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APOYO PSICOSOCIAL EN DESASTRES:


UN MODELO PARA GUATEMALA

Escrito Por
Dr. Joseph O. Prewitt Díaz
Delegado Regional de Salud Psicosocial
Cruz Roja Americana

Con el aval de

Dr. Manuel Arturo Valdez Herrera


Secretario Nacional de Salud
Cruz Roja Guatemalteca

Editado por

Lic. Luis Guillermo Bernal Ramírez


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TABLA DE CONTENIDO

Página
Agradecimiento i

Tabla de Contenido ii

Prefacio 4

Introducción 5

Capítulo I - - Trasfondo Histórico de la realidad de los


desastres en Centro América 9

Capítulo II – Percepciones de una crisis 17

Capítulo III - - Respuestas a la crisis o el desastre 24

Capítulo IV -- Factores externos en la responder a una crisis 33

Capítulo V -- Los efectos de la duración del desastre en el sobreviviente 43

Capítulo VI –Diemensiones espaciales de la experiencia de crisis 57

Capítulo VII-- Los atributos de la población y su efecto en la interpretación


de un desastre 61

Capítulo VIII - - Reacción de estrés a largo plazo 69

Capítulo IX - - Muerte, la intervención en crisis y


la notificación de muerte 81
3

Capítulo X—La crisis y etapas del desarrollo sicológico 108

Capítulo XI — Apoyo psícosocial a los voluntarios de la Cruz Roja Guatemalteca 134

Capítulo XII – Sumario y Conclusión 150

Bibliografía 151
4

AGRADECIMIENTO

Los autores agradecen a la Lcda. Sofia de Ochoa por editar el contenido original
de este manuscrito y por escribir parte del primer capitulo. A la Lcda. Monica Sur de
Fernández por traducir algunos articulos incluidos en el texto. Los autores agradecen
tambien a los Drs. Ismael Salazar y Jaime Rodríguez por sus valiosos comentarios.
Espresamos nuestro agradecimiento a la Lic. Josefina escorcia Delgadillo de las Damas
Voluntarias de la Cruz Roja Guatemalteca por su contribución técnica al desarrollo de
este trabajo.
5

Prefacio

En los últimos tres años, el tema del apoyo psicosocial en desastres ha cobrado
mucho interés en los círculos involucrados con la realidad del desastre en Guatemala. La
Cruz Roja Guatemalteca, en conjunto con la Federación de la Cruz Roja y la Media Luna
Roja y las Sociedades Participantes, ha tomado la iniciativa de desarrollar este texto con el fin
de capacitar a los Técnicos en la Intervención en Crisis. La temática discutida tiene como
base un conjunto de situaciones traumáticas, que se describen desde una óptica humanística
con el fin de entender el comportamiento humano cuando tiene que enfrentarse a
situaciones adversas causadas por la naturaleza o por él mismo. El texto ofrece conceptos
importantes para entender situaciones a las que puede enfrentarse la persona en su entorno y
el impacto del trauma en la vida de cada persona.

Aunque la mayor parte de las personas logra superar un desastre después de corto
tiempo, encontramos a un pequeño número que nunca se sobrepone al evento traumático.
Sabemos que las reacciones ante un desastre son reacciones normales frente a un evento
anormal. Las personas deben ser atendidas y sus necesidades satisfechas después de que éstas
han pasado por una situación de riesgo y de pérdida, tanto a nivel de bienes materiales como
de vidas humanas. De esa manera, se evita cualquier secuela que se pueda experimentar a
largo plazo.

Este libro describe paso a paso distintas situaciones que puede enfrentar todo ser
humano, que pueden ser causadas tanto por la naturaleza como por el mismo hombre, y
cómo tales eventos ocasionan al individuo traumas físicos y psicológicos. Luego, describe
ciertos lineamientos para sobreponerse a los traumas causados por dichos desastres y
muestra algunos pasos a seguir para proporcionar ayuda a nuestro prójimo. Brindar esta
ayuda no es nada fácil, pero sí nos proporciona mucha satisfacción cuando logramos salir
adelante y ayudamos a otras personas a hacerlo.

Es necesario estudiar cuidadosamente cada una de las etapas de una crisis y las
posibles respuestas, para entender a cabalidad sus consecuencias. Así podremos estar
6

preparados para afrontarlas y tratar de hacer más leve el dolor moral, espiritual y físico que
nos dejará. Si lo logramos, estaremos preparados para ayudar a otros a lograrlo.
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Introducción

El presente texto recoge las experiencias de muchos estudiosos en el campo de los desastres
y las une con las experiencias que hemos tenido en desastres en Centro América durante los
últimos veinte años. El resultado obtenido es una discusión del tema de las secuelas
psicológicas desde el punto de vista Guatemalteco y Centroamericano en general. El libro se
puede utilizar como texto para aquellas personas que les interesa convertirse en Técnicos de
Intervención en Crisis.

El libro se divide en diez capítulos. El primer capítulo presenta un trasfondo histórico de los
desastres naturales y antropológicos en Centro América. Profundiza en los desastres
naturales y sus consecuencias en la población, los conflictos civiles en Centro América y
concluye con la manifestación de los desastres sociales que sufrimos a diario.

El segundo capítulo introduce al lector en el tema de la crisis. Comienza explicando la


naturaleza de la percepción de la crisis y su efecto en el organismo humano y social. Describe
desde el punto de vista psicológico, cómo reacciona una persona que está experimentando
una crisis. Sigue, este capítulo, presentándonos la reacción psicológica ante el rescate y la
asesoría (triage) después del evento; y concluye hablando del autodesarrollo.

El tercer capítulo describe los resultados físicos y cognitivos de una crisis. Explica la crisis
como causada por un desbalance emocional y muestra el ciclo de una crisis. Concluye con
una discusión sobre la reconstrucción y sobre los pasos a seguir ante una crisis.

El cuarto capítulo nos presenta los factores externos que causan una crisis. Señala que la
advertencia tiene gran repercusión en lo que nosotros vamos a hacer para enfrentarnos y
resolver la crisis. Concluye señalando las respuestas físicas y emocionales a las emergencias.

El capítulo cinco discute el ciclo de respuesta ante un desastre. Indica que los voluntarios
que responden al evento deben moldear sus respuestas de acuerdo a la manera como los
beneficiarios viven el desastre.
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El capítulo seis discute las dimensiones espaciales de la experiencia de crisis. Mientras


más cerca nos encontramos al evento, más intensa es nuestra reacción emocional. Mientras
más disperso es un desastre, más personas se ven envueltas y más difusos son sus efectos
mediatos. Provee el capítulo un método para identificar a los sobrevivientes de un desastre.
Termina el capítulo indicándonos cual es la reacción del rescatador.
El capitulo siete discute como las organizaciones se ven afectadas en el momento de
un desastre. Las organizaciones familiares y de vecinos sufren disrupción. Gran parte del
trabajo de un Técnico de Salud Mental es ayudar a las organizaciones comunales a re-
adaptarse después de una crisis o desastre. Ante una catástrofe, uno se ve afectado con la
constatación de que las tragedias son una realidad. En estas situaciones, la sobrevivencia
depende de nuestra habilidad de reconectarnos con la comunidad. Esa comunidad puede ya
existir antes del desastre o puede ser creada por el mismo.

El capítulo ocho provee una interpretación de la manera en que una persona se


puede recuperar después de un desastre. La disrupción social afecta a toda la comunidad.
Este capítulo sugiere que la habilidad de reconectarnos con la comunidad es indicativa de la
recuperación. También describe el proceso de desarrollo del estrés a largo plazo. Sugiere que
los seres humanos sufren cambios de conducta, que afectan su vivencia diaria. Estos
cambios incluyen pensamientos intrusivos, pesadillas, memoria recurrente y entumecimiento.
Discute también la depresión y la ansiedad. La habilidad adaptativa de las personas y las
comunidades nos indica cuán pronto se llevará a cabo la recuperación del desastre.

El capítulo nueve discute el modo en que la persona se enfrenta a los resultados del
desastre, la muerte y la crisis subsiguiente que se genera. Discute el ciclo de funcionamiento
emocional en caso de muerte y discute el proceso de notificación. Analiza, también, el
concepto de pérdida desde el punto de vista de pérdidas materiales y psicológicas. Se discute
la tristeza y la reconstrucción. Concluye con sugerencias prácticas sobre formas de ayuda
para que una persona afronte y resuelva en forma positiva la crisis, la muerte o la pérdida.

El capítulo diez presenta y explica las etapas del desarrollo, siguiendo el esquema de
Erickson, para ilustrar el importante papel que juega la edad en la resolución de una crisis.
9

Presenta una descripción del significado de una crisis en las diferentes etapas de la vida y
apunta hacia algunas estrategias para resolver la crisis. Sugieren los autores que la función del
voluntario de la Cruz Roja es ofrecer estabilidad emocional y un ambiente seguro para
resolver la crisis. Concluye sugiriendo intervenciones apropiadas a cada edad.

En el capítulo once, Morales y González nos presentan el concepto de apoyo


psicosocial en los socorristas. Discuten ellos cuál es la función del socorrista hacia otros
socorristas y hacia la población sobreviviente en el evento de una crisis. Analizan los
conceptos de de-activación y de desmovilización. Ofrecen un protocolo para llevar a cabo
ambos tipos de actividad.
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CAPITULO I

Trasfondo Histórico de la realidad de los desastres en Centro América


Por
Dr. Joseph O. Prewitt Díaz y Lcda. Sofia de Ochoa

El propósito de este primer capítulo es compartir con el lector una definición


operacional de lo que es una crisis y sus consecuencias en nosotros los seres humanos.
Luego, se desglosa paso a paso el proceso de una crisis, su generación y su resolución.

El ser humano se enfrenta día a día con la insignificancia de su existencia y la pérdida


de sus familiares y amigos, y también de la comunidad en general, cuando sucede algún
episodio catastrófico repentino o a causa de la violencia. Es difícil entender la naturaleza de
los eventos traumáticos y cuesta recuperarse de ellos y prestar ayuda a quienes sobreviven a
desastres, naturales o causados por el hombre. Ehrenreich (1999) define una crisis como
aquella condición que excede la capacidad emocional de respuesta de un ser humano.

Nos dicen Norwood, Ursano y Fullerton (2000), que aunque existen muchas
definiciones para el término crisis comunitaria o desastre, la definición más común es un
evento que sobrecarga los recursos locales y que amenaza las funciones y la seguridad de la
comunidad.

“Estábamos en la Iglesia celebrando el cumpleaños de mi nena. De repente, un ruido como


el de un helicóptero y todo comenzó a temblar bajo mis pies. No sabía qué hacer, corrí
hacia la entrada de la Iglesia. Al llegar allí me di cuenta que mi hija se encontraba en la
Iglesia, trate de regresar, pero estaba paralizada. Era como si mis capacidades para
responder en ese momento se hubiesen congelado. Todos estábamos sobrecargados con lo que
ocurrió en Santiago de María ese día.” Una madre en Santiago de María 18 de
enero de 2001.
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Este relato nos ofrece gráficamente una definición de crisis o, en el caso comunitario,
un desastre. No podemos resolver lo que nos está sucediendo, porque excede nuestra
capacidad de respuesta.

Alcance de los desastres naturales o los causados por el hombre


No es fácil determinar con exactitud el alcance o frecuencia de los desastres naturales
o los causados por el hombre, pero tenemos un estimado que nos ayudará a entender la
devastación que causan cada año. Por ejemplo, entre 1967 y 1991, alrededor del mundo
murieron 7 millones de personas y 3 mil millones quedaron afectadas por los desastres.
Algunos de ellos son:

Desastres volcánicos
En Guatemala se han registrado grandes desastres que han causado múltiples
impactos en su economía y su desarrollo. La ciudad ha tenido que ser trasladada en dos
oportunidades debido a la destrucción que ha sufrido: el Valle de Almolonga (hoy Ciudad
Vieja, cerca de Antigua) fue arrasado en septiembre de 1541 por la avalancha de lava que
arrojó el Volcán de Agua. Después se fundó la ciudad de Santiago de Guatemala, en el Valle
de Panchoy (Antigua), pero fue abandonada en 1775 debido a varias erupciones del Volcán
de Fuego.

El Volcán de Pacaya se ha mantenido activo durante más de 200 años. En 1961 se


reactivó en forma violenta, con erupciones explosivas y más tarde en 1966, 1967, 1973, 1977,
1987, 1989 y 1993. Ha llegado a lanzar bloques de hasta dos metros de diámetro a una
distancia de 1.5 kilómetros del cráter, afectando seriamente a los habitantes de sus cercanías.
En mayo de 1998 produjo una erupción muy fuerte, lanzando nubes de ceniza y humo que
cubrían toda la zona y que llegaron hasta la capital guatemalteca arrastradas por los fuertes
vientos. Fue tal la magnitud de ese desastre, que el gobierno de ese entonces decretó estado
de alerta, miles de pobladores de los alrededores fueron evacuados y fue cerrado el
aeropuerto internacional.

Los terremotos
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La capital Guatemalteca ha sido destruida varias veces en gran parte por una serie de
intensos sismos. El 25 de diciembre de 1917 y el 3 y 24 de enero de 1918 ocurrieron unos
terremotos muy destructivos, que al parecer se originaron en fallas locales situadas al sur y
sudeste del valle, sobre las que está asentada la ciudad. No sólo se destruyeron muchas
viviendas, sino también los antiguos palacios coloniales y la mayoría de edificios públicos
construidos a finales del siglo XIX. La capital necesitó más de una década para recuperarse
del desastre.

En 1902, a causa de un reajuste entre las placas de Cocos y de Norteamérica en la


zona de subducción del Pacífico, se registraron varios sismos que provocaron incluso un
gran maremoto en El Salvador. Y finalmente en abril de ese mismo año se produjo el gran
terremoto de Occidente, con una magnitud de 8.2 grados en la escala de Richter, que causó
serios daños en todos los poblados de la Costa sur y el Altiplano Occidental; sobre todo en
Quetzaltenango y San Marcos, dejando un saldo de por lo menos 2,000 muertos. Durante los
meses de septiembre y octubre de ese mismo año continuaron los temblores en la región y el
24 de octubre hizo erupción el volcán de Santa María, expulsando en 36 horas 8 kilómetros
cúbicos de arena y ceniza, que cubrieron cerca de 10 municipios además de San Marcos y
Quetzaltenango, matando a por lo menos otras 1,000 personas y dejando graves daños en la
agricultura.

Otro terremoto de gran magnitud que sufrió Guatemala ocurrió el 4 de febrero de


1976 a las 3:02.33 horas de la madrugada. Tuvo una magnitud de 7.5 en la escala de Richter y
su duración fue de 25 a 30 segundos, sucediéndose una serie de réplicas con ocho sismos de
magnitudes entre 4 y 5.7. El terremoto fue originado por una falla a lo largo del río Motagua.
Se registraron 22,868 muertos y 77,190 personas heridas; así como 254,751 viviendas
destruidas, lo cual dejó sin techo casi a una quinta parte del territorio nacional, pues el
terremoto afectó a 17 departamentos de los 22 que forman el país. Hubo pérdidas materiales
de alrededor de dos mil millones de dólares (entonces el dólar norteamericano estaba a la par
del quetzal guatemalteco). Los departamentos más afectados fueron: Guatemala, incluida la
capital; Chimaltenango, Sacatepéquez, Alta Verapaz, Baja Verapaz, Izabal, El Progreso,
Zacapa, Jalapa, Totonicapán, Quiché y Sololá. Solamente en la capital, el terremoto dejó
3,350 muertos y 16,094 heridos. La mayoría de afectados eran habitantes de las áreas
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precarias ubicadas en barrancos y en barrios antiguos con viviendas de adobe, aunque


también algunos edificios modernos sufrieron daños serios.

El sábado 13 de enero de 2001 un terremoto con magnitud de 7.6 en la Escala de


Richter azotó a El Salvador. Esta no es la primera vez que este país ha sido azotado por un
terremoto. La capital, San Salvador, ha sido dejada en ruinas 11 veces desde el siglo XVI. Un
mes después, el 13 de febrero, ocurrió un segundo terremoto. Este, con 6.6. de magnitud en
la Escala de Richter, tuvo un epicentro diferente y generó una nueva área de destrucción en
la parte central del país. Estos sismos se sintieron por todo Centro América e incluso en
México.

El saldo de este evento telúrico fue de aproximadamente 1,200 muertos, 3,153


heridos y unas 67,000 familias desplazadas de sus hogares. Se destruyeron seis hospitales y 36
centros de salud rurales. Los departamentos de San Vicente, La Paz, Usulután y La Libertad
sufrieron daños considerables. En La Libertad, un deslave en la comunidad de las “Las
Colinas” enterró a más de 2,000 personas.

Huracanes
No estamos libres de los huracanes. Recientemente, el 21 de octubre de 1998, el
huracán Mitch ocasionó una nueva catástrofe. Este huracán se originó en el mar Caribe y
entró con gran violencia en tierras de Nicaragua y Honduras. Durante tres días continuó su
recorrido devastador por Guatemala, El Salvador, el sur de México y Belice. En Guatemala
dejó, según cifras oficiales, 268 muertos, 121 desaparecidos y más de un millón de
damnificados, así como cuantiosas pérdidas en la agricultura guatemalteca. Las víctimas en
toda Centroamérica ascendieron a 10,000 muertos, 13,000 desaparecidos y más de tres
millones de damnificados.

En Honduras, las lluvias y los fuertes vientos causados por el huracán Mitch dejaron
mas de 6,000 muertos y un millón de afectados. La municipalidad de Moralica fue totalmente
destruida por la corriente del Río Choluteca. Los países afectados necesitarán muchos años
para lograr la recuperación de los daños provocados por el Huracán Mitch.
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El Huracán Fifi embistió a Honduras y Nicaragua en forma destructiva. Las pérdidas


humanas y económicas fueron tan graves, que estos países estuvieron durante muchos años
en el proceso de reconstrucción de su infraestructura.

Inundaciones
Cada vez que llega el invierno, nos exponemos a inundaciones provenientes del
desbordamiento de ríos o de la saturación de la tierra por el agua lluvia e incluso por el
ascenso del nivel de agua en el mar, que cubre tanto las playas como los terrenos aledaños y
causa grandes desastres. Cualquiera de estas inundaciones trae consecuencias graves, pues a
su paso arrasa con las pertenencias de los habitantes, arruina la agricultura, mata los animales
domésticos y cobra vidas humanas. Asimismo, deja incomunicados poblados enteros, sin
alimentación y sin servicios básicos. Pero ante todo causa mucho dolor y desilusión, de lo
que cuesta sobreponerse más tarde.

Deslaves
Un producto de las fuertes lluvias y los huracanes son los deslaves. En Centro
América, por la naturaleza del terreno y por la deforestación, los deslaves ocurren con
relativa frecuencia. En Nicaragua, las lluvias del Huracán Mitch causaron un deslave en el
Volcán “Las Casitas” y destruyeron totalmente dos municipalidades (El Porvenir y Rolando
Rodríguez). Cerca de 3,000 personas murieron enterradas en el fango y miles de personas,
que sobrevivieron al evento, quedarán afectadas emocionalmente de por vida.

Las guerras
La guerra es el tipo de catástrofe más devastador causado por la actividad humana.

La Cruz Roja estima que, además de los muertos a causa de desastres natìdo más
difícil. En esta época se incrementó la violencia contra líderes sindicales y políticos. El
movimiento guerrillero llegó a dominar grandes áreas del Altiplano central y occidental y se
temió que llegara a dominar al Ejército e implantara un gobierno izquierdista. Pero el
gobierno reaccionó violentamente y eliminó a muchos líderes sindicales, políticos y
estudiantiles. Fallecieron miles de personas, tanto a manos del Ejército como de la guerrilla.
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Volaron puentes y destruyeron carreteras y caminos, afectando la economía del país.


Pueblos enteros fueron masacrados impunemente, miles de hogares quedaron sin padres e
infinidad de niños, huérfanos y abandonados a su suerte. Masacraron niños, mujeres, madres
embarazadas, sin ningún miramiento. Muchas personas fueron perseguidas incesantemente,
por lo que tuvieron que abandonar sus casas, sus cosechas y emigrar a otros pueblos o
incluso a países vecinos. Quienes se quedaron en sus pueblos fueron víctimas de la represión
de uno u otro bando por muchos años.

Los indígenas de distintas etnias participaron tanto en el Ejército como en la


guerrilla, voluntaria u obligadamente. Esta guerra terminó oficialmente el 29 de diciembre de
1996 con la firma de los acuerdos de Paz, cuando los guerrilleros y los miembros de las PAC
(Patrullas de Autodefensa Civil) entregaron las armas y firmaron un Tratado de Paz.

Actualmente, vemos en todos los países Centroamericanos manifestaciones violentas


en contra del gobierno. Se reportan en la prensa gran número de pandillas conformadas por
ex combatientes que aterrorizan a las personas en las zonas rurales.

El desastre social
En los últimos cinco años hemos podido notar un aumento significativo en un
nuevo tipo de desastre: el desastre social. Aunque se han firmado tratados de paz en
Guatemala, El Salvador y Nicaragua, la violencia a nivel social, familiar e interpersonal ha
visto un incremento significativo. Por ejemplo, en El Salvador la mayor incidencia de
muertes se debe a los accidentes de tráfico. En Nicaragua notamos un número creciente de
crímenes contra la persona y de problemas intrafamiliares. En Guatemala son comunes los
accidentes del transporte público y los eventos de quema de personas como un modo de
castigo.

El crimen
El crimen también causa estragos de destrucción humana y pérdidas financieras.
Diariamente aparecen en las calles personas baleadas o muertas con arma blanca, víctimas de
asaltos y violaciones. Las llamadas maras juveniles han tomado las calles y atacan
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impunemente a cualquier transeúnte, sin importar la edad ni el sexo. Algunos quedan


lesionados de por vida, tanto física como sicológicamente.

Violencia intrafamiliar
Existen pocos datos referentes a la violencia y el crimen ocurridos dentro del hogar y
que contribuyen a crear traumas crónicos en los miembros de la familia. Algunas estadísticas
arrojan que más de 10,000 mujeres son golpeadas por sus cónyuges cada día. Y miles de
niños son reportados por abuso tanto físico como psicológico por parte de los mismos
padres y hermanos; eso sin contar con que muchos casos no salen a luz, por miedo o
vergüenza.

Los accidentes
Los accidentes, tanto terrestres, marítimos como aéreos, son también una fuente de
desastre en la vida humana. A diario suceden accidentes en las carreteras, por diferentes
razones, que dejan personas fallecidas, vehículos totalmente destruidos y, lo peor, el trauma
en los familiares cercanos. Y en cuanto a accidentes aéreos, el más reciente es el de Cubana
de Aviación, ocurrido en diciembre de 1999, que transportaba estudiantes guatemaltecos
becados en Cuba. Por desconocimiento de la pista por parte del piloto, no se detuvo en el
lugar indicado y terminó chocando contra las viviendas circunvecinas al aeropuerto La
Aurora, causando muertos, cuantiosos daños materiales y, lo peor, dejando traumas
psicológicos en las personas.

Manejo de los desastres


El manejo de los desastres se analiza y estudia para fines practicos, en forma
sistematica como una secuencia cíclica de etapas que se relacionan entre si, y que se agrupan
a su vez en tres fases: antes, durante y después.
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El ciclo de los desastres, como se conoce a este sistema de organización, esta compuesto por
siete etapas, a saber: (1) prevención, (2) mitigación, (3) preparación, (4) alerta, (5) respuesta,
(6) rehabilitación, y (7) reconstrucción. De esta secuencia se deriva que el manejo de los
desastres corresponde el esfuerzo de prevenir la ocurrencia de un desastre, mitigar perdidas,
prepararse para sus consecuencias, alertar su presencia, responder a la emergencia y
recuperarse de los efectos.
Sumario
El propósito de este capítulo es el de presentar un trasfondo histórico de la
incidencia de desastres o momentos de crisis en la población de Centro América. Los
desastres sociales han ido en aumento en los últimos años y crean un ambiente de crisis que
a veces puede afectar a la población por largos periodos de tiempo.
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CAPITULO II
Percepciones de una crisis

Introducción
Este capítulo define más a fondo lo que es una crisis, examina sus dimensiones y sus
factores internos. Como señalamos en el capítulo anterior, una crisis es un evento que
excede la capacidad de respuesta emocional de un ser humano.

Dimensiones de una crísis

Shock Reacción Procesamiento Reorientación

Crisis
Se trata de
restablecer
el significado de la
Protege la víctima de La persona se cuenta de
existencia. La persona angustiada
impresiones abrumadoras lo que esta sucediendo concentra en otras cosas
La persona esta y se acepta que uno no ademas de el evenot
emocionalmente atontado llena de es capaz de cambiar el
sentimientos evento. Comienza a socializar.
y pensamientos
contradictorios.

Dimensiones de una crisis


Existen unos pasos específicos que se siguen al percibir una crisis. En los próximos
párrafos presentamos estos pasos con más detalle.

Percepción de la amenaza
El estado de crisis se presenta en un individuo o una comunidad debido a una
percepción de amenaza de peligro. La amenaza es percibida como un paso de la seguridad al
19

peligro. La percepción de una crisis está basada en el conocimiento, las experiencias previas
o en la memoria emocional o sensorial del ser humano.

Cuando damos el paso de la seguridad al peligro, experimentamos una amenaza a la


integridad física. Sentimos amenazado nuestro cuerpo, nuestros seres queridos, las cosas
materiales (casa, pertenencias) y, en algunos casos, nuestras mascotas.

Sentimos amenaza sobre nuestra integridad mental, de manera que tenemos


dificultad para llegar a entender el contexto y para aceptar las circunstancias causales del
evento. Cuando sentimos un peligro sobre nuestra integridad emocional, se nos hace difícil
controlarnos emocionalmente. Según sea el caso, algunas veces ante el peligro somos capaces
de interpretar la amenaza sobre la comunidad, dar apoyo a las víctimas potenciales y aceptar
el evento tal como se presenta.

Wilson (1994) cataloga las experiencias o percepciones de amenaza o peligro en


cuatro tipos de tensores traumáticos. En primer lugar, los eventos no anticipados, que
superan el rango de estrés normal diario (asesinato, suicidio, accidentes). En segundo lugar,
los eventos repetitivos, tales como el abuso crónico. En tercer lugar, los efectos agravados
por eventos de estrés de bajo nivel tales como la incapacidad de satisfacer las necesidades
básicas o la experiencia de ambientes caóticos como normales. Por último, las alteraciones en
la relación básica de una persona con su ambiente, o sea, los desastres tecnológicos.

Cada tipo puede diferir en el patrón de reacciones traumáticas. El contexto de los


eventos incluye: (1) exposición sensorial, (2) dimensiones del evento y su relación con el
individuo y (3) papeles que juegan las víctimas y los miembros de la comunidad al reaccionar
y responder al evento.

Aislamiento social
Tras una catástrofe, es posible que nos aislemos socialmente, dependiendo del
impacto de la tragedia, y pongamos en peligro los lazos emocionales entre los miembros de
la comunidad. En la Cruz Roja y otras agencias que proveen búsqueda y rescate, es frecuente
20

que los voluntarios se den de baja de la organización después de un una crisis, si nos se les
provee la oportunidad para ventilar sus sentimientos.

Inseguridad
El impacto de una crisis o un desastre también puede afectarnos haciendo que
sintamos inseguridad de cara al futuro. Una crisis o desastre siempre tiene un significado
personal en nuestras vidas. Para entender las dimensiones de la crisis, es importante saber
cómo funciona nuestro cerebro y nuestra memoria. Es importante también determinar cómo
los eventos traumáticos pueden cambiar nuestras funciones y procesos fisiológicos
ordinarios para alterar nuestras reacciones, comportamientos y actitudes. Así, sabremos con
mayor exactitud cómo asistir a las víctimas y los sobrevivientes de eventos traumáticos.

Efectos secundarios de una crisis o la reexperimentación de un evento

Los trabajadores en un desastre y otros miembros de la comunidad, frecuentemente


sufren los efectos nocivos del desastre. Estos efectos se llaman traumas secundarios o
lesiones secundarias.

Los efectos secundarios de una crisis o un desastre han sido llamados “lesiones
secundarias”. Son causadas por fuerzas externas que activan la crisis o el desastre original.
Las propician las instituciones sociales gubernamentales y no-gubernamentales, los medios,
los lugares de trabajo, el colegio o la misma familia y amigos, que recuerdan a cada instante el
evento. Esto puede ser tan traumático como la primera experiencia, pues cada vez se
refuerzan más los recuerdos del evento y las reacciones traumáticas.

La re-experimentación de una crisis o un desastre puede causar un efecto de péndulo


en el proceso de recuperación y de la consecución de un equilibrio saludable. Los
sobrevivientes que han hecho progresos hacia la integración del trauma en sus vidas, son
devueltos a la crisis, por lo que aquí se hace necesario la asesoría post-trauma.

Intervenciones en crisis y sus efectos en el equilibrio rutinario


21

Las intervenciones en crisis, según este texto, se utilizan como una manera de
delinear métodos útiles para ayudar a los sobrevivientes a reconstruir sus capacidades
adaptativas (Flavell, 1963), a disminuir tensores y reducir los síntomas del trauma. Se
presentan desde necesidades fisiológicas o de sobrevivencia hasta necesidades de
autoactualización, las cuales deben satisfacerse hasta cierto grado, antes de comprometerse
con otras necesidades. Mientras que algunas necesidades básicas pueden no cumplirse de
lleno, otras deben tratarse de mejor manera. Los esfuerzos por proveer rescate físico son
primordiales después de un desastre, pero estarán acompañados del esfuerzo por ayudar en
la situación de crisis.

Cuando ya se ha logrado el rescate físico y la intervención en crisis se hace necesaria,


dicha intervención puede acompañarse de asesoría post-trauma o autodesarrollo.

Rescate físico
La emergencia debe enfocarse en las necesidades de sobrevivencia física de los
individuos y de las comunidades. La emergencia conlleva la reducción de los tensores
traumáticos agudos, proveyendo cuidados médicos a los lesionados y proporcionándoles
albergue, comida o ropa. Se ha de tratar de desplazarlos a otro lugar para protegerlos
temporalmente contra impactos traumáticos adicionales. Además, debe comenzarse la
reconstrucción de las capacidades adaptativas físicas para su bienestar.

A) Intervención en crisis
Cuando se ha cumplido con el rescate físico, se debe proporcionar seguridad
respecto a la libertad mental y emocional en cuanto a miedos y terrores asociados con el
evento recién pasado. Establecer parámetros de seguridad, ayuda a reducir el estrés
emocional y a crear defensas en contra de miedos adicionales.

Ciclo de la Crisis
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El ciclo de la crisis esta compuesto de cuatro pasos especificos: (1) el shock, (2) la
reacción inicial, (3) el procesamiento, y la (4) reorientación. En los próximos párrafos
discutimos la reacciones de crisis con mas detalle.

La ventilación y validación se refiere al proceso por medio del cual los


sobrevivientes son capaces de contar sus experiencias recién vividas y comienzan a entender
el patrón de las reacciones del trauma. Proporcionar esto al individuo reduce la confusión
causada por el evento traumático externo e inicia el proceso de reconstrucción de sus
capacidades adaptativas, cognitivas y emocionales. Las sesiones de grupo y el contacto social
ayudarán en esta iniciación.

Debe educarse a los sobrevivientes respecto a qué puede pasar en el futuro y hacerles
tomar conciencia de los daños secundarios o reacciones emocionales que pueden tener más
adelante.
23

La intervención en crisis busca reducir el estrés agudo causado por el impacto del
trauma: restaurando la dominación del funcionamiento cognitivo sobre las reacciones
emocionales; facilitando la recuperación de las instituciones sociales y de la comunidad;
ayudando a entender lo sucedido.

La intervención en crisis busca restaurar o mejorar las capacidades adaptativas:


proporcionando oportunidades para que las víctimas evalúen y puedan apoyar a las familias
de la comunidad; proporcionando educación sobre expectativas futuras; proveyendo
oportunidades para que los sobrevivientes se organicen e interpreten el evento traumático
por el que acaban de pasar.

B) Asesoría después de la crisis o el desastre


El resultado de una crisis o un desastre es el cambio en nuestras vidas. Todos
cambiamos de una forma u otra. Algunos sufrimos cambios leves, otros sufrimos cambios
profundos en la estructura de nuestra personalidad. Para determinar el efecto de la crisis o el
desastre en la vida de la población afectada, es necesario una asesoría por parte de las
Brigadas de apoyo psicosocial. Esta asesoría comprende:

• Educación, Experiencia y Energía


La educación se refiere tanto al recuerdo de enseñanzas pasadas o nuevas en temas
asociados con la crisis y el desastre. También se refiere a la ayuda a las víctimas para que
recuerden experiencias pasadas de estrés o crisis y las estrategias de confrontación
individuales o de la comunidad que fueron utilizadas. Esto los ayuda en la construcción o
restauración de las capacidades adaptativas. Se necesita energía para restaurar la salud física y
las propias capacidades.

