadas, ella sola, montando a Policarpo,
seguidos por Fidel, el perro, que los cuidaba celosamente.
Dos días antes de la asamblea, Calalily concibió un plan
muy audaz para satisfacer la urgente necesidad de una
respuesta a su pregunta. Sus padres planeaban salir muy
temprano a una ciudad cercana para un chequeo médico y la
iban a dejar durmiendo en casa. La hermana Domínguez, que
vivía cerca, vendría un poco más tarde para despertarla y
darle el desayuno.
Calalily había dejado las cortinas de la ventana
descorridas para que la luz del sol la despertara. Poco después
que sus padres habían salido, se vistió apresuradamente,
Pan sobre las aguas 30

comió un pedazo de pan casero y una banana, y se dirigió al


galpón para despertar a Policarpo. Fidel inmediatamente
estuvo al tanto de que algo anormal acontecía, y en cuanto
Calalily montó a Policarpo, él se dispuso a seguirlos de cerca
como otras veces.
La mañana era bella y plácida. Los vecinos dormían o
estaban ocupados dentro de sus casas. Las pequeñas fincas y
las casitas iban quedando atrás. Las sierras cubiertas de
vegetación, cruzadas por arroyuelos cantarines, llenas de
menta y otras hierbas aromáticas, con sus faldas cubiertas de
flores silvestres, estaban cada vez más cerca.
Calalily recordaba muy bien el camino que llevaba a la
casa de los hermanos Graciani, después de pasar una pequeña
bodega. Había estado allí con sus padres en varias ocasiones.
El esposo era un siervo ministerial en una congregación
lindera. Sin duda el iba a contestarle su pregunta.¡Qué difícil
de entender era la gente grande! ¿por qué les hacía gracia que
ella estuviera tan preocupada por salvarse? ¿Qué sucedería si
el fin viniera pronto y ella aún no se hubiera bautizado porque
todos pensaban que era demasiado pequeña? ¿por qué nadie
tomaba en serio sus preguntas?
Eran ya como las once de la mañana cuando divisó la
casita de los Graciani. La hermana Graciani estaba tendiendo
la ropa recién lavada cuando la reconoció. No podía creer en lo
que veía. ¡Calalily venía sola, con su asno y su perro! La niña
tenía hambre, Policarpo parecía muy cansado, y Fidel tenía la
lengua afuera y estaba dando vueltas buscando agua para
beber.
Gladys Graciani atendió a las necesidades de los tres.
Recordando “El Cantar de los Cantares” le dio a la niña una
manzana y pasas de uva, tal como pedía la sulamita para
recobrarse del agotamiento,, y le hizo un té de rosa mosqueta
porque es fortalecedor. Mientras tanto, Policarpo y Fidel se
hicieron una linda siestita después de comer su ración.
Con gran desilusión, Calalily escuchó que el hermano
Graciani ya había salido para la asamblea porque tenía a su
cargo la decoración de la plataforma. Gladys tuvo temor de
dar una respuesta a la inquietante pregunta que confundiera
más a la niña. Trató de convencerla para que volviera a su
casa antes de la caída del sol, pero a Calalily no le gustaba la
Pan sobre las aguas 31

idea. ¡Evidentemente Gladys tampoco consideraba que su


salvación era importante!
-¿No vive algún otro hermano cerca?-preguntó.
-Sí, en aquella casita de techo rojo de tejas, en la ladera
de aquella sierra, del otro lado del río, vive un superintendente
de la congregación Serranía, el hermano Perdomo. En este
tiempo el río esta casi seco. No sería peligroso cruzarlo, pero
me preocupa que tus padres se angustiaran al volver a casa y
no encontrarte, Calalily.
-Yo tengo necesidad de hablar con un anciano, después
volveré a casa-contestó la pequeña.
Mientras tanto, la hermana Domínguez no sabía qué
pensar cuando fue a despertar a Calalily y no la encontró.
Abrió el galpón, y al no hallar tampoco a Policarpo ni a Fidel,
sacó en conclusión que los tres andarían juntos de paseo. Eso
la tranquilizó, porque Ramiro y Blanca le habían dicho que, si
Calalily quería dar una vuelta por el vecindario con su asno y
su perro, podía dejarla ir sin temor. Pensó que la niña, ansiosa
por el paseo, no había esperado a que ella viniera para darle el
desayuno. Cerca de las once de la mañana volvió a la casa de
los Durand, y al comprobar que la niñita no estaba en casa,
empezó a preocuparse seriamente. Interrogó a los vecinos y
nadie sabía nada. Varios se pusieron en campaña para
encontrarla. Un jovencito que había ido al bosque muy
temprano a juntar leña, dijo que los había visto dirigiéndose a
las sierras. Mister Gilbert dio vueltas por los alrededores con su
auto buscándolos, pero volvió sin ellos.
A la media tarde, cuando Ramiro y Blanca regresaron,
encontraron a todo el vecindario agitado y ansioso. Ramiro se
dirigió a la seccional de policía de Campoluz pidiendo ayuda.
La noche estaba cerca y no había noticias ni rastros de los tres
fugitivos.
Calalily dirigió al paciente Policarpo a la casita del
hermano Perdomo. Cruzaron el cauce bajo del río y Fidel
aprovechó a bañarse y a nadar un poco. El asno se portó como
un veterano afirmando sus afiladas pezuñas sobre las piedras
al ascender por la falda de la sierra hasta la casita. Calalily no
sabía que del otro lado de la casa había una senda amplia por
dónde el camión de Perdomo iba y volvía desde la vivienda
hasta la ruta. Sin querer habían tomado el camino más difícil.
Pan sobre las aguas 32

Alfredo Perdomo tenía el camión casi pronto para salir


para la asamblea pues estaba a cargo del acarreo. Su esposa
Carmen lo llamó, porque había visto desde la ventana de la
cocina que se acercaban los extraños visitantes. Calalily
contestó a las asombradas preguntas de ellos, y luego explicó
el motivo de su peregrinación.
-¿Vienes de Campoluz? ¡Entonces has estado en viaje
casi todo el día!-comentó Alfredo Perdomo- ¿Cómo supiste que
en esta casa viven Testigos de Jehová?
La niña explicó que habían comido y descansado en la
casa de los Graciani y Gladys le había indicado dónde vivían
ellos del otro lado del río, porque ella tenía una pregunta muy
importante que hacer y nadie se la había contestado todavía.
-Muy bien,-dijo Alfredo Perdomo- Yo tengo que hacer
un llamado urgente por teléfono. Iré con la moto hasta la sala
de primeros auxilios, donde hay teléfono público, y volveré
muy pronto. Quédate un ratito con mi esposa. A la vuelta
escucharé tu pregunta.
Calalily hizo un gesto de disgusto. Esa era otra prueba
de que la gente no tomaba en serio las preguntas de los niños.
Carmen premió su paciente espera con un trozo de torta de
chocolate, de modo que, al fin de cuentas, no le pareció tan
malo esperar un poquito más.
Alfredo Perdomo se comunicó con uno de los siervos
ministeriales de Campoluz para informarle que la hijita de los
Durand estaba en su casa con su asno y su perro. Le pidió que
tranquilizara a los padres, y les asegurara que la recibirían
sana y salva en la asamblea, al día siguiente. Ahora sí, de
vuelta en su hogar, se puso a disposición de Calalily para
contestar sus preguntas. La pequeña interlocutora casi no
podía creer que una persona mayor le prestara atención y la
escuchara con seriedad. Cuando terminó de exponer lo que
tanto le había inquietado, Alfredo Perdomo buscó un ejemplar
de la Biblia y volvió a sentarse frente a ella.
-Aprecio mucho tu sinceridad, Calalily,. Tu deseo de
asegurar tu salvación y entrar en el Nuevo Mundo junto con
tus padres, te impulsó a hacer un largo camino entre las
quintas, cruzar un río y ascender sierras, buscando a alguien
que te tranquilizara con una repuesta bíblica. A causa de tu
corta edad, el bautismo no es apropiado. Tienes que crecer,
Pan sobre las aguas 33

aprender mucho y demostrar que entiendes lo que significa


seguir a Cristo; entonces te bautizarás, como lo harán tus
padres mañana en la asamblea grande.
-Pero, precisamente por ser pequeña, tienes otro
privilegio muy valioso. La Biblia enseña que Jehová conducirá
con gran cuidado a los hijos de sus siervos dedicados, y aún
los llevará en sus brazos en tiempos difíciles, como el pastor
lleva en brazos a los corderitos de sus ovejas si cree que
corren peligro. Eso quiere decir que la posición de tus padres
como siervos de Dios, alcanza para salvar a los tres. Tal
beneficio se llama en las Escrituras “mérito de familia”.
Pausadamente, Alfredo leyó Isaías 40: 11;
“Como pastor pastoreará su propio hato. Con su brazo juntará
los corderos; y en su seno los llevará”.
La seguridad de estar incluida en la clase de los
corderitos que Dios cuida con interés espacial, le dio calma
interior y regocijo a Calalily. Aceptó con gusto la cena y
Carmen le preparó una mullida camita en el sillón del living.
Debían acostarse temprano, pues al día siguiente, antes del
amanecer, saldrían para la asamblea.
Cuando sonó el despertador a las cuatro de la mañana,
Alfredo y Carmen llenaron dos termos de café caliente y
aprontaron todo para salir. Con dos anchos tablones
improvisaron una rampa para hacer ascender a Policarpo al
camión. Fidel como siempre, fue tras él. Ambos miraban
extrañados, esperando ver a la inseparable amiguita de todas
las horas. Mientras se calentaba el motor, Carmen la despertó,
la envolvió en una frazada y le aseguró que podía seguir
durmiendo en sus brazos, pues aún era de noche.
A las cinco en punto estaban listos para salir tal como
habían planeado. La claridad del alba no tardaría mucho en
aparecer, como siempre en verano. Entonces, se presentó un
inconveniente imprevisto. Un coche patrullero de la policía
ascendió desde la ruta hasta la casa, y tres agentes armados
le dieron la voz de alto. Uno de ellos dijo en tono autoritario:
-¡Esa niña no les pertenece! ¿Adónde planeaban llevarla
a esta hora de la madrugada? La policía de Campoluz y de
varias localidades vecinas están en estado de alerta,
buscándola desde ayer.
Pan sobre las aguas 34

Alfredo explicó lo sucedido y les aseguró que los padres


de la niña habían sido notificados y se encontrarían con ellos
en la asamblea de los Testigos de Jehová en la capital.
Los policías se apartaron después de examinar los
documentos de los Perdomo, y se consultaron uno al otro.
Cuando se acercaron de nuevo al camión, Carmen les rogó:
-Por favor, dejen que nosotros la llevemos. La niña
estará muy asustada si tiene que viajar en un coche policial.
Como ven, nosotros llevamos también al asno y al perro que la
acompañaron hasta aquí.
Calalily se echó a llorar y se abrazó a Carmen. Los
policías, después de un corto interrogatorio, entendieron que
los Perdomo eran vecinos del lugar y gente bien intencionad.
-Muy bien, la niña puede ir con ustedes. Pero es la
responsabilidad de la Policía comprobar que sea entregada a
sus padres, pues no se nos ha dado ninguna contraorden
respecto a la búsqueda de la niña ni tenemos constancia de
que los padres hayan retirado la denuncia. Si se llegara a
verificar que ustedes no han dicho la verdad, lo pasarán muy
mal como raptores de una menor.
El viaje transcurrió plácidamente y sin más problemas.
Policarpo, que nunca había viajado en camión, estaba
asombrado al ver que las casas y los árboles corrían tan ligero.
Fidel tenía la cabeza siempre muy cerca del vidrio que dividía
la cabina de la caja del camión, y no dejaba de vigilar a
Calalily.
Cuando eran cerca de las diez de la mañana,
atravesaron el portón del parque que rodeaba el estadio en
que se celebraría la asamblea a partir de las dos de la tarde.
Para sorpresa de muchos, el coche patrullero venía tras ellos.
Ramiro y Blanca estaban allí desde muy temprano,
esperando el ansiado encuentro. Los que estaban armando los
puestos de refrescos, y los trabajadores de distintos
departamentos, se reunieron para disfrutar de la escena.
Después de comprobar que los Durand reconocían a su hija, la
policía dio su misión por terminada.
Los mismos tablones que habían servido para que
Policarpo ascendiera, se usaron para hacerlo descender.
Muchos hermanos reían con gusto. ¡Era lo menos que habían
Pan sobre las aguas 35

esperado ver salir del camión de Perdomo! Algunos


comentaron:
-¿Ven que no es tan difícil entender el mensaje de la
Biblia? ¡Ahora hasta los asnos vienen a las asambleas!
Policarpo pisó tierra con las orejas más caídas que
nunca y la cabeza gacha. Esperaba un castigo por haber
llevado tan lejos a Calalily. En vez de eso recibió caricias,
palmaditas amistosas, y mucha comida por haber cuidado tan
bien a su patroncita. Así pasa a menudo con los humildes:
esperan palos cuando merecen regalos.
El asno jamás en su vida había sido objeto de tantas
atenciones. Lo ataron a un árbol, bastante cerca de la entrada
principal del estadio, y mucha gente se detenía a hablarle y a
acariciarle la cabeza.
Pero todavía les esperaba un privilegio que su limitada
mente nunca hubiera podido imaginar. El superintendente que
dirigía el drama que se presentaría el domingo por la mañana,
al pasar junto a él comentó:
-Ya que Policarpo se las ingenió para estar con nosotros
en la asamblea, lo vamos a usar en el programa. Le dará más
realismo a la escena culminante del drama, cuando los
cristianos en caravana, huyen de Jerusalén antes de su
destrucción.
El domingo por la mañana, la alfombra verde del
césped en la cancha, lucía brillante bajo el sol. Calalily, vestida
con ropa de época que su madre había improvisado, estaba
muy emocionada esperando debutar en un drama. Cuando
montó a Policarpo, aguardando la señal para entrar junto con
todos los demás actores, Fidel se paró junto a ellos. Estaba
decidido a no dejarse quitar su lugar, porque para él no podía
existir una razón válida en el mundo que pudiera hacerlo
desistir de seguir al asno y a la niña. Finalmente el director
dijo:
-Bueno, algún perro debe haber salido de Jerusalén
junto con sus dueños, dejaremos que éste también haga su
parte.
Ese domingo fue un día glorioso en la vida de Policarpo
y Fidel , pero ellos nunca lo supieron. El público aplaudió con
mucho aprecio la emotiva escena, llena de colorido y
enseñanza.
Pan sobre las aguas 36

Aquella asamblea fue memorable para la familia


Durand. Ramiro y Blanca escribieron en sus Biblias la fecha de
su bautismo, y Calalily la guardó entre sus más queridos
recuerdos, porque el bautismo de sus padres significaba un
certificado de protección para ella mientras fuera demasiado
pequeña para sellar su propia dedicación.
Los años pasaron, Fidel murió, y en su homenaje a su
apego a la familia, fue enterrado en un rincón del huerto que
con tanto celo había guardado. Policarpo estaba envejeciendo
visiblemente. Su trote era más lerdo cada día y pasaba mucho
tiempo echado en el galpón, o dormitando al sol. Calalily había
crecido, y estaba tan alta como su madre. Cuando los niños
que venían a su casa querían pasar sobre el asno, ella se lo
permitía solamente a los más pequeños. Finalmente, los
huesos cansados de Policarpo se acostaron definitivamente en
aquel rincón del huerto donde yacían los de Fidel.
A los humanos les fascina escribir crónicas históricas, y
exaltar con palabras escogidas a los que consideran héroes. Si
la raza asnina hubiera podido escribir su historia, y hubiera
tenido inteligencia para disfrutarla, se hubiera enorgullecido
mencionando que el hombre tuvo que llegar a la conclusión de
que el asno es más inteligente que el caballo, y se desempeña
mejor que éste en terreno montañoso. Pero, especialmente,
hubiera atesorado una página brillante que mencionaría a un
lejano antepasado, que tuvo la especial distinción de haber
sido montado por Jesús de Nazaret, para atravesar la antigua
Jerusalén, dándole a su pueblo la señal de que el Mesías
estaba entre ellos.
Los Durand siguieron viviendo en Campoluz, que ahora
estaba mucho más poblado y tenía un gran Salón del Reino. El
presente, con su avasallante progreso, estaba invadiendo el
paisaje tranquilo que había sido el sencillo marco del pasado.
Pero en la memoria de Calalily, seguían viviendo aquellas
pequeñas granjas, aquellos caminos agrestes por dónde
Policarpo tantas veces la había llevado.
Cuando los grupos de predicadores trabajaban las
faldas de las sierras, ella no podía menos que pensar:-¡Que
bien me hubiera ayudado Policarpo a alcanzar las casas más
lejanas!
Pan sobre las aguas 37

Ése es el galardón de los buenos, dejar su nombre


como un perfume suave y grato en la mente de los que se
beneficiaron con sus obras; causar que alguien agradezca el
que hayan existido, aunque ellos no se enteren de nada.

