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DE LA COMUNIDAD CIENTÍFICA EN GENERAL

¿Qué es el amor?

Estas son las respuestas que dieron cuatro profesionales diferentes:

El médico: "El amor es una enfermedad, porque casi siempre termina en la cama."

El economista: "No es una inversión rentable, pues casi siempre se mete más de lo que
se saca."

El político: "El amor es como una democracia, porque tanto goza el que está arriba
como el que está abajo."

El matemático: "Él amor es la ecuación perfecta, ya que la mujer expande el miembro


a su máxima potencia, lo encierra entre paréntesis, le extrae el factor común y lo
reduce a su mínima expresión."

La arqueología es la única ciencia cuyo futuro siempre está en ruinas.

¿Quién es Santa Claus?

1o. Santa Claus no trabaja personalmente, sino que dirige a muchos subalternos.
2o. Nadie lo ve llegar. Sólo vemos a sus operarios.
3o. Santa Claus trabaja mucho menos de 40 horas semanales.
4o. Santa Claus hace muchos viajes.
5o. Santa Claus tiene trabajo hasta que quiera retirarse.
Conclusión: Santa Claus es un catedrático.

Así es como califican los exámenes finales los profesores de diferentes ramas de la
ciencia:

Departamento de estadística: Se colocan los estudiantes por orden alfabético sobre


una gráfica, distribuidos a lo largo de una gaussiana.

Departamento de psicología: Los estudiantes hacen una mancha en el examen y el


profesor pone la nota de acuerdo con lo primero que le sugiere el manchón.

Departamento de computación: Se emplea un generador de números aleatorios.

Departamento de historia: Cada estudiante recibe la misma nota que el año anterior.

Departamento de teología: Dios pone las notas.

Departamento de filosofía: ¿Para qué quieren notas?


Departamento de derecho: Los estudiantes tienen que defender por qué se merecen un
sobresaliente.

Departamento de matemáticas: Las notas son variables aleatorias.

Un físico, un químico y un programador viajan en auto por la carretera. De repente,


el vehículo comienza a hacer un ruido extraño y deciden parar en la banquina. Para
determinar la causa del ruido, dejan el motor en marcha. Estos fueron sus
comentarios sobre el ruido extraño en el auto:
-Según el físico. "Evidentemente, hay un problema de rozamiento entre los pistones."
-Según el químico: "De eso nada, el ruido es debido a que la gasolina está mal
mezclada."
-Según el programador: "¿Por qué no lo apagamos y lo encendemos; lo apagamos y lo
encendemos...?"

¿Cuánto son 2+2?

Ingeniero: 3,9968743

Físico: 4,000000004 +/-0,00000006

Matemático: Espere unos minutos más. Ya he probado que la solución existe y es


única, ahora la estoy acotando y...

Filósofo: ¿Qué quiere decir 2+2?

Lógico: Defina mejor 2+2 y le contestaré.

Contable: Tras cerrar puertas y ventanas, susurra lo siguiente: "¿Cuánto quiere que
sea el resultado?"

Hacker: Consigue acceder ilegalmente a un superordenador, abre un programa para


calcularlo y dice que la respuesta es 5, salvo por un par de errores en el programa que
se corregirán en breve.

¿Por qué Dios jamás recibiría una cátedra en una universidad?

1) Sólo tiene una publicación importante.

2) Está escrita en hebreo.

3) No tiene referencias.

4) Hay quien duda de que Él fuese el autor.

5) Sí, es posible que crease el universo, pero no ha publicado los resultados.


6) Los científicos han tenido problemas para confirmar experimentalmente la
Creación.

7) Resulta complicado trabajar con Él.

Copiar de un artículo se llama plagio; de un libro, tesina; y de muchos libros, tesis


doctoral.

Un filósofo, un biólogo, un físico y un matemático están charlando en un bar cuando


de repente ven que dos personas entran en una camioneta aparcada enfrente del local.
Al cabo de un rato salen de ella no dos, sino tres individuos. Éstas fueron las
impresiones de los tertulianos:
-El filósofo: "¡Esto es increíble! ¿Si la camioneta estaba vacía, cómo es posible que
salga una persona más de las que han entrado?"
-El físico: "Claramente, nuestras mediciones son erróneas."
-El biólogo: "Han debido de reproducirse dentro del vehículo."
-El matemático: "¡No veo dónde está el problema! Cuando entre una persona más, la
camioneta volverá a estar vacía."

¿Problemas con las matemáticas? Llame al 900-232233.


En el departamento de psicología de una conocida universidad española han
inventado un detector de mentiras. Para probar su eficacia, invitan a un estudiante de
informática, a uno de medicina y a otro de letras. Al inicio de la prueba, se advierte a
los voluntarios que sonará una alarma cada vez que digan una mentira. Empieza el de
informática y dice:
"Yo pienso que piratear programas debería estar prohibido por la ley". La alarma se
dispara: ¡Piiiip, Püiiip, Piiiiiip!

El estudiante de medicina asegura: “Yo pienso que nuestra carrera es de las más
divertidas que...” La máquina hace: ¡Piiiip, piiiip, piiiip, piiiip!
Por último, le toca el turno al estudiante de letras: "Yo pienso..." ¡Piiip, piiiiiip,
piiiiiiüiip!

Truco nemotécnico para recordar los periodos de la era primaria: precámbrico,


cámbrico, ordovícico, silúrico, devónico, carbonífero y pérmico. "Presuntuoso, cabrón
y ordinario, si debes carbón págalo."

Si A=B y B=C, entonces A=C. Esto en la práctica no siempre se cumple.


Un ejemplo: si Sara ama a Luis y Luis ama a Rosa, entonces Sara ama a Rosa.

Un economista regresa al cabo de varios años a su universidad para dar una


conferencia y aprovecha la ocasión para saludar a un antiguo profesor. Acude a su
despacho y, tras conversar un rato, ve un examen sobre la mesa. Así que lo toma, lo
mira, y le dice con sorpresa al profesor:
-¡Anda, pero si este examen es el mismo que me puso hace años!
-Sí, tengo solo tres exámenes y los voy repitiendo cíclicamente.
-¿Y no tiene miedo de que alguien lo descubra y lo copie?
-¡Qué dices! ¿No ves que las respuestas cambian de año en año?

En un examen se pide a los estudiantes que demuestren que todos los números
impares son primos. Éstas fueron las respuestas:
- Matemático. Se da cuenta de que el enunciado es falso, pero tiene que demostrarlo.
Se pone manos a la obra y escribe: "3 es primo, 5 es primo, 7 es primo y, por
inducción, todos los números impares son primos".
- Físico. También se percata de la trampa del enunciado y escribe: "3 es primo, 5 es
primo, 7 es primo y, por inducción, todos los números impares son primos. Nota: al
llegar al 9 se obtiene un error experimental".
- Programador de ordenadores. "3 es primo, 5 es primo, 7 es primo, 7 es primo, 7 es
primo, 7 es primo..." Así siguió hasta que el bolígrafo se quedó sin tinta.
-Teólogo. "3 es primo y, por tanto, todos los números impares son primos. De aquí se
concluye la existencia de Dios, porque tal maravilla tiene que ser el resultado de una
mente creadora superior. Además, ¿cómo alguien puede creer en la primalidad de los
números impares y negar la existencia de Dios?"
- Médico. "3 es primo, 5 es primo, 7 es primo, y a los demás se les aplica el mismo
tratamiento hasta que se curen".

Las 10 leyes de Murphy:

1. Si algo puede salir mal, saldrá.


2. Si existe la posibilidad de que varias cosas salgan mal, la que cause el primer daño
será la primera que suceda.
3. Si algo no puede salir mal, saldrá mal de todos modos.
4. Dejadas al aire, las cosas tienden a ir de mal en peor.
5. Si todo parece estar saliendo bien, evidentemente hay algo que te has pasado por
alto.
6. Cualquier cosa que empieza bien, mal acaba.
7. Cualquier cosa que empieza mal, acaba peor.
8. Si parece fácil, es difícil.
9. Si parece difícil, resulta totalmente imposible.
10. Si un experimento funciona, es que algo ha ido rematadamente mal.
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PERSONALIDAD JURÍDICA

1. Clasificación de los derechos de la personalidad


2. Distinción entre Sujeto de Derecho, Persona, Capacidad Jurídica y
Personalidad
3. Sujeto de Derecho
4. Determinación de las personas
5. Caracteres de los derechos de la personalidad
6. Capacidad
7. Limitaciones a la Capacidad Jurídica en el Derecho Venezolano
8. Regímenes de incapacidad
9. Restricciones a la capacidad de ejercicio en las personas naturales
10. Clasificación de las Personas Jurídicas
11. Distinción entre Función Orgánica y la Representación

1. Clasificación de los derechos de la personalidad

El derecho de la personalidad se divide según Bonnecase en tres partes:


a. Existencia e individualización de las personas físicas: en este punto están
comprendidas dos ideas:

 La existencia y la duración de la personalidad física: En materia doctrinaria este punto


genera cierta dificultades, por cuanto no en todos los casos hay coincidencia de la
personalidad con la existencia real del hombre, así por ejemplo, cuando se hace referencia a
la vida humana, se consideran dos facetas: el nacimiento y la muerte. Sin embargo la
personalidad humana existe y produce sus efectos desde el mismo momento de la
concepción, y en algunos casos, siguiendo la teoría de las substituciones permitidas y de la
institución contractual, se puede decir que el Derecho Civil toma en cuenta la personalidad
humana antes de la concepción de los seres que la tendrán.
 Individualización de las personas físicas: Comprende los signos que hacen distinción de
una personalidad a otra, y cuyas diferencias y distinciones están determinadas por el
nombre, el domicilio, el estado de la persona y por las actas del estado civil.

a. Capacidad de las personas físicas

Son dos los puntos a resaltar:


b.1. Los lineamientos de la organización de la capacidad de las personas físicas y de sus
variaciones, lo cual comprende:
 La noción de capacidad en sus dos formas: capacidad de goce y de ejercicio y sus
relaciones con la noción de personalidad.
 Los límites de la capacidad de ejercicio y lo referente a las causas de incapacidad, ya
sean causas físicas, fisiológicas, legales.
 La extensión de las diversas especies de incapacidad, ya sea general o especial.
 La representación del incapaz y su asistencia, que logra que el incapaz franquee los
límites de su incapacidad y puedan participar en la vida jurídica.
 Enumeración y distinción de las instituciones que se basan de representación del
incapaz, como corresponde a la patria potestad, tutela, entre otros.
 Enumeración y distinción de las instituciones que se basan en la asistencia de los
incapaces, como la curatela.
b.2. El estudio de los organismos destinados a suplir la incapacidad de las personas físicas, lo
cual comprende el estudio de los organismos de representación y de asistencia que suplen la
incapacidad de las personas físicas y el funcionamiento de los mismos.
c) Existencia, individualización y capacidad de las personas morales o jurídicas.
1. Persona: ente apto para ser titular de deberes o derechos jurídicos.
El Código Civil Venezolano en su artículo15 establece que las personas son naturales o
jurídicas.
El artículo 16 eiusdem determina que "todos los individuos de la especie humana son
personas naturales". Y el artículo 19 eiusdem establece que "son personas jurídicas y por
lo tanto, capaces de obligaciones y derechos:
" 1. La Nación y las entidades políticas que la componen.
2. Las iglesias, de cualquier credo que sean, las universidades y, en general, todos los
seres o cuerpos morales de carácter público.
3. Las asociaciones, corporaciones y fundaciones lícitas de carácter privado...."
Personalidad: Cualidad de ser persona, o sea, la aptitud para ser titular de derechos o
deberes jurídicos.
El artículo 17 del código en comento, reza que el feto se tendrá como nacido cuando se
trate de su bien; y para que sea reputado como persona, basta que haya nacido vivo.
Se afirma que el feto adquiere derechos desde el momento de su concepción, la
personalidad humana existe y produce sus efectos desde el mismo momento de la
concepción, y en algunos casos, siguiendo la teoría de las substituciones permitidas y de
la institución contractual, se puede decir que el Derecho Civil toma en cuenta la
personalidad humana antes de la concepción de los seres que la tendrán.
Con respecto a las personas jurídicas determinadas en el artículo 19 eiusdem se establece
en el ordinal 3ro. Que las asociaciones, corporaciones y fundaciones lícitas de carácter
privado adquirirán la personalidad con la protocolización de su acta constitutiva en la
Oficina Subalterna de Registro...
Capacidad: es la medida de esa aptitud para ser titular de derechos o deberes jurídicos.
Por ejemplo, el artículo 18 del Código Civil: "Es mayor de edad quien haya cumplido
dieciocho (18) años. El mayor de edad es capaz para todos los actos de la vida civil, con las
excepciones establecidas por disposiciones especiales". Estas excepciones están
englobadas en las causales de incapacidad.
Sujeto de Derecho: aquel que actualmente tiene un derecho o deber.
En este orden de ideas, se puede abstraer que la personalidad no admite grados, por
cuanto se tiene o no se tiene personalidad. Pero la capacidad jurídica si puede variar
dependiendo de la persona.
Con respecto a la persona y sujeto de derecho, la doctrina plantea distinciones por cuanto
el contenido del concepto de persona es más amplio debido a que comprende también a
quien puede llegar a tener un derecho o un deber, aunque actualmente no lo tenga. Sin
embargo los autores coinciden en la idea de que si se toma la expresión sujeto de derecho
en sentido abstracto, sin hacer referencia a ningún derecho o deber en concreto, coincide
como sinónimo de persona.
2. Distinción entre Sujeto de Derecho, Persona, Capacidad Jurídica y
Personalidad.
3. Sujeto de Derecho

a. Aquel que actualmente tiene un derecho o deber.


b. Concepto
c. El sujeto de Derecho en la Relación Jurídica

Para el desarrollo de este punto es necesario dejar claro qué es una relación jurídica. Para tales
efectos, ésta se puede entender en dos sentidos: a) como la vinculación establecida por una
norma jurídica entre la condición y la consecuencia, por lo que el conocimiento de la
consecuencia imputa a la condición, y b) como la vinculación establecida por la norma jurídica
entre el deber y la obligación de un sujeto y la facultad o derecho subjetivo de otro, para
integrar ambos la consecuencia jurídica.
Para Savigny la relación jurídica consiste en una vinculación entre dos o más personas que es
determinada por una norma jurídica.
En este sentido, la idea de este autor es de vital importancia porque plantea las relaciones
jurídicas entre sujetos de derechos. Es decir, que el sujeto de derecho se relaciona
jurídicamente por ser titular de un derecho o deber pautado o regido por una norma jurídica.
1. En el derecho vigente se considera que todos los individuos de la especie humana
tienen personalidad jurídica, es decir, que la personalidad del individuo esta vinculada
con la existencia de éste, y no a su conciencia o a su voluntad, como lo afirman Ripert y
Boulanger.
Sin embargo, en el derecho romano no se consideraba a la personalidad y capacidad
jurídica por el hecho de ser una persona humana, sino que dependía del estado o status.
Así por ejemplo, el esclavo no tenía personalidad porque no poseía el status libertatis; el
extranjero a los efectos del ius civiles tampoco tenía personalidad porque carecían del
status civitatis; y los alienijuris, que están sujetos a la potestad de otro, carecían de
personalidad porque no tenían el status familiae.
Adicionalmente el derecho vigente reconoce personalidad jurídica a entes diferentes de la
especie humana, por ejemplo, al estado y a las sociedades mercantiles, porque se
considera que éstos buscan fines humanos. Este doctrina nace elaborada y distinguida en
la etapa Bizantina del Derecho Romano bajo Teodosio II. Sin embargo, su desarrollo se
dio en la etapa medioeval, donde se mezclaron elementos del Derecho Romano,
Germánico y Canónico, pero no se pudo crear una doctrina coherente, motivo por el cual
el Código de Napoleón no las regula.
La reglamentación legislativa expresa de las personas jurídicas tuvo su origen en el siglo
pasado, en el Código Civil Chileno de 1855, y luego le siguieron otros códigos como el
Código Civil Portugués.
Es importante destacar que el derecho vigente ha corregido las desviaciones antiguas y
medioevales, las cuales reconocían personalidad jurídica a ciertos entes, como por
ejemplo, el derecho vigente no reconoce a los animales personalidad, pero los
emperadores romanos concedieron honores a ciertos animales y los juristas medioevales
a exigir responsabilidades penales.
No debe confundirse este hecho con las disposiciones protectoras de los animales y
vegetales que existen en el derecho vigente, porque esto ni significa la concesión de
derechos a tales seres, sino que constituyen normas que son dictadas en protección de
intereses humanos. Tampoco puede considerarse que el derecho vigente imponga a los
animales el cumplimiento de deberes civiles o penales, aun cuando los dueños de éstos
puedan llegar a tener algún tipo de responsabilidad con motivo de hechos realizados por
sus animales.
2. Determinación de las personas
3. Caracteres de los derechos de la personalidad.

Entre las diferentes características que se pueden mencionar se encuentran:


 En principio constituyen derechos originarios e innatos, es decir, que se adquieren al
nacer. Por ejemplo: el derechos a la vida, integridad física, privacidad e intimidad. Sin
embargo, existen ciertos derechos que presuponen la creación previa de una obra o la
redacción de un escrito, por lo cual no son innatos, como es el caso del derechos de autor
sobre una obra intelectual, lo que presupone la creación de dicha obra y la creación de un
escrito podría originar también el derecho de confidencialidad de dichos escritos, si fuere el
caso.
 Son derechos absolutos, erga omnes, porque son oponibles a todos.
 Son extrapatrimoniales, porque no son susceptibles de valoración económica, lo que no
quiere decir que un hecho que lesione un derecho de la personalidad y un derecho
patrimonial, dando origen a una reparación en dinero.
 Son en principio indisponibles, porque no pueden ser creados, modificados,
renunciados, transmitidos ni extinguidos por la voluntad de una persona, sino en la medida
que la ley lo autorice.

1. Capacidad.

a. La doctrina ha clasificado a la capacidad en derecho distinguiendo entre la capacidad


de ejercicio, disfrute o de obrar, que consiste en la medida de la aptitud para producir
plenos efectos jurídicos mediante actos de la propia voluntad. Por otra parte, la capacidad
jurídica, legal o de goce, que constituye la medida de la aptitud de ser titular de derechos
o deberes.
La capacidad de obrar se subdivide, entre otras, en capacidad delictual o de imputación,
que se refiere a la medida de la aptitud para quedar obligado por haber cometido un
hecho ilícito; capacidad procesal, que es la medida de esa aptitud para realizar actos
procesales válidos; y la capacidad negocial o de ejercicio, que es la medida de la aptitud
para la realización de negocios jurídicos válidos en nombre propio.
Es en este sentido que la incapacidad de obrar se podría clasificar en incapacidad natural
e incapacidad civil. La primera deriva de la propia naturaleza, por lo que debe ser
reconocida por la ley, como es el caso de la incapacidad del enajenado mental, entre otras
cosas. Por otro lado, la incapacidad civil es la que establece la misma ley, como es el caso
de la minoría de edad.
Como lo afirma José Luis Aguilar Gorrondona, tanto la incapacidad civil como la natural
coinciden, a pesar de que la ley dicta normas generales, ciertas personas afectadas de
incapacidad natural no están afectadas de incapacidad civil, como por ejemplo los
enajenados no entredichos.
Además, es importante mencionar que la ley establece una incapacidad civil para
determinada clase de personas, por ejemplo los condenados a presidio, quienes no tienen
incapacidad natural.
b. Grados de la Capacidad: Capacidad Jurídica y Capacidad de Obrar.
c. Principios que rigen la Capacidad

 Una persona natural siempre tendrá capacidad jurídica, legal o de goce, porque no
existen individuos de la especie humana que carezcan totalmente de capacidad de goce.
 La capacidad de obrar presupone la capacidad de goce, porque para tener capacidad de
obrar es necesario que la persona sea titular de los derechos o deberes que ese acto está
llamado a producir.
 La Capacidad de goce no presupone la capacidad de obrar, porque una persona puede
ser titular de derechos o deberes que pueden nacer no por voluntad propia, porque su
nacimiento puede provenir de otra fuente. Por ejemplo, la sucesión hereditaria.
 Las normas que rigen la capacidad jurídica y la capacidad de obrar son diferentes:
 No puede haber incapacidades generales de goce, pero si existen incapacidades
generales de obrar.
 Las personas afectadas por incapacidades de obrar son mucho más que el número de
personas afectadas por incapacidades especiales de goce.
 La capacidad es la regla y la incapacidad es la excepción:
 La incapacidad existe porque está establecida en un texto legal.
 Las normas que establecen incapacidades son de interpretación restrictiva.
 Quien alega la incapacidad tiene la carga de probarla.

a. Ámbito de la Capacidad

Para desarrollar este punto es necesario citar el artículo 9 del Código Civil:
"Las leyes concernientes al estado y capacidad de las personas obligan a los venezolanos,
aunque residan o tengan su domicilio en país extranjero".
Otro artículo que ayudaría a la comprensión de este punto sería el 26 del código antes citado:
"Las personas extranjeras gozan en Venezuela de los mismos derechos civiles que los
venezolanos, con las excepciones establecidas o que se establezcan. Esto no impide la
aplicación de las leyes extranjeras relativas al estado y capacidad de las personas en los casos
autorizados por el Derecho Internacional Privado".
Estas normas de la legislación venezolana concuerdan con los principios pautados al respecto
en el Código de Bustamante de 1.928, el cual es derecho positivo y vigente en nuestro país y al
cual debe recurrirse cuando se presente un problema de Derecho Internacional Privado entre
los países que han igualmente ratificado este convenio.
Al respecto el mencionado Código Internacional determina:
"Árt. 27: La capacidad de las personas individuales se rige por su ley personal, salvo las
restricciones establecidas para su ejercicio por este Código o por el derecho local".
"Árt. 30: Cada Estado aplica su propia legislación para declarar extinguida la personalidad civil
por la muerte natural de las personas individuales y la desaparición o disolución oficial de las
personas jurídicas, así como para decidir si la menor de edad, la demencia o imbecibilidad, la
sordomudez, prodigalidad y la interdicción civil son únicamente restricciones de la
personalidad, que permiten derechos y aún ciertas obligaciones".
Es por estas razones que el estado y capacidad de las personas son arrastradas por la misma
persona aunque no se encuentren en el país.
El autor Rengel Romberg plantea un caso interesante que ayudará a ilustrar este punto:
"El nuevo código regula la capacidad procesal de las partes en juicio en el artículo
136, según el cual "son capaces para obrar en juicio, las personas que tengan el
libre ejercicio de sus derechos, las cuales pueden gestionar por sí mismas o por
medio de apoderados, salvo las limitaciones establecidas en la ley". Pero como la
capacidad de las personas la determina su estatuto personal o ley nacional, el
artículo 137 C.P.C. establece que "las personas que no tengan el libre ejercicio de
sus derechos, deberán ser representadas o asistidas, según las leyes que regulen
su estado o capacidad", de lo que se sigue que la capacidad procesal de los
extranjeros en Venezuela, se determina por su ley nacional. Por tanto, un
extranjero, que según su ley nacional adquiera el libre ejercicio de sus derechos a
los 17 años de edad, tiene capacidad procesal para obrar o contradecir en juicio en
Venezuela, aunque según la ley venezolana, la mayoría de edad se adquiere a los
18 años cumplidos. Y viceversa, un extranjero que según su ley nacional adquiera
la capacidad a los 25 años no puede ser admitido a obrar o contradecir en juicio,
por sí mismo, en Venezuela, aunque en este país la capacidad procesal se
adquiera a los 18 años".
Es importante destacar que las normas del estado y la capacidad de un extranjero se aplicarán
en venezuela siempre y cuendo no se opongan a los preceptos constitucionales venezolanos, del
orden público y las buenas costumbres. Por ejemplo, un extranjero cuya nacionalidad le
permita contraer varios matrimonios al mismo tiempo, no puede venir a Venezuela y contraer
varias veces matrimonio, porque en este caso se violarían los preceptos constitucionales, del
orden público y las buenas costumbres. Igualmente si un venezolano casado viaja a un país
donde se permite contraer varias veces matrimonio, y se casa nuevamente, si esa acta de
matrimonio es pasada por el consulado venezolano en ese país, y luego traída a Venezuela y
traducida por un traductor público, resulta que entonces se puede probar en Venezuela que esa
persona está casada dos veces y sería según la ley venezolana bígamo, y la bigamia es un delito.
1. Limitaciones a la Capacidad en el Derecho Venezolano.

