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¿Qué historia?
Progreso, pasado e instante salvador.
Publicado en traducción francesa en
EUROPE Revue Europeenne d’Histoire-European Review of History, Vol. 3, nº 1 (1996), 87-99
N.A. Berdiaev
1. Ambas en BENJAMIN, W., Discursos interrumpidos I, Madrid, 1987. Para quienes no empleen la edición
original en alemán conviene que consulten varias traducciones para superar, en la medida de lo posible, las
dificultades intrínsecas a una obra con un fuerte contenido filosófico y, en ocasiones, abstracto lenguaje.
1
Dos maneras de 'leer' la historia.
2. Ibid., 189. Esta descripción, extraída de las Tesis, se encuentra prácticamente en idénticos términos también
en “Historia y Coleccionismo: Eduard Fuchs”. Ibid., 92.
3. Ibid., 190.
4. "Toda representación dialéctica de la historia tiene como precio la renuncia a esa contemplación tan
característica del historicismo." Ibid, 91.
2
de su particular modelo de materialismo histórico no exento
como veremos de originalidad, críticas al modelo marxista
predominante y grandes dosis de heterodoxia5.
5. Un interesante artículo relacionado con esta cuestión es el de LÖWY, M., “Walter Benjamin and marxism”,
Monthly Review, Vol. 46, nº 9 (1995), 11-19. También puede verse FERNANDÉZ GIJÓN, E., Walter
Benjamin. Iluminación mística e iluminación profana, Valladolid, 1990, 53-59; LUCAS, A., El trasfondo
barroco de lo moderno, Madrid, 1992, 223-227.
6. BENJAMIN, W., Discursos interrumpidos, I, Madrid, 1987, 17.
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adoptó rasgos deterministas; la victoria del partido 'no podía
fallar"7.
7. Ibid., 112-123
8. Ibid., 121.
9. Ibid., 96-97.
10. Ibid., 184.
4
de sacrificio” necesarios para ejercer su papel de fuerza
redentora de las generaciones oprimidas11.
5
El progreso14
14. El apartado dedicado al progreso es deudor de lo publicado anteriormente por mí en otro artículo titulado
“La idea del progreso como lastre en las filosofías de la historia. Walter Benjamin y Norberto Bobbio”,
Historia a debate, (3 Vol.), Santiago de Compostela, 1995. T-I, 237-248.
15. Una bibliografía útil para acercarse a esta cuestión es la siguiente: LE GOFF, J., Pensar la historia,
Barcelona, 1991 (Turin, 1977); BERDIAEV, N., El sentido de la historia, Madrid, 1971; BURY, J., La idea
del progreso, Madrid, 1971; STENT, G.S.,. Las paradojas del progreso, Barcelona, 1986; MARAVAL, J.A.,
Antiguos y modernos, Madrid, 1986; CAMPILLO, A., Adiós al progreso, Barcelona, 1985; POMIAN, K., El
orden del tiempo, Barcelona, 1990; LE GOFF, J., El orden de la memoria, Barcelona, 1991; NISBET, R.,
Historia de la idea de progreso, Barcelona, 1981.
16. "Tanto la sociedad como el pensamiento modernos, se han regido por la lógica del progreso. Se trata de una
lógica contradictoria, ya que el progreso se les ha propuesto a los hombres como una liberación y al mismo
tiempo, se les ha impuesto como una dominación." CAMPILLO, A., op. cit., 69.
17. Como veremos más adelante otro autor, Nicolai Berdiaev, elaborará en los años veinte una filosofía de la
historia en cierta medida similar en su análisis de la idea del progreso.
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La crítica central al concepto del progreso es que éste
constituye un lastre para la historia a la que convierte en un
camino recto y eterno que no sirve sino para mantener las
posiciones de vencedores y vencidos. La subsistencia de esa
idea, agazapada en la filosofía de la historia de todas las
corrientes contemporáneas -incluido particularmente el
materialismo histórico-, tiene como efecto principal producir
una seguridad falsa en el futuro que convierte a éste en algo
ya prefigurado y que adquiere un valor providencial. Así
constituida la idea del progreso, su influencia convierte a la
historia en una cómoda y escasamente comprometedora atalaya
desde la que observar el devenir histórico -y en el mejor de
los casos anunciarlo-, y que permite al historiador rehuir su
obligado papel de compromiso con el presente y el futuro de la
historia.