• Ensayo, Seguridad y Referencia


El ensayo mental o físico se refiere al proceso de organización de la historia del
suceso y de los temas relacionados con el trauma que se está atravesando. La seguridad se
provee tanto por el apoyo de voluntarios que ofrecen primeros auxilios psicológicos, como
por la familia o la comunidad. La referencia se realiza cuando los consejeros o defensores
identifican las necesidades o cuidados que ellos no pueden alcanzar u ofrecer y encuentran
24

recursos adicionales para los sobrevivientes. Este aspecto continúa el proceso de


construcción de las capacidades adaptativas, cognitivas y emocionales.

• Activismo, Defensa y Actualización


La actividad física y mental puede ayudar muchísimo a los sobrevivientes. La defensa
puede ayudarles a afrontar los problemas que surgen debido a la crisis o desastre. El
activismo y la defensa ayudan a reconstruir el amor y el sentido de pertenencia hacia la
comunidad y a crecer intelectualmente. Establecer o restablecer conexiones espirituales
puede proveer una base para la integración última del evento dentro de la vida del individuo
o de la comunidad y fortalecer la esperanza. Esto puede convertirse en el trampolín para
desarrollar actividades de autoactualización.

La asesoría post-crisis busca reducir el estrés agudo a través de: la identificación de


sentimientos, reacciones y emociones y el desarrollo del funcionamiento cognitivo; la ayuda a
a los sobrevivientes para que integren la historia de la crisis o desastre en sus vidas; el
afrontamiento de los síntomas de estrés agudo.

La asesoría post-trauma busca restaurar o incrementar la capacidad de adaptación a


través de: la motivación de un estilo de vida sano; la incitación en los sobrevivientes para que
retomen sus funciones diarias; la promoción de sistemas de apoyo social; la provisión de
oportunidades para el crecimiento intelectual y espiritual.

D) Intervenciones que tratan los efectos secundarios o la reexperiementación de una


crisis o desastre
Por lo general, es un estímulo externo el que genera los efectos secundarios. Las
intervenciones que tratan traumas secundarios deben enfocarse, primero, en mitigar o
remover los tensores externos agudos y en tratar reacciones y síntomas internos agudos, así
como también en construir capacidades de enfrentamiento adaptativo, cognitivo y
emocional.
25

E) Autodesarrollo a través de la sobrevivencia y el crecimiento


La educación es la estrategia más efectiva, cuando hablamos de sobreponernos a una
crisis o desastre. El conocimiento de nuestras reacciones normales ante una crisis o desastre
aumenta nuestra capacidad adaptativa. Mientras más fuerte es la capacidad adaptativa del
individuo, más se puede concentrar en crecer hacia la autoactualización. La mitigación de
tensores agudos, por medio de la educación, ayuda a mejorar las capacidades adaptativas.

Sumario
Este capítulo trata brevemente de explicar los efectos de una crisis o desastre en
nuestro sistema cognoscitivo, emocional y físico. Explica los efectos primarios y secundarios
de una crisis o desastre. Culmina con la explicación de la manera de lograr el autodesarrollo y
el crecimiento cognoscitivo, emocional y físico.
26

Capítulo III

Repuestas a la crisis o el desastre

El propósito de este capítulo es explicar cuáles son los resultados físicos y


cognoscitivos de una crisis o desastre. Las crisis o desastres nos afectan porque causan un
desbalance emocional en nuestras vidas. La manera en que los seres humanos podemos
resolver los efectos de una crisis o desastre en nuestra vida, es estableciendo un equilibrio
entre lo que somos, nuestra visión de lo que somos y un sentido externo de lo que el entorno
define como “normal”.

Equilibrio fluctuante
Los adultos tienen la capacidad de establecer un equilibrio fluctuante a nivel físico,
emocional, mental y social ante una crisis o desastre. Este equilibrio fluctuante ayuda a los
sobrevivientes a equilibrar sus vidas y enfrentar con éxito los tensores diarios, si bien es
cierto que este estado no es estable, pues día a día el sobreviviente tiene altos (estrés) y bajos
(angustia) y utiliza su fortaleza para mantenerse y continuar adelante.

Concepto de equilibrio fluctuante

Eustrés

Estrés normal

distrés
27

Efecto de la crisis en el equilibrio fluctuante


Cuando el sobreviviente enfrenta una crisis o desastre, sufre una ruptura de tal fuerza
en su equilibrio ordinario, que es incapaz de restablecer fronteras para protegerse. Para
poderse sobreponer, debe reconstruir un nuevo equilibrio, incorporando las experiencias de
la crisis o desastre y las nuevas habilidades cognitivas, emocionales y físicas de adaptación.

Concepto de equilibrio fluctuante

Estrés traumatico

eustrés

estrés normal

distrés

Respuesta física ante una crisis


Esta sección trata de explicar la reacción física y emocional ante una crisis o desastre.
Como puede ver el lector, el organismo tiene un sistema interno de respuesta ante un
estímulo externo, tal y como lo es una crisis o desastre.
28

Manifestaciones de la Reacción de crisis:


respuesta fisica
• Incrementa el ritmo cardiaco

• El cuerpo comienza a hiperventilar o sudar.

• Se incrementa la atención a percepciones


sensoriales.

• El cuerpo se cansa y produce un fuerte efecto


psicologico.

El shock
Ante una crisis o desastre, nuestras primeras reacciones pueden ser: el shock físico, la
desorientación y el entumecimiento. Durante la reacción original del shock, el cuerpo
empieza a movilizarse lentamente por sí mismo, para luchar o escapar de la crisis.

La Adrenalina
Ante la estimulación de nuestro cerebro, el cuerpo comienza a segregar al sistema
sanguíneo una sustancia llamada adrenalina. El cuerpo se prepara para la respuesta física
cuando comienza a bombear sangre fuertemente y expulsa del cuerpo grandes cantidades de
materiales de desecho mediante la regurgitación, la defecación o la orina, para facilitar la
lucha o la huida.

El ritmo cardiaco
Se incrementa el ritmo cardiaco. El cuerpo puede comenzar a hiperventilar o sudar
copiosamente e incrementa su atención a percepciones sensoriales. En la reacción inicial, la
atención usualmente se enfocará en uno de los sentidos, algunas veces hasta se bloquearán
los otros, como la vista, pero hay que reconocer que están involucrados todos los sentidos.
29

Así como lo visto puede dejar traumas indelebles, también pueden afectar gravemente lo
tocado, lo olido o lo probado.

La excitación física no puede prologarse indefinidamente. Eventualmente vendrá el


cansancio y el impacto de este cansancio afectara la respuesta psicológica del individuo.
Después de un descanso, ya sea por dormir o por un desmayo, el individuo puede sentirse
deprimido y perturbado. El sueño le ha servido para trasladarse del momento en que ocurre
el desastre al momento en que se encuentra ahora.

Los sobrevivientes tienen que continuar con su vida, lo deseen o no. La crisis o el
desastre son una parte integral de su pasado y su futuro ha sido alterado irrevocablemente.
Esto produce una gran tristeza y eso nunca se puede cambiar. Cuando la crisis o desastre
ocurre, deseamos con fuerza que todo vuelva a la normalidad.

La respuesta cognoscitiva
La respuesta de la mente es paralela a la respuesta física. Hay una reacción cognitiva
inicial de shock y de negación. La mente simplemente no puede concebir el evento
traumático como una realidad.

Regresión
Como indicábamos anteriormente, el sobreviviente tiende a buscar un balance
después de una crisis o desastre. Una forma en que los sobrevivientes buscan el equilibrio es
apelando a conocimientos previos. Es común que los sobrevivientes experimenten una
regresión a su estado de niñez o infancia al atravesar por una crisis o desastre. Es la forma en
que la mente comienza a buscar un balance.

Cataclismo de emociones
Después de que se ha apaciguado un peligro físico, el sobreviviente se puede sentir
abrumado por una variedad de emociones desorganizadas, pero en realidad parece haber un
orden lógico en el que se manifiestan las reacciones. Las emociones ocurren al mismo
30

tiempo que las reacciones físicas, de manera que el sobreviviente está sobrecargado de
estímulos, que pueden hacer que se intensifiquen las emociones y que aminore el sentido de
crisis.

Manifestaciones de la Reacción de crisis:


respuesta de la mente

• Reacción cognoscitiva de
– shock,
– incredulidad y
– Negación

• Regresión
– Las emociones se tornan dominantes.

Miedo y terror
El miedo parece ser una reacción normal. Puede ser inspirado por una pérdida de
autonomía o de habilidad para controlar impulsos y abordar situaciones a través de la
planificación, una característica humana única. También se relaciona con el estado de
regresión. El miedo es la reacción más común en los niños.
31

Manifestaciones de la Reacción de crisis:


respuesta de la mente
• Cataclismo de emociones

– Miedo, Terror y Impresión de muerte.

• Miedo es una reacción fundamental .

• Es inspirado por por una perdida de autonomia – la habilidad


de controlar impulsos y para abordar situaciones a través de la
planificación.

• Sentimiento de haber presenciado su propia muerte.


.

Se convierte en terror cuando los sobrevivientes internalizan la idea de que ellos, sus
seres queridos o sus comunidades no sobrevivirán en una situación amenazante. Lifton
(1967) nos presenta evidencias de que la amenaza de sufrir dolor puede desatar miedos más
dañinos que la misma sensación inmediata de dolor. En estos casos, la amenaza de muerte
puede ser inútil en cuanto a motivarlo a reaccionar, ya que puede confirmar la desesperanza
de una situación y se puede convertir en una solución que pone fin al dolor. En casos de
amenaza de muerte, el sobreviviente puede hasta sentir que ya ha muerto y resucitado,
debido al terror que experimenta.

Enojo, furia y cólera


El enojo se deriva de la necesidad de responder agresivamente a una amenaza a
través de la reacción de lucha. Frecuentemente, el enojo traumático es dirigido a un ofensor
o a una persona responsable de un evento trágico, aunque puede estar dirigido a Dios, a
miembros de la familia o a instituciones sociales; o sentir enojo hacia uno mismo. El enojo
llega a tal extremo que generalizamos nuestra cólera a un grupo específico, por ejemplo, los
militares o las maras.
32

El enojo puede estar asociado al deseo de venganza. La venganza es un aumento del


enojo dirigido contra un individuo o clase de individuos. Es una respuesta común, pero para
muchos, el deseo de venganza puede apaciguarse a pesar de que una furia abrumadora
permanece dirigida contra la situación. El enojo también puede estar asociado con el odio, el
cual ha sido llamado “enojo calcificado”. Debemos evitarlo, pues deja a las personas
sintiéndose vacías, amargas, en conflicto moral y dolorosamente disonantes con los
sentimientos normales de humanidad. La intensidad del enojo y sus aspectos antisociales
usualmente son nuevos para las víctimas y sobrevivientes de una crisis o desastre.
Frecuentemente generan desaprobación y disgusto.

Confusión y frustración
La confusión surge de la perspectiva tan disminuida que los sobrevivientes tienen al
principio con respecto a lo sucedido, es decir, del hecho de que los sobrevivientes
usualmente recuerdan sólo impresiones aisladas de un evento traumático. Muchas de estas
impresiones pueden ser percepciones sensoriales o sentimientos esporádicos sobre lo vivido,
pero no forman un todo coherente. La confusión se convierte en frustración cuando las
víctimas piensan que deben acordarse del hecho o que pueden lograrlo con el propio
esfuerzo. Mientras tratan de unir las piezas de una escena del evento, la confusión puede
aumentar al querer entender por qué aconteció o por qué les sucedió a ellos.
Frecuentemente, la frustración es causada por la aparente falta de respuesta de las
instituciones y del sistema gubernamental y no gubernamental hacia los sobrevivientes.

Culpabilidad o autoculpabilización
La culpabilidad o la autoculpabilización son emociones que surgen del esfuerzo
por aclarar la confusión. Usualmente son caracterizadas por dos aspectos. El primero puede
llamarse culpabilidad “cognitiva”, que puede ser legítima o ilegítima. La culpabilidad
cognitiva legítima se enfoca en los “pude”, “debería” o “debí” hacer tal cosa antes, durante o
inmediatamente después del evento. Involucran acciones que pudieron haberse tomado,
pero que no se tomaron, porque no hay manera de predecir el futuro. La autoculpabilización
basada en una reconstrucción errónea de los hechos es “ilegítima” cuando no hay datos para
atribuirle alguna culpa a la víctima.
33

Otro tipo de culpa se conoce como “culpabilidad del sobreviviente” o “culpabilidad


existencial”. Las víctimas frecuentemente se saturan de preguntas internas sobre por qué
sobrevivieron mientras otros murieron, o por qué sus seres queridos no sobrevivieron
cuando otros sí. Algunos pueden sentirse culpables porque alguien escogió salvarlos mientras
otros morían.

Vergüenza o humillación
La vergüenza parece estar asociada con la culpabilidad o autoculpabilización, pero
refleja la internalización de que las víctimas son responsables del evento y que ellos son, de
alguna manera, más vulnerables a tales crisis o desastres.

Muchos testimonios de sobrevivientes de traumas dicen no haber sido apoyados por


las personas con quienes contaban. La culpa originada por la idea de que han traído
experiencias horrorosas hacia ellos mismos, causa cicatrices más hondas que la crisis o el
desastre en sí. Los sobrevivientes usualmente se sienten humillados por su fracaso al haberse
visto incapaces de prevenir la crisis y de responder a la misma con mecanismos adecuados.

Tristeza y pena
La tristeza puede ser la reacción emocional más intensa a largo plazo ante una
pérdida traumática. No es una tristeza ordinaria. Las emociones traumáticas, que también
son causadas por un evento extraordinario, complican el proceso de tristeza.
La pena es un proceso que comienza con tristeza, temor, angustia e ira. En el
momento más severo se encuentran la expresión de dolor y la desesperación. El ciclo de la
pena termina con expresiones de confianza y esperanza renovadas. La persona que sufre de
pena se beneficia con la terapia cognoscitiva y de corto plazo. Se ayuda a la persona a
identificar sus sentimientos y a planificar para su futuro.

Reconstrucción del equilibrio


Con buenos sistemas de apoyo e intervenciones efectivas, la variedad de emociones
puede eventualmente tornarse en un nuevo equilibrio para el funcionamiento (Weiner, 1992).
Será diferente del equilibrio original. El nuevo equilibrio puede continuar siendo
34

puntualizado por recuerdos traumáticos o espasmos de tristeza, pero los individuos pueden
aprender a incrementar sus capacidades adaptativas para enfrentarse a cualquier trauma.

Bajo situaciones de alto estrés, el cerebro es afectado por entumecimiento. Esto


puede inhibir el almacenamiento de experiencias en la memoria y hacer difícil recordar la
experiencia vivida.

En periodos de bajo estrés, un evento es percibido a través de los sentidos y, cuando


la información no es amenazante, el cerebro la almacena momentáneamente mientras se
llevan a cabo las funciones cognitivas.

Las amenazas a la supervivencia activan emociones de miedo y la respuesta es de


huida y de enojo. Todos los sistemas se activan, basados en la inteligencia emocional del
cerebro, y los sistemas cognitivos se rompen y, algunas veces, se apagan, mientras el sistema
emocional responde con enojo y miedo.

Cuando comienza este funcionamiento cognitivo, es entendible que su respuesta


inicial sea de confusión, mientras trata de entender lo sucedido y sus características. También
es entendible que la interacción entre los procesos cognitivos y las percepciones emocionales
resulte en frustración. La memoria del evento ha sido distorsionada, parcialmente grabada y
posiblemente almacenada de una manera desorganizada (Weiner, 1992). La mente
simplemente no puede comprender el evento y cuando comienza a entender el impacto de la
amenaza, su aflicción se precipita de nuevo hacia respuestas emocionales.

A medida que el cerebro resuelve su confusión y desarrolla una “historia” del evento,
también busca explicaciones de la historia en el contexto de la identidad y la experiencia del
individuo. Por lo tanto, no es sorprendente que esta parte del proceso cognitivo acarree
sentimientos de culpa o vergüenza.

La memoria puede bloquearse en cualquier etapa del proceso, como cuando el


cerebro percibe algo que no considera relevante para sobrevivir, para su identidad o para la
interpretación del mundo que lo rodea. Simplemente desecha la percepción sin procesarla.
35

Bajo estrés, la “estética neural” interfiere con la habilidad de la memoria inmediata o


trabajadora para retener la percepción. También puede perderse en la etapa de almacenaje: el
cerebro percibe algo relevante, pero debido a percepciones abrumadoras, la liberación de
hormonas del estrés y los cambios químicos, la percepción es almacenada en un lugar
inapropiado donde es difícil de recuperar.

Memoria traumática
La memoria del trauma es particularmente poderosa, porque la amenaza que se
percibe a la sobrevivencia desata la liberación de hormonas y químicos poderosos que
ayudan a consolidar trazos de la memoria (Lindemann, 1994). Adicionalmente, incrementan
la actividad de las neuronas, que indeleblemente forman caminos de actividad del cerebro en
respuesta al acontecimiento y a las cuestiones concernientes al trauma. Estos caminos
pueden ser tan fuertes que uno puede llegar a no olvidar lo que pasó. La memoria emocional
puede durar toda la vida. Pero la memoria traumática no es ni narrativa ni verbal. Incluso
con estos recuerdos del trauma, la mayoría de personas son capaces de integrar la memoria
dentro del entendimiento cognitivo de la historia de su vida, mientras comprenden que
recordarán, dolorosamente, el trauma en sí.

Sin embargo, para algunas personas, la memoria del trauma se reinventa a sí misma.
Puede haber varias razones para esto. Lazarus y Folklan (1984) indican que algunas veces,
cuando las personas están particularmente angustiadas, las funciones cognitivas se vuelven
tan disfuncionales, que un recuerdo no puede ser narrado. El recuerdo emocional permanece
reactivo y separado de las funciones cognitivas. Los recuerdos traumáticos son guardados
como impresiones sensoriales o reacciones de comportamiento sin estar conscientes de ello.
El recuerdo es disociado de otras experiencias.

Algunas veces el trauma puede ser tan abrumador, que se fija en los procesos
mentales. Las impresiones iniciales de la experiencia traumática son tan fuertes que, cuando
se recuerdan, reafirman y fortalecen la respuesta inicial. Esto puede resultar de la respuesta
fisiológica al estrés y del entendimiento del cerebro respecto a la amenaza y el estrés
confrontado.
36

Los recuerdos del trauma pueden resolverse e integrarse dentro de la vida del
individuo o no resolverse y ser rechazados por la mente. Cuando son resueltos e integrados,
sirven como experiencia de aprendizaje y ayudan a los individuos a adaptarse a lo
“imposible”. Cuando no son resueltos o son rechazados, pueden resultar en amnesia,
disociación, desorden de estrés post-traumático o violencia.

Qué hacer para responder ante la crisis sicológica


Existen en la literatura varios modelos sobre las respuestas a una crisis o desastre. En
los próximos párrafos presentamos una síntesis de los métodos de respuesta.

El Ciclo que presentamos a


continuación presenta los
factores que afectan la reaccion
del individuo ante una crisis
psicológica. Los factores
incluyen (1) naturaleza del
evento, (2) duración, (3)
intensidad, (4) factores
biológicos, y (5) visión del
mundo. Estos cinco factores
son los mediadores de nuestras
respuestas.
Para poder comenzar a resolver una crisis debemos superar la memoria emocional,
para que puedan llevarse a cabo los procesos cognitivos. O sea, realizar el cambio de una
respuesta emocional a una cognoscitiva. El segundo paso es ayudar con la organización
histórica de los eventos y la interpretación de los procesos cognitivos. En tercer lugar, se
presta asistencia a los sobrevivientes en la integración de los eventos traumáticos a la
“historia de su vida”. Por último, se provee asistencia a los individuos para que interpreten el
evento traumático y lo puedan derivar y crear un significado de las experiencias pasadas y
presentes.
37

Para alcanzar las metas de la respuesta a la crisis, es importante entender los factores
externos que parecen afectar la intensidad de la crisis o el trauma en un individuo o una
comunidad, así como también examinar las posibles predicciones de vulnerabilidades.

Sumario
Este capítulo discutió los factores internos que sufrimos al experimentar una crisis o
desastre. Provee una explicación de una crisis y la manera de resolverla. Termina sugiriendo
que lo más importante para resolver una crisis es superar la etapa emocional y modificar las
experiencias hacia un proceso cognoscitivo.
38

CAPITULO IV

Factores externos en la respuesta a una crisis

Este capítulo discute los factores externos de una crisis. Comienza con una discusión
sobre los sentidos y culmina con sugerencias sobre la manera de avanzar en la resolución de
la crisis.

Entradas sensoriales del evento


Cuando las personas se encuentran con un evento traumático, la naturaleza de la
información sensorial y las fortalezas desarrolladas al enfrentarlo, pueden relacionarse tanto
con la etapa de desarrollo de los individuos como con la experiencia previa en la vida. Por
ejemplo, un niño pequeño puede reaccionar más a un olor que un adulto, porque el sentido
del olfato se desarrolla con anterioridad, en el crecimiento de las estructuras cerebrales. Para
la mayoría de adultos, el sentido de la vista y el oído están más desarrollados y, por tanto,
perciben ciertos detalles con mayor fuerza. De hecho, las percepciones visuales
frecuentemente son críticas para la eventual formación de una narrativa.

La vista aparentemente tiene mayor incidencia en la vivencia de una crisis o desastre,


porque es el sentido por el cual se guardan y revisan mentalmente los episodios más
horribles. Incluso en casos donde un episodio traumático se vive en la oscuridad, el evento
puede eventualmente transformarse en una “visión”.

El impacto inmediato de la información sensorial es afectado por la proximidad de


un individuo al desastre. También es afectado por las experiencias anteriores. Si un sabor,
olor, tacto, visión o sonido ha sido previamente asociado con una amenaza o peligro, la
conexión neuronal ya está establecida y es reactivada por la experiencia actual.

Ya que los sentidos son las principales fuentes de información, se convierten en la


base del recuerdo de lo sucedido.
39

Entender la percepción del tiempo y su relación con las reacciones traumáticas es


crucial, ya que el sentido del tiempo ayuda al cerebro a organizar y traducir los sentimientos y
los pensamientos.

Relacionar un evento aterrador con un “tiempo”, ya sea tiempo personal o tiempo


del mundo, ayuda a la persona a enfrentarse al evento. Ver la forma en que las secuencias de
un evento se concatenan y su duración, también ayuda a prevenir una inundación de la
psique. Adicionalmente, sentir ritmos ayuda a mantener el sentido del balance en una
persona. Sin embargo, si todas estas tomas de conciencia del tiempo fallan, como mecanismo
de defensa para prevenir que la persona se traumatice, el sentido del tiempo de la persona se
dañará.

El uso de la cronología para formar una narrativa cognitiva de una historia de


eventos ayuda a las víctimas. También ayuda, la comprensión de las circunstancias del evento
y su participación en él, a medida que buscan orden y significado dentro de su mundo. Es
útil que quienes responden en momentos de crisis, traten de entender las etapas del evento y
los papeles que los sobrevivientes juegan, mientras escuchan las historias de los
sobrevivientes.

Equilibrio pre-desastre
El equilibrio de la comunidad antes de un desastre queda definido por las
transiciones o tensiones culturales existentes, la historia previa de desastres, las tensiones
políticas, económicas o históricas. Ese balance y el efecto de los tensores sobre el mismo,
actúan de manera similar a como sucede en un individuo. El equilibrio pre-desastre ha sido
establecido como un balance entre los tensores existentes y la capacidad de adaptación de
una comunidad a tales tensores.
40

Conductas que provocan un desastre


Fase Pre desastre

Grado de éstres
+ Carga emocional
= Comportamiento

Advertencia y amenaza
Estas etapas, para todos los intentos y propósitos, usualmente están unidas en
nuestro entendimiento. Ciertamente, pueden ser experimentadas de diferentes maneras por
distintas personas, pero, objetivamente, hay una diferencia precisa. El periodo de advertencia
está caracterizado por ansiedad, cautela y asombro, e incluso puede haber excitación, si ha
habido una experiencia de alta vigilancia. Las reacciones post-desastre pueden involucrar
preocupaciones de evacuación y albergue durante este periodo.

La mayoría de comunidades reciben advertencias sobre desastres potenciales en


forma regular. Advertencias de lluvias, inundaciones y huracanes. Si los individuos o las
comunidades hacen caso a tales advertencias, desarrollan planes de acción para la
evacuación, albergue o cuidado durante y después de un desastre. También experimentan
una creciente aceptación de las amenazas y del inminente desastre.
41

Conductas que provocan un desastre


Fase Pre desastre

Urgencias Vigilancia

Prepración en la
Creencia
Decreciente realidad del
perseverante
impacto

Las advertencias continuas, unidas a impactos esporádicos de cierto tipo de evento,


frecuentemente son la base para el desarrollo de una “subcultura de desastre”. Las
subculturas de desastre emergen cuando ha habido impactos repetitivos de un desastre,
advertencias periódicas y el conocimiento y reconocimiento de la comunidad sobre el daño
consecuente debido a la eventualidad de un desastre.

La realización del reconocimiento de algunas opciones pre-desastre, basadas en la


evaluación de riesgos, puede aminorar el estrés y ayudar a definir la acción futura.

Sin embargo, los sistemas de alarma individual pueden haberse debilitado por
negación, falta de interés o ansiedades y preocupaciones. Esto se ha visto en casos en los que
se advierte a la gente de una posible erupción volcánica o deslave. Se les advierte con
anticipación para que salgan de sus casas y se trasladen a otro lugar, pero ellos no obedecen
por no abandonar sus viviendas y cosechas.

De la misma manera, cuando ha habido un terremoto, se les advierte que evacúen y


se dirijan hacia albergues, pero muchas veces no obedecen y provocan pérdidas humanas y
materiales.
42

Tal subcultura de desastre puede acumular, tras un desastre, sentimientos de enojo o


culpabilidad en los sobrevivientes lo que puede generar la adopción de un rechazo a las
advertencias de amenaza. Los planificadores deben desarrollar guías de acción para
responder a tales situaciones y deberán saber algunos de los peligrosos latentes al
comunicarse con subculturas de desastre.
Cómo hacer creíbles las advertencias
Primero, los mensajes de advertencia necesitan identificar la fuente de información e
incluir una mezcla de referencias, como oficiales, públicas, científicas o de expertos en el
campo del desastre. Estos mensajes serán percibidos con mayor relevancia que otros, debido
a la fuente que los emite.

Segundo, es necesario advertir a las personas a través de múltiples canales de


comunicación. Ver una advertencia por la televisión se confirma al escucharla en la radio o
leerla en el periódico.

Tercero, el contenido de la advertencia deberá incluir una descripción de lo que está


a punto de suceder, dónde existe el peligro y qué tan severo puede ser el impacto potencial.

Finalmente, las advertencias deberán proveer descripciones de medidas de


protección específicas y simples, que puedan utilizar para protegerse aquellos que están en
riesgo.
43

Resumen

• Lo que las personas de una sociedad en peligro


hagan o dejen de hacer, es decir, escuchen,
entiendan, crean, personifiquen y respondan a las
alertas de emergencias, no es el resultado del azar.

La amenaza ocurre cuando las advertencias involucran el conocimiento de un peligro


inminente y la muerte potencial. La amenaza puede durar corto tiempo u horas. Muchas
personas experimentan el impacto del desastre en sí en la etapa de pre-impacto de la
amenaza. Sus reacciones son desencadenadas por la amenaza, incluso aunque no ocurra
nunca. Por lo tanto, es importante entender esas reacciones.

Lazarus y Folkman (1984) escriben sobre evaluaciones cognitivas que determinan,


primero, si los eventos son relevantes, beneficiosos para el individuo o tensores. Los
tensores son definidos como amenazas, pérdidas o retos. Los estudios que se han hecho,
parecen sugerir que las personas que responden a la pérdida, dependen de las habilidades
emocionales para enfrentar la situación, tales como la expresión de sentimientos y el apoyo
social. También pueden depender de creencias positivas o habilidades religiosas para ayudar,
tales como el deseo de superación de lo sucedido, la creencia de que las cosas pueden
regresar a la normalidad o el sentimiento de dependencia de Dios y la fe. Aquellos que
responden a estas situaciones como un reto, se enfocan en la solución de problemas, tales
como la planificación de acciones o la búsqueda de resultados positivos del hecho
tensionante y son optimistas.
44

La estrategia enfocada en la emoción puede ser más eficiente, que las que son
percibidas como circunstancias incontrolables. Se trata de un intento de reducir o eliminar la
angustia emocional causada por la situación. Sin embargo, algunos estudios sugieren que
mientras ésta es la manera más efectiva de manejar las emergencias inmediatas en las cuales
los individuos se sienten impotentes, también puede poner a los sobrevivientes en mayor
riesgo de trauma a largo plazo.

La estrategia enfocada en el problema, busca remover la fuente de la amenaza.


Usualmente es empleada por individuos que visualizan alguna alternativa, lo que les permite
considerar opciones y tomar decisiones. Tales individuos usualmente son capaces de integrar
más rápidamente el acontecimiento del desastre dentro de la historia de su vida, ya que sus
acciones los ayudaron a hacer una transición positiva de la catástrofe al presente.

La liberación puede ser un proceso que permite a los sobrevivientes tomar un


descanso frente a la amenaza, mientras inician un plan de respuesta enfocado en los
problemas futuros.

Los voluntarios de la Cruz Roja y las agencias de emergencia gubernamentales tienen


la obligación de ayudar a las comunidades a prepararse y estar vigilantes ante un desastre
potencial. Esto significa desarrollar las habilidades y las herramientas con las cuales
responderán cuando ocurra un desastre, educar a los voluntarios y miembros de la
comunidad en reacciones de crisis y trauma y desarrollar un plan de desastre para proveer
cuidado emocional apropiado.

El impacto
Muchos sobrevivientes piensan que no tuvieron una advertencia anticipada sobre el
desastre. Si bien esto puede ser cierto, frecuentemente tales personas simplemente no
comprendían el peligro, y es sólo tras el shock en el momento de la amenaza que descubren
cuán abrumador es en realidad. Por ejemplo, cuando el desastre las despierta, pueden no
estar listas para responder apropiadamente. La interrupción del sueño puede causar que se
sientan todavía más aisladas. La salida abrupta de la rutina, también puede causar una ola de
shock mental cuando ocurre un desastre.
45

Paréntesis de Tiempo
El efecto del trauma en el sentido del tiempo es dramático. Los animales tienen un
conocimiento innato del tiempo, el cual parece relacionarse con el sentido de luz y el grado
de temperatura. Ellos desarrollan rutinas basados en la posibilidad de cazar, migrar, dormir,
hibernar o aparearse. Pero en la especie humana, el sentido del tiempo se extiende mediante
el conocimiento del pasado, el presente y el futuro en una extensión lineal, que no sólo
incluye la comprensión de la historia, sino una proyección hacia el futuro. Este sentido del
tiempo se desarrolla a medida que se correlaciona con el movimiento, el ritmo y,
eventualmente, con el “tiempo del reloj”.

Cuando ocurre un evento traumático, el “tiempo del reloj” parece detenerse y los
individuos traumatizados pasan por un paréntesis de tiempo.

Cuando se reasume el sentido del tiempo, usualmente se experimenta como si la vida


progresara en cámara lenta o a un ritmo extremadamente rápido. Mientras menos control
tenga una persona durante la crisis, hay más probabilidad de que la crisis sea percibida como
prolongada. Mientras que entre más control tenga alguien, hay mayores probabilidades de
que la crisis sea compactada en lo que se percibe como un momento corto o momentos de
reacción.

El entendimiento del tiempo incluye un sentido de ritmo, duración, secuencia y


perspectiva. Estos sentidos ayudan a ordenar la vida. Cuando estos sentidos son
suspendidos, las personas también pueden dejar a un lado las rutinas diarias (usualmente
gobernadas por el tiempo) y las reglas o leyes. Si todo es percibido como caos o como
sucediendo en el vacío, ¿para qué continuar obedeciendo el orden? Los sobrevivientes están
en un estado irreal, pero animado. El tiempo está suspendido, así como lo están la
normalidad, las reglas y las leyes. Uno ya no es responsable de la estructura social anterior,
porque esta estructura ya no existe.

Aspectos prácticos y morales


46

Aspectos prácticos. Se pueden presentar algunas reacciones: no ir al trabajo


inmediatamente; romper las rutinas sociales; experimentar un estado tipo coma, que está
acompañado de amnesia temporal, con la mente y el entendimiento en blanco; perder el
sentido de las horas, días y semanas.

