Professional Documents
Culture Documents
Pseudónimo:
Previo
“Ensayo largo”
Bogotá, 2011
“Hacer conocer lo malo, para corregirlo y… apreciar lo bueno, para conservarlo”.
Notas sobre uso, domesticación y censura de algunos proyectos artísticos frente al
graffiti político y el arte urbano en Bogotá
I. Preliminares
- Death Cab for Cuttie es una banda de indie rock que empezó a funcionar en 1997. El 9
de mayo de 2011 estrenaron un video para la canción Home is a Fire, que contaba con la
“La ciudad puede ser un lugar impersonal, que impone simultáneamente claustrofobia y anonimato. Sin
embargo, hay momentos en los que podemos afectar la experiencia (y la vida) urbana, más que aceptando
las cosas como mirones pasivos. Todos sentimos temor e inseguridad respecto a nosotros mismos y a
nuestras circunstancias, pero si tenemos el valor de tomar riesgos y participar, podremos adaptar y
comprender la corriente, más que temerla. Este video busca ilustrar aquellas ideas y las múltiples
dimensiones de la experiencia urbana, llevando al espectador en un viaje donde encontrará la letra de la
canción Home is a Fire como parte del arte de la calle. El arte de la calle atrae porque transforma el paisaje
en algo menos aburrido para el espectador, y porque es un campo libre de burocracia para sus participantes.
Debo decir que el mandato del arte de la calle es “si no te gusta tu hogar… refórmalo”. El poder del arte de
la calle está en su misterio y autenticidad, por eso fue crucial poner la letra de la canción en las calles.
Queríamos que el espectador experimentara al entorno urbano en una forma bastante real e íntima, de tal
manera que reconociera que la verruga de una persona es la marca de belleza de otra persona. Algunas de
las piezas fueron instaladas antes de la grabación del video, en lugares que parecían apropiados con el tema
de la canción; mientras otras se pusieron durante la grabación misma. Nosotros grabamos la preparación de
los materiales, para demostrar la energía y el proceso involucrados en volverse proactivo. Una parte del arte
de la calle fue removido en menos de un día. El arte de la calle, como todo, es efímero, pero espero que
viendo este video y escuchando la canción la gente reconozca la magia y el potencial presentes en los
detalles desapercibidos del paisaje de sus vidas, sin importar qué tan fugaz resulte ser. Gracias a todas las
personas que hicieron posible este video.” (1)
Durante la carrera presidencial del actual mandatario de los Estados Unidos, un cartel
2
algunos periodistas, llegó a alcanzar un nivel tan alto de reconocimiento que, se dijo,
podría ser igualado con la fotografía que hizo Jim Fitzpatrick de Ernesto “Che” Guevara.
Associated Press, bajo el reclamo de que había utilizado una fotografía tomada por
Mannie García para esa organización. Tres años más tarde, en enero de 2011 logró un
agencia AP sin obtener una licencia de uso.” No obstante, por lo que puede leerse en la
asunto y zanjar diferencias con su audiencia más joven: se unió con el sujeto previamente
acusado por ellos para “compartir los derechos de los carteles y la mercadería con la
- En su libro La Ciudad letrada, el crítico uruguayo Ángel Rama comentaba que “por la
pared en que se inscriben, por su frecuente anonimato, por sus habituales faltas
ortográficas, por el tipo de mensaje que transmiten, los graffiti atestiguan autores
hasta el escándalo que generó entre la soldadesca española la distribución del botín
capturado a los Aztecas en Tenochtitlán. Citando al cronista Bernal Díaz del Castillo,
Rama señala que luego de este hecho las paredes exteriores de la residencia donde
3
habitaba Hernán Cortes se vieron inundadas de acusaciones escritas con carbón, a las
cuales el asesino y conquistador respondía cada mañana. Sin embargo, el volumen de las
réplicas llegó a ser tan grande que Cortés decidió finiquitar el asunto escribiendo “pared
blanca, pared de necios”. Según Rama, con esta acción se “restablecía así la jerarquía de
la escritura, condenando el uso de muros (al alcance de cualquiera) para esos fines
sociedad.”
Más adelante, el crítico uruguayo afirma que “dos siglos después, en la segunda mitad del
siglo XX, todos hemos sido testigos de la invasión de graffiti políticos sobre los muros de
cualquier escrito público, de siete palabras. Tenía que saber que con prohibir la palabra
no hacía desaparecer la cosa que ella mentaba: lo que intentaba era conservar ese orden
de los signos que es la tarea preciada de la ciudad letrada, la cual se distingue porque
exclusividad de sus canales de circulación.” (4) Queda por saber cuáles eran esas siete
palabras.