Capítulo 4

LA FELICIDAD ES UN NIDO

Colibrí, tú sabes mucho acerca de tus congéneres, los pájaros.


Sabes también que un nido es una minuciosa obra de
paciencia y amor. Sin bloques ni vigas, sin piedras de cimiento,
sin hierros ni columnas, es un hogar y cumple su propósito. La
felicidad de cada uno, entretejida con hilachas y pajitas, es el
más querido refugio ante la tempestad. Las cosas pequeñas le
Pan sobre las aguas 38

dan solidez y fortaleza. Los bienes que no se compran con


dinero ni se miden con cifras, como la amistad, el cariño de los
demás, el paisaje que nos rodea, el sol que nos transporta, son
las preciosas briznas que se entrelazan en el nido de la
felicidad.

A UN CONCERTISTA

Tu música es un bien invalorable,


evasión y consuelo;
es una mano tibia que suaviza
las marcas del flagelo.

El violín en tus manos no es madera,


es verbo y sentimiento.
La música responde al que en las cuerdas
sabe enhebrar el viento

Los diques del silencio no amortiguan


tu fugaz melodía;
vaga en los corredores de mi mente,
calza en las huellas mías.

No importa cuánto pese el sedimento


de los años vividos,
el corazón de carne se hace ingrávido
por esa voz mecido.

Fuera del instrumento que la causa


se esfuma liberada,
repercute envolviendo al que la escucha
en una etérea sensación alada.

¡OH, si mi voz extrovertida fuera,


desde su caja humana,
igual que tu violín reverberando,
prolongada y lejana!
Pan sobre las aguas 39

Si pudiera arrancar en corazones


evocativos ecos...
Si pudiera llenar de acordes suaves
el frío de sus huecos...

Más allá de la forma y la materia


trepida el sentimiento.
La música regresa y se entreteje
en la urdimbre sutil del pensamiento

La felicidad de los que hicieron del servicio sagrado la


carrera de su vida, ha sido siempre simple y sin pretensiones,
libres de ambiciones consumidoras y proyectos complicados.
Cada uno alimenta y conserva la suya al andar modestamente
en los caminos de Dios.

UNA FELICIDAD PEQUEÑITA Y DESCALZA

Estoy en el declive de vida


mirando al horizonte enrojecido
que anuncia con bonanza el nuevo día
del Reino largamente prometido.
Después de tantas horas valoradas,
después de tantos años bien vividos,
después de tantas sendas bien trilladas,
te digo, amado Dios que es inefable
tenerte por amparo y por amigo.
Adivino tu rostro bondadoso
y presiento tu voz plena en ternura
diciendo, (amor de padre): - ¿Qué más quieres?
¿Queda un deseo íntimo, incumplido,
del cual pudieras extraer dulzura?
-Nada que no me hubieras reservado;
nada que Tú no hubieras prometido.

Tan sólo aspiro a conservar con vida


la humilde dicha que creció a mi lado.
Yo la adopté; era una niña huérfana
Pan sobre las aguas 40

sin nombre, sin destino, sin albergue.


Nadie jamás la había reclamado.
Se prendió de mi mano;
no tenía demandas ni ambiciones.
Despeinada y descalza imploraba cariño.
Había en sus grandes ojos soledad y desamparo
la senté en mis rodillas y le enseñé canciones.

La insté a escuchar callada la voz de tus ungidos


y a medir las palabras cuando hay que reclamar;
a retener el paso en cruces peligrosos,
a abrir la mano en pleno cuando es preciso dar.

Crecimos lado a lado; ya no reímos tanto,


pero tenemos muchos recuerdos que guardar.
Valoramos las cosas pequeñas de la vida,
son perlas de cultivo de suave fulgurar.

No la quiero abrumada por pesos materiales


ni por severos cálculos cuando hay que hacer el bien.
Que con los ojos bajos admita Tu presencia
y con certeza plena diga su propio amén.

A veces, los más deleitables matices de la felicidad, no


tienen nada que ver con la risa y las manifestaciones
bullangueras. En cambio, tienen mucho que ver con la
abnegación y el renunciamiento. Uno puede tener todo el
derecho de atravesar un umbral, pero se priva de hacerlo para
no perturbar la privacidad de otro. Uno podría legítimamente
reclamar algo que le pertenece, pero prefiere perderlo para no
despojar a alguien que lo necesita. Uno podría sofocar a un
transgresor bajo el peso de la justicia, pero decide arroparlo con
el manto de la misericordia. Hace algunos días, un orador trató
ante la congregación, la diferencia entre predestinación y
preconocimiento. Explicó que Jehová, en su insondable
sabiduría, puede predecir el camino que tomará una persona,
porque conoce su composición genética, sus inclinaciones
naturales y sus tendencias heredadas, como en el caso de Esaú
y Jacob. Preconoce lo que hará tal persona dentro de su radio
Pan sobre las aguas 41

de libertad relativa, pero no la predestina. Le permite hacer sus


propias decisiones. La gente pretende ponernos en aprietos con
ciertas preguntas:-¿Acaso Dios no sabía que Adán iba a pecar?
Si Él es el todopoderoso, entonces sabe todo de antemano. Si
Adán ya estaba predestinado al fracaso, ¿por qué lo condenó?
El orador explicó que este es un caso en que dios se detuvo
ante una puerta que tenía el derecho de trasponer. Una mente
perfecta no es un vehículo sin frenos. Puede avanzar en el
escudriñamiento, pero puede también detenerse a voluntad. Es
el mismo caso de una madre junto a la cuna de su bebé. Ella
estaría anticipándose indebidamente, y restringiendo su amor,
si sospechara que su hijo podría avergonzarla un día, en caso
de ser portador de las cualidades indeseables de tal o cual
antepasado. Pero prefiere no suponer nada y esperar, porque su
desconfianza crearía una barrera entre ella y el niño. Dios
también se detuvo y esperó. No estaba predestinando a su
primer hijo humano, ni adivinando su derrotero futuro.
Respetando el libre albedrío que le había dado al crearlo a su
imagen y semejanza, esperaba lo mejor de parte de Adán.

¡Cuánto está encerrado en esas pocas palabras de la Biblia en


Génesis! Allí Dios le dice a su obrero maestro, el primer ángel
creado: - “Hagamos un hombre a nuestra imagen, según
nuestra semejanza”.
SEMEJANZA

Cuando te haga más feliz


renunciar a un cosa que retenerla.
Cuando el frenar tu avance ante una puerta
te satisfaga más que transponerla;
cuando sea más dulce
el bocado cedido que el paladeado;
cuando te haga más rico
el dinero perdido que el redoblado;
cuando te atraiga más
favorecer al harto de sinsabores
que aplaudir el abuso del poderoso
para obtener favores;
cuando te mueva a actuar
el ahogado rumor de algún sollozo
Pan sobre las aguas 42

más bien que la estridencia de la risa;


cuando cotices con valor exacto,
tu dignidad, tu nombre, y tus recuerdos
aunque lleves zurcida la camisa;
cuando encuentres más que decir
en la casa del duelo donde se ruega,
que en el banquete espléndido
que exquisiteces ante ti despliega;
cuando en tus tribunales interiores
entre como acusada la discordia,
y le pidas su estrado a la justicia
para otorgarlo a la misericordia;
cuando en la realidad de cada día,
el clamor de la carne no se anteponga
amordazando el canto de la esperanza;
cuando ante un horizonte de tormenta
mantengas la entereza de tu templanza;
entenderás mejor esta sentencia:
Dios nos hizo a su imagen y semejanza.

La felicidad es un nido donde cabe todo lo simple y lo


pequeño. Una filosofía sencilla de la vida, se amolda a ella
mejor que las fórmulas intrincadas y profundas.

COPLAS INGENUAS

Dicen que mirar el campo


le da descanso a los ojos.
Adán tuvo que mirarlo
lleno de espinos y abrojos.

Si una tentación te muerde,


suéltate tan pronto puedas,
porque te puede costar
la vida eterna y monedas.

Canta si vas cuesta arriba,


canta si vas en bajada.
Pan sobre las aguas 43

Si te escuchan las serpientes,


pueden quedar encantadas.

Cuando algo no salga bien,


sopórtalo con paciencia.
No todo habrá de ser pérdida,
estás ganando experiencia.

Se comienza por lo simple,


luego se amplía el saber.
Fue arrimando hojas de higuera
que Eva aprendió a coser.

Si algo a menudo se tuerce


y te irrita el desnivel,
averigua si el causante
no está envasado en tu piel.

El Diablo nunca se acuesta,


sigue porfiando en su empeño.
Nadie nos va aguar la fiesta
cuando él duerma en el Milenio.

CAPÍTULO 5

EL NIÑO A LA ALJABA

Realmente, Colibrí fue un gran acierto de los griegos


descubrir al amor romántico como un niño con los ojos
vendados, que usa sus flechas sin cálculo ni ensayo,
produciendo a veces las más extrañas ataduras de
Pan sobre las aguas 44

sentimientos entre los humanos. Esa ha sido una de las


ilustraciones más usadas través de los siglos, y nunca ha
perdido su fuerza expresiva. Algunos le atribuyen al Eros de
los griegos un poder exagerado, que no se puede desvirtuar ni
contradecir, pero en eso hay más superstición que realismo.
Se puede obligar al niño de la aljaba a envainar sus flechas, y
a sacarse la venda cuando un propósito en la vida absorbe
todo nuestro interés, aunque sea por un plazo determinado.
Con referencia a esto, viene a mi mente una ocasión singular
en que tuve...

UNA DISCUSIÓN CON EROS

Con un aire de triunfo me señaló el camino


Dónde andan los humanos siempre a él sojuzgados,
Y dijo con orgullo:
-Todo lo que respira el amor lo ha alentado.
Me mostró el cementerio donde la carne quieta
yace ya sin deseo factible o malogrado,
y recalcó una idea frente a una tumba abierta:
- Sólo quedó de ellos lo que al amor le han dado.

Respondí con enojo:


-No es verdad lo que dices.
Algunos no dejaron carnales herederos,
pero dejaron música que no puede olvidarse,
cuadros, libros, estatuas, grandes descubrimientos,
y vidas transformadas si fueron misioneros.

Enmudeció un momento y volvió a la ofensiva:


- Yo también soy un siervo del Creador excelso,
tengo como incentivo una misión sagrada.
Si todos se acorazan para parar mis flechas
La tierra del futuro se verá despoblada.

Reasumí mi defensa:
-Sabes que a ti se rinden enormes muchedumbres
y somos minorías los que estamos aparte.
¡No quemes en tu hoguera la estopa del relleno
del vigía que hicimos tratando de asustarte!
Pan sobre las aguas 45

Jesús también nos dijo que seríamos pocos,


Pero el que se hace eunuco para servir mejor,
Tendrá su recompensa segura y redoblada,
La sonrisa del Padre su amoroso favor.

Me amenazó con voz entrecortada:


-Cuando te alcance la vejez sombría
añorarás un brazo en que apoyarte
que contenga la sangre de tus venas.
Sabrás que no me desdeñaste en vano,
y vivirás a solas con tus penas.

-Tu argumento es muy fuerte y emotivo,


pero al final los hijos abandonan
el nido primitivo.
En el próspero mundo que se acerca,
ya tendrás tu cosecha y tu revancha.
Déjanos rescatar hijos ajenos
extraviados en todos los caminos,
mientras el pueblo de Jehová se ensancha.

-Confías demasiado en los amigos


que hoy rodeándote están.
Son un grupo cambiante e inestable
que de continuo vienen y se van .

-Confío en el Amigo que no cambia,


que fue y será el único sostén.
Dios sabe qué deseamos sin pedirlo,
y nos colma de bien.

Se apartó disgustado.
Acomodó su aljaba y se ajustó su venda.
Al irse canturreaba una canción muy tierna,
jactándose del éxito con que empalmaba sendas.

Ahora, Colibrí, hablemos de los que le concedieron a


Eros el señorío que se adjudica. Tú y yo hemos observado que
muchas parejas jóvenes hicieron un triunfo indiscutible de su
amor, pero la verdad es que Eros no tiene todo el mérito. Ellos
Pan sobre las aguas 46

le dieron voz y voto a los valores espirituales que dignifican la


vida y que hacen sólida y perdurable esa bendita relación,
especialmente cuando ponen a Dios como Testigo y supervisor
del pacto que los une. No se dejaron flechar por un designio
ciego, sino que supieron dirigir la atracción natural que sentían
hacia el sexo opuesto y encauzarla en una relación
matrimonial profunda y racional, después de asegurarse de
que habían hecho una buena elección.
Si quisiéramos citar ejemplos, la lista de nombres seria
interminable, pero al tratar ese tema siempre recuerdo a
Osmán y Janice. Cuando él fue convocado para el servicio
militar en la Argentina, defendió su neutralidad cristiana
negándose a tomar armas. La sentencia que recibió le
imponía una prueba larga y dura al amor que recién nacía
entre él y Janice, una muchacha brasileña que vivía en
Gramado. Pero ni la ausencia, ni la distancia, ni el tiempo
vacío, que parecía un túnel demasiado oscuro para atravesarlo
en soledad, lograron ahogar la expectativa de edificar su hogar
con una buena conciencia, como el punto culminante de un
amor casto, acrisolado por la abnegación y fortalecido por la
adversidad.¿Recuerdas Colibrí? Tú me dictaste para ellos...

AMOR VICTORIOSO

Él tiene ojos de moro, oscuros y profundos


Y una amplia sonrisa que nunca escatimó.
La augusta cordillera lo conoce de niño;
El buen sol mendocino su vida iluminó.
Ella es hermosa, rubia y sus ojos celestes
Tienen la mansedumbre de las tardes de Abril.
¡Qué bueno fue el encuentro un día de asamblea
en las tierras rojizas del frondoso Brasil!
Él espera sus cartas como maná del cielo
tras los severos muros de un cuartel militar,
mientras ella en Gramado, entre verdes colinas,
por él suspira y ora, decidida a esperar.
En la fragua del tiempo se funden y acrisolan
sus sueños compartidos de un futuro mejor.
Pasarán cuatro largos años como decenios...
Pan sobre las aguas 47

El amor es un niño que crece en el dolor.


Cuando se cumpla el tiempo del juicio inapelable
ese cariño tierno , ¡ qué maduro será ¡;
tendrá músculos fuertes para forjar la dicha,
del galardón deseado nadie lo privará.
Jehová es Testigo excelso de la mutua promesa,
Su bendición no falta, su recompensa es fiel
¡Que la abnegada espera sea un poema indeleble
para alabarlo a El!
Ese amor sin dobleces, cristalino y sereno,
nutrido de lo simple y de lo bueno,
victorioso en la ausencia,
templado en la distancia,
igual que una cadena firmemente forjada,
ha de guardar sus almas a la esperanza ancladas.

1980

Cuatro años más tarde, cuando realizaron su boda, no


pudimos pasar por alto la culminación de ese idilio que
habíamos seguido paso a paso. Entonces escribimos...

LA META TRIUNFAL

Coronen de laureles a este amor victorioso


que comenzó temblando, ¡ pobre pichón herido!
Supo burlar el diario deterioro del tiempo
y escapar de los dientes roedores del olvido.
Se apostó vigilando,
como un águila madre que anida en las alturas.
No lo segaron soles,
no lo arredraron vientos;
no bajó la cabeza ante la tempestad.
Resistió horas muy duras
que hincaban en la carne
garfios de soledad.
Pan sobre las aguas 48

Oyó oscuros presagios y falsas profecías


condenando al fracaso su tenaz decisión.
Hoy lo vemos llegando a la trazada meta
y asir con mano firme su cabal bendición.

