Professional Documents
Culture Documents
INTRODUCCIÓN_______________________________3
::DIOS TRABAJA ASÍ::_________________________________________4
PRELIMINAR_______________________________________________________6
INTRODUCCIÓN_____________________________________________________9
UN MOVIMIENTO DE LAICOS INSPIRADO POR SAN IGNACIO DE LOYOLA (1540-1773) 11
El fuego de Ignacio________________________________________11
Iniciadores________________________________________________12
Fundación_________________________________________________13
Originalidad de Leunis_____________________________________15
Un fresco inspirador_______________________________________18
DISMINUCIÓN DEL ESPÍRITU AUTÉNTICO (1773-1948)____________________19
Extrañas decisiones_______________________________________19
Buenas decisiones_________________________________________21
Nuevos desafíos___________________________________________23
LA TRANSFORMACIÓN EN COMUNIDAD DE VIDA CRISTIANA (DESPUÉS DE 1948)_ 24
Fundación de la Federación Mundial_______________________24
NUEVOS PRINCIPIOS GENERALES______________________________________28
La gente se reúne en Roma y en Newark__________________29
Nada de prefabricación____________________________________31
Un nombre nuevo_________________________________________34
NUEVAS EVOLUCIONES (DESPUES DE 1967)_____________________________36
LA HISTORIA EN HITOS Y AÑOS______________________________________38
::CVX: 400 AÑOS DE HISTORIA MENOS 70::_________________41
I.- DESDE LOS ORÍGENES HASTA LA EXTINCIÓN DE LA COMPAÑÍA_______________43
Congregaciones para españoles, indios y negros___________45
En defensa de los indios___________________________________46
Nuestra Señora de Loreto en la frontera Mapuche_________48
El servicio a los enfermos y encarcelados__________________49
Las hermanas Febres, apóstoles de los Ejercicios__________49
II. EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX______________________________50
Un desmembramiento dispersivo__________________________53
III. LA CONGREGACIÓN EN QUE CRECIÓ Y SE FORMÓ ALBERTO HURTADO (LOS AÑOS ENTRE 1910 Y 1925) 53
Los Patronos Marianos_____________________________________56
El Congreso Panamericano de Congregaciones Marianas___57
CONCLUSIÓN_____________________________________________________59
INTRODUCCIÓN
El documento publicado en nuestra revista Progressio el año 1979 escrito por Louis
Paulussen S.J, y el ejercicio histórico de Juan Ochagavía SJ son ejemplos vivos de la importancia
de conocer nuestras raíces y orígenes. En un documento casi biográfico, el Padre Louis nos
muestra un carisma que va naciendo, y un movimiento que empieza a sentar sus bases. Por otra
parte, el texto de Juan Ochagavía es un recorrido histórico por la CVX de nuestro país, desde la
llegada de la Compañía al continente hasta nuestros días.
Solemos quejarnos de lo poco que sabemos de nuestra historia, de lo que implica ser
CVX, de cómo llegamos hasta aquí. No estamos solos y no salimos de la nada, nuestro estilo de
vida se remonta hasta los inicios de la Compañía de Jesús. Miles de hombres y mujeres han
encarnado nuestros principios generales, y desde antes de la generación de nuestros principios
generales, nuestro carisma. Ser CVX tiene que ver con esto, con reconocer el paso de Dios por
el mundo, experimentar a la CVX como una respuesta concreta de Dios para los problemas
actuales, reconocernos hijos de una historia y una tradición.
Consejo de Servicio
CVX Jóvenes Stgo.
Julio 2006
::Dios Trabaja así::
SUPLEMENTO DE PROGRESSIO
N° 14 Junio 1979
Louis Paulussen S.J.
Preliminar
Sin ser uno de esos "acontecimientos históricos" evocados por el autor, el texto siguiente
debería hacer época en nuestro movimiento, porque responde brillantemente a la curiosidad
universal, que germinaba hacia mucho tiempo.
Aquí encontramos el misterio de la transmisión de espíritu, misterio mayor aún que los
origines y que creaciones que surgen de repente: según la frase del místico Ángelus Silesius, "la
rosa es sin por qué" y, dijo sus, "nadie sabe de dónde viene el Espíritu". Es que en de las
profundidades de Dios, del misterio de su Providencia y de sus designios, del misterio de sus
elecciones.
De hecho el movimiento que con su energía nos anima hoy, y cuyo soplo está en vías
de extenderse sobre toda tierra, la inverosímil pretensión de levantar un mundo, renacimiento
de un espíritu que se había atenuado, todo esto nos hunde en la estupefacción de la sorpresa.
Después de todo, ¿qué son cuatro siglos en la inmensidad del fluir? Fue como ayer,
durante el desarrollo de Iglesia, después de muchas aventuras y, como Abraham, "sin saber
adonde iba", cuando un pequeño caballero vasco fundó la Compañía de Jesús y soñó conquistar
para Cristo toda la tierra. Todavía ayer, un joven estudiante belga, Leunis, con iniciativa genial y
muy moderna asociaba los laicos al apostolado de la Iglesia y les invitaba a consagrar todo lo
humano, a santificar tudas "las actividades "profanas".
Al Padre Paulussen debemos agradecerle mucho por haber consentido en trazar en
algunas páginas apasionantes, el brote de una modesta planta, de la que hoy somos algunos
ramos: historia dramática, entretejida de fallos y señales de resurrección inesperados. Sí, Dios
hace bien lo que hace y es así como trabaja, "suave y fuertemente" siempre, con poder, pero
respetando las libertades, y conforme la gran ley de que la vida pasa por la muerte.
Al autor debemos también agradecimiento por haber hecho tan viva su narración, sobre
todo a medida que se acerca al tiempo presente, mezclando sus propios recuerdos con
acontecimientos objetivos. Aquí sueña uno con la narración de los Hechos de los Apóstoles,
donde de repente Lucas interviene personalmente en la epopeya de Pablo y, por ejemplo, hace
revivir los pormenores al naufragio de Malta. Nada permitía prever que un modesto capellán de
Holanda, pudiese ser arrancado de sus tareas y colocado en el escenario público para orientar
a su medida los acontecimientos.
Sin embargo, esto fue lo que sucedió. Pero el optimismo y aun el humor de la narración,
permite suponer lo que oculta un poco: los enfrentamientos y los combates, las incertidumbres
y las angustias, la impaciente espera del "canto de los días siguientes". Misterio también del
Espíritu, que se sirve de los instrumentos humanos para alcanzar sus fines...
