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Walter Benjamin:¿Qué materialismo?

¿Qué historia?
Progreso, pasado e instante salvador.
Publicado en traducción francesa en
EUROPE Revue Europeenne d’Histoire-European Review of History, Vol. 3, nº 1 (1996), 87-99

Juan Robert MURO ABAD


Universidad del País Vasco

“Ninguna perfección futura puede


justificar los padecimientos de todas
las generaciones precedentes.”

N.A. Berdiaev

Para quienes nos ocupamos de la historia, la calidad y el


interés del pensamiento de Walter Benjamin estriban en la
riqueza de sus imágenes críticas hacia la concepción de la
historia dominante en su tiempo y, en buena medida, aún hoy en
día. En la actualidad, sus vigorosas imágenes siguen
sugiriendo e invitando a la reflexión, a la reconstrucción y a
su empleo renovador en el presente del historiador. En este
artículo voy a detenerme únicamente en algunos aspectos de su
filosofía de la historia tales como su idea del progreso, el
papel que asigna al tiempo (en particular al pasado), y en su
controvertida propuesta de detención mesiánica del mismo como
mecanismo revolucionario y redentor. Los materiales que
emplearé para ello serán, fundamentalmente, el artículo
"Historia y coleccionismo: Eduard Fuchs" y las "Tesis de
Filosofía de la historia"1.

1. Ambas en BENJAMIN, W., Discursos interrumpidos I, Madrid, 1987. Para quienes no empleen la edición
original en alemán conviene que consulten varias traducciones para superar, en la medida de lo posible, las
dificultades intrínsecas a una obra con un fuerte contenido filosófico y, en ocasiones, abstracto lenguaje.

1
Dos maneras de 'leer' la historia.

Para Benjamin dos son las maneras de contemplar la historia,


de leerla e interpretarla, de intervenir en ella desde el
presente: el historicismo y el materialismo histórico. Sobre
el primero emitirá en sus obras abundantes y sentidas
críticas; a propósito del segundo, en el que se alinea y con
el que comparte una importante proporción de contenidos,
reelaborará críticamente el concepto de progreso y propondrá
la incorporación a su cuerpo doctrinal de componentes
novedosos al marxismo como el de "estado de excepción" y el
del papel redentor del pasado.

Sobre el historicismo me interesa rescatar aquí algunos de


los rasgos con los que lo define negativamente Benjamin en sus
escritos. El primero es que este modo de entender la historia
plantea una imagen "eterna" del pasado, o dicho de otro modo,
eternamente inmóvil del acontecer pasado de la humanidad. Con
sorna Benjamin habla del "érase una vez" del historicismo,
claramente alusivo a los relatos infantiles contados del mismo
modo generación tras generación2. El segundo rasgo subrayado es
que el historicismo carece de teoría que lo sustente
limitándose a ser una simple suma de todos los acontecimientos
que han tenido lugar en el pasado."Su procedimiento es
aditivo: proporciona una masa de hechos para llenar el tiempo
homogéneo y vacío."3 Un tercer rasgo típico del historicismo,
tal y como lo define Benjamin, es su carácter eminentemente
contemplativo y su renuncia a interpretar la historia como
material constructivo4. Lo acontecido es material inamovible,
yerto, que podemos observar pero con cuya materia nada podemos
hacer en el presente.

Esta visión del historicismo y de las filosofías de la


historia positivas nos abre la puerta a la breve descripción

2. Ibid., 189. Esta descripción, extraída de las Tesis, se encuentra prácticamente en idénticos términos también
en “Historia y Coleccionismo: Eduard Fuchs”. Ibid., 92.
3. Ibid., 190.
4. "Toda representación dialéctica de la historia tiene como precio la renuncia a esa contemplación tan
característica del historicismo." Ibid, 91.

2
de su particular modelo de materialismo histórico no exento
como veremos de originalidad, críticas al modelo marxista
predominante y grandes dosis de heterodoxia5.

Su adscripción a esta corriente del pensamiento no deja en


sus obras lugar a dudas por ser desde ella precisamente desde
la que se habla, desde la que se emite el discurso. Una visión
general puede verse por ejemplo en el prólogo a "La obra de
arte en la época de su reproductibilidad técnica"6.

Pero en el presente artículo, más que señalar la adscripción


general de Benjamin al materialismo histórico y dialéctico,
dada por buena además de por él mismo, en mayor o menor medida
por cuantos han estudiado su obra, me interesa señalar algunas
de las peculiaridades del mismo y aquellos aspectos en los que
con su crítica se desmarcaba del modelo dominante de
interpretación de Marx en las primeras décadas del siglo XX.
Estos son, además, los rasgos de su pensamiento que conservan
hoy un valor sustancial para nuestra propia reflexión
contemporánea.

Critica en primer lugar Benjamin las adherencias negativas


que el marxismo ha ido recibiendo y su trascendencia práctica,
como ocurre cuando subraya las repercusiones del darwinismo
sobre la concepción socialista de la historia. Si en un
principio aquella teoría tuvo una positiva incidencia,
favoreciendo la confianza inquebrantable de los militantes
socialistas en el futuro, posteriormente, con la llegada del
revisionismo "la consideración evolucionista de la historia
carga tanto más las tintas en cuanto a la evolución cuanto
menos estaba dispuesto el partido a jugarse lo que había
logrado en su movilización contra el capitalismo. La historia

5. Un interesante artículo relacionado con esta cuestión es el de LÖWY, M., “Walter Benjamin and marxism”,
Monthly Review, Vol. 46, nº 9 (1995), 11-19. También puede verse FERNANDÉZ GIJÓN, E., Walter
Benjamin. Iluminación mística e iluminación profana, Valladolid, 1990, 53-59; LUCAS, A., El trasfondo
barroco de lo moderno, Madrid, 1992, 223-227.
6. BENJAMIN, W., Discursos interrumpidos, I, Madrid, 1987, 17.

3
adoptó rasgos deterministas; la victoria del partido 'no podía
fallar"7.

