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Un libro (del latín liber, libri, 'membrana' o 'corteza de árbol') es una obra impresa,
manuscrita o pintada en una serie de hojas de papel, pergamino, vitela u otro material,
unidas por un lado (es decir, encuadernadas) y protegidas con tapas, también llamadas
cubiertas.
Según la definición de la Unesco, un libro debe poseer 49 o más páginas (25 hojas o
más). Desde cinco hasta 48 páginas sería un folleto (desde tres hasta 24 hojas). Desde
una hasta cuatro páginas hojas sueltas (una o dos hojas).
También se llama "libro" a una obra de gran extensión publicada en varios libros,
llamados "tomos" o "volúmenes". Otras veces se llama también "libro" a cada una de las
partes de una obra, aunque físicamente se publiquen todas en un mismo volumen.
Hoy día, no obstante, esta definición no queda circunscrita al mundo impreso o de los
soportes físicos, dada la aparición y auge de los nuevos formatos documentales y
especialmente de la World Wide Web. El libro digital o libro electrónico, conocido
como e-book, está viendo incrementado su uso en el mundo del libro y en la práctica
profesional bibliotecaria y documental. Además, el libro también puede encontrarse en
formato audio, en cuyo caso se denomina audiolibro.
Historia
Desde los orígenes, la humanidad ha tenido que hacer frente a una cuestión
fundamental: la forma de preservar y transmitir su cultura, es decir, sus creencias y
conocimientos, tanto en el espacio como en el tiempo.
Entre los finales de la Edad Media y el siglo XVIII, en Occidente se intentó controlar y
ordenar la gran cantidad de textos que el libro manuscrito y luego el impreso habían
puesto en circulación, tras la invención de la imprenta por Gutenberg. Plasmar los
títulos de una determinada manera, clasificar las obras o dar un destino a los textos para
clasificarlos fueron operaciones gracias a las cuales se hacía viable el ordenamiento del
mundo de lo escrito, por aquel entonces. Pero, paulatinamente empezó a imperar el
deseo de la instauración de una biblioteca inmaterial, más eficiente, que daría lugar a
una transformación en la relación con los textos escritos.
Se sabe que los chinos imprimieron el primer libro en el año 868 d. C. el Frontispicio
del Vajracchedika Sutra (Sutra de Diamante) que fue traducción de un texto hindú; el
método de impresión fue mediante bloques de madera grabados.
Los libros en forma de rollo de papiro o pergamino fueron más tarde reemplazados por
el codex, un libro conformado de páginas y una espina, similar a los libros utilizados
hoy en día. El codex o códice fue inventado durante los primeros siglos de nuestra era.
Previamente a la invención y adopción de la prensa de impresión, todos los libros eran
copiados manualmente, lo que hacía que fuesen caros y escasos.
Los libros eran copiados e iluminados por monjes en el scriptorium (sala de escritura)
de un monasterio. Las lámparas y las velas estaban prohibidas para evitar los incendios,
y los monjes no podían hablar para no cometer errores. Toda comunicación se mantenía
mediante signos.
Durante la edad media, cuando sólo las iglesias, universidades y hombres pertenecientes
a la nobleza podían adquirir libros, estos eran a menudo puestos bajo llave para evitar su
hurto. Estos primeros libros fueron hechos con páginas de pergamino y vitela, pero
desde el siglo X estos materiales fueron paulatinamente reemplazados por papel, ideado
por los chinos, aunque fueron los árabes quienes transmitieron el proceso de elaboración
del lejano oriente a Europa.
La escritura
Los más antiguos vesigios de escritura se encuentran, hacia finales del IV milenio a. C.,
en el Antiguo Egipto, con jeroglíficos, y la antigua Mesopotamia, mediante signos
cuneiformes (escritura cuneiforme; utilizaban una varilla con sección triangular, que al
hendir en placas de arcilla, dejaba una marca en forma de cuña). La usaron los
sumerios, acadios, asirios, hititas, persas, babilonios etc. La escritura egipcia, que
perduró más de tres milenios, mediante jeroglíficos, representaba ideas abstractas,
objetos, palabras, sílabas, letras y números. Evolucionó en las escrituras hierática y
demótica. Otros pueblos, como los hititas y los aztecas también tuvieron tipos propios
de escritura.
Además, surge una innovación comercial que convierte al libro en una mercancía de
fácil acceso a los plebeyos y los pobres, que consiste en las librerías ambulantes, donde
el librero cobra una cantidad mensual para prestar libros, que al ser devueltos le
permiten al lector-usuario recibir otro a cambio.
El mismo libro, se convierte en un avance que da distinción a los lectores como
progresistas en un siglo en que el progreso es una meta social ampliamente deseada y a
la que pueden acceder por igual nobles y plebeyos, creando una meritocracia de nuevo
cuño.
A pesar de lo anterior, la minoría que cultiva el gusto por el libro se encuentra entre los
nobles y las clases altas y cultivadas de los plebeyos, pues sólo estos grupos sociales
saben leer y escribir, lo que representa el factor cultural adicional para el inevitable auge
del libro.