Que nada se interponga ni intente separarlos,


malogrando la dicha que este amor alcanzó.
Que nada inutilice las lágrimas vertidas
en la espinosa senda que andando recorrió.

LAS AGUAS SUBTERRANEAS TAMBIEN CANTAN

Yousef Aboud había emigrado a los Estados Unidos de


Norte América con su padre siendo muy joven, en busca de una
posición materialmente desahogada. A ambos les había atraído
mucho la idea de vivir en un país moderno, donde todas las
comodidades están al alcance de la mano, y reunir una rentable
suma de dinero, con la esperanza de volver al Líbano, comprar
una buena casa, establecerse con un negocio. Aunque a uno le
guste el lugar donde vive y trabaja, la tierra natal difícilmente se
olvida, especialmente buna tierra llena de fascinación y belleza,
como es el Líbano y sus alrededores.
El hombre se parece mucho al salmón, ese pequeño pez
plateado de carne rojiza, que forma colonias cada una con sus
distintas características. Los salmones viajan en comunidades
que ascienden a millones. Los que se han empeñado en estudiar
sus costumbres los han marcado con discos de celuloide,
sacándoles alguna aleta o ideando cualquier otro medio para
distinguirlos. Así han comprobado que después de un largo viaje
hacia el mar, en busca del alimento rico que le provee una
reserva de aceite a su cuerpo, ese aceite es el combustible que le
permite llegar de vuelta al exacto punto de partida donde desova
y muere. No importa cuantos canales desviadores encuentren en
su camino, su instinto lo lleva de vuelta al riachuelo que empezó
su vida. Si por algún accidente una colonia de salmones no
puede volver a su rincón natal, mueren en el camino, sin desovar.
Pero, su instinto natural le dice que debe volver a su casa y morir
allí.
Pan sobre las aguas 49

Najib Aboud, el padre Yousef, había vuelto tres veces a su


país en limitadas vacaciones, y cada vez se le había hecho muy
difícil despedirse de su gente, de sus olivares, los naranjales, los
majestuosos cedros y las cumbres nevadas que probablemente le
había dado su nombre a la región, ya que Líbano significa
“blanco”. Cuando tenía casi ochenta años, Najib le dejo a su hijo
Yousef: -No espero más. Aunque tú quieras quedarte aquí, yo
prefiero morir en mi tierra, oyendo hablar en árabe y mirando
esas montañas que nunca pude olvidar.

De acuerdo a sus más queridos deseos, Najib Aboud


murió en su tierra, pero Yousef se había casado con una
muchacha de descendencia árabe, criada en los Estados
Unidos, y se quedó, allá, viendo crecer a su familia.

Tenía dos hijos, el mayor se llamaba como el abuelo, y


el otro Salim, y una hermosa muchachita llamada Jalime. Un
día, Yousef les dijo:- antes de que ustedes se casen o se alejen
del hogar, quiero que vayamos todos juntos al Líbano para que
conozcan la tierra en que nací y en que nacieron sus abuelos.
Conocerán a mis amigos de la infancia, y les mostraré muchos
lugares hermosos.
La primera vez que los hijos de Yousef Aboud viajaron
con sus padres para conocer la república del Líbano en 1972,
Najib tenía veintidós años, Salim veinte y Jalime diecisiete.
Cuando llegaron, varios de los antiguos amigos de la familia
estaban en el aeropuerto esperándolos. La familia Fayad no
tenía alojamiento preparado para todos en la vieja casona que
habían heredado de los abuelos, en las afueras de la capital,
que lucía tan hospitalaria con su jardín florecido y su huerto
lleno de naranjos.
Los Fayad habían sido devotos musulmanes, pero
desde 1949 eran testigos de Jehová. En aquel año habían
llegado al Líbano los primeros misioneros testigos cuando
había en el país unas pocas congregaciones que agrupaban a
unos quinientos publicadores del reino.
Los Fayad habían continuado escribiendo a los Aboud
cada tanto, y por supuesto les había dado testimonio de la
verdad en sus cartas. Al recibir algunas preguntas
interesantes de ellos, habían enviado el nombre de Yousef y
Pan sobre las aguas 50

dirección a la oficina central en Nueva York, y por ese medio


los habían conectado con otra familia árabe que estaba en la
verdad, que los ayudo espiritualmente. Ahora, era un
verdadero gozo recibir a Yousef, su esposa y sus tres hijos
como hermanos en el verdadero cristianismo.
Entre las últimas novedades, la familia Aboud se había
enterado de cosas inquietantes. La gente en general tenía
temor de que algún día el odio creciente entre los musulmanes
y las sectas mal llamadas cristianas, como los ortodoxos y los
católicos marinitas, llevaran a una confrontación armada.
Algunos estaban aprovechando la confusa situación para tratar
de silenciar el mensaje del Reino. La Atalaya y Despertad
estaban proscritas desde 1956.
Ibrahim Fayad tenía cinco hijos, tres varones, Abdulláh,
Afif y Yamil, y dos niñas Aishi y Sona. Desde que habían
llegado los Aboud, Yamil no podía dejar de mirar a Jalime
aparte de ser bonita, era simpática, y muy desenvuelta para
hablar de sus impresiones y sus gestos. Se parecía a las
misioneras norte Americanas que habían ayudado a aflojar la
rigidez de las costumbres asiáticas en las congregaciones en
que trabajaban. Antes de venir ella en 1949, las esposas y las
hijas de los hermanos árabes rara vez se veían en las
reuniones, y cuando iban, se sentaban solas en las últimas
filas de asientos, y nunca se mezclaban con los hombres. Las
misioneras casadas causaron conmoción en las pequeñas
congregaciones sentándose junto a su esposo, y las hermanas
solteras, ubicándose en cualquier lugar del salón, entre los
hermanos. Algún tiempo después, los Salones empezaron a
presentar un aspecto diferente, cuando las familias ocupaban
juntas la misma fila de asientos. Hasta ese tiempo, los
hermanos árabes no se habían atrevido a participar en el
ministerio del campo, pero comenzaron a acompañar a las
misioneras en la predicación de casa en casa, y esto causó un
notable progreso en la salud espiritual de las congregaciones.
Yamil veía en Jalime un equilibrio ideal de las mejores
cualidades de su raza, matizadas con lo que más le atraía den
la gente de occidente. La familia Aboud había venido para
quedarse solamente un mes en el Líbano, lo cual, para la
generosa hospitalidad árabe, era una breve visita. Era
necesario planear cuidadosamente el tiempo para no pasar por
Pan sobre las aguas 51

alto ninguno de los lugares que valía la pena conocer.


Baalbeck, el Monte Hermón, el hermoso valle llamado Bekaa
que corre entre la cordillera del Líbano y el Antilíbano.
Infaltablemente, tenían que ver los famosos cedros y visitar las
maravillosas cavernas situadas en las montañas, cerca del mar
Mediterráneo. Todo eso había que entremezclarlo con una
cantidad de reuniones sociales en que servirían los deliciosos
platos árabes que las dueñas de casa prepararían con cariño
para los visitantes.
Varios grupos se unieron a ellos con sus automóviles
para acompañarlos a la cordillera, que fue la primera excursión
planeada. En el camino, vieron una caravana de beduinos
nómades mudándose con toda su casa y pertenencias. Los
jóvenes de la familia Aboud disfrutaron del singular
espectáculo y aprendieron que, para las tribus beduinas, la
sociedad patriarcal es aún la verdadera forma de vivir, como
en los tiempos bíblicos. El más anciano es cabeza de la tribu, y
a su autoridad están sometidos hijos, nueras y nietos. Igual
que en los días de Abraham, cuando el cabeza de la tribu
ordena una mudanza, todos le siguen. Las caravanas de
camellos despliegan una página sugestiva de historia antigua
ante los turistas que contemplan la escena.
Entre la cordillera del Líbano y el Antilíbano corre un
valle lato y fértil que tienen entre diez y dieciséis kilómetros de
ancho, llamado la Bekaa o Celisiria. En una de las pequeñas
granjas de este valle había muerto el abuelo Najib, en casa de
su sobrino Dib, mirando a las terrazas escalonadas de las
montañas llenas de olivares, árboles frutales, nogales y viñas.
El río Orontes y el río Litani lo fertilizan y lo embellecen. En las
capas areniscas crecen montes de pinos y cedros, enebros y
cipreses. El lobo, el oso, la gacela y el chacal están en sus
dominios en estos espléndidos lugares. Los israelitas antiguos
nunca conquistaron esta región. El rey Irma de Tiro dominaba
parte de ella en los días de Salomón y le proporcionó a éste
maderas de cedro y de enebro.
El valle Bekaa, que luego se interna en la Tierra
Prometida, produce generosas cosechas de manzanas, uvas,
higos, cerezas y melones, a la vez que produce vegetales y
granos. Igual que en los tiempos bíblicos, la trilla de los
campos se efectúa con la ayuda de caballos, mulos o bueyes,
Pan sobre las aguas 52

que arrastran una plataforma de madera en que se para el


trillador y va girando en círculo. Todavía, como en la
antigüedad, los campesinos arrojan el trigo al aire con la pala
de aventar para que el viento les ayude a separar el grano del
tamo y la paja.
Yamil se sentía feliz explicando a la familia Aboud
todas estas cosas y comprobando cómo disfrutaban ellos de
cuánto veían y oían. Cada pequeño dato histórico, cada suceso
casual que provocaba un comentario apreciativo de ellos, y en
especial de Jalime, lo hacían sentir plenamente recompensado;
especialmente cuando ella lo apremiaba con su cálida sonrisa.
Ya empezaba a sospechar que esa muchacha era una dulce
sorpresa que la vida le reservaba; un punto de viraje
inolvidable en su camino.
Dedicaron un día para ir hasta el majestuoso Monte
Hermón, frecuentemente mencionado en la Biblia, que se
levanta a más de cuatro mil metros sobre el nivel del mar. Su
cumbre siempre cubierta de nieve, condensa los vapores de la
noche, que luego caen en forma de rocío. Este riego natural
del cielo es valioso en la época de sequía, desde mayo hasta
septiembre, y mantiene la vegetación en sus faldas. El Salmo
133 compara la unidad de los adoradores de Dios con este
rocío bienhechor. Los deshielos del Monte Hermón son la
fuente principal para mantener el caudal del Río Jordán.

El almuerzo, bajo un grupo de enormes cedros, les dio


la oportunidad de apreciar su tamaño. Un grupo de diez,
tomados de la mano y con los brazos extendidos, apenas
podían rodear los más voluminosos troncos. Allí Yamil,
pulsando su guitarra, cantó algunas de las canciones que él
mismo había compuesto. Jalime no podía dejar de comparar
aquella escena llena de paz y belleza, con el recuerdo de las
bulliciosas calles de Nueva Cork. Su hermano Najib hizo una
pregunta interesante que la desvió de estos pensamientos.

- Yamil, ¿cuándo estás en el estado de ánimo más


propicio para componer tus canciones?
-Bueno, son momentos de recogimiento y soledad que
a veces se presentan espontáneamente y a veces hay que
buscarlos. La vida agitada de hoy casi no nos deja tiempo para
Pan sobre las aguas 53

abrir el corazón al llamado de la creación, que nos sugiere


tantas cosas hermosas para que las expresemos en palabras.
Yo muchas veces me alejé de Beirut y vine a buscar la soledad
de las montañas, como hoy, o me extasié frente a la
inmensidad del Mar Mediterráneo, pero el paisaje me atraía
tanto que no podía ignorarlo para ponerme a escribir. Frente a
la belleza, la mente es una película en blanco que recibe
impresiones. Luego, en la penumbra del laboratorio hay que
revelar sus imágenes. Para mi, el lugar ideal para escribir o
componer música es mi propio dormitorio, o cualquier lugar de
la casa si la familia ha salido. Esos rincones íntimos,
acogedores y sencillos, donde nada nos distrae con nuevas
sugerencias, nos dan la sensación de confianza que produce
todo lo rutinario, lo que no necesita presentación, como los
rostros amados que nos rodean. Los temas armonizan con la
inclinación mental del momento. Esto se expresa claramente
en los primeros versículos del Salmo 137, que describe el
estado de ánimo de los judíos cautivos en Babilonia, que
lloraban recordando a Jerusalén. Sus arpas silenciosas,
colgadas de los álamos, no hallaban motivo para hacer oí su
canción. Los babilonios se burlaban de ellos y les pedían
canciones de Sión, a lo cual ellos respondían: -¿Cómo podemos
cantar la canción de Jehová sobre suelo extranjero?
Antes de hacer la planeada excursión a Baalbeck, Yamil
repasó algunos datos de historia del Oriente, a fin de poder dar
información sobre aquel lugar que en tiempos antiguos había
estado asociado con la adoración de Baal, como indica su
nombre. Había estado situado en un lugar muy estratégico del
mundo antiguo, para atraer a los practicantes del paganismo,
en un pasaje angosto que llevaba al desierto sirio y a los reinos
del oriente. Era un cruce de caminos para el comercio
internacional. Sus edificios más prominentes, hoy en ruinas,
fueron tres templos dedicados a los dioses Júpiter, Venus y
Mercurio. Los romanos habían edificado esos templos cuando
conquistaron Siria.
Mientras el grupo recorría las ruinas de Baalbeck,
surgieron comentarios muy interesantes sobre la manera
como la religión babilónica fue adaptándose a los pueblos que
la aceptaban, cambiándoles el nombre a sus deidades y
legándoles sus doctrinas, retocadas al gusto del momento. Por
Pan sobre las aguas 54

eso el antiguo templo de Venus está actualmente dedicado a


una deidad católica, “Santa Bárbara”, patrona de las fortalezas
militares. La tradición asegura que fue edificado por unos cien
mil esclavos, durante un período de doscientos cincuenta
años. El templo de Júpiter sobrepasa en altura a los demás
edificios religiosos, de modo que la enorme estatua dorada
que alberga, se viera desde cualquier ángulo. Los fieles que
concurrían a pedirles favores, besaban los pies de esta
escultura en prueba de su devoción.
En el templo de Baco o Dionisio, más bajo y pequeño
que los otros, admiraron los artísticos grabados en las
columnas y en el cielo raso. En una parte que no está tan
deteriorada, se puede ver a Cleopatra abrazando a una
serpiente. Uno de los guías les explicó que los artistas que
predijeron estas entalladuras magistrales fueron cegados, para
que jamás pudieran reproducirlas en otros edificios.
Aquel hermoso mes de octubre de 1972 se estaba
esfumando muy aprisa y con él se desvanecía el verano. Yamil
y Jalime sabían que añorarían siempre ese lapso lleno de
colorido en sus vidas.
El le decía: -Te irás y vendrá el otoño. Todo tendrá un
nuevo aspecto, pero cuando vuelva a recorrer los lugares por
donde anduvimos juntos, te veré en todas partes y tus
palabras zumbarán como abejitas en mis oídos.
Ella contestaba: -¡Quien sabe si será de ese modo!
Somos jóvenes. Los mayores dicen que a nuestra edad los
sentimientos cambian fácilmente y uno olvida lo que ha
querido.
-Yo me conozco, Jalime, no soy variable, y quiero que
confíes en mi cariño. Tú sabes cuán serio es para los árabes
usar a la gente mayor de la familia como testigos de un trato.
Hablaré con mi padre de lo que siento por ti y le rogaré que él
mismo, como amigo de la familia de tu propio padre, le
presente mi petición de matrimonio.
Ibrahim Fayad, el padre de Yamil, tuvo una larga
conversación con Yousef Aboud sobre los dos jóvenes. Ambos
estaban de acuerdo en que seria una felicidad para las dos
familias, y un motivo más de acercamiento, al ver a sus hijos
casados y felices. Pero Yousef tenía una objeción, y él mismo
se la hizo saber a Yamil.
Pan sobre las aguas 55