La crítica de fondo se extiende a las concepciones


socialdemócratas que impregnaban el socialismo de un
determinismo paralizante. Por ejemplo cuando se da por bueno
esa opinión, "tan extendida como necesitada de una revisión,
según la cual las revoluciones burguesas, tal y como la
burguesía las celebra, representan el árbol genealógico de la
proletaria"8. Concepción que, además de mostrarse teñida de un
evolucionismo determinista, embellecía notablemente a las
revoluciones burguesas presentándolas como las ‘madres’
necesarias e inevitables de las socialistas. O cuando, en un
alarde verdaderamente esclarecedor de lo que iba a predominar
en el futuro en el mundo de la ciencia y la cultura, critica
la escasa profundidad dada por la socialdemocracia a su
consigna de saber es poder (que se enfrentaba a la de trabajo
y cultura propuesta por las que él llama "asociaciones devotas
del estado"), y su incapacidad para penetrar en el sentido
profundo del término saber. "Opinaba que el mismo saber que
corroboraba el dominio de la burguesía sobre el proletariado,
capacitaría a éste para liberarse de dicho dominio." 9
Criticaba, en fin, a quienes consideran que el saber carece de
contenidos ideológicos.

La crítica al marxismo vulgar realizada por Benjamin se


completa con dos cuestiones que desarrollaremos más adelante.
La primera es la responsabilidad de la socialdemocracia, al
participar ciegamente de la idea del progreso, en la
degradación de la conciencia obrera. El desarme ideológico que
tal aceptación implica es expresado así: "Nada ha corrompido
tanto a los obreros alemanes como la opinión de que están
nadando con la corriente."10 La otra cuestión está en relación
al desaprendizaje obrero “tanto del odio como de la voluntad

7. Ibid., 112-123
8. Ibid., 121.
9. Ibid., 96-97.
10. Ibid., 184.

4
de sacrificio” necesarios para ejercer su papel de fuerza
redentora de las generaciones oprimidas11.

Precisamente de las anteriores críticas nacen los aspectos


positivos subrayados por Benjamin como específicos del
materialismo histórico. En primer lugar su compromiso con la
crítica profunda al pasado concebido por el historicismo como
botín de los triunfadores. En el pasado Benjamin ve a las
víctimas de los dominadores, víctimas que siguen siendo tales
con el paso del tiempo. Por ello propone como alternativa la
imagen de que el cometido del materialista es "pasarle a la
historia el cepillo a contrapelo"12. En segundo lugar Benjamin
destaca el papel eminentemente constructivo del materialismo,
frente al carácter contemplativo del historicismo, cuestión
esta ya mencionada. Por último es imprescindible subrayar la
riqueza de matices que él atribuye a los objetivos históricos
propuestos por el materialismo histórico y que, desde mi punto
de vista, describe con el nivel poético más elevado de las
Tesis (curiosamente en un momento histórico y personal -en
torno a 1940-, cargado de dolor y de heridas abiertas). Así -
nos dirá-, la lucha de clases se establece por las cosas
materiales sin las que las finas y espirituales no existen.
Pero, estas cosas "finas y espirituales" están presentes
también en la lucha de clases aunque no como "nos
representaríamos un botín que le cabe en suerte al vencedor".
Es decir, no como libros, cuadros, esculturas o museos: "Están
vivas en ella como confianza, como coraje, como humor, como
astucia, como denuedo, y actúan retroactivamente en la lejanía
de los tiempos."13

Después de esta breve introducción al heterodoxo modelo de


materialismo presente en las reflexiones de Walter Benjamin,
veamos ahora los rasgos específicos de sus aportaciones al
mismo a través de sus ideas sobre el progreso, el pasado y la
detención mesiánica.

11. Ibid., 186.


12. Ibid., 182.
13. Ibid., 179.

5
El progreso14

Idea central en la reflexión benjaminiana sobre la historia,


la del progreso se ha convertido a lo largo de todo el siglo
XX en motivo de debate para filósofos e historiadores15. Si
bien la idea simplista que equiparaba progreso a evolución
lineal, general, continua e irreversible, no goza de muchos
defensores, la mayor parte de los estudiosos dan por bueno el
hecho de que la idea del progreso ha penetrado en el alma del
pensamiento contemporáneo. De este hecho se extrae la
consecuencia de que tal idea se convierte en un peso muerto
que dificulta a las teorías de la historia una reflexión
verdaderamente libre sobre el futuro16.

La idea del progreso es uno de los elementos configuradores


del peculiar materialismo de Walter Benjamin. Sus dudas y
críticas acerca del progreso, emitidas en los años treinta
desde las propias filas del marxismo, adquieren valor neto no
sólo por la escasez de casos comparables sino por la propia
calidad de las mismas17. El pensamiento de Benjamin tiene el
valor de la sugerencia y lo novedoso en tiempos en que la
reflexión teórica en las filas del marxismo, si no
desacreditada, sí estaba al menos, desplazada de sus tareas
preeminentes, fundamentalmente orientadas hacia la práctica
política.

14. El apartado dedicado al progreso es deudor de lo publicado anteriormente por mí en otro artículo titulado
“La idea del progreso como lastre en las filosofías de la historia. Walter Benjamin y Norberto Bobbio”,
Historia a debate, (3 Vol.), Santiago de Compostela, 1995. T-I, 237-248.
15. Una bibliografía útil para acercarse a esta cuestión es la siguiente: LE GOFF, J., Pensar la historia,
Barcelona, 1991 (Turin, 1977); BERDIAEV, N., El sentido de la historia, Madrid, 1971; BURY, J., La idea
del progreso, Madrid, 1971; STENT, G.S.,. Las paradojas del progreso, Barcelona, 1986; MARAVAL, J.A.,
Antiguos y modernos, Madrid, 1986; CAMPILLO, A., Adiós al progreso, Barcelona, 1985; POMIAN, K., El
orden del tiempo, Barcelona, 1990; LE GOFF, J., El orden de la memoria, Barcelona, 1991; NISBET, R.,
Historia de la idea de progreso, Barcelona, 1981.
16. "Tanto la sociedad como el pensamiento modernos, se han regido por la lógica del progreso. Se trata de una
lógica contradictoria, ya que el progreso se les ha propuesto a los hombres como una liberación y al mismo
tiempo, se les ha impuesto como una dominación." CAMPILLO, A., op. cit., 69.
17. Como veremos más adelante otro autor, Nicolai Berdiaev, elaborará en los años veinte una filosofía de la
historia en cierta medida similar en su análisis de la idea del progreso.