a. Como lo establece nuestra Carta Magna de 1.999, para ser elegidos como diputados de
la Asamblea Nacional es necesario ser venezolano por nacimiento o por naturalización…
(art. 188), este requisito de la nacionalidad también es requerido para ejercer otras
funciones públicas como para ser Presidente de la República, donde se requiere ser
venezolano por nacimiento y no poseer otra nacionalidad (art. 227). El requisito de la
nacionalidad entre otras se requiere para ser Ministro o Ministra (art. 244). Y entre otros
ejemplos se puede mencionar como requisito de la nacionalidad venezolana por
nacimiento para ser Magistrado del Tribunal Supremo de Justicia (art. 263) y Procurador
General de la República (art. 249).
De manera que algunos cargos públicos están reservados a los venezolanos por
nacimiento sin otra nacionalidad, así lo establece el artículo 41 de la Constitución
Nacional:
"Solo los venezolanos y venezolanas por nacimiento y sin otra nacionalidad, podrán
ejercer los cargos de Presidente o Presidenta de la República, Vicepresidente ejecutivo o
Vicepresidenta Ejecutiva, Presidente o Presidenta y Vicepresidentes o Vicepresidentas de
la Asamblea Nacional, Magistrados o Magistradas del Tribunal Supremo de Justicia,
Presidente o Presidenta del Consejo Nacional Electoral, Procurador General de la
República, Contralor o Contralora General de la República, Fiscal o Fiscala General de la
República, Defensor o Defensora del Pueblo, Ministros o Ministras de los despachos
relacionados con la seguridad de la Nación, finanzas, energía y minas, educación:
Gobernadores y Gobernadora y Alcaldes y Alcaldesas de los Estados y Municipios
Fronterizos y aquellos contemplados en la ley orgánica de la Fuerza Armada Nacional".
b. En relación con la nacionalidad:

En este caso, el estado de una persona puede limitar la capacidad jurídica. Un ejemplo
sencillo sería el artículo 50 del Código Civil, cuando reza que no se permite ni es válido el
matrimonio contraído por una persona ligada por otro anterior, ni el de un ministro de
cualquier culto a quien le sea prohibido el matrimonio por su respectiva religión.
Igualmente, para ser Presidente de la República se exige ser de estado seglar (art.227
C.N.).
c. En relación con el estado de la persona:

Un ejemplo claro de estas limitaciones se encuentran plasmadas en el artículo 29 de la


Ley de Carrera Administrativa, cuando entre otras cosas, y sin perjuicio de lo dispuesto
en leyes y reglamentos especiales, se prohibe a los funcionarios públicos celebrar
contratos por sí, por personas interpuestas o en representación de otro, con la República,
los Estados, Municipios y demás personas jurídicas de derecho público, salvo las
excepciones que establezcan las leyes.
d. En razón de la función pública que ejerce:

La capacidad jurídica se podría ver limitada por la perpetuación de hechos ilícitos. Es el


caso de el artículo 810 del Código Civil, cuando determina que son incapaces de suceder
los indignos, a menos que hayan sido rehabilitados en forma legal (art. 811 C.C.),
entendido que la indignidad del padre, de la madre o de los ascendientes para recibir la
herencia de una persona, no perjudica a los hijos o a los descendientes para recibir la
mencionada herencia (art. 813 C.C.).
e. En razón de medidas punitivas:
f. En razón de las características de la personas:
Esta limitación se basa en las características que puede presentar la persona para el momento
de ser titular de un derecho o deber.
En este sentido, se crea limitación, por ejemplo, para los todavía no concebidos para el
momento de la apertura de la sucesión, declarándoles incapaces según el artículo 809 del
Código Civil, de suceder.
Otro ejemplo sería el establecido en el artículo 1.144, cuando el legislador establece que no
tienen capacidad para adquirir bienes muebles los institutos de manos muertas, es decir,
aquellos institutos que no pueden enajenar bienes inmuebles de acuerdo a las leyes y
reglamentos de su constitución.
1. Regímenes de Incapacidad

Existen dos regímenes de incapaces:


a. Los regímenes de representación, en los que el incapaz es sustituido por otra persona
quien realiza el negocio jurídico, es decir, que el incapaz no interviene en dicha
realización del negocio jurídico.
b. Los regímenes de asistencia y autorización, en los cuales el incapaz conserva la
iniciativa y voluntad de realización del negocio jurídico y no es sustituido, sino que para
la validez de un acto se requiere la actuación conjunta del incapaz y de la persona que lo
está protegiendo, es decir de la persona que lo asiste. Ahora bien, si la persona capaz tiene
la función de aprobar o improbar los negocios jurídicos, entonces se dice que ya no es
asistente, sino que se habla de autorización.

En determinadas ocasiones la incapacidad y los regímenes de incapacidad no bastan para la


protección de una persona, porque sólo protegen a los incapaces en la esfera de los negocios
jurídicos, cuando el sujeto podría requerir que también se provea al gobierno de su persona.
Por esta razón, además de la incapacidad y regímenes de incapacidad, la ley ha creado el
sometimiento de determinadas personas naturales al gobierno y dirección de su persona por
otra, que no es otra cosa que el sometimiento a la potestad de otro.
No todos los incapaces están sometidos a la potestad de otro, solamente lo están los menores
no emancipados y los entredichos por defecto intelectual.
Es importante destacar que todos los incapaces sometidos a potestad de otra persona están
sometidos a régimen de representación, sin embargo no todos los incapaces sometidos a
régimen de representación están sometidos a dicha potestad, como es el caso de los entredichos
por condena penal; y en ocasiones las funciones de potestad y representación se encuentran en
manos diferentes.
1. Restricciones a la capacidad de ejercicio en las personas naturales

a. Restricciones Genéricas de carácter total

Este tipo de restricciones se llaman genéricas de carácter total, porque mientras existan
personas con los caracteres de minoridad e interdicción no podrán realizar negocios jurídicos
válidos, a no ser que tengan un régimen de representación o de potestad.
 Minoridad
La minoridad se refiere a la minoría o menoría de edad, menoridad, menor de edad.
Consiste en el estado de las personas que no han alcanzado la mayoría de edad, es decir la edad
que la ley confiere al ser humano a partir de la cual éste tendrá plena capacidad para la
generalidad de los efectos jurídicos.
Son menores de edad los que no hayan cumplido 18 años de edad. Porque según el artículo 18
del Código Civil, es mayor de edad el que haya cumplido 18 años, y por lo tanto es capaz para
todos los actos de la vida civil, con las excepciones que establecen las disposiciones especiales.
La minoría de edad presupone que el niño o niña no tienen una conciencia o voluntad
suficiente para participar en actos jurídicos o comprometer su responsabilidad civil o
penalmente.
Toda persona en la legislación venezolana que no haya llegado a la edad de dieciocho años se
llama menor y por lo tanto incapaz, por lo que está colocado bajo la autoridad de una persona
de su familia, no pudiendo realizar actos jurídicos por si mismo o en todo caso, sin la debida
autorización.
 Interdicción civil

La interdicción Civil consiste en el estado de una persona que ha sido judicialmente declarada
entredicha, es decir, incapaz, por lo cual se le priva de ciertos derechos, ya sea por razón de
delito o por otra causa establecida en la ley.
Con respecto a la interdicción civil el legislador establece en el artículo 393 eiusdem, que el
mayor de edad y el menor emancipado que se encuentren en estado habitual de defecto
intelectual que los haga incapaces de proveer a sus propios intereses, serán sometidos a
interdicción, aunque tengan intervalos lúcidos.
a. Restricciones Genéricas de carácter parcial

 La Inhabilitación

La Inhabilitación consiste en el estado de una persona débil de entendimiento que ha sido


judicialmente declarada como inhábil, porque no presenta un estado tan grave que de lugar a la
interdicción y como consecuencia se le priva de ciertos derechos.
El artículo 409 del Código Civil determina que "el débil de entendimiento cuyo estado no sea
tan grave que de lugar a la interdicción, y el pródigo, podrán ser declarados por el Juez de
Primera Instancia inhábiles para estar en juicio, celebrar transacciones, dar ni tomar bienes, o
para ejecutar cualquiera otro acto que exceda de la simple administración, sin la asistencia de
un curador que nombrará dicho juez de la misma manera que da tutor a los menores. La
prohibición podrá extenderse hasta no permitir actos de simple administración sin la
intervención del curador, cuando sea necesaria esta medida…".
Agrega el legislador en el artículo 410 que el sordomudo, el ciego de nacimiento o el que
hubiere segado durante la infancia, llegados a la mayoría de edad, quedarán sometidos de
derecho a esta incapacidad de la inhabilitación, a no ser que el Juez Competente los haya
declarado hábiles para manejar sus propios negocios.
 La Emancipación
Con respecto a la emancipación, el Código Civil establece en el artículo 382 que el matrimonio
produce de derecho la emancipación. Es decir que una vez autorizados los menores, estos
quedan emancipados con el matrimonio, confiriéndole al menor la capacidad de realizar actos
que no excedan de la simple administración, de lo contrario requerirá autorización del juez
competente.
1. Clasificación de las Personas Jurídicas

Las personas jurídicas se pueden clasificar de la siguiente manera.


Las personas jurídicas en sentido amplio (lato sensu), comprende:
 A las personas naturales, individuales, físicas, simples o concretas, es decir, que son
todos los individuos de la especie humana.
 A las personas jurídicas en sentido estricto (stricto sensu), llamadas también colectivas,
morales, complejas o abstractas. Éstas no son personas o individuos de la especie humana.

En este renglón de las personas jurídicas stricto sensu, se encuentran aquellas de derecho
público y de derecho privado.
Entre los personas jurídicas (stricto sensu) de carácter público, se encuentran según el
contenido del artículo 19, ordinales 1 y 2 del Código Civil: la Nación y las entidades políticas
que la componen, y las iglesias de cualquier credo que sean, las universidades, y en general
todos los seres o cuerpos morales de carácter público, como por ejemplo los institutos
autónomos.
Ahora bien, en lo que respecta a las personas jurídicas stricto sensu de carácter privado, se
encuentran (art.19, ord. 3):
De tipo fundacional: fundaciones y de tipo asociativo (asociaciones en sentido lato sensu). Las
personas jurídicas de carácter privado son un conjunto de personas que persiguen un fin
común para lo cual destinan bienes de manera exclusiva y permanente.
Las fundaciones según Luis Recasens Siches, consisten en una masa de bienes adscrita al
cumplimiento de unas funciones o fines de carácter caritativo, religiosos, culturales, utilizando
un fondo productivo de rentas para la realización, sostenimiento o desarrollo de un servicio
determinado, como podría ser el caso de un asilo, una institución de investigación científica,
bajo la base de la voluntad fundacional, que serían las normas por las cuales se regirá el ente.
Las asociaciones lato sensu comprenden:
 Las corporaciones: las cuales son mandadas a crear y son recogidas por una ley, como
por ejemplo los colegios profesionales.
 Las asociaciones en sentido estricto (stricto sensu); en las cuales sus miembros no
persiguen un fin de lucro. Ejemplo: agrupaciones de investigación científica.
 Las sociedades, donde los miembros buscan como fin el lucro para ellos mismos.

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1. Distinción entre Función Orgánica y la Representación

a. Según Guillermo Cabanellas órgano puede ser una persona que ejecuta un acto o
cumple un fin, es decir que un órgano podría ser una entidad u organismo.
b. Concepto de Órgano
c. Concepto de Representante legal.

Consiste en la representación que el derecho positivo establece ya sea con carácter imperativo o
complementario consecuente de la capacidad de determinadas personas, ya sea porque no
tengan posibilidades físicas como las compañías anónimas y fundaciones, o ya sean también
por causas mentales plenas, o causas especiales.
Como ejemplos más claros se pueden mencionar entre otros: el de los menores no
emancipados, ya estén sometidos a la patria potestad o a la tutela; la representación de los
incapaces o incapacitados, por el tutor o curador.
En este orden de ideas se ha pronunciado el más Alto Tribunal de la República, de la siguiente
manera:
"En sentencia del 3 de agosto de 1.959 esta Corte dejó establecido que cuando las
sociedades o compañías litigan a través de las personas naturales que les sirven
de órganos, no se trata de una persona que representa propiamente a otra; sino
que, es la misma persona a que actúa en juicio y se presenta por sí, sólo que, como
entes no corpóreos que son, están imposibilitados de presentarse o manifestarse
en la vida real de otro modo que no sea por medio de esas personas naturales. Es
que las referidas personas jurídicas "no pueden llevar a cabo actos judiciales sino
por medio de sus órganos-oficios institucionales y permanentes, los cuales se
encarnan a su vez en las personas físicas legalmente investidas pro tempore de
esos mismos oficios. Esto último no es un fenómeno de incapacidad legal, sino
que proviene ex necesse de la naturaleza misma de tales personas que no comen,
ni beben, ni se visten. Lo anterior no quita para que también respecto de las
personas jurídicas se acostumbre hablar, aunque impropiamente de
representación. Mejor (aunque no fuera lo ideal) se podría hablar, en todo caso,
de representación orgánica". (Enrico Redenti. Derecho Procesal Civil –1.957-.
Tomo I, pág.153." (Sentencia de la Sala de Casación Civil, Mercantil y del Trabajo
del 04/05/60. Gaceta forense No. 28. II Etapa. Pág. 133-134).
ADVERTENCIA: ESTE TRABAJO ESTÁ PROTEGIDO POR LAS LEYES DE
DERECHO DE AUTOR. LA REPRODUCCIÓN DE ESTE TRABAJO DEBE HACERSE
TOTALMENTE TOMANDO EN CUENTA INCLUSIVE ESTA NOTA DE
ADVERTENCIA.

Personalidad jurídica
Se entiende por personalidad jurídica aquella por la que se reconoce a una persona,
entidad, asociación o empresa, capacidad suficiente para contraer obligaciones y realizar
actividades que generan plena responsabilidad jurídica, frente a sí mismos y frente a
terceros.

La personalidad jurídica, pues, no coincide necesariamente con el espacio de la persona


física, sino que es más amplio y permite actuaciones con plena validez jurídica a las
entidades formadas por conjuntos de personas o empresas.
DEFINICIÓN JURÍDICA DE “PERSONALIDAD”
El concepto de personalidad proviene del latín personalitas-atis, que significa el
conjunto de cualidades que constituyen a la persona.
En derecho, la palabra personalidad tiene varias acepciones a saber:
1. Se utiliza para indicar la cualidad de la persona en virtud de la cual se le considera
centro de imputación de normas jurídicas o sujeto de derechos y obligaciones. Esta
significación se encuentra muy vinculada con el concepto de persona y sus temas
conexos, como la distinción entre la física y la moral o colectiva, las teorías acerca de
la personalidad jurídica de los entes colectivos y otros.
2. Por otro lado el vocablo personalidad se utiliza en otro sentido, que en algunos
sistemas jurídicos se denomina personería, para indicar el conjunto de elementos que
permiten constatar las facultades de alguien para representar a otro, generalmente a
una persona moral, Así cuando se habla de ''acreditar la personalidad de un
representante'', se hace referencia a los elementos constitutivos de esa
representación, Es en este sentido en que tomamos aquí la voz.
Es sabido que los actos realizados sobre el patrimonio ajeno se sustentan entre otras
bases, en la exteriorización que se hace respecto de la dualidad representante
representado, a efecto de que los terceros sepan que el representante es portador de
una voluntad ajena.
De esta forma, cuando el representante de otro ejerce su representación en juicio o
fuera de el, surge la necesidad de examinar los documentos, hechos o circunstancias
en virtud de los cuales se ostenta como ''representante'', como ''persona legitimada''
para realizar el acto de referencia en una esfera jurídica distinta a la propia: surge en
una palabra la necesidad de ''acreditar su personalidad''. El juez del conocimiento, la
contraparte en un contrato, el notario que autoriza el instrumento público en que
intervenga alguien a nombre de otro, examinan los ''elementos de la personalidad'' del
representante.
Como es lógico, estos elementos varían en cada caso, atendiendo a varios, criterios:
a la naturaleza de la Persona, física o moral, representada, a la fuente de que dimana
la representación (o más propiamente hablando, la legitimación), a la clase de acto,
contrato o diligencia que se pretende realizar y, con cada vez más frecuencia, a las
restricciones que crecientemente establece el poder público respecto de ciertas
personas y áreas de la actividad económica.
Un examen detallado de las distintas posibilidades que se mencionan, excedería la
naturaleza de esta obra. Bástenos dar algunos ejemplos:
1) Unos padres que, en ejercicio de la patria potestad, pretendieran enajenar un bien
inmueble de su menor hijo y solicitaran autorización judicial, tendrían que acreditar al
juez su personalidad exhibiendo copias certificadas de las actas de nacimiento del
menor y de matrimonio de ellos. Si estuvieran divorciados, copia certificada de la
sentencia respectiva.
2) En el mismo ejemplo, al celebrarse el contrato de compraventa, si el adquirente es
una sociedad mercantil, el notario que autorice la escritura dejará acreditada en ella la
personalidad de ambas partes, de la siguiente manera: a) por los padres con las actas
mencionadas, con la autorización judicial -cerciorándose de que el inmueble se
enajene en los términos autorizados-; b) por la sociedad compradora con la escritura
constitutiva y sus reformas, a efecto de calificar si su objeto social le permite adquirir
el bien con la escritura que contenga el otorgamiento de un poder en favor del
representante que si es poder general, deberá ser para actos de administración o de
dominio, dependiendo del objeto social; al examinar este poder, se cerciorará de si
quien en representación de la sociedad confirió el poder, gozaba a su vez de
legitimación para hacerlo; con la autorización que otorgue la Secretaría de Relaciones
Exteriores, examinando si se establecen limitaciones.
Existen algunos casos especiales, en los que la acreditación de la personalidad no
involucra a la institución de la representación, sino alguna otra hipótesis de
''legitimación'' para actuar en el patrimonio ajeno. Pensemos, por ejemplo, en actos
realizados a nombre de una sucesión. La persona legitimada para administrar los
bienes, el albacea, debe acreditar su personalidad, demostrando: el fallecimiento del
autor de la sucesión, la radicación de la sucesión, la declaración de los herederos, su
designación como albacea y el discernimiento de su cargo, que el acto que pretende
realizar no pugna, por ejemplo, con alguna disposición expresa del testador.
Como puede apreciarse, el concepto que en la práctica jurídica se tiene de la
personalidad, en el sentido que se viene comentando, es mas amplio que el de
''representación'', por cuanto que lo contiene, y distinto del de ''personalidad jurídica'',
en virtud de que hay casos, como la sucesión, en que no se actúa respecto del
patrimonio de una persona moral. Es, el de personalidad, un concepto más cercano al
de legitimación, con el que casi se identifica, si no fuera porque este ultimo no se
agota con los actos realizados en el patrimonio ajeno.
En pocas palabras podría definirse la legitimación, como el reconocimiento que hace
la norma jurídica de la posibilidad de realizar un determinado acto jurídico con
eficacia, o en otras palabras, la competencia del sujeto de un acto jurídico para
alcanzar o soportar los efectos jurídicos de la reglamentación de intereses a que ha
aspirado; es decir, a la luz de la específica relación existente entre el sujeto y el objeto
del acto el reconocimiento normativo de que el acto puede desplazar sus efectos.
Ahora bien, esa ''especifica relación'' objeto-sujeto, que caracteriza a la legitimación
como requisito objetivo-subjetivo de los actos y que la distingue de la capacidad,
requisito subjetivo, consiste en la identificación o divergencia entre el agente de la
voluntad en el negocio jurídico y el titular del interés o de la esfera jurídica en la que el
negocio desplazará sus efectos.
Expliquémonos: Lo normal, lo ordinario, es la coincidencia entre el agente de la
voluntad y la parte material del negocio: son la misma persona. Esto es la legitimación
ordinaria directa, que permite a las personas celebrar por sí actos jurídicos que les
afectan; por ella cada quien dispone de sus propios bienes, renuncia a sus derechos,
administra su patrimonio. La existencia de esta legitimación ordinaria, que muchos
autores no reconocen, se pone de manifiesto cuando se carece de ella para ciertos
actos: contratos entre cónyuges sin autorización judicial; disposición de ciertos bienes
por parte del fallido, etc. Ahora bien, existe legitimación ordinaria indirecta, cuando
difieren el titular de la voluntad y el de la esfera jurídica afectada, siempre y cuando,
por esa ''específica relación'' mencionada, tal divergencia sea lícita y pública. Es decir,
cuando se realizan actos validos sobre un patrimonio ajeno, respetando, por así
decirlo, ese patrimonio, esa separación: actuando en interés de su titular. Así
acontece en las variadas hipótesis de representación legal y voluntaria pero también
en los casos de legitimación por sustitución, de la que son ejemplos de albaceazgo, el
síndico de la quiebra, el gestor oficioso, etc.
Tanto el representante, por un lado, como el gestor oficioso o el albacea, por otro,
están legitimados para realizar actos jurídicos válidos sobre el patrimonio ajeno; sin
embargo, hay algo que distingue a la representación de las otras figuras: el
representante actúa ''en nombre'' del representado, mientras que la persona
legitimada por sustitución actúa ''en lugar de'' aquel en cuyo patrimonio habrán de
surtirse los efectos legales. Mal podría el albacea actuar ''en nombre'' de una entidad
sin personalidad jurídica, como lo esla sucesión. Actúa ''en lugar'' del de cujus, en
sustitución de él.
De acuerdo con esta interesante teoría de la legitimación, existe otra categoría más,
denominada legitimación extraordinaria. Se da en los casos en los que se realizan
actos validos en nombre de quien los celebra pero que surten efectos en un
patrimonio ajeno. Esta aparente contradicción puede explicarse con algunos ejemplos:
Un heredero aparente vende a un adquirente de buena fe un inmueble perteneciente
a la sucesión y el comprador inscribe en el Registro Público su adquisición.
A raíz de un acto simulado, un bien pasa a poder de un tercero de buena fe, a título
oneroso.
Una persona vende a otra un bien que previamente vendió a un primer comprador,
pero el segundo ''comprador'', ignorante de la doble venta, inscribe su compra en el
Registro Público antes que el primero.
En estos ejemplos hay un mismo fenómeno: alguien que no es dueño de la cosa, pero
que en virtud de las condiciones objetivas de publicidad, ''parece'' serlo, enajena,
escudado en esa apariencia, a un tercero de buena fe, la cosa. ¿Cómo puede
enajenar válidamente algo que no le pertenece? De acuerdo con la Ley, el acto de
enajenación subsiste en ciertos, casos con respecto a tercero de buena fe, lo que
implica que el acto realizado en nombre propio surte efectos en el patrimonio ajeno:
en el patrimonio del heredero auténtico o del propietario real, quienes no recuperan el
bien enajenado, sino que solamente tienen derecho al pago de daños y perjuicios.
Las necesidades del tráfico, dice Carnelutti, bien operado este milagro y la doctrina de
la legitimación lo explican en virtud de la necesidad de preservar las situaciones
adquiridas al amparo de la apariencia de titularidad en obsequio de los principios de la
buena fe y de la seguridad del tráfico; es decir, para no afectar los principios que son
la piedra de toque del derecho de las obligaciones.
No deben confundirse por lo tanto los conceptos de ''legitimación'' y de ''personalidad''
o personería. El segundo, sólo se plantea en los actos realizados a nombre de otro o
en lugar de otro, pero en su interés y dentro de la ley; el primero es mas amplio:
abarca al de personalidad pero no se agota con el, como ya explicamos.
Podría decirse que la legitimación, en cuanto reconocimiento normativo de la
posibilidad de realizar actos jurídicos eficaces, se divide en:
1. Ordinaria directa, respecto de actos propios.
2. Ordinaria indirecta que se identifica con el concepto de personalidad o personería,
en las variadas hipótesis de representación, gestión, albaceazgo, fideicomiso y
sindicatura, principalmente, contempladas en la ley.
3. Extraordinaria, relativa a actos realizados sin respetar la esfera jurídica sobre la que
inciden y que se fundamenta en la apariencia jurídica.