Aspectos Morales. De la misma manera se pueden presentar reacciones en el plano moral:


la suspensión de las reglas, las leyes y el orden, que pueden contribuir al incremento de la
violencia durante o después del desastre. Los vándalos y los saqueadores pueden no ver nada
malo en traspasar los límites éticos y robar, si ya todo está destruido. El asalto sexual y la
violación pueden ser aceptados como normales.

Duración del evento


Incluso cuando la percepción del tiempo se distorsiona, la cantidad de tiempo real
que transcurrió durante el impacto del evento afectará la severidad de la reacción a la crisis o
desastre en las percepciones sensoriales y las estructuras emocionales y cognitivas del cerebro
y la comunidad. Mientras más duren estos periodos, mayor la intensidad que tiene la
experiencia de crisis.

Duración del evento inminente de amenaza a la vida


Mientras más rápido sea removida la amenaza y se calmen las emociones, hay menos
probabilidad de que el incidente continúe siendo preocupante. Puede permanecer una
memoria emocional del evento y el miedo o enojo causado, pero ese trazo puede no haberse
solidificado en cambios químicos u hormonales en el cerebro.

Duración de preocupaciones de sobrevivencia continuas


Incluso si ha sido removida la amenaza inminente, pero los sobrevivientes
permanecen en un estado donde continúan sintiendo que su vida o la de sus seres queridos
está siendo amenazada por un peligro continuo, pueden seguir asociando y reasociando el
evento con el peligro.

Duración del envolvimiento sensorial


47

La amenaza puede ser reducida y la sobrevivencia puede ser asegurada, pero mientras
más tiempo estén los sobrevivientes en contacto con información sensorial que les recuerda
el incidente, mayor la probabilidad de que integren esos recuerdos con su mapa emocional
del trauma.

Duración de la preocupación mórbida de una comunidad


El impacto de la respuesta de una comunidad a un evento puede acrecentar
ansiedades y reacciones de crisis. Las personas miran a su sociedad y su cultura para
confirmar o negar lo que ha ocurrido. Cuando una comunidad vive un trauma, la entidad
comunal tiende a procesar la crisis de una manera similar a como cada individuo lo hace,
pero la reacción de crisis es multiplicada exponencialmente por la experiencia de cada
miembro. Si una comunidad reprocesa la reacción traumática una y otra vez, sin desarrollar
una estrategia para el futuro, a los individuos de la comunidad se les puede alargar su propio
trauma debido a una falta de apoyo o de entendimiento de la necesidad de continuar con su
vida. Por otro lado, si la comunidad acepta el evento y el trauma, y ayuda a los individuos a
conectarse unos con otros y a encontrar significado al evento, las personas son usualmente
capaces de sobrevivir y superarse exitosamente.

Etapa de Inventario
La etapa de inventario de un desastre se lleva a cabo inmediatamente después del
impacto inicial. Quienes han sido víctimas de la crisis o desastre repentino e inmediato,
frecuentemente experimentan un periodo de tiempo en el que hay silencio. El silencio
usualmente engaña. Los observadores en una escena de desastre pueden presenciar el ruido
de ambulancias y de las fuerzas de la naturaleza, pero los sobrevivientes y los respondedores
a un desastre pueden no oír nada.

Este estado de silencio incrementa el sentido de aislamiento y abandono que las


víctimas experimentan en medio de una tragedia. Su desorientación es incrementada si el
resultado de la catástrofe es la oscuridad o se lleva a cabo en la oscuridad. Las víctimas
necesitan tener una afirmación de que la tragedia ha ocurrido y que aún están conectados al
mundo.
48

La etapa de inventario también es el momento en el que los sobrevivientes hacen su


primer evaluación de cuánto daño ha ocurrido: averiguar si están heridos, si los seres
queridos están heridos o muertos y la extensión de los daños a la propiedad o la pérdida de la
misma. Los voluntarios que ofrecen la primera respuesta y los sobrevivientes, usualmente
tienen que tomar decisiones basados en evaluaciones inmediatas en la escena. Después,
pueden descubrir que hubo “errores” acerca de a quién, cuándo y cómo ayudaron. Estos
descubrimientos pueden ser la causa de sentimientos de culpa, autoculpabilización, depresión
o angustia. El inventario puede extenderse a las etapas de rescate y remedio. Esto es
particularmente cierto en los desastres sin punto bajo.

Etapa de Rescate
El periodo de rescate debe ser pensado inicialmente en términos de la satisfacción de
las necesidades urgentes de sobrevivencia de las víctimas, y luego en asegurar sus sentidos
mentales y emocionales de seguridad. El proceso en el cual los rescatadores trabajan para
ayudar a las víctimas a encontrar seguridad física, financiera y emocional puede durar desde
pocos minutos hasta días.

Respuesta física a emergencias


Los voluntarios que ofrecen primera respuesta deben enfocarse en preocupaciones
de emergencia física. La seguridad física y la sobrevivencia deben ser aseguradas tan pronto
como sea posible. La seguridad y la sobrevivencia de animales de la granja, mascotas o
plantas pueden ser de gran preocupación para algunas personas. Muchos sobrevivientes
pueden buscar salvar propiedad histórica o sentimental.

Respuesta emocional y sicológica ante emergencias


Al momento del peligro inmediato e inmediatamente después, la ayuda emocional o
sicológica de emergencia también es necesaria. El alcance del trauma emocional producto del
desastre deberá ser evaluado tan pronto como sea posible. Algunas veces, esto significa que
los socorristas que ofrecen primeros auxilios psicológicos también están expuestos al peligro
y los equipos de respuesta en crisis deberán planificarlo para asegurar a los miembros del
equipo.
49

Las intervenciones en curso pueden ser necesarias si la duración del desastre se


extiende por un periodo extenso. La longitud del impacto en sí, afecta el tiempo de acceso y
el método de acceso.
50

Capítulo V

Los efectos de la duración del desastre en el sobreviviente

El tiempo de trabajo para los voluntarios que están ofreciendo apoyo psicosocial
puede variar dependiendo de la respuesta de las comunidades: el impacto, la secuela
inmediata y la recuperación.

Impacto: hasta 48 horas después


En este periodo, el énfasis es la sobrevivencia. Las reacciones están mitigadas por el
entumecimiento. La sobrevivencia se complica con la tristeza, la negación del desastre y la
conciencia repentina de vulnerabilidad.

En esta etapa debe ocurrir la intervención tan pronto como sea posible. Incluso si el
trauma continúa por días o semanas, la intervención inicial debe ser inmediata. La visión
temprana de los respondedores y las intervenciones enfocadas en las necesidades prácticas,
51

facilitan las intervenciones posteriores, que tratan sobre la secuela psicológica del evento
traumático.

Secuela inmediata: 7-14 días


En este periodo se comienza a vivir el entumecimiento. El enfoque está en el
entumecimiento psicológico y en la inundación emocional. El desastre se integra a la vida
presente como rutina. Surgen la negación y las defensas en contra del impacto del desastre.
Comienzan la depresión y la fatiga.

El acceso en este punto puede ser negado si no se hizo contacto en la etapa de


impacto de la crisis. Las comunidades presienten su habilidad para reaccionar a la crisis y
desean contenerla. Sienten que han hecho “un buen trabajo”. En muchos casos lo han
hecho, sin embargo, el trabajo frecuentemente se ha realizado a cambio de su propio
bienestar emocional y psicológico. Los socorristas que ofrecen primeros auxilios
psicológicos son mejor utilizados para apoyar a la comunidad en la toma de decisiones y para
proveer asistencia y contacto a individuos que se sienten aislados. También son útiles para
ayudar a las comunidades y a los individuos en comenzar a planificar el futuro.

Círculo de control / cansancio: 14 días a 6 meses


Durante este periodo de tiempo ya nos hemos adaptado a la realidad de la crisis o
desastre. El enfoque está en retornar a la rutina y reestablecer enlaces comunitarios. Los
niveles de estrés pueden estar altos debido a la fatiga y a traumas secundarios que están en
aumento. Los miembros de la comunidad pueden rechazar cualquier asistencia, porque les
recuerda el trauma original.

Después de que la comunidad ha vivido dos semanas o más envuelta en el incidente,


muchos individuos se cansan y simplemente no pueden lidiar con cualquier estímulo
continuo. Las intervenciones en curso comenzarán con asesoría en crisis de grupo e
individual. Siempre es bueno tener respondedores disponibles durante los primeros seis
meses después de una catástrofe para ayudar a los sobrevivientes a enfrentar el cansancio y el
flujo repentino de emociones.
52

Acceso a través de la educación: 6 meses en adelante


El sobreviviente se da cuenta de que la única solución viable es entender lo que ha
sucedido. El enfoque debe priorizar la educación y el aprendizaje de lo que pasó y las
consecuencias del incidente sobre la salud y las relaciones a largo plazo de la comunidad. Las
comunidades empiezan a prepararse para el futuro y esto incluye el aprendizaje de métodos
preventivos o de mitigación del impacto de futuras tragedias.

Después de las actividades exhaustivas de responder a una crisis o un desastre, los


individuos y las comunidades usualmente comienzan a reevaluar su necesidad de
intervención. Si han rechazado ayuda en el pasado, pueden estar más propensos a recibir
información y educación como parte de un programa de entrenamiento para futuros
eventos. Tales programas proveen un lugar seguro para que los sobrevivientes aprendan
sobre sus reacciones y permite que las comunidades y los individuos se preparen y entrenen
para otros incidentes poco comunes. Este entrenamiento y preparación puede ser una
defensa primaria en contra del trauma futuro, cuando ocurren eventos horripilantes.

Desastres repentinos, inmediatos y de largo plazo


Otro tipo de respuesta la encontramos cuando la crisis o el desastre se extienden por
un periodo largo de tiempo.

Fase de Emergencia
Esta fase cubre las primeras 3 a 4 semanas después del evento. Los sobrevivientes se
encuentran vulnerables y abiertos a hablar sobre sus ansiedades. El nivel de contacto social
es alto. Hay disponibilidad para hablar con cualquiera y contarle historias individuales.

Fase de resistencia: 4 a 6 semanas


A medida que va pasando el tiempo, aumenta la frustración y se dificulta dar cuidado
recíproco entre sistemas de apoyo. Se nota una modificación de las rutinas y la creación de
comportamientos nuevos. El sobreviviente siente cansancio ante nuevas demandas y
experimenta un retorno a las etapas de inventario y autoevaluación.

Fase de conspiración de silencio: 6 a 8 semanas


53

Durante esta fase, el sobreviviente se siente inhibido a confrontar las consecuencias


del evento y se esfuerza por enfocarse en la normalidad. Se nota un incremento en el
conflicto social. El sobreviviente comienza a sufrir problemas de salud física y se comienza a
notar una estigmatización de las necesidades psicológicas a largo plazo.

Los problemas de conflicto social pueden ser particularmente intensos e incrementar


la vulnerabilidad de la comunidad. Se puede presentar un incremento de asaltos, violencia
doméstica, abuso de niños e incluso violencia en el lugar de trabajo.

Fase de Adaptación: 8 a 12 semanas


Durante este periodo, las personas empiezan a buscar estrategias de enfrentamiento y
a emplearlas efectivamente. Se consolidan los recursos de manera que se empieza a hablar de
reconstrucción y de retos de futuro. Se comienzan a establecer consensos y alianzas
comunitarias.

Fase de repetición: 12 a 24 semanas


En desastres a largo plazo, las comunidades pueden repetir el proceso de moverse a
través de sus ansiedades con cada nuevo hito importante para la reconstrucción de la
comunidad. Por ejemplo, después de una inundación grande, la comunidad se estabiliza
durante el proceso inicial de recolocación. Pero el proceso puede empezar de nuevo cuando
los miembros de la comunidad regresan a sus hogares, y después de que las aguas ceden, y
reempezar cuando comienzan la reconstrucción. Durante cada repetición se ha de tener
disponibles las intervenciones y la educación.

Remedio/Mitigación
La fase de remedio o mitigación después de un desastre, es el periodo cuando una
comunidad o un individuo trata de recobrar el control de la vida y enfrentarse con las
consecuencias de bajo y alto rango de la tragedia. Se traslapa con esfuerzos de rescate cuando
el rescate se ha extendido sobre un periodo de tiempo. Los peligros en esta fase vienen de
aquellos que causan “lesiones secundarias”.

Euforia del desastre-periodo de luna de miel


54

Inicialmente, puede haber una reacción eufórica entre los sobrevivientes,


acompañada de muchos elogios sobre esfuerzos heroicos respecto a la catástrofe. La
comunidad parece unirse y el hecho de la sobrevivencia de muchos puede ser vista como una
oportunidad para el cambio y la exaltación.

Desilusión
A pesar de los sentimientos iniciales de felicidad por sobrevivir, las comunidades y
los individuos frecuentemente sienten desilusión, después de unos días o meses. Esta
desilusión puede ser paralela a sentimientos individuales de culpa del sobreviviente o a
reacciones de estrés duraderas. Sin embargo, algunas de las fuentes de desilusión se centran
en los esfuerzos por reconstruir la vida, buscar la justicia o simplemente funcionar como una
comunidad cuyos lazos primarios ahora son dolorosos. Algunas de las fuentes de desilusión
surgen de la litigación civil, la indiferencia del sistema criminal de justicia, las respuestas de
los medios o de la política pública o las desigualdades sociales.

Las sesiones de intervención en crisis de grupo pueden ser parte del plan reparador.
Las intervenciones en crisis de grupo repetitivas y la intervención en crisis de grupo
retrospectivas o reflexivas proveen herramientas útiles para este proceso reparador.

Las actividades de organización de la comunidad pueden ser una fuente de


reconstrucción social que es critica para muchos sobrevivientes. El voluntario de apoyo
psicosocial deberá estar preparado para proveer una guía a fin de ayudar a los sobrevivientes
a iniciar tales actividades de una manera constructiva y planificar y participar en
intervenciones de trauma a largo plazo.

Un desastre devastador en la comunidad afecta a los miembros de la comunidad


durante años. Algunas veces las intervenciones externas adicionales son necesarias por varios
meses, así como también en el primer “aniversario” de la tragedia o incluso más cuando los
procesos de los juicios criminales duran más tiempo.

Ajuste
55

La fase final de la respuesta a desastres es el periodo de ajuste. Esta fase puede


extenderse por generaciones. La primera etapa de ajuste se da durante el primer año después
del evento. Durante este tiempo, los sobrevivientes deben acostumbrarse a hacer cosas que
hacían antes del desastre. Las diferencias en el ambiente físico y las respuestas emocionales o
psicológicas colorearán todo lo que realizan.

La segunda etapa de ajuste involucra el periodo de tiempo desde el final del primer
año hasta los siguientes diez a quince años, es decir, aproximadamente hasta el comienzo de
la siguiente generación de recuerdos de la comunidad. Para muchos sobrevivientes, éste será
un periodo de “revivir” y contar el evento una y otra vez. La transición de este periodo al
siguiente se realizará cuando los sobrevivientes se den cuenta de que las personas jóvenes no
recuerdan el desastre. Esto representa el envejecimiento de la primera generación de víctimas
y sobrevivientes.

La tercera etapa de ajuste es el tiempo durante el cual la catástrofe es recordada


directamente por menos y menos sobrevivientes vivos, pero el impacto es evidente en la
siguiente generación: usualmente existe el deseo de preservar los recuerdos del trauma por
parte de los sobrevivientes y sus descendientes.

La cuarta etapa es el tiempo en el que el incidente inicial ha sido convertido en


historia y leyenda por generaciones subsiguientes. Algunas veces las historias del desastre
cambian, se transforman o se utilizan para enfatizar ciertos valores y comportamientos. En la
tercera y cuarta etapa de ajuste puede haber transferencia de la experiencia traumática a las
siguientes generaciones.

Esta etapa comienzan con los hijos de las víctimas y sobrevivientes originales y, por
lo tanto, se cruzan con la Etapa Dos, pero frecuentemente a medida que estos niños llegan a
ser adultos, continúan la historia por medio de sus propios hijos.

La historia de guerra de un sobreviviente individual es crucial para entender a los


hijos del sobreviviente. En Guatemala pareciera como si, consciente o inconscientemente,
las nuevas generaciones hubieran absorbido casi en su totalidad las experiencias de los 36
56

años de guerra cruel que sus padres vivieron en Guatemala. Los padres, en un intento de dar
lo mejor, les enseñaron a sus hijos la manera de sobrevivir y, en el proceso, les transmitieron
las condiciones de vida bajo las cuales habían sobrevivido esa guerra.

Algunos han internalizado, como parte de su identidad, las imágenes de los que
perecieron y de los horrores que sufrieron. Se les debe ayudar a enfrentar el pasado y
olvidarlo, para así continuar con una vida normal.

Sumario
Este capítulo ha discutido los efectos del tiempo en el proceso de recuperación de
una crisis o desastre. Propone que hay diferentes fases por las cuales pasa el sobreviviente en
su proceso de recuperación. Concluye que no importa el proceso, una vez tocados por un
desastre, solamente el tiempo es nuestro aliado en el proceso de recuperación.
57

Capítulo VI

Dimensiones espaciales de la experiencia de crisis

Este capítulo nos presenta las dimensiones espaciales de la experiencia de crisis y


ofrece algunas soluciones. La discusión se basa en artículos escritos por Norwood, Ursano y
Fullerton (1999) donde discuten la variable de dimensión espacial como un factor clave en la
interpretación del desastre a nivel comunal y personal.

Convergencia
La convergencia se refiere al fenómeno de reunir personas, información y atención
alrededor del lugar del desastre. Las personas que convergen usualmente son: los “migrantes
de retorno”; los que estuvieron en el desastre, pero huyeron y ahora regresaron; los
“ausentes”; los que no estuvieron allí en el momento, pero que, en sus mentes, pudieron o
debieron estarlo; las personas en el área general del desastre que están ansiosas y con miedo
del evento; los curiosos; los explotadores; los vándalos y los ayudantes.

Convergencia positiva
La convergencia positiva ocurre cuando las personas van a la escena con
entrenamiento apropiado y con la invitación de la comunidad que ha sufrido el evento. Ellos
son, por ejemplo, los bomberos, los oficiales de aplicación de la ley, los paramédicos, los
grupos de asistencia en desastres y los respondedores de una crisis. Sin embargo, debe
hacerse notar que incluso cuando los individuos o grupos están bien entrenados, pueden no
ser queridos o necesitados y, por lo tanto, puedan tener un efecto negativo en la escena.

Convergencia negativa
La convergencia negativa ocurre cuando algunas personas se aprovechan de la
situación. Pueden ser saqueadores, vándalos, abogados que persiguen a las ambulancias,
profesionales de salud mental, los medios de comunicación u otros.
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Siempre que ocurre un accidente de tránsito, aparecen en los hogares de los


familiares los encargados de las funerarias, cuando tal vez aún no han fallecido las personas o
están hospitalizadas. Y cuando ocurre algún desastre natural, como terremotos o
inundaciones, se ve a los vándalos robando las pertenencias de las víctimas.

Convergencia de los medios


La convergencia de los medios tiene efectos tanto positivos como negativos. La
cobertura sensacionalista de sobrevivientes traumatizados o apesadumbrados puede causar
más dolor a los familiares. Fotos macabras de las víctimas pueden causar enojo a los
parientes. Pero, por otro lado, los medios pueden ser el proveedor más efectivo de
información útil para las comunidades en el momento del desastre.

Proximidad
Mientras más cerca está uno del lugar del desastre, hay más probabilidades de que
esté en riesgo de sufrir una crisis post-desastre y las reacciones de estrés a largo plazo. Los
individuos son más vulnerables a la información sensorial cuando se hallan directamente
involucrados en el área del desastre. Entendemos el centro del desastre, como el punto de
impacto. Los testigos y los familiares de los que murieron en la catástrofe están en alto
riesgo, así como las víctimas que han sufrido lesiones mayores o cierto tipo de daños a la
propiedad.

Lejanía
Existe una compulsión humana de un deseo de estar en el lugar del desastre, cuando
los seres queridos o la propiedad han sido directamente afectados. Mientras más remoto está
el lugar de acceso inmediato, los familiares de los que murieron o resultaron heridos, los
dueños de casas destruidas u otros miembros preocupados por la comunidad, experimentan
un estrés más intenso.

Esparcimiento geográfico
Mientras mayor es el área afectada por el desastre, hay mayor posibilidad de que se
convierta en una tragedia de toda la comunidad. Como las personas se identifican con ciertas
59

áreas geográficas y símbolos geográficos, si éstos son afectados, se amplía el número de


miembros de la comunidad que se sienten tocados por la catástrofe.

¿Cómo identificar o definir a un sobreviviente?


Una crisis o desastre afecta a todos los miembros de una comunidad de una forma u
otra. Se cataloga a los sobrevivientes de acuerdo al nivel de exposición al evento. Los
sobrevivientes primarios son aquellos que están directamente expuestos a una catástrofe a
gran escala con el potencial para destruir la vida, romper relaciones y patrones de
comportamientos bien establecidos y de destruir propiedad.

Los sobrevivientes secundarios son aquellos que tienen familiares cercanos y lazos
personales con las víctimas primarias. Pueden presentar una tristeza severa y, tal vez,
reacciones de culpa. Los sobrevivientes terciarios son aquellos cuyas ocupaciones y deberes
requieren de su respuesta a cualquier alerta mayor en la comunidad y su asistencia con
cualquier trabajo de rehabilitación o restauración subsiguiente.

Los sobrevivientes en cuarto nivel son aquellos miembros preocupados y cariñosos


de las comunidades fuera del área de impacto, que expresan sus buenas intenciones, con
bienes y servicios usualmente inapropiados. También pueden corresponder a organizaciones
que sienten alguna responsabilidad por haber contribuido a la causa de un desastre en
particular. Pueden ser también, parientes cercanos y amigos de los sobrevivientes terciarios,
que estuvieron a la espera de noticias de que su gente estaba a salvo y luego compartieron el
pesar emocional de la situación de trabajo posdesastre.

Los sobrevivientes en quinto nivel son los individuos y grupos que pierden el control
cuando están próximos a una zona de desastres, ya sea que muestren su sicopatología interna
por su preocupación repulsiva hacia los cadáveres o por su indisciplinado comportamiento
en maras.

Los administradores de agencias, comunicadores o cualquier profesional que trabaja


en actividades relacionadas con el desastre, pero que se encuentran alejados del sitio del
desastre están sujetos a ver afectada su competencia profesional debido a: (1) las demandas
60

agudas y prolongadas presentadas por su propio trabajo post-desastre, (2) el riesgo de


identificación emocional con el sufrimiento de algunos trabajadores, (3) cualquier deseo
urgente de aparentar estar haciendo algo inmediatamente útil, a diferencia de algo indirecto o
abstracto; (4) cualquier deseo de buscar una experiencia dramática sostenible; (5) estar
sufriendo un sentimiento de culpa por beneficiarse de un desastre.

Mientras que las definiciones presentadas arriba se basan en la observación, la


experiencia subjetiva de un individuo puede catalogar la situación desde otra perspectiva
diferente. Esa experiencia subjetiva puede involucrar papeles complejos: (1) El sobreviviente
que está herido o ha perdido propiedad en el evento; (2) el testigo sensorial, ya sea como
espectador o como respondedor; (3) el familiar de un sobreviviente involucrado en la
catástrofe, o de alguien que ha muerto, ha sido herido o se le ha destruido alguna propiedad;
(4) el voluntario que ha ayudado a otros, algunas veces como un socorrista en escena o como
un socorrista remoto, que tiene como trabajo apoyar a respondedores en la escena; (5) un
miembro de la comunidad que ha presenciado o ha sobrevivido a un desastre, que ha
amenazado la existencia de la comunidad.

Frecuentemente los socorristas tienen reacciones disonantes a nivel cognitivo sobre


sus papeles. Algunos han sido percibidos por otros como héroes cuando no lo han sido o
ellos mismos sienten que fallaron. Otras personas, cuando tienen éxito en brindar ayuda
durante el evento, se sienten incómodas al ser llamadas “héroes”.

Sumario
Este capítulo nos presenta una breve discusión sobre los roles de diferentes personas
ante la crisis o desastre. Comienza hablando del tiempo y la proximidad a una crisis o
desastre. Nos explica cómo cada rol es afectado en el transcurso del desastre y concluye
presentándonos al socorrista en la disyuntiva de ser “héroe” o simplemente alguien que está
llevando a cabo una tarea.
61

Capítulo VII

Los atributos de la población y su efecto en la interpretación de un


desastre

Todas las organizaciones se ven afectadas en el momento de un desastre. Las


organizaciones familiares y de vecinos sufren disrupción. Gran parte del trabajo de un
Brigadista de Salud Mental es ayudar a las organizaciones comunales a re-adaptarse después
de una crisis o desastre.

Evaluación de la Disrupción Social


Una consideración final al examinar las dimensiones de un evento traumático es la
evaluación de la disrupción (ruptura) social. La experiencia de la crisis o desastre está
enraizada en los impactos sensoriales, en la percepción de la amenaza, en las reacciones
emocionales y físicas frente a esa amenaza y en el intento de entender cognitivamente lo que
está pasando. También está enraizada en el trauma, en la formación de la cronología del
desastre de la víctima y en la necesidad de poner los eventos traumáticos dentro de una
narrativa organizada.

Sin embargo, entender la historia del desastre, no lo resuelve. Una etapa necesaria
para la integración del evento del desastre dentro de la narrativa de la vida del individuo, es
encontrar una manera de interpretar su significado y valor en el sistema de creencias
personales. Ese sistema está atado a los valores culturales y sociales y a las relaciones en la
comunidad. El grado de ruptura social puede ayudar a indicar cuán difícil o disonante será el
proceso de integración.

Algunas consideraciones para entender la ruptura social después de una crisis o


desastre de toda la comunidad son: (1) ruptura de los sistemas de transporte y comunicación
que interrumpen la habilidad para reestablecer contactos sociales; (2) ruptura del sistema
económico de la comunidad; esto incluye empleos perdidos e interrumpidos; destrucción de
la base económica de una comunidad tal como la agricultura, el turismo o una estructura
62

corporativa mayor; o ingresos de impuestos. (3) Alteración de los arreglos espaciales con los
vecinos y negocios, que rompen las rutinas de comportamiento y movilidad.

De la misma manera que hay rupturas físicas, también hay rupturas emocionales.
Entre ellas (1) la reducción de la participación de la comunidad en rutinas y eventos sociales
y religiosos; (2) la pérdida de líderes claves de la comunidad o de la familia por muerte o
lesión, además de otros miembros de la comunidad; (3) la exacerbación de tensiones
culturales; (4) la incapacitación de la comunidad para ofrecer servicios de salud; (5) la
destrucción de símbolos o rituales comunitarios; (6) la falta de historia y tradiciones
comunitarias a las cuales apelar para superar un desastre.

Otras rupturas son, por ejemplo, la asistencia intermitente e inconsistente


proporcionada por estructuras formales de ayuda externa; los valores culturales y sociales
preexistentes que hacen minusvaloran o aíslan a víctimas o sobrevivientes, que abiertamente
manifiestan síntomas traumáticos o aceptan el desastre como traumatizante.

Un sistema de clasificación de desastres


Taylor (1989) nos presenta una topología del desastre. Las causas del desastre se
definen como “naturales”, cuando han sido causados por rupturas profundas del ambiente
físico; “industriales”, cuando están relacionados con desastres que surgen de una ruptura del
ecosistema por productos, subproductos y desechos del sistema de manufactura; y
“humanos”, cuando están relacionados con desastres que surgen de errores de juicio,
acciones deliberadas o incompetencia.

Desastres naturales
Los desastres naturales usualmente ocasionan gran número de víctimas y daño
severo a la propiedad. Con frecuencia se utilizan explicaciones mitológicas, presagios y
símbolos para entender el acontecimiento.

Los desastres naturales o causados por el hombre pueden suscitar interpretaciones de


fe o como castigo por el pecado. Frecuentemente los sobrevivientes tienen un mayor grado
de aceptación de las consecuencias de un desastre, si lo interpretan como “Actos de Dios” o
63

de la “Madre Naturaleza”, que cuando es causado por los humanos. Muchos desastres
naturales tienen un periodo de advertencia más claro antes del impacto.

Ya que la culpa personal no es un asunto primario, puede haber más flujo de


altruismo y compasión en los esfuerzos por ayudar a los sobrevivientes. En una mirada
retrospectiva de la historia, descubrimos que una descripción de un terremoto y sus
consecuentes explicaciones se hacen presentes. El 4 de febrero de 1976 hubo un terremoto
devastador en Guatemala, que dejó casi 25,000 muertos y un gran número de víctimas.
Destruyó departamentos enteros. El evento fue interpretado como un castigo de Dios hacia
una población mala y fueron explorados muchos escritos de las filosofías de la venganza de
Dios. Las personas se acogieron a varias sectas religiosas.

Desastres industriales o tecnológicos


Cuando se trata de un desastre industrial, los intereses políticos o económicos
pudieron haber definido la instalación u operación de una planta o un lugar industrial y los
sobrevivientes pueden verlos como la causa de la tragedia. Y si además hay falta de
responsabilidad personal por el evento y se presenta la despersonalización institucional, las
víctimas se sienten más frustradas. En estos casos se puede presentar la “pérdida de fe en los
expertos”, que puede incrementar los niveles de estrés, así como el resentimiento y las
disensiones en las comunidades. En muchos desastres tecnológicos, el miedo a
enfermedades, como cáncer u otras, pueden generar terror aun cuando no hay evidencia
clara de correlación probable con el evento.

Los socorristas que ofrecen primeros auxilios psicológicos pueden estar renuentes a
proveer servicios por miedo personal a la contaminación. Muchos de estos desastres tienen
un impacto a largo plazo y no tienen un punto bajo perceptible.

En desastres tecnológicos la duración del periodo de crisis inicial puede prolongarse.


Puede desarrollarse en varios días, y no en horas, incluyendo las posibles epidemias y
consecuencias para los pobladores cercanos, debido a la contaminación que puede acarrear.

Desastres humanos
64

La mayoría de tragedias causadas por humanos se ven como previsibles. Pero se hace
poco para desarrollar estrategias de prevención. En lugar de ello, el énfasis se coloca en las
estrategias de intervención después de que ocurre una tragedia. Este tipo de accidentes
usualmente causan un enojo más intenso en los sobrevivientes, que otro tipo de crisis o
desastres.

Este tipo de accidentes puede afectar significativamente las habilidades de los


individuos para confiar unos en otros y, por lo tanto, aceleran el deterioro de los lazos
sociales. Esto es particularmente cierto cuando la crisis o el desastre es causada por
miembros de la familia o por amigos.

Personas
Siempre se presenta mayor enojo en las víctimas cuando han sido objeto de un
desastre en el cual hay un responsable identificado. Además la rabia es mayor en contra de
una persona que es percibida como negligente, que frente a una que es percibida como
mentalmente enferma. Esta responsabilidad que los individuos o comunidades imponen a
otros es especialmente angustiosa, ya que frecuentemente contribuye a aumentar el dolor
social. La idea de que un individuo o un consorcio de individuos no tenga sentimientos o no
se arrepienta por el daño que causó es reprensible para la mayoría.

Todos estos factores ayudan a determinar las preocupaciones dominantes en un


desastre específico. Sin embargo, la mayoría de desastres también involucran preocupaciones
secundarias. Por ejemplo, un accidente aéreo puede conllevar explosiones e incendios en
tierra; un huracán puede estar acompañado de inundaciones y también puede transformarse
en violencia humana; un desastre tecnológico puede producir incendios y, con el tiempo,
enfermedades. Por lo tanto, es importante que cuando los socorristas que ofrecen apoyo
psicosocial van a un desastre, traten de identificar algunos de los asuntos críticos que
ocurrirán a la comunidad inmediatamente después y en un plazo mayor. Esto involucra
identificar en cualquier situación de desastre, tanto las preocupaciones dominantes como las
secundarias.

Credibilidad
65

La reacción de los sobrevivientes frente a un desastre está íntimamente relacionada


con la credibilidad de las causas del mismo y de la posibilidad de su repetición. Si el evento
es considerado como increíble, los sobrevivientes pueden sentir más enojo y menos miedo.
Están enojados por el hecho de que haya sucedido algo que nunca debió pasar, pero
generalmente tienen poco miedo porque creen que no se repetirá.

Si un evento es considerado improbable, es decir, creíble pero no esperado, entonces


el miedo a la inseguridad del mundo se incrementa, a pesar de que el miedo de la repetición
puede reducirse. Mientras más probable es un evento, menor el shock de un peligro
repentino e inesperado. No obstante, incluso con el evento considerado posible hay
usualmente enojo, porque las personas piensan que lo posible debió ser imposible, si se
hubieran utilizado dispositivos protectores.

