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Este pasaje siempre me impresionó. Dice tanto con tan pocas palabras. Este pasaje enseña sobre los
tipos de autoridad. Enseña sobre la naturaleza del hombre. Pero principalmente enseña a quién le
debemos la libertad de gobernar nuestras vidas. Leamos.
¿Por qué Jesús se enojó tanto con esta pregunta? ¿Por qué los llamó hipócritas? ¿Era una simple
pregunta? ¿Qué representaba el tributo para el pueblo en aquel momento? ¿Era un simple pago
burocrático? Empecemos.
• El tributo como recordatorio de la dominación extranjera. Unos años antes del nacimiento de
Jesús el Imperio Romano había dominado la tierra de Palestina. Esta ocupación extranjera
nunca es bienvenida. El pueblo vivía relativamente bien pero eso no les hacía olvidar que
eran un pueblo oprimido bajo una bandera extranjera. Como parte de esta ocupación
llegaron los impuestos al país. Impuestos que debían pagar al Imperio. Pagar impuestos
nunca es una tarea agradable. A nadie le gusta pagar por los supuestos servicios del Estado.
Menos cuando vemos que es como tirar el dinero a las calles para que lo malgaste y mal
administren. No da gusto para impuestos en nuestro propio estado. ¿Qué se sentiría pagar
impuestos para una nación extranjera? ¿Una nación que se ha tomado la libertad de decidir
nuestra manera de vivir, cómo podemos vestir o pensar, que ha tomado por la fuerza el
rumbo de nuestra nación? Dentro de cada ser humano está el amor a la patria. Esto es
innegable. Por más problemas, errores, fallas, desastres tenga nuestro país siempre amamos
nuestro país. Esto es más evidente cuando hay personas que trabajan en el exterior buscando
mejorar su situación económica. Por lo general tienen el mismo deseo ante la llegada de los
años: volver al país y pasar sus últimos años en su propia tierra. Los judíos habían sido
despojados de este privilegio. Ahora estaban en tierras propias pero sin que les pertenezca
realmente. El tributo que debían pagar era un recordatorio amargo de que no eran hombres
libres.
• La peligrosidad de la respuesta. Luego de ver estos puntos de vista del pueblo podemos
entender mejor la materia inflamable de la que se componía la pregunta de los espías de
Jesús. Es por eso que tan simple pregunta hizo arder en ira a nuestro Señor Jesús: si
respondía sí, Jesús se estaba oponiendo a la masa del pueblo piadoso; si respondía no, podía
ser entregado a la potencia dominante como sedicioso o rebelde. La pregunta fue hecha con
astucia verdadera. Jesús estuvo a la altura.
◦ La inscripción.
La moneda tenía una inscripción: tenía el nombre del césar. El hombre también tiene una
inscripción aparte de la imagen de Dios que acabamos de ver. La Biblia dice en Heb
8:10
Por lo cual, este es el pacto que haré con la casa de Israel Después de aquellos días,
dice el Señor: Pondré mis leyes en la mente de ellos, Y sobre su corazón las escribiré;
Y seré a ellos por Dios, Y ellos me serán a mí por pueblo; (Heb 8:10)
Dios puso su firma en cada uno de nosotros. También recordemos que Dios nos creó
libres. Cada uno tiene la libertad de elegir entre el bien y el mal, entre la vida y la
muerte, entre Dios y la condenación.
La respuesta de Jesús tuvo una profundidad que no podemos abarcar. Su respuesta toca nuestras
mentes, emociona nuestros corazones. Esta respuesta podría ser estudiada de muchas maneras y
muchas lecciones podrían ser quitadas de ella. Pero la intención de Jesús no fue dar una lección
sobre la naturaleza del hombre, la política, las guerras, o las cuestiones legales que nos ocupan día a
día. Jesús tenía otra cosa mucho más importante en la mente: nuestra salvación.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito,
para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
(Juan 3:16)