-Yo sería más feliz viendo a Jalime casada con el hijo de


una persona a quien aprecio tanto como a tu padre, más bien
que con uno de esos jóvenes norteamericanos tan distintos de
nosotros en algunos aspectos. Mi única duda es que ella sólo
tiene diecisiete años. A la edad de ustedes los sentimientos
cambian inesperadamente. Todavía no hace un mes que se
conocieron.
-Entiendo Yousef. Yo no le pido que nos deje casar
ahora. El año próximo puedo viajar a los Estados Unidos, pasar
un tiempo breve con ustedes y casarme allá con Jalime. A ella
le encanta nuestra tierra. Me dijo que con gusto viviría aquí.
-Yamil, a los padres siempre nos parece que sus hijos
son niños todavía. El año que vienen vamos a pensar como
ahora, que es demasiado pronto para separarnos de ella y
dejarla venir tan lejos, aunque confiamos en la harás feliz.
Tienes que darnos tres años de tiempo. Cuando ella cumpla
veinte años, será más natural verla partir. Porque, te aseguro
que esos miles de kilómetros duelen. Aparte, ella estará mejor
preparada para enfrentar su nueva vida en ese tiempo.
El tono firme de Yousef no dejaba lugar para insistir. El
respeto y la sumisión a los padres, que tanto se les había
inculcado a ambos desde niños, noble tradición de los árabes,
no podía hacerse a un lado fácilmente. Tres años, ése era el
plazo incuestionable. Tres años y un continente de por medio.
Cuando faltaban cinco días para la indeseable
despedida, Yamil les recordó: -No pueden irse sin visitar las
cavernas de Jeita. Es una impresión inolvidable, algo diferente
a todo lo que han conocido. El próximo es el último domingo
que pasarán aquí…(se detuvo porque sus propias palabras lo
sacudieron. Un eco sombrío se internó en su corazón
repitiendo: el último domingo…el último domingo…Desde un
rincón de su mente resurgió con un tono consolador, un
comentario que si padre había hecho la noche anterior:
-¿Qué son tres años frente a la eternidad? Verás que
pronto pasan, y luego, si ambos siguen fieles a Jehová, tendrás
la vida eterna para disfrutarla junto a ella.
La voz de Yousef lo trajo de vuelta a la realidad. Gracias
por hacernos recordar esto, Yamil. No aceptaré ninguna
invitación para comidas el domingo y saldremos al amanecer
para Jeita.
Pan sobre las aguas 56

-¿Qué vamos a ver en esas cavernas? -preguntó Salim,


el hermano de Jalime.
-Se van a asombrar de muchas cosas,-respondió Yamil.
Entre ellas el Río Perro forma un lago cristalino y de allí
arranca hacia el Mar Mediterráneo. Hace solamente cien años
que han sido exploradas en su totalidad. Tienen seis
kilómetros y medio de largo. Como se convirtieron en una
atracción turística, se edificaron pasarelas con barandas para
que la gente las recorra. Ustedes mismos van a poder palpar
las estalactitas, el agua cristalizada que cuelga de las bóvedas.
A veces, en ese pasadizo se instalan grupos de músicos para
tocar melodías, y es una maravilla disfrutar de los ecos que las
cavernas producen.
El último domingo llegó, porque nada pudo detener el tiempo,
como Yamil y Jalime hubieran deseado. Aparte de los
comestibles para el pic-nic, llevaban alguna literatura para
testificar en las viviendas aisladas.
Cuando el grupo empezó a recorrer las cavernas de
Jeita, los que iban por primera vez quedaron sin aliento. Las
estalactitas colgaban de las bóvedas de piedra como
cortinados brillantes, dispuestos caprichosamente,
desplegando una gama de colores óxido, rojo, blanco, verde y
naranja. Algunos grupos de estalactitas parecían lámparas de
un suntuoso palacio que esperaban que una mano autorizada
diera vuelta una llave para iluminarlas.
Las estalagmitas, que se forman en el suelo de las
cavernas, van creciendo lentamente a medida que las gotas
que se filtran de la tierra, van cayendo de la bóveda al piso.
Trabajo de siglos, hecho en silencio: obra magnífica del gran
escultor celestial, Jehová, que usando el agua y las sustancias
de la tierra, logró tales bellezas subterráneas, sin reparar en
que pasarían inadvertidas durante largos trechos de historia.
A una pregunta de los jóvenes, un guía explicó que el
ácido carbónico, recogiendo minerales del suelo, fue dotando
de colores las cavernas. El hierro le dio tintes amarillos,
anaranjados y rojos; el cobre los tintes verdes y azulados. En
medio del silencio casa místico, de tanto en tanto se oía el
caer de algunas gotas. Las estalactitas estaban alimentando a
las estalagmitas, que se elevaban, centímetro a centímetro,
formando columnas de colores, figuras de semejanza humana
Pan sobre las aguas 57

o animal, sugiriendo muchas cosas a la imaginación de en sus


poses estáticas.
Al ver a Yamil murmurando unas palabras al oído de
Jalime, los jóvenes solicitaron algo: - ¿Por qué no cantas una
canción de amor?
Yamil titubeó. No estaba con ánimo para cantar porque
aquel eco obstinado seguía repitiendo en su corazón: el último
domingo…el último domingo…
-¿Por qué no cantamos todos? Los hombres podemos ir
del otro lado de la pasarela y desde allí cantar la mitad de
cada estrofa de “El pan del cielo”, y las hermanas nos
acompañarán desde aquí completando la estrofa. Verán que
suena como un gran coro.
Aquél cántico fue una significativa expresión de
aprecio al Dador de la vida. Las voces de ellas afirmaban
después de ellos la felicidad de existir y tener un Redentor.
Cuando estaban regresando a los autos, Jalime le
preguntó a Yamil: -¿Tendré el privilegio de escuchar la canción
que estás componiendo, Yamil?
-Aquí no. Pero la voy a incluir en la cinta que te estoy
grabando con todas mis canciones y poemas. La escucharás
cuando estemos lejos el uno del otro. Así sabrás lo que has de
ser para mi, si nuestros sueños se quiebran como vasos de
arcilla.
El deplorado día de la separación llegó. Ahora la
profundidad de aquel amor recién nacido debía probarse a
través de un abismo de distancia. Yamil pasó sus vacaciones
con la familia Aboud al año siguiente, en los Estados Unidos y
habló mucho con Jalime sobre el futuro, haciendo nuevos
planes. Se alegró al comprobar que la visión de los lugares
hermosos que habían recorrido en el Líbano, no se habían
borrado de la mente de ella. Deseaba iniciar una nueva vida
en la tierra de sus antepasados, y mejor aún, no cabía la
menor duda en su corazón de que quería vivir esa nueva vida
junto a él. Después de ese segundo encuentro, las cartas se
hicieron más intensas y más francas. Los sentimientos iban
adquiriendo madurez.
Ibrahim, el padre de Yamil, estaba comprando una finca
cerca de las montañas, con muchos árboles frutales y una
pequeña viña. Ya estaba pensando en su vejez, en retirarse
Pan sobre las aguas 58

del negocio de electrodomésticos que tenía en el centro de


Beirut y dejarlo en manos de sus hijos. Soñaba con ver a sus
nietos pasando temporadas con él en aquella casona llena de
sol, que con varias entregas de dinero al fin sería suya.
El año 1975 se acercaba. Yamil y Jalime estaban
haciendo planes definitivos. Entonces, un suceso imprevisto
cambió la escena. Estalló la guerra civil en el Líbano, que por
tantos años habían temido. Bandas guerrilleras de
musulmanes se trababan en lucha con bandas de católicos
maronitas en los suburbios de Beirut. La guerra se fue
extendiendo poco a poco, y empezaron a llegar noticias de
actividades terroristas y refriegas en varias partes del país.
Ahora, Yousef no estaba tan seguro de que quería dejar
ir a su hija al Líbano, y escribió una larga carta a Yamil
ofreciéndole la oportunidad de hacerse cargo de un negocio de
telas y ropa confeccionada en Nueva York. El se encargaría de
la vivienda, de modo que tendrían un buen principio al fundar
su nuevo hogar. Yamil tenía sus dudas en cuanto a vivir en un
país tan diferente. Se tomó un tiempo para pensarlo. Era
siervo ministerial en su congregación. La obra en el Líbano
estaba floreciendo y había mucho que hacer. ¿Qué sentido
tenía mudarse a un país en que tardaría por lo menos un año
en dominar el idioma para poder predicar y tener buenas
asignaciones en las reuniones? Además, las cartas de Jalime
habían mencionado la escasez de territorio. La congregación
en que estaban los Aboud tenía asignadas solamente diez
manzanas llenas de apartamentos de muchos pisos, en que
tenían que buscar interesados entre los que veían llegar el
sábado con las revistas y el domingo con la oferta regular de
literatura. En el Líbano jamás habían tenido que trabajar el
mismo territorio dos veces por semana; tenían la intuición de
que por años no iba a ser así. Cuando Yamil escribió sobre
todas estas dudas, Yousef le contestó que en Nueva York
también había árabes para visitar, y que su predicación no
sería inútil mientras se tomara el tiempo necesario para
aprender el idioma.
Yamil volvió a la ofensiva en lo que se podía catalogar
como una batalla epistolar. Le escribió a su futuro suegro que
la guerra civil se hacía parecer en las noticias más
impresionante de lo que era en realidad. Extensas zonas
Pan sobre las aguas 59

permanecían tranquilas. Se tomaban toda clase de


precauciones al escoger el territorio en el que el grupo iba a
predicar. Las radiodifusoras continuamente advertían de los
lugares en que había lucha para que la gente evitara acercarse
a tales zonas; además, siempre se comunicaban por teléfono
con algún hermano que viviera en el territorio elegido, a fin de
que les confirmara si se oían disparos cerca o si todo estaba
tranquilo. Estaban realizando sus reuniones regularmente. No
cantaban para no atraer la atención de los extraños.
Preferiblemente se realizaban en grandes edificios de
apartamentos donde entraba y salía gente a todo hora. Nunca
salían todos a un tiempo, sino en pequeños grupos. Llevaban
linternas a pila porque los apagones eran frecuentes. A veces
tenían que bajar o subir varios pisos por la escalera, porque el
ascensor no funcionaba, o caminar a través de calles oscuras
para volver a casa. Pero continuamente sentían la protección
de Jehová y su guía, porque estaban obedeciendo sus
mandatos de predicar y congregarse a pesar del peligro.
Jalime, por su parte, presionaba a su padre para que la
dejara ir. Le aseguraba que ella no tenía miedo, que su
confianza en Jehová no titubeaba porque ella sabía que Él
cuidaba de su pueblo en todas partes. Era mejor que ella y
Yamil se casaran allá, para que él no gastara en un pasaje de
ida y vuelta cuando ese dinero les haría falta para equipar su
casa. Además, tenían la posibilidad de vivir en esa quinta que
Ibrahim estaba comprando, cerca de las montañas. Era
necesario que alguien la cuidara y trabajara la tierra, mientras
los padres de Yamil no se retiraran totalmente del comercio.
Yousef estaba casi convencido, cuando llegó una carta
preocupante de Yamil.
La guerra estaba extendiéndose sobre la capital. El
negocio de electrodomésticos que era el sostén de la familia,
situado en la zona céntrica, cerca de un edificio de gobierno,
ya prácticamente no existía. Los terroristas habían colocado un
auto lleno de explosivos cerca del negocio, el cual había
estallado en la madrugada. Varios edificios se habían
incendiado. Un hermano que vivía en las cercanías les había
telefoneado la mala noticia a las cuatro de la madrugada.
Cuando ellos llegaron, el fuego ya estaba apagado, pero
algunos oportunistas habían saqueado lo que el fuego no había
Pan sobre las aguas 60

consumido. Ahora no era el momento oportuno para que él


abandonara a su familia y fuera a vivir a otro país. Tampoco
era el momento ideal para casarse y decidir qué iban a hacer
para tener un medio de vida que les diera seguridad y un buen
pasar. Una buena cantidad de hermanos los habían visitado
ofreciéndoles nuevas ideas, ayuda económica y apoyo moral.
Como estos acontecimientos se estaban haciendo parte
de la vida diaria, Betel tomó la iniciativa de hacer un fondo
común para socorrer a cualquiera que perdiera sus bienes por
causa del terrorismo. Una guerra civil es mucho peor que la
guerra abierta en un frente de batalla, para el que tienen que
enfrentarla de sorpresa, a cualquier hora y a la vuelta de
cualquier esquina. Uno no sabe quién es el enemigo, ni cuando
va a atacar. Las bandas guerrilleras no usan uniformes
distintivos. Alguien que camina junto a uno en la calle, con aire
inofensivo, o aguarda en fila frente a la ventanilla de un banco,
puede ser un terrorista que, a cierta señal, se unirá a otros que
lo esperan, sacará sus armas y entrará en acción.
Yamil y Jalime tenían que estirar el plazo de la espera,
muy a pesar de ellos mismos. La incertidumbre es una prueba
dura. El niño de la aljaba tuvo que detener la impaciencia con
una frenada brusca, y dejarla estacionada frente al Parque de
la Esperanza. ¿Por cuánto tiempo? Sólo Dios sabía.
En los meses que siguieron las cartas se perdían con
frecuencia. Demasiado a menudo había aviones pirateados y
desviados de su curso. Pasajeros comunes eran tomados como
rehenes y siempre era difícil y arriesgado rescatarlos. Muchas
bolsas de correspondencia se perdían en esos aviones, o al
incendiarse algunas oficinas de correo. Yamil se aseguraba a sí
mismo que Jalime tenía que haber escrito. No podía ser que el
amor entre ellos se estuviera enfriando. Jalime por su parte, se
conformaba leyendo y releyendo las cartas de esos tres años,
que tanto atesoraba. Sabía exactamente donde estaban
aquellas pequeñas frases que significaban tanto, pues habían
sido el alimento fortalecedor para ayudar a ese cariño casto a
continuar viviendo.
Una decía: -“La vida parece una historia en que siempre
se ausenta algún personaje esencial en la trama. Los
prescindibles, los que apenas son notados, siguen llenando el
cuadro. Pero tu lugar está siempre vacío.”
Pan sobre las aguas 61

Y en otra: -“No olvides aquellas horas hermosas en las


cavernas de Jeita. Las aguas cantan en su lecho subterráneo
aunque nadie las escuche. Hay un río escondido en mi corazón
que aprendió a repetir tu nombre”.
Sabía de memoria un pequeño poema que decía:

Cuando el tiempo es un plazo que se estira y se escapa,


el amor es un pan que se amasa con lágrimas
y se come en silencio.
Por unas pocas horas hermosas y brillantes,
hay que deshojar tantas monótonas, vacías,
para pagar las otras, cual moneda constante.

Incontables veces volvió a escuchar la canción final de


la cinta grabada que Yamil le había dado al despedirse de ella,
cuando recién se conocieron, y que ahora tenía mayor
significado que nunca, especialmente una estrofa que
expresaba sentimientos idénticos a los suyo:

Si lo insalvable se interpone un día,


si lo fatal nos vence y aparta,
tu imagen, encuadrada en una herida,
será honda nostalgia en mis recuerdos,
un amado dolor que se resiste
a dejarse borrar por el consuelo.

