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GOLDEN PARACHUTES

Guillermo S. Edelberg DBA


Profesor Emérito

A mediados de 2004 The Economist publicó un artículo titulado The uncertain


return of the hero boss (“El incierto retorno del jefe héroe”) donde se decía lo siguiente:

... el enojo del público contra el mundo de los negocios parece


estar disminuyendo... Aunque quizás una de sus características actuales sea
sufrir una vigilancia constante. La última reacción negativa en los Estados
Unidos fue consecuencia de una bonanza sin precedentes en la
remuneración de los ejecutivos. La de un gerente general pasó a ser, entre
1980 y 2000, de 40 a 500 veces la de un trabajador promedio.

The New York Times publicó otro artículo en esos días, No wonder CEO’s love
those mergers titulado (“Con razón los CEO’s aman las fusiones) donde su autora decía
esto:

A los accionistas les encanta la venta de sus compañías porque


sus acciones aumentan de precio. A los ejecutivos de más alto nivel
también, porque se ponen en práctica los acuerdos que los harán
inmensamente ricos firmados para el caso de despidos.

Wallace R. Barr, CEO de Caesar’s Entertainment, es el último en


sumarse a los que recibirán un barril de dinero. La semana pasada Harrah’s
anunció que adquiriría dicha empresa por unos cinco mil millones de dólares.
Gracias a la cláusula de su contrato denominada “de cambio de control,” el
Sr. Barr tomará posesión de sus acciones, sus premios en acciones y sus
opciones de compra de acciones en forma acelerada, lo cual le significará
recibir unos 20 millones de dólares. Y si por «una buena razón» renunciara a
Caesar’s luego de la fusión tendrá derecho a recibir 6,6 millones más.

Los tiempos han cambiado. Otro artículo publicado hace más de 15 años
recomendaba seis caminos a seguir para protegerse de una fusión, a saber: a) cultivar
redes sociales (networks) y mantenerse visible; b) devolverle las llamadas a los
reclutadores de personal y mantener la empleabilidad; c) evitar la sobrespecialización y
ser generalista; d) evitar asignaciones de trabajo grupales y de largo plazo y mantener la
credibilidad; y e) tener las maletas listas y ser «móvil». En la actualidad ¿quién no querría
firmar un convenio como el del Sr. Barr?

Si bien los artículos citados al inicio difieren en algunas de sus observaciones,


ambos coinciden en la irritación que causan los salarios, premios e indemnizaciones
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descomunales, muchos de los cuales resultan de los golden parachutes «paracaídas


dorados».

¿Qué es un “paracaídas dorado”?

Dicho en forma poco técnica, es un acuerdo que le permite a un gerente


retirarse con un montón de plata en caso de un cambio de control. En forma más precisa,
es un acuerdo, llamado “de cambio de control,” por medio del cual se le pagan
recompensas a determinados gerentes en caso de un cambio en: a) los propietarios; b) el
control efectivo de la organización; o c) la propiedad de una proporción importante de los
activos de la corporación, situaciones éstas definidas en forma más exacta en la
legislación y las disposiciones impositivas. Por ejemplo: se produce un cambio en el
control efectivo de la corporación cuando una persona o un grupo adquieren a lo largo de
12 meses un 20 por ciento o más del total de las acciones con derecho a voto.

La idea detrás de este tipo de acuerdo, popularizado entre las grandes


empresas a partir de la década de los 70, es alentar a la gerencia de más alto nivel a
tomar las decisiones más convenientes para los accionistas aun en el caso de
transacciones que pudieran perjudicar sus carreras en aspectos tales como pérdida de
trabajo o cambios en las remuneraciones o en las relaciones jerárquicas.

Un paracaídas dorado puede ser restringido y cubrir sólo remuneraciones y


premios o amplio y referirse a todos los beneficios e incluir la indemnización por un
eventual despido luego de la transacción. Por ejemplo: el paracaídas puede llegar a
garantizar tres años de salarios y beneficios luego de la transacción, los cuales habrán de
pagarse si el ejecutivo fuese despedido por los nuevos directivos o si decidiese alejarse
porque le han cambiado sus condiciones de empleo. La empresa puede llegar al extremo
de hacerse cargo de los impuestos del ejecutivo lo cual, según los expertos, es lo más
costoso. El artículo del New York Times señala que “no es raro el caso en que los pagos
a la gerencia lleguen al ocho por ciento del costo total de una fusión”.

Los especialistas han señalado diversos abusos en relación a los paracaídas


dorados, a saber: a) definición de los “cambios de control” de tal forma que hace que se
paguen a veces sus disposiciones aun en casos en que la gerencia haya iniciado la
transacción; b) pagos de incentivos calculados para favorecer a los gerentes; c) pago de
un excesivo número de años en lo referido a planes de retiro; d) pago de impuestos que
le corresponden a los gerentes; e) tasas de interés menores a las del mercado en
cálculos financieros relacionados con los paracaídas; f) contratos de consultaría
beneficiosos otorgados a los gerentes luego de su retiro; y g) sumas excesivas pagadas
para que los gerentes no trabajen en la competencia luego de su alejamiento.
(G.B.Paulin, Executive compensation and changes in control: a search for fairness.
Compensation and Benefits Review. Saranac Lake: marzo-abril de 1997).

Los paracaídas dorados han producido menos quejas de lo que se pudiera


suponer. Quizás esto se deba a que “poca gente, salvo los ejecutivos involucrados y
aquéllos a cargo de las compensaciones, conoce el costo de estas transacciones. Nadie
publica lo que cobrarán los ejecutivos a la hora del retiro o en caso de un cambio de
control en la empresa.”

¿Y en nuestro medio?

(En lo que a mí se refiere, no gozo de los beneficios derivados de un golden


parachute. Como«“premio consuelo», disfruto de mis golden years...)

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