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Los Cuatro Moveres del Espíritu Santo


por Ricardo Murphy

Muchas personas y muchas iglesias están orando para avivamiento hoy. La mayoría del
tiempo, ellos no comprenden lo que están pidiendo. Piensan que están orando para que Dios
se mueva y la gente se salve, cuando en realidad, el avivamiento no se trata de salvación.
Los inconversos no pueden ser reavivados. El avivamiento consiste del Espíritu Santo
moviéndose dentro de nosotros para revivir la iglesia. Una vez que esto ocurre, el
avivamiento puede salir de la Iglesia a fin de tocar la comunidad y traer la gente a la
salvación.

Cuando viene el avivamiento, nosotros podemos identificar el mover del Espíritu Santo
como viene en cuatro etapas. Un error muy fácil de cometer es el tratar de saltar una de
estas etapas. Cada una de estas cuatro etapas son parte necesaria del avivamiento, y
aquellas que acaso tú anhelas ignorar podrían ser las más importantes.

Cada una de estas etapas describe una parte diferente del carácter del Espíritu Santo, y lo
que El está haciendo en nuestras vidas a través del avivamiento. Por lo tanto, examinaremos
lo que son.

Cuando la gente habla del mover del Espíritu Santo, hay cuatro diferentes palabras que se
usan para describir lo que sucede. Ellas son FUEGO, VIENTO, LLUVIA y ACEITE. Cada
una de ellas puede ser halladas en la Biblia.

Fuego

El primer mover que viene es el fuego de Dios. El fuego en la Biblia siempre representa la
presencia y poder de Dios. En Deuteronomio 4:24 dice "Porque el Señor vuestro Dios es
fuego consumidor, un Dios celoso." Tan temprano como Génesis, y tan tarde como
Apocalipsis, vemos que Dios está representado por el fuego.

En el Antiguo Testamento, notamos que el fuego está usado para varias cosas, pero siempre
como cosas santas que representan el carácter de Dios. Primero, como ya he mencionado,
el fuego muestra el poder y la presencia de Dios. Siempre que vemos un retrato de Dios,
El está mostrado como fuego. Esto es la gloria de Dios que vieron los profetas. Su gloria es
tan resplandeciente y Todopoderosa que parece un fuego más brillante que el sol.

Mi ejemplo más favorito del poder de Dios siendo representado por el fuego es cuando
Elías desafió los 400 profetas de Baal en un concurso para verificar cual Dios era
verdaderamente Dios (1 Reyes 18:18-40). Debido a que el fuego es la demostración del
poder de Dios, Satanás no tiene ningún poder sobre el fuego, y ninguna habilidad para crear
el fuego. Dios mostró su poder por consumir el sacrificio, después que Elías ofreció una
oración sencilla.

Debido a que el fuego es una representación del poder de Dios, también está usado en
purificación y para ofrecer sacrificios a Dios. Todas las ofrendas hechas a Dios en el
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tabernáculo, con la excepción de la ofrenda mecida, fueron ofrendas hechas en fuego. Aun
en la ofrenda de paz, en la cual la persona que hizo la ofrenda comió parte del animal, la
parte dada a Dios fue destruida por el fuego.

Cuando algo está ofrecido a Dios en el fuego, no hay ninguna forma en que la persona que
lo ofrece pueda usarlo para cualquier otro propósito después. Esto llega a ser literalmente
algo que está completamente dedicado a Dios.

Muchas veces cuando Dios mandó a la nación de Israel para atacar a otra gente y tomar su
tierra, El también les mandó destruir toda la ciudad con fuego. En estos casos, el fuego
estaba siendo usado ambos en juicio, y como una manera parar dedicar todo lo capturado a
Dios.

Podemos hallar un ejemplo en el libro de Josué. Cuando la nación de Israel cruzó el Río
Jordán, la primera ciudad a la que vinieron fue Jericó. Dios mandó a Josué para destruir
todo con fuego, excepto los metales preciosos, que tuvieron que ir al tesoro del Señor
(Josué 6:24).

Otra vez, vemos en 1 Samuel donde Dios le ordenó al Rey Saúl (a través del profeta
Samuel) destruir los amalecitas, y todo lo que ellos tenían (1 Samuel 15:3). Dios fue tan
estricto tocante a la ciudad siendo destruida por fuego, que El rechazó a Saúl como rey,
cuando Saúl falló en obedecer lo que Dios le había mandado hacer (1 Samuel 15:9-23).
Dios no aceptó la excusa que Saúl le dio, que él quiso darle estas cosas como ofrenda. Dios
mandó absoluta destrucción por fuego, y Saúl no le obedeció.

