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¿Capital natural?

Las ideas sociales de capital y naturaleza desde la ciencia

Emilio Riva Palacio I

Teóricamente hablando, la idea de un capital natural es un absurdo; se trata de


una reificación de dos nociones, cada una de las cuales tendrá definiciones que
resulten incluso excluyentes, si no se sacan de sus dimensiones originales. En
el ámbito social puede haber una idea generalizada sobre lo que significa un
capital, aquel recurso que puede ser invertido para conseguir una ganancia
económica sin trabajar. Pero en la ciencia existe una definición más precisa y
densa de contenido, relacional, histórica, y dependiente de un sistema en el
que su existencia, por medio de la explotación del trabajo, genera
consecuencias sociales. Con la definición de naturaleza sucede algo muy
parecido, aunque su uso original es más bien social.1
En términos sociológicos la idea que sobre estas nociones contribuye a
publicar el libro Capital natural de México juega en distintos campos y en cada
uno desempeña (pone en juego) distintas funciones.2 Como concepto científico
es poco verosímil, y no parece tener mucha utilidad en términos de una
racionalidad científica.3 Sin embargo, en el campo de la batalla ideológica sí
podría ayudar al apuntalamiento de políticas públicas de corte neoliberal, que
en la práctica están siendo impuestas por la fuerza en todo el mundo, desde
hace ya tiempo.4 En la teoría económica, el concepto de capital natural como el
de desarrollo sustentable implican una contradicción, un estado estacionario
como parte de un modelo de crecimiento.5
En la idea de capital natural hay dos nociones interdependientes, en la
medida en que si bien el sustantivo capital está determinado por el adjetivo
natural, lo natural resulta simplificado, fragmentado y despojado de su
complejidad, y de alguna manera también de su sacralidad. Según el texto,
existiría (al menos) una forma de capital que es natural, lo que en primer lugar
otorga al capital y al capitalismo una carta de naturalización (son idealizados,
eternizados, deshistorizados, neutralizados, colocados en un plano metafísico,
y hasta estilizados). Del otro lado, los diversos elementos de la naturaleza son
separados, reificados, mercantilizados, puestos como elementos del desarrollo
nacional, sin considerar las relaciones de las culturas locales con cada
ecosistema. Se pierde todo carácter relacional, se ocultan las funciones de
cada elemento de los (eco)sistemas, lo que además obstaculiza una lectura
compleja de la existencia y la posible subsistencia de la diversidad biológica.

Implicaciones sociales de la idea de naturaleza como capital


En la teoría del capital natural éste es sólo una parte del capital social, que se
compone además de capital humano y manufacturado.6 Aunque el libro Capital
natural de México no lo considera, dentro de los elementos con los que el
Banco Mundial calcula este “tipo de capital” se encuentran las actividades
extractivas, como la minería y los hidrocarburos,7 pero lógicamente también la
tierra, el primer objeto de apropiación histórica capitalista. Esa postura olvida
que las otras dos “formas” del capital resultan del trabajo humano. Pero una
parte importante del capital natural también es producida por la interacción
humana con la naturaleza.
Como demuestra la ciencia, existe una correlación entre las diversidades
lingüística, agrícola y biológica.8 Capital natural de México omite la segunda
como vínculo entre las otras dos, con lo que desaparecen la práctica humana y
el sistema mismo en el que se (re)producen la vida, la diversidad cultural, la
naturaleza y la humanidad. “Si el Homo sapiens ha logrado permanecer,
colonizar y expandir su presencia en la Tierra, ello se debe a su habilidad para
reconocer y aprovechar los elementos y procesos del mundo natural, un mundo
caracterizado por una característica esencial: la diversidad”.9
La diversificación puede considerarse un proceso natural, pero en el que
la humanidad desempeña un papel esencial; la interacción humana con la
naturaleza forma parte de este proceso, que durante miles de años ha
conformado el complejo biológico-cultural, la memoria biocultural,10 a la que se
opone la racionalidad moderno-colonial11 con la fechitización y la revalorización
(como valor de cambio y no de uso) de sus elementos cognitivos, los que
enajena hacia el sistema de producción capitalista.
En la medida en que el conocimiento, expresado en una diversidad de
sistemas cognitivos, es extirpado hacia los mercados mundiales, se convierte
en una nueva forma de despojo, desposesión,12 en donde bienes como el
conocimiento son apropiados por los poderosos, con la etiqueta de capital
humano y bajo el principio de la acumulación capitalista. Pero esta apropiación
carecería de sentido si no se acompaña de la privatización de los elementos de
la naturaleza, los recursos, a los que se refiere ese conocimiento.
Mientras la apropiación y refuncionalización de las diversidades significa
su destrucción, brinca de nuevo la paradoja que preocupa a algunos egoístas:
la destrucción capitalista de estos elementos, tarde o temprano alcanzará a los
mismos capitalistas, en un mundo sin materias primas ni trabajadores… sin la
posibilidad de conseguir ningún tipo de capital.
1 Véase Arnold, David, La naturaleza como problema histórico. El medio, la cultura y la expansión de Europa, FCE,
México, 1996.
2 Todo esto en términos de la obra del sociólogo Pierre Bourdieu, véase por ejemplo, Cuestiones de sociología, Istmo,