La familia Fayad recobró su estabilidad económica poco


a poco. Ibrahim, después de ver perdido lo que tanto esfuerzo
le había costado, estaba deprimido y deseaba alejarse de los
negocios y dedicar más tiempo a la predicación. Sus tres hijos
trabajaron diligentemente en varias ocupaciones y la casa de
campo se terminó de pagar dos años después del incendio del
comercio. Todo estaba marchando bien y al fin llegó la carta
que Jalime tanto había esperado. Recibió dos de las tres copias
que Yamil había despachado en distintos días por si acaso
alguna se perdía. Le proponía lo que ella más deseaba, vivir en
la finca, donde ya estaban sus padres, Ibrahim y Zuhahila, en
la cual sería muy fácil construir una casita independiente para
ellos. Su hermana Aishi, que era ahora profesora de inglés,
ayudaría a Jalime a estudiar el árabe, que conocía sólo de oído.
Pan sobre las aguas 62

Había ahorrado lo suficiente para ir a buscarla a los Estados


Unidos y traerla de vuelta como su flamante esposa. Los
familiares y los amigos del Líbano no disfrutarían de la fiesta
de bodas, pero se proponían hacerles una fiesta de bienvenida
en la casa de las montañas.
Jalime le leyó a su familia muchas partes de la carta,
poniendo énfasis en dos párrafos muy significativos:
“No sabemos por cuánto tiempo se extenderá esta
guerra sin sentido. Es una prueba del daño que pueden causar
los odios y las rivalidades religiosas cuando se descontrolan.
Pero de algo estamos bien convencidos: Jehová no aparta los
ojos de su pueblo y no lo va a entregar a la furia ciega de sus
enemigos. Nuestra neutralidad es un escudo protector. Ahora,
tanto los guerrilleros musulmanes como los que profesan ser
cristianos, saben que no tomamos armas para intervenir en
ninguna clase de conflictos, y respetan nuestra posición.
Exigen pruebas de que somos Testigos de Jehová si están en
duda. A veces, después de darles un sermón con la Biblia, nos
dejan ir sin más objeciones. Algunos jóvenes se libraron así del
secuestro, que es el medio que usan para reponer sus bajas.
Estos dos años que han pasado desde el comienzo de la guerra
nos ayudaron mucho a madurar. Nos esforzamos por no perder
ninguna reunión. Los que recién comienzan a estudiar tienen
temor de andar de noche y rara vez vienen a las reuniones
entre semana, pero los hermanos siempre están presentes, a
menos que las guerrillas estén ocupando el mismo lugar en
que estén situadas. Al Memorial vamos, sean cuales sean las
circunstancias, y Jehová no nos abandona. Estamos celebrando
nuestras asambleas de circuito con el programa condensado
en ocho horas. Las asambleas de distrito duran tres días.
Echamos de menos el gozo de cantar juntos, pero tenemos el
alimento espiritual.
Buscando material para una conferencia, encontré un
texto de Isaías que parece escrito para nosotros, los Testigos
libaneses, en éste momento. Lo anoté para compartirlo
contigo. Está en el capítulo 17 versículo 13, y dice: “Los grupos
nacionales mismos harán un estruendo como el ruido de
muchas aguas. Y El ciertamente lo reprenderá, y este tendrá
que huir lejos y ser perseguido como el tamo de las montañas
delante de un viento y como un remolino de cardos delante de
Pan sobre las aguas 63

un viento de tempestad.” Así son los violentos a nuestro


alrededor, como un remolino de cardos. Dejan el territorio libre
acá y allá para que podamos predicarlo, y el sonido de lucha
se desvanece. Así pasarán de la escena terrestre para
siempre, en un tiempo no lejano. Hemos aprendido mucho en
estos dos años de guerra. Hemos visto cómo Jehová usa a su
Organización terrestre para dirigirnos y protegernos. Una
noche, en uno de nuestros lugares de reunión, se pidió a todos
que no abandonaran el lugar inmediatamente porque había
peligro en la calle. Un hermano estaba ansioso por regresar a
su hogar y desobedeció. Cuando estaba cerca de su casa lo
balearon y perdió la vida. En cambio, cuando obedecemos
siempre vemos la bendición de Jehová. No te asustes de un
remolino de cardos, mi amor. Si estamos juntos todo parecerá
más fácil y llevadero”.
Jalime habló con sus padres decididamente: -Ya nada
puede detenerme. Yamil me ha esperado cinco años. Su amor
ha probado ser fiel como el amor de Jacob por Raquel. Ahora
soy mayor de edad y siento que he madurado lo suficiente
como para enfrentar la responsabilidad del matrimonio. No
deben temer por mí. Confío en que Yamil y yo podremos
visitarlos de tanto en tanto, así como ustedes a nosotros.
Hubo lágrimas, besos y bendiciones. El niño de la aljaba
tomó nota de todo. El también tenía un triunfo para festejar.

CAPITULO 6

EL MIEDO TAMBIÉN SE ASUSTA

¡Qué torre de fortaleza


es el nombre de Jehová!
La adversidad retrocede
y hasta el temor se echa atrás.

Dios nunca aparta los ojos


de todo el que clama y corre.
¡Que distinto será el cuadro
mirando desde esa torre!
Pan sobre las aguas 64

Si el inicuo se atraviesa
y te pregunta:-¿ Quién va?
--Soy un siervo de Jehová.

Nunca omitas mencionarle:


Vendrán horas muy oscuras
justo al filo del derrumbe.
Dios toma nota en su libro
de todo lo que le incumbe.

El miedo se desconcierta
cuando no te ve temblar.
Jehová nunca ha de olvidarte
si tú no dejas de orar.

ERA UNA NOCHE SINGULAR Y TENSA…

Loida y Sofía habían sido amigas y vecinas por largo


tiempo. Vivían en la misma casa de apartamentos; Loida en el
sexto piso, y Sofía en el tercero: Siempre volvían juntas de las
asambleas y de las reuniones de congregación, especialmente
ahora, cuando el transitar las calles por la noche era cada vez
más peligroso.
Hacía apenas unos días que había terminado la
asamblea de distrito. Esa noche, en la región de servicio,
habían dedicado algún tiempo a repasar los puntos principales
del drama sobre José y sus hermanos. Evidentemente el
propósito del drama había sido asegurarle al pueblo de Dios en
los últimos días, que nunca perecerían por falta de alimento
espiritual y que verían de cerca el cuidado y la guía de Jehová
como lo vio aquél primitivo pueblo de Israel, compuesto de
setenta personas, que emigró a Egipto en busca de alimento,
para no perecer de inanición en la tierra de Canaán, como lo
indican los primeros versículos del libro de Éxodo. El anciano
que había conducido el repaso del drama, enfatizó el hecho de
que Dios no sólo tiene interés en su pueblo dedicado, sino en
la salvación de gente de todas las razas y naciones y de todos
Pan sobre las aguas 65

los niveles sociales. Tal como José no rehusó venderle granos a


otros pueblos y les dio la misma oportunidad de beneficiarse
del alimento a todos, así nosotros no debemos negarle a otros
el alimento espiritual que puede significar para ellos la
diferencia entre la vida y la muerte.
Cuando el ascensor se detuvo en el tercer piso, Sofía
dijo simplemente, “hasta mañana”. Ella como Loida, era viuda
y sus hijos estaban casados y vivían lejos. Las dos pasaban
algún tiempo juntas todos los días, ya fuera predicando,
estudiando, o compartiendo alguna conversación incidental.
Cuando Loida abrió la puerta de su pequeño
departamento, la sorprendió un desacostumbrado olor a
tabaco. Sus visitas eran casi siempre Testigos de Jehová. Rara
vez venía a su casa un familiar o un proveedor que fumara.
Todo estaba en orden. Había encontrado la puerta bien
cerrada al llegar, y sus dos cerraduras no tenían señales de
haber sido forzadas. Nada parecía indicar que algún visitante
indeseable hubiera entrado. Pero sus fosas nasales,
acostumbradas al olor limpio de su casa, sentían la
incomodidad de los efluvios del tabaco.
Al entrar en el dormitorio y encender la luz, un grito
escapó de su garganta. Un hombre armado, sentado sobre su
cama, había estado esperando su regreso. Tenía un aspecto
vigoroso, y era tan joven como su hijo, que ahora vivía con su
esposa en otra provincia. Loida se sintió paralizada por el
temor y la sorpresa.
El desconocido empezó a dar órdenes insolentes: -¡No
grite ni trate de escapar! Este no es un revolver de juguete, y
está cargado! No grite porque le puede costar la vida.
Loida se sintió atrapada. Aunque gritara, con todas las
puertas cerradas difícilmente la oirían. Los vecinos contiguos
siempre volvían tarde a casa. El encargado del edificio vivía en
el décimo piso. Empezó a orar mentalmente y trató de
serenarse. Sacó su billetera de la cartera y se la extendió al
desconocido con manos temblorosas. Mientras este la
examinaba, echó un vistazo a sus alrededor. La ventana
estaba abierta como ella la. Nunca había sentido temor de que
alguien entrara por allí, porque daba a la calle del costado, ¿y
quién podría escalar seis pisos para entrar por una ventana?
Pan sobre las aguas 66

El intruso volvió a tomar la palabra: -Aquí no hay


mucho. Saque todo el dinero que tenga por ahí, y también las
joyas. Va a ser mejor que me las de antes que empiece a
revolver los muebles.
Loida señaló a un cajón de la cómoda, y de allí sacó el
resto del dinero que tenía en la casa. De otro cajón extrajo una
cajita de madera lustrada en que guardaba algunas joyas que
habían sido de su madre y otras que eran regalos de su finado
esposo.
- Muy bien, deje todo allí; pero antes de llevármelo
quiero divertirme un poco. Sáquese toda la ropa ya mismo. (El
caño del revolver era una amenaza muy drástica que no
cambiaba de posición).
Loida temblaba y no dejaba de orar pidiendo fuerzas y
sabiduría para encarar la situación. Sólo pudo decir:
-¡Por favor…!¡Por favor…!¡Piense en su madre! (Hubiera
dicho muchas cosas duras y ofensivas que se esforzaban por
salir de su boca, pero acertó a recordar un artículo de
Despertad que aconsejaba que, en presencia de un
delincuente, lo peor que uno podía hacer era insultarlo, lo cual
afrentaría su furia y sus morbosos deseos).
El extraño adoptó un tono burlesco: -¿Se quiere hacer la
puritana? A su edad, quien sabe cuántas carreras habrá
corrido. No acabe con mi paciencia. Sáquese toda la ropa. Si se
tranquiliza y me hace el gusto en todo, los dos la vamos a
pasar muy bien. (Agregó algunas frases irreproducibles.
Viendo la vacilación de Loida dijo en tono más enérgico -¿Se va
a desvestir ó…
Loida se despojó del traje y la blusa con manos torpes,
que apenas coordinaban con su mente. Gruesas lágrimas
rodaban por sus mejillas. Las mandíbulas temblaban. Era el
momento de correr a la gran torre de refugio mencionada en
Proverbios 18:10.
- No siga con sus planes, se lo pido por lo que más
quiera. Usted debe saber que soy Testigo de Jehová. No soy
una mujer cualquiera; sirvo al Dios verdadero. Mi esposo
falleció y tengo un hijo de su edad. El Dios del cielo cuyo
nombre es Jehová y…bueno…ya le dije, Jehová es el Dios
verdadero. El es el juez que le va a pedir cuentas…¿Nunca le
explicaron quién es Jehová? (Súbitamente una gran calma
Pan sobre las aguas 67

descendió como un manto protector sobre su corazón. Algo


estaba ocurriendo. El rostro de su agresor estaba cambiando.
El revólver descendió unos centímetros).
No…mi madre va a un lugar donde leen la Biblia y se
bautizan con ropa larga toda blanca. Ella habla mucho de
Cristo, debe ser lo mismo.
No, no es lo mismo. Jehová es el Creador del Universo,
el padre de Jesús. El ama a los humanos porque los hizo a su
semejanza. A Él le interesa la vida suya tanto como la mía.
Usted no es un hombre de corazón duro. Lo he hecho pensar al
hablarle de Dios. El quiere que usted, tanto como yo,
disfrutemos de un nuevo mundo justo donde nadie tendrá
problemas que lo impulsen al delito. Su madre debe orar el
Padrenuestro, la oración que nos enseñó Jesús, donde
pedimos: “Venga a nosotros tu Reino”. Ese Reino es un
gobierno dirigido desde el cielo. No habrá gente marginada.
Todos tendremos las mismas oportunidades. Estoy segura de
que usted ha sufrido injusticias que lo hacen actuar así. El
mundo de ahora nos desengaña y nos golpea desde niños, y si
no tenemos quien nos oriente en el verdadero camino, el
rencor nos puede hacer violentos, nos puede empujar hacia el
crimen. Llévese todo mi dinero; llévese mis joyas, aunque son
un recuerdo de familia; pero por favor, respéteme como mujer.
Se lo pido por el Dios todopoderoso, cuyo nombre es Jehová.
El delincuente se sintió desarmado ante la serenidad de
su víctima. Aquel nombre sagrado, que ella repitió tantas
veces, le infundía un temor que trataba de disimular.
-Está bien, no quiero sus joyas, pero deme la mayor
parte del dinero. Usted me ablandó a mí con palabras, pero al
que sostuvo la escalera de cuerda desde el piso de arriba, no
lo voy a conmover si le repito todo eso. A él le tengo que dar la
moneda contante y sonante.
Loida volvió a fijarse en la ventana abierta y repitió
extrañada: -¿La escalera de cuerda…?
-Sí. ¿No sabe que el apartamento que está encima de
este, en el séptimo piso, está vacío? Si no quiere sorpresas
como la de hoy, no vuelva a dejar la ventana abierta cuando
sale. Quédese tranquila, me voy. Tienen que abrirme la puerta
para que salga.
Pan sobre las aguas 68

-Le agradezco mucho su comprensión. En la tabla de


valores de un cristiano, la moral tiene uno de los primeros
lugares. (Su voz todavía temblaba).
-En la tabla de valores del hampa yo no soy más que un
estúpido reblandecido, porque me compadecí de una mujer.
Escuche bien esta advertencia. Después que yo tome las de
Villadiego, cuídese muy bien de llamar a la policía por teléfono
ni de darle a nadie ninguna seña sobre mi. Yo puedo
apiadarme de la gente en ciertos momentos, pero si me
traicionan no respondo de lo que puede pasar. No se olvide de
que yo y mi compañero sabemos dónde encontrarla. A él no lo
van a agarrar porque se fue en cuanto entré aquí, y la esperé
casi dos horas.
No tema que lo denuncie. No pienso hacer nada en su
contra, y tengo la esperanza de comprobar un día que todo lo
que le dije esta noche no cayó en el vacío. Por favor, acepte
algunas de estas publicaciones y léalas. Será una felicidad
para mi encontrarlo en alguna de nuestras asambleas algún
día y oírlo decir: -Ahora somos hermanos, porque no olvidé sus
palabras.
El hombre salió con las publicaciones bíblicas y Loida
volvió a pasar las dos llaves de la puerta. Se dirigió al
dormitorio y cerró la ventana. Entonces se arrodilló junto a la
cama para expresar su gratitud a Jehová. El drama de la
asamblea volvió a sus pensamientos y sintió gozo de no
haberle negado el alimento espiritual a un delincuente.
Tomó un té de tilo y se acostó. Tardó cerca de dos
horas en aflojar la tensión y dormir. Otra vez, el drama se
apoderó de su mente. Veía a José rodeado de gente de varios
países, con ropas exóticas. Estaban comprando alimento. Ella
miraba desde cierta distancia. De pronto, un cananeo joven y
fuerte pasó a su lado con una bolsa llena de cereales, ¡y
justamente, tenía el rostro del desconocido que había entrado
en su casa aquella noche!

En una casilla de madera, sucia y desmantelada, el


hombre entregó el dinero al que le había sostenido la escalera
de cuerda. El otro lo observaba con extrañeza.
-¿Qué te pasa? ¿Estás preocupado? ¿Por qué si todo
salió bien?
Pan sobre las aguas 69

- Estaba pensando que la gente que le da más


importancia a la conciencia que nosotros, es más feliz y vive
mejor.
Dentro de una bolsa llena de herramientas había
escondido el libro “Usted puede vivir para siempre” y algunas
revistas para leerlos cuando estuviera solo.

¿Por qué hemos llegado a vivir así, en desasosiego,


esperando sucesos indeseables? Todo empezó hace sesenta
siglos, en la primera infancia del mundo, en los días de Adán.
La vida estaba en sus albores, disfrutando de sus logros
primitivos, el reino vegetal y el reino animal. Nadie habría
imaginado entonces que la iniquidad iba a convertirse en una
enorme marea de resaca y corrupción que cubriría los pueblos.

LA VIDA Y EL MUNDO

Se enfrentaron un día hace sesenta siglos,


sobre la tierra virgen, limpia y enmarañada.
La vida era muy joven, el mundo era muy niño.
La población del cielo aplaudió entusiasmada.

Ella adornó su infancia con flores y animales,


lo coronó de pájaros en la gloria del día,
lo adormeció con cantos en las tranquilas noches.
La inocencia perdida les duele todavía.

El mundo niño apretó en sus puños


las primeras semillas que dio la iniquidad;
volvió su espalda al Padre para jugar con ellas,
despreció su gran Nombre, ignoró su bondad.

La vida odiaba verlo por lodosos caminos,


Pan sobre las aguas 70

avanzando a los tumbos, engendrando violencia,


aclamando el arribo del vicio y la ignominia;
con tales distintivos selló sus adolescencia.

Ahora la vida gime por el candor de antaño,


pero Dios la consuela con la seguridad
de que pondrá otro infante en sus cálidos brazos,
¡un mundo incorruptible, nutrido en la verdad!.

