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Juan J. Linz**
7 Puede ser de utilidad explicitar los juicios de valor del autor, implícitos
en el ensayo. Considero una democracia política competitiva moderada-
mente estable preferible a incluso un régimen autoritario liberalizado y
eficiente. Si bien una democracia "imperfecta", en términos del criterio
de absoluta soberanía popular, es menos deseable que una que satisfaga
estándares ideales, siempre será más deseable que un régimen autoritario.
Los cambios sociales y económicos pueden ser posibles más fácilmente al
alero de las instituciones políticas democráticas; excepto tal vez en unos
pocos casos en los que no hay opción entre un autoritarismo conservador
y democracia política, un gobierno revolucionario no-democrático es me-
nos deseable que la democracia política. Aquellos que piensan que es más
deseable, debieran manifestarlo, pero no intentar definirlo como una de-
mocracia política y debieran también admitir claramente que consideran
a ésta menos importante en su escala de valores que el cambio social ace-
lerado.
DEL AUTORITARISMO A LA DEMOCRACIA 9
22 Agradezco a Alfred Stepan por permitirme leer ese ensayo y por haberme
dado la oportunidad de analizar los problemas de ese trabajo en relación
con un curso que dictamos conjuntamente.
24 ESTUDIOS PÚBLICOS
ello torna más probable algunos de estos procesos. Aquellos que ha-
blan de reforma, normalmente no están de acuerdo respecto de qué
se quiere decir con ese término y las luchas de poder son probables
entre aquellos que desean ir solamente "hasta allí" y aquellos que se
percatan de que sólo elecciones libres sin restricción en la participa-
ción, constituye la única solución aceptable para la oposición. Mu-
chas de las proposiciones de los reformadores no cumplirán con los
preceptos de una verdadera democratización, y, de fracasar el inten-
to, todo el proceso puede verse postergado e incluso abortado por la
radicalización de la oposición frustrada y la airada respuesta de algu-
nos potenciales reformadores. Este fue, en parte, el destino de Cae-
tano en Portugal y hubiera sido una posibilidad en España, de ha-
ber seguido Arias Navarro como jefe del gobierno.27
No podemos aquí describir los múltiples manejos de los diver-
sos participantes en el juego resultante; las dudas de los líderes de la
oposición respecto de si aceptar los ofrecimientos de los reformado-
res, las tensiones resultantes entre los defensores de la ruptura y
aquellos dispuestos a probar la voluntad de los reformadores; las
demostraciones de fuerza de los diferentes actores para convencer
a los negociadores de la necesidad de hallar soluciones a los muchos
y complejos asuntos específicos. Entre estos temas claves están la
libertad sindical, reconocimiento de los partidos, tolerancia hacia
los partidos todavía ilegales, amnistía para los presos políticos, in-
cluso para los terroristas, tolerancia de manifestaciones masivas, el
control de los partidarios de la línea dura que pudieran amenazar el
proceso, la elaboración de acuerdos respecto de la ley electoral al
momento de irse alcanzando la fase final, condiciones para las cam-
pañas políticas y el recuento de votos, etc. Cada una de estas deci-
siones puede generar una crisis que podría llegar a amenazar todo
el proceso. En algunos casos son los líderes de los reformadores en
el seno del régimen los que toman la iniciativa en lugar de esperar a
ser presionados por los eventos y por la dinámica de una situación
explosiva. En otros casos, esta directiva da los pasos adecuados de-
masiado tarde y de un modo descomprometido, frustrando con ello
la posibilidad de un acuerdo.
¿Por Qué No Ruptura?
La oposición contra un régimen autoritario, que durante años
ha estado en el exilio, en la cárcel, la ilegalidad o en la penumbra de
33 Cuando escribe: "Porque entre uno armado y uno desarmado no hay pro-
porción alguna; y no es razonable que quien está armado obedezca volun-
tariamente a quien está desarmado. . .", en Dell'Arte della Guerra, p.
223, opera omnia 1813.
46 ESTUDIOS PÚBLICOS
mas políticas, como puede serlo una reforma agraria, pueden atar a
vastos sectores de la población al nuevo régimen. Se trata36del tipo
de políticas populistas a las que aludió Otto Kirchheimer, y cier-
tamente la consolidación de algunas democracias de Europa del Es-
te, particularmente de las tres repúblicas del Báltico, fue lograda
mediante una vasta reforma agraria, factible debido a que muchos
de los grandes terratenientes eran miembros de la aristocracia ex-
tranjera. La reforma agraria en las regiones del centro y sur de Por-
tugal tuvo ese mismo significado. En el caso de la República Federal
de Alemania, puede decirse que tal vez la "Mitbestimmung" repre-
sentó dicho paso. Sería discutible, sin embargo, si todos los nuevos
regímenes necesariamente han de tener este tipo de medidas políti-
cas como símbolos de su transición y para atraer a grandes segmen-
tos de la población al nuevo orden.
Un problema muy espinudo que deben enfrentar todas las
transiciones es la interrogante en relación a la responsabilidad de los
gobernantes no-democráticos previos, en especial lo que se refiere a
violaciones de los derechos civiles, específicamente cuando no pue-
den justificarse aun dentro de la legislación de aquel régimen, como
la tortura y las purgas en el seno de las fuerzas armadas, de la buro-
cracia e incluso de las actividades privadas, como en las grandes em-
presas. Los diversos regímenes democráticos recién instaurados han
seguido políticas bastante disímiles en esta área y no está claro
cuánto aportan a la consolidación, o si generan más problemas de
los que pueden resolver. Ciertamente, las democracias restauradas
en Europa tras la ocupación fueron bastante punitivas frente a quie-
nes habían colaborado con los ocupantes extranjeros. El proceso de
desnazificación pudo justificarse debido a la atrocidad de algunos de
los crímenes de los nazis, pero constituyó fundamentalmente una
acción emprendida por los aliados victoriosos más que por el nuevo
régimen alemán, aunque muchos demócratas lo aplaudieron y se be-
neficiaron con él. En todo caso, parece dudoso que un gobierno ale-
mán lo hubiera llevado tan lejos como los aliados, y lo mismo puede
decirse respecto del gobierno militar de McArthur en Japón. Una de
las opciones es una amnistía total para todos los actos de violencia
política, formulada de modo tal que exonere tanto a los opositores