Y se puede suponer también que las transformaciones radicales que un día se
produjeron, fueron suplicadas por una intensa oración, la de los actores visibles, la de toda la
Iglesia y sobre todo la de una Mujer, a menudo nombrada, que intercede por sus hijos
privilegiados, la Virgen María.
Sí, el valor de esta narración es el de ilustrar, en una línea particular de la historia, la
fidelidad de Dios en el desarrollo de su "economía", como resultado de la palabra capital de
Jesús: "Era menester". Lógica misterios de su acción siempre pascual, que para lograrse, utiliza
azares y causalidades, abre horizontes nuevos, recrea sin cesar su creación, desapareciendo
cuando él lo ha conducido todo.
Y henos hoy manos a la obra, o más bien ante el océano del porvenir, llamados
personalmente y en comunidad fraterna a la transformación de un mundo, a la creación, para
toda la humanidad, de un porvenir verdaderamente humano, muy pequeño sin duda, pero
empujados por el soplo de un Espíritu que nos llena de esperanza.
Gracias a todo este pasado, gracias a nuestras muertes que reviven en nosotros, todo
es posible y este porvenir será lo que nosotros hagamos, dichosos solamente nuestra brevedad
pasajera por haber sembrado algunas centellas en la estela o el surco de nuestros padres.
Según palabra de Isaías, nuestro movimiento se eleva aún "como una frágil planta", y es posible
que sea de nuevo sometido a las tempestades. Como lo subraya el Padre Paulussen, no es
puramente con las estructuras, con las que hay que contar, por necesarias que sean, sino con la
vitalidad del organismo y con la libertad del Espíritu.
Después de los umbrales pasados, nuevas etapas nos aguardan, de las cuales se puede
prever que serán análogas a lo que vivieron nuestros predecesores, o sea, a sus dramas y a sus
combates, pero también a sus logros y a las promesas de Dios.
Por lo que fue, por lo que es, y sobre todo por lo que será sea bendito el Dios del Amor.
PROGRESSIO
"He venido a poner fuego en la tierra" (Lucas 12, 49)
Introducción
Louis Paulussen S. J.
El fuego de Ignacio
Un sacerdote diocesano, Ferdinand Sassen, fue el primero que me puso en contacto con
el fuego de san Ignacio. Especialista de la historia de la filosofía, era profesor de historia
(internacional, nacional y eclesiástica) en el colegio, donde yo estaba interno. Su manera de
enseñar era fascinadora, porque era extremamente inteligente, ardía de entusiasmo y era
maestro en el arte de la educación. Todo el colegio conocía su admiración, casi excesiva por los
jesuitas. El tiempo que les consagraba durante los cursos de historia de la Iglesia parecía
desproporcionado. Pero todos, hallábamos la cosa maravillosa, y, para bien de los alumnos, fue
inolvidable. En mí también hizo una impresión profunda. Hasta tomé la decisión de que, si debía
ser sacerdote, sería jesuita.
Como todos los buenos colegios de esta época en los Países Bajos, teníamos una
Congregación Mariana. Mi sorpresa fue grande cuando al salir del colegio me enteré de que esta
asociación fue fundada por los jesuitas. Esta cambió la modesta opinión, que tenía de ella.
Como prefecto de la división de los mayores, tuve que redactar una relación acerca de ella en el
anuario del colegio. Este fue mi primer artículo sobre la necesidad de una renovación.
En la universidad, encontré de nuevo una CM. Estaba bien lejos del fuego de San
Ignacio. Encontré también a mi antiguo profesor, que era ahora profesor de historia de la
filosofía. Colaboramos en el desarrollo de la formación filosófica en todas las facultades. Aunque
mi interés por la CM y aun por los jesuitas se hizo marginal, en el fondo del corazón mi decisión
secreta permanecía intacta, y aún se refuerza mi primera convicción: la Orden de los jesuitas
sólo conviene a hombres excepcionales. Imposible para mí.
Un día en 1932 - era durante mi tercer año, el capellán de la universidad me pidió que
reclutara participantes para el retiro anual de los estudiantes. Hice lo más que pude y, en
compañía de quince excelentes compañeros fui al retiro. El conjunto de las demás universidades
envió poco más o menos el mismo número. Entonces fue cuando sobrevino vino el
acontecimiento. Sin buscar nada, lo encontré todo. Fue como la gracia más pura de toda mi
vida: una sorpresa repentina e inimaginable. Me fue dada tanta luz, paz, consolación y liberación
que desapareció hasta la menor duda. La certeza de la autenticidad de la experiencia
permaneció: Dios me llamaba a la Compañía de Jesús. Había estado en contacto con el fuego, el
fuego de Jesús, el fuego de Ignacio y este contacto iba a durar siempre.
Si cuento esta pequeña historia, es porque mi vocación de jesuita se identifica
prácticamente con la de restauración de las CM. Pero los designios de mis Superiores eran
diferentes. Tres veces por lo menos me confiaron otros cargos. Pero las circunstancias
modificaron siempre estos planes. Dios trabaja así.
En el noviciado supe la verdad sobre las Congregado Marianas. En los orígenes de este
movimiento, encontramos a Ignacio de Loyola. Su secreto siempre había sido el amor infinito de
Dios: un fuego, ardiendo delicadamente, discreto, prudente, pero irresistiblemente
conquistando. Así, llegó a ser él el corazón de una pequeña comunidad. Así, se esforzó por
formar hombres libres verdaderamente. Libres no sólo para amar y servir sino libres para amar
y servir siempre. Libres por ser completamente pobres y puros. Así, llegó a ser él, el fundador de
la Compañía de Jesús. Así, llegó a ser él, el hombre que inspiró grupos laicos alrededor de sus
primeros compañeros.
Iniciadores
El fuego se comunica espontáneamente. No sorprende pues la descripción del P. Villaret
del primer período de la historia de las CM en su libro, capítulo uno. Da ejemplo de cómo grupos
laicos rodeaban a los primeros jesuitas. Cooperaban con los Padres en el apostolado (2). Estos
grupos llevaban nombres distintos pero los inspiraba un mismo espíritu. Con frecuencia se
encuentra en las fuentes históricas, cómo el rasgo ignaciano era la evidente característica de
todos ellos. Un escritor contemporáneo afirma: "Si usted ve estos hombres, se dará cuenta
inmediatamente que están compenetrados del espíritu de la Compañía de Jesús". Una y otra vez
se menciona, lo que esto significa: miembros muy escogidos, formación sólida, meditación y
frecuencia de sacramentos, flexibilidad y adaptación a todo tipo de necesidades.
