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La historia se remonta al año 1943 cuando se promulga la ley N° 7.535 que crea la Estación
de Mitilicultura de Quellón (en la comuna del mismo nombre) con el objeto de vigilar y
propender el cultivo y repoblación de mitílidos.
Según el Dr. Jorge Navarro, académico del Instituto de Biología Marina, Facultad de
Ciencias, de la Universidad Austral de Chile, la actividad comenzó con gran interés por
parte del Estado cuando se empezaron a agotar los bancos naturales de mitílidos,
especialmente choritos y cholgas provenientes de Chiloé. Por tal motivo, en la década del
60 el Instituto de Fomento Pesquero (IFOP) y la Corporación de Fomento de la Producción
(CORFO) iniciaron un plan de desarrollo de la mitilicultura, principalmente en la zona sur
de la Isla de Chiloé. El propósito de esto fue que lugareños y pescadores artesanales
tuvieran una alternativa de producción y de ingresos.
UACh y la Mitilicultura
La relación de la Universidad
Austral de Chile con esta
actividad comenzó hace muchos
años atrás, luego de que los
trabajos del IFOP y CORFO no
dieran los resultados esperados.
El Dr. Navarro comenta que
“durante la corta estadía inicial
en la UACh del experto alemán
Dr. Jürgen Winter, a fines de
1976, académicos y nosotros
que éramos sus estudiantes,
viajamos a Chiloé donde
pudimos visualizar el gran potencial de esa zona para el desarrollo de la mitilicultura.
Frente a esa inquietud iniciamos conversaciones con la Secretaría Regional Ministerial de
Planificación y Coordinación (SERPLAC) y CORFO, para proponer la realización de
estudios sobre mitilicultura”.
A comienzos de 1978 regresa el Dr. Winter para integrarse al Instituto de Zoología como
profesor huésped, donde inicia su fecunda labor en pro del desarrollo de la acuicultura
chilena, quien fue además fundador del Instituto y de la Escuela de Biología Marina de esta
casa de estudios superiores. Con el experto a la cabeza se concreta un programa de
investigación entre la UACh y el Gobierno Regional para llevar a cabo un proyecto, hasta
el año 1981, en las localidades de Yaldad (a 10 Km. de Quellón), Huildad (12 km. al norte
de Quellón) y Tubilidad (en Quemchi).
Entre las actividades que involucraba este proyecto estaban la caracterización ambiental de
los lugares de cultivo, la determinación de las tasas de crecimiento del chorito, evaluación
de la captación de semilla y desarrollo de técnicas de colecta de semilla y cultivo de la
especie. En forma paralela la Universidad de Concepción realizaba otro programa de
investigación con las mismas instituciones de Gobierno, lo que permitió la interacción de
los grupos de investigadores en un tema trascendente para el país.
Desde el año 1996 la Estación Experimental de Yaldad se encuentra habilitada con una casa
de huéspedes que permite efectuar actividades de investigación en la zona. Aquí se han
llevado a cabo numerosos proyectos nacionales e internacionales (FONDECYT, PNUD,
CIID, WWF, IFS, TWAS) que han generado gran cantidad de publicaciones científicas,
además de tesis de doctorado y muchas otras de pregrado. Otro hecho destacado es el
haber logrado una significativa transferencia tecnológica a la población rural del lugar, en
relación a las técnicas de cultivo.
Proyecciones de la
Actividad
Las mareas rojas tóxicas también tienen un gran impacto en la mitilicultura desde el punto
de vista socio-económico, ya que se deben cerrar los centros productivos hasta el momento
en que los bivalvos se encuentren detoxificados. De ahí que sea relevante conocer la
dinámica de intoxicación y detoxificación de estos organismos para estimar los tiempos de
Explica que para que esta actividad sea sustentable en el tiempo se requieren programas de
investigación para estudios básicos y aplicados referentes a la producción y obtención de
semillas. También considera primordial conocer la capacidad de carga de los ecosistemas,
ya que esto tiene directa relación con la calidad del producto. En la actualidad las tasas de
crecimiento son cerca del 40% más lentas que hace 15 años (23 meses), ya que el ambiente
está sobrecargado de centros de cultivo. De ahí que conocer la capacidad de carga
permitiría ayudar a las instituciones a poner límites en el otorgamiento de nuevas
concesiones marinas, lo que iría en beneficio directo de la propia miltilicultura.