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Sri Aurobindo

(India, 1872-1950)

P oeta, político, crítico lúcido, místico y revolucionario, nació en Calcuta, India, en 1872.
Siete años más tarde es enviado a Londres para estudiar, y domina de manera excepcional la
lengua inglesa; aprende francés desde pequeño, así como alemán para estudiar a Goethe,
italiano para leer a Dante y español para devorar a Calderón. Más tarde realiza estudios
profundos acerca de la situación política en la India de aquella época, con lo cual se inmiscuye en la
herencia cultural burguesa. Domina el sánscrito y otras lenguas vernáculas. Con su periódico Bande
Mataram se incorpora al pronunciamiento de liberación y pronto se convierte en la voz más poderosa
del Movimiento Nacionalista Indio. En 1908 es arrestado en la conspiración Alipur e implicado en actos
del grupo revolucionario liderado por su hermano Barindra. Durante el año que dura su proceso, pasa
en prisión la mayor parte del tiempo inmerso en la práctica del yoga. Continúa con las labores de
revolucionario hasta 1910, año en que escucha una llamada interior y se retira de la actividad política
para recluirse en la práctica espiritual. En 1914, tras cuatro años de practicar yoga, edita una revista
filosófica mensual. Es en Arya en la que se enlista la mayor parte de su trabajo de la época. Su labor
es trabajar en un método de yoga más completo a través del cual pudiese transformar la naturaleza
humana y divinizar la vida. Se consagra a esa obra, hasta su muerte en 1950. Sri Aurobindo fue un
poeta prolífico en lengua inglesa, extendiendo su dominio hacia la lírica romántica, los sonetos,
poemas narrativos de largo aliento, dramáticos y épicos. Entre sus obras más representativas figuran
La vida divina, La síntesis del yoga, Ensayos en el Gita, El secreto de los Vedas, Fundaciones en la
cultura india, La poesía del futuro, Letras en poesía y arte, Autobiografía, Himnos al fuego
místico, El ciclo humano y El ideal de la unidad humana. Su obra poética más importante es Savitri,
un poema épico en verso de unas 24 mil líneas. © Ricardo Rueda

Textos:
El pájaro azul
Liberación

Web Recomendada:
www.sriaurobindosociety.org.in

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SRI AUROBINDO
Lecturas selectas:

1 Toda la vida es Yoga 2 Triple dimensión de nuestro Ser


6 Objetivo del Yoga Integral 8 El inicio del Camino
9 La meta y el camino hacia la meta 10 Armonizar exterior e interior
11 ¿Libre albedrío? 12 La transformación
13 La Ley del Sacrificio 14 El Secreto de la Vida
15 El Ser Psíquico o Alma 16 El espíritu de las propias obras
17 Subordinación del ego-deseo 18 Deseo, impulso vital, ego...
19 Cesación del deseo 20 Visión del alma
21 Superficie y profundidad del ser 22 De la mente a la consciencia
Próximas incorporaciones
Actualizado el 29.8.2006

¿Te interesa conocerte?

Exponemos retazos de los escritos de Sri Aurobindo en


profundo agradecimiento a sus enseñanzas, alentando y sugiriendo al
lector a ir directamente a sus obras, fuente inagotable de inspiración
tanto para el intelecto como para el más elevado sentimiento. Nadie
como él supo expresar el devenir humano y muy posiblemente pasen
siglos hasta que las personas comunes comprendamos la dimensión de los
conocimientos recogidos en sus tratados.
Cursos y convivencias

AUTOCONOCIMIENTO PARA DESPERTAR LA CONSCIENCIA física y


psicológica
Dirigido a quienes tienen la sensibilidad de prepararse para que La Consciencia pueda manifestarse
y con ella llegue Luz, Paz y Amor a la Tierra de Todos ¿es tu causa?

Los Hijos de la Tierra caminamos de la ignorancia al


conocimiento,

de la oscuridad a la luz, del conflicto a la armonía, del sueño al


despertar,

de los instintos a la consciencia, de la materia al espíritu, de la


división a la unidad…

Cuestiones previas
¿Comprender? Del conocer al comprender Requisitos del comprender

Triple dimensión de nuestro Ser

Cuerpo físico Sistema Psicológico Consciencia


Analogía físico y Breve idea sobre La
Claves del físico
psicológico Consciencia
Sentir Percepción fragmentada Percepción Consciente Beneficios

Ampliar la realidad
Causas que impiden evolucionar
Primitivismo psicológico

La mayor posesión
Para las personas que quieran iniciar su Autoconocimiento
LA CULTURA básica DEL SER

Temas para desarrollar el Ser:


1) Cuidar y armonizar el cuerpo físico
2) Enriquecer, desarrollar y armonizar el
área psicológica individual
3) Transformar lo físico y psicológico
gradualmente en Consciencia

COMPRENDER
Por favor, lee despacio, si tienes prisas copia la hoja o
vuelve otro día.
Reflexiona, hazte consciente de los contenidos,
comprende

CONOCER respecto a COMPRENDER

Informarse, entender o conocer, no es comprender.


Conocer es acercarse, informarse, iluminar una parte.
Comprender es iluminar todo y abarcarlo, cogerlo.
Continuamente estamos conociendo, casi nunca
comprendiendo.
Conocer es la antesala de la sabiduría, la sala es la
comprensión.
El conocimiento es la materia prima; la comprensión la
elaboración de la materia.
Conocer es común como la arcilla; comprender es
excepcional como la obra acabada del artista.

COMPRENDER
Cada palabra aislada tiene múltiples significados, comprender es
abarcar el conjunto

COMPRENDER de dimensión superior a CONOCER


La comprensión es la dimensión contigua y superior del
conocer.
Sin suficiente conocimiento, experiencia, datos, no hay
comprensión, pero esta es de calidad y cualidad superior.
Hasta el conocer, la letra es vana, muerta; al comprender toma
vida, espíritu.
El conocimiento nos muestra lo parcial –como tal engañoso,
frecuentemente falso–, la comprensión toca lo real.
Si el conocer no alcanza la comprensión, carece de valor
práctico, trabajo inútil, infructuoso.
Conocer se relaciona y afecta a nuestra parte superficial,
externa, inferior; comprender a profunda, interna, superior.

COMPRENDER
No persigas la Realidad, deja que Ella se manifieste

Requisitos para COMPRENDER

Inicialmente, para comprender, ver el tema despacio, sus variadas


caras, profundizar, repite sin repetir
La comprensión va más allá de la razón, aunque inicialmente se
vale de ella
No acaece con el movimiento del pensamiento sino desde la
pasividad del silencio
Para comprender hay que percibir pasivo, sin pensar, sin
especular, sin cuestionar…
La comprensión es un hecho libre, autónomo, inmune, inafectable,
soberano
Para comprender has de poner al margen al pensador, ya sea
sabio o ignorante, …completamente al margen
Desde tu silencio interior, desde la nada, inidentificado con el
tema, míralo, sin condenar ni justificar..., CONTEMPLA

Autoconocimiento

Si no te conoces nada conoces

TRIPLE DIMENSIÓN DE NUESTRO SER

Vivimos sobre el soporte de tres


dimensiones, que aunque
relacionadas entre sí, son
independientes y bien
diferenciadas:
- Física,
- Psicológica
- Consciente.
No solo vivimos en cuerpo y mundo físico y material común a todos los
seres de la tierra,
también vivimos en cuerpo y mundo psicológico, inmaterial, particular y
exclusivo de cada individuo,
disponemos de una tercera dimensión de nuestro Ser, la Consciencia.

Tenemos un cuerpo físico compuesto por elementos que


organizados e interrelacionados entre sí hacen posible la vida
física: Cerebro, corazón, manos, piernas, ojos...

Disponemos de un segundo cuerpo o sistema, de dimensión u


orden psicológico, compuesto por elementos que igualmente
organizados e interrelacionados hacen posible la vida
psicológica: pensamientos, sentimientos, estados de ánimo....

Así mismo nuestro Ser contiene una tercera dimensión con vida
propia que además es la base y mantenimiento de las dos
anteriores, la Consciencia: Intuición, Voluntad, Paz
incondicionada...

Decimos del primer cuerpo, el físico, que está evolucionado o desarrollado


alcanzando su máximo esplendor en la capacidad del cerebro, en la sutilidad
o refinamiento de sus sentidos....

Por su parte el sistema psicológico habiendo alcanzado cierta


inteligencia instintiva, emocional e intelectual (o racional) se encuentra
en periodo de evolución, lejos aun de su esplendor óptimo.

La Consciencia, que posee y dirige tanto al cuerpo físico como al


psicológico, actualmente realiza sus operaciones de modo instintivo,
automático, desde el subconsciente, aguardando el momento para
ejercer su actividad de modo Voluntario y Consciente. Decimos de Ella
que se encuentra dormida o inactiva (ejerce su acción automática y
condicionada, no voluntaria y libremente), y que despertará o se
activará cuando el sistema psicológico esté suficientemente evolucionado
(progreso cualitativo).

Con el cuerpo físico nos movemos y vivimos en el mundo físico,


exterior, material, común para todos los seres de la Tierra. Nos
desplazamos en el “espacio”, estamos contenidos en él.

Con el sistema psicológico nos movemos y vivimos en el mundo


psicológico, inmaterial, interior, particular y exclusivo de cada
individuo, de cada Ser. Devenimos en el “tiempo”, hacia el
pasado con el recuerdo, hacia el futuro con la imaginación,
estamos contenidos en él.

La Consciencia, la cual contiene Voluntad (capacidad de acción


libre y no condicionada) y Deleite (paz-dicha sublime autocreada,
no sujeta a causas externas) no depende de ningún mundo, ni del
común-físico ni del particular-psicológico, no está contenida por
ellos, los contiene: ES.

Cuando desarrollemos y armonicemos la triple dimensión de


nuestro Ser la sinfonía sonará perfecta.

El cuerpo físico tardó miles de años para completar su evolución pariendo al


psicológico (emocional e intelectual -inteligente).

El sistema psicológico se encuentra en periodo evolutivo. La razón y el


sentimiento, máximas cualidades hasta ahora logradas por él, permitirán
recoger el testigo por el que la Naturaleza efectúa las transformaciones
evolutivas de modo instintivo y realizar la tarea de dicho lento-progreso de
manera más rápida sin esperar milenios para alcanzar cualidades superiores.
Tenemos capacidad suficiente para auto-progresar y auto-perfeccionarnos.

Desde el momento que seamos capaces de auto-transformarnos comenzará a emerger


una capacidad nueva, superior, trascendental para la vida y devenir tanto del individuo
como de la humanidad, se iniciará el DESPERTAR de la CONSCIENCIA.

Dimensión física

Repaso del físico, sus claves:

La vida de cada persona está SOPORTADA SOBRE el


cimiento de la primera dimensión, la física o material. En una
primera etapa el éxito de su desarrollo y realización va a
depender del adecuado estado de esta base.

Alimentación, ejercicio y descanso del cuerpo han de estar


equilibrados. Damos por hecho que el interesado/a tiene
suficiente conciencia de la importancia que esto tiene y no lo
relega o subestima poniendo especial cuidado en su ejecución
práctica.

Alimentación, ejercicio y descanso óptimos van a repercutir


directamente sobre:
Fortalecimiento de las defensas del organismo para inhibir
enfermedades favoreciendo salud y bienestar
Digestiones ligeras, sueño profundo y reparador
Reducción o desaparición de estrés, ansiedad,
insatisfacciones, agotamiento, negatividad…, anormales
Mejoramiento del estado de ánimo general diario
Etc., etc.
En general aumento de la calidad de vida tanto física como
psicológica
Comprensión:
Te toca a ti mover ficha, jugar
Las palabras anteriores son moneda de conocimiento, tendrán
más o menos valor según tu capacidad de comprensión

Práctica:

Determinar las pautas físicas que precisan corrección

Sentir

Recepción de sensaciones

Sentir forma parte de las bases sobre las


que se soporta nuestro vivir diario en la
primera dimensión. Constantemente
estamos recibiendo sensaciones del
mundo físico en el que vivimos, llegan a
nosotros por mediación de los sentidos:
vista, oído, tacto... Recibimos esas
sensaciones de un modo precario,
seudoconsciente, compulsivamente, es
decir, sin la participación de nuestra
voluntad libre, se ejecutan de modo
instintivo, lo cual supone que actuamos
(sentimos) desde áreas primitivas.

Malformaciones rutinarias

Aliarnos y alinearnos con nuestra Naturaleza es del todo


necesario, para ello tendremos que romper ciertas
malformaciones rutinarias comunes en la especie humana.
Si vamos pasando de un sentir-instintivo a un sentir-
(plenamente) humano habremos dado un paso tanto en el
mejoramiento de nuestra vida como en la escala ascendente
de nuestro desarrollo o realización, hacia el Despertar de la
Consciencia, hacia la activación de la Tercera Dimensión.

Comprensión:

Te toca a ti mover ficha, jugar

Ávidos compulsivamente de informaciones


o conocimientos nuevos, sin comprender
lo básico, discurriremos perdidos en el
laberinto

Práctica:

Cuerpo
Pasamos todo el día pegados a nuestro propio cuerpo pero
apenas lo sentimos o dicho de otro modo, apenas nos
paramos unos segundos a sentirnos. Tómate ciertos
momentos del día a “sentirte”, evitando en lo posible
pensar. Solo sentir, sentirte: pies, brazos, rostro…, contacto
con la ropa, con el ambiente…, tensión de los músculos y
articulaciones…, postura…

Ejercitar los sentidos, ampliar la


realidad

Solo recibimos parte de la realidad


porque sentimos como autómatas
condicionados a lo que atrae nuestra
caprichosa y rutinaria atención y deseo.
Ampliarnos es ampliar la capacidad de
recibir sensaciones,
consecuentemente ampliar la realidad
percibida, vivida
Práctica:

Vista
Reposa la vista sobre un objeto, lugar, paisaje,
persona... durante varios segundos. Lo único que
tienes que hacer es ver, mirar, sentir que estás
mirando “Eso”, nada más, sin entrar en juicio,
análisis, pensamiento, sentimiento... únicamente
mirar, exclusivamente darte cuenta de “eso”. El
ejercicio es muy sencillo, no lo hagas complicado.
Sería útil antes de avanzar en la lectura de este texto
realizar este elemental-fundamental ejercicio.

Oído
Sigue durante unos cuantos de segundos un sonido
que te esté llegando en este momento, sin importante
la procedencia. Como en el ejercicio anterior
únicamente hay que oír, nada más, sin dejar que los
pensamientos ocupen el lugar del “sentir”.
Progresivamente puedes ir ampliando el tiempo de
recepción.

Tacto
Pasa tus dedos por una superficie que tengas a mano,
siéntela con toda la fuerza de tu ser.

Gusto
Procura en las comidas ejercitar este sentido. Sentir
no es pensar, cuando pensamos no sentimos.

Olfato
Cuando tengas ocasión de olores aplica este “sentir”.

Comprensión:
Esto no es un ejercicio pasajero, ha de insertarse en
nuestro modo de vivir diario
Siente el mundo, completo, vive lo que ES
¿Cómo voy a ver las maravillas que me esperan si no
admiro y contemplo lo que tengo hoy?
…tal vez sea preciso ir más despacio por la
vida

Cuerpo Físico, Sistema Psicológico


Analogía

A semejanza con el Cuerpo Físico, el SISTEMA


PSICOLOGICO individual está compuesto por aparatos y
funciones que relacionados entre sí hacen de él un “ser con vida
propia”.

Esquema del Ser o Cuerpo Físico:


Esqueleto y Músculos. Piel.
Sistema Nervioso. Órganos sensoriales.
Aparato Circulatorio.
Aparato Respiratorio.
Aparato Digestivo y Excretor.
Aparato Reproductor.
Sistema Inmunológico. Sistema Endocrino.

Gracias a la organización e interrelación de las diversas partes


es posible la vida física.