Mientras más probable es un evento, menos enojo se sentirá. Muchos de los que
sabían que estaban en riesgo pueden ajustar sus preocupaciones pre-desastre para acomodar
la posibilidad del desastre y utilizar ese ajuste para reconciliar su visión del mundo después
de una catástrofe. Hay eventos predecibles que son percibidos como desastres. Estos
difieren de los desastres posibles o probables, ya que hay tiempo para la advertencia y
oportunidad para escoger opciones.

En la mayoría de casos, mientras mayor es el número de muertos o heridos, hay más


probabilidades de que la tragedia involucre a una comunidad extensa y ella se sienta afectada.
En algunos casos, la cantidad de muertos no será tan relevante, como el hecho de la
importancia de quien murió o fue lesionado. Los niños, por ejemplo, atraen más
preocupación y atención. Y si muere una persona que tiene un grado especial de importancia
pública o una posición especial en la comunidad, toda la comunidad puede verse afectada.

El hogar, la escuela y el lugar de trabajo generalmente afectan el sentido de identidad


de las personas involucradas. Mientras más tiempo se ha trabajado o vivido en un lugar
particular, más afecta el hecho de verse como una extensión de la institución. Fracturar esa
identidad puede ser tan dañino emocionalmente, como las lesiones físicas.
66

De hecho, si el desastre exige la dislocación o relocalización y el establecimiento de


un hogar temporal en un albergue u otra facilidad, los alrededores extraños pueden causar un
incremento de la ansiedad y una sensación de pérdida.

Asimismo, los desastres que son acompañados de desempleo a largo plazo o


pérdidas financieras, pueden amenazar la sobrevivencia de individuos, familias y
comunidades. Debido a que el empleo es una parte importante del sentido de apoyo social
de muchas personas, los despidos a gran escala o las reorganizaciones de compañías pueden
causar crisis en toda la comunidad.

La destrucción de propiedad a gran escala puede demoler la estructura física de una


comunidad y, por lo tanto, cambiar su paisaje, rutas de transporte y rutinas normales. La
destrucción de propiedad “indestructible” o la distorsión de tal propiedad puede también
abrumar a los sobrevivientes.

La propiedad en la que sobrevivientes han invertido sentimentalmente y que es


destruida, puede ser una fuente de extrema tristeza. Hitos en la comunidad, monumentos o
lugares de reunión comunales también pueden tener un valor emocional especial para
miembros de la comunidad y si son destruidos, pueden ser la explosión final que rompa a la
comunidad.

Mientras más individuos estén involucrados como víctimas, sobrevivientes,


ayudantes, espectadores y similares, mayor será el impacto en la comunidad. Es casi
imposible realizar estadísticas de las personas involucradas en desastres de grandes
proporciones tales como el terremoto de 1976 o el huracán Mitch.

Las intrusiones de los representantes de los medios o de los espectadores que


simplemente están allí para ver los escombros, la matanza o el pesar de la comunidad,
incrementan los sentimientos de abandono y el enojo de los sobrevivientes. Mientras que
algunas personas se vuelcan hacia otros miembros de la comunidad para brindar apoyo,
habrá bastante resentimiento hacia intrusos no invitados, que no ofrecen ninguna asistencia
67

positiva. Algunas veces, durante la búsqueda, se llevan a cabo escenas de emoción y algunas
veces confrontaciones en y alrededor del colapso.
.
Fondo del envolvimiento de la comunidad
Si la catástrofe actual no es el peor acontecimiento que ha vivido la comunidad, el
impacto del último desastre puede no ser percibido con la misma intensidad que un
observador externo pudo haber observado. Sin embargo, si el desastre actual se percibe
como el peor acontecimiento que ha sucedido o representa una acumulación de desastres,
puede ser catalogado como una representación del “fin del mundo” o interpretado como
una última confrontación con el mal.

El efecto “estrella”
Mientras que una tragedia individual puede afectar al individuo y a sus seres queridos,
el efecto de una crisis o desastre es que cada individuo y sus seres queridos son afectados, y
ellos, a su vez, reaccionan y afectan a otros que también están sufriendo por el mismo
trauma. La víctima directa se convierte en una de muchas co-víctimas. Las reacciones
múltiples ocurren en diferentes formas y en diferentes momentos.

El efecto de “billar romano”


Los efectos de una crisis cambian con el tiempo. La reacción de crisis en un
individuo puede disiparse más rápidamente, que una reacción a nivel comunitario. La
comunidad puede reforzar la crisis con el sentimiento de desilusión. La separación, el
aislamiento y el enojo pueden causar grietas irreparables entre los sistemas de apoyo y causar
reformación total de la comunidad. También puede cambiar la historia, los valores y las
actitudes en formas que reinterpretan el presente y el pasado.

En una situación comunitaria, cada individuo trae a la crisis su propia historia.


Adicionalmente, cada uno puede traer una historia de una antigua comunidad en crisis. Y
finalmente, la comunidad elabora su propia historia. Todas las comunidades y caseríos tienen
sus propias personalidades e historias. Ellas, a su vez, refuerzan la historia de un individuo.
No es inusual que tales crisis resurjan durante los esfuerzos de intervención en crisis en
68

grupos e individuales. También es común el que una serie de historias traumáticas se


correlacionen en las mentes de una comunidad para producir crisis en toda la comunidad.

Los socorristas son frecuentemente inmovilizados por el mismo shock, incredulidad


y negación que aflige a víctimas y sobrevivientes directos. Tal fue el caso del deslave en Las
Casitas en Nicaragua y en Las Colinas, El Salvador. Por lo tanto, sus mecanismos y técnicas
de ayuda pueden no implementarse tan rápida o eficientemente.

Tal vez uno de los temas más problemáticos inmediatamente después de la catástrofe
son las políticas comunales. La pregunta de “quién está a cargo” es frecuente el hecho por el
que las agencias de respuesta pueden entrar en caos, pues pueden estar renuentes a dejar que
alguien más tome el crédito. El liderazgo puede fragmentarse y las tareas de rescate pueden
verse interferidas por la preocupación sobre quién se queda con los créditos por las
operaciones de rescate u otras acciones.

Sumario
Ante una catástrofe, uno se ve afectado con la constatación de que las tragedias son
una realidad. En estas situaciones, la sobrevivencia depende de nuestra habilidad de
reconectarnos con la comunidad. Esa comunidad puede ya existir antes del desastre o puede
ser creada por el mismo.
69

CAPITULO VIII

Reacción de estrés a largo plazo

Las personas que sobreviven a una crisis o desastre usualmente experimentan


reacciones de estrés durante años. Incluso un evento que es percibido por otros como
relativamente menor, puede causar una reacción traumática extendida, si la víctima lo percibe
como amenazante o abrumador.

Parkinson (2000) comparte con nosotros que las reacciones de estrés a largo plazo
son frecuentemente el resultado de percepciones y reacciones sensoriales impresas en el
cerebro y el cuerpo. Estas fueron causadas inicialmente por estrés agudo, pero han sido tan
abrumadoras en su percepción inicial o en reacciones relacionadas con el mismo, que se
repiten con el tiempo —y algunas veces se aceleran— debido a las influencias modulantes de
otros estímulos.

Es importante para los socorristas que ofrecen primeros auxilios psicológicos estar
conscientes de ello y ser capaces de explicar reacciones de estrés a largo plazo, para poder
compartir con los sobrevivientes lo que pueden experimentar como parte de su futuro
emocional. Tal educación no está pensada para crear un ambiente de expectativa o estado de
vulnerabilidad en los sobrevivientes, sino para tratar de prepararlos para entender tales
reacciones cuando suceden y para entender por qué ciertos conocimientos y habilidades
cognitivas y de comportamiento pueden mitigarlos.

Parkinson (2000) ha identificado una serie de reacciones de estrés a largo plazo, las
cuales discutiremos en esta sección.

Cambios de carácter postraumáticos


Este tipo de reacción se observa principalmente cuando un sobreviviente ha sufrido
una pérdida o lesión intensa. Con frecuencia los sobrevivientes no se sienten capaces, o no
tienen el deseo, de continuar una vida similar a la que tenían antes del desastre. Pueden
70

realizar cambios conscientes en el estilo de vida y puede ser paralelo a cambios observables
de personalidad o carácter.

De acuerdo al DSM-IV-TR (2000), los cambios negativos pueden incluir: volverse


sobrecontroladores y rígidos, experimentar una regresión permanente a rasgos o patrones de
vida centrales en etapas anteriores, mal manejo de la tensión o estrés, inhabilidad para
retener o iniciar relaciones y la evitación de nuevos retos.

Los cambios positivos pueden incluir: redefinición de las metas de la vida, mayor
flexibilidad en estrategias de enfrentamiento, mayor tolerancia a las diferencias personales
con otros, desarrollo de nuevas comprensiones en asuntos espirituales o religiosos y mayor
habilidad para comunicar respuestas emocionales y para expresar reacciones situacionales.

El tensor traumático
Un trauma puede ocurrir cuando un individuo ha experimentado, ha sido testigo o
ha enfrentado un evento traumático, incluyendo muerte real, amenaza, lesiones serias o
amenaza a la integridad física propia o de alguien más (Parkinson, 2000). Sin embargo, no
sólo estos eventos son traumáticos, el evento también puede producir en el individuo
reacciones intensas, que provocan miedo, impotencia u horror.

Este reconocimiento del significado de la percepción individual en la determinación


del efecto traumático del evento es importante para resaltar tanto el estado mental y físico
pre-evento del individuo como la naturaleza de sus percepciones. También es crítico para
entender el significado de las interpretaciones.

Síntomas de impacto traumático


Señala Bryce (2001) que la memoria del trauma es diferente a la memoria ordinaria.
Es fragmentada, le falta narrativa y está fijada a través de los trazos de la memoria en el
cerebro mediante la excitación del sistema nervioso simpático. La memoria del trauma
irrumpe en la vida diaria como un volcán. Puede aparecer como una repentina imagen o
sensación o puede invadir el sueño. La memoria del trauma parece engendrar sueños
traumáticos, que son diferentes de los sueños ordinarios o pesadillas, que pueden ser
71

repetitivos. Ocurren en momentos en los que es inusual tener sueños durante un largo
periodo.

Estos sueños se caracterizan por el hecho de que la persona se da cuenta de que está
relacionado con el evento de crisis o desastre, pero la imagen en el sueño es diferente. La
memoria del trauma también puede ser la fuente de una reexperimentación del evento, que
puede ser violento o dañino para el individuo o para otros. Los elementos de
reexperimentación del evento incluyen:
• Pensamientos intrusivos
• Pesadillas y sueños angustiantes
• Memoria recurrente
• Entumecimiento, evitación y aislamiento

Este grupo de síntomas se relaciona con la incapacidad de un individuo para expresar


emociones o conectarse con otros individuos. Usualmente se presenta en la experiencia de
disociación del individuo durante un evento de crisis o desastre. La “disociación” es una
manera como el cerebro responde cuando se enfrenta al trauma. Comparte las experiencias
emocionales e interfiere con el entendimiento cognitivo de lo que está pasando. La
disociación en sí rompe la conexión entre los individuos y la conexión con el propio interior.

Mientras más experiencias disociativas tiene un individuo en el momento del evento


de crisis o desastre, o en el curso de un trauma crónico, tiene más riesgo de desorden de
estrés postraumático o desorden de estrés postraumático complejo. Elementos críticos de
este grupo de síntomas incluyen: (1) evitar pensamientos o actividades que le recuerden el
evento, (2) evitar hábitos o actividades placenteras que el individuo realizaba antes del suceso
y (3) evitar la separación y el aislamiento.

Excitación del comportamiento


La hiperexcitación es sintomática de las impresiones fisiológicas y emocionales, de
los trazos de la memoria que hacen al cerebro hipersensible a la interpretación de ciertas
percepciones sensoriales como amenazantes, desatando y redesatando una reacción de
alarma. Los senderos neuronales pueden volverse tan sensibles, que las percepciones
72

ordinarias son ignoran casi completamente o se bloquean, y el cerebro se mantiene en alerta


para responder a cualquier estímulo vagamente evocativo del evento del trauma como un
signo de peligro. La repetición continua de reacciones de alarma solidifica aún más las
conexiones neuronales. Elementos críticos de este grupo de síntomas son:
• Inhabilidad para concentrarse.
• Insomnio o patrones interrumpidos de sueño.
• Momentos de enojo o irritabilidad.
• Reacciones de sorpresa o hipervigilancia.

Los síntomas descritos arriba pueden ocurrir en las fases iniciales de una reacción
traumática. Se vuelven sintomáticas de desorden, sólo si duran por un periodo extenso de
tiempo o surgen después de muchos meses, en un comienzo retardado. Es importante notar,
otra vez, que los síntomas mismos no son necesariamente ilustrativos de la necesidad de
intervención intensiva. Debe tomarse en cuenta la duración de los síntomas, la
experimentación simultánea de varios síntomas en cada grupo y el tiempo de la
manifestación de los mismos.

Otro evaluación crítica para medir la intensidad de las reacciones o los síntomas es
observar si interfieren con los patrones y actividades de la vida normal del individuo. Los
temas a examinarse incluyen el nivel de productividad del individuo en el trabajo o en la vida
escolar antes y después de la crisis o desastre; la salud de las relaciones familiares y sociales
antes y después del trauma; y la fortaleza de la fe o sistemas de creencias del individuo antes
y después de la crisis o desastre.

Shock o estrés inevitables


Algunos estudios (Bryce, 2001; Parkinson, 2000) indican que las víctimas que sufren
estrés postraumático experimentan un descenso en la sensibilidad al dolor y un desarrollo de
analgesia fásica inducida por el estrés. Esto es similar a las reacciones aprendidas de
impotencia en animales que viven en circunstancias de miedo condicionado.

Respuesta traumática aprendida


73

Esta teoría se enfoca en el papel de la amígdala como el “centro del trauma” del
cerebro, cuya activación evoca comportamientos de miedo similares a aquellos observados
en reacciones de alarma en PTSD.

Desorden de Estrés Agudo (ASD)


Incluir el Desorden de Estrés Agudo en el DSM IV-TR (2000) acentúa la naturaleza
de las reacciones traumáticas como una continuación de respuestas individuales. La
descripción es paralela a la descripción de reacciones de crisis que muchos brigadistas de
primeros auxilios psicológicos han observado en individuos y comunidades inmediatamente
después de una tragedia. Por naturaleza, es de corto plazo y la precipitación y los síntomas
son similares a aquellos descritos en PTSD, aunque pueden no manifestarse tantos síntomas.
Abajo se presenta un bosquejo de los síntomas según fueron observados en intervención en
crisis.

Desorden de Adaptación
Muchas personas confunden su angustia sobre una crisis de desarrollo con el trauma
causado por eventos repentinos al azar. El desorden de adaptación puede describirse como
una manera de distinguir tales angustias del entendimiento de amenazas inmediatas y reales.
El tensor es un cambio significativo en las circunstancias de la vida, algunas veces llamado
“crisis de desarrollo.” Los síntomas emocionales y de comportamiento en respuesta al tensor
identificable, ocurren dentro de los tres meses posteriores al comienzo de la influencia del
tensor.

Otras Reacciones de estrés a largo plazo


El estrés post traumático (Parkinson, 2000) y sus variantes exigen a los brigadistas de
primeros auxilios psicológicos bastante discernimiento para catalogar las reacciones de los
sobrevivientes y las secuelas inmediatas de un trauma y un gran esfuerzo a largo plazo para
ayudar a la reconstrucción. Sin embargo, la investigación sugiere que en la mayoría de casos
de estrés post traumático, también están presentes otros tipos de reacciones de estrés a largo
plazo. Hay altos índices de depresión, ansiedad, fobias y problemas de abuso de sustancias,
que coexisten o que se trasponen con los síntomas del estrés post traumático.
74

Las siguientes descripciones de varias de estas posibles condiciones se resumen como


una referencia para respondedores en el intento de ayudarlos a hacer referencias y a trabajar
con sobrevivientes. Estas descripciones son extraídas, en parte, de las catalogadas en el
DSM-IV-TR (2000), pero son menos extensas y técnicas.

Depresión
La depresión (DSM-IV-TR, 2000) debe ser distinguida de la decepción, tristeza o
congoja. La depresión puede ser precipitada por un evento particular, pero también puede
tener una base neurofisiológica. Algunas personas tienen personalidades depresivas, que los
llevan a sentirse deprimidos por el resto de sus vidas. El DSM IV sugiere que la depresión
leve tiene que estar presente por dos años, para poder considerar un diagnóstico de
“personalidad depresiva.” Otros pueden sufrir de depresión como un síntoma de otro
desorden como la depresión que puede acompañar la vida incierta de personalidades o la
depresión experimentada en maniaco-depresivos o personas con desorden bipolar.

Las personas que han sufrido una crisis o desastre frecuentemente experimentan
sentimientos de desesperanza e impotencia. Estos sentimientos pueden estar acompañados
por melancolía persistente, intranquilidad perturbadora y poca energía. Mientras que la
persona no depresiva puede sufrir periódicamente de estos sentimientos en periodos de
profundo pesar, las persona que manifiesta una depresión mayor permanece en este estado
por dos semanas o más y los indicadores del funcionamiento diario se tornan más negativos.

La mayoría de personas deprimidas presentan al menos uno o dos síntomas mayores:


bajo humor y baja energía. Otros síntomas incluyen: (1) pesimismo o pérdida de conexión
espiritual; (2) letargo o fatiga; (3) pérdida de interés o apatía hacia intereses o placeres
previos; (4) inhabilidad para concentrarse, postergación de actividades o pérdida de enfoque;
(5) conexiones sociales disminuidas; (6) disminución en el interés sexual; (7) interrupciones
en el sueño o disfunción en los patrones de sueño; (8) baja autoestima, auto-rechazo o
autoculpabilización; (9) pensamientos de muerte compulsivos, intrusivos y recurrentes; y (10)
contemplación del suicidio.
75

La depresión puede crear un círculo vicioso psicológico y fisiológico. A medida que


los humores individuales se deterioran, también lo hacen sus motivaciones para una
autorreclamación positiva. A medida que sus niveles de energía se hunden, usualmente sus
patrones funcionales de sueño, alimentación y ejercicio se rompen, exacerbando su
disminución en energía.

Las personas deprimidas usualmente se automedican con alcohol o intoxicantes para


combatir sentimientos de depresión, pero los efectos físicos de éstos pueden incrementar
esos sentimientos después de un máximo inicial. Adicionalmente, el fenómeno de
“excitación” parece afectar la estructura y la química del cerebro de modo tal, que después de
cada episodio de depresión, se convierte en un umbral más bajo para cualquier nuevo evento
de depresión.

Fobias simples o específicas


Las fobias simples pueden resultar de dos causas: (1) Un evento único aterrador
causado por una cosa o persona y que los individuos fóbicos generalizan en un miedo a
todas esas cosas o personas, o generalizan en un miedo a cualquier condición similar. (2)
Ataques o amenazas repetidas bajo circunstancias variadas, que son identificadas con un
precipitante.

Pueden desarrollarse fobias simples a través de exposición repetida a miedos de otros


o a través de repetida exposición a información sobre los peligros de ciertas experiencias.
Esto puede ser particularmente cierto con fobias de adultos que son transmitidas a niños,
quienes las acarrean hasta ser adultos.

Las fobias simples necesitan ser tratadas, sólo si las fobias interfieren con la rutina
normal de la persona o con las actividades sociales usuales o la relación con otros, o si hay
una angustia marcada por tener estos miedos.

Ataques de Pánico
Pueden ocurrir después de una crisis o desastre. Mientras que los ataques de pánico
pueden ser parte de síndromes generalizados de ansiedad (DSM-IV-TR, 2000) o fobias
76

específicas, pueden existir independientemente. Son usualmente repentinos, inesperados y


sin causa aparente, a pesar de que tienden a ser recurrentes. Pueden ser desatados por la
reexperimentación del evento en desórdenes de estrés postraumático. Usualmente los
individuos no pueden identificar una razón específica para el ataque.

Los ataques de pánico generalmente duran por unos minutos, pero dejan a los
individuos estremecidos y abrumados. Los ataques de pánico son abrumadoramente
aterradores y perturbadores para la mayoría de personas y se vuelven problemáticos cuando
los individuos: (1) viven preocupados por tenerlos, al extremo de que alteran sus
comportamientos; o (2) comienzan a preocuparse por las consecuencias de tales ataques,
incluyendo la posibilidad de morir durante un ataque debido a fallo del corazón o pérdida de
aliento, o la posibilidad de hacerle daño a otros.

Síndromes de ansiedad
Las respuestas de ansiedad severas pueden ser una condición biológica, que ocurre
en algunos individuos, y que se desarrollada con el tiempo con un incremento en la severidad
de los síntomas, incluyendo ataques de pánico, fobias, y depresión (DSM-IV-TR, 2000, pp.
209-222).

Las respuestas de ansiedad severas también pueden ser ocasionadas por la exposición
a trauma severo y usualmente acompañan a otras reacciones de estrés a largo plazo. La
precipitación de respuestas de ansiedad ,después de la exposición a una crisis o desastre
severo, generalmente ocurren en anticipación o en la presencia de señales o desatadores
sociales o ambientales. Sin embargo, puede interrumpirse el sueño por una respuesta de
ansiedad generalizada después de la crisis o el desastre.

Reacciones de crisis a largo plazo


No todos los sobrevivientes sufren de desórdenes de estrés a largo plazo, pero
muchas víctimas pueden continuar reexperimentando reacciones de crisis por un periodo
largo de tiempo. Tales reacciones normalmente son en respuesta a “eventos desatantes” o
señales ambientales o internas que recuerdan el trauma a la víctima. Los estímulos que
desatan las reacciones de crisis varían con las diferentes víctimas. Sin embargo, pueden
77

incluir: (1) sentir (viendo, oyendo, tocando, oliendo, saboreando) algo similar a lo que la
víctima experimentó durante el evento; (2) noticias del evento o de eventos similares; o (3) el
aniversarios del evento.

Las reacciones de estrés o crisis a largo plazo pueden ser exacerbadas o mitigadas por
las acciones de otros. Cuando tales reacciones son exacerbadas, las acciones de otros son
llamadas “asaltos secundarios” y los sentimientos son frecuentemente descritos como una
“segunda lesión.” Las fuentes del segundo asalto pueden incluir: los medios, la familia, los
amigos o conocidos, el clero, profesionales en salud y salud mental y las escuelas o
educadores.

La intensidad de las reacciones de estrés a largo plazo generalmente decrece con el


tiempo, como lo hace la frecuencia de la re-experimentación de la crisis. Sin embargo, los
efectos de un trauma catastrófico no pueden ser “curados.” Incluso los sobrevivientes del
trauma, que reconstruyen nuevas vidas y quienes han alcanzado un grado de normalidad y
felicidad en sus vidas, encontrarán que nuevos eventos de la vida desatarán las memorias y
reacciones traumáticas.

Se necesita realizar mucha investigación para identificar los factores complejos


ambientales, psicológicos, sociales y situacionales que puedan hacer a un individuo o a la
comunidad susceptibles a reacciones de estrés a largo plazo. Algunos temas comunes
parecen ser relevantes en la identificación de personas que puedan ser particularmente
vulnerables a la crisis o desastre y a las reacciones de estrés a largo plazo.

El apoyo social ha sido reconocido desde hace tiempo como un antídoto clave para
el estrés y un incubador de resiliencia. Este apoyo es inicialmente llenado por miembros de la
familia y eventualmente provisto por amigos, miembros de la comunidad y colegas. El apoyo
social ayuda a llenar la necesidad de amor y pertenencia y a reafirmar un sentido de conexión
con el mundo.

Las personas tímidas o introvertidas usualmente se retraen del mundo debido a sus
miedos sociales o incomodidad al estar con otros. Les falta la habilidad para llegar a otros en
78

la secuela del desastre y también pueden sentir más estrés cuando los eventos los fuerzan a
interactuar en sociedad.

Seligman (1991) ha contrastado comportamientos de impotencia aprendida, que


surgen cuando las personas renuncian a tratar de ejercer control sobre su ambiente, y los
comportamientos de optimismo aprendido, que ayuda a las personas resilientes a responder
más efectivamente a la adversidad. Los factores clave en el optimismo o pesimismo son
personalización, permanencia y capacidad de penetración.

Los individuos son optimistas cuando ven la adversidad como impersonal, temporal
y limitada en su efecto general sobre la vida. También tienden a ver el éxito como el
resultado de la acción personal, permanente y penetrante en efecto. Los individuos que son
pesimistas miran la adversidad como resultado de sus acciones personales, permanente y
penetrante en su efecto. Así mismo, miran el éxito como causado por otros, temporal y
limitado en efecto.

Cousins (1989) también ha enfatizado el papel de la actitud en la estrategia de


sobrevivencia a una tragedia. Define la resiliencia en términos de resistencia e identifica
cuatro ingredientes clave para contribuir a la resistencia: expectativas positivas, relajación,
emociones positivas y acción o actividad.

Habilidad para entender percepciones, organizar y definir pensamientos


La habilidad de manejar el impacto del trauma es afectada por la habilidad de
entender percepciones, organizar y definir pensamientos y conceptuar lo que ha pasado.

La creatividad, la capacidad de planificar y de establecer metas, la facilidad con el


lenguaje, la lógica de la resiliencia emocional y el entendimiento intuitivo o enfático reflejan
las capacidades para la asociación, transformación e integración de experiencias en
comportamientos adaptativos. Estas capacidades pueden ser innatas o aprendidas.

La inteligencia, la amplia educación y la honda exposición al mundo pueden


incrementar tales capacidades y mejorar el procesamiento cognitivo. Los individuos que son
79

menos capaces de pensar bien un evento y encontrarle sentido, tienen más probabilidad de
permanecer traumatizados a largo plazo. Pueden ser incapaces de construir una historia
coherente del evento, resolver problemas derivados de él o desarrollar nuevos valores o
significados en la vida.

La influencia de la salud física


La salud física tiene un gran efecto en la habilidad para soportar el estrés y la crisis o
desastre. Una persona saludable tiene un sistema inmune en buen funcionamiento, vigilancia
cortical y límbico y una estrategia coordinada de mantenimiento a través de sueño adecuado
y ejercicio físico.

Aquellos que enfrentan un desastre con salud física disminuida tienen más
probabilidades de sucumbir a la enfermedad y fatiga físicas. Uno de los problemas es que la
crisis o desastre frecuentemente se experimenta en situaciones que disminuyen aún más la
salud. Puede ser difícil encontrar una buena nutrición, el sueño puede estar continuamente
interrumpido y la actividad física puede estar disminuida. Puede darse una espiral decreciente
hacia la enfermedad debido al desgaste de la capacidad del cuerpo en mantener su equilibrio.

El efecto de la fe
La necesidad de un sentido de conexión espiritual o creencia en un sistema cósmico
integrado parece relacionarse con la necesidad de entender la manera en que un evento
traumático específico encaja en el plan de vida del sobreviviente. Le da profundidad y
riqueza en la búsqueda de la integración de la crisis o el desastre.

Claramente, hay muchas variables que determinan la forma en que las personas
enfrentan un golpe repentino: la fase de desarrollo en la que se encuentran cuando ocurre la
crisis o desastre, la fortaleza del sistema de apoyo de la familia, su estilo general de
enfrentamiento, su autoestima, si han estado traumatizados antes en su vida o no y la manera
como manejan esa experiencia.

Otro factor usualmente olvidado parece ser la fe: aquellos que tienen una creencia
fuerte en algo más allá de ellos —Dios, una benevolencia o sabiduría universal, u otro gran
80

poder— tienen más probabilidades de ver una interrupción en sus vidas como parte de un
plan más grande, que es, de alguna manera misteriosa, para su bien. Con esta fe, están más
capacitados para hacer las paces con la catástrofe repentina.

Conclusión
Las personas que soportan eventos traumáticos frecuentemente tienen reacciones de
estrés a largo plazo. Por lo general, estas experiencias están integradas dentro de las vidas de
los individuos y las comunidades de tal manera que las reacciones son entendidas, procesadas
y llenadas de significado. Las capacidades adaptativas de los individuos y las comunidades
pueden ser suficientemente fuertes como para sobrevivir a una crisis o desastre y el estrés
que produce. Incluso entonces, puede haber reacciones de crisis a largo plazo cuando
suceden otros eventos o cambios en el desarrollo del evento. Los síntomas de cambios
mentales, emocionales y físicos ayudan a rastrear respuestas individuales y a proveer
referencias para intervenciones de salud mental, si fuera necesario.
81

Capítulo IX

Muerte, Intervención en crisis y notificación de muerte

En los últimos cien años, la muerte ha sido un tema de conversación prohibido en


cualquier círculo social. Sin embargo, las últimas generaciones han visto un incremento
alarmante en la cantidad de violencia y muertes simuladas en la televisión. Incluso han
observado un aumento en las muertes debido a la violencia en los hogares y en las calles.
Aun así, hay una renuencia continua de abordar el tema de manera individualizada o
personalizada.

Lejos de alentar las discusiones de amplio criterio sobre muerte por enfermedad o
por causas naturales, como ocurre en todas partes del mundo, en muchas sociedades y
culturas tradicionales, las personas buscan negar que la muerte ocurre; protegen a sus hijos
de presenciar la muerte y esterilizan o satanizan la muerte ocultando lo que está pasando en
hospitales o casas de ancianos.

Sin embargo, el 10 por ciento de la población en Centro América experimenta la


muerte de un miembro de la familia cada año. Cinco por ciento de los niños pierden a un
padre antes de los 12 años de edad. En Centro América, cerca de 50,000 fallecimientos
ocurren cada año debido a homicidio y accidentes. La complejidad de nuestras reacciones a
estos sucesos tienen muchas ramificaciones.

Señalan James y Friedman (1998), que el fallecimiento de un ser querido crea


preocupaciones sobre nuestra propia muerte: ¿Cuándo voy a morir? La ansiedad es una
consecuencia tan lógica y es, de hecho, más común que la depresión.

Los socorristas que ofrecen primeros auxilios psicológicos necesitan explorar sus
propias preocupaciones sobre la muerte. No deben imponer sus creencias a aquellos que
están acongojados y, por lo tanto, pueden necesitar clarificar sus propias reacciones hacia la
muerte en general, para que puedan ser más capaces de apoyar a víctimas y sobrevivientes,
en lugar de estar sumergidos en sus asuntos personales.
82

Reconocimiento de la muerte
Matsakis (1999) propone algunas premisas que ayudan a adultos y niños a reconocer
la realidad de la muerte: (1) cuando la muerte ocurre, el corazón para de funcionar, el cuerpo
queda inerte; (2) es el momento cuando alguien se va de tu vida para siempre.

Sin embargo, algunas personas creen en la vida después de la muerte y otras no.
Otras creen que el alma del fallecido se va al cielo o al infierno. Algunas creen en un mundo
de espíritus. Y otras más piensan que la muerte es el fin de todo.

Miedos y ansiedades a la Muerte


Los siguientes miedos (James and Friedman, 1998; Matsakis, 1999) sobre la muerte
están posicionados en orden de la menor prioridad a la más alta prioridad en su contenido
emocional. Hay muchos miedos más, pero estos simplemente recalcan algunos que son útiles
para que los socorristas los mencionen, si los sobrevivientes están luchando por entender el
impacto de la muerte en sus vidas. Una vez más, es útil recordarles a los sobrevivientes que
sus reacciones pueden involucrar una reacción compleja tanto por la muerte de sus seres
queridos como por su propia muerte futura.

Miedos prácticos
Existen miedos por lo que le pueda pasar a alguien que ha muerto. “¿Qué han
experimentado y que experimentarán?”, es una pregunta que se harán los seres queridos que
han sobrevivido.

También una persona que está agonizando puede preocuparse por lo que pasará con
sus seres queridos que quedan vivos —si tendrán o no recursos financieros, físicos y
emocionales para enfrentar la ausencia de la persona que está falleciendo—. Incluso, los
sobrevivientes usualmente experimentan sentimientos encontrados en sus reacciones:
tristeza por la muerte de los seres queridos y a la vez miedo de su propio futuro.

Se sentirá miedo a los cambios de papeles, cercanamente relacionado con el miedo a


cambios prácticos en la vida de un ser querido debido a la pérdida de otro. Una esposa se
83

convierte en viuda. Alguien se convierte en el padre de un hijo asesinado. Un hijo se siente


obligado a tomar el papel de un hermano más grande que murió. Todos estos cambios
forzados son traumáticos y resultan en estrés emocional.

El miedo a perder a familiares o amigos es un miedo cercanamente relacionado. Esta


pérdida es acompañada por el hecho de extrañar profundamente a alguien. La pregunta,
“¿cuándo te veré otra vez?”, evoca su mordacidad, cuando de forma más dolorosa aún es
autorrespondida, “nunca más en esta vida”.