6
La crítica central al concepto del progreso es que éste
constituye un lastre para la historia a la que convierte en un
camino recto y eterno que no sirve sino para mantener las
posiciones de vencedores y vencidos. La subsistencia de esa
idea, agazapada en la filosofía de la historia de todas las
corrientes contemporáneas -incluido particularmente el
materialismo histórico-, tiene como efecto principal producir
una seguridad falsa en el futuro que convierte a éste en algo
ya prefigurado y que adquiere un valor providencial. Así
constituida la idea del progreso, su influencia convierte a la
historia en una cómoda y escasamente comprometedora atalaya
desde la que observar el devenir histórico -y en el mejor de
los casos anunciarlo-, y que permite al historiador rehuir su
obligado papel de compromiso con el presente y el futuro de la
historia.

La estrecha relación teoría-práctica que, pese a la


dificultad por captarla a quien se adentre en su obra, penetra
la preocupación de Benjamin en relación a la filosofía de la
historia, le lleva a mostrar su escepticismo desde posiciones
netamente ideológico-políticas, ante el determinismo de
quienes piensan que el progreso de la sociedad humana es
inevitable. “La concepción determinista se empareja por tanto
con un optimismo firme. Sin confianza ninguna clase podrá a la
larga intervenir políticamente con éxito. Pero es diferente
que el optimismo valga para la capacidad de acción de la clase
o concierna a las circunstancias bajo las cuales opera. La
socialdemocracia propendía al segundo y cuestionable
optimismo”18.

En sus Tesis sobre filosofía de la historia19 Benjamin


desgrana los principales rasgos de su caracterización crítica
de la idea del progreso y sus consecuencias. En ellas sus
críticas se dirigen a la visión doctrinaria del marxismo que

18.BENJAMIN, W., op. cit, p. 114.


19. Sobre si las Tesis sobre filosofía de la historia constituyen o no una obra acabada, existe una cierta
polémica. Al parecer Adorno las consideraba un borrador. Por contra Mayer que es quien cita esta información,
aporta datos en defensa de que fueran un trabajo finalizado. Ver MAYER, H., “Walter Benjamin. El
Contemporáneo”, Suplemento a Debats, 42 (1992), Valencia, 73-74.

7
él relaciona con los poderes de la Segunda Internacional. La
imagen distribuida desde el Komintern –el órgano de dirección
internacional de los partidos comunistas- será la de una fe
inagotable e indestructible en la cercana realización del
futuro deseado20. Benjamin desmonta a la vez las visiones del
futuro propias de la filosofía idealista de la historia, y las
provenientes de las filas del materialismo. En la tesis XI
critica despiadadamente a Dietzgen y su mitificación del
trabajo como redentor de la clase obrera hacia el futuro.
“Este concepto marxista vulgarizado de lo que es el trabajo no
se pregunta con la calma necesaria por el efecto que su propio
producto hace a los trabajadores en tanto no puedan disponer
de él. Reconoce únicamente los progresos del dominio de la
naturaleza, pero no quiere reconocer los retrocesos de la
sociedad”21. Antes había criticado las concepciones que
llevaban a pensar que el desarrollo técnico formaba parte de
la evolución globalmente positiva para el conjunto de la
humanidad. De aquí -señala Benjamin- a aceptar la bondad-
ilusión de que el trabajo en las industrias -situado en la
perspectiva del avance técnico-, es positivo en sí mismo para
la clase obrera, había un solo paso. Esta confusión la achaca,
en parte, a los propios fundadores del marxismo: “Ya el
<<Programa de Ghota>> lleva consigo huellas de este embrollo.
Define el trabajo como <<la fuente de toda riqueza y toda
cultura>>“22.

En su crítica a la predominante concepción del progreso los


aspectos teóricos y prácticos van estrechamente unidos. A los
rasgos con que la socialdemocracia había conformado su
dogmático concepto de progreso (a saber, como resume en tres
predicados en la tesis XIII: el progreso es de la humanidad
misma -no sólo de sus destrezas y conocimientos-, es
inconcluíble -en correspondencia con la infinita
perfectibilidad humana- y es esencialmente incesante -

20. Sobre unilinealidad y marxismo puede verse: WOOD, E.M., “El marxismo y el curso de la historia”, Zona
Abierta, 33 (1984), 1-20
21. BENJAMIN, W., op. cit., 185.
22. Ibid., 184.

8
recorriendo por su propia virtud una órbita recta o en forma
espiral), Benjamin responde con la afirmación de que dichos
“predicados son controvertibles y en cada uno de ellos podría
iniciarse la crítica. Pero si ésta quiere ser rigurosa, deberá
buscar por detrás de todos esos predicados y dirigirse a algo
que les es común. La representación de un progreso del género
humano en la historia es inseparable de la representación de
la prosecución de ésta a lo largo de un tiempo homogéneo y
vacío. La crítica a la representación de dicha prosecución
deberá constituir la base de la crítica a tal representación
del progreso”23.