Ya en 1540, el año de la fundación de la Compañía, Peter Faber dirigía un grupo famoso
en Parma, llamado también Compañía de Jesús. De aquí salió el primer mártir jesui ta. Otro
compañero de Ignacio, Paschase Broet escribe a Francisco Xavier una carta el 1 de marzo de
1545, en la cual le cuenta del floreciente grupo de Faenza. Antes Francisco Xavier había escrito a
Roma contando la ayuda que un selecto grupo de jóvenes, llenos de amor y de celo, le daban en
su difícil misión. En 1547 Ignacio mismo comenzó la Compañía de los 12 Apóstoles en Roma y
un año más tarde, Nadal inició un grupo en Calabria. El se lo comunica a Ignacio en una carta
del 10 de abril de 1548.
Es interesante notar como los jesuitas no solo iniciaban nuevos grupos sino que también
con frecuencia, se les invitaba a que reformaran cofradías de varias inspiraciones que habían
perdido su espíritu original. Algunas veces estos grupos se trasformaron en nuevas asociaciones
que adoptaban la espiritualidad de tos jesuitas.
Se planteó el asunto de si las CM en este primer período se podían considerar como
una Tercera Orden de la Compañía de Jesús. Es cierto que en dicha época, existía una íntima
unión entre las dos asociaciones. Las CM tenían el espíritu de los jesuitas y solo ellos podían ser
asistentes. Sin embargo, las CM nunca fueron una Tercera Orden. Esto se vio claro en 1773
cuando se suprimió la Compañía y las CM continuaron por su cuenta. Lo que Clemente XIV hizo,
se puede criticar, pero jurídicamente fue del todo correcto.
Fundación
El 3 de mayo de 1556, un joven de 24 años, en ropas de obrero, se presentaba a la casa
de los jesuitas cerca de la pequeña iglesia de la Virgen del Camino. Vino a pie, desde la lejana
Lieja en Bélgica y quería ingresar en la nueva Compañía de Jesús. Probablemente habría ya
conocido algunos jesuitas en su pueblo natal. El mismo Ignacio junto con Polanco, su secretario
examinaron el nuevo candidato y después de algunos días inició su noviciado. Ignacio murió
tres meses más tarde. El había recibido en su Compañía a John Leunis, considerado con mucha
razón el fundador de la CM (3).
La historia es muy conocida. En el Colegio Romano, el centro europeo de formación
fundado por Ignacio en 1551, Leunis reunió un grupo de estudiantes y los preparó para el
apostolado en la ciudad de Roma. El hizo exactamente lo que otros jesuitas estaban haciendo en
diversas partes. Desde 1563 su nombre no deja de mencionarse.
Una completa red de comunicaciones existía entre los miembros de la Compañía. El
compartir y el comunicar son características propias de una comunidad hecha por Ignacio como
Compañía de amor. Leunis, pues conocía los grupos laicos existentes. Lo que él inició, no fue
original, sólo su manera de hacerlo, gracias a sus excepcionales talentos de educador. Por los
documentos, sabemos que tenía un carisma especial para tratar a los jóvenes.
En pocos años el Colegio Romano se hizo famoso. Irradiaba no solo doctrina y
espiritualidad sólidas sino también alta cultura y ciencias humanas. Un ambiente ideal para
preparar hombres eruditos, artistas, santos, mártires y misioneros. En este ambiente, Leunis,
fiel discípulo de Ignacio, quiso hacer algo más.
John Leunis murió el 19 de noviembre de 1584. Pocos días más tarde Gregorio XIII
establecía canónicamente la Congregación del Colegio Romano. Más aún, declaró el grupo de
Leunis "mater et caput" (Madre y cabeza) de todos tos grupos semejantes. En términos
canónicos: se convirtió en Primaria (grupo primario) con derecho a afiliar otros grupos de su
misma naturaleza. A través de esta afiliación todos los grupos participaban en las indulgencias y
privilegios de la "Primaria".
Luego, la Primaria se dividió, por edad, en tres grupos: primera, segunda y tercera
primaria. La Primera Primaria representaba los tres grupos juntos. Ya que la Primera Primaria
estaba bajo la jurisdicción de la Compañía de Jesús, sólo el General podía otorgar una afiliación.
Se intentaba no sólo comunicar dones espirituales sino también formar una unidad y garantizar
la autenticidad.
Originalidad de Leunis
Por lo menos en tres aspectos, fue original Leunis. Antes de todo, en la manera tan
extraordinaria de formular el fin de las CM. Segundo, en su esfuerzo por promover la
responsabilidad y la actividad de los laicos. Tercero, en su manera práctica de formar comunidad
y de desarrollar la vida comunitaria.
(i) El fin
Es evidente que Leunis y sus colaboradores consideraron el fin de las CM no
bidimensional sino unidimensional. Ellos no pensaron (como se ha afirmado) animar la vida
cristiana y "también" la vida científica. Ellos se propusieron una unidad de vida reuniendo todos
los aspectos de la existencia humana en una forma cristiana de vida. Ya que estamos tocando
aquí, uno de los elementos más fundamental de los Principios Generales, me gustaría citar de
cuatro fuentes diversas en el texto original.
Los miembros de las CM del Colegio Romano escriben sus reglas de 1574 (las más
antiguas que conocemos) "desideros di far profitto si nelle lettere come nello spirito….”
(queriendo progresar tanto en nuestra formación científica como espiritual). Más adelante en el
mismo documento "Essendo il fine di questa nostra congregazione congiungere le lettere con la
pitá cristiana. . ." (ya que el fin de nuestra Congregación es unir la formación científica con la
vida cristiana). (4)
Más clara todavía es la expresión francesa en las reglas de 1575. Aquí los miembros del
grupo del Colegio de Clermont (París) en donde trabajaba Leunis, también escriben así: "Pouce
donné que le fin de notre Congrégation est de conjoindre les lettres á la pieté chretienne " (ya
que el fin de nuestra Congregación es unir la formación científica con la vida cristiana). (5)
Contamos con otro texto (latín) escrito en 1582 por el mismo grupo de París. El
preámbulo comienza: "Prim unicuique propositum esse debet ut studia litteratum pietatem que
copulet" (La intención principal de cada uno tendrá que ser la unidad íntima de la vida científica
y la cristiana). (6).