Miedos colaterales
Si un ser querido ha muerto debido a un desastre, los sobrevivientes pueden
continuar con miedo de que el desastre vuelva a ocurrir y los mate también a ellos o a otros
miembros de la familia. Este miedo es frecuentemente percibido como “tonto“ por los
socorristas o por la familia y amigos, pero es muy real en la mente y en los sueños de los
sobrevivientes.

Miedo en el proceso de morir


Hay quienes han pasado por una “experiencia cercana a la muerte” y nos cuentan
que cuando sienten que ya están muertos, han experimentado un sentimiento de paz y
resolución. Hay otros que dicen sentirse desesperados y sienten una fuerte necesidad de
regresar a la vida. Pero nadie conoce realmente el proceso, cuando se está a punto de morir.

Contagio de la muerte
Las personas que sobreviven a la muerte de un ser querido, pueden sentir que van a
esparcir la muerte. Las mujeres que sufren la pérdida de un hijo pueden sentir miedo de que
sus otros hijos no vivan hasta ser adultos. Los sobrevivientes de aquellos que han fallecido
debido a una enfermedad fatal, usualmente tienen miedo de haberse contagiado de tales
males. Otros en la sociedad parecen estar de acuerdo con estos miedos. Se resisten a hablar
de la muerte, el “contagio” según ellos, para sentirse menos vulnerables a la enfermedad
mortal.

El estigma de morir
84

No importa la forma en que ocurre la muerte, los familiares de los que fallecen,
generalmente son abandonados por sus amigos o familiares, cuando éstos más los necesitan.

No es extraño que los sobrevivientes sientan también deseos de morir para mantener
la conexión con las personas que fallecieron. Y, de hecho, algunos sobrevivientes ansían la
muerte o encuentran un sendero hacia ésta a través de comportamientos suicidas.

El miedo de lo que les pasará a los seres queridos después de la muerte, o qué
sucederá en el proceso mismo y los miedos prácticos, todos están relacionados con lo
desconocido.

Para muchos, el miedo a lo desconocido comienza con el miedo al enfrentamiento


con Dios o a la reconciliación con Dios. Y esto es muy frecuente. ¿Demanda Dios una
contabilidad de nuestras vidas? ¿Es él el árbitro final en nuestras vidas? ¿Nos enfrentaremos
al Infierno y a ser damnificados? ¿Qué se necesita para llegar al Cielo?

Pero Dios no es la única preocupación al morir. También hay un miedo, para


muchos, de ver o formar parte del mundo de los espíritus. Aquellos que sobreviven a la
muerte de un ser querido también pueden temer ser atraídos hacia este otro mundo.

La mayoría de personas quieren creer que su vida fue significativa en alguna medida.
Esa medida puede ser en términos de los niños que han criado; la reputación que han hecho;
el legado que han dejado; pero, en general, hay una necesidad de reconocer que han sido
significativos. La muerte termina todo el potencial de asegurar que la vida de uno es
significativa.

Miedo a olvidar o ser olvidado


Finalmente, está el miedo de que los seres queridos se olviden del familiar muerto o
que se olviden de hijos o familiares que dependían del fallecido. Este miedo está basado en la
verdad. Es verdad que la mayoría de personas tratan de ignorar las necesidades de los
sobrevivientes cercanos. Sin embargo, la mayoría de nosotros seremos olvidados dentro de
pocos años y, con el tiempo, nos olvidaremos unos de otros (James and Friedman, 1998).
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Enojo por la Muerte de un ser querido


Muchas personas reaccionan frente a la muerte de un ser querido con enojo. El
enojo tiene varias funciones en el pesar, igual que lo tiene cuando los individuos reaccionan a
un trauma. El enojo es usualmente llevado por el miedo, pero puede ser independiente. Las
personas pueden sentirse enojadas cuando sus seres queridos han muerto y descargan ese
enojo contra los familiares que aún viven.

El enojo puede ser dirigido contra las personas que tratan de ayudar a los
sobrevivientes. O puede exacerbarse por frustraciones hacia personas, agencias u
organizaciones, que son percibidas como responsables de las condiciones bajo las cuales
viven los sobrevivientes. El enojo es útil porque ayuda a disminuir el miedo e inhibe otro
estrés.

El enojo puede conquistar el dolor, movilizar la frustración y abastecer las fantasías


de renovación, de venganza, compensación y de perdón. El enojo puede ayudar a los
sobrevivientes a continuar viviendo lo suficiente como para encontrar razones para
sobrevivir al trauma que les ha afectado (Matsakis, 1999).

Sentimiento de culpa
Muchos se sienten culpables después de la muerte de alguien que conocían o
amaban. En algunos momentos, la culpa se siente porque es una manera de seguir conectado
con el ser querido. Algunas personas sienten culpa generalizada después de la muerte de
otros.

El sentimiento de culpa puede originarse por varias causas. En algunos casos, los
individuos que han hecho planes para la muerte de un ser querido que está enfermo, y su
pérdida consecuente, se sienten mal por haber hecho tales planes. Un cónyuge puede sentirse
culpable por haber insistido a su pareja que firmara un testamento o que tomara un seguro
de vida.
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Algunas veces los sobrevivientes han pensado en el impacto que tendría en ellos la
posible muerte de un ser querido y experimentan un sentimiento de culpa cuando el
fallecimiento ocurre. Los sobrevivientes también pueden sentirse culpables cuando su estilo
de vida mejora debido a una herencia o compensación monetaria por la pérdida de un
familiar.

Los sobrevivientes pueden sentirse también culpables porque sus vidas se vuelven
menos complicadas como resultado de la muerte de un ser querido. La mayoría de personas
no tienen pensamientos positivos consistentes hacia la persona a quien aman; la mayoría, en
algún punto, tiene lapsos hacia la frustración, el enojo o el odio momentáneos y, después de
reflexionar, esos lapsos frecuentemente causan autoculpabilización. A veces los
sobrevivientes sienten que sus pensamientos negativos inducen la muerte de un ser querido.

Los sobrevivientes pueden sentirse angustiados por el hecho de que actuaron de


cierta manera hacia un ser querido y ahora, después de su muerte, nunca podrán decirle que
lo sienten o pedirle perdón.

Los sentimientos de culpa usualmente confunden a los sobrevivientes. Por eso, los
voluntarios que proveen apoyo psicosocial deberán tratar de ayudar a clarificar las fuentes de
culpa y proveer a los dolientes opciones para trazarse nuevas perspectivas. Mucho de lo que
los proveedores de apoyo psicosocial pueden hacer, en cuanto a los sentimientos de culpa, es
escuchar a los acongojados. Las desavenencias con un ser querido antes de su fallecimiento
no pueden causar su muerte. Aunque alguien quizá pudo haber pensado, por momentos, que
deseaba que una persona estuviese muerta, ese deseo no es una acción.

Vergüenza después de la muerte de un ser querido


La vergüenza alrededor del modo como murió un ser querido, podría ser una
vergüenza indirecta para los familiares. El sobreviviente toma la vergüenza que el ser querido
debió haber sentido. ¿Estuvieron fuera de control frente a otras personas? ¿Fueron
humillados en la muerte? Tales pensamientos y otros pueden llenar la mente de los
sobrevivientes.
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Algunos sobrevivientes también pueden sentirse avergonzados porque sintieron


cierto alivio con la muerte de un ser querido. Algunas veces el alivio viene del hecho de que
el ser querido estaba experimentando dolor o sufrimiento. Pero otras veces, la vergüenza es
porque el sobreviviente puede sentirse menos sobrecargado como resultado del fallecimiento
de la persona.

Algunas veces los sobrevivientes se quedan en circunstancias desoladoras financiera,


física y prácticamente como resultado de la muerte de un ser querido. Esto puede ocasionar
reacciones de vergüenza sobre nuevos papeles, nuevas situaciones y nuevos retos.

Tristeza de las víctimas y los sobrevivientes


La precipitación de la tristeza ocurre con el reconocimiento de la pérdida y la
ausencia de alguien. El reconocimiento de pérdida puede ser inmediato, ir en incremento u
ocurrir años después. La tristeza de los seres queridos por el fallecimiento del ser amado
puede durar meses o años, es algo impredecible. La pérdida máxima es la muerte de un ser
querido. Para los sobrevivientes, la tristeza por esta pérdida puede incluso durar hasta el fin
de sus vidas.

Pérdida de miembros
Montgomery y Morris (2000) indican que las lesiones físicas catastróficas no siempre
se manifiestan a través de la pérdida de miembros; sin embargo, el significado de la pérdida
de una pierna o de un brazo no puede pasarse por alto. La identidad física del individuo
cambia con la mutilación o amputación de una parte de su cuerpo. Tal vez por esto es que
las personas que están paralizadas cuidan de las partes insensibles de su cuerpo. Tienen una
conexión visceral con su cuerpo sano anterior.

Pérdida de habilidades
La pérdida de la movilidad, visión, oído y talentos previos, usualmente es
consecuencia de lesiones graves. Pero también puede ser el resultado de un trauma
catastrófico. Algunas personas pueden perder sus habilidades físicas, porque han sido
dañadas fisiológicamente. Otros pueden perder aquellas habilidades, porque han sido
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dañados psicológicamente. En cualquier caso, hay pesadumbre por la pérdida de la capacidad


de desarrollarse de cierta manera.

Pérdida de la memoria
Algunas veces la memoria se pierde por los esfuerzos que el cerebro cognitivo hace
para protegerse contra algún hecho traumático. Otras veces se pierde porque el cerebro ha
sido dañado por una lesión o enfermedad. En cualquier caso, es atemorizante para los
sobrevivientes saber que no recuerdan o que no recordarán su conocimiento anterior, su
vida o incluso su razón de vida.

Pérdida de la percepción sensorial


Las víctimas pueden perder capacidades de percepción sensorial, tales como la
habilidad de oler o de saborear. Luego de algunos eventos traumáticos, puede haber una
pérdida total de los sentidos, que puede ser discreta y puede asociarse con el evento en sí.

Pérdida de la belleza o imagen


Los sobrevivientes de una catástrofe, que han quedado con cicatrices o mutilaciones
en su caras o cuerpo, se sienten como si hubieran perdido la habilidad de conectarse con
otros. De hecho, las demás personas pueden desviar sus ojos al verlos o buscar evadir
contacto con ellos, porque son feos.

Pérdidas Materiales
La pérdida de dinero o propiedad puede dejar un vacío por días o semanas. Es difícil
imaginar la desesperación de una persona que no puede comprar comida para sus hijos. El
dinero y la propiedad pueden representar independencia y oportunidades. La humillación de
la pobreza incrementa la tristeza de la pérdida. Las pérdidas financieras más serias pueden
significar que una persona que se sentía segura de su futura jubilación, haya sido despojada
de su dinero.

Las inundaciones, los terremotos y otros desastres naturales destruyen no sólo


hogares, sino también la felicidad de las personas. Ellas pueden enfrentar pérdida del trabajo,
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de los ingresos, de la propiedad y quedarse endeudados en miles de dólares debido a gastos


médicos y costos de la rehabilitación.

La pérdida de fotografías de un ser querido, un anillo de bodas o algún otro articulo


de recuerdo puede ser fuente de tristeza inconsolable. Lo mismo en el caso de la pérdida de
mascotas, que puede causar un pesar profundo, como la muerte de un ser querido en la
familia.

Cuando las personas tienen que trasladarse de donde están sus amigos y sólo
tendrán, cuando menos, contacto de larga distancia, frecuentemente hay tristeza.

Algunos estudios sugieren que el hogar se identifica profundamente con el sentido de


ser del individuo. La destrucción del hogar puede destruir simbólicamente al individuo y a su
familia.

Pérdidas intangibles
Usualmente después de experimentar una tragedia mayor se pierde la habilidad para
confiar en otras personas. A veces las personas pierden su fe en Dios, ya sea temporal o
permanentemente. En muchas oportunidades hasta han llegado a culpar a Dios por los
traumas que han pasado en sus vidas.

Las crisis pueden causar que algunas personas pierdan su sentido de identidad. El
desastre y los cambios crean una fisura profunda en el presente. Lo sucedido en el pasado
será recordado siempre a través de una visión matizada por el desastre. Se pierde la conexión
entre el pasado y el futuro y, por tanto, también desaparece el sentido del futuro. Muchos
experimentan que son ajenos al paso del tiempo y que éste se prolonga indefinidamente.
Cuando despiertan, se descubren viejos y en proceso de envejeciendo y se dan cuenta de que
no hay manera de recobrar ese pasado, sienten que los mejores años de su vida se les han
escapado.
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Al estar frente a valores conflictivos y pérdidas, algunas personas pierden su deseo de


vivir. En la mayoría de casos, esto no significa que activamente busquen morir, pero tal vez
no deseen sobrevivir cuando se enfrenten a la muerte en el futuro.

Las personas pueden perder la habilidad de responder emocionalmente después de


una tragedia. Pueden hasta poner en peligro sus relaciones familiares y sociales. En otros
casos, la tragedia puede empujar a las personas a la desesperanza. Todas las pérdidas
intangibles se acumulan y se vuelven abrumadoras, y las víctimas pierden la esperanza en
todo sentido.

Afrontando la Tristeza
Alguna literatura sobre la muerte (James y Friedman, 1998; Matsakis, 1999;
Montgomery y Morris, 2000) describe la respuesta a la tristeza en términos de un patrón.
Pero realmente hay varias respuestas frente a la muerte, la tristeza y la pérdida. También hay
respuestas únicas para lidiar con la tristeza.

Muchos hacen una distinción entre tristeza, que ocurre cuando la percepción de
pérdida es entendida, y el pesar, que involucra trabajar activamente para reconstruir la vida
después de la pérdida. Identificar pérdidas es importante para entender el motivo de la
tristeza. Hay muchas respuestas diferentes frente a la pérdida ocasionada por el desastre y
frente a aquellas debidas a causas anticipadas. La tristeza puede ser similar, pero las
respuestas a la pérdida reflejan diferentes tipos de sufrimiento. A continuación se expresan
algunas de esas diferencias.

Se espera que después de la muerte o la pérdida se presente la tristeza y esto no es


patológico. Generalmente, se supera tras un periodo de tiempo. No se debe tratar de acelerar
o impedir el proceso de los individuos en sus esfuerzos por recobrar el funcionamiento y el
control sobre sus vidas.

La tristeza va acompañada de la necesidad de cumplir tres metas. Una es liberarse de


la relación terminada con la persona u objeto que se ha perdido. La segunda es realizar y
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ajustarse al mundo sin la persona o el objeto que falta. Finalmente, hay un esfuerzo por
establecer nuevas relaciones con otros (sin reemplazarlas).

Matsakis (1999) sugiere que para afrontar la tristeza, debemos tratar de seguir los
siguientes pasos: (1) reconocer la pérdida, (2) tratar de entender el significado de la relación
con los demás, (3) abandonar ataduras con el mundo antes de la pérdida, incluyendo
asunciones que ya no valen, (4) reajustarse a un mundo nuevo sin olvidar el viejo, y (5)
reinvertir en el mundo a su alrededor.

Tristeza anticipada
En este libro, la tristeza natural anticipada se entiende como la tristeza debida a la
muerte esperada de un ser querido anciano. Si bien la tristeza natural anticipada permite
experimentar la muerte con menos shock que la muerte repentina arbitraria, hay factores
que pueden hacer traumática la muerte de un ser querido. Dos de estos factores son: una
relación especialmente cercana o un sobreviviente que se queda sin un sistema de apoyo
social.

Muchas veces la tristeza natural anticipada se desarrolla como respuesta a mini


derrames cerebrales, demencia, Alzheimer o fragilidad incrementada. Las reacciones adoptan
el siguiente patrón: (1) el shock inicial sucede como reacción frente a los cambios que se
presentan en el ser querido durante la vida, (2) los ataques esporádicos de tristeza ocurren a
medida que la familia y los amigos reconocen que su ser querido morirá en un futuro
cercano, y (3) la familia y los amigos comienzan a prepararse para el momento de la pérdida
final y a planificar los cambios en los roles. En la muerte repentina, la separación está llena
de tristeza/extrañamiento/soledad. Sin embargo, en la muerte natural anticipada, esta fase es
usualmente corta.

Después del fallecimiento de un ser querido, los sobrevivientes implementan el plan


para el cambio. Hay una aceptación gradual del hecho inmutable de que la muerte es una
consecuencia natural de la vida.
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Ahora bien, tristeza no natural anticipada se refiere al proceso de tristeza de cara a la


muerte que se sigue después de una enfermedad terminal, cuando la persona que muere está
todavía joven, de edad media o joven-vieja.

Después del proceso de tristeza aguda, continuará habiendo espasmos de tristeza,


pues una pérdida es para siempre. Para la mayoría de personas, la tristeza eventualmente
disminuye y puede construirse una nueva vida. Sin embargo, la mayoría también sufrirá
espasmos de tristeza durante el resto de sus vidas. Algunas de las consecuencias de la tristeza
son: (1) negación: caracterizada por un síndrome inesperado de pérdida, pero que ocurre
durante la vida de la persona que muere y precipitada por el anuncio de la enfermedad
terminal. (2) protesta/enojo: esta fase es frecuentemente manifestada por sobrevivientes que
pelean con Dios, con doctores o con cualquiera que pueda retrasar el fallecimiento de la
persona que está condenada a morir, (3) la desesperación seguirá a la protesta y el enojo
antes de la muerte, porque la desesperación es el corolario de la desesperanza.

Si el ser querido y la persona que muere pasan por este periodo por separado, sin
comunicarse sus sentimientos respectivos, esto inhibirá a los sobrevivientes a ser capaces de
enfrentar la muerte. Después de preparaciones por separado habrá shock, enojo, tristeza y
separación adicional.

La comunicación y planificación mutua ayudará al sobreviviente a responder a la


muerte cuando se da por separado, con la implementación de un plan de sobrevivencia, de
aceptación, de soledad y enfoque en la remembranza.

Reconstrucción
La reconstrucción después de la pérdida de un ser querido es extremadamente difícil.
Cuando uno ha tenido que pasar por un periodo anticipatorio en el que los seres queridos y
otros han reconocido la muerte inminente, puede haber una tristeza especial. El periodo
anticipatorio pudo no haber sido percibido como real. La persona pudo haber sido percibida,
correctamente, como irreemplazable.
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Pudo haberse ganado más intimidad que nunca durante el proceso anticipatorio. Lo
que experimentan quienes tienen la oportunidad de decir adiós a otros es la ternura potencial
del adiós. La comunicación durante este periodo anticipatorio es la clave para reconstruir la
vida de los sobrevivientes. La falta de comunicación es la oportunidad para que se desarrolle
una profunda tristeza en las personas con relaciones alejadas.

La reconstrucción de una nueva vida sólo puede llevarse a cabo después de una
integración del evento traumático con la tristeza incipiente, así como con el reconocimiento
de que las cosas ya nunca serán iguales y de que su vida continúa a pesar de su dolor.

Algunas personas han dicho que la muerte que es esperada o natural, se vive con un
periodo de congoja relativamente corto. A diferencia de cuando no es esperada o es el
resultado de un desastre repentino. No hay manera de predecir el tiempo del proceso de
pesar para ninguno que ha vivido la muerte de un ser querido cercano. Puede ser que cuando
los familiares han tenido la oportunidad de prepararse para la muerte venidera de los seres
queridos, parte del pesar se lleve a cabo mientras el familiar todavía vive. En tales casos, el
proceso de tristeza aguda en la secuela de una muerte puede durar no más de dos años.

En la muerte trágica repentina, particularmente cuando se ve complicada con el


trauma adicional de un choque de transporte o un ataque terrorista, el proceso de tristeza
aguda puede durar entre cinco o siete años. Algo importante de lo que tienen que darse
cuenta los voluntarios que ofrecen primeros auxilios psicológicos es que mientras el
sobreviviente se comienza a enfocar en el presente y el futuro, después de asumir el pasado,
es posible el movimiento hacia una nueva vida.

Un fenómeno que un sinnúmero de personas ha notado en la depresión profunda es


el sentido de estar acompañado de un segundo ser. Se trata como de un observador
espectral, que sin compartir la demencia de su doble, es capaz de observar con curiosidad
desapasionada el modo en que su compañero lucha contra el desastre que se acerca o decide
abrazarlo.

Conmemoración
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La mayoría de personas sienten una fuerte necesidad de conmemorar la vida y la


muerte de un ser querido. En parte, esto se relaciona con la necesidad de confirmar que el
ser querido no será olvidado y, en parte, se relaciona con la necesidad física y emocional de
actuar sobre los sentimientos abrumadores de tristeza. Así como todos tienen su manera de
apesadumbrarse, todos tienen su propia manera de recordar.

Los memoriales fijos son los más comúnmente asociados con la muerte: una lápida,
una estatua, una placa, una cruz u otra cosa física que simbolice la vida o muerte del
individuo. Algunas veces una persona es recordada a través de memoriales de vida como un
fondo de becas, una actividad (caminatas o juegos) o la dedicación del trabajo de un
sobreviviente.

Debe notarse que muchas personas experimentan más depresión al final del segundo
año después del desastre, que al final del primer año. Esto parece deberse al hecho de que,
para el segundo año después del desastre, muchas personas, no afiliadas con el desastre, se
olvidan de él. Los sobrevivientes se sienten usualmente abandonados y traicionados.

Sugerencias para los sobrevivientes


Es sabio posponer decisiones importantes para momentos de mayor lucidez. No es
el momento de decidir vender una casa, casarse o buscar el divorcio. Todo lo que se hace
después de que alguien muere se vuelve nuevo. Habrá una primera vez que el sobreviviente
cena después de que su ser querido murió, que una fiesta ocurre sin el ser querido presente,
que se celebra el cumpleaños, etcétera. Cada primera vez marca un momento de “seguir
adelante” y, para muchos, un momento de pesar.

El proceso de reconstrucción de una nueva vida después de un desastre tiene


similitud con la curación física del cuerpo después de una herida profunda. No sucede de
una manera espontánea. Después de la tragedia, las personas tienen buenos y malos días.

Exprese sus reacciones por medio de la escritura, el diálogo, la actividad física, lo que
le sea más cómodo. Es difícil no pensar en las posibles maneras en que pudo haber evitado
la tragedia, pero tiene poca utilidad pensar en lo que pudo haber pasado.
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Manténgase en contacto con su doctor para monitorear reacciones físicas. No es


inusual que una persona apesadumbrada sea vulnerable a enfermedades o a
comportamientos insanos. Edúquese en temas específicos relacionados con esta muerte.
Leer sobre el pesar es una manera de validar sus propias experiencias.

Manténgase en contacto con los seres vivos: familiares, amigos, niños, mascotas,
plantas. Muchas veces la necesidad de darle de comer a una mascota o de regar una planta
puede ser una experiencia que le conecte con la vida.

Cómo ayudar a los sobrevivientes


Se deben hacer arreglos para estar con los sobrevivientes, pero a conveniencia de
ellos. Si les habla por teléfono, pregunte si la persona a la que llama tiene tiempo para hablar
con usted. Explique claramente qué espera de los sobrevivientes y lo que ellos pueden
esperar de otros.

Pregunte a los sobrevivientes cómo puede ayudar, pero ofrezca opciones prácticas:
obteniendo información sobre los problemas que están enfrentando, cortando el césped,
preparando comida, cuidando a los niños en una fecha específica, arreglando transporte.
Déjelos decidir si quieren ayuda antes de actuar. No irrumpa en la casa de un sobreviviente
sin su permiso.

Intervención en crisis
La notificación de muerte es un tipo de intervención en crisis que es particularmente
sensitiva. Para propósitos de nuestra discusión, en este capítulo usaremos los escritos de
Roberts (2000) y Myer (2000). Nadie quiere saber de la muerte repentina de un ser querido.
En la mayoría de casos, la notificación de muerte en sí es un evento traumático y el
socorrista, inicialmente, es percibido como la fuente del trauma. Los elementos de la
intervención en crisis —seguridad, ventilación y validación, y predicción y preparación— son
críticos en la notificación de muerte, pero otros asuntos también salen a la superficie
(Roberts, 2000).
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Entre ellos está la puntualidad de la notificación, la exactitud de la información, es


decir, si la notificación fue hecha personalmente, a través del teléfono o por comunicación
electrónica. La habilidad de los voluntarios que ofrecen primeros auxilios psicológicos es de
proveer asistencia inmediata con preocupaciones prácticas tales como la notificación de
otros seres queridos, identificación del cuerpo del fallecido, explicación de los
requerimientos de autopsia o de los arreglos funerarios.

Elementos de la intervención en crisis


La seguridad es un punto importante para los sobrevivientes. Hasta que sea
abordada, otros temas o preocupaciones serán tangenciales. Proveer seguridad a las víctimas
sobrevivientes involucra los siguientes servicios: (1) asistir y mostrar preocupación por la
seguridad física y necesidades médicas de las víctimas o sobrevivientes; (2) cuidar de la
seguridad y necesidades médicas de los testigos y miembros de la familia; (3) asegurarse de
que las víctimas o sobrevivientes tengan abrigo, comida, vestuario y sean capaces de dormir;
(4) dar a las víctimas y sobrevivientes un sentido de conexión con otras personas en un
ambiente seguro.

Estabilidad
Los sobrevivientes que están físicamente seguros, pueden todavía sentirse inseguros.
Los individuos que han sobrevivido a la muerte de un ser querido no siempre están
preocupados por su propia seguridad, pero sí necesitan que se les dé cierto sentido de
estabilidad.

Se ha de ayudar a los sobrevivientes a encontrar privacidad para la expresión de sus


emociones. La mayoría de sobrevivientes se sienten incómodos con el escrutinio intrusivo o
sensacionalista de los medios de comunicación. Muchos sobrevivientes no quieren que su
familia, amigos o miembros de su propia cultura sean testigos de su pérdida, dolor o tristeza.
Algunos sobrevivientes se sienten más seguros si hablan sólo con uno o dos voluntarios a la
vez.

Es necesario asegurar la confidencialidad de la comunicación. Esto se puede hacer


cuando los sobrevivientes hablan con profesionales que están legalmente comprometidos
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por leyes de confidencialidad, al menos dentro de los límites de esas leyes. Puede asegurarse
la confidencialidad de la comunicación cuando los sobrevivientes hablan con socorristas que
ofrecen primeros auxilios psicológicos, que están éticamente comprometidos en mantener la
información en privado. Si existe una limitación en la confidencialidad, por parte del
respondedor, se debe expresar, pues puede haber razones legales o políticas por las cuales no
se pueda comprometer a garantizar la confidencialidad. Lo mismo en el caso de que estén
presentes otras personas y el respondedor en crisis no puede garantizar su confiabilidad.

Reafirme a los sobrevivientes que sus reacciones son aceptables y normales. La razón
de saber el grado de las reacciones de crisis y sus diferentes manifestaciones es para que los
voluntarios que ofrecen primeros auxilios psicológicos, puedan decirle a los sobrevivientes
que no se están “volviendo locos” y que tales patrones de respuesta son normales. Es
importante advertirles a los sobrevivientes, de las reacciones comunes de tristeza y
asegurarles de la validez de tales reacciones. Los sobrevivientes deberán entender que los
miembros de la familia, amigos y otros pueden reaccionar de manera diferente a la
notificación de la muerte, pero que las diferentes reacciones de tristeza y de crisis son
normales.

Ayude a los sobrevivientes a tomar el control de los eventos que pasan alrededor de
ellos. Pregúnteles dónde querrían sentarse y hablar para que puedan tomar decisiones
iniciales sobre su ambiente. Pregúnteles si les gustaría un vaso de agua o una bebida mientras
hablan. Ofrézcales un refrigerio, si está disponible. Pregúnteles sus nombres y cómo les
gustaría que los llamara mientras hablan con usted.

Apoye a los sobrevivientes en sus esfuerzos por alcanzar un sentido de seguridad


emocional. Algunas veces las víctimas y los sobrevivientes no están físicamente seguros
después de un evento traumático. Los socorristas que ofrecen primeros auxilios psicológicos
pueden no sentirse seguros tampoco —un terremoto puede ser seguido de réplicas que
asustan; un huracán puede ser seguido por una inundación; un asaltante puede no haber sido
aprehendido—. Puede llamarse a los socorristas que ofrecen primeros auxilios psicológicos
para ayudar a las víctimas o sobrevivientes a ganar un sentido de seguridad mental (pensar en
un lugar o momentos cuando sí se sentían seguros); seguridad en la creencia de que les
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importan a otros (tal vez dando pequeños regalos de fotos, ornamentos, jabón o shampoo,
animales de peluche); o espiritualmente seguros (participando en un rezo o meditación).

Ventilación y Validación
Myers (2000) indica que la ventilación se refiere al proceso de permitir que el
sobreviviente “cuente su historia.” Los sobrevivientes frecuentemente necesitan contar su
historia del desastre una y otra vez. Cada vez que se es contada puede tomar diferente forma.
Ocasionalmente las diferencias se deberán a problemas de memoria.

Algunas veces las diferencias reflejarán lo que es importante para el sobreviviente en


ese momento en particular. La ventilación involucra identificar palabras apropiadas para
expresar experiencias, reacciones y respuestas. Algunas veces ayuda a los sobrevivientes leer
o escuchar sinónimos de palabras que están utilizando, palabras con las que pueden expresar
más exactamente lo que están sintiendo.

Los sobrevivientes pueden expresar sus reacciones a través del arte, danza, música,
oración u otras formas de ventilación. Los voluntarios que ofrecen primeros auxilios
psicológicos pueden alentar a “contar la historia” haciendo preguntas apropiadas y
comprometiéndose en escuchar activamente. Cuando se alienta a los sobrevivientes a hablar
sobre sus experiencias, los voluntarios que ofrecen primeros auxilios psicológicos deberán
recordar que el lenguaje corporal, las expresiones faciales y el tono de voz son tan
importantes como las palabras utilizadas en la conversación.

Los socorristas que proveen primeros auxilios psicológicos y los sobrevivientes


deberán estar sentados durante las conversaciones. Las sillas deberán arreglarse en un ángulo
para que las discusiones parezcan menos confrontativas. Cuando no haya asientos
disponibles, y se esté parado, los voluntarios que ofrecen primeros auxilios psicológicos
deberán permitir a la víctima o sobreviviente establecer el estándar de una distancia cómoda
entre los que conversan.

Sugiere Roberts (2000), que al hablar con un sobreviviente se debe inclinar hacia delante
en su silla o inclinar su cabeza para indicar atención. Mantenga las expresiones faciales
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generalmente neutras, pero refleje preocupación o tristeza cuando sea apropiado con el
contenido de la historia de la víctima. En la mayoría de casos, es importante mantener
contacto visual con los sobrevivientes. Sin embargo, en algunas culturas, puede ser más
apropiado ver ocasionalmente al relator a los ojos, particularmente en conversaciones entre
personas de sexo opuesto.

Haga preguntas de este tipo: “¿Cómo cree que eso pasó?” “¿Cuáles cree que fueron
las razones para eso?” Nunca haga preguntas “por qué”. Comience conversaciones con:
“¿Cuándo pasó esto?” “¿Dónde estaba cuando pasó?” “¿Con quién estaba usted?” “¿Qué
recuerda haber visto, oído, olido, tocado o probado en ese momento?” “¿Qué hizo?” Haga
preguntas de seguimiento, si es necesario, con preguntas tales como: “¿Cómo reaccionó a
eso?” “¿Tenía miedo?” “¿Estaba enojado?” “¿Qué lo hace creer que usted está equivocado?”

El escuchar eficientemente es una habilidad desarrollada con entrenamiento y


paciencia. Está basado en los siguientes principios: (1) Haga preguntas sólo para facilitar el
flujo de la historia. (2) Crea que las impresiones y reacciones del locutor son la preocupación
más importante. (3) Clarifique lo que se está diciendo. (4) Haga eco a palabras o frases que los
sobrevivientes utilizan para indicar que está poniendo atención y siguiendo sus historias. (5)
Encuentre palabras nuevas o alternativas que repiten o mejoran el significado de los locutores
para responder afirmativamente a sus reacciones. (6) Dé información que pueda ayudar a los
sobrevivientes a entender la situación con más claridad, si puede disipar preocupaciones
específicas, sin alegar o contestar preguntas no hechas.

Ayude a los sobrevivientes a recordar lo sucedido preguntándoles sobre la cronología


del tiempo durante el cual se llevó a cabo el evento y la cronología de lo que ha pasado desde
el evento o pidiéndoles que describan la naturaleza contextual del evento, tal como colores,
sonidos, sensaciones o impresiones. Infunda paz, mediante el silencio, esperando a que los
sobrevivientes decidan cuándo quieren continuar sus historias. Viaje con los sobrevivientes a
través de sus narrativas. Si hay partes de la historia confusas, pregúnteles si pueden repetir
esas partes o recordar otras cosas que puedan ayudarlo a usted a entender lo que están
diciendo. Guarde sus valores, creencias, inclinaciones y juicios personales y evite imponérselas
100

a otros. Escuche, resuma; y recuerde que está ayudando a sobrevivientes a desarrollar una
narrativa para el evento y a crear palabras para describir sus reacciones emocionales.