Del profundo distanciamiento de Benjamin hacia el concepto


de progreso se podría deducir una renuncia al pensamiento
utópico, a la utopía e incluso a la esperanza. Sus
posicionamientos filosóficos le distancian de la visión del
futuro del marxismo vulgar tanto como del historicismo
positivista, pero ello no evidencia que se haya desprendido
del principio de esperanza o del optimismo de futuro24. De
hecho, como hemos visto, Benjamin diferencia entre el
optimismo aplicado a la actividad humana transformadora y a
las circunstancias que esa actividad debe alterar. Benjamin se
desmarca no tanto del muy elemental pensamiento marxista sobre
la idea del progreso sino sobre la sacralización que la
oficialidad marxista pensante había aprobado del concepto, lo
cual había empujado al materialismo histórico a un papel
escasamente dinámico y original en las transformaciones
sociales y esencialmente sancionador, no generador ni creador
en lo referente a la teoría histórica. Su vinculación al
materialismo le permite valorar la capacidad de intervención
del hombre en el presente y en un futuro aún no escrito, para
construir el cual existen al menos algunos instrumentos
intelectuales dentro del propio materialismo. Su

23.Ibid., 187.
24. Y esto a pesar de las extendidas opiniones en contra.“Benjamin estaba amargamente convencido de la
inviabilidad de cualquier salida esperanzada para la humanidad. Su lucha era una protesta que de antemano sabía
tenía todas las de perder. A pesar de ello luchaba.” LUCAS, A., op. cit., 225. De dar por buena esta apreciación
deberíamos convenir en la inutilidad, por innecesaria, de la actividad reflexiva y creadora de Benjamin. No, el
pesimismo presente en sus escritos no está exento de esperanza, aunque ésta sea de corte mesiánico.

9
interpretación de la historia es esencialmente dialéctica y no
evolucionista, y la crítica a las concepciones del tiempo
histórico como tiempo lineal y vacío -concepciones de las que
al menos en parte participaba el pensamiento marxista a él
contemporáneo-, no le impiden participar de una cierta
esperanza en el futuro. Esta visión no es la de un futuro
garantizado y ya escrito, sino la de un por-venir desconocido
y por ello productor de desasosiego en el que el hombre ha de
intervenir para no perder la esperanza. Es al hombre a quien
corresponde esa titánica tarea de mantener en tensión la
relación entre la historia y la construcción del futuro desde
la actualidad.

Quizás la tesis que más interés posea para reconstruir la


imagen benjaminiana del progreso sea la IX, conocida como
Angelus Novus y que reproducimos a continuación25.

“Hay un cuadro de Klee que se llama Angelus Novus. En él se


representa a un ángel que parece como si estuviese a punto de alejarse
de algo que le tiene pasmado. Sus ojos están desmesuradamente
abiertos, la boca abierta y extendidas las alas. Y este deberá ser el
aspecto del ángel de la historia. Ha vuelto el rostro hacia el pasado.
Donde a nosotros se nos manifiesta una cadena de datos, él ve una
catástrofe única que amontona incansablemente ruina sobre ruina,
arrojándolas a sus pies. Bien quisiera él detenerse, despertar a los
muertos y recomponer lo despedazado. Pero desde el paraíso sopla un
huracán que se ha enredado en sus alas y que es tan fuerte que el
ángel ya no puede cerrarlas. Este huracán le empuja irreteniblemente
hacia el futuro, al cual da la espalda, mientras que los montones de
ruinas crecen ante él hasta el cielo. Ese huracán es lo que nosotros
llamamos progreso”

No resulta nada sencilla no ya la interpretación del sentido


de esta tesis, sino de la imagen visual misma26. En ella la

25.BENJAMIN, W., op. cit., 183.


26.Y no resulta fácil interpretar el movimiento del ángel en la alegoría benjaminiana, entre otras cosas porque,
en una sola imagen, Benjamin nos propone tres acciones realizadas casi al unísono, convirtiendo el análisis
formal en rompecabezas. Por un lado vemos al ángel alejarse de algo que le tiene pasmado; por otra él quisiera -

10
imagen de la historia, o mejor del Angel de la Historia
avanza, de espaldas, hacia el futuro, empujado por una
tormenta, la tormenta del progreso, que le impide ver dónde se
encamina pero que le obliga a observar los destrozos
amontonados en el pasado y, por lo tanto, los destrozos que
previsiblemente quedan por amontonar en el futuro y que es
posible evitar. Vista así la Historia aparece como algo frágil
y si nos aterra no es porque su imagen sea aterradora sino por
su propia debilidad, por su propio miedo: la debilidad de la
historia ante el progreso que la arrastra y que transmite su
miedo a quien observa el cuadro27.

La interpretación de la tesis IX también permite abordar una


profunda crítica a todas las filosofías de la historia que se
muestran incapaces de otra cosa que no sea de ver en el pasado
una cadena de datos. Y, más aún, a quienes ignorando el
amontonamiento de las catástrofes pasadas ignoran igualmente
las del momento presente. “La critique de la philosophie
traditionelle de l’histoire lui reproche d’ignorer les ruines
qui s’amoncellent dans son dos, tandis qu’elle regarde
joyeusement vers l’avenir; elle lui reproche d’ignorer la
catastrophe actuelle”28.

Y es que el pasado es elemento central -y diferenciador


respecto al resto de las interpretaciones- en su reflexión
sobre el progreso. Sin comprender el pasado y hacerlo suyo -
rehacerlo más bien-, es imposible comprender el futuro e
intervenir adecuadamente en el presente. El historicismo se
limita a llenar el pasado homogéneo y vacío mediante una masa
de hechos. Nada se crea. “En la base de la historiografía
materialista hay por el contrario un principio constructivo.

le suponemos incluso el ademán- detenerse y recomponer lo despedazado; por último, vemos al ángel irse
empujado hacia el futuro. La complejidad de la acción y sobre todo de las ideas que sugiere, es enorme.
27. “No es ‘aterrador’ en el sentido de Rilke. Tiene miedo. Toda nueva contemplación de este cuadro
naturalmente indisociable del conocimiento de la Tesis de Benjamin, ha confirmado esta impresión: tiene
miedo. Y, sin embargo, es un ángel. Un Angel de la Historia”. MAYER, H., op. cit., 79.
28. TIEDEMANN, R., Etudes sur la philosophie de Walter Benjamin, Paris, 1987, 141-142.

11
No sólo el movimiento de las ideas, sino su detención forma
parte del pensamiento”29.

La intención más profunda de Walter Benjamin, incompatible


con la concepción lineal del progreso y con su inevitabilidad,
es la exacerbación de la contradicción entre el materialismo
histórico y el historicismo, el positivismo y las filosofías
de la historia idealistas, por medio de despegar las
excrecencias a pegadas a aquel que limitaban su capacidad de
análisis, su carácter radical transformador y su capacidad de
intervenir en el presente-que-mira-al-futuro30.