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él relaciona con los poderes de la Segunda Internacional. La
imagen distribuida desde el Komintern –el órgano de dirección
internacional de los partidos comunistas- será la de una fe
inagotable e indestructible en la cercana realización del
futuro deseado20. Benjamin desmonta a la vez las visiones del
futuro propias de la filosofía idealista de la historia, y las
provenientes de las filas del materialismo. En la tesis XI
critica despiadadamente a Dietzgen y su mitificación del
trabajo como redentor de la clase obrera hacia el futuro.
“Este concepto marxista vulgarizado de lo que es el trabajo no
se pregunta con la calma necesaria por el efecto que su propio
producto hace a los trabajadores en tanto no puedan disponer
de él. Reconoce únicamente los progresos del dominio de la
naturaleza, pero no quiere reconocer los retrocesos de la
sociedad”21. Antes había criticado las concepciones que
llevaban a pensar que el desarrollo técnico formaba parte de
la evolución globalmente positiva para el conjunto de la
humanidad. De aquí -señala Benjamin- a aceptar la bondad-
ilusión de que el trabajo en las industrias -situado en la
perspectiva del avance técnico-, es positivo en sí mismo para
la clase obrera, había un solo paso. Esta confusión la achaca,
en parte, a los propios fundadores del marxismo: “Ya el
<<Programa de Ghota>> lleva consigo huellas de este embrollo.
Define el trabajo como <<la fuente de toda riqueza y toda
cultura>>“22.
20. Sobre unilinealidad y marxismo puede verse: WOOD, E.M., “El marxismo y el curso de la historia”, Zona
Abierta, 33 (1984), 1-20
21. BENJAMIN, W., op. cit., 185.
22. Ibid., 184.
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recorriendo por su propia virtud una órbita recta o en forma
espiral), Benjamin responde con la afirmación de que dichos
“predicados son controvertibles y en cada uno de ellos podría
iniciarse la crítica. Pero si ésta quiere ser rigurosa, deberá
buscar por detrás de todos esos predicados y dirigirse a algo
que les es común. La representación de un progreso del género
humano en la historia es inseparable de la representación de
la prosecución de ésta a lo largo de un tiempo homogéneo y
vacío. La crítica a la representación de dicha prosecución
deberá constituir la base de la crítica a tal representación
del progreso”23.
23.Ibid., 187.
24. Y esto a pesar de las extendidas opiniones en contra.“Benjamin estaba amargamente convencido de la
inviabilidad de cualquier salida esperanzada para la humanidad. Su lucha era una protesta que de antemano sabía
tenía todas las de perder. A pesar de ello luchaba.” LUCAS, A., op. cit., 225. De dar por buena esta apreciación
deberíamos convenir en la inutilidad, por innecesaria, de la actividad reflexiva y creadora de Benjamin. No, el
pesimismo presente en sus escritos no está exento de esperanza, aunque ésta sea de corte mesiánico.
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interpretación de la historia es esencialmente dialéctica y no
evolucionista, y la crítica a las concepciones del tiempo
histórico como tiempo lineal y vacío -concepciones de las que
al menos en parte participaba el pensamiento marxista a él
contemporáneo-, no le impiden participar de una cierta
esperanza en el futuro. Esta visión no es la de un futuro
garantizado y ya escrito, sino la de un por-venir desconocido
y por ello productor de desasosiego en el que el hombre ha de
intervenir para no perder la esperanza. Es al hombre a quien
corresponde esa titánica tarea de mantener en tensión la
relación entre la historia y la construcción del futuro desde
la actualidad.
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imagen de la historia, o mejor del Angel de la Historia
avanza, de espaldas, hacia el futuro, empujado por una
tormenta, la tormenta del progreso, que le impide ver dónde se
encamina pero que le obliga a observar los destrozos
amontonados en el pasado y, por lo tanto, los destrozos que
previsiblemente quedan por amontonar en el futuro y que es
posible evitar. Vista así la Historia aparece como algo frágil
y si nos aterra no es porque su imagen sea aterradora sino por
su propia debilidad, por su propio miedo: la debilidad de la
historia ante el progreso que la arrastra y que transmite su
miedo a quien observa el cuadro27.
le suponemos incluso el ademán- detenerse y recomponer lo despedazado; por último, vemos al ángel irse
empujado hacia el futuro. La complejidad de la acción y sobre todo de las ideas que sugiere, es enorme.