Partes: 1, 2
1. Introducción
2. Persona, personalidad
3. Derechos de la personalidad (concepto y definición)

5. Antecedentes de los derechos de la personalidad


6. Tendencias de la legislación comparada
7. Normatividad de los derechos de la personalidad en méxico
8. Clasificación de los derechos de la personalidad
9. Conclusiones
1. Introducción
El derecho es dinámico por naturaleza. Y es así puesto que depende del hombre . Los romanos,
creadores-descubridores de un universo jurídico que perdura aún hoy, afirmaron que donde
existe el hombre, existe el derecho y a la inversa. Y siendo realidad esta afirmación, sólo queda
destacar que la persona humana y su conducta es razón y desideratum, objeto y sujeto del
derecho.
El hombre a través del derecho regula su convivencia social, estableciendo mecanismos y
normas que lo impelen a cumplir con los fines de la sociedad, y a su manera, preservar la
existencia del hombre como especie natural. Los mecanismos son múltiples y van desde las
sanciones corporales y pecuniarias, hasta la privación de derechos inalienables, políticos o de
familia.
En el ámbito de la protección de la persona humana, se ha desarrollado un amplio esquema
doctrinario y normativo. Así, en algunos países se encuentran normas que otorgan a la persona
derechos de características especiales; se concibe al ser humano como depositario de ciertos
derechos innatos, y su regulación parte del necesario obrar estatal. Algunos otros países no los
contemplan, lo cual puede atribuirse lo mismo a sus modelos económicos que a sus sistemas
políticos.
Estos derechos, contemplados desde el ámbito del derecho civil, son motivo de las presentes
líneas. Y si bien se habla de derechos de la personalidad, cabe destacar que no es la única
denominación que reciben. En el sistema federal mexicano no se encuentran expresamente
señalados, pero están en íntima relación con el tema del daño moral.
Desde 1982 el Código Civil federal (en lo sucesivo CCF) contempla la figura del daño moral. En
términos generales podemos afirmar que el daño moral tutela civilmente ciertos bienes
jurídicos, y surge cuando se produce una afectación a ellos. Los bienes protegidos se engloban
en lo que comúnmente se conoce por la doctrina como derechos de la personalidad. Sin
embargo, el CCF es omiso al referirse a ellos, entendiéndose como descripción limitativa tácita
la expresada en el artículo 1916 al definir el daño moral.
En el presente trabajo se aborda la cuestión de los denominados, por la doctrina, derechos de la
personalidad y del tratamiento de que gozan en el sistema jurídico mexicano, haciendo especial
referencia al CCF y algunos Códigos Civiles (CC) locales, como es el caso de los de Tlaxcala,
Quintana Roo, Puebla, Chihuahua y Querétaro, sin entrar al análisis particular de los mismos.
2. Persona, personalidad
Persona es la denominación genérica dada a todos los individuos de la especie humana.
Proviene del latín persona, -ae, de origen etrusco. En este último idioma significaba "máscara
teatral", y en latín tenía originalmente el mismo significado, pasando después al de "personaje
representado por el actor", debido a una evidente metonimia; finalmente pasó al lenguaje
común en la acepción actual. Sus traducciones son: francés, personne; italiano, persona;
portugués, pessoa; inglés, person; alemán, person.
Es común afirmar que todas los seres humanos son personas, refiriéndose en este sentido al
género humano, al hombre. Sin embargo, es evidente que las concepciones al respecto han
variado. Primeramente debemos mencionar qué es el hombre o ser humano, para expresar
luego qué debe entenderse por persona.
Si acudimos a un diccionario, encontramos que el concepto hombre hace referencia a un ser
dotado de inteligencia y de un lenguaje articulado, clasificado entre los mamíferos del orden de
los primates y caracterizado por su cerebro voluminoso, su posición vertical, pies y manos muy
diferenciados . También es indicativo de la especie humana en general, diferenciándola de los
organismos subhumanos (homo sapiens). La voz hombre proviene del latín hominem,
acusativo de homo, que implica dos sentidos: hombre, ser humano, persona, y ser humano
masculino, varón. El ser humano, en una concepción sociológica, es el hombre en su pura y
general cualidad forma precisa en que se cristalizan los procesos vitales en un organismo
dotado de actitudes espirituales, cuya ausencia es lo que caracteriza a los denominados
organismos subhumanos.
El derecho ha utilizado el concepto de persona para significar al sujeto ser humano. La filosofía
tradicional recoge la definición dada por BOECIO: sustancia natural de naturaleza racional
(rationalis naturae individua substantia). AUBRY Y RAU al referirse a la persona señalaron que
todo ser humano que hubiere nacido vivo y fuere viable, es una persona. Más allá de las
consideraciones teleológicas y teológicas del concepto, es preciso reconocer que el binomio
derecho-persona es claro: el hombre crea el derecho. Ibi homo, ibi ius, dice la máxima latina.
Finalmente, persona es cualquier miembro del género humano por su propia naturaleza y
dignidad, a la que el derecho se limita a reconocerle tal condición. A partir de tal noción se
desarrolla el concepto de capacidad jurídica, es decir, existe capacidad jurídica, una e igual para
todos y cada uno de los individuos humanos, en cuanto se es persona, no se es persona porque
se tenga capacidad jurídica.
A partir de tales razonamientos puede advertirse que el ser persona implica ser titular de
ciertos derechos y obligaciones, unos en forma natural y otros de manera obligada por la
convivencia humana. Así, el hombre naturalmente posee ciertos atributos necesarios para su
cabal desarrollo, y los posee por el hecho simple de ser persona, de haber nacido ser humano.
Muchos autores al establecer las diferencias entre derechos humanos, derechos fundamentales
y libertades públicas y bienes y derechos de la personalidad, afirman que los últimos son una
conquista del siglo XIX. Los primeros permiten a la persona un mínimo de seguridad frente al
Estado, y al conseguirse, es cuando las preocupaciones se desplazan al terreno de las relaciones
entre iguales, las relaciones privadas. Quizá éste sea el mejor argumento para explicar por que
se han desarrollado ampliamente en algunos sistemas jurídicos y escasamente en otros.
3. Derechos de la personalidad (concepto y definición)
El concepto derechos de la personalidad según CARBONNIER es de origen germánico. La gran
mayoría de los autores que abordan el tema han adoptado este concepto, sin embargo algunos
también se refieren a derechos personalísimos o incluso derechos morales del ser humano.
Líneas atrás hemos mencionado algunas de las denominacions utilizadas para significar lo que
nosotros abordaremos como derechos de la personalidad, en razón de ello no abordaremos
cada concepto, limitándonos únicamente a hacer tal señalamiento.
La gran mayoría de los autores nacionales se refiere a derechos de la personalidad.
Encontramos dos opiniones divergentes, en cuanto al concepto: GUTIÉRREZ Y GONZÁLEZ y
GUITRÓN FUENTEVILLA. Mientras GUTIÉRREZ Y GONZÁLEZ se refiere a ellos como
patrimonio moral o derechos de la personalidad, GUITRÓN FUENTEVILLA habla de derechos
humanos subjetivos fundamentales. En general todos ubican su estudio en el apartado de las
personas, y estos dos autores son los únicos que hacen aportaciones al tema en el campo del
derecho mexicano. La gran mayoría se limita a tomar concepto y definición a partir de la
experiencia en otros sistemas jurídicos: Francia, España o Estados Unidos.
GUITRÓN FUENTEVILLA expone una visión personal en su trabajo Los derechos humanos
subjetivos fundamentales de la persona física jurídica. De acuerdo con el autor, la
denominación derechos humanos subjetivos fundamentales (DHSF) que sostiene es la
correcta, "ya que la naturaleza jurídica de éstos, consiste en que son derechos subjetivos,
humanos, fundamentales de la persona física jurídica", dividiéndolos en dos grupos: los de
materia civil y familiar.
De acuerdo con tal concepción, los DHSF se caracterizan por una doble protección según se
trate de unos u otros: civil y familiar. En el primer caso se protegería la integridad física y la
integridad moral del ser humano; en el segundo, el aspecto familiar.
Por su parte GUTIÉRREZ Y GONZÁLEZ utiliza el término patrimonio moral para referirse a
los derechos de la personalidad, los cuales define como los bienes constituidos por
determinadas proyecciones, físicas o psíquicas del ser humano, relativas a su integridad física y
mental, que las atribuye para sí o para algunos sujetos de derecho, y que son individualizadas
por el ordenamiento jurídico.
Aquí, vale la pena recordar la posición asumida por el diputado URIBE SALAS quien durante la
discusión de la reforma al artículo 1916 del CCF, manifestó que "lo más significativo es
reconocer que el patrimonio de las personas tiene un importantísimo ámbito moral, que está
formado por los derechos de la personalidad, y los derechos de la personalidad, como ya se dijo
anteriormente, son variados porque pasan a ser los derechos subjetivos, y los derechos de la
personalidad comprenden el honor, la honra, los sentimientos, la afección al cadáver, a los
sentimientos de familia, etcétera". Aludiendo entre otros autores a Joaquín DIEZ, Mario
ROTONDI y GUTIÉRREZ Y GONZÁLEZ.
4. Naturaleza jurídica de los derechos de la personalidad
Para explicar la naturaleza jurídica de los derechos de la personalidad recurriremos a las
teorías más comunes para, a partir de ellas, adoptar una postura acorde con el texto legal
federal, sin olvidar las posiciones de los códigos locales. La dogmática jurídica ha sido pródiga
para explicar la naturaleza jurídica de los derechos de la personalidad, que hasta el momento
sigue siendo cuestionable. Se destacan tres teorías que pretenden vislumbrar el contenido de
esta institución jurídica: la del ius in se ipsum defendida, entre otros por GÓMEZ DE
AMESCUA y CARNELUTTI; la pluralista representada por DE CUPIS y la negativa, defendida
por DE CASTRO. A continuación nos referiremos a ellas.
La teoría del ius in se ipsum defendida por GÓMEZ DE AMESCUA y Samuel STRYCK en el
siglo XVII, habla de un derecho único de la persona sobre su propio cuerpo. Aquí se pretende y
entiende que el hombre, como sujeto, como persona, tiene un derecho sobre sí mismo, sobre su
cuerpo, en tanto es considerado como cosa. Existe un único derecho de goce del propio cuerpo,
integrado tal derecho por diversas relaciones de utilidad, que no podrían considerarse
constitutivos de otros tantos derechos de la personalidad.
La teoría pluralista considera que el objeto de los derechos de la personalidad está constituido
por los modos de ser físicos y morales de la persona; "su característica principal es que se
encuentra con la persona en una conexión estrechísima". Para DE CUPIS la teoría tiene
"importancia práctica, en cuanto lleva al intérprete a mantener la tutela jurídica del individuo
humano en términos más razonables y ajustados al derecho positivo".
En la teoría negativa, se entiende que la "protección de la esfera de la personalidad debe
utilizar, como figura central la del bien jurídico en lugar de la del derecho subjetivo". Para
abundar sobre el tema de la naturaleza jurídica de los derechos de la personalidad remito a la
bibliografía ya señalada en notas.
Caracteres de los derechos de la personalidad
De lo dicho hasta el momento puede apreciarse que la doctrina no ha sido uniforme al tratar los
derechos de la personalidad, y esto, ha repercutido en los ordenamientos y evolución legal de
aquéllos. Podemos afirmar que la doctrina moderna coincide en otorgar a la figura de los
derechos de la personalidad tres caracteres: son innatos, personalisimos y extrapatrimoniales.
Veamos cada uno de ellos.
Son innatos u originario toda vez que pertenecen al hombre por el hecho simple de ser hombre,
por razón de nacimiento, sin que para adquirirlos sea menester un modo o título legal de
adquisición. Son personalisimos puesto que se está en presencia de derechos individuales,
privados y absolutos. Individuales, porque sólo son propios de la persona física, del individuo.
Privados, porque pertenecen al individuo en cuanto tal. Absolutos, porque son eficaces frente a
todos, están dotados de eficacia erga omnes, como los derechos reales; respecto de ellos, existe
un deber universal o general de respeto. Por último, son llamados extrapatrimoniales por
considerarse fuera del comercio, esto es sumamente importante ya que todo el tratamiento
jurídico privilegiado o de especial amparo que reciben estos derechos se justifica precisamente,
por razón de la dignidad de la persona, que no puede ser objeto de tráfico jurídico.
Esta última característica implica que los derechos de la personalidad son irrenunciables por su
titular; son inexpropiables e inembargables, ya que al carecer de valor económico resultan
inestimables e inútiles como objeto de expropiación o embargo: sólo tienen relevancia para su
titular, no para los demás; son imprescriptibles, no pueden extinguirse por prescripción, solo
acaban con la muerte de su titular.
Otra enunciación de los caracteres de los derechos de la personalidad es la siguiente: son
innatos, vitalicios, de objeto interior, inherentes, extrapatrimoniales, relativamente
indisponibles, absolutos, privados y autónomos (además de necesarios y esenciales).
A continuación revisaremos los antecedentes doctrinarios y legislativos en tratándose de los
derechos de la personalidad, para finalmente referirnos al caso mexicano.
5. Antecedentes de los derechos de la personalidad
El ser humano es depositario de ciertos derechos, bienes o atributos en tanto ser humano, que
permiten su desarrollo psico-somático de manera cabal. Aunque a lo largo del tiempo, no ha
sido uniforme tal consideración, atributos tales como el honor, la honra, la dignidad han
figurado entre los objetos de mayor aprecio del hombre.
En la antigua Grecia, la acción de daños procedía, lo mismo por un daño ocasionado a la
persona como por el causado al buen nombre o al patrimonio. Al respecto BONET RAMÓN cita
entre otros los casos en que existe un derecho a la inviolabilidad de la propia persona y al libre
ejercicio de su propia actividad, como en el proceso intentado por PARMENONTE contra
APATURIO (oración contra APATURIO), quién le había impedido embarcarse; también
destaca el derecho contra la usurpación del nombre (oración contra BEOTO). DE CASTRO se
refiere a la llamada dike kekegorias, conocida por la oración de LYSIAS contra
THEOMNESTOS.
En Roma existía la actio iniuriarum, la cual era originada por "el desprecio de la personalidad
ajena". BONET RAMÓN considera que las investigaciones de IHERING pusieron de manifiesto
que en el derecho romano, la vera rei aestimatio, objeto de estimación del juez, había
asegurado la protección y reparación del daño causado a lo que puede entenderse como
incipientes derechos de la personalidad: el afectus, la verecundi, la pietas, la voluptas, la
amoenitas, la incommoditas, etcétera. Algunos autores expresan que existen textos de
CICERÓN en los que claramente puede advertirse una regulación sobre aspectos tales como la
vida y el cuerpo, el honor, la libertad y hasta respecto al no sufrir injustificadamente dolor.
Asimismo en la Ley de las XII Tablas encontramos sanciones a quienes atentan contra el honor
y fama: desde una sanción pecuniaria hasta la muerte.
Más tarde, serían teólogos los primeros que se ocupan de los bienes de la personalidad: Santo
TOMÁS y sus seguidores, se refieren a la vida, la integridad, el honor y la fama,
considerándolos en función del pecado, del delito y de la pena. Así, la filosofía y la política
serían los ámbitos en que se abordarían la protección y estudio de los derechos de la
personalidad.
Los primeros escritos que abordan la cuestión de los derechos que tiene el hombre sobre sí
mismo y oponibles a todos los demás, aparecen en el siglo XVII; se trata de dos obras
filosóficas: Tractatus de potestate in se ipsum de Baltasar GÓMEZ DE AMÉSCUA publicado en
1604; de 1675 es De iure hominis in se ipsum de Samuel STRYCK. En GÓMEZ DE AMÉSCUA
se advierte un principio fundamental, de corte liberal: Todo está permitido al hombre, respecto
de sí mismo, excepto aquéllo que le está expresamente prohibido por el derecho. Esta
concepción serviría para que, el concepto e idea de persona iniciara a escalar posiciones,
pasando del plano meramente filosófico al plano programático.
Las escuelas naturales terminarán el siglo XVIII con importantes conquistas: las declaraciones
de derechos, como un reconocimiento de los derechos que el hombre tiene por el simple hecho
de haber nacido hombre. Aun no se contempla la protección civil, pero se ha iniciado una
nueva etapa, la de los derechos fundamentales. Ahora el hombre es poseedor de ciertos bienes,
mismos que no son otorgados por el príncipe o por el estado, únicamente le son reconocidos y
respetados. Dos siglos después se advierte la insuficiencia práctica de las sanciones penales,
para una protección satisfactoria de los derechos de la personalidad, así como el carácter más
programático que eficaz de las declaraciones. Estas circunstancias motivan la reflexión e
interés de los civilistas por los derechos de la personalidad.
Como mencionamos la protección civil de los derechos de la personalidad es nueva, pues la
mayor parte de la normatividad había sido de índole política o penal, siendo insuficiente para
detener la afectación a tales bienes jurídicos. Es a partir del siglo XX cuando se inicia con la
protección civil de lo que consideramos derechos de la personalidad y que entra en escena con
la aceptación del daño moral.
Es en España donde encontramos una evolución jurisprudencial en la materia de daño moral
bien definida. GARCÍA SERRANO señala que pueden distinguirse tres etapas: en la primera no
se admite la posibilidad de indemnizar pecuniariamente el daño moral; en la segunda se
indemniza aquellos supuestos de daño moral en cuanto producen repercusiones de tipo
patrimonial, más que el daño moral, lo que se sanciona es el patrimonial indirectamente
causado. En la tercera fase se admite la indemnización de los daños morales puros, con
independencia de las posibles repercusiones que de los mismos deriven, Su admisión se
inspira, además, en criterios de amplitud.
La proyección jurisprudencial abriría las puertas a la emisión de normas de carácter civil,
protectoras de los derechos de la personalidad. A mitad del siglo XX se inicia un auge en las
legislaciones privatistas que aún no concluye.
El CC italiano de 1942, es de los primeros ordenamientos que reconocen los derechos de la
personalidad, al señalar: los actos de disposición del propio cuerpo están prohibidos cuando
ocasionan una disminución permanente de la integridad física o cuando sean contrarios en otra
forma a la ley, al orden público o a las buenas costumbres (art. 5). Asimismo dispone que
cuando la imagen de una persona o de los padres, del cónyuge o de los hijos haya sido expuesta
o publicada fuera de los casos en que la exposición o publicación fuera permitida por la ley, o
bien con perjuicio de decoro o de la reputación de dicha persona o de dichos parientes, la
autoridad judicial, a petición del interesado, puede disponer que cese el abuso, quedando a
salvo siempre el resarcimiento de los daños (art. 10). Reformas legislativas posteriores
autorizarían los implantes de riñón (1967), la recolección, conservación y distribución de
sangre humana (1967), implantes de carácter terapéutico derivados de partes de cadáver
(1968), parto de cadáveres de mujeres embarazadas (1975) y la interrupción del embarazo
(1978).
En los fueros de los españoles del año 1945 no encontramos disposición expresa acerca de los
derechos de la personalidad, sin embargo, la mayoría de los doctrinarios opinan que tales
derechos están protegidos por el artículo 1902 del Código Civil que expresa: "El que por acción
u omisión cause daño a otros, interviniendo culpa o negligencia, está obligado a reparar el daño
causado". A partir de esta disposición los tribunales españoles han elaborado una amplia
jurisprudencia sobre los derechos de la personalidad.
Otro ordenamiento que tenemos es la Convención Europa de Salvaguarda de los Derechos del
Hombre y de las Libertades, de 1950. Aquí, se regula el derecho a la vida, a la libertad, a la
seguridad, a ser regularmente juzgado, al respeto de la vida privada y familiar, a la libertad de
pensamiento, de conciencia y de religión, a la libertad de expresión, a la libertad de reunión
pacífica y de asociación, a la libertad de casarse y de fundar una familia, respecto a los bienes, a
la instrucción, a la libre circulación, etcétera.
Grecia admitió en 1956 en su CC, un derecho general de la personalidad a través del artículo 57
que disponía: "Quien fuese ilegalmente ofendido en su persona, tendrá derecho a ver cesar la
ofensa inmediatamente, con la garantía de que no se reproduzca en el futuro".
En 1970 Francia reformó su CC estableciendo que cada uno tiene el respeto a su vida privada.
Asimismo se señaló que los jueces pueden, prescribir todas las medidas, tales como secuestro,
embargo y otras, propias para impedir o cesar un atentado a la intimidad de la vida privada;
tales medidas pueden ser ordenadas en caso de urgencia.
Por su parte, la Constitución Rusa de 1977 estableció el principio de que la ley ampara la
intimidad de los ciudadanos, el secreto de la correspondencia, de las conversaciones telefónicas
y de las comunicaciones telegráficas. El registro o incautación de la correspondencia son
diligencias sumariales, que sólo pueden efectuarse después de la incoacción de la causa
criminal y cuando son imprescindibles para revelar el delito o localizar al delincuente; pero
también en este caso se necesita la autorización del fiscal o la decisión judicial.
En Perú, encontramos que siguiendo los lineamientos de la Constitución Política de 1979, el CC
destaca la importancia de la persona humana. Este ordenamiento distingue entre derechos
personales y los derechos personalisimos. Estos últimos son los que nosotros tratamos como
derechos de la personalidad. Los derechos reconocidos por el CC son: El derecho a la libre
disposición o de utilización de órganos o tejidos de seres humanos, la intimidad de la vida
privada (art. 5), la imagen (art. 15), la voz (art. 15), la correspondencia epistolar, las
comunicaciones de cualquier género que tengan carácter confidencial (art. 16), los derechos del
autor o del inventor, el nombre -que incluye los apellidos- (art. 19), el seudónimo, el domicilio
(art. 33) y la capacidad de ejercicio.
6. Tendencias de la legislación comparada
En la actualidad la tendencia general en la doctrina y la legislación es la de reconsiderar el
papel del hombre en relación con el derecho: ¿sigue ocupando un papel central o
necesariamente será desplazado? Aunque la respuesta otorga respaldo a la primera posición, es
importante advertir que la positivación de los derechos personales poco ayuda cuando no existe
una cultura social al respecto. En tal sentido basta revisar las frías estadísticas para descubrir,
no sin cierta tristeza, que la protección de la persona poco ha avanzado en la práctica: el
hombre sigue siendo el lobo del hombre.
El espectro normativo permite apreciar el papel que merece para los sistemas jurídicos la
persona y sus atributos esenciales.
A) Pocas Disposiciones Expresas. En gran parte de las legislaciones modernas no existe una
apropiada regulación legislativa, encontrándose que generalmente la persona humana no goza
de protección judicial con respecto a sus derechos o bienes de la personalidad.
Ejemplo de lo anterior lo constituyen las casi treinta entidades federativas mexicanas que
carecen de mención alguna en sus ordenamientos civiles en relación con los derechos de la
personalidad. Aún más, sin pretender demeritar la legislación federal encontramos incluso en
el código civil federal que no hay mención expresa de los mismos.
Este sería también el caso de aquellos estados que reconocen a nivel constitucional la existencia
de los derechos de la personalidad pero no cuentan con una adecuada reglamentación (o
legislación secundaria) que haga efectivas tales disposiciones.
B) Reglamentación Civil. En ocasiones lo relativo a los derechos de la personalidad se
encuentra regulado en el ordenamiento civil. Dependiendo de la naturaleza jurídica atribuida,
la norma se ubicará en el capítulo de personas o en el de obligaciones, o incluso podrá dársele
un nuevo apartado independiente de los anteriores. Es importante reconocer que no basta que
la legislación civil contemple la institución de los derechos de la personalidad, sino que es
preciso que el sistema jurídico y político esté preparado para salvaguardar los bienes tutelados
por la norma.
C) RECONocimiento Y Protección Jurisprudencial. En otras ocasiones, la carta constitucional y
el ordenamiento civil son omisos al considerar los derechos de la personalidad, y corresponde a
los tribunales el reconocimiento y protección de los mismos a través de las decisiones
judiciales, las cuales podrán o no constituir jurisprudencia obligatoria para los mismos
tribunales o para otros.