En relación con el materialismo sus reflexiones persiguen


criticar la aceptación de la historia por el marxismo como un
recorrido inevitable hacia el triunfo del socialismo. La
profunda crítica elaborada por Benjamin tiene el enorme valor
de mostrarnos que el futuro es transitable por una vía
diferente por la que imparablemente caminaba desde siglos
atrás. Una nueva vía que junto al progreso, nos proponía el
regreso o retroceso y, también su propia propuesta: la
extracción de fuerzas revolucionarias en el pasado herido de
la humanidad para, con ellas, detener la historia en un
instante redentor.

El pasado y la redención de los vencidos

Íntimamente asociado a su concepto del progreso como


catástrofe continuada, Benjamin mira el pasado y lo identifica
con la fuerza de la redención histórica. Esto es tan
determinante que sin incluir sus aportaciones sobre el pasado
en su teoría de la historia, estaríamos dejando fuera de ella
la posibilidad misma de salvación31.

29. BENJAMIN, W., op. cit., 190.


30. LÖWY, M., “El marxismo de Walter Benjamin”, Debats, 42 (1992), 103-106.
31. Sobre la influencia de las concepciones judías del tiempo que no mira al futuro sino al pasado, ver MATE,
R., La razón de los vencidos, Barcelona, 1991, 185.

12
Si la modernidad se caracteriza por su resuelta e
irrenunciable orientación hacia el futuro, la reflexión
benjaminiana sobre el porvenir se afianza en el pasado, como
refleja el contenido de las Tesis. El presente y el futuro
tienen una deuda pendiente con esos montones de ruinas sobre
ruinas situadas a los pies de la historia que menciona la
tesis IX, y la obligación de saldarla se transforma en el
motor mismo de la historia. Sólo en la medida en que ese
pasado se integre y reinterprete en clave de futuro liberador
podrá pagarse esa deuda. Es el nuevo papel otorgado por Walter
Benjamin a la historia y a los historiadores.

En la mirada al pasado, en cómo cada historiador lo


escudriña, en con cuál de los posibles protagonistas empatiza,
está la clave de la comprensión correcta del pasado y, por lo
tanto, de la adecuada construcción del futuro. Para Benjamin
la empatía del historicismo se dirige hacia el vencedor, una
empatía que "resulta siempre ventajosa para los dominadores de
cada momento". Sin embargo para el materialismo los vencidos
de ayer se relacionan estrechamente con los dominados de hoy.
"Quien hasta el día actual se haya llevado la victoria, marcha
en el cortejo triunfal en el que los dominadores de hoy pasan
sobre los que también hoy yacen en tierra."32 Se convierte de
este modo el pasado en la fuente de la que ha de manar la
fuerza transformadora. Si en la versión clásica del marxismo
el futuro será el lugar elegido por las clases liberadoras
para hacer justicia a la acumulación continuada de agravios,
en la visión benjaminiana es el pasado el lugar elegido para
el encuentro de todos los derrotados de la historia. Los
derechos de venganza no cobrados, acumulados en forma de
catástrofes por la historia, reclaman su cumplimiento a cada
generación presente. "El pasado lleva consigo un índice
temporal mediante el cual queda remitido a la redención.
Existe una cita secreta entre las generaciones que fueron y la
nuestra. Y, como a cada generación que vivió antes que

32. BENJAMIN, W., op. cit., 181.

13
nosotros, nos ha sido dada una débil fuerza mesiánica sobre la
que el pasado exige derechos."33

Se transforma así el pasado en el lugar en que los dominados


ponen la esperanza insatisfecha; el punto de encuentro de
todas las generaciones con cuentas pendientes34. De todas
ellas, a la presente -siempre a la presente: hoy la nuestra-
le corresponde la tarea de cortar el "continuum" de la
historia y liberar a los derrotados pasados y actuales.

Lejos de la abstracción a que pudiera dar lugar el hecho de


introducir en el cuerpo de reflexiones de Walter Benjamin una
idea como la del pasado, este concepto está cargado de
concreciones que lo dotan de fuerza explosiva para el ahora.
El pasado son las catástrofes incontables acumuladas sin que
ningún culpable haya pagado por ellas; son las víctimas
inocentes de batallas y guerras; son las injusticias que
amenazan con corromper la memoria misma de la humanidad. El
que las catástrofes sean irreversibles -por decirlo de un modo
más seco, el que los muertos no puedan resucitar-, no exime de
la insoslayable solidaridad con las víctimas. Sin esta
solidaridad, que circula por la historia como un encadenado
clamando liberación, ninguna generación será verdaderamente
libre.

A esto, que es lo peculiar del pensamiento de Benjamin -


querer descifrar el futuro pagando la deuda pendiente con el
pasado-, Reyes Mate incorpora un, a mi modo de ver, importante
matiz35. Para él la ubicación de la esperanza liberadora en el
pasado es reflejo de que el acto liberador se produce no como
un don que se hace a los vencidos sino como una liberación

33. Ibid., 178.


34. "Lo que Benjamin tiene en mientes es la idea bien profana de que el universalismo ético ha de tomar también
en serio la injusticia ya sucedida y a todas luces irreversible; de que se dda una solidaridad entre los nacidos
después y los que les han precedido, una solidaridad con todos los que por la mano del hombre han sido heridos
alguna vez en su integridad corporal o personal; y que esa solidaridad sólo puede testimoniarse y generarse por
la memoria." HABERMAS, J., El discurso filosófico de la modernidad, Madrid, 1989 (Frankfurt am Main,
1985), 26
35. "Frente a filosofías de la historia, con sujetos abstractos que prometen la felicidad de los singulares,
Benjamin pone la fuerza e la liberación en quienes pueden recibir las razones para tener esperanza. Dan razones
los perdedores al poner sobre la mesa derechos no saldados". MATE, R., op. cit., 206-207.

14
ofrecida por aquellos. Más que dar, quienes se ocupen de la
tarea de hacer justicia a la historia, reciben. En el acto de
libertar, somos libertados por quienes permanecían atrapados
por la historia-catástrofe.