Madrid, 2003. El oficio de sociólogo, Siglo XXI, Madrid, 2003, La distinción, Taurus, México, 2002.
3 Como la entiende Max Weber. Véase la conferencia “La ciencia como vocación” publicada en diversas ediciones, entre

otras en El político y el científico, Colofón, México, 1998.


4 Para Sudamérica véanse por ejemplo los trabajos de Claudio Katz o Claudia Korol.

5 Rodríguez Tapia, Lilia y Ruiz Sandoval Valverde, Daniel, “El concepto de capital natural en los modelos de crecimiento

exógeno”, en Análisis económico, segundo semestre, año/vol XVI, núm. 33, UAM-Azcapotzalco, México, 2001, pp. 109-
128.
6 Véase, Zuleta, Hernando, et. al., Capital Natural, capital humano y participación de los factores. Una revisión de los

métodos de medición del crecimiento económico, Documentos de trabajo, Facultad de Economía, Universidad del Rosario,
Colombia, 2008.
7 Para una crítica de los proyectos extractivos en América Latina véase, Gavaldá, Marc, La recolonización. Repsol en

América Latina, invasión y resistencias, Icaria, Barcelona, 2007; Gavaldá, Marc, Viaje a Repsolandia. Pozo a pozo por la
Patagonia y Bolivia, Tierra Amiga, Buenos Aires, 2006. : Giarracca, Norma (comp.) La protesta social en la Argentina.
Transferencia económica y crisis social en el interior del país, Alianza, Buenos Aires, 2001; Giarracca, Norma y Miguel
Teubal, El campo argentino en la encrucijada. Estrategias y resistencias sociales, ecos en la cuidad, Alianza, Buenos
Aires, 2005; Katz, Claudio, El rediseño de América Latina. ALCA, MERCOSUR y Alba, Luxemburg, buenos Aires, 2006;
Svampa, Maristella y Mirta Antonelli (Coord.) Minería trasnacional, narativas del desarrollo y resistencias sociales,
Biblios, Buenos Aires, 2009.
8 Toledo, Víctor M., La memoria biocultural. La importancia ecológica de las sabidurías tradicionales, Icaria, Barcelona,

2008.
9 Toledo también advierte sobre una tendencia científica a separar el fenómeno congnitivo de sus propósitos prácticos, como

si la dimensión cultural fuera distinta a la de la producción, Ibidem, p. 15.


10 Ibidem.

11 Porto-Gonçalves, Carlos Walter, La globalización de la naturaleza y la naturaleza de la globalización, Casa de las

Américas, La Habana, 2008.


12 Harvey, David, El nuevo imperialismo, Oxford University Press-Akal, Madrid, 2004. Véase también Svampa, Maristella,

Cambio de época. Movimientos sociales y poder político, CLACSO-Siglo XXI, Buenos Aires, 2008.

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