Esquema del Ser o Sistema Psicológico:


Aparatos,
Receptivo (funciones: percepción, emoción...)
Asociativo (f: pensamiento, sentimiento...)
Resolutivo (estado...)
Almacén (memoria, rutinas, instintos...)
Modalidad-Motor (interés, deseo, preferencia…)
Eje organizador (yo psicológico).
Y el propio Sistema general que mueve a sus
aparatos.

Comprender:
Físicamente somos, nos movemos y vivimos gracias al
Cuerpo Físico. Psicológicamente somos, nos movemos y
vivimos gracias al Sistema Psicológico.

Una parte esencial del Autoconocimiento la compone el


conocimiento y comprensión de nuestro SISTEMA
PSICOLÓGICO, ¿qué es, cómo funciona y se mueve, qué
partes pueden estar dañadas y cómo repararlas, de dónde
obtiene sus alimentos…?
Percepción fragmentada de impresión, mundo,
realidad

Solo vemos parte de…


1) Estamos rodeados de objetos y seres sensibles que por lo general nos
pasan desapercibidos, desperdiciando así tener una relación más íntima
y enriquecedora con la naturaleza que nos envuelve. Únicamente nos
damos cuenta de aquello que por algún motivo cautiva nuestra atención.
No vemos, no percibimos todo lo que hay, todo lo que ES, sólo llegan a
nosotros fragmentos.

2) Y de esos fragmentos sólo vemos fracciones, partes, porciones


mutiladas, estamos impedidos de percibir-recibir la impresión completa,
unos ven una cara, otros otra…, nadie se da cuenta de toda su
dimensión, de la globalidad.

3) Y esas fracciones las condicionamos (inadvertidamente) al contenido


de nuestro siempre pequeño conocimiento y experiencia adquiridos, a
nuestras rutinas imperceptibles, a nuestros específicos instintos, a
nuestro particular Sistema Psicológico.

Comprender:
No vemos la realidad sino nuestra particular, mezquina y condicionada
visión de la realidad, pero esto no lo vemos, no nos damos cuenta.

Esta es una prueba de nuestro estado psicológico primitivo.

Precisamos para salir del primitivismo –que tampoco vemos– de una


nueva cualidad que nos faculte para recibir completa la impresión, el
mundo, la realidad: La Percepción Consciente

La Consciencia

Consideramos que el ser humano está en proceso de


evolución, de crecimiento, de desarrollo. Una vez
conseguido el suficiente progreso psicológico que nos
urge, el siguiente paso cualitativo devendrá en el
Despertar o activación de la Consciencia.

Completada la evolución física con el óptimo desarrollo


de manos y cerebro acaeció el ser psicológico,
alcanzando su máximo esplendor en la razón o intelecto
y en el sentimiento. Ni razón ni sentimiento común son la
culminación de la persona. Estos no son sino formas
primarias de cualidades superiores por desarrollar. El
máximo esplendor del ser humano (y sabe Dios si este
será un escalón más en el ascenso) es, o más bien será,
La Consciencia.
Así como del ser físico al ser psicológico hay un cambio
cualitativo abismal, así lo hay del psicológico al Ser
Consciente.

Significamos con el término “Consciencia” el darse


cuenta tanto de sí como de cuanto nos rodea. Es el ver
nítido del ver, un acceso a la “Gran Realidad”, global,
integral, más allá de la realidad parcial que recogen
nuestros todavía pobres sentidos físicos y psicológicos.

La Consciencia no se produce de manera inconsciente,


instintiva o automática, sino que exige de una cualidad
superior, la Voluntad Real, de orden superior a nuestra
seudo voluntad o voluntad condicionada supeditada al
determinista deseo, interés o preferencia generado
desde el automatismo del subconsciente. Es la opción de
querer (poder) ejecutada desde nuestra total libertad,
dueña de sí.

La Consciencia implica también de un sentimiento no


supeditado a la dualidad de felicidad y sufrimiento sino
que genera Bienaventuranza, Deleite o Dicha
Consciente.

En el Estado Consciente no existe sufrimiento así como


tampoco mecanicidad o automatismo (propios del físico
y del psicológico) ni está bajo los efectos del sueño,
parcialidad o condicionamiento propio del estado
precedente (el psicológico), ni vive sujeto a la ignorancia
del aquel.

En la Consciencia todo es “conocimiento real, saber”,


“darse cuenta, ver, tener”, “acción libre y voluntaria,
poder”, “dicha y gozo pleno, deleite”, en definitiva
“SER”.

La Consciencia no necesita de la mente común, del


pensamiento, de la memoria psicológica, es más, para su
manifestación precisa de un silencio mental pleno.

Beneficios de la Percepción Consciente

Algunos de los beneficios de la percepción consciente:


- Armoniza nuestro ser psicológico que por lo común se encuentra
disperso, inquieto, alterado...
Como consecuencia se produce un estado de bienestar, alegría, satisfacción,
paz, calma...

- Nos proporciona alimento psicológico de alto nivel nutricional.


Para vivir, además de alimentos sólidos, agua y aire, precisamos "comer"
impresiones (sensaciones, percepciones, emociones…). La desnutrición
psicológica es causa de estados de malestar. El físico no puede vivir sin aire
(oxígeno…), el psicológico sin percepciones (códigos)

- Se desarrolla la cualidad superior imprescindible para Activar la


Consciencia.
Cuando la percepción consciente se activa, la luz del Ser se intensifica.

- Nos unifica y pone en comunicación la triple dimensión de nuestro Ser.

Comprender nuestro primitivismo psicológico

Evolución Natural

El ser humano, junto al resto de seres que componen la


vida en la Tierra, es fruto de la evolución de millones de años.
Hasta ahora dicha evolución fue dirigida y ejecutada por la Naturaleza
(instinto). Manos, cerebro, erguimiento del cuerpo físico, originaron un
refinado y sofisticado desarrollo psicológico abocando al pensamiento
(razón, lógica, violencia deliberada...) y al sentimiento (gratitud,
justicia, generosidad, perversidad...).

La evolución así realizada es lenta. El ser humano se encuentra en


disposición de tomar relevo a la acción de perfeccionamiento ejercida por la
Naturaleza: el hombre / mujer puede auto-evolucionar, organizar su
propio crecimiento.

Evolución Consciente

Psicológicamente aun es pequeño, inmaduro, deficiente, precisa


crecer, perfeccionarse, completarse
El siguiente paso evolutivo (nueva cualidad) es Despertar la
Consciencia, ahora dormida, que relevará a la Naturaleza
DESCONOZCO QUE SOY IGNORANTE

Respecto al conocimiento sobre si mismo


somos, principalmente, ignorantes, pero
de todas las ignorancias que tenemos,
la mayor es: ignorar que soy ignorante.

Así como el “conocimiento es un


poder”, la ignorancia también lo es, el
primero actúa por efecto, la segunda por defecto,
ambos son concluyentes en el camino de la evolución
consciente.

Lo que sabemos de nosotros mismos es comparable a


una pequeña isla -que sería el conocimiento- rodeada
por un inmenso océano de ignorancia. Podríamos
enumerar las distintas ignorancias que rodean
nuestra islita, pero seguiríamos sin la comprensión de
la mayor y madre de todas.

Comprender

Para “comprender” no hacen falta datos, reflexiones,


razonamientos, argumentos…, hay que pararse, verlo,
sentirlo…, quedarse quieto, si acaso preguntar a lo más
profundo del Ser ¿me he dado cuenta de mi mayor
“posesión”? Para comprender no hay que esperar a
después, a luego, a mañana, a otro momento, hay que
“verlo” en el ahora, sentirlo en el instante, en este
instante –no hay otro–

Cuando algo se “comprende” de verdad no se olvida.


Y nunca he de olvidar, por muy sabio que puedan
verme –que no me ven– que el nombre de mi mayor
propiedad es la Ignorancia.

Sin comprender esta cuestión –en toda su dimensión– lo


que pueda conocer sobre mi Ser será ilusorio.
LA CULTURA básica DEL SER
Conocimientos básicos para desarrollar, enriquecer y
armonizar tu Ser

Lee despacio, intenta comprender cada párrafo antes de pasar al siguiente.


Por sencillo que te parezca no lo desestimes, lo conoces pero posiblemente aun no lo
comprendes.

Fase 1/1

El pensamiento condiciona al pensador

Según sea tu pensamiento, así tu vida


Estás condicionado, subordinado a él

Siempre pensando
Nos demos cuenta o no,
continuamente estamos pensando.
El pensamiento siempre está en movimiento,
ni un minuto se detiene.
¿Te has dado cuenta que siempre está en movimiento?

Todo pasa por el pensamiento


En todo cuanto hacemos, decimos, valoramos, estimamos,
está presente,
todas nuestras conclusiones pasan por él.
¿Nuestro pensamiento nos dice siempre la verdad?

Condiciona la acción, sentimiento, conversación


Acciones, sentimientos, conversaciones, estados internos de bienestar o malestar...,
están influenciados por tu proceso de pensar.
Es el mayor condicionamiento en la vida de cada persona.
¿Has visto la influencia (autoridad, persuasión, sugestión) que tiene sobre ti?
Así tu pensamiento, así tu mundo exterior
El mundo, la vida, las personas que nos rodean
no las vemos como son,
sino según valoración e interpretación de él.
¿Te has dado cuenta de las consecuencias de esto?

Así tu pensamiento, así tu estado (mundo) interior


Tus sentimientos, estados internos de bienestar o malestar, optimismo, preocupación...
son la consecuencia, el resultado del proceso que se desarrolla en tu mente.
¿Esta cuestión es de poca importancia?

Si la circunstancia es feliz soy feliz


Cuando acaecen circunstancias favorables y felices
“pienso y siento” que el mundo es bello, las personas maravillosas, vivir es una
delicia.
Si “me” acaecen circunstancias desfavorables y desventuradas
“pienso y siento” que el mundo es ruin, las personas dudosas, la vida
pesada.
¿Quién mueve el viento, quién el pensamiento?

El pensamiento encadena a su pensador


¿Has visto tus cadenas?

Fase 1/2

Primera práctica

Comunicación DIRECTA con el cuerpo físico

Preámbulo:
- El cuerpo físico es nuestra más valiosa propiedad.
- Pasamos 24 horas con él.
- Por lo general nos damos cuenta que está ahí, cuando nos duele algo o al
asearlo, fuera de esto pasa desapercibido, ignorado, como si no existiera.

Práctica:
- Durante los días de esta semana toma la opción de realizar descansos cortos
(cesando en toda actividad tanto exterior, como interior).

- Utiliza esos descansos para sentir tus manos, tus pies, espalda..., el contacto
con la ropa, con el aire... Siente cada parte de tu cuerpo, recórrelas pausada,
atentamente.

- Hay que “sentir el cuerpo”, no pensar (no cavilar, no imaginar, no discurrir...),


sólo SENTIR, SENTIR (sensación, no-asociación, no-pensamiento), SENTIR.
Recomendaciones:
- Para realizar esta práctica es conveniente estar cómodo, sentado o tumbado,
pero puede también hacerse paseando, siempre que se abandone toda otra
actividad.
- Bastarán cinco o diez minutos en cada pausa, al menos tres veces en el día.
- Cultiva la constancia, ten continuidad, persevera, realiza la práctica todos los
días de esta semana, ordenadamente.
- Lleva un cuaderno de anotaciones donde puedas reflejar la experiencia,
dificultades, sensaciones..., a ser posible diaria, de tus prácticas.

Beneficios:
- Conectamos (unimos, estrechamos lazos, amamos) el ser físico con el Ser
Consciente.
- Todo acto de “sensación consciente” conduce a paz, armonía, equilibrio,
consecuentemente profunda alegría.

Fase 1/3

Analfabetismo Psicológico

Lejos de nosotros quedó la época en la que el analfabetismo era común


en la sociedad. Ninguno de nuestros amigos, familiares, compañeros de
estudio o trabajo, vecinos, etc. desconoce leer y escribir, las cuatro reglas
como suele decirse y un mínimo de cultura general. Si mañana nos
enteráramos que uno de estos conocidos o allegados es analfabeto,
constituiría una sorpresa difícil de explicar

Bien comprendemos que ser analfabeto es una deficiencia cultural


absurda en los tiempos que vivimos. Puede decirse que no hay lugar para
esta situación en el mundo occidental, aunque en zonas de pobreza o retraso
económico aun siga siendo frecuente.

Ser analfabeto es señal de deficiencia, que aunque cultural, no es


deseable. La cultura nos da un espacio mayor para extender nuestra
vivencia y libertad, puede contribuir a un bienestar mayor. Nadie quiere ser
analfabeto, todos aspiramos a saber más y mejor.

Pero veamos el tema desde otra perspectiva: ¿Es consciente la


persona analfabeta de su deficiencia, cuando vive rodeada de otras en su
misma condición? Podemos deducir que no; para esa persona es un hecho
natural, normal. Si por el contrario fuera una sola persona (analfabeta),
medianamente inteligente, quien estuviera rodeada de personas no
analfabetas, ¿no sentiría acaso un sentimiento de incomodidad, de estar
fuera de juego?

Bien, las consideraciones anteriores nos permiten ver como algo que
hace un siglo era normal en la sociedad y que lo sigue siendo en otros lugares
distintos al occidental, hoy es del todo anormal. La cultura estándar ha
dado el paso del saber hacia el exterior y quien no posee este “saber” es un
caso raro, excepcional, no digno de imitación.

Pero, ¿cómo está nuestro saber hacia el interior? ¿qué sabemos de


nosotros mismos? Tengamos en cuenta que cuantas personas nos rodean
están a nuestro mismo nivel o nivel muy similar. Nadie me puede decir: “oh,
eres un analfabeto de ti mismo”, “careces de la cultura mínima sobre el
conocimiento que necesitas tener de tu interior”, “anda, aprende un poco las
cuatro reglas sobre como funciona tu personalidad....”

.....Entonces, como todos somos analfabetos, nadie es analfabeto, no se nota.

El ser humano, si quiere dar un paso en su camino evolutivo, ha


de volver sus ojos, su inteligencia, su máxima capacidad disponible
actual, hacia sí mismo y preguntarse, ¿quién soy? ¿cómo funciona mi
mente? ¿tengo verdadera voluntad? ¿qué es la Consciencia? ¿lo que
llamo “amor” es amor? ¿contribuyo al bienestar general en mi sociedad?
......

El analfabetismo cultural “exterior” ha sido superado, ¿pero no


somos analfabetos interiormente, en lo que respecta a nuestra entidad
como seres humanos...?

La cultura actual dispone todo para que vivamos cara al exterior,


a lo de afuera, hacia el saber, el tener y el poder, pero ¿quién atiende las
demandas de lo que tenemos dentro, del Ser....?
Veamos la siguiente comparación de una persona, estimando en ella tres partes básicas:
- el cuerpo físico al que tomaremos como el barco,
- la mente a quien tomaremos como la tripulación e instrumentos de
navegación,
- y el “Yo” que dirige y maneja, a quien tomaremos por el Capitán.

Bien, pues si vemos el barco en medio del océano sabemos que


ha de contar con instrumentos de navegación. Los instrumentos son
necesarios pero de nada valen sin tripulación que los conozca y maneje.
En la persona los instrumentos de navegación son la memoria, las
rutinas y los instintos; la tripulación está formada por el pensamiento, las
diversas emociones, los deseos, estados de ánimo, etc. etc. Por buenos
instrumentos y tripulación que tenga el barco, para que todo esto
funcione es necesario un Capitán competente, capacitado, que conozca
la maquinaria y todo el personal que lleva a bordo y que sepa utilizarlo y
poner a cada persona en su puesto debido, así el navegar del barco será
genuino.

Cada uno de nosotros somos el Capitán que tiene un barco con


instrumentos de navegación y tripulación para navegar en el “alta mar de
la vida”. La cuestión es: ¿Conocemos los instrumentos, su
funcionamiento, su utilización justa y debida...? ¿Conocemos el personal
que compone la tripulación y el uso que hacen de los elementos de
navegación?

¿Te conoces?
¿Eres Capitán competente en tu nave?
¿Conoces a tus tripulantes y los instrumentos de navegación que
utilizan?
¿Posees suficiente cultura interior?
¿Tiene esto importancia?