La tarea de hacer del pasado materia prima de la justicia, y


de sus víctimas los protagonistas de la acción liberadora,
puede permanecer sin llevarse a cabo generación tras
generación, hasta que una de ellas entre todas asuma la tarea:
"El don de encender en lo pasado la chispa de la esperanza
sólo es inherente al historiador que está penetrado de lo
siguiente: tampoco los muertos estarán seguros ante el enemigo
cuando éste venza. Y este enemigo no ha cesado de vencer."36 Y
es que en realidad hasta los muertos pueden morir dos veces si
las justas causas de las generaciones pasadas no triunfan en
el presente, unidas íntimamente, eso sí, a las causas justas
de las generaciones presentes. Sólo de este modo los
vencedores del pasado dejarán finalmente de vencer.

Otro factor asociado estrechamente a la concepción del


pasado expresada por Benjamin es el del papel de la memoria.
El recuerdo es instrumento esencial en la conversión del
pasado en material constructivo de la historia. Refiriéndose a
la tesis XVII, señala Habermas que en Benjamin “La esperanza
de lo nuevo futuro sólo se cumple mediante la memoria del
pasado oprimido.”37

Redención, revolución o tradición de los oprimidos, a la


generación presente le compete la tarea de vengar el pasado de
los vencidos. Un último rasgo de la visión de Benjamin sobre
el pasado es éste que alude al carácter moral de la fuerza
vengadora. Acorde con la concepción de fondo del materialismo,

36. BENJAMIN, W., op. cit, 180-181. Las resonancias a la conocida frase de Lenin que aludía a la tarea
revolucionaria de “incendiar la pradera” con una chispa, son evidentes.
37. HABERMAS, J., op. cit, 23. El papel trascendental jugado por la memoria en el pensamiento de Benjamin
y su consiguiente crítica de fondo a la concepción cartesiana de la historia es reflejado con acierto por Reyes
Mate cuando dice:
“Sólo si se passa de una concepción de la historia como ciencia a otra de la historia como recuerdo, sólo
entonces se puede salvar del olvido el pasado. (...) La ciencia y la memoria se comportan respecto al pasado de
manera diametralmente distinta. Lo que aquella da por cancelado, ésta lo entiende como pendiente.” MATE, R.,
op. cit., 209-210.

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que no rehuye en la lucha de clases el empleo de la violencia,
Benjamin reclama para las víctimas, aludiendo a Marx, el papel
de clase vengadora “que lleva hasta el final la obra de
liberación en nombre de generaciones vencidas”38. La tesis en
que se expresa esta idea, la XII, enuncia por vía negativa la
necesidad del odio, alimentado por el pasado doliente, como
caudal de la fuerza redentora. Al criticar el empeño de la
socialdemocracia en hacer de la clase obrera la fuerza
liberadora de las generaciones futuras, afirma que “con ello
ha cortado los nervios de su fuerza mejor. La clase
desaprendió en esta escuela tanto el odio como la voluntad de
sacrificio”. La generalmente pesimista visión de Walter
Benjamin se muestra aquí nítida al ofrecer como motor de la
redención tan sólo el odio por el llanto acumulado por las
víctimas de ayer (Y, sólamente como una consecuencia añadida,
la esperanza). Es preciso entender, en cualquier caso, esta
caracterización de la fuerza transformadora como esencialmente
teórica, que no abstracta: Benjamin propone una especie de
odio a la acción de los triunfadores a lo largo de la
historia, a su papel, a sus responsabilidades. Un odio
histórico que en mi opinión no permite críticas que tratan de
emparentarlo de algún modo con políticas de corte autoritario,
con la violencia e incluso con el terrorismo39. Un odio que se
nutre del fracaso, de la suma de derrotas y de la necesidad de
justicia más que del ansia de victorias venideras, tal vez por
que aquellas impulsan el ansia irrefrenable de poner fin a una
historia insoportable.

38. BENJAMIN, W., op. cit., 186.


39. En estos tiempos ésta es una de las cuestiones más evidentemente incómodas de abordar, pero lo escrito por
Benjamin está ahí y sus opiniones acordes o no con el marxismo oficial tenían -puede verse todavía hoy-
abundantes cargas de profundidad. Sobre este tema puede verse las opiniones de R. ROCHLITZ, Le
désenchantement de l’art, Paris, 1992, 270: “Ces idées de vengeance et de haine, qui comptent parmi les
aspects les plus déplaisants et les plus embarrassants du texte, s’expliquent par le refus de Benjamin d’inscrire
la lutte pour la justice et pur le bonheur dans la durée.” Sobre este tema también puede verse, P. MISSAC,
Walter Benjamin. De un siglo al otro, Barcelona, 1988 (Paris, 1987), 114: “En ninguna parte, a menos que
nos equivoquemos, Benjamin habla de la ley del Talión, pero en una concepción materialista el proletariado
debe cumplir una misión vengadotra y guiarse menos por la imagen de los bisnietos liberados que por la de los
antepasados sumidos en la esclavitud.” Desde mi punto de vista el tono de los escritos de Benjamin está lejos
de permitir estas críticas tan concretas

16
La detención mesiánica o el instante salvador

De ambos conceptos anteriores: el progreso como catástrofe


continuada, y la consiguiente necesidad de redimir el pasado
(y a los vencidos en él), surge la propuesta, tenuemente
articulada en la obra de Benjamin, del estado de excepción, de
la detención mesiánica del proceso histórico en un punto
concreto del tiempo.

La concepción benjaminiana del progreso como acumulación de


catástrofes implica la idea de que el estado de excepción es
la norma en que la humanidad ha sobrevivido a lo largo de la
historia. Dicho de otro modo, el desastre no es la excepción
sino lo característico, lo permanente, aquello cuya secuencia
es preciso quebrar para lograr la redención. "La tradición de
los oprimidos nos enseña que la regla es el 'estado de
excepción' en el que vivimos. Hemos de llegar a un concepto de
la historia que le corresponda. Tendremos entonces en mientes
como cometido nuestro provocar el verdadero estado de
excepción."40 El continuo -en el tiempo presente el orden
capitalista- es la catástrofe, y su detención una necesidad a
llevar a cabo con una débil fuerza mesiánica o, como señala
Mayorga, mediante un providencialismo profano en la
desesperación41.