4
- En 2004, un artista bogotano decidió ponerse el nombre de Don Nadie y salió a algunas
calles bogotanas armado de rodillo nuevo y vinilo blanco, para tapar aquellos graffiti que
consideraba que habían sido hechos por personas dispuestas a “figurar y a representar
hacer varias intervenciones, montó treinta y cinco videos de registro de este proceso en
cuestiona que gran parte del esfuerzo de los autores de esos graffiti haya terminado por
inocuos, banales, de estética adolescente, de chistes flojos”. Para Don Nadie, esa actitud
Como puede seguirse en las reacciones escritas en el link donde figura este proyecto,
aunque no existe consenso entre los participantes del debate que se generó, una amplia
5
mayoría de las personas que hablaron sobre esta intervención decidieron descalificarla
“eso no es un proyecto, es ayudar a la alcaldía a borrar graffitis. Consiganse (sic) una vida, este tipo de
cosas no inspiran a NADA –no mas a hacersen (sic) autopublicidad uds. mismos (y caen en el mismo
sistema que “critican” –puro radicalismo)” y posteriormente recomendaba “P.D Ver el articulo “El Graffiti
como moda” del magazín Mefistófeles (sic) 2da edici;on, casi todo el argumento de “mancha blanca” es un
vil plagio al texto de ellos, y ni los llegan a mencionar ni aqui ni en el blog… Si en verdad estuvieran en
contra de la autopublicidad, solo borrarían graffitis sin adjudicarse nada, y publicarían una justificacion DE
USTEDES… Se supone critican la “falta de originalidad” de unos cuantos cuando son otros pobres diablos
con ganas de figurar.”
Por otra parte, yendo en contra de la andanada de críticas que despertó el proyecto entre
los adeptos del arte callejero, el avatar denominado Da Creaminal planteaba que:
“todas las opiniones son válidas. Me parece muy bacano lo que esta(n) haciendo, es contestatario y plantea
una opinión, creo que el arte es eso, expresarse libremente sobre algo o alguien duelale (sic) a quien le
duela… Bacano también que se den cuenta los embriones de “graffitero” que sus piezas no son eternas y
que no a todo el mundo le gustan... Aquellos que dicen “muy mal hecho”, “eso no se hace” y otras
babosadas por el estilo están actuando de una manera hipócrita, ya que de por sí seria “mal hecho” eso de
andar rayando paredes ajenas sin permiso del propietario. Ya también es hora de que le empiecen a subir el
nivel a esa huevonada en colombia (sic) y dejen de creer que por que pintaron al Che en una pared ya
alcanzaron el estatus de Banksy... No todo lo que brilla es mierda papitos!... Todo bien Mancha!”
6
Entre los variados e interesantes argumentos que sostiene el historiador Roman Gubern
la censura administrativa sobre el cine, destaca que esa clase de intervenciones apuntaban
demostrar que la información es un insumo que opera en un proceso de doble vía (que se
puede generar y transmitir o que se puede recibir y consumir), que está directamente
afectado por los modos en que las personas acceden a él. De esta manera, equipara el
poderosamente imbricados.
señalar que ante los actos de censura que se ejercen sobre las producciones artísticas hay
que considerar que sus “mensajes [constituyen] vehículos de ideas a través de ciertas
prohibición de ley “en su sentido más general”, ésta se concentra en las acciones;
mientras que cuando se habla de un acto de censura, éste se detiene en los mensajes
término”(7). Desde esta perspectiva, el acto censor afecta tanto al productor como a su
audiencia, al primero para impedirle hacer algo, a la segunda para que lo desconozca, con
de lo censurado (puesto que podrá reaparecer bajo otra forma) como el proceso mismo de
7
comunicación de contenidos (para que los productores de mensajes se convenzan de la
Por otra parte, Gubern señala al Estado como el agente censor por antonomasia,
apuntalando esta condición básicamente en dos aspectos. Por un lado, indica que es el
aparato al que se le otorga el monopolio de la fuerza (8); mientras que, de otra parte y por
porción identificable de la sociedad, aunque no por esto resulte ser la más visible. De ahí
que cuando ejerce censura, el Estado actúe como un ente que aporta dos servicios: brinda
evita gastos económicos, y desgaste político, al grupo social que desea que se realice la
ciudadano, entre otras cosas-). De igual forma, el grupo de interés que encuentra una
espera de la intervención estatal. Generalmente, intenta articular sus pretensiones con una
De ahí que la censura sea reclamada, casi siempre con gestos grandilocuentes, para
defender una serie de valores afianzados, creados o impuestos por un grupo social
8
específico, aunque fundamentados retóricamente en premisas asumidas como parte de un
consenso mayor. Para Roman Gubern, estos argumentos podrían establecerse como la
protección del bien común, la preservación de las buenas costumbres y el cuidado del
orden público. Otra de sus particularidades es que estos factores no suelen presentarse por
separado, sino que resultan ser más efectivos (y efectistas) al mezclarlos entre sí (9).