Las primeras reglas comunes del P. Aquaviva que rigieron durante casi tres siglos (1587-
1855) expresan en diversos términos el mismo ideal. El texto original está en italiano: "Perché il
fine é … l´acquisto delle virtú e della pietá cristiana insieme col profitto delle lettere." (ya que el
fin es el crecimiento en la virtud y la vida cristiana junto con el progreso científico). (7)
Es casi increíble que esta larga tradición de integración sencillamente desaparezca casi
por completo en las reglas de 1855 y también más tarde en las últimas reglas comunes de 1910
(8). Los Principios Generales de 1967 han establecido de nuevo el contacto con la inspiración
auténtica de Ignacio: "Nuestro grupos son para quienes sientan una necesidad más urgente de
unir su vida humana en todas las dimensiones con la plenitud de su fe cristiana”.
Todos los días estos “hermanos” iban juntos a Misa. Hacían juntos la meditación, se
reunían para cantar parte del Oficio de Nuestra Señora y hacían juntos su examen de conciencia
y preparaban la meditación del día siguiente. Los oficiales eran responsables de que los
miembros participaran en el intercambio de opiniones en las reuniones semanales. En una regla
especial se recomendaban el amor y la unión mutuos: "todos son miembros de una familia y
hermanos de Cristo". Las reglas “cada hermano” se usan con frecuencia. En una comunidad
verdadera todo se hace de tal manera que todas las personas tienen el mismo valor.
Un fresco inspirador
¿Fue también Leunis el iniciador del carácter mariano, de las CM? Tenemos algunos
hechos: muchos de los primeros grupos alrededor de los jesuitas no tenían explícitamente
carácter mariano. Claro, como fieles católicos formados en la escuela de los Ejercicios, los
miembros de estos grupos tenían un gran amor a la Santísima Virgen pero no siempre una
devoción especial como la tenía el grupo de Leunis. Es cierto también que Leunis era ya conocido
por su profundo amor a la Madre de Dios, antes de ingresar a la Compañía.
Otra respuesta se da en el preámbulo antes menciona de las primeras reglas: "Ya que es
costumbre que tales Congregaciones se encomienden ellas mismas a un patrono en el cielo para
protección y guía, de quien toma el nombre, y en vista de que tenemos una devoción especial a
la Santísima Virgen de la Anunciación, Madre de Dios, nostros, con toda humildad nos
dedicamos a ella, suplicando que ella nos ayude en todas nuestras acciones, especialmente en el
orden y observancia de las reglas de nuestro grupo, que son las siguientes . . .”
El preámbulo menciona dos veces la Anunciación, nombre de la Iglesia del Colegio
Romano. Sobre el altar mayor había un hermoso fresco grande. No era la representación
común de la Anunciación, sólo María y el ángel, sino el panorama inspirador completo de la
contemplación sobre la Encarnación en los Ejercicios: la Santísima Trinidad, toda la creación y la
humanidad con nuestra Señora y su "fiat" en el centro. En estas circunstancias comenzó Jesús
su vida terrena. Este fresco era un constante recuerdo del punto significativo de los Ejercicios.
Tanto a los Padres como a los estudiantes les gustaba este maravilloso cuadro. Llegó a ser la
inspiración permanente no solo de un grupo sino progresivamente, de todo el movimiento
mundial.
Hoy día este fresco ya no existe. En 1626, la Iglesia de la Anunciación, se demolió para
dar cabida a la iglesia más grande de San Ignacio. Sólo el detalle de Nuestra Señora se
conservó. Aislado y sacado de su contexto de una perspectiva más amplia de la historia salvífica,
se conoce hoy como la Virgen de la Primera Primaria.
Una reproducción en blanco y negro del antiguo fresco se publicó en el programa de la
primera reunión de la Federación mundial (Roma, 1954). El misterio de la Anunciación
Encarnación que no se mencionó en las reglas de 1910, vuelve a ser la mayor inspiración de los
Principios Generales.
Extrañas decisiones
En un período tormentoso de inquietud y confusión la suprema autoridad de la Iglesia,
forzada por poderes políticos, actuó de una .añera que hoy, nadie lo hubiera imaginado. E1 21
de julio de 1773, Clemente XIV firmo la Bula que suprimía la Compañía de Jesús, todos sus
trabajos, ministerios y actividades. Más de 20.000 jesuitas fueron expulsados de sus obras y al
General lo llevaron a la cárcel. Los Obispos locales tuvieron que leer la Bula papal en todas las
casas de la Compañía. Esta promulgación fundamental para su validez, se prohibió en Rusia. La
Emperatriz, Catalina II quien en 1772 había ocupado parte de Polonia no quiso preocupar a los
católicos de su país. Por lo tanto la Compañía de Jesús y todos sus trabajos, incluyendo un
floreciente movimiento CM siguió existiendo.
En otras partes, la Compañía y por consecuencia también las CM desapareció. Esta fue la
consecuencia lógica de la decisión papal. Pero Clemente XIV de nuevo volvió a sorprender la
gente con su actuación. E1 14 de Noviembre del mismo año, decidió que las CM podían
continuar en todas partes sin los jesuitas! Una sorprendente excepción a la Bula de supresión:
en lugar de supresión, una nueva dimensión…. De un trabajo jesuita privilegiado, las CM de
repente pasaron a ser uno de los trabajos normales de la iglesia universal. De un golpe se
arranco de su inspiración original y al mismo tiempo se expuso a un crecimiento irregular: todos
los Obispos podían establecer las CM en cualquier lugar del mundo. Y muchos lo hicieron.
Durante el primer período (1540 - 1773) estaban afiliados unos 2.500 grupos. Este número
llegará a 80.000 en el segundo período (1773-1948). Hubiera sido un milagro si esta evolución
no hubiera afectado negativamente el espíritu auténtico. Ahora sabemos todos que en el
transcurso de los años, el movimiento como tal, cambió sencillamente porque se perdió la
tradición. ¿Dónde estaba el fuego de Ignacio?