Esta fórmula de ruptura con el progreso acumulador de


ruinas que es la propuesta del ‘estado de excepción’, ha sido
criticada desde diversas posiciones, desvinculándola de los
peculiares contenidos originarios dados por Benjamin a su
planteamiento de liberación de la humanidad en un instante
salvador en el que queda hendida la continuidad histórica.
Desde algunas perspectivas se señalan las vinculaciones
autoritarias de izquierda de esta propuesta e incluso, con una
cierta artificialidad, se la asocia con la ética de ciertos

40.BENJAMIN, W., op. cit., 182.


41. MAYORGA, J.A., “El estado de escepción como milagro: de Donoso a Benjamin”, Éndoxa: Series
Filosóficas, 2 (1993) 298. Este autor aborda las conexiones del tema del estado de excepción

17
grupos terroristas de los años setenta42. Desde otros puntos de
vista su carga teológico-mesiánica, unida a los componentes
marxistas implícitos en su discurso, sirven para establecer
comparaciones con la teología de la liberación latinoamericana
de los años 8043.

Por otro lado, y aunque la fórmula de ‘estado de excepción’


tiene hondas resonancias políticas que podrían vincularla a
las doctrinas conservadoras y reaccionarias de los siglos XIX
y XX, en Benjamin la inversión de términos clara y expresa con
que lo emplea (con el ‘estado de excepción’ no se trata de
salvaguardar el ‘orden’ establecido sino, precisamente, de
romperlo, de detenerlo), le distancia nítidamente de aquellas.
La orientación ideológica desde la que se propone esta fórmula
es inequívoca en Benjamin y se recoge en la tesis XVII: es el
principio constructivo del materialismo histórico, en
confrontación abierta con la simple suma de datos del
historicismo, el que permite articular ese ‘estado de
excepción’.

La propuesta de detención mesiánica, equivalente a la


interrupción brusca del progreso realmente existente, se opone
a cualquier estrategia de cambio basada en la evolución. Si
fuera traducible a términos políticos de coyuntura quedarían
fuera de la fórmula benjaminiana las acumulaciones de fuerza
revolucionarias, los acuerdos políticos del tipo de los
frentes populares de la decada de los años treinta o la
búsqueda de mayorías parlamentarias. Ciertamente esta
heterodoxa visión se situaba en su tiempo, más allá de las
fronteras de la teoría y la práctica marxistas, al margen del
imperio de los criterios racionalistas predominantes en la
filosofía del siglo XX y mucho más cercano al sentir y sobre
todo al pensar del romanticismo individualista. La visión de
la historia como interrupción se enfrenta al legado más

42. ROCHLITZ, R., op. cit., 271: “Le recours à une politique autoritaire, indissociable du concept d’etat
d’exception forgé par Carl Schmitt, se comprend dans le context désespéré du nazisme triomphant en Europe;
mais contrairement à ce que sous-entend la formulation de Benjamin, il ne peut ëtre généralisé au-delà de cette
situation. Si l’etat d’exception est la règle, il n’y a en effet pas d’autre politique sensée que celle du pire.”
43. LÖWY. M. “El marxismo de Walter Benjamin”, Debats, 42 (1992), 106.

18
importante de la modernidad, cuyo eje es la filosofía
racionalista de la Historia.

La concepción benjaminiana del instante salvador, en el que


la débil fuerza mesiánica que le ha sido concedida a cada
generación impone la ruptura de la continuidad histórica a los
vencedores de siempre, entronca directamente con la estrategia
revolucionaria de hacer saltar el orden establecido en un
momento determinado. Él mismo lo subraya cuando escribe que
“la conciencia de estar haciendo saltar el ‘continuum’ de la
historia es peculiar de las clases revolucionarias en el
momento de su acción”44.

El instante salvador propuesto por Benjamin no es el final


del camino de la humanidad aunque sí es el término de un
determinado modo de que la humanidad construya su historia. El
acontecer posterior al ‘estado de excepción’ no está descrito
y ni siquiera anunciado en las Tesis de Benjamin, pero con
esta ausencia es evidente, desde mi punto de vista, que no
renuncia a la continuación de la historia sino que plantea su
‘redacción’ futura de una manera diferente. Esta nueva
redacción no queda prefigurada en sus escritos: solicitar otra
cosa sería asignar a Benjamin tareas proféticas que como
materialista había de rechazar. Escrutar el futuro posterior a
la detención mesiánica no estaría tampoco en relación al
espíritu mismo de la reflexión benjaminiana, permanentemente
orientada hacia el pasado y deudora, en parte, de una visión
del tiempo judía45. En la tesis XVIII-B, la última, el mismo
Benjamin nos ilustra sobre el concepto judío del tiempo final
del que el participa: “Cada segundo era en él la pequeña
puerta por la que podía entrar el Mesías.”46

44. BENJAMIN, W., op. cit., 188.


45. MISSAC, P., op. cit., Barcelona, 1988, 82. De la misma opinión es Reyes Mate cuando afirma: “Razón,
progreso, futuro, revelan la confianza del hombre moderno en las posibilidades de la razón; frente a ellas,
Benjamin levanta su alternativa, construida piedra a piedra sobre el concepto judío del tiempo, que no mira (...)
ni al progreso ni al futuro, sino al pasado. Que prefiere el recuerdo a la razón.” MATE, R., op. cit., 185.
46. BENJAMIN, W., op. cit., 191.

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No quisiera acabar este apartado sin mencionar brevemente
las concomitancias entre las reflexiones de Benjaminm y las
emitidas unos años antes desde una perspectiva cristiana por
Berdiaev47. Ambos coinciden en una buena parte de las críticas
a la idea del progreso y al papel del pasado.

