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SU PASIÓN
1) El lugar le era familiar, Jesús conocía bien el Huerto de los Olivos. Pero esta
noche es diferente. Esta noche ha llegado Su hora... y Él lo sabe bien y por eso
está ahí, donde están los que obedecen... incluso hasta la muerte.
Esta noche, Jesús es sólo un hombre... un pobre hombre con la noche de todos
los hombres a cuestas... Esta noche será como un gusano: para eso ha venido
— para marchar como gusano en medio de la muchedumbre que mañana se
alegrará con Su muerte... con los huesos bien al descubierto, con el corazón
totalmente traspasado...
¿Podrá soportarlo?
Había suplicado: "Padre, aparta de mí este cáliz..." Pero sabe que el Padre no lo
apartará, sabe que lo Suyo es beberlo... y beberlo hasta el final, para que
nosotros seamos salvados.
Jesús sabe que la única palabra esta noche es la del Hijo: "No se haga mi
voluntad sino la tuya". Esta noche está llamado a demostrar que el amor es
más fuerte que el pecado, que el amor es más fuerte que la muerte... Tiene
que cumplir la cita con Su destino — el destino que Él conoce bien y que los
profetas anunciaron: Jesús está llamado esta noche a aceptar Su Pasión y Su
Cruz... El Padre acepta la ofrenda del Hijo; le carga con todas las iniquidades de
los hombres y a partir de ese momento, ya no le mira como objeto de Sus
complacencias, sino como víctima cargada con los pecados del mundo....
(Pausa de silencio.... canto)
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iniquidad que nos sobrepasa, pero que no puede superar el misterio de la
misericordia de Dios.
(Pausa de silencio y canto...)
5. Jesús es encarcelado. Mañana será llevado ante Pilatos para que éste
ordene Su muerte por crucifixión. Sólo mirar el estado al que lo han reducido,
llena de dolor. Las manos atadas a una columna; los pies inmovilizados y
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atados también. Su rostro golpeado, hinchado y ensangrentado por las
bárbaras bofetadas recibidas. Sus ojos tienen la mirada cansada y apagada por
la vigilia; Sus cabellos en desorden y Su cuerpo todo golpeado.
No puede valerse por sí mismo para incorporarse. Pero Su Corazón sigue
latiendo con la fuerza que le da el amor — amor a Su Padre, amor a los
hombres por quienes sigue reparando ante la justicia divina. Quiere hacer
surgir en todos los corazones la aurora de la gracia para que el Padre pueda
reinar en todos y en todo...
Si alguien pudiera enjugar Sus ojos cargados de lágrimas y tristeza... limpiar de
Su rostro los salivazos con los que lo han ensuciado, besar Sus oídos para
reparar los insultos de toda la noche y liberar Su cuello oprimido por pesadas
cadenas, Sus pies y Sus manos amoratados e hinchados por las ataduras...
En ese momento resuena el chirrido de la llave del calabozo. Son los enemigos
que han venido a llevarle. Jesús se estremece — nuevamente en manos y a
merced de ellos. ¿Qué será de Él?
El sol comienza a despuntar, es el último de los días de Jesús en la tierra. Los
guardias, viendo a Jesús tan lleno de majestad a pesar de los golpes y los
ultrajes, no resisten que Él los mire con amor. En pago, descargan sobre Su
rostro bofetadas tan fuertes que lo hacen enrojecer y sangrar...
(Pausa de silencio y canto...)
6. El hombre sin culpa será llevado ante Pilatos. La ley y la justicia dejarán a
Jesús al arbitrio de un poder totalitario que buscará el consenso de la
muchedumbre. En un mundo injusto, el Justo acabará siendo rechazado y
condenado a muerte.
¡Viva el homicida! ¡Muera, en cambio, Aquel que ha venido a traernos la Vida!
Barrabás, el bandolero, será liberado; Jesús, el que vino a revelar al Padre y es
el Hijo del Padre, será crucificado.
Son otros y no Jesús los hostigadores del pueblo. Otros, no Jesús, han hecho lo
que está mal a los ojos de Dios. Pero el poder teme por su propia autoridad y
renunciará a hacer lo que es justo.
Pilatos entregará al Inocente, a Aquel en el que no halló culpa, y con ello
entregará también su misma autoridad a una muchedumbre vociferante. Jesús,
que en el Huerto de los Olivos se abandonó a la voluntad del Padre, mañana
será abandonado en el Pretorio a la voluntad de quienes gritarán más fuerte.
(Pausa de silencio... canto)
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En ese Tabernáculo, Jesús permanece cautivo por amor. Esta noche nos ha sido
permitido unir nuestras reparaciones a las de Él, acompañarlo meditando
brevemente lo que padeció durante esas amargas horas de Su Agonía y el
preludio a Su Pasión.
Que el amor del Hijo de Dios transforme nuestros corazones, para que
podamos amar como Él nos amó. Que de ahora en adelante, también nosotros
estemos dispuestos a hacer la voluntad del Padre. Que seamos capaces de
bendecirlo por los que no lo bendicen o blasfeman de Él; adorarle por todos los
que le tienen olvidado, por los que lo siguen injuriando sin piedad. Imploremos
para ellos la infinita misericordia de Su Corazón...
Mañana, Jesús, Rey manso de justicia y de paz, resplandecerá revestido de un
manto de púrpura, Su Sangre derramada por amor.