No fue la supresión de la Compañía la que causó la pérdida del espíritu en el
movimiento CM sino la decisión del 14 de noviembre de 1773. Sin ella las CM se hubieran
suprimido sólo para ser restablecidas en 1814 junto con la Compañía. Para ser un movimiento
de la Iglesia universal hubiera sido una ventaja, pero el movimiento cambió enormemente en
sus características más esenciales. Había llegado a ser - por lo menos en la mayoría de los casos
- un movimiento piadoso de masa distinto de lo que habían fundado Ignacio o Leunis o
Aquaviva.
Por supuesto, que esto es sólo una cara de la moneda. Grupos buenos estaban
trabajando en muchos países, pero el movimiento como tal, había perdido contacto con el
espíritu, el espíritu de los fundadores. Sobra decir que inclusive en su nueva forma, el
movimiento hizo mucho bien, respondiendo a las necesidades en muchos sitios.
Especialmente después de la promulgación dogmática de la Inmaculada Concepción
(1854) las CM llegaron a ser aún más populares. Según muchos sacerdotes fue un medio
infalible para proteger a la juventud del mal. Personalmente conozco un Obispo que decidió
iniciar en todas sus parroquias dos Congregaciones Marianas, una para muchachos y otra
para muchachas. Sistemáticamente se organizaban y se imponían. Se exigía la afiliación con
Roma, para todas, la cual se obtenía con facilidad. Indudablemente, este Obispo no fue una
excepción. Aumentaron los numerosos y en estos términos - esta época se distingue como un
"período floreciente" de la historia CM.
¿Cual fue la reacción de los jesuitas? Muchos pensaron, ¿podemos aceptar que se
pierda el espíritu auténtico sin tratar de hacer algo por restablecerlo? ¿No fue la CM una hija
de la Compañía? ¿No es parte de nuestra vocación especialmente desde que las CM se
convirtieron en trabajo de la Iglesia universal... inspirar con el carisma especifico del "hombre
de la Iglesia" Ignacio de Loyola, el movimiento?
Buenas decisiones
En 1922, el P. Ledóchowski, General de la Compañía, convocó a los jesuítas que
trabajaban en las CM, a una reunión. Fue el primer paso al restablecimiento. Cuarenta Padres
de 19 naciones, impulsados por un fuerte sentido de responsabilidad, querían resultados
prácticos y concretos. Tuvieron una reunión muy buena. No más resoluciones; sólo una decisión:
comenzar en Roma, un secretariado central, un centro de se-vicio no sólo para los grupos
jesuitas sino también para todos los demás. Fue el primer secretariado de este tipo en la curia
de los jesuitas. No porque las CM fueran el trabajo más importante de la Compañía sino
sencillamente porque ellas eran el trabajo más descuidado y el que pedía ayuda, e inspiración.
Hoy la curia cuenta con ocho oficinas semejantes para otros trabajos.
El principal argumento para fundar el secretariado internacional fue la experiencia
positiva de algunos de los secretariados nacionales ya existentes. Los Padres de EE.UU. y de los
Países Bajos informaron que sus respectivos centros nacionales de servicio trabajaban muy
bien. ¿Por qué no aplicar la misma experiencia a nivel internacional?
Es interesante anotar que en ese mismo año (1922) existían federaciones nacionales,
por lo menos en tres países. Los delegados explicaron claramente las diferencias entre una
federación (medio normal de organización de las CM) y un secretariado (medio extraordinario
que circunstancias especiales exigen). La formación de federaciones regionales era una práctica
normal antes de 1773. Las reglas de 1910 confirman esta práctica y dicen que una federación es
siempre para la mayor gloria de Dios. Si un grupo tiene el verdadero espíritu, querrá compartir
con otros grupos. Si esto se hace en base permanente, ya se tiene una federación. Es la línea
natural de desarrollo de las comunidades pequeñas. La principal labor del secretariado será por
lo tanto: la promoción de federaciones. Si la federación está madura, el centro de servicio -
generalmente hablando - puede desaparecer. Ya ha cumplido su cometido.
Es evidente que la decisión de 1922 fue acertada. No sólo porque el nuevo secretariado
fue el primer intento internacional hacia el restablecimiento. A la luz de lo que se acaba de decir,
fue inclusive el primer paso hacia une federación mundial.
Los delegados de 1922 no pudieron sospechar la consecuencia de su reunión. Volviendo
atrás, podemos decir que fue una reunión excepcionalmente provechosa. El secretariado central
vio que se necesitaba un documento oficial y fundamental de la Iglesia. El Papa decidió
escribirlo. Se preparó "Bis Saeculari". También vieron que se necesitaba una federación mundial.
Y la crearon. Fue a su vez la federación mundial a notar la necesidad de una transformación
enérgica, y comenzaron a trabajar en este sentido. La federación mundial nos ha dado los
Principios Generales y las Comunidades de Vida Cristianas.
Todo esto no quiere decir que el nuevo secretariado fuera una institución sin tacha.
¡Lejos de serlo! Pero demostró que se puede trabajar eficazmente con medios sencillos e
insuficientes. Esta oficina internacional que tenía que servir a un movimiento mundial cuyos
miembros en su mayoría eran mujeres, no era ni siquiera accesible a los de afuera, impensable
la presencia femenina. Era una institución privada de los jesuitas dentro de la clausura, en
aquellos días estricta y severa. Más aún ¿cómo reformar una organización sin autoridad? Desde
1773, como hemos visto, las CM estaban bajo la jurisdicción de los Obispos. Solo el 5% de los
grupos estaban establecidos en casas jesuitas. Y ¿cómo trabajar sin la cooperación de laicos
competentes. Sobre todo: ¿cómo "convertir" miles y miles de líderes espirituales en todo el
mundo? También entre los jesuitas se conocía y apreciaba poco el verdadero significado y
naturaleza de su propia creación. No podían creer que la Asociación Mariana, llamada CM,
tuviera que ver con la Compañía de Jesús.