Berdiaev recorre paso a paso el mismo camino por el que unas


décadas más tarde transitará Benjamin. Para empezar el ruso
tiene idéntica opinión sobre el papel del progreso, del que
señala que “es una adoración del futuro a expensas del
presente y del pasado”, opinión de la que -dice más adelante-
participa el propio Marx. También coinciden en su análisis
sobre el pasado y el papel de los vencidos. Dice Berdiaev: “La
religión del progreso considera a todas las generaciones y
épocas humanas como desprovistas de valor y de significado,
como meros instrumentos al servicio de la generación
última.(...) Ninguna perfección futura puede justificar los
padecimientos de todas las generaciones precedentes.” Y para
comprobar el grado de semejanzas entre ambos transcribo el
párrafo en el que Berdiaev habla -obviamente desde sus
presupuestos cristianos- del papel redentor de las
generaciones pasadas: “La idea cristiana se basa en la
esperanza de que la historia terminará con una superación de
las tragedias históricas, de todas sus contradicciones, y en
que de esa culminación de la historia participarán todas las
generaciones humanas, de tal manera que todos los hombres que
han vivido en las diferentes épocas serán resucitados para la
vida eterna.” Finalmente Berdiaev analiza el final de la
historia, su liberación, desde la perspectiva del Apocalipsis,
versión cristiana y trascendente de la detención mesiánica48.
Una línea sugerente para la investigación.

47. Nicolai Alexandrovich BERDIAEV (Kiev, 1874-París,1948) primero simpatizante del marxismo y luego
crítico de su teoría y praxis desde posiciones religiosas, elabora una visión del mundo desde postulados
cristianos. Es expulsado de la URSS en 1922 viviendo durante diversos períodos en Berlín y París. Destacan
notablemente sus reflexiones sobre el progreso y el fin de la historia, publicadas en El sentido de la historia,
Madrid, 1979.
48. Las citas de Berdiaev en la obra citada se encuentran en el capítulo titulado “La teoría del progreso y el fin
de la historia”, páginas 165-182

20
*****

Walter Benjamin discute una idea central del pensamiento


histórico moderno, presente también en el marxismo, la del
progreso. Y con ella la de la orientación de la mirada de
filósofos e historiadores: hacia adelante, sin que en el
pasado encontremos dolores o amores colectivos que movilicen
nuestra memoria. Y sin embargo la puesta en cuestión de la
linealidad positiva de la historia, de la ineluctabilidad de
un futuro abierto para la humanidad, de la idea del progreso
en definitiva, debería tener como consecuencia inmediata el
replanteamiento de las concepciones deterministas de la
historia y la posterior preocupación por la búsqueda de una
salida distinta. Habremos de convenir con Benjamin en que la
historia no sólo no está escrita ni sigue un único camino sino
que, además, una parte sustancial de sus claves se encuentran
en la rememoración de ese pasado con el que mantenemos una
deuda impagada49.

El valor de las reflexiones de Benjamin sobre el progreso,


sobre el papel redentor del pasado y sobre la esperanza en la
ruptura mediante el instante salvador, es enorme aun cuando su
repercusión en las filosofías de la historia últimas sea
escasa50. Están realizadas en un momento en que el materialismo
-desde el que Benjamin emite su discurso, aunque sea desde una

49. Cuando termino este artículo acaba de ser forzada a la rendición la ciudad de Zepa, en Bosnia. Una catástrofe
tras otra se acumula no a los pies, sino en el corazón de Europa.
50 El carácter trascendente de la reflexión benjaminiana ha permitido que su obra continuase jugando un cierto
papel de sugerencia pasado el tiempo. En la última década diversos pensadores en la historia han avanzado un
paso señalando no ya que la idea del progreso carece de sentido, sino que el mismo concepto de historia como
linealidad está en entredicho. Es lo que puede comprobarse en las obras últimas de FONTANA, J., La historia
después del fin de la historia, Barcelona, 1992, CAMPILLO, A., ‘Historia y naturaleza. De la idea de progreso
a la idea de variación”, Las Otras Historias,I (1987), 95-124; y VATTIMO, G., Etica de la interpretación,
Barcelona, 1991, por poner algunos ejemplos. Mientras que Fontana dice: Y, lo mismo que ha estallado la
imagen laplaciana del cosmos, lo ha hecho (...) la visión lineal de la historia como un ascenso continuado de la
barbarie al progreso, que heredamos hace dos siglos del optimismo burgués y que comienza a ser hora de
arrinconar.” Op. cit., 31; para Campillo, “Hay, pues, continuidad, pero no se trata de una continuidad
preestablecidad, necesaria y ascendente. Hay , pues, evolución, pero no progreso. Cada uno de los pasos supone
una desviación, un desorden, una anomalía, una variación”. Op. cit., 115. Apoyándose precisamente en las
Tesis de Benjamin dirá Vattimo que “...el progreso deja de tener sentido, como dogma del sentido de la
historia, porque es la historia misma como curso lineal unitario lo que se vuelve inconcebible, si no es al precio
de una gran violencia ideológica”. Op. cit., 102. Finalmente para Bermejo, “El progreso se convierte en una
categoría irracional cuando se plantea de un modo unitario y global”, BERMEJO BARRERA, J. C.,
Psicoanálisis del conocimiento histórico, Madrid, 1983, 86.

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perspectiva heterodoxa- era percibido por diversos sectores
intelectuales y sociales como uno de los pocos instrumentos
teóricos capaces de interpretar y transformar la historia. Son
reflexiones, por otro lado, hechas desde la implicación de
quien habla, una posición cada vez más extraña al mundo de los
historiadores y filósofos de profesión. La cómoda actitud
intelectual desde la que habitualmente se ejerce la labor de
pensar, se transforma en Benjamin en una relación dinámica y
dialéctica entre teoría y práctica y -referiéndome en
particular a su idea del progreso, del pasado y del estado de
excepción-, comprometida con una perspectiva que sin rehuir la
independencia de criterio y el riesgo teórico, le sitúa
decididamente del lado de los vencidos. Y, no hay que
olvidarlo, en unos tiempos –los años treinta- en que éstos
estaban siendo, de nuevo, derrotados.

¿Cómo no ver en las aportaciones de Walter Benjamin un soplo


de aire fresco para un modo de concebir la historia tan
orientado hacia el futuro que se muestra ciego hacia la luz
que proviene del pasado?

R. Muro

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