7. Normatividad de los derechos de la personalidad en méxico


Los derechos de la personalidad en México pueden encontrarse regulados en tres
ámbitos: federal, local o internacional. Este último, en estricto sentido, puede
considerarse dentro del ámbito federal, sin embargo, para poner mayor énfasis
en el mismo hemos decidido analizarlo de manera particular. Por otra parte, un
principio consagrado constitucionalmente indica que una vez reconocida una
institución a nivel federal, las legislaciones estatales no pueden contravenirla.
A) Legislación Federal. El CCF al referirse al daño moral enumera los casos en
que éste se produce. Como se ha mencionado la doctrina ha sido coincidente al
considerar que el daño moral se produce por lesionarse los denominados
derechos o bienes de la personalidad, patrimonio moral de la persona.
Es a partir de 1984 cuando el ordenamiento civil federal contempla la figura del
daño moral y por ende, considera protegidos los derechos de la personalidad.
Aunque no existe una referencia legislativa concreta, la doctrina nacional e
incluso las decisiones judiciales han asentido en considerar como derechos de la
personalidad los bienes que se vulneran para que surja el daño moral. Así, es el
artículo 1916, que al efecto es el que reproduce parte de los bienes y derechos que
la doctrina coincide en denominar derechos de la personalidad, el que señala en
su primer párrafo:
Por daño moral se entiende la afectación que una persona sufre en sus
sentimientos, afectos, creencias, decoro, honor, reputación, vida privada,
configuración y aspectos físicos, o bien en la consideración que de sí misma
tienen los demás. Se presumirá que hubo daño moral cuando se vulnere o
menoscabe ilegítimamente la libertad o la integridad física o psíquica de las
personas.
En tal perspectiva encontramos que la legislación federal contempla como
derechos de la personalidad: los sentimientos, afectos, creencias, decoro, honor,
reputación, vida privada, configuración y aspectos físicos, así como la
consideración que de sí mismo tienen los demás.
Aunque también valdría la pena preguntarse si la frase de "Se presumirá que
hubo daño moral cuando se altere o menoscabe ilegítimamente la libertad o la
integridad física o psíquica de las personas", entraña un reconocimiento a la
libertad, integridad física y psíquica como componentes del patrimonio moral de
la persona, o únicamente habla de la circunstancia material (y normativa)
necesaria para la presunción del hipotético agravio moral y su indemnización
correspondiente.
Vale la pena referirse también a lo preceptuado por el artículo 143 que habla de la
"reputación del prometido inocente", sin especificar que debe entenderse por tal.
No nos ocupamos en específico de esta disposición toda vez que la reputación
aparece contenida en el artículo 1916 en comento.
B) Legislación Estatal. Las legislaciones civiles estaduales en su gran mayoría han
omitido referencia alguna a los derechos de la personalidad, salvo los casos de los
estados de Puebla, Quintana Roo, Tlaxcala, Chihuahua y Querétaro, a las que nos
referiremos a continuación. Asimismo, haremos una breve referencia de la
legislación penal del estado de Guerrero en materia de daño moral.
PUEBLA. En el CC de Puebla se destina un capítulo denominado "Derechos de la
personalidad", que comprende los artículos 74 al 88 inclusive. De acuerdo con el
texto legal son características de los derechos de la personalidad las siguientes:
inalienabilidad, imprescriptibilidad, irrenunciabilidad, ingravabilidad. Asimismo
pueden oponerse a las autoridades y a los particulares sin más límite que el
derecho similar de estos últimos.
Se expresa que con relación a las personas individuales son ilícitos los hechos o
actos que: 1) Dañen o puedan dañar la vida de ellas; 2) Restrinjan o puedan
restringir, fuera de los casos permitidos por la ley, su libertad; 3) Lesionen o
puedan lesionar la integridad física de las mismas; y 4) Lastimen el afecto,
cualquiera que sea la causa de éste, que tengan ellas por otras personas o por un
bien.
La protección dispensada por el CC local se extiende hasta límites no
considerados, al menos expresamente, en el CCF. El artículo 76 establece que
Toda persona tiene derecho a que se respete:
1. Su honor o reputación y, en su caso, el título profesional que haya adquirido;
2. Su presencia física;
3. El secreto epistolar, telefónico, profesional testamentario y de su vida privada.
Asimismo, se protege el derecho a la individualidad, o identidad personal por
medio del nombre (art. 79), el derecho a disponer parcialmente de su cuerpo, en
beneficio terapéutico de otra persona o para después de su muerte, con fines
terapéuticos, de enseñanza o de investigación (art. 80), derecho a la imagen (art.
82), derechos de convivencia (art. 84 y 85).
Los derechos de convivencia son exigibles tanto a las autoridades como a los
particulares, y comprenden según el CC:
Artículo 85. Enunciativamente se consideran de convivencia, los siguientes
derechos:
a) De asistencia o ayuda en caso de accidente, sin perjuicio de lo que disponga el
Código de Defensa Social.
b) De entrar libremente en la casa habitación o lugar de trabajo, sin que lo
impidan vehículos u objetos estacionados o colocados frente a la misma, aunque
no haya aviso de prohibición en ese sentido.
c) De que no se depositen desechos o desperdicios en el frente, o a los lados de la
casa habitación, aunque no haya señal o prohibición en este sentido.
d) A no ser perturbados constantemente con sonidos estridentes, estruendosos o
cualquiera otro ruido molesto, o por la luz temporal de lámparas que impidan el
trabajo o el reposo.
e) A transitar libremente en calles, avenidas, bulevares y caminos públicos, salvo
lo dispuesto por autoridad competente.
De acuerdo con el artículo 86, la violación de los derechos de la personalidad, por
actos de un particular o de una autoridad, es fuente de responsabilidad civil para
el autor de esos actos, tanto por lo que hace al daño no económico, como al
económico. Esta responsabilidad civil, no exime al autor de la violación, de
cualquiera otra sanción que le imponga la ley (art. 87), lo que deja a salvo la
intervención de las autoridad ministerial investigadora para deslindar la
probable comisión de delitos.
Es preciso destacar que el ordenamiento en comento, considera sólo a las
personas individuales como titulares de los derechos de la personalidad. Por otra
parte, entratándose del honor, el respeto al secreto y a la imagen de los difuntos,
se establece su protección en beneficio exclusivo de los deudos de éstos.
Asimismo se permite que los particulares acudan a los tribunales a exigir
medidas "a fin de que cese la violación a los derechos de la personalidad que se
esté realizando, si se efectúa por actos continuos o reiterados, o para evitar que se
realice una amenaza de violación de esos mismos derechos" (art. 88).
En materia de daño moral este ordenamientos establece que "resulta de la
violación de los derechos de la personalidad" (art. 1953), asimismo establece que
"La indemnización por daño moral es independiente de la económica, se
decretará aun cuando ésta no exista siempre que se cause aquel daño y no
excederá del importe de un mil días del salario mínimo general" (art. 1995).
QUINTANA ROO. Por cuanto hace al estado de Quintana Roo encontramos que su
CC, en términos similares al del estado de Puebla, dedica un capítulo al tema: el
denominado "Derechos de la personalidad", que comprende los artículos 666 al
679 inclusive.
Cabe destacar por similitudes que se reproducen las características mencionadas
en el art. 74 del CC de Puebla. El art. 667 reproduce el contenido del 75 poblano
cambiando la expresión personas individuales por "personas físicas". Asimismo
reproduce en el 668, 669, 670 y 671 los art. 76, 77, 78 y 79 del CC poblano.
El derecho a disponer parcialmente de su cuerpo, en beneficio terapéutico de otra
persona queda condicionado a que "tal disposición no ocasione una disminución
permanente de la integridad corporal del disponente ni ponga en peligro su vida"
(art. 672).
El CC quintanorrense expone en forma no muy clara un derecho a la imagen:
pareciera entenderse como la posibilidad de que una persona distinta a la
afectada, en este caso un familiar, puede acudir a exigir el cese de la violación, sin
expresar que acude en representación de aquélla, o incluso pensarse que puede
actuarse "oficiosamente" pues no se indica procedimiento o requisitos de
procedibilidad:
Artículo 674.- Cuando la imagen de una persona o de su cónyuge, o persona que
viva con ella como si fuera su cónyuge, sin serlo, sus ascendientes, descendientes,
o colaterales dentro del cuarto grado se reproduzca o exponga sin un fin lícito, la
autoridad judicial ordenará suspender la reproducción o exhibición, sin perjuicio
de la responsabilidad del autor o autores de la reproducción o exhibición.
El artículo 675 reproduce la redacción del 85 poblano relativa a los derechos de
convivencia, eliminando el inciso e: "transitar libremente en calles, avenidas,
bulevares y caminos públicos, salvo lo dispuesto por autoridad competente".
Establece similares disposiciones en materia de responsabilidad derivada de la
violación a los derechos de la personalidad, y a diferencia del CC de Puebla,
considera al daño no económico como daño moral:
Artículo 677.- La violación de los derechos de la personalidad puede producir
daño moral y daño económico.
TLAXCALA. El CC de Tlaxcala hace referencia al patrimonio moral en la sección
dedicada a la reparación del daño y de los perjuicios.
En el artículo 1402 se establece que el daño es moral cuando el hecho ilícito
perjudica a los componentes del patrimonio moral de la víctima. En tal sentido se
consideran componentes del patrimonio moral, el afecto del titular del
patrimonio moral por otras personas, su estimación por determinados bienes, el
derecho al secreto de su vida privada, así como el honor, el decoro, el prestigio, la
buena reputación y la cara e integridad física de la persona misma.
En la enunciación anterior encontramos que parece equipararse el daño estético
con el moral, siendo que gran parte de la doctrina considera a aquél como un
daño de índole material más que moral.
De acuerdo con los numerales 1404 y 1405, la reparación del daño debe consistir
en el pago total de los daños y perjuicios de orden económico y moral. La
valoración del daño se hará por el juez. Es interesante en materia de daño moral
lo dispuesto por el artículo 1409, transcrito seguidamente:
El daño moral a que tengan derecho la víctima o sus beneficiarios será regulado
por el juez en forma discrecional y prudente, tomando en cuenta los componentes
lesionados del patrimonio moral, según la enunciación contenida en el segundo
párrafo del artículo 1402. Si la lesión recayó sobre la integridad de la persona y el
daño origina una lesión en la víctima, que no la imposibilite total o parcialmente
para el trabajo, el juez fijará el importe del daño moral, tomando en cuenta si la
parte lesionada es o no visible, así como el sexo, edad y condiciones de la persona.
La indemnización por daño moral es independiente de la económica patrimonial,
se decretará aun cuando ésta no exista, siempre que se cause aquel daño y en
ningún caso podrá exceder de doscientos mil pesos.
La resolución del juez que fije el importe de la reparación del daño moral, será
revisada de oficio por el superior, aunque no sea recurrida.
Cuando el daño moral haya afectado a la víctima en su decoro, prestigio, honor o
buena reputación, puede el juez ordenar que la reparación de aquel daño se haga
por publicación de la sentencia que condene a la reparación, en los medios
informativos que él señale.
Se advierte que los tres CC mantienen un criterio que otorga cierta
discrecionalidad a los juzgadores para determinar la existencia o no del daño
moral, así como un discreto pero firme alejamiento de la doctrina que niega la
indemnización del daño moral por la dificultad que entraña su valoración
pecuniaria. Esta posición es la sostenida por diversos autores que señalan que no
es razón suficiente para no indemnizar, el hecho de no ser posible establecer un
equivalente exacto.
CHIHUAHUA Y QUERÉTARO. En el caso de estado de Chihuahua, encontramos
que el artículo 1801 reproduce el mismo sistema de daño moral contenido en el
1916 del CCF, haciendo leves modificaciones. Por cuanto hace al estado de
Querétaro encontramos que los numerales 1781 al 1878 inclusive, reproducen al
igual que el de Chihuahua las prescripciones del CCF, aunque separando la
redacción. El tratamiento del daño moral en esta última entidad federativa ha
sido considerado por OCHOA OLVERA como un "ejemplo de la incomprensión de
la figura del daño moral".
En el CC queretano encontramos una disposición que varía frente al CC de
Chihuahua, pues se establece un tope para el caso de indemnización por daño
moral: "dicho monto nunca excederá el importe de la indemnización por muerte"
(art. 1782).
GUERRERO. Aunque hemos tratado hasta el momento de referirnos a los
ordenamientos civiles, es preciso traer a relación el código penal del estado de
Guerrero que en reciente reforma plantea la posibilidad de reclamar mediante
vía penal la indemnización del daño moral ocasionado por delito, dejando sólo
por excepción el conocimiento del litigio a los tribunales civiles. Según el artículo
34 del mencionado ordenamiento la reparación del daño comprende la
restitución de la cosa o el pago de la misma, la indemnización del daño material o
legal y moral causado, el resarcimiento de los perjuicios ocasionados, y,
"tratándose de los delitos comprendidos ‘contra el servicio público, cometidos
por los servidores públicos’ abarcará además hasta dos tantos de la cosa o bienes
obtenidos por el delito".
El artículo 35 establece que la reparación de daños que deba ser hecha por el
sentenciado tiene carácter de sanción pública y general para todos los delitos con
el fin de coadyuvar al restablecimiento del orden jurídico alterado por el ilícito.
Por su parte, el 36 establece la obligación del Ministerio Público para solicitar lo
relativo a la reparación del daño y, por otra parte, la posibilidad de "coadyuvar
con aquél el ofendido, sus derechohabientes o representantes, quienes podrán
proporcionarle al Ministerio Público o al Juez, en el proceso todos los datos de
prueba conducentes a establecer la naturaleza y cuantía del daño que se causó
con su ejecución, así como de la capacidad económica del obligado a satisfacerla".
En el artículo 37 se prevé que la reparación del daño que no pueda obtenerse ante
el Juez Penal en virtud de no ejercicio de la acción penal, sobreseimiento,
sentencia absolutoria o cualquier otra causa, podrá ser recurrida por la víctima u
ofendido ante la jurisdicción civil, en los términos de la legislación
correspondiente.
En el citado ordenamiento penal se entiende que el daño es moral cuando se
vulneran aquellos valores éticos, sociales, psicológicos, incluso espirituales que
imperen, de acuerdo a las costumbres, tradiciones, hábitos y usos de la región.
Asimismo se establece que la indemnización del daño moral será fijada al
prudente arbitrio del juez, tomando en consideración las características del
delito, la gravedad del caso, las posibilidades económicas del obligado, lo
establecido por el artículo 56 del mismo ordenamiento (que se refiere a las
condiciones que deben tomarse en cuenta para la individualización de la pena), la
lesión moral sufrida por la víctima, las circunstancias personales de ésta, así
como su educación o sensibilidad, afectos, tratamientos clínicos psiquiátricos y
demás que tengan relación para la fijación del daño, según sean las causas y
condiciones de la afectación en tiempo y forma. Asimismo se establece que si
estos daños se ocasionaren en menores de edad, se ajustarán a las mismas reglas
"más lo establecido por perito en la materia".
En términos generales estas son las referencias legislativas que encontramos en
los estados mexicanos, lo que sirve para afirmar que los derechos de la
personalidad y su protección aún tienen mucho camino que recorrer en los
sistemas jurídicos mexicanos.
C) Legislación Internacional. Por cuanto hace a la legislación internacional
aplicable, la mayoría de los tratadistas consideran que el ordenamiento protector
de la personalidad y los derechos inherentes a ella es la Declaración Universal de
los Derechos Humanos, de 10 de diciembre de 1948, específicamente en la
redacción del artículo 6 que establece: "Todo ser humano tiene derecho en todas
partes al reconocimiento de su personalidad jurídica". Se afirma por algunos
autores que del contenido de los artículos 25 al 30 se desprende un
reconocimiento a los derechos de dignidad que comprenden los económicos y
culturales.
Otro ordenamiento es la Convención Americana sobre Derechos Humanos, de
San José de Costa Rica, publicada en el Diario Oficial el 9 de enero de 1981, que
dispone entre otros, una protección a los derechos de la personalidad. En
específico su numeral 11, se refiere a la protección de la honra y de la dignidad:
1. Toda persona tiene derecho al respeto de su honra y al reconocimiento de su
dignidad.
2. Nadie puede ser objeto de injerencias arbitrarias o abusivas en su vida privada,
en la de su familia, en su domicilio, en su correspondencia y de ataques ilegales a
su honra o reputación.
Por supuesto, encontramos también otros ordenamientos de corte internacional
que hacen referencia a algunos de los derechos de la personalidad, pero por ser
estos los más importantes y por encontrarse suscritos por nuestro país, hacemos
referencia a ellos.
D) Criterios Jurisprudenciales. Los tribunales en diversas decisiones han
reconocido la existencia y protección de los derechos de la personalidad, aún
cuando por regla general, aparecen vinculados con la figura del daño moral,
puesto que esta figura es la que establece la protección de aquellos.
En nuestro sistema jurídico, encontramos en la jurisprudencia pocas expresiones
sobre el concepto de derechos de la personalidad. Atribuimos tal fenómeno a la
ausencia de tal concepto en las diversas legislaciones, y al escaso número de
litigios por violación a los mismos.
En algunas de las referencias encontradas, se hace una alusión directa al tema,
por ejemplo, en la siguiente ponencia presentada a la tercera sala de la Suprema
Corte de Justicia de l nación:
"Es importante hacer notar que la enumeración que hace el artículo en cita (1916
del Código Civil para el Distrito Federal) de los sentimientos, afectos, creencias,
decoro, honor, reputación, vida privada, configuración, aspectos físicos y
consideración que de la persona tienen los demás, son los llamados derechos de
la personalidad, como adecuadamente los viene considerando la legislación
civilista contemporánea y les concede una amplia gama de prerrogativas y
poderes para garantizar a la persona el goce de estas facultades y el respeto de su
desenvolvimiento, de su personalidad física y moral, pues el ser humano posee
esos atributos inherentes a su condición que son cualidades o bienes de la
personalidad que el derecho positivo reconoce y tutela adecuadamente mediante
la concesión de un ámbito de poder y un señalamiento del deber general de
respeto que impone a los terceros, el cual dentro del derecho civil, se traduce en
la concesión de un derecho subjetivo para obtener la reparación del daño moral
en caso de que se atente ‘contra las legítimas afecciones y creencias de los
individuos o contra su honor o reputación’ (Exposición de motivos)":
Hemos advertido que la jurisprudencia poco se ha manifestado expresamente por
los derechos de la personalidad, siendo en cambio profusa y variada en
tratándose de cada uno de los bienes o derechos protegidos.
Así, en ocasión de delitos sexuales ha señalado que el daño moral debe
considerarse probado, ya que va implícito en la consumación del acto carnal
realizado en la víctima, quien resiente "perjuicios al ser lesionados su honor y
dignidad, que constituyen valores morales de los más preciados para la mujer
ante sí misma y ante la sociedad y que indefectiblemente afectan su vida de
relación". De igual manera se ha considerado que la "estuprada" sufre una
"merma sensible en su reputación ante la sociedad y sobre todo, el acto lesivo
perpetrado en su persona le acarrea... un sentimiento de devaluación de sí
misma, que puede producir infinidad de variantes en su conducta, desde una
actitud de aislamiento, con las resultantes de celibato o enclaustramiento pseudo
místico, hasta un proceder disipado que puede llevarla a la pérdida absoluta de
todo sentimiento ético". También se ha señalado que el daño moral es el sufrido
por la víctima del delito "con resultado no en su patrimonio de manera directa ni
en sus bienes materiales, sino en otros órdenes jurídicos, de naturaleza subjetiva
como la reputación, la integridad sexual, la paz y seguridad de las personas".
La distorsión de la versión autorizada por una persona, le causa "un dolor cierto y
actual a consecuencia del desprestigio y al quedar expuesta a las críticas de la
sociedad". De igual manera la jurisprudencia ha atendido el carácter especial del
daño moral, pues sobre su prueba ha decidido que "puesto que existe dificultad
para demostrar la existencia del dolor, del sentimiento herido por atender a las
afecciones íntimas, al honor y a la reputación... la víctima debe acreditar
únicamente la realidad del ataque". Igual ocurre cuando el "daño moral
objetivado se traduce en el robo del infante (de un centro de hospitalización
donde se encontraba) del que deriva el sufrimiento también de índole moral, el
que, por lo demás, no es necesario ni factible demostrarse mediante ningún
medio de convicción, si se considera que cualquier persona sufriría
inconmensurablemente e si llegase a padecer el robo de su hijo recién nacido".
8. Clasificación de los derechos de la personalidad
De acuerdo con los criterios sostenidos por la legislación y doctrina nacional, tenemos que los
derechos de la personalidad aceptan varias clasificaciones. En este apartado analizaremos la
que nos ofrece la doctrina extranjera, representada por DE CUPIS y las que en el ámbito
nacional exponen GUITRÓN Fuentevilla Y Gutiérrez Y González, para posteriormente
referirnos a la redacción del CCF, tratando de definir los conceptos ahí vertidos.
Clasificación propuesta por de cupis. Este autor italiano, conocido por su obra en dos
volúmenes I diritti della personalitá considera que los derechos de la personalidad se
comprenden en cinco grandes apartados: I) Derecho a la vida y a la integridad física; II)
Derecho a la libertad; III) Derecho al honor y a la reserva; IV) Derecho a la identidad personal,
y V) Derecho moral de autor (y del inventor). En el primer rubro aparecen el derecho a la vida,
a la integridad física y el derecho sobre las partes separadas del cuerpo y sobre el cadáver. En el
tercer rubro, se comprende el derecho al honor, a la reserva (el cual comprende, además de
otras manifestaciones, el derecho a la imagen) y al secreto; en el cuarto apartado se comprende
al nombre (también sobrenombre, seudónimo y los nombres extrapersonales), el título y el
signo figurativo.
Clasificación propuesta por guitrón fuentevilla. De acuerdo con este autor, y luego de sugerir su
división en dos grupos: civiles y familiares, los DHSF o derechos de la personalidad
comprenden:
a) la protección física, material, externa o corpórea, dentro de la cual se encuentran: el derecho
de protección de la vida, del cuerpo, de sus partes, de su integridad física, de la imagen y de la
disposición del cuerpo y sus partes;
b) la protección íntima, interna, moral o corpórea, que comprende: el derecho a la intimidad,
de la integridad moral, de la dignidad humana, del honor, del secreto profesional, telefónico,
telegráfico, epistolar y audiovisual; el derecho de la vida privada, de los derechos intelectuales o
de autor y el de la voz; y,
c) la protección póstuma de la persona física jurídica; así, se integran en esta protección: la del
cadáver, el prestigio del muerto, de las reliquias, funerales y tumbas; los recuerdos de familia;
la cremación y depósito de las cenizas, la exhumación y la donación o venta de las partes del
cadáver.
Los primeros dos apartados comprenden los derechos de la personalidad, o DHSF, en "materia
civil" y el último, en "materia familiar". Lamentablemente el autor en comento no explícita el
contenido de cada uno de ellos, limitándose a exponer su clasificación en los términos
anotados. Si apunta, por otra parte, a considerar los DHSF como derechos subjetivos, al
argumentar que "hay un derecho subjetivo al permitir a su titular exigir el cumplimiento del
derecho que él tiene para que sea respetada su integridad; y por otro lado, el deber jurídico de
todo el mundo o de personas determinadas para que se cumplan, respetando esa integridad y,
en caso contrario, surgirá una responsabilidad y como consecuencia una indemnización". Son
fundamentales por tenerlos todas las personas, aún cuando la tutela jurídica no ha sido
totalmente definida. Otro aspecto que vale la pena destacar de estos DHSF es que aparecen
reservados a la persona física jurídica, quedando por tanto fuera del alcance de las personas
morales o colectivas.
Clasificación propuesta por gutiérrez y gonzález. Por su parte, y con un cimiento teórico más
profundo y aportando más elementos para su discusión, GUTIÉRREZ Y GONZÁLEZ dedica un
gran apartado de su obra El patrimonio al tema, asimismo su posición se aprecia en mejor
magnitud en el Proyecto de Código Civil de Nuevo León en el cual se dedican varios artículos a
los derechos de la personalidad.
Apoyado, según sus propias palabras en las ideas de DE CUPIS y de NERSON, considera a los
derechos de la personalidad dentro de tres amplios campos: a) Parte social pública; b) Parte
afectiva y c) Parte físico somática. Esta división es la contemplada en el Anteproyecto del
Código Civil para el Estado Libre y Soberano de Nuevo León (1990); cuya referencia a los
derechos de la personalidad comprende los artículos 32 al 74 inclusive.
La parte social pública comprende: 1) el derecho al honor o reputación; 2) el derecho al título
profesional; 3) el derecho al secreto o a la reserva ; 4) el derecho al nombre; 5) el derecho a la
presencia estética, y 6) los derechos de convivencia.
La parte afectiva comprende los derechos de afección en dos grandes ámbitos: el familiar y el
de amistad.
La parte físico somática comprende: 1) el derecho a la vida; 2) el derecho a la libertad; 3) el
derecho a la integridad física; 4) los derechos ecológicos; 5) los derechos relacionados con el
cuerpo humano , y 6) los derechos sobre el cadáver.
En el Anteproyecto referido, se hace extensiva a la persona moral el goce de tales derechos "en
lo que sea compatible con la naturaleza jurídica de ésta" (art. 32); y establece que "se podrá
conferir protección a otros derechos de la personalidad no previstos en este Código en sus
siguientes artículos, pero nunca podrá suprimir los que se reconocen en este ordenamiento".
Este autor es el único de los consultados que se preocupa de establecer el contenido de cada
una de las divisiones consideradas para los derechos de la personalidad.
Por cuanto hace a la redacción del CCF no encontramos una clasificación estricta de los
derechos de la personalidad, sino que tenemos una simple enumeración de los bienes
protegidos por la figura del daño moral: sentimientos, afectos, creencias, decoro, honor,
reputación, vida privada, configuración y aspectos físicos, asimismo se atiende a la
consideración que de sí misma tienen los demás. De lo anotado, consideramos que el CCF
atiende a la doble perspectiva manejada en la doctrina española: interna y externa, inmanente
o trascendente, en tratándose del bien de la personalidad honor: "Desde el punto de vista
interno, el honor es la propia estimación, la estimación que uno tiene de sí mismo. Desde la
perspectiva externa, el honor es la estimación en que los otros nos tienen".
Apoyamos la posición de Gutiérrez Y González, según la cual, es evidente de las clasificaciones
y definiciones analizadas, que el tema de los derechos de la personalidad es un tema de carácter
cultural, puesto que el catálogo de tales derechos variará según el criterio y costumbres que
priven en una colectividad humana, y también según cada época. Este catálogo, se verá cada
día afectado por el avance de las ciencias físicas y naturales.
Finalmente, debemos recordar, y no perder de vista, el hecho de que en otros sistemas jurídicos
los derechos de la personalidad se "limitan" a tres elementos: honor, intimidad e imagen. Sin
embargo, un análisis más cercano nos permitirá apreciar que la limitación cuantitativa no
corresponde con la multiplicidad de abstracciones legales que incluye, por lo que finalmente,
casi todos los bienes del patrimonio moral están a resguardo. Caso contrario ocurre, por
ejemplo, en nuestra legislación, que expone limitativamente hasta nueve "derechos de la
personalidad", siendo en la práctica nugatoria tal disposición. Igual sucede con la norma penal
que en muchos países protege tales bienes jurídicos. Esto permite señalar que hace falta prever
mecanismos jurisdiccionales (y por qué no, sociales) que permitan una cabal vigencia a los
sistemas de protección legal de los derechos de la personalidad.
9. Conclusiones
El tratamiento de la persona, y los problemas con ella vinculados, es fragmentario en el
derecho mexicano, puesto que las concepciones de persona que se tienen en al ámbito civil,
constitucional y penal dificultan una visión integral de la misma. Se hace así necesaria un
nuevo enfoque, o varios, que atiendan la posición central de la persona en el ordenamiento
jurídico.
Nuestro sistema jurídico es de corte positivista, y aún cuando se ha ganado terreno en la
aplicación y proyección de la jurisprudencia, el hecho de encontrarse limitada por el principio
de la relatividad de la sentencia, nos orilla a pensar en los términos siguientes: es preciso elevar
a nivel constitucional la institución de los derechos de la personalidad, a efecto de que las
normas estatales contemplen y regulen a los mismos y se establezcan los mecanismos
procesales, civiles o penales, para la satisfacción de las víctimas en casos de vulneración
ilegítima.
Por otra parte, la aceptación constitucional de los derechos de la personalidad, deberá originar
en la legislación civil disposiciones a través de las cuales se establezcan enunciativamente,
aunque quizá no limitativamente, el contenido de cada uno de los derechos o bienes protegidos.
Es nuestra idea que el sistema jurídico mexicano se enriquecerá de esta manera, pues el
establecimiento de tales disposiciones provocará la concientización de todos los hombres y
mujeres, acerca de la revaloración de su dignidad personal, frente al estado y frente a sus
iguales. Es lamentable que en nuestra cultura esté arraigada una visión que preferencia el
actuar del estado frente a la salvaguarda de los derechos fundamentales del hombre. No es que
se haya olvidado del papel de la ley (constitución, ley, reglamento, código, etcétera) como límite
al actuar del estado, sino que se ha relajado tal principio.
Por otra parte, de frente a la posibilidad de que se emita un código civil para el Distrito Federal,
es importante que se regule de manera adecuada lo relativo a los derechos de la personalidad,
pues recordemos que en no pocas ocasiones el obrar legislativo de la capital de la República
incide en el de las entidades federativas.
El derecho, y sobre todo el que conocemos como derecho privado tiene que atender a una
función prioritaria de nuestro tiempo: la tutela de la persona. Por ello, retomamos la frase de
IRTI, un prestigiado profesor italiano, quien señala: "El civilista es un intelectual militante para
la defensa del individuo", y nosotros agregamos, esta defensa será la mejor, cuando podamos
determinar con claridad qué es lo que estamos defendiendo, es decir, contestar cabalmente y de
manera (casi) definitiva la interrogante: qué son los derechos de la personalidad.