siempre ha existido una tendencia a imponer modelos de acción. En este sentido, puede
Elena Estrada de Gerlero, durante la segunda mitad del siglo XVIII, los españoles más
cercanos a los preceptos de la Ilustración introdujeron mediante mandato oficial una serie
“Desde su inicio, los Ilustrados estaban convencidos e intentaban convencer al pueblo que la expresión
barroca era de corta duración, carente de belleza, [pues estaba] expuesta a muchos riesgos y [era] censurada
por la inteligencia, tanto nacional como extranjera.” (10)
una idea poco definida de lo espontáneo y lo popular. Por esta vía fueron promulgadas
9
normas para la enseñanza y la circulación de productos artísticos, que tuvieron un
profundo efecto sobre los artistas y sus instituciones de formación. Sirva como ejemplo
“La Academia, que se reservaba el derecho en exclusiva de organizar la enseñanza de las artes e impartir
los grados correspondientes, impedía cualquier tipo de «juntas o concurrencias con pretexto del estudio de
las artes», prohibiendo «pintar, esculpir ni grabar para el Público imágenes sagradas o de personas de la
Real Familia», sin tener el correspondiente título expedido por la Academia, como asimismo se prohibía a
los pintores y escultores la utilización pública «del estudio del modelo vivo»”. (11)
En últimas, de lo que se trataba era de entrar a decidir por los autores y su audiencia qué
era lo mejor que podría hacerse a favor de una comunidad. Y para hacerlo fue necesario
nombrar una persona encargada de hacer valer esta norma. Según Estrada de Gerlero fue
el ilustrado y viajero (ambos adjetivos operarían aqui como títulos profesionales) Antonio
Ponz, el agente principal de la aplicación de este nuevo régimen, al ser nombrado como
esa ley no era extirpar, sino estimular. Para la investigadora Estrada, este personaje creía
que la cuestión consistía en hacer “que los poseedores de obras de mal gusto conocieran
que éstas eran «abortos del arte» en las que habían malgastado su dinero…” Es decir, que
a los consumidores de arte se les debía enseñar a proteger sus recursos, y su decoro, “con
conservarlo.”(12)
10
imprecaciones, evaluaciones, juicios y opiniones, un ejército de autores de múltiple
calidad, valdría la pena tratar de comprender la forma en que funciona este particular
idea de que quien censura necesariamente tiene que ser de derechas) y genera un repudio
fácil que repele toda clase de reflexión adicional (aquella idea de que el artista que
11
Retomando las anotaciones que dan apertura a este escrito (donde se mencionan las
contradicciones del diseñador gráfico Shepard Fairey frente al manejo de un trabajo suyo,
unos apuntes de Ángel Rama sobre el valor del graffiti y un proyecto artístico obsesivo-
compulsivo en Bogotá), el denominador común que enlaza cada factor tiene que ver con
la banda Dead Cab for Cuttie, presentaba de manera sentimentaloide el tipo de contacto
las letras de un video adoptan el lenguaje del arte urbano y funcionan para transmitir una
idea sobre el modo en que se habita un lugar, lo mejor que podría suceder es que en el
espectador se active un deseo por intervenir en el estado actual de una sociedad para
mirada hacia su entorno inmediato de “forma bastante real e íntima”, para que, por esa
vía y casi mágicamente, reconozca la diferencia con sus semejantes. Esto es un tipo de
12
catequesis que se retrotrae hasta el antiguo mandato clásico sobre toda pieza artística, al
Ahora bien, cuando el diseñador entra en contacto con instancias de poder mucho más
complejas, como una campaña presidencial o una agencia de prensa, empieza a revelarse
información y la forma en que podría obtener ventaja de ello. Sin destacar la explotación
que hizo de la imagen con que apoyó la candidatura de 2008 de Barack Obama, resulta
mucho más ilustrativo el arreglo al que se dice que llegó con la firma Associated Press.
AP sin obtener una licencia de uso”, este diseñador asume implícitamente la prohibición
de tomar los contenidos desarrollados por otras personas para emplearlos como vehículos
de otro tipo de mensajes. En otras palabras, ejemplifica con su actitud una aceptación del
mandato que reconocía para el arte callejero en su conjunto: “si no te gusta tu hogar…
De otra parte, al decidirse a trabajar en conjunto con la firma que lo había demandado
para seguir explotando los beneficios de la imagen que realizó, pone en entredicho la
negarse a entregar los detalles sobre arreglo al que llegó con la firma demandante,
13
refuerza negativamente su ambigüedad respecto al manejo que le dará a los réditos que
Sin embargo, esta confusión no sólo hace parte de la doble agenda que maneja Shepard
Fairey, sino que permea gran parte de las declaraciones que grupos de artistas alrededor
del mundo hacen respecto al arte callejero. En este sentido, el manifiesto del grupo Black
“1. El arte en las calles no es domesticación para los artistas… es libertad para los artistas.
2. El arte en las calles no es manipulación del pueblo… es una forma de acercarse a la gente.
3. El arte en las calles no es decoración de la ciudad… es una reflexión sobre las ciudades.
4. El arte en las calles no es publicidad gubernamental… es una crítica sobre lo que hacen los gobiernos.
6. El arte en las calles no es arte para los museos ni las galerías, ni arte callejero… es solamente arte en las
calles.
Es falso que el arte callejero haya convertido la calle en un museo… el arte callejero ha convertido la calle
en un parque de diversiones.” (13)
En otros términos, se ponen imágenes en las calles para acercarse a la gente, para
una defensa tautológica del arte callejero: abrirle vías de expresión a los productores de
imágenes. Entre esta concepción y las estrategias clásicas del mercadeo y la publicidad
no hay una gran distancia. De hecho, pareciera que se siguen las mismas pautas de
desde esta posición, es posible que la tradicional fuerza reactiva del acto de rayar una
14
pared ha superado su pequeño margen de maniobra para abrirse paso entre la oferta visual
imperante en las calles de toda ciudad, convertiéndose así en otra herramienta más de
adoctrinamiento.
