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A césar o a Dios.

Por: Raúl Salazar

Este pasaje siempre me impresionó. Dice tanto con tan pocas palabras. Este pasaje enseña sobre los
tipos de autoridad. Enseña sobre la naturaleza del hombre. Pero principalmente enseña a quién le
debemos la libertad de gobernar nuestras vidas. Leamos.

“Entonces se fueron los fariseos y consultaron cómo sorprenderle en alguna palabra. Y


le enviaron los discípulos de ellos con los herodianos, diciendo: Maestro, sabemos que
eres amante de la verdad, y que enseñas con verdad el camino de Dios, y que no te
cuidas de nadie, porque no miras la apariencia de los hombres. Dinos, pues, qué te
parece: ¿Es lícito dar tributo a César, o no? Pero Jesús, conociendo la malicia de ellos,
les dijo: ¿Por qué me tentáis, hipócritas? Mostradme la moneda del tributo. Y ellos le
presentaron un denario. Entonces les dijo: ¿De quién es esta imagen, y la inscripción?
Le dijeron: De César. Y les dijo: Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que
es de Dios. Oyendo esto, se maravillaron, y dejándole, se fueron.” (Mat 22:15-22)

¿Por qué Jesús se enojó tanto con esta pregunta? ¿Por qué los llamó hipócritas? ¿Era una simple
pregunta? ¿Qué representaba el tributo para el pueblo en aquel momento? ¿Era un simple pago
burocrático? Empecemos.

1. El asunto del tributo.


Los espías de Jesús habían elegido bien el tema para establecer la trampa. Los tributos eran un tema
caliente en aquella época. La reacción del pueblo era variada. Hay varios asuntos que considerar
para entender lo complicada de la pregunta que Jesús debía dar.

• El tributo como recordatorio de la dominación extranjera. Unos años antes del nacimiento de
Jesús el Imperio Romano había dominado la tierra de Palestina. Esta ocupación extranjera
nunca es bienvenida. El pueblo vivía relativamente bien pero eso no les hacía olvidar que
eran un pueblo oprimido bajo una bandera extranjera. Como parte de esta ocupación
llegaron los impuestos al país. Impuestos que debían pagar al Imperio. Pagar impuestos
nunca es una tarea agradable. A nadie le gusta pagar por los supuestos servicios del Estado.
Menos cuando vemos que es como tirar el dinero a las calles para que lo malgaste y mal
administren. No da gusto para impuestos en nuestro propio estado. ¿Qué se sentiría pagar
impuestos para una nación extranjera? ¿Una nación que se ha tomado la libertad de decidir
nuestra manera de vivir, cómo podemos vestir o pensar, que ha tomado por la fuerza el
rumbo de nuestra nación? Dentro de cada ser humano está el amor a la patria. Esto es
innegable. Por más problemas, errores, fallas, desastres tenga nuestro país siempre amamos
nuestro país. Esto es más evidente cuando hay personas que trabajan en el exterior buscando
mejorar su situación económica. Por lo general tienen el mismo deseo ante la llegada de los
años: volver al país y pasar sus últimos años en su propia tierra. Los judíos habían sido
despojados de este privilegio. Ahora estaban en tierras propias pero sin que les pertenezca
realmente. El tributo que debían pagar era un recordatorio amargo de que no eran hombres
libres.

• Las reacciones del pueblo. Había varias posturas en cuanto al tributo.