27. “No es ‘aterrador’ en el sentido de Rilke. Tiene miedo. Toda nueva contemplación de este cuadro
naturalmente indisociable del conocimiento de la Tesis de Benjamin, ha confirmado esta impresión: tiene
miedo. Y, sin embargo, es un ángel. Un Angel de la Historia”. MAYER, H., op. cit., 79.
28. TIEDEMANN, R., Etudes sur la philosophie de Walter Benjamin, Paris, 1987, 141-142.
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No sólo el movimiento de las ideas, sino su detención forma
parte del pensamiento”29.
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Si la modernidad se caracteriza por su resuelta e
irrenunciable orientación hacia el futuro, la reflexión
benjaminiana sobre el porvenir se afianza en el pasado, como
refleja el contenido de las Tesis. El presente y el futuro
tienen una deuda pendiente con esos montones de ruinas sobre
ruinas situadas a los pies de la historia que menciona la
tesis IX, y la obligación de saldarla se transforma en el
motor mismo de la historia. Sólo en la medida en que ese
pasado se integre y reinterprete en clave de futuro liberador
podrá pagarse esa deuda. Es el nuevo papel otorgado por Walter
Benjamin a la historia y a los historiadores.
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nosotros, nos ha sido dada una débil fuerza mesiánica sobre la
que el pasado exige derechos."33
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ofrecida por aquellos. Más que dar, quienes se ocupen de la
tarea de hacer justicia a la historia, reciben. En el acto de
libertar, somos libertados por quienes permanecían atrapados
por la historia-catástrofe.
36. BENJAMIN, W., op. cit, 180-181. Las resonancias a la conocida frase de Lenin que aludía a la tarea
revolucionaria de “incendiar la pradera” con una chispa, son evidentes.
37. HABERMAS, J., op. cit, 23. El papel trascendental jugado por la memoria en el pensamiento de Benjamin
y su consiguiente crítica de fondo a la concepción cartesiana de la historia es reflejado con acierto por Reyes
Mate cuando dice:
“Sólo si se passa de una concepción de la historia como ciencia a otra de la historia como recuerdo, sólo
entonces se puede salvar del olvido el pasado. (...) La ciencia y la memoria se comportan respecto al pasado de
manera diametralmente distinta. Lo que aquella da por cancelado, ésta lo entiende como pendiente.” MATE, R.,
op. cit., 209-210.
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que no rehuye en la lucha de clases el empleo de la violencia,
Benjamin reclama para las víctimas, aludiendo a Marx, el papel
de clase vengadora “que lleva hasta el final la obra de
liberación en nombre de generaciones vencidas”38. La tesis en
que se expresa esta idea, la XII, enuncia por vía negativa la
necesidad del odio, alimentado por el pasado doliente, como
caudal de la fuerza redentora. Al criticar el empeño de la
socialdemocracia en hacer de la clase obrera la fuerza
liberadora de las generaciones futuras, afirma que “con ello
ha cortado los nervios de su fuerza mejor. La clase
desaprendió en esta escuela tanto el odio como la voluntad de
sacrificio”. La generalmente pesimista visión de Walter
Benjamin se muestra aquí nítida al ofrecer como motor de la
redención tan sólo el odio por el llanto acumulado por las
víctimas de ayer (Y, sólamente como una consecuencia añadida,
la esperanza). Es preciso entender, en cualquier caso, esta
caracterización de la fuerza transformadora como esencialmente
teórica, que no abstracta: Benjamin propone una especie de
odio a la acción de los triunfadores a lo largo de la
historia, a su papel, a sus responsabilidades. Un odio
histórico que en mi opinión no permite críticas que tratan de
emparentarlo de algún modo con políticas de corte autoritario,
con la violencia e incluso con el terrorismo39. Un odio que se
nutre del fracaso, de la suma de derrotas y de la necesidad de
justicia más que del ansia de victorias venideras, tal vez por
que aquellas impulsan el ansia irrefrenable de poner fin a una
historia insoportable.
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La detención mesiánica o el instante salvador
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grupos terroristas de los años setenta42. Desde otros puntos de
vista su carga teológico-mesiánica, unida a los componentes
marxistas implícitos en su discurso, sirven para establecer
comparaciones con la teología de la liberación latinoamericana
de los años 8043.