Ahora bien, respecto a la referencia de Ángel Rama, no hay que perder de vista la época
en que emitió su opinión. Para el momento en que redactó el formidable trabajo que se
reúne en La Ciudad letrada, el autor vivía una serie de circunstancias personales que no
tono autobiográfico de este libro se enuncia desde su introducción, “donde Rama relata la
persecución de la que fue objeto y que culminó con la negación de su visa para residir en
los Estados Unidos”. Adicionalmente, Colombi sostiene que estos hechos hacen “aún
más imperiosa y apasionada su tesis sobre la relación entre los intelectuales y el poder”
(14). Además, a esta situación particular hay que añadir el fuerte compromiso político
que una parte de la generación del autor defendía respecto a la apertura de modos de
muchos otros pensadores del momento, Rama veía al graffiti como la herramienta de
resistencia perfecta, adecuada para sustraerse –en la medida de lo posible- a los aparatos
reivindicación social.
arte callejero parecería entrar en sintonía con estas premisas, sin embargo, hay una
15
desarticulación entre algunos de los intentos de tipificación del graffiti realizado en el
Santis en su artículo “Sobre el arte de hablar con la pared”, resulta muy difícil estar
inclina manifiestamente por la variante del graffiti escrito” (15), por cuanto la influencia
del arte callejero gestado en los Estados Unidos e Inglaterra desde comienzos de 1990 ha
donde un autor pone en juego su firma o una pintura con un estilo claramente discernible
para distinguirse de otros que están empleando la misma herramienta de expresión. Desde
otra perspectiva, entre los cultores del graffiti contemporáneo se sostiene una actitud
anárquico por naturaleza, sus autores permanecen, por principio, en el anonimato”), por
cuanto hay en ellos una soterrada defensa de aquella institución del productor individual,
tan valiosa en los relatos de la historia del arte moderno, mediante la reiteración de
nombres o apelativos. Puede que trate de funcionar como catalizador que permita “una
transitoria desintoxicación de las almas de autores y lectores, tan envenenadas por las
probablemente termine por generar más una identificación con quien lo hizo que la
asunción crítica de una molestia social. Recordando a Rama, con ese manejo de la
fórmula expresiva del graffiti se termina construyendo una “exclusividad de sus canales
16
de circulación”, similar a la instaurada por los integrantes de La Ciudad letrada. Y,
volviendo a Saavedra, una de las preguntas que quedaría por hacerse frente a esta
situación podría ser “¿cómo debería verse un graffiti-antigraffiti que no fuera graffiti?”
De ahí que la reacción de Don Nadie se vea como un intento de respuesta lanzado desde
la ciudad de Bogotá frente a esta pregunta, que además trató de alterar la retórica
libertaria de los defensores de esa expresión, así como de complejizar los niveles de
lectura que su acto pudiera tener. De hecho, su intervención no sólo se limitó al blanqueo
de paredes, sino que logró insertarse en los medios de circulación que algunos
representantes del movimiento del arte callejero bogotano produjeron para transmitir sus
diferentes posturas. Así por ejemplo, instrumentalizó el uso del pseudónimo para firmar
el artículo “El Graffiti como moda” (16), con que participó en la convocatoria “Jóvenes,
Nadie comienza por rescatar la tradición subversiva del graffiti en Colombia para
manifestar su desacuerdo con el manejo que, más o menos desde 2003, varios grupos en
ciudades como Bogotá o Cali le estaban dando. Inicialmente, acusaba a sus realizadores
firmas” había terminado por restarle fuerza al potencial crítico del graffiti, poniéndolo en
manos de campañas de educación impulsadas por actores externos a sus autores. En este
Don Nadie argumentaba “hoy, los graffiteros llegan a pintar muros que publicitan
17
expresión independiente, contracultural y anárquica del graffiti” (17). Y más adelante
atacaba la explotación que esos mismos grupos hacían de la visibilidad que lograron con
“Los grupos del „graffiti como moda‟ no son anónimos, por el contrario, sus integrantes han dado la cara en
ferias comerciales, dan talleres y conferencias, aparecen en la televisión y en revistas … vemos como a
estos grupos les interesa un mismo tipo de imágenes, sus páginas de Internet son parecidas y en algunos
casos sirven para comercializar camisetas y otros productos con sus diseños”
Se puede apreciar entonces la incomodidad de Don Nadie con una serie de presupuestos
previsible mirada hacia un conflicto a nivel estético, la acción de este artista buscaba
tiene que ver más con una posibilidad de abrirle rutas de escape ante una maniobra de
cooptación ideológica y con una recuperación del poder de denuncia que el graffiti
pudiera, aun, tener. Así, Don Nadie cuestionaba el hecho de que los muros “que estaban
disponibles para ser intervenidos se volvieron escenarios privados, firmados por los
mismos grupos que con necesidad expresionista y ánimo egoísta han impuesto sus
imágenes a lo largo de la ciudad”. La desilusión patente en este reclamo tenía que ver
además con la manera en que los cultores del arte callejero bogotano invadieron las
veneración de toda una generación. De ahí que su postura resulte adecuada para abrir un
vacío teórico, por el cual se cuelen reflexiones mucho más profundas que la simple
18
narración de una rebelión gregaria, privada e inofensiva, y permita revitalizar un
movimiento que fácilmente obtuvo adeptos y fácilmente, también, era asimilado por la
omnipresente lógica del comercio corporativo. Al pintar sobre un graffiti con pintura
blanca, el núcleo del Proyecto: Mancha Blanca iba más allá de exigir una catarata de
acusaciones pues, durante el breve silencio que esas paredes pudieran tener, otras
personas con otras intenciones, podrían imaginarse diciendo algo distinto. De esta