◦ Los saduceos: eran un grupo más político que religioso. Como buenos políticos sabían
que les convenía pagar el tributo antes que empezar una revolución. Eran una clase
económica bien acomodada así que pagaban los tributos sin cargos de conciencia ni
ningún pesar.
◦ Los fariseos: sabemos quiénes eran los fariseos. Eran los estudiosos de las Escrituras.
Tenían gran celo por la identidad nacional, los ritos, las costumbres, la práctica religiosa.
Ellos aceptaban los tributos pero a regañadientes. Lo consideraban una ofensa al pueblo
de Dios, a la soberanía divina, a la independencia del pueblo escogido. Digamos que por
amor a la paz aceptaban el pago de los impuestos pero no lo hacían de buena gana.
◦ Los zelotes: eran un grupo más radical que reaccionaba violentamente contra el imperio
romano ya que lo veían como una disminución del gobierno de Dios sobre su pueblo.
Para ellos la cuestión del tributo era una ofensa tremenda a tal punto que eran los
terroristas de esa época. Llegaban a atacar a soldados romanos y sus aliados de entre el
pueblo y huían luego de efectuar los golpes. Eran un grupo extremista revolucionario
que estaba totalmente en contra del tributo y todo lo que representaba la dominación
extranjera.
◦ El pueblo: la mayor parte del pueblo estaba en paz pero vivía con indignación ante esta
situación. Es por eso que fácilmente apoyaba cualquier intento de revolución contra el
imperio y sus imposiciones. No eran activos como los zelotes pero vemos en el ejemplo
de Mateo, que era un recaudador de impuestos, que estaba en el grupo de los publicanos
y pecadores.

• La peligrosidad de la respuesta. Luego de ver estos puntos de vista del pueblo podemos
entender mejor la materia inflamable de la que se componía la pregunta de los espías de
Jesús. Es por eso que tan simple pregunta hizo arder en ira a nuestro Señor Jesús: si
respondía sí, Jesús se estaba oponiendo a la masa del pueblo piadoso; si respondía no, podía
ser entregado a la potencia dominante como sedicioso o rebelde. La pregunta fue hecha con
astucia verdadera. Jesús estuvo a la altura.

2. Los niveles de autoridad.


Jesús respondió con una lección de antropología. Jesús respondió con una cátedra sobre la identidad
del hombre. Jesús respondió usando el testimonio de la creación. ¿Qué significa esto? Que Jesús
respondió usando la imagen misma del hombre para hacerle ver que la verdadera autoridad no está
en la tierra, ni en un gran trono de un rey o juez, como tampoco lo estaba en Roma, en la figura del
César.

• La autoridad del César.


César era el título del gobernador supremo del Imperio Romano. Los gobernadores de este
tipo eran considerados y adorados como dioses aún en vida. Se les llamaba con los títulos de
salvador, redentor, liberador y portador de la salvación. Entre nosotros se eligió al último
presidente a quien muchos catalogaron como el mesías paraguayo, el cambio seguro y cosas
por el estilo. El culto al emperador era algo lógico considerando que lo consideraban un
dios. ¡Qué ofensa al Dios de los cielos! Un hombre haciéndose pasar por Dios en medio del
pueblo escogido de Dios. El César tenía autoridad para otorgar vida y quitarla. Tenía
autoridad para quitar posesiones y entregarlas a quien quería. Nada le era impedido. Todo
estaba en su mano. No existía una sola gota de humildad en el hombre más poderoso de la
tierra en aquél tiempo al punto que se consideraba dios. Los judíos soportaban este maltrato.
Soportaban este atropello a la santidad de Dios y su soberanía. Pero el cristianismo no podía
transigir ni aceptar este pecado por más fiel que fuera a las leyes del estado por estar
totalmente en contra de Dios. El césar tenía a su favor el control de ejércitos, de
magistrados, de jueces, autoridades, gobernadores. Pero Jesús vino a anunciar que el hombre
era liberado por Dios. El hombre fue creado para servir a Dios. El poder humano nunca
podría impedir la obra del Dios todopoderoso en el interior del hombre. Podían tener
dominados por exteriormente a los hombres pero nunca sería establecido su reino en el
interior del hombre. Esto solo era posible para Dios. La cuestión del tributo era un control
humano sobre el hombre. Ahora Jesús estaba enseñando cómo funciona la autoridad
verdadera, la autoridad de Dios.
• La autoridad de Dios.
Jesús usó el ejemplo de una moneda para hacer clara una enseñanza de gran profundidad. Lo
enseñó de tal manera que todos pudieron entenderlo. Lo enseñó de tal manera que nadie
pudo responderle. Veamos lo que respondió. Primero pidió la moneda. Le dieron la moneda.
Tenía dos cosas: la imagen y la inscripción.
◦ La imagen.
En el libro de Génesis encontramos el relato de la creación del hombre. Es muy
interesante ver algunos detalles sobre esto:
▪ El accionar de Dios mismo. Durante toda la creación Dios creó todo diciendo la
palabra sea. Sea la luz, sea la oscuridad, sea el día, sea la noche. Pero cuando llega el
momento de la creación del hombre Dios se detiene y cambia su metodología. En
este punto ya no dice sea. Dios mira el polvo de la tierra y dice hagamos. Dios
mismo formó al hombre del polvo de la tierra. Dios formó al hombre en forma
personal. Dios le dio su imagen. Dios puso de sí mismo en la creación máxima:
nosotros. Nos dio su imagen. Nos dio la oportunidad de relacionarnos con él. No
somos simples animales evolucionados. Somos el orgullo de la creación de Dios.
▪ Seres eternos. Dios nos creó como seres eternos. Nuestra vida no termina con la
muerte en la tierra. Fuimos creados para la eternidad. La Biblia dice:
Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin
que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio
hasta el fin. (Ecl 3:11)
▪ Dios nos creó como señores de la creación. En la creación Dios puso al hombre
sobre toda la creación para enseñorearse de ella. La creación sería su sustento, abrigo
y deleite.
▪ Dios creó al hombre para relacionarse con él. De entre todas las cosas hechas por
Dios el hombre es el único que puede relacionarse con él. Dios lo creó para su
compañía. Para tener comunión. Para vivir como padre e hijo. Como amigos. Para
ser su consuelo y fortaleza. Por último para ser su salvador.