¿Qué pues, significa esto; que necesitamos el fuego, como el primer mover, para que la
gente vea que el poder de Dios obre en nuestro avivamiento? No, de ninguna manera.
Nosotros necesitamos el fuego de Dios para que nos limpie y purifique; quemando la
escoria de nuestras vidas. "También volveré mi mano contra ti, te limpiaré de tu escoria
como con lejía, y quitaré toda tu impureza" (Isa 1:25). Una vez que la escoria está
quitada de nuestras vidas, entonces Dios puede moverse más libremente en medio de
nosotros.

"Y El se sentará como fundidor y purificador de plata, y purificará a los hijos de Leví y los
acrisolará como a oro y como a plata, y serán los que presenten ofrendas en justicia al
Señor."

Mal 3:3

"Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios..."

1 Ped 4:17

Antes de que esperemos que Dios traiga nuevas personas y familias a nuestra congregación,
nosotros debemos ser vasos listos y dispuestos para recibir aquella gente. La purificación
sacará aquellas cosas de nosotros que han ido impidiéndonos para acercarnos a Dios. No
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podemos esperar que Dios obre por nosotros para impactar el mundo; necesitamos que su
fuego consuma todo lo que hemos edificado con madera, heno y hojarasca y purifique lo
que hemos construido con oro, plata y piedras preciosas, para asumir nuestra imagen y
semejanza, tomando Su carácter y ejerciendo Su autoridad.

Cuando el fuego nos purifica, la escoria quemada llega a ser una ofrenda al Señor. Todo lo
que no agrada a Dios lo debemos entregar para ser consumido por el fuego de Su presencia,
entonces, será esta una ofrenda agradable a Dios. El fuego de Su presencia convierte en
grato olor aquello que era desagradable.

Después de pasar por el fuego, llegamos a ser lo que Dios necesita que seamos. Seremos
vasijas de honra, y no de deshonras, ahora somos vasos preciosos, vasos que han sido
hechos únicamente para el uso del Maestro. Llegamos a ser algo que es capaz de contener e
impartir la gloria de Su presencia, sin minimizar Su perfección. Mientras que el mundo nos
mira, ellos verán solamente en nosotros algo hermoso que lleva la presencia de Dios, el
poder delegado de Dios.

"Ahora bien, en una casa grande no solamente hay vasos de oro y de plata, sino también
de madera y de barro, y unos para honra y otros para deshonra. 21 Por tanto, si alguno se
limpia de estas cosas, será un vaso para honra, santificado, útil para el Señor, preparado
para toda buena obra."

2 Tim 2:20-21

Jesús sabía la necesidad de que el fuego viniera. En Lucas 12:49 El dijo: "Yo he venido
para echar fuego sobre la tierra; y ¡cómo quisiera que ya estuviera encendido!" ¿Por qué
quiso este fuego? Porque sabía los resultados que el fuego traería.

Necesitamos buscar y anhelar el fuego también. Aunque ésta es la parte que duele, también
es la parte que trae sanidad. Dios no puede traer los otros moveres de avivamiento hasta
que pasemos por el fuego. Sin embargo, la mayoría del tiempo, miramos al fuego como una
cosa mala, porque tenemos miedo de lo que perderemos. Esta es una actitud errónea; no
perderemos; ganaremos. Aquellas cosas que Dios sacará a través del fuego son las cosas
que están dañándonos. Después, nosotros habremos ganado un celo y una pasión por Dios,
que es tan grande que somos más que vencedores en cualquier cosa que esté puesta delante
de nosotros.

Juan el Bautista habló de Jesús que traería un bautismo de fuego. El dijo: "Yo a la verdad
os bautizo con agua para arrepentimiento, pero el que viene detrás de mí es más
poderoso que yo, a quien no soy digno de quitarle las sandalias; El os bautizará con el
Espíritu Santo y con fuego" (Mat 3:11). Esto se cumplió en el libro de Hechos, en el día
de Pentecostés.

Hch 2:3 "Y se les aparecieron lenguas como de fuego que, repartiéndose, se posaron sobre
cada uno de ellos."
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¿Qué ves, en tu imaginación cuando piensas en esto? Si tú eres como la mayoría de los
cristianos, lo que ves son pequeñas flamas de fuego del tamaño de una mano sentadas sobre
la cabeza de cada persona. Pero esto no es lo que ve Dios. En Pentecostés fueron
consumidos por el fuego de la Presencia de Dios, por la Unción del Espíritu Santo así como
la zarza que ardía en Éxodo 3:3.