Capítulo 7

LA CIUDAD DE LOS RECUERDOS

Conozco esas avenidas,


¡las he recorrido tanto!
Las alumbra tenuemente
una antigua luz de encanto.
Me detengo en los jardines
de flores que no perecen
y admiro los viejos árboles
que ni se secan ni crecen.
Leo en las placas brillantes
muchos sucesos de ayer.
Lo mejor de aquel pasado
tendrá que reverdecer.
¡Hay tantos nombres amados
que en grandes letras de acero,
se defienden del olvido
Pan sobre las aguas 71

unidos a lo que espero!


Adquiere un brillo indeleble
lo que entra y nunca sale.
Ninguna inflación le cambia
el cartel de cuánto vale.
¡Oh ciudad de los recuerdos,
mi refugio atesorado,
que no se cierren tus puertas
ni seas un bien vedado!
Carta de ciudadanía
le diste a mi corazón,
y como salvoconducto,
las notas de mi canción.
Todo se asienta en tu calma
y queda tal cual está,
como los hechos grabados
en la mente de Jehová.

Colibrí, hoy quiero valerme de tu habilidad para volar


hacia atrás. El ayer es un cofre de invalorables joyas. Cuando
uno aprecia el don de la memoria, sabe cuánto bien recibe al
hacer excursiones retrospectivas para solazarse en los hechos
relevantes del pasado y descubrir en ellos nuevas facetas. Los
que insensatamente desperdiciaron su vida buscando
sensaciones nuevas y placeres ilícitos, se jugaron a sí mismos
una mala pasada al ensuciar su conciencia con hechos
reprensibles. Convirtieron esa íntima ciudad de los recuerdos
en un basural al cual no sienten deseos de volver. Se privaron
del refugio mental digno y reconfortante que tienen los que
pueden mirar de frente al yo interior, porque sus errores no
son irreversibles.
Es un lujo exclusivo de cada uno al sentirse dueño de
una ciudad en que nadie puede prohibirnos la entrada. Allí
están los rostros amados de los que ya no existen. Volverán un
día porque Jehová los guarda en su memoria. Allí están las
fechas más significativas y los días rescatados del tiempo
uniforme, envasado en la ruma diaria. Esos escasos días en la
Pan sobre las aguas 72

vida que resplandecieron con luz propia, porque traían un


mensaje distinto.
Empecemos por los rostros y las presencias que
permanecen incambiables en la ciudad de los recuerdos.

ELEGÍA

Malaquías 3:16

Los ángeles escriben un libro de recuerdos


en que guardan los nombres de los muertos amados
que cerraron los ojos en paz e integridad.
Sus nombres en la tierra se desligan de todo,
deberes y derechos, herencia y propiedad,
pero entran en tal libro para ligarse a cosas
estables, cristalinas, que exhalan santidad.

Flotando entre los hielos del inconsciente sueño,


son árboles que el viento con saña descuajó.
Como pájaros mudos, con las alas quebradas,
atraviesan a ciegas el umbral de la nada
donde ningún reclamo de nuestra voz llegó.

La aborrecida muerte, con su guadaña al hombro,


ríe por los caminos con terrible desdén.
Dios la está desafiando desde el cielo:
—Llévate tus colgajos funerarios,
tus candelabros y tus tristes pompas.
¡Ya te van a enterrar a ti también!

Habrá un día brillante,


que aún no tiene nombre ni lugar asignado
en ningún calendario;
un día indescriptible,
que amaneció hace mucho en la mente de Dios.
El mundo renovado, feliz y hospitalario,
Pan sobre las aguas 73

aclamará el regreso de los resucitados


con emotiva voz.

“Cantarán los que moran en el polvo”,


¿no lo dijo Isaías?
Ya nunca asociaremos su memoria
a una tumba sombría.
Este sol dadivoso,
ha de besar los ojos que durmieron inertes.
Aquellos pies que Dios llamara hermosos
al llevar su palabra en los caminos,
se afirmarán de nuevo sobre el suelo
por decreto divino.

Sus gargantas que fueron arpas rotas,


recobrando sus cuerdas malogradas,
harán vibrar sus más sentidas notas,
La tierra que los tuvo en sus entrañas
se vaciará de ellos conmovida,
y Jehová colmará sus manos ávidas
con el regalo eterno de la vida.

MORIR NO ES PERECER

El árbol no se va cuando se seca,


queda ligado a nuestra simple historia
con su fruto, su sombra y su memoria.

El viento no se extingue al aquietarse,


completará su curso transformado
en un soplo de brisa sosegado.

El día no se anula ante la noche;


el corazón lo filtra y purifica,
la conciencia lo pule con reproches.
Pan sobre las aguas 74

El ave no sucumbe cuando calla,


quizá la tempestad ahogue su voz,
pero hizo un nido y sus pichones pían;
con su canto nos dijo: “Existe Dios”.

Estás durmiendo el sueño duradero;


bien te ganaste ese descanso, madre.
Tu escolta es una estela de recuerdos
que ilumina tu imagen.

Hoy quisiera imitarte en tu equilibrio


al razonar, al comprender al deducir,
y repetir tus lúcidas sentencias,
al exhortar, al defender, al corregir.
¡Cuánta dulzura había en tus ojos mansos
al amparar, al sostener, al dirigir!

No has de sentirte extraña cuando vuelvas,


contemplando los campos florecidos,
los lagos fulgurantes como gemas,
la creación vibrante de belleza,
porque ese Paraíso fue tu tema.

¡Qué bien te avenirás al Nuevo Mundo


con tu amplio dar y tu parco pedir!
Será imposible no identíficarte
al abrazar, al responder, al bendecir.

Ven Colibrí, leamos esas placas que conmemoran días


especiales en la corriente del tiempo. Allí está esa fecha
privilegiada en el derrotero de cada cristiano, cuando sellamos
nuestro pacto de dedicación con el bautismo.
¡Qué bueno es analizar los cambios que ha tenido
nuestra mente, la madurez, el equilibrio alcanzados paso a
paso!

ANIVERSARIO
Pan sobre las aguas 75

No hables de cosas tristes esta noche,


cierra la puerta y deja el mundo afuera.
No menciones la cuenta del teléfono,
los títulos dramáticos del diario,
ni el trigo que depende de las lluvias,
ni el desnivel de precios y salarios.

Borra este mundo y traza un nuevo mapa,


con mucho campo verde, con bosques más frondosos,
con montañas nevadas, cielos resplandecientes,
lagos adormecidos y arroyos caudalosos.
Casi hace medio siglo, en esta misma fecha,
con un corazón pleno de ardiente expectativa,
encaminé mis pasos al agua del bautismo.
Mi esperanza subsiste como ayer, fresca y viva.
Luego enfrenté a la gente confundida,
con el mensaje penetrante y claro
de la verdad, por siempre redimida.

Me salieron al paso los ateos


insultando mi escasa inteligencia;
me escucharon con soma los filósofos
alabando el candor de mi demencia.
Oí decir que Dios ya ni nos mira,
que si una vez vivió hoy está muerto,
que nos lanzó como hijos no deseados
a un doliente ostracismo,
sin un norte marcado, sin derrotero cierto,
y sin más esperanza que el abismo.
Oí promesas que jamás cumplieron
los que ansiaban dominio y poderío,
rotulando al sagaz que no creyera
de “profeta sombrío”.

Los años y las décadas se fueron,


hoy es la tierra un arsenal que estalla;
llenan el escenario fuego y nubes;
es música de fondo de metralla.
Pan sobre las aguas 76

Ha de llegar el día inexorable,


como llega el invierno con sus lluvias,
con sus vientos que azotan en tenaz ulular.
Como golpea el niño a las puertas del mundo
con dolorosa urgencia, y hay que dejarlo entrar.

Los burladores gozan maltratando su nombre,


pero Dios no se altera, y los deja seguir.
En sus manos de artífice ya existe
en forma y en sustancia el porvenir.
Para todos nosotros, sus Testigos,
es innegable su supremacía.
Nada invalidará nuestra confianza
en el tiempo acordado todavía.

Entre los recuerdos que fueron mojones en el camino,


señalando el avance del Nuevo Mundo, están las asambleas.
Vamos a tratar de describir la felicidad de estar en ellas y la
impresión al verlas terminar.

ASAMBLEA

Le hemos quitado al tiempo cuatro días preciosos


y con clavos de hierro los hemos afirmado
a un muro evocativo que actualiza el pasado,
resume lo vivido, rescata lo valioso.
Afuera, el mundo sigue su absurdo planteamiento.
Al dejar cada tarde nuestro alegre avispero
nos repele el tabaco y el lenguaje grosero,
y nos traspasa el frío de un gran distanciamiento.
Se aferra a nuestro oído un largo eco que canta
mientras vibra el aplauso que respondiendo aprueba.
Pan sobre las aguas 77

Nuestra sed analítica hasta saciarse abreva,


porque la fe nutrida se arraiga y se agiganta.
La oración al unirnos escrutó la conciencia
y el amén puso el sello a la actitud expresada.
Jehová la ha recogido cual firma autenticada
ante el fulgor sagrado de su anciana presencia.
La causa, que es el norte de nuestra trayectoria
ahora resplandece pulida y exaltada.
Es torre de refugio, es puesto de avanzada,
que se afinca en las fuentes de luz de la memoria.
Y nos vamos, pensando en el día triunfal
en que en la tierra libre el Nuevo Mundo sea
el gozo inacabable de una enorme asamblea
que nunca ha de cerrarse con un amén final.

Llegará un tiempo maravilloso en que a los amados


huéspedes de la Ciudad de los Recuerdos se les cancelará el
permiso legal de residencia en el plano inconsciente, y se
abrirán las fronteras para conducirlos a la superficie de la vida
consciente. Entonces, la actividad social de ese mundo sin
barreras ni límites, florecerá con acontecimientos de
resplandeciente gozo. En toda la tierra habitada habrá
emocionantes reencuentros, parecidos a esta reunión familiar.

REUNION DE FAMILIA

El parque Betania ostentaba su espléndida belleza en


aquella tarde inolvidable. La primavera estaba en su apogeo.
Los árboles lucían su nuevo follaje y el rosedal estallaba en
colores y fragancias. En el tablero a la entrada del parque,
donde se anuncian conciertos, espectáculos y otros
acontecimientos especiales, se leía debajo de la fecha:
“Reunión de descendientes de Charles y Geraldine Paterson”.
Eso significaba que el público en general, discretamente se
Pan sobre las aguas 78

privaría de ocupar el parque esa tarde, porque estaba


reservado para una reunión privada, con la aprobación del
cuerpo de ancianos de la localidad.
Desde la mañana, un grupo de voluntarios de la familia
habían estado limpiando y adornando las mesas fijas que
están cerca del lago, y armando algunas grandes mesas
adicionales entre el lago y el palco de la orquesta.
El que una vez fuera el respetable capitán Paterson, al
servicio de la marina argentina desde su fundación, bajo la
autoridad del legendario almirante Brown, había publicado una
carta abierta en la prensa oficial, convocando a sus
descendientes hasta la última generación que vio el fin del
sistema, y la entrada del nuevo mundo que prospera y crece
ante nuestros ojos.
En las primeras horas de la tarde, los grupos
empezaron a llegar. Traían sus pequeñas canastas con la
merienda. Charles Paterson les hizo saber de antemano que él
se encargaría de toda la bebida que se necesitaba y con tal fin,
se instalaron cinco pequeños bares muy decorativos en
distintos puntos. Eran estructuras de madera, artísticamente
modeladas y pintadas. Uno representaba un barco, otro un
carruaje antiguo, otro un vagón de tren, otro un tractor, otro
una góndola. La tercera generación de Charlie, sus nietos,
atenderían los bares y servirían deliciosos refrescos y cerveza
casera. Todo había llevado tiempo y esfuerzo desde meses
atrás. No se sabía cuántos se presentarían para la fiesta, al
identificarse con los apellidos publicados en la carta abierta
que los invitaba. Era tan fascinante para algunos rastrear sus
raíces, como para las raíces, llegar a conocer todos sus brotes.
A la hora convenida, se dio la bienvenida a 1.538
asistentes. Charles Paterson, instalado en una mesa frente al
micrófono, dirigió su emotivo discurso a la singular asamblea,
desde el palco de la orquesta.
—Desde que era muy joven, siempre esperé con
ansiedad la llegada de la primavera; pero jamás otra
primavera despertó en mí tanta expectativa como ésta.
—Desde que comprobé que el Dios de infinita bondad
había mostrado estima por mi vida al resucitarme, he
acariciado este pensamiento de reunir a un gran número de
mis descendientes en una fiesta familiar, para darle a mis ojos
Pan sobre las aguas 79

y a mi corazón el gozo de contemplarlos y disfrutarlos. Nada


sustituye a la familia. Aún nosotros, los que éramos lobos de
mar, aparentemente duros e impermeables a las emociones
que produce el cariño natural, los que pensábamos que
podíamos tutear a la muerte y bromear con ella ante el océano
embravecido, estábamos solamente amordazando el terror de
morir solos, sin el calor de las manos amadas alisando las
ropas del lecho y enjugando el sudor de nuestra frente. Mi vida
en el mar, aunque no deseaba cambiarla por otra, tuvo como
música de fondo, un ahogado clamor por la familia.
El viejo mundo que la mano de Dios borró para siempre,
no me trató tan mal. En aquellos tiempos, la iniquidad no se
había apoderado de todo como sucedió en los últimos días. He
leído cuidadosamente la historia del tiempo del fin, que a
algunos de ustedes les tocó vivir, y me he estremecido de
asombro. Pero, a mayor o menor grado, en todas las
generaciones hubo víctimas y victimarios. Aparte de eso,
siempre existía una clase social que vivía una vida
relativamente tranquila, flotando sobre la cresta de las olas sin
hundirse, y en esta clase estuve yo. Éramos espectadores de
los dramas ajenos, pero nos conmovíamos ante los hechos sin
poder cambiarlos. Teníamos que limitarnos a tenderles la
mano a otros, dándoles una ayuda pasajera, o alentándolos
con una ráfaga de simpatía y amistad, mientras el viejo drama
continuaba.
—Yo amaba el mar desde niño y me alisté en la marina
inglesa. Pasaba las vacaciones en casa de mis padres, cerca
de Londres. A los 25 años me casé con esa hermosa mujer que
está sentada en el sillón blanco, junto al rosedal. Ponte en pie,
Geraldine por favor, para que ninguno de los presentes tenga
que preguntar cuál es aquella lejana abuelita de quien oyeron
hablar en su niñez. (Un cálido aplauso resonó en el parque
cuando Geraldine, con un largo vestido de tul celeste, y
jazmines prendidos a su pelo rubio, se levantó para saludar a
los presentes. Muchos se acercaron con sus cámaras y la
fotografiaron).
Carlos Paterson continuó su relato: —Geraldine y yo
habíamos sido compañeros de colegio. Nuestros padres eran
buenos amigos entre ellos y nos veíamos a menudo. Cuando
anunciamos nuestro noviazgo, ambas familias lo celebraron
Pan sobre las aguas 80

con verdadera alegría. Nuestro matrimonio fue muy feliz.


Siempre estuve agradecido a Geraldine por su comprensión y
paciencia. Estuvo dispuesta a esperar mi retiro para tenerme
más tiempo a su lado. Jamás me mortificó exigiéndome que
abandonara el mar para dedicarme más a la familia, frustrando
así mi verdadera vocación. Educó maravillosamente a nuestros
cinco hijos, que, por la bondad de Dios están todos aquí. Les
he pedido que se sentaran allí, en el rosedal, junto con los que
fueron sus compañeros matrimoniales, y los hijos que nacieron
de tales matrimonios. Los nombraré para que cada grupo de
familia se ponga de pie, a fin de que los identifiquen sus
descendientes. Allí está Eduardo, mi hijo mayor y su esposa
Sara, con los tres hijos que tuvieron; luego Rosemarie, su
esposo Andrés y sus cuatro hijos. Después nació Arturo,
cuando ya vivíamos en Buenos Aires, y se casó con Isabel, una
muchacha española. Ellos tuvieron seis hijos que siempre
fueron muy mimosos de los abuelos, porque vivían cerca de
nosotros. Ana María nació después que Arturo. Ella se casó con
Diego, un joven que cantaba muy bien y nos deleitaba con sus
serenatas. Ana falleció al dar a luz a su segundo hijo. Ese fue
un gran dolor que ensombreció a nuestra familia en aquel
momento, pero hoy tenemos el gozo de tenerla entre nosotros.
Tres años después de Ana María nació Diana. Ella era la única
que quedaba soltera cuando conseguí mi retiro de la Marina, y
algunos años después se casó con Dionisio, el hijo de un
querido amigo nuestro. Ahora quiero contarles cómo llegué a
las costas del Río de la Plata, y cómo andaban las cosas por
aquí en aquellos días.