Un Papa causó la pérdida del espíritu; otro Papa inició su resurgimiento. Pío XII,
conociendo por experiencia personal la espiritualidad ignaciana y el impacto original de las CM,
siguió con interés los esfuerzos del secretariado central. En el año de su elección (1939) el
encargado de la oficina era el P. Emile Villaret. Entre estos dos hombres existía amistad y
mutua veneración. En 1953, después de la muerte del P. Villaret, el Papa me dijo que para él, l
Padre era un santo. Pío XII es indudablemente el más grande promotor de las CM. El hizo todo
lo que estuvo a su alcance para apoyar la renovación con todo tipo de referencias, cartas,
mensajes y otras pruebas de su predilección. Finalmente, decidió dar un extraordinario paso, a
saber: proclamar un nuevo estatuto para la Iglesia entera. Lo hizo en la manera más solemne y
oficial de una Constitución Apostólica, obligatoria para toda la Iglesia y sin necesidad de
especial promulgación. "Bis Saeculari" era precisamente lo que se necesitaba: una declaración
clara de la autoridad sobre la identidad propia de las CM, un llamamiento urgente a la reforma,
orientaciones para el futuro y algunas explicaciones sobre el apostolado de los laicos en general.
Nuevos desafíos
Los historiadores y los documentos pontificios nos dicen continuamente que las reglas de
las CM son el resultado de experiencias previas. Los primeros grupos no comenzaron con reglas,
comenzaron con la vida. Encontraron su inspiración no en un sistema sino en el espíritu
dinámico de una nueva Orden religiosa. Comenzaron en 1540. La primera serie de reglas datan
de 1574.
Un nombre nuevo
Un mes después de la confirmación hecha por la Santa Sede, una de las principales
revistas alemanas de espiritualidad publicaba un artículo sobre los Principios Generales en el cual
se elogiaban y se ponían como ejemplo de "aggiornamento". El autor sin ser consciente de ello,
formulaba de manera nueva la razón principal del cambio de nombre CM por CVC. Escribía así:
"A todos lo que recientemente han visto publicados los Principios Genrales, les será difícil creer
que detrás de ellos se encuentra la CM. No sólo la forma externa y la nomenclatura de este
documento sino especialmente las ideas son diametralmente opuestas a la conocida imagen de
la CM. Una renovación de gran estilo se ha realizado". (10)
Chile fue misionado por jesuitas venidos de la Provincia del Perú. Era el año del Señor de
1593. El Padre Baltasar Piñas fue el superior del primer grupo que vino hace 400 años. Había
entrado a la Compañía estando vivo el Padre Ignacio.
Como era de esperar, aplicó acá el mismo método misionero aprendido en España y
practicado en el Perú. EL primer año se dedicarin a dar sermones a lso españoles, catecismo a
los negros e instrucciones a los indios. El Padre Piñas, rector, trabajaba con los españoles, el
Padre Aguilera se encargó de los negros y el Padre Luis de Valdivia de los indios. Pero un año
más tarde, para la fiesta de la Asunción, comenzaron un “seminario” o colegio en Santiago.
Un anónimo peruano de 1600 nos narra como surgió este primer colegio. Fue en
respuesta al pedido de los ciudadanos de Santiago del Nuevo Extremo: “…así acudió al deseo de
la ciudad, ofreciéndoles que pondría estudios de gramática para sus hijos”. Al colegio lo llama
“seminario”, que en lenguaje de la Compañía es el término para un centro educativo abierto
tanto para futuros clérigos como para laicos. Es muy interesante que lo ligue a la finalidad
misionera para la cual los jesuitas habían venido a Chile: “…de donde después saliesen a
misiones por las demás ciudades…”
La respuesta de la ciudad fue entusiasta y con gran generosidad reunioeron fondos para
comprar una casa con sitio amplio -la que fue del gobernador Don Rodrigo de Quiroga- y al mes
los Padres se trasladaron a ella. Los estudios se iniciaron con un discurso en latín sobre “lo que
importaba la buena crianza de la juventud”, que hizo un Padre delante de todo el pueblo y las
órdenes religiosas.
Faltaba la Congregación, pero este paso no tardó en venir: “Un año después de
asentados los estudios, se asentó la Congregación de Nuestra Señora”. Se le dio el título de
“Congregación de la Inmaculada Concepción”. A ella quiso remontarse la Congregación del
mismo nombre que a mediados del siglo pasado, casi tres siglos más tarde, se estableció en el
Colegio de San Ignacio. Este hecho hasta hoy lo recuerda el magnífico cuadro de la Virgen que
hay en el altar mayor de la iglesia de dicho colegio.
Para reunir a los primeros miembros se siguió una práctica que venía del mismo San
Ignacio consistente en buscar doce personas de mucho valor. La reminiscencia de Jesús que
escoge a doce apóstoles es muy clara. El anónimo cuenta: “Escogiéronse doce estudiantes de los
que en aquel año habían aprovechado más en virtud, y dado mejor ejemplo, de los cuales dos
en particular fueron columnas de virtud, dando raro ejemplo de ella, y al fin vinieron a entrar a
la Compañía”.
En cuanto a los Ejercicios, que son fuerza inspiradora de la tríada pastoral, podemos
decir que en el primer siglo estaban presentes y actuantes desde el comienzo, pero de forma
diversa a como tenderíamos a imaginarlos hoy. Porque casas de ejercicios, dedicadas a este
objeto, no habrá hasta 1706, cuando se inauguró en Santiago la primera, la de Nuestra Señora
del Loreto, que dependía del colegio San Miguel, en la chacra de la Ollería, en la actual calle
Portugal. Al principio los Ejercicios a seglares se hacían vinculados a las reuniones de la
Congregación, la dirección espiritual, la confesión, los catecismos, las prédicas dominicales, las
novenas, las bendiciones con el Santísimo en tiempo de Navidad, Cuaresma, Pascua de
resurrección. Tenían algo de carácter de los “Ejercicios en la vida” (los de la Anotación 19) y
mucho de l de los Ejercicios para personas que recién se inician (los de la Anotación 18 y los de
Primera semana).
El colegio y su congregación produjeron un enorme influjo benéfico en la ciudad. Según
escribe el historiador jesuita, Padre Olivares, puso en evidencia cómo “…sólo había sido por falta
de cultivo (que) no rendían aquellas tierras incultas, ricos y copiosos frutos” Asistían al colegio
“los hijos de lo más principal de la ciudad…”. La vida espiritual y la frecuencia a los sacramentos
era intensa: “…en todo había mucha frecuencia de sacramentos…”. Como correspondía a
Congregantes de Nuestra Señora, esa actividad giraba en torno a la “…capilla de la Virgen, que
era hermosa y capaz…”.