Dios está buscando hoy envolvernos con Su fuego. Necesitamos el fuego para cubrirnos y
saturar cada parte de nuestras vidas. No solamente un pequeño fuego para mostrar Su luz,
sino un fuego eterno y poderoso que anule y elimine las tinieblas alrededor de nosotros.

Heb 1:7 Ciertamente de los ángeles dice: El que hace a sus ángeles espíritus, Y a sus
ministros llama de fuego.

Sal 104:4 El que hace a los vientos sus mensajeros, Y a las flamas de fuego sus
ministros. "Y de los ángeles dice: El que hace a sus ángeles, espíritus, y a sus ministros,
llama de fuego."

Este fuego que envía Dios nos cubrirá completamente y nos hará llamas de fuego para El.
Seremos entonces el "sacrificio vivo" que Pablo nos animó a llegar a ser. Nuestras vidas no
brillarán con nuestra vanagloria, sino con la gloria de Dios el Padre.

Rom 12:1 "Por consiguiente, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que
presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios, que es vuestro
culto racional."

Oh Señor, envía tu fuego pronto, porque esto es lo que verdaderamente necesitamos. Es


posible que actuemos como si no nos gustará este fuego. Tal vez, lloraremos y
murmuraremos un poquito. Pero, Señor, si vamos a tener verdadero avivamiento,
sabemos que necesitamos tu fuego. Estamos dispuestos Señor, a que todo nuestro ser sea
quemado por tu fuego, para que podamos llegar a ser una antorcha ardiente para ti, en este
mundo oscuro.

Viento

El viento del Espíritu Santo es el mover que trae cambio. Cada vez que vemos el Espíritu
Santo moviéndose sobre la faz de la tierra, vemos el viento como el agente que trae
cualquier cambio.

En el día de Pentecostés, en el principio del libro de Hechos,

Hechos 2:2 Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio
que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados;

Hechos 2:3 y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego,


asentándose sobre cada uno de ellos.
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Hay una obra que pasa a través de la combinación del fuego y del viento. El fuego reduce
todo lo que consume a cenizas. Sin embargo, sin el viento, aquellas cenizas quedarán en el
mismo lugar. Cuando viene el viento, sopla fuera las cenizas, dejando una superficie limpia
y fresca.

Nosotros no podemos verdaderamente tener avivamiento sin el viento del Espíritu Santo.
Para entrar en avivamiento Dios necesita quitar algunas tradiciones respecto de la manera
de hacer las cosas, y reemplazarlas por la manera en que El Espíritu Santo desea.

¿Cuáles cosas necesita que queme el fuego y que el viento del Espíritu Santo arrastre fuera
de su vida? Dios y usted lo saben. Estemos seguros que hoy Dios le está mostrando lo que
necesita ser quemado por el fuego de Su presencia. No tenga temor del fuego y del viento,
por cuanto actúan para nuestro beneficio. No luchemos con él, no retrasemos la obra que
Dios desea realizar a través de nuestras vidas.

Cuando el viento del Espíritu comienza a soplar en nuestras vidas, trae vida con ello.
Recuerda, el propósito del avivamiento es reavivar la IGLESIA, llevando a cada creyente
tibio o frio a una relación ardiente y apasionada de nuevo con Cristo.

En Ezequiel 37:1, el profeta tuvo una visión sobre los huesos secos. Cuando el profetizó a
aquellos huesos la primera vez, la carne vino sobre los huesos, pero no hubo "aliento"
(vida) en ellos. No fue hasta que él profetizó la segunda vez que la vida entró en los huesos
secos.

Ezeq 37:9-10

"Entonces El me dijo: Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre, y di al espíritu:


"Así dice el Señor Dios: Ven de los cuatro vientos, oh espíritu, y sopla sobre estos
muertos, y vivirán." 10 Y profeticé como El me había ordenado, y el espíritu entró en
ellos, y vivieron y se pusieron en pie, un enorme e inmenso ejército."

La primera vez que Dios le dijo a Ezequiel que profetizara, él profetizó a los huesos. La
segunda vez, profetizó al viento. No fue, hasta que el viento del Espíritu sopló sobre los
huesos, ahora cubiertos con carne, que entró la vida en ellos.