—El barco que yo tripulaba vino dos veces a la América


del Sur y se detuvo algunos días en Buenos Aires y en
Montevideo, la pequeña ciudad fundada en la otra orilla.
—Ambas tenían un encanto especial, un sello personal
que las hacía tan diferentes de las ciudades europeas. Su
población limitada hacía que todo el mundo se tratara
familiarmente, en un ambiente tranquilo y cordial. Era un
pintoresco conjunto de nacionalidades que seguían con interés
el despertar de un nuevo continente, que atravesaba drásticos
períodos de cambio.
Pan sobre las aguas 81

—Juan de Garay, un enviado del Rey de España, fue el


fundador de la ciudad de Buenos Aires en 1580, profetizando
que algún día, llegaría a tener cientos de habitantes. En su
discurso de inauguración Garay había dicho que,
contrariamente al punto de vista negativo de muchos, con
duro trabajo se conseguiría que la tierra diera buenas
cosechas y alimentara ganado. Algunos pensaban entonces
que esa pretensión era ridícula y que el lugar era tan impropio,
que quedaría como un villorio perdido.
—Sin embargo, cuando yo la conocí, más de dos siglos
después, era una respetable ciudad con más de trescientos mil
habitantes, entre ellos muchos esclavos recién liberados y
mestizos. No podía compararse con Tucumán, la ciudad
norteña, pero seguía creciendo junto a un puerto donde
atracaban barcos de todo el mundo. Los ojos codiciosos de los
portugueses, ingleses y franceses estaban sobre ella,
buscando la oportunidad de arrancarla de las manos de los
españoles. Después del fracaso de las invasiones inglesas y la
disolución del virreinato, llegó a ser una tierra libre e
independiente, que miraba con mucho entusiasmo hacia el
futuro, y se borraron los malos recuerdos. Gente de todas las
nacionalidades participó en poblarla y engrandecerla,
sintiéndose bien integrada y a gusto con todos los demás.

—En el segundo de mis viajes al río de la Plata, conocí a


un irlandés notable, marino desde la niñez, William Brown,
quien más tarde fue llamado “el padre de la marina
argentina”. Este navegante de indoblegable vocación influyó
en mi decisión de venir a estas costas con Geraldine y los dos
niños que teníamos en aquel tiempo. El mismo Brown trajo a
su flamante esposa Elisa, en viaje de luna de miel en su propio
barco, el “Belmond”, a Montevideo, donde lo usaba para viajes
costeros; más tarde los portugueses que dominaban en el
Brasil, se lo confiscaron.
—Felizmente, Geraldine se sintió atraída por esta
aventura y nos embarcamos con los niños en un viaje que en
ese entonces duraba dos meses y algunos días. ¿Qué fue lo
que nos movió a tomar esa decisión allá en el año 1814 de la
era pre-Armagedón? En ese año William Brown fue
comisionado por el gobierno de las Provincias Unidas, para
Pan sobre las aguas 82

formar una fuerza naval, y lanzó un llamado para enrolar en


ella marinos extranjeros. Ingleses, irlandeses, norteamericanos
y franceses respondieron a la convocatoria. Brown era
conocido y respetado en estas costas. Conocía el estuario
palmo a palmo y dirigía un servicio de pasajeros de Buenos
Aires a Colonia que operó hasta que los agresivos españoles se
apoderaron de su nave. Brown sabía dirigir barcos y hombres.
Era la persona indicada y demostró que el privilegio estaba
bien concedido. Mi carrera naval continuó exitosamente bajo
su dirección. Geraldine era feliz en Buenos Aires. La familia
seguía aumentando y no tardamos mucho en disponer la
edificación de una casa grande, a nuestro gusto. Cuando yo
partía mar adentro, a veces por un buen número de meses, mi
corazón estaba tranquilo en cuanto a mi familia porque dos
personas que merecieron todo nuestro agradecimiento y
aprecio, quedaban en casa: eran Gervasio y Martina, los únicos
invitados a esta reunión que no llevan nuestra sangre. Por
favor, vengan junto a mí. (Un hombre y una mujer de piel
morena, de rostro bondadoso y sonriente, se colocaron junto a
Carlos Paterson).

—La esclavitud había sido abolida un año antes de


mudarnos nosotros al Río de la Plata, de modo que no los
compramos como esclavos, sino que los tomamos como
empleados. Gervasio y Martina eran recién casados entonces.
Más tarde, los hijos de ellos crecieron junto a los nuestros y
eran sus compañeritos de juegos. Cuando yo contraté a una
maestra española para que aprendieran bien el idioma, los
hijos de ellos se beneficiaban de las clases junto con nuestros
niños. Mi gratitud a estas dos personas amorosas y leales, no
puede expresarse con palabras.
—Cuando me retiré de la Marina, vendimos nuestra
primitiva casa en Buenos Aires y compramos otra bastante
afuera, en una ciudad llamada Belgrano. Era una tranquila
mansión rodeada de un parquecito. Cuando había algún
acontecimiento especial en Buenos Aires, salíamos temprano
en la mañana en nuestro coche tirado por caballos y
llegábamos después del mediodía. Naturalmente, nos
deteníamos a merendar en algún lugar desierto, bajo los
árboles. Gervasio se entendía muy bien con los caballos, y
Pan sobre las aguas 83

Martina con los nietos que nos acompañaban, de modo que


era imposible ir sin ellos a cualquier parte. (Los morenos
disfrutaban de cada recuerdo mencionado por el capitán, y
sonreían complacidos, agradeciendo los aplausos de los
concurrentes.
—Gervasio fue el primero en abandonarnos, y como no
podía ser de otra manera, le otorgamos un lugar de descanso
en la tumba de la familia. Martina lo siguió varios años
después, cuando yo mismo había terminado mi carrera, y mis
hijos dispusieron que ella también descansara con nosotros. Es
una felicidad tenerlos aquí y ver que Jehová no los olvidó en
este tiempo de recompensas. Podría seguir interminablemente
recordando cosas, pero no quiero ser el único en hablar.
Acércate al micrófono, Gervasio. Sería bueno que tú también
nos cuentes algo de aquellos lejanos tiempos.
—En primer lugar, Don Carlos, quiero agradecer las
palabras con que usted reconoce nuestros servicios de antaño.
Era muy fácil ser leal a nuestro querido capitán. Martina y yo
no podíamos siquiera pensar en separarnos de usted y la
señora Geraldine, y dejar de ver a los hijos de ustedes, que
habían estado tanto en nuestros brazos. Es una inmensa
felicidad haber vuelto a vivir en este tiempo y comprobar que
Jehová nos tenía en su memoria. Es también una gran dicha
volver a encontrarnos con la familia Paterson y compartir el
gozo de todos los que están aquí hoy.
—Como les sucederá a muchos de ustedes, es
inevitable para mí comparar el pasado con el presente.
Mientras Don Carlos nos hablaba de aquellos primitivos
tiempos de Buenos Aires, muchas comparaciones surgían en
mi mente. Había bastante trabajo y se pagaban buenos
jornales, pero de todos modos, los mendigos abundaban.
Aparte de los lisiados y los ciegos que mendigaban en la
puerta de la iglesia, estaban los niños y los ancianos, que iban
de casa en casa siempre con la misma introducción: “¡Una
limosnita, por el amor de Dios!” Algunos habían tenido tan
buena respuesta de la caridad ajena, que podían hacer su
recorrido a caballo. Era tradicional que los mendigos montaran
un caballo blanco. Detrás de ellos, envuelto en algún poncho
sucio, llevaban pan y carne que la gente les daba. La actitud
de la mayoría era que no debían marcharse de su casa sin
Pan sobre las aguas 84

recibir algo, pues de otro modo, Dios le correspondería a uno


con la misma indiferencia con que uno los trataba a ellos.
Algunos hasta sospechaban que el mismo Jesús materializado,
disfrazado de mendigo, podía estar llamando a sus puertas
para ponerlos a prueba. Después de todo ¿no decía la Sagrada
Escritura que Jesús también venía en un caballo blanco?
En aquel tiempo, un caballo se compraba por el
equivalente de tres o cuatro dólares. Para darles una idea más
clara, ese dinero alcanzaba para dos días de hotel y comida en
la ciudad. Por eso era común que un caballo fuera maltratado
y abusado hasta que caía moribundo a un lado del camino,
porque costaba tan poco sustituirlo. Esto nos hería a las
personas de buena conciencia. Algunos de éstos decidieron
formar la “Sociedad Protectora de Animales”, cuando yo ya era
bastante anciano, hacia fines del siglo diecinueve. Esa
sociedad ya existía en Inglaterra y en Estados Unidos y, el
tenerla entre nosotros, era un adelanto de la civilización.
—Hoy es maravilloso vivir en un mundo en que la
mendicidad no existe. Nadie tiene que invocar el amor de Dios
para recibir mendrugos. Mirando esos bares improvisados para
la fiesta, no pude menos que recordar las tristes y sucias
pulperías de la antigüedad, donde los hombres de campo se
reunían a beber y a jugar, dejando allí el dinero de sus jornales
como algo sin valor, ya que las cosas esenciales para la vida
estaban provistas sin restricción en el campo donde
trabajaban y vivían. Cada pulpería tenía una guitarra
disponible para el que la pidiera, y el que cantaba para todos
recibía gratis lo que quisiera consumir. Los payadores
improvisaban sobre las cuerdas, volcando en ellas sus
lamentos por algún amor no correspondido, por alguna traición
que juraban vengar con sangre, o por las penurias al cruzar a
caballo las grandes extensiones desiertas. Los gauchos sentían
que la Pampa era de todos y de nadie. Hubo airadas críticas y
protestas cuando algunos terratenientes ingleses empezaron a
marcar el ganado y a cercar sus campos con alambre de púa
importado de Inglaterra. Los ganaderos criollos decían que era
una locura querer ponerle puertas a la Pampa y que ellos
nunca habían necesitado límites marcados por alambre. Hasta
ese momento, sólo se habían reconocido límites naturales; un
bosque, un barranco, o una hilera de matas espinosas. El
Pan sobre las aguas 85

progreso los estaba regimentando, y lo recibían con


resentimiento.
—El gaucho era naturalmente triste y taciturno. Se
sentaba junto al fogón en las horas de ocio a tomar mate y a
rumiar penas. La alegría natural de los más jóvenes se miraba
como un estado pasajero que el tiempo disiparía. Hoy vemos
el Nuevo Mundo rebozan te de felicidad. Hemos aprendido que
el gozo es un fruto del espíritu de Dios, una invalorable
recompensa por nuestro trabajo y nuestra fidelidad de cada
día, disponible para todos los que formamos parte de esta
nueva sociedad terrestre bendecida por el Creador.
Gervasio concluyó su relato y Carlos Paterson tomó de
nuevo la Palabra:
—Gracias, Gervasio, por tus comentarios. Ahora le
ruego a Martina que nos cuente algo de sus remotos
recuerdos.
—Mientras Gervasio hablaba del gran contraste entre el
ayer y el hoy, yo pensaba de cuántas cosas estuvimos
protegidos al vivir en la casa de la querida familia Paterson.
Nunca carecíamos de nada y nuestro trabajo era bien
valorado. Aparte de los recuerdos más queridos, que tienen
que ver con nuestros propios hijos, resaltan en mi mente las
pequeñas fiestas familiares que se reservaban para los breves
días en que el capitán estaba en tierra. Yo ayudaba a la señora
Geraldine a preparar los exquisitos budines de fruta
abrillantada que eran el deleite de don Carlos. Algunos eran
guardados en moldes especiales para que él los llevara a
bordo. Estos se conservaban mucho tiempo en el molde
revestido de una gruesa capa de grasa de cerdo.
—Quiero contarles algo del Mercado del Centro, donde
la señora me enviaba dos o tres veces por semana. Aparte de
los excelentes productos de nuestra tierra, había siempre una
gran variedad de conservas, mermeladas y golosinas que
traían los barcos. Pero, el mayor atractivo del Mercado del
Centro era que nos brindaba la oportunidad a las muchachas
del servicio doméstico, de encontrarnos con las que servían a
otras familias. Allí uno se enteraba de todas las novedades;
quién se había ennoviado y con quién; quién esperaba un
bebé; qué familia había recibido muebles nuevos desde
Pan sobre las aguas 86

Europa; cuáles eran los matrimonios que más reñían y las


suegras más gruñonas.
—Casi siempre, esas idas al mercado llevaban mucho
más tiempo del que era necesario. Pero, todo en ese entonces
se movía lentamente, no había razón para andar de prisa, y
era una tentación irresistible detenerse a conversar con cuatro
o cinco personas diferentes cada vez. Eso es todo lo que
quería decir.
—Gracias Martina. Tu narración trae a mi mente la
lentitud de las comunicaciones en aquellos días. Cuando
recibíamos alguna publicación de Europa, las noticias ya
tenían casi tres meses. En Buenos Aires se editaban pequeños
periódicos que se enviaban por diligencia a Tucumán y
Córdoba, donde tardaban más de un mes en llegar.
Actualmente, vivimos en un mundo perfectamente unido por
sus vías de comunicación. Cualquier novedad puede recorrer
el planeta en un par de horas, y lo que es mejor aún, las
noticias son siempre positivas y animadoras. Ahora sería muy
oportuno que tú, Geraldine, les dirigieras la palabra a todos
estos apreciativos descendientes tuyos. Acércate al micrófono,
por favor.
—Querida familia: Carlos ya les dijo cuánto significa
para nosotros esta hermosa ocasión. Sé que ustedes tienen
mucho interés en descorrer los velos del pasado junto con
nosotros. Les contaré que, aunque no fue fácil dejar atrás
Inglaterra, la familia, los amigos, los lugares llenos de
recuerdos, no había dudas en mi corazón, ni posibles
alternativas. Me había casado para seguir a mi esposo y no
hubiera podido ser feliz contrariándolo. La vida en Buenos
Aires era agradable y sosegada después de la independencia.
Como dijo Carlos, se borraron los malos recuerdos de los años
turbulentos. Por una u otra razón, siempre teníamos los ojos
puestos en Europa. Llegaban catálogos de las grandes tiendas
anunciando sus productos y la gente enviaba sus pedidos.
—Cuando llegaban los barcos con aquellas voluminosas
cajas etiquetadas para cada familia, era una fiesta abrirlas.
Nos probábamos los hermosos vestidos, desembalábamos las
porcelanas o algún mueble adicional para la casa, y
repartíamos los juguetes entre los niños. Siempre pedíamos
algo para Gervasio, Martina y sus negritos, para que
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participaran de nuestra alegría. Luego esperábamos aquellas


ocasiones en que lucir la ropa nueva. Podía ser una boda, o
una fecha celebrada por alguna familia en su sala
especialmente adornada e iluminada por muchos candelabros.
De vez en cuando, recibíamos con especial entusiasmo el
anuncio del arribo de una compañía de ópera, un concertista, o
un conjunto de ballet. Desde principios del siglo diecinueve
Buenos Aires tenía un hermoso teatro, el Colón, que durante
más de cincuenta años fue el único existente. Era algo muy
sugestivo vestirse con la mejor ropa y concurrir a estos
acontecimientos artísticos. Los que vivían más cerca
caminaban a través de las oscuras calles empedradas guiados
por un negrito que se ganaba unos reales iluminando el
camino con un farol pendiente de un palo o de una caña, y
esperaba al final de la función para acompañar de vuelta a los
señores a su casa. Los que vivían más lejos, llegaban en sus
coches a caballo.
—Durante todos esos años, solamente una vez volví a
Inglaterra. Me preocupaba la idea de que mis padres y los de
Carlos estaban envejeciendo sin conocer a sus nietos. Si
esperábamos mucho quizá no los encontraríamos con vida.
Carlos los veía cada tanto en sus viajes, pero yo siempre tenía
que quedarme en casa y conformarme con las cartas y los
encantadores regalitos que él nos traía de parte de los abuelos
y de los tíos. Al fin, hicimos arreglos para viajar en un barco
grande todos juntos, cuando mi esposo consiguió una licencia.
Descontando los dos meses de ida y los dos de vuelta,
pudimos quedarnos cuatro meses mis hijos y yo, aunque
Carlos tuvo que volver antes al servicio naval. Despedirme de
aquellos queridos ancianos fue una de las experiencias más
duras de mi vida, ya que en esos años, sin conocimiento de las
verdades bíblicas, pensábamos que tales despedidas eran
definitivas. No imaginábamos entonces los emocionantes
reencuentros que la resurrección nos iba a proporcionar.
Después de aquel viaje, cuando yo tenía cuarenta y cinco
años, tuve la sensación de que mi propia juventud se estaba
esfumando sin retorno. Diez años después, vino la sorpresiva
muerte de Ana al dar a luz una niña. Después de eso, ya nada
más me interesó fuera de la familia misma. Carlos se retiró de
la Marina y compró la casa en Belgrano. Nuestros nietos
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venían frecuentemente y nos sentábamos en el jardín a verlos