Fase 1/4

Preguntas

Contesta AMPLIAMENTE las siguientes preguntas y remítelas al correo


aurguki@hotmail.com
(Por favor, no envíes “archivos adjuntos” pega el texto al correo)
Posteriormente recibirás comentario a las mismas y la Fase 2 de La Cultura Básica del
Ser.
(Aunque el tiempo estimado para cada fase es de una semana, no envíes las
respuestas hasta que obtengas resultados óptimos)
1.1) ¿Tiene importancia lo que piensas y como lo piensas
dentro del conjunto de tu vida, te condiciona tu pensamiento,
lo gobiernas o te gobierna?

1.2) Haz un comentario sobre la primera práctica,


“Comunicación directa con el cuerpo físico” (dificultades
que has tenido para realizarlo, observaciones, beneficios
obtenidos...)

1.3) ¿Qué conclusiones prácticas has sacado de la Fase 1/3


(Analfabetismo Psicológico)?

1.4) Tus comentarios, cuestionamientos, observaciones,


dudas, consultas o preguntas.

NO OLVIDES QUE,
No es suficiente con leer,
tampoco basta con entender,
ni aun con conocer,
ni el mismísimo practicar:
ES DEL TODO NECESARIO COMPRENDER

Textos de Aurguki

SRI AUROBINDO
Lecturas selectas

TODA LA VIDA ES YOGA (unión, amor, crecimiento..)

Según el criterio correcto de la vida y del Yoga, toda la vida


es Yoga consciente o subconscientemente. Pues con este término
significamos un esfuerzo metodizado en pos de la autoperfección
mediante la expresión de las potencialidades latentes en el ser y una
unión del individuo humano con la Existencia universal y trascendente
que vemos parcialmente expresada en el hombre y en el Cosmos. Pero
toda la vida, cuando observamos detrás de sus apariencias, es un vasto
Yoga de la Naturaleza que intenta realizar su perfección en una
expresión siempre creciente de sus posibilidades y unirse con su
propia realidad divina. En el hombre, su pensador, ella por primera
vez en esta Tierra inventa medios autoconscientes y voluntarios
ordenamientos de la actividad por los que esta finalidad puede
lograrse más rápida y pujantemente. El Yoga, como ha dicho Swami
Vivekananda, puede considerarse como un medio de condensar la
propia evolución en una sola vida o en pocos años o incluso en pocos
meses de existencia corporal. Entonces un sistema dado de yoga
puede ser nada más que una selección o condensación en formas más
estrechas o más enérgicas en intensidad, de los métodos generales que
ya se usan flojamente, en gran medida, en un movimiento indolente,
con un más profuso desperdicio aparente de material y de energía pero
con una más completa combinación por parte de la gran Madre en su
vasta labor ascendente.

Se ha creado una aguda incompatibilidad entre la vida en el


mundo y el crecimiento y perfección espirituales, y aunque subsiste la
tradición e ideal de una victoriosa armonía entre la atracción interior y
la demanda externa, aquellos se ejemplifican poco. De hecho, cuando
un hombre concentra su visión y energía en lo interior y penetra en el
sendero del Yoga, se supone que ha de perderse en cuanto a la gran
corriente de nuestra existencia colectiva y al esfuerzo de la
humanidad. La idea prevaleció tan vigorosamente, fue tan enfatizada
por filosofías y religiones prevalecientes, que escapar de la vida en la
actualidad se considera, por lo común, no sólo condición necesaria
sino también objeto general del Yoga. No puede ser satisfactoria la
síntesis del Yoga que, en su objetivo, no reúna a Dios y la Naturaleza
en una vida humana liberada y perfeccionada o, que en su método, no
sólo permita sino que también favorezca la armonía de nuestras
actividades y experiencias internas y externas en la divina
consumación de ambas.

...Eludir la vida que se le da para la realización de aquella


posibilidad, jamás puede ser la condición indispensable ni el objeto
total y último de su esfuerzo supremo o de su más poderoso medio de
autorrealización.

...El objeto y utilidad verdaderos y plenos del Yoga sólo pueden


cumplirse cuando el Yoga consciente en el hombre, como el Yoga
subconsciente en la Naturaleza, se torna limítrofe a la vida misma y
podemos, una vez más observando el sendero y el logro, decir en un
sentido más perfecto y luminoso: “Toda la vida es Yoga”.

Sri Aurobindo
Lecturas selectas

TRIPLE DIMENSIÓN DE NUESTRO SER

La automanifestación
progresiva de la Naturaleza en el
hombre, denominada en el lenguaje
moderno su evolución, debe depender
necesariamente de tres elementos
sucesivos: el que ya evolucionó, el
que persistentemente se halla en la
etapa de la evolución consciente y el
que ha de evolucionar y tal vez pueda
ya haberse puesto en evidencia, si no
constantemente, luego
ocasionalmente o con alguna
regularidad de recurrencia, en
formaciones primarias o en otras más
desarrolladas y hasta bien puede ser
que en algunas, aunque raras, estén
cerca de la suprema realización
posible de nuestra humanidad actual.
Pues la marcha de la Naturaleza no se
disciplina con un avance regular y
mecánico. Ella siempre se trasciende
incluso a costa de deplorables
retiradas subsiguientes, tiene prisas:
tiene eclosiones espléndidas y
potentes; tiene realizaciones
inmensas. Se lanza al ataque, a veces
apasionadamente, esperando tomar
el reino de los cielos mediante
violencia. Y estos autoexcesos son la
revelación de lo que en ella es más
divino o más diabólico, aunque,
cualquiera que sea el caso, lo más
pujante para llevarla rápidamente en
pos de la meta.

La Naturaleza fundó y evolucionó


para nosotros la vida corporal (física).
Combinó y armonizó los dos
elementos fundamentales necesarios
para nuestra acción y progreso sobre
la Tierra:

1) la Materia, que, aunque en


ciertas concepciones espirituales sea
despreciada, sin embargo es cimiento
y primera condición de todas nuestras
energías y realizaciones y

2) la Energía Vital, nuestro


medio de existencia en ese cuerpo
material, y la base de las actividades
que realizamos ya sean mentales, ya
espirituales. Ella (la Naturaleza)
alcanzó exitosamente suficiente
estabilidad (en su continúo
movimiento material, a la vez
suficientemente firme, durable,
flexible y mutable) para hacer posible
un habitáculo e instrumentos
adecuados al dios que
progresivamente se manifiesta en la
humanidad. Esto es lo que nos viene a
decir la fábula del Aitareya
Upanishad, contándonos como los
dioses rehusaron todas las formas
animales que el Yo Divino les iba
presentando sucesivamente, y sólo
cuando fue mostrado el hombre
exclamaron: “este en verdad está
hecho a la perfección” y lo aceptaron.
Ella efectuó un compromiso de
trabajo entre la inercia de la materia
y la vida activa surgida, por el cual no
sólo se sostiene la existencia vital
(nervioso-sensitivo) sino también se
posibilita la más completa evolución
mental. El equilibrio entre cuerpo
material y existencia vital constituyen
la naturaleza básica del ser humano.
En el lenguaje del Yoga se denomina
cuerpo denso, esto es, envoltura
material y sistema nervioso o vehículo
vital.

Si este equilibrio inferior es


base y primer medio de los
movimientos superiores que
contempla el Poder Universal y si
constituye el vehículo en el que el
Divino busca aquí revelarse; si es
cierto el dicho hindú de que el cuerpo
es el instrumento provisto para la
realización de la ley correcta de
nuestra naturaleza, entonces
cualquier retracción final de la vida
física debe ser un apartarse de la
integridad de la Sabiduría divina y un
renunciamiento al objetivo de la
manifestación terrestre. Tal rechazo
debido a alguna ley secreta de su
desarrollo, puede ser la actitud
correcta para ciertos individuos, pero
jamás el objetivo propuesto para la
humanidad. No puede existir, por lo
tanto, Yoga integral que ignore al
cuerpo o torne indispensable su
anulación o rechazo para una
espiritualidad perfecta. Más bien, el
perfeccionamiento del cuerpo ha de
ser también el postrer triunfo del
Espíritu y al tornar divina la vida
corporal debe ser sello final de Dios
sobre Su obra en el universo. El
obstáculo que lo físico presenta a lo
espiritual no es argumento que
justifique el rechazo de aquello; pues
en la invisible providencia de las
cosas nuestras máximas dificultades
son nuestras mejores oportunidades.
Una dificultad suprema es lo que nos
indica la Naturaleza sobre una
conquista suprema que ha de ganarse
y un problema último que ha de
resolverse; no se trata de una
advertencia sobre una ineludible
acechanza de la que hay que escapar
ni de un enemigo demasiado fuerte
para nosotros del que debamos huir.

Igualmente nuestras
energías vitales y nerviosas son allí
de gran utilidad; ellas también exigen
la realización divina de sus
posibilidades en nuestro logro último.
El gran papel asignado en el esquema
universal a este elemento es
enfatizado poderosamente por la
católica sabiduría de los Upanishads:
“Así como los rayos de una rueda en
su eje, de igual manera todo se
establece en la energía Vital: el triple
conocimiento, el Sacrificio, el poder
de los fuertes y la pureza de los
sabios. Bajo el control de la Energía-
Vital está todo lo establecido en el
triple cielo”. No hay, por lo tanto,
Yoga integral que mate las energías
nerviosas, que las fuerce a una
quietud sin nervios o las erradique
como fuente de actividades nocivas.
Su purificación, no su destrucción –su
transformación, control y utilización
es el objetivo con cuyas miras fueron
creadas y desarrolladas en nosotros.

Si la vida corporal es lo que


la Naturaleza evolucionó firmemente
para nosotros como su base y primer
instrumento, nuestra vida mental ella
la evoluciona como su siguiente
objetivo e instrumento superior
inmediatos. Este es en ella, en sus
exaltaciones ordinarias, el sublime
pensamiento que la preocupa; éste,
excepto en períodos de agotamiento y
retiro en una oscuridad de reposo y
recuperación, es su propósito
constante dondequiera que pueda
librarse de sus primeras realizaciones
vitales y físicas. Pues aquí, en el
hombre, tenemos una distinción que
es de suma importancia. El no tiene
en sí una mentalidad simple, sino
doble y triple: la mente material y
nerviosa, la pura mente intelectual
que se libera de las ilusiones del
cuerpo y los sentidos, y una mente
divina por encima del intelecto que a
su vez se libera de los términos
imperfectos de la razón lógicamente
discriminativa e imaginativa. La
mente del hombre está enredada al
principio en la vida del cuerpo,
mientras que en los vegetales está
involucionada y en los animales está
siempre aprisionada. Acepta esta vida
no sólo como la primera sino la total
condición de sus actividades y sirve
sus necesidades como si fuesen el
objetivo total de la existencia. Mas la
vida corporal del hombre es una base,
no el objetivo, su condición primera y
no su último determinante. Según la
idea precisa de los antiguos, el
hombre es esencialmente el
pensador, el Manu, el ser mental que
dirige la vida y el cuerpo, no el animal
que es dirigido por ellos. Por lo tanto
la existencia humana verdadera sólo
empieza cuando la mentalidad
intelectual emerge de la materia y
comenzamos a vivir cada vez más en
la mente independiente de la
obsesión nerviosa y física, y en la
medida de esa libertad somos
capaces de aceptar y usar
correctamente la vida del cuerpo.
Pues la libertad (y no una diestra
sujeción) es el verdadero medio de
dominio. El elevado ideal humano
consiste en una libre e incompulsiva
aceptación de las condiciones, de las
magnificadas y sublimadas
condiciones de nuestro ser físico.

... Percibimos entonces estos tres pasos en la


Naturaleza:

- una vida corporal que es la base de nuestra existencia


aquí en el mundo material,

- una vida mental en la que emergemos y por la que


elevamos lo corporal a usos superiores y lo agrandamos
hacia un mayor completamiento,

- y una existencia divina que es, a la vez, la meta de las


otras dos y retorna a ellas para liberarlas en sus supremas
posibilidades.

... Al ser entonces la naturaleza


una evolución o automanifestación
progresiva de una existencia eterna y
secreta, con tres formas sucesivas,
como sus tres pasos de ascenso,
tenemos como condición de todas
nuestras actividades estas tres
posibilidades mutuamente
interdependientes: la vida corporal, la
existencia mental y el ser espiritual
velado que en la involución es la
causa de los demás y en la evolución
es su resultado. El objetivo de la
Naturaleza es preservar y
perfeccionar lo físico, realizar lo
mental y tendría que ser el objetivo
nuestro revelar en el cuerpo y mente
perfeccionados las actividades
trascendentes del Espíritu. Así como
la vida mental no abroga sino que
trabaja para la elevación y mejor
utilización de lo corporal, de igual
manera también lo espiritual no ha de
abrogar sino transfigurar nuestras
actividades intelectuales,
emocionales, estéticas y vitales.

Pues el hombre, cabeza de la Naturaleza terrestre, única


estructura terrena en la que la plena evolución de aquélla es
posible, es un triple nacimiento. Se le dio una estructura viviente
en la que el cuerpo es el vaso y la vida el medio dinámico de una
manifestación divina. Su actividad se centra en una mente
progresiva que apunta hacia su autoperfeccionamiento al igual
que el de la morada que habita y del medio de la vida que usa, y
es capaz de despertar mediante una progresiva autorrealización a
su naturaleza verdadera como forma del Espíritu. Culmina en lo
que siempre fue en realidad; el espíritu iluminado y beatífico que,
al fin, tiene por propósito irradiar la vida y la mente con sus
esplendores ahora ocultos.

Puesto que este es el plan


de la Energía divina en la humanidad,
el método y el objetivo totales de
nuestra existencia deben trabajar
mediante la interacción de estos tres
elementos del ser. Como resultado de
su formulación separada en la
Naturaleza, el hombre abrió ante sí
una elección entre tres clases de vida:
la existencia material ordinaria, una
vida de actividad y progreso
mentales, y la beatitud espiritual
inmutable. Pero puede, a medida que
progresa, combinar estas tres formas,
resolver sus discordias en un ritmo
armonioso y de ese modo crear en sí
la deidad toda: el Hombre perfecto.

En la Naturaleza ordinaria
cada uno tiene su propia
característica e impulso rector.

La energía característica de la Vida corporal no


está tanto progresando como persistiendo, no es tanto
autoagrandamiento individual como autorrepetición. En
verdad, en la Naturaleza física hay una progresión de un
tipo a otro, del vegetal al animal, del animal al hombre;
pues incluso en la Materia inanimada, la Mente trabaja.
Pero una vez que un tipo es separado físicamente, la
principal preocupación inmediata de la Madre terrestre
parece ser mantenerlo en existencia mediante constante
reproducción. Pues la Vida busca siempre la inmortalidad;
pero como la forma individual es impermanente y sólo es
permanente la idea de una forma en la conciencia que crea
el universo -pues no parece-, tal reproducción constante es
la única inmortalidad material posible. La
autopreservación, la autorrepetición y la
automultiplicación son necesariamente, entonces los
instintos predominantes de toda la existencia material.

... La terminología del Yoga


reconoce además del estado de
nuestro ser físico y vital denominado
cuerpo denso y doblemente
compuesto de la envoltura alimenticia
y del vehículo vital (ser físico),
además del estado de nuestro ser
mental, denominado cuerpo sutil y
compuesto simplemente de envoltura-
mental o vehículo mental (ser
psicológico), un tercer estado,
supremo y divino, del ser
supramental, denominado cuerpo
causal y compuesto de un vehículo
cuarto y un vehículo quinto que se
describen como los del conocimiento
y la bienaventuranza (ser consciente).
Pero este conocimiento no es
un resultado sistematizado de
problemas y razonamientos, ni una
disposición temporaria de
conclusiones y opiniones en los
términos de la probabilidad suprema,
sino más bien una Verdad
autoexistente y autoluminosa. Y esta
bienaventuranza no es un placer
supremo del corazón y las
sensaciones con la experiencia del
dolor y el pesar como trasfondo, sino
un deleite también autoexistente e
independiente de los objetos y
experiencias particulares: un
autodeleite que es la naturaleza
misma, la materia misma de una
existencia trascendente e infinita
(Consciencia, Voluntad, Deleite).