DERECHOS DE LA PERSONALIDAD.

Sumario. 1. Introducción. 2. Concepto y naturaleza jurídica de


los derechos de la personalidad, 3. Sus diferencias con los
derechos humanos. 4. Características de estos derechos. 5.
Análisis particular de cada derecho. 6. Protección civil a los
derechos de la personalidad. 7. Conclusiones.

Elvira Villalobos de
González.
Coordinadora de
Derecho.

1. Introducción.
Este trabajo tiene por objeto hacer un breve análisis sobre una
materia novedosa en la Legislación Civil del Estado de Jalisco.

Los derechos de la personalidad, que son los mismos derechos


humanos pero protegidos por la legislación civil, ya se encontraban
regulados en el Derecho Romano. Sin embargo, muchos de los
códigos civiles mexicano no los contemplan ni regulan. La
explicación de esta omisión tal vez se deba a que estos
ordenamientos legales tomaron como ley modelo, el Código Civil
para el Distrito y Territorios Federales en materia común y para
toda la República en materia Federal, ordenamiento jurídico que
omite su regulación
Es por ello que su inclusión en el Código Civil del Estado de
Jalisco, expedido en 1995, merece un digno reconocimiento y
favorecer la difusión de estos derechos subjetivos públicos.

2. Concepto y naturaleza jurídica


Podemos considerar los derechos de la personalidad como el
conjunto de derechos fundamentales que protegen los bienes
constitutivos del núcleo más íntimo del ser humano. Son derechos
que le son necesarios para lograr sus fines y que, en consecuencia,
le pertenecen por el solo hecho de ser persona.

El derecho es un término análogo, por lo que se aplica a varios


objetos de conocimiento que son en parte semejantes y en parte
diferentes. En primer término, derecho es lo justo objetivo que se le
debe a otro. Derecho es también la norma de conducta imperativo-
atributiva, impuesta en forma obligatoria por la autoridad
competente para regular la vida dentro de la sociedad. Y finalmente,
derecho es la facultad, derivada o protegida por la norma jurídica,
para exigir lo suyo de cada quien, lo que a cada uno le
corresponde.1[1]

Los derechos de la personalidad no son otra cosa que derechos


subjetivos humanos. De ahí que estos derechos se ubiquen en la
tercera de las connotaciones anteriormente señaladas. Son
facultades derivadas de una norma de Derecho Natural, que halla su
fundamento en lo que es adecuado a la propia naturaleza humana.
Gracias a ellos se tiene la posibilidad de exigir lo que a cada
persona le corresponde.

En lenguaje ordinario, los derechos humanos son los derechos


naturales de la persona humana. Por el hecho de ser persona, cada
hombre es titular de un conjunto de derechos que le corresponden
naturalmente, anteriores a cualquier intervención del Estado y que
deben ser reconocidos y protegidos por éste.

En los países de Derecho Romano Canónico (Derecho escrito por


oposición a derecho consuetudinario o Common Law), en donde
sus normas fundamentales se encuentran plasmadas en un
documento jurídico político llamado Constitución, los medios de
protección a los derechos humanos fundamentales, se encuentran
ahí mismo establecidas.

Además de los derechos humanos que se encuentran protegidos y


garantizado su ejercicio en la Constitución, existe otro cuerpo de
derechos humanos que sin dejar de ser derechos fundamentales y

1
originales, se refieren al núcleo más íntimo de las personas y que el
Derecho Civil denomina “Derechos de Personalidad”.

3. Diferencias entre los derechos humanos fundamentales


(derechos políticos) y los derechos de la personalidad.

a) Por el bien jurídico protegido.


Los derechos fundamentales protegen los derechos humanos en
general, desde la vida y la salud hasta los derechos políticos y
sociales, como el derecho de voto y el de ser oído y vencido en
juicio. Los derechos de la personalidad constituyen un núcleo
íntimo de derechos de la persona, como el derecho al nombre, al
honor y a la fama, a la imagen, a la intimidad, etc.

Tanto los derechos fundamentales como los derechos de la


personalidad son derechos humanos y tienen las mismas
características de ser innatos, inalienables, absolutos y esenciales y
pueden ser los mismos. La diferencia se encuentra en que los
derechos de la personalidad se ubican en la esfera de mayor
intimidad de las personas.

b) Por el orden legal en donde se encuentran protegidos.


Los derechos fundamentales se encuentran protegidos en la
Constitución.
Los derechos de la personalidad están regulados y protegidos por el
Código Civil del Estado de Jalisco. Puede darse una doble
protección a estos derechos. Por ejemplo, el derecho a la vida se
encuentra protegido tanto por la Constitución como por la
legislación Civil.

c) Por el medio de defensa.


Los derechos fundamentales son protegidos por las garantías
individuales y, cuando han sido violados, se restablecen mediante el
juicio de amparo que se tramita ante las autoridades judiciales
federales.

Aunque la primera parte de la Constitución (parte dogmática) se


intitula “De las garantías individuales”, es necesario distinguir los
términos. No son lo mismo los derechos garantizados que las
garantías del ejercicio de los mismos.

A pesar de que el título primero se denomine “de las garantías


individuales”, los que del artículo 1 al 28 se enlistan son los
derechos fundamentales, no todos son las garantías. Las garantías
son los mecanismos que hacen posible el ejercicio de los derechos
cuando éstos han sido violados por alguna autoridad.
Los derechos de personalidad se protegen por medio de los juicios
de responsabilidad civil y daño moral. Mediante el juicio de
responsabilidad civil, la persona que ha sufrido una lesión a sus
derechos de la personalidad puede reclamar el pago de los daños y
perjuicios que se le hubieren causado, y a través del juicio de daño
moral, puede reclamar además una indemnización pecuniaria por el
sufrimiento que se le ha causado.

3. Características de los derechos de la personalidad.


Los derechos de la personalidad, al ser derechos naturales, gozan de
las mismas características de todos los derechos derivados del
Derecho Natural. Éstas son:

I Esenciales. Esencia de una cosa es el conjunto de las


propiedades que la constituyen como tal. Es aquello por lo cual un
ser es lo que es y no algo diferente. Los derechos de la personalidad
se encuentran dentro de estas propiedades, por lo que sin ellos las
personas dejarían de ser personas humanas.

II Personalísimos. Cada persona es un ser único e irrepetible,


con un conjunto de derechos que sólo a ella le corresponde ejercer y
que por lo tanto no puede realizar a través de representante o de
terceras personas.

III. Originarios e Innatos. Estas dos características de los derechos


de la personalidad son similares. Son derechos propios de la
naturaleza humana, por lo que la raíz y el origen de ellos se
encuentra en la propia naturaleza y los adquiere la persona desde el
momento de la concepción.

IV. Sin contenido patrimonial. El contenido de los derechos de


la personalidad es tan valioso que no puede ser apreciado en dinero.
Ello significa que no pueden ser objeto de transacción comercial ni
de transmisión alguna, por la que se obtenga a cambio un pago o
compensación.
V. Absolutos. Son absolutos los derechos que valen en todas las
circunstancias y frente a todas las demás personas. Y no pueden ser
disminuidos ni relativizados bajo ninguna circunstancia ni por
persona alguna.

VI. Inalienables e Intransmisibles. Como se apuntó en la fracción


IV, al no tener contenido patrimonial, los derechos de la
personalidad no pueden ser objeto de enajenación (alienación) ni de
transmisión.

VII. Imprescriptibles. El transcurso del tiempo no puede ser


nunca la causa de la adquisición o pérdida de estos derechos . Los
derechos de la personalidad permanecen con la persona desde antes
de su nacimiento hasta su muerte. El hecho de que una persona, por
su conducta negativa o su comportamiento inmoral, haya
conculcado su imagen, no significa que haya perdido su dignidad de
persona y aun así conserva sus derechos fundamentales.

VIII. Irrenunciables Ni siquiera la voluntad libre de una persona


puede privar de su eficacia a estos derechos, por no tener contenido
patrimonial. Solamente los derechos patrimoniales pueden ser
objeto de renuncia.

4. Análisis de los derechos de la personalidad en particular.2[2]

I.- Derecho a la vida.


El derecho a la vida constituye el derecho humano básico y
fundamental. Comienza con la concepción y es anterior a cualquier
otro derecho. La vida es el don más preciado de la persona. Es un
derecho previo y básico en el orden al cual los demás derechos
surgen como complementarios.

El derecho a la vida constituye una condición de posibilidad para la


existencia de todos los demás derechos. Este derecho implica,
además, la existencia de una serie de derechos indispensables para
su ejercicio, ya que sin la satisfacción de las necesidades básicas,
por lo menos, no se puede vivir.

Los derechos de la personalidad, como todos los derechos


subjetivos, se caracterizan por ser bilaterales. Esto significa que a
cada derecho le corresponde correlativamente un deber. El derecho
a la vida da a su titular el derecho a que se le respete su vida, pero al
mismo tiempo le impone la obligación de cuidar y respetar su
propia vida y la de los demás.

La protección al derecho a la vida se encuentra tanto en la parte


dogmática de la Constitución, como en la legislación penal y en la
legislación civil. Los artículos 1, 4, 5, 10 y 14 de la Constitución
protegen una serie de derechos que hacen posible el ejercicio del
derecho a la vida. Así mismo, la legislación penal ha tipificado el
delito de aborto y de homicidio para proteger el bien jurídico de la
vida.

Al estudiar este derecho, dado que la existencia humana comienza


desde el momento de la concepción, es conveniente analizar los
derechos del no nacido.

2
a) El no nacido es ya una persona.
b) Tiene derecho a la protección de la ley.
c) Puede ser instituido heredero y donatario.

I.1. Atentados contra la vida.


-El aborto. El artículo 329 del Código Penal del Distrito Federal
define el aborto como “la muerte del producto de la concepción en
cualquier momento de la preñez”. A pesar de que es generalmente
aceptada la excluyente de responsabilidad cuando el aborto se
realiza en ciertas circunstancias establecidas en la propia ley penal,
como cuando el embarazo es producto de una violación, esto no
significa que no sea una conducta objetivamente ilegítima privar de
la vida a un no nacido. Éste es uno de los actos de mayor injusticia,
ya que la víctima, a quien se le niega el derecho a vivir, es el ser
más inocente e indefenso de la creación.

-La eutanasia. Aunque suelen distinguirse diversas especies,


básicamente la eutanasia es conocida de manera general como la
muerte sin dolor, ya que es la acción u omisión con la que, sin
causarle dolor alguno, se provoca la muerte de una persona que se
encuentra en estado terminal; es también, sin duda, un atentado
contra la vida. Aunque se pudiera considerar que la eutanasia es un
acto de piedad, porque se provoca una muerte sin sufrimiento a una
persona que ya no tiene ninguna posibilidad de vivir, con ella se
priva al enfermo de la oportunidad de dar un significado
trascendente a su sufrimiento. La eutanasia constituye un delito y
es inmoral, sobre todo cuando se hace sin el consentimiento del
enfermo. La capacidad de encontrar en el sufrimiento una forma de
trascender es privativo del ser humano. Éste tiene derecho a ser
respetado en la etapa terminal de su vida.

No se considera que es eutanasia la negación del uso de medios


extraordinarios para conservar la vida de una persona, cuando no
tiene ya ninguna posibilidad de recuperación.

I:2. Reparación del daño por violación al derecho a la vida


Por mucho tiempo se pensó que la reparación del daño causado por
la muerte de una persona era imposible de valorar, ya que la vida no
tiene precio. Sin embargo, se ha considerado que es de justicia
indemnizar a los herederos o familiares de la víctima, de quien
muchas veces dependía su subsistencia. La ley Federal del trabajo
establece las bases para fijar el monto de la indemnización cuando
la víctima era un trabajador y el Código Civil del Estado concede al
juez la facultad de determinar la indemnización pecuniaria por
violación a los derechos de la personalidad.
Para concluir el análisis del derecho a la vida reproducimos las
palabras de un gran autor: “Como imagen y semejanza de Dios,
participa el hombre de la plenitud de la vida... El ser humano, por
encima de la vida vegetativa y sensitiva, y en profunda relación con
ellas, tiene la vida del espíritu en el orden natural y ha recibido de
Dios el llamamiento sobrenatural a participar en la vida divina.” 3[3]

II.- Derecho a la integridad física y psíquica.


El derecho a la integridad, tanto física como psíquica, consiste en el
derecho al respeto de la persona total, integrada de materia y de
espíritu. El Diccionario de la Lengua Española define la integridad
como “la cualidad de íntegro” e íntegro como aquello “que no
carece de ninguna de sus partes”. Aplicados a nuestra materia, se
puede decir que el derecho a la integridad consiste en el respeto a
todas y cada una de las partes que integran la personalidad humana.

II.1. Atentados contra la integridad física y psíquica.

a) Lesiones.
Son los daños causados directamente a una persona en su integridad
corporal. Las consecuencias de las lesiones pueden ser no sólo
cicatrices sino también daños psicológicos que pueden afectar su
integridad psíquica.

b) Prostitución.
Nadie está autorizado a disponer del cuerpo de otra persona para
actos en sí mismo inmorales, ni siquiera con el consentimiento de
ella. Se ha comprobado que la mujer que, por diversas razones
como la miseria, la ignorancia o el estado de necesidad, se ve
obligada a ganarse la vida con esta actividad, sufre graves
deterioros en su integridad psíquica y su autoestima se ve
seriamente disminuida.