Una de las funciones de los voluntarios que ofrecen primeros auxilios psicológicos es
tratar de ayudar a los sobrevivientes a entender que la mayoría de reacciones a una crisis o
desastre no son anormales. La validación debería ser específica del contenido. Un voluntario
deberá referirse a la tragedia que ha pasado. La validación está basada en que los voluntarios
que ofrecen primeros auxilios psicológicos escuchen efectivamente.

Para validar y reafirmar las reacciones de los sobrevivientes, los voluntarios deberán
aprender no sólo a escuchar, sino también a estar conscientes de la habilidad para escuchar
lo que se está diciendo. Myer (2000) señala que escuchar tiene cuatro diferentes registros:
decodificar significados ordinarios; resonar estos significados por la vida de otro; despertar a
los significados para el sobreviviente que vive y habla; y comunicarse con ese sobreviviente a
través del diálogo.

Decodificar significados ordinarios involucra un esfuerzo por entender la historia del


sobreviviente en nuestros términos. Esto significa escuchar cuidadosamente e identificar la
historia y la reacción del sobreviviente con sus experiencias pasadas e identidad.

La resonancia de escuchar se refiere a la metáfora musical que incorpora armonías,


disonancia y contrapuntos.

Despertando con lo que se ha escuchado, quiere decir tratar de entender el contexto


de la crisis o desastre y lo que significa ahora para la persona que sobrevivió. Es el
reconocimiento de vida y esperanza.

Comunicando nuestras habilidades para escuchar y aprender de los sobrevivientes,


los provee de apoyo en su proceso de aprender a vivir con su dolor. Los voluntarios que
ofrecen primeros auxilios psicológicos pueden ser muy efectivos en esto si escuchan bien, ya
que el escuchar depende de su habilidad de vivir de y a través de su propio dolor.
101

Las palabras deben utilizarse con cuidado en la validación. Deje que los sobrevivientes
encuentren sus propias palabras y utilice las palabras de ellos en respuesta. Permita que los
sobrevivientes nombren sus propias reacciones, pero cuando repitan sus descripciones,
provéalos con sinónimos de sus respuestas. Discúlpese si utiliza palabras que perturben a los
sobrevivientes o palabras que ellos dicen ser inadecuadas para su situación. Evite frases
despreocupadas.

En algunos momentos, una validación útil puede ser el repetirles los elementos clave
de sus historias a los sobrevivientes. También confirma lo que los voluntarios que ofrecen
primeros auxilios psicológicos creyeron haber oído.

El énfasis en la validación deberá ponerse en el hecho de que la mayoría de tipos de


reacciones, tales como el miedo, el enojo, la frustración, la culpa, la vergüenza y la tristeza,
no son inusuales y que la situación de cada sobreviviente es única.

Aunque la mayoría de personas manejan bien sus reacciones, algunos pueden


volverse violentos o peligrosos hacia ellos mismos o hacia otros. Los voluntarios deben estar
alertas a cualquier signo de respuestas potencialmente dañinas. De particular preocupación
son las declaraciones de intento de daño cuando están ligadas a un plan de acción bien
pensado en que las víctimas también se identifican con los medios para llevar a cabo el plan.

No valide las experiencias del sobreviviente contándole sus propias experiencias.


Experiencias previas con tragedias similares pueden ser mencionadas para ayudar a generar
credibilidad y a crear un sentido de cosas en común, pero la experiencia de cada uno es
diferente. Los voluntarios deben mantenerse enfocados en los sobrevivientes y no utilizar la
intervención para validar sus reacciones personales.

Consejos para Ayudar


Abra discusiones con palabras tales como “Siento que esta tragedia le haya pasado a
usted.” Pida a los sobrevivientes que le describan el evento. Pídales que le describan dónde
estuvieron al momento que escucharon del evento o lo vivieron. Pídales a los sobrevivientes
que describan sus reacciones y respuestas. Solicíteles que describan las reacciones y
102

respuestas después del desastre, el periodo de tiempo entre el desastre y el punto en el


tiempo en el que usted les está hablando.

Deje que los sobrevivientes hablen por el tiempo que quieran, pero cuando haya una
pausa, valide lo que se habló (si tiene alguna razón para limitar el tiempo de la discusión,
indique cuáles son esos límites desde el inicio de la plática). No asuma nada. Los
sobrevivientes le dirán qué pasó y cómo reaccionaron.

Predicción
Ayude a los sobrevivientes a predecir los temas prácticos que enfrentarán en la secuela
de una tragedia. Una de las preocupaciones más importantes para los sobrevivientes es “¿qué
va a pasar después?” Pregúnteles sobre los problemas que creen que tendrán en los
próximos días o meses. Si hay algunos que pueda predecir usted y que ellos no se dan cuenta
que pueden ocurrir, deles tanta información concreta sobre tales temas como pueda.

Predicciones Prácticas
Algunos sobrevivientes tendrán que relocalizarse después de una catástrofe. Esta
recolocación puede ser temporal o permanente. Pueden tener preocupaciones sobre qué
llevar, como contactar a familiares o amigos y qué tipo de transporte será provisto.

No es extraño que los asuntos financieros sean de preocupación suprema. Si se ha


destruido un lugar de trabajo, los empleados pueden estar sin empleo. Las lesiones físicas
serias pueden resultar en cuentas hospitalarias y médicas que no son reembolsadas por el
seguro.

Si un crimen ha sido la causa del desastre, las víctimas pueden involucrarse en un


proceso judicial como testigos. Muchos desastres naturales o causados por el hombre
también resultan en procesos de litigación civil. En cualquier caso, los sobrevivientes pueden
estar involucrados en un proceso legal por años.
103

Usualmente los sobrevivientes no son conscientes que deben identificar a seres


queridos que han muerto o no están preparados para lidiar con los arreglos funerarios o la
notificación de familiares. Estos temas deben ser explicados tan rápido como sea posible.

Los sobrevivientes deben ser advertidos de la posibilidad de que los medios quieran
entrevistarlos o quieran transmitir historias sobre el desastre. Algunas veces, la manera en
que la historia del desastre es tratada por los medios puede causar un gran enojo y congoja
para las víctimas y sobrevivientes.

También deben predecirse reacciones emocionales posibles. Es importante describir las


respuestas físicas y mentales inmediatas que caracterizan las reacciones de crisis y de tristeza.
Deben explicarse las reacciones de estrés a largo plazo. Deben describirse las reacciones de
estrés que podrían ocurrir en miembros de la familia y amigos, así como las posibles
reacciones de los niños. Asegure a los sobrevivientes que las reacciones de estrés a largo
plazo son normales, pero que no todas las personas las sufrirán todas y muchas pueden no
enfrentarlas en lo absoluto.

Preparación
Además de predecir lo que puede pasar en la secuela de un desastre, ayuda el que los
voluntarios que ofrecen primeros auxilios psicológicos asistan a los sobrevivientes a prepararse
y a planificar para tales situaciones.

Provea a los sobrevivientes con tanta información como quieran y necesiten, sobre
ayuda financiera, seguro y compensación para cumplir con sus preocupaciones financieras.
Ayúdelos a llenar formatos, si es necesario.

Ayúdelos a desarrollar planes para la futura protección de ellos y sus familias.


Asístalos en repasar la implementación de tales planes. Provea a los sobrevivientes con
referencias a recursos adicionales de asesoría, defensa o asistencia. Provea a los
sobrevivientes de información sobre la prevención de posibles eventos similares en el futuro
o la mitigación de las consecuencias de tales eventos. Dele a los sobrevivientes información
104

exacta y verdadera sobre el periodo de tiempo que será capaz de asistirlo y lo que pueden
hacer cuando usted ya no esté disponible.

Ayude a los sobrevivientes a decidir qué cosas pueden hacer para lidiar con
problemas específicos; y si hay algunos en los que ellos no tienen la capacidad de lidiar con
ellos, provéales asistencia una vez han decidido sobre un plan de acción en particular.
Infórmeles a las víctimas y a los sobrevivientes cuáles son sus derechos en el sistema de
justicia criminal. Dígales cómo ejercer estos derechos. Déjeles saber qué derechos tienen las
víctimas en su país.

Notificación de muerte
Para los sobrevivientes, el comienzo de sus reacciones a la muerte de seres queridos
es el proceso de la notificación del fallecimiento. Es importante que la noticia sea manejada
tan bien como sea posible, porque es el punto crítico del trauma para la mayoría de
sobrevivientes (James y Friedman 1998). Si se hace apropiadamente, puede comenzar el
proceso de curación. El “pariente más cercano” puede ser un padre, un hermano o un
cónyuge, pero hay más miembros de la familia que necesitan notificación y que pueden
reaccionar con emociones fuertes.

Lineamientos generales para los procesos de notificación


Antes de la notificación, obtenga tanta información sobre el fallecido como le sea
posible: qué pasó, cuando pasó, donde pasó, cómo pasó y cuál es la fuente de identificación
positiva, si está disponible. Obtenga toda la información disponible sobre la(s) persona(s) a
ser notificadas. Asegúrese de que el familiar adulto más cercano apropiado reciba la
notificación primero. La notificación siempre debe ser realizada con compasión, rápidamente
y con tanta exactitud como sea posible.

La notificación de muerte debe hacerse en persona. Haga las notificaciones en parejas.


No lleve con usted ningún artículo personal del fallecido. Si usted o su pareja han estado
involucrados en la escena de la muerte, trate de asegurarse de que su ropa o apariencia no
está desarreglada o sangrienta. Preséntese a sí mismo y a su pareja, y esté preparado para
presentar identificación creíble, si es apropiada. Confirme que la persona con la que está
105

hablando es la persona apropiada para ser notificada. Si visita el hogar de un familiar,


pregunte si puede entrar al hogar, antes de notificarle la desgracia.

Aliente a los sobrevivientes a sentarse y siéntese con ellos antes de hablarles. La


persona que hace la notificación deberá tomar el liderazgo en toda la discusión. Quien asiste
al voluntario deberá remover objetos de peligro, monitorear a los sobrevivientes por signos
de peligro hacia ellos o hacia otros y estar preparado para cuidar de cualquier niño. El
voluntario que ofrece primeros auxilios psicológicos deberá informar a los sobrevivientes
simple y directamente.

Para la mayoría de personas, su apariencia, su comportamiento y el ritual involucrado


les dará pistas de que algo terrible ha pasado. No prolongue la ansiedad natural. No deje
lugar a ninguna duda o falsa esperanza. Esté preparado para presentar evidencia convincente
en caso de negación. Conteste todas las preguntas táctica, pero directamente.

Enfóquese en las necesidades inmediatas de los sobrevivientes. Si ellos quieren,


ayúdelos a informar a otros. Ayúdelos a explorar opciones en los siguientes días mientras se
enfrentan con los aspectos prácticos de la muerte. No sea estudiado en sus reacciones y
pensamientos. Recuerde a los sobrevivientes sus derechos como víctimas de un crimen o
desastre.

Notificaciones de que un ser querido está desaparecido debido a desastres naturales


Si hay personas desaparecidas después de un desastre, debe dársele a los seres
queridos una notificación de “desaparecido”. Esto comenzará el proceso de tristeza
anticipada no natural, pero también ayudará, si los desaparecidos son determinados como
muertos.

Si hay duda de quién murió y la identidad de los fallecidos necesita ser confirmada,
póngale claro a la persona que, mientras a usted no le den evidencia de que el ser querido ha
muerto, la determinación final de la identidad seguirá siendo investigada. Si habrá una
demora en la identificación o hay una posibilidad de que nunca haya una identificación final,
recuerde mantener informados a los sobrevivientes de cuáles son las circunstancias.
106

Lineamientos para ver el cuerpo


En cuanto se recibe la notificación de muerte, los sobrevivientes pueden querer ver
el cuerpo de su ser querido o pueden necesitar hacerlo por razones de identificación. Los
lineamientos para asistir a ver el cuerpo o fotografías de la persona deberán tener en cuenta
las siguientes recomendaciones. En primer lugar, la decisión de ver o no ver el cuerpo
deberán tomarla los dolientes; sin embargo, algunas jurisdicciones no le dan a los
sobrevivientes esa decisión. En segundo lugar, si el observador quiere tocar o abrazar el
cuerpo, aliéntelo y provea privacidad y tiempo para que el observador diga adiós.

Si el cuerpo está mutilado o distorsionado, dígale antes al observador la naturaleza


precisa de estas distorsiones y, si es opcional, deje que el observador escoja si quiere ver el
cuerpo. Si se utilizan fotografías, descríbalas primero al observador. Algunas veces los
sobrevivientes deciden dejar que un amigo, defensor o miembro de la familia vea el cuerpo y
haga recomendaciones sobre su propia decisión de verlo o no.

El socorrista que ofrece apoyo psicosocial no se debe sorprender de las distintas


reacciones: llanto, risa, enojo y similares. Algunos sobrevivientes quieren fotografías de los
fallecidos al momento de su muerte y pueden incluso tomar fotografías para su propio uso.
Los voluntarios que ofrecen primeros auxilios psicológicos no deben juzgar estas decisiones.

Uno de los servicios de apoyo es transportar al familiar hacia y desde el lugar donde
se verá el cadáver; recuerde que los seres queridos cercanos pueden no estar listos física y
emocionalmente para manejar un automóvil.

El socorrista debe estar preparado para ser un defensor ante el examinador médico,
el forense y el director de la funeraria. Algunos de estos profesionales tratan de prevenir que
los observadores tengan contacto con el cuerpo para proteger a los sobrevivientes del
impacto de la muerte. Un defensor puede ser de ayuda en sobreponer tal resistencia.

Conclusión
107

La intervención en crisis y la notificación de muerte son las dos habilidades más


frecuentemente utilizadas por los socorristas que ofrecen primeros auxilios psicológicos.
Equipo tras equipo de socorristas ha recordado su capacitación de planificación,
entrenamiento e intervención en crisis cuando son llamados para proveer intervención a
sobrevivientes.

No hay manera de prepararse para todos los eventos traumáticos que impactan a la
comunidad, ni tampoco una manera metódica de responder, excepto el hecho de ser
llamados por personas en necesidad. Igualmente, mientras que los socorristas del equipo no
son usualmente los primeros respondedores escogidos para proveer notificación de muerte,
usualmente son los primeros respondedores que dan notificación de muerte debido a la
necesidad de la emergencia.
108

Capítulo X
La crisis y etapas del desarrollo sicológico

Este capítulo explica la diferencia en cómo afecta la edad de la persona en la


ocurrencia de una crisis o un desastre a nivel comunitario. Erickson (1980) explica la
identidad en el transcurso del ciclo de vida. La discusión en este capítulo se basa en gran
parte en una discusión sobre crecimiento y crisis en una personalidad saludable (pp. 51-107).

La edad juega un papel muy importante en la habilidad de los sobrevivientes para


poder enfrentar una crisis. Se ha escrito mucho (McFarlane, 1987; Aptekar, L., & Boore, J.A.
1990; Ehrlichman, 1999) sobre las reacciones de los niños a la crisis y, sin embargo,
paradójicamente, permanecen como una parte poco atendida de la comunidad traumatizada.
De la misma manera, los ancianos son poco atendidos. Aquí trataremos sobre los jóvenes y
los viejos a través de un marco que observa los efectos del desarrollo en las reacciones
traumáticas (Erickson, 1980).

Edad y las necesidades humanas


Los efectos de una crisis en diferentes grupos de edad varían debido a cambios
biológicos, ambientales y psicológicos por los que las personas pasan en diferentes etapas de
su desarrollo (Erickson, 1980). En algunos aspectos, la continuidad puede ser percibida
como un círculo, ya que muchos de los problemas de desarrollo que enfrentan los niños son
similares a aquellos que enfrentan en reversa los adultos ancianos.

Las etapas de desarrollo de niños y el estudio de la forma en que crean estructuras


cognitivas en interacción con su ambiente adquirieron prominencia importante con el trabajo
de Jean Piaget. Se exploró el desarrollo emocional temprano y su efecto en la naturaleza y el
carácter del funcionamiento de la personalidad en el trabajo impresionante de Eric Erickson
(1980) y otros. Este manual se enfoca en la traducción de sus entendimientos y la nueva
investigación en el impacto del trauma, tanto en el desarrollo emocional como en el
cognitivo en niños.
109

Erickson (1980) indica que, en la infancia, la primera necesidad es el contacto con


humanos y la sustentabilidad de las necesidades fisiológicas. Los infantes añoran y necesitan
cuidado y nutrición como la base de su sentido de seguridad. En niños de párvulos, la
necesidad primaria es crecer con éxito hacia la independencia física en apoyo de las
actividades del diario vivir. A medida que se vuelven independientes, también comienzan a
aprender a confiar en otros y a desarrollar relaciones extendidas.

Sigue reportando Erickson (1980), que a medida que los niños se mueven hacia la
preadolescencia, comienzan a desarrollar un sentido de identidad personal y hacia el proceso
de construcción de la autoestima. Los adolescentes sanos utilizan la base de la autoestima
para comenzar a trascender las influencias del ambiente y moverse hacia la creación de sí
mismos a través de la música, la danza y la generación de creencias en un proceso de
autoactualización. Su necesidad en esta etapa es de estructura y estabilidad en sus vidas para
que tengan la oportunidad de creación.

Mientras muchas personas continúan creciendo y creándose a sí mismas, algunas


pueden encontrar que el impacto de envejecer contrae su proceso de autoactualización. Hay
una necesidad inicial de establecer nuevas estructuras y rutinas para poder mantenerse
involucrado en la vida. A medida que se vuelven viejos y se enfrentan con cambios en sus
capacidades físicas o mentales, sufren una pérdida de la autoestima. A medida que su
autoimagen cambia, hay mayor necesidad de encontrar significado a sus vidas y un
sentimiento de satisfacción con lo que han hecho y quiénes son. Frecuentemente, las
personas mayores se vuelven dependientes de sus amigos, hijos u otros para asistirlos y
necesitan, más que nunca desde la niñez, relaciones de confianza. Hay una especial necesidad
de cuidado, nutrición y contacto humano entre los muy ancianos.

En cualquiera de los lados del espectro de la edad, los asuntos clave de desarrollo son
asociados con el crecimiento o declive del funcionamiento. Estos asuntos incluyen: cambios
físicos y mentales, procesamiento cognitivo y emocional de la información, actitudes hacia el
cambio, estilos de comunicación, relaciones primarias y status percibido o poder en el
ambiente social (Erickson, 1980).
110

Transformaciones físicas y mentales


Los cambios físicos y mentales en niños y adolescentes pueden ser caracterizados
como crecimiento permanente. Todos los niños crecen y cambian físicamente. Alcanzan la
pubertad; y ven cómo sus caras y cuerpos toman formas únicas. También crecen sus
percepciones sensoriales. La estructura y química del cerebro cambian a medida que se
desarrollan patrones neuronales para registrar información y sus experiencias comienzan a
definirles qué información es relevante en sus vidas y cuál no. Sus emociones se vuelven más
refinadas y desarrollan la capacidad de hablar e interpretar el mundo a su alrededor.

En los adultos, los cambios físicos y mentales se relacionan con sus habilidades para
construir sobre la base del crecimiento durante la niñez. Tienen la capacidad de incrementar
el funcionamiento del cerebro a través de la educación y la experiencia.

Para los ancianos, los cambios físicos y mentales usualmente se caracterizan por una
disminución en las habilidades. Sus cuerpos pueden compactarse, causándoles que pierdan
algo de su altura de adultos. Sus sentidos se vuelven menos agudos. Disminuye la vista; la
pérdida del oído hace que los sonidos sean confusos; la percepción de los olores y los
sabores disminuye en intensidad y puede ser alterado el sentido del tacto por dolor o
entumecimiento. La estructura y química del cerebro también puede cambiar. La mayoría de
las personas de 60 años de edad o mayores tienen problemas para recordar.

Procesamiento de información cognitiva y emocional


Los niños y los jóvenes están en un constante estado de absorción de información.
Ya que sus sentidos son agudos y los patrones del cerebro están en proceso de establecerse,
su habilidad para absorber nueva información es frecuentemente mejor que la de las
personas mayores. Pueden ser más receptivos a aprender nuevos idiomas o música o adquirir
habilidades físicas. Sin embargo, no tiene la base de conocimiento cognitivo para analizar la
información que están adquiriendo.

Los niños también tienen rangos de concentración limitada para procesar


información. Todavía no tienen la disciplina o la capacidad de enfocar su atención por largos
111

periodos de tiempo. Es por esta razón que el tiempo es experimentado como un proceso
lento. La falta de memoria del pasado y la falta de entendimiento de futuras posibilidades
contribuyen al hecho de que los niños se centren en las actividades y eventos del presente
día.

El procesamiento de información cognitiva y emocional de un adulto se expande a


medida que hacen asociaciones y conexiones entre pensamientos, experiencias y
conocimiento previo. La información se traduce en protocolos, marcos de trabajos y
percepciones.

Los ancianos tienden a tomar lo que han aprendido y saben, y lo unen con el
entendimiento de un significado en la vida. Muchas culturas buscan a los ancianos por su
sabiduría. Debido a su experiencia, los ancianos usualmente dependen de la rutina, hábito o
tradición para la solución de problemas.

Actitudes hacia el cambio


Un niño o un adulto joven experimenta cambio constante y generalmente responde
con una actitud de exploración y descubrimiento. No tiene un equilibrio establecido en sus
vidas.

La mayoría de individuos en sus años medios han adquirido un equilibrio que está
marcado por rutinas diarias, mensuales y anuales. Incluso aquellos que trabajan en
situaciones de crisis en base regular, aprenden a acomodar esas crisis de una manera
rutinaria. El cambio puede ser visto como interrupción a pesar de que los adultos
frecuentemente han aprendido habilidades que los ayudan a manejar el cambio.

Los ancianos generalmente responden al cambio de dos maneras posibles. Pueden


enfrentarlo bien, porque han desarrollado estrategias de enfrentamiento con el tiempo; o
pueden enfrentarlo de mala manera, ya que el cambio ha causado muchas pérdidas
dolorosas. Sin embargo, una vez más, tienden a depender de una revisión de
comportamientos pasados como un compás para lidiar con el presente.
112

Métodos de comunicación
Erickson (1980) indica que la principal manera en que los seres humanos se expresa
también se relaciona con la edad. Los niños y jóvenes inicialmente dependen de la expresión
física para la comunicación y gradualmente, al absorber el lenguaje, se vuelven verbales. Los
infantes se comunican a través del ruido y la acción física. En la niñez temprana y hasta la
adolescencia, las formas de juego permanecen como los métodos principales de ventilación.
Los juegos, la danza, el ejercicio o el deporte también pueden servir como modos de
expresión. A medida que los jóvenes se vuelven adultos, se pone un mayor énfasis en el valor
social de la comunicación a través de la lectura, la escritura y el habla. También hay evidencia
de que la habilidad lingüística contribuye al desarrollo del cerebro y al funcionamiento
mental. Algunas veces el analfabetismo o la inhabilidad para hablar el lenguaje primario del
país, interfiere con el desarrollo de las habilidades de comunicación.

Los adultos (Oriol, 1999) en sus años medios se enfocan en las habilidades de
comunicación verbal. El traducir pensamientos y reacciones en narrativas es importante para
el proceso de entendimiento de esos pensamientos y reacciones.

Las personas de la tercera edad pueden encontrar que sus habilidades de


comunicación disminuyen junto con su declive físico. Una persona que sufre de poca visión
se le dificulta leer o escribir. Alguien con oído pobre puede encontrar difícil oír lo que se
dice. Pequeños derrames, la falta de concentración, demencia o la enfermedad de Alzheimer
pueden hacer difícil que la persona mayor transmita sus pensamientos a otros.

Por esta razón, muchas personas mayores encuentran confort al regresar a expresarse
a través de medios físicos. Cantar, bailar o mecerse al compás de la música puede ser una
forma de comunicación alcanzable. Aunque no puedan ser capaces de describir qué les pasó
en un día en particular, si se recrean visiones o sonidos, pueden ser capaces de identificarlos.

Relaciones primarias
Los seres humanos son animales sociales y a través de mucha parte de su vida esto es
demostrado por las relaciones en las que invierte más tiempo y cuidado. Estas relaciones son
afectadas por las etapas de desarrollo.
113

Los niños y jóvenes comienzan sus vidas con sus relaciones primarias basadas en sus
padres y los miembros de su familia inmediata. Sin embargo, a medida que crecen, su
enfoque cambia hacia sus compañeros.

Para aquellos en sus años medios, las relaciones primarias permanecen con sus
compañeros, ya sean amigos, compañeros de trabajo, hermanos o parejas. Mientras los
padres usualmente aman y cuidan a sus hijos con gran intensidad, ellos buscan el apoyo
mental y emocional dentro de grupo de su propia edad.

A medida que las personas envejecen (Oriol, 1999), mantienen el enfoque en el


grupo de su propia edad, pero gradualmente, el énfasis cambia hacia personas de la
generación más joven. Esas relaciones pueden ser con sus propios hijos o simplemente con
adultos jóvenes. No es extraño que las relaciones se “salten” una generación de tal modo que
algunos ancianos tengan una relación más cercana con personas de la generación de sus
nietos.

Atributos de status y de poder


Erickson (1980) indica que las distinciones sociales basadas en status y poder
cambian a través de los años. Mientras que estas distinciones varían entre diferentes culturas,
religiones y naciones, las siguientes tienden a definir el enfoque dominante a cada grupo de
edad.

Generalmente se piensa que los niños son muy importantes: son la siguiente
generación y el gran recurso de una nación. Sin embargo, debido a que tienen poco acceso al
verdadero poder, pueden ser ignorados, descuidados o abusados.

Aquellos que están en los años medios, ejercen los niveles más altos, tanto de status
como de poder. Son lo suficientemente grandes para tener acceso a fuentes de poder y son
lo suficientemente jóvenes para todavía ser considerados un recurso de valor.
114

Los ancianos continúan siendo el segmento de la población más descartable (Oriol,


1999). A medida que las personas envejecen, sus vistas son menos importantes, porque se
asume que sus contribuciones a la sociedad han terminado. También tienen poco acceso al
poder. Su poder financiero tiende a disminuir y declinan sus habilidades físicas. Representan
el pasado, no el futuro.

Trauma en Niños
Erlichmann (1999) señala que los eventos traumáticos experimentados por niños
tienen un efecto particularmente dañino. El trauma puede afectar directamente el
crecimiento y el desarrollo de las respuestas en el cerebro de un infante e interferir con su
habilidad de desarrollar un sentido de equilibrio funcional con el mundo. Compromete el
sentido de seguridad y estabilidad del niño e invade la construcción de identidad e integridad
personal. Puede romper la formación de relaciones e interacciones sociales apropiadas.

La experiencia de la muerte puede ser traumática para un niño. La muerte de un


abuelo anciano, que fue la fuente de nutrición, cuidado y protección, puede ser una fuente de
tristeza traumática para un nieto, mientras puede ser un momento esperado de tristeza para
la vida del padre del niño. La muerte violenta es experimentada como un trauma doble. Está
el trauma de la muerte y está la violencia que causó la muerte.

Herman (1997) señala que es importante que los socorristas que ofrecen primeros
auxilios psicológicos entiendan las etapas típicas de desarrollo de los niños y sus reacciones al
trauma, y también la forma en que las reacciones traumáticas se relacionan con las reacciones
de tristeza, para así proveer intervención directa en crisis en las escuelas y comunidades y
para entrenar a padres, profesores y otros voluntarios que ofrecen primeros auxilios
psicológicos en la mejor manera de responder cuando los niños han sido traumatizados.

Las etapas de desarrollo afectan el trauma y el pesar


Esta sección se basa en el libro de Hodgkinson y Steward (1991). Hay creciente
evidencia de que puede haber cambios en los circuitos, en la química y en la reactividad
fisiológica del cerebro como resultado del trauma en niños. Debido a que el cerebro todavía
115

está construyendo sus pasajes de procesamiento de información desde el momento en que


nace un infante hasta tarde en la adolescencia, este tipo de cambios parecen razonables.

Hodgkinson y Steward (1991) discuten que el concepto de la “memoria traumática”


desde una perspectiva de desarrollo puede ser mejor entendida a través del concepto de
“expectativa traumática.”

Los niños pequeños pueden tener sólo memorias físicas de un evento, sin tener
palabras para poner en la memoria. Incluso si son verbales, pueden no ser capaces de
integrar las percepciones sensoriales en un entendimiento narrativo del hecho. Por lo tanto,
frecuentemente una memoria puede enfocarse en una impresión específica asociada con
amenaza o daño.

La memoria del trauma de un niño usualmente incluye reinterpretaciones, que


integran interpretaciones incorrectas de la amenaza, incorpora fantasías de intervención y la
co-construcción de padres o compañeros.

Las reacciones tienden a reflejar las etapas de crecimiento


Hay una necesidad de enfocarse en el nivel y en la naturaleza de las necesidades
primarias de un niño y en las tareas de desarrollo que pueden ser particularmente vulnerables
a la interrupción en el momento del trauma, así como también en la habilidad de los niños de
absorber, responder y recordar información. Los niños necesitan procesar sus traumas a
través de cada etapa de desarrollo.

Los niños procesan las reacciones traumáticas y la tristeza más lentamente que los
adultos debido a sus procesos de desarrollo. No entienden totalmente el impacto del trauma
o la permanencia de la muerte. Ellos no mantienen la ansiedad de forma consciente ni la
tristeza por largos periodos de tiempo. Los niños generalmente no niegan la realidad cuando
sucede, pero como no tienen una realidad alterna, puede ser emocionalmente más dañino y
el impacto cognitivo puede tomar años en repararse.

Etapas de desarrollo y trauma en la niñez


116

Erickson (1990) nos presenta las siete etapas de crecimiento del niño. Nos sugiere
Erickson que si el trauma y la tristeza inhiben, retardan o causan que el niño se “salte” una
etapa de desarrollo, habrá una necesidad de regresar a esa etapa a la luz de la tristeza
traumática (Erickson, 1990).

Infantes y niños que empiezan a caminar (0-2 años)


Los infantes tienen capacidad verbal limitada para expresar sus necesidades y
emociones. Sin embargo, exhiben angustia física significativa si no son cumplidas sus
necesidades diarias. También retienen memorias físicas de eventos traumáticos a pesar de
que nunca podrán ser capaces de articular estas memorias o de extraer imágenes claras de los
eventos. Una memoria física (o “impresión”) ocurre cuando el cuerpo recuerda percepciones
sensoriales de eventos traumáticos. Más adelante, pueden ocurrir dolores físicos
inexplicables, que están relacionados con memorias físicas.

Los infantes inicialmente experimentan a sus madres como una extensión de ellos
mismos, sin ninguna distinción clara entre ellos y otros. A medida que crecen, se vuelven
más conscientes de la diferenciación, pero todavía miran a los principales voluntarios que
ofrecen primeros auxilios psicológicos como personas para cumplir exclusivamente sus
necesidades. Dependen de los voluntarios que ofrecen primeros auxilios psicológicos para
seguridad, estabilidad y el funcionamiento diario.

Cuando los infantes pierden a un cuidador (madre o padre) a través del trauma o
muerte, sufren de un sentimiento de abandono hasta su vida adulta, a pesar de que no tienen
memoria cognitivas de la persona que murió. A medida que los infantes superan los 2 años
de edad, comienzan a explorar su propia independencia y autonomía. Sin embargo, necesitan
un reaseguramiento constante de que los voluntarios que ofrecen primeros auxilios
psicológicos adultos estarán disponibles cuando los necesiten. Si el infante o niño que
empieza a caminar es expuesto a un evento traumático, la exposición lo puede dejar
entumecido y mudo.

Preescolares (2 a 6 años)
117

Los niños generalmente se vuelven verbales entre los 2 y 4 años. En la escuela


preprimaria frecuentemente hablan bien. Pueden decir qué comen y los juguetes con los que
juegan, pero no entienden conceptos menos tangibles. La muerte puede pensarse como un
estado diferente, pero no permanente. Los niños usualmente creen en y experimentan
“visitas” de la persona fallecida a través de fantasmas o reencarnaciones.