manera, puede verse que no sólo es el Estado quien impone censura sobre las expresiones
mismo lenguaje de aquellas instancias ante las que buscan oponerse, terminan por
su propio beneficio, y a veces con total aceptación, como lo que gusta pero es caro y se
19
Unas páginas más arriba se insistió en que el análisis de Ángel Rama debía ser
contemplado atendiendo sus condiciones de origen para lograr una lectura mucho más
adecuada sobre el uso del graffiti con intenciones políticas. Ahora bien, esta misma
advertencia puede hacerse respecto a la primera década del siglo XXI, toda vez que luego
del atentado a dos rascacielos iguales en Nueva York se desplegó una corriente de
persecución y censura por todo el orbe, alcanzando niveles de vigilancia pocas veces
registrados y con incidencia en una gran proporción de la población mundial (18). Así, al
unos agentes que alegan estar defendiendo intereses superiores, en este caso las contra-
leyes que surgieron en los Estados Unidos tras el atentado del 9/11, funcionaron más
como “una clara táctica utilizada por los políticos para ganar el dominio en el ejercicio de
claves en la capacidad del gobierno para proteger la seguridad nacional.” De este modo,
Michael Welsch sostiene que a la promulgación de leyes como la Patriot Act, debe
combatiente ilegal” (es decir un no nativo que un gobierno podría detener en cualquier
20
Para no insistir en el falso problema de la novedad de esas modalidades de control (pues
la pena observar cómo se articulan con algunos referentes de censura sobre graffiti
personas particulares han utilizado el mismo recurso de Don Nadie respecto al arte
callejero bogotano, mostrando las variadas facetas que puede adquirir ese gesto de
Inicialmente, hay que trazar una línea histórica que permite rastrear el uso de esta
partir de la década de 1970. Según el investigador chileno Luis Hernán Errázuriz, una de
la ciudadanía y los organismos de control, con el fin de eliminar del paisaje urbano las
fervorosa de los símbolos patrios” (19). Entre los apartes más pintorescos de esta
21
para que saliera “todas las mañanas hacia todos los sectores de la ciudad con brochas y
tarros de cal” para limpiar las consignas de protesta. Cuenta Errázuriz que una vez se
cumplió con el objetivo inicial de hacer desaparecer todo índice de descontento en las
paredes de las principales ciudades, se continuó atacando aquellas personas con una
indumentaria que pareciera demostrar que estaban por fuera del orden. De ahí que lo que
de nuestra historia y sus héroes, en definitiva, la desaparición casi por completo del „ser
nacional‟ chileno”. Desde esta posición, la acción física de tapar con pintura un graffiti
espacio prohibido para hacerlo, toda vez que hacía parte de una política cultural que
“extirpar de raíz y para siempre los focos de infección que se desarrollaron y puedan desarrollarse sobre el
cuerpo moral de nuestra patria y en seguida, que sea efectiva como medio de eliminar los vicios de nuestra
mentalidad y comportamiento, que permitieron que nuestra sociedad se relajara y sus instituciones se
desvirtuaran, hasta el punto de quedar inermes espiritualmente para oponerse a la acción desintegradora
desarrollada por el marxismo”.
Cuatro décadas después, en una región distante varios miles de kilómetros del país
22
ser documentada por parte de un artista vasco en la ciudad de Beijing. Luego de resultar
ganador de una de las becas del programa Goazen txinara¡ ("¡Vamos a China!"), Juan
Aizpitarte viajó hasta allí con el objetivo de estudiar esa sociedad “a través de los
mensajes y dibujos pintados en sus paredes” (20). Sin embargo, para sorpresa de este
cubrimiento con varios tonos de pintura gris de todo tipo de mensajes pintados. “Resulta
ejercida desde una forma de autoridad invisible utiliza la mancha de pintura y genera un
tipo de relación que establecían los agentes encargados de ejercerla con el mensaje que
en sí mismo”.
Observando con mayor detenimiento este proyecto, resulta interesante notar cómo una
visual por efecto de una interpretación proveniente del campo de la estética. De continuar
por este camino, habría incontables ejemplos provenientes de la teoría del arte
avalar esta aserción. Sin embargo, también hay que evaluar la manera en que el
explorador aparentemente neutral que se fija en esos signos para extraer de ellos un
mensaje simbólico podría terminar reparando el daño ejercido por ese ejercicio de
23
coerción. Continuando con el recurso a la teoría crítica construida en torno al
algún tipo de espiritualidad, propia de una superficie texturizada cubierta con pintura
donde “la manera de tapar es casi un arte en sí mismo”, termina por incrementar los
persona que no pertenece a esa sociedad. Puesto en otros términos, el manchón del
organismo censor resulta divertido, casual y, valga la palabra, pintoresco, pues permite de
cierta manera –no hay que olvidar el motivo inicial del viaje de Aizpitarte-, estudiar una
Continuando con Colombia, la periodista Olga Lucía Lozano organizó una curaduría
virtual que fue presentada en el blog de noticias La Silla vacía y para referirse a cada una
de las piezas seleccionadas redactó un breve texto. En el caso de la obra entrelíneas, del
24
Fig. 2 y 3. Rodrigo Echeverri, Entrelíneas, 2007. Fotografía. Imagen tomada de:
http://www.rodrigoecheverri.com/int/obra_1.html#
Este trabajo es una serie fotográfica, donde el artista documenta graffiti que de alguna
que tenía el gobierno anterior con ciertos grupos armados ilegales y su tierna costumbre
las películas extranjeras que se observan en el país (parte inferior del cuadro de la
tachada. En palabras de Olga Lucía Lozano, esta obra funcionaba como un retrato donde
Echeverri mostraba “la historia de un país que dice y la reacción de un país que niega.”