Aunque la prostitución no constituye un hecho en sí mismo


delictuoso, su ejercicio denigra tanto a quien obtiene de esta
actividad una ganancia, como a quien paga por servirse de un
cuerpo ajeno.

c) Disposición sobre el cuerpo propio y el cuerpo ajeno.


En este apartado se hará un análisis de actividades de disposición de
órganos y tejidos del cuerpo humano, así como de cadáveres de
seres humanos; éstos no son necesariamente atentados contra la
vida, aunque pueden llegar a serlo.

3
La Ley General de Salud dispone, en su artículo 314, que se
entiende por disposición de órganos, tejidos y cadáveres de seres
humanos, el conjunto de actividades relativas a la obtención,
conservación, utilización, preparación, suministro y destino final de
órganos, tejidos y cadáveres de seres humanos, incluyendo los de
embriones y fetos, con fines terapéuticos, de docencia o de
investigación.

Este mismo ordenamiento jurídico establece, en su artículo 321, que


los trasplantes de órganos o tejidos en seres humanos vivos, podrán
llevarse a cabo con fines terapéuticos, solamente cuando hayan sido
satisfactorios los resultados de las investigaciones realizadas al
efecto y representen un riesgo aceptable para la salud y la vida del
disponente originario y del receptor.

Así mismo, el artículo 322 de la Ley en comento establece que la


obtención de órganos o tejidos de seres humanos vivos para
trasplante, sólo podrá realizarse cuando no sea posible utilizar
órganos o tejidos obtenidos de cadáveres. Y en el segundo párrafo
de este mismo artículo se prohíbe realizar el trasplante de un órgano
único esencial para la conservación de la vida y no regenerable, de
un cuerpo humano vivo a otro cuerpo humano vivo.

El Código Civil de Jalisco regula estas actividades en sus artículos


36, 37, 38, 39 Y 40. Las normas contenidas en estos artículos van
en la misma línea de la Ley General de Salud. En ambos cuerpos de
leyes sólo se permiten estas actividades cuando: a) No se pone en
peligro la vida. b) Se llevan a cabo a título gratuito. c) Se realizan
con fines terapéuticos y d) No se trata de un órgano vital.

Sobre el cadáver se puede disponer en vida, haciendo constar tal


decisión en un testamento público abierto, o por escrito ratificado
ante notario. Así mismo, se puede manifestar la decisión de
disponer del cadáver, total o parcialmente, ante las autoridades de
vialidad al momento de tramitar la licencia para conducir
automóviles.

Cuando se trata de cadáveres de personas que estando vivos no han


dispuesto nada al respecto, podrán disponer de ellos, con fines
terapéuticos o científicos y en forma gratuita, las personas
señaladas en el artículo 40 del CCJ en el orden de preferencia ahí
mismo establecido. Al establecer la prelación y los requisitos para
tomar esta decisión, se sigue la regla de que los parientes más
próximos excluyen a los más lejanos, siempre y cuando cumplan
con el otro requisito de convivencia con el difunto de cuyo cadáver
se trate.
III. Derecho al respeto a los afectos, sentimientos y creencias.
- Respeto a los afectos y sentimientos podemos decir que la
afectividad es el conjunto de tendencias sensibles de las personas.
La pluralidad y variedad de sentimientos da lugar a la riqueza de la
afectividad humana. El amor es el afecto de mayor jerarquía y la
capacidad de amar por encima de sí mismo es privativa del ser
humano.

- Respeto a las creencias. La persona humana es, naturalmente, un


ser que busca la trascendencia. Por eso se dice que es un ser creado
por un ser infinito, que infinitos finitos no pueden llenar. El derecho
a creer en un ser superior es un derecho sagrado, que el derecho
positivo no puede más que reconocer, respetar y proteger.

El derecho a la libertad de creencias o libertad religiosa significa


que en materia de creencias nadie puede ser obligado a actuar en
contra de su conciencia, ni a ser impedido a actuar conforme a ella.
Este derecho se encuentra también protegido en el artículo 24 de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que
establece que “todo hombre es libre para profesar la creencia
religiosa que más le agrade y para practicar las ceremonias,
devociones o actos de culto respectivo, siempre que no constituyan
un delito o falta penados por la ley”.

La protección a la libertad religiosa implica, también, la libertad de


no creencia. El derecho de objeción de conciencia consiste en
negarse o resistirse a obedecer una ley o un acto de autoridad que
vayan en contra de la conciencia del obligado, con base en sus
valores, principios éticos o creencias religiosas.

III.1 Atentados contra el respeto a la libertad de creencias.


La promulgación de la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto
Público4[4] ha significado un avance de consideración en el respeto a
la libertad religiosa y de creencias. Es muy importante la
abrogación que esta ley hace de una serie de ordenamientos
jurídicos persecutorios. Abroga, por ejemplo, la Ley Reglamentaria
del articulo 3º Constitucional de 1927, que prohibía enseñar la
religión en las escuelas, la Ley Reglamentaria del 7º Párrafo del
artículo 130 constitucional de 1931, que limitaba el número de
sacerdotes, y otras tantas leyes y decretos que no respetaban la
libertad religiosa, como el decreto expedido en 1913 por el
gobierno del Estado que coartaba seriamente la libertad religiosa en
Jalisco y que trajo como consecuencia la muerte de egregios
jaliscienses, entre ellas, la de Anacleto González Flores.

4
Sin embargo, la Ley es aún insuficiente para proteger plenamente la
libertad de creencias, pues establece una serie de disposiciones que
contienen aspectos negativos. Por ejemplo, el artículo primero no
respeta la objeción de conciencia,5[5] ya que en su segundo párrafo
establece que las convicciones religiosas no eximen en ningún caso
del cumplimiento de las leyes del país. Es importante privilegiar el
orden jurídico respecto a los derechos de una persona en particular
cuando su ejercicio implique violación al orden público. Pero
cuando una ley o disposición jurídica sea notoriamente injusta, se
debe respetar el derecho de la persona a oponerse a su
cumplimiento. Tal como este artículo está redactado nos dice: “Eres
libre de creer, con tal de que lo que crees no se oponga a lo que yo
te mando”.

Un primer paso positivo en el orden jurídico local, en la línea


proteccionista del derecho en cuestión, es la reforma que adicionó el
art. 18 ter de la Ley Estatal de Salud (Decreto No. 20605 publicado
El Estado de Jalisco Periódico Oficial del 7 de octubre de 2004),
que introdujo la objeción de conciencia en favor de médicos y otros
sujetos del sector.

IV. Derecho al honor y a la fama.


Se dice que el honor es el mérito y la consideración que de la
persona tienen los demás; que el honor lo ha ganado porque su
labor ha sido de solidaridad hacia los demás y su presencia ha sido
benéfica para la comunidad; y la fama es el renombre que tiene la
persona al ser muy conocida dentro de la sociedad por la labor o
actividad pública que realiza, independientemente de que sea
benéfica para la comunidad.

Mientras que el honor se refiere al trato dado o recibido por los


demás, la fama consiste en la popularidad de la persona dentro del
grupo social. La protección legal al honor y la fama se funda en el
derecho de todo ser humano a ser respetado y considerado por su
dignidad personal.

IV.1. Violación al derecho al honor y a la fama.


El derecho al honor que una persona tiene dentro de la sociedad,
puede ser violado a través de la palabra oral o escrita. Cuando una
persona ha sido difamada o calumniada mediante un medio masivo
de comunicación, el Código Civil de Jalisco obliga a que se haga la
publicación de un extracto de la sentencia de la que se desprendan
con claridad las circunstancias y el alcance de la misma, a través de
los medios informativos que considere conveniente, con la misma

5
importancia y consideración que hubiere tenido la difusión original,
por medio de la cual se causó el daño.

IV.2. Respeto al trabajo u ocupación.


Aunque el derecho a la obra del ser humano se encuentra protegido
mediante la Ley de los Derechos de Autor y de la Propiedad
Intelectual y es, por tanto, objeto de estudio de otra materia, dado
que existen derechos no patrimoniales derivados de las actividades
laborales, se considera oportuno su estudio dentro de los derechos
de la personalidad.

El autor de una obra tiene derecho a que se le reconozca la


paternidad de la misma, así como a decidir si la da a conocer al
público o la reserva en secreto. El primer derecho se conoce como
derecho de paternidad y el segundo, derecho de inédito. Asimismo,
dentro de estos derechos no patrimoniales que corresponden al autor
de una obra o trabajo que merezca protección, está el derecho a
corregir la obra y a conservar la pureza de la misma. El derecho a la
pureza de la obra consiste en la facultad que tiene su autor de
oponerse a que se le hagan mutilaciones o deformaciones.

Se viola también este derecho cuando en una sociedad no existen


suficientes fuentes de trabajo. Cuando después de estudiar una
carrera con muchos esfuerzos, no se encuentra la manera de
ejercerla satisfactoriamente y se tiene que trabajar en actividades
que no están relacionadas con aquello para lo cual se estudió. O
simplemente, cuando en una familia no alcanzan los salarios de los
padres ni siquiera para alimentar adecuadamente a los hijos.
V.- Derecho al nombre. Este derecho ha sido tratado
doctrinalmente como uno de los atributos de las personas. Sin
embargo, por tratarse de un derecho tan importante del ser humano,
señalaremos algunas ideas sobre el mismo:

V.1. Concepto y estructura.


El nombre es el conjunto de signos que identifican a una persona
dentro de su familia y dentro de la sociedad.

El Código Civil vigente, a diferencia de los códigos anteriores que


eran omisos en ello, establece cómo se integra el nombre. Y así, el
artículo 60 determina que se forma con el nombre propio y los
apellidos (art. 60 C.C.J.). El nombre propio puede ser simple o
compuesto y su función es la de identificar a la persona dentro de su
familia. El apellido identifica a la persona dentro del grupo social y
necesariamente se forma con los apellidos materno y paterno.

El nombre propio puede ser elegido libremente por quien declare el


nacimiento de la persona, pero se deberá respetar la voluntad de los
progenitores. Sin embargo, los apellidos, como ya se dijo, serán
forzosamente los de los padres o, en el caso de reconocimiento por
separado, los apellidos serán sólo los del padre que lo registre. (art.
61). En los casos de niños cuyos padres se desconocen, el oficial del
registro civil podrá decidir sus nombres y apellidos.

V.2. Cambio del nombre.


El nombre de una persona es tan importante, que sólo podrá ser
cambiado cuando se den los supuestos que la ley señala.

El artículo 63 del Código establece que no está permitido el cambio


de nombre a persona alguna, pero al mismo tiempo establece que, si
alguien hubiere sido conocido con un nombre diferente al que
aparece en su acta de nacimiento o tuviere un seudónimo, en estos
casos, mediante un trámite ante un juez de lo familiar, se podrá
llevar a cabo el cambio de nombre.

De igual manera, el artículo 64 establece que se exceptúan de la


prohibición de cambiarse el nombre los siguientes casos: a)
Cuando el nombre propio puesto a una persona le cause afrenta. b)
En los casos de reconocimiento o desconocimiento de la paternidad.
c) En los casos de adopción, y d) En los casos de homonimia que
cause perjuicio. En estos casos se permite transformar el primero de
los apellidos de simple a compuesto o de compuesto a simple.

El tener un nombre no sólo es un derecho, sino que es también una


obligación: la de usar precisamente el nombre con el que la persona
fue registrada. Usar un nombre ajeno viola derechos de tercero y
trae como consecuencia la obligación de pagar los daños y
perjuicios que se hubieren causado a la persona cuyo nombre se usó
sin derecho.

- Uso del apellido del esposo:


Anteriormente, la costumbre jurídica había permitido a las mujeres
casadas usar el apellido del esposo. Actualmente, el CCJ regula esa
situación en los artículos 65 y 66. En el primero establece la
posibilidad de que la mujer casada agregue a su nombre de soltera,
anteponiendo la preposición “de” uno o dos apellidos de su marido;
establece también que podrá suprimir los apellidos propios,
agregando con la misma preposición “de” los que correspondan a su
cónyuge. El artículo 66 prohíbe el uso del apellido del ex esposo a
las mujeres divorciadas y a aquellas cuyo matrimonio ha sido
anulado. Las viudas sí podrán usar el apellido de su difunto marido.

VI. Derecho a la presencia física, a la imagen y a la voz de las


personas.
Este derecho abarca la protección a la imagen física y a la voz de
las personas y su violación da derecho a la restitución económica
mediante la responsabilidad civil y el daño moral. Sin embargo,
estrictamente hablando, no se puede considerar que la imagen de
una persona le pertenezca solamente a ella; le pertenece en cuanto
refleja su personalidad y evoca su recuerdo, pero cuando la
reproducción de la imagen a través de fotografías, por ejemplo, no
se hacen para dañar el honor o la dignidad de la persona y no se
hace con fines comerciales, no puede prohibirse dicha reproducción

VI.1. Violación al respeto a la presencia física, a la imagen y a la


voz.
Los adelantos alcanzados en técnicas de reproducción de la imagen
y de la voz de las personas por medio de cámaras fotográficas muy
sofisticadas y otros aparatos electrónicos que permiten su
reproducción con gran facilidad, han traído como consecuencia el
abuso y la falta de respeto a este derecho. El artículo 31 del Código
Civil del Estado prohíbe la exhibición o reproducción de la imagen
o de la voz de una persona, cuando se haga sin su consentimiento y
con un fin ilícito.

El artículo 32 del mismo ordenamiento establece que la


reproducción de la imagen o de la voz de servidores públicos, en
ejercicio o con motivo de sus funciones, no cae dentro de esta
prohibición. Sin embargo, la reproducción de la imagen o la voz de
personas públicas (funcionarios, artistas, deportistas) debe limitarse
a reproducciones que tengan por objeto actividades también
públicas y se considera violatoria de este derecho la publicación de
imágenes privadas.

VII. Derecho al secreto epistolar, telefónico, testamentario.


i) Secreto epistolar, telefónico y de comunicación teleimpresa.
La intromisión sin derecho en la correspondencia de una persona,
así como la intromisión en sus comunicaciones telefónicas y
teleimpresas violan el derecho de las personas a guardar para sí sus
secretos naturales. Son secretos naturales aquellos que por su propia
materia se reservan en la intimidad de la persona.

El artículo 29 del Código establece que las cartas particulares no


pueden ser publicadas sin el consentimiento de ambos
corresponsales o de sus herederos. Se exceptúa de esta prohibición
la publicación que se haga por causas de utilidad pública o para
defensa de algún derecho.
ii) Secreto profesional.
Uno de los deberes de todo profesionista, y en especial de aquellos
que traten materias tan delicadas como la salud, la libertad, la
familia de las personas (médicos y abogados), es el deber de
guardar el secreto profesional. Este deber incluye todas las
confidencias que los clientes hagan al profesionista, con motivo del
servicio que les están dando.

El artículo 10 del Código de Ética Profesional6[6] prescribe que

“Guardar el secreto profesional constituye un deber y un derecho del


abogado. Es hacia los clientes un deber que perdura en lo absoluto, aún
después de que haya dejado de prestar sus servicios; y es un derecho
ante los jueces y demás autoridades. Llamado a declarar como testigo,
debe el letrado concurrir a la citación y, con toda independencia de
criterio, negarse a contestar las preguntas que lo lleven a violar el
secreto profesional.”

iii) Secreto testamentario.


La libertad de una persona para disponer de su patrimonio y
determinar el destino que sus bienes tendrán después de su muerte,
se encuentra asegurada con la figura jurídica del testamento.

El artículo 2666 del Código Civil del Estado establece:

“El testamento es el acto jurídico unilateral, personalísimo, libre y


solemne, por medio del cual una persona física capaz para ello, dispone
de sus bienes y derechos y declara o cumple deberes para después de su
muerte”.

Establece también que mediante el testamento se puede llevar a


cabo el reconocimiento de un hijo y que, por lo que respecta a la
transmisión de los bienes y derechos, el testamento es revocable en
cualquier momento. Las mismas características del testamento de
ser un acto de tal trascendencia que no sólo permite disponer del
patrimonio para después de la muerte, sino llevar a cabo el
reconocimiento de a un hijo, exigen el respeto a la voluntad del
testador y mantener en secreto esa voluntad.

VIII. Derecho a la intimidad y a la vida privada y familiar.


Este derecho es hoy en día objeto de múltiples ataques debido a los
adelantos tecnológicos que, mediante micrófonos sofisticados,
cámaras fotográficas de largo alcance, etc., permiten inmiscuirse
sin derecho en la vida íntima de las personas.

La vida de una persona tiene diferentes esferas de actuación:


pública, privada o familiar y de intimidad. Sólo está permitido
divulgar datos de la vida pública cuando se trata de personas que
por su función o profesión se encuentran expuestas a la publicidad.
Así, por ejemplo, no sólo es lícito sino que se cumple con la
6
obligación de informar a la sociedad, el trabajo de publicidad que
llevan a cabo los comunicadores sobre las actividades de los
funcionarios públicos, por medio de publicaciones impresas o a
través de los medios masivos de comunicación, como la radio, la
televisión, etc.

IX. Derecho al respeto a la Información Privada.


Por decreto número 20575, publicado en el Periódico Oficial “el
Estado de Jalisco” el 18 de septiembre de 2004, se adiciona un
capítulo III denominado “De la información privada”, el cual
recorre los demás capítulos del Título “De las personas físicas”, del
libro Segundo del Código Civil del Estado.

Este capitulo III regula, en 39 artículos (del 40 Bis1 al 40 Bis 39), el


derecho que tienen las personas físicas a que se les respeten sus
datos personales como: el nombre, el domicilio, el patrimonio, su
estado civil, etc. A través de estas disposiciones se busca que el
derecho de las personas a que la información privada sobre sus
atributos personales y se vida familiar sea respetada, y no pueda ser
divulgada sin su consentimiento.

El capítulo tercero de este título que regula la situación de las


personas físicas clasifica los datos de las personas en:
a) Datos personales: aquellos que conforme al artículo 40 Bis son los
datos de cualquier tipo, tales como nombre, domicilio, estado civil,
empleo, escolaridad, o cualquier otro que describa la situación o
estado de la persona con relación a su vida familiar, social o laboral.
b) Datos sensibles, según el mismo artículo, son aquellos que revelan
origen racial y étnico, opiniones políticas, convicciones religiosas,
filosóficas o morales, afiliación política e información referente a la
salud o a la vida sexual de las personas.
c) Datos informatizados son los datos personales sometidos al
tratamiento o procesamiento electrónico o automatizado (último
párrafo art. 40 Bis 3).

IX.1. Atentados contra el respeto a la información privada.


Constituyen atentados contra este derecho.
- La obtención de los datos personales por medios desleales o
fraudulentos (art. 40 Bis 8).
- La utilización de los datos personales para finalidades distintas
a las que motivaron su obtención (arts. 40 Bis 9 y 40 Bis 22).
- La utilización de los datos personales sin el consentimiento libre
e informado del titular de los mismos (art. 40 Bis 14)
- La formación o transferencia de archivos o registros que
almacenen información sobre los datos sensibles de las personas
(art. 40 Bis 17).
6. Protección civil a los derechos de la personalidad.

a).- Responsabilidad civil.


La protección civil a estos derechos se da, en primer lugar, por
medio de la acción de responsabilidad civil, la cual consiste en el
pago de daños y perjuicios. La responsabilidad civil se divide en
subjetiva y objetiva. Se llama responsabilidad subjetiva a la que
resulta del daño causado directamente por una persona y
responsabilidad objetiva cuando el daño ha sido causado por una
cosa u objeto.

La regulación de la responsabilidad civil se encuentra en los


artículos 1387 al 1390 del CCJ Ahí se establecen normas relativas
a la obligación de pagar los daños causados tanto por imprudencia
como por actos ilícitos realizados con la intención de dañar. Se
establece también la excepción a esta responsabilidad, cuando el
daño se ha causado como consecuencia de culpa inexcusable de la
víctima.

En los artículos 1396 a 1404 del mismo Código se regula la


obligación de pagar los daños causados por menores, incapaces y
demás personas que se encuentren sometidas a otras. Los padres,
tutores o representantes legales de los incapaces o de las personas
que se encuentren bajo su mando asumirán la responsabilidad, a
menos que demuestren que en la comisión del daño no se les puede
imputar culpa o negligencia, ya que ellos pusieron todos los
cuidados y llevaron a cabo las acciones necesarias para impedir el
daño y que les ha sido imposible evitarlo.

Cuando el daño sea causado por animales o por las ruinas de los
edificios o por las cosas que se arrojen de ellos, serán responsables
del pago de los daños y perjuicios los dueños de ellos.

La responsabilidad objetiva se encuentra regulada de los artículos


1427 a 1430. Se llama responsabilidad objetiva porque el daño no
ha sido causado por una persona sino por máquinas, instrumentos,
aparatos o sustancias en sí mismos peligrosos. El dueño de la
máquina, el instrumento, el aparato o la sustancia tiene obligación
de reparar el daño, a menos que demuestre que ese daño se produjo
por culpa inexcusable de la víctima, por fuerza mayor o caso
fortuito.7[7]

b).- Reparación del daño moral.


Se encuentra regulada en los artículos 1391 a 1394 del CCJ. El
artículo 1391 establece que la violación de cualesquiera de los

7
derechos de personalidad produce el daño moral, que es
independiente del daño material. El responsable del mismo tendrá la
obligación de repararlo mediante una indemnización pecuniaria.

El artículo 1393 del Código citado establece las bases para la


determinación del monto de la indemnización. Esta indemnización
será determinada por el juez competente, quien tomará en cuenta las
siguientes circunstancias: I. La naturaleza del daño. II. Los derechos
lesionados. III. El grado de responsabilidad. IV. La situación
pecuniaria o el nivel de vida del responsable. V. El grado y
repercusión de los daños causados, y VI. Los usos y costumbres del
lugar donde se causó el daño.

La reparación del daño moral consiste en una indemnización


pecuniaria, que se determina independientemente de la reparación
de los daños y perjuicios que se causaron al violarse el derecho de
la personalidad. En los casos en los que el daño moral se haya
causado por medio de una publicación en un medio masivo de
comunicación, el artículo 1394 establece la obligación de publicar
un extracto de la sentencia en la que se haya condenado al
responsable a la reparación del daño. Esta publicación deberá de
hacerse en la misma forma e importancia con la que se hizo la
publicación que ocasionó el daño al honor, decoro o prestigio de la
víctima.

7.- CONCLUSIONES.