Los niños pueden no ser capaces de discutir eventos en términos de tiempo, porque
su entendimiento de conceptos se relaciona sólo con preocupaciones concretas o personales.
Si se les pregunta a los niños cuándo pasó algo —en términos de un mes, día o años—
pueden no ser capaces de responder. Pero si se les pregunta si un evento sucedió antes o
después de su cumpleaños, de fiestas especiales, al comienzo del colegio u otros eventos
significativos, o si un evento sucedió cuando las hojas estaban cafés o cuando estaba
nevando, es probable que provean una respuesta razonable. También pueden estar
confundidos de dónde pasó algo porque no pueden identificar las características que
distinguen el ambiente alrededor de ellos. Sin embargo, pueden estar muy conscientes de su
posición física específica al momento del suceso y dónde pudieron haber estado con relación
a otros.

Los niños a esta edad están comprometidos activamente en descubrir un mundo más
grande que el hogar o la familia inmediata. Este papel de descubridor es necesario para
alcanzar mayor independencia en las habilidades físicas, pero esto es bastante retador. Los
niños deben aprender que pueden confiar en su ambiente para mantenerse algo estables, si
van a estar aventurándose hacia nuevos mundos. El trauma y la pérdida que afectan su lugar
y estilo de vida seguros, su cuidador o la manera en que miran sus alrededores interfiere con
el desarrollo de un entendimiento de confianza y estabilidad. Algunas veces crean sus
propios ambientes de estabilidad. El dispositivo de comunicación más común para el niño
preescolar es el juego. Su habilidad verbal puede ser buena, pero su estabilidad permanece
más intacta a través de la “acción”, que a través del lenguaje.

Los niños pueden utilizar el pensamiento mágico para construir realidades alternas
cuando el mundo a su alrededor es doloroso. En el mundo de hoy, algunas veces pueden
confundirse con lo que es “real” en la televisión y lo que es la vida real.
118

Niños en edad escolar (6-10 años)


La edad escolar está marcada por el desarrollo cognitivo y de competencias rápidas.
Los niños tienden a ser capaces de formular y articular conceptos y entender ideas
multidimensionales, a pesar de que puedan no ser capaces de identificar independientemente
tales dimensiones. Por lo tanto, usualmente han sido expuestos a la muerte y tienen
pensamientos sobre ella, pero todavía pueden pensarla como reversible. La muerte puede
externalizarse en miedos concretos e imágenes de monstruos, animales, personas u objetos
inanimados que dan miedo. Las memorias del trauma pueden ser repasadas en sueños de día
o de noche. Pero sus impresiones de estos eventos pueden estar formadas por malas
interpretaciones y mitos que oyen de otros o ven en los medios.

Los niños se vuelven menos egocéntricos y desarrollan una habilidad para ver las
cosas desde la perspectiva de otra persona. Sin embargo, esta habilidad puede incrementar
los sentimientos conflictivos sobre la muerte de otra persona o un evento traumático. El
fallecimiento de un hermano puede causar que un niño le tenga miedo a su propia
mortalidad, se sienta mal porque su hermano se fue, se sienta enojado con sus padres por
estar centrados en su pesar y olvidar al niño sobreviviente o sentirse culpable por haber
deseado que muriera su hermano en algún momento.

Los niños en edad escolar se relacionan mucho mejor con el tiempo y el espacio. En
parte esto sucede porque comienzan a desarrollar relaciones con otras personas y objetos
fuera de su propio hogar. El hecho de que tengan que estar en el colegio en ciertos
momentos y días les da un marco de referencia más preciso. Los días de la semana ahora se
distinguen de los fines de semana. Sin embargo, la creciente independencia de los niños del
hogar significa que deben, cada vez más, confiar e invertir en nuevos nexos.

Los eventos traumáticos pueden destruir esa seguridad e impedir la capacidad de


hacer nuevas relaciones y nexos. Interfieren con la habilidad del niño de confiar en otros y
en su ambiente, especialmente cuando la rutina del niño, su hogar, su escuela o la familia,
han sido destruidos. Mientras que los niños que no han sufrido un trauma pueden comenzar
119

a desarrollar un sentido de identidad, rutina y equilibrio, los que han sido traumatizados
aprenden que la inestabilidad y la disrupción son una realidad.

A medida que los niños crecen, se vuelven más conscientes de lo correcto y lo


incorrecto. Si creen que otros han hecho algo malo, el enojo y la culpa caracterizan sus
actitudes hacia esas personas. No tienen la habilidad para comenzar a comprender las
decisiones que toman los adultos o para entender que algunas opciones no están disponibles.
Los niños pueden estar enojados con sus padres por no protegerlos, o enojados con ellos
por haberse muerto y abandonarlos.

Adolescencia temprana (10-13 para niñas, 12-15 para niños)


Speier (2000) indica que esta etapa puede ser una de las más incómodas y difíciles
para la mayoría de niños. La brusquedad de los cambios físicos, junto con los levantamientos
emocionales, que acompañan las necesidades crecientes de independencia y mayores
sentimientos de inseguridad, son fuente de mayor estrés para estos niños. Debido a que ya
están lidiando con los cambios fisiológicos y el desarrollo de la identidad, un trauma que
cambia sus vidas y algunas veces su bienestar físico, puede tener efectos duraderos. Los
niños de este grupo de edad hablan sobre síntomas físicos relacionados con el estrés: náusea,
dolores de cabeza, disturbios en el sueño y frecuencia en el llanto.

De acuerdo a Speier (2000), la preadolescencia y la adolescencia traen consigo un


sólido concepto de la muerte. Pero el trauma repentino puede socavar un sentido emergente
de autonomía e identidad, al mismo tiempo que puede empujar a los niños hacia una edad
adulta temprana. Los eventos traumáticos son rápidamente admitidos como eventos
naturales, accidentales o crueles. La muerte no se iguala con monstruos o encarnaciones
imaginarias, pero es percibida como un proceso biológico. Los miedos sobre la muerte
pueden enfocarse en el proceso de muerte y las consecuencias de la muerte para los vivos.

Speier (2000) indica que los preadolescentes pocas veces piensan en el proceso de
envejecimiento como algo que pueda ocurrir en sus vidas —un futuro tan distante que es
inconcebible—. Mientras algunas personas jóvenes pueden sentirse estimuladas al sobrevivir
120

a un desastre, después, en la secuela, pueden sentir más agudamente una pérdida de control y
autonomía, muchas veces manifestada en la inhabilidad de moverse o sentir.

En la adolescencia temprana, los niños se preocupan por las relaciones con los
compañeros y comienza a desconfiar o a retar las interpretaciones de los adultos sobre el
mundo. Esto es particularmente cierto cuando perciben que los adultos fallaron en
protegerlos de un evento traumático o muerte repentina de un ser querido. Añoran seguir
siendo niños pequeños, protegido del daño, pero cuando no encuentran refugio, pueden
arremeter en contra de aquellos que pudieron haber tratado de ayudarlos.

Saylor (1988) indica que a esta edad, el comportamiento de los adolescentes se vuelve
inconsistente. Frecuentemente aman y odian a la misma persona en el mismo momento. El
enojo puede manifestarse como ira y la tristeza puede volverse suicida. Como un corolario
de su necesidad de independencia, usualmente tienen una gran necesidad de privacidad y,
por lo tanto, se vuelven muy reservados. Las confidencias pueden ofrecerse esporádicamente
y pueden estar salpicadas de mentiras cuando se comparten con adultos. Los secretos
pueden también volverse un mecanismo de enfrentamiento, cuando las personas jóvenes
tienen miedo de que sus emociones no sean toleradas por otros. Cuando la proximidad de la
muerte afecta a los adolescentes, es en absoluto contraste a sus deseos de ver la muerte
como parte de un futuro distante y su sentido inherente de inmortalidad.

El facilitar grupos de apoyo de compañeros o la organización de equipos de


respuesta a crisis entre compañeros en la planificación para una catástrofe, provee una
manera de que los adolescentes tomen liderazgo en la secuela de un trauma. Muchas
personas jóvenes crean actividades simbólicas para conmemorar su pérdida y para mantener
una conexión viviente con los seres queridos que han muerto o han sido lesionados en una
catástrofe.

Pérdida real del (los) padre(s)


Un evento violento y traumático puede causar la muerte de un padre. Los niños
deben enfrentarse con el shock del evento, pero también con la pérdida repentina de una de
las más importantes personas en el mundo para ellos (Speier, 2000). Los padres son
121

normalmente la fuente de nutrición, cuidado y estabilidad. Son el foco del sentido de


seguridad del niño y protegen a sus hijos del daño. Si un padre muere repentinamente, el
niño queda sintiéndose con miedo y vulnerable. Los infantes y los niños que ya caminan
pueden recordar sólo imágenes pasajeras o sentimientos asociados con el padre, pero pueden
experimentar la ausencia del padre o la madre como una pérdida a través de la edad adulta.

Algunos niños mayores pueden regresar a comportamientos infantiles en un esfuerzo


de recapturar el tiempo cuando se sentían seguros. Sin embargo, muchos niños mayores
parecen acelerar su proceso de maduración, tomando papeles y comportamientos de adultos.
Si los niños no pueden entender por qué o cómo ocurrió la separación, la pérdida del padre
bajo tales circunstancias, daña las habilidades del niño para confiar en otros y también su
autoestima.

Pérdida percibida del (los) padre(s)


Los niños tienden a tomar como referencia a una figura adulta significativa en sus
vidas para el aseguramiento de sus propias reacciones y para aprender cómo apesararse. Los
padres y los maestros son modelos naturales de comportamiento, sin embargo, muchas
veces los padres y otros adultos significativos en la vida de un niño, no están disponibles
para un niño después de una crisis, porque están muy involucrados con otras
preocupaciones. También pueden ser percibidos como poco disponibles, porque no
entienden las reacciones de los niños, evitan o niegan que tales reacciones son usualmente
intensas y complejas o simplemente no observan las reacciones.

La pérdida de un padre puede ser experimentada cuando éstos se concentran en sus


propias pérdidas o reacciones frente al trauma. Frecuentemente es difícil enfrentar el
impacto de un desastre y ofrecer confort a los niños al mismo tiempo. Algunos padres
incluso pueden caer en comportamientos en los que asumen un papel de niño mientras sus
hijos toman papeles de adultos en su relación (Herman, 1999).

La pérdida real o percibida de un padre puede ser más traumática que la crisis en sí.
La pérdida de un padre puede afectar el modo en que los niños enfrentan el mundo en la
edad adulta. Debido a que los niños tienden a modelar sus propios comportamientos en los
122

de los padres, la pérdida de un padre puede tener un impacto en las propias habilidades de
los niños para ser padres. Puede tener un impacto en la manera en que el niño enfrenta otras
adversidades y el modo en que asumirá el trauma cuando sean adultos.

La intensidad de la emoción se incrementa


Debido a que la mayoría de reacciones de tristeza son similares a las reacciones
traumáticas, el trauma y la tristeza tienen un efecto multiplicador en las respuestas
emocionales. El enojo de cara al evento del trauma o de cara a los perpetradores del mismo
se hace más complejo al apesadumbrarse por la protesta de la pérdida. El miedo o terror por
la vulnerabilidad de la propia vida se complica con el conocimiento real de la muerte de
otros. La confusión respecto a la forma en que aconteció o sus razones, refleja la confusión
sobre el significado de la vida y de la muerte. También hay pesar por la crisis, sumado a la
tristeza por la muerte consecuente.

La duración de la tristeza puede extenderse por años. Las reacciones de pesar


después de una muerte esperada pueden durar por un año o dos. Los espasmos de tristeza
por la muerte de alguien a quien se quiso mucho, usualmente se sienten por toda una vida.
Incluso, pueden no resolverse por cinco o diez años. El trauma de la pérdida debe
enfrentarse antes de que comience el pesar normal. Esto significa que un individuo soporta
las reacciones de crisis de shock, incredulidad, enojo, miedo, frustración, vergüenza, culpa o
tristeza, en respuesta al trauma y pueden sufrir reacciones de estrés a largo plazo debido al
impacto.

En el proceso de enfrentamiento del trauma, las personas tienen poca habilidad para
enfrentar la finalidad e impacto de la muerte. Sus habilidades pueden ser obstruidas, ya que
los problemas del trauma tienden a ser reexperimentados repetidamente debido al
involucramiento del sistema de justicia criminal, la litigación civil o las reflexiones de los
medios. La tristeza también puede ser confusa debido a la extensión de las pérdidas. Alguien
querido ha muerto, pero el evento traumático también pudo haber causado que el
sobreviviente sufriera una pérdida de fe o confianza en el mundo, una pérdida de inocencia o
la creencia en ciertos valores, una pérdida del sentido de identidad o propósito o una pérdida
del significado de la vida.
123

Los patrones del trauma y la tristeza de los niños son similares a los de los adultos, pero se
manifiestan de manera diferente. A medida que los niños maduran, deben reprocesar el impacto del
trauma y la pérdida en el contexto de su desarrollo. La pérdida de un padre para un infante puede
generar pesar en términos de un cuidador amoroso; para un niño en edad escolar, en términos de la
ausencia de un maestro, de una figura de autoridad, del padre percibido por nuevos amigos y
compañeros, para los preadolescentes, en términos de la ausencia de un modelo de roles sexuales o
del sentido de identidad creciente del niño; para el adolescente, en términos de la ausencia de un
patrón de estabilidad e independencia; en un adulto joven, en términos de un compañero amoroso y
un amigo. El significado del evento traumático también puede cambiar a través del desarrollo del que
sufre. Las memorias de un trauma repentino son reprocesadas en actividades y actitudes.

Los eventos traumáticos pueden verse acompañados de crisis y retos en el curso de la


vida del niño. Los niños están constantemente enfrentándose al cambio y a nuevas
situaciones. Están aprendiendo nuevas lecciones en la escuela, cambiando de clases,
estableciendo nuevas relaciones y tomando nuevas responsabilidades a medida que crecen.
El trauma puede agregarse significativamente a sus mundos cambiantes. Pueden ser enviados
a un nuevo hogar temporal o permanente, como resultado de haber perdido a un padre, y
eso también puede significar su traslado una nueva escuela y ser privados de sus amigos y
maestros, quienes pudieran ser apoyo.

Los sobrevivientes pueden enfrentarse a un cambio repentino en sus papeles como


hija o hijo, hermana o hermano. Pueden tener que trabajar para ayudar con las finanzas de la
familia. Además, por naturaleza, los niños deben cumplir con nuevos retos en la vida para
enfrentar los cambios en curso, para establecer nuevas relaciones, para participar en la
escuela y en el juego.

Los estilos de comunicación de los niños varían de los de los adultos. Los
niños se comprometen en actividades para enfrentar el trauma y la tristeza. Con
niños pequeños, estas actividades involucran juego espontáneo, usualmente con
objetos u otros niños que están disponibles prontamente. Los niños mayores y los
adolescentes también se comprometen en actividades para expresar sus reacciones.
124

Estas actividades pueden incluir deportes, drama, danza o canto. Las actividades
relacionadas con el trauma y el pesar pueden ser esporádicas y repetitivas.

Algunos adultos tienen creencias espirituales que los ayudan a enfrentar el trauma y
la tristeza. Los niños pueden no haber desarrollado completamente tales creencias y el
trauma se entromete en su concepción de la vida y de la muerte. Por otro lado, para los
niños que creen en Dios, puede darse una desilusión frente a sus creencias, pueden creer que
Dios los ha traicionado. Las preguntas espirituales que pueden acosar a los adultos también
les ocurren a los niños, pero ellos pueden resolverlos de maneras que destruyen la fe.

Pérdida y muerte
Las experiencias y los conceptos de pérdida y muerte están entrelazados
cercanamente. La muerte es frecuentemente expresada como una pérdida de vida. Alguien
ha muerto y se ha “perdido” para sus sobrevivientes. Se habla usualmente del fin de las
relaciones o de ciertos periodos en la vida a través de la imagen de la muerte: el divorcio
puede experimentarse como la muerte de un matrimonio; las memorias del pasado pueden
ser pensadas como viejas, gastadas o muertas. Las reacciones de tristeza son normales
cuando se ha perdido cualquier cosa. Cuando alguien o algo se ha ido para siempre, la
tristeza puede ser abrumadora.

El concepto de la muerte puede ser más difícil de entender para los niños cuando no
hay algo tangible o evidencia física de la finalidad. También es difícil para los niños
comprender o aceptar la permanencia de la muerte.

Negación
Los adultos frecuentemente reaccionan a la notificación de la muerte traumática con
la negación. No pueden creer que alguien que ellos aman esté muerto o que murió debido a
un desastre o accidente. La negación ocurre porque la muerte no entra dentro de la
perspectiva del adulto de una vida cotidiana normal. El trauma puede no ser extraordinario
— la muerte pasa rutinariamente en el mundo de hoy—, pero la muerte traumática en la vida
de un individuo en particular es extraordinaria para esa persona.
125

A los niños les falta la habilidad para negar el trauma y la muerte porque no tienen
una perspectiva totalmente formada de la vida normal. Viven en un mundo temporal que es
el presente. Lo que ocurre hoy es realidad, incluso si es una realidad horrible. Si tienen poca
experiencia con la pérdida o la muerte, tienen poca experiencia en lidiar con las emociones
que acompañan esa pérdida o muerte. No la niegan, pero pueden ser incapaces de sostener la
tristeza o los miedos que enfrentan.

Las pérdidas causadas por la muerte son identificadas de manera concreta por un
niño; las explicaciones sobre la muerte y la pérdida son con frecuencia interpretadas
literalmente. Extrañan el comportamiento del fallecido —hábitos, rutinas, actividades que
aprendieron a esperar en sus vidas—. Extrañan los recordatorios físicos del fallecido,
particularmente si los adultos han removido la ropa, propiedad personal o fotografías de la
casa o escuela del niño. También extrañan al fallecido cuando ya no hace parte de su vida. Si
ha muerto el padre de un niño, la hora de la cena puede ser particularmente traumática
porque el padre no se sienta en su lugar usual. Los niños pueden añorar las oportunidades
para discutir los eventos de la vida en curso con la persona que ha muerto y quien servía
como un consejero durante su vida.

La pérdida también puede estar marcada por un incremento en las expectativas en la


vida de un niño, tales como cambio de roles o la necesidad de volverse más maduro. Algunas
veces las expectativas son definidas por la familia o los contactos sociales. Una madre
apesadumbrada puede volverse hacia su hijo después de la muerte de su esposo y querer que
asuma el papel de “hombre de la casa.”

Las reacciones traumáticas están relacionadas con las de tristeza. La muerte


traumática genera tristeza, pero las reacciones al trauma usualmente preceden a las de
tristeza. Hay incredulidad sobre la naturaleza del evento traumático. Las reacciones
emocionales tales como el enojo, el miedo, la frustración, la culpa, la vergüenza y la tristeza
sobre el evento traumático prolongan los esfuerzos de comenzar la vida otra vez. La tristeza
puede posponerse una y otra vez, pero también es una parte de la reacción traumática.
Aunque hay elementos comunes de tristeza —como también hay elementos comunes de las
126

reacciones traumáticas—, cada niño es diferente y único. Algunas reacciones pueden ser
ilustradas de la siguiente manera.

Protesta o enojo por la pérdida o muerte


El enojo puede ser dirigido contra la persona que murió:¿Cómo pudo hacerme esto?
¿Cómo pudo dejarme? Puede ser dirigido a los padres o a voluntarios que ofrecen primeros
auxilios psicológicos, que fallaron en protegerse o proteger al niño. Puede ser dirigido a Dios
o a lo supernatural:¿Por qué tuvo que morir y alguien más todavía está vivo? Algunas veces está
dirigido internamente contra sí mismos, mientras se preocupan por lo que pudieron haber
hecho para causar la muerte.

Pesar o tristeza por la pérdida o muerte


Los niños necesitan saber que llorar es una forma normal de expresar la tristeza.
Necesitan saber que el sentirse letárgico o no interesado en las cosas alrededor de ellos,
también es un signo de tristeza. Algunos niños se portan mal o se retraen de actividades
ordinarias. Frecuentemente es importante reasegurar a los niños que está bien reír y jugar,
que eso no significa que no amaron a la persona que murió.

Culpa o autoculpabilización
Los niños usualmente creen que sus pensamientos o sentimientos pueden causar que
sucedan las cosas. Si desean que alguien muera y luego eso sucede, ellos pueden creer que sus
pensamientos hicieron que la muerte sucediera. Pueden sentir que si hubiesen sido mejores
personas, Dios no hubiera dejado que esto les pasara. Pueden tener sentimientos profundos
de culpa por las veces que estuvieron enojados o se comportaron mal con los fallecidos.

Los niños enfrentan riesgos adicionales, que incrementan su reacción de


tristeza traumática. Pueden experimentar cambios en el o los adultos primarios
responsables de su cuidado. Pueden ser forzados a cambiar su hogar o a asistir a
diferente escuela debido al impacto del trauma. Algunas veces pueden ser enviados a
hogares de parientes o amigos por un tiempo para darle a los padres o a los adultos
significativos una oportunidad de organizar sus vidas.
127

El excluir a los niños de las actividades transitorias o eventos agrega a su vida


un sentimiento de abandono y aislamiento. Las actividades particulares que los niños
gozaban antes del trauma pueden ahora detenerse debido a que la persona que murió
era una de las responsables de promover esas actividades o de involucrar a los niños
en esas actividades.

Enfrentando, a través de crisis espasmódicas, los niños se permiten


naturalmente lidiar con la crisis y el trauma confrontando aquellos temas de forma
incrementada. Tienden a enfocarse en su tristeza y congoja en periodos cortos de
tiempo y regresar a sus actividades diarias. No tienden a adentrase en los eventos y
concentrarse y analizar la secuela. Pueden abrumarse con emociones relacionadas
con la tragedia por un tiempo, pero otras cosas frecuentemente los distraen.

Buscando y dependiendo de la ayuda de otros, los niños resilientes


desarrollan estrategias para encontrar a niños mayores o adultos que puedan
ayudarlos. Gravitarán hacia personas que parecen proveer estabilidad y confort. Un
niño cuyo padre ha muerto puede identificar activamente un padre sustituto en el
vecindario o acercarse especialmente a un maestro o líder de un grupo religioso.

Muchos niños, después de sobrevivir el trauma, no pueden imaginar una vida


duradera. Esto puede convertirse en una habilidad de enfrentamiento positiva, cuando los
ayuda a enfocarse en el presente o negativa, cuando creen que morirán en un futuro cercano
y contribuyen a esa creencia a través de sus acciones.

Retraimiento a la fantasía
Los niños utilizan la fantasía para escapar de la realidad. Pueden imaginarse finales
“de salvación” de un evento traumático que resultó en muerte o destrucción. En algunos
momentos, sus fantasías involucrarán verse como el salvador del evento o en otros pueden
imaginar a un ser querido como un súper héroe.

Educación y aspiración
128

Algunos niños pueden lidiar bien con el trauma, porque visualizan el evento
traumático como algo a lo que deben sobreponerse a través de su aprendizaje y actividades
físicas. El alfabetismo ayuda a los niños, porque les provee de un método de aprendizaje
sobre lo que pasó y comienzan a procesar y entender sus dimensiones. La escuela puede
proveer una bienvenida asistencia a un niño traumatizado porque es rutinaria y el niño sabe
qué esperar. Las lecciones que tienen un objetivo y metas definibles ayudan a los niños a
concentrarse y adaptarse.

Espiritualidad
Los niños pueden lidiar mejor con el trauma si tienen una creencia en Dios. O
pueden creer que están comunicándose con el ser querido que ha muerto y que ven el
fantasma o espíritu del ser querido. Esto no es un pensamiento aterrador para muchos niños,
sino un confort a medida que continúan creciendo y desarrollándose. Algunos dependen de
una creencia en un Dios amoroso para ayudarlos a través de los momentos en que se sienten
solos y con miedo.

Intervenciones para niños traumatizados


Los esfuerzos iniciales de la intervención deben enfocarse en técnicas de
comunicación que sean apropiadas para la edad. Los niños deberán ser alentados a
expresarse en el juego, el arte, la música, la danza o el drama. También debe buscarse la
comunicación verbal por la cual los niños expliquen sus actividades.

Debe ponerse atención para ayudar a los niños a desarrollar una narrativa o una
historia de la muerte de su ser querido. Los componentes clave de tal historia incluyen poner
la muerte en el contexto de tiempo y espacio, entendiendo claramente lo que observaron, y
clarificando cualquier percepción incorrecta particular, y asistiendo a los niños a medida que
buscan un significado o propósito en lo sucedido.

Los voluntarios que ofrecen primeros auxilios psicológicos deben recordar que los
niños necesitan tomar el liderazgo en la definición de los términos de la discusión o
expresión. Cuando sea posible, las preguntas de los niños deben ser contestadas con hechos
y sencillamente. Los voluntarios que ofrecen primeros auxilios psicológicos deben escuchar
129

con cuidado las preguntas para no hacer suposiciones sobre lo que el niño sabe o quiere
saber. Los voluntarios que ofrecen primeros auxilios psicológicos usualmente caen en la
trampa de proveer demasiada información en respuesta a una pregunta.

Los comportamientos no deben ser estudiados con respecto al evento traumático, la


reacción de tristeza traumática y los comportamientos del niño relacionados con la edad.

Speier (2000) sugiere las siguientes pautas para establecer seguridad y estabilidad en
los niños. (1) Responda y provea oportunidades para que los niños reciban contacto humano
físico positivo, para reafirmar sus necesidades de confort sensorial y cuidado. (2) Ayude a los
niños a dormir suficiente. Esto puede involucrar el responder a la preocupación de un niño
sobre la seguridad de su cuarto u hogar, asegurarse de que alguien esté disponible para
proveer reaseguramiento después de pesadillas o disturbios en el sueño o proveer un
ambiente de calma antes de la hora de dormir.

Para ofrecer estabilidad, ayude a los pequeños a desarrollar planes de protección en


caso de que ocurriese otro evento traumático. Esto puede incluir educarlo en lo que deben
hacer si algo pasa otra vez y proveerlos de oportunidades para practicar la respuesta al
desastre. Provéalos con símbolos físicos de nutrición, amor y remembranza. Los osos o
muñecos de peluche frecuentemente son una fuente de gran confort para niños de todas las
edades. Estableciendo y restableciendo rutinas o actividades habituales les da seguridad de
que la vida ha regresado a una clase de orden. Los rituales como los rezos, un “tiempo de
memoria” regular o ceremonias especiales, también pueden ser una fuente de seguridad.

Permita que los niños cuenten lo sucedido y hablen sobre la muerte y la pérdida.
Aliéntelos a contar o a desarrollar historias que los ayuden a explorar reacciones intensas
tales como el enojo o el miedo. Ayúdeles dándoles materiales para dibujar o pintar. La
actividad acompaña e inspira la comunicación con los niños. Asegúrese de que los niños
entienden las diferencias entre la vida y la muerte. Reasegúreles que la tristeza y el pesar son
una parte necesaria para sobrellevar la muerte de alguien a quien amaban. Ayúdelos a
describir y a entender reacciones de trauma y de muerte. Hable con ellos sobre lo que
observaron en las reacciones de padres, amigos u otros adultos significativos. No minimice
130

sus pérdidas después del trauma. La muerte de una mascota o la pérdida de su osito de
peluche puede ser desgarradora para un niño.

Prediga lo que va a pasar y prepare al niño para el futuro. Aliente el establecimiento y


reestablecimiento de rutinas confortables. Provea a los niños con objetos tangibles de
confort: una fotografía de un ser querido que murió, un animalito de peluche o una cobija
favorita. Edúquelos sobre el trauma, la muerte y la pérdida. Ayúdelos a desarrollar razones
para vivir. Ayúdelos a tomar el tiempo para pensar sobre su futuro.

Apoye a los voluntarios que ofrecen primeros auxilios psicológicos en sus esfuerzos
de reaccionar apropiadamente. Ayúdelos a enfocarse en el futuro. Exhorte a los voluntarios a
que ofrezcan a los niños ayuda concreta e información sobre los hechos.

Métodos de intervención
Mucho de lo que hacen los voluntarios que ofrecen primeros auxilios psicológicos
cuando hacen intervenciones, es tratar de ayudar a los niños a contar la historia de lo que
sucedió y cómo se sienten al respecto. Los siguientes métodos pueden ayudar a los niños a
sentirse cómodos contando sus pensamientos, emociones y preocupaciones.

Los voluntarios que ofrecen primeros auxilios psicológicos alientan a los niños a
contar una corta historia sobre el evento traumático, sobre la persona que murió o sobre
ellos mismos. Los voluntarios que ofrecen primeros auxilios psicológicos pueden sugerir los
siguientes tipos de oraciones o frases introductorias:

• “Erase una vez una pequeña niña llamada Ester que estaba muy triste, porque...”
• “Hace unos días me levanté y estaba brillante y soleado y estaba muy alegre, pero
luego...”
• “Me gustaría contarte una historia sobre un bombardeo.”

Con niños más pequeños, los voluntarios que ofrecen primeros auxilios psicológicos
pueden necesitar contar una historia corta. Puede ser útil para los voluntarios que ofrecen
primeros auxilios psicológicos contar una historia sobre su propia vida cuando alguien que
131

amaban murió. Mientras que esta técnica no es sugerida para ser utilizada con adultos, los
niños son usualmente muy curiosos sobre traumas similares a las suyos que han sufrido los
adultos.

Los niños traumatizados con frecuencia utilizarán automáticamente los juguetes para
reactuar el trauma y sus preocupaciones. Si los voluntarios que ofrecen primeros auxilios
psicológicos tienen una cantidad de juguetes disponibles en una caja, repisa o bolsa especial,
los niños pueden escoger su modo favorito de expresión. Los niños pequeños correrán a los
juguetes o inmediatamente preguntarán qué hay en la bolsa para poder jugar, tan pronto
como sea posible. Los voluntarios que ofrecen primeros auxilios psicológicos pueden
observar que los niños empiezan a jugar sin que se les diga nada, mientras preparan cosas
como refrigerios o cuelgan los abrigos. Pueden unirse a los niños con preguntas neutrales
tales como “Eso parece interesante. ¿Qué estás jugando?” Los juguetes que frecuentemente
ayudan a contar historias son: bloques de construcción, carros, camiones, aviones, figuras
humanas, muñecas, animales de peluche, rompecabezas simples de personas o de caras de
personas.

Otra manera de ayudar a los niños es estimulando la conversación. Para los niños
que son articulados y verbales, las discusiones pueden tener un efecto curativo similar a
aquellos experimentados por muchos adultos que “hablan” sobre sus preocupaciones y
reacciones. Los voluntarios que ofrecen primeros auxilios psicológicos pueden ayudar a los
niños a comenzar a discutir el trauma enseñándoles fotografías del fallecido, mostrándoles
una historia en video sobre la muerte y el trauma, leyendo una historia corta, poema o
parábola relacionada con la muerte y el trauma o presentando una noticia o artículo de los
medios sobre el evento para su crítica.

Algunos niños se benefician de la escritura creativa. Los niños en edad escolar y los
adolescentes usualmente encuentran ayuda el escribir sobre lo que les preocupa: los diarios,
cartas a los seres amados, prosa, poesía, artículos o libros de memorias. Los voluntarios que
ofrecen primeros auxilios psicológicos pueden ayudar a sugerir títulos de páginas en los
libros de memorias, que pueden ayudar a los niños a expresar sus potentes sentimientos.
Algunas ideas son:
132

• “El nombre de Víctor” El niño deletrea Víctor verticalmente hacia abajo y le agrega
una palabra a cada letra que refleje lo que Víctor significaba para el niño.
• “Lo que más amaba de Víctor es...”
• “Mi recuerdo más triste de Víctor es...”
• “Mi recuerdo más alegre de Víctor es...”
• “Mi recuerdo más chistoso de Víctor es...”
• “El pasatiempo, color, pájaro, música, comida, deporte de Víctor era...”
• “Si hubiera podido decirle adiós a Víctor, ¿qué hubiera dicho?”

El arte creativo es otra forma en que podemos ayudar a los niños. A los niños les
gusta dibujar, pintar, jugar con arcilla y hacer manualidades. Todos pueden ser medios útiles
para expresar el mensaje de tristeza y trauma. Pintar con los dedos y trabajar con arcilla son
artes desordenadas, pero pueden ayudar particularmente porque parecen ofrecer un
sentimiento de expresión más interactivo y visceral. La arcilla es frecuentemente relajante al
tacto, a pesar de que a algunos niños les gusta pegarle o apuñalarla cuando están enojados.

El lado negativo de utilizar arte no permanente es que algunos niños quieren guardar
sus creaciones porque la expresión de sus sentimientos es muy significativa para ellos. Sin
embargo, algunas veces es factible tomar fotografías del trabajo para preservar su memoria.
Cuando se trabaja con grupos, los voluntarios que ofrecen primeros auxilios psicológicos
pueden sugerir que el grupo cree un mural comunitario.

Las actuaciones dramáticas son formas importantes para lograr que los niños
se manifiesten. A la mayoría de niños les gusta jugar a actuar, particularmente si hay
disfraces o maquillaje disponibles, que les permiten involucrarse totalmente en ser
otra persona. También pueden utilizarse títeres.

