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La alianza de Saddam Hussein con Estados Unidos resultó mala para el


primero. Procuraba Sadam neutralizar la propaganda iraní dirigida a la
población mayoritaria iraquí perteneciente a la secta chií, rescatar el
territorio de Shatt el Arab, iraquí desde cuando los negros zanj; el perdido
cuando el imperio otomano entregó a la dinastía As Sabbah, en 1756, el
territorio de Kuwait, confirmado en 1939 por el Imperio Británico, y
neutralizar la lucha de los kurdos, nación sometida--el Kurdistán-- que
nada recibió de los imperios desplazados.

Sadam obtuvo de USA fondos, información estratégica y armamentos,


incluyendo biológicos y químicos de exterminio masivo, aunque su
ineptitud estratégica para conducir la guerra casi le costó la ocupación
iraní de su territorio.

Para resarcir enormes costos bélicos y pérdidas causadas por el mermante


valor del dólar, en momentos en que el petróleo era bien de altos precios
internacionales, Sadam tomó dos decisiones erradas. Primero, comunicó a
su aliado su decisión de ocupar Kuwait y, segundo, exigió que su petroleo
fuese pagado en euros. Esta no es decisión aceptable para el imperio; por
el contrario, es una agresión a su hegemonía económica y financiera, y
como tal, una declaración de guerra. La primera decisión daba excusa legal
para repeler por la fuerza la agresión a Kuwait.

Peor todavía, la falta de visión de Saddam Hussein, entregó motivos para


definir un nuevo orden mundial, evidenciado en las propias palabras del
presidente Bush frente a la sesión conjunta del poder legislativo federal
norteamericano, cuando comunica que la guerra contra Iraq ³es una
oportunidad para forjar, para nosotros y las futuras generaciones, un nuevo
orden mundial´. Demonstrado también porque fue invadido luego de
iniciar la evacuación del territorio ocupado de Kuwait.

Iraq fue invadido de nuevo en el 2003, por ser cómplice de quien no era y
por tener lo que no tenía. Así, el antiguo aliado Saddam Hussein no solo
se convirtió en fugitivo en su propio país, sino ahorcado por decisión
judicial de sus antiguas víctimas y cómplices.

USA aceptó normalizar relaciones con Ghaddaffi, héroe tercermundista de


antaño convertido en dictador implacable contra su propio pueblo, por
negociaciones con dos de sus hijos que procuraron acercarlos al liderazgo
de occidente. Pero Ghaddaffi exigió que el petroleo de Libia se pagara en
euros.

También cayó otro líder, Dominique Strauss Kahn, precandidato


presidencial francés, quien comentó desde su posición del más alto nivel
de las finanzas y la economía mundiales, que el dólar no podría
mantenerse como instrumento universal de valor, que de aprobarse
eliminaría el crédito automático a USA. No sé si por sus pecados o por
zancadilla bien organizada y ejecutada.

Marcos Taveras es consultor empresarial


mtaveras@gmail.com

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