Nosotros tenemos carne en nuestras iglesias. De hecho tenemos demasiada carne.


Ganamos una apariencia de estar vivos por tener nuestros huesos cubiertos por la carne.
Tenemos nuestros programas y servicios, y juntas para planear, y varios ministerios para
ministrar a las necesidades de diferentes grupos, pero sin el viento del Espíritu Santo, no
hay ninguna vida, únicamente una apariencia de vida.

Mira otra vez en el libro de Ezequiel; dice, "Ven de los cuatro vientos" (Ezequiel 37:9).
Hay cuatro vientos, porque el viento viene de cuatro diferentes direcciones, cada uno de
ellos trae su propio tipo de cambio.
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El viento del Este, es caliente y marchita. En el sueño de Faraón, él vio que fue el viento
del Este, que marchitó las espigas de grano (Génesis 41:23). Hay cosas en nuestras vidas que
necesitan ser marchitadas. Aunque parecen por fuera que son cosas buenas, ellas están
llenas de toxinas de una infección interna. Cuando el viento del Este viene, causará que
estas cosas se marchiten, para que ellas salgan de nuestras vidas.

Mientras que el viento del Este se calla, y está reemplazado por el viento del Sur, sentimos
la llegada de un calorcito (Job 37:17). Este calorcito calma nuestras almas y trae la "la paz de
Dios, que sobrepasa todo entendimiento" (Fil 4:7).

Necesitamos esta paz porque nuestra tendencia natural es resistirnos al cambio. Tendemos a
ponernos miedosos cuando estamos pasando por cambios, porque preferimos lo conocido,
no importa que tan malo pueda ser. Puede ser que nosotros sabemos que necesitamos el
cambio, pero de la misma forma, lo resistimos. Sin embargo, cuando Dios se está
moviendo, la mejor señal a nuestros espíritus es la paz que El nos da.

Después de ésto, nosotros sentimos el viento viniendo del Norte. Esto es un viento fresco
que limpia. Aunque hay unas cosas que están dentros de nosotros y necesitan ser sacadas
por el viento del Este, hay otras que están apenas en la superficie y necesitan ser sopladas
fuera. Este viento se encargará de aquellas cosas.

"Ahora los hombres no ven la luz que brilla en el firmamento; pero pasa el viento y lo
despeja. 22 Del norte viene dorado esplendor: majestad impresionante alrededor de Dios."

Job 37:21-22

Jesús ha provisto Su sangre para lavarnos, y el viento actúa como el brazo del Espíritu
Santo que aplica la sangre de Jesús sobre nosotros. Cuando salimos del otro lado, somos
lavados y emblanquecidos (Apoc 7:14).

Finalmente, necesitamos recibir el viento del oeste. Esto es el viento que trae la lluvia.

Lluvia

Después del fuego y el viento, la lluvia se siente maravillosa. Mucha gente hoy están
orando por la lluvia, pero hemos descuidado orar por el fuego y el viento. Ellos faltan en el
proceso de preparación que es necesario a fin de tener la lluvia.

Si vamos a tener avivamiento, necesitamos todo lo que Dios quiere derramar sobre
nosotros. Si un granjero no ara el sembrado, y no prepara la tierra, todo lo que puede hacer
la lluvia es apenas mojar la superficie un poquito, y luego alcanza que el agua cae en la
reguera. No importa que tanta lluvia Dios trae, ella no trae ningún beneficio a aquel
granjero. La única cosa que puede hacer es ayudar el crecimiento de las cizañas.

Pero, cuando el granjero ha trabajado para suavizar la tierra, aquella lluvia es capaz de
penetrar profundamente en la tierra. Su tierra recibirá el máximo beneficio de cada gota de
lluvia.
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Jesús dijo una parábola de semillas siendo sembrando en cuatro tierras diferentes.

"Respondiendo Simón, dijo: Maestro, hemos estado trabajando toda la noche y no hemos
pescado nada, pero porque tú lo pides, echaré las redes. 6 Y cuando lo hicieron,
encerraron una gran cantidad de peces, de modo que sus redes se rompían; 7 entonces
hicieron señas a sus compañeros que estaban en la otra barca para que vinieran a
ayudarlos. Y vinieron, y llenaron ambas barcas, de tal manera que se hundían. 8 Al ver
esto, Simón Pedro cayó a los pies de Jesús, diciendo: ¡Apártate de mí, Señor, pues soy
hombre pecador!"