... La energía característica de la Mente pura es el


cambio y cuanto más elevación y organización adquiere,
esta ley de la Mente más asume el aspecto de un
agrandamiento continuo, mejoramiento y mejor
ordenamiento de sus provechos y, de ese modo, de un
pasaje continuo de lo más pequeño y más simple a la
mayor y más compleja perfección. Pues la Mente, a
diferencia de la vida corporal, es infinita en su campo,
elástica en su expansión y fácilmente variable en sus
formaciones. Entonces, cambio, autoagrandamiento y
automejoramiento son sus instintos apropiados. Su fe es la
perfectibilidad y su contraseña es el progreso.

La ley característica del Espíritu es la perfección


autoexistente y la infinitud inmutable. Posee siempre y por
derecho propio la inmortalidad que es el objetivo de la
Vida y la perfección que es la meta de la Mente. El logro
de lo eterno y la realización de lo que es lo mismo en
todas las cosas y más allá de todas las cosas igualmente
bienaventurado en el universo y fuera de él, intangible
ante las imperfecciones y limitaciones de las formas y
actividades en que mora, son la gloria de la vida espiritual.

( ) Lo recogido entre paréntesis son notas agregadas a la


versión de estos retazos.
Sri Aurobindo
Lecturas selectas

OBJETIVO DEL YOGA INTEGRAL

Vemos entonces que desde el punto de


vista psicológico—y el Yoga no es sino psicología
práctica—, tenemos que partir de la concepción de la
Naturaleza. Es la autorrealización de Purusha a través
de su Energía. Pero el movimiento de la Naturaleza es
doble, superior e inferior, o, como podemos decidirnos
a denominarlo, divino y no divino. La distinción existe
ciertamente sólo para fines prácticos; pues no hay
nada que no sea divino, y en un criterio más vasto
resulta verbalmente ininteligible como la distinción
entre natural y supernatural, pues todas las cosas que
existen son naturales. Todas las cosas están en la
Naturaleza y todas las cosas están en Dios. Pero, para
fines prácticos, hay una distinción real. La Naturaleza
inferior la que conocemos y somos y que debe seguir
siendo tanto como no varíe nuestra fe, actúa a través
de la limitación y la división, es de la naturaleza de la
Ignorancia y culmina en la vida del ego; pero la
Naturaleza superior, a la que aspiramos, actúa por
unificación y trascendencia de la limitación, es de la
naturaleza del Conocimiento y culmina en la vida
divina. El pasaje de lo inferior a lo superior es el
objetivo del Yoga, y este pasaje puede efectuarse
mediante el rechazo de lo inferior escapando hacia lo
superior—el punto de vista ordinario—, o mediante la
transformación de lo inferior y su elevación a la
Naturaleza superior. Más bien este debe ser el objetivo
del Yoga integral.

...Nuestro propósito en el Yoga es


desterrar al ego limitado, que mira hacia fuera, y
entronizar a Dios en su lugar, como el Habitante
rector de la Naturaleza. Y esto significa, primero,
desheredar el deseo y no aceptar más el goce del
deseo como rectora motivación humana. La vida
espiritual sacará su sustento no del deseo sino de
un goce puro y desinteresado de la existencia
esencial. Y no sólo la naturaleza vital que está en
nosotros, cuyo sello es el deseo, sino también el
ser mental, deben experimentar un nuevo
nacimiento y un cambio transfigurador. Deben
desaparecer el pensamiento y la inteligencia
divididos, egoísta, limitados e ignorantes; en su
lugar debe fluir el juego católico y perfecto de
una iluminación divina y sin sombras que
culmine, al fin, en una Verdad-Conciencia natural
y autoexistente libre de una semiverdad que anda
a tientas y de un error tambaleante. Deben cesar
nuestra voluntad y acción confusas, impedidas,
egocéntricas y minimotivadas y dar cabida a la
obra total de una Fuerza velozmente poderosa,
lúcidamente automática, divinamente movida y
guiada. En todos nuestros actos debe implantarse
y activarse una voluntad suprema, impersonal y
decidida, en espontáneo e imperturbado unísono
con la Voluntad de la Divinidad. El juego
superficial e insatisfactorio de nuestras débiles
emociones egoístas debe eliminarse revelándose
en su lugar un corazón psíquico secreto, profundo
y vasto, en lo interior, que aguarde su hora
detrás de aquéllas, todos nuestros sentimientos
impelidos por este corazón interior en donde
mora la Divinidad se transmutarán en
movimientos calmos e intensos de una doble
pasión del Amor divino y el múltiple Ananda. Esta
es la definición de una humanidad divina o una
raza supramental. Esta, no una energía
exagerada ni siquiera sublimada del intelecto y
acción humanos, es el tipo de superhombre al que
reclamamos que evolucione mediante nuestro
Yoga.

Sri Aurobindo
Lecturas selectas

EL INICIO DEL CAMINO

Todo el Yoga (labor de crecimiento o evolución) es,


en su naturaleza, un nuevo nacimiento; es nacimiento de la
ordinaria y mentalizada vida material del hombre en una
conciencia espiritual superior y un ser mayor y más divino.
Ningún Yoga puede ser emprendido y seguido exitosamente a
no ser que haya un fuerte despertar a la necesidad de aquella
existencia espiritual mayor. El alma llamada a este cambio
profundo y vasto puede arribar por diferentes caminos a la
partida inicial. Puede llegar a ella por su propio desarrollo
natural que estuvo conduciéndola inconscientemente hacia el
despertar; puede alcanzarla a través de la influencia de una
religión o de la atracción de una filosofía; puede aproximarla
mediante una lenta iluminación o saltar hasta ella mediante
un contacto o choque repentinos; puede ser empujada o
llevada a ella mediante la presión de circunstancias externas o
mediante una necesidad interior, por una simple palabra que
rompa precintos mentales o por prolongada reflexión, por
distante ejemplo de quien recorrió el sendero o por contacto e
influencia cotidianos. De acuerdo con la naturaleza y las
circunstancias se producirá el llamado.
Pero de cualquier forma que ocurra, debe haber una
decisión mental y volitiva y, como resultado, una
autoconsagración completa y efectiva. La aceptación de una
nueva idea-fuerza espiritual y orientación ascendente del ser,
una iluminación, un giro o conversión captado por la voluntad
y la aspiración afectiva —este es el acto importante que
contiene, como en una semilla, todos los resultados, que ha de
dar el Yoga—. La mera idea o búsqueda intelectual de algo
superior que este mas allá, por más vigorosamente que sea
captado por el interés mental, es inefectiva a menos que
resulte atrapada por el corazón como lo único deseable y por
la voluntad como lo único por realizar. Pues la verdad del
Espíritu no ha de ser meramente pensada sino vivida, y vivirla
demanda unificada universalización del ser; tan gran cambio,
como el contemplado por el Yoga, no ha de ser efectuado por
una voluntad dividida ni por una pequeña porción de la
energía ni por una mente vacilante. Quien busque la
Divinidad debe consagrarse a Dios y solamente a Dios.

Pero si deseamos aprovechar la oportunidad que nos


brinda esta vida, si deseamos responder adecuadamente al
llamado recibido y alcanzar la meta que vislumbramos, y no
avanzar meramente un poco hacia ella, es esencial que haya
una autoentrega integral. El secreto del buen éxito en el Yoga
consiste en considerarlo no como uno de los objetivos a
perseguir en la vida sino como la totalidad de la vida.

Y puesto que el Yoga es, en su esencia, un alejamiento


de la vida ordinaria material y animal que lleva la mayoría de
los hombres o del modo de vivir más mental pero aun limitado
seguido por los pocos hacia una vida espiritual mayor, hacia el
modo divino, cada parte de nuestras energías entregadas a la
existencia inferior en el espíritu de esa existencia es una
contradicción de nuestro objetivo y de nuestra
autodedicación.

Por otra parte, toda energía o actividad que


apartemos de su alianza con lo inferior y dediquemos al
servicio de lo superior es una porción lograda en nuestra ruta,
una porción quitada a los poderes que se oponen a nuestro
progreso. La dificultad de esta conversión total es la fuente de
todos los tropiezos en el sendero del Yoga. Pues sobre nuestra
naturaleza Integra y su medio, y todo nuestro yo personal y
todo nuestro yo universal, reposan hábitos e influencias que se
oponen a nuestro renacimiento espiritual y trabajan contra la
total dedicación de nuestro esfuerzo. En cierto sentido no
somos sino una compleja mesa de hábitos mentales, nerviosos
y físicos mantenidos juntos por unas pocas reglas, deseos y
asociaciones rectores, una amalgama de muchas fuerzas
pequeñas, repetidas, con unas pocas vibraciones mayores. Lo
que proponemos en nuestro Yoga es nada menos que
interrumpir la total formación de nuestro pasado y nuestro
presente que forma al hombre ordinario material y mental, y
crear un nuevo centro de visión y un nuevo universo de
actividades en nosotros mismos que constituyan una
humanidad divina o una naturaleza superhumana.

La primera necesidad es disolver esa fe y visión


centrales en la mente que las concentra en su desarrollo,
satisfacción e intereses en el viejo orden superficial por la fe y
visión más profundas que sólo ven la Divinidad y sólo van en
pos de ella. La necesidad siguiente es compeler a todo nuestro
ser inferior a rendir pleitesía a esta nueva fe y visión mayor.
Toda nuestra naturaleza debe someterse integralmente; debe
ofrecerse en toda parte y en todo momento a lo que para la
irregenerada mente-sensoria parece mucho menos real que el
mundo material y sus objetos. Nuestro ser total -alma, mente,
sentido, corazón, voluntad, vida y cuerpo—, debe consagrar
todas sus energías tan enteramente y de modo tal que se
convierta en vehículo apto de la Divinidad. Esta no es una
tarea fácil; pues en el mundo todo sigue el hábito fijo que para
él es ley y resiste el cambio radical. Y ningún cambio puede
ser más radical que la revolución intentada en el Yoga
integral. Ha de lograrse que, en nosotros, todo vuelva
constantemente a la fe, voluntad y visión centrales. Todo
pensamiento e impulso ha de recordarse según el lenguaje del
Upanishad: "Aquel es el divino Brahman y no este al que los
hombres aquí adoran." Toda fibra vital ha de ser persuadida
a aceptar un entero renunciamiento a todo lo que hasta
entonces representó para él su propia existencia . La mente ha
de cesar de ser mente y tornarse brillante con algo que esta
más allá de ella. La vida ha de cambiar en una cosa vasta y
calma, intensa y poderosa que ya no reconozca su estrecho yo,
viejo, ciego y ávido, ni el impulso y deseo insignificantes.
Hasta el cuerpo ha de someterse a una mutación y no ser más
el bullicioso animal ni el estorbo que es ahora, sino llegar a
ser, en su lugar, siervo consciente, instrumento radiante y
forma viviente del espíritu.

La dificultad de la tarea llevó naturalmente a


perseguir soluciones fáciles y decisivas; generó y fijó, en su
profundidad, la tendencia de religiones y escuelas del Yoga a
separar la vida mundana de la vida interior. Los poderes de
este mundo y sus actividades reales, se sienten, pero no
pertenecen a Dios o son, por alguna causa oscura y
desconcertante (por Maya u otra razón), una oscura
contradicción de la Verdad divina. Y en su otro lado opuesto,
los poderes de la Verdad y sus actividades ideales se ven como
pertenecientes a un plano de la conciencia muy distinto de
aquel, oscuro, ignorante y perverso en sus impulsos y fuerzas,
sobre el que se funda la vida de la tierra. De inmediato
aparece la antinomia del reino brillante y puro de Dios y un
reino oscuro e impuro del demonio; sentimos la oposición de
nuestro nacimiento y vida terrenas que se arrastran hacia una
exaltada conciencia-Dios espiritual; prestamente nos
convencemos de la incompatibilidad de la sujeción de la vida a
Maya con la concentración del alma en la existencia del puro
Brahman. El modo más fácil consiste en apartarse de todo lo
que pertenece a uno y retirarse, mediante una desnuda y
precipitada ascensión, hacia el otro. Así surge la atracción y,
parecería, la necesidad del principio de concentración
exclusiva que desempeña un rol tan importante en las escuelas
especializadas del Yoga; pues mediante esa concentración
podemos llegar, a través de un incomprometido
renunciamiento al mundo, a una entera autoconsagración al
Uno en el que nos concentramos. Ya no nos incumbe compeler
a todas las actividades inferiores al difícil reconocimiento de
una vida espiritualizada nueva y superior, preparándolas
para que sean sus medios o poderes ejecutivos. Por un lado es
suficiente matarlas o aquietarlas, y conservar al máximo las
pocas energías necesarias para el mantenimiento del cuerpo y,
por el otro, para la comunión con la Divinidad.

El objetivo y concepción de un Yoga integral nos


priva de adoptar este elevado proceso, simple y esforzado. La
esperanza de una transformación integral nos prohíbe tomar
un atajo o aligerarnos para la carrera despojándonos de los
estorbos. Pues salimos para conquistarnos a todos nosotros y
al mundo para Dios; estamos decididos a darle nuestro
devenir al igual que nuestro ser y no a traer meramente al
espíritu puro y desnudo como desnuda ofrenda a una
Divinidad remota y secreta en un cielo lejano o abolir todo
cuanto somos en holocausto a un inmóvil Absoluto. La
Divinidad que adoramos es no sólo una remota Realidad
extracósmica, sino también una Manifestación semivelada,
presente y próxima a nosotros, aquí, en el universo. La vida es
el campo de una manifestación divina incompleta todavía:
aquí, en la vida, sobre la tierra, en el cuerpo —ihaiva, como lo
reiteran los Upanishads—, tenemos que revelar a la Deidad;
aquí debemos hacer real para nuestra conciencia su grandeza,
luz y dulzura trascendentes, aquí debemos poseerla, y en la
medida de lo posible, expresarla. Debemos entonces aceptar la
vida en nuestro Yoga a fin de transmutarla cabalmente: nos
está prohibido rehuir las dificultades que esta aceptación
puede añadir a nuestra lucha. Nuestra compensación consiste
en que, aunque el sendero sea más escarpado, el esfuerzo más
complejo y desconcertantemente arduo, con todo ganamos un
inmenso beneficio. Pues una vez que nuestras mentes se fijan
razonablemente en la visión central y nuestras voluntades se
vuelcan integralmente en un sólo objetivo, la Vida se convierte
en nuestra auxiliadora. Alertas vigilantes e integralmente
conscientes, podemos captar cada detalle de sus formas y cada
incidente de sus movimientos como alimento del Fuego
sacrificatorio que está dentro de nosotros. Victoriosos en la
lucha, podemos obligar a la Tierra a que nos ayude en nuestra
perfección y podemos enriquecer nuestra realización
arrasando los poderes que se nos oponen.

Hay otra dirección en la que la práctica ordinaria del


Yoga llega a una simplificación útil pero limitativa que se
niega al sadhaka (alumno) del objetivo integral. La práctica
del Yoga nos pone frente a frente con la extraordinaria
complejidad de nuestro ser, con la multiplicidad estimulante
pero también embarazosa de nuestra personalidad, la rica
confusión interminable de la Naturaleza. Para el hombre
común que vive en su propia vigilia superficial, ignorante de
las profundidades y vastedades del yo detrás del velo, su
existencia psicológica es medianamente simple. Una pequeña
pero clamorosa compañía de deseos, algunos imperativos
anhelos intelectuales y estéticos, algunos gustos, unas pocas
ideas rectoras o destacadas en medio de una gran corriente de
pensamientos inconexos, o mal conectados y en su mayoría
triviales, una cantidad de necesidades vitales más o menos
imperativas, alternancias de enfermedad y salud físicas, una
sucesión dispersa e inconsecuente de dichas y pesares, de
frecuentes trastornos y vicisitudes menores, y más raras y
fuertes búsquedas y rebeldías mentales o corporales, y a
través de eso toda la Naturaleza, en parte con la ayuda de su
pensamiento y voluntad, en parte sin ellos o a pesar de ellos,
disponiendo estas cosas en una forma toscamente práctica, en
un tolerable orden desordenado, este es el material de su
existencia. El ser humano común, en su existencia interior, es
tan burdo e indesarrollado como lo fue el pasado hombre
primitivo en su vida externa. Pero tan pronto profundizamos
en nosotros mismos —y el Yoga significa sumergirse en todas
las múltiples profundidades del alma—, nos hallamos
subjetivamente, como el hombre en su evolución se descubrió
objetivamente, rodeados por un mundo totalmente complejo
al que tenemos que conocer y conquistar.