Los niños pequeños pueden simplemente de actuar funerales o porciones de


las historias de trauma. Los niños mayores y los adolescentes pueden hacer sus
propios mini actos. Los adolescentes también pueden descubrir que al representar
133

partes de un acto o leer escritos de tragedias clásicas y modernas, les puede ayudar a
expresar sus preocupaciones sobre la muerte.

El uso de la música puede ser muy efectiva con niños pequeños. El escuchar,
tocar o cantar con la música puede ser una maravillosa liberación para los niños.
Provee una reconexión con el sentido del ritmo, así como al hecho de que ciertos
instrumentos musicales pueden hacer sonidos de eco de las reacciones de tristeza: el
enojo puede ser expresado a través de sonidos de tambores o una trompeta
resonando.

Conclusión
Este capítulo trata sobre los niños y los adolescentes. Tratamos de discutir la obra de
aquellos que han comenzado a formular un programa terapéutico para los niños.
Entendemos la importancia de prestar atención a los niños después de un desastre, ya que
usualmente los adultos están tan envueltos en sus situaciones que no prestan atención a los
niños o adolescentes.
134

Capitulo XI

APOYO PSICOSOCIAL A LOS SOCORRISTAS EN LA CRUZ ROJA

GUATEMALTECA

por
Benjamín González1 y Evelin Morales2

Introducción
Se ha realizado este capítulo para ayudar a los socorristas, rescatistas y voluntarios que
trabajan en la Cruz Roja Guatemalteca. Ellos también son seres humanos y necesitan de
apoyo psicosocial, ya que viven a cada instante, en cada servicio, en cada desastre,
experiencias que son impactantes para su vida. Y si no reciben ayuda a tiempo, puede
haber consecuencias severas que afecten el desarrollo de su vida. Se ve a estas personas
como súper héroes, que son inmunes a lo que viven o ven en su trabajo. Pero esto no es
cierto, ellos también tienen sentimientos, son seres humanos como usted o como
nosotros, y necesitan también ser escuchados y apoyados. No sólo podemos ayudar a la
gente de la CRG, sino también a otras entidades de socorro, que viven las mismas
situaciones. A continuación conocerá más acerca de cómo poder ayudar a nuestros
voluntarios, socorristas y rescatistas.

Apoyo y cuidado profesional

En los países centroamericanos, como es el caso de Guatemala, el número de grupos


entrenados para proveer cuidado profesional en desastres va en aumento. El resultado ha
sido delegar las tareas conectadas con este tema en instituciones estatales o distritales,
mientras que en muchas otras culturas, ésta es una tarea llevada a cabo por miembros de la
familia, sin la interferencia de profesionales.

Además, se ha vuelto más común que las personas, como profesionales o como
voluntarios organizados, provean apoyo psicosocial. Esta tarea ya no está relacionada
solamente con el Departamento de Salud, cuyos campos principales son el cuidado y la
protección. Algunos de los profesionales que se han involucrado en el área de proveer
cuidado son los trabajadores sociales, sacerdotes, doctores, psicólogos, personal de rescate,
policías, personal de enfermería, trabajadores de oficina y pedagogos.
135

El apoyo psicosocial, como su nombre lo indica, incluye el apoyo a una persona en


una situación de crisis y cubre tanto la ayuda humana espontánea como las actividades
orientadas hacia las metas.

Apoyo psicológico
Cuando los profesionales, como seres humanos, cuidan a otro ciudadano que sufre
de una crisis, ellos proveen apoyo psicológico y no intervención en crisis. Se da apoyo
psicológico, mientras el individuo traumatizado reacciona normalmente al evento
extraordinario que experimentó.

Intervención en crisis
La intervención en crisis es provista cuando se asume una necesidad de prevenir que
una persona traumatizada desarrolle síntomas anómalos después de una crisis.

Los trabajadores sociales y los psicólogos son los que comúnmente tienen que
enfrentar el apoyo psicológico. Durante un corto período, que es determinado de antemano,
proveen apoyo a las personas traumatizadas a través de conversaciones, asesoría y ejercicios
de deactivación.

Reciprocidad
La palabra clave en Guatemala, cuando se habla de profesionales que trabajan con la
protección y el cuidado, es dualidad —debe haber comunicación en dos vías—. El propósito
de la comunicación en dos vías es prevenir la enfermedad y hacer que el paciente/persona
angustiada recobre la salud tan rápidamente como sea posible. Esto se logra obteniendo un
conocimiento total de la situación. El voluntario en el área de apoyo psicosocial tiene que
invertir algún tiempo en el paciente, mostrar empatía e interés sincero a lo largo de la
conversación, para obtener una visión realista de la situación.

Muchas personas hablan positivamente del tipo de cuidado que han recibido de los
profesionales. Ejemplo:

“La ayuda y apoyo que recibimos de los Voluntarios de la Cruz Roja fue asombroso. Se dirigieron a
nosotros amablemente y hablaron. Entendieron cuando ya habíamos tenido suficiente. Así que vinieron y nos
apoyaron por turnos. Estuvieron pendientes de nosotros y nos hablaron.”
136

Lo que obviamente importó en la fase de cuidado fue que el personal profesional


estaba listo para apoyar al paciente en su situación:

“Pensé que todo era manejado de una manera fría y cínica en los hospitales. Que no se pasaba tiempo con el
individuo. A pesar de eso, llamaron a personal adicional para cuidar de nosotros. Pasaron horas simplemente
hablando con nosotros. Esto es excepcional. Fueron forzados a abrirse y a compartir situaciones personales
para apoyarnos. Se quedaron y lloraron con nosotros. Al final estaban exhaustos, pero nos apoyaron lo mejor
que pudieron.”

Grupos y asociaciones de apoyo

Puede ser que las ONG o las asociaciones que organizan grupos de apoyo asuman
un papel significativo hacia los familiares, tanto en situaciones agudas como en la fase de
procesamiento después del incidente. Representan un recurso adicional para encontrar las
diferentes posibilidades de apoyo. Además, puede ser muy reconfortante compartir sus
propias experiencias con otros que han estado en situaciones similares.

Los grupos de apoyo en Guatemala deben ofrecer apoyo complementario al que


proveen la red social y los servicios públicos. Estar atado a un grupo de apoyo, significa que
se obtiene la posibilidad de hablar con personas que han experimentado el mismo tipo de
trauma que usted. Usted necesita este diálogo, si se siente inseguro de cómo manejar una
situación.

Intervención en crisis y accidentes en el trabajo


Los gerentes de las compañías rara vez están entrenados para proveer intervención
en crisis. Sin embargo, las decisiones equivocadas realizadas en una situación de crisis
pueden tener consecuencias muy serias para el lugar de trabajo; por ejemplo, una
disminución en la satisfacción del trabajo y un incremento de los días perdidos por
enfermedad. Tomar la decisión en una situación de crisis puede ser difícil, dependiendo de
las consecuencias que puedan traer. Sin embargo, mientras mejor preparada esté la compañía
para tal situación —que puede ser a través de entrenamiento e información— más calificada
será la decisión final que resulte.

Un gerente experimentó una lesión industrial muy traumática y decidió enfocarse en:
• La familia del fallecido.
137

• El bienestar de los empleados involucrados en el accidente.


• Consideraciones de empleados individuales que estuvieron expuestos al accidente:
aquellos que realmente vieron el percance, quienes proveyeron primeros auxilios, los que
tenían una relación especial con el fallecido (amigos, compañeros de trabajo), los
aprendices jóvenes, aquellos de vacaciones y otros que, debido a condiciones personales
o familiares, tenían especial vulnerabilidad.
• Consideraciones del futuro ambiente psicológico de trabajo.
• La reputación y productividad de la firma.

La comunidad

Intervenciones de la comunidad
Cuando una comunidad ha sido seriamente afectada por una situación traumática,
sus reacciones y necesidades son usualmente diferentes a las de las organizaciones de
respuesta a emergencias. Los servicios que se pueden ofrecer a la comunidad deben ser
cuidadosamente diseñados para adaptarse a esa comunidad en particular. Por ejemplo, si un
grupo grande de personas ha sido afectado por una situación de desastre, es mucho más
productivo reunir a grupos grandes para una breve presentación de los posibles efectos del
estrés por un incidente crítico.

Las intervenciones de la comunidad deben ser rápidas, apropiadas a la edad,


coordinadas cuidadosamente con recursos locales y se deben proveer servicios de
seguimiento adecuados.

Los empleados de la compañía tuvieron la posibilidad de desarrollar una


concientización hacia los compañeros, debido al ambiente establecido. Una concientización
que dio significado a lo que parecía insignificante dentro de la comunidad.

Esto también se observa cuando se habla de desastres, que por definición incluyen a
un gran número de personas lesionadas o muertas. La experiencia de shock puede ser
compartida con otros que han sido expuestos al mismo tipo de trauma

Los rescatadores, profesionales y voluntarios, que hacen un gran esfuerzo para


proveer primeros auxilios psicológicos en conexión con una situación de crisis, también
necesitan compartir la experiencia unos con otros. Por lo tanto, es acordado que el personal
138

de preparación reciba ejercicios de deactivación después de cada asignación, antes de asumir


otra.

Cuando es necesario el tratamiento profesional


Si una persona angustiada continúa paralizada después de un evento traumático,
él/ella deberá buscar ayuda profesional. En tal situación, el socorrista puede llamar la
atención de la víctima sobre los síntomas mencionados abajo y expresar que la circunstancia
merece ayuda y tratamiento profesional:

• No encuentra nadie con quien hablar.


• Siente preocupaciones sobre la condición propia.
• No desaparece el sentimiento de estar enfermo.
• La vida familiar es afectada negativamente cada vez más.
• Surgen problemas sexuales, insomnio y pesadillas.
• Autorreproche y sentimientos de culpa.
• Irritabilidad, temperamento volátil y dificultad de concentración.
• Descuido hacia uno mismo y el ambiente.
• Desarrollo de síntomas físicos.
• Adicción al alcohol y narcóticos

En Guatemala, normalmente es tarea de un psicólogo clínico o trabajador social


llevar a cabo el tratamiento profesional después de una crisis. No obstante, el tratamiento
también es llevado a cabo por otro personal, no especializado en terapia de pesar y de crisis.
El tratamiento consiste en iniciar un diálogo y establecer un ambiente seguro en donde la
persona angustiada pueda abrirse y comenzar a comunicarse. Sin la comunicación, el
tratamiento no puede llevarse a cabo. El tratamiento se ofrece para individuos,
parejas/familias o grupos en los que otros participantes sufren de síntomas y problemas
similares.

Los eventos traumáticos que no han sido procesados, pueden convertirse en una
enfermedad. La víctima sufre entonces de lo que se llama Desorden de Estrés Post-
Traumático (PTSD). El diagnóstico solamente se establece cuando se llenan varios criterios.
Sólo un pequeño porcentaje de los afectados desarrolla PTSD después de haber
experimentado eventos violentos y traumáticos.
139

El tratamiento profesional es necesario cuando la persona angustiada comienza a


preocuparse por sus reacciones o cuando continúa paralizada sin ningún cambio en las
reacciones físicas, emocionales, sociales o intelectuales.

Las herramientas más importantes en el tratamiento profesional son las


conversaciones y la atmósfera segura en la que el terapista que ha sido entrenado, hace que
un acontecimiento insoportable se convierta en soportable.

Los eventos traumáticos pueden llevar a la enfermedad llamada Desorden de Estrés


Post-Traumático

Apoyo para los socorristas

El trauma e impotencia de otras personas nos afecta fuertemente y mostrando


empatía, llegamos a conocer nuestros propios sentimientos respecto a la muerte y lo que
parece insignificante. La relación que los socorristas establecen con la persona afectada por
una crisis es impredecible. No se sabe cómo afectará una situación al Socorrista. Por lo
tanto, éste (tanto en términos voluntarios como profesionales) necesita atención y cuidado
del entorno. Es esencial que el Socorrista tenga en mente que él/ella también necesita de
cuidado. Un tema que podría mejorarse.

Síndrome de fundición
De vez en cuando los socorristas tienden a olvidar sus propias necesidades. En la
situación específica de crisis, el socorrista hace un esfuerzo enorme en apoyar a la persona
traumatizada y puede descuidar sus propias necesidades. No es sino hasta que la crisis
termina, y la persona angustiada ya no necesita del apoyo del socorrista, que éste se siente
cansado. Si usted, como socorrista, descuida sus propias necesidades una y otra vez, puede
aparecer el síndrome de fundición.

El síndrome de fundición está presente cuando el socorrista comienza a cambiar de


actitud y pierde el interés de involucrarse en su papel de socorrista. Cuando se siente
fundido, su papel como socorrista se debilita y afecta la clase de apoyo que provee. La
persona angustiada ya no recibe el apoyo adecuado para recobrar la estabilidad.
140

El papel del socorrista


El principal papel del socorrista es proveer apoyo en situaciones de crisis. Si el
socorrista sufre del síndrome de fundición, no podrá ser capaz de mostrar empatía y el
apoyo que ofrezca a la persona angustiada puede no ser el adecuado, e incluso intensificar los
sentimientos de impotencia de la persona angustiada. Esto es lo que pasa cuando el
socorrista, por ejemplo, toma control de las tareas diarias ordinarias o comienza a tomar
responsabilidad sobre los hijos de la persona angustiada. El individuo angustiado puede creer
que él/ella no es lo suficientemente bueno.

Ser socorrista y miembro de la familia de algún afectado por una crisis, significa que
el socorrista es afectado igualmente y necesita procesar el incidente también. No importa
quién sea el socorrista —un profesional, un voluntario o un miembro de la red social— es
importante que él/ella sea apoyado también.

Si el socorrista provee apoyo sin poner atención a sus propias necesidades, se


establece un patrón que influirá en la vida familiar. Esta clase de socorrista es llamado
“Pancho Villa”, porque él/ella hace creer que puede manejar cualquier situación. Empero,
este héroe/heroína no es capaz de establecer relaciones, razón por la que tienen que retirarse
antes de seguir involucrándose demasiado. Este último punto puede resultar en la pérdida de
control.

El que nosotros como socorristas pensemos que podemos manejar cualquier


situación como John Wayne, tiene un precio. El socorrista puede ser afectado
negativamente, tanto emocional como físicamente.

Supervisión
Una de las herramientas para asegurar apoyo al Socorrista y lo que él/ella ha
realizado, es la supervisión. La supervisión ayuda a resolver cualquier dilema que pudo haber
surgido en una situación de crisis. La supervisión puede proveerse en grupos de dos o más,
donde la atmósfera es segura y sin críticas. Cualquier problema o inseguridad que tenga el
socorrista se platica en el foro, y el supervisor hace preguntas que pueden ayudar al
socorrista a ver otras maneras de manejar la situación específica. Si la supervisión toma lugar
en grupos más grandes, los otros participantes pueden agregar sus ideas al tema. Por lo tanto,
el que tocó el problema no sentirá que tiene que resolverlo por sí mismo.
141

Desmovilizaciones y ejercicios de deactivación

Una desmovilización es un período de descanso breve e informativo inmediatamente


después de que el personal ha sido liberado de su tarea activa en la escena de un incidente
traumático a gran escala, por ejemplo, un desastre, y antes de que regresen a sus deberes
rutinarios.

Un ejercicio de deactivación puede ser sustituido por una desmovilización, si el


tamaño del incidente permite un proceso de ejercicio de deactivación más largo y si el
personal no está muy cansado.

No es un procedimiento fácil y siempre hay necesidad de que sean provistos servicios


de seguimiento después de la desmovilización. La facilidad con que se llevará a cabo el
traslado dependerá de lo cerca que esté la escena del incidente, para que el personal pueda
ser transportado allí una vez han sido liberados de su deber. Debe consistir de dos cuartos
grandes adyacentes, uno para proveer las sesiones informativas en pequeños grupos de
trabajo y otro para proporcionar comida y descanso.

Las metas de la deactivación son:


• Proveer información sobre el incidente y las reacciones del personal involucrado.
• Suministrar información sobre las reacciones de tensión, el manejo del estrés y los
servicios de apoyo disponibles.
• Dar una oportunidad para descansar y comer antes de regresar a sus deberes rutinarios.
• Mitigar el impacto del incidente.
• Establecer expectativas positivas sobre el futuro.
• Hacer una evaluación preliminar del bienestar del personal después del incidente y su
necesidad de servicios de seguimiento.

La desmovilización consiste de dos segmentos principales. El primer segmento, de un


periodo de 10-15 minutos, en el que se le da información al personal que puede ayudarlos a
entender y manejar las posibles reacciones de tensión. El segundo segmento, de un periodo
de 20-30 minutos, para comer y descansar antes de regresar a las actividades normales.
142

Cada equipo de Brigadistas es manejado como una unidad en la desmovilización. Cada


unidad se sienta en un grupo de sillas, que están arregladas en un círculo. Es mejor trabajar
juntos en las mismas unidades de operación, ya que reciben apoyo de sus compañeros de
trabajo.

Nadie debe hablar, excepto el miembro del equipo que presenta la desmovilización,
pero si alguien quiere hablar puede hacerlo. No se permite tomar notas.

La desmovilización usualmente toma el siguiente formato:

• Una introducción del presentador.


• Una breve descripción de qué es una desmovilización.
• Un diálogo para hablar de la desmovilización. Se ha de asegurar que esté limitada de 10-15
minutos y que el conocimiento adquirido será potencialmente beneficioso.
• Una plática de 10-15 minutos, que deberá incluir:
§ Una descripción de la naturaleza y el curso de las posibles reacciones de estrés que
pueden seguir a una exposición a un evento traumático.
§ Asegurar que los síntomas de estrés son normales bajo las circunstancias.
§ Una descripción de los signos y síntomas de estrés comunes cognitivos, físicos,
emocionales y de comportamiento.
§ Delinear los varios servicios de seguimiento que estarán disponibles.
§ Una invitación para cualquiera que quiera hacer algún comentario o preguntar algo.
§ Un resumen.
• La distribución de panfletos sobre reacciones de estrés y técnicas de manejo del estrés.
• La provisión de comida por 20-30 minutos en un cuarto aparte.
• Anuncios de personal de mayor experiencia y el retorno del personal a las tareas normales.
• La disponibilidad de los miembros de la Brigada de Primeros Auxilios psicológicos para el
grupo, una vez termine la desmovilización.

Algunas veces, las desmovilizaciones pueden ser difíciles de organizar debido a la


logística de proveer tal servicio.

Sólo las personas que han sido liberadas de la escena particular por el resto del turno y
por el resto del día están desmovilizadas. Tal personal puede trabajar en otro lugar, pero no
en la escena del incidente de donde acaba de ser liberada. Esto, porque el proceso de
desmovilización incrementa la vulnerabilidad de uno a reacciones de estrés severas en la
143

escena del incidente, pero una escena diferente es vista usualmente como no asociada con el
incidente previo, y normalmente puede ser manejada sin problemas.

Ejercicios de demobilización
El ejercicio de demobilización se refiere al establecimiento de la terapia de grupo,
basada en conversaciones, con el propósito de prevenir el desarrollo de situaciones
traumatizantes. En estas sesiones, el grupo se beneficia al mostrar empatía y comprensión.

El ejercicio de demobilización se aplica cuando un grupo o una persona ha sido


expuesto a eventos extraordinariamente violentos. Este tipo de ejercicio de difiere de la
supervisión, ya que busca prevenir que los socorristas entren en un estado que los
traumatice.

El ejercicio de demobilización se usa en lugares de trabajo, para mostrar empatía


hacia los empleados. En el proceso, las partes impactadas llegan a saber que es esencial
cuidar de sus propias necesidades y que los sentimientos pueden ser compartidos con otros,
con buenos resultados.

Durante el ejercicio de demobilización, cada participante llega a contar su percepción


del acontecimiento violento, mientras los otros escuchan cuidadosamente. Se discuten a
fondo los hechos, lo que se oyó, vio y lo que se pensó hacer, y lo que realmente se hizo.
También se discuten las reacciones. Finalmente, se discute lo que el evento le enseñó a cada
parte impactada, para ser incluida en trabajo futuro.

El ejercicio de demobilizacion puede, hasta cierto punto, tomarse como un ritual. Un


ritual en el cual pueden sacarse sentimientos y reacciones sin preocuparse de lo que se dice.
El proceso del ejercicio es guiado por una persona y tiene un punto de comienzo y uno de
final. Esto hace que los participantes expresen más fácilmente sus pensamientos y
sentimientos.

Se ha vuelto más y más común que los familiares se incluyan en el proceso del
ejercicio de demobilización, para que después todos los involucrados estén preparados para
hablar sobre el accidente.
144

Apoyo entre socorristas


Los socorristas, rescatistas y voluntarios que trabajan juntos, pueden apoyarse unos a
otros de una manera estructurada, lo que significa que se establecen horas fijas donde se
debaten temas difíciles. Esto puede realizarse en grupos pequeños o grandes.

El apoyo recibido de los mismos compañeros es importante, porque lo que puede


parecer difícil de manejar es compartido con alguien de confianza y consciente de la
complejidad. Este tipo de apoyo también puede reflejar que no todos los problemas son
personales, pero que surgieron de la situación de trabajo en sí.

El apoyo de los compañeros provisto a aquellos que han experimentado eventos


violentos, también puede ser simplemente la presencia. La ayuda se provee a pesar de no
estar expresado en palabras.

Cuidados del socorrista


El socorrista se cuida a sí mismo cuando aplica las herramientas mencionadas
anteriormente. Además, el socorrista mejora su situación si el lugar de trabajo incorpora
procedimientos que previenen el síndrome de fundición.

Los primeros auxilios psicológicos son la clase de apoyo que todos pueden proveer en
situaciones críticas de la vida. Los temas clave son interacción y el acto de estar presente —
crear un sentimiento de seguridad y esperanza—. El apoyo no sólo se basa en implementar
ciertas técnicas, sino también en nuestra capacidad de relacionarnos con otros seres
humanos. La investigación refleja que las relaciones son de suma importancia en el proceso
de recuperación de un incidente crítico en la vida.

Brigadas de Primeros Auxilios Psicologicos

Las Brigadas de Primeros Auxilios proveen programas de intervención en crisis


orientados a los compañeros que dependen de la guía y asistencia de Brigadistas y que
enfatizan la prevención sobre el tratamiento adecuado.

La ausencia de brigadistas, por otro lado, puede resultar en un comportamiento


disfuncional de los voluntarios y socorristas que pasan desapercibidos. Los equipos de
145

manejo del estrés basados en la comunidad, por el contrario, pueden estar comprendidos
solamente de Profesionales en Salud Mental.

Los equipos trabajan para proveer servicios a cualquier personal de repuesta a


emergencias que los necesitan, pero bajo circunstancias especiales también pueden servir a
grupos de la comunidad.

Las metas de las Brigadas de Primeros Auxilios Psicológicos son:

a) Mejorar la salud psicológica general del trabajador de respuesta a emergencias.


b) Reducir el impacto del estrés traumático en el personal de respuesta a emergencias y de
trabajadores de desastres.
c) Acelerar la recuperación de la exposición a eventos de mucha tensión.

El personal de mayor experiencia de las distintas organizaciones de emergencia, tales


como CONRED y Bomberos Voluntarios, necesita saber sobre la naturaleza del equipo, sus
funciones, el tipo de eventos a los que responde y la manera en la que puede ser llamado a la
acción. Sería sabio reunir a los líderes de estas varias organizaciones en las primeras etapas
del desarrollo del equipo y periódicamente una vez se ha establecido.

Establecimiento de una Brigada de Primeros Auxilios Psicológicos

El establecimiento de una Brigada de Primeros Auxilios Psicológicos eficiente y


efectiva llevará tiempo y esfuerzo. El desarrollo del equipo requiere de un estudio y
planificación cuidadosos, un comité de desarrollo dedicado, liderazgo efectivo, metas y
objetivos claramente establecidos y un deseo de proveer un servicio de excelente calidad una
vez que se establece el equipo.

A continuación presentamos un grupo de lineamientos para seguir, cuando se trata


de montar una Brigada de Primeros Auxilios Psicológicos:

a) Fase de pre-viabilidad
• Busque la aprobación de la administración para investigar la necesidad de una
Brigada y para establecer, si es necesario, una Brigada de Primeros Auxilios
psicológicos.
146

• Determine si hay o no necesidad de un equipo. Identifique el número de incidentes


traumáticos que tuvieron un impacto emocional serio en el personal de servicios de
emergencia en los últimos cinco años. Si se promedian al menos cinco incidentes al
año, es indicado establecer un equipo. Si promedia menos de cinco, entonces un
equipo regional sería una mejor opción para tal comunidad. También determine si
hay apoyo de compañeros y de personal salud mental disponibles para el
establecimiento de un equipo.
• Reúna información sobre el desarrollo de cuerpos similares en otros países.

b) Fase de pre-establecimiento
• Reclute y seleccione miembros potenciales del equipo.
• Provea adiestramiento a los miembros potenciales del equipo.
• Establezca políticas, protocolos y procedimientos escritos para la operación del
equipo.

c) Fase de establecimiento
• Seleccione a los miembros del equipo.
• Escoja a los líderes necesarios.
• Establezca los comités necesarios.
• Coordine y evalúe el desempeño del equipo.

Manteniendo la salud de los miembros del equipo


Los Brigadistas necesitan tener en mente que ellos también son vulnerables a las
reacciones de estrés y que ellos proveen servicios a personas con emociones muy intensas.
Los miembros del equipo necesitan tomarse tiempo de descanso cuando se sientan
abrumados o estén lidiando con problemas mayores propios.

Algunos incidentes son tan poderosos emocionalmente, que los miembros del
equipo que estuvieron involucrados en el ejercicio de deactivación de tales incidentes,
pueden necesitar ser deactivados ellos mismos, preferiblemente por miembros de otro
equipo. En tales ocasiones, los deactivadores deben ser flexibles y permitir que los miembros
del equipo recuenten toda la historia en orden cronológico, para que todos puedan discutir la
extensión de su envolvimiento.

El equipo necesita repasar los pasos de llamamiento, respuesta a la escena y establecimiento


con el responsable de la salud y seguridad en la escena. El equipo no deberá tratar de simular una
147

intervención en crisis, ya que al personal de respuesta a emergencias no le gusta tal actuación de


papeles. En cambio, el equipo debe familiarizarse con puntos de control en el perímetro, operaciones
de puesto de comando, rehabilitación del personal, el montaje de la morgue, la sección de los medios
y cualquier otro aspecto relevante de una situación posible de desastre.

En ese momento, los miembros del equipo pueden aprovechar la oportunidad para
distribuir panfletos informativos sobre las metas y funciones de la Brigada de Primeros
Auxilios Psicológicos al final del adiestramiento. Los panfletos deberán contener un boceto
claro del procedimiento de llamadas del equipo y de los nombres y números de teléfono de
los contactos del equipo.

Los miembros del equipo también necesitan descanso


Algunos miembros del equipo no reconocen la necesidad de tomarse un descanso.
Los compañeros en un equipo son más propensos a sobrepasarse, debido a su contacto más
frecuente con colegas angustiados. Los demás miembros del equipo necesitan señalar el
problema a aquellas personas para que puedan tener tiempo de descanso con el fin de
recobrar el control de sí mismos antes de sufrir un daño serio.

Mientras el tema tiene que ser discutido de un a manera franca y directa, debe
hacerse todo el esfuerzo para que la persona comprenda que necesita un descanso. Sin
embargo, debido a que los miembros fundidos del equipo pueden arriesgar el funcionamiento
adecuado del equipo, si las personas no comprenden su problema, entonces tendrá que
pedírseles que tomen un descanso.

Posibles señales de advertencia de sobrepasarse

1) Exagerar al proveer los servicios.


2) Irritabilidad intensa si los compañeros de la Brigada de Primeros Auxilios Psicológicos
ofrecen consejos.
3) Enojo infundado.
4) Pérdida inexplicable frecuente del control emocional.
5) Agitación e inquietud excesivas.
6) Patrones perturbados de sueño.
7) Padecimiento crónicos de fatiga.
8) Pérdida de interés en el propio trabajo.
9) Retraimiento excesivo del contacto con otros.
148

10) Tratar de trabajar independientemente del equipo sin supervisión apropiada.


11) La creencia errónea de que las habilidades de uno son superiores a aquellas de todos
los otros miembros del equipo.

Ejercicios de deactivación
Un ejercicio de deactivación se realiza con un grupo pequeño estructurado (6-8
personas) de personas que normalmente trabajan juntas y que han sido expuestas a un
evento traumático y que se reúnen a discutir sobre el evento. Ocasionalmente, es necesario
combinar varios grupos de personal de respuesta a emergencias y juntarlos para un ejercicio
de deactivación, pero sólo se hace cuando todas las partes estuvieron involucradas juntas en
el mismo incidente.

Un ejercicio de deactivación es mucho menos organizado y más inmediato en su


aplicación.

Tales reuniones se hacen tan pronto como sea posible después de un evento
traumático y no más tarde de ocho horas después. Cuando ocurre un incidente
particularmente traumático en el comienzo de un turno y el personal debe trabajar por el
resto de ese turno, ayuda mucho juntar al grupo y proveer un ejercicio de deactivación. Por
otro lado, si ocurre un evento traumático al final del turno, es mejor proveer un ejercicio de
deactivación antes de que el grupo se vaya a su casa.

Los ejercicios de deactivación duran de 20-60 minutos y están destinados al grupo


central de trabajo que fue más seriamente afectado por los eventos.

Los ejercicios de activación y desmovilización usualmente pueden sustituirse unos a


otros. Uno de los dos se provee para un incidente, pero no los dos. Contrario a las
desmovilizaciones, los ejercicios de deactivación nunca se proveen en la escena del incidente.

Los servicios de seguimiento siempre son necesarios después de un ejercicio de deactivación


para asegurarse de que el personal esté manejando el estrés adecuadamente.

Un ejercicio de deactivación debe llevarse a cabo en un ambiente privado, callado y


confortable, libre de distracciones y lejos de la escena del incidente.

Metas
149

1) Proveer información sobre el incidente y las reacciones del personal.


2) Proveer información sobre las reacciones de tensión, el manejo del
estrés y los servicios de apoyo disponibles.
3) Reducir rápidamente la intensidad de las reacciones de un evento traumático.
4) Fortalecer la red social del grupo y reducir sentimientos de singularidad.
5) Establecer expectativas positivas sobre el futuro y fortalecer el valor del personal.
6) Evaluar el bienestar del personal involucrado para determinar la necesidad de los
servicios de seguimiento.

Un ejercicio de deactivación consta de tres (3) segmentos principales que están


entrelazados en una conversación libre sobre el evento traumático.

La fase de introducción, que usualmente toma de 5 a 10 minutos y permite que los


miembros del equipo de intervención se introduzcan, que se explique el proceso y se fijen
expectativas.

La fase de exploración toma de 10 a 35 minutos y permite que la experiencia traumática se


discuta a través de los hechos revelados por los participantes, por reacciones cognitivas y
emocionales y los síntomas de estrés relacionadas con el evento traumático.

La fase de información toma de 5 a 15 minutos y busca normalizar de forma cognitiva y


educar a los participantes sobre el estrés traumático.

Si un ejercicio de deactivación toma más de 60 minutos, lo más seguro es que sea


necesario repetir otro ejercicio de deactivación en los próximos días. Las personas que
asisten a este ejercicio pueden hablar o permanecer calladas, pero no se permite en ningún
momento tomar notas.

Esperamos que este entrenamiento sirva mucho a todo el que esté presto a formar
parte de estos grupos, para que así puedan ayudar como es debido a su prójimo y sientan la
satisfacción del deber cumplido.
150

Capítulo XII
Sumario y Conclusión

El trabajo actual pretende unir el campo de la desastrologia con la psiquiatría


comunitaria dentro del marco de la intervención en crisis. El libro esta dividido en tres
grandes temas: (1) teoría de la emergencia y el desastre, (2) teoría de crisis, y (3) el desarrollo
de brigadas en el ámbito local que puedan servir como agentes mitigantes en las
comunidades vulnerables. Esperamos que el lector pueda utilizar los conocimientos
adquiridos para desarrollar actividades comunitarias que preparen a la población para
responder en forma emocionalmente apropiada al ocurrir una emergencia o un desastre.

El uso de un libro de esta naturaleza se presta para técnicos que vana trabajar con la
comunidad en tiempos de emergencias y desastres. Este libro consiste de once capítulos que
discuten en detalle el ciclo de los desastres. El ciclo del estrés y la crisis. Se presenta también
una discusión sobre perdida, duelo y pena. Sigue discutiendo las secuelas psicológicas por
edad. Culmina el libro con un capitulo de Morales y González con relación a los trabajadores
de emergencias.
151

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