PRIMERA. Los derechos de la personalidad, son los mismos


derechos humanos pero regulados y protegidos por la
legislación civil y son considerados como un conjunto de
derechos que constituyen el núcleo más íntimo de las personas.
SEGUNDA. Es importante saber que la violación a estos
derechos da derecho a su reparación, por medio de los medios
procesales constituidos por los juicios de responsabilidad civil
subjetiva y objetiva y la reparación del daño moral.
Naturaleza de la tutela Jurídica de los Derechos de la
Personalidad
Nadie niego que los bienes a que se refieren los derechos de la personalidad estén protegidos
por el derecho objetivo. Pero se discute si esa protección consiste en haber concedido a la
persona verdaderos derechos subjetivos sobre tales bienes. En efecto, algunos autores señalan
que los llamados derechos a la vida, integral corporal, honor, etc. No confieren al sujeto
ninguna facultad especifica ( nada que este pueda o no hacer, nada que dependa de su
voluntad) de modo que el derecho subjetivo, no aparece sino cuando alguien lesiona esos
bienes ( momento en el cual el sujeto si tiene facultades conferidas por la ley); pero aun
entonces el derecho no se manifiesta como derecho a tales bienes 8 no confiere facultades al
sujeto sobre el bien lesionado), sino como derecho a obtener la condenación penal del ofensor o
la condena del mismo al pago de la indemnización de daños y perjuicios.
Características de los derechos de la personalidad
Los derechos de la personalidad, al ser derechos naturales, gozan de las mismas características
de todos los derechos derivados del Derecho Natural. Éstas son:
I. Esenciales: Esencia de una cosa es el conjunto de las propiedades que la constituyen como
tal. Es aquello por lo cual un ser es lo que es y no algo diferente. Los derechos de la
personalidad se encuentran dentro de estas propiedades, por lo que sin ellos las personas
dejarían de ser personas humanas.
II. Personalísimos: Cada persona es un ser único e irrepetible, con un conjunto de derechos
que sólo a ella le corresponde ejercer y que por lo tanto no puede realizar a través de
representante o de terceras personas.
III. Originarios e Innatos: Estas dos características de los derechos de la personalidad son
similares. Son derechos propios de la naturaleza humana, por lo que la raíz y el origen de ellos
se encuentran en la propia naturaleza y los adquiere la persona desde el momento de la
concepción.
IV. Sin contenido patrimonial: El contenido de los derechos de la personalidad es tan
valioso que no puede ser apreciado en dinero. Ello significa que no pueden ser objeto de
transacción comercial ni de transmisión alguna, por la que se obtenga a cambio un pago o
compensación.
V. Absolutos: Son absolutos los derechos que valen en todas las circunstancias y frente a
todas las demás personas. Y no pueden ser disminuidos ni relativizados bajo ninguna
circunstancia ni por persona alguna.
VI. Inalienables e Intransmisibles: Como se apuntó en la fracción IV, al no tener
contenido patrimonial, los derechos de la personalidad no pueden ser objeto de enajenación
(alienación) ni de transmisión.
VII. Imprescriptibles: El transcurso del tiempo no puede ser nunca la causa de la
adquisición o pérdida de estos derechos. Los derechos de la personalidad permanecen con la
persona desde antes de su nacimiento hasta su muerte. El hecho de que una persona, por su
conducta negativa o su comportamiento inmoral, haya conculcado su imagen, no significa que
haya perdido su dignidad de persona y aun así conserva sus derechos fundamentales.
VIII. Irrenunciables: Ni siquiera la voluntad libre de una persona puede privar de su
eficacia a estos derechos, por no tener contenido patrimonial. Solamente los derechos
patrimoniales pueden ser objeto de renuncia.

Extensión y contenido de la categoría de los derechos de la


personalidad
Existen grandes divergencias acerca de cuáles son los derechos de la personalidad. Algunos
autores traen enumeraciones que comprenden casi todos los derechos sobre bienes
inmateriales y no falta quien, por lo contrario, reduzca todos los derechos de la personalidad a
uno solo. Sin pretender que la clasificación sea perfecta, dividiremos los derechos de la
personalidad así:
 I. Derechos a la individualidad o identidad
 II. Derechos sobre el cuerpo
 III. Derechos relativos a la personalidad moral
 IV. Derecho personal o moral de autor
Derechos a la individualidad o identidad
Toda persona tiene un interés legítimo en afirmarse como individualidad distinta de las demás,
en orden a lo cual juegan un papel importante los signos distintivos de la identidad (nombre
civil, seudónimo, sobrenombre). Por ellos el ordenamiento jurídico confiere a las personas
derechos de la personalidad.
Derechos sobre el cuerpo
Los derechos de la personalidad sobre el cuerpo se manifiestan en el derecho a la vida, el
derecho a la integridad física y el derecho a disponer del propio cuerpo
 Derecho a la vida (Propia): El derecho a la vida es el más esencial de todos los
derechos de la personalidad, ya que sin la vida no cabe la existencia y disfrute de los demás
bienes. El derecho a la vida en nuestro ordenamiento jurídico está establecido como el
primero de los derechos civiles y tiene una tutela constitucional tan intensa que está
proscrita la pena de muerte (Const. Art. 43). En el orden civil, el derecho a la vida implica
una acción para obtener la indemnización de los daños materiales y morales causados por la
lesión de ese bien, incluso en ciertos casos en que no haya delito penal.
 Derecho a la integridad física: También existe tutela penal y civil de la integridad
física análoga a la tutela de la vida misma. El derecho a la integridad física implica incluso el
derecho a negarse a ser sometido a inspecciones corporales (salvo algunas excepciones), así
como a someterse a ciertos tratamientos médicos o quirúrgicos.
 Derecho a disponer del propio cuerpo (vivo): a) Es harto discutible la existencia
en nuestro ordenamiento jurídico de un derecho a disponer del propio cuerpo que sea
distinto del derecho a la vida y a la integridad física. Pero sea o no un derecho distinto de
éstos, lo cierto es que la persona no sólo puede disponer de su cuerpo para fines de utilidad
propia sino que también puede hacerlo, dentro de ciertos límites, para fines altruistas (ej.:
donar sangre, prestarse para ciertas experimentaciones científicas, etc.). En Venezuela no
existe legislación sobre el derecho de disponer del propio cuerpo en general, pero sí en
orden a los trasplantes de órganos y materiales anatómicos tanto desde el punto de vista del
retiro como de la recepción de los mismos (Ley sobre Trasplantes de Órganos y Materiales
Anatómicos en Seres Humanos de 1992. Capítulos I y II). b) Derecho distinto es el derecho
a disponer de las partes del cuerpo que han sido separadas de él. En este caso, las partes
separadas del cuerpo son, en principio, objeto de propiedad y tráfico, salvo límites
derivados del orden público y las buenas costumbres.

Derecho relativo a la personalidad moral


Aun cuando otros derechos de la personalidad pueden ser incluidos dentro de este rubro, los
más resaltantes son el derecho a la libertad, al honor, al secreto, a la reserva o vida privada y al
derecho personal o moral del autor.
 Derecho a la Libertad: el derecho a la libertad no puede concebirse como derecho de
la personalidad, sino en cuanto implique la facultad de ejercer aquellas actividades que si no
se permitieran realizar privarían de valor la personalidad humana. Aún concentrado así, el
derecho a la libertad tiene escaso relieve en las legislaciones en el campo del derecho
privado. Nuestro código civil prevé el atentado contra la libertad personal. Dentro de las
libertades, con cierta imprecisión, se distinguen las llamadas libertades públicas (libertad
religiosa, de expresión y difusión del pensamiento, de reunión, de asociación, etc.),
garantizadas por la constitución o leyes especiales, y las llamadas libertades civiles,
garantizadas por el Derecho Penal y Civil. Entre éstas se pueden enumerar la libertad de
contraer matrimonio, contratar, comerciar, etc.
 Derecho al Honor: del honor puede hablarse en sentido objetivo y subjetivo. En el
primer sentido, el honor es la reputación, buen nombre o fama de que goza una persona
ante las demás. En sentido subjetivo, es el sentimiento de estimación que tiene la persona
de sí misma en relación con la conciencia de la propia dignidad moral. La constitución
establece que todos tienen derecho a ser protegidos contra los perjuicios en su honor o
reputación (art. 60), y el Código civil prevé la indemnización pecuniaria del daño moral
causado por lesión al honor o reputación de una persona o de su familia (C.C. art. 1.196).
 Derecho al secreto, reserva o vida privada: muy relacionados con el derecho al
honor están aquellos que protegen la inviolabilidad de la vida privada contra las
intromisiones e indiscreciones ajenas. El derecho angloamericano habla del right of privacy
(derecho a lo privado, a la intimidad); y nuestra Constitución del derecho a ser protegidos
en la vida privada, intimidad y confidencialidad (Const., art. 60). Las manifestaciones más
importantes de este derecho son: el secreto e inviolabilidad de las comunicaciones privadas,
el derecho sobre escritos confidenciales. El derecho sobre la palabra hablada, la voz o las
expresiones orales, y el derecho a la imagen.
a) El secreto e inviolabilidad de las comunicaciones privadas: este derecho se refiere
a toda comunicación privada cualquiera que sea su forma (postal, telegráfica, etc.), y aun
cuando la misma no tenga carácter confidencial. Nuestra constitución lo consagra como la
garantía del secreto e inviolabilidad de las comunicaciones privadas en general (Const., art.
48). El código civil prevé la obligación de indemnizar en dinero en caso de violación de un
secreto (C.C. art. 1.196). al secreto de la correspondencia se asimila el secreto telefónico y según
algunos clases deben agregarse como derechos de la personalidad el secreto de otros
documentos que no constituyen correspondencia ni comunicación alguna, (papeles privados,
libros de comercio, etc.)
b) El derecho sobre escritos confidenciales: toda persona tiene derecho a que no se
divulguen sin su consentimiento sus escritos confidenciales constituyan o no correspondencia
(cartas privadas, diarios, memorias, etc.), ni las cartas confidenciales de que sea destinatario,
todo dentro de los límites establecidos por la ley. La protección de este derecho está
comprendida en las normas penales y civiles sobre la inviolabilidad del secreto.
c) Derecho sobre la palabra hablada, la voz o las expresiones orales: toda persona
tiene un derecho sobre lo que diga en privado, especialmente en el sentido de que no se graben
sin su consentimiento las palabras que diga en privado y a que no se divulgue la grabación que
se hiciere de ellas, de modo que es un derecho diferente al que tiene el artista vocal sobre sus
interpretaciones o el conferencista sobre sus expresiones. Este derecho no se encuentra
debidamente configurado y protegido en nuestro ordenamiento jurídico.
d) Derecho a la imagen: La concepción más amplia considera que cada quien tiene sobre su
propia imagen un derecho prácticamente incondicionado mientras que la más estrecha
sostiene que el derecho a la imagen no se lesiona sino cuando la reproducción o difusión de la
misma representa una lesión de honor. En nuestro derecho urge reglamentar esta materia que
solo es mencionado en términos generales en la Constitución (art. 60).
Derecho personal o moral de autor
El derecho del autor sobre una obra de ingenio, llamado también impropiamente "derecho de
propiedad intelectual", comprende al lado de facultades de carácter patrimonial, facultades de
carácter personal o moral.
Derechos del niño y del adolescente
La nueva doctrina de la Ley para la Protección del Niño y del Adolescente está fundamentada
en "convertir las necesidades de niños y adolescentes en derechos civiles, culturales,
económicos, políticos y sociales" con la particularidad de que en el marco de esa "nueva
concepción jurídica y social se atribuyen derechos específicos a los niños y adolescentes pero no
derechos especiales excluyentes", aun cuando desde luego "convierta necesidades en derecho"
en modo alguno implica que con tal declaración quedan satisfechas las necesidades. La
especificidad de esos derechos "implica reforzar los derechos otorgados a los seres humanos de
cualquier edad, adecuándolos a los niños y adolescentes como sujetos en formación. Así mismo
se amplían para ellos una serie de nuevos derechos que antes sólo se reconocían a los mayores
de edad; ej. El derecho a la libertad de opinión, a la participación, asociación, a la seguridad
social, entre otros.
En partículas los derechos del niño reconocidos en la Convención Internacional de la materia,
instrumento en que se basa la nueva legislación nacional, agrupa los derechos fundamentales
de la infancia en cuatro categorías que la ley proclama:
 Derecho de supervivencia: incluyen principalmente, el derecho a la vida (art. 6), a
la salud (art. 24), a un nivel de vida adecuado (art. 27), a la seguridad social (art. 26), a la
protección en caso de conflictos armados (art. 38), a que los padres tengan la asistencia
debida para que puedan asumir su crianza (art. 18).
 Derecho al desarrollo: incluye, derechos a la educación (arts. 28 y 29), acceso a la
información (art. 17), a preservar su identidad (art. 8), al nombre y a la nacionalidad (art. 7),
a no ser separado de sus padres (art. 9), a la libertad de pensamiento, conciencia y religión
(art. 14), a la recreación y a la cultura (art. 31).
 Derecho a la protección: la protección abarca todas las formas de explotación y
crueldad (art. 19), a no ser objetos de injerencias en su vida privada, familia,
correspondencia (art. 16), protección especial al niño refugiado (art. 22), protección al niño
mental o físicamente impedido (art. 23), contra abusos en el sistema de justicia penal (arts.
37 y 40), contra el abuso sexual (art. 34), contra la venta o trata de niños (art. 35).
 Derecho a la participación: incluyen la libertad de expresión (art. 13), a expresar su
opinión y ser escuchados en asuntos que le conciernen (art. 12), derecho a la libre asociación
y libertad de celebrar reuniones pacíficas (art. 15) además del derecho a desempeñar un
papel activo en la sociedad en general.
Aun cuando entre esos derechos están incluidos derechos de la personalidad y en particular
derechos de la personalidad enunciados en forma que se adecúa a las especificidades de la
infancia, sólo con el tiempo se podrá elaborar una suerte de doctrina de los derechos de la
personalidad en la infancia y quizá otra relativa a los derechos de la personalidad en la
adolescencia.

Conclusión
            Los derechos de la personalidad son los derechos subjetivos, privados, y
extrapatrimoniales que posee todo ser humano. La existencia de la categoría especial de
derechos de la personalidad fue ignorada por el derecho romano, aun cuando en él existieron
acciones como por ejemplo la (actio injuriarum). El cristianismo sentó las bases ideológicas
fundamentales de la teoría de los derechos de la personalidad.
            Su denominación predomina "Derechos de la personalidad", se han propuesto entre
otros los nombres de:" Derechos esenciales o fundamentales de la persona", "Derechos
Individuales", "Derechos personales o Derechos de Estado" y "Derechos personalísimos".
            La principal discusión sobre el objeto de los derechos de la personalidad versa acerca de
si tales derechos pueden considerarse como derechos del sujeto sobre su propia persona. Nadie
niega que los bienes a que se refieren los derechos de la personalidad estén protegidos por el
derecho objetivo, pero se discute si esa protección consiste en haber concedido a la persona
verdaderos derechos subjetivos sobre tales bienes.
            En los caracteres de los Derechos de la personalidad se destacan:
En principio, son derechos originarios innatos o sea, adquiridos al nacer.
Son derechos privados, sin perjuicios aquellos bienes a que se refieren sean objeto también de
derechos subjetivos públicos.
Son derechos absolutos para aquellos que le aseguran a la persona una facultad sobre ciertos
bienes con exclusión de toda otra persona.
Son derechos extrapatrimoniales, aquellos que lesione un derecho de la personalidad  y
también lesione el patrimonio y de origen a una reparación en dinero.
            Existen grandes divergencias acerca de cuáles son los derechos de la personalidad. Sin
pretender que la clasificación sea perfecta, dividiremos los derechos de la personalidad así:
I. Derechos a la individualidad
II. Derechos sobre el cuerpo.
III. Derechos relativos a la personalidad moral
 V. Derecho personal o moral de autor.

Derechos de la personalidad
Derecho Leyes febrero 10th, 2011

El derecho es dinámico por naturaleza. Y es así puesto que depende del hombre . Los
romanos, creadores-descubridores de un universo jurídico que perdura aún hoy, afirmaron
que donde existe el hombre, existe el derecho y a la inversa. Y siendo realidad esta
afirmación, sólo queda destacar que la persona humana y su conducta es razón y
desideratum, objeto y sujeto del derecho.

El hombre a través del derecho regula su convivencia social, estableciendo mecanismos y


normas que lo impelen a cumplir con los fines de la sociedad, y a su manera, preservar la
existencia del hombre como especie natural. Los mecanismos son múltiples y van desde las
sanciones corporales y pecuniarias, hasta la privación de derechos inalienables, políticos o
de familia.

En el ámbito de la protección de la persona humana, se ha desarrollado un amplio esquema


doctrinario y normativo. Así, en algunos países se encuentran normas que otorgan a la
persona derechos de características especiales; se concibe al ser humano como depositario
de ciertos derechos innatos, y su regulación parte del necesario obrar estatal. Algunos otros
países no los contemplan, lo cual puede atribuirse lo mismo a sus modelos económicos que
a sus sistemas políticos.

Estos derechos, contemplados desde el ámbito del derecho civil, son motivo de las
presentes líneas. Y si bien se habla de derechos de la personalidad, cabe destacar que no es
la única denominación que reciben. En el sistema federal mexicano no se encuentran
expresamente señalados, pero están en íntima relación con el tema del daño moral.

Desde 1982 el Código Civil federal (en lo sucesivo CCF) contempla la figura del daño
moral. En términos generales podemos afirmar que el daño moral tutela civilmente ciertos
bienes jurídicos, y surge cuando se produce una afectación a ellos. Los bienes protegidos se
engloban en lo que comúnmente se conoce por la doctrina como derechos de la
personalidad. Sin embargo, el CCF es omiso al referirse a ellos, entendiéndose como
descripción limitativa tácita la expresada en el artículo 1916 al definir el daño moral.

En el presente trabajo se aborda la cuestión de los denominados, por la doctrina, derechos


de la personalidad y del tratamiento de que gozan en el sistema jurídico mexicano,
haciendo especial referencia al CCF y algunos Códigos Civiles (CC) locales, como es el
caso de los de Tlaxcala, Quintana Roo, Puebla, Chihuahua y Querétaro, sin entrar al
análisis particular de los mismos.

2. Persona, personalidad

Persona es la denominación genérica dada a todos los individuos de la especie humana.


Proviene del latín persona, -ae, de origen etrusco. En este último idioma significaba
“máscara teatral”, y en latín tenía originalmente el mismo significado, pasando después al
de “personaje representado por el actor”, debido a una evidente metonimia; finalmente pasó
al lenguaje común en la acepción actual. Sus traducciones son: francés, personne; italiano,
persona; portugués, pessoa; inglés, person; alemán, person.

Es común afirmar que todas los seres humanos son personas, refiriéndose en este sentido al
género humano, al hombre. Sin embargo, es evidente que las concepciones al respecto han
variado. Primeramente debemos mencionar qué es el hombre o ser humano, para expresar
luego qué debe entenderse por persona.
Si acudimos a un diccionario, encontramos que el concepto hombre hace referencia a un ser
dotado de inteligencia y de un lenguaje articulado, clasificado entre los mamíferos del
orden de los primates y caracterizado por su cerebro voluminoso, su posición vertical, pies
y manos muy diferenciados . También es indicativo de la especie humana en general,
diferenciándola de los organismos subhumanos (homo sapiens). La voz hombre proviene
del latín hominem, acusativo de homo, que implica dos sentidos: hombre, ser humano,
persona, y ser humano masculino, varón. El ser humano, en una concepción sociológica, es
el hombre en su pura y general cualidad forma precisa en que se cristalizan los procesos
vitales en un organismo dotado de actitudes espirituales, cuya ausencia es lo que caracteriza
a los denominados organismos subhumanos.

El derecho ha utilizado el concepto de persona para significar al sujeto ser humano. La


filosofía tradicional recoge la definición dada por BOECIO: sustancia natural de naturaleza
racional (rationalis naturae individua substantia). AUBRY Y RAU al referirse a la persona
señalaron que todo ser humano que hubiere nacido vivo y fuere viable, es una persona. Más
allá de las consideraciones teleológicas y teológicas del concepto, es preciso reconocer que
el binomio derecho-persona es claro: el hombre crea el derecho. Ibi homo, ibi ius, dice la
máxima latina. Finalmente, persona es cualquier miembro del género humano por su propia
naturaleza y dignidad, a la que el derecho se limita a reconocerle tal condición. A partir de
tal noción se desarrolla el concepto de capacidad jurídica, es decir, existe capacidad
jurídica, una e igual para todos y cada uno de los individuos humanos, en cuanto se es
persona, no se es persona porque se tenga capacidad jurídica.

A partir de tales razonamientos puede advertirse que el ser persona implica ser titular de
ciertos derechos y obligaciones, unos en forma natural y otros de manera obligada por la
convivencia humana. Así, el hombre naturalmente posee ciertos atributos necesarios para
su cabal desarrollo, y los posee por el hecho simple de ser persona, de haber nacido ser
humano.

Muchos autores al establecer las diferencias entre derechos humanos, derechos


fundamentales y libertades públicas y bienes y derechos de la personalidad, afirman que los
últimos son una conquista del siglo XIX. Los primeros permiten a la persona un mínimo de
seguridad frente al Estado, y al conseguirse, es cuando las preocupaciones se desplazan al
terreno de las relaciones entre iguales, las relaciones privadas. Quizá éste sea el mejor
argumento para explicar por que se han desarrollado ampliamente en algunos sistemas
jurídicos y escasamente en otros.

3. Derechos de la personalidad (concepto y definición)

El concepto derechos de la personalidad según CARBONNIER es de origen germánico. La


gran mayoría de los autores que abordan el tema han adoptado este concepto, sin embargo
algunos también se refieren a derechos personalísimos o incluso derechos morales del ser
humano. Líneas atrás hemos mencionado algunas de las denominacions utilizadas para
significar lo que nosotros abordaremos como derechos de la personalidad, en razón de ello
no abordaremos cada concepto, limitándonos únicamente a hacer tal señalamiento.
La gran mayoría de los autores nacionales se refiere a derechos de la personalidad.
Encontramos dos opiniones divergentes, en cuanto al concepto: GUTIÉRREZ Y
GONZÁLEZ y GUITRÓN FUENTEVILLA. Mientras GUTIÉRREZ Y GONZÁLEZ se
refiere a ellos como patrimonio moral o derechos de la personalidad, GUITRÓN
FUENTEVILLA habla de derechos humanos subjetivos fundamentales. En general todos
ubican su estudio en el apartado de las personas, y estos dos autores son los únicos que
hacen aportaciones al tema en el campo del derecho mexicano. La gran mayoría se limita a
tomar concepto y definición a partir de la experiencia en otros sistemas jurídicos: Francia,
España o Estados Unidos.

GUITRÓN FUENTEVILLA expone una visión personal en su trabajo Los derechos


humanos subjetivos fundamentales de la persona física jurídica. De acuerdo con el autor, la
denominación derechos humanos subjetivos fundamentales (DHSF) que sostiene es la
correcta, “ya que la naturaleza jurídica de éstos, consiste en que son derechos subjetivos,
humanos, fundamentales de la persona física jurídica”, dividiéndolos en dos grupos: los de
materia civil y familiar.

De acuerdo con tal concepción, los DHSF se caracterizan por una doble protección según
se trate de unos u otros: civil y familiar. En el primer caso se protegería la integridad física
y la integridad moral del ser humano; en el segundo, el aspecto familiar.

Por su parte GUTIÉRREZ Y GONZÁLEZ utiliza el término patrimonio moral para


referirse a los derechos de la personalidad, los cuales define como los bienes constituidos
por determinadas proyecciones, físicas o psíquicas del ser humano, relativas a su integridad
física y mental, que las atribuye para sí o para algunos sujetos de derecho, y que son
individualizadas por el ordenamiento jurídico.