Luc 5:5-8

Estas tierras se refieren a nuestros corazones, no solamente los corazones de los


inconversos que escuchan el evangelio por primera vez. Si el fuego y el viento no preparan
nuestros corazones, entonces cuando viene la lluvia, no nos penetrará profundamente para
cumplir la obra que Dios le ha enviado hacer.

No ores solamente para la lluvia. Ora para el fuego, ora para el viento. Déjalos venir y
prepárate. Recibe todo que Dios quiere darte. Acepta el bautismo de fuego, para que tú
puedes llegar a ser aquella "buena tierra" sobre la cual la lluvia puede descender.

Nos gusta la lluvia debido al refrigerio que trae. Después del fuego abrasante, y el trastorno
que trae el viento, la lluvia fresca nos parece maravillosa.

Pero, ésto no es todo que hace la lluvia. El propósito de la lluvia es traer el crecimiento. La
razón porque necesitamos el avivamiento es porque no estamos madurando suficientemente
rápido. El Señor va a regresar por una Novia sin manchas, sin arrugas y sin defectos.
Aunque estamos rumbo a aquella meta a través de nuestro crecimiento cristiano, no nos
estamos moviendo suficientemente rápido. A la velocidad de nuestro crecimiento presente,
no alcanzamos aquel punto en nuestra vidas.

Cada mover del Espíritu Santo construye sobre el mover anterior. Ya en el inicio del siglo
anterior hubo el derramiento pentecostés. En aquel avivamiento, la gente fue bautizado en
el Espíritu Santo. Luego vino el avivamiento carismático. Dios añadió los dones del
Espíritu al bautismo del Espíritu Santo. Esto es el tipo de proceso que trae un avivamiento.

El mover que viene hoy es uno de pureza, rendición y santificación. El Cuerpo de Cristo
como conjunto, debe pasar a través de este próxima etapa de crecimiento.

Hay dos tipos de crecimiento que la lluvia trae. Primero, trae crecimiento interno. El
proceso de maduración del avivamiento sucede por la lluvia. Esto es donde se ve que el
Espíritu Santo nos trae nuevas manifestaciones, que son parte de aquel avivamiento
particular.

Nuestro segundo crecimiento que viene por la lluvia es el crecimiento externo. Esto es
donde el Señor empieza a traer nueva gente a la Iglesia. Debemos pasar a través del fuego y
el viento antes que vengan nuevas personas. ¿Por qué? Seamos honestos, no hay mucha
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razón para que la gente venga ahora. Cuando el mundo mira a los cristianos, todo lo que
ellos ven es un grupo de perdedores. Necesita haber algo muy diferente respecto a nosotros,
para atraerles. No solamente diferente, sino poderosamente, milagrosamente diferente.

Una vez que el fuego y el viento han venido, el mundo definitivamente verá algo que nunca
ha visto antes. Ellos verán a personas que están enteramente rendidas al Señor, que están
firmes en su fe, y pueden confirmarla a través del poder del Espíritu Santo. Esto es lo que
están esperando.

Cuando llegamos a este punto, nosotros empezaremos a ver el mundo correr a nuestras
puertas en busca de respuestas. No sucederá a causa del evangelismo, sino porque ellos
están lastimados y buscan una respuesta que el mundo no puede darles. No serán atraidos
por nuestros esfuerzos, sino por nuestras vidas. El Espíritu Santo se moverá en sus
corazones, mostrándoles sus necesidades y permitiéndoles ver como Dios ha provisto por
las necesidades de su gente.

Cuando la gente habla tocante al avivamiento, ellos piensan en esta parte. Comúnmente
hablan sobre "tener una "campaña de avivamiento" e invitar un evangelista a ministrar por
una semana para que esperanzadamente algunas personas sean salvas.

La idea de Dios acerca del avivamiento es revivir a su gente de nuevo. De esta manera el
"evangelismo" viene naturalmente, o quizá debo decir sobrenaturalmente.

En el grande avivamiento Escocés, casi el país entero corrió a las iglesias. Hubo tanto
crecimiento increíble que ellos tuvieron que construir una iglesia en casi cada esquina. Aun
hoy día, se puede ver aquellas mismas iglesias. Muchas de ellas están casi vacías, pero ellas
ya existen como tributos a lo que el Espíritu Santo hizo dentro de unos pocos meses.