Las reuniones de la Congregación se tenían los domingos y días de fiesta. Siguiendo al
Padre Olivares, se desarrollaban de la forma siguiente: se reunían lso estudiantes en la capilla, y
allí el Padre a cargo de la congregación “…les lee un libro devoto por media hora. Después el
Padre les hace una plática dícese la letanía de la Virgen (de Loreto), y todos con suma devoción
oyen la Misa, en que gastaban gran parte de la mañana… Comulgaban muchos cada quince días
y todos cada mes, la fiesta de la Virgen se hacía con gran solemnidad, con certamen poético,
oraciones latinas, poemas castellanos a que asistía toda la ciudad, así eclesiásticos como
seglares, con gran gusto de todos…”.
Los jesuitas volvieron a Chile en 1848. Durante la segunda mitad del siglo XIX marcaron
en su actividad apostólica dos líneas de trabajo: las misiones en campos y pueblos, simbolizados
en el Padre Idelfonso de la Peña, primer superior de los retornados; y la educación en los
colegios de Santiago (1854), Puerto Montt (1859), Concepción (1887) y el seminario de Ancud
(1990). Pero, fieles a su tríada pastoral, junto con los Colegios reintrodujeron los Ejercicios y las
Congregaciones marianas, para así promover mejor las misiones en todos los ámbitos, que son
toda su razón de ser.
El colegio de San Ignacio fua a la vez un centro cultural y un foco irradiador de actividad
evangelizadora y de promoción social. Las Congregaciones Marianas de entonces ayudaron
mucho a obtener estos fines.
En Santiago, el Padre José León, como prefecto de la Congregación de la Inmaculada,
creó en 1875 una Academia filosófica en la que se estudiaban y discutían materias científicas y
religiosas. Deudora de la apologética de su tiempo, tenían en la mira las herejías y las ideas
peligrosas para el pensamiento católico, que entonces pululaban en Chile.
Desde el primer día la Academia tuvo cuarenta oyentes de fuera del colegio. El año 1876
organizó 18 sesiones sobre el espiritismo, con gran agitación de los espiritistas del país, que
recibieron con ello un grave revés. ¡No dejaría de tener una cierta actualidad esa polémica
Academia en nuestros tiempo no menos acosados por el espiritismo!.
En Valparaíso pareciera que los jesuitas no desarrollaron la Congregación Mariana sino el
Apostolado de la Oración, conforme al modelo del Apostolado de la Oración impulsado en Francia
por el Padre Lamiere.
Estos comienzos porteños del apostolado de la Oración se reunían en la Hermandad del
Sagrado Corazón, y tomaron muchos elementos y características de los congregantes: oficio
parvo de la Santísima Virgen, comunión frecuente, limosnas a los pobres, socorro a los
enfermos. Pero introducen un espíritu y actividades propias, que no les vienen de las
Congregaciones Marianas.
El Padre Hernández afirma que las Congregaciones Marianas están establecidas en todas
las casas de la misión. Su modalidad depende de “la posibilidad que hay y las circunstancias de
las personas”. Con esto quiere decir que son muy adaptables: las hay de estudiantes, de
obreros, de campesinos, de señores. Pero afirma: “Las que mayor bien hacen son las de
caballeros debajo de la advocación de la Inmaculada y de San Luis…” De la de Santiago dice que
“la forman más de 700 congregantes” y que sus actividades se agrupan en ters grandes rubros:
obras de misericordia, como ser la visita a las cárceles; acción social a favor de los más
desposeídos, en torno a los Patronatos (hablaremos de éstos más extensamente); vida de
diálogo de la fe con la cultura, en base a las Academias. Se reúnen cada Domingo, asistiendo a
Misa, que preside el Padre Director, el cual les propone un tema de oración y reflexión. Ejercitan
obras de celo evangélico “de las que resulta gran fruto espiritual y notable edificación”.
Para su trabajo la Congregación se organiza en Academias y Secciones. Las Academias
pretenden formar más a sus miembros en cuestiones de actualidad; difunden su pensamiento
por medio de publicaciones y de actos públicos a los que invitan a personas de fuera;
finalmente, son una instancia de diálogo y encuentro -las más de las veces muy polémico- con el
pensamiento no católico.
Las Secciones son los órganos de acción de la Congregación. Las principales Secciones
de aquel tiempo son: La Eucaristía, que era una especie de equipo litúrgico para promover y
preparar la misa, con especial énfasis en la comunión frecuente. La de Beneficencia, que visita
y ayuda personalmente a los pobres en sus domicilios. La de Hospitales, para visitar, dar
consuelo e instrucción religiosa a los enfermos. La de Propaganda, dedicada a la difusión de la
prensa y buenos escritos y al fomento de las lecturas católicas. La Liga de honor, que propaga
la moralidad en todas las clases sociales y reacciona frente a actuaciones públicas que amenazan
a las conciencias.
El balance que hace el Padre Hernández, es muy positivo, lo que no obsta a que deje una
crítica fuerte a un mal “propio de estos países, a saber, la dificultad de lograr la asiduidad y
constancia de los congregantes”.
En los colegios y seminarios existen una o varias Congregaciones de la Santísima Virgen,
según los casas. Si hay varias, suelen tener un segundo Santo patrono titular, según las edades
de los alumnos: San Luis Gonzaga, patrono de los mayores; San Juan Berchmans, para los de
edad intermedia; San Estalisnao de Kotska, para lo más jóvenes. Se les exige cierta excelencia
en la conducta y aplicación, la que se prueba durante un tiempo suficiente de aspirantazo. Si
faltan seriamente, quedan por el mismo hecho suspendidos y a veces privados totalmente de su
calidad de congregantes. Celebran especialmente la fiesta de la Inmaculada Concepción y la de
su Santo Titular.
Para las mujeres hay Congregación del Purísimo Corazón de María u otras. Para las
jóvenes, Congregación de las Hijas de María, teniendo a Santa Mariana de Jesús y a Santa
Filomena como Patronas secundarias. Realizan obras de provecho al prójimo similares a las
congregaciones de varones, con especial énfasis en los Catecismos en oponerse a los
espectáculos inmorales.