Aquí, vale la pena recordar la posición asumida por el diputado URIBE SALAS quien
durante la discusión de la reforma al artículo 1916 del CCF, manifestó que “lo más
significativo es reconocer que el patrimonio de las personas tiene un importantísimo ámbito
moral, que está formado por los derechos de la personalidad, y los derechos de la
personalidad, como ya se dijo anteriormente, son variados porque pasan a ser los derechos
subjetivos, y los derechos de la personalidad comprenden el honor, la honra, los
sentimientos, la afección al cadáver, a los sentimientos de familia, etcétera”. Aludiendo
entre otros autores a Joaquín DIEZ, Mario ROTONDI y GUTIÉRREZ Y GONZÁLEZ.

4. Naturaleza jurídica de los derechos de la personalidad

Para explicar la naturaleza jurídica de los derechos de la personalidad recurriremos a las


teorías más comunes para, a partir de ellas, adoptar una postura acorde con el texto legal
federal, sin olvidar las posiciones de los códigos locales. La dogmática jurídica ha sido
pródiga para explicar la naturaleza jurídica de los derechos de la personalidad, que hasta el
momento sigue siendo cuestionable. Se destacan tres teorías que pretenden vislumbrar el
contenido de esta institución jurídica: la del ius in se ipsum defendida, entre otros por
GÓMEZ DE AMESCUA y CARNELUTTI; la pluralista representada por DE CUPIS y la
negativa, defendida por DE CASTRO. A continuación nos referiremos a ellas.
La teoría del ius in se ipsum defendida por GÓMEZ DE AMESCUA y Samuel STRYCK
en el siglo XVII, habla de un derecho único de la persona sobre su propio cuerpo. Aquí se
pretende y entiende que el hombre, como sujeto, como persona, tiene un derecho sobre sí
mismo, sobre su cuerpo, en tanto es considerado como cosa. Existe un único derecho de
goce del propio cuerpo, integrado tal derecho por diversas relaciones de utilidad, que no
podrían considerarse constitutivos de otros tantos derechos de la personalidad.

La teoría pluralista considera que el objeto de los derechos de la personalidad está


constituido por los modos de ser físicos y morales de la persona; “su característica principal
es que se encuentra con la persona en una conexión estrechísima”. Para DE CUPIS la teoría
tiene “importancia práctica, en cuanto lleva al intérprete a mantener la tutela jurídica del
individuo humano en términos más razonables y ajustados al derecho positivo”.

En la teoría negativa, se entiende que la “protección de la esfera de la personalidad debe


utilizar, como figura central la del bien jurídico en lugar de la del derecho subjetivo”. Para
abundar sobre el tema de la naturaleza jurídica de los derechos de la personalidad remito a
la bibliografía ya señalada en notas.

Caracteres de los derechos de la personalidad

De lo dicho hasta el momento puede apreciarse que la doctrina no ha sido uniforme al tratar
los derechos de la personalidad, y esto, ha repercutido en los ordenamientos y evolución
legal de aquéllos. Podemos afirmar que la doctrina moderna coincide en otorgar a la figura
de los derechos de la personalidad tres caracteres: son innatos, personalisimos y
extrapatrimoniales. Veamos cada uno de ellos.

Son innatos u originario toda vez que pertenecen al hombre por el hecho simple de ser
hombre, por razón de nacimiento, sin que para adquirirlos sea menester un modo o título
legal de adquisición. Son personalisimos puesto que se está en presencia de derechos
individuales, privados y absolutos. Individuales, porque sólo son propios de la persona
física, del individuo. Privados, porque pertenecen al individuo en cuanto tal. Absolutos,
porque son eficaces frente a todos, están dotados de eficacia erga omnes, como los derechos
reales; respecto de ellos, existe un deber universal o general de respeto. Por último, son
llamados extrapatrimoniales por considerarse fuera del comercio, esto es sumamente
importante ya que todo el tratamiento jurídico privilegiado o de especial amparo que
reciben estos derechos se justifica precisamente, por razón de la dignidad de la persona, que
no puede ser objeto de tráfico jurídico.

Esta última característica implica que los derechos de la personalidad son irrenunciables
por su titular; son inexpropiables e inembargables, ya que al carecer de valor económico
resultan inestimables e inútiles como objeto de expropiación o embargo: sólo tienen
relevancia para su titular, no para los demás; son imprescriptibles, no pueden extinguirse
por prescripción, solo acaban con la muerte de su titular.

Otra enunciación de los caracteres de los derechos de la personalidad es la siguiente: son


innatos, vitalicios, de objeto interior, inherentes, extrapatrimoniales, relativamente
indisponibles, absolutos, privados y autónomos (además de necesarios y esenciales).
A continuación revisaremos los antecedentes doctrinarios y legislativos en tratándose de los
derechos de la personalidad, para finalmente referirnos al caso mexicano.

5. Antecedentes de los derechos de la personalidad

El ser humano es depositario de ciertos derechos, bienes o atributos en tanto ser humano,
que permiten su desarrollo psico-somático de manera cabal. Aunque a lo largo del tiempo,
no ha sido uniforme tal consideración, atributos tales como el honor, la honra, la dignidad
han figurado entre los objetos de mayor aprecio del hombre.

En la antigua Grecia, la acción de daños procedía, lo mismo por un daño ocasionado a la


persona como por el causado al buen nombre o al patrimonio. Al respecto BONET
RAMÓN cita entre otros los casos en que existe un derecho a la inviolabilidad de la propia
persona y al libre ejercicio de su propia actividad, como en el proceso intentado por
PARMENONTE contra APATURIO (oración contra APATURIO), quién le había
impedido embarcarse; también destaca el derecho contra la usurpación del nombre (oración
contra BEOTO). DE CASTRO se refiere a la llamada dike kekegorias, conocida por la
oración de LYSIAS contra THEOMNESTOS.

En Roma existía la actio iniuriarum, la cual era originada por “el desprecio de la
personalidad ajena”. BONET RAMÓN considera que las investigaciones de IHERING
pusieron de manifiesto que en el derecho romano, la vera rei aestimatio, objeto de
estimación del juez, había asegurado la protección y reparación del daño causado a lo que
puede entenderse como incipientes derechos de la personalidad: el afectus, la verecundi, la
pietas, la voluptas, la amoenitas, la incommoditas, etcétera. Algunos autores expresan que
existen textos de CICERÓN en los que claramente puede advertirse una regulación sobre
aspectos tales como la vida y el cuerpo, el honor, la libertad y hasta respecto al no sufrir
injustificadamente dolor. Asimismo en la Ley de las XII Tablas encontramos sanciones a
quienes atentan contra el honor y fama: desde una sanción pecuniaria hasta la muerte.

Más tarde, serían teólogos los primeros que se ocupan de los bienes de la personalidad:
Santo TOMÁS y sus seguidores, se refieren a la vida, la integridad, el honor y la fama,
considerándolos en función del pecado, del delito y de la pena. Así, la filosofía y la política
serían los ámbitos en que se abordarían la protección y estudio de los derechos de la
personalidad.

Los primeros escritos que abordan la cuestión de los derechos que tiene el hombre sobre sí
mismo y oponibles a todos los demás, aparecen en el siglo XVII; se trata de dos obras
filosóficas: Tractatus de potestate in se ipsum de Baltasar GÓMEZ DE AMÉSCUA
publicado en 1604; de 1675 es De iure hominis in se ipsum de Samuel STRYCK. En
GÓMEZ DE AMÉSCUA se advierte un principio fundamental, de corte liberal: Todo está
permitido al hombre, respecto de sí mismo, excepto aquéllo que le está expresamente
prohibido por el derecho. Esta concepción serviría para que, el concepto e idea de persona
iniciara a escalar posiciones, pasando del plano meramente filosófico al plano
programático.
Las escuelas naturales terminarán el siglo XVIII con importantes conquistas: las
declaraciones de derechos, como un reconocimiento de los derechos que el hombre tiene
por el simple hecho de haber nacido hombre. Aun no se contempla la protección civil, pero
se ha iniciado una nueva etapa, la de los derechos fundamentales. Ahora el hombre es
poseedor de ciertos bienes, mismos que no son otorgados por el príncipe o por el estado,
únicamente le son reconocidos y respetados. Dos siglos después se advierte la insuficiencia
práctica de las sanciones penales, para una protección satisfactoria de los derechos de la
personalidad, así como el carácter más programático que eficaz de las declaraciones. Estas
circunstancias motivan la reflexión e interés de los civilistas por los derechos de la
personalidad.

Como mencionamos la protección civil de los derechos de la personalidad es nueva, pues la


mayor parte de la normatividad había sido de índole política o penal, siendo insuficiente
para detener la afectación a tales bienes jurídicos. Es a partir del siglo XX cuando se inicia
con la protección civil de lo que consideramos derechos de la personalidad y que entra en
escena con la aceptación del daño moral.

Es en España donde encontramos una evolución jurisprudencial en la materia de daño


moral bien definida. GARCÍA SERRANO señala que pueden distinguirse tres etapas: en la
primera no se admite la posibilidad de indemnizar pecuniariamente el daño moral; en la
segunda se indemniza aquellos supuestos de daño moral en cuanto producen repercusiones
de tipo patrimonial, más que el daño moral, lo que se sanciona es el patrimonial
indirectamente causado. En la tercera fase se admite la indemnización de los daños morales
puros, con independencia de las posibles repercusiones que de los mismos deriven, Su
admisión se inspira, además, en criterios de amplitud.

La proyección jurisprudencial abriría las puertas a la emisión de normas de carácter civil,


protectoras de los derechos de la personalidad. A mitad del siglo XX se inicia un auge en
las legislaciones privatistas que aún no concluye.

El CC italiano de 1942, es de los primeros ordenamientos que reconocen los derechos de la


personalidad, al señalar: los actos de disposición del propio cuerpo están prohibidos cuando
ocasionan una disminución permanente de la integridad física o cuando sean contrarios en
otra forma a la ley, al orden público o a las buenas costumbres (art. 5). Asimismo dispone
que cuando la imagen de una persona o de los padres, del cónyuge o de los hijos haya sido
expuesta o publicada fuera de los casos en que la exposición o publicación fuera permitida
por la ley, o bien con perjuicio de decoro o de la reputación de dicha persona o de dichos
parientes, la autoridad judicial, a petición del interesado, puede disponer que cese el abuso,
quedando a salvo siempre el resarcimiento de los daños (art. 10). Reformas legislativas
posteriores autorizarían los implantes de riñón (1967), la recolección, conservación y
distribución de sangre humana (1967), implantes de carácter terapéutico derivados de partes
de cadáver (1968), parto de cadáveres de mujeres embarazadas (1975) y la interrupción del
embarazo (1978).

En los fueros de los españoles del año 1945 no encontramos disposición expresa acerca de
los derechos de la personalidad, sin embargo, la mayoría de los doctrinarios opinan que
tales derechos están protegidos por el artículo 1902 del Código Civil que expresa: “El que
por acción u omisión cause daño a otros, interviniendo culpa o negligencia, está obligado a
reparar el daño causado”. A partir de esta disposición los tribunales españoles han
elaborado una amplia jurisprudencia sobre los derechos de la personalidad.

Otro ordenamiento que tenemos es la Convención Europa de Salvaguarda de los Derechos


del Hombre y de las Libertades, de 1950. Aquí, se regula el derecho a la vida, a la libertad,
a la seguridad, a ser regularmente juzgado, al respeto de la vida privada y familiar, a la
libertad de pensamiento, de conciencia y de religión, a la libertad de expresión, a la libertad
de reunión pacífica y de asociación, a la libertad de casarse y de fundar una familia,
respecto a los bienes, a la instrucción, a la libre circulación, etcétera.

Grecia admitió en 1956 en su CC, un derecho general de la personalidad a través del


artículo 57 que disponía: “Quien fuese ilegalmente ofendido en su persona, tendrá derecho
a ver cesar la ofensa inmediatamente, con la garantía de que no se reproduzca en el futuro”.

En 1970 Francia reformó su CC estableciendo que cada uno tiene el respeto a su vida
privada. Asimismo se señaló que los jueces pueden, prescribir todas las medidas, tales
como secuestro, embargo y otras, propias para impedir o cesar un atentado a la intimidad de
la vida privada; tales medidas pueden ser ordenadas en caso de urgencia.

Por su parte, la Constitución Rusa de 1977 estableció el principio de que la ley ampara la
intimidad de los ciudadanos, el secreto de la correspondencia, de las conversaciones
telefónicas y de las comunicaciones telegráficas. El registro o incautación de la
correspondencia son diligencias sumariales, que sólo pueden efectuarse después de la
incoacción de la causa criminal y cuando son imprescindibles para revelar el delito o
localizar al delincuente; pero también en este caso se necesita la autorización del fiscal o la
decisión judicial.

En Perú, encontramos que siguiendo los lineamientos de la Constitución Política de 1979,


el CC destaca la importancia de la persona humana. Este ordenamiento distingue entre
derechos personales y los derechos personalisimos. Estos últimos son los que nosotros
tratamos como derechos de la personalidad. Los derechos reconocidos por el CC son: El
derecho a la libre disposición o de utilización de órganos o tejidos de seres humanos, la
intimidad de la vida privada (art. 5), la imagen (art. 15), la voz (art. 15), la correspondencia
epistolar, las comunicaciones de cualquier género que tengan carácter confidencial (art. 16),
los derechos del autor o del inventor, el nombre -que incluye los apellidos- (art. 19), el
seudónimo, el domicilio (art. 33) y la capacidad de ejercicio.

Los derechos de la personalidad.

Terminología y clasificación.
La persona humana, como presupuesto que es del orden jurídico, que no los derechos, que
le son necesarios para lograr sus fines, y que en consecuencia, le pertenecen por su misma
condición de persona.

Los derechos de la personalidad son el desarrollo actual dentro el derecho privado de aquel
antiguo ius in se ipsum, o sea el derecho sobre sí mismo y la obligación que tienen los
demás de respetar ese derecho. La primitiva concepción del derecho sobre la propia
persona, ha sido superada y matizada y se entiende actualmente por derechos de la
personalidad, los que corresponden a determinadas cualidades o atributos físicos o morales
de la persona humana.

Baltasar Gómez de Amezcua, en su Tractus de potestate in se ipsum, sostienen, dentro de la


tesis tradicional del derecho natural de la doctrina española, que todo hombre tiene, por su
propia naturaleza o en ocasiones por concesión del derecho positivo, potestad sobre sí
mismo. Está potestad no es desde luego un derecho patrimonial ni puede equipararse al
derecho de propiedad. Otros autores les llaman también derechos esenciales, fundamentales
absolutos, en virtud de que son connaturales al hombre, nacen con él, corresponden a su
naturaleza y están indisolublemente unidos a la persona; son preexistentes a su
reconocimiento por parte del estado.

El positivismo jurídico del siglo XIX, termina por barrer con los llamados derechos innatos
u originarios que nacen con la persona y competen al titular por ser persona y en cuanto lo
es, ya que esos derechos, así considerados resultan incompatibles con la tesis previa de los
sostenedores de las ideas positivistas, de

que sólo es derecho lo que dicte el legislador y en tanto que el derecho lo pone en vigor en
una sociedad determinada en un momento histórico preciso.

Los derechos de la personalidad obedecen otro enfoque distinto que las garantías
individuales, ya que se ejercitan sobre la propia persona o sobre sus cualidades o atributos,
para asegurar el goce de nuestros propios bienes internos de nuestras energías físicas y
espirituales: son los derechos que tiene la persona por su naturaleza, frente a otros hombres
sus iguales, y no frente al estado, aunque este, como factor del bien común y conservador
de la paz pública, debe reconocerlos ( no otorgarlos) y sancionar sus violaciones. El campo
de los derechos de la personalidad, queda comprendido claramente en el derecho privado,
pues son relaciones entre hombres jurídicamente iguales. En cambio, las llamadas garantías
individuales son los derechos del ciudadano frente al estado, y son por tanto, parte del
derecho público.

La protección del derecho civil presta a los derechos de la personalidad es tanto o más
eficaz que la que el derecho público presta a los derechos del ciudadano, pues en la vida
diaria, los ataques a la esfera jurídica elemental de la persona muchas veces proceden de
otros particulares antes que del estado. En esta relación típicamente privatistica es en la que
se desarrolla los derechos de la personalidad.

Casi todos los autores que tratar este tema, clasifican en forma diversa los derechos de la
personalidad pero todos terminan por estudiar los mismos.
Por su parte Federico de Castro, los estudia desde el punto de vista de los bienes que
protegen y así los denomina bienes de la personalidad y los clasifica de la siguiente manera.

I. Bienes esenciales de la persona.

1. La vida.

2. La integridad corporal.

3. La libertad.

II. Bienes sociales individuales.

1. El honor y la fama.

2. La intimidad personal.

3. La reproducción de la imagen.

4. La condición de autor.

III. Bienes corporales y psíquicos secundarios, entre los cuales enumera la salud física y
psíquica, los sentimientos y la estima social.

IV. El nombre.

Derechos públicos de la persona y derechos de la personalidad

La teoría de los derechos de la personalidad pertenece fundamentalmente al derecho


privado. A respondía al propósito de que sean reconocidos y proclamados tales derechos
como una nueva especie de derechos privados, dotados de protección civil. Por el contrario,
la teoría de los derechos del hombre se preocupa, sobre todo, de su tutela pública, aspirando
a poner al individuo bajo la protección del derecho político.

Los derechos del hombre son derechos de ciudadanos frente al poder público y como tales
deben ser respetados por la autoridad, la cual como un organismo del estado obligada
preservar el orden público y buscar el bien común, debe respetar

los derechos del hombre en su dimensión política, o sea en sus relaciones de derecho
publico.

Por el contrario, los derechos de la personalidad pretenden la protección de determinados


bienes o atribuciones innatos y esenciales de la persona frente a sí misma y frente a los
demás particulares. Esto no quiere decir que el poder público no tenga que ver con los
derechos de la personalidad, ya que es necesaria su intervención para protegerlos, para
legislar sobre ellos y para hacer valer los mismos ante las personas que pretendan violados
o que de hecho los violen.

Características de los derechos de la personalidad.

La doctrina sobre los derechos de la personalidad nace en el derecho civil de la antigua


consideración que estuvo siempre presente entre los civilistas, del derecho que tiene el
hombre sobre sí mismo y sobre su propio cuerpo.

En el siglo XVI, como se apuntó, autores de la escuela tradicional española del derecho
natural sostienen claramente que el hombre tiene derecho sobre su propio cuerpo y
comienzan a estudiar desde este punto de vista las relaciones de justicia que pueden darse
entre la persona y su cuerpo. Paulatinamente va abriéndose campo la concepción de que, en
efecto, no existe ninguna contradicción en considerar que el hombre puede disponer de su
cuerpo en ocasiones o al menos puede disponer de partes de él, sin que esto sea realmente
un derecho de propiedad, de dominio o de disposición. Desde muy temprano se hace la
diferencia entre el ius in se ipsum y los demás derechos patrimoniales que se atribuían a la
persona.

La relación de justicia requiere alteridad, o sea relación con otro, y no parece haberla en el
derecho sobre sí mismo. Sin embargo, sí la hay en la relación que

existe entre la persona y su cuerpo, cuando el sujeto pretende disponer de él para beneficio
o perjuicio de otro o si puede conceder a otro derechos sobre su cuerpo.

Del ius in se ipsum y su plena aceptación en el campo jurídico deriva históricamente el


estudio del derecho a la vida, los derechos sobre el propio cuerpo y sobre el cuerpo ajeno,
los derechos sobre el cadáver y varios más que hoy se integran entre los derechos de la
personalidad.

Admitiéndose la amplitud con la que actualmente se acepta por algunos el concepto de


derecho subjetivo, los derechos de la personalidad caen dentro de esa categoría, con las
salvedades que se hacen a continuación. Los derechos de la personalidad son una facultad
de actuar por parte del sujeto que tiene derecho a

que se le reconozcan los instrumentos jurídicos necesarios para poder preservar sus bienes
y atributos esenciales, que son el contenido propio de los derechos de la personalidad.

Los derechos de la personalidad no se derivan de ninguna norma positiva: deben derivarse


del derecho natural, que como forma no escrita existe en virtud de la naturaleza humana, y
otorga todo los sujetos que participen de esa naturaleza esos derechos subjetivos de la
personalidad.

Un autor latino hace casi 2000 años señaló " hay una ley verdadera, recta razón conforme
con la naturaleza, presente en todos, constante, sempiterna, la cual llama al deber
mandando y desvía del engaño prohibiendo. A esta ley ni cabe abrogarla, ni es lícito
derogarla en algo, ni puede ser abrogada por completo, ni podemos desligar de esta ley por
obra del senado o del pueblo, ni hay que buscar quien explique, ni le interprete...; Todos los
pueblos, en todo tiempo, serán regidos por esta única ley eterna e inmutable; y un único
maestro común, por así decirlo, y soberano de todos será Dios; de esta ley.

De esta ley eterna, natural inmutable, derivan los derechos de la personalidad. No nos
parece legítimo, en relación con estos, renunciar a calificarlos como auténticos y
verdaderos derechos naturales, ya que si el hombre en cuenta con una naturaleza, peculiar
pero propia, los derechos naturales del hombre serán los que se fundan en esa naturaleza y
las en ella, o sea que los consagran y defienden las inclinaciones fundamentales de la
misma.

El fundamento por tanto de los derechos de la personalidad, no es nunca la ley positiva, la


cual sólo los declara, y tiene la obligación de protegerlos.

Atributo de la personalidad
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Los atributos de la personalidad, en Derecho, son aquellas propiedades o características


de identidad, propias de las personas, sean estas persona físicas o personas morales, como
titulares de derechos.

[editar] Características

 Son intransferibles
 Son incomerciables
 Son irrenunciables
 Son inembargables
 Son imprescriptibles

[editar] Atributos de la persona

 Nombre: En las personas físicas corresponde al conjunto de letras y palabras que sirven
para identificar e individualizar a una persona. En las personas morales corresponde a la
Razón Social o a la Denominación.
 Capacidad: Entendiéndose estas en las personas físicas como la aptitud legal para ser
sujeto de derechos, deberes y asumir obligaciones. En las personas morales la capacidad
para ser sujetos de derechos y obligaciones está sujeta al alcance de su objeto social y
necesariamente se ejercita por medio de la representación a través de una persona física,
sea judicial y extrajudicialmente.
 Domicilio: En las personas físicas se refiere al lugar de permanencia del individuo, En las
personas morales al lugar físico donde tiene su domicilio fiscal.
 Nacionalidad: Es el vínculo jurídico que tiene una persona con uno o varios Estados
determinados.
 Patrimonio: En las personas físicas son el conjunto de derechos y obligaciones que son
susceptibles de valorarse económicamente. En las morales adicionalmente son los medios
que les permiten realizar sus fines. El patrimonio puede ser pecuniario o moral
 Estado civil: Atributo exclusivo de las personas físicas consiste en la situación particular de
las personas respecto de su familia, la sociedad y el Estado.

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