otro lado también hizo referencia a un relato no confirmado que señalaba a ciertos
personajes del gobierno de ser los encargados de tergiversar los escritos relacionados con
25
el mandatario. Y con relación al proceso de ejecución del tachado, Lozano subrayaba la
paradoja presente en el modus operandi de estas intervenciones señalando que “lo irónico
en los muros públicos, se avale la técnica de tachonar si lo que se esconde protege a una
sobre las acciones iniciales de censura de la dictadura chilena, el análisis de Olga Lozano
permite reconocer una particularidad dentro del proceso de intervención de los graffiti
contrario del cuidado que se tuvo dentro del régimen chileno por normalizar esas
Colombia este tipo de actos estaban cobijados por el silencio de sus protagonistas y la
ley. Ahora, si se contempla este fenómeno desde otro punto de vista, es posible
presidente a que se aludía en cada una de las imágenes presentadas por Echeverri alcanzó
a tener, según los más incautos o interesados, un ochenta por ciento de favorabilidad en la
opinión pública. De ahí que sin importar demasiado si el autor de las manchas
perteneciera o no a algún ente del Estado, resulta valioso observar de qué manera la
documentación que hace Rodrigo Echeverri permite una mirada que va más allá de la
Al comparar el gesto de Don Nadie con la obra de Rodrigo Echeverri, puede notarse que
ambos sujetos buscaron llegar al mismo terreno, pero por vías distintas. Mientras el
26
primero se ensañó con el graffiti banalizado de los promotores del arte urbano, el
segundo optó por inventariar una serie de acciones de censura. Ambos instauraron un
dirigiendo su mirada hacia los efectos derivados de la lectura que podían tener sus
diferentes, a través de las cuales se pueden encontrar diferencias que van mucho más allá
Partiendo del hecho que ambos proyectos fueron realizados por personas provenientes de
condicionados por la lectura del escenario donde se pone en circulación una expresión
visual, es necesario tener en cuenta la forma en que cada artista examinó las posibilidades
una iniciativa que circula primordialmente en la plataforma virtual. Al montar los treinta
incluir los enlaces de aquellas organizaciones de arte urbano que se vieron directamente
varias posturas respecto al mismo asunto. Realmente no hay que esforzarse mucho en
este ejemplo para encontrar respuestas por parte de sectores abiertamente opuestos a su
27
también un proceso de análisis mucho más complejo que el de simplemente difundir un
desencadenó. Sin embargo, en este punto hay que señalar que los links pertenecientes a
medios como el periódico El Tiempo o la revista Cartel Urbano han sido eliminados o
están desactualizados, con lo cual este intento de apertura queda configurado hoy a
medias.
Crítico (22), donde mencionaban el hecho de que un mural que habían realizado en el
centro de Bogotá había sido repintado de blanco (Fig. 4), resta por añadir que la asunción
de este procedimiento fue tomada por ellos más como un hecho que hacía parte de una
28
Fig. 5. Pared donde anteriormente Excusado Printsystem había pintado el mural Fashion War. Tomado de:
http://excusa2.blogdiario.com/1146789180/*adios-fashion-war!-(--)-%5Bmayo-04-/-2006%5D/
“*Quién lo borró? Por qué? Cuando?... Fashion War, nuestra primera producción -2004- (en conjunto con
Typozon), fué borrada por estos días... pero qué? mejor! ya era hora de renovar ese espacio... así que esta es
la vuelta, vamos a programar un día (muy pronto!) para que todos los que quieran caer con aerosoles,
plantillas, carteles, stickers, brochas... lo hagan sin problema y volvamos a llenar ese muro... si le interesa
nos cuenta... al rato colocamos una tanda de fotos de esa pintada clásica del printsystem.” (23)
represalias. Como sucede en uno de los apartes de la entrevista que Juan Pablo Plata,
periodista de ElTiempo.com les hiciera a los miembros de este grupo, y donde tras
preguntarles por alguna anécdota que les haya sucedido mientras hacían algún graffiti,
uno de ellos indicaba que “hay un rumor que nos están tapando los, los, los murales, una,
una, una persona de la Tadeo de Artes Plásticas”. Ante este comentario, el entrevistador
trató de introducir una sutil provocación diciendo “Ah sí? Un mensajito, que, que lo, se
está metiendo en problemas. No sabe que… no sabemos qué puede pasar con usted donde
lo pillen...” Tras esto la respuesta de los diseñadores persistía en su tono conciliador. Sin
29
embargo , un año después la despreocupación pasó a ser reemplazada por la molestia y en
su blog, Excusado escribió: “*Proyecto??? pueden tapar 10, 100, 1000, pero nunca van a
tapar todos. Mejores fondos para nuevas pintadas!!! (puag proyect!!!)*” Por lo que se vé,
Printsystem consideraron en algún momento volver sobre las paredes enjalbegadas para
reiterar su pulsión gráfica, otros artistas atentos a lo que sucedía en las paredes de las
innovadorsísima pregunta que abría con el siguiente preámbulo: “el arte contemporáneo
embargo, lo que ayer escandalizó actualmente es arte oficial. A partir de esto, ¿cuál cree
que debe ser la posición del artista hoy en día?” (24), diciendo:
“Las leyes del mercado parece que rigen todas las actividades humanas, desde las más prácticas hasta las
más intangibles. Todo es susceptible de ser comprado, incluso aquello que ataca al potencial comprador.