Un desmembramiento dispersivo
Este período, aproximadamente entre los años 1850 al 1914, se caracteriza por una
proliferación de Congregaciones y hermandades que empiezan a funcionar en forma paralela e
independiente de la Congregación mariana. Las que antes eran “Academias ed fe y cultura” o
“Secciones de apostolado” de la Congregación Mariana, empiezan ahora a llevar vida propia
como asociaciones independientes. Así surgen: el Centro apostólico de Santiago de Chile, los
grupos de Catecismo, las Congregaciones de la Buena Muerte, las Congregaciones de Obreros,
las Hermandades del Sagrado Corazón, el Apostolado de la oración con una sección promotora
de los Ejercicios, la Sociedad protectora de la joven sirvienta, la caja dotal para obreras, la liga
social de además católicas, las conferencias de San Vicente.
Tal proliferación de nuevas entidades, producto de una asociacionismo acrítico, tendrá en
el futuro consecuencias dañinas tanto para ellas mismas como para la Congregación Mariana.
Porque a la corta o larga inevitablemente se repetirán iniciativas, las fuerzas se dispersan y se
generan unilateralidades, lo que resulta en un debilitamiento de todas.
III. LA CONGREGACIÓN EN QUE CRECIÓ Y SE FORMÓ ALBERTO HURTADO (LOS AÑOS ENTRE 1910 Y 1925)
A comienzos de nuestro siglo la Congregación Mariana de Chile recibió un fuerte impulso
renovador gracias al influjo de algunos jesuitas españoles, especialmente del Padre Estalisnao
Soler, director de la Congregación desde 1892 hasta su muerte en 1915. Estos trajeron a
nuestra patria el renacimiento de las Congregaciones de Barcelona y de otras partes de España.
Tres jesuitas chilenos -abiertos y renovadores en lo eclesial y social- recogieron esa fuerza e
inyectaron en sus trabajos la estructura y el espíritu de las Congregaciones. Fueron los Padres
Jorge Fernández Pradel, que sucedió al Padre Soler (Director 1915 a 1918), Fernando Vives del
Solar y José Francisco Correa, que sucedió al Padre Fernández Pradel.
En el colegio de San Ignacio los alumnos eran invitados a ingresar a la Congregación de
la Inmaculada y San Estanislao de muy jóvenes. Alberto Hurtado lo hace a los 11 años. A los 15
toma como director espiritual al Padre Vives, quien influirá profundamente en su vocación y en
su preocupación social.
En el colegio y en la Congregación, Alberto se familiarizó con los rasgos y los medios
típicos de esta asociación: búsqueda de Cristo en la meditación de los evangelios y en la
eucaristía, dirección espiritual personal, práctica de los Ejercicios ignacianos, cultivo de la fe en
comunidad, círculos de estudio, obras sociales y servicio y visita a los más pobres. Aconsejado
por su Padre espiritual se convierte en alumno aplicado y aprovecha bien su tiempo con lecturas
de libros formativos y aprendizaje de idiomas. EN 1913 es catequista del Colegio con gente
pobre. Su trabajo social lo realiza en el Patronato de Andacollo (que funcionaba en el sector de
Cumming con San Pablo, donde está la actual Parroquia de ANdacollo). En 1916, durante su
quinto año de humanidades, pide entrar a la Compañía, pero los Superiores le aconsejan
esperar.
En este mismo tiempo, Juanita Fernández recorría un camino de santidad similar al de
Alberto como Hija de María de la Congregación mariana del Colegio del Sagrado Corazón. Los
Ejercicios Espirituales ignacianos despertaron en ella la vocación de carmelita. Los medios que
ambos usaron fueron muy similares; búsqueda de Jesucristo ayudados por la meditación diaria
del evangelio, centralidad de la Eucaristía, lecturas espirituales sólidas, examen de conciencia,
dirección espiritual. Jesucristo los llevó al amor a los pobres, a visitarlos, ayudarlos y enseñarles
catecismo. Es bueno notar como los mismos ejercicios, gracias a su finura para hacernos percibir
la dirección de los impulsos del Espíritu Santa, pudieron de hecho, conducir a vocaciones tan
distintas; la de la vida contemplativa y la de la vida apostólica.
CONCLUSIÓN
Hemos llegado al año 1921 y nos quedan otros 72 para empalmar con el nuestro. No es
fácil hacerlo porque este último período es muy complejo. Prefiero pues terminar aquí y quedarlo
debiendo. Pero de los dicho podemos sacar algunas conclusiones, que nos puedes ser valiosas
para nuestro ser y actuar de CVX hoy día.
1. Estamos apoyados por una caravana de antecesores que han vivido, al igual que
nosotros, su ideal de trabajar con Cristo por los demás en el modo propio de la CVX.
Vibramos con sus triunfos y nos dolemos de sus limitaciones que -aunque no señaladas
lo bastante en esta exposición- ciertamente las hubo. Nos conmueve notar que, gracias
a la CVX de los primeros años en Chile, estamos en una cercanía tan próxima a San
Ignacio, con el cual nos vincula el Padre Baltasar Piñas, admitido a la Compañía en vida
del Santo.
2. Descubrimos el valor apostólico de la tríada Ejercicios-Colegio-Congregación y creemos
que, renovando esta intuición, puede ser de inmenso valor para la nueva evangelización
que hoy buscamos emprender.
3. Impresiona la constante valoración de los Ejercicios a los largo de estos 400 años. Las
figuras de Doña Francisca y Doña Juana Febres, como la de Don Juan Antonio Araoz,
con un símbolo que espolea a la CVX de hoy a proseguir tal línea.
4. Desde el comienzo de nuestra historia la CVX se vio comprometida en el trabajo y la
lucha en beneficio de los más débiles y de los que son víctimas de discriminación y de
injusticia. Igual cosa, en servicio de Cristo en los enfermos y encarcelados. En ella, las
palabras de evangelio han dejado de ser declaraciones vacías. Esa congregación mariana
del “Fuerte Arauco” tiene gran fuerza simbólica; en las nuevas fronteras del mundo y de
la Iglesia, ¿Dónde encuentra hoy la CVX el “Fuerte Arauco”, al cual ella quiera ir para
hacer presente el Evangelio humanizador de Cristo?.
5. La unión estrecha de la CVX con la Compañía de Jesús -conservando cada cual su propia
autonomía- ha demostrado ser fecunda para ambos.
6. La vida del padre Hurtado en la Congregación Mariana nos muestra que la CVX vivida a
fondo es un modo de vida que hace Santos de enorme poder benéfico para la iglesia y
todos los hombres. La santidad radical y callada de las mujeres y los hombres que viven
en la CVX de hoy será mañana fuerza renovadora de los chilenos en el siglo XXI.