El avivamiento Escocés duró solamente nueve meses. Ello impactó tanto el país, que por el
fin de aquel periodo, las policías estaban al punto de no tener trabajo. No debido a los
predicadores en las calles o por los tratados. Fue porque Dios había obrado en los corazones
de Su pueblo, y entonces El mostró a la gente del mundo que Su gente tenía algo que ellos
necesitaban. ¡Solamente nueve meses para cambiar una nación entera!

Aceite

El aceite del Espíritu Santo representa el poder ungido que fluye en y por nuestras vidas.
Una vez que hemos sido purificados por el fuego, hemos tenido cosas que han sido puestas
en orden por el viento, y hemos sido traídos a la madurez por la lluvia, el aceite puede fluir
en nuestras vidas.

Dios ya ha provisto cada parte del poder de Su unción que es necesario en tu vida y
ministerio. El hecho de que tú eres llamado cristiano, requiere que seas ungido por Dios
para el ministerio. Dios no llama a alguien y luego le deja avanzar torpemente a solas. No,
cuando El llama, El capacita, unge, y provee. La unción está disponible para ti, ahora
mismo.
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Que tanto de aquel aceite ungido sale de ti, depende de que tan enteramente te rindas a la
voluntad de Dios. Esto es por lo cual necesitamos los otros moveres antes del aceite. El
avivamiento nos llevará a un lugar donde somos totalmente rendidos a la voluntad de Dios.
En este punto llegamos a ser vasos puros a través de los cuales el aceite puede fluir
fácilmente. Dios no aumenta la unción en nosotros en este punto. Más bien, mientras que
somos purificados, nosotros apropiamos más y más de esta unción disponible.

En cierto sentido, llegamos a un lugar donde Dios puede confiar en nosotros su unción. Si
el Espíritu Santo se mueve en poder a través de un vaso impuro, ésto puede tener varios
efectos negativos. Primeramente, la unción podía ser usada por el motivo erróneo, tal como
levantarse en orgullo, en lugar de dar la gloria a Dios. Segundo, la unción podía llegar a ser
"ensuciada" al fluir a través de un vaso impuro. En vez de salir y cumplir para el propósito
original de Dios, podía salir y causar algún daño, no importa si el vaso quería hacerlo o no.
También, hay el efecto que tendría sobre aquel vaso. Para que alguien mirara el rostro de
Dios sin ser purificado traerá su muerte. No porque Dios le mataría, sino porque la gloria de
Dios causará que aquel hombre muera de sus propios pecados.

En otro sentido, Dios está esperando que llegamos a un punto donde haremos cualquier
cosa necesaria para tener la unción. Lee algunos relatos del ministerio de Smith
Wigglesworth algun día. O bien, mira a la vida de Katheryn Kuhlman. Dios les tenía
haciendo todo tipo de cosas que parecían insensatos en lo natural. Pero, Dios se movió a
través de aquellas actividades insensatas.

Muchas veces, oramos que Dios se mueva, pero no estamos dispuestos a hacer algo que
paresca insensato a fin de permitir que Dios se mueva. Rechazamos declarar que estamos
sanados si no vemos la manifestación, ¿cómo pues podemos hacer algo tremendamente
valiente (sin temor), si no podemos aun hacer ésto? La verdadera unción requiere verdadera
obediencia.

Por lo tanto, que tan ungido esté un cristiano en un tiempo particular no depende de Dios,
depende de aquel individuo. El "nivel de unción" puede fluctuar arriba y abajo,
dependiendo de donde esté aquella persona en su caminar (intimidad) con el Señor.

Cuando estamos en esta etapa del avivamiento, vemos un aumento en los milagros.
Escucharemos más misterios de Dios revelados por las profecías. Las sanidades
espontáneas ocurrirán, sin que nadie les imponga las manos, ni oren. Las cargas caerán de
la gente. Los demonios saldrán a nuestra orden.

"Quebrantaré a Asiria en mi tierra, y la pisotearé sobre mis montes. Entonces su yugo se


les quitará de encima, y su carga será quitada de sus hombros."

Isa 14:25

El propósito de la unción es destruir yugos y ataduras, y quitar cargas. Esto es lo que


veremos en esta etapa del avivamiento. La gente de las calles entrarán, agobiados con su
pecado, adicciones, daños, demonios y ataduras. Una vez que ellos entran a la presencia de
Dios que estará allí, aquellas cosas les serán quitadas.
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Jesús "…anduvo haciendo bien y sanando a todos los oprimidos por el diablo…" ¿Por qué?
Porque "…Dios estaba con El" (Hec 10:38). Cuando alcanzamos este punto en nuestro
caminar con el Señor, entonces nosotros también estaremos en el lugar donde Dios está con
nosotros. Es Su presencia en medio de nosotros que quebrantará estes yugos y quitará
aquellas cargas; no tiene nada que ver con nosotros.