El descubrimiento más desconcertante es hallar que


cada parte nuestra —intelecto, voluntad, mente sensoria, yo
nervioso o del deseo, corazón y cuerpo— tiene su compleja
individualidad y formación natural independientes del resto;
no coincide consigo misma ni con las demás ni con el ego
representativo que es la sombra lanzada por algún yo central
y centralizador sobre nuestra ignorancia superficial.
Descubrimos que estamos compuestos no por una sino por
muchas personalidades y cada cual tiene sus propias
exigencias y naturaleza diferente. Nuestro ser es un caos
toscamente constituido en el que hemos de introducir el
principio de un orden divino. Es más, descubrimos que
también interiormente, no menos que exteriormente, no
estamos solos en el mundo; la aguda separación de nuestro
ego no fue nada más que una fuerte imposición e ilusión; en
nosotros mismos no existimos, no vivimos en realidad aparte,
en intimidad o soledad interiores. Nuestra mente es una
maquina receptora, evolutiva y modificadora por la que, un
instante tras otro, constantemente, fluye una incesante
corriente extraña, una caudalosa masa de materiales
separados, desde arriba, desde abajo y desde afuera. Mucho
más de la mitad de nuestros pensamientos y sentimientos no
nos pertenecen en el sentido de tomar forma de nosotros
mismos; casi de nada puede decirse que sea verdaderamente
original en cuanto a nuestra naturaleza. Gran parte llega a
nosotros de los demás o del medio, como materia prima o
manufacturas; pero aun en mayor medida proviene de la
Naturaleza universal de aquí o de otros mundos y planos, y de
sus seres, poderes e influencias; pues estamos superados y
rodeados por otros planos de la conciencia, planos mentales,
planos vitales, planos materiales sutiles, de los que se
alimentan aquí nuestra vida y acción, somos alimentados,
presionados, dominados y utilizados para la manifestación de
sus formas y fuerzas. La dificultad de nuestra salvación
separada es incrementada inmensamente por esta
complejidad y múltiple apertura y sujeción a las desbordantes
energías del universo. Hemos de tener en cuenta todo esto
para encararlo, para conocer cual es la materia secreta de
nuestra naturaleza y sus movimientos constitutivos y
resultantes, y para crear en ella todo un centro divino y una
armonía verdadera un orden luminoso.

Sri Aurobindo
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LA META Y EL CAMINO HACIA LA META

La Vida, no un Más Allá remoto y silencioso ni extático y altamente


elevado—la Vida sola, es el campo de nuestro Yoga—. La transformación
de nuestro superficial, estrecho y fragmentario modo humano de pensar,
ver, sentir y ser en una conciencia espiritual profunda y amplia y una
existencia integrada interior y exterior, y de nuestra vida humana ordinaria
en el modo divino de vida debe ser su propósito central. El medio hacia
este fin supremo es una autoentrega de toda nuestra naturaleza a la
Divinidad. Todo lo que está dentro de nosotros debe entregarse a la
Divinidad, al Todo universal y al Supremo trascendente. Una absoluta
concentración de nuestra voluntad, de nuestro corazón y nuestro
pensamiento a la Divinidad única y múltiple, una autoconsagración sin
reservas de nuestro ser todo a la Divinidad sola, éste es el movimiento
decisivo, el giro del ego hacia Eso que es infinitamente mayor que él, su
autoentrega y sumisión indispensable.
La vida de la criatura humana, como por lo común se la vive, está
compuesta de una masa semifija y semifluida de pensamientos,
percepciones, sensaciones, emociones, deseos, goces y actos gobernados
muy imperfectamente, en su mayoría habituales y autorreiterativos, en
parte sólo dinámicos y autoevolutivos, pero todos centrados en torno de un
ego superficial. La suma del movimiento de estas actividades tiene por
resultado un desarrollo interno que es parcialmente visible y operativo en
esta vida, parcialmente una semilla de progreso en las vidas más allá. Este
crecimiento del ser consciente expansión, autoexpresión creciente y
desarrollo cada vez más armonizado de sus miembros componentes es el
significado total y todo el meollo de la existencia humana. Es para este
significativo desarrollo de la conciencia mediante pensamiento, voluntad,
emoción, deseo, acción y experiencia (que llevan al fin a un supremo
autodescubrimiento divino), que el hombre, el ser mental, entró en el
cuerpo material . Todo el resto es auxiliar y subordinado o accidental y
fútil; sólo importa lo que sostiene y ayuda a la evolución de su naturaleza y
al crecimiento o más bien a la progresiva evolución y descubrimiento de su
yo y espíritu.
El objetivo que se plantea a nuestro Yoga es nada menos que
apresurar aquí este objetivo supremo de nuestra existencia. Su proceso
deja detrás el ordinario y tardío método del crecimiento lento y confuso a
través de la evolución de la Naturaleza. Pues la evolución natural es, a lo
más, incierto crecimiento encubierto, en parte por presión del medio, en
parte por una educación a tientas y un propósito deliberado y mal
iluminado, y un uso parcialmente iluminado y semiautomático de
oportunidades con muchos errores, deslices y recaídas; gran parte de eso
se compone de accidentes, circunstancias y vicisitudes aparentes—aunque
velan una intención y guía secretas y divinas—. En el Yoga reemplazamos
este movimiento confuso, retorcido y de cangrejo con una evolución
rápida, consciente y autodirigida, planeada para llevarnos, lo más lejos
posible, en línea recta hacia la meta fijada ante nosotros. En cierto sentido
puede ser un error hablar de meta alguna en una progresión que bien
podría ser infinita. Empero, podemos concebir una meta inmediata, un
objetivo ulterior más allá de nuestro logro presente hacia el cual puede
aspirar el alma humana. Está ante él la posibilidad de un nuevo nacimiento,
puede haber un ascenso a un plano superior y más amplio del ser y su
descenso para transformar sus miembros. Es posible que una conciencia
agrandada e iluminada lo convierta en espíritu liberado y fuerza
perfeccionada, y, si se difunde más allá del individuo, incluso constituiría
una humanidad divina o una raza nueva, supramental y, por lo tanto,
superhumana. Concebimos este nuevo nacimiento en nuestro objetivo:
crecer en una conciencia divina es el significado total de nuestro Yoga: una
conversión integral a la divinidad no sólo del alma sino también de todas
las partes de nuestra naturaleza.

SRI AUROBINDO
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ARMONIZAR VIDA EXTERIOR E INTERIOR

En la existencia humana ordinaria la acción extrovertida supone


tres cuartas partes, o aún más, de nuestra vida. Sólo están las excepciones,
el santo y el vidente, el raro pensador, el poeta y el artista que pueden vivir
más dentro de ellos mismos; en verdad, éstos, al menos en las partes más
íntimas de su naturaleza, se modelan más en el pensamiento y sentimiento
interiores que en el acto superficial. Pero ninguno de estos lados está
separado del otro, sino que más bien una armonía de la vida interior y la
exterior unificadas plenamente y transfiguradas en un juego de algo más
allá de ellas creará la forma de una vida perfecta. Un Yoga de las obras,
una unión con la Divinidad en nuestra voluntad y actos -y no sólo en el
conocimiento y el sentimiento- es entonces indispensable, un elemento
inexpresablemente importante de un Yoga integral. La conversión de
nuestro pensamiento y sentimiento sin una conversión correspondiente del
espíritu y del cuerpo de nuestras obras sería un logro mutilado.

Pero si ha de efectuarse esta conversión total, debe haber una


consagración de nuestras acciones y movimientos externos, al igual que de
nuestra mente y corazón, a la Divinidad. Debe aceptarse y cumplirse
progresivamente una sumisión de nuestras capacidades de trabajo en
manos de un Poder mayor que está detrás de nosotros y debe desaparecer
nuestro sentido de ser el hacedor y el trabajador. Para un uso más directo,
debe entregarse todo en manos de la Voluntad divina que está oculta por
estas apariencias frontales; pues sólo mediante esa Voluntad graciosa es
posible nuestra acción. Un Poder oculto es el Señor verdadero y el
Observador que gobierna nuestros actos y sólo él conoce, a través de toda
la ignorancia, perversión y deformación introducida por el ego, su sentido
íntegro y su propósito último. Debe efectuarse una transformación
completa de nuestra vida y obras limitadas, distorsionadas y egoístas en un
efluvio mayor y directo de una Vida, Voluntad y Energía mayores y
divinas que ahora nos sostienen secretamente. Esta Voluntad y Energía
mayores deben tomar conciencia en nosotros y dominar; ya no deben,
como ahora, seguir siendo sólo una Fuerza superconsciente, elevadora y
graciosa. Debe lograrse una no distorsionada transmisión a través de
nosotros del propósito y proceso omnisapientes de un Poder omnisciente y
un Conocimiento omnipotente, ahora escondidos, que volcarán toda
nuestra naturaleza transmutada en su canal puro, inatascado, felizmente
gracioso y participante. Esta consagración y sumisión totales y esta íntegra
transformación resultante y transmisión libre forman el medio fundamental
total y el objetivo último de un Karma-Yoga integral.

...Pero aun cada cual debe seguir su naturaleza y hay siempre


dificultades que han de aceptarse por un tiempo si tenemos que proseguir
nuestro sendero natural del Yoga. Después de todo el Yoga es en primer
término un cambio de la conciencia y naturaleza interiores, y si el
equilibrio de nuestras partes es tal que éste debe efectuarse con inicial
exclusividad, dejando el resto para manejarlo después, debemos aceptar la
imperfección aparente del proceso. Empero la obra ideal de un Yoga
integral sería un movimiento, (incluso desde el principio) integral en su
proceso y total y multilateral en su progreso. En cualquier caso, nuestra
preocupación actual se refiere al Yoga, integral en su objetivo y
movimiento completo, pero partiendo de las obras y avanzando mediante
las obras aunque, a cada paso, cada vez movido en mayor proporción por
un vivificante amor divino y cada vez más iluminado por un auxiliador
conocimiento divino.
SRI AUROBINDO
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¿LIBRE ALBEDRÍO?

El máximo evangelio de las obras espirituales dado a la raza,


el más perfecto sistema del Karma Yoga conocido por el hombre en
el pasado se encuentra en el Bhagavad Gita. Su principio clave, su
método espiritual, puede resumirse como la unión de dos estados o
poderes máximos y supremos de la conciencia; la igualdad y la
unidad. El meollo de su método es una aceptación sin reservas de la
Divinidad en nuestra vida como en nuestro yo interior y espíritu. Un
renunciamiento interior al deseo personal conduce a la igualdad,
cumple nuestra total sumisión a la Divinidad, sostiene una
liberación del ego divisor que nos trae a la unidad. Pero esta debe
ser una unidad en la fuerza dinámica y no sólo en la paz estática o la
beatitud inactiva. El Gita nos promete libertad para el espíritu
hasta en medio de las obras y las plenas energías de la Naturaleza si
aceptamos la sujeción de todo nuestro ser a lo que es superior al ego
separador y limitador. Propone una actividad dinámica integral
fundada en una quieta pasividad; su secreto es una máxima acción
posible basada irrevocablemente en una calma inmóvil, libre
expresión de un supremo silencio interior.

Aquí todas las cosas son el único, indivisible, eterno,


trascendente y cósmico Brahman que, en su apariencia, está
dividido en las cosas y criaturas; en apariencia solamente, pues en
verdad es siempre único e igual en todas las cosas y criaturas, y la
división es solamente un fenómeno superficial. En la medida en que
vivimos en la apariencia ignorante, somos el ego y estamos sujetos a
las modalidades de la Naturaleza. Esclavizados en las apariencias,
atados a las dualidades, lanzados entre el bien y el mal, el pecado y
la virtud, el pesar y la dicha, el dolor y el placer, la buena fortuna y
el infortunio, el éxito y el fracaso, seguimos desamparadamente el
férreo o dorado giro de la rueda de Maya.
A lo más tenemos sólo la pobre libertad relativa a la que
ignorantemente llamamos libre albedrío. Pero en el fondo esto es
ilusorio, puesto que se trata del modo con que la Naturaleza se
expresa a través de nuestra voluntad personal; es la fuerza de la
Naturaleza, atrapándonos, no atrapada por nosotros, que determina
que queremos y cómo lo queremos.

La Naturaleza, no un ego independiente, escoge qué objeto


buscaremos, mediante razonada voluntad o irreflexivo impulso, en
cualquier momento de nuestra existencia. Si, por el contrario,
vivimos en la unificante realidad de Brahman, entonces
trascenderemos al ego y sobrepasamos a la Naturaleza. Pues
entonces volvemos a nuestro verdadero yo y nos convertimos en el
espíritu; en el espíritu estamos por encima del impulso de la
Naturaleza, superiores a sus modos y fuerzas. Alcanzando una
perfecta igualdad en el alma, la mente y el corazón, realizamos
nuestro verdadero yo en la unidad --- uno con todos los seres, uno
también con lo que expresa en ellos y en todo lo que vemos y
experimentamos. Esta igualdad y esta unidad son doble fundamento
necesario que debemos echar para un ser divino, una conciencia
divina, una acción divina. Sin ser uno con todos, espiritualmente no
somos divinos. Sin estar animados igualmente hacia todas las cosas,
sucesos y criaturas, no podemos ver espiritualmente, no podemos
conocer divinamente, no podemos sentir espiritualmente hacia los
demás. El Poder Supremo, el único Eterno e Infinito es igual para
todas las cosas y para todos los seres, y porque es igual, puede
actuar con absoluta sabiduría de acuerdo con la verdad de sus obras
y fuerza y de acuerdo con la verdad de cada cosa y de cada criatura.

Asimismo esta es la única libertad verdadera posible para el


hombre, una libertad que no puede menos que eclosionar su
separatividad mental y convertirse en el alma consciente en la
Naturaleza. La única voluntad libre en el mundo es la única Volunta
divina de la cual la Naturaleza es ejecutora; pues ella es ama y
creadora de todas las otras voluntades. El libre albedrío humano
puede ser real en un sentido, pero, como todas las cosas que
pertenecen a los términos de la Naturaleza, es sólo relativamente
real. La mente cabalga un remolino de fuerzas naturales, procura el
equilibrio entre diversas posibilidades, se inclina a un lado y a otro,
se afirma y tiene la sensación de escoger: pero no ve, ni siquiera
tiene conciencia de la Fuerza que, desde atrás, determinó su
elección. No puede verla, porque esa Fuerza es algo total e
indeterminado para nuestra visión. A lo más la mente sólo puede
distinguir, con aproximación a la claridad y precisión, algo de la
compleja variedad de particulares determinaciones por las que esta
Fuerza estructura sus incalculables propósitos. Parcial como es, la
mente cabalga una parte de la maquina sin conciencia de nueve
décimas partes de sus medios motores en el Tiempo y el medio, sin
conciencia de su preparación pasada y dirección futura; pero
porque está sobre la máquina, piensa que la dirige. En un sentido
importa: pues esa clara inclinación de la mente a la que llamamos
nuestra voluntad, ese firme establecimiento de la inclinación que se
nos presenta como elección deliberada, es uno de los más poderosos
determinantes de la Naturaleza; pero nunca es independiente ni
única. Detrás de esta pequeña acción instrumental de la voluntad
humana hay algo vasto, poderoso y eterno que supervisa la
tendencia a la inclinación y presiona sobre el giro de la voluntad. En
la Naturaleza hay una Verdad total, o incluso más allá o detrás de
ella, hay algo que determina todos los resultados; su presencia y
conocimiento secreto mantienen firmemente en el proceso de la
Naturaleza, una percepción dinámica y casi automática de las
relaciones correctas, de las necesidades variables persistentes, de los
pasos inevitables del movimiento. Hay una Voluntad divina secreta,
eterna e infinita, omnisciente y omnipotente, que se expresa en la
universalidad y en cada particularidad de todas estas cosas
aparentemente temporales y finitas, inconscientes o semiconscientes.
Este es el Poder o Presencia significados por el Gita cuando habla
del Señor dentro del corazón de todas la existencias que hace girar a
todas las criaturas como si estuviesen montadas sobre una máquina
por la ilusión de la Naturaleza.