jugar bajo los limoneros y los naranjos. A partir de allí tengo un
registro mental cada vez más opaco e impreciso. Tal vez uno
de los presentes quiera añadir algo más…
—Muchas gracias, Geraldine. Veo a nuestra nieta
Marisol, hija de Arturo, que levanta la mano pidiendo la
palabra. Acércate Marisol, por favor.
—Gracias abuelo Carlos. Yo quería añadir algo a los
recuerdos de la abuela. Hacia fines del siglo diecinueve,
cuando ustedes ya no estaban entre nosotros, fue una gran
sensación para los habitantes de Buenos Aires ver llegar el
alumbrado eléctrico. El teatro Colón era entonces un lugar
resplandeciente, en que todo lucía y se disfrutaba más. La
distancia entre Buenos Aires y Belgrano se fue cubriendo de
pequeños caseríos. Empezaron a aparecer los coches a vapor y
más tarde, el automóvil. Así entramos en una nueva era en
que todo se movía con más agilidad.
—Muy interesante tu comentario, Marisol. ¿Hay alguien
que quiera narrar algo del siglo veinte?
Un hombre alto, rubio, se acercó al micrófono y pidió la
palabra:
—Abuelo Carlos, soy Roberto Paterson, un bisnieto de
Diego, el hijo de tu hijo mayor, Eduardo. Cuando te escuchaba,
me llamó la atención la fecha en que viniste aquí para integrar
la marina de lo que entonces se llamaban “Las provincias
Unidas”. Tú mencionaste el año 1814. Cien años después, en
1914, yo era un joven marino, recién comenzando mi carrera.
Debo haber heredado de ti la vocación. Ese año, la tierra
entera fue sacudida por una terrible sorpresa. Estalló la gran
guerra mundial que nadie esperaba. Desde allí nada fue igual
en el mundo. Bueno, todos hemos estado estudiando la
conexión de esa guerra con las profecías bíblicas. No intento
ahora repasar el significado de aquellos graves sucesos,
porque sería repeticioso. Sólo quería decirte, abuelo, que un
lejano descendiente tuyo andaba recorriendo los mares del
mundo en aquellos días tan significativos.
—¡Muy bien, Roberto! Nos alegramos de conocerte y
escuchar te. Tenemos tiempo para dos o tres testimonios más,
si no son muy extensos, antes de la comida; ¿hay alguien que
tenga una experiencia singular para contar, algo fuera de lo
Pan sobre las aguas 89

común? Veamos qué nos trae ese buen mozo que me hace
señas desde una de las últimas mesas; por favor, cuéntanos
quién eres y en qué generación te tocó vivir.
—Son Abelardo Arenas, un lejano nieto tuyo. Tu hija
Rosemarie fue una de mis tatarabuelas. Creo que mi
experiencia personal es única en lo que toca a la familia. A
causa de algo que los médicos señalaron como una severa
deficiencia hormonal yo no alcancé la estatura normal. Por lo
que sé fui el único enano entre tus descendientes, y nací seis
años después de finalizada la guerra mundial que mencionó
Roberto. Mi vida fue relativamente corta y no me destaqué en
nada. Pero quiero compartir con ustedes el gozo de ser ahora
un hombre normal liberado de una situación opresiva y sin
remedio. Desde niño tuvo que estar consciente de ser la
desilusión de la familia. Aunque mis padres eludían mencionar
el problema en mi presencia, yo lo sentía. Mi intelecto no había
quedado enano y a medida que pasaba el tiempo fui víctima
del gran desequilibrio entre lo que era y le que podía haber
sido. Cuando llegué a los 18 años empezó a torturarme la idea
de encontrar una muchacha buena, cariñosa, que no midiera
más de un metro veinte, como era mi estatura, para formar mi
hogar. Nunca la encontré y seguí siempre solo, viendo
envejecer a mis padres y preocupándome por un futuro muy
incierto. Encontrar empleo era otro problema. A las fábricas y
las empresas difícilmente les vendría bien mi altura. Aparte de
eso, desconfiaban de mi capacidad, ya que el “envase”
prometía tan poco. Para un sector del público parecía que un
enano sólo servía para hacer reír en el circo. Al fin aprendí a
hacer marcos bonitos y a armar cuadros que vendía en las
ferias callejeras. En casa, el teléfono estaba en una mesita
baja, siempre a mi alcance y en mi pieza, los enchufes y las
llaves de luz estaban expresamente colocados a mi altura,
pero si tenía que llamar desde un teléfono público, debía
molestar a alguien que tuviera la bondad de discar el número
y alcanzarme el tubo. Era humillante ir a las tiendas y comprar
ropa de adolescentes y zapatos de niño, cuando mi rostro
mostraba ya los surcos que se fijan a los cuarenta. Por eso hoy
me regocijo en primer término por el don de la vida, luego
porque no soy un objeto de curiosidad para el público y porque
puedo vivir y actuar como cualquiera. En tiempos antiguos los
Pan sobre las aguas 90

enanos eran vistos como maldecidos por Dios. Los mayas,


pueblo indígena muy supersticioso, creían que todas las
enfermedades del mundo eran causadas por los enanos.
Gracias a Jehová, estoy libre de todo eso. Me siento muy feliz
porque soy como cualquiera de ustedes y no desentono con
tan hermosa familia.
Un cálido aplauso mostró la simpatía que Abelardo
despertó con su relato. Después de él, Carlos Paterson volvió a
tomar la palabra:
—Ya no voy a pedir más voluntarios aunque estoy
seguro de que podrían surgir aún muchas historias
interesantes. Pero he reservado para el final el testimonio de
Katy. Para los que aún no la conocen les diré que ella fue una
fiel precursora, proclamando el Reino de Dios en los últimos
días del inicuo mundo que Dios borró de la faz de la tierra.
Cuéntale a todos, Katy, lo que me contabas a mí hace algunos
días, cuando nos conocimos.
Una mujer de cabello oscuro y rostro muy atractivo
avanzó hacia el micrófono y se dirigió a los presentes:
—Tuve el privilegio de conocer a los Testigos de .Jehová
en 1942, antes de nuestra era. La verdad bíblica se arraigó
profundamente en mi corazón y pronto emprendí el
precursorado. Fui dejando de lado muchas metas personales y
pequeñas ambiciones, con la seguridad de que el Armagedón
estaba cerca.
Esperaba sobrevivirlo, por la bondad de Jehová. Tuve
una vida llena de satisfacciones espirituales y vi mucho fruto
de mis esfuerzos. No me sentí defraudada por la falta de
logros materiales, al compararme con otros entre mis amigos y
familiares. No sufrí pruebas espectaculares ni tuve que
enfrentarme a grandes sacrificios. Si tuviera que justipreciar
mis méritos en el servicio de Dios podría hacerlo pidiéndole
algunas palabras prestadas al apóstol Pablo: “Corrí con
aguante la carrera hasta el fin sin desviaciones, con la vista fija
en el premio”. Cuando me iba acercando a los sesenta años mi
salud se resintió severamente. Pronto supe que una
enfermedad implacable minaba mis huesos. La acariciada
esperanza de ver estallar la batalla final de Dios y sobrevivirla
se fue haciendo más lejana y turbia cada día. Algunos otros de
mi círculo de familia entraron en la verdad y fueron muy
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amorosos conmigo. Cuando estaba en el clímax de mis


dolencias, Jehová me reconfortaba poniendo cuadros brillantes
del Nuevo Mundo en mi mente. Tenía la exacta sensación de
que El me estaba arrullando para dormir y asegurándome un
hermoso despertar en los albores del nuevo Paraíso. Y así fue.
Estoy hablando con ustedes hoy, para que tengan la
satisfacción de saber que hubo miembros de la familia
Paterson anunciando el Reino de Dios en los últimos días. No
me sentí defraudada cuando comprendí que no iba a ver el fin
del sistema viejo. Después de una vida de fidelidad, hay una
sola cosa que importa por encima de todo: sentir la certeza
absoluta de la aprobación de Jehová. Llega un momento
culminante en que uno se apropia de las palabras finales que
pronuncia el hombre del tintero en la profecía del capítulo
nueve de Ezequiel: “He hecho tal como me has mandado”.
Entonces, una gran paz envuelve el corazón y lo abriga antes
de su último sueño, porque Jehová les hace sentir a sus siervos
aprobados que con El, todo ha quedado bien.

Un emocionado y prolongado aplauso resonó en la


extensión del parque cuando Katy se alejó del micrófono.
Carlos Paterson pronunció una oración de gracias para iniciar
la comida. Mientras cada grupo preparaba la mesa, los nietos
de Carlos tomaban sus lugares asignados en los bares. Música
suave y melodiosa acompañó la comida y la conversación,
durante dos horas.
Cuando el sol empezó a declinar, Carlos volvió al
micrófono y pidió la atención de todos:
—Pronto, cada uno emprenderá el camino a casa y esta
memorable reunión entrará triunfalmente en el pasado. Quiero
que la princesa de la fiesta vuelva a colocarse a mi lado en
estos momentos finales. Ven Geraldine, mi inolvidable
compañera en los caminos del viejo mundo. Casi todos los que
estamos aquí hemos atravesado los umbrales de Seol. El
nombre de este parque ha resultado ser muy oportuno en esta
ocasión. Betania era la aldea en que vivía Lázaro, el amigo de
Jesús, con sus hermanas, Marta y Maria. De las tres personas
que Jesús volvió a la vida por medio de la resurrección, Lázaro
era el único que había estado en el sepulcro. Los que estamos
aquí, después de haber transpuesto los umbrales de la muerte
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por la condena heredada de Adán, hemos pagado por nuestros


errores del ayer y hemos comenzado de nuevo nuestro
registro de vida sobre una página en blanco. Pero no debemos
dar nada por sentado, porque aún falta la prueba final de
integridad. De los que hemos hablado aquí hoy, Katy fue la
única que terminó su curso con esa prueba cumplida. Nosotros
tenemos que enfrentarnos al enemigo de Dios cuando vuelva
al ataque al terminar este milenio. Luchemos afanosamente,
incansablemente por la vida, como tuvieron que hacerlo los
Testigos fieles de los últimos días, cuando la furia satánica no
les daba descanso. Espero que podamos volver a reunirnos
incontables veces. Quedaron muchas cosas por decir. Hay
recuerdos de incalculable valor que nos unirán siempre.
Aunque en nuestra condición de resucitados ya no tenemos el
privilegio de continuar la relación matrimonial, los que fueron
nuestros compañeros maritales seguirán siendo nuestros
amados amigos en los siglos futuros. Un día, la tierra entera
estará poblada solamente por adultos, porque la obra de la
procreación habrá quedado definitivamente cumplida. Todos
los habitantes de la tierra constituirán una población estable;
no nacerá ni morirá más nadie. Es mi más querido deseo que
todos los brotes de nuestra familia que hoy nos acompañan,
formen parte de esa privilegiada población del planeta. Una
cosa resalta claramente ante mis ojos: Casi todos hemos sido
personas normales que crecieron, amaron, trabajaron y
murieron, sin haber hecho nada excepcionalmente bueno o
malo.

—Ustedes han observado cámaras filmadoras que han


estado registrando los momentos más significativos de esta
reunión. Están realizando un video que será posesión
atesorada de la familia. Por eso, Geraldine y yo hemos ideado
un punto final deslumbrante. Los poetas han mencionado
frecuentemente la peculiaridad de los cisnes, que cantan una
sola vez en su vida, cuando están muriendo. Al contrario de
esos cisnes que nadan en el lago del parque, nosotros
queremos cantar juntos un canto a la vida, con la esperanza
de seguir viviendo para siempre.
—Hemos calculado que, según la circunferencia del
lago, los 1538 presentes podrían abarcarlo tomándose de las
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manos en una gran ronda, y cantando aquella hermosa


canción que despierta nostalgias en los que vivieron en los
últimos días: “Gracias Jehová”.
La ronda empezó a formarse. El agua reflejaba el
variado colorido de la ropa. Abelardo Arenas, el que había sido
enano, se acercó a Carlos y Geraldine con un comentario
chispeante:
—¡Qué gozo inefable el de ustedes sabiendo que dieron
comienzo a esta familia!
—Yo estaba diciéndole a Geraldine hace un momento:
¡Qué gozo perdieron Adán y Eva, que podrían estar viendo a
sus hijos llenar la tierra!

El resplandor rojizo del crepúsculo iluminaba el lago.


Muchos rostros felices se copiaban en sus aguas, entre ellos,
dos rostros negros. Cuando los pájaros volvieron a sus nidos
para dormir, escucharon una canción diferente. Carlos y
Geraldine no podían cantar. Aquellas voces estaban
expresando lo que sus corazones colmados apenas acertaban
a balbucear.
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Capítulo 8

¡NO ME OLVIDES, COLIBRÍ!

Querida Inspiración, ha sido muy grato tenerte a mi


lado en todos los momentos más significativos de la vida.
Hemos dejado caer mucho pan sobre las aguas. Hemos
realizado las más audaces y coloridas excursiones, ya que,
como dijo un pensador, los viajes más fascinantes son los que
hacemos sin movernos del asiento.
Ahora es mejor que descanses mientras yo atiendo
algunos deberes ineludibles. La ausencia entre nosotras, es
simplemente un silencio temporario. Espero que nunca me
abandones ni te sienta evasiva y lejana. Si te esfumaras, sería
imposible sustituirte. Pero hay pausas que es necesario
aceptar, como el punto final de una carta, la tapa de un libro, y
el mutismo después de las declaraciones irrefutables.
Sé que estarás siempre allí, en el preludio y en la
estrofa final de todas las empresas. Nunca me defraudarás,
porque ninguna bendición de Jehová puede ser algo que uno
preferiría haber perdido.
Hoy, bajando la cuesta del ocaso, sigo mirando la vida a
través de tus ojos vivaces. Al cargante sobre mis hombros,
compruebo que tu peso inmaterial es el mejor remedio para
cualquier fatiga, especialmente a esta altura de la vida,
cuando la energía decrece, los colores se apagan, y las voces
de los demás suenan lejanas.
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Mi deuda de gratitud hacia ti ha llegado a ser


incancelable. Te sentí muy cerca cuando tuve que ver abierta
la tumba de la familia una y otra vez, y al contemplar,
inmóviles y frías, las manos de mi madre, que tan bien se
habían ganado la inactividad.
Ahora, no te importa verme más callada y pensativa
que antes, mirando muy a menudo hacia un pasado sin serios
remordimientos, rico en fulgurantes memorias. Tu habilidad de
volar hacia atrás me ha ayudado a rescatar el néctar que
conservan las cosas que ya no son. Me has enseñado a
transformar en música el dolor, tanto como la felicidad; el
presente, tanto como el ayer y el mañana. Te he visto
condensar largos trechos de vida en unas pocas carillas de
papel. Te he visto convertir los obstáculos en escalones para
ascender, y los elementos en oposición en herramientas de
colaboración.

Quiero terminar con una súplica. Cuando vengan las


horas difíciles del futuro, cuando el último ataque de las
hordas satánicas ponga en peligro nuestra estabilidad, no te
amedrentes ni enmudezcas. Quédate en tu lugar para que
hablemos de la relación de cada cosa con las profecías que se
cumplen; para que nos recordemos mutuamente que los ojos
de Dios están sobre su pueblo, y la sombra de su mano para
siempre nos cobija.

FIN

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