Realmente, para que la presencia de Dios sea con nosotros tan fuerte, necesitamos nosotros
estar fuera del camino (dejar el control a Dios). Literalmente, debemos morir a nosotros,
para que la única cosa que la gente vea cuando nos mire sea al Señor.

Jesús dijo que él hacía únicamente las cosas que veía a su Padre hacer (Juan 5:19). El fue tan
íntimo con Dios el Padre que podía ver lo que el Padre estaba a punto de hacer, y él llegó a
ser parte de aquella acción. El Padre dirige, el Espíritu Santo da poder, y el Hijo declaró lo
que el Padre y el Espíritu Santo estaban haciendo.

El Señor no tiene menos deseo de moverse sobre la tierra hoy que él tenía hace 2,000 años.
La diferencia es que en aquella época él estuvo en cuerpo humano, y hoy él necesita obrar a
través de nuestros cuerpos. La única cosa que necesita es un vaso puro.

Nunca debemos dar mal uso a la unción. En capítulo diez del libro de Levítico, Moisés
dirijió Aarón que "Ni siquiera saldréis de la entrada de la tienda de reunión, no sea que
muráis; porque el aceite de unción del Señor está sobre vosotros…" (Lev 10:7). Esto fue a un
tiempo que los hijos de Aarón habían malusado la unción. Su error les costó sus vidas. Sin
embargo, Aarón aun no pudo salir de la presencia de Dios para lamentar la muerte de sus
propios hijos. La unción de Dios es santa; nunca debemos permitir que algo interfiera con
ella.

"Y derramó del aceite de la unción sobre la cabeza de Aarón y lo ungió, para
consagrarlo."

Lev 8:12

"Entonces Samuel tomó el cuerno de aceite y lo ungió en medio de sus hermanos; y el


Espíritu del Señor vino poderosamente sobre David desde aquel día en adelante…"

1 Sam 16:13

Ungir significa frotar, untar o vertir. En otras palabras, significa totalmente cubrir y saturar
con el aceite. ¿Recuerda cuando estaba hablando del fuego y yo dije que les cubrió
totalmente? Cuando pasamos suficiente tiempo en el fuego, salimos totalmente cubiertos
con aceite.

Si tú estás cubierto de aceite, y alguien te toca, tú vas a poner aceite sobre ellos. No tendrás
que tratar de hacerlo, simplemente sucederá. De hecho, tú no podrás evitar poner aceite
sobre ellos, si quieres o no.
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Pedro estaba tan cubierto con aceite que la gente enferma fueron llevados a las calles a fin
de que su sombra les cayera (Hechos 5:15). Su sombra no tuvo nada que hacer con sanar la
gente. El Espíritu Santo estaba sobre él de una manera tan poderosa, que el acercarse a él
trajo como resultado en que aquella gente recibiera alguna de su aceite sobre ellos. Esto es
el lugar a donde Dios anhela llevarnos hoy en día.

Cuando uno tiene el aceite, tiene todo lo que necesita. En el Segundo de Reyes, capítulo
cuatro, hubo una mujer que fue viuda. Ella tenía muchas deudas, y vino a Eliseo en busca
de una respuesta. El le contestó:

"Y Eliseo le dijo: ¿Qué puedo hacer por ti? Dime qué tienes en casa. Y ella respondió: Tu
sierva no tiene en casa más que una vasija de aceite. 3 Entonces él le dijo: Ve, pide vasijas
prestadas por todas partes de todos tus vecinos, vasijas vacías; no pidas pocas. 4 Luego
entra y cierra la puerta detrás de ti y de tus hijos y echas el aceite en todas estas vasijas,
poniendo aparte las que estén llenas.

2 Rey 4:2-4

La única cosa que tenía aquella mujer fue algo de aceite, pero acabó siendo suficiente para
proveer cada una de sus necesidades. Ella no solamente vertió bastante aceite de aquella
vasija para pagar sus deudas, pero también tenía bastante para vivir de le que quedó (2 Rey
4:7).