Esta Voluntad divina no es un Poder o Presencia ajena; para


nosotros es algo íntimo y somos parte de ello; pues es nuestro propio
Yo supremo que lo posee y sostiene. Únicamente, no es nuestra
voluntad mental consciente; frecuentemente rechaza bastante lo que
nuestro consciente acepta y acepta lo que nuestra voluntad
consciente rechaza. Pues mientras este Uno secreto conoce a todos
en su totalidad y detalle, nuestra mente superficial sólo conoce una
pequeña parte de las cosas. Nuestra voluntad está consciente en la
mente, y lo que conoce sólo lo conoce por el pensamiento; la
voluntad divina para nosotros es superconsciente porque en su
esencia es supramental y conoce todo porque es todo. Nuestro Yo
supremo que posee y sostiene este Poder universal no es nuestro
ego-yo, no es nuestra Naturaleza personal; es algo trascendente y
universal de lo cual estas cosas más pequeñas son sólo superficie
espumosa y fluyente. Si sometemos nuestra voluntad y le
permitimos unirse a la voluntad del Eterno, entonces (y solo
entonces) lograremos una verdadera libertad; al vivir en la libertad
divina, no adheriremos más a esta voluntad encadenada
denominada libre, a una libertad-marioneta ignorante, ilusoria,
relativa, atada al error de sus propios motivos vitales y figuras
mentales inadecuadas.
SRI AUROBINDO
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LA TRANSFORMACIÓN
Cuando llevamos a la práctica la actitud de Purusha -
Prakriti, "todo el movimiento de la Naturaleza (Prakriti) se
convierte para su experiencia (desde Purusha) en un surgimiento
y caída de olas en la superficie que no produce diferencias en su
paz insondable, en su amplio deleite, en su vasta igualdad
universal ni en su irrestricta existencia divina."
Estas son las condiciones de nuestro esfuerzo y apuntan a
un ideal que puede expresarse en estas o equivalentes fórmulas: Vivir
en Dios y no en el ego; moverse, fundando vastamente, no en la
pequeña conciencia egoísta, sino en la conciencia del Todo-Alma y
del Trascendente.
Ser perfectamente igual en todos los sucesos y en todos los
seres, y verlos y sentirlos como uno solo consigo mismo y uno solo
con la Divinidad; sentir todo en sí mismo y todo en Dios; sentir a
Dios en todo y a sí mismo en todo.
Actuar en Dios y no en el ego. Y aquí, primero, no elegir
la acción por referencia a necesidades y normas personales, sino
obedeciendo los dictados de la suprema Verdad viviente que está
por encima de nosotros. Luego, tan pronto como estemos
suficientemente fundados en la conciencia espiritual, no actuar
ya más mediante nuestra voluntad o movimiento separados, sino
permitir cada vez más que la acción se produzca y desarrolle
bajo impulso y guía de una Voluntad divina que nos sobrepasa. Y
por último el resultado supremo; ser exaltado a una identidad en
el conocimiento, fuerza, conciencia, acción y dicha de la
existencia con la Divina Shakti; sentir un movimiento dinámico
no dominado por deseo mortal, ni instinto vital, ni impulso e
ilusorio libre albedrío mental, sino concebido y evolucionado
luminosamente en un autodeleite inmortal y un autoconocimiento
infinito. Pues esta es la acción que llega mediante una sujeción
consciente y una fusión del hombre natural en el Yo divino y en
el Espíritu eterno; es el Espíritu que trasciende y guía por
siempre esta Naturaleza mundana.

COMENTARIO
Para la persona no iniciada en la terminología empleada por Sri Aurobindo puede
resultar difícil la comprensión de algunos de sus párrafos. Es para estas personas para
quienes se da el siguiente comentario que de ninguna manera trata de sustituir al texto
del Gran conocedor de lo humano:
Purusha: Lo personal, digamos lo íntimo, la esencia del Ser, el ojo que ve, la
consciencia que se da cuenta... inmutable, quieto. El que ve, el que contiene.
Prakriti: Lo impersonal, los instrumentos, la parte del ser accesoria, lo que
puede ser visto, aquello de o sobre lo que Purusha se da cuenta..., mutable,
en movimiento. Lo visto, lo contenido.
Todo el movimiento de la Naturaleza (Prakriti):
-Sensaciones del cuerpo físico, dolor, placer, relajación, cansancio,
descanso, necesidad, frío, calor..., por extensión todas las sensaciones
llegadas del mundo físico a través de los sentidos vista, oído...
-Funciones del sistema psicológico (la mal llamada mente), percepciones,
pensamientos, sentimientos, estados de ánimo, deseo, interés o preferencia...,
por extensión todas las percepciones llegadas del mundo psicológico,
recuerdo, imaginación, gusto o disgusto...
Purusha está ubicado en la tercera dimensión de nuestro Ser, la Consciencia.
Prakriti es cuanto forma nuestra primera dimensión (físico, material) y
segunda (psicológico, inmaterial).

SRI AUROBINDO
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LA LEY DEL SACRIFICIO


Esta idea más honda de la ley mundial está en el meollo
de la doctrina que sobre las obras da el Gita; el núcleo de su
doctrina es una unión espiritual con el Supremo mediante el
sacrificio, una autoentrega sin reservas al Eterno. La concepción
vulgar del sacrificio es un acto de dolorosa autoinmolación, de
austera mortificación de autoanulación difícil; ese género de
sacrificio puede llegar incluso hasta la automutilación y la
autotortura. Estas cosas pueden ser temporariamente necesarias
en el duro esfuerzo humano por superar el yo natural; si el
egoísmo es violento y obstinado, a veces ha de encontrar como
respuesta una fuerte represión interna y una violencia que lo
contrabalancee. Pero el Gita no anima ninguna clase de abuso de
violencia sobre uno mismo; pues el yo inferior es realmente la
Deidad que evoluciona, es Krishna, es la Divinidad; no ha de ser
perturbado ni torturado como los Titanes del mundo lo perturban
y torturan, sino crecientemente fomentado, apreciando, abierto
luminosamente a una Luz, fortaleza, dicha y amplitud divinas. No
es al propio yo sino a la banda de enemigos interiores del espíritu
que tenemos que desanimar, desalojar, eliminar sobre el altar de
la evolución espiritual; estos pueden ser extirpados sin
miramientos; sus nombres son: deseo, ira, inecuanimidad, codicia
y apego a los goces y dolores externos; son la cohorte de
demonios usurpadores causantes de los errores y sufrimientos del
alma. Han de considerarse no como parte nuestra sino como
intrusos y pervertidores de la naturaleza real y más divina de
nuestro yo; han de ser sacrificados en el más severo sentido de la
palabra, cualquiera que sea el dolor que, por reflejo, puedan
lanzar sobre la conciencia de quien busca la perfección.

Mas la verdadera esencia del sacrificio no es la


autoinmolación, es la autoentrega; su objeto no es la
autoeliminación sino la autorealización; su método no es la
automortificación sino una vida mayor; no es una automutilación
sino una transformación de nuestras partes humanas naturales en
miembros divinos, no en una autotortura sino un pasaje de una
satisfacción inferior a un Ananda mayor. Para una parte inmadura
o turbia de la naturaleza superficial hay sólo una cosa dolorosa, al
comienzo, es la disciplina que se exige indispensablemente, la
necesaria negación para la fusión del ego incompleto; mas para
eso puede haber una rápida y enorme compensación en el
descubrimiento de un completamiento real, mayor y último, en
los demás, en todas las cosas, en la unidad cósmica, en la libertad
del Yo y Espíritu trascendentales, en el arrobamiento del contacto
de la Divinidad. Nuestro sacrificio no es una entrega sin
devolución alguna ni una aceptación fructífera de la otra parte; es
un intercambio entre el alma encarnada y la Naturaleza
consciente en nosotros y el Espíritu eterno. Pues aunque no se
exige devolución, en nosotros existe un conocimiento profundo
de que es inevitable una maravillosa devolución. El alma sabe
que no se entrega a Dios en vano; sin reclamar nada, recibe, con
todo, la riqueza infinita del Poder y Presencia divinos.

SRI AUROBINDO
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EL SECRETO DE LA VIDA
Primera realización

Hay una percepción fundamental, indispensable


para cualquier conocimiento integral o experiencia
multilateral del Infinito. Consiste en captar la Divinidad
en su yo y verdad esenciales, no alterados por las formas
ni los fenómenos. De lo contrario es probable que
quedemos atrapados en la red de las apariencias o
vaguemos confusamente en una caótica multitud de
aspectos cósmicos o particulares, y si evitamos esta
confusión, será al precio de encadenarnos a alguna
fórmula mental o encerrarnos en una experiencia
personal limitada.

La única verdad segura que todo lo concilia y


que es el fundamento mismo del universo consiste en
que la vida es manifestación de un Yo y Espíritu
increados, y la clave del oculto secreto de la vida es la
verdadera relación de Espíritu con sus propias
experiencias creadas. Detrás de toda esta vida está la
visión de un Ser eterno sobre sus devenires
multitudinarios; en derredor y por doquier está en ella la
envoltura y penetración de una manifestación en el
tiempo por parte de un Eterno inmanifestado e
intemporal. Mas este conocimiento no tiene valor para el
Yoga si es sólo noción intelectual y metafísica exenta de
vida y estéril en cuanto a consecuencias; una realización
mental sola no puede bastar a quien busca la perfección.
Pues lo que el Yoga procura no es la verdad del
pensamiento solo ni la verdad de la mente sola, sino la
verdad dinámica de una experiencia espiritual viva y
reveladora.

Debe despertar en nosotros una constante


proximidad inmanente y envolvente, una percepción
vívida, un sentimiento y comunión íntimos, un sentido y
contacto concretos de la Presencia verdadera e infinita,
siempre y por doquier. Esa Presencia debe permanecer
con nosotros como la realidad viva y penetrante en la
que nosotros y todas las cosas existen, se mueven y
actúan, y debemos sentir siempre y por doquier, todas
las cosas concretas, visibles e inmanentes; debe resultar
patente para nosotros como su verdadero Yo, tangible
como su Esencia imperecedera, encontrándola tan
íntimamente como su espíritu más recóndito. La
experiencia fundamental que debe englobar todo otro
conocimiento es ver, sentir, experimentar y tomar
contacto, de toda manera (y no concebir meramente)
este Yo y Espíritu aquí en todas las existencias y sentir
con igual vividez todas la existencias en este Yo y
Espíritu.

Este Yo infinito y eterno de las cosas es una


Realidad omnipresente, una existencia única por doquier;
es una sola presencia unificadora que no difiere en
criaturas diferentes; puede encontrarse, verse o sentirse
íntegramente en cada alma o cada forma en el universo.
Pues su infinitud es espiritual y esencial y no meramente
una ilimitabilidad en el Espacio o una interminabilidad en
el Tiempo; el infinito puede sentirse en un átomo
infinitesimal o en un segundo de tiempo tan
convincentemente como en un lapso de eones o en la
formidable enormidad de los espacios intersolares. Ese
conocimiento o experiencias puede empezar en todas
partes y expresarse a través de cualquier cosa; pues la
Divinidad está en todo, y todo es la Divinidad.
SRI AUROBINDO
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EL SER PSIQUICO O ALMA

La naturaleza misma del alma o del ser psíquico consiste


en volverse hacia la Verdad Divina como el mirasol lo hace hacia el
astro rey; acepta y se adhiere a todo cuanto es divino o enderezado a
la divinidad y se aparta de todo cuanto es su perversión o negación,
de todo cuanto es falso y no divino. Empero el alma al principio es
sólo una chispa y luego una llamita de la deidad, encendida en
medio de una gran oscuridad; pues la mayor parte está velada en su
santuario interior y para revelarse ha de convocar a la mente, a la
fuerza vital y a la conciencia física, persuadiéndolas, lo mejor
posible, para expresarla; por lo común, a lo más logra cubrir su
exterior con su luz interior, modificando con su purificadora fineza
sus lóbregas oscuridades o su mezcla más burda. Hasta cuando hay
un ser psíquico formado, capaz de expresarse con cierta orientación
vital, en general no se trata sino de una más pequeña porción del ser
-"no mayor en lo corporal que el pulgar humano", según la imagen
de los antiguos videntes-, y no siempre puede prevalecer contra la
oscuridad e ignorante pequeñez de la conciencia física, contra la
equivocada seguridad de la mente, ni la arrogancia y vehemencia de
la naturaleza vital. Esta alma está obligada a aceptar la vida humana
mental, emotiva y sensitiva tal como es, sus relaciones, sus
actividades, sus anheladas formas y figuras; ha de esforzarse por
liberar e incrementar el elemento divino en toda esta verdad relativa
mezclada con el continuo error falsificante, este amor puesto al
servicio del cuerpo animal o de la satisfacción del ego vital, esta
vida de la humanidad promedio con raros y pálidos vislumbres de la
Deidad y los más oscuros horrores demoníacos y brutales.
Inequívoca en cuanto a su esencia volitiva, a menudo, bajo la
presión de sus instrumentos, está obligada a someterse a los errores
de la acción a la desubicación sentimental, a la errónea elección
personal y a los errores de la forma exacta de su voluntad, dentro de
las circunstancias de su expresión del infalible ideal interior.
Empero, dentro de ella hay una adivinación que es guía más segura
que la razón o incluso que el deseo superior, y a través de errores y
tropiezos aparentes, su voz puede aun conducir mejor que el preciso
intelecto y el ponderante juicio mental. Esta voz del alma no es lo
que llamamos conciencia, pues es sólo un equívoco sustituto mental
y a menudo convencional; se trata de un llamado más hondo, raras
veces oído; empero lo más sabio es seguirlo tan pronto se lo oye:
además es mejor vagar ante el llamado de la propia alma que
marchar en apariencia directamente con la razón y el mentor moral
externo. Más sólo cuando la vida se vuelve hacia la Divinidad, el
alma puede en verdad avanzar e imponer su poder sobre los
miembros externos; pues al ser una chispa de la Divinidad, su
verdadera vida y su razón misma de existencia es aumentar su llama
en pos de la Divinidad.