42. ROCHLITZ, R., op. cit., 271: “Le recours à une politique autoritaire, indissociable du concept d’etat
d’exception forgé par Carl Schmitt, se comprend dans le context désespéré du nazisme triomphant en Europe;
mais contrairement à ce que sous-entend la formulation de Benjamin, il ne peut ëtre généralisé au-delà de cette
situation. Si l’etat d’exception est la règle, il n’y a en effet pas d’autre politique sensée que celle du pire.”
43. LÖWY. M. “El marxismo de Walter Benjamin”, Debats, 42 (1992), 106.
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importante de la modernidad, cuyo eje es la filosofía
racionalista de la Historia.
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No quisiera acabar este apartado sin mencionar brevemente
las concomitancias entre las reflexiones de Benjaminm y las
emitidas unos años antes desde una perspectiva cristiana por
Berdiaev47. Ambos coinciden en una buena parte de las críticas
a la idea del progreso y al papel del pasado.
47. Nicolai Alexandrovich BERDIAEV (Kiev, 1874-París,1948) primero simpatizante del marxismo y luego
crítico de su teoría y praxis desde posiciones religiosas, elabora una visión del mundo desde postulados
cristianos. Es expulsado de la URSS en 1922 viviendo durante diversos períodos en Berlín y París. Destacan
notablemente sus reflexiones sobre el progreso y el fin de la historia, publicadas en El sentido de la historia,
Madrid, 1979.
48. Las citas de Berdiaev en la obra citada se encuentran en el capítulo titulado “La teoría del progreso y el fin
de la historia”, páginas 165-182
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49. Cuando termino este artículo acaba de ser forzada a la rendición la ciudad de Zepa, en Bosnia. Una catástrofe
tras otra se acumula no a los pies, sino en el corazón de Europa.
50 El carácter trascendente de la reflexión benjaminiana ha permitido que su obra continuase jugando un cierto
papel de sugerencia pasado el tiempo. En la última década diversos pensadores en la historia han avanzado un
paso señalando no ya que la idea del progreso carece de sentido, sino que el mismo concepto de historia como
linealidad está en entredicho. Es lo que puede comprobarse en las obras últimas de FONTANA, J., La historia
después del fin de la historia, Barcelona, 1992, CAMPILLO, A., ‘Historia y naturaleza. De la idea de progreso
a la idea de variación”, Las Otras Historias,I (1987), 95-124; y VATTIMO, G., Etica de la interpretación,
Barcelona, 1991, por poner algunos ejemplos. Mientras que Fontana dice: Y, lo mismo que ha estallado la
imagen laplaciana del cosmos, lo ha hecho (...) la visión lineal de la historia como un ascenso continuado de la
barbarie al progreso, que heredamos hace dos siglos del optimismo burgués y que comienza a ser hora de
arrinconar.” Op. cit., 31; para Campillo, “Hay, pues, continuidad, pero no se trata de una continuidad
preestablecidad, necesaria y ascendente. Hay , pues, evolución, pero no progreso. Cada uno de los pasos supone
una desviación, un desorden, una anomalía, una variación”. Op. cit., 115. Apoyándose precisamente en las
Tesis de Benjamin dirá Vattimo que “...el progreso deja de tener sentido, como dogma del sentido de la
historia, porque es la historia misma como curso lineal unitario lo que se vuelve inconcebible, si no es al precio
de una gran violencia ideológica”. Op. cit., 102. Finalmente para Bermejo, “El progreso se convierte en una
categoría irracional cuando se plantea de un modo unitario y global”, BERMEJO BARRERA, J. C.,
Psicoanálisis del conocimiento histórico, Madrid, 1983, 86.
21
perspectiva heterodoxa- era percibido por diversos sectores
intelectuales y sociales como uno de los pocos instrumentos
teóricos capaces de interpretar y transformar la historia. Son
reflexiones, por otro lado, hechas desde la implicación de
quien habla, una posición cada vez más extraña al mundo de los
historiadores y filósofos de profesión. La cómoda actitud
intelectual desde la que habitualmente se ejerce la labor de
pensar, se transforma en Benjamin en una relación dinámica y
dialéctica entre teoría y práctica y -referiéndome en
particular a su idea del progreso, del pasado y del estado de
excepción-, comprometida con una perspectiva que sin rehuir la
independencia de criterio y el riesgo teórico, le sitúa
decididamente del lado de los vencidos. Y, no hay que
olvidarlo, en unos tiempos –los años treinta- en que éstos
estaban siendo, de nuevo, derrotados.
R. Muro
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