Dios desea proveer todas nuestras necesidades conforme a sus riquezas en gloria (Fil 4:19).
Pero para poder hacer esto requiere que nosotros nos pongamos en aquel lugar donde
tenemos el aceite. Dios no obra cuando estamos retirados de El, por ninguna o poca
intimidad, El únicamente obra en el presente. Si queremos Su mejor, debemos estar donde
El está. El verdadero avivamiento nos llevará a aquel lugar.

El aceite trae gozo a nuestras vidas (Sal 45:7 & Is 61:3). También trae sanidad (Luc 10:34 &
Sant:5:14). Esto es parte de la provisión que recibimos cuando alcanzamos este cuarto mover
del Espíritu Santo.

En fin, yo debo decir que el aceite es esencial para el Caminar Cristiano. Jesús dijo una
parábola de las diez vírgenes. En esta parábola, el punto clave por determinar si las
vírgenes fueron insensatas o sabias fue basado en su provisión de aceite. Yo he
parafraseado esta parábola aquí, solamente hice unas comunes substituciones admisibles.

Entonces el reino de los cielos será semejante a diez cristianos que tomando el testigo de
sus vidas, salieron a recibir al Señor. 2 Y cinco de ellas estaban solamente siguiendo sus
tradiciones, y cinco estaban verdaderamente buscando la voluntad de Dios. 3 Porque
aquellas que solamente seguían sus tradiciones, al tomar el testigo de sus vidas, no
tomaron ninguna unción consigo, 4 pero aquellas que verdaderamente buscaban la
voluntad del Señor tomaron unción en sus ministerios junto con el testigo de sus vidas. 5 Al
tardarse el Señor, todas estuvieron atareadas con sus vidas y trabajos. 6 Pero a
medianoche se oyó un clamor: "¡Aquí está el Señor! Salid a recibirlo." 7 Entonces todos
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aquellos cristianos se levantaron y arreglaron el testigo de sus vidas. 8 Y aquellos que


solamente seguían sus tradiciones dijeron a los que verdaderamente buscaban la voluntad
del Señor: "Dadnos de vuestra unción, porque los testigos de nuestras vidas se apagan." 9
Pero aquellos que verdaderamente buscaban la voluntad del Señor las prudentes
respondieron, diciendo: "No, no sea que no haya suficiente para nosotras y para vosotras;
id más bien al Espíritu Santo y recibed para vosotras." 10 Y mientras ellas iban a recibir,
vino el Señor, y las que estaban preparadas entraron con él al rapto de bodas, y empezó la
tribulación. 11 Después vinieron también los otros cristianos, diciendo: "Señor, señor,
ábrenos." 12 Pero respondiendo él, dijo: "En verdad os digo que no os conozco." 13 Velad,
pues, porque no sabéis ni el día ni la hora.

Mat 25:1-13 (substituciones están subrayadas)

¿En cuál de los grupos estás tú, en el de los insensatos o los sabios? Nosotros debemos
diligentemente buscar los cuatros moveres del Espíritu, para que seamos juzgados sabios,
porque tenemos el aceite.

Estas cuatro etapas pueden ocurrir en la vida de un individuo, en una iglesia o en afectar
toda la comunidad. El avivamiento corporal es simplemente numerosos avivamientos
ocurriendo al mismo tiempo y en el mismo lugar. Hay una sinergia que ocurre por mucha
gente anhelando y buscando ser cambiadas por el avivamiento en el mismo tiempo. Pero,
aun si nadie mas quiere ser avivado, un creyente individual puede tener avivamiento en su
propia vida.

Alguna gente no querrá recibir en un avivamiento no importa que tantas bendiciones


reciben otra gente. Hay siempre unas personas que están satisfechos como son, y no quieren
ningún cambio. Sin embargo, nosotros nunca debemos permitir que esto nos detenga de
entrar en avivamiento. Busca el mover fresco del Espíritu Santo en tu propia vida, y déjale
encender un fuego dentro de ti.

Puesto que toma tiempo para que estos cuatro moveres ocurran, no debemos tardarnos, sino
empecemos a orar por el fuego ahora. De esta manera, estaremos en el buen lugar donde
tenemos el aceite cuando lo necesitamos.

Dios desea vivificar la Iglesia de hoy. ¿Estas listo a recibirlo, o eres uno de aquellos que
prefieren que esto no les suceda a ellos? ¿Estas satisfecho como eres en este momento o
quieres recibir todo lo que Dios tiene para ti?

Copyright © 2003 por Richard A. Murphy, Maranatha Life Todos derechos reservados.

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