En cierta etapa del Yoga, cuando la mente está


suficientemente aquietada y ya no se apoya, a cada paso, en la
suficiencia de sus certidumbres mentales, cuando lo vital se afirmó y
sometió y no insiste ya constantemente sobre su voluntad, exigencia
y deseo temerarios, cuando lo físico cambió lo bastante como para
no enterrar por completo la llama interior bajo la masa de su
exterioridad, oscuridad e inercia, un ser recóndito, oculto en lo
interior y sólo sentido en sus raras influencias es capaz de avanzar e
iluminar el resto, asumiendo la dirección del sadhana. Su carácter es
una orientación unidireccional hacia la Divinidad o el Supremo,
unidireccional y con todo dúctil en cuanto a la acción y movimiento;
no crea una rígida dirección como el intelecto unidireccional o un
fanatismo de la idea o impulso reinante como la unidireccional
fuerza vital; en todo momento y con maleable seguridad señala el
camino de la Verdad, distingue automáticamente el paso correcto del
falso, libera el movimiento divino u orientado hacia Dios de la
pegajosa mezcla de lo no divino. Su acción es como la de un
reflector que señala todo lo que ha de cambiarse en la naturaleza;
tiene en sí una llama volitiva que insiste en la perfección, en una
trasmutación alquímica de toda la existencia interior y exterior. Ve
por doquier la esencia divina pero rechaza la mera máscara y el
disfraz. Insiste en la Verdad, voluntad, fortaleza y dominio, en la
Dicha, el Amor y la Belleza, pero en una Verdad del Conocimiento
inmanente que sobrepasa la mera verdad práctica y momentánea de
la Ignorancia, en una dicha interior y no en un mero placer vital
-pues prefiere un sufrimiento y pesar purificadores antes que
satisfacciones degradantes- en el halado amor ascendente,
desvinculado de egoístas apetencias, sin sus pies hundidos en el
barro, en la belleza restaurada para su sacerdocio interpretativo del
Eterno y en la fortaleza, voluntad y dominio como instrumentos no
del ego sino del Espíritu. Su voluntad tiende a la divinización de la
vida, a la expresión de una Verdad superior a través de ella y a su
dedicación a la Divinidad y al Eterno

SRI AUROBINDO
ACTO DE ADORACIÓN, EL ESPÍRITU DE LAS PROPIAS OBRAS

Así es posible tornar la vida en acto de adoración del Supremo


mediante el espíritu de las propias obras, pues como dice el Gita: "De
quien me brinda con afecto de adoración una hoja, una flor, un fruto o
un vaso de agua, tomo y disfruto esa ofrenda de su devoción" y no sólo
puede ofrecerse así cualquier consagrado don externo con amor y
devoción, sino también todos nuestros pensamientos, todos nuestros
sentimientos y sensaciones, todas nuestras actividades externas y sus
formas y objetos pueden ser esos dones para el Eterno. Es cierto que el
acto o forma especiales de la acción tienen su importancia (incluso
gran importancia), pero es el espíritu del acto el factor esencial; el
espíritu cuyo símbolo o expresión materializada le da su valor total y
significación justificadora. O puede decirse que un acto completo de
amor y adoración divinos implica tres partes que son expresiones de
una sola totalidad -una adoración práctica de la Divinidad en el acto,
un símbolo de adoración en la forma del acto expresado, alguna visión
o búsqueda o alguna relación con la Divinidad, y una adoración y
anhelo interiores de la unidad o sentimiento de unidad en el corazón,
alma y espíritu- Es así como la vida puede cambiarse en adoración,
dejando detrás de ella el espíritu de un amor trascendente y universal,
la búsqueda de la unidad, el sentido de la unidad; haciendo de cada
acto un símbolo, una expresión de emoción teísta o relación con la
Divinidad; convirtiendo cuanto hacemos en acto de adoración, acto de
comunión anímica, de entendimiento mental,

SRI AUROBINDO

Lecturas selectas
SUBORDINACIÓN Y DESEPARICIÓN DEL EGO-DESEO

Toda la dificultad en encarar espiritualmente las obras de la vida


surge porque la voluntad-en-la-vida para los fines de la Ignorancia
creó un género falso de alma del deseo sustituyendo así la chispa de
la Divinidad que es la psiques verdadera. Todas o la mayoría de las
obras de la vida están en la actualidad o parecen ser accionadas o
viciadas por esta alma del deseo; hasta quienes son éticos o
religiosos, hasta quienes tienen la apariencia del altruismo, de la
filantropía, del autosacrificio y la autonegación están traspasadas por
ella. Esta alma del deseo es un alma separativa; pugna siempre,
abiertamente o bajo máscaras más o menos brillantes, por su propio
crecimiento, posesión, goce, conquista e imperio. Si la Vida debe
librarse de la maldición del desasosiego, la desarmonía y la
perversión, al alma verdadera, al ser psíquico debe acordársele su
sitio rector y debe haber una disolución del alma falsa del deseo y del
ego. Pero esto no significa que deba forzarse o negarse a la vida
misma su innato lineamiento de realización; pues detrás de esta alma
exterior del deseo hay en nosotros un ser vital interior y verdadero
que no ha de disolverse sino que ha de ponerse de relieve y en su
verdadero accionar como poder de la Naturaleza Divina. La
relevancia de este ser vital verdadero bajo la orientación de la
verdadera alma recóndita, dentro de nosotros, es la condición para la
realización divina de los objetos de la Fuerza Vital. Estos objetos
seguirán incluso siendo los mismos en esencia, pero transformados
en su motivación interior y carácter exterior. El Poder Vital Divino
será también un anhelo evolutivo, una fuerza de autoafirmación, pero
afirmación de la Divinidad dentro de nosotros, no de la pequeña
personalidad temporaria sobre la superficie -un desarrollo en el
verdadero Individuo divino, el ser central, la persona secreta e
imperecedera, que puede emerger sólo por subordinación y
desaparición del ego. Este es el verdadero objeto de la vida:
crecimiento, pero crecimiento del espíritu en la Naturaleza,
afirmándose y desarrollándose en la mente, la vida y el cuerpo;
posesión, pero posesión por la Divinidad de la Divinidad en todas las
cosas, y no en las cosas en sí por el deseo del ego; goce, pero goce
del Ananda divino en el universo; batalla, conquista e imperio en la
forma de un conflicto victorioso con los Poderes de la Oscuridad, una
autonorma y dominio espirituales e íntegros sobre la Naturaleza
interior y exterior, una conquista por parte del Conocimiento, del
Amor y la Voluntad Divina sobre los dominios de la Ignorancia.

Estas son las condiciones y éstos deben ser los objetivos de la


efectivización divina en las obras de la Vida y en su progresiva
transformación que es el tercer elemento del sacrificio triple. El
objeto del Yoga no es una racionalización sino una
supramentalización, no una moralización sino una espiritualización
de la vida. No es el manejo de externalidades ni superficiales motivos
psicológicos su propósito principal, sino una nueva fundación de la
vida y su acción sobre su elemento oculto divino; pues sólo tal
refundación de la vida puede provocar su gobierno directo mediante
el Divino Poder secreto que está por encima de nosotros y su
transfiguración en una expresión manifiesta de la Divinidad, no
siendo como ahora un disfraz y una desfigurante máscara del Actor
eterno. Es un cambio espiritual esencial de la conciencia, no el
manejo superficial, el método de la Mente ni la Razón los que pueden
hacer a la Vida distinta que en la actualidad, rescatándola de su
presente figura afligida y ambigua.

SRI AUROBINDO

Lecturas selectas
DESEO, IMPULSO VITAL, EGO, REEMPLAZADOS POR EL SER
PSÍQUICO

Hay tres condiciones indispensables para el


logro de la revolución central interior y la nueva
formación; ninguna de ellas es completamente suficiente en sí,
sino que mediante su triple poder unificado puede efectuarse la
elevación y la conversión, y en forma integral. Pues, en primer lugar,
la vida tal cual es se trata de un movimiento del deseo y construyó
en nosotros, como su centro un alma del deseo que refiere a sí
misma todos los movimientos de la vida, poniendo en ellos su propio
matiz y dolor perturbados de esfuerzo ignorante, semiencendido y
frustrado: para una vida divina el deseo debe ser abolido y
reemplazado por un poder motor más puro y firme, el alma
atormentada del deseo debe ser disuelta y, en su lugar, debe emerger
la calma, fortaleza y felicidad de un verdadero ser vital (ser
psíquico) actualmente oculto dentro de nosotros. Seguidamente, la
vida tal cual es, constituye principalmente sierva y cómplice del
impulso vital ignorante, pero también, en parte, su guía y mentora
torpe y no demasiado luminosa ni competente; para una vida divina,
la mente y el impulso vital no deben ser otra cosa que instrumentos y
el ser psíquico recóndito debe ubicarse como guía del sendero y
señalador de una oritentación divina. Por último, la vida tal cual es
se vuelca hacia la satisfacción del ego separativo; el ego debe
desaparecer y reemplazarse por la persona verdaderamente
espiritual, por el ser central (ser psíquico), y la vida misma debe
volcarse hacia el logro de la Divinidad en la existencia terrestre;
debe sentir una Fuerza Divina que despierta dentro de ella,
convirtiéndose en obediente instrumentación de su propósito.

CONSIDERACIONES:
Para una VIDA MAYOR, La inercia (acción de rutinas e instintos) de deseo,
impulso vital y ego han de ser reemplazados por el Ser Psíquico, el alma
verdadera, oculta (en nuestra actual etapa de evolución), que ha de salir a la luz.

SRI AUROBINDO
Lecturas selectas
CESACIÓN DEL DESEO

Una perfecta igualdad espiritual es el único signo


verdadero e infalible de la cesación del deseo
-ver con ecuanimidad todas las cosas; inconmovible ante la dicha y el
pesar, lo placentero y lo desagradable, el éxito o el fracaso; observar
equilibradamente lo alto y lo bajo, al amigo y al enemigo, al virtuoso y
al pecador; ver en todos los seres la manifestación múltiple del Uno y
en todas las cosas el juego multitudinario o la lenta evolución
enmascarada del Espíritu encarnado-. El estado al que se tiende no es
quietud mental, aislamiento ni indiferencia, inerte sosiego vital ni
pasividad de la conciencia física que no acepta movimiento alguno,
aunque estas cosas se confunden a veces con este estado espiritual,
sino una vasta y abarcante universalidad inconmovida como la del
Espíritu Testigo que está detrás de la Naturaleza. Pues aquí todo
parece una organización móvil, semiordenada y semiconfusa de
fuerzas, pero detrás de ellas puede sentirse paz, silencio y amplitud
sustentadores, no inertes sino calmos, no impotentes sino
potencialmente omnipotentes con energía concentrada, estable inmóvil
en sí, capaz de trasportar todos los movimientos del universo. Esta
presencia que está detrás es ecuánime ante todas las cosas: la energía
que retiene en sí puede liberarse para cualquier acción, pero ningún
deseo escogerá la acción en el Espíritu Testigo; actúa una Verdad que
está más allá y es mayor que la acción misma o sus formas o impulsos
aparentes, está más allá y es mayor que la mente, la fuerza vital o el
cuerpo, aunque a los fines inmediatos asuma una apariencia mental,
vital o física. Cuando se produce esta muerte del deseo y esta amplitud
calma y pareja en toda la conciencia, el verdadero ser vital que está
dentro de nosotros sale del velo y manifiesta su propia presencia
calma, intensa y potente. Pues esa es la verdadera naturaleza del ser
vital, es una proyección del Purusha Divino en la vida -tranquilo,
fuerte, luminoso, multienergético, obediente ante la Voluntad Divina,
sin ego, pero capaz de toda acción, logro y empresa suprema o
máxima. La verdadera Fuerza Vital ya no se revela como esta energía
superficial perturbada, acosada, dividida y pugnaz, sino como Poder
Divino, grande y radiante, pleno de paz, fortaleza y bienaventuranza,
como vasto Ángel de Vida envolviendo al universo con sus alas
dotadas de Poderío.

CONSIDERACIONES:
El deseo es movido por los intereses, valoraciones, apreciaciones... que ha forjado
la “historia personal” del individuo en un ego central limitado. Si cesa el deseo
cesarán todos esos condicionamientos y limitaciones propios de un ser pequeño.
Cuando se detiene el pensamiento se abren las puertas a la luz de la Consciencia,
cuando cesa el deseo (condicionado, determinado, verdad a medias) se abren las
puertas a la fuerza de la Voluntad (incondicionada, verdad total).

SRI AUROBINDO
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LA VISIÓN DEL ALMA

Con todo es insuficiente esta transformación en


una grande fortaleza e igualdad; pues si bien pone ante
nosotros la instrumentación de una Vida divina, no nos
proporciona su gobierno ni iniciativa. Es aquí donde
interviene la presencia del ser psíquico liberado; no
acuerda el gobierno ni dirección supremos -pues no es
esa su función- sino que, durante la transición de la
ignorancia al Conocimiento divino, suministra una guía
progresiva para la vida y acción internas y externas:
indica a cada instante el método, el camino, los pasos
que llevarán al estado espiritual realizado en el que una
suprema iniciativa dinámica estará siempre allí
dirigiendo las actividades de una Fuerza Vital divinizada.
La luz que esparce ilumina a las otras partes de la
naturaleza que, a falta de una guía mejor que sus
propios poderes confusos y vacilantes, vagaron en los
estratos de la Ignorancia; acuerda a la mente el
sentimiento intrínseco de los pensamientos y las
percepciones, brinda a la vida el sentido infalible en los
movimientos descarriados o desorientadores y en
aquellos que están bien inspirados; algo parecido a un
tranquilo oráculo surgiendo del interior revela las
causas de nuestros tropiezos, advierte oportunamente
contra su reiteración, extrae de la experiencia y la
intuición la ley (no rígida sino dúctil), de una dirección
justa de nuestros actos, de un paso correcto y de un
impulso preciso. Se crea una voluntad que se pone más
en consonancia con la Verdad evolutiva que con los
circulares y aleatorios laberintos de un error acosante.
Una determinada orientación hacia la Luz mayor, un
instinto del alma un tacto e introspección psíquicos
dentro de la sustancia, movimiento e intención
verdaderos de las cosas, que se aproxima siempre cada
vez más a una visión espiritual, a un conocimiento por
contacto interior, por visión e incluso identidad
interiores, empiezan a reemplazar a la sagacidad
superficial del juicio mental y a las ávidas captaciones
de la fuerza vital. Las obras de la Vida escapan de la
confusión, sustituyen el orden artificial o legal impuesto
por el intelecto y la norma arbitraria del deseo con la
guía de la visión interior del alma, ingresando en los
senderos profundos del Espíritu. Por sobre todo, el ser
psíquico impone en la vida la ley del sacrificio de todas
sus obras como una ofrenda al Divino y Eterno. La Vida
se convierte en un llamado a lo que está más allá de la
Vida; hasta el acto más pequeño se agranda con el
sentido del Infinito.

SRI AUROBINDO

Lecturas selectas
SUPERFICIE Y PROFUNDIDAD DEL SER
En este proceso y en una primera etapa es evidente que
lo que sabemos de nosotros mismos y de nuestra existencia
actual, es sólo formación representativa, actividad superficial,
mutable resultado externo de una vasta masa de existencia
oculta. Nuestra vida visible y las acciones de esa vida no son
más que una serie de expresiones significativas, pero lo que trata
de expresar no está en la superficie; nuestra existencia es algo
mucho mayor que este aparente ser frontal que suponemos
nosotros que es y que suponemos del mundo que nos rodea.
Este ser frontal y externo es una confusa amalgama de
formaciones mentales, movimientos vitales y funciones físicas de
las que hasta un análisis exhaustivo de sus partes componentes
y maquinaria no llega a revelar todo el secreto. Solo cuando
vamos por detrás, por debajo y por arriba de los ocultos trechos
de nuestros ser, podemos conocerlo; el escrutinio y
manipulación superficiales, más completos y agudos, no pueden
darnos la comprensión verdadera ni el control completamente
efectivo de nuestra vida, de sus finalidades ni actividades; en
verdad, esa incapacidad es la causa del fracaso de la razón, de la
moralidad y de toda otra acción superficial para controlar, liberar
y perfeccionar la vida de la raza humana. Pues hasta debajo de
nuestra más oscura conciencia física hay un ser subconsciente
en el que, como base que cubre y sostiene, se halla toda suerte
de semillas escondidas que brotan, incontablemente para
nosotros, en nuestra superficie y en la que constantemente
arrojamos nuevas semillas que prolongan nuestro pasado e
influirán en nuestro futuro -un ser subconsciente, oscuro,
pequeño en sus movimientos, caprichosa y casi fantásticamente
subracional, pero de inmensa potencia para la vida terrena.
Además, detrás de nuestra mente, de nuestra vida y de nuestra
conciencia física hay una gran conciencia subliminal-, hay
ámbitos físicos interiores mentales, interiores vitales, e interiores
más sutiles sustentados por una existencia psíquica recóndita
que es el alma conectora con todo el resto; y en estos ámbitos
ocultos reside también una masa de numerosas personalidades
preexistentes que suministran el material, las fuerzas motoras y
los impulsos de nuestra existencia superficial en desarrollo. Pues
en cada uno de nosotros puede haber aquí una persona central,
pero también una multitud de personalidades subordinadas
creadas por la historia pasada de su manifestación o por la
expresión de ella en estos planos interiores que sostienen su
juego actual en este cosmos material externo. Y mientras en
nuestra superficie estamos segregados de todo cuanto nos
rodea, excepto a través de nuestra mente y contacto sensorio
exteriores que liberan una pequeña porción nuestra al mundo, o
del mundo a nosotros, en estos ámbitos interiores la barrera
entre nosotros y el resto de la existencia es delgada y se rompe
con facilidad; allí sentimos a la vez -no inferimos meramente de
sus resultados, sino que sentimos directamente- la acción de las
fuerzas mundanas secretas, de las fuerzas mentales, de las
fuerzas vitales y de las sutiles fuerzas físicas que constituyen la
existencia universal e individual; hasta seremos capaces, si lo
queremos y nos preparamos para ello, de echar mano sobre
estas fuerzas mundanas que se lanzan sobre nosotros o que nos
rodean, y de controlarlas cada vez más o, al menos, modificar
vigorosamente su acción sobre nosotros y los demás, y sus
formulaciones y movimientos. Empero, por encima de nuestra
mente humana hay ámbitos aun mayores, superconscientes para
ella, y de allí descienden secretamente influencias, poderes y
contactos que son aquí los determinantes originales de las cosas
y, si se los convocase en su plenitud, podrían alterar por
completo la factura y economía totales de la vida en el universo
material.