Ya no se censura, se compra y se cuelga de una pared. Por eso, escapar un segundo a esas leyes es ya un
logro. El artista debe buscar el espacio donde suceda ese segundo.”
curadurías del campo local, valdría la pena pensar en qué medida el artista perdió de vista
30
lo que anunciaba en su respuesta. Con esta obra, Echeverri participó como artista invitado
En realidad, se ubicaba mucho más cerca de la reflexión ya mencionada del artista vasco
Juan Aizpitarte que del caso de Don Nadie. Y, si bien es cierto que uno no debe tratar de
volverse amigo de todo el mundo, ni de hacer lo mismo que hacen las personas que tiene
Echeverri ha considerado el complejo espacio simbólico donde ingresaría su obra si, por
ejemplo, fuera adquirida por un funcionario cercano al gobierno anterior o si, en otra
circunstancia hipotética, toda esta serie pasara a engrosar la colección de arte del Partido
de La U. Aunque, viendo el contenido y el calibre de los insultos que registra, bien podría
Uno de los dos problemas que afectan este trabajo es su lugar secundario dentro del
escalafón de obras de Rodrigo Echeverri que cuentan con mayor fortuna crítica (y de
mercado). Tal vez por eso ha terminado siendo expuesto en muestras colectivas menores
31
fueron objeto de la cuidadosa labor de reflexión que requerían para no quedar asimilados
bajo formas y presentaciones que en principio nada tenían que ver con ella. Un ejemplo
de esta situación fue el formato que se le dio simulando un cartel virtual impreso en
policromía a dos cuerpos que circuló en una revista para artistas (Fig. 6).
Fig. 6. Rodrigo Echeverri, Entrelíneas, 2007. Revista A*terisco, No. 9, Archivo desclasificado, Fundación
Gilberto Alzate Avendaño, Bogotá, 2010, pág. 36-37.
Sobre todo porque en el momento que fue realizada pudo haber funcionado como una
contrarespuesta bastante cercana a la lectura que sobre ella aplicara Humberto Junca en el
texto que escribió para esa obra en el catálogo del 10 Salón de arte universitario (25).
Además de decir lo mismo que otras personas han escrito sobre esa pieza, Junca agregaba
una interesante reflexión sobre la forma final que tuvieron los registros fotográficos luego
de que se le añadieran digitalmente los textos amarillos. Para Junca, mediante ese
“pie de foto como una „traducción‟” de la intención original del graffiti intervenido, gracias a lo cual se
llegaba a expresar “lo distante y confuso que puede volverse para nosotros, simples transeúntes, leer entre
líneas y entender todo el problema político actual, basado en la acción de fuerzas opuestas, que parecen
32
tacharse entre sí, pero que al fin y al cabo funcionan de forma paralela. Dos caras (o hasta tres) de la
misma moneda.”
La pregunta que queda por hacerse frente a la desorientación expositiva que ha sufrido
esta obra puede ser una que contemple la exigencia que le harían esas fotografías a una
amplia audiencia de haber sido puestas en la calle, incluso junto a los graffiti tachados. Si
eso hubiera sucedido, ¿no se habría generado algún interrogante sobre las intenciones de
una imagen cargada con ese sentido y puesta en circulación durante uno de los momentos
amenaza de una reelección? ¿habría alguien que luego de ver esas imágenes se pusiera en
patriótico y sensiblero? Seguramente, pero eso no sucedió. Y, por lo que se ha visto hasta
ahora, es necesario reiterar que el campo de batalla ideológico donde habría entrado a
participar jamás ha sido tan neutro como para tolerar una aparición en ese sentido: no por
Aunque, para los más optimistas, por lo que puede verse una vez cumplido el traspaso de
poder entre dos personas elegidas democráticamente, es que las cosas han cambiado. Por
ejemplo, dejaron de presentarse los actos de censura ejercidos sobre murales y graffiti
políticos durante el gobierno de Álvaro Uribe Vélez. Probablemente entonces, esa actitud
no sólo tenía que ver con la protección de la imagen pública de un personaje que se decía
que era literalmente adorado por todos los habitantes del país, sino también con una
represión del graffiti político que aquí se ha mencionado, ese procedimiento serviría
33
además para demostrar el profundo parecido que había entre el régimen de la Seguridá
Democrática y las prácticas de control de los gobiernos autoritarios. Hoy, sin que haya
en Colombia, al caminar por las calles del centro de ciudades como Bogotá, pueden verse
muchos más graffiti que antes, y no sólo de arte urbano, también de gente que quiere
dejar en claro que tuvo algo qué decir y nadie se interpuso para evitar su lectura, ni
Fig. 6. Graffiti rayados en la polisombra que oculta las desastrosamente ejecutadas obras de Transmilenio.
Carrera 7 con calle 26. 10:00 a.m.
