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Nº 5
Las nuevas entidades tendrán las facultades de cerrar colegios de enseñanza parvularia, básica y
media de mala calidad por la vía de quitarles el reconocimiento oficial y la subvención a sus
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alumnos. También, fiscalizarán la rendición de cuentas de los colegios. Según el Ministro de
Educación, Joaquín Lavín, Chile deja atrás la fase de incorporar la mayor cantidad de niños al
sistema escolar y pasa a un nuevo estadio. José Joaquín Brunner, quien respalda la iniciativa, ha
expresado que de acuerdo a la experiencia internacional, la efectividad de las organizaciones es el
factor más importante para mejorar la calidad de la educación.
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facilidades de transporte para sus hijos para ir al colegio. Si la situación persiste después de cuatro
años, el colegio es cerrado.
La Ley General de Educación, aprobada hace pocos meses, dio origen al Consejo Nacional de
Educación, integrado por académicos destacados, docentes, representantes de las universidades y
profesionales de la educación designados por el Presidente de la República. Reemplazará al actual
Consejo Superior de Educación y a diferencia del caso peruano, el Consejo Nacional de Educación
tendrá funciones ejecutivas clave. Le corresponderá, además de contribuir a lograr una visión de
largo plazo de la educación, revisar y aprobar los estándares e indicadores de desempeño que
proponga el Ministerio de Educación; así como, revisar y aprobar la metodología propuesta por la
Agencia de la Calidad para clasificar a los colegios.
La tarea de implementación de este marco normativo no será fácil pues una de las críticas a la
política educativa chilena de las recientes décadas fue su marcada orientación hacia políticas de
mercado. Al momento de aprobarse en Diputados un grupo de estudiantes cuestionó el exceso de
atribuciones que las nuevas entidades tendrán en cuanto a su facultad de quitar el reconocimiento
oficial a los colegios y la subvención a sus alumnos. La reglamentación deberá buscar el justo
equilibrio entre las atribuciones otorgadas al Estado, que se reserva el control de los desempeños
y la protección del derecho ciudadano a una educación de calidad y el derecho de los
establecimientos de enseñanza de contar con suficiente margen de autonomía para realizar una
buena gestión y alcanzar buenos resultados.
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Sobre la autonomía, uno de los planteamientos contenidos en el Acuerdo Nacional por la
Educación, firmado por los principales líderes políticos chilenos, es apostar por un tercio de horas
de libre disponibilidad curricular y organizar, entre otros, un Banco de Programas complementario
al programa oficial del Ministerio de Educación. Los planes y programas contenidos en este banco
tendrán que cumplir con los objetivos nacionales de aprendizaje y deberán estar a disposición de
todos los establecimientos que los quieran utilizar. En el Perú poco a poco el diseño curricular ha
ido recortando las horas de libre disponibilidad que ahora buscan nuestros vecinos del sur.
El Programa PISA es un ejemplo del escaso aprovechamiento de sus resultados que solo tuvieron
un impacto mediático. Distinto es lo que sucede en otros países donde se han editado
publicaciones especialmente dirigidas a las escuelas, se han organizado a todo nivel eventos de
análisis de las medidas de política y reformas que deberían emprenderse. El próximo año, PISA
aplicará una nueva evaluación, esta vez con énfasis en matemáticas y aplicando pruebas -en los
países donde se den las condiciones- que impliquen el uso del computador y los principales
buscadores de la red informática. ¿Podrá el Perú lograr que parte de sus estudiantes sean
evaluados bajo esa modalidad si tenemos una baja relación alumnos por computador en nuestras
escuelas secundarias y un menor índice de escuelas con acceso a la Internet?
Sin duda el profesionalismo y alta calidad de los trabajos que realiza la Unidad de Medición de la
Calidad de la Enseñanza (UMC) merecen ser resaltados y demandar que sean mantenidos en un
nuevo gobierno. Como es la experiencia de países exitosos en educación, se necesitaría que la
evaluación, la construcción de estándares y la rendición de cuentas sean fortalecidas como
elementos indispensables en la toma de decisiones de política educativa y para ello se requiere
una institucionalidad más fuerte.