SRI AUROBINDO
Lecturas selectas

DE LA MENTE A LA CONSCIENCIA

Cualquier norma o aceptación o repudio


meramente mentales son ajenos a la finalidad y método
de su disciplina, todo debe llevarse a una altura espiritual
y ubicarse en una base espiritual; la presencia de un
cambio espiritual interior y de una transformación
externa debe tener vigencia sobre la totalidad de la vida
y no meramente sobre una parte de ella; debe aceptarse
todo lo que sea útil o admisible para este cambio; debe
rechazarse todo lo que sea incapaz o inapropiado o que
rehúse someterse al movimiento transformador. No debe
haber apego a ninguna forma de las cosas ni de la vida, a
ningún objeto ni actividad; si es menester hay que
renunciar a todo; debe admitirse todo lo que la Divinidad
escoja como material de la vida divina. Mas lo que acepte
o rechace no debe estribar en la mente ni en la voluntad
vital franca o disfrazada del deseo ni del sentido ético,
sino en la insistencia del ser psíquico, en el mandato de la
Guía Divina del Yoga, en la visión del Yo o Espíritu
superior y en la iluminada orientación del Maestro. La vía
espiritual no es la vía mental; una norma o conciencia
mentales no pueden ser su determinante ni su guía.

De igual manera, una combinación o compromiso


entre ambos órdenes de la conciencia, el espiritual y el
mental o el espiritual y el vital o una mera sublimación de
lo interior de la vida exteriormente inmodificada no
puede ser la ley ni el objetivo del Yoga. Debe asumirse
toda la vida pero en igual medida toda la vida debe
transformarse; todo debe llegar a ser parte, forma y
expresión adecuada de un ser espiritual en la naturaleza
supramental. Esta es la cima y movimiento culminante de
la evolución espiritual del mundo material, y así como el
cambio desde el animal vital hasta el hombre mental hizo
de la vida otra cosa, por completo, en la conciencia básica,
en la perspectiva y significación, de igual manera este
cambio desde el ser mental materializado al ser espiritual
y supramental que usa la Materia, pero no es dominado
por ella, debe asumir la vida y convertirla por completo en
otra cosas distinta de lo humano, defectuoso e
imperfecto, muy distinta en su conciencia básica,
perspectiva y significación. Deben desaparecer todas las
formas de la vida que no puedan soportar el cambio; todo
cuanto puede afrontarlo sobrevivirá e ingresará en el
Reino del Espíritu, actúa una Fuerza divina que escogerá a
cada instante lo que ha de hacerse y lo que no ha de
hacerse, lo que ha de encararse momentánea o
permanentemente y lo que ha de abandonarse
momentánea o permanentemente. Pues descontando que
con eso no sustituimos nuestro deseo ni nuestro ego, y
que para ese fin el alma debe estar siempre despierta,
siempre en guardia, viva para la orientación divina y
resistente ante el no divino descarrío tanto desde dentro
como desde fuera de nosotros, esa Fuerza es suficiente y
única competente, y nos conducirá hacia la realización
según modos y medios tan grandes, interiores y complejos
que la mente no los puede seguir y mucho menos dictar.
Es un camino arduo, difícil y peligroso, pero no hay otro.
Hay dos normas que disminuirán la dificultad y
eliminarán el peligro. Debe rechazarse todo cuanto
provenga del ego, del deseo vital, de la mera mente y de
su presuntuosa incompetencia razonadora; todo cuanto
administra a estos agentes de la Ignorancia. Debe
aprenderse a oír y acatar la voz del alma recóndita, la
dirección del Gurú, el mandato del Maestro y el accionar
de la Madre Divina. Quien se apegue a los deseos y
debilidades carnales, a las apetencias y pasiones de lo
vital en su turbulenta ignorancia, a los dictados de su
mente impersonal no silenciada ni iluminada por un
conocimiento mayor, no puede descubrir la verdadera ley
interior y amontona obstáculos en el camino de la
realización divina. Quien es capaz de detectar y renunciar
a esos oscuros medios y de seguir al Guía verdadero,
descubrirá interior y exteriormente la Ley espiritual,
alcanzando la meta del Yoga.
SRI AUROBINDO UN PIONERO Y UN VISIONARIO

Sri Aurobindo, un erudito. . . Sri Aurobindo nació en Calcuta el 15 de agosto de 1872. A la


edad de 7 años, su padre lo envió a Inglaterra para sus estudios. Alumno brillante, aprende
latín, griego, francés y se familiariza lo suficiente con el alemán e italiano como para leer a
Goethe y Dante . A los 21 años , vuelve a India y pasa 13 años en los servicios
administrativos de Baroda.

...un revolucionario....A los 34 años, se traslada a Calcuta donde es nombrado Director del
nuevo Colegio Nacional de Bengala y se une públicamente al movimiento de liberación de la
India, convirtiéndose en jefe de éste en Bengala. Él fue uno de los primeros en exigir una
independencia total, rechazando una forma mejorada de colaboración.

En 1908, acusado de sedición y de conspiración, es encarcelado. El año que pasa en la


cárcel, marca un cambio decisivo en su vida. Hace un trabajo interior intensivo, y tiene
numerosas experiencias espirituales. Poco después de salir de la prisión y respondiendo a
una llamada interior, se retira de la vida pública.

... y un yogi... Sri Aurobindo llega a Pondichery el 4 de Abril de 1910. Tras cuatro años de
yoga, y de retiro, comienza la publicación, en colaboración con Madre, de sus obras
filosóficas: La Vida Divina, La Síntesis del Yoga, Ensayos sobre el Gita, El Secreto del Veda,
El Ciclo Humano, El Ideal de la Unidad Humana.

En 1926, a los 54 años, se retira completamente, pero guardando una conexión íntima con
sus discípulos con los que mantiene una extensa correspondencia. Emprende entonces su
obra maestra, un poema épico de casi 30.000 versos: Savitri – una leyenda y un símbolo. En
ella Sri Aurobindo describirá las experiencias de su yoga, cuya meta final es establecer en la
mente, en la vida e incluso en la materia, una consciencia de Verdad, o consciencia
supramental que determinará para el ser humano, ese “ser de transición”, el próximo ciclo de
su evolución.

En 1950, Sri Aurobindo deja su cuerpo, y es Madre quien continúa su obra.

AUROVILLE, la ciudad
MADRE
UN LABORATORIO CONSCIENTE DE LA ESPECIE NUEVA

Una francesa muy ecléctica... Madre nació en París, el 21 de febrero de 1878. Durante su
infancia, tuvo espontáneamente experiencias psíquicas y espirituales. Estudió piano, pintura,
y demostró dotes excepcionales para el ocultismo.

Cuando encuentra a Sri Aurobindo en 1914, reconoce inmediatamente en él ese gran guía
que ella había visto en sus visiones y cuyo autorretrato había pintado, incluso antes de
conocerlo.

Unos meses más tarde, a causa de la guerra, tuvo que regresar a Francia, pero tras una
estancia de cuatro años en Japón, regresa definitivamente a Pondichery el 24 de Abril de
1920.

...que toma a cargo un ashram en la India... Cuando Sri Aurobindo se retira en 1926, deja la
responsabilidad del Ashram y los discípulos a Madre; a partir de entonces ella cuidará, hasta
el mínimo detalle, del desarrollo material y espiritual de la comunidad, y de cada ashramita.
En 1943, funda una escuela, que se convertirá en el “Centro Internacional Sri Aurobindo”y
empieza a tener la visión de Auroville...

...y explora la consciencia de las células del cuerpo... En 1958, la Madre se retira para
consagrarse más intensamente sobre el “Yoga de las células” continuando la dirección del
Ashram y recibiendo visitas.

Sus experiencias han sido recogidas y anotadas por Satprem, en trece volúmenes titulados:
La Agenda de Madre. Allí descubrimos, entre otras cosas, su visión de Auroville, y cómo el
“sueño” empieza a volverse realidad, poco a poco.

El 17 de noviembre de 1973, Madre deja su cuerpo.


AUROVILLE, la ciudad

ASPECTOS SOBRE EL YOGA INTEGRAL

Muchos aurovilianos, ciertamente aquellos que específicamente han venido por la llamada y la
visión espiritual de Auroville, están practicando el “Yoga Integral” tal como es descrito por Sri
Aurobindo, y se refieren naturalmente a éste en sus conversaciones cotidianas así como lo
estamos haciendo en esta website. Añadimos a continuación algunas definiciones introductivas
relativas al yoga, en palabras de Sri Aurobindo.

Yoga Integral

Este yoga acepta el valor de la existencia cósmica y lo considera como una realidad; su
objetivo es entrar en una Verdad-Conciencia o Conciencia Divina Supramental, más elevada en
la que acción y creación sean expresiones, no de la ignorancia e imperfección, sino de la
Verdad, la Luz y Belleza Divinas. Para ello, la entrega de la mente, la vida y el cuerpo mortales
a la Conciencia Más Alta son indispensables, ya que es demasiado difícil para el ser humano
mortal pasar, por su propio esfuerzo, más allá de la mente a la Conciencia Supramental en la
que el dinamismo ya no es mental sino de otro poder diferente. Sólo deberían emprender este
yoga quienes puedan aceptar la llamada para un cambio tan radical.

Propósito central del Yoga Integral

La transformación de nuestra forma de ser, pensar, ver y sentir, superficial, rígida y


fragmentaria, en una profunda y amplia conciencia espiritual, una existencia interna y externa
integrada y una transformación de nuestro modo ordinario de vivir en un camino de la vida
divino.

Sadhana del Yoga Integral

La Sadhana [práctica] del Yoga Integral no transcurre a través de ninguna enseñanza mental
establecida o formas prescritas de meditación, mantras u otros, sino mediante la aspiración, la
auto concentración hacia dentro o hacia arriba, por un abrirse voluntariamente a la Influencia, al
Poder Divino por encima de nosotros, a la Presencia Divina en el corazón y por el rechazo de
todo lo que es ajeno a esas cosas. Esta apertura puede darse solamente por la fe, la aspiración
y la entrega.

Método Integral

El método que debemos seguir es poner todo nuestro ser consciente en relación y contacto con
el Divino pidiendo que transforme enteramente nuestro ser en el Suyo, para que así en cierto
sentido Dios Mismo, la Persona real en nosotros, se convierta en el Sadhaka de la Sadhana y
en el Maestro del yoga que usa la personalidad inferior como centro de una transfiguración
divina y el instrumento de su propia perfección. En efecto, la presión de tapas, la fuerza de la
conciencia en nosotros que radica en la Idea de la Naturaleza Divina en la que se basa nuestro
ser entero, produce su propia realización. Lo divino y lo omnisciente desciende sobre lo limitado
y oscuro, iluminando progresivamente y energetizando la naturaleza inferior y sustituyendo su
propia acción, en todos los aspectos de la luz humana inferior y la actividad perecedera.

*Sadhana, la práctica que conduce a la perfección o siddhi;


Sadhaka, el Yogi que busca la perfección o siddhi a través de la Sadhana.

Objetivo del Yoga Integral

No es simplemente elevarse a la conciencia divina por encima de la ignorante conciencia del


mundo, sino llevar el poder supramental de esa conciencia divina al fondo de la ignorancia de
la mente, vida y cuerpo, transformándolos y manifestando al Divino aquí , creando una vida
divina en la Materia.

Condiciones del Yoga Integral

Este yoga solo puede ser llevado a cabo por aquellos que se comprometan totalmente con ello
y que estén dispuestos a suprimir su pequeño ego humano y sus exigencias, para poder
encontrarse a si mismos en el Divino. No puede ser hecho con un espíritu de ligereza y laxitud;
el trabajo es demasiado elevado y difícil, los poderes adversos de la Naturaleza inferior
demasiado listos para aprovecharse de la menor falta o del mínimo descuido, la aspiración y
tapasya (concentración de la voluntad) necesarias demasiado constantes e intensas.

Método en el Yoga Integral

Concentrarse, preferiblemente en el corazón y llamar a la presencia y poder de la Madre para


unificar el ser y, por la acción de su fuerza, transformar la conciencia.

Uno puede concentrarse también en la cabeza o entre las cejas, aunque para muchos ésta es
una apertura muy difícil. Cuando la mente queda tranquila y la concentración y la aspiración se
intensifican, tiene lugar el comienzo de la experiencia. Cuanto mayor sea la fe, más rápido
puede ser el resultado. Por lo demás, uno no debe depender s(lo de sus propios esfuerzos,
sino conseguir establecer contacto con el Divino y tener una receptividad al Poder y la
Presencia de la Madre.

Métodos clave

El camino hacia la devoción y la entrega.

El movimiento psíquico trae la devoción constante y pura y la superación del ego es posible por
medio de la entrega.

El camino del conocimiento

La meditación en la cabeza da lugar a la apertura superior, la quietud o silencio de la mente y al


descenso de la paz, etc., desde la conciencia más elevada hasta que llena totalmente el cuerpo
y dirige todos los movimientos.

Yoga del trabajo

La separación del Purusha de la Prakriti, (el ser silencioso interior del ser activo exterior), de
manera que tenga dos conciencias o una conciencia doble: una detrás mirando, observando y
controlando finalmente a la otra, que es activa y esta al frente. La otra manera de comenzar el
yoga del trabajo es ofreciéndolo al Divino y a la Madre, y no para uno mismo, consagrándolo y
dedicándolo hasta que uno sienta concretamente la Fuerza Divina tomando a cargo las
actividades.

Objeto del Yoga Integral

El objeto del yoga integral es entrar en, y estar poseído por la Presencia y Conciencia Divinas,
amar al Divino por el Divino mismo, sintonizar nuestra naturaleza con la del Divino, y ser el
instrumento del Divino en nuestra voluntad, trabajo y vida.

Principio del Yoga Integral

El gran principio del Yoga Integral es darse uno mismo enteramente solamente al Divino y a
nadie más, y traer hacia nosotros por unión con la Madre Divina toda la luz trascendente, el
poder, la amplitud, paz, pureza, conciencia de verdad y Ananda del Divino Supramental.

Realizaciones fundamentales del Yoga Integral

El cambio psíquico para que una completa devoción pueda ser el principal motivo del corazón y
el gobernante del pensamiento, la vida y la acción en unión constante con la Madre y en su
Presencia. El descenso de la Paz, Poder, Luz, etc., de la Más Alta Conciencia a través de la
cabeza y del corazón a todo el ser, ocupando las mismísimas células del cuerpo. La percepción
del Úno y Divino, y de la Madre, en todas partes, y el vivir en esa conciencia infinita.

Del “Diccionario del Yoga de Sri Aurobindo”, compilado de los escritos de Sri Aurobindo por
M.P. Pandit, publicado por Dipti Publications,

Sri Aurobindo Ashram.

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