34
Notas
1. El texto en inglés dice: “I have been a fan of Death Cab for years so I was excited to hear from bassist
Nick Harmer about his idea to collaborate on a video piece for their song Home Is A Fire. I love the
democracy of music and I‟m always excited to bundle visual art with great music. Nick sent me the lyrics
to Home Is A Fire and they evoked the duality of “home” both as a place you inhabit, and also as a place
that inhabits or traps you. One‟s relationship with home might be complicated, but ultimately it can be a
two-way dialogue, of which we can at least affect one-way. The city can be an impersonal place, imposing,
simultaneously anonymous and claustrophobic. However, there are opportunities for us to affect the city
(and life) experience rather than accepting things as passive voyeurs. We all have fears and insecurities
about ourselves and our circumstances, but if we have the courage to take risks and participate we can
adapt and embrace the flux, rather than fear it. This video is about illustrating these ideas and the multiple
dimensions of the city experience by taking the viewer on a journey to encounter the Home Is A Fire lyrics
as street art. Street art appeals because it makes the landscape a little less dreary for the viewer, and it is a
bureaucracy free creative outlet for the participants. I would say that a street art call to action is “if you
don‟t like your home… reshape it”. The power of street art is in its intrigue and authenticity, so it was
crucial to actually put all the lyrics and images up on the streets. We wanted the viewer to experience the
urban environment in a very real and intimate way that celebrates that one person‟s wart is another‟s beauty
mark. Some of the art was put up prior to the video shoot in places that seemed appropriate to the lyrical
themes, while other pieces were put up during the shoot. We filmed the preparation of materials as well to
demonstrate the energy and process involved in becoming pro-active. Some of the street art was cleaned
within a day. Street art, like everything, is ephemeral but I hope that in watching this video and listening to
the song, people see a little magic and potential in the unappreciated details of the landscape of their lives,
no matter how fleeting they may be.
Thank you to all the people who helped make this video happen.
Véase Obey, http://obeygiant.com/headlines/death-cab-for-cutie-home-is-a-fire-video.
2. Texto original en inglés: “The two sides also have agreed to share the rights to make the posters and
merchandise bearing the "Hope" image. In addition, Fairey and the AP have agreed to additional financial
terms that are confidential.” Véase, “Shepard Fairey to settle Hope poster case with Associated Press”, en
LA Times, http://latimesblogs.latimes.com/culturemonster/2011/01/shepard-fairey-to-settle-hope-poster-
case-with-associated-press.html
3. Ángel Rama, La Ciudad letrada, Ediciones del norte. Hannover, 1984, citado en Revista Humbodlt, 140,
Goethe Institut, Berlín, 2004, pág. 45.
4. Ibíd.
6. Roman Gubern, La Censura. Función política y ordenamiento jurídico bajo el franquismo (1936-1975),
Península, Barcelona, 1981. Consultado en http://www.scribd.com/doc/19999683/Gubern-Roman-La-
censura-Funcion-politica-y-orden-juridico-bajo-el-franquismo-1981.
7. Jean- Paul Valabrega, Fondem ent psycho-politique de la censure, en “Co mmunicat io ns”, No.
9, Ed. du Seuil (Par ís, 1967), p. 117. Citado en Gubern, Ibíd.
8. Aunque en casos como el colombiano no suela suceder esto en la mayoría de los casos.
9. Es decir que, para el caso de las artes visuales, pueda encontrarse que no simplemente se alegue censura
contra una pintura por su contenido hegemónicamente inapropiado, sino que a esto se añaden una serie de
argumentos conexos, como la defensa del orden público, que garantiza el bien común, que es terreno
propicio para el arraigo de las tradiciones más queridas por una comunidad, etc.
35
10. Elena Estrada de Gerlero, “La política oficial borbónica en las artes. Antonio Ponz y Agustín Ceán-
Bermúdez y el movimiento antibarroco”, en Coloquio Internacional de Historia del arte, La Abolición del
arte, UNAM, México, 1998, pág. 339.
11. Pedro Navascués Palacio, Introducción al Arte Neoclásico en España, Durvan, 1982. Tomado de
Archivo Digital UPM, http://oa.upm.es/6611/. Última consulta, 14 de abril de 2011.
14. Véase Beatriz Colombi, “La gesta del letrado (sobre Ángel Rama y La ciudad letrada)”, en
http://www.orbistertius.unlp.edu.ar/numeros/numero-12/3-colombi.pdf
16. Véase Omar Saavedra Santis, “Sobre el arte de hablar con la pared”, en Revista Humboldt, 135, Goethe
Institut. Berlín, 2002, pág, 74.
17. Véase, Don Nadie, “El Graffiti como moda”, en Revista Mefistófeles, Bogotá, 2007, pág 35-36.
18. Véase el interesante análisis de Michael Welsh, “Control social foucaltiano en el mundo post 9/11.
Desarrollos recientes a través de las fronteras sociales y culturales”, en revista CENIPEC, No. 26, enero-
diciembre 2007. Consultado en: http://www.saber.ula.ve/bitstream/123456789/23587/2/articulo6.pdf.
Buscando ampliar el horizonte de análisis de este fenómeno, Welsh sigue una serie afirmaciones postuladas
por Richard V. Ericson , en las que se encuentran “las conexiones entre las campañas de criminalización y
las culturas políticas neoliberales, preocupadas con la incertidumbre”. Según Welsh, “mientras la
incertidumbre se intensifica, una lógica preventiva lleva a medidas de seguridad extrema -y frenética-, con
la intención de advertir sobre fuentes de daño imaginarias”, pág. 122.
19. Luis Hernán Errázuriz, “Dictadura military en Chile. Antecedentes del golpe estético-cultural”, en Latin
American Research Review, Vol. 44, No. 2. Consultado en:
http://lasa.international.pitt.edu/LARR/prot/fulltext/vol44no2/Errazuriz_44-2.pdf
25. Humberto Junca, “Entrelíneas. Rodrigo Echeverri”, texto para el catálogo del 10 Salón de arte
universitario. Tomado de http://www.rodrigoecheverri.com/int/critica.html
36