◦ La inscripción.
La moneda tenía una inscripción: tenía el nombre del césar. El hombre también tiene una
inscripción aparte de la imagen de Dios que acabamos de ver. La Biblia dice en Heb
8:10
Por lo cual, este es el pacto que haré con la casa de Israel Después de aquellos días,
dice el Señor: Pondré mis leyes en la mente de ellos, Y sobre su corazón las escribiré;
Y seré a ellos por Dios, Y ellos me serán a mí por pueblo; (Heb 8:10)
Dios puso su firma en cada uno de nosotros. También recordemos que Dios nos creó
libres. Cada uno tiene la libertad de elegir entre el bien y el mal, entre la vida y la
muerte, entre Dios y la condenación.

La respuesta de Jesús tuvo una profundidad que no podemos abarcar. Su respuesta toca nuestras
mentes, emociona nuestros corazones. Esta respuesta podría ser estudiada de muchas maneras y
muchas lecciones podrían ser quitadas de ella. Pero la intención de Jesús no fue dar una lección
sobre la naturaleza del hombre, la política, las guerras, o las cuestiones legales que nos ocupan día a
día. Jesús tenía otra cosa mucho más importante en la mente: nuestra salvación.

3. La respuesta del hombre.


Jesús dijo: dad a César lo que es de césar, a Dios lo que es de Dios. Dos opciones. Dos alternativas.
No hay una tercera. No hay demora. No hay escapatoria. El hombre es creación de Dios. Por eso
Dios nos pide una entrega total. Podemos cumplir con las leyes de este mundo pero nada debe
opacar este llamado de Jesús: dad a Dios lo que es de Dios. Somos suyos y en esta noche nos llama
a que nos entreguemos a él. Jesús vino al mundo para morir por nuestros pecados. Todos estábamos
condenados a la muerte eterna pero por la muerte de Jesús podemos ser libres de toda condenación.
Nuestras vidas están en las manos de Dios. Si nos entregamos a él arrepintiéndonos de nuestros
pecados tenemos la salvación, la vida eterna. Si nos negamos y nos entregamos al mundo estamos
condenados a la muerte eterna, al infierno. Pero en Jesús tenemos la vida eterna. La Biblia dice:

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito,
para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
(Juan 3:16)

Entreguemonos a Dios y consigamos la salvación de nuestras almas. Oremos.

“Padre nuestro que estás en el cielo


Reconozco mis pecados y te pido perdón.
Quiero la vida eterna y que seas el Señor de mi vida.
Me entrego con fe en